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Carta a Artemia G. de Falcón, 17/12/1915

Huánuco, 17 de diciembre de 1915

Sra.
Artemia G. vda de Falcón
Lima

Querida madre:
Esta vez tu silencio se ha prolongado lo que nunca creía. No puedes imaginarte, ni yo describirte por su enorme intensidad, la tristeza que me causa no recibir carta tuya en un correo. Bien me explicaba la falta de estas en los correos del miércoles, por lo poco estresada que te suponía de la horas o días de itinerarios. Pero no recibir noticias de ti en el último correo del domingo, me desconsoló enormemente. Nunca me han faltado en este día. Supongo que en el próximo, pasado mañana, recibiré carta en la cual me explicarás la causa de las omisiones en las dos anteriores.

Yo sigo por acá en la misma situación que te describí en mi carta anterior. Trabajo mucho, y estoy muy disgustado por varias razones que no digo, por no llevar hasta tú, a quien anhelo ver completamente despreocupaba y alegre, la amargura de las desavenencias que padezco yo aquí en silencio, con la esperanza, cada vez más firme, de recompensarlas algún día de manera inusitada. Ya te contaré cuando vaya. Entonces, la satisfacción de vernos reunidos, evitará a tu espíritu toda contrariada que pudiera ocasionarte el relato que te anuncio.

Me preparo a pasar las fechas de Pascua y Año Nuevo lo más desesperantemente posible. No hay otro manera de pasarlas. ¡Cuánto he querido mandarles a mis hermanos unos centavitos para estos días! Me ha sido de todo pronto imposible. Aún no me he resignado. Continúo luchando y tengo una remota esperanza de conseguirlo. ¡Dios lo quiera!.

A todos mis hermanos da en mi nombre saludos especiales. Yo se los envío con el corazón.

Recibe un abrazo muy fuerte de tu hijo.

César

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 28/12/1915

Huánuco, 28 de diciembre de 1915

Sra. doña Artemia G. vda de Falcón
Lima

Querida madre:
El domingo, muy a la una del día, recibí tu carta y la encomienda que me mandaste. Tiene un gusto indescriptible. Todo lo que me has mandado ha venido con una gran oportunidad. Los zapatos me llegaron en un momento en que los que tenía puestos amenazaban quedarse por pedazos en la calle. De pañuelos también estaba escaso y el cariñoso obsequio de Alicia me llenó de emoción por el tierno recuerdo que el significa y de gratitud por la utilidad que las especias tienen para mí. Y de igual manera los demás obsequios que tu me remites: el corazón que, entre paréntesis, no creo sea el tuyo, porque este yo bien lo sé, no es tan duro; la corbata, muy bonita y útil; el calzador y el delicado recuerdo de Teresita que me vino en carta en anterior. A todas les agradezco en el alma.

Te agradezco también el que me hayas mandado los libros.

Te incluyo dos giros postales de veinte soles cada uno. Te los mando así para que te los paguen, pues me dicen que cuando son de un valor no los pagan por falta [de di]nero. Ha sido esta la única [...] de conseguir plata que he tenido. Estoy en una situación angustiosa. Debo a la Tesorería Fiscal más de ciento cincuenta soles todavía. Felizmente el cajero es muy amigo mío y muy buena persona, y no dejará de darme para mandarte y para vivir yo. Por tal circunstancia, aunque con hondo dolor, no te mando sino cuarenta soles. Espero, según mis cálculos, acabar de satisfacer lo que adeudo a la Caja y las mensualidades más, y entonces te remitiré dinero con más largueza. Ahora, tú y yo, estamos tan mal que debemos dedicarnos a capear el temporal de cualquier manera.

Lo que parece que sea una solución a tu pobreza el que Alicia se destine. En nada la aliviará, por lo exiguo de los sueldos que pagan a las empleadas y, en cambio, la pobre se sacrificaría inutilmente.

A Juan pienso escribirle por el próximo correo reprochándole su conducta y encareciéndole se modifique. Entretanto, tú hazle sabe mi disgusto y la confianza que abrigo en que sabrá reformarse, conforme me lo promete en sus cartas.

Saluda con todo cariño a mis hermanos, a quienes como a ti, deseo con todo el corazón pasen unas pascuas y año felicísimos. Saluda a Juan.

Recibe un fuerte abrazo del alma de su hijo.

César.

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 31/12/1915

Huánuco, 31 de diciembre de 1915

Sra. Doña Artemia G. vda de Falcón
Lima

Querida madre:
El miércoles, anteayer, recibí carta tuya. Gran contento.

Los zapatos los recibí el domingo último. Ya te lo anuncié por carta anterior.

Me he dado un gran chasco. El lapicero se me figuró en un principio calzador. La rectifiqué. Agradezco a Juan el obsequio.

Aunque disgustado, sobretodo por estar lejos de ustedes, tendré que estar algún tiempo por aquí. Posiblemente, si antes no me botan, iré por abril. Pienso pedir permiso, pretexto de enfermedad.

Como la pascua, el año se [...] se me presenta hondamente triste: sin un centavo y en esta tierra donde no hay ningún festejo. Hay que resignarse. Otras épocas vendrán mejores.

Te mandé cuarenta soles. Perdona que haya sido tan poco, pero madrecita mía, esa misma cantidad muchas inquietudes me ha costado conseguirla. Confío en un próximo cambio de la situación —cuando acabe de pagar lo que debo—, y, entonces, a todo nos irá sino bien, de mejor manera.

Con toda el alama deseo que tú y mis hermanos pasen un buen año nuevo. Siquiera con tranquilidad y contento.

Saluda cariñosamente a mis hermanitos, bésalos por mí en este día de año nuevo, regocijado para ellos que bien pueden vivir sin zozobras ni desazones. Saluda también a Juan, de quien espero haya mejorado en mucho su conducta.

A ti, madre del alma, te mando un abrazo y un beso del corazón.

Tu hijo

César.

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 21/01/1916

Huánuco, 21 de enero de 1916

Sra. doña Artemia G. de Falcón
Lima

Querida madre:

Ya me he acostumbrado a no recibir carta tuya en los correos de los miércoles. Por esto no te digo y menos te reprocho el que en el último no haya tenido ninguna.

Ayer, jueves, fue un día de fiesta acá. Era el aniversario de San Sebastián, patrón del pueblo, y los lugareños se dieron a festejarlo. Fue una celebración a la usanza de aquí: sin entusiasmo popular ni diversiones de relieve. Dos castillos fuegos artificiales, quemados sucesivamente en las noches del miércoles en la del día del santo, constituyeron, como una exigua adorno de las plaza principal, todos los números del programa festejatorio.

Yo presencié tan atrayente espectáculo desde un balcón de la plaza, en casa de una familia amiga. Estoy gratamente impresionando de la fiesta. Créemelo. Hay motivo para estarlo comparadas las de San Sebastian con las realizadas en honor de la pascua y año nuevo, han sido excepcionales.

Hoy y pasadas las flamantes diversiones, he vuelto al trabajo, muy grande por cierto, de esta Secretaría, que ya me va cargando y así seguiré hasta que Dios.y el gobierno quieran. Esto, es una súbita determinación, que estimula la tristeza de no estar junto a ustedes y la ninguna expectativa que el cargo me ofrece, no provoca antes una salida anticipada. Mi situación económica me detiene. Estoy cada vez peor de dinero y sin esperanzas definidas. En fin... lo que sea sonará. Lo espero y callo.

Dame noticias detalladas de tu vida, de todo lo que te ocurra, de lo más mínimo. Para mí es un gran consuelo, porque, solidarizándome con sus más pequeños pesares y alegrías me acerca a ustedes, hasta hacerme olvidar la distancia que nos divide y discutir en el rostro el calor sano y agradable de nuestro hogar.

Saluda cariñosamente a todos mis hermanos, a Juan y recibe un fuente abrazo de tu hijo.

César.

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 10/3/1916

Huánuco, 10 de marzo de 1916

Sra. doña Artemia G. de Falcón
Lima

Querida madre:

Una gran inquietud tuve el domingo al recibir tu telegrama. En el primer momento antes de abrirlo, no atinaba a comprender que cosa motivaba, y ¡Claro! solo se me ocurrieron cosas malas. Después, al leerlo, calmó mi desasosiego, más no quedé completamente tranquilo. Mucho me había esforzado por mandarte el giro en tiempo conveniente, para que lo recibieras antes de carnavales, y me apenaba hondamente el que, por la misma fiesta, no la hubieras recibido; pues supongo que sea esta la causa de que no te lo hayan llevado con la puntualidad de siempre.

En cuanto a tus temores los encuentro si bien cariñosos, muy infundados. Si algo me pasase por acá, no habría, por cierto de callármelo. Te lo comunicaría inmediatamente. Esto debe tranquilizarte.

Las fiestas de Carnaval las he pasado como lo preveía: aburrido y triste. Aquí se ha jugado con muy poco calor. La pobreza de estas gentes apenas se les ha concedido el triste placer de arrojarse mutuamente más cascaronazos y ... nada más. Hubo, sin embargo, una fiesta bastante simpática. Fue el sábado. Aquí, nuestro "Don Carnavalón" se llama "Don Calixto". Pues bien, Don Calixto hizo su entrada triunfal el sábado en la tarde y seguido de una nutrida cabalgada y de la multitud. Se pegó con entusiasmo en las calles. El agua […] hizo el gasto, y muy bien hube de guardarme para no sufrir un chaparrón de […].

Después, los días de verdadero carnaval fueron sosos, cansados, asfixiantes de hastío. Mi humanidad se paseó por las calles desiertas procurando distraer su tristeza con las cosas tristes que veía.

Supongo que ustedes lo habrían pasado mejor. Es un consuelo para mí.

Saluda cariñosamente a todos mis hermanos, a Juan y recibe un fuerte abrazo de tu hijo.

César.

P.D.- No dudo que a la fecha hayas recibido ya la carta y el giro. Hago todo esfuerzo por cumplir cuanto antes lo que en la carta […]
Te mando el hilo que me pides. Vale

Falcón, César