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Carta de Roberto Latorre, 16/4/1926

Cusco, 16 de abril de 1926
Señor don
José Carlos Mariátegui
Lima
Distinguido compañero:
A pesar de sincera promesa de volver a casa de usted en los días que permanecía en esa ciudad, se me hizo imposible realizar ese deseo. Mi condición económica estrecha me señaló caminos que me quitaban todo momento.
Ahora, y leyendo su carta de 16 de diciembre último, me cabe escribirle, evitando como usted cumplidos.
El concepto que de usted merezco es noble y grandemente satisfactorio y creo no desmentirlo jamás. Yo y muchos lo queremos en el Cusco a usted, reconociendo en todos instantes la benéfica obra que realiza y el singular talento que posee. Nuestro compañero claro que es usted honrosamente.
Con su hermano no tuve la oportunidad de hablar. La representación de Minerva cumpliré con agrado en este Departamento. La Escena Contemporánea se vende en la librería de Agustín Rivero. Libros y Revistas, remítame algunos ejemplares y así también anuncios de Amauta, oriénteme sobre lo que será y comenzaré a avisar a los cusqueños que ha de aparecer ese poderoso exponente de la literatura peruana.
En próximo correo escribiré a su hermano. Mi concurso en la obra de juventud que hacen ustedes deben contar seguro y leal.
Compañero, su libro estoy leyendo. Nada igual conozco hasta ahora sobre los asuntos que usted trata. Es admirable la forma como se dedica usted al estudio del movimiento político-social del Universo. Le agradezco el envío.
Ordene en mí siempre con la confianza de que le serviré con agrado.
Su amistad y compañerismo harán que me ayude cuando reinicie mi labor periodística, ¿no es verdad?
Le envío algunos ejemplares de Kosko.
Suyo.
Roberto Latorre

Latorre, Roberto

Carta de César Atahualpa Rodríguez, 5/4/1926

Arequipa, 5 de abril de 1926
Sr. Dn. José Carlos Mariátegui
Estimado amigo:
Después de muchas dificultades he logrado vender quince ejemplares de su libro La Escena Contemporánea, que según instrucciones de U. tomé a mi cargo de la Librería León Albareda. El resto de su envío lo ha agotado también la mencionada Librería.
En pago de esos quince ejemplares, y del que recibió la Biblioteca Pública, le remito el cheque Nº 21451 a cargo del Banco Italiano por la suma de veintiocho soles y ochenta centavos (16 ejemplares a S/. 1.80). Le ruego que me mande un recibo por la suma indicada y avise al Sr. Albareda, para que me devuelva el recibo que le tengo dado por los libros vendidos.
No he querido pedirle liquidación al Sr. Albareda, por no estar autorizado para eso, ni saber el número de ejemplares que le remitieron ni la comisión que ofrecieron pagarle. Creo que si le escribe U., en el próximo correo tendrá el resto del dinero.
En lo sucesivo, mándeme U. directamente los libros que quiera que le coloque, indicándome con exactitud el precio a que debo venderlos, calculando portes y demás gastos. Ya sabe U. que sus cosas literarias las veo como mías. Es U. el único amigo a quien le sirvo de esta manera, violentando mi congénita pereza.
No piense U. en contar con suscripciones para los libros que arroja su Editorial Minerva. En este pueblo hay que vender el libro por la fuerza. El comprador no aventura diez centavos si no ve antes lo que va a comprar; y con el libro, necesita, además, del discurso explicatorio. De cada edición puede U. mandarme quince ejemplares, quizá pueda venderlos; sin perjuicio, por supuesto, de que haga U. sus envíos a las Librerías.
Le escribo desde la cama. He estado veinte días con fiebres gástricas. Recién estoy en el tercer día de convalecencia. Esta mañana acabaron de pagarme el último ejemplar de La Escena Contemporánea. También hay que vender al crédito.
A propósito de su libro: creo, sin temor de equivocarme, que después de la obra de González Prada, es lo que más vale en la literatura nacional. Aquí, entre la gente de letras, ha gustado mucho. Ninguno ha escrito todavía una prosa tan llena de juventud, tan caliente y tan briosa, y sin embargo tan bien encarrilada. Ninguno, tampoco, piensa con la seguridad de U. sus juicios breves y rotundos, tienen la certeza del balazo que perforó la fama del blanco; dan la sensación de haber terminado el encanto de quedarse largamente flotando en la imaginación.
Espero que este su poder de análisis y de crítica por lo alto, lo emplee muy en breve, en un libro sobre las peripecias de nuestra vida criolla; balanceándole sus desatinos y pulseándola por el lado de su incultura. No un libro de sociología. Un libro cinematográfico, casi como La Escena Contemporánea.
Esto que escribo a vuela pluma, no le da ni la más somera idea de lo que pienso sobre su obra. Me reservo a pensar con calma en lo que significa La Escena Contemporánea para la cultura patria.
Disculpe en la forma que le escribo. Vivo en el campo y estoy enfermo. Los útiles serios de escritorio los tengo en la Biblioteca Pública.
Con el afecto de siempre
César A. Rodríguez
Cuando reciba la letra, escríbame aun cuando sea telegráficamente, avisándome.

Rodríguez, César A.

Carta de Carlos Ríos Pagaza, 4/3/1926

Cuzco, 4 de marzo de 1926
Señor
José Carlos Mariátegui
Lima
Querido y muy recordado compañero:
Recién me es posible, agradecerle vivamente por el envío de su hermoso, interesantísimo libro: La Escena Contemporánea, que lo he leído con deleite, con emoción, admirando lo interiorizado que se halla Ud. en todos los problemas que agitan el mundo en esta torturante época que nos ha tocado vivir. Muy pronto y detenidamente, sin querer salir del paso, con cuatro frases mal hilvanadas, publicaré en El Comercio, diario que dirijo en ésta, una impresión sobre su obra primigenia, digna de su talento y amplia, amplísima, bien cribada cultura.
También muy pronto, realizaré una activa propaganda en favor de la editorial que Ud. dirige, enviándole cuanto sobre ella publique. Antes, no he hecho nada, por exceso de trabajo, por un serio quebranto de salud que sufrí hace poco y porque muy burguesamente, me preparo para colacionarme en Derecho y así conquistar un arma, que vale mucho, en una seudodemocracia como la que nos alberga y en la que se miden los hombres, más que por su capacidad, por los títulos que ostentan.
Supe que un señor Latorre se hizo cargo de la agencia de Minerva, pero a los pocos días fue conducido preso a Lima. Si Ud. gusta, puedo yo encargarme de ella. Indique y en detalle, las condiciones. Sobre cualquier otra persona del Cuzco, ofrezco la ventaja de poseer un diario en el que pueda hacer intensa propaganda y conquistar muchos suscriptores.
Igualmente, le manifiesto que tengo casi listo un tomo de novelas andinas. Dígame, podría publicarlo la editorial que dirige y en qué condiciones. Estoy seguro que la lectura de esas narraciones, le gustarían mucho, de veras. El mujik peruano, el bronce andino, está presentado en ellas, al desnudo, con sus vicios y supersticiones, prácticas, creencias, costumbres más típicas y también su dominador, el gamonal. Luego, el paisaje tiene su lugar en esas fábulas, ya que hay mucho de panteísmo en las creencias indígenas y el cobre andino está vivamente influido del medio telúrico que lo rodea.
Posiblemente, dos o tres de esas narraciones aparezcan antes en La Prensa de Buenos Aires donde he logrado obtener un contrato ventajoso, pero yo quisiera que mi primer libro aparezca en mi tierra, como un homenaje a la pequeña patria que se llama el Perú. Después, ya vendrán otras editoriales. Todo es cuestión de tiempo, de propaganda y una voluntad siempre en tensión vigilante, obrando y reobrando perennemente.
Haga suya, muy suya, la viva simpatía espiritual, de su antiguo compañero de labores y leal amigo,
Carlos Ríos Pagaza

Ríos Pagaza, Carlos

Carta de Enrique José Varona,12/2/1926

Habana, 12 de febrero de 1926
Señor don José Carlos Mariátegui
Lima
Muy distinguido señor mío:
He recibido el ejemplar de su interesante libro La Escena Contemporánea, con que se ha servido U. favorecerme. Ya el prefacio incita a la lectura. La haré desde luego, y estoy seguro de que será con provecho.
Reciba U. mis sinceras gracias y este testimonio de mi mayor aprecio.
Su más at. s.
Enrique José Varona

Varona, Enrique José

Carta de César Atahualpa Rodríguez, 26/1/1926

26 de enero de 1926
Sr. Dn. José Carlos Mariátegui
Lima
Querido amigo:
Le escribo un poco tarde por esperar a que se haga la venta de su libro y poder darle noticias satisfactorias. Desgraciadamente Arequipa es un pueblo que cada día lee menos, y que no presta esperanza. Sólo el remordimiento de que U. pudiera creer que me he desentendido de sus encargos, me obliga a ponerle esta carta antes de hacer tangibles mis buenos deseos.
No puede U. figurarse cuántos discursos me cuesta la venta de ocho ejemplares de La Escena Contemporánea. Cada comprador, para decidirse, me clava los ojos pretendiendo escrutar en los míos el contenido del libro que le ofrezco. Y entonces, claro está, tengo que soltar la lengua, haciendo lujo de una verbosidad pintoresca, que hasta el momento me era desconocida. A este paso acabaré por hacerme orador.
León Albareda me dice que ha vendido cinco ejemplares, derrochando el doble de elocuencia. Así está la gente de torpe. Lo que me estoy riendo de mis dotes menguadas para el comercio. Sin embargo, y a pesar de todo, me he propuesto concluir con el lote. Ya tengo promesa de negociar cinco ejemplares más; sólo que, como en una de las tapas del libro está marcado el precio, no puedo vender a más de un sol ochenta cada ejemplar. Estos borricos no quieren entender que se gasta en sellos de correo y que se paga comisión al librero.
Tan luego de que me convenza de la imposibilidad de realizar un solo libro, le remitiré el dinero; a no ser de que U. disponga otra cosa.
Querido amigo, le suplico se sirva avisar al Director de La Humanidad que me envíe carteles de anuncio para fijarlos en los puestos en que se vende el semanario. Sin réclame es imposible entusiasmar a las gentes. Hasta hoy día se llevan vendidos 25 ejemplares del primer número. El segundo, recién ayer lo he puesto a la venta, por haberse retrasado en el correo. Dígale también que sería bueno envíe los dos primeros números a los diarios de esta ciudad, que son: El Pueblo y El Deber, con el objeto de que hagan propaganda. Yo no lo hago, por no malograr el asunto: hay que evitar suspicacias. Rotulado el envío desde Lima tiene más suceso.
Como U. ve, tengo sobrada voluntad para servir a mis buenos amigos; pero la plaza no responde como debiera.
Le agradezco mucho el obsequio de su libro y la dedicatoria. Por falta de tiempo no le digo nada de él. Espero desocuparme para leerlo con todo detenimiento.
Mi viaje a ésa lo he postergado hasta que llegue mi libro de Buenos Aires. Hace un año que estoy en esa expectativa.
Con toda cordialidad
César A. Rodríguez

Rodríguez, César A.

Carta de Antenor Orrego, 29/12/1925

Trujillo, 29 de diciembre de 1925
Señor don
José Carlos Mariátegui
Lima
Querido compañero:
De nuevo he pecado por mi negligencia epistolar incurable. Pero sé que U. ha de perdonármelo. He recibido su libro. Lo estoy leyendo con la atención, seriedad y afección intelectual que merece. Por fin en el país los escritores comienzan a salir de esa frivolidad despreocupada, de esa necia banalidad ególatra al uso; de ese antieticismo artístico que es incapaz de construir nada y que los convertía en vistosos escaparates literarios.
La labor me es simpática, precisamente, por su contenido ético, por su significación social y humana, por la valerosa seriedad con que se ha colocado U. en un país de guignol en el que jamás se oye vibrar la noble pasión del hombre que se entrega a una fe. Tengo la seguridad que su obra se ha de proyectar–– se está proyectando ya–– benéficamente en nuestro país en los núcleos más puros que no tienen compromiso con el pasado, es decir, con la mentira. Porque ésta es nuestra mayor tragedia nacional. El pasado nada nos ha dejado, nada que sea susceptible de asumir cierta positiva continuidad histórica. En los demás pueblos chocan pasiones contrapuestas, pero sinceras y fervorosas. En el nuestro sólo chocan intereses materiales, sólo hay fantasmas de todo; es la máxima mentira, la mentira absoluta y auténtica, porque todo está mixtificado y desvitalizado.
Claro está que no coincido con algunos de sus personales puntos de vista. Y es lógico porque nuestras pupilas no pueden tener una idéntica y absoluta acomodación visual para mirar las cosas; pero, siento que en lo fundamental, en lo que respecta al pensamiento contemporáneo y a la acción que precisa realizar en nuestro país estamos colocados en una misma perspectiva mental e histórica. Mi sentido histórico y el suyo no parece sino que para llegar a su actual temperatura ética, se hubieran propuesto los mismos problemas y los hubieran resuelto con el mismo diapasón moral e intelectual; ambos sentimos agudamente, con idéntica sensibilidad exasperada, nuestras responsabilidades históricas, sociales y éticas. Su libro es algo de lo más serio, trabado y constructivo que se haya producido entre nosotros. Las nuevas generaciones han de agradecérselo. Tengo el propósito de escribir en El Norte un artículo reposado, donde trataré de fijar con toda la penetración, lealtad y acuidad ideológica de que modestamente soy capaz, la posición suya dentro de las nuevas generaciones nacionales. Espero lograrlo en la medida que lo deseo.
Para la difusión de su libro en el norte de la república le ofrecemos las columnas de nuestro diario. Envíeme avisos, artículos y todo lo que se ha producido o se produzca alrededor de él. Ya sabe U. que El Norte está adscrito a determinada atmósfera moral y espiritual del país y para servirla en todos sus aspectos, es que ha sido fundado. Es un hogar nuestro, tanto mío como suyo y de los demás espíritus libres que trabajan por el advenimiento de una realidad renovada y humanamente más noble y justiciera.
Le agradezco la acogida de uno de mis libros en la editorial Minerva. Habría querido enviarle el que considero más fundamental de los tres, Helios, que es un ensayo para una filosofía o interpretación del pensamiento. Por desgracia, aunque está terminado ya, no estoy satisfecho aún con su trabazón o construcción interna. Estoy harto temeroso de que mi autocrítica no sepa ubicarlo en su verdadera posición ideológica; de que mi amor propio o, simplemente, mi entusiasmo de creador le impriman una acentuación mental que rebase su estructura literal, su horizonte o realidad expresiva. Nunca he tenido más escrúpulos intelectuales que frente a este libro. Necesito, pues, reposarlo, tratar de proyectarme fuera de él antes de decidirme a imprimirlo.
Pero le ofrezco mandarle Panoramas, que es la recopilación de algunos ensayos y artículos publicados, unos, e inéditos, otros. El libro alcanzará, a lo sumo unas 150 a 200 páginas de formato corriente. Si le parece bien avíseme para darle los últimos toques y remitírselo.
Su libro ha interesado aquí bastante por los pedidos que se nos hacen; pero necesita mayor propaganda. Mándenos artículos y avisos. Alcides le informará detalladamente.
Estoy deseoso de hacer un viaje a Lima y conocerle personalmente. Espero que pronto se realice.
Le estrecho cordialmente
Antenor Orrego

Orrego, Antenor

Carta de Jorge Pérez, 20/6/1925

Sangallaya, 20 de junio de 1925
Señor Don
José Carlos Mariátegui
Lima
Mui señor mío:
En sesión solemne del 15 del presente mes, el "Grupo Renovación", fundado últimamente en este lugar con el propósito de favorecer la cultura popular y de conocer las nuevas enseñanzas que son necesarias al obrero, resolvió, en medio de aclaramiento, hacerlo a Ud. su presidente honorario teniendo en cuenta la sinceridad de su propósito y la pureza de sus ideales.
Aunque esto de "presidente honorario" tiene una característica marcadamente artificiosa y muy usado en las corporaciones burguesas , lo empleamos ahora como una forma para exteriorizar nuestra simpatía y nuestra ayuda a la causa que Ud. y otros espíritus libres se empeñan en estos sitios.
Con la mayor consideración y respeto: ¡Saludos Maestro!
Jorge Pérez
Presidente

Pérez, Jorge

Carta de Luis E. Valcárcel, 21/9/1925

Cuzco, 21 de setiembre de 1925
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Querido camarada:
Por el correo de ayer me llegan dos pruebas distintas del sentimiento de aprecio que he tenido la suerte de despertar en tan selecto espíritu como el suyo. Me refiero a la revista Le vie d’ Italia e dell’ América Latina que contiene algunas de mis glosas traducidas a la noble lengua de Croce y Papini, selección que tengo que atribuir al insigne polígrafo amigo. En "Mundial" acabo de leer su crítica de mi libro, y la encuentro tan comprensiva que me consuelo de no haber reunido en balde dentro de un volumen, lo que iba disperso en diarios y folletos.
La verdad es que muy pocos historiadores y literatos de nuestro país podrán, con simpatía, hacer la exégesis del pequeño libro. Hay tanta desorientación...que hasta los pretendidos ‘orientadores’ como el señor Aguirre Morales ahondan el mal con un desconocimiento tan absoluto de la Vida Inkaika que daría risa si no espantara. El señor Aguirre no conoce al indio, ni el medio serrano, aunque haya pasado un par de años en el Cuzco entregado a "la vida social" de la gente decente. Por el sumario de la conferencia que ha ofrecido en la Federación de Estudiantes me doy cuenta de la fatal pendiente por la que resbala el novelista de El Pueblo del Sol. Es lástima.
Encuentro exacto cuanto U. dice de mi obrita. Es convicción mía que más podremos hacer por la "adivinación" del Perú precolombino quienes somos capaces de un gran amor por el indio y por las sierras que cuantos limitan su acción a un infecundo eruditismo o a una trivial búsqueda arqueológica. Mi método investigativo no se detiene ante el dato. A la miopía de los huaqueadores al estilo Max Uhle es preferible la presbicia spengleriana. Muy en lo justo su reparo a mi pesimismo en lo que toca a la cultura occidental. En escrito posterior (“El Avatar”) estampé la siguiente cláusula que salva la omisión formulada:
“Los Hombres de la Nueva Edad habrán enriquecido su acervo con las conquistas de la ciencia occidental y la sabiduría de los maestros de oriente”. “En lo alto de las cumbres andinas brillará otra vez el sol magnífico de las extintas edades. Por sobre las montañas cruzarán las ráfagas de las distintas culturas”, etc.
He leído todos sus artículos nacionalistas y estoy en completo acuerdo con U. No quisiera reproducir aquí lo que he repetido muchas veces: Mariátegui salva el honor de la intelectualidad peruana en el desierto de inteligencias que es la actual prensa del Perú...
Estoy en el empeño de demostrar dos cosas: Primero: el altísimo valor de la cultura inkaika junto a las grandes culturas del globo. Segundo: la supervivencia de El Inkario sin el Inka.
Ambos temas se desarrollan in-extenso en la obra que preparo, cuyo primer tomo: "Introducción al estudio de la Cultura Andina" daré a la imprenta en diciembre próximo.
Con este libro inicio una segunda fase de vida en mi carrera de historiador. Tonifican mi espíritu múltiples lecturas: Spengler, Worringer, Uexhull, Frobenius, a quienes adivinaba en parte en mis glosas escritas antes de conocer las traducciones de la editorial Calpe. Aquí el colega ruega al bibliógrafo la recomendación de otros filósofos de la historia que pudieran agregarse a la lista. Obras en francés, inglés o italiano (ignoro el alemán).
La ‘ignorancia’ de Spengler acerca de los Inkas me impele a no demorar la salida de este libro. Tengo otro volumen pequeño: "Tempestad en los Andes" en que agito el llamado problema indígena. No sé si las restricciones actuales a la libertad de pensar me impidan publicarlo.
Sondearé el caso. Con un fuerte apretón de manos, soy su afectísimo
Luis E. Valcárcel

Valcárcel, Luis E.

Carta de Elvira García y García,24/11/1925

Lima, 24 de noviembre de 1925
Muy distinguido señor y amigo:
Tiempo ha que deseaba remitir a Ud. a mis obras y ponerme a sus órdenes; pero quería hacerlo personalmente, porque un deber de compañerismo me atraía hacía el amigo, que sufre cruel dolencia , ocupaciones implazables, extraordinarias y cotidianas, me privan en ocasiones de toda libertad, restándome hasta estas compensaciones espirituales, sin las cuales, poco tenemos que agradecerle a la vida.. Mientras satisfago el vivo deseo de buscar a U. para sentir la palabra de U, que tanto admiro y aplaudo, a través de su brillante pluma, me permito el obsequiarle los libros que he escrito últimamente, y que no presentan, sino un tanto de la experiencia adquirida en la ardua tarea de modelar el alma dela mujer.
Creo que con este motivo, quedará rota la muralla de nieve que nos separaba, y que me sentiré muy honrada, si acepta que le considere en el número de mis amigos.
Créame es muy muy affma amiga y SSS
Al señor D. José Carlos Mariátegui

García y García, Elvira

Carta de Jorge Pérez, 5/7/1925

Sangallaya, 5 de julio de 1925
Señor Don
José Carlos Mariátegui
Lima
Mui señor mío:
En sesión solemne del 2 del presente mes, el "Grupo Renovación", fundado últimamente en este lugar con el propósito de favorecer la cultura popular y de conocer las nuevas enseñanzas que son necesarias al obrero, resolvió hacerlo a Ud., en medio de aclamaciones, su presidente honorario teniendo en cuenta la sinceridad de su propósito y la pureza de sus ideales.
Aunque esto de "presidente honorario" tiene una característica marcadamente artificiosa y muy usado en las corporaciones burguesas , lo empleamos ahora como una forma para exteriorizar nuestra simpatía y nuestra ayuda a la causa que Ud. y otros espíritus libres se empeñan en estos sitios.
Con la mayor consideración y respeto: ¡Saludos Maestro!
Jorge Pérez
Presidente

Pérez, Jorge

Carta de Andrés Avelino Aramburú,7/9/1925

Lima, 7 de setiembre de 1925
Mi querido amigo:
Siento muchísimo que no haya U. recibido la carta conque respondí inmediatamente a la suya, dándole explicaciones sobre la no publicación inmediata de sus dos últimos artículos. No vale la pena repetirlas puesto que ya se han publicado. Lo importante es que en esa carta le pedía ––como el más capacitado para ello–– que se hiciera U. cargo de la sección “Peruanicemos al Perú” que ha sido bien acogida por el público. En mi concepto, nadie como U. puede llenar con más éxito y eficacia esa sección ––que no es de nadie sino del periódico–– y por eso le suplico que acoja favorablemente mi petición. En todo caso, esté U. seguro de que su colaboración me es muy grata y necesaria.
Lo saludo afectuosamente y me remito
A. A. Aramburú

Aramburú Salinas, Andrés Avelino

Carta de César Atahualpa Rodríguez,14/9/1925

14 de setiembre de 1925
Sr. Dn. José Carlos Mariátegui
Lima
Distinguido amigo:
Hace mucho tiempo que no sé de Ud. nada íntimo, que no nos escribimos. Si no leyera sus interesantes artículos de Variedades, ignoraría por completo de su vida. Dígame: ¿me tiene olvidado? Robe unos instantes a su intensa labor periodística, y póngame cuatro letras aun cuando sea de tarde en tarde. Es un consuelo tener comunicación con los amigos inteligentes y cultos en estas tierras bárbaras.
Desde que regresó U. de Europa, he tenido ocasión de observar su campaña de cultura popular, emprendida con toda pureza, por el solo placer de barajar ideas y también por el supremo egoísmo ¿por qué no? de sentirme con cabeza, aquí donde los otros se han olvidado de que la tienen.
En un país donde todo está embargado por la política, hace U. muy bien en vulgarizar el ritmo que siguen los asuntos de esta índole en los pueblos más avanzados de las viejas culturas. Así, quién sabe, más tarde podamos responder a nuestra imperiosa necesidad de reorganizarnos.
Para probarle mi estimación, le envío, dedicado, uno de mis viejos poemas; de aquellos poemas de la primera mocedad, de cuando yo era triste; de esos poemas que ya no volveré a escribir nunca más, pero que me son dulces todavía porque conservan la nítida perspectiva de mis ideas en formación y el vivo dolor de un desarrollo prematuro, que más que dolor en el sentido lato de la palabra, fue una terrible inquietud de pensamiento. Hoy las cosas han cambiado casi totalmente. La intelectualización silenciosa, me lleva por otros caminos más serenos. Comienzo la vida de la plenitud fisiológica y quizás también la de mi plenitud conceptual. Veremos si se puede hacer algo.
Muy pronto le mandaré La Torre de las Paradojas, un libro de versos que se está editando en Buenos Aires; y si la bondad de mi editor sigue siendo generosa, le mandaré también los dos volúmenes de Hacia una Nueva Metafísica, un libro de ideas que tengo concluido. Posiblemente en el mes de diciembre me dé el gusto de llevárselos yo mismo, de paso que le doy el primer abrazo.
Muy suyo:
César A. Rodríguez

Rodríguez, César A.

Carta de Carlos V. Chávez Sánchez y Américo Pérez Treviño, 15/7/1924

Piura, 15 de julio de 1924
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Estimado colega y amigo:
Los que tenemos la misión de escribir para el público, debiéramos hacer siempre nuestras las alegrías y los dolores de todos y cada uno. Pasó felizmente el tiempo en que el recelo producía un ambiente morboso, en que unos y otros nos mirábamos más como enemigos que como hermanos del más santo de los apostolados, porque las ideas por opuestas que sean, producen al cabo la claridad perseguida, y aunque no faltan todavía quienes usen a la moda antigua y retrógrada las plumas de ganso, felizmente son hoy los menos. Al fin la buena semilla, sembrada por corazones firmes, fructifica ensanchando el campo del buen cultivo, y arrincona poco a poco la maleza. Por eso miramos sus sufrimientos como propios, y a 400 millas de distancia, alargamos nuestros brazos al compañero que, más que consuelo material, ha de ver en nuestro esfuerzo el deseo de comunidad espiritual, hondísimamente sentida.
Quiera Ud, amigo y compañero nuestro, ver en el pequeño óbolo que le enviamos, estos sentimientos muy sinceros de sus cofrades de Piura.
p. la Comisión organizadora
Carlos V. Chávez Sánchez y Pérez Treviño
Inc./ ch. N° 28755. c/B.P.L., Lp. 26.6.94
liq. “ 26.9.65

Chávez Sánchez, Carlos V.

Carta de Hipolito Salazar, 10/8/1924

Lima, 10 de agosto de 1924
La Federación I.O.R. Peruana, acordó, en asamblea general, el pasar una nota de atención al Distinguido leader periodista, y amigo del Pueblo, al compañero José Carlos Mariátegui: La F.I.O.R.P. se felicita por la restauración de su salud, la F. en ningún momento, se olvidó de su Maestro; esperamos tener muchas noticias favorables de su salud.
Sin otro soy de vos.
Por la F.I.O.R. Peruana
Hipólito Salazar
Secretario General

Salazar, Hipólito

Carta de Antenor Orrego, 16/7/1924

Trujillo, 16 de julio de 1924
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Mi buen amigo:

Apenas tengo tiempo de ponerle algunas palabras. He seguido con harta pena el proceso de su enfermedad y espero que se encuentre U. ya bien.
Le incluyo un cheque por veinticinco libras, cantidad conque los hermanos de Trujillo quieren ayudarlo en estos días dolorosos. Lamentamos que nuestra pobreza no nos permita hacerlo con mayor eficacia.
El portador de esta carta es nuestro amigo Manuel Vásquez, quien lleva los saludos de la hermandad trujillana. Dispense la brevedad de esta carta y reciba un cordial abrazo de su atto.

Antenor Orrego

Orrego, Antenor

Carta de Adolfo Pérez G., 16/5/1924

Lima, 16 de mayo de 1924
Compañero
José Carlos Mariátegui
Salud
Querido camarada:
Esta entidad en asamblea realizada el 15 del pte, acordó a solicitud del compañero Eduardo Cólfer enviar a Ud. una comisión compuesta por los federados Benito Zavala y Eduardo Cólfer, que serán los portavoces de nuestro sentir, en estos momentos que es Ud. víctima de una crítica enfermedad, y de lo que enviamos nuestra voz de aliento varonil, para que luche contra el mal que adolece.
Deseamos su pronta mejoría, y reciba Ud. el saludo fraternal, de este grupo de camaradas pertenecientes a una entidad de lucha sindical.
Por la Redención del proletariado mundial
Adolfo Pérez G.
Secretario General

Pérez G. Adolfo

Carta de Manuel J. Medina, 18/1/1924

18 de enero de 1924
Compañero
J. Carlos Mariátegui
Presente

La Federación de Pintores y Anexos
Debiendo celebrar su primer aniversario y recepción de cargos y considerando que siendo un entusiasta luchador y orientador de ideales modernos de evolutiva actualidad que lleva el Benéfico galardón de inculcar en la gran masa proletaria ideales que sirven de peldaño en un día venturoso de Rebeldía laborista es que se dirige a Ud. Compañero para se moleste en acceder a nuestra petición según anuncia nuestro programa que será un alto Exponente para nuestra joven institución que se halle en nuestro aniversario en nuestro seno acompaño con la tarjeta donde indica la fecha y lugar.
Por la Federación de Pintores y Anexos
Manuel J. Medina
Presidente de la C. de Fiesta

Medina, Manuel J.

Carta de José María Eguren, 21/10/1921

Barranco, 21 de octubre de 1921
Querido amigo Mariátegui:
Como no sé con certeza el lugar donde se encuentra actualmente, le envío sólo estas breves líneas. Perdone la demora de esta carta; pero crea que yo no olvido a mis grandes amigos, y menos a Ud. a quien escribo con verdadero placer. Yo lo recuerdo con frecuencia, y espero recibir pronto alguna obra suya, que será maestra por su arte nativo y su conocimiento de los hombres, que ya lo tenía en estas tierras. Creo que una obra suya en estos tiempos de su vida, será muy artística; pues ha llevado Ud. el alma limeña delicada y profunda a estos ambientes magníficos de belleza. Mientras esto se cumple, envíeme sus producciones, especialmente poesías. Y reciba un fuerte abrazo de
José M. Eguren

Eguren, José María

Carta de Marisabel de Pinilla, 18/7/1927

Lima, Julio 18-1927

Distinguido amigo:

Por ser Ud. el “(...) escritor” claudico y me permito enviarle mi obra, como le anuncié, ya que todo el mundo me dice, que es absurdo lo q. yo pretendo (y es impedir q. los “gacetilleros” se recuperen de ella). Creo q. una mala crítica pueda dañar y acobardar al ingenio más eminente y aquí lo corriente es q. confundan las cosas y endiosen lo mediocre negándole el aplauso al mérito verdadero. Esta obra mía “La Piedad de los Inertes” se presta a ser lamentada, por tener toda una historia. Quise (…) en ella la siguiente Señora “que conviene mucho al Perú avanzar lentamente sin ayuda ajena el progreso rápido (…). Soportando la argolla de ser del capital extranjero, y corriendo el riesgo de perder su personalidad. Villaespesa quiso ponerla en escena por una compañía de artistas “Centenarias” q. trajo para el Centenario –y yo me negué. Después Borrás se la llevó para hacerle con la Xigú y Vilebres, encantado de q- fuera una obra de tema nuevo y con 4 figuras centrales, lo q. le permitió hacerla con su gran amigo Vilebres. Pero Diez Canedo y D’obres (q. le hicieron esas cartas que Ud. (…) diciéndome q. para (…) estaba estupendo pero para la escena resultaba de ritmo lento, opinaron que Borrás estaba demasiado viejo para ser el (…). Me la traje sino más y aquí Sánchez y Martínez Sierra también la tuvieron en su poder, pero resultó que no tenían (…) para los 4 papeles y por eso se la llevaron para hacerla en España con su compañía completa. Ahora esta artista Antonia Planas, ha logrado recopilar obras de casi todos los países Sudamericanos y piensa estrenarlas en Sevilla, en la época de la (…). Al decirme q era una lástima q. en el Perú no hubiera “Teatro Nacional” se me ocurrió recopilar algunas obras por vía de ensayo. Si Ud. tiene la amabilidad de escribir su juicio crítico sobre la mía quedaré agradecida y encantada.
Le adjunto esas cartas de Sánchez que hablan del asunto.
Marisabel de Pinilla

Pinilla, Marisabel de

Carta de José María Eguren, 14/6/1920

Barranco, 14 de junio de 1920
Muy querido amigo Mariátegui:
Gracias por su recuerdo. Es para mí sumamente grato que un amigo como Ud. por quien tengo verdadera simpatía y admiración, no me ponga en olvidos en los momentos felices. Le agradezco su carta, de todo corazón, y le deseo la mejor suerte como corresponde a un artista verdadero en la ciudad del Arte. Escríbame, cuando pueda, de lo que más le haya impresionado. Creo que tendrá algunos apuntes admirables en verso o prosa; o una obra de mayor aliento. Carezco de noticias suyas; no sé si, actualmente, está en Florencia, Milán o en Oriente. Tal vez reciba ésta con harta demora: pero le deseo todos los triunfos y felicidades. No me olvide. Un abrazo de
José M. Eguren
Ha demorado ésta por no tener su dirección fija.

Eguren, José María

Tarjeta Postal de Bozal

Lima, 18 de marzo de 1920
Al Sr. D.
José Carlos Mariátegui
Roma (Italia)
Consulado del Perú
Agradezco su afectuosa postal, exhortándolo para continuar nuestra correspondencia. No olvide que siempre lo recuerda y aprecia, su invariable amigo.
[firma no descifrada]

Bozal

Carta de Percy Gibson, 25/7/1918

Arequipa, 25 de julio de 1918
Señor
José Carlos Mariátegui
Lima
Querido amigo:
Le escribo profundamente conmovido por la sorpresiva muerte del incomparable maestro, Don Manuel González Prada, el hombre más noble que he conocido. Yo, que estuve cerca de cuatro años con él en la Biblioteca Nacional, a raíz de la expulsión de los phitecos, pude conocerle íntimamente, mirar la profunda serenidad de su espíritu, como un río lento, y recrearme con los vastos y áticos panoramas de su inteligencia. Fui su hijo espiritual. Le quise entrañablemente. Entonces, con Valdelomar y el querido Enrique Bustamante y Ballivián, y algunas veces con José María Eguren, le visitábamos en su casita de la Puerta Falsa del Teatro. Allí se conversaba, se atesoraba espíritu e ideas. Eran buenos días aquéllos, buenos para nosotros y para las letras nacionales. Sin pasiones, sin arribismos, escribíamos en silencio. Los frutos de la meditación y de las vigilias, se sazonaban de vida, rebosaban de sus pulpas las mieles de la sinceridad. No fuimos matones ni camaleros literarios. Eran buenos días aquéllos. Azuzaron las jaurías contra el noble viejo... pero él destripó muchos perros. Era un insigne esgrimista de la pluma. Lástima que no tuviera contendor. Ya se fue, se fue para siempre. Nos abandonan los buenos, los justos, los grandes. Quedan los réprobos, los canallas, los vencidos.
Le envío dos sonetos, no sé si malos o buenos, pero íntimamente sentidos. Con la garganta anudada de sollozos he lirizado el soneto al poeta. En este soneto tiemblan emocionadas lágrimas en mis pestañas.
Sé, por cartas que ha escrito U. a Seguín, que acaso tengamos el gusto de estrechar su mano próximamente. Venga U., amigo, a esta ociosa aldea de mis mayores, donde será U. recibido por nosotros con cariño. Aquí hay vegas y auroras armoniosas. Eso es todo. También hay volcanes quebrados y salvajes. También hay cholos insolentes. No importa, venga U.
Muy suyo
Percy Gibson

Gibson, Percy

Carta de Abraham Valdelomar, [06/1918]

[junio de 1918]
Mi querido José Carlos:
Es usted el único producto biológico que recibe cartas mías. Mi viaje, como habrá Ud visto por los periódicos ha sido más glorioso que el de Bolívar el año 23. Tengo un par de maletas llenas de coronas de laurel con cinta peruana. No sabe Ud lo fastidioso que es guardar coronas de laurel con cinta peruana. La corona de laurel con cinta peruana es la suprema síntesis de la admiración en estos pueblos. Mis cinco conferencias de Trujillo me produjeron alrededor de cinco mil soles, pero los he botado con la misma facilidad. Hice llorar al público en mi primera; y en mi segunda conferencia los llegué a sugestionar tanto que se levantaron de sus asientos y escucharon de pie y asombrados mi voz “pastosa y apostolizante”, al decir de La Industria.
Sigo siendo feliz! ¡Oh, José Carlos, tú lo sabes! ¡Tan feliz! Dios que es amigo personal mío, me ayuda y protege y el Ángel de la Guarda me tiene una gran estimación. Te mando algunos periódicos. Habla del triunfo de mi gira en tu periódico. Cossío te puede contar la verdad. Lo emplazo al ronco, esmirriado y buen César a que me desmienta. Abraza a Carlos Guzmán, a Ruiz Bravo, a César Nepomuceno Falcón. Y en cuanto al cholito ese de Fernández: que es un farsante, que me ha tomado el pelo y que él y Criado y Tejada se vayan al Pardo.
Te recomiendo con todo interés, al portador, Alberto Mejía, un excelente muchacho, buen pianista. Protégelo y dale la lata. Se ha portado bien conmigo y eso te ha de bastar para quererlo y atenderlo.
Te abrazo con toda mi alma, cojito genial,

Abraham

El viernes sigo a Cajamarca. Haz anunciar a todos los diarios del norte que representes, mi viaje. Búscate al corresponsal de Cajamarca y hazle anunciar mi viaje.

Valdelomar, Abraham

Carta de Adrián Durant Gonzales, 22/3/1926

Sicuani, 22 de marzo de 1926
Editorial Minerva
Lima
Muy señores nuestros:
Por último correo hemos recibido un prospecto de las finalidades de esa Editorial. Como tenemos sinceros deseos de contribuir al fomento y propaganda de las obras que edita , mediante nuestra sección Librería , agradeceriamos a Uds. se sirvan enviarnos cinco ejemplares de cada una de las que tiene ya editadas, girando por su valor mediante algún banco (casi todos tienen agencia en esta ciudad. Esperamos respuesta y nos suscribimos de Uds.
Adrian Durant

Durandt Gonzales, Adrián

Carta de Ignacio Guevara a Minerva, 23/12/1925

Ocaña, 23 de diciembre de 1925
Señor Julio César Mariátegui
Gerente de la Editora Minerva
Lima
Muy señor mío:
En uno de los números de "El Callao" correspondiente al presente mes he leído una circular-anuncio respecto a la próxima apertura de una casa editora, que dará a la publicidad libros nacionales y extranjeros, publicando cada mes un libro, cuyo precio será S/. 1.80.
Nada más halagador para el patriotismo pensar en el progreso de las letras peruanas, si así puedo expresarme.
Si no tiene U. inconveniente estimaré me sirva decirme si la suscripción será por trimestres, semestres o anual y el valor de la suscripción en provincias.
Desearía ver el prospecto o prospectos, y saber si los libros se despacharán con rústica o empastados, cuando menos como los tomitos de Atkinson.
Mi dirección, para el caso de que quiera U. honrarme con su respuesta: Vía Pisco- Ica-Ocaña.
Muchos confunden Ocaña con Ocoña y aún con Huacana. Ocaña está en la provincia de Lucanas. Perdone que le haga esta explicación.
De U. con todo respecto atto y S.Sç
Ignacio Guevara Calderón

Guevara Calderón, Ignacio

Carta de José Chioino, 6/11/1928

Lima 6 de noviembre de 1928
Sr. Don José Carlos Mariátegui
Director de la Editorial Minerva
Ciudad
Muy estimado colega:
Me es grato poner a su disposición los originales de mis tres comedias: "La Divina Canción", "Una vez en la vida" y "El novio de emergencia", por si usted juzga conveniente, con el plan de su empresa editora, la publicación de un libro de "Teatro". Las comedias en referencia, fueron estrenadas, las dos primeras en el año 1923, y la última, hace pocos días. Respecto a la obra "Una vez en la Vida", es la comedia dramática que se ha dado más veces en Lima, firmada por un autor peruano. Tiene un récord de veinticuatro funciones. La crítica de las tres, es muy favorable, tanto en Lima, como en Santiago; y se podría adjuntar a la publicación de las obras, algunas páginas de juicios críticos, y un prólogo que desde ahora, le comprometo a usted, por lo mismo que nunca lo he molestado en este sentido.
Espero su repuesta, y le estrecha la mano
José Chioino
Oficina de Informaciones
Ministerio de Gobierno.

Chioino, José

Carta de The University Society Inc., 8/6/1929

Lima, 8 de junio de 1929
Sr.
José Carlos Mariátegui
Imprenta y Editorial Minerva
Ciudad
Muy señor nuestro:
Acusamos recibo de su apreciable del 6 del pte. y lamentamos comunicarle, que nos es imposible aceptar su propuesta sobre la garantía que Ud. ofrecía a favor del Sr. José Saldarriaga, por cuando Ud. se comprometió mancomunadamente con este señor por el total del crédito que le dimos, y sin condición alguna, sobre si era o no su empleado.
Sin otro particular, quedamos como siempre
Attis y ss.ss.
pp. The University Society Inc.

The University Society Inc.

Carta de J. Lizardo Palacios, 3/8/1926

Tarma, 3 de agosto de 1925.
Señor.
Julio César Mariátegui
Lima
Muy Señor mío;
Me es grato comunicar a Ud. que tuve el agrado de recibir los cinco ejemplares de la obra de Iberico Rodriguez o sea el "Nuevo Absoluto" y lo s 16 números de "Libros y Revistas". Pero según veo en la carta de Ud. que también me envió "La Escena Contemporánea" de J. C. Mariátegui la cual debo manifestar a ud que no he recibido, ni tampoco existe en el correo, creo que pueda ser un equivoco de la casa.
Espero que se digne Ud aclarar este punto tan luego cómo le sea posible .
En espera de su respuesta, soy de Ud. su
atto.i S.S.

Palacios, J. Lizardo

Carta de J. Lizardo Palacios, 12/5/1926

Tarma, 12 de mayo de 1926
Señor:
Julio César Mariátegui
Lima
En mi poder su atenta fecha 30 del mes pasado de la que he tomado debida nota, comunicándome que he sido designado para la representación de las ediciones de la editorial "Minerva", en esta ciudad.
Para el efecto le adjunto una lista de los ejemplares, por lo pronto puede Ud. enviarlos tan luego como le sea posible, y según como se presente el negocio, ya le diré oportunamente.
Sin más y en espera de las suyas, me es grato suscribirme de Ud. su atento.
S.S
J. Lizardo Palacios.

Palacios, J. Lizardo

Carta de Alcides Spelucín, 5/8/1926

Trujillo, 5 de agosto de 1926
Sr. Julio César Mariátegui
Muy señor mío:
Me es grato comunicar a Ud. que por este mismo correo, en paquete certificado, remito a la Editorial "Minerva" tres maderas (Vasconcelos, Romain Rolland y Waldo Frank) dos cincograbados grandes (Orrego, Spelucín) y ocho cincograbados pequeños,correspondientes a las ilustraciones de "El Libro de Nave Dorada". Algunos de estos han sido solicitados por su hermano José Carlos para la revista "Amauta" los otros los remito juzgando que podrían serle útiles para igual fin. La devolución pude Ud. verificarla a "El Norte" cuando Ud. crea conveniente.
La segunda remesa de "La Escena Contemporánea" (16 ejemplares) ,la recibí conforme. Ya la he distribuido entre los agentes del interior y espero sus noticias para dar a Ud, cuenta de ello. "El Nuevo Absoluto" aun no ha llegado.
Por este correo no me es posible enviarle la nomina de personas que adquirieron "La Escena Contemporánea", solicitada por su hermano; pero creo que por el siguiente ya podré hacerlo, al mismo tiempo que remitiré ya una lista de suscritores de la editorial.
Le agradezco a Ud. mucho sus buenos oficios por la propaganda y venta de mi libro. Al respecto, y en contestación de una pregunta que me hacía Ud. en su carta, le diré que remití directamente mi libro a los señores Luis Alberto Sánchez de "Mundial", a Vegas García de "Variedades", a Varela y Orbegoso de "El Comercio", a Clemente Palma y a José Calvez. Por este correo remito a "Mercurio Peruano", a Antonio Garland, a Eguren y a Berninsoni. Si Ud, juzga conveniente otros envíos, le agradecería una indicación para hacerlo a vuelta de correo.
"El Norte" ha principiado a hacer la propaganda de "Amauta" por medio de un anuncio permanente. Si puede Ud. darme algunos datos para adelantar en el diario seria muy conveniente.
Sírvase saludar a su hermano a nombre de todos los de esta casa y Ud. reciba mi alta estima y consideración.
Alcides Spelucin

Spelucín, Alcides

Carta de F. Medina, 17/5/1926

Huancayo, 17 de mayo de 1926
Editorial Minerva
Lima
Muy señores míos:
Obra en mi poder la atta. cara de Uds. del 30 del p/pdo. ofreciéndome la agencia de su casa. Muy agradecido por la deferencia, manifiesto a Uds. que este no es un centro donde se pueden vender varias obras de sus publicaciones. Es un centro pequeño y que en un par de obras traídas de contrabando es suficiente para llenarlo. No sería negocio para ninguno de nosotros. ¿Producen Uds. algo que pueda interesar a nuestros indios de calzón corto?. Esto sí me interesaría, porque estas gentes son los que no dejan arrugas incobrables y son los que siempre están en demanda de algo que pueda satisfacer sus necesidades.
De Uds. muy atto. S.S.
F. Medina

Medina, F.

Carta de Luis Felipe Arizola Mora, 15/6/1926

Lima, 15 de junio de 1926
Sr. Julio César Mariátegui
Gerente de "Minerva"
Editorial e Imprenta "Minerva"
Muy señor mío:
Su atta circular de fecha, noviembre del año próximo pasado, me ha sido entregado por mi señor padre, con tardanza, por haber estado alejado de esta, por causas ajenas a mi voluntad.
Felicito efusivamente a Ud y al Sr. José Carlos Mariátegui, por los brillantes deseos, en bien del progreso literario del país. A la vez que deseo ser e l suscritor de sus publicaciones.
Espero que al recibir la pte. me envíen los libros que han sido publicados, así como el Boletín Bibliográfico, desde su primer número. Al portador será entregado el valor de lo que se me envíe, con su respectiva factura.
En espera de sus gratas órdenes.
quedo de Ud. atto y S.S
L.F Arizola Mora

Arizola Mora, Luis Felipe

Carta de J. Amador Hernández, 8/9/1926

Laramate, 8 de setiembre de 1926
Editorial Minerva
Lima
Muy señores míos:
He recibido la obra "El nuevo absoluto" de Mariano Iberico Rodriguez, así es que dentro de poco estaré en esa y abonaré personalmente asi como les ruego me consideren suscritor de la revista que Uds editan.
Sin mas soy de Uds.
J. Amador Hernández

Hernández, J. Amador

Carta de Carlos Naranjo, 2/2/1926

Plaza Exposición
Edificio Rímac 145
Lima, 2 de febrero de 1926
Sres. Editorial Minerva
Ciudad
Muy señores míos:
Ruego a Uds. se sirvan tomar nota que en la fecha he cambiado mi domicilio de la calle de Gallos 273 a la Plaza Exposición Edificio Rímac 145, donde me será grato recibir sus gratas ordenes.
Me repito de Uds.

Naranjo G., Carlos

Carta de Dionisio Mendoza, 25/1/1926

Chiclayo, 25 de enero de 1926
Sres. Editorial Minerva
Lima
Sagástegui 669
Muy señores míos:
Tengo el agrado de acusar recibo de su apreciable fecha 16 del pasado diciembre y de agradecer la designación para servir la Agencia de Ustedes en este departamento.
Junto con su citada, recibí también 16 ejemplares de la obra "La Escena Contemporánea" por el Sr. José Carlos Mariátegui, que se ha vendido casi la mayor parte. Si al caso llega acabarse y veo la necesidad de repetir sus envío tendré e l agrado de avisarle.
Las condiciones de la Agencia las acepto y espero me vayan remitiendo los demás libros conforme vayan saliendo y con la oportunidad del caso.
Sin más por el momento y en espera de sus noticias quedo de Uds.
Dionisio Mendoza

Mendoza, Dionisio

Carta de T. Bullón Salazar, 18/1/1926

Jauja, 18 de noviembre de 1926
Señores de la Editorial Minerva
Lima,
Muy señores míos:
De acuerdo con la atta . de Uds. del 16 de Diciembre del año ppdo. recibí conforme los dieciséis ejemplares de "la Escena Contemporánea", enviados por indicación de nuestro amigo, el Señor V. Modesto Villavicencio, para la venta en ésta localidad. Aun cuando la demanda de libros en general en ésta zona son de poca ventas me esmeraré en colocarlos lo más que pueda.
CONDICIONES DE VENTA. - He de agradecer a Uds. me informen sobre las condiciones de pago, esto es, si son á firme o en consignación, a fin de tomar como base para mis pedidos futuros entratándose ya sea de los mandados ó de lo s próximos a salir .
Deseándoles éxito completo en la labor que sean impuesto, me complazco en suscribirme de Uds., como su más atto. y S.S

T. Bullón Salazar

Bullón Salazar, T.

Balance General del mes de Octubre

Balance General de la Sociedad Editora Amauta al 31 de Octubre de 1929.
Se muestra los activos y pasivos de la Sociedad en la moneda oficial de ese año que era la libra peruana.
Gerente de la Sociedad: Ricardo Martinez de la Torres
Contador: Carlos Heck

El problema editorial

El problema editorial

El problema de la cultura en el Perú, en uno de sus aspectos, -y no el más adjetivo- se llama problema editorial. El libro, la revista literaria y científica, son no solo el índice de toda cultura, sino también su vehículo. Y para que el libro se imprima, difunda y cotiza no basta que haya autores. La producción literaria y artística de un país depende, en parte, de una buena organización editorial. Por esto, en los países donde se actúa una vigorosa política educacional, la creación de nuevas escuelas y la extensión de la cultura obliga al Estado al fomento y dirección de las ediciones, y en especial de las destinadas a recoger la producción nacional. La labor del gobierno mexicano se destaca en América, en este plano, como la más inteligente y sistemática. El ministerio de instrucción pública de ese país tiene departamentos especiales de bibliotecas, de ediciones y de bibliografía. Las ediciones del Estado se proponen la satisfacción de todas las necesidades de la cultura. Publicaciones artísticas como la magnífica revista “Forma”-la mejor revista de artes plásticas de América- son un testimonio de la amplitud y sagacidad con que los directores de la instrucción pública entienden en México su función.

El Perú, como ya he tenido oportunidad de observarlo, se encuentra a este respecto en el estadio más elemental e incipiente. Tenemos por resolver íntegramente nuestro problema editorial: desde el texto escolar hasta el libro de alta cultura. La publicación de libros no cuenta con el menor estímulo. El público lee poco, entre otras cosas porque carece, a consecuencia de una defectuosa educación, del hábito de la lectura seria. Ni en las escuelas ni fuera de ellas, hay donde formarle este hábito. En el Perú existen muy pocas bibliotecas públicas, universitarias y escolares. A veces se otorga este nombre a meras colecciones estáticas o arbitrarias de volúmenes heterogéneos.

Publicar un libro, en estas condiciones, representa una empresa temeraria a la cual se arriesgan muy pocos. Por consiguiente, nada es más difícil para el autor que encontrar un editor para sus obras. El autor, por lo general, se decide a la impresión de sus obras por su propia cuenta, a sabiendas de que afronta una pérdida segura. Es para él la única manera de que sus originales no permanezcan indefinidamente inéditos. Las ediciones son así muy pobres, los tirajes son ínfimos, la divulgación del libro es escasa. Un autor no puede sostener el servicio de administración de una editorial. El libro se exhibe en unas cuantas librerías de la república. Al extranjero sale muy raras veces.

Una de las limitaciones más absurdas, uno de los obstáculos más artificiales de la circulación del libro es la tarifa postal. La expedición de un pequeño volumen a cualquier punto de la república cuesta al menos 34 centavos. Para una editorial, este gasto, que no tiene como otros plazo ni espera, puede ser mayor que el del costo de impresión del volumen mismo. La distribución de un libro es tan cara como su producción, que no tiene muy ciertas garantías de cubrirse con la venta.

He aquí, sin duda, una valla que al Estado no le costaría nada abatir. El libro debe ser asimilado a la condición de la revista y del periódico que, dentro de la república, gozan de franquicia postal. El correo perderá unos pocos centavos; pero la cultura nacional ganará enormemente. En otros países, el correo facilita por medio de la “cuenta corriente” o del pago de una suma mensual muy moderada, la difusión de toda clase de publicaciones. En un país, donde el público no siente la necesidad de la lectura sino en una exigua proporción, el interés nacional en proteger e impulsar la difusión del libro aparece cien veces mayor.
Y como hay también interés en que el libro nacional salga al extranjero, para que el país adquiera una presencia creciente en el desarrollo intelectual de América, la tarifa postal debe ser igualmente favorable a su exportación. Los autores y los editores triplicarán sus envíos con una tarifa reducida.

No hace falta agregar que el Estado y las instituciones de cultura disponen de otros medios de fomentar la producción literaria y artística nacional. El establecimiento de ediciones del Ministerio de Instrucción, de la Biblioteca Nacional, de las Universidades, es, entre ellos, indispensable, tanto para la provisión de las bibliotecas escolares y públicas como para el mantenimiento de servicios de intercambio, sin los cuales no se concibe relaciones regulares con las Universidades y Bibliotecas del extranjero.
Existe, en el congreso, un proyecto de ley que instituye un premio nacional de literatura. La institución de esta clase de premios ha sido en todos los países provechosa, a condición naturalmente de que se le haya conservado alejada de influencias sospechosas, y de tendencias partidistas. El sistema de los concursos tan grato al criollismo es contrario a la libre creación intelectual y artística. No tiene justificación sino en casos excepcionales. Es, sin embargo, entre nosotros, la única mediocre y avara posibilidad que se ofrece de vez en cuando a los intelectuales de ver premiado un trababa suyo. Los premios, mil veces más eficaces y justicieros, cuando recompensan los esfuerzos sobresalientes de la vida intelectual de un país, sin proponerles un tema obligatorio, estimulan a la vez a autores y editores, ya que constituyen una consagración de seguros efectos en la venta de un libro.
Aunque falte todavía mucho para que los problemas vitales de la cultura nacional merezcan en el Perú la consideración de las gentes vale la pena plantearlos, de vez en cuando, en términos concretos, para que al menos los intelectuales adquieran perfecta conciencia de su magnitud.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Motivos de carnaval

Motivos de carnaval

1
No desdeñemos, gravemente, los pretextos frívolos. Ningún pretexto es bastante frívolo para no poder servir a una reflexión seria. El carnaval, por ejemplo, es una de las mejores ocasiones de asomarse a la psicología y a la sociología limeñas.
El 28 de Julio es la fecha cívica en que Lima asume, con la mayor dignidad posible, su función de capital de la república. Pero, por esto mismo, por su énfasis de fecha nacional, no consigue ser característicamente limeña. (Tiene, con todo, a pesar de las ediciones extraordinarias de los diarios, un tono municipal, una reminiscencia de cabildo). La Navidad, malograda por la importación, carece de su sentido cristiano y europeo: efusión doméstica, decorado familiar, lumbre hogareña. Es una navidad estival, cálida, con traje de palm beach, en la que las barbas invernales de Noel y los pinos nórdicos hacen el efecto de los animales exóticos en un jardín de aclimatación. Navidad callejera, con cornetas de heladero, sin frío, sin nieve, sin intimidad y sin albura. La nochebuena, la misa de gallo, los nacimientos, nos han legado una navidad volcada en las calles y las plazuelas, sin más color tradicional que el del aguinaldo infantil. La procesión de los Milagros es, acaso, la fiesta más castiza y significativamente limeña del año. Es uno de los aportes de la fantasía creadora del negro a la historia limeña, si no a la historia nacional. No tiene ese paganismo dramático que debe haber en las procesiones sevillanas. Expresa el catolicismo colonial de una ciudad donde el negro se asimiló al blanco, el esclavo al señor, engriéndolo y cunándolo. Tradicional, plebeya, tiene bien asentadas sus raíces.
El carnaval limeño era también plebeyo, mulato, jaranero; pero no podía subsistir en una época de desarrollo urbano e industrial. En esta época tenía que imponerse el gusto europeizante y modernista de los nuevos ricos, de la clase media, de categorías sociales, en suma, que no podían dejar de avergonzarse de los gustos populares. La ciudad aristocrática podía tolerar, señorialmente, durante el carnaval, la ley del suburbio; la ciudad burguesa, aunque parezca paradójico, debía forzosamente atacar, en pleno proceso de democratización, este privilegio de la plebe. Porque el demos, ni en su sentido clásico ni en su sentido occidental, es la plebe.
La fiesta se aburguesó a costa de su carácter. Lo que no es popular no tiene estilo. La burguesía carece de imaginación creadora; la clase media, -que no es propiamente una clase sino una zona de transición,- mucho más. Entre nosotros, sin cuidarse de la estación ni la latitud, reemplazaron el carnaval criollo -un poco brutal y grosero, pero espontáneo, instintivo, veraniego- por un carnaval extranjero, invernal, para gente acatarrada. El cambio ha asesinado la antigua alegría de la fiesta; la alegría nueva, pálida, exigua, no logra aclimatarse. Se le mantiene viva a fuerza de calor artificial. Apenas le falte este calor, perecerá desgarbadamente. Las fiestas populares tienen sus propias leyes biológicas. Estas leyes exigen que las fiestas se nutran de la alegría, la pasión, el instinto del pueblo.
2
En los desfiles del carnaval, Lima enseña su alma melancólica, desganada, apática. La gente circula por las calles con un poco de automatismo. Su alegría es una alegría sin convicción, tímida, floja, medida, que se enciende a ratos para apagarse enseguida como avergonzada de su propio ímpetu. El carnaval adquiere cierta solemnidad municipal, cierto gesto cívico, que cohíbe en las calles el instinto jaranero de la masa. Quienes hayan viajado por Europa, sienten en esta fiesta la tristeza sin drama del criollo. Por sus arterias de sentimentaloide displicente no circula sangre dionysiaca, sangre romántica.
3
La fiesta se desenvuelve sin sorpresa, sin espontaneidad, sin improvisación. Todos los números están previstos. Y esto es, precisamente lo más contrario a su carácter. En otras ciudades, el regocijo de la fiesta depende de sus inagotables posibilidades de invención y de sorpresa. El carnaval limeño nos presenta como un pueblo de poca imaginación. Es, finalmente, un testimonio en contra de los que aún esperan que prospere entre nosotros el liberalismo. No tenemos aptitud individualista. La fórmula manchesterriana pierde todo su sentido en este país, donde el paradójico individualismo español degeneró en fatalismo criollo.
4
El carnaval es, probablemente, una fiesta en decadencia. Representa una supervivencia pagana que conserva intactos sus estímulos en el Medioevo cristiano. Era entonces un instante de retorno a la alegría pagana. Desde que esta alegría regresó a las costumbres, los días de carnaval perdieron su intensidad. No había ya impulsos reprimidos que explosionaran delirantemente. La bacanal estaba reincorporada en los usos de la civilización. La civilización la ha refinado. Con la música negra ha llegado al paroxismo. El carnaval, sobra. El hombre moderno empieza a encontrarle una faz descompuesta de cadáver. Máximo Botempelli, que con tanta sensibilidad suele registrar estas emociones, no cree que los hombres hayan amado nunca el carnaval. “La atracción del carnaval -escribe- está hecha del miedo de la muerte y del asco de la materia. La invención del carnal es una brujería en que se mezclan la sensualidad obscena y lo macabro. Tiene su razón de ser en el uso de la máscara, cuyo origen metafísico es, sin duda alguna, fálico: la desfiguración de la cara tiene a mostrar a las muchedumbres humanas como aglomeraciones de cabezas pesadas y avinadas de Priapos. Los movimientos de estas muchedumbres están animados por ese sentido de agitación estúpida que es propio de los amontonamientos de gusanos en las cavidades viscerales de los cadáveres”.
En Europa, el carnaval declina. El clásico carnaval romano no sobrevive sino en los veglioni. Y el de Niza no es sino un número del programa de diversiones de los extranjeros de la Costa Azul. La sumaria requisitoria de Bontempelli traduce, con imágenes plásticas, esta decadencia.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Réplica a Luis Alberto Sánchez. Respuesta al señor Escalante [Incompleto]

(…) deber, a esta revista, tópicos a la sección en que por el propio director de MUNDIAL ha querido situar mis estudios o apuntes sobre temas nacionales; y menos aún traigo arengas de agitador ni sermones de catequista; pero esto no quiere decir que aquí disimule mi pensamiento, sino que respeto los límites de la generosa hospitalidad que MUNDIAL me concede y de la cual mi discreción no me permitiría nunca abusar.
No es culpa mía que, -mientras de mi escritos se saca en limpio mi filiación socialista,- de los de Luis Alberto Sánchez no se deduzca con igual facilidad su filiación ideológica. Es el propio Sánchez quien se ha definido, terminantemente, como un “espectador”. Los méritos de su labor de estudioso de temas nacionales -que no están en discusión- no bastan para darle una posición en el contraste de las doctrinas y los intereses. Ser “nacionalista” por el género de los estudios, no exige serlo también por la actitud política, en el sentido limitado o particular que nacionalismos extranjeros han asignado a ese término. Sánchez, como yo, repudia precisamente este nacionalismo que encubre o disfraza un simple conservantismo, decorándolo con los ornamentos de la tradición nacional.
Y, llegados a este punto, quiero precisar otro aspecto del nexo que Luis Alberto no había descubierto entre mi socialismo de varios años -todos los de mi juventud, que no tiene por qué sentirse responsable de los episodios literarios de mi adolescencia- y mi nacionalismo recientísimo. El nacionalismo de las naciones europeas -donde nacionalismo y conservantismo se identifican y consustancian- se propone fines imperialistas. Es reaccionario y anti-socialista. Pero el nacionalismo de los pueblos coloniales -sí, coloniales económicamente, aunque se vanaglorien de su autonomía política- tiene un origen y un impulso totalmente diversos. En estos pueblos la idea de la nación no ha cumplido aún su trayectoria ni ha agotado su misión histórica. Y esto no es teoría. Si de la teoría desconfía Luis Alberto Sánchez, no desconfiaré de la experiencia. Menos aún si la experiencia está bajo sus ojos escrutadores de estudioso. Yo me contentaré de aconsejarle que dirija la mirada a la China, donde el movimiento nacionalista del Kuo Ming Tang recibe del socialismo chino su más vigoroso impulso.
Me pregunta Luis Alberto Sánchez al final de su artículo, -en el discurso del cual su pensamiento merodea por los bordes del asunto de este diálogo, sin ir al fondo- cómo nos proponemos resolver el problema indígena los que militamos bajo estas banderas de renovación. Le responderé, ante todo, con mi filiación. El socialismo es un método y una doctrina, un ideario, y una praxis. Invito a Sánchez a estudiarlos seriamente, y no solo en los libros y en los hechos sino en el espíritu que los anima y engendra.
El cuestionario que Sánchez me pone delante es -permítame que se lo diga- bastante ingenuo. ¿Cómo puede preguntarme Sánchez si yo reduzco todo el problema peruano a la oposición entre costa y sierra? He constatado la dualidad nacida de la conquista para afirmar la necesidad histórica de resolverla. No es mi ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral. Aquí estamos, he escrito al fundar una revista de doctrina y polémica, los que queremos crear un Perú nuevo en el mundo nuevo. ¿Y cómo puede preguntarme Sánchez si no involucro en el movimiento al cholo? ¿Y si este no podrá ser un movimiento de reivindicación total y no exclusivista? Tengo el derecho de creer que Sánchez no solo no toma en consideración mi socialismo sino que me juzga y contradice sin haberme leído.
La reivindicación que sostenemos es la del trabajo. Es la de las clases trabajadoras, sin distinción de costa ni de sierra, de indio ni de cholo. Si en el debate, -esto es en la teoría- diferenciamos el problema del indio, es porque en la práctica, en el hecho, también se diferencia. El obrero urbano es un proletariado; el indio campesino es todavía un siervo. Las reivindicaciones del primero, -por las cuales en Europa no se ha acabado de combatir- representan la lucha contra la burguesía; las del segundo representan aún la lucha contra la feudalidad. El primer problema que hay que resolver aquí es, por consiguiente, el de la liquidación de la feudalidad, cuyas expresiones solidarias son dos: latifundio y servidumbre. Si no reconociésemos la prioridad de este problema, habría derecho, entonces sí, para acusarnos de prescindir de la realidad peruana. Estas son, teóricamente, cosas demasiado elementales. No tengo yo la culpa de que en el Perú -y en pleno debate ideológico- sea necesario todavía explicarlas.
Y, ahora, punto final a este intermezzo polémico. Continuaré polemizando pero, como antes, más con las ideas que con las personas. La polémica es útil cuando se propone verdaderamente, esclarecer las teorías y los hechos. Y cuando no se trae a ella sino idea y móviles claros.

Respuesta al señor Escalante
Al señor Escalante -escrita la réplica a Sánchez- tengo poco que decirle. El señor Escalante sabe que no es posible trasladar esta discusión de plano doctrinal al plano político militante. Ni posible ni deseable. Porque de lo que se trata, hasta hoy, es de plantear el problema, no de resolverlo. La solución, a mi ver, pertenece al porvenir. Si el señor Escalante puede adelantarla, tanto mejor para el Perú y para el indio.
El señor Escalante, por otra parte, no me somete al interrogatorio. Comprende que nuestros principios son distintos. Y no tiene inconveniente para declararlo. Su posición es neta; la mía también. Político avisado, el señor Escalante advierte, por ejemplo, que solo debo hablar de acuerdo y a la medida de las necesidades de mi doctrina. Pero esto es lo de menos.
Mi respuesta al diputado y publicista cuzqueño, puede limitarse, por esto, a dos rectificaciones: 1º. Que yo no ha señalado el primer manifiesto del Grupo “Resurgimiento” del Cuzco precisa y específicamente como una “refutación o un desmentido contundente” al artículo “Nosotros los indios…” Me he limitado a considerarlo una respuesta, no en el sentido exclusivo que el señor Escalante supone sino en el sentido mucho más amplio de las pruebas que allega respecto a la imposibilidad práctica de resolver el problema del indio, sin destruir el gamonalismo latifundista. 2º. Que el manifiesto que se ha publicado y ha circulado en el Cuzco desde enero en pequeños folletos. Remito uno al señor Escalante para persuadirlo de la exactitud de mi aserción.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

El progreso nacional y el capital humano

I
Los que, arbitraria y simplisticamente, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que, en la historia, el hombre es anterior al dinero. Su concepción pretende ser norteamericana y positivista. Pero, precisamente, de nada acusa una ignorancia más total que del caso yanqui.
El gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se encuentran íntegramente en su material biológico. Nos enseña, además, que en este material el número ha sido menos importante que la calidad. La levadura de los Estados Unidos han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico de estos hombres desciende el misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la industria y de la finanza norte-americana. El fenómeno norteamericano aparece, en su origen, no solo cuantitativo sino, también, cualitativo.
Pero este es otro tema. No me interesa, por el momento, para otra cosa que para denunciar el punto de partida falso, irreal, del materialismo, al mismo tiempo grosero y utopista, de quienes parecen imaginarse que el dinero ha inventado a la civilización, incapaces de comprender que es la civilización la que ha inventado al dinero. Y que la crisis y la decadencia contemporáneas empezaron justamente, cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento.
El error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del factor biológico, del factor humano sobre todos los otros factores, si no artificiales, secundarios. Este es, por lo demás, un defecto común a todos los nacionalismos cuando no traducen o representan sino un interés oligárquico y conservador. Estos nacionalismos, de tipo o trama fascista, conciben la Nación como una realidad abstracta que suponen superior y distinta a la realidad concreta y viviente de sus ciudadanos. Y, por consiguiente, están siempre dispuestos a sacrificar al mito del hombre.
En el Perú hemos tenido un nacionalismo mucho menos intelectual, mucho más rudimentario e instintivo que los nacionalismos occidentales que así definen la Nación. Pero su praxis, si no su teoría, ha sido naturalmente la misma. La política peruana -burguesa en la costa, feudal en la Sierra- se ha caracterizado por su desconocimiento de valor del capital humano. Su rectificación, en este plano como en todos los demás, se inicia con la asimilación de una nueva ideología. La nueva generación siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana, que en sus cuatro quintas partes, es indígena y campesina.
II
Uno de los aspectos sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social. En el haber de nuestra escasa bibliografía, tenemos que anotar, sobre este tema, un libro interesante. Se titula “Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Sus autores son dos médicos inteligentes y trabajadores, ambos funcionarios de sanidad, los doctores Sebastián Lorente y Raúl Flores Córdova. Este libro, en más de seiscientas páginas, densas de datos y de cifras, estudia documentadamente la realidad médico-social del Perú.
Los autores se muestran por supuesto, optimistas en su esfuerzo y en su esperanza. Pero el método positivo no consiente, en la investigación, engañosas ilusiones. La verdad de nuestra situación sanitaria emerge del libro precisa y categórica. Los índices de la mortalidad y de la morbilidad son en el Perú excesivos. El capital humano se mantiene casi estacionario. En la costa, el paludismo y la tuberculosis; en la sierra, el tifus y la viruela; en la selva, todos los morbos del trópico y el pantano, minan la población exigua de la república. No se tiene una cifra exacta de la población. Pero la cifra, comúnmente aceptada, de cinco millones, basta para constatar la debilidad y la lentitud de nuestro crecimiento demográfico. La mortalidad infantil es uno de los más terribles y trágicos frenos. En Lima y en el Callao mueren antes de llegar a un año de edad la cuarta parte de los niños. En los pueblecitos rurales de la costa el índice de la mortalidad infantil es mayor aún. Tengo a la vista la estadística demográfica del distrito de Pativilca del primer semestre del año en curso que acusa una mortalidad superior a la natalidad.
En el prefacio de su libro, los doctores Lorente y Flores Córdova escriben que ‘‘el panorama médico-social nos presenta en toda su magnitud y en toda su gravedad nuestro problema sanitario”. Su estudio no exagera, en ningún caso, la realidad; tal vez, en alguno, la atenúa. Lo que ensombrece el espíritu cuando se lee este volumen, -que ojalá arribara a las manos de todos los que tan fácilmente se equivocan respecto a la jerarquía o la gradación de los problemas nacionales- no es el juicio, moderado siempre, de los autores, sino el dato desnudo, la observación objetiva, la constatación anastigmática.
III
No me toca ocuparme del mérito teórico, del valor científico de estos ‘‘Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Su estimación pertenece, exclusivamente, a los profesionales, a los competentes. Pero, sin invadir campos de crítica ajenos, quiero señalar su utilidad y su importancia como documento actual y autorizado de la “realidad profunda” del Perú. Me parece evidente, por otra parte, que los doctores Lorente y Flores Córdova, han hecho un trabajo de sistemación y de compilación singularmente meritoria en un medio como el nuestro donde los hombres de estudio difícilmente intentan especulaciones de esta magnitud.
El libro de los doctores Lorente y Flores Córdova no está destinado únicamente al ámbito profesional. Interesa a todos los estudios. Su lectura es un viaje por un Perú menos pintoresco, pero más real del que otros libros nos describen o nos disfrazan.
IV
Los doctores Lorente y Flores Córdova no se contentan en su libro con acopiar, confrontar y clasificar datos preciosos. Solicitan, formal y premiosamente, una mayor atención para el tema del capital humano. ‘‘El problema que requiere en el Perú, más urgentemente, una solución orgánica y eficaz -escriben- es el problema sanitario, no solo porque cada día prevalece y se arraiga más en la conciencia de la época el concepto de que la defensa de la salud pública es un deber primordial de todo Estado moderno, sino, sobre todo, porque ningún otro concepto corresponde con mayor exactitud a apremiantes y evidentes exigencias de la realidad peruana”.
Esto es cierto, pero incompleto. El problema sanitario no puede ser considerado aisladamente. Se enlaza y se confunde con otros hondos problemas peruanos del dominio del sociólogo y del político. Los males, los morbos, de la sierra y de la costa, se alimentan principalmente de miseria y de ignorancia. El problema, a poco que se le penetre, se transforma en un problema económico, social y político. Pero a los distinguidos higienistas, autores de la “Geografía Médica del Perú”, no les tocaba este análisis. Su diagnóstico del mal tenía que ser solamente médico.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La pobreza de la biblioteca nacional

La pobreza de la biblioteca nacional

No se escribe frecuentemente sobre la Biblioteca Nacional. El público está enterado de que existe desde hace muchos años. De que sus ilustres elzevires y otros viejos volúmenes fueron salvados de la rapacidad de los invasores chilenos por don Ricardo Palma. Y de que por su dirección han pasado eminentes hombres de letras del país.

No es esto, sin embargo, todo lo que hay que decir de la Biblioteca Nacional. Los intelectuales tienen el deber de destruir la cómoda ilusión de que el Perú posee una Biblioteca Nacional más o menos válida como instrumento de estudio y de cultura. No tengo una idea de la cultura peruana; pero creo que la Biblioteca Nacional no puede ser considerada como uno de los órganos o de los resortes sustantivos de su progreso. La Biblioteca Nacional es, actualmente, paupérrima. Me parece que todos los que nos interesamos por la cultura del país debemos declararlo con honradez y con franqueza.

La Biblioteca Nacional no corresponde a su categoría ni a su título. No tendría, en otro país, más valor que el de una biblioteca de barrio o el de una biblioteca particular. Su capital de libros, revistas y periódicos es insignificante para una Biblioteca Nacional. Lo incrementan lentamente algunos exiguos lotes de libros modernos y algunos donativos de bibliografía oficial o de autores mediocres. No llega a la Biblioteca ni un solo gran diario europeo. No llegan sino unas cuantas revistas: el “Mercure de France”, la “Revue de Genéve”, “Scientia”. Ningún hombre de estudio puede encontrar en la Biblioteca los medios de conocer o explorar alguno de los aspectos de la vida intelectual contemporánea. Para ningún estudio científico, literario o artístico ofrecen los anaqueles de la Biblioteca Nacional una bibliografía suficiente. Ni siquiera sobre tópicos tan modestos y tan nuestros como la literatura peruana es posible obtener ahí una documentación completa.

De la Biblioteca Nacional no se puede decir, como de la Universidad, que vive anémica o atrasadamente. La Biblioteca Nacional no vive casi. A su único salón de lectura concurren, en las tardes, unas cuantas personas. Y sus salones interiores tienen una magra clientela, a la que abastecen, generalmente, de materiales de investigación histórica. Se respira en todos los salones una atmósfera mucho más enrarecida que en un museo de antigüedades. No son estos salones, como debían ser, un cálido hogar de libros y de ideas. Dan la sensación de bostezar aburridos, desganados, somnolientos. La Biblioteca Nacional no existe para los hombres de estudio. No existe casi para la cultura y la inteligencia del país.

La Biblioteca de la Universidad ha logrado ya superarla. Es mucho más orgánica, más cabal, más viva. Tiene más lectores, más clientes. Ha recibido, en los últimos tiempos, notables contingentes de escogidos libros. Publica un boletín bibliográfico. No importa que su capital sea aparentemente más pequeño; es, en cambio, más activo y más moderno. El volumen de la Biblioteca Nacional resulta prácticamente un volumen ficticio. La cifra de los libros que en la Biblioteca Nacional se depositan no constituye un dato de su valor real. Seguramente, más del ochenta por ciento de esos libros duerme, en perennes e inmóviles rangos, en los anaqueles. Un enorme porcentaje de libros y folletos inútiles infla artificialmente dicha cifra, dentro de la cual se computa una inservible literatura oficial o privada que, en muchos casos, nadie ha desflorado todavía. Todo un pesado lastre que puede ser sacrificado sin que ningún interés de la cultura peruana se resienta absolutamente. (Nada perjudicaría tanto la reputación de la cultura peruana como la creencia de que tales libros y folletos representan a esta en alguna forma).

En defensa de la fama y el mérito de la Biblioteca Nacional, sería vano desempolvar el prestigio de sus viejas ediciones y de sus ancianos “bouquins”. Una biblioteca pública no es un relicario; es un órgano vivo de estudio y de investigación. Una colección abigarrada e inorgánica de libros antiguos no basta siquiera a la curiosidad limitada de un “bouquineur”. La Biblioteca Nacional no es un instrumento de cultura moderna, ni es tampoco un instrumento de cultura clásica. No tiene en nuestra vida intelectual ni aún la función de un docto asilo de humanistas.

La responsabilidad de esta situación no pertenece a los presentes ni a los pasados funcionarios de la Biblioteca Nacional. Nada en este artículo, claro y preciso, suena a requisitoria o a reproche contra las personas que, mal remuneradas, trabajan ahí honesta y oscuramente. La Biblioteca Nacional es la Cenicienta del Presupuesto de la República. Todas sus dificultades provienen de la pobreza extrema de su renta. El Estado destina al sostenimiento de la máxima biblioteca pública del país una suma ínfima. La Biblioteca no puede, por esto, efectuar mayores adquisiciones. No puede, por esto, abonarse a diarios y revistas que la comuniquen con las grandes corrientes de la vida contemporánea. No puede, por esto, sostener un boletín bibliográfico. El catálogo es un proyecto eternamente frustrado por la miseria crónica de su presupuesto.

En los cuarenta años transcurridos desde 1885, la nación se ha desarrollado apreciablemente. El presupuesto nacional y los presupuestos locales han crecido con más o menos seguridad y más o menos prisa. La Biblioteca ha sido, tal vez, la sola excepción en este movimiento unánime de progreso. Después de cuarenta años, continúa vegetando lánguida y anémicamente dentro de los mismos estrechos confines de su restauración postbélica. En cuarenta años, la filosofía, la ciencia y el arte occidentales se han renovado o se han transformado totalmente. De esta transformación la Biblioteca no guarda sino algunos documentos, algunos ecos dispersos. Nadie podría estudiar en sus libros este período de la historia de la civilización. Faltan en la Biblioteca libros elementales de política, de economía, de filosofía, de arte, etc.

La organización de una verdadera biblioteca pública constituye, en tanto, una de las necesidades más perentorias y urgentes de nuestra cultura. El Perú vive demasiado alejado del pensamiento y de la historia contemporáneas. Su importación de libros es ínfima. El esfuerzo privado, en este terreno, no ha organizado nada. No tenemos un ateneo bien abastecido de libros y de revistas. El hombre de estudio carece de los elementos primarios de comunicación con la experiencia y la investigación extranjeras. La documentación que aquí puede reunir sobre un tópico cualquiera es inevitablemente una documentación incompleta. La Biblioteca Nacional no lo provee casi nunca, oportunamente, de un libro nuevo o actual. Obras, ideas y hombres archinotorios en otras partes, adquieren, por eso, entre nosotros, tardíamente, relieves de novedad extraordinaria. Revistas y periódicos que representan enteros sectores de la inteligencia occidental no arriban nunca a este país, donde abundan, sin embargo, individuos que se suponen muy bien enterados de lo que se siente y de lo que se piensa en el mundo. Y este aislamiento, esta incomunicación, favorecen las más lamentables mistificaciones. A su sombra medra una ramplona dinastía de falsas reputaciones intelectuales.

Una enérgica campaña de los escritores peruanos en todos los diarios y todas las revistas, podría obtener un largo y próvido aumento de la renta de la Biblioteca. En caso de un resultado negativo o mediocre, podría solicitar una suscripción nacional. Yo no escribo este artículo para suscitar o iniciar esa campaña. Lo escribo porque siento, individualmente, el deber de declarar esa campaña. Lo escribo porque siento, individualmente, el deber de declarar lo que es, a mi juicio la Biblioteca Nacional de Lima. Demasiado mío, demasiado personal, este artículo no es una invitación ni es una circular al periodismo. Es una constatación individual. Es una opinión crítica.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

E. D. Morel - Pedro S. Zulen

E. D. Morel - Pedro S. Zulen

I.
¿Quién, entre nosotros, debería haber escrito el elogio del gran profesor de idealismo E. D. Morel? Todos los que conozcan los rasgos esenciales del espíritu de E. D. Morel responderán, sin duda, que Pedro S. Zulen. Cuando, hace algunos días, encontré en la prensa europea la noticia de la muerte de Morel, pensé que esta “figura de la vida mundial” pertenecía, sobre todo, a Zulen. Y encargué a Jorge Basadre de comunicar a Zulen que E. D. Morel había muerto. Zulen estaba mucho más cerca de Morel que yo. Nadie podía escribir sobre Morel con más adhesión a su personalidad ni con más emoción de su obra.

Hoy esta asociación de Morel a Zulen se acentúa y se precisa en mi consciencia. Pienso que se trata de dos vidas paralelas. No de dos parejas sino, únicamente, de dos vidas paralelas, dentro del sentido que el concepto de vidas paralelas tiene en Plutarco. Bajo los matices externos de ambas vidas, tan lejanas en el espacio, se descubre la trama de una afinidad espiritual y de un parentesco ideológico que las aproxima en el tiempo y en la historia. Ambas vidas tienen de común, en primer lugar, su profundo idealismo. Las mueve una fe obstinada en la fuerza creadora del ideal y del espíritu. Las posee el sentimiento de su predestinación para un apostolado humanitario y altruista. Aproxima e identifica, además, a Zulen y Morel una honrada y proba filiación democrática. El pensamiento de Morel y de Zulen aparece análogamente nutrido de la ideología de la democracia pura.

Enfoquemos los episodios esenciales de la biografía de Morel. Antes de la guerra mundial, Morel ocupa ya un puesto entre los hombres de vanguardia de la Gran Bretaña. Denuncia implacablemente los métodos brutales del capitalismo en África y Asia. Insurge en defensa de los pueblos coloniales. Se convierte en el asertor más vehemente de los derechos de los hombres de color. Una civilización que asesina y extorsiona a los indígenas de Asia y África es para Morel una civilización criminal. Y la voz del gran europeo no clama en el desierto. Morel logra movilizar contra el imperialismo despótico y marcial de Occidente a muchos espíritus libres, a muchas conciencias independientes. El imperialismo británico encuentra uno de sus más implacables jueces en este austero fautor de la democracia. Más tarde, cuando la fiebre bélica, que la guerra difunde en Europa, trastorna e intoxica la inteligencia occidental, Morel es uno de los intelectuales que se mantienen fieles a la causa de la civilización. Milita activa y heroicamente en ese histórico grupo de consciencious objectors que, en plena guerra, afirma valientemente su pacifismo. Con los más puros y altos intelectuales de la Gran Bretaña -Bernard Shaw, Bertrand Russell, Norman Angell, Israel Zangwill- Morel defiende los fueros de la civilización y de la inteligencia frente a la guerra y la barbarie. Su propaganda pacifista, como secretario de la Unión of Democratic Control, le atrae un proceso. Sus jueces lo condenan a seis meses de prisión en agosto de 1917. Esta condena tiene, no obstante el silencio de la prensa, movilizada militarmente, una extensa repercusión europea. Romain Rolland escribe en Suiza una vibrante defensa de Morel. “Por todo lo que sé de él, -dice- por su actividad anterior a la guerra, por su apostolado contra los crímenes de la civilización en África, por sus artículos de guerra, muy raramente reproducidos en las revistas suizas y francesas, yo lo miro como un hombre de gran coraje y de fuerte fe. Siempre osó servir la verdad, servirla únicamente, sin cuidado de los peligros ni de los odios acumulados contra su persona y, lo que es mucho más raro y más difícil, sin cuidado de sus propias simpatías, de sus amistades, de su patria misma, cuando la verdad se encontraba en desacuerdo con su patria. Desde este punto de vista, él es de la estirpe de todos los grandes creyentes: cristianos de los primeros tiempos, reformadores del siglo de los combates, librepensadores de las épocas heroicas, todos aquellos que han puesto por encima de todo su fe en la verdad, bajo cualquier forma que esta se les presente, o divina, o laica, sagrada siempre”. Liberado, Morel reanuda su campaña. Mejores tiempos llegan para la Unión of Democratic Control. En las elecciones de 1921 el Independent Labour Party opone su candidatura a la de Winston Churchill, el más agresivo capataz del antisocialismo británico, en el distrito electoral de Dundee. Y, aunque todo diferencia a Morel del tipo de político o de agitador profesional, su victoria es completa. Esta victoria se repite en las elecciones de 1923 y en las elecciones de 1924. Morel se destaca entre las más conspicuas figuras intelectuales y morales del Labour Party. Aparece, en todo el vasto escenario mundial, como uno de los asertores más ilustres de la Paz y de la Democracia. Voces de Europa, de América y del Asia reclaman para Morel el premio Nobel de la paz. En este instante, lo abate la muerte.

La muerte de E. D. Morel -escribe Paul Colin en “Europe”- es un capítulo de nuestra vida que se acaba -y uno de aquellos en los cuales pensaremos más tarde con ferviente emoción. Pues él era, con Romain Rolland, el símbolo mismo de la Independencia del Espíritu. Su invencible optimismo, su honradez indomable, su modestia calvinista, su bella intransigencia, todo concurría a hacer de este hombre un guía, un consejero, un jefe espiritual”.
Como dice Colin, todo un capítulo de la historia del pacifismo termina con E. D. Morel. Ha sido Morel uno de los últimos grandes idealistas de la Democracia. Pertenece a la categoría de los hombres que, heroicamente, han hecho el proceso del capitalismo europeo y de sus crímenes; pero que no han podido ni han sabido ejecutar su condena.

II
Reivindiquemos para Pedro S. Zulen, ante todo, el honor y el mérito de haber salvado su pensamiento y su vida de la influencia de la generación con la cual le tocó convivir en su juventud. El pasadismo de una generación conservadora y hasta tradicionalista que, por uno de esos caprichos del paradojal léxico criollo, es apodada hasta ahora generación “futurista”, no logró depositar su polilla en la mentalidad de este hombre bueno e inquieto. Tampoco lograron seducirla el decadentismo y el estetismo de la generación “colónida”. Zulen se mantuvo al margen de ambas generaciones. Con los “colónidas” coincidía en la admiración al Poeta Eguren; pero del “colonidismo” lo separaba absolutamente su humor austero y ascético.

La juventud de Zulen nos ofrece su primera analogía concreta con E. D. Morel. Zulen dirige la mirada al drama de la raza peruana. Y, con una abnegación nobilísima, se consagra a la defensa del indígena. La Secretaría de la Asociación Pro-Indígena absorbe, consume sus energías. La reivindicación del indio es su ideal. A las redacciones de los diarios llegan todos los días las denuncias de la Asociación. Pero, menos afortunado que Morel en la Gran Bretaña, Zulen no consigue la adhesión de muchos espíritus libres a su obra. Casi solo la continua, sin embargo, con el mismo fervor, en medio de la indiferencia de un ambiente gélido. La Asociación Pro-Indígena no sirve para constatar la imposibilidad de resolver el problema del indio mediante patronato o ligas filantrópicas. Y para medir el grado de insensibilidad moral de la consciencia criolla.

Perece la Asociación Pro-Indígena; pero la causa del indio tiene siempre en Zulen su principal propugnador. En Jauja, a donde lo lleva su enfermedad, Zulen estudia al indio y aprende su lengua. Madura en Zulen, lentamente, la fe en el socialismo. Y se dirige una vez a los indios en términos que alarman y molestan la cuadrada estupidez de los caciques y funcionarios provincianos. Zulen es arrestado. Su posición frente al problema indígena se precisa y se define más cada día. Ni la filosofía ni la Universidad lo desvían, más tarde, de la más fuerte pasión de su alma.

Recuerdo nuestro encuentro en el Tercer Congreso Indígena, hace un año. El estrado y las primeras bancas de la sala de la Federación de Estudiantes estaban ocupadas por una polícroma multitud indígena. En las bancas de atrás, nos sentábamos los dos únicos espectadores de la Asamblea. Estos dos únicos espectadores éramos Zulen y yo. A nadie más había atraído este debate. Nuestro diálogo de esa noche aproximó definitivamente nuestros espíritus.
Y recuerdo otro encuentro más emocionado todavía: el encuentro de Pedro S. Zulen y de Ezequiel Urviola, organizador y delegado de las federaciones indígenas del Cuzco, en mi casa, hace tres meses. Zulen y Urviola se complacieron recíprocamente de conocerse. “El problema indígena—dijo Zulen—es el único problema del Perú”.

Zulen y Urviola no volvieron a verse. Ambos han muerto en el mismo día. Ambos, el intelectual erudito y universitario y el agitador oscuro, parecen haber tenido una misma muerte y un mismo sino.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Las reivindicaciones feministas

Las reivindicaciones feministas

Laten en el Perú las primeras inquietudes feministas. Existen algunas células, algunos núcleos de feminismo. Los propugnadores del nacionalismo a ultranza pensarán probablemente: -He ahí otra idea exótica, otra idea forastera que se injerta en la mentalidad peruana.

Tranquilicemos un poco a esta gente aprensiva. No hay que ver en el feminismo una idea exótica, una idea extranjera. Hay que ver, simplemente, una idea humana. Una idea característica de una civilización, peculiar a una época. Y, por ende, una idea con derecho de ciudadanía, en el Perú, como en cualquier otro segmento del mundo civilizado.

El feminismo no ha aparecido en el Perú artificial ni arbitrariamente. Ha aparecido como una consecuencia de las nuevas formas del trabajo intelectual y manual de la mujer. Las mujeres de real filiación feminista son las mujeres que trabajan, las mujeres que estudian. La idea feminista prospera entre las mujeres de oficio intelectual o de oficio manual: profesoras universitarias, obreras. Encuentra un ambiente propicio a su desarrollo en las aulas universitarias, que atraen cada vez más a las mujeres peruanas, y en los sindicatos obreros, en los cuales las mujeres de las fábricas se enrolan y organizan con los mismos derechos y los mismos deberes que los hombres. Aparte de este feminismo espontáneo y orgánico, que recluta sus adherentes entre las diversas categorías del trabajo femenino, existe aquí, como en otras partes, un feminismo de diletantes un poco pedante y otro poco, mundano. Las feministas de este rango convierten el feminismo en un simple ejercicio literario, en un mero deporte de moda.

Nadie debe sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en un movimiento feminista único. El feminismo, tiene, necesariamente, varios colores, diversas tendencias. Se puede distinguir en el feminismo tres tendencias fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo burgués, feminismo pequeño-burgués y feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer burguesa solidariza en feminismo con el interés de la clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su feminismo con la fe de las multitudes revolucionarias en la sociedad futura. La lucha de clases -hecho histórico y no aserción teórica- se refleja en el plano feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarias. No pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla. En el actual panorama humano, la clase diferencia a los individuos más que el sexo.

Pero esta pluralidad del feminismo no depende de la teoría en sí misma. Depende, más bien, de sus deformaciones prácticas. El feminismo, como idea pura, es esencialmente revolucionario. El pensamiento y la actitud de las mujeres que se sienten al mismo tiempo feministas y conservadoras carecen, por tanto de íntima coherencia. El conservantismo trabaja por mantener la organización tradicional de la sociedad. Esa organización niega a la mujer los derechos que la mujer quiere adquirir. Las feministas de la burguesía aceptan todas las consecuencias del orden vigente, menos las que se oponen a las reivindicaciones de la mujer. Sostienen tácitamente la tesis absurda de que la sola reforma que la sociedad necesita es la reforma feminista. La protesta de estas feministas contra el orden viejo es demasiado exclusiva para ser válida.

Cierto que las raíces históricas del feminismo están en el espíritu liberal. La revolución francesa contuvo, los primeros gérmenes del movimiento feminista. Por primera vez se planteó entonces, en términos precisos, la cuestión de la emancipación de la mujer. Babeuf, el leader de la conjuración de los iguales, fue un asertor de las reivindicaciones feministas. Babeuf arengaba así a sus amigos: “No impongáis silencio a este sexo que no merece que se le desdeñe. Realzad más bien la más bella porción de vosotros mismos. Si no contáis para nada la las mujeres en vuestra república, haréis de ellas pequeñas amantes de la monarquía. Su influencia será tal que ellas la restaurarán. Si, por el contrario, las contáis para algo, haréis de ellas Cornelias y Lucrecias. Ellas os darán Brutos, Gracos y Scevolas”. Polemizando con los anti-feministas, Babeuf hablaba de “este sexo que la tiranía de los hombres ha querido siempre anonadar, de este sexo que no ha sido inútil jamás en las revoluciones”. Mas la revolución francesa no quiso acordar a las mujeres la igualdad y la libertad propugnadas por estas voces jacobinas o igualitarias. Los Derechos del Hombre, como una vez he escrito, podían haberse llamado, más bien Derechos del Varón. La democracia burguesa ha sido una democracia exclusivamente masculina.

Nacido de la matriz liberal, el feminismo no ha podido ser actuado durante el proceso capitalista. Es ahora, cuando la trayectoria histórica de la democracia llega a su fin, que la mujer adquiere los derechos políticos y jurídicos del varón. Y es la revolución rusa la que ha concedido explícita y categóricamente a la mujer la igualdad y la libertad que hace más de un siglo reclamaban en vano de la revolución francesa Babeuf y los igualitarios.

Mas si la democracia burguesa no ha realizado el feminismo, ha creado, involuntariamente las condiciones y las premisas morales y materiales de su realización. La ha valorizado como elemento productor, como factor económico, al hacer de su trabajo un uso cada día más extenso y más intenso. El trabajo muda radicalmente la mentalidad y el espíritu femeninos. La mujer adquiere, en virtud del trabajo, una nueva noción de sí misma. Antiguamente, la sociedad destinaba a la mujer al matrimonio o a la barraganía. Presentemente, la destina, ante todo, al trabajo. Este hecho ha cambiado y ha elevado la posición de la mujer en la vida. Los que impugnan el feminismo y sus progresos con argumentos sentimentales o tradicionalistas pretenden que la mujer debe ser educada solo para el hogar. Pero, prácticamente, esto quiere decir que la mujer debe ser educada solo para funciones de hembra y de madre. La defensa de la poesía del hogar es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer. En vez de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo disminuye y lo rebaja. La mujer es algo más que una madre y que una hembra, así como el hombre es algo más que un macho.

El tipo de mujer que produzca una civilización nueva tiene que ser sustancialmente distinto del que ha formado la civilización que actualmente declina. En un artículo sobre la mujer y la política, he examinado así algunos aspectos de este tema: “A los trovadores y a los enamorados de la frivolidad femenina no les falta razón para inquietarse. El tipo de mujer creado por un siglo de refinamiento capitalista está condenado a la decadencia y al tramonto. Un literato italiano, Pitigrilli, clasifica a este tipo de mujer contemporánea como, un tipo de mamífero de lujo.

Y bien, este mamífero de lujo se irá agotando poco a poco. A medida que el sistema colectivista reemplace al sistema individualista, decaerán el lujo y la elegancia feministas. La humanidad perderá algunos mamíferos de lujo; pero ganará muchas mujeres. Los trajes de la mujer del futuro serán menos caros y suntuosos; pero la condición de esa mujer será más digno. Y el eje de la vida femenina se desplazará de lo individual a lo social. La moda no consistirá ya en la imitación de una moderna Mme. Pompadour ataviada por Paquin. Consistirá, acaso, en la imitación de una Mme. Kollontay. Una mujer, en suma, costará menos, pero valdrá más”.

El tema es muy vasto. Este breve artículo intenta únicamente constatar el carácter de las primeras manifestaciones del feminismo en el Perú y ensayar una interpretación muy sumaria y rápida de la fisonomía y del espíritu del movimiento feminista mundial. A este movimiento no deben ni pueden sentirse extraños ni indiferentes los hombres sensibles a las grandes emociones de la época. La cuestión femenina es una parte de la cuestión humana. El feminismo me parece, además, un tema más interesante e histórico que la peluca. Mientras el feminismo es la categoría, la peluca es la anécdota.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Lo nacional y lo exótico

Lo nacional y lo exótico

Frecuentemente se oyen voces de alerta contra la asimilación de ideas extranjeras. Estas voces denuncian el peligro de que se difunda en el país una ideología inadecuada a la realidad nacional. Y no son una protesta de las supersticiones y de los prejuicios del difamado vulgo. En muchos casos, estas voces parten del estrato intelectual.

Podrían acusar una mera tendencia proteccionista dirigida a defender los productos de la inteligencia nacional de la concurrencia extranjera. Pero los adversarios de la ideología exótica solo rechazan las importaciones contrarias al interés conservador. Las importaciones útiles a ese interés no les parecen nunca malas, cualquiera que sea su procedencia. Se trata, pues, de una simple actitud reaccionaria, disfrazada de nacionalismo.

La tesis en cuestión se apoya en algunos frágiles lugares comunes. Más que una tesis es un dogma. Sus sostenedores demuestran, en verdad, muy poca imaginación. Demuestran, además, muy exiguo conocimiento de la realidad nacional. Quieren que se legisle para el Perú, que se piense y se escriba, para los peruanos y que se resuelva nacionalmente los problemas de la peruanidad anhelos que suponen amenazados por las filtraciones del pensamiento europeo. Pero todas estas afirmaciones son demasiado vagas y genéricas. No demarcan el límite de lo nacional y lo exótico. Invocan abstractamente una peruanidad que no intenta, antes, definir.

Esa peruanidad, confusamente insinuada, es un mito, es una ficción. La realidad nacional está menos desconectada, es menos independiente de Europa de lo que suponen nuestros nacionalistas. El Perú contemporáneo se mueve dentro de la órbita de la civilización occidental. La mistificada realidad nacional no es sino un segmento, una parcela de la vasta realidad mundial. Todo lo que el Perú contemporáneo estima lo ha recibido de esa civilización que no sé si los nacionalistas a ultranza calificarán también de exótica. ¿Existe hoy una ciencia, una filosofía, una democracia, un arte, existen máquinas, instituciones, leyes, genuina y característicamente peruanos? ¿El idioma que hablamos y que escribimos, el idioma siquiera, es acaso un reducto de la gente peruana?
El Perú es todavía una nacionalidad en formación. Lo están construyendo sobre los inertes estratos indígenas, los aluviones de la civilización occidental. La conquista española aniquiló la cultura incaica. Destruyó el Perú. Frustró la única peruanidad que ha existido.

Los españoles extirparon del suelo y de la raza todos los elementos vivos de la cultura indígena. Reemplazaron la religión incásica con la religión católica romana. De la cultura incásica no dejaron sino vestigios muertos. Los descendientes de los conquistadores y los colonizadores constituyeron el cimiento del Perú actual. La independencia fue realizada por esta población criolla. La idea de la libertad no brotó espontáneamente de nuestro suelo; su germen nos vino de fuera. Un acontecimiento europeo, la revolución francesa, engendró la independencia americana. Las raíces de la gesta libertadora se alimentaron de la ideología de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Un artificio histórico clasifica a Tupac Amaru como un precursor de la independencia peruana. La revolución de Tupac-Amaru la hicieron los indígenas; la revolución de la independencia la hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguineidad espiritual ni ideológica. A Europa, de otro lado, no le debimos solo la doctrina de nuestra revolución, sino también la posibilidad de actuarla. Conflagrada y sacudida, España no pudo, primero, oponerse válidamente a la libertad de sus colonias. No pudo, más tarde, intentar su reconquista. Los Estados Unidos declararon su solidaridad con la libertad de la América española. Acontecimientos extranjeros en suma, siguieron influyendo en los destinos hispano-americanos. Antes y después de la revolución emancipadora, no faltó gente que creía que el Perú no estaba preparado para la independencia. Sin duda, encontraban exóticas la libertad y la democracia. Pero la historia no le da razón a esa gente negativa y escéptica, sino a la gente afirmativa, romántica, heroica, que pensó que son aptos para la libertad todos los pueblos que saben adquirirla.

La independencia aceleró la asimilación de la cultura europea. El desarrollo del país ha dependido directamente de este proceso de asimilación. El industrialismo, el maquinismo, todos los resortes materiales del progreso nos han llegado de fuera. Hemos tomado de Europa y Estados Unidos todo lo que hemos podido. Cuando se ha debilitado nuestro contacto con el extranjero, la vida nacional se ha deprimido. El Perú ha quedado así insertado dentro del organismo de la civilización occidental.
Una rápida excursión por la historia peruana nos entera de todos los elementos extranjeros que se mezclan y combinan en nuestra formación nacional. Contrastándolos, identificándolos, no es posible insistir en aserciones arbitrarias sobre la peruanidad. No es dable hablar de ideas políticas nacionales.

Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero tenemos también el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es un fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria. Los pueblos con más aptitud para el progreso son siempre aquellos con más aptitud para aceptar las consecuencias de su civilización y de su época. ¿Qué se pensaría de un hombre que rechazase, en el nombre de la peruanidad el aeroplano, el radium, el linotipo, considerándolos exóticos? Lo mismo se debe pensar del hombre que asume esa actitud ante las nuevas ideas y los nuevos hechos humanos.

Los viejos pueblos orientales a pesar de las raíces milenarias de sus instituciones, no se clausuran, no se aíslan. No se sienten independientes de la historia europea. Turquía, por ejemplo, no ha buscado su renovación en sus tradiciones islámicas, sino en las corrientes de la ideología occidental. Mustafá Kemal ha agredido las tradiciones. Ha despedido de Turquía al kalifa y a sus mujeres. Ha creado una república de tipo europeo. Este orientamiento revolucionario e iconoclasta no marca, naturalmente, un período de decadencia sino un período de renacimiento nacional. La nueva Turquía, la herética Turquía de Kemal ha sabido imponerse, con las armas y el espíritu, al respeto de Europa. La ortodoxa Turquía, la tradicionalista Turquía de los sultanes sufría, en cambio, casi sin protesta, todos los vejámenes y todas las expoliaciones de los occidentales. Presentemente Turquía no repudia la teoría ni la técnica de Europa; pero repele los ataques de los europeos a su libertad. Su tendencia a occidentalizarse no es una capitulación de su nacionalismo.

Así se comportan antiguas naciones poseedoras de formas políticas, sociales y religiosas propias y fisonómicas. ¿Cómo podrá, por consiguiente el Perú, que no ha cumplido aún su proceso de formación nacional, aislarse de las ideas y las emociones europeas? Un pueblo con voluntad de renovación y de crecimiento no puede clausurarse. Las relaciones internacionales de la Inteligencia tienen que ser, por fuerza, libre-cambistas. Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica. La propagación de una idea no es culpa ni es mérito de sus asertores; es culpa o es mérito de la historia. No es romántico pretender adaptar el Perú a una realidad nueva. Más romántico es querer negar esa realidad acusándola de concomitancias con la realidad extranjera. Un sociólogo ilustre dijo una vez que en estos pueblos sud-americanos falta “atmósfera de ideas”. Sería insensato enrarecer más esa atmósfera con la persecución de las ideas que, actualmente, están fecundando la historia humana. Y si místicamente, gandhianamente, deseamos separarnos y desvincularnos de la “satánica civilización europea”, como Gandhi la llama, debemos clausurar nuestros confines no solo a sus teorías sino también a sus máquinas para volver a las costumbres y a los ritos incásicos. Ningún nacionalista criollo aceptaría, seguramente esta extrema consecuencia de su jingoismo. Porque aquí el nacionalismo no brota de la tierra, no brota de la raza. El nacionalismo a ultranza es la única idea efectivamente exótica y forastera que aquí se propugna. Y que, por forastera y exótica, tiene muy poca chance de difundirse en el conglomerado nacional.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Distribución de ejemplares del Quincenario Labor Nº 10

Este documento detalla la cantidad de ejemplares del número 10 del Quincenario Labor que se distribuyeron, tanto en los puestos de periódicos y fábricas como entre los agentes de la Sociedad Editora Amauta. Entre los agentes se encuentran: De la Fuente, Luz y Libert, Bernal, Batallanos, Chávez II, Sovero, Landa Hinostroza, Pío Huaringa, Laos, La Madrid, Meza Vidal, Julio César Nieri, Nerval, José Polo, Rafael Polo, Lazo Sánchez, Domingo Solís; y entre las fábricas, Santa Catalina, San Jacinto, La Victoria, El Progreso, La unión, Backus, Yanacones, El Inca, Vitarte, Ferroviarios.

Sociedad Editora Amauta

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