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Hacia el estudio de los problemas peruanos [Recorte de prensa]

Hacia el estudio de los problemas peruanos

En el haber de nuestra generación se puede y se debe ya anotar una virtud y un mérito: su creciente interés por el conocimiento de
las cosas peruanas. El peruano de hoy se muestra más atento a la propia gente, y a la propia historia que el peruano de ayer. Pero esto no es una consecuencia de que su espíritu se clausure o se confine más dentro de las fronteras. Es, precisamente, lo contrario. El Perú contemporáneo tiene mayor contacto con las ideas y las emociones mundiales. La voluntad de renovación que posee a la humanidad se ha apoderado, poco a poco, de sus hombres nuevos. Y de esta voluntad de renovación nace una urgente y difusa aspiración a entender la realidad peruana.

Las generaciones pasadas no se caracterizaron únicamente por una escasa comprensión de nuestros problemas sino también por una débil comunicación con su época histórica. Apuntemos, en su descargo, un hecho: la época era diferente. Después de una larga epopeya revolucionaria, se estabilizaba y desarrollaba en el Occidente un régimen y un orden que entonces parecían más o menos definitivos. El mundo, por otra parte, no se hallaba tan articulado como ahora. El Perú no aparecía tan incorporado como hoy en la historia o en la órbita de la civilización occidental.

Los intelectuales, en su mayor parte, componían una sumisa clientela de los herederos o los descendientes de la feudalidad colonial. Los intereses de esta casta les impedían descender de su desdeñoso y frívolo parnaso a la realidad profunda del Perú. Y quienes se rebelaban, instintiva o conscientemente, contra estos intereses de clase, no hundían tampoco la mirada en la realidad social y económica. Su ideología —o su fraseología— se alimentaba de las abstracciones de la literatura de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano.

El radicalismo, por ejemplo, se agotó en un verbalismo panfletario, no exento de benemerencia, pero condenado a la esterilidad. El pierolismo, que arribó al poder, apoyado en las masas, se mostró más gaseoso aún en su doctrina. Piérola, de otro lado, hizo una administración civilista en sus cuatro años de presidente constitucional. Su partido, a causa de este compromiso, se separó espiritualmente de la clase que, en sus primeras jornadas, pareció representar.

"Le Pérou Contamporain” de Francisco Garcia Calderón estudió el Perú con un criterio más realista que el de las anteriores generaciones intelectuales. Pero García Calderón esquivó en “Le Pérou Contemporain” toda investigación audaz, todo examen atrevido. Su libro se limitó a constatar, con un optimismo civilista, la existencia en el Perú de fuerzas de, progreso. Las conclusiones de este estudio no tuvieron en cuenta lo que yo mismo insisto en llamar la realidad profunda del Perú. García Calderón se contentaba, en 1906, con recetarnos el gobierno de una oligarquía ilustrada y práctica. Y con proponernos que nos preparásemos a acomodar nuestra vida a las ventajas de un ferrocarril panamericano que su previsión juzgaba entonces próximo a conectar de norte a sur, el continente y que, veinte años después, aparece todavía como una perspectiva lejana. La historia ha querido que, antes que el ferrocarril panamericano, atraviesen la historia del Perú otras avalanchas.

Victor Andrés Belaúnde, en su juventud, reaccionando un poco contra la mediocridad universitaria, reclamó una orientación más realista y más peruana en la enseñanza superior. Pero Belaúnde no perseveró en este camino. Después de algunas escaramuzas, desistió de esta actitud beligerante. Hoy “El Mercurio Peruano” no dice ninguna de las cosas que Belaúnde dijo, en su juventud, sobre la vieja Universidad. Mas aún, se siente obligado a decir al margen de un artículo mío, que no se le suponga solidario con una frase de ese artículo acerca de San Marcos. (Declaración, da otro lado, superflua, puesto que al público no se le ocurrirá nunca sospechar en
“El Mercurio Peruano" concomitancia o solidaridad con mis ideas. El público sabe bien que la responsabilidad de mis ideas es totalmente mía. Que esta responsabilidad no compromete, en ninguna forma, a las revistas que muy cortés y muy gentilmente me cuentan entre sus colaboradores).

Pertenece a nuestra época la tendencia a penetrar, con mayor elan, en las cosas y los problemas peruanos. Este movimiento se ha esbozó, primero, en la literatura, Valdelomar, no obstante su elitismo y su aristocratísmo literarios, extrajo sus temas y sus emociones más delicadas de la humilde y rústica tierra natal. No ignoró, en su literatura, como los melindrosos literatos de antaño, las cosas y los tipos plebeyos. Por el contrario, los buscó y los amó, a pesar de su inspiración decadente y un tanto d’anunnziana.

La Plaza del Mercado fue un día el tema de su humorismo y de su literatura. Posteriormente, César Falcón en su “Plantel de Inválidos”,
reunió varios preciosos retazos de vida peruana. Y, como Valdelomar, supo manifestar un alegre desdén por los temas “distinguidos”. La literatura se ha teñido, así, cada vez más de indigenismo. Los libros de López Albújar, de Luis A. Valcárcel y de Augusto Aguirre Morales, sobre los cuales me propongo escribir próximamente, son otros tantos documentos de este interesante fenómeno.

En la investigación científica, en la especulación teórica, se nota la misma tendencia. César Ugarte se ocupa, con sagacidad e inteligencia, del problema agrario. Julio Tello estudia, con penetración, la raza, Honorio Delgado, según mis noticias, tiene el propósito de emprender, metódicamente, un extenso e intenso estudio de la psicología indígena. Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez, en sus ensayos históricos, abandonan la rutina de la anécdota y de la crónica. Les preocupa la interpretación de los hechos; no su agnóstico relato. Jorge Basadre es autor de un estudio sobre la conscripción vial que señala un camino y un método a sus compañeros de la vanguardia universitaria. Y, recientemente, ha inaugurado en la Universidad Popular un curso de Historia Social del Perú. Un curso original, un curso nuevo, en el cual pondrá a prueba su aptitud para la investigación y la interpretación. A propósito de la Universidad Popular, no se debe olvidar que Haya de la Torre, uno de nuestros hombres nuevos, ha prestado, creándo ese centro de cultura, el mejor servicio al estudio de la “realidad profunda del Perú”. El intemacionalista siente, mejor que muchos nacionalistas, lo indígena, lo peruano. Lo indígena, lo peruano, que no es el “sprit” del girón de la Unión ni de las tertulias limeñas, sino una cosa mucho más honda y mucha más trascendente.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Federación de Estudiantes del Perú (Fondo)

  • PE PEAJCM PE PEAJCM FEP-F-06
  • Fondo
  • 1920-1947

El contenido de fondo se centra en las actividades históricas y las comunicaciones oficiales relacionadas con la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) durante el inicio del siglo XX, específicamente correspondencia entre 1920 y 1947. Las discusiones abordan el análisis y la redacción de documentos que reflejan la participación de la organización en diversos temas sociales, políticos y educativos. Estos registros ofrecen una visión del papel de la FEP como una organización estudiantil destacada que aborda temas de justicia social, relaciones laborales y diplomacia internacional, manteniendo un enfoque en las iniciativas lideradas por estudiantes.

Durante el proceso de organización, se identificó que algunos documentos no correspondían a la tipología de Correspondencia, sino que se alineaban mejor con Actas y Documentos de Gestión. Ante esta situación, se decidió incorporar una tercera serie documental, que incluye nueve archivos (files) adicionales.

Como resultado, la documentación ha sido clasificada y organizada en tres series documentales, abarcando los periodos de 1920-1922 y 1935-1947. Las tres series mencionadas se han organizado de la siguiente manera:

  1. Serie 01. Correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú (1920-1922), que contiene:

o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú del mes de enero a marzo de 1920.
o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú del mes de abril a mayo de 1920.
o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú del mes de junio a julio de 1920.
o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú del mes de agosto a septiembre de 1920.
o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú del mes de octubre a diciembre de 1920.
o 01 file de correspondencia recibida de la Federación de Estudiantes del Perú de los años de 1921 y 1922.

En esta serie se pueden observar las comunicaciones que la FEP mantenía con diversas instituciones nacionales e internacionales sobre distintas actividades e iniciativas, entre ellas, el desarrollo del Primer Congreso Nacional de Estudiantes realizado en 1920.

  1. Serie 02. Publicaciones realizadas por la Federación de Estudiantes del Perú (1920-1947)
    En esta serie se puede encontrar diversas publicaciones y documentos editados por la FEP, así como otros publicados por distintas instituciones en relación con la continuidad de la Federación de Estudiantes del Perú, como boletines y manifiestos

  2. Serie 03. Documentos de actas, reuniones de la Federación de Estudiantes del Perú (1920)

Esta serie reúnes tres archivos que detallan las sesiones realizadas por la FEP entre los meses de agosto y septiembre de 1920, incluyendo los debates internos de la Federación y los acuerdos alcanzados con diferentes gremios de estudiantes.

Federación de Estudiantes del Perú

Publicaciones y Boletines

Esta serie reúne documentos históricos clave, entre ellos el resumen de las sesiones del Primer Congreso Nacional de Estudiantes celebrado en Cusco en 1920, donde se discutieron temas cruciales para la educación y la política peruana, como el regionalismo, la universidad popular y la educación indígena. También incluye el tercer número de la revista "Studium", que presenta artículos de intelectuales peruanos sobre cuestiones sociopolíticas y culturales. Además, se encuentra un pronunciamiento de la Federación de Estudiantes del Perú en defensa de la libertad y contra la represión en 1923, así como otros documentos relevantes sobre la lucha estudiantil y política en Perú

Federación de Estudiantes del Perú

Carta de Jorge E. Núnez Valdivia, 5/11/1927

Arequipa, noviembre 5 de 1927
Para el señor José Carlos Mariátegui.
Lima
Tengo a la vista su comunicación de 10 de octubre.
No hace Ud. referencia a una carta mía dirigida con posterioridad al 1 de octubre. Temo que se haya extraviado en el correo.
Inmediatamente que se supo en Arequipa el resultado del "complot comunista" de Lima, la autoridad política tomó las medidas del caso. Estuve escondido dos días, con motivo del artículo que publicó el número último de Amauta, sobre Nacionalismo Revolucionario. En la hora actual las cosas se han agravado. Usted seguramente tendrá noticias sobre la huelga universitaria, motivada por la negativa del estúpido Consejo Universitario de admitir a nuestros delegados Francisco Mostajo y L. Fuentes Aragón. La situación ha sido dificilísima. Actualmente nos preocupamos de la organización de un Congreso de Estudiantes peruanos. Pertenezco a la comisión de elección de temas. He propuesto ya, -porque se perfilaban ya algunas figuritas, - la supresión de las Presidencias. Nombraremos un Directir de Debate en cada sesión, corriendo el trabajo a cargo de seis u ocho secretarios. Es hora de destrozar el amor a la presidencias, inútiles y estériles.
En próxima comunicación le enviaré la nómina de temas que se discutirán en el Congreso. Pienso sentar las bases de una nueva Federación de Estudiantes del Perú, ya que se presenta la propicia ocasión de cambiar ideas entre estudiantes de cuatro Universidades.
El "Seminario de Cultura Peruana" está en lo más empinado de su obra. Para que nuestra labor no sea estéril, trabajamos actualmente por dejar establecido el Pre-Seminario. Necesitamos completa documentación de aspectos peruanos. Preparamos actualmente algunas monografías, para que posteriormente se construya la obra integral. Datos, estadísticas, números imperan en nuestra obra. Oficialmente hemos solicitado de Oscar F. Arrús, Director de Estadística, el envío de los datos que nos interesan. A Alejandro Deustua le he solicitado una nómina de autores nacionales, a fin de contar con documentación eficiente.
Ayudados por algunos estudiosos, pensamos delinear los aspectos de la demografía peruana y su conexión con la tierra. Para que sea real y verídico tan ensayo, empezaremos por el departamento de Arequipa. Contamos con el plano del departamento, preparado por Alberto Rivero, espíritu burgués, pero cuyos estudios, dentro del campo científico, son apreciables.
En las próximas vacaciones universitarias me dirijo a Puno, y si me alcanzara el tiempo, al Cuzco. Mi propósito es fijar mis concepciones sobre el problema indígena, analizando experimentalmente la organización agraria. Especialmente estudiaré el régimen de las comunidades indígenas. Esbozaré la psicología indígena.
Es posible que se financie nuestro Boletín, próximamente. Es urgente una hoja en que aparezcan nuestras conclusiones concretas. De este modo muerte el retorismo, la fraseología, Debemos seguir un método profundamente realista.
He estado en vísperas de dirigirme a Lima, con motivo de la huelga universitaria. Hubiéramos charlado largamente sobre los temas nuestros. Desgraciadamente solucionase la huelga, y estamos en vísperas de exámenes universitarios. Dedico a mis labores de Seminario tres horas diarias.
Próximamente marchará a esa el compañero Carlos Galván, que es de los nuestros y de nuestras aficiones culturales. Le dará cuenta de la obra realizada.
Podríanse organizar Seminarios en Lima, Cuzco, Puno y trujillo. El suyo dirigirá admirablemente la obra. Contamos con los Peralta en Puno, (si mi viaje a este departamento es una realidad, cuento con el establecimiento de dicho Instituto), con Orrego y Spelucín en Trujillo y Valcárcel y Uriel García en el Cuzco. Haríamos obra constructiva.
He recibido comunicación de Carlos Manuel Cox y de Marti Casanovas, simpático compañero, director de la revista "1927". Creo que la obra que realicen será muy relativa. Démonos exacta cuenta que el éxito está en la economía, el dato , el número. Aprovechemos mejor los tiempos nuevos. Mientras no sepamos cuántos somos, la organización agraria (se iniciará pronto el examen de las tierras cultivadas por propietarios, por arrendatarios y por aparceros en Arequipa), la dirección de nuestra población, etc, todo será inútil.
Podemos dirigir la actuación política de las nuevas generaciones. Si, política. Pero con seriedad, con responsabilidad histórica. La obra de nuestros Seminarios es peruana y es universal. Idealista y realista. Para el porvenir.
Mándeme una nómina de revista, asociaciones culturales, estudiosos, etc (con sus direcciones) que pueden ayudarnos en la obra. Por el sistema de corresponsales, obtendremos el dato cierto, tomado directamente de la realidad.
En el próximo número de "Sagitario" aparecerá un estudio preliminar mío sobre la Universidad Peruana.
A Haya le solicité sus libros. Recibí últimamente una nota suya, prometiéndomelos. Usted no tiene varios ejemplares?
He cumplido sus encargos para F. Pastor, A. Tinajeros y A. Peralta. Todos estamos prontos a ayudarlo en su obra. Díganos su plan y lo secundaremos incondicionalmente.
No me dice usted nada de sus salud. Como sigue Ud.?
Lo abraza fraternalmente y con todo cariño.
Jorge E. Núñez Valdivia
P.D. Podría Ud. conseguirme un ejemplar de Jarana, últimamente aparecida?

Nuñez Valdivia, Jorge E.

Estudiantes y maestros

Los catedráticos inseguros de su solvencia intelectual, tienen un tema predilecto: el de la disciplina. Recuerdan el movimiento de reforma de 1919 como un motín. Ese movimiento no fue para ellos una protesta contra la vigencia de métodos arcaicos ni una denuncia del atraso científico e ideológico de la enseñanza universitaria, sino una violenta ruptura de la obediencia y acatamiento debidos por el alumnado a sus maestros. En todas las agitaciones estudiantiles sucesivas, estos catedráticos encuentran el rastro del espíritu de asonada y turbulencia de 1919. La Universidad -según su muy subjetivo criterio- no se puede reformar sin disciplina.
Pero el concepto de disciplina es un concepto que entiende y definen a su modo. El verdadero maestro no se preocupa casi de la disciplina. Los estudiantes lo respetan y lo escuchan, sin que su autoridad necesite jamás acogerse al reglamento ni ejercerse desde lo alto de un estrado. En la biblioteca, en el claustro, en el patio de la Universidad, rodeado familiarmente de sus alumnos, es siempre el maestro. Su autoridad es un hecho moral. Solo los catedráticos mediocres, -y en particular los que no tienen sino un título convencional o hereditario- se inquietan tanto por la disciplina, suponiéndola una relación rigurosa y automática que establece, inapelablemente, la jerarquía material o escrita.
No quiero hacer la defensa de la juventud universitaria -respecto de la cual, contra lo que pudiera creerse, me siento poco parcial y blando-, pero puedo aportar libremente a esa defensa mi testimonio, en lo que concierne a la cuestión de la disciplina, declarando que nunca he oído a los estudiantes juicios irrespetuoso sobre un profesor respetable de veras. (Las excepciones o discrepancias individuales no cuentan. Hablo de un juicio más o menos colectivo). Me consta también que, cuando formularon en 1919 la lista de catedráticos repudiados, -a pesar de que el ambiente exaltado y tumultuario de las asambleas no era el más a propósito para valoraciones mesuradas- los estudiantes cuidaron de no excederse en sus condenas. Las tachas tuvieron siempre el consenso mínimo de un 90 por ciento de los alumnos de la clase respectivas. En la mayoría de los casos, fueron votadas por unanimidad y aclamación. Los líderes de la Reforma se distinguían todos por una ponderación escrupulosa. No se proponían purgar a la Universidad de los mediocres, sino únicamente de los pésimos. La sanción que encontraron en el Gobierno y en el Congreso todas las tachas de entonces, evidencia que no eran contestables ni discutibles.
El tópico de la disciplina es, pues, un tópico barato y equívoco.
Y del mismo género son las críticas que, fácil e interesadamente, se pronuncian sobre la influencia que tienen en la crisis universitaria otros relajamientos o deficiencias del espíritu estudiantil.
Contra todo lo que capciosamente se insinúe o sostenga, la crisis de maestros, ocupa, jerárquicamente el primer plano. Sin maestros auténticos, sin rumbos austeros, sin direcciones altas, la juventud no puede andar bien encaminada. El estudiante de mentalidad y espíritu cortos y mediocres, mira en el profesor su dechado o su figurín. Con un profesor desprovisto de desinterés y de idealismo, el estudiante no puede aprender ni estimar una ni otra cosa. Antes bien, se acostumbra a desdeñarlas prematuramente como superfluas, inútiles y embarazantes.
Un maestro -o, mejor, un catedrático- en quien sus discípulos descubren una magra corteza de cultura profesional, y además, carece de autoridad y de aptitud para inculcarles y enseñarles extensión ni hondura en el estudio. Su ejemplo, por el contrario, persuade al discípulo negligente de la conveniencia de limitar sus esfuerzos, primero a la adquisición rutinaria del grado y después a la posesión de un automóvil, al allegamiento de una fortuna, y -si es posible, de paso- a la conquista de una cátedra, membrete de lujo, timbre de academia. La vida y la personalidad egoístas, burocráticas, apocadas, del profesor decorativo y afortunado influyen inevitablemente en la ambición, el horizonte y el programa del estudiante de tipo y medio. Profesores estériles tienen que producir discípulos estériles.
Sé bien que esto no inmuniza del todo a la juventud contra críticas ni reproches. La universidad no es, obligada y exclusivamente, su único ambiente moral y mental. Todas las inteligencias investigadoras, todos los espíritus curiosos, pueden -si lo quiere- ser fecundos por el pensamiento mundial, por la ciencia extranjera. Una de las características fisonómicas de nuestra época es, justamente, la circulación universal. Veloz y fluida de las ideas. La inteligencia trabaja, en esta época, sin limitaciones de frontera ni de distancia. No nos faltan, en fin, maestros latinoamericanos a quienes podamos útilmente dirigir nuestra atención. La juventud -sus propios movimientos lo comprueban y declaran- no vive falta de estímulos intelectuales ni de auspicios ideológicos. Nada la aísla de las grandes inquietudes humanas. ¿No han sido extra-universitarias las mayores figuras de la cultura peruana?
Los estudiantes, después de las honrosas jornadas de la Reforma, parecen haber recaído en el conformismo. Si alguna crítica merecen, no es por cierto la que mascullan, regañones e incomodados, los profesores que reclaman el establecimiento de una disciplina singular, fundada en el gregarismo y la obediencia pasivas.

José Carlos Mariátegui La Chira