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Carta a Juan Marinello, 16/3/1930

Lima, 16 de marzo de 1930
Sr. D. Juan Marinello.
La Habana.
Muy estimado compañero:
Ud. me excusará el retardo con que contesto su grata carta de fines de diciembre último, al saber que al habitual desequilibrio entre mi salud y mi trabajo se ha agregado en los últimos meses una temporada de playa y sol en la Herradura que me ha impedido ocuparme en mi más cara correspondencia.
La función de vinculador que Waldo Frank ha tenido en su viaje, entre algunos núcleos de nuestra América, corresponde bien a la calidad e intención de su mensaje. Frank ha dejado en Lima amigos entusiastas. Yo no tengo talvez más título a su distinción que el de haber sido el primero en comentar en el Perú sus libros y en señalar, ante todo, el valor de Nuestra América, en el artículo del que 1929 tomó un párrafo.
Le envío, con los últimos números de Amauta, un ejemplar de mis 7 Ensayos.— Le debo la expresión de mi reconocimiento por la generosa cita que de mi obra hace en su interesantísima respuesta a la encuesta de Cahiers de l’Etoile. Este ensayo ha sido reproducido por un diario de Lima. Le mando el recorte.
También le acompaño dos colaboraciones para el número peruano de 1930. El próximo correo le llevará un ensayo mío.
Estas líneas no se proponen sino establecer la correspondencia iniciada por su carta —magnífico mensaje de amistad.
Preparo mi viaje a Buenos Aires, donde espero resolver con el problema de mi movilidad, mediante una aplicación ortopédica, el de mi salud.Nuestro querido Glusberg es el auspiciador de este viaje, al cual me anima, también, resueltamente, Waldo Frank. Amauta continuará publicándose en Lima; pero si al ausentarme yo le crearan dificultades, la trasladaría a Buenos Aires.
Lo abraza, con simpatía y estimación profundas, su devotísimo compañero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de House of Press, 10/11/1930

Leningrad (USSR) the 10 november 1930
Dear sirs,
By the present we are kindly asking you to send us one specimen - copy for a Newspaper-Exhibition: "The Universal Press of all Nations". to the following address. Thanking you in advance.
We remain, dear Sirs, yours very truly.
Office House of Press
Our address:
U.S.S.R LENINGRAD, 11
Fontanka, 7.
Dom Pechati (House of Press)

House of Press

Carta de Héctor A. Cano, 2/2/1930

Ayaviri (Provincia de Melgar), 2 de febrero de 1930
A José Carlos Mariátegui
Lima
He leído mucho a "Amauta: que tu diriges, yo sé que tu revista es la única en nuestra tierra que retrata nuestra alma andina como es, i por esto te ofresco mis primeros palotes literarios.
Soy todavía un "makta". Tengo 15 años i he cursado tercer año de media en el colegio "Ciencias" del cuzco, donde mi maestro Uriel García me dijo que tenía garganta de "Kellunchu" para cantar las bellesas de mi puna.
Yo sé que eres noble i bueno i has de aceptar que te mande mis producciones por si acaso tenga cabida en tus tribuna.
Servidor.
Hector A. Cano

Cano, Héctor A.

Carta de M. Julio Delgado A., 22/2/1930

Mollendo, 22 de febrero de 1930
Al señor D. José Carlos Mariátegui
Lima.
Mi distinguido señor don José Carlos:
Por la premura de mi viaje, no pude ir a despedirme, pues tuve que hacerla operar a mi mamá de una eventración.
Me tiene en este puerto, en el que permaneceré hasta el 3 de marzo y después de esta fecha en Arequipa, donde podré cumplir sus gratas órdenes. He venido a pasar una temporada.
En el número 27 de Amauta he leído, el artículo que le dejé, entre el apropiado rubro de “Esquemas”. Muy agradecido por el sitio.
Adjunta a ésta encontrará un articulito de actualidad. He hecho sintético porque he creído que Amauta, está, como siempre, llenado con trabajos más importantes. Dada la condición actual del periodismo tiene distinto ropaje del espíritu que informa. En fin, siempre que le gustara podrá ser incluido en su Revista.
Si tuviera Ud. tiempo le rogaría me indique las revistas principales sobre Ciencias Sociales, sobre todo Sociología.
Pienso publicar el librito de que le hablé se titula: "Folklore y apuntes para la Sociología Indígena"; de modo que antes de hacerlo deseo tener su valiosa opinión.
Lo saludo con la estimación de siempre y ojalá que no haya sufrido tropiezo su mejoría. Suyo atento.
M. Julio Delgado A.

Delgado A. M. Julio

Tarjeta de Samuel Ramírez Castilla, 2/1930

Cuzco, último día de febrero de 1930
Mi siempre recordado don José Carlos:
Que estas lineas lo encuentren bien, son mis deseos. Sus cartas llegaron oportunamente sin me haya sido posible responderle hasta ahora. Entregué a Casiano su carta i me reclamó unos formularios q' no he recibido. El sobre cerrado para Odar se lo devolveré porque no he podido dar con él: no lo conocen ni Rado ni Valcarcel i otros muchachos con quienes ha debido estar.
El poema que le adjunto ya usted sabe que no tiene otro objeto que el de publicarse en Amauta. ¿Los renglones subrayados? Simplemente una letra o tipo mas grande que el designado al resto. Que no lleven raya.
Calculando que esta tarjeta llegue a sus manos, le haré un giro por el banco italiano para que me mande usted Redescubrimietno de América i Nuestra América de W. Frank en castellano. Le ruego tambien indicar los precios de diario de viaje de un filósofo, el mundo que nace i Europa. Si usted tiene a bien me manda todos esos libros indicándome, inclusive el porte, cuánto debo girarle por el banco indicado. O si los precios vienen antes, mejor. Tambien puedo ser su agente por los libros indicados, pues facil sería vender esos volumenes que aquí mucha gente anhela leer i no hay en ninguna librería.
Está bien lo que usted dice de estéfano.
Preparo el libro: "Por la unidad de los pueblos de América". Quiero que sea un libro de poco filosófico i de observación personal. Pues la palabrería está bien para discursos políticos. Lo que desde ahora me angustia un poco, es el gasto que demandaría imprimirlo.
Saludos a los amigos de que de mí pregunten o usted i familia reciban mis recuerdos.
Samuel

Ramírez Castilla, Samuel

La chicha

Dibujo "La Chicha" de Camilo Blas publicado en la revista Amauta.

Blas, Camilo

Carta a Samuel Glusberg, 25/3/1930

Lima, 25 de marzo de 1930
Muy estimado amigo:
Debe Ud. haber recibido ya mi respuesta a su carta aérea. Contesto hoy su última del 7, con la cual recibo la que Ud. obtuvo de Historia Nueva. No la suscribe la administración, sino uno de los escritores de H.N. Félix del Valle, de La Libertad de Madrid, muy amigo mío también. Corresponde al período en que César Falcón se trasladaba de Londres a Madrid, o se instalaba definitivamente en esta ciudad, para organizar bajo su dirección inmediata los servicios y trabajos de H.N. No le guarde Ud. pues ningún enojo. Le escribirá apenas yo lo entere de lo ocurrido y se vincularán cordialmente L.V.L. e H.N..
Empiezo a enviarle el material para el número peruano de L.V.L. Si Ud. quiere lo ilustrarán también los artistas peruanos. Le mandaré, en todo caso, algunas colaboraciones artísticas. —Van hoy una prosa de Eguren, unos poemas de Enrique Bustamante y Ballivián y una prosa de Estuardo M. Núñez, este último de la novísima generación, la de Martín Adán, revelada por Amauta y ahora incorporada en todas las revistas de aquí, sin exceptuar al viejo Mercurio Peruano.
Sin ningún contratiempo de última hora, espero partir a principios de mayo. Es posible que me detenga algunos días en Santiago, si puedo dar ahí alguna conferencia y arreglar alguna colaboración. Pero puedo apresurar un poco mis preparativos, si Ud. me lo indica.
Luis Alberto Sánchez, que sale mañana para Santiago, invitado por la Universidad para ofrecer algunas conferencias sobre literatura peruana y americana, le enviará un capítulo de su biografía novelada de González Prada, próxima a aparecer en libro. También le mandará otros originales, compilados para 1930, o se asociará a la instancia de Ud. a sus editores para que le envíen las pruebas. Ud. a su vez puede enviar a éstos, pruebas del material especialmente obtenido por mí para L.V.L.
Si reproduce Ud. “Arte, Revolución y Decadencia”, suprima el párrafo pertinente al poema de Hidalgo, porque éste encontrando probablemente que yo estaba en lo cierto quitó de su “Ubicación de Lenin” los versos criticados. Con esta corrección aparecen en su libro Descripción del Cielo. Pero como yo también he corregido y aumentado este ensayo, publique mejor otra cosa mía. Debe Ud. tener una nota sobre la vida de Chopin por Guy de Portales que le envié con otras publicadas en sucesivos números de L.V.L. Me interesa porque no tengo otra copia de ese artículo, en el que enuncio una teoría del amor clásico y romántico, insinuada también en mi crónica-relato. Espero alcanzar a expedirle por este mismo correo otros originales que hago copiar en este momento.
Le enviaré un apunte de Eguren y la foto del óleo de Julia Codesido.
Muy reconocido a su solicitud vigilante y generosa.
He recibido con el último libro de Capdevila, una carta muy cordial y honrosa.
Lo abraza afectuosamente su amigo y compañero
[Firma de José Carlos Mariátegui]

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de J. Serapio Moya, 14/8/1930

Piura, 14 de agosto de 1930
Señores Sociedad Editora Amauta
Lima
Muy estimados señores:
Me refiero a su atta. circular fecha 9 de julio por la que se sirven informarme del estado de mi cuenta que asciende a S/.74-25; y que estimándola como crédito, para su cobranza pasara a la "Editorial Minerva".
Como en otras ocasiones he manifestado a uds. la venta de esta Revista, no ha brindado el éxito que esperaba; y en la actualidad tengo como saldo de sus envíos ciento cincuentiun ejemplares distribuidos en diez paquetes, los que en el deseo de devolverlos , solicité al correo el informe sobre el porte que le afecta, el que importa S/.1-15 o sea S/. 15-00 en total. Habiendo recibido 165 ejemplares hasta el #29, quedan en mi contra 14 ejemplares vendidos y cuyo importe no cubre el valor de los gastos que la devolución que deseo verificar me impondría, por tal circunstancia consulto a uds. la forma como debo proceder.
Pendiente de su grata respuesta sobre el particular a que la presente se refiere; sírvanse recibir las distinguidas consideraciones de su mui atto. s.s
j. Serapio Moya

Moya, Serapio J.

Carta de Vicente Basso Maglio, 21/2/1930

Montevideo, 21 de febrero de 1930
Palmar 2166
A J. C. Mariátegui, cordialmente.
Le envío al amigo diez ejemplares de "Tragedia de La Imagen" para que la Editorial Amauta, disponga de ellos para ella.
Le quedo reconocidísimo si Ud. distribuye los ejemplares que envío a algunos compañeros.
Disponga de mí, ampliamente. Saludos de "Alfar" o Casal y mis afectos.
V. Basso Maglio

Basso Maglio, Vicente

Carta de Fernando Binvignat, 1930

La Serena, Chile, 1930
Señor José C. Mariátegui
Lima
Le envío unos poemas para Amauta. Le ruego dirigirme el número de la revista, cuando se publiquen.
Un saludo cordial
[Fernando Binvignat]
Casilla 79

Binvignat, Fernando

Imágenes publicadas en 1930

Este grupo de documentos reúne algunas de las imágenes que se publicaron en la Revista Amauta en 1930.
Cada imagen fue seleccionada por José Carlos Mariátegui para cada número publicado.

Revista Amauta

La pareja

1 dibujo "La pareja" de Camilo Blas publicado en la revista Amauta.

Blas, Camilo

Hiladora

Dibujo "Hiladora" realizado por Camilo Blas y publicado en la revista Amauta en 1930.

Blas, Camilo

La Patrona

Dibujo "La Patrona" realizado por Camilo Blas y publicado en la revista Amauta en 1930.

Blas, Camilo

Sigfrido Mariátegui Chiappe

Fotografía de Sigfrido Mariátegui Chiappe, segundo hijo de José Carlos Mariátegui, en su cada de Washington Izquierda 544, Lima.

Archivo José Carlos Mariátegui

Carta a Joaquín Edwards Bello, 26/3/1930

Lima 26 de marzo de 1930
Sr. D. Joaquín Edwards Bello
Santiago
Querido y estimado compañero:
El viaje de Blanca del Prado me ofreció la oportunidad de escribirle y reiterarle el envío de mis "7 ensayos de interpretación de la Realidad Peruana" que, por Concha Romero, supe que no había Ud. recibido. No he tenido aún sus respuesta; pero sé por Blanca del Prado que sigue Ud. siendo para la vanguardia peruana el fraterno amigo de siempre.
Viaja hoy a Santiago Luis Alberto Sánchez. Va invitado por la universidad. Es catedrático de nuestra Facultad de Letras; pero el mejor elogio que se puede hacer de él es que es lo menos universitario posible. Se acercará seguramente a Ud. y a los hombres de Chile que verdaderamente pueden interesarle con sencillo espíritu de camarada. Se ha formado en el periodismo, más que en la Universidad; y en su interpretación e historia de nuestra literatura prescinde generalmente del acatamiento a lo oficial y a lo académico.
Sánchez le hablará, probablemente, de mi viaje. He aceptado la invitación de mis amigos de "La Vida Literaria" de Buenos Aires para realizar en mayo próximo mi antiguo proyecto de visitar la Argentina. I pasaré algunos días en Santiago, tanto para tener una rápida impresión de Chile como abrazar a mis amigos de ese país, Ud. el primero.
Hágame sabe si recibió el libro de Eguren y los números de "Amauta" que con ese volumen le enviamos a "La Nación". Tengo muy mala experiencia de los envíos a la redacciones de diarios. Para ponernos a cubierto de cualquier falla postal, confie Ud. sus respuesta a Sánchez.
Muy cordialmente lo abraza sus amigo y compañero devotísimo.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Editorial Cenit S.A,9/6/1930

Madrid, 9 de junio de 1930
Sociedad Editora "Amauta"
Apartado de Correos 2107
Lima (Perú)
Estimados amigos:
Llegó a nosotros la terrible e inesperada noticia de la muerte de José Carlos Mariátegui cuando teníamos puestas en él todas nuestras esperanzas para una colaboración eficaz y entusiasta en la propagación de nuestra empresa por América. Como nosotros sentimos este golpe creemos que el mejor homenaje que podemos rendirle es el de perseverar en la labor a la que él dio su vida.
Nuestra Factura 234: seguimos sin poder aclarar lo sucedido con el envío correspondiente a esta factura. Para mayor dificultad no aparece en nuestro archivo los recibos de certificados de aquellos días. En cuanto a la posible equivocación de dirección de que nos hablan por coincidir esto con la exposición de las obras a que hacía referencia nuestra factura en los escaparates de la librería Rosay de esa, no es posible no tener nosotros conocimiento de la existencia de tal librería hasta que hemos recibido la carta de Uds. Si ella recibe libros serán por conducto de la Compañía Ibero Americana de Publicaciones, En vista de las dificultades con que se tropieza para aclarar esto y teniendo encuentra el hecho cierto de no haber recibido Uds. los paquetes, decidimos anular nuestra factura nº 234 descargando el importe de pesetas 549 de su apreciable cuenta.
NUESTRA LETRA NÚMERO 78 DE PESETAS 1.086: les insistimos a Uds. en cuanto les decíamos en nuestra carta del 18 de abril sobre los perjuicios que nos ha ocasionado la devolución de este efecto. Pueden Uds. girarnos inmediatamente esa media parte que el banco no aceptó y el resto después cuanto antes le sea posible.
Esperando sus noticias quedamos suyos affmos. amigos
q.e.s.m
Editorial Cenit, S.A
Gerente

Editorial Cenit

Recibo por Derechos de Subvención, 31/12/1929

Recibo emitido por la Sociedad Unión Vendedores de Periódicos y Auxilios Mutuos de Lima con motivo de pago de 5(cinco) soles por derechos de subvención, correspondiente a la fecha del 31 de diciembre de 1929.

Sociedad Editora Amauta

Carta de Waldo Frank, 30/12/1929

[Se ha respetado la grafía del original]
New York, 30 de diciembre de 1929
Muy querido hermano.
Acabo de llegar; no me he acostumbrado todavía a mi propio país ni a la vida humana que encuentro aquí. Me es difícil hablar, y escribir. Ya está empezando el proceso de digerir todo lo que me ocurrió, todo lo que he aprendido en su América. Voy a dedicarme a esta tarea, y a la de escribir el libro que debe ser el fruto de mi viaje, y justificarlo, enseguida. Una tarea honda, larga, dificilíssima. Todo el año 1930 no bastará, tal vez, a acabarla. Felizmente, he ganado bastante dinero para poder esconderme lo necesario, y para dedicarme sin interrupción a la obra. Procuraré hacer un libro constructivo —un libro de vida y de acción.
Querido José, no sabes —no puedes saber cuánto mi conocimiento con ti me vale— y me nutre. Es el “climax” de mi viaje. Cuando mi solitaria vida aquí me asuste demasiado, pensaré a ti, a tus amigos, a este conjunto hermoso que tu espíritu ha creado en el Perú. Mientras tanto, he escrito dos veces a Glusberg, diciéndole la importancia de lograr tu visita a B. A.—la importancia verdaderamente americana. Y he escrito lo mismo (dos veces) a Victoria Ocampo, quien podrá tal vez ayudaros. Ella se marchó a París: pues mi comunicación con ella, cuando llegue ella, no será tan larga.
No puedo escribir una verdadera carta: como he dicho, me es necesario el silencio. Esta vuelta al Hecho Americano, después de mi gran viaje en el país de las ideas, es penosa, naturalmente. Comprenderá, como entiendes todo.
Know, dear friend, that in the deepest sense you are my brother, and that you have my love (also in the deepest sense) forever.
Mis cariños a Sra. Mariátegui, a Leguía (el bueno), Sánchez, a Sabogal, a Julia, a todos, a todas... Qué recuerdo maravilloso me han dado, para siempre.
ti hermano
Waldo Frank
Los envíos no me han logrado —ni cortes, ni libros.
Jan. 12.
P.S. 12 de enero. Mucho trabajo en dos semanas! Ya tengo el plan de mi libro sobre América hispana. Esto me espantó lo más —crear una forma que articulara la complejidad viviente de Hispano-América, en sus facetas de cultura moderna, americana y mundial. Creo que esta primera etapa de la obra ya existe. Voy a dar todo el año 1930 (a lo menos) al libro.

Frank, Waldo

Carta de Jorge Estrella, 29/12/1929

La Paz, 29 de diciembre de 1929
CIRCULAR INFORMATIVA Nº 15.
Al C. Secretario Gral. de
PARTIDO SOCIALISTA DEL PERÚ
Lima
Compañero
Sírvase Ud. poner en conocimiento de esa fraternal, lo siguiente:
1
La Célula de la Paz, compuesta por los miembros organizadores: Mario Nerval, Jorge Estrella, Martha Perovskaya Nerval y Omar Estrella, secundada después por los cc. afines: J. Natusch Velasco, Ramón Katari, Roberto del Carpio, y otros más, ausentes, y que no abandonan la labor impuesta, cierra hoy su balance de fuerzas activas con la introducción a su seno de nuevos y prestigiosos camaradas, cuya lista es la siguiente:
Federico Sal y Rosas, Luis Aníbal Fernández, Luis Benjamín Gálvez, Augusto Chávez Bedoya, Alejandro Macedo Aragón, Angélica Chavez B. fuerzas activas con las que abrirá un nuevo ciclo de acción con el año que empieza, para acercarnos a la Revolución.
2
SECRETARIAS.- En la Renovación de ellas, la Secretaria Gral. de esta Célula, ha sido nuevamente encomendada al c. Jorge Estrella.
SECRETARIA DE ACTAS.- pasó a manos del c. Aníbal Fernández.
SECRETARIA DE HACIENDA- A mano del c. A. Chávez Bedoya.
Para una más intensiva labor, se han nombrado las siguientes comisiones:
Secretaria de Relaciones: compuesta por los cc. Mario Nerval y Luis Gálvez
Secretaria de Cultura: por F. Sal y Rosas, Omar Estrella y Ramón Katari
3
Nuevos Acordes: las ediciones de libros y folletos "Meridiano" asó como el boletín del mismo nombre , llevarán, de hoy en adelante , el rubro de "El Fuego", por responder mejor a las exigencias de nuestra labor y a las tendencias emanadas de ella, debiendo darse a la luz con el nombre anterior de "Meridiano", únicamente nuestro npumero 7, ya en presa, de dicho boletín.
4
Correspondencia e Intercambio Polémico Epistolar.- desde la fecha correrá a cargo de la Comisión de Relaciones el intercambio epistolar y polémico de la Célula, debiendo ser ella, y no la Secretaria Gral., la llamada a dirigir nuestra correspondencia oficial a las filiales del Perú y de todo el continente.
5
Aprovechando el viaje del c. A. Macedo Aragón a Puno, esta Célula la encomendó la formación de una fraternal en esa, habiéndole conferido nuestra representación oficial ante los cc. solidarizados con la acción socialista en el Perú, por sus ideas avanzadas, o simpatizantes nuestros que por su decisión y convencimiento podrían integrar dicha fraternal, previo el sano criterio de selección individual recomendado al c. Macedo Aragón.
6
Las labores del "Seminario de Disciplinas Ec. y Sociales", secundado por nuestra Comisión de Cultura, son llevadas a la práctica en forma de cursos colectivos de estudio y disertaciones semanales, con asistencia obligatoria de todos los miembros de la Célula, y un grupo de simpatizantes y personas voluntarias de la mayor confianza del Grupo.
7
La fraternal organizada por la Célula, por intermedio de los cc. Gonzáles, en Tacna, ha comenzado sus labores de vulgarización ideológica con el crecido número de 25 iniciantes , llevando a la práctica un vasto programa de actividades, hermanando los ejercicios dialécticos de la cultura intelectual a la de los ejercicios físicos en general.

Reciba esa fraternal, con nuestros deseos de prosperidad hacia Uds. por el nuevo ciclo que empieza, los saludos de todos y cada unos de los integrantes de nuestra célula, y el aliento de nuestra fe cálida y más cordialmente revolucionaria.
Jorge Estrella
Secretario General.

Estrella, Jorge

Carta de Manuel F. Laos, 29/12/1929

Matucana, 29 de diciembre de 1929
A
José Carlos Mariátegui
Lima
C. de mi aprecio:
No quiero tardar más tiempo en enviarle estas modestas líneas de recuerdo y solidaridad. Va esta carta a Ud. y todo los camaradas de "A" y "L" con la satisfacción de hacerles presente, una ves más, la protesta y adhesión del amigo y compañero lejano. Mi silencio no ha tenido ninguna motivación de olvido hacia ustedes. Solo, razones de tiempo me inhibieron, en su oportunidad, el hacer llegar a sus manos, un mensaje más de mi amistad. Sin lugar a duda Ud. sabrá disculparme.
Se deja esperar bastante tiempo el último número de "Amauta". Qué pasa?
La suspensión de Labor, y los incidentes producidos, en esa no hacen nada más que relievar escandalosamente nuestra pobreza espiritual y de hombridad. Con ello se constata la no existencia de varonía en el conglomerado social peruano. Todo se produce. Todo lo aceptamos con conformismo y nada más. Qué bien puede decirse las formidables palabras del lampadóforo Gonzáles Prada, cuando fustigaba a los "ventrales": - ¿Dónde están pues los hombres? En què paraje los caracteres nobles y levantados? En qué lugar las inteligencias de vuelo generoso y libre? .- Si así se continúa asistiremos a la bancarrota de las más bellas aspiraciones anidadas en la consciencia de los hombres honrados y libres. Nos falta unión. Nos falta entereza. Nos sobra egoísmo, conformidad, y, lo más inicuo, mezquindad. No quiero explayarme. Me duele la conciencia. Sufro mucho. Agravándose estas depresiones de ánimo con las tantas iniquidades que me tienen, por estos momentos, el espíritu torturado.
Espero su contestación. Nuestra amistad no debe estar separada por esa barrera del silencio. Hago votos por Ud., y todos los camaradas de esa porque lo acontecido no les debe amilanar sus fuerzas luchadoras; hay que tomarlo como un mero episodio. Preludio de lo porvenir.
Anhelándoles "un feliz año nuevo", me complazco en enviarles mi voz de aliento para seguir luchando por el triunfo de la Causa Nueva, que el futuro ya es nuestro.
En espera de sus contestación, se despide afectuosamente su amigo y compañero que lo aprecia muchísimo, Suyo.
Manuel F. Laos

Laos, Manuel F.

Carta de Samuel Glusberg, 28/12/1929

Buenos Aires, 28 de diciembre de 1929
Muy estimado amigo Mariátegui:
Me apresuro a contestar su carta del 18, que recibí ayer conjuntamente con Amauta, pero sin Variedades que seguramente me llegará hoy. Tengo idea de haberle escrito hace un par de semanas sobre algunos puntos de su carta última. Vayamos a lo más práctico. Calculo que Ud. necesitará para vivir aquí humildemente, por lo menos $ 500 mensuales. Dígame en primer término si Ud. podrá contar con la ayuda de las revistas peruanas. Mejor dicho con las colaboraciones que cobra ahora en dichas revistas o diarios. No estaría demás que se asegurara alguna entrada por intermedio de Waldo: colaborando en The New Republic o en The Nation. La primera paga mejor. Aquí creo que podrá colaborar más o menos regularmente en El Hogar, en Caras y Caretas y en Síntesis. Pero es difícil sacar 200 pesos por mes —todos los meses— de colaboraciones. Con todo, creo que Ud. los sacará mediante la influencia de algunos amigos suyos. Necesitaría, pues, asegurarse por lo menos otros 300. Ya le dije en mi anterior: hemos pensado en Crítica. No es una parte segura. Pero su trabajo debe interesarles mucho, así que no es difícil que le paguen una colaboración cotidiana al margen del telégrafo o cosa así: firmada naturalmente.
Le mando el número 17 de L.V.L. He destacado su ensayo sobre Chaplin para enviar el periódico a todos los directores de revistas y diarios. L.V.L. no puede influir sobre el gran público; pero sí sobre esta gentuza que dirige diarios y revistas. Me he permitido argentinizar algunos términos de su artículo. Dos o tres no más, para no alarmarlos con la diferencia de idioma que aquí fomentan algunos interesadamente. He puesto Carlitos en lugar de Charlot (que por otra parte es cursi entre nosotros) cine en lugar de cinema como dicen los españoles. Y nada más me parece. Ah, he suprimido la cita de Navarro Monzó. Este señor, brasilero o portugués, no es tomado en serio en Buenos Aires. Sus actividades de ortodoxo griego y ‘joven cristiano’ de la Y.M.C.A. lo han desacreditado, aunque a mi juicio es un buen crítico de pintura. Pero él pretende ser un filósofo religioso y escribe ensayos kilométricos sobre Keyserling. En fin, lo que Ud. le citaba no era nada importante.
L.V.L. sale con numerosas erratas. He cambiado de imprenta. De La Vanguardia me fui a La Argentina (los dos extremos) pero en todas partes se cuecen habas. Declaro ahora unas vacaciones forzosas. No puedo, en efecto, sostener por más tiempo el periódico. Trataré en estos meses de arreglar su economía o de lo contrario fundirlo. Y Amauta? Se sostiene? Dígame si Ud. piensa continuar dirigiéndola desde Buenos Aires o dejar la dirección a cargo de algún compañero de Lima. Aquí no espere contar con los socialistas. Son capaces de gastarse $ 100.000 en propaganda electoral; pero no 100 en una colaboración. Algo de eso decía yo en la nota preliminar de L.V.L. Pero he debido cortarla para ganar unas 25 líneas que daban vuelta.
He tenido noticias de Waldo desde Lima. Pero nada sé de él desde su salida del Perú. Los diarios argentinos publican muchas noticias europeas sin importancia; pero muy pocas americanas de importancia. Y ahora una consideración final: creo que el asunto de su movilidad podrá arreglarse en Buenos Aires y que hasta tendrá los más grandes médicos gratuitamente. Claro que el aparato ortopédico habrá que pagarlo y es caro. Sin embargo se conseguirá. La educación de los chicos (¿cuántos tiene?) es importante. Mejor será traerlos a todos aquí. Pero vea usted si tiene posibilidades de hacerlo. Espero poder enviarle a fines de marzo o a principios de abril el dinero para los pasajes. La Vida Literaria proyecta un festival en su homenaje para recaudar fondos e invitarlo en debida forma a hacer el viaje a Buenos Aires. Dígame si Ud. es hombre de dar conferencias porque quizá pueda conseguirle un par de conferencias pagadas en Amigos del Arte. Eso le ayudaría en los primeros tiempos bastante. Espero sus noticias.
Samuel Glusberg

Glusberg, Samuel

Política alemana. La crisis doctrinal del socialismo

Política alemana
Aunque acaba de obtener un triunfo enfático sobre la derecha nacionalista, el gabinete de coalición que preside Hermann Müller está deshaciéndose. La dimisión de su Ministro de Finanzas, Rudolf Hilferding, no es sino la abierta declaración de una crisis que se incuba desde las primeras jornadas de este ministerio heteróclito. Hilferding es la personalidad de más relieve entre los socialistas que forman parte del equipo ministerial de Müller. La celebridad del autor de “El Capital Financiero”, como teórico del socialismo moderno, se apuntala desde hace más de dos lustros en las reiteradas citas que de ese rubro contiene uno de los más universales volúmenes de Lenin. Luego, las requisitorias comunistas contra el reformismo de este convicto y confeso fautor de la colaboración de clases, no han sido el combustible menos activo de la notoriedad de su nombre. Pero ni su personalidad ni su reformismo lo han congraciado suficientemente con la burguesía industrial o bancaria de finanzas del partido mas fuerte del Reichstag. Los millones de votos del partido socialistas no pesan bastante al lado de la autoridad de este fiduciario implacable de la burguesía. Todo esto en régimen de estricta democracia y sufragio universal.
La interinidad del ministro Müller estaba prevista desde las difíciles gestiones de su constitución. Como todo ministerio de coalición entre fuerzas distintas y opuestas, el de Müller reposa en un compromiso precario. Que los socialistas intenten ejecutar cualquier plan que toque seriamente algún grueso interés capitalista. El partido populista le notificará sin demora la imposibilidad de contar con sus votos en el Reichstag.
Con la esperanza de salvar la coalición del naufragio, los socialistas han avenido a echar por la borda a Rudolf Hilferding. El sacrificio de este Jonás meticuloso y escéptico, que no irá a predicar a ninguna Ninive capitalista, no conjura ni resuelve el verdadero problema. Lo que a la industria y la banca representadas electoral y parlamentariamente por el Volkspartei le interesa no es que la social-democracia sacrifique a Hilferding, sino que sacrifique integra y radicalmente al socialismo. Con la misma condición gobierna en la Gran Bretaña el Labour Party y su elocuente pastor Mr. Mac Donald.
Los nacionalistas, como lo demuestra el plebiscito contra el plan Young, están batidos. Esto también lo ha decidido, sin deliberación explícita y visible, la burguesía de Schacht a la que también podríamos llegar en lenguaje más universal la burguesía de Stresseman. El pangermanismo y la revancha constituyen un programa inoportuno y romántico para la industria alemana que, sin mucha nostalgia, se ha pronunciado por el ahorro resuelto de la monarquía. Los más incandescentes nacionalistas no significan una amenaza para la República.
I, en tanto, las incógnitas de la estabilización capitalista, vale decir de la colaboración de clases, residen siempre en la economía. Los partidos burgueses de Alemania, y aún el partido socialista, han anunciado demasiadas veces la liquidación inminente y definitiva del partido comunista por dispersión de sus masas. Pero, como lo han demostrado recientemente las elecciones municipales de Berlín, mientras la desocupación siga arrojando obreros a la calle, a la extrema izquierda no le costará mucho esfuerzo mantener y aumentar sus efectivos electorales.

La crisis doctrinal del socialismo
“Monde” ha abierto una nueva encuesta, destinada a lograr una extensa resonancia que la de la literatura proletaria, que tanto contribuyó a la rápida popularización internacional del semanario fundido y dirigido por Henri Barbusse, con la contribución ilustre de hombres como Einstein, Gorki, Unamuno. Las encuestas, en la mayoría de los casos, no sirven lealmente al esclarecimiento de una cuestión. Los periódicos y las revistas de partido no pueden conducir una encuesta con suficiente rigor. Las amañan generalmente de acuerdo con la tesis que les interesa sacar victoriosa. Las encuestas, por esto, se encuentran bastante desacreditadas. Pero no por ser encuestas, sino (...).

José Carlos Mariátegui La Chira

"La derrota" por A. Fadeiev

Gorki decía no hace mucho tiempo, en el Primer Congreso de Escritores Campesinos: “En toda la historia de la humanidad no será posible encontrar una época parecida a estos últimos diez años, desde el punto de vista del resurgimiento creador de las grandes masas. ¿Quién no escribe entre nosotros? No hay profesión que no haya producido un escritor. Poseemos ya dos o tres docenas de escritores auténticos, cuyas obras durarán y serán leídas durante muchos años. Tenemos obras maestras que no ceden en nada a las clásicas, aunque esta afirmación pueda parecer atrevida”.
Fadeiev, el autor de “La Derrota”, pertenece a uno de los equipos jóvenes de novelistas. No procede de la literatura profesional. Tiene solo veintiocho años. Su juventud transcurrió en la Rusia Oriental, donde Fadeiev, como mílite de la Revolución, se batió contra Kolchak, contra los japoneses y contra el atamán Simonov, de 1918 a 1920. En 1921 asistió como delegado al Décimo Congreso del Partido Bolchevique en Moscú. Su primer relato es de 1922-23; “La Derrota”, de 1925-26.
Esta novela es la historia de una de las patrullas revolucionarias que sostuvieron en Siberia la lucha contra la reacción. El heroísmo, la tenacidad de estos destacamentos, explican la victoria de los soviets en un territorio inmenso y primitivo sobre enemigo tan poderoso y abastecido. La Revolución se apoya en Siberia en las masas trabajadoras y, por eso, era invencible. Las masas carecían de una conciencia política clara. Pero de ellas salieron estas partidas bizarras que mantuvieron a la Rusia Oriental en armas y alerta contra Kolchak y la reacción. Hombres como Levinson, el caudillo de la montonera de “La Derrota”, representaban la fuerza y la inteligencia de esas masas; entendían y hablaban su lenguaje y les imprimían dirección y voluntad. La contrarrevolución reclutaba sus cuadros en un estrato social disgregado e inestable, ligado a la vieja Rusia en disolución. Su ejército de mercenarios y aventureros estaba compuesto, en sus bases, de una soldadesca inconsciente. Mientras tanto, en las partidas revolucionaria, el caudillo y el soldado fraternizaban, animados por el mismo sentimiento. Cada montonera era una unidad orgánica, por cuyas cenas circulaba la misma sangre. El soldado no se daba cuenta, como el caudillo, de los objetivos ni del sentido de la lucha. Pero reconocía en este a su jefe propio, al hombre que sintiendo y pensando como él no podía engañarlo ni traicionarlo. Y la misma relación de cuerpo, de clase, existía entre la montonera y las masas obreras y campesinas. Las montoneras eran simplemente la parte más activa, batalladora y dinámica de las masas.
Levinson, el admirable tipo de comandante rojo que Fadeiev nos presenta en su novela, es tal vez en toda la pequeña brigada el único hombre que con precisión comprendía la fuerza real de sus hombres y de su causa y que, por esto, podía tan eficazmente administrarla y dirigirla. “Tenía una fe profunda en la fuerza que los alentaba. Sabía que no era solo el instinto de conservación el que los conducía, sino otro instinto no menos importante que este, que pasaba desapercibido para una mirada superficial, y aún para la mayoría de ellos, pero por el cual todos los sufrimientos, hasta la misma muerte, se justificaban; era la meta final, sin la que ninguno de ellos hubiera ido voluntariamente a morir en las selvas de Ulajinsky. Pero sabía también que ese profundo instinto vivía en las personas bajo el paso de las innumerables necesidades de cada día, bajo las exigencias de cada personalidad pequeñita, pero viva”. Levinson posee, como todo conductor, don espontáneo de psicólogo. No se preocupa de adoctrinar a su gente: sabe ser en todo instante su jefe, entrar hasta el fondo de su alma con su mirada segura. Cuando en una aldea siberiana se encuentra perdido, entre el avance de los japoneses y las bandas de blancos, una orden del centro de relación de los destacamentos rojos se convierte en su única y decisiva norma: “Hay que mantener unidades de combate”. Esta frase resume para él toda la situación; lo importante no es que su partida gane o pierda escaramuzas; lo importante es que dura. Su instinto certero se apropia de esta orden. La actúa, la sirve con energía milagrosa. Algunas decenas de unidades de combate como la de Levinson, castigadas, fugitivas, diezmadas, aseguran en la Siberia la victoria final sobre Kolchak, Simoniov y los japoneses. No hace falta sino resistir, persistir. La revolución contaba, en el territorio temporalmente dominado por el terror blanco, con muchos Levinson.
La patrulla de Levinson resiste, persiste, en medio de la tormenta contra-revolucionaria. Se abre paso, a través de las selvas y las estepas, hasta el valle de Tudo-Baku. Caen en los combates lo mejores soldados, mineros fuertes y duros, que se han aprestado instintivamente a defender la revolución y en cada uno de los cuales está vivo aún el mujik. A Tudo-Baku llegan solo, con Levinson a la cabeza, dieciocho hombres. Y entonces, por primera vez, este hombre sin desfallecimiento ni vacilaciones, aunque de ingente ternura, llora como Varia, la mujer que ha acompañado su anónima proeza, en su ignota epopeya a esta falange de mineros. Mas con el valle su mirada tocaba un horizonte de esperanza. Y Levinson se recupera. El y sus 18 guerrilleros son la certidumbre de su renacimiento. En ellos la revolución está viva. “Levinson echó una vez más su mirada aún húmeda y brillante al cielo y a la tierra serena que daba pan y descanso a esa de la lejanía y dejó de llorar: había que vivir y cumplir con su deber”.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Waldo Frank, 23/12/1929

Lima, 23 de diciembre de 1929
Querido y admirado compañero:
Sólo unas breves líneas acompañando una carta recibida para Ud. de Buenos Aires.
Pienso que hoy estará Ud. ya en New York al lado de los suyos.
Y quiero que con el recuerdo de todos los que aquí lo estimamos y amamos, reciba Ud. cuanto antes mi abrazo y mis votos por el año nuevo y por la tarea que empieza.
Su amigo. su hermano
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Europa y la bolsa de New York. La nueva generación española y la política

Europa y la bolsa de New York
La Europa capitalista manifiesta cierto optimismo respecto a las consecuencias de la crisis financiera de New York. La caída de los valores se ha detenido a la altura que la salud de Europa puede tolerar. I el primer efecto que es lógico predecir para las finanzas europeas es el regreso gradual al viejo continente de los capitales que lo había abandonado buscando inversiones, si no más fructuosas, más seguras al menos en Norte-América, Cambó, según anunció oportunamente el cable, se contó entre los primeros que señalaron este reflujo.
La estabilización capitalista se realiza en Europa con el concurso financiero norte-americano. No es por azar que dos norte-americanos, Dawes y Young, dan su nombre a los complicados acuerdos sobre las reparaciones. El capitalismo yanqui es el principal empresario de la reconstrucción europea. Antes de que los Estados de la Entente pactaran con Norte América las condiciones de amortización de su deuda, su nuevo mondus vivendi no se sentía establecido. Puede agregarse que en la estabilización capitalista europea los yanquis han mostrado, hasta cierto punto, más confianza que muchos capitalistas europeos, a quienes la amenaza de la revolución proletaria indujo en Alemania, Italia, Francia, a dirigir sus capitales a América.
Pero Europa no se resigna a convertirse, poco a poco, en un conjunto de colonias de los Estados Unidos. El paneuropeísmo es la expresión de una corriente defensiva que mira en la fórmula de Briand la única defensa válida de los intereses del capitalismo europeo contra el dominio yanqui. A los Estados europeos les satisface, por esto, la probabilidad de recuperar los capitales que se habían retirado de su industria y su comercio para aumentar la congestión de oro de Norte América. Estos capitales han sido advertidos enérgicamente por la crisis de New York de los riesgos de la congestión.
Naturalmente, si el pánico bursátil de New York hubiese rebasado el límite más allá del cual estaban profundamente en juego todos los intereses de la economía capitalista mundial, las constataciones y vaticinio de los observadores de Europa estarían muy lejos del menor optimismo. Las consecuencias de la crisis en Europa no les consentirían ninguna esperanza de compensación satisfactoria. Aún como han ido las cosas, cuantiosos intereses resultan afectados. Pero la caída de los valores en New York ha sido frenada en el nivel que los nervios de los financistas europeos podían resistir sin que los ganase también el vértigo. I esto es bastante, por el momento, para la convalecencia de las esperanzas de Europa.

La Nueva generación española y la política
Luis Emilio Soto examina en un artículo de “La Vida Literaria” de Buenos Aires la actitud de la joven generación literaria de España frente a la crisis política de su patria. El tópico es tratado con frecuencia. I las constataciones del colaborador de “La Vida Literaria” carecen de rigurosa novedad. Pero resulta siempre más actual e interesante, en todo caso, que lo insulsos artículos escritos para la United Press por el general Primo de Rivera y rematando los cuales este castizo espécimen de donjuanismo y flamenquismo españoles escribe que “el Dios de todos los cristianos sabrá recompensar a los que supieron consagrar su vida terrenal a ideales más altos y permanentes que los goces materiales o al alimento de las pasiones que encienden el espíritu diabólico en la flaca humanidad”.
Los intelectuales jóvenes de España están acusando, en estos años; menos sensibilidad política que los intelectuales maduros, aunque de algunos de estos últimos José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors -reciban las más persuasivas lecciones de displicencia. La zarandeada generación de 95 mostró, en su tiempo, interés mucho más vivo y arriesgado por lo político. I la generación siguiente está, sin duda, mucho más propiamente representada por Marañón y Jiménez de Asúa que por Ortega y D’Ors.
Soto anota, con razón, que por la abstención de la nueva generación literaria no puede ni debe procesarse a la juventud. Sería injusto olvidar las impetuosas jornadas de los estudiantes españoles contra la dictadura. La que está en causa, específicamente, es la juventud representada por “La Gaceta Literaria” de Madrid, cuyo director Giménez Caballero no tiene reparo en declarar que “España hoy descansa, engorda y se abanica”. Soto no pide a estos equipos de intelectuales jóvenes una agitación callejera, tumultuaria. Suscribe la fórmula defendida por Araquistaín en su periódico “España” en 1920, “acción difusa, crítica, clarificadora, estimulante de creación renovación de las ideas ambientes”. Quiere, en cualquier caso, negar que “el silencio sea una actitud digna de los jóvenes frente al régimen que impera en la patria de Larra”.
El equipo de “La Gaceta Literaria” no es toda la nueva generación intelectual española. Incurriría en una grave omisión el biógrafo de esta juventud que no recordase con la debida estimación el esfuerzo de los grupos de intelectuales jóvenes que, después de otras empresas incompatibles con un régimen de censura, han invertido su energía en la creación de las Ediciones Oriente y Cenit. La revista “Post-Guerra”, aunque efímera, ha sido un momento de la historia de esta generación. La intelectualidad española no ha perdido, en general, su interés por las nuevas corrientes políticas e ideológicas. El hecho de que una de las mejores versiones periodísticas de la nueva Rusia sea la de un español, Álvarez del Vayo, no carece de significación. La indiferencia, la abstención, caracterizan a la juventud literaria. Es la nueva gente de letras a la que ha hecho suyo, ante lo político, el gesto de don José Ortega y Gasset. Propaganda literaria aparte, un Joaquín Maurin, trabajando oscuramente en París, vale bien, por ahora, lo que un Giménez Caballero recorriendo ruidosamente Europa.
Pero aún circunscrita y demarcada de este modo, es indudable que se trata de una actitud singular. Es muy distinta la actitud de la juventud literaria de Alemania. También la de esa juventud literaria de Francia, a la que los jóvenes miran tan deferentemente. En Alemania, del teatro a la novela, de Piscator a Glaesser, la nota dominante en la vanguardia es la beligerancia política. En Francia, tan burguesa y conservadora en sus varios estratos, la nueva generación intelectual es uno de los más activos fermentos ideológicos y pasionales. Un libro de un francés –“Mort de la pensés bourgeoise” de Enmanuel Berl-, precisamente, ha hecho viva impresión en uno de los más conspicuos representantes del equipo de “La Gaceta Literaria” de Madrid, residente desde hace algún tiempo en Buenos Aires, -Guillermo de Torre. Lo sé por el propio Guillermo de Torre que atribuye también a los capítulos que conoce de mi “Defensa del Marxismo” una influencia de que me complazco en sus actuales preocupaciones.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Tarjeta al Consejo Provincial de Lima, 20/12/1929

Lima, 20 de diciembre de 1929
José Carlos Mariátegui da poder a su esposa Anna Maria Chiappe de Mariátegui, para efectuar el cobro de la suma que debe recibir del Consejo Provincial por el premio otorgado a su libro "7 ensayos".
José Carlos Mariátegui

Consejo Provincial de Lima

Carta de la Revista Literaria Novelas y Cuentos, 20/12/1929

Madrid, 20 de diciembre de 1929

Sr. Corresponsal
Muy Sr. nuestro:
Por finalizar con el presente mes el 2 semestre de "Novelas y Cuentos", tenemos ya en preparación las tapas correspondientes al mismo y, como su tirada ha de ser limitada, le rogamos que, lo antes que le sea posible, se sirva Ud. llenar y devolvernos la tarjeta de pedido que acompaña al presente.
El precio de venta será el mismo que el de las del primer semestre, de 1.-- pta. para el público y 0.80 para nuestros corresponsales.
Le advertimos que los pedidos han de ser hechos en forme y sin derecho a devolución porque, el precio señalado de facturación, es precisamente el de costo.
Hemos fijado estas condiciones por entender que el precio de las tapas debía estar en consonancia con el de nuestra publicación y para que además nos permitiese ponerlas al alcance del más modesto de nuestros numerosos coleccionistas.
Esperamos que no han de ser obstáculo para que Ud. nos pase un pedido prudencial de tapas que le permita atender a la gran demanda que ha de tener de sus clientes.
Aprovechamos esta oportunidad para saludarle atentamente y reiterarnos sutos affmos. y ss. ss.
q.e.s.m.
"Novelas y Cuentos"

Revista Literaria Novelas y Cuentos

Carta a Samuel Glusberg, 18/12/1929

Lima, 18 de diciembre de 1929
Estimado amigo y compañero:
No he dado inmediata respuesta a su carta del 19 de noviembre, porque en parte se la habían adelantado dos cartas mías, que deben haberse cruzado con la suya, y de la segunda de las cuales le acompaño copia, prevenido siempre contra las veleidades del correo peruano.
Hemos tenido con nosotros a Waldo Frank todo el tiempo que Ud. ha sabido por las noticias cablegráficas. No sé si las noticias cablegráficas sobre su estancia en Lima habrán abundado. Le envío algunos periódicos, entre otros un número de Variedades con un artículo mío. No es necesario que le remita otros periódicos. Toda la prensa de Lima ha señalado con gran atención la presencia de Waldo Frank en nuestra ciudad.
Ya Ud. me había dicho que en Waldo Frank, el hombre no se hace amar menos que el escritor. Todos los que lo hemos tratado de cerca, hemos confirmado plenamente esto. Frank no ha encontrado en Lima un auditorio numeroso, en parte porque la gente no está habituada a pagar a los conferencistas, en parte porque los temas de Frank no interesan sino a una élite; pero ha encontrado en cambio a gentes que lo han rodeado con cariño y comprensión. Y entre sus amigos han estado, seguramente, los mejores espíritus del Perú.
Ofreció tres conferencias en el Teatro Municipal, organizadas por el comité de invitantes, y una pagada por la colectividad hebrea, cohíbida aún por la reciente agresión policial. La Universidad le recibió en la sala de Letras la víspera de su partida. La Facultad de Letras, a propuesta de Sánchez, Iberico, Ureta y Porras Barrenechea lo hizo doctor honoris causa; pero no hubo tiempo para que, aprobado este acuerdo por el Consejo de Decanos, conforme al protocolo universitario, se le otorgasen las insignias respectivas en actuación especial. Reunimos a los escritores y artistas en un banquete general. La Nueva Revista Peruana y Amauta aunque participantes en esta fiesta, quisieron agasajarlo aparte. Hemos prescindido de discursos. Y hemos hecho lo posible porque la cortesía y los cumplimientos no impidiesen a Frank sentirse en Lima como en su casa.
Conversando con Frank, que ha sido muy gentil y deferente conmigo en todo instante, me he afirmado en mi intención de marchar a Buenos Aires. La invitación de un amigo y compañero como Ud. coincide con las circunstancias que le describe mi penúltima carta. El contacto con un país sano y fuerte me hará mucho bien, espiritual y físicamente. En Buenos Aires, terminará esta convalescencia que la debilidad de Lima ha retardado.
Deseo hacer el viaje con mi mujer y mis niños. A los dos mayores, —de ocho y seis años-, podría tal vez dejarlos; pero los colegios de Lima, donde podría dejarlos como internos, no me satisfacen y el mimo de la familia, si continuasen en el colegio que ahora frecuentan y donde no hay internado, perjudicaría su educación. Respecto a todo, espero su fraterno e inteligente consejo. —Frank piensa que en Buenos Aires se puede resolver tan bien como en Europa el problema de mi movilidad por la adaptación de una pierna ortopédica. Creo que ahí la cirugía y la ortopedia están perfectamente desarrolladas. Eso lo dejaría para después de mi primera etapa de trabajo. Pero es muy importante para mi porvenir.
Para que el correo de hoy no me gane, pongo aquí punto final a estas líneas. Le seguiré escribiendo en breve.— No hemos recibido sino un ejemplar del número 15 de L.V.L. Si le es posible, reitere el envío. Han venido, en cambio, completos los ejemplares del N° 16.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero devotísimo
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El sargento Grischa, por Arnold Zweig

Arnold Zweig inauguró con esta novela la estación adulta de la literatura de la guerra alemana. Que su éxito editorial no haya igualado al de “Sin novedad en el Frente” de Erich María Remarque se explica claramente. No sucede solo que a este libro le ha faltado el lanzamiento de gran estilo de “Sin novedad en el Frente”. Arnold Zweig no nos muestra la guerra en las trincheras sino la guerra en la “etapa”. El escenario de sus personajes es ese variado y extenso territorio cruzado de rieles y alambres, donde se anuda y repara la malla terca de la beligerancia. El frente es más terrible y patético; pero es la periferia del complejo fenómeno guerrero. Tiene la dramaticidad de esas úlceras en que afloran a la epidermis enfermedades profundas. En la etapa funcionan los centros nerviosos de la guerra. Una novela que registra sus oscuros movimientos impresiona menos directamente al lector que una crónica animada y violenta de las trincheras.
Pero si al lector corriente, que devora la literatura de guerra con un interés un poco folletinista, le es más difícil seguir y apreciar a Arnold Zweig que a Remarque, el crítico literario reconoce seguramente en “El Sargento Grischa” una obra a la que corresponde con más propiedad la etiqueta de novela. Porque en “El Sargento Grischa” la guerra presta su fondo, su atmósfera, sus personajes a la obra; pero con estos materiales el autor construye un relato que se rige por las reglas de su propio e individual desarrollo. El drama de un soldado no es aquí una ventana para asomarse al espectáculo. El novelista no se entretiene completamente en el otro gran drama de las muchedumbres y las naciones. No hay en esta novela nada anecdótico ni ornamental. Únicamente entran en su desarrollo los personajes necesarios a su propio proceso. “El Sargento Grischa” obedece a la ley de su propia y personal biología. Tiene por esto el grado de realización artística de las obras arquitectónicas en que el estilo exento de postizos, desnudos, de recamos, no es sino un resultado de la armonía de los materiales y las proporciones. No se siente en la novela la intención de describir la etapa. Pero acaso por esto la describe más eficazmente. Todos los individuos, todos los hechos que Arnold Zweig nos presenta, del lado por el que tocan el destino del sargento Grischa Ilyitsch Paprotkin, están arrancados a la más cruda y honda realidad de la etapa. De esta zona compleja y profunda de la guerra, Andreas Latzko nos había dado quizás las primeras visiones en los hombres en guerra. Arnold Zweig nos guía por este intrincado tejido, donde en torno del cuartel general pululan, arrolladas por el tráfico inexorable de las órdenes superiores, criaturas que sufren y resisten la guerra, extrañas a su desenvolvimiento y a sus pasiones, con una obstinada voluntad de salvarse y sobrevivir. A través de este tejido pugna por abrirse paso el prisionero ruso Grischa, prófugo de un campo de concentración alemán, avanzado a ratos, enquistándose en un bosque, hasta caer en una plaza militar donde lo alcanza inexorable el poder del cuartel general.
Grischa ha abandonado el campo de concentración de los prisioneros empujado por el poder irresistible de evasión. En Rusia, la revolución promete la paz. Y Grischa no sabe vencer la nostalgia de regresar a su aldea, donde lo aguardan su mujer y una niña. Se refugia por algún tiempo, en un bosque donde otros prófugos rusos viven una existencia peligrosa de tejones. Y ahí conoce una mujer, campesina rusa también, cuyos cabellos se han puesto blancos en un instante de intensa tragedia en que asistió al fusilamiento de su padre y sus hermanos; pero que conserva aún ternura, bastante para alegrar el descanso de un soldado joven. Para preservarlo de los riesgos de su viaje de prisionero prófugo, ella, la del destino trágico, le propone y transfiere una nueva identidad, la del soldado Byuschev. Puede usarla libremente puesto que Byuschev ha muerto. Pero esta identidad ajena pierde a Grischa. Prendido y juzgado, le corresponde como Byuschev una implacable condena de muerte. El tiempo que Byuschev ha vagado por territorio alemán, lo hace responsable del delito de espionaje. Grischa cree que podrá sacudirse de este destino, extraño, confesando su mentira. Lo mismo piensan cuantos lo rodean. Pero reconocido como Grischa Ilyitsch Paprotkin, nada puede librarlo ya de la sentencia. Nada ni el poder del general de división Otto von Lychow, antiguo tipo militar y aristócrata prusiano que Arnold Zweig retrata con simpatía y que, salvo la heterodoxia tiene algunos puntos de afinidad histórica con el “Comandante rojo” de Ernst Glaesser. El comandante general Schieffezanh, trazado con enérgicas líneas, decide que se cumpla con la condena. El duelo entre los dos poderes es obstinado; pero la ley de la guerra la condena ciega e injusta. I Grischa, que en su fuga, inexorable que en el frente, ha conocido a seres de acendrada humanidad, como ese Babka de cabellos blancos y carne aún joven, a la que deja un hijo, como el carpintero judío Tawje, acaba fusilado. En el instante en que disparan los cinco fusiles del pelotón en una extrema defensa, en una desesperada resistencia a la muerte, “su sentimiento vital, hace mucho tiempo sobrepujado y borrado del presente, se inflama, desde los cimientos del alma, por la certeza de haber salvado de la destrucción una parte de su ser. El germen primero, el potente plasma, saciado de haberes seguido dando en cuerpo de mujer a nuevas encarnaciones, arroja en él, en su cerebro, este pálido reflejo fiel, como una gota de lluvia refleja todo el cielo, y le da -a la manera del deslumbrado hombre de carne- el sentimiento de la perduración en el Yo, de la inmortalidad de su individualidad, que sin embargo está extinguida ya en este momento”.
Zweig, que tan admirablemente crea y anima a sus tipos de nobles y burgueses prusianos, de oficiales y enfermeras, y que escoge como protagonista de su novela a un soldado ruso, sobresale en los retratos de judíos. Extraordinarios, inquietantes, magistralmente logrados son los judíos de esta novela: Posnanski, Bertin, Tawje. Sobre todo ese humilde y bondadoso carpintero Tawje, típico espécimen de artesano hebreo de Polonia, transido de teología, lleno de piedad, que confronta de este modo el caso del sargento Grischa con las categorías i las imágenes de la Biblia. “He aquí un hombre que quiere volver a su hogar, huyendo de los extraños como Tobías (en cuya memoria el mismo se llama Tawje) que, de camino, ha caído a falsos consejeros como Absalón, que ha cometido el pecado de tomar nombre falso, casi como Abraham cuando dio a su mujer Sarah por hermana suya; pues el hombre no tiene su nombre al acaso, sino que lo ha recibido de las esferas del cielo. Después fue arrojado a la cueva, como José o Daniel y sentencia de muerte fue pronunciada sobre él como sobre Urías. Pero el señor le ha abierto la boca como a la burra de Balaam, y tornó a la verdad, lo mismo que Jonás; luego halló gracia como la halló Esther; el poderoso le escuchó benévolo; la pena de muerte pasó. Y una vez que todo esto ha quedado aparte, el pecado de cambio de nombre ha sido purgado; ahora ya sucederá algo nuevo”. Nada nuevo podía acontecer. Nada que no fuese la ejecución de la dura e injusta sentencia. Poco esto no se hallaba previsto en el Antiguo Testamento y escapaba de la sabiduría de Tawje, el carpintero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Julián Petrovick, 17/12/1929

Santiago, diciembre 17 de 1929

Sr. José Carlos Mariátegui
Lima.

Querido compañero:

Hace un mes, mas o menos, que contesté a su carta, en la que me pedía Ud. una contestación categórica respecto de mi situación revolucionaria. Presumo que ya debe es­tar en su poder, salvo que se hubiera extraviado. En todo caso avíseme para mandarle una copia.

Si ha sido en su poder, desearía que me conteste, además de que, una correspondencia regular con Ud., tiene especial importancia para mí. De ella, creo yo, que se desprenderían conclusiones terminantes a fin de dar una sola unidad a nuestro movimiento. Al hablarle así, no tengo la menor preten­sión, solo deseo contribuir sinceramente, en lo que me sea posible y sin escatimar esfuerzo alguno, al movimiento revo­lucionario.

Ud. sabe que, hoy mas que nunca, tenemos una urgencia de uni­ficarnos para llegar al alguna posible realidad. Tampoco se le escapará la eficacia que pueden tener los elementos revolucionarios que están fuera del país, sabiéndolos utilizar. La deportación de los muchachos debe ser bien aprovechada. El que estemos repartidos por todos los países nos procura una situación admirable que no debemos desperdiciarla un solo momento, y toda postergación de una labor unificada, nos lleva a un desangre inútil, de toda labor individual, a la que por fuerza tenemos que caer por falta de unidad en el pensamiento para una acción conjunta.

El poeta Angel Cruchaga Santamaría me ha ofrecido su último libro inédito. Si su Editorial tuviera interés, se lo remiti­rá con gran satisfacción. Tratándose de su Editorial se conformará, con que le manden algunos ejemplares por su derecho de autor. Aquí Nascimento tiene interés en publicarlo, pagándole una cantidad de pesos ( $1.1000.00 ). Yo lo he convencido para que lo ceda a su Editorial, sin establecer ningún compromiso, desde luego, puesto que no tengo ninguna autérización suya.

Reciba el afecto de su compañero

Julián Petrovick

Petrovick, Julián

Los médicos y el socialismo. La ley marcial en Haití

Los médicos y el socialismo
La larga y magna secuencia que ha tenido en el gremio médico español la adhesión del Dr. Marañón al Partido Socialista, convida a enfocar el tópico de las profesiones liberales y el socialismo. No cabe duda acerca de que si Marañón y otros ases de la medicina han pedido su inscripción en los registros del Partido Socialista Español, es porque previamente los había ganado ya la política. Tampoco cabe duda respecto a que han entrado en el Partido Socialista, no por razones de expresa y excluyente suscripción del programa proletario, sino porque no podía enrolarse sino en un partido viviente. Los viejos partidos españoles están muertos. Lo que rechaza en ellos a los intelectuales activos e inquietos, sensibles y atentos a la vitalidad, no es tanto su ideología como su inanidad. El Partido Socialista Español, en fin, más que una función revolucionaria clasista tiene una función liberal.
Pero todo esto deja intacta la cuestión central: la permeabilidad de la medicina entre las profesiones liberales, a las ideas socialistas. Desde Marx y Engels está constatada la resistencia reaccionaria de los hombres de leyes a estas ideas. El abogado es, ante todo, un funcionario al servicio de la propiedad. I la abogacía, por razones pragmáticas, se comporta como una profesión conservadora. Este es un hecho que se observa a partir de la Universidad. Los estudiantes de derecho son, generalmente, los más reaccionarios. Los de pedagogía, constituyen el sector más avanzado. Los de medicina, menos proclives por su práctica científica a la meditación política, no tiene más motivos de reserva que los sentimientos heredados de su ambiente familiar. Mas la medicina como la pedagogía no temen absolutamente al socialismo. Quienes las ejercen, saben que un régimen socialista si algo supone respecto al porvenir de estas profesiones en su utilización más intensa y extensa. El Estado socialista no ha menester, para su funcionamiento, de muchos hombres de leyes; pero, en cambio, ha menester de muchos médicos y de muchos educadores. Los ingenieros cuentan igualmente con su favor.
Lo más sugestivo en el caso de Marañón y sus colegas de la medicina española es que estos intelectuales eminentes y célebres se incorporan, sin hesitación, en un partido fundado hace años por un obrero oscuro, por un tipógrafo, con otros hombres previdentes y abnegados del proletariado. El Partido Socialista español ha hecho solo y exiguo muchas largas jornadas antes de atraer a sus rangos a los magnates de la inteligencia. Marañón y sus colegas se dan cuenta de que sería absurda por su parte la tentativa de crear un partido nuevo. Los partidos no nacen de un conciliábulo académico. El diagnóstico de la situación política española a que han llegado esos médicos insignes es bastante sagaz para comprenderlo.

La ley marcial en Haití
No se han modificado los métodos de Estados Unidos en la América colonial. No pueden modificarse. La violencia no es empleada en los países sometidos a la administración yanqui por causas accidentales. Tres hechos señalan en el último lustro la acentuación de la tendencia marcial de la política norte-americana en esos países; la intervención contra la huelga de Panamá, la ocupación y la campaña de Nicaragua y la reciente declaratoria del estado de sitio en Haití. La retórica de buena voluntad es impotente ante estos hechos.
En Haití, como en los otros países, la ocupación militar está amparada por un grupo de haitianos investidos por la fuerza imperialista de la representación legal de la mayoría. Los enemigos de la libertad de Haití, los traidores de su independencia, son sin duda los que más repugnan el sentimiento libreamericano.
Hispano-América tiene ya larga experiencia de estas cosas. Empieza a comprender que lo que la salvará no son las admoniciones al imperialismo yanqui, sino una obra lenta y sistemática de defensa, realizada con firmeza y dignidad, en la que tendrá de su lado las fuerzas nuevas de los Estados Unidos.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La guerra civil en la China

Para que se le ratifiquen de nuevo sus poderes, Chang Kai Shek ha renunciado por enésima vez. La renuncia es el arma que mejor esgrime dentro de su partido. En todas las situaciones difíciles, Chag Kai Shek hace uso de ella con provecho inmediato para los fines de su caudillaje, bastante maltrecho con la larga serie de fracasos que sigue a la toma de Shanghai y al golpe de estado de 1927.
El programa de la dictadura de Chang Kai Shek era la unificación de la China bajo un gobierno sedicentemente nacionalista que formalmente detentara los lemas del antiguo Kuo Ming Tang. Para obtener esta unificación, Chang Kai Shek no retrocedió ante ninguna transacción. Comenzó por capitular ante los imperialismos extranjeros que pronto reconocieron en él un aliado y un servidor incondicional,
La China, dividida y desgarrada por la guerra civil, denuncia cotidianamente la quiebra de este programa. La Manchuria sigue constituyendo, como en los tiempos de Chang So Ling, un Estado aparte. La provocación primero y la cesación después del estado de guerra con Rusia, han sido decididas por Mukden y no por Nanking. La lucha de facciones y de caudillos renace implacable. El proletariado, pese al régimen de terror de Chang Kai Shek, continúa su acción de clase.
Aunque otra vez Chang Kai Shek domine a Feng Yuh Siang y sus demás adversarios, el gobierno de Nanking no alcanzará la estabilidad a que aspira. El fermento revolucionario seguirá trabajando en la situación social, económica y política de la inmensa república feudal de los chinos. La rivalidad y la potencia de los caudillos militares no son sino una consecuencia de esa situación que el triunfo temporal de uso de esos condotieres no modificará sustancialmente.
La china no reserva sino sorpresas a los observadores occidentales que la contemplan desde su particular punto de vista. El optimismo de los imperialistas anunció con demasiada prisa la unificación de la China bajo el general que acababa de probar su ferocidad reaccionaria masacrando en Shanghai y Canton a los organizadores obreros. Traicionado por Chang Kai Shek, el programa de Sun Yat Sen, puesto al día por sus legítimos herederos, tenía aún muchos adeptos vigilantes y fieles.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Armando Bazán, 12/12/1929

París, 12 de diciembre de 1929
Muy querido José Carlos:
La carta que recibe Vallejo me da el convencimiento que Ud. no ha recibido ninguna de mis cartas. Le he escrito por intermedio de J.M. y de J.C. en más de seis ocasiones. Le he preguntado repetidas veces por el No. del cheque que hicieron a la N.R.F. Esos señores me ofrecieron hacer el envío tan luego me presenté a ellos con los papeles. Fue después, cuando un día fui de nuevo por casualidad, que me informaron que el envío no había sido hecho porque no tenían el comprobante del cheque. Inmediatamente le escribí, le volví a escribir; le encargué a K... y nada. Como nuestro amigo es de lo más olvidadizo, estoy seguro que ni siquiera le habló de ello una sola palabra. Si esta carta tiene pues la suerte de llegar a su poder deme Ud. este dato a la brevedad posible.— Le decía también en mis anteriores que El Mundo no me había escrito y ahora le digo de nuevo que no me ha escrito una sola palabra, ni siquiera dándome las gracias por la colaboración ya Ud. comprenderá que menos pueden hacerlo haciéndome el envío de remuneración. He hecho todo lo humanamente posible por sostenerme aquí en París escribiendo crónicas para periódicos de la América del Sur y en todas partes no he obtenido sino el resultado del Mundo. Vallejo obtuvo la promesa de que me pagarían en Mundial— El mismo resultado: han publicado varios artículos y cuando la persona encargada se presentó a cobrar no le quisieron ni oír. Aquí en París he trabajado en todo lo que puede trabajar un hombre y es así como hasta hoy he vivido. Pero como las cosas se van poniendo difíciles creo que no me queda otro remedio que salir de Francia, no importa a dónde ni cómo.— Si Ricardo o algunos de nuestros amigos puede, encárguele Ud. de reclamar 4 ó 5 artículos míos que Mundial no debe haber publicado. Algunos de ellos pueden serle interesantes.
La situación de casi todos nuestros amigos es ahora indecisa en París. E.... debe embarcarse próximamente. Vallejo también tiene el proyecto de ir al Perú. Yo voy a ensayar un viaje a España mientras me sea posible seguir a nuestros compañeros si así se juzgara necesario.
Este viaje en todo caso lo haré dentro de dos o tres meses; de tal manera que espero aquí su contestación.
No hemos visto sino el N° 25 de Amauta.— Le envié junto con varios poemas y crónicas de libros, míos, un artículo de Marta Vergara, escrito exclusivamente para nuestra revista. No sé tampoco nada de ello. Esta dificultad de comunicarnos es el más grande daño que nos pueden hacer a todos.
Bustamante, que se encuentra de paro aquí en París, no ha cambiado ni una línea en su manera de ser. Siempre anda como la lagartija metiéndose por agujeros invisibles con tal de escaparse de nuestras manos. Así es en todas partes.
La Librería Cuesta recibe y ha recibido siempre puntualmente la revista. Hace también todo lo posible por propagarla. Es entre todas las revistas que recibe, de América y de España, la más buscada.
No sé nada de su casa. Julia no ha contestado ninguna de mis cartas. No sé si ella también está comprendida en la censura— ¿Y los chiquillos? y Anita?
Le envío adjunta una carta para el Director de El Mundo. Haga Ud. de ella el uso que crea conveniente. Si le llegaran hacer algún pago y si la suma tuviera alguna importancia hágame Ud. un giro por cable. En ese caso con toda certeza me iré a España, siempre como le digo anteriormente, dentro de dos o tres meses.
He trabajado intensamente. Trato y he tratado de hacer siempre por poner luz en esa ignorancia compacta con la que se viene de América y a la que Ud. mi querido J. C. comenzó a dar los primeros golpes maestros. Tengo un libro de cuentos, que aunque no los juzgo de fibra noblemente revolucionaria tienen el valor de haberme servido de gimnasia. Si Vallejo va a Lima le encargaré muchísimas cosas para Ud. Él le será de un alivio enorme. Él es de los más fuertes y de los más nobles; de los que con mayor amor se han inclinado y reconocido el valor de la nueva obra en América.
Escríbase Ud. siempre con mi dirección a 11 Av. de L’Opera —Grds. Journaux— —Yo recibo regularmente mi correspondencia— Le encargo mis más cariñosos recuerdos para Anita y los niños. Reciba el abrazo fraterno de
Armando

Bazán, Armando

Un libertino, por Hermann Kesten

No es solamente libros de guerra lo que se traduce actualmente en la literatura alemana que -con el otorgamiento, a Thomas Mann, del Premio Nobel-, va a entrar seguramente en un período de activa exportación. Exportación: el término usualmente comercial no es impertinente. Durante la post-guerra, la literatura, como la industria de Alemania, ha renovado su instrumental y revisado su técnica.
“Un Libertino”, la novela de Hermann Kesten, -que aparece en las Ediciones Cenit, traducida por Fermín Soto-, pertenece a un género del que no tiene aún muestras el público hispánico. Procede de uno de esos equipos de escritores revolucionarios que en Alemania profesan y sirven la idea de que la novela debe ser usaba como arma de ataque y de crítica antiburguesa. Estos escritores quieren emplear la literatura como George Grosz emplea el dibujo. Representan una tendencia literaria que corresponde espiritualmente a la tendencia artística de George Grosz, Heinrich Zille, Kaethe Kolwitz, etc.
Por ser una literatura absoluta de post-guerra, esta literatura no puede por lo general eludir el hecho de que arrancan sus raíces: la guerra. Y, bajo cierto aspecto, “Un Libertino” de Hermann Kesten es también, al menos en sus últimos capítulos, un libro de guerra. El protagonista, José Bar, fuga de su país, Alemania, en 1914, para vivir en el extranjero como un hombre libre. Y la guerra lo sorprende en el país en que se ha refugiado, Holanda, donde resuelve, más obstinada y pragmáticamente que antes, permanecer, protegido contra sus obligaciones militares. “Un Libertino” es, pues, desde este punto de vista, la historia de un desertor; y lo es doblemente porque José Bar no solo rehusa acudir al llamamiento de su clase militar, sino que al mismo tiempo se rebela contra los intereses y los mandatos de su clase social. Si un anónimo nos ha dado en “Chinster” la historia del emboscado, del hombre que asiste a la guerra desde el retrofrente, Hermann Kesten en “Un Libertino” nos presenta el caso de un expatriado que se niega a regresar a su país para cumplir un deber que repudia.
José Bar en 1914 no es todavía teórica y prácticamente un revolucionario. Es solo un “revolté”, un rebelde, un disidente, un evadido: “José -dice el relato- era un individualista empedernido. Y este individualismo empecatado impedíale sentir la sagrada emoción que animaba en aquella hora a cientos de millones de hombres, no le dejaba reconocer la bondad ni la necesidad de la guerra, ver siempre en el enemigo el ilegítimo agresor y en la llamada patria el asilo de toda virtud moral; era tan ciegamente individualista que pensaba que la basura olía en todas partes mal, lo mismo en la patria propia que en la del enemigo; que la guerra se hacía pura y exclusivamente para conquistar riqueza y poder: que no eran más que modos de adquirir, cuando no pretextos hábilmente preparados para deshacerse en grandes cantidades, y a fantásticos precios, de las existencias acumuladas en los almacenes de los fabricantes de cañones o de paños para el ejército; que las guerras eran puras especulaciones bursátiles, operaciones aduaneras, transacciones bancarias, combinaciones para pescar ascensos, maniobras industriales o intrigas ministeriales, en una palabra, una estafa puramente privada de unos cuantos imbéciles y especuladores ambiciosos y ávaros”.
La novela de Kesten, a la que mejor conviene la clasificación genérica de relato, por descarnada y esquemática, es una sátira contra el individualismo de una juventud burguesa descontenta, insurgente. El protagonista de “Un Libertino” es, como el del John don Pasos en “Manhattan Transfer”, como el de Leonhard Frank, en “El Burgués”, un burgués idealista, centrífugo. Es un personaje diverso por el estilo, el ambiente, como lo exige el tono distinto de la obra; pero clasificable, por su procedencia y por su trayectoria, en la misma categoría.
Nada más dramático, tal vez, en nuestro tiempo, que el conflicto de estos hombres a quienes la burguesía no sabe retener en sus rangos, por descrédito de sus mitos y relajamiento de sus principios. Estos evadidos, estos prófugos, no son fácilmente asimilables por el socialismo y la revolución. Entre su rebeldía puramente centrífuga, atómica y la disciplina de la revolución proletaria, se interponen recalcitrantes sentimientos individualistas. Pero el proletariado recluta, frecuentemente, a sus más apasionados y eficaces adalides, en estas falanges de desertores. El libro de Kesten, que es una befa despiadada del individualismo burgués, consigna estas palabras: “La mayoría de los hombres consideran inmutable la suerte material de su vida; es curioso, pero es así. Al rico le ayudan a pensar de este modo las leyes hechas para él. Por su parte, los pobres, que viven fuera de las leyes, parecen comulgar en el credo religioso de la santidad de la pobreza. Este modo de pensar los hunde en la miseria y les impide remediarse ni remediar a los demás. No aciertan a unirse ni a meditar acerca de su situación. Sin los burgueses traidores a la causa de la burguesía, que se pasaron a las filas del proletariado, las masas obreras seguirían hoy casi tan ciegas como el primer día”. Conclusión excesiva de carácter polémico, como la frase de Lenin inscrita en la entrada de la obra: “La libertad es un prejuicio burgués”.
Esta es una literatura de guerra, de combate, producida sin preocupación artística, estética. No le interesa sino su eficacia como arma agresiva. Tal ves la traducción es algo premioso y dura; pero de toda suerte no hay duda de que al autor no le importa mucho la realización literaria de su idea. Y bajo este aspecto, esta literatura no es equiparable al dibujo de Grosz, en que el artista con los trazos más simples e infantiles se mueve siempre dentro de una órbita y una atmósfera de creación artística. La sátira pierde su alcance y su duración, si no está lograda literariamente. A la revolución, los artistas y los técnicos le son tanto más útiles y preciosos cuando más artistas y técnicas se mantienen.
Pero documentos como “Un Libertino” preludian y preparan, con todo, una nueva literatura. En este violento renunciamiento al indumento y a la carne artísticas, en esta desnudez de esqueleto, actúan la voluntad y los impulsos de un recomienzo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Mario Nerval, 11/12/1929

Lima, 11 de diciembre de 1929
Estimado amigo y compañero Mario Nerval:
No he tenido acuse de recibo de Ud. de mi última de hace varias semanas, contestando a una carta suya. Pero si no le he escrito no ha sido por esto sino por mis extraordinarias ocupaciones y porque M. lo ha mantenido al corriente de los sucesos.
Le lleva estas líneas Federico Sal y Rosas, amigo y colaborador de Amauta en Huarás, que ha sufrido prisión de varios días, con otros compañeros de esa localidad, a raíz de la última movilización policial contra nosotros. Como de ésta puede ocurrir que no tenga Ud. noticia exacta, le adjunto copia de una carta que escribí a un amigo el 22 del pasado.
Todos los presos, según mis noticias, están en libertad. Ignoro solamente la condición de un compañero de Chepén. El bluff no ha prosperado; pero es seguro que se prepara el aprovechamiento de sus elementos en una próxima oportunidad.
No hace falta agregar que Amauta, mientras yo esté aquí, seguirá saliendo. Su prestigio internacional, por otra parte, la defiende. Pero se trata de sofocarla aterrorizando a sus propagadores y simpatizantes. A la clausura sensacional, se prefiere el estrangulamiento silencioso.
Sal y Rosas trabajaba por la constitución en Huarás de un centro de estudios sociales. No se le puede acusar de otra cosa. Pero estar en correspondencia conmigo es suficiente para perseguir o molestar a una persona. Muchas veces las cartas, inocentes siempre enviadas a mi dirección, no me llegan; pero van a revelar a la policía a las personas de que puedo servirme para la “ejecución de mis designios”. Esto ha ocurrido por ejemplo con el señor Alejandro Destre Sierra de Huarás, acusado de haberme escrito, a pesar de que nunca he recibido de él una línea.
Ya le escribiré más detalladamente para que entere Ud. de las cosas a los amigos.
Cordialmente lo abraza, reclamando sus noticias, su afmo. amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Waldo Frank en Lima

Contra mi hábito, quiero comenzar este artículo con una nota de intención autobiográfica. Hace más de cuatro años que escribí mi primera presurosa impresión sobre Waldo Frank. No había leído hasta entonces sino dos de sus libros, “Nuestra América” y “Rahab” y algunos artículos. Este eco sudamericano de su obra, no habría sido advertido por Frank sin la mediación acuciosa de un escritor desaparecido: Adalberto Varallanos. Frank recibió en New York con unas líneas de Varallanos el número del “Boletín Bibliográfico de la Universidad” en que se publicó mi artículo y me dirigió cordiales palabras de reconocimiento. Empezó así nuestra relación. De entonces a hoy, los títulos de Frank a mi admiración se han agrandado. He leído con interés excepcional cuanto de él ha llegado a mis manos. Pero lo que más ha aproximado a él es cierta semejanza de trayectoria y de experiencia. La razón íntima, personal, de mi simpatía por Waldo Frank reside en que, en parte, hemos hechos el mismo camino. En este artículo que es, en parte, mi bienvenida, no hablaré de nuestras discrepancias. Su tema más espontáneo y sincero es esta afinidad. Diré de qué modo Waldo Frank es para mí un hermano mayor.
Como él, yo no me sentí americano sino en Europa. Por los caminos de Europa, encontré el país de América que yo había dejado y en el que había vivido casi extraño y ausente. Europa me reveló hasta qué punto pertenecía yo a un mundo primitivo y caótico; y al mismo tiempo me impuso, me esclareció el deber de una tarea americana. Pero de esto, algún tiempo después de mi regreso yo tenía una consciencia clara, una noción nítida. Sabía que Europa me había restituido, cuando parecía haberme conquistado enteramente, al Perú y América; mas no me había detenido a analizar el proceso de esta reintegración. Fue al leer en agosto de 1926 en “Europe” las bellas páginas en que Waldo Frank explicaba la función de su experiencia europea en su descubrimiento del Nuevo Mundo que medité en mi propio caso.
La adolescencia de Waldo Frank transcurrió en New York en una encantada nostalgia de Europa. La madre del futuro escritor amaba la música. Beethoven, Wagner, Schubert, Wolf, etc eran los genios familiares de sus veladas. De esta versión musical del mundo que presentía y amaba, nace tal vez en Frank el gusto de concebir y sentir su obra como una sinfonía. La biblioteca paterna era otra escala de esta evasión. Frank adolescente interrogaba a los filósofos de Alemania y Atenas con más curiosidad que a los poetas de Inglaterra. Cuando, muy joven aún, niño todavía, visitó Europa, todos sus paisajes le eran familiares. La oposición de un hermano mayor frustró su esperanza de estudiar en Heidelberg y lo condenó a los cursos y al clima de Yale. Más tarde, emancipado por el periodismo, Frank encontró, finalmente, en París todo lo que Europa podía ofrecerle. No solo se sintió satisfecho sino colmado. París, “ciudad enorme, llena de gentes dichosas, de árboles y de jardines; ciudad indulgente a todos los humores, a todas las libertades”. Para el periodista norte-americano que cambiaba sus dólares en francos, la vida en París era plácida y confortable. Para el joven artista de cultura cosmopolita, París era la metrópolis refinada donde hallaban satisfacción todas sus aficiones artísticas.
Pero la savia de América estaba intacta en Waldo Frank. A su fuerza creadora, a su equilibrio sentimental, no bastaba el goce fácil de Europa. “Yo era feliz-escribía Frank en esa confesión, en la que estaban ya los motivos de su primera conferencia de Lima-, no era necesario. Me nutría de lo que otros, en el curso de los siglos, habían creado. Vivía en parásito; este es al menos el efecto que yo me hacía”. En esta frase profunda, exacta, terriblemente cierta: “yo no era necesario”, Frank expresa el sentimiento íntimo del emigrado al que Europa no puede retener. El hombre ha menester, para el empleo gozoso de su energía, para alcanzar su plenitud, de sentirse necesario. El americano al que no sean suficientes espiritualmente el refinamiento y la cultura de Europa, se reconocerá, en París, Berlín, Roma, extraño, diverso, inacabado. Cuanto más intensamente posea a Europa, cuanto más sutilmente la asimile, más imperiosamente sentirá su deber, su destino, su vocación de cumplir en el caos, en la germinación del Nuevo Mundo, la faena que los europeos de la Antigüedad, del Medioevo, del Renacimiento, de la Modernidad nos invitan y nos enseñan a realizar. Europa misma rechaza al creador extranjero al disciplinarlo y aleccionarlo para su trabajo. Hoy, decadente y fatigada, es todavía asaz rigurosa para exigir de cada extraño su propia tarea. La hastían las rapsodias de su pensamiento y de su arte. Quiere de nosotros, ante todo, la expresión de nosotros mismos.
De regreso a los veintitres años a New York, Waldo Frank inició, bajo el influjo fecundo de estas experiencias, su verdadera obra. “De todo corazón -dice. Me entregué a la tarea de hacerme un sitio en un mundo que parecía marchar muy bien sin mi”. Cuando, años después, tornó a Europa, ya América había nacido en él. Era ya bastante fuerte para las audaces jornadas de su viaje de España. Europa saludaba en él al autor de “Nuestra América”, al poeta de “Salvos”, al novelista de “Rahab”, “City Block”, etc. Estaba enamorado de una empresa difícil, pensando en la cual exclamaba con magnífico entusiasmo: “¡Podemos fracasar, pero tal vez acertaremos!”. Al embarcarse para New York, Europa quedaba esta vez detrás de él”.
No es posible entender todo el valor de esta experiencia, sino al que, parcial o totalmente, la ha hecho. Europa para el americano, -como para el asiático- no es solo un peligro de desnacionalización y de desarraigamiento; es también la mejor posibilidad de recuperación y descubrimiento del propio mundo y del propio destino. El emigrado no es siempre un posible “deraciné”. Por mucho tiempo, el descubrimiento del Nuevo Mundo es un viaje para el cual habrá que partir de un puerto del Viejo continente. Waldo Frank tiene el impulso, la vitalidad del norte-americano; pero en Europa ha hecho, como lo digo de mi mismo en el prefacio de mi libro sobre el Perú, su mejor aprendizaje. Su sensibilidad, su cultura, no serían tan refinadamente modernas si no fuesen europeas. ¿Acaso Walt Withman y Edgard Poe no era más comprendidos en París que en New York, cuando Frank se preguntaba, en su juventud, quienes eran los “representative men” de Estados Unidos? El unanimismo francés frecuentaba amorosamente la escuela de Walt Withman, en una época en que Norte-América tenía aún que ganar, que conquistar a su gran poeta.
En la formación de Frank, mi experiencia me ayuda a apreciar un elemento: su estación de periodista. El periodismo puede ser un saludable entrenamiento para el pensador y el artista. Ya ha dicho alguien que más de uno de esos novelistas o poetas, que miran al escritor de periódicos con la misma fatuidad con que el teatro miraba antes al cine, negándole calidad artística, fracasarían lamentablemente en un reportaje. Para un artista que sepa emanciparse de él a tiempo, el periodismo es un estadio y un laboratorio, en el que desarrollará facultades críticas que, de otra suerte, permanecerían tal vez embotadas. El periodismo es una prueba de velocidad. Terminaré esta impresión desordenada y subjetiva, con una interrogación de periodista: ¿Del mismo modo que solo un judío, Disraelí llegó a sentir en toda su magnificencia, con lujo y fantasía de oriental, el rol imperial de Inglaterra, en la época victoriana, no estará reservada a un judío, antes que a un puritano, la ambiciosa empresa de formular la esperanza y el ideal de América, en esta edad cosmopolita?
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

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