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Mensaje de Víctor Raúl a la juventud y al pueblo cuzqueños, 2/10/1926

MENSAJE DE HAYA-DELATORRE A LA JUVENTUD Y AL PUEBLO CUZQUEÑOS

"Los viejos a la tumba;
los jóvenes a la obra"
González Prada

A la Juventud de Cuzco:

"Al venir a Paris -y-ponerme en contacto con los numerosos estudiantes cuzqueños residentes aquí, he sentido mas fuerte que nunca la solidaridad ideológica de nuestra generación en el Perú, militante en el movimiento renovador que ha surgido de las Universidades Populares González Prada y que va extendiéndose avasallador a todos los ámbitos del país. Mi relación con el brillante conjunto de estudiantes cuzqueños que viven en París me ha permitido comprender mejor el admirable espíritu revolucionario de la juventud del Cuzco. Estamos aquí todos juntos, organizando nuestra acción, disciplinando nuestros fuerzas, dando así a nuestros ideales el sentido de realización que es necesario para lograr la victoria de nuestra causa."

"La nueva generación del Perú ha llegado al momento de concretar todos los vagos intentos que hasta hoy no han servido sino para darnos la experiencia de que ningún movimiento desorganizado, individualista y sin un claro y moderno programa social, podrá imponerse. Felizmente todos, sentimos Ia necesidad de organizar y disciplinar las fuerzas renovadoras como un ejército que se alista, para batallas decisivas. El ímpetu de la juventud de trabajadores manuales e intelectuales del Perú, se transformara en energía invencible y no ha de perderse más en impulsos inconexos, o en acciones improvisadas y sin plan. Nuestro enemigo es aun fuerte: es todo un pa­sado "republicano" de opresión, de ignorancia, de fanatismo, de sumisión, de sensualidad, de compadrería y de saqueo de las riquezas publicas que son del pueblo. Todo este negro conjunto de fuerzas inferiores ha creado en el país una moral pervertida de hábitos y tendencias que constituyen un peligro social, porque han erigido como noma de vida el abuso, la traición y la bajeza. Contra todo eso tenemos que luchar; contra todo eso tendremos que vencer. Dentro de nosotros mismos debernos extirpar despiadadamente todos los rezagos que esa moral pervertida del ambiente, instaurada por las viejas generaciones, nos haya podido dejar como contagio o mal ejemplo. Tene­mos que renovarnos; tenemos que revolucionar nuestras conciencias libertándolas de
egoísmos enfermizos y de flaquezas censurables para que odiando al mal que ha traí­do la degeneración y el desastre que hoy amenazan el Perú, afrontemos radicalmente; la obra gloriosa y difícil de redimirlo".

"Nadie sino la juventud de trabajadores manuales e intelectuales, unida como un haz, podrá realizar la obra salvadora. Nadie sino aquellos que tienen el espíritu apto para comprender que el propio sacrificio es el único medio de redimir a los demás y que la justicia solo se conquista por la lucha. Nuestra obra exige darse a ella, pero darse a ella totalmente con la sinceridad sin reservas de los convenci­dos de que no se pertenece aquel que tiene la responsabilidad de llevar a la victo­ria una causa mil veces sagrado".

Compañeros estudiantes de la Universidad del Cuzco:
"Yo no puedo dirigirme a vosotros sin orgullo. Siendo que lo que habéis hecho como contribución a la causa de la Revolución del Perú es honra para nuestra generación. Vuestros sacrificios, vuestro entusiasmo, vuestra energía tiene sin duda alguna un alto valor de eficacia. Quizá si el impulso de vuestros movimientos no ha tenido planes perfectos, pero eso no importa, porque habéis ganado la experiencia aleccionadora de que es absolutamente preciso canalizar los entusiasmos, organizar las fuerzas, sistemar los movimientos, disciplinar las filas y convertirnos todos en soldados del nuevo ejército de la Libertad y la Justicia. Hoy estamos todos juntos: de un lado al otro del Perú el grito de la nueva generación es escuchado por el pueblo. Nuestro debe inmediato es sostener sin desmayo los principios de nuestra causa, cuyos puntos esenciales pueden esbozarse así:

"La regeneración material y moral de las clases productores sobre la base de la reorganización total de la economía nacional, suprimiendo las castas privilegiadas y extirpando las oligarquías que usufructúan sin límites los dineros del Estado que son del pueblo; abolición de la tiranía política y económica que en Lima, —foco de prostitución, de abuso y de opresión—, se ejerce sobre las provincias que, en una tarea dolorosa y sin fin producen el dinero que luego dilapidan los privilegiados que se agrupan en la capital; defensa de la soberanía del pueblo y de la libertad de la Nación que hoy está entregada a las cadenas implacables del imperialismo yanqui el que nos va entregando la clase gobernante, POR EL DESCONOCIMIENTO DE TODAS LAS DEUDAS CREADAS POR EMPRÉSTITOS HECHOS A LOS NORTEAMERICANOS A COSTA DE LAS RIQUEZAS NATURALES DEL PAÍS Y PARA BENEFICIO DE ESA CLASE; en una palabra reorganización integral del país convirtiéndolo de un Feudo, en un Estado moderno que recogiendo la tradición política de la gran nación comunista incásica, la más poderosa y grande de su tiempo en América, erija un nuevo sistema de producción, consumo y cambio de la riqueza nacional bajo el contralor de quienes la gestan con el trabajo".

Compañeros obreros, indígenas y soldados:
"Junto a la juventud de trabajadores intelectuales debéis estar vosotros. Lo exija la causa del pueblo que es nuestra causa y la vuestra; lo exige el clamor de un país que vive oprimido por una casta que se trasmite hereditariamente el de­recho de explotar. Las Universidades Populares González Prada que son el símbolo de la lucha por la libertad del pueblo peruano nos han dado la experiencia admirable de cuanto puede la fuerza de la juventud de trabajadores manuales o intelec­tuales unida y disciplinada en un solo gran frente de batalla. Nuestra lucha tiene una bandera: la de reivindicar los derechos del Pueblo; pero para, reali­zar esta obra de justicia tenemos que derrocar a la clase opresora que bajo el título político de "civilismo" y cambiando temporalmente de aspecto y de disfraz, cata todavía en el poder, representa la casta dominante, es la expresión política del gamonalismo de la burguesía de la vieja casto feudal y extranjera que nos trajo el Coloniaje maldito. Nuestro deber inmediato es organizamos contra todos los grupos
de la clase dominante, contra todas las fracciones del "civilismo" aunque aparentemente se hallen en la oposición. Alguna vez he dicho y hoy lo repito que todos ellos son lobos de la misma cornada y que el "civilismo" domina todavía, gobierna aun tirani­zando y explotando al país como hace 50 años. Los obreros, los empleados, los indíge­nas, los soldados, todas las fuerzas productoras del Perú deben unirse al Frente liber­tador de la nueva generación; todos tienen que cumplir con el sagrado imperativo de venir a nuestras filas, porque nosotros vamos a lavar las manchas del pasado, a des­truir la tiranía de los privilegiados y a imponer la justicia y el gobierno del Pueblo para el Pueblo".

"Para este fin necesitamos la unión, el valor y la fe de los obreros, campesinos, soldados, empleados e indígenas del país suma­das a la unión, al valor y la fe de estudiantes, maestros de escuela e intelectuales de vanguardia, en un solo frente popular e invencible".

Compañeros Estudiantes del Colegio de Ciencias:
"Vosotros sois los adelantados de nuestra lucha por la justicia en el Peru. Vuestro concurso en la obra revolucionaría que la juventud nacional va a emprender en nombre de la justicia del Pueblo, es indispensable. Vosotros sois la expresión mas nueva de la juventud cuzqueña y en la historia de vuestro colegio hay paginas admirables de rebeldía y de heroísmo que constituyen un ejemplo alentador para vosotros y un estímulo poderoso para todos los que luchamos contra la opresión en el Perú. Vosotros sois fuerza y entusiasmo; dad a vuestra capacidad de acción la disciplina de verdaderos soldados de nuestra gran causa. Juntad vuestras fuerzas; disciplinadlas; arraigad la convicción de que Ios Jóvenes del Perú y sólo ellos tienen la misión gloriosa de sacudir a la nación de la tiranía e imponer el triunfo de nuestra causa. Agrupados, disciplinados en un sólo frente de juventud, con los estudiantes universitarios, con los obreros, con los indígenas, con los soldados, vale decir con la juventud hermana de trabajadores manuales, formaremos la falange llamada a llevar adelante, por la fuerza de la Justicia, las conquistas de nuestra obra redentora. Solidarizados estrechamente, pensando siempre en el destino eminen­te de esta generación, y en su grave tarea histérica y en el programa que hemos de realizar todos juntos, trabajemos sin descanso por sumar a nuestras filas todas las fuerzas vivas de la nación".

Juventud del Cuzco:
"Desde el glorioso día 25 de mayo de 1923 en que bajo las banderas de las Universidades Populares González Prada nuestra causa ofrendó sus primeros mártires de las clases obreras e intelectuales, en la masacre de la calle de los Huérfanos de Lima, la juventud del Perú ocupa el puesto de vanguardia entre las de Améri­ca Latina, que consideran nuestra lucha y nuestros sacrificios como el principio
de la gran cruzada libertadora que los pueblos de nuestros veinte países tienen que realizar contra el imperialismo yanqui, por la unidad política latinoamericana y por la Justicia Social. Nuestra responsabilidad es pues muy alta. Todas las juven­tudes de America esperan la victoria de una causa que nos es común y han expresado mil veces su adhesión admirativa a la obra precursora de la Juventud del Perú. Es cierto que nuestros enemigos están atentos al avance de nuestras fuerzas pero yo estoy seguro que a pesar de odiarnos tienen que respetar en nosotros la pureza y la sinceridad. En medio del cuadro repugnante de inmoralidad política, de prostitución total, de podredumbre y de vendimia que hoy ofrece la vieja genera­ción del Perú, nuestra causa aparece en toda su limpidez sostenida y defendida por una juventud que ha soportado la muerte, las persecuciones, los destierros y el hambre pero que ha mantenido ejemplarmente la pureza de su conciencia revolucio­naria y la integridad de su programa renovador. El Pueblo del Perú tendrá que com­prender plenamente a un día muy próximo que la juventud de esta época está realizando un sacrificio silencioso pero sin precedente en nuestra historia, por la liberación de todos aquellos que bajo el yugo de la opresión económica, política y moral constituyen la gran muchedumbre de esclavos que soporta el peso de la clase privilegiada dueña de todos los beneficios que el país puede dar".

Compañeros:
"Cierro esta carta con la convicción de que me dirijo a hermanos en la causa de la justicia y a camaradas del gran ejercito libertador que ha de imponerla".
"Tengamos fe en nuestras propias fuerzas y hagámoslas invencible por una es­tricta organización. Cuando la fuerza está al servicio de la Justicia, la fuerza es santa. Pero no hay fuerza posible sin disciplina, sin método sin unidad de acción, conjunta, armónica, total. En esta misma hora se organizan las fuerzas del pueblo en muchos otros lugares del Perú. Nuestra cruzada tendrá que ser nacional para ser invencible. La Nación no son los que por fines políticos agitan el chauvinismo y justifican asesinatos, robos y crímenes en nombre del "patriotismo". La Nación es el pueblo, es el pueblo traicionado y oprimido por una casa de explotadores que está vendiendo el país al amo yanqui, que está hipotecando nuestras riquezas y que grava a pueblo con impuestos y tributos, para pagar el dinero pedido al extranjero y dilapidado por los señores de Lima. La Nación lo constituyó la mayoría del país oprimida por una minoría, ambiciosa, corrompida y senil. Contra esa minoría usurpa­dora del poder y traidora del pueblo tenemos que insurreccionarnos en nombre de la Nación que es el Pueblo, que es la mayoría del país subyugado. En cada rincón del Pe­rú debe surgir parte de la gran fuerza popular que ha de unirse en un sólo frente de acción. Nuestro deber es pues ser infatigables en la labor de propaganda y de organización preparándonos a defendernos y a contrarrestar la gran ofensiva que la reac­ción dominante realizará contra nosotros haciendo un último esfuerzo".

"He de repetir que la obra es difícil pero de ningún modo imposible y que si no fuera difícil, sería indigna de nosotros. Con una solidaridad que nada destruya en nuestra, filas, todas las maquinaciones de los enemigos del Pueblo serán derrotadas".
"No olvidemos el grito admirable de González-Prada que sirve de lema a estas líneas y no olvidemos que nuestro Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales se extiende a toda América en una Alianza Popular (APRA) que llevara a todos los países hermanos el programa renovador que los pueblos del Perú impondrán por nosotros".

"A todos mi saludo fraternal, a todos mi palabra de aliento enviada desde el largo destierro que no ha sido obstáculo sino incentivo para sentirme más cerca del pueblo del Perú y más resuelto y más decidido soldado de sus causa".

¡TRABAJADORES MANUALES E INTELECTUALES: FORMAD EL FRENTE ÚNICO DE LA JUSTICIA!

¡HUAYNACUNA JUNUNACUYCHIS!

París, 2 de octubre de 1926.

(firmado) Haya - De la Torre

Haya de la Torre, Víctor Raúl

Informe sobre la Adhesión del Partido Nacionalista Libertador, 1/9/1928

INFORME

Presentado ante la Asamblea General de los miembros de la Célula del APRA. Sobre la adhesión del Partido Nacionalista Libertador.

CAMARADAS:
Los suscritos, miembros de la comisión designada para estudiar la si­tuación y la realidad creadas por el proyecto de formación de un Partido na­cionalista peruano, cuyos puntos básicos se hallan especificados en el Plan de éxito, emitimos el informe correspondiente:

La creación de un Partido Politico, de carácter nacionalista revolu­cionario, con tendencias democrático-radicales y adherido al APRA, para luchar contra el feudalismo, por la conquista de la tierra para los campesinos que la trabajan y contra el imperialismo conquistador, responde a una necesidad ob­jetiva de las clases medias, de las capas sociales que se mueven dentro de la etapa pre-capitalista y de la pequeña burguesía del Perú, expoliadas cada ves más por el imperialismo y por la tiranía económica y política de la clase la­tifundista gobernante.

El problema fundamental de nuestro país es sin duda el de la tierra, problema principalmente agrario. Su solución —que entraña la del problema indígena— no puede ser otra que la reivindicación de la tierra para el indio que la trabaja y, junto a esta reivindicación económica, las de carácter politico, cultural, jurídico, administrativo, etc. que de ella se desprenden.

El Plan de México —o sea el Partido Nacionalista Libertador— enfoca estas reivindicaciones desde un punto de vista revolucionario radical, estable­ciendo la entrega de la tierra a los trabajadores del campo —aunque omite enunciar la forma y el carácter de la expropiación— la descentralización del poder político y administrativo del Estado, mediante la injerencia efectiva de las municipalidades en el gobierno y la educación integral de todos los ciudadanos destruyendo el actual privilegio de casta que impera en la política educacional.

No es el momento de poner en debate las excelencias o los defectos del Partido Nacionalista Libertador, ni del Plan de México. Esta labor corres­ponde a quienes se adhieran a dicho partido. En el momento actual y en el pre­sente caso, no se trata sino de discutir la adhesión del Partido Nacionalista Libertador a la Alianza Popular Revolucionaria Americana.


En este punto comienza nuestro desacuerdo con los demás miembros de la Comisión, camaradas Luis E. Heysen, Alfredo González y Luis Eduardo Enríquez. Nosotros sostenemos la aceptación del Partido Nacionalista Libertador dentro de las filas del A.P.R.A., siempre que se supriman las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México que estatuyen que el órgano úni­co que habrá de llevar a cabo la revolución anti imperialista en el Perú, se­rá un organismo politico militar y que éste será el Partido Nacionalista Li­bertador.

Pedimos la supresión de los dos puntos citados porque ellos encarnan un principio que significa la negación del APRA. El APRA, se ha enunciado, se ha organizado y se ha mantenido en todo momento, desde su fundación, como una Alianza, como un Frente Unico de sectores diversos. Toda alianza, de la especie que ella sea, implica pacto de fuerzas coaligadas y organizadas. Frente Unico quiere decir entente de sectores y rangos separados por diversidad de puntos de vista, pero concordes en llevar a cabo, durante una etapa mas o me­nos prolongada, y sin menoscabo de su autonomía, una obra común.

El APRA, no olvida, ni puede olvidar el principio axiomático de que la Historia de la Humanidad es la historia de la lucha de clases. El APRA, no puede, sin faltar a sus propios postulados y a los fundamentos de su ideolo­gía, olvidar los antagonismos irreductibles que separan las clases, que divi­den los sectores que ella trata de aliar episódicamente para llevar a cabo la revolución anti imperialista, para luchar contra el peligro común: el avance del imperialismo y la oligarquía feudal imperante. Al contrario, el APRA, reconociendo y constatando la existencia de tal antagonismo —donde radica precisamente su concordancia con la realidad— trata de formar el Frente Único de las clases oprimidas, contra las clases opresoras, para que aquellas, auxiliándose mutuamente, traten de obtener cada una el triunfo parcial de sus propias y peculiares reivindicaciones. Por esto proclama la unidad dentro de la Alianza, dentro de la cuál cada sector conservará sus puntos de vista concordes con sus intereses y su autonomía de pensamiento y acción, limitada tan sólo por los intereses de la lucha contra el imperialismo.

La formación de un partido político que objetivamente remplazaría al APRA, en las condiciones en que el Plan de México lo establece en sus cláusulas tercera y cuarta, implica clara y terminantemente no la alianza y la uni­ficación de fuerzas orgánicas, biológicamente distintas, sino la fusión de todos los elementos anti imperialistas y le exclusión de todo punto de vista de sector o de clase; es decir la negación del antagonismo de clase, realidad viviente en el Perú, esencia y motor de todas las luchas y revoluciones de la Historia. Tratar de organizar un partido que comprenda a todos los elementos oprimidos bajo el yugo del imperialismo, fusionándolos, sin distinción de cla­se, es desconocer el antagonismo de clase que el APRA reconoce y afirma. Ahora bien, en estas condiciones, tratar de adherir este partido al APRA signi­fica colocar al APRA, en la calidad de una entelequia teológica, de una categoría metafísica o en la calidad de un simple rótulo, puesto que la organi­zación de un Partido Único, de carácter politico-militar, hace totalmente inú­til todo pacto, frente único, entente o alianza entre sus componentes.

El antagonismo y la lucha de clases, que el APRA no niega sino afirma, sin tratar de escamotearlo o suprimirlo romántica o reaccionariamente, ha asu­mido desde hace muchos años en el Perú, caracteres definidos y netos. El proletariado de las fábricas, de las centrales mineras, azucareras y petroleras, hace tiempo que abandonó el antiguo sistema de organización de sociedad mutua- lista, propio del artesanado, de las clases medias del pre-capitalismo y de la pequeña burguesía, para organizar su sistema de defensa dentro de los sin­dicatos revolucionarios.- Ante la instrucción oficial y frente a las escuelas nocturnas gubernativas, el proletariado forjó sus propios centros de cultura proletaria, las U.P.G.P.- En su lucha de frente único contra la actual tira­nía, el proletariado no se ha fusionado jamás con elementos demo-liberales, estudiantiles o pequeño burgueses: en ningún momento ha perdido sus puntos de viste genuinamente proletarios. La lucha sin cuartel que ha venido librando en tales condiciones, es la prueba incontestable de que la lucha de clases en el Perú, es una realidad tan efectiva como lo es en todo país en donde la ac­tividad económica, política y social se desarrolla dentro de la preponderancia del sistema capitalista.

Si el proletariado ha tenido necesidad de organizarse para la defensa de su salario, de su jornada de trabajo y de sus derechos, en un organismo de clase; si en medio de la luche de civilistas reaccionarios, demócratas teñidos de laborismo y estudiantes inflamados, el proletariado ha llevado a cabo su propia lucha, lucha de clase, bien que dirigido por elementos de otros rangos, pero que tuvieron la virtud sustantiva y esencial de abdicar de sus pro­pios puntos de vista para ponerse a las órdenes del proletariado, es indudable que mas tarde o mas temprano, tratara de hacerlo políticamente, dentro de su propio organismo político, con tendencias, aspiraciones y puntos de vista de clase.

Si mas tarde en el Perú, se formara por ejemplo, un Partido campesi­no "ayllista" o simplemente agrarista, como sucedió en México con el zapatismo, el APRA, no tendría absolutamente porqué rechazar la adhesión de este organismo entre sus filas; todo lo contrarío: trataría de atraerlo, de vincular­lo estrechamente con los organismos políticos de los demás sectores oprimidos, en el seno de la Alianza.

Los camaradas oponentes sostienen el grueso sofisma de que el APRA quedaría constituyendo la Alianza de los diversos Partidos Nacionalistas que se funden en los otros países indoamericanos. Tomando la hipótesis por rea­lidad, el APRA quedaría en calidad de una Internacional Indoamericana y nun­ca en la categoría de una Alianza. La diferencia profunda que existe entre Alianza e Internacional, ha querido ser borrada con argumentos deleznables y de ley dudosa.

Incapaces de sostenerse en este terreno, huérfano de lógica, arguyen que en algunos países, en donde ya existen partidos politicos de clases opri­midas, constituidos y en funciones, el APRA ocuparía su verdadera categoría de Alianza. ”¡Que el Perú —como el Paraguay— son países de excepción!... Pero hemos demostrado que la lucha de clases existente en los países de América Latina —en donde hay partidos políticos de clases oprimidas— existe también o en el Perú, y no en la mente de los intelectuales, ni en el ideario de uno
o más reformadores del mundo, ni en la teoría de uno o más exégetas de la so­ciología, sino en el terreno viviente y dinámico de la realidad. Por consiguiente la excepción concuerda muy bien con el pensamiento y la conciencia de nuestros camaradas, pero de ninguna manera con la realidad palpitante y viva del Perú. Y no es el pensamiento, ni la conciencia individual quien condiciona y determina la realidad social, sino es la realidad social la que condiciona y determina la conciencia y el pensamiento individual. Si se sos­tiene el APRA, como Alianza, en países como Cuba, Colombia, Ecuador, Chile, etc en donde la lucha de clases ha condicionado la lucha política, no es posible dejar de sostenerla en el Perú, en donde la lucha de clases ha asumido caracteres dramáticos y relevantes y en donde el proletariado, condicionado por la realidad, puede y tiene que llegar a constituir su propio organismo politico de clase.


La creación de un partido único, sobre las bases de los puntos terce­ro y cuarto del Plan de México, es la prohibición terminante de tratar de organizar un partido genuinamente proletario. Y todo organismo, toda colectividad, todo individuo, toda ideología, que se opongan u obstaculicen la realización de esta legitima aspiración del proletariado —clase oprimida bajo el yugo del imperialismo— está contra los intereses específicos de los trabajadores y con­tra los postulados del APRA. No tenemos ninguna razón, ni nos asiste derecho alguna para prohibir la formación de un partido de clase, dentro de la Alianza. Prohibir al proletariado la formación de su organismo politico de clase, es atentar contra sus intereses, es desconocer sus verdaderas necesidades, es luchar contra sus reivindicaciones. Es asumir una tendencia anti-proletaria, es consagrar una tendencia fascista.

Por esto rechazamos las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México, que excluye de hecho todo organismo formado fuera de las filas del Partido Na­cionalista Libertador y que encarna la negación del APRA. No es posible sos­tener que desde Paris, desde México o desde Buenos Aires, es dable excomulgar desde ya y apriorísticamente todo organismo que puede nacer obedeciendo a la realidad social y al estado de ánimo colectivo de nuestras clases oprimidas.

Apoyados en estas razones sostenemos los principios de organización del APRA, es decir de una Alianza: dentro de ella cabrá perfectamente un Partido de clase —disfrutando de la autonomía que el pacto le acuerde— tanto como la Liga Patriótica Haitiana o el Partido Nacionalista Libertador, con los prin­cipios que propugna, a excepción de las cláusulas tercera y cuarta. Sostenemos que el órgano único que habrá de llevar a cabo la revolución en el Perú, será el APRA, en la cual —repetimos— encontrarán cabida un partido tal como el Par­tido Nacionalista Libertador, así como cualquier otro organismo político de clase oprimida que se halle en formación o que pueda llegar a Constituirse.

De la vinculación de estos elementos organizados, dentro de la Alian­za, y de la fuerza y disciplina de cada uno de ellos, depende, más que la in­surrección, el triunfo de le genuina revolución plebeya anti-imperialista.

París, primero de septiembre de 1928.

Eudocio Rabines
Miembro del C.E del APRA

Juan Jacinto Paiva
Miembro de la comisión de disciplina

Armando Bazán
Miembro de la Com. de Propaganda

Ravines, Eudocio

Informe ante la Asamblea de la Célula del Apra en París, 1/9/1928

INFORME

Presentado ante la Asamblea de la Célula del Apra en París
(Ampliación del Informe del 1 de septiembre de 1928)

Compañeros:
Las discusiones habidas en el seno de la Junta de Comisiones de la célula de París, las opiniones vertidas por camaradas de esta y de algunas otras células de América y el informe presentado por un parte de la Comisión de la cuál somos miembros, sobre los problemas teóricos y prácticos que saca a luz el proyecto de creación del Partido Nacionalista Libertador del Perú, basado en las plataformas del Plan de México, nos obligan a ampliar nuestro primer informe, exponiendo el análisis somero de dicho Plan, contestando, opiniones y argumentos y tratando de esclarecer suficientemente la posición y el rol del Apra, en la teoría y en la práctica, desde un punto de vista estrictamente marxista.

Características del Partido Nacionalista Libertador.

El P.N.L., cuya ideología y cuyas normas programáticas se ha­llan especificadas en el Plan de Mexico, establece las reivindicaciones peculiares del campesinado indígena y de las clases medias (pequeña bur­guesía y capas sociales que se mueven dentro de la esfera pre-capitaxis­ta "mitelstande") y las reivindicaciones generales, de orden nacional, que afectan a todas las clases oprimidas.

Objetivamente, el PN.L. no reivindica, ni puede reivindicar, las aspiraciones ni los derechos de la clase proletaria. No enfoca, ni pue­de enfocar las reivindicaciones proletarias, sino en los aspectos gene­rales en que las aspiraciones obreras se confunden con las de las demás clases oprimidas bajo el yugo del imperialismo. En esto su posición es lógica, puesto que tácitamente reconoce que la emancipación de los trabajadores no puede ser obra sino de los trabajadores mismos.

El proletariado no puede, por ningún motivo, reducir sus rei­vindicaciones inmediatas, sus realizaciones de clase, factibles dentro de una revolución, a estos aspectos generales. Tampoco puede limitarlas ni circunscribirlas a los vagos enunciados que, sobre la cuestión obrera, propugna el Plan de Mexico.

El punto noveno promete, o propugna, "la elevación de las clases obreras al lugar social que les corresponde". Este punto tiene toda la vaguedad de expresión de un pensamiento impreciso y medroso. Su exégesis puede hacerse desde todos los puntos de vista, anestesiando los temores de todos los rangos, satisfaciendo los anhelos subjetivos de todas las observancias. Humanitarios y utópicas de todos los matices, suscriben unánimes este mismo principio. Nuestros caudillos criollos —Alessandri, Irigoyen, Obregon— lo colocan en el pórtico de sus manifiestos electorales y en la "paloma" de sus discursos de comité. Los imperialistas yanquis sostienen que, en su país, el obrero tiene abiertas todas las chances para llegar al más alto puesto y que, económicamente, se hallan todos en el lugar social que les corresponde. Tal aserto, lejos de ser contestado, es confirmado enfáticamente por la Panamerican Federation of Labour, por el laborismo y por la social-democracia del mundo entero. La vaguedad y el confusionismo del concepto no pueden ser más evidentes e incontestables.

Por otra parte, teórica y prácticamente, a la luz del marxismo y a la luz de la realidad histórica, el proletariado solo podrá ocupar el lugar que le corresponde, cuando organizado políticamente como clase, conquiste ese lugar, realizando la revolución socialista y no esperándolo de otra clase o contentándose con aguardar o recibir los presentes de Artajerjes.

La declaración del punto 5 de que "la riqueza pertenece a la Nación y que es ella quien debe explotarla o hacerla explotar, sin sacrificar jamás su soberanía ni las energías de su pueblo, entregándolas incondicionalmente al servicio de intereses privados o extranjeros", no entraña la manumisión del proletariado. Enuncia, es cierto, un plan de nacionalización revolucionaria. Pero, esta especie de nacionalización tiene que ser inevi­tablemente temporal. A ella seguirá, o la nacionalización burguesa, la explotación aguda y racionalizada del proletariado y el pacto y la alian­za con el imperialismo, o la socialización progresiva, realizable únicamente por el proletariado y factible solo en el Estado Socialista.

El proletariado, como clase histórica, no puede restringir sus aspiraciones a una nacionalización temporal e inestable. Tiene el deber de convertir ésta en socialización progresional y permanente. La socializa­ción no puede ser realizada sino por el proletariado, puesto que él es la única clase que, por no estar ligada ni vinculada a la propiedad privada, no tiene interés directo en conservar esta, sino al contrario, en convertir­la en propiedad social. Pero, esta labor solo puede cumplirla organizado políticamente como clase, disciplinado en sus propios organismos, constituido en entidad ideológica y activamente autónoma y en el período en que haya conquistado la hegemonía sobre la realidad social. Para llegar a este periodo, como condición fundamental, tiene que organizar por sí mismo sus propios rangos, disciplinar sus propias fuerzas, crear su propia consciencia de clase, librar sus propias luchas, plantear y defender sus peculiares reivindicaciones.

Esta organización, esta disciplina, estas luchas y las reivindicaciones consecuentes, no pueden ser planteadas ni resueltas sino por un organismo de clase, por un organismo genuinamente proletario. El Frente Único y el Partido Nacionalista Libertador, no pueden realizarlas, ni podemos exigir que las planteen. El carácter objetivo de su contextura se lo impide y se lo veda. El P.N.L trata de ser un partido de clases oprimidas. No es un partido de clase, de clase proletaria y, por ende, no puede ser un Partido Socialista, tomando este vocablo en su acepción prístina, conservando "su viejo y grande sentido".

Para algunos compañeros (camarada Bustamante, de la Célula de París) se trata de una cuestión simplemente formal. Para otros (camarada Cox, de la Célula de México; camarada Meneses, de La Paz) se trata de algo menos importante: de una cuestión de nombre. No, camaradas, con negación absoluta. Hay una cuestión más profunda que no podemos escamotear. Hay un pensamiento ideológico más neto, que no podemos subestimar. El socialismo es el engendro directo, el hijo legítimo, la negación dialéctica y dinámica del capitalismo. El socialismo ha salido de la fábrica, ha sido nutrido por el maquinismo, ha surgido como teoría y como praxis genuinas del proletariado. Cualquier hombre honrado, cualquier espíritu noble y libre, cualquier jacobino advenedizo, cualquier caudillo demagogo, puede enunciar y predicar el socialismo, pero solo el proletariado puede hacerlo. El hogar del socialismo es la urbe, el hogar proletario, como el del liberalismo fue el burgo. El agro puede ser contagiado y teñido por el socialismo, pero no puede gestarlo ni realizarlo. Este es el error de los camaradas Meneses y Cox, compartido por el compañero Haya de la Torre, quien en el prólogo al libro México Soviet, sostiene que Zapata es la síntesis socialista. Zapata bien pudo haber tenido ideas vagamente socialistas, pero el zapatismo y la revolución agraria mexicana, no puede ser considerado como movimientos socialistas. El camarada Haya hace dialéctica, pero dialéctica hegeliana. Ha dado más importancia a un concepto subjetivo que a la realidad objetiva. Ninguna revolución agraria puede ser socialista sino bajo la dirección, la ideología y el comando del proletariado. Y, aun así —caso que no se presenta en México— este socialismo es progresional y evolutivo, es un socialismo en devenir. La repartición de la tierra, la más alta conquista agraria mexicana, es una medida liberal, burguesa y antisocialista por sus cuatro costados.

Los puntos de vista del Partido Nacionalista y del Plan de México, sobre el problema agrario, sobre la política educacional, sobre la organización administrativa, sobre la cuestión del imperialismo, son efectivamente revolucionarias. La revolución que el Partido Nacionalista Libertador es una revolución plebeya, por la emancipación nacional. Se trata pues de un organismo y de un movimiento nacionalista revolucionario y no, de ninguna manera, de un organismo ni de un movimiento socialista. Se trata pues de una cuestión algo más que formal, de una diferencia que no estriba solamente en un nombre.

Sentado este principio y demostrada la evidencia de que el PNL no es un partido socialista, ni puede proclamar principios, ni llevar a cabo realizaciones socialistas, analicemos cuál es la actitud del proletariado y de quienes, dentro del APRA, tienen una ideología socialista. "La revolución social —dice Lenin— no puede cumplirse sino en una época en que la guerra civil del proletariado contra la burguesía, en los países avanzados, se unan diversos movimientos democráticos y revolucionarios, comprendidos los movimientos de emancipación nacional en el seno de los países atrasados, retardados u oprimidos. ¿Por qué? Porque el desenvolvimiento del capitalismo es desigual y porque la realidad objetiva nos muestra, al lado de naciones que han llegado a un alto grado de desenvolvimiento capitalista, diversas naciones muy débilmente desarrolladas o completamente atrasadas desde el punto de vista económico" (Tomo XIII, p. 369-70). En consecuencia, el proletariado no puede abstenerse ante la presencia de un movimiento de emancipación nacional, llevado adelante por capas oprimidas por el imperialismo. Sería erróneo y desacertado, atacar tales movimientos o negarles su concurso y su ayu-da, más firmemente decididas.

Ante el Partido Nacionalista Libertador y ante el Plan de México, nos encontramos frente a un movimiento nacionalista revolucionario.

La actitud del proletario frente a movimientos de esta índole ha sido también claramente especificada por Lenin: "El proletariado no tiene nada que hacer con los movimientos democrático-burgueses; sólo pueden interesarle los 'movimientos nacionalistas revolucionarios. No hay duda que todo movimiento nacional, en los países atrasados, no puede ser sino un movimiento democrático-burgués, pues la mayoría de la población se compone de campesinos que representan la clase media capitalista. Sería utópico suponer que los partidos proletarios estarán en estado de desenvolver solos su propia actividad de hacer su propia política, sin entrar en relaciones determinadas con los campesinos de los países atrasados y sin pedirles su ayuda... Pero, para marcar mejor la diferencia, las palabras 'democrático burgués' deben ser reemplazadas por las palabras 'nacionalista revolucionario. La idea es que el proletariado debe sostener los movimientos por la emancipación nacional, solamente en el caso en que estos movimientos sean realmente revolucionarios, es decir, cuando no se opongan a que demos a las grandes masas explotadas una preparación revolucionaria. Cuando esto sea imposible, el proletariado revolucionario está obligado a combatir el movimiento reformista de estos países atrasados, tanto como combate a los héroes de la II Internacional" (Lenin. Tesis del II Congreso).

La forma en la cual el proletariado debe actuar, la táctica que debe seguir, ha sido asimismo especificada por Marx y Lenin: la actitud del partido obrero revolucionario hacia el movimiento nacionalista revolucionario en los países atrasados debe ser la que Marx señala en El Proceso de Colonia: "El partido obrero revolucionario marcha con la democracia pequeño-burguesa contra la reacción, puesto que derribar a esta es su objetivo. Combate la democracia pequeño burguesa dondequiera que ella pueda afirmarse por sí sola. El partido obrero puede muy bien utilizar, bajo ciertas condiciones, a otros partidos o fracciones de partido, pero no debe subordinarse a ningún partido". Más aún, Marx esboza la táctica a seguir en un período post-insurreccional: Los obreros deben —dice en el Proceso de Colonia— establecer su propio gobierno, al lado de los nuevos gobiernos oficiales, ya sea bajo la forma de consejos comunales, de municipalidades, de comités de obre-ros, de manera que los gobiernos democráticos que pierdan el apoyo de los obreros, se vean así colocados bajo el control de autoridades sostenidas por toda la masa obrera. La desconfianza, en una palabra, debe dirigirse desde el minuto mismo de la victoria, no hacia el partido revolucionario vencido, sino hacia los aliados de ayer, hacia el partido que quiera recoger solo los frutos de la victoria común... El armamento de los obreros todos, por medio de fusiles, cañones y municiones, debe cumplirse sin dilación alguna, y es necesario combatir el restablecimiento del antiguo ejército antiobrero. Al presentar sus candidaturas al lado de candidaturas de la democracia, los obreros no deben dejarse seducir por ninguna frase democrática, ni deben dejarse impresionar, por ejemplo, por la afirmación de que hacen divisionismo, favoreciendo la posibilidad de la victoria de la reacción. En todas estas frases el fondo es siempre el mismo y es que al fin el proletariado será arrollado. Por eso, los obreros deben hacer más por sí mismos y por su victoria final, instruyéndose sobre sus intereses de clase, no dejándose arrastrar por frases hipócritas de democracia pequeñoburguesa, y sin abandonar un momento la organización de su partido independiente. Y Lenin afirma categóricamente: "El partido proletario no debe temer combatir al enemigo común al lado de la pequeña burguesía, a condición de no confundir en ningún caso, su organización con las otras organizaciones. Marchar, separados, combatir juntos. No disimular las divergencias de intereses, vigilar al aliado tanto como al enemigo. En los países atrasados debe luchar con ella, pero sin confundirse con ella, guardando incondicionalmente la independencia del movimiento proletario, aun en la más embrionaria de sus formas (Tesis del II Congreso).

Queda así esclarecida la posición política y revolucionaria del P.N.L, como movimiento nacionalista revolucionaria. Queda esclarecida también la posición del proletariado frente al enemigo común y al P.N.L. Por esto, nos hemos pronunciado contra las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México que estableciendo "una disciplina político militar en el Partido" y declarando, un tanto ingenua y apresuradamente, que el único partido que realizará la revolución, será el Partido Nacionalista Libertadore"; prohíben tácita y explícitamente la formación de un partido genuinamente proletario que pueda luchar y reivindicar los intereses genuinos del proletariado, colaborando siempre con el movimiento revolucionario propugnado por las demás clases oprimidas.

Nuestro informe del 1° de setiembre
En este documento sostenemos que el Partido Nacionalista Libertador se sustituye al APRA y que ésta queda en la calidad de un rótulo. Efectivamente, tal es la realidad. El APRA en el Perú estaría constituida por un bloc de tres clases: campesinos, proletarios y pequeña burguesía. El Partido Nacionalista Libertador se presenta como el partido peruano de dichas tres clases. No solamente hay similitud, sino una perfecta igualdad, una clara e innegable sustitución. Una de las dos entidades no sería más que un rótulo.

Se arguye que el APRA es un organismo continental. Sobre el particular, la realidad presente nos es desfavorable. Hasta hoy, todas las células organizadas, células militantes y activas, no grupos más o menos agregados, ni movimientos esporádicos y episódicos, están formadas por elementos peruanos. No podemos negar que el éxito verdadero del APRA depende de la primera acción revolucionaria que lleve a cabo. En consecuencia, en el terreno de la realidad, este argumento es puramente formal y no tiene la validez que quiere dársele. Por otra parte —y de esto nosotros somos en gran parte responsables— los elementos revolucionarios de cierto valor en América Latina, se vienen pronunciando contra el APRA. La animadversión surge en declaraciones aisladas y colectivas. Todos sabemos bien que APRA y Partido Nacionalista Libertador representan en la actualidad, una misma tendencia, un mismo movimiento y casi el mismo personal. Por esto sostenemos que el Partido Nacionalista Libertador se sustituye al APRA, tomando el carácter más neto y preciso de Partido, con disciplina "político militar".

Sostenemos que el Partido Nacionalista Libertador olvida o desconoce la realidad de la lucha de clases y que llega a negarla. A poco que se analice, tal aserto es incontestable. Si la lucha de clases existe, si el proletariado se presenta en la realidad librando sus propias batallas, el proletariado tiene el derecho inalienable de organizar su propio partido político. Propugnar la fusión del proletariado con las otras clases, clases no solo disímiles sino profundamente antagónicas, es tratar de borrar ese antagonismo, es olvidar que el proletariado no puede confundir sus aspiraciones peculiares con las de las demás clases oprimidas por el imperialismo. Tratar de fusionarlo es desviarlo de su verdadero camino, es impedirle la realización de la primera de sus reivindicaciones: la constitución de su organismo político de clases. En una palabra es negarse a reconocer la existencia de la lucha de clases. Unir las tres clases en un solo partido, o tratar de hacerlo, es confundir las reivindicaciones y hacerlas totalmente comunes, lo cual no es cierto: el campe-sino, para liberarse, tiene que luchar contra el feudalismo y contra su aliado, el imperialismo. La pequeña burguesía oprimida, para romper su opresión tiene que luchar también contra el imperialismo directamente y contra su aliado, el feudalismo. El proletariado tiene que luchar contra el feudalismo, contra el imperialismo, y además contra su adversario de clase, el capitalismo.

El APRA y la revolución latinoamericana
Si en algo estamos unánimes y concordes es en establecer las diferencias de fondo y de forma que existen entre el movimiento revolucionario en Europa y en Latinoamérica. Teoría y táctica deben estar de acuerdo con la realidad. En Europa, los ciclos económicos e históricos se han sucedido uno a otro, negándose y desplazándose, en un proceso dialéctico claro y definido. En Europa, la burguesía ha sucedido al feudalismo y actualmente predomina en todas las formas económicas, en todas las relaciones sociales. En América, el proceso dialéctico sigue un curso diferente. Actualmente encontramos en la sociedad indoamericana, la heterogeneidad y la convivencia de diversas etapas. Estados ya cancelados en Europa superviven en América y conviven aún con la nueva realidad. Junto al ayllu y a la comunidad primitiva, tenemos el latifundio, el feudalismo, la manufactura, la industria y el imperialismo.

Predominantemente, Indoamérica atraviesa una etapa mercantil, pero bajo el dominio del imperialismo. Es objetivo que el factor primordial en nuestra economía y en nuestra historia contemporánea, es el imperialismo. Nuestro principal problema es el problema de la tierra, por cuanto afecta a la mayoría de la población. Pero, junto a este problema fundamental, existe el problema obrero, el de la pequeña burguesía capitalista y el de las clases medias pre-capitalistas, estranguladas por el monopolio y por la in­vasión imperialista.

En Europa, el proletariado numeroso y concentrado, desarrollado en el seno de regímenes más o menos democráticos y tolerantes, ha podido or­ganizar sus partidos propios y estos partidos pueden y deben contexturar su marcha, sus luchas y su disciplina, dentro del principio "clase contra clase". En Indoamérica, nuestro proletariado incipiente, ignorante, con taras anarco-sindicalistas, pequeño-burguesas y utópicas, no ha podido realizar aun su unidad política, ni está en condiciones de sostener una lucha idéntica a la de los partidos obreros europeos, ni a librar la batalla de clase contra clase.

Ante tal realidad, el Apra, surge enunciando la finalidad de constituir una alianza de todas estas clases para luchar contra enemigos comu­nes: el imperialismo y el feudalismo. La idea de esta alianza, responde ob­jetivamente a la realidad indoamericana. Por esto hemos propiciado su de­senvolvimiento y su desarrollo y lo seguiremos propiciando.

La utilidad del Frente Único es incontestable. Su eficiencia es innegable, siempre que sepamos interpretar las aspiraciones y los derechos de las clases invitadas a formarlo, contemplando los intereses inmediatos, pero sin olvidar jamás los intereses permanente del porvenir.

Hasta hoy el APRA, no ha salido del embrión. Es una pragmática y magnífica idea, alrededor de la cual nos hemos agrupado algunos elementos. Hasta hace poco vivíamos paradisíacamente en el periodo de la hermandad. Tan pronto como queremos salir de él, para entrar en el terreno de organismo político, tan pronto como ha sido necesario esclarecer el camino, precisar la orientación, entrar en la tarea de la organización y de la captación de masas, de la "conscripción nacional" como dice expresivamente uno de nuestros camaradas, surgen los obstáculos, los desacuerdos, la crisis. Nada más corriente, ni más lógico: nuestro deber es salvar inteligente y enérgicamente la crisis y continuar la tarea.

Antes de plantear nuestras conclusiones, que servirán de norma para el porvenir, hagamos un sucinto análisis del pasado, en el cual todos, cual más, cuál menos, tenemos una parte de responsabilidad.

Objetivamente constatamos que la disciplina dentro del APRA, es embrionaria, sino una quimera. Hay instantes en los que nos encontramos frente a un verdadero caos. No podemos llamar disciplina, en su verdadera acepción, a las manifestaciones observadas en algunas células, en la de París por ejemplo, puntualidad en la asistencia, cordialidad mutua, pureza en la vida, etc. La disciplina que un organismo político requiere, es un poco más compleja y más amplia. Necesitamos y no tenemos una disciplina ideológica, una disciplina de pensamiento y acción. La Célula de París, por ejemplo, ha tomado en general, una posición marxista. La de Buenos Aires nos presenta desviaciones de derecha: baste citar la declaración en la que se declara concorde con la actitud de Pueyrredón en la Conferencia Panamericana. La de México se ha caracterizado por una oscilación permanente, repetidas veces oportunista y demagógica. La Célula de México lanzó la noticia del envío de una legión a Nicaragua, cosa falsa e irrealizable. Ella fue quién redactó, corrigió y editó el célebre manifiesto de un Partido Nacionalista, con sede en Abancay, y que solo ha tenido su sede en el pensamiento de nuestros camaradas, enamorados del bluff. Y, para finalizar, dicha célula se ha empeñado en una campaña absurda contra los partidos comunistas de América Latina.

Las pruebas de esta campaña están en los cuatro números de nuestra revista Indoamérica. En el primer número, dirigen una carta abierta a los profesores de la Universidad Popular González Prada, en la que afirman: "cumplimos con darles cuenta del resultado de la gestión que tuvieron ustedes a bien encomendarnos, ante los compañeros Hurwitz y Terreros"... lo cual es completamente falso. Los compañeros de México no han recibido ninguna misión de parte de los profesores de la Universidad Popular González Prada. Y añaden: "para obtener de éstos una explicación categórica de su actitud frente a nuestra Alianza Popular Revolucionaria Americana, a la que han dejado de pertenecer, sin previa consulta, para ingresar al Partido Comunista". La disciplina del APRA no puede ser violada, en ninguna forma, por el hecho de ingresar al Partido Comunista. El Partido Comunista es un partido de clase oprimida; en consecuencia, el APRA tiene el deber de contar con esas fuerzas, de respetar esa doctrina, de no atacar, velada o directamente, esos organismos. Ellos deben formar parte del Frente Unico. Si tal cosa no se obtiene de inmediato, el APRA y todos sus miembros, tienen el deber de abstenerse, en cualquier caso, de todo ataque, directo o indirecto, de toda declaración que vaya contra la ideología o la acción de estos partidos, aun cuando sea equivocada. La aseveración de nuestros compañeros de México, va contra el pensamiento de la Alianza.

En una carta dirigida por el compañero Haya a un elemento reaccionario, tal como el director de La Sierra, se hace primar un concepto de razas y regiones y se olvida el concepto fundamental de clase. Esto lo consideramos como una desviación demagógica y nociva.

Por último, en el No. 4 de Indoamérica, se declara: "El APRA no está contra los partidos comunistas, pero tampoco está con los partidos comunistas». Esto es el ataque por eliminación. Es declarar que los partidos comunistas no tienen nada que hacer en la lucha antiimperialista y que se hallan demás en América Latina. Que el APRA, además, no cuenta con ellos sino para eliminarlos. Esto es un error profundo. No podemos aceptar la eliminación de una fuerza que por mucho que numéricamente nada representara, ideológicamente representa la doctrina y el pensamiento de una clase, de la clase más revolucionaria frente al imperialismo, y con la cual el APRA trata de contar en la lucha por la emancipación nacional.

Por último, en La Paz, tenemos el caso de la coexistencia de dos células antagónicas. Y en el Perú, el proletariado se halla completamente ajeno al movimiento, al control y al gobierno del APRA.

De lo expuesto es necesario obtener una enseñanza y una seria advertencia. Necesitamos precisar el pensamiento de la Alianza, dar contextura orgánica al pensamiento y la ideología del Frente Unico, no solamente en el sentido de los cinco puntos ya conocidos, sino en el orden particular, de la teoría y la táctica del movimiento.

En conclusión, proponemos, con carácter de moción, los siguientes acuerdos:

  1. La Célula del APRA en París pide la supresión, de las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México. Su enmienda se haría, en todo caso, concordes con la tesis de organización general del APRA.
  2. El APRA, dada su estructura de bloc de clases distintas, y su finalidad de realizar una revolución plebeya, no es uno de los factores más valiosos, dentro de la revolución plebeya, no es, en ninguna forma, una organización anticomunista.
  3. El APRA reconoce y declara que los elementos proletarios, adheridos o que se adhieran a sus filas, individual o colectivamente, tienen el derecho pleno de organizar su propio partido político de clase.
  4. El APRA, dado su carácter profundamente unitario, tiende a pactar una alianza, bajo las condiciones específicas que se señalen, de una y otra parte, con los organismos políticos del proletariado. Estos organismos políticos tendrán representación directa e injerencia efectiva en la organización y en la dirección de la Alianza y del movimiento que propicia.
  5. La Célula de París acuerda estudiar y redactar las tesis necesarias, que especifiquen la finalidad, la orientación, la ideología, la organización y el mecanismo de la Alianza. Estas tesis serán sometidas a la aprobación de las demás células, tan luego como sean aprobadas por esta Asamblea.

París, 1° de diciembre de 1928

Eudocio Ravines
Miembro del Comité Ejecutivo del Apra y
Secretario General de la Célula de París

Juan J. Paiva
Miembro de la Comisión de Disciplina

Armando Bazán
Miembro de la Comisión de Propaganda

Ravines, Eudocio

Carta de Magda Portal al Secretario de la Célula del Apra en París, 7/71928

7 de julio de 1928

Al. C.
Secretario de la Célula del Apra
en París.

Sus dos comunicaciones para el c. Haya Delatorre, dirigidas por intermedio de esta Secretaría, han sido leídas por nuestro grupo, y teniendo en cuenta que todas las resoluciones del Comité Ejecutivo han estado tomadas en reunion de todos los miembros actualmente en México, esta Secretaría cree conveniente dar respuesta a los documentos citados, enviándolos después al c. Haya, que se encuentra en Guatemala. Así esta concretará de preferencia a los 3 puntos tratados en su carta Apra.

1o.- Nuestra primera intención al hacer las declaraciones ya conocidas de ustedes por la prensa, de enviar un contingente de sangre al general Sandino, se basaba en una razón de táctica política. El gobierno del Perú desde nuestra llegada a Mexico, y más aún, desde que vino a este país el c. Haya D., ha mantenido una constante vigilancia sobre México, y según noticias, se ha establecido una severa censura a toda la correspondencia que va de Mexico al Perú, y la que venía del Perú al apartado 1524, dirección muy conocida del gobierno. Necesitábamos distraer la atención de nuestros enemigos, fingiendo un romántico sesgo a nuestras actividades revolucionarias, y así no vacilamos en declarar que estábamos dispuestos en la medida de nuestras posibilidades, a ofrecernos de manera incondicional a la causa de la libertad de Nicaragua, que para los apristas, era la causa símbolo de la libertad futura de toda nuestra America. Nuestra segunda intención fue precisamente la de orientar la campana meramente nacionalista nicaragüense, hacia un sentido antiimperialista continental. Nuestro compañero Esteban Pavletich, a pesar de las grandes dificultades que se le atravesaron, como es la campaña calumniosa de los miembros del p.c. de México y de la liga antimperialista que enviaron delegación a Nicaragua, ha obtenido sin embargo importantes declaraciones del héroe nicaragüense, una de ellas su adhesion a la moción de ciudadanía continental latinoamericana, aprobada por el Senado de México y combatida diplomáticamente por Estados Unidos. Nuestra revista "Indoamérica” que sale en este mismo correo, les mostrará este documento. En todo lo demás, nuestro compañero E.P. nos informa la admirable conexión que ha constatado en Sandino con nuestros postulados de unidad indoamericana. Creemos que este ha sido un paso cierto dado por el Apra en su labor continental.

2o.- Teniendo en cuenta que no habíamos determinado la dirección que tomaría el c. Haya en su viaje, y pensando que muy en breve viajaría a Paris, este compañero decidió ser él personalmente quien llevara a esa Célula todas las noticias de nuestras labores aquí. Fue la razón para que no les comunicáramos detalladamente. No obstante, estamos de acuerdo con ustedes en hacer conocer de esa Célula todas nuestras resoluciones, palabras de orden, etc. De allí que esta Secretaría les envíe continuamente, copias de todos los documentos. Nuestras labores apristas han sido en estos meses de poco importancia, dedicándonos en particular a la acción dentro del Partido Nacionalista Libertador del Perú. De todos modos, les envío un sintético boletín.

3o. - En vista de la proximidad de las elecciones, esta célula —i conjuntamente el P.N.L. del Perú— decidieron el envió de uno de los compañeros al Perú. Este compañero no ha viajado aún por razones económicas —las mismas que nos impiden hasta hoy hacer venir al c. Rabines a México— pero seguimos nuestras gestiones en pro de esta necesidad. Además, seguramente dentro de dos meses, se dirigirá al Perú otro compañero mexicano, del P.N.L. del Perú, a ponerse en comunicación con los cc. de ese país e iniciar una más activa acción, como ustedes dicen, ilegalmente. Esperamos que entonces pueda ponerse de acuerdo con nuestro c. Bustamante, del que no sabemos si habrá viajado o no. Dada la circunstancia de que el primer objetivo de nuestro partido es tomar el poder político para poder realizar los postulados del Apra, todas nuestras actividades tienden hoy a la consecución de esre propósito. No desperdiciaremos ocasión de introducir compañeros en el Perú, desterrados o no, a fin de que laboran por la causa. Estamos con ustedes en aprovechar todos los medios para conseguir el fin que nos hemos propuesto. De allí que hayamos aprovechado la candidatura del c. Haya, lanzada en provincias —no sabemos cuál— como medio de agitación y propaganda, lo cual creemos de capital importancia en los actuales momentos.

El c. Haya viajó por la via de Yucatan para tratar de ponerse al habla con el c. Bustamante, pues teníamos noticias de su viaje en el "Orbita”. No lo ha logrado. El c. Haya debía dar instrucciones al c. B. para su actuación en el Perú. De todos modos, estamos seguros de que con el viaje de este compañero, se allanarán muchas dificultades principalmente la surgida con el c. José C. Mariátegui, según ustedes ya deben conocer.

Un cordial saludo aprista de vuestra compañera.

Magda Portal
Sect. Célula peruana
México.

Portal, Magda

El gabinete Briand, condenado. El segundo Congreso Mundial de la Liga contra el Imperialismo. La amenaza guerrera en la Manchuria [Recorte de Prensa]

El gabinete Briand, condenado

No va a tener larga vida, según parece, el gabinete que preside Aristides Briand. Desde su aparición, era fácil advertir su fisionomía de gobierno interino. En el ministerio del gobierno, Tardieu, fiduciario de las derechas, es un líder de la burguesía, que aguarda su hora. Pero Briand extraía una de sus mayores fuerzas de su identificación con la política internacional francesa de los últimos años. Por algún tiempo todavía, el estilo diplomático de Briand parecía destinado a cierta fortuna en el juego de las grandes asambleas internacionales. Estas asambleas no son sino un gran parlamento. Y a ellas traslada Briand, parlamentario nato, su arte de gran estratega del Palacio de Borbón.
Pero Briand no ha podido regresar de la Conferencia de las Reparaciones de La Haya con el Plan Young aprobado por los gobiernos del comité de expertos. El gobierno británico ha exigido y ha obtenido concesiones imprevistas. La racha de éxitos internacionales del elocuente líder ha terminado. Y en la asamblea de la Sociedad de las Naciones, sus brindis por la constitución de los Estados Unidos de Europa han sido escuchados esta vez con menos complacencia que otras veces. La Gran Bretaña marca visiblemente el compás de las deliberaciones de la Liga, a donde llega resentido el prestigio del negociador de Locarno.
Los telegramas de París del 9 anuncian los aprestos de los grupos socialista y radical-socialista para combatir a Briand. Si los radicales, le niegan compactamente sus votos en la próxima jornada parlamentaria, Briand, a quien no faltan, por otro lado opositores en otros sectores de la burguesía, no podrá conservar el poder. Se dice que los socialistas se prestarían esta vez a un experimento de participación directa en el gobierno. Por lo menos, Paul Boncour, que aspira sin duda a reemplazar a Briand en la escena internacional, empuja activamente a su partido por esta vía. Antes, el partido socialista francés, como es sabido, se había contentado con una política de apoyo parlamentario.
Este es el peligro de izquierda para el gabinete Briand. La amenaza de derecha es interna. Se incuba dentro del aleatorio bloque parlamentario en que este ministerio descansa. André Tardieu, ministro del interior, asegura no tener prisa de ocupar la presidencia del consejo. Dirigiendo una política de encarnizada represión del movimiento comunista, hace méritos para este puesto. Cuenta ya con la confianza de la mayor parte de la gente conservadora. Pero no quiere manifestarse impaciente.
Briand está habituado a sortear los riesgos de las más tormentosas estaciones parlamentarias. No es imposible que dome en una o más votaciones algunos humores beligerantes, en la proporción indispensable para salvar su mayoría. Mas, de toda suerte, no es probable que consiga otra cosa que una prórroga precaria de su interinidad.

Segundo Congreso Mundial de la Liga contra el imperialismo

En Bruselas se reunió hace tres años, el primer Congreso Anti-imperialista Mundial. Las principales fuerzas anti-imperialistas estuvieron representadas en esa asamblea, que saludó con esperanza las banderas del Kuo Ming Tang, en lucha contra la feudalidad china, aliada de los imperialismos que oprimen a su patria. De entonces a hoy, la Liga contra el Imperialismo y por la independencia Nacional ha crecido en fuerza y ha ganado en experiencia y organización. Pero la esperanza en el Kuo Ming Tang se ha desvanecido completamente. El gobierno nacionalista de Nanking no es hoy sino un instrumento del imperialismo. Los representantes más genuinos e ilustres del antiguo Kuo-Ming-Tang -la viuda de Sun Yat Sen y el ex-canciller Eugenio Chen,- están en el destierro. Ellos han representado, en el Segundo Congreso anti-imperialista Mundial, celebrado en Francfort hace cinco semanas, a la China revolucionaria.
Las agencias cablegráficas norte-americanas, tan pródigas en detalles de cualquier peripecia de Lindbergh, tan atentas al más leve romadizo de Clemenceau, no han trasmitido casi absolutamente nada del desarrollo de este congreso. El anti-imperialismo no puede aspirar a los favores del cable. El Segundo Congreso Anti-imperialista Mundial, ha sido sin embargo un acontecimiento seguido con interés y ansiedad por las masas de los cinco continentes.
Mr. Kellogg estaría dispuesto a calificarlo en un discurso como una maquinación de Moscú. Su sucesor, si se ofrece, no se abstendrá de usar el mismo lenguaje. Pero quien pase los ojos por el elenco de las organizaciones y personalidades internacionales que han asistido a este Congreso, se dará cuenta de que ninguna afirmación sería tan falsa y arbitraria como esta. Entre los ponentes del Congreso, han figurado James Maxton, presidente del Indépendant Labour Party, y A. G. Cook, secretario general de la Federación de mineros ingleses, a quien no han ahorrado ataques los portavoces de la Tercera Internacional. Todos los grandes movimientos anti-imperialistas de masas, han estado representados en el Congreso de Francfort. El Congreso Nacional Pan-hindú; la Confederación Sindical Pan-hindú, el Partido Obrero y Campesino Pan-hindú, el Partido Socialista Persa, el Congreso Nacional Africano, la Confederación Sindical Sud-africana, el Sindicato de trabajadores negros de los Estados Unidos, la Liga Anti-Imperialista de las Américas, la Liga Nacional Campesina y todas las principales federaciones obreras de México, la Confederación de Sindicatos Rusos y otras grandes organizaciones, dan autoridad incontestable a los acuerdos del Congreso. Entre las personalidades adherentes, hay que citar, además de Maxton y Cook, de la viuda de Sun Yat Sen y de Eugenio Chen, a Henri Barbusse y León Vernochet, a Saklatvala y Roger Badwín, a Diego Ribera y Sen Katayama, al profesor Alfonos Goldschmidt y la doctora Helena Stoecker, a Ernst Toller y Alfonso Paquet.
Empiezan a llegar, por correo, las informaciones sobre los trabajos de esta gran asamblea mundial, destinada a ejercer decisiva influencia en el proceso de la lucha, de emancipación de los pueblos coloniales, de las minorías oprimidas y en general de los países explotados por el imperialismo. Ninguna gran organización anti-imperialista ha estado ausente de esta Conferencia.

La amenaza guerrera en la Manchuria

La situación en la Manchuria, después de un instante en que las negociaciones entre la U.R.S.S. y la China parecían haberse situado en un terreno favorable, se ha ensombrecido nuevamente. Al gobierno de Nanking, aún admitiendo que esté sinceramente dispuesto a evitar la guerra, le es muy difícil imponer su autoridad en la Manchuria, regida por un gobierno propio a esta administración, sobre la que actúan más activamente si cabe la de Nanking las instigaciones imperialistas, le es a su turno casi imposible controlar a las bandas de rusos blancos y de chinos mercenarios, a sueldo de los enemigos de la U.R.S.S. Estas bandas tienen el rol de bandas provocadoras. Su misión es crear, por sucesivos choques de fronteras, un estado de guerra. Hasta ahora, trabajan con bastante éxito. El gobierno de los Soviets ha exigido, como elemental condición de restablecimiento de relaciones de paz, el desarme o la internación de estas bandas; pero el gobierno de Mukden no es capaz de poner en ejecución esta medida. No es un misterio el que el capitalismo yanqui codicia el Ferrocarril Oriental. La posibilidad de que se restablezca la administración ruso-china, mediante un arreglo que ratifique el tratado de 1924, contraría gravemente sus planes. Los intereses imperialistas se entrecruzan complicadamente en la Manchuria. Coinciden en la ofensiva contra la U.R.S.S. Pero el Japón, seguramente, prefiere que el Ferrocarril de Oriente continúe controlado por Rusia. Si la China adquiriese totalmente su propiedad, en virtud de una operación financiada por los banqueros, la concurrencia de los Estados Unidos en la Manchuria ganaría una gran posición.
Los Soviets, por razones obvias, necesitan la paz. Su preparación bélica es eficiente y moderna; pero una guerra comprometería el desenvolvimiento del plan de construcción económica en que están empeñados. La guerra retrasaría enormemente la consolidación de la economía socialista rusa. Este interés no puede llevarlos, sin embargo, a la renuncia de sus derechos en la Manchuria ni a la tolerancia de los ultrajes chinos. Los agentes provocadores, a órdenes del imperialismo, saben bien esto. Y, por eso, no cejan en el empeño de crear entre rusos y chinos una irremediable situación bélica.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Austria, caso pirandelliano

A propósito de la escaramuza polémica entre Italia y Alemania sobre la frontera del Breunero, no se ha nombrado casi a Austria. Pero de toda suerte ese último incidente de la política europea, nos invita a dirigir la mirada a la escena austriaca. El diálogo Mussolini-Stresseman sugiere necesariamente a los espectadores lejanos del episodio una pregunta: ¿Por qué se habla de la frontera ítalo-austriaca como si fuese una frontera ítalo-alemana? Para explicarse esta compleja cuestión es indispensable saber hasta que punto Austria existe como Estado autónomo e independiente.
El Estado Austriaco aparece, en la Europa post-bélica, como el más paradójico de los Estados. Es un Estado que subsiste a pesar suyo. Es un Estado que vive porque los demás lo obligan a vivir. Si se nos consiente aplicar a los dramas de las naciones el léxico inventado para los dramas de los individuos, diremos que el caso de Austria se presenta como un caso pirandelliano.
Austria no quería ser un Estado libre. Su independencia, su autonomía, representan un acto de fuerza de las grandes potencias del mundo. Cuando la victoria aliada produjo la disolución del imperio astro-húngaro. Austria que después de haberse sentido por mucho tiempo desmesuradamente grande, se sentía por primera vez insólitamente pequeña, no supo adaptarse a su nueva situación. Quiso suicidarse como nación. Expresó su deseo de entrar a formar parte del Imperio alemán. Pero entonces las potencias le negaron el derecho de desaparecer y en previsión de que Austria insistiera más tarde en su deseo, decidieron tomar todas las medidas posibles para garantizarle su autonomía.
El famoso principio wilsoniano de la libre determinación de los pueblos sufrió aquí, precisamente, el más artero golpe. El más artero y el más burlesco. Wilson había prometido a los pueblos el derecho de disponer de si mismos. Los artífices del tratado de paz quisieron, sin duda, poner en la formulación de este principio una punta de ironía. La independencia de un Estado no debía ser solo un derecho; debía ser una obligación.
El tratado de paz prohíbe prácticamente a Austria la fusión con Alemania. Establece que, en cualquier caso, esta fusión requiere para ser sacionada el voto unánime del Consejo de la Sociedad de Naciones.
Ahora bien, de este consejo forman parte Francia e Italia, dos potencias naturalmente adversas a la unión de Alemania y Austria. Las dos vigilan, en la Sociedad de las Naciones, contra toda posible tentativa de incorporación de Austria en el Reich.
A Francia, como es bien sabido, la desvela demasiado la pesadilla del problema alemán. Para muchos de sus estadistas la única solución lógica de este problema es la balkanización de Alemania. Bajo el gobierno del bloque nacional Francia ha trabajado ineficaz pero pacientemente por suscitar en Alemania un movimiento separatista. Ha subsidiado elementos secesionistas de diversas calidades, empeñada en hace prosperar un separatismo bávaro o un separatismo rhenano. La autonomía de Baviera, sobre todo, parecía uno de los objetivos del poincarismo. El imperialismo francés soñaba como cerrar el paso a la anexión de Austria al Reich mediante la constitución de un Estado compuesto por Baviera y Austria. Se tenía en vista el vínculo geográfico y el vínculo religioso. (Baviera y Austria son católicas mientras Prusia es protestante. I aún étnicamente Austria se identifica más con Baviera que con Prusia). Pero se olvidaba que su economía y su educación industriales habían generado un cambio, en el pueblo austriaco, una tendencia a confundirse y consustanciarse con la Alemania manufacturera y siderúrgica, más bien que con la Alemania rural. En todo caso, para que el proyecto del Estado bávaro-austriaco prosperase hacía falta que prendiese, previamente en Baviera. I esta esperanza, como es notorio, ha tramontado antes que el poincarismo. [Para Francia, por consiguiente, como un anexo] o una secuela del problema alemán, existe un problema austriaco. “Basta hachar una mirada sobre el mapa -escribe Marcel Duan en un libro sobre Austria- para comprender toda la importancia del problema austriaco, llave de la mayor parte de las cuestiones políticas que interesan a la Europa Central. Libre y abierta a la influencia de las grandes potencias occidentales, el Austria asegura sus comunicaciones con sus aliados y clientes del cercano Oriente danubiano y balkánico; abandonada por nosotros a las sugestiones de Berlín, se halla en grado de aislarlos de nuestros amigos eslavos. Corredor abierto a nuestra expansión o muro erguido contra ella. El Austria confirma o amenaza la seguridad de nuestra victoria y aún la de la paz europea”.
Italia a su vez no puede pensar, sin inquietud y sin sobre salto, en la posibilidad de que resurja, más allá de Breunero, un Austria poderosa. El propósito de restauración de los Hapsburgo en Hungría tuvieron su más obstinado enemigo en la diplomacia italiana, preocupada por la probabilidad de que esa restauración produjese a la larga la reconstitución de un Estado austro-húngaro.
Pero, teórica y prácticamente, ninguna de las precauciones del tratado de Paz y de sus ejecutores logra separar a Austria de Alemania. I, es por esto, cuando se trata de las minorías nacionales encerradas dentro de los nuevos límites de Italia, no es Austria sino Alemania la que reivindica sus derechos o apadrina sus aspiraciones. Austria, en su último análisis, no es sino un Estado alemán temporalmente separado del Reich.
La política de los dos partidos que, desde la caída de los Hapsburgo, comparten la responsabilidad del poder de Austria, se encuentran estrechamente conectada con la de los partidos alemanes del mismo ideario y la misma estructura. El partido social cristiano, que tiene Monseñor Seipel su político más representativo, se mueve evidentemente en igual dirección que el centro católico alemán. I entre el socialismo alemán y el socialismo austriaco la conexión y la solidaridad son, como es natural, más señaladas todavía. Otto Bauer, por no citar sino un nombre es una figura común, por lo menos en el terreno de la polémica socialista, a las dos social-democracia germanas. I el partido socialista austriaco, de otro lado, es el que más significadamente tiene en Austria a la unión política con Alemania.
Concurre aumentar lo paradójico del caso austriaco el hecho de que este Estado funciona, presentemente, más o menos como una dependencia de la Sociedad de las Naciones. Destinado por la raza y la lengua a vivir bajo la influencia política y sentimental de Alemania, el Estado austriaco se halla, financieramente, bajo la tutela de la Sociedad de las Naciones o sea, hasta ahora, de los enemigos de Alemania.
El Austria contemporánea, es lo que no quisiera ser. Aquí reside el pirandellismo de su drama. Los seis personajes en busca de autor, afirman exasperadamente, en la farsa pirandelliana, su voluntad de ser. Austria guarda en el fondo de su alma, su voluntad, más pirandelliana si se quiere de no ser. Pero el drama, hasta donde cabe un parecido entre individuos y naciones, es sustancialmente el mismo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de John Achard, 14/11/1928

Lyon, 14 de noviembre de 1928
Compañero José Carlos Mariátegui
Revista Amauta, Lima. Perou
Estimado compañero:
Encargado desde hace tiempo por los amigos de la revista Lutte de Classes (antes Clarté) de las traducciones de las publicaciones de lengua espagnola, hace tiempo también que deseaba ponerme en relación con Ud. y los compañeros de América que actúan en el movimiento de vanguardia; tanto mas que nos une una gran communidad de pensamiento en lo que se refiere al porvenir de América (hablo de lo que se ha dado en llamar América-latina, lo que a mi ver no es mas que una denominación aproximada) he vivido 37 años en la república Argentina, durante los cuales me fue posible despojar el “hombre viejo”, como ingeniero me fue dado conocer toda la república, de Bolivia, del Chaco, al Río Negro, habiendo presenciado la pasmosa evolución de este país y el deseo de una vida intensa de su juventud por contraste me parece estar encerrado aquí en un sepulcro que huele a podredumbre, de todos los países que he visitado desde mi regreso, Francia, Italia, Suiza y Alemania, únicamente este último da la impresión de una marcha hacia el progreso, pero un progreso puramente económico-capitalista, es la formidable cuna introducida en Europa por la civilización financiera yankée, creo que será allí el punto de apoyo de la formidable palanca, la que permitirá al Norteamérica de intervenir en los asuntos europeos, y tal como lo había declarado hace muchos años ya el presidente Roosewelt, con una brutalidad de cow-boy, de colonizar Europa según las directivas de la “civilización yankée”.
Mucho me he valido de los documentos extraídos de su revista para dar unas conferencias en un sindicato de técnicos, junto con mis observaciones personales, es una cosa notable de la ignorancia, casi absoluta, en Francia particularmente, de las mas elementales nociones de geografía, Francia como un Budha esta en perpétua adoracion de su ombligo, de alli una vanidad puéril y malsana, la cual falsea de una manera terrible las relaciones internacionales, eso de dividir la humanidad en pays coloniales y semi-coloniales, y eso hasta en l’I.C. indica un resto de barbaria, cuidadosamente cultivado por los gobiernos interesados, cuando sobre el plano ético, sobre todo después de la guerra y la época, no menos desoladora de post-guerra, todos los paises que quieren pretender a una civilizacion supériora han demostrado estar a un nivel inferior a el que puede tener en este plano las últimas tribus de Australia. Si Bolivar tuvo un desaliento profundo al ver fracasar su pensamiento de una union Sudamericana, qué sentimiento puede tener uno al ver que la trágica experiencia de la guerra, esta carnicería espantosa, la miseria material é intelectual, el atraso moral, en fin todas las consecuencias terribles resultando directa é indirectamente de este cataclisme mondial no ha servido para nada! y ver los preparativos febriles de un cataclisme aún mayor, esta pseudo-civilisation se prépara al suicidio.
En este torbellino de locura homicidia se busca une esperanza hacia estos países menos-preciados de coloniales y semi-coloniales los que conservan los gérmenes de una civilización mas humana y menos ciegamente barbara, creo firmemente que sobre el plano etico la América-latina esta destinada a jugar un papel de primer orden en la concepcion de una formula mas sensata y ponderada.
Mi objeto, a mas de entrar en relaciones directas con Ud. si le parece bien, de indicar a las publicaciones de vanguardia de su pais asi como de las républicas hermanas que yo seria muy deseoso de documentarme para llevar aquí una campaña activa para hacer comedio de las publicaciones de aquí o por conferencias.—
De mi lado me pongo a su entera disposicion en lo que le pueda ser util desde aqui.
Muy cordialmente suyo
J. Achard

Achard, John

El gabinete Tardieu. El proceso de Gastonia. Las relaciones anglo-rusas

El gabinete Tardieu
La crisis ministerial ha seguido en Francia el curso previsto. Después de una tentativa de reconstrucción del cartel de izquierdas y de otra tentativa de concentración de los partidos burgueses, Tardieu ha organizado el gabinete con las derechas y el centro. Es casi exactamente, por sus bases parlamentarias, el mismo gabinete, batido hace algunos días, el que se presenta a la cámara francesa, con Tardieu a la cabeza. La fórmula Briand-Tardieu, que encontraba más benigno al sector radical-socialista, ha sido reemplazada por la fórmula Tardieu-Briand. Tardieu era en el ministerio presidido por Briand el hombre que daba el tono a la política interior del gobierno. En la cartera del interior, se le sentía respaldado por el consenso de la gran burguesía. Pero, ahora, la fórmula no se presta ya al menos equívoco. Cobra neta y formalmente su carácter de fórmula fascista. Tardieu, jefe de la reacción, ocupa directamente su verdadero puesto; a Briand se le relega al suyo. La clase conservadora necesita en la presidencia del consejo y en el ministerio del interior a un político agresivo; en el ministerio de negocios extranjeros puede conservar al orador oficial de los Estados Unidos de Europa.
El fascismo, sin duda, no puede vestir en Francia el mismo traje que en Italia. Cada nación tiene su propio estilo político. I la Tercera República ama el legalismo. El romanticismo de los “camelots du roi” y del anti-romántico Maurras encontrará siempre desconfiada a la burguesía francesa. Un lugarteniente de Clemenceau, un abogado y parlamentario como André Tardieu, es un caudillo más de su gusto que Mussolini. La burguesía francesa se arrulla a si misma desde hace mucho tiempo con el ritornello aristocrático de que Francia es el país de la medida y del orden. Hasta hoy, Napoleón es un personaje excesivo para esta burguesía, que juzgaría un poco desentonada en Francia la retórica de Mussolini. La Francia burguesa y pequeño-burguesa es esencialmente poincarista. A un incandescente condotiero formado en la polémica periodística, prefiere un buen perfecto de policía. I al rigor del escuadrismo fascista, el de polizontes y gendarmes.
Los radicales-socialistas han rehusado su apoyo a Tardieu. Pero no de un modo unánime. La colaboración con Tardieu ha obtenido no pocos votos en el grupo parlamentario radical-socialista. El briandismo no escasea en el partido de Herriot, Serrault y Daladier, si no como séquito de Arístides Briand, al menos como adhesión y práctica de su oportunismo político. La presencia en el gabinete Tardieu de un republicano-socialista como Jean Hennesy, propietario de “L’Oeuvre” y “Le Quotidien” que no vaciló en recurrir en gran escala a la demagogia cuando necesitada un trampolín para cubrir a un ministerio, podía tener no pocos duplicados. A Tardieu no le costaría mucho trabajo hacer algunas concesiones a la izquierda burguesa para asegurarse su concurso en el trabajo de fascistización de la Francia.
La duración del gabinete Tardieu depende de que Briand y los centristas lleguen a un compromiso estable respecto a algunos puntos de política internacional. Este compromiso garantizaría al ministerio Tardieu una mayoría ciertamente muy pequeña; pero a favor de la cual trabajaría el oportunismo de una parte de los radicales-socialistas y el hamletismo de los socialistas. A Tardieu le basta obtener los votos indispensables para conservar el poder. Cuenta, desde ahora, con su pericia de ministro del interior para apelar a la consulta electoral en el momento oportuno. Está ya averiguado que con la composición parlamentaria actual, no es posible un ministerio radical-socialista. Si tampoco es posible un gobierno de las derechas, las elecciones no podrán ser diferidas. Tardieu tiene menos escrúpulos que Poincaré para poner toda la fuerza de poder al servicio de sus intereses electorales.
El problema político de Francia, en lo sustancial, no ha modificado. A la interinidad Briand-Tardieu, va a seguir la interinidad Tardieu-Briand. Es cierto que la estabilización capitalista es, por definición, una época de interinidades. Pero Tardieu ambiciona un rol distinto. No se atiene como Briand al juego de las intrigas y acomodos parlamentarios. Quiere ser el condotiere de la burguesía en su más decisiva ofensiva contra-revolucionaria. I si la abdicación continúa de los elementos liberales de esa burguesía, que han asistido sin inmutarse en la República de los derechos del hombre al escándalo de las prisiones preventivas, Tardieu impondrá su jefatura a las gentes que aún hesitan para aceptarla.

El proceso de Gastonia
Un llamamiento suscrito por Upton Sinclair, uno de los grandes novelistas norte-americanos, John dos Pasos, autor de “Manhattan Transfer”, Michael Gold, director de “The New Masses” y otros escritores de Estados Unidos, invita a todos los espíritus libres y justos a promover una gran agitación internacional para salvar de la silla electrónica a 16 obreros textiles de Gastonia, procesados por homicidio. El proceso de los obreros de Gastonia es una reproducción, en más vasta escala, del proceso de Sacco y Vanzetti. I, en este caso, se trata más definida y característicamente de un episodio de la lucha de clases. No se imputa esta vez a los obreros acusados la responsabilidad de un delito vulgar, cuya responsabilidad, no sabiéndose a quien atribuirla con plena evidencia, era cómo al sentimiento hoscamente reaccionario de un juez fanático hacer recaer en dos subversivos. En Gastonia los obreros en huelga fueron atacados el 7 de junio a balazos por las fuerzas de policía. Rechazaron el ataque en la misma forma. I víctima del choque murió un comisario de policía. Con este incidente culminaba un violento conflicto entre la clase patronal y el proletariado textil, provocado por el empeño de las empresas en reducir los salarios.
El número de inculpados hoy por la muerte del comisario de policía fue, en el primer momento, de cincuentainueve. Entre estos, una sumaria información policial, en la que se ha tenido especialmente en cuenta las opiniones y antecedentes de los procesados, ha escogido dieciseis víctimas. Se ha formado en los Estados Unidos un comité para la defensa de estos acusados, a los que una justicia implacable enviará a la silla eléctrica, sino la presión de la opinión internacional no se deja sentir con más eficacia que en el caso de Sacco y Vanzetti. El llamamiento de Sinclair, dos Passos y Gold, ha recorrido ya el mundo, suscitando en todas partes un movimiento de protesta contra este nuevo proceso de clase.
La defensa ha obtenido el aplazamiento de la vista decisiva, para que se escuche nuevos testimonios. Gracias a este triunfo jurídico, la condena aún no se ha producido. Pero el enconado e inexorable sentimiento de clase con que los jueces Thayer entienden su función, no consiente dudas respecto al riesgo que corren las vidas de los procesados.

Las relaciones anglo-rusas
La cámara de los comunes ha aprobado por 234 votos contra 199 la reanudación de las relaciones anglo-rusas, conforme al convenio celebrado por Henderson con el representante de los Soviets, desechando una enmienda de Bladwin quien pretendía que no se restableciesen dichas relaciones hasta que las “condiciones preliminares” no fuesen satisfechas. Se sabe cuáles son las “condiciones preliminares”. Henderson mismo ha tratado de imponerlas a los Soviets en la primera etapa de las negociaciones. La suspensión de estas tuvo, precisamente, su origen en la insistencia británica en que antes de la reanudación de las relaciones, el gobierno soviético arreglara con el de la Gran Bretaña. La cuestión de las deudas, etc. Baldwin no ignora, por consiguiente, que a ningún gabinete británico le sería posible obtener de Rusia, en los actuales momentos, un convenio mejor. Pero el partido conservador ha agitado ante el electorado en las dos últimas elecciones la cuestión rusa en términos de los que no puede retractarse tan pronto. Su líder tenía que oponerse al arreglo pactado por el gobierno laborista, aunque no fuera sino por coherencia con su propio programa.
De toda suerte, sin embargo, resulta excesivo en un estadista tan fiel a los clásicos, declarar que “era humillante rendirse ante Rusia” en los momentos en que se consideraba también, en el parlamento, el informe de primer ministro de la Gran Bretaña sobre su viaje a Washington. El signo más importante de la disminución del Imperio Británico no es, por cierto, el envío de un encargado de negocios a la capital de los Soviets, después de algún tiempo de entredicho y ruptura. Es, más bien, la afirmación de la hegemonía norte-americana implícita en la negociación de un acuerdo para la paridad de armamentos navales de los Estados Unidos y la Gran Bretaña.
La Gran Bretaña necesita estar representada en Moscú. La agitación anti-imperialista la acusa de dirigir la conspiración internacional contra el Estado soviético. A esta acusación un gabinete laborista estaba obligado a dar la respuesta mínima del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. El Labour Party estaba comprometido a esta política por sus promesas electorales. Además, la Gran Bretaña reanudando su diálogo diplomático con la URSS se muestra más fiel a su tradición y a su estilo que invadiendo las oficinas de la casa Arcos en Londres y transgrediendo las reglas de su hospitalidad y su diplomacia.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Tardieu batido. La conferencia de Londres.

Tadieu batido
Cuando un gabinete es la estrecha mayoría de la combinación Tardieu-Briand, no es posible sorprenderse de que caiga de improviso, batido por un veto adverso del parlamento en una cuestión secundaria. Se asignaba, prematuramente, a Tardieu la misión de inaugurar en Francia una política fuerte que significara, entre otras cosas, la liquidación del viejo parlamentarismo. Tardieu mismo declaró su confianza en la larga duración de su gobierno. Su programa reclamaba para su ejecución al menos cinco años.
Pero la composición de la cámara no autorizaba este optimismo. Tardieu, en realidad, no ha hecho con esta cámara sino una política poincarista. La Tercera República no ha salido todavía de una era que transcurre, gubernamentalmente, bajo el signo de Poincaré. El gabinete Tardieu estaba obligado a un difícil equilibrio, que no ha tardado en fallar al primer paso en falso del Ministro Cheron.
Sin duda, la repentina crisis no excluye la posibilidad de que Tardieu presida el nuevo gabinete. Pero es evidente que no podría asumir esta tarea sin compromisos que ensanchen la base parlamentaria del gobierno. La atención de la fisionomía fascista, derechista, de la fórmula Tardieu será la primera condición de una tregua o un entendimiento con los radicales-socialistas. Tardieu no puede aspirar a más que a la sucesión de Poincaré, si quiere ganar la confianza de la pequeña burguesía francesa, reacia a la experimentación de cualquier mussolinismo altisonante y megalómano.
El hecho de que, apenas producida la crisis, reaparezca en la escena Poincaré, si no como organizador del nuevo gobierno, como consejero principal y decisivo de la fórmula a que se ajustará, está adelantando el espíritu poincarista de la receta gubernamental y parlamentaria que se va a aplicar.
Tardieu representa, sobre todo, en el gobierno un método policial. Ha ascendido a la presidencia del consejo por las gradas del ministerio del interior. Es el funcionario impávido que demandaba en ese puesto la alarma de los Coty, la aprehensión [de una burguesía exonerada de los principios de la Gran Revolución], la algazara de todos los que especulan sobre el pánico de los rentistas y los tenderos, denunciando el peligro rojo y las maniobras de Moscú.
No es este método lo que ha desaprobado, por pocos votos de mayoría, la cámara de diputados. Tardieu, como ministro del interior, como ejecutor de un plan policial como jefe de una renovación que no choque excesivamente a los gustos legales y jurídicos de una Francia poincarista y moderna, queda indemne. Si Tardieu resume sus funciones en el nuevo ministerio, aunque sea con el consenso y la colaboración de los radicales socialistas, continuará su obra policial. Sus amigos se han apresurado por esto a declarar que la cámara ha censurado a Cheron, no a Tardieu.
Pero una cuestión hacendaria o financiera no es, políticamente, una cuestión de segundo orden. El poincarismo se define, en su apogeo, como la política de la estabilización del franco. Poincaré es para la pequeña burguesía francesa el hombre que ha salvado el franco. La autoridad de los hombres se asienta en los intereses económicos. Tardieu ha llegado al puesto de leader por haberse granjeado la confianza de la burguesía industrial, del capitalismo financiero. Su orden policial, su maquinaria de represión no tiene otro objeto que asegurar el tranquilo desenvolvimiento de un programa de racionalización capitalista.
El progreso de la crisis ministerial promete ser interesante como ilustración de las fuerzas y los métodos realmente en conflicto en el parlamento y en la política de Francia. La consulta al electorado puede aparecer indispensable antes de lo generalmente previsto.

La conferencia de Londres
Las bases de un acuerdo naval anglo-americano, convenidas en las entrevistas de Mc Donald y Hoover en Washington, no han bastado, como fácilmente se preveía, para que la Conferencia de Londres logre la conciliación de los intereses de las cinco mayores potencias navales sobre la limitación de los armamentos. El propio acuerdo anglo-americano no era completo. Estaba trazado solamente en sus líneas principales y su actuación depende del entendimiento con Japón, Francia e Italia, acerca de sus respectivos programas navales, que el Japón acepte la proporción que le concede la fórmula de Washington, es la condición de que Estados Unidos no extreme sus precauciones en el Pacífico, con consecuencias en su programa de construcciones navales que no puede resistir la economía británica. Que Francia e Italia se allanen a la abolición del submarino como arma de guerra es una garantía esencial de la seguridad del dominio de los mares por el poder anglo-americano.
El compromiso de que los submarinos no serán empleados, en una posible guerra, contra los buques mercantes, no puede ser más tonto. La experiencia de la guerra mundial no permite abrigar ninguna ilusión respecto a la autoridad de estos convenios solemnes. La guerra, si estalla, no reconocerá límites. No será menos sino más implacable que la de 1914-1918. No la harán estadistas ni funcionarios, formados en el clima benigno y jurídico de Ginebra y La Haya, sino caudillos de la estirpe de Clemenceau, inexorables en la voluntad de ir en todo “jusqu’au bout”. El más hipócrita o ingenio pacifismo no puede prestar ninguna fe a la estipulación sobre el respeto de los buques mercantes por los submarinos de guerra. En la guerra no hay buques mercantes.
La crisis ministerial francesa no estorba sino incidental y secundariamente la marcha de la Conferencia de Londres. Lo que desde sus primeros pasos la tiene en “panne” son los inconciliables intereses de las potencias deliberantes. Esta Conferencia se ha inaugurado, formalmente, bajo mejores auspicios que la de Ginebra de 1927. La entente anglo-americana sobre la paridad es una base de discusión que en 1927 no existía. El carácter de limitación, de equilibrio de los armamentos, perfectamente extraño a todo efectivo plan de desarme, está además, perfectamente establecido. Pero el conflicto de los intereses imperialistas sigue actuando en esta como en otras cuestiones. La contradicción irreductible entre las exigencias internacionales de la estabilización capitalista y las pasiones e intereses nacionalista que con el imperialista entran exasperadamente en juego, opone su resistencia aún a este modestísimo entendimiento temporal, fundado en la paridad anglo-americana, que encubre un profundo contraste, una obstinada y fatal rivalidad.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira