Aspectos Sociales

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05.03.04

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Carta de Jaime Torres Bodet, 21/5/1927

México, D.F., 21 de mayo de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui.
Director de la Revista Amauta.
Sagástegui 669.
Lima, Perú.
Muy señor mío:
Al recibir su carta del 27 de abril último me apresuré a releer —con el detenimiento que su solicitud reclamaba— el artículo mío que con el título de “Iberoamericanismo Utilitario” publicó Revista de Revistas en su edición No. 880 y crea usted que deploro no haber encontrado en él una frase equivocada o simplemente una violencia indebida de tono que me dieran la oportunidad, muy grata, de emprender la rectificación que usted pide ya que rectificarme es mi ocupación favorita.
Pero es el caso que, en el artículo de que hablamos, no hice responsable a Amauta de las opiniones de Hidalgo denigrantes para México que usted llama amablemente boutades y sólo cito a Amauta como el lugar en que las había recogido, obligándome a ello una elemental honradez de escritor. Si la opinión de usted y de sus compañeros de redacción no coincide con la de Hidalgo— y usted me lo asegura— no me quedará sino felicitar a usted y a ellos por su buen sentido. Pero de esta felicitación a la rectificación que quiere media una distancia que sólo la deferencia pudiera invitarme a recorrer.
El hecho de que el artículo de Hidalgo haya aparecido en la sección de ‘Libros y Revistas’ de Amauta, no salva a esa revista de la peligrosa responsabilidad de haberlo amparado, porque si bien la hospitalidad tiene sus deberes, también tiene sus derechos de selección muy claros y usted no parece haberlos ejercitado con la precisión que sus sentimientos iberoamericanos hubieran exigido. Por otra parte, decir —como usted agrega— que el “rincón bibliográfico” de Amauta no es Amauta misma, es hacer poco favor a la mentalidad del personal que está encargado de enriquecerlo.
Como usted ve, no he incurrido en ningún error de ligereza al creer a Amauta de acuerdo con la opinión de Hidalgo y si alguien está obligado a aclarar el criterio iberoamericano de esa revista —si alguno tiene— es usted mismo o quien de ello se encargue en la publicación que dirige.
De usted atento y seguro servidor.
J. Torres Bodet

Torres Bodet, Jaime

Carta de Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 15/4/1929

San Francisco, 15 de abril de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Querido y recordado compañero:
Sentí de veras no haberle podido ver cuando estuve de paso por ésa. Cierto día en que fui a su casa, un simpático pequeñuelo —creo que sería Sandro— salió a mi encuentro, indicándome que Ud. en ese momento se encontraba muy ocupado, atendiendo a algunas personas.
Preocupaciones de todo orden, a cual más duras y aplanantes, me impidieron luego volverlo a buscar. Enseguida partí para esta ciudad saxoamericana donde el proceso de mi vida adquiere un viso álgido. No he tenido, pues, la suerte de cumplir uno de mis más vivos deseos al llegar a Lima: presentarle el testimonio de mi admiración personal y darle un fuerte, un cordial abrazo. Pero juzgue mi afecto, compañero, a través del que ahora le envío con estas líneas, hilvanadas apenas las faenas de esta aplastante vida yankee me dejan un respiro.
Después de algunos contrasuelazos y volatines, he caído en El Imparcial, semanario de habla hispana en San Fco. Figúrese una publicación de mentalidad específicamente burguesa e ingenuidad provinciana, pero sin el arresto limpio, fuerte e inteligente de nuestro provincialismo, por ejemplo. Desde el primer momento traté de hacerlo virar hacia la izquierda, aunque fuese lubricando sólo un tanto los ejes de orientación; pero lamentablemente el cartaginés del propietario echó por tierra mis planes. En comentarios rapidísimos, sin embargo, he lanzado algunas flechas incendiarias y por cualquier resquicio soplaré mi pólvora.
La posición del periódico es estratégica: defensa de los intereses de las colonias de habla castellana —españoles e hispano-americanos; en su mayor parte mexicanos estos últimos— frente a la hostilidad rubia; pero ni el hebdomadario sabe ni quiere sacar partido de su situación ni aquellas colonias tienen la menor consistencia solidaria.
Entiendo que aquí hay alrededor de 20,000 mexicanos; y créame Ud., compañero, actúan y se mueven en tal forma, piensan de tal manera que son capaces de socavar la fe del hombre mejor templado. La pasión política y disgregación de conciencia son tales, que allá donde se juntan dos mexicanos hay una revolución cargada de dinamita. Tal vez sea la energía desviada de la raza destinada a fecundas creaciones con abonos de sangre; pero mientras se corta las arterias, el Tío del Mundo se nutre de sangre azteca y ríe a caquinos de la opereta democrática, de los miles de generales presidenciables, de las cien revoluciones por minuto, etc., etc.
Y aquí se conocen datos ciertos de que todos esos que se presentan con la aureola apostólica antiimperialista, caen secretamente de rodillas ante la Secretaría de Estado yankee implorando ayuda y misericordia.
A título de referencia aquí le presento dos casos: poco antes de que yo llegase, Vasconcelos ofreció una conferencia, creo que en el Liberty Theatre situado en Broadway, centro de concentración latina. Se imaginará Ud. que una imponente multitud de nuestra raza acudió a escuchar al líder. ¡Admírese, compañero! El público estuvo compuesto escasamente por doscientas personas. De éstas la mayor parte fueron suramericanos; y de éstos —consuela decirlo— la mayor parte fueron peruanos.
Poco antes de producirse la revolución de los Escobar, Aguirre, etc., un buen día apareció en el Examiner —uno de los tantos órganos del cínico Hearst— un artículo en que señalaba la necesidad imperiosa y urgente de “adquirir” la Baja California, sobre todo por razones estratégicas, tanto para la defensa del Canal de Panamá como de los estados saxoamericanos del Pacífico. Como aquí se siguen paso a paso los planes de Inglaterra, no hay duda de que The Low California pasará a la Unión Saxoamericana el día menos pensado, y todavía con el asentimiento de muchos, muchísimos mexicanos. ¡Y lo de Sandino y lo del Canal de Nicaragua! Vea Ud.: he conversado con muchos nicaragüenses y el 99% opina que Sandino no es más que un vulgar salteador de caminos...
Hay para jamás acabar. Cuando esté más tranquilo, ordenaré mis notas y tendré el gusto de mandarle algunos artículos sobre estos puntos, para Amauta. Poseo ya extensas observaciones sobre la vida yankee que sucesivamente le haré conocer.
No me traje más que un número de Amauta, del cual me estoy valiendo para hacer conocer el mérito y orientación de la revista entre mucha gente de ésta; poniendo de relieve, al mismo tiempo, la destacada y beneficiosa labor intelectual de Ud. Le quedaría reconocido si, por lo pronto, me enviase, con la dirección que más abajo le indico, siquiera un ejemplar de cada número. Al mismo tiempo me interesa conocer y hacer conocer en ésta su libro 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. ¿Podría Ud. mandármelo?
Luego le enviaré algunos poemas míos para que me haga la merced de publicarlos. Felizmente acá recibo Repertorio Americano y esto me salva un tanto de la mediocridad y estulticia ambiente.
Ya ve, compañero, que mantiénese firme mi solidaridad ideológica y espiritual con el grupo de Amauta —Espero que no olvide que estoy en acecho captador de muchos aspectos de problemas que nos preocupan. Nuestra conexión es, pues, de verdadera importancia para la causa en que militamos. Saludos a todos los compañeros.
Lo abraza fraternalmente
Luis A. Rodrigo
Mi dirección:
Luis A. Rodríguez O.
1027 Pacific Street.
San Fco.. de Cal.
U.S.A.

Rodríguez O. Luis A. (Luis de Rodrigo)

Carta de Tristán Marof, 29/5/1929

México, 29 de mayo de 1929
Mi querido compañero Mariátegui:
Ahí le incluyo un artículo para Amauta. Procure insertarlo en su número más inmediato. Arguedas me ha atacado en París con tanta injusticia como deshonestidad. Me llama profiteur, coquin y otras cosas. Y usted sabe, saben todos que yo no he hecho otra cosa que darme por entero a la causa proletaria, renunciando fortuna, situación, privilegios. Recuerdo que estando en prisión, Taborga, el jefe del nacionalismo me quiso comprar con promesas diciéndome que Siles aceptaba una reconciliación conmigo y que me nombraría su Ministro. Yo le dije a Taborga que si no había podido fusilarme Siles quería fusilarme moralmente. Ahora Arguedas se lanza contra mí por haber sido nombrado Ministro de Bolivia en Colombia. Yo vivo pobre y trabajosamente gano el pan. No hay un solo ciudadano entre los míos que me acuse de aprovechador y deshonesto. Hasta mi dinero he empleado por levantar a los indios.
Un abrazo de su amigo que lo aprecia grandemente
T. Marof.

P.S.—En la revista de economía hay un juicio bastante interesante sobre su último libro por Humberto Tejera, buen amigo mío, a quien le presté el libro que tuvo la gentileza de enviármelo. Le envío en paquete separado.
Escriba al recibo de esta carta, aunque sean unas líneas a esta dirección: Sr. Gustavo Navarro, Calle de Sinaloa 73, México D.F.
Le ruego encargar que corrijan con un poco de cuidado en la imprenta mi artículo.

Marof, Tristán

Carta de Tristán Marof, 6/8/1928

México, 6 de agosto de 1928
Mi querido compañero Mariátegui:
Su carta del 10 de julio la tengo en mi poder y la respondo inmediatamente con todo agrado. He sabido por algunos amigos suyos que se encontraba enfermo, y varias veces hemos lamentado su situación. Pero me alegra inmensamente la noticia que me da de que una operación feliz, tal vez, lo pondrá en condiciones mejores. Todo lo que sucede a Ud. —sus triunfos y sus dolencias nos preocupan— no por simple sentimentalismo, sino porque clavado allí en Lima, realiza una obra revolucionaria con visión clara y dentro de la realidad.
No he recibido las cartas del Mayor Helguera; posiblemente han quedado secuestradas por el amigo Roig o por algún otro. Ya sabe Ud. o se habrá dado cuenta que nuestros amigos cubanos —con rarísimas excepciones— no tienen un severo grado de responsabilidad. Solamente una carta con un recorte suyo me enviaron de La Habana a México.
Le escribo a Fernández de Castro, anunciándole que escribirá para El Diario de la Marina. Yo escribí algo sobre Ud. para el suplemento y no sé si habrá salido. Hasta me pagaron adelantado; posiblemente saldrá en números posteriores si hasta ahora no ha salido.
Me tiene Ud. instalado por el instante, en este hospitalario país, tan complejo y tan interesante. No es posible escribir sobre México una línea sin vivir aquí, sin relacionarse con los medios más diversos y sin tener un espíritu de observación agudo. Los que escriben sobre México, a distancia, podrán acertar tal vez en algunos aspectos pero no en todos. Frecuentemente tengo la diversión de leer polémicas sustentadas sobre México y no hago otra cosa que sonreír. México no se arreglará ni cambiará por los buenos o malos deseos de esos señores. Estando aquí, sintiendo su vibración y la fuerza de este país, se da uno cuenta que México tiene enorme dinamismo que lo emplea cuando conviene, en el momento que es preciso. Los que analizan la ‘revolución mexicana’ como una cosa definitiva, seguramente no se dan cuenta que ella no ha realizado sino su papel histórico frente al poder feudal resintiéndolo considerablemente. Pero por este mismo hecho, este país marcha a pasos precipitados a la ‘revolución social’ proletarizando todas sus masas campesinas y obreras. Por este mismo hecho, México se encuentra a la cabeza de los países nuestros, donde el privilegio, el latifundio como entidad política, el clero, dominan en forma absorbente. Nosotros tenemos que realizar una revolución muy parecida a la de México en 1910; tal vez nuestra revolución tenga mayores contenidos sociales, mayor visión de conjunto, pero esto mismo no es sino el resultado de experiencias obtenidas sobre México.
La polémica de Urquieta —pequeño burgués intelectual, y Meneses, con su dosis de sentimentalismo, no me demuestran sino una cosa: el error de no vivir en México, de no estar enterado de la evolución económica —único factor que precipita las revueltas. Calles y Obregón —este último asesinado en un momento lamentable— no significan otra cosa que la representación de la pequeña burguesía nacional que derrotó al régimen latifundista y porfiriano que dominó a México por el espacio de más de 30 años. Pero no es posible desconocer la obra de la revolución mexicana, la interrogante que ha abierto en todos los campos, y por último, sus esfuerzos para imponerse y luchar al frente de un enemigo tan poderoso como el capitalismo de Wall Street.
Por otra parte, nuestro deber revolucionario es defender todas las conquistas que se han obtenido con la revolución y seguir adelante.
Urquieta, no sólo es un confusionista consciente —esta es la impresión que tengo yo— sino que se está cuajando en el Altiplano, al lado de don Franz Tamayo, radical lírico y mensajista. Si usted puede influir en este amigo escríbale y muéstrese disgustado por su actitud tan lejana de la realidad.
Con el mayor gusto escribiré para su revista y le conseguiré colaboraciones de valía. Voy a hablarles a los señores Bohórquez, Molina Enríquez, Diego Rivera y otros. Estoy seguro que escribirán para Amauta y le prometo enviarle inmediatamente que tenga en mi poder los manuscritos.
He dado una serie de conferencias en la Universidad y ahora me tiene Ud. de Profesor de Historia Americana en la Facultad de Ciencias Sociales. Posiblemente estaré aquí unos cuantos meses más hasta que pueda viajar a B. Aires.
He charlado largamente con Haya antes de que parta a Guatemala. Algunos puntos de vista me agradan; tal vez estaríamos de acuerdo en todo si Haya a última hora no hubiera insistido en cierto reformismo. Esta actitud ha abierto cierta pugna entre comunistas y apristas. Desde luego una cosa lamentable en un período pre-revolucionario.
No tengo aún en mi poder los números de Amauta que me dice Ud. me remite. Emplee como siempre la dirección segura: Liverpool 119.
Un saludo a todos los compañeros de su revista; y Ud. y su señora, acepten el afecto cordial de su amigo y compañero que los estima de verdad.
T. Marof

Marof, Tristán

Carta de Waldo Frank, 25/7/1926

Bailey Island. Me., 25 de julio de 1926
Dear Friend,
I have nor written you, since I received your book and since you sent your so penetrating and so generous discussion of Rahab. I was happy to read your Escena Contemporanea and to learn from it how close and parallel our awareness of life and our approach to our epoch’s problems are. I feel, that I have won, in distant Peru, a true deep friend and I am grateful.
Tell me, do you read English? If so, I should like to send you books of mine which have not as yet appeared in translation. I feel that I have the right to call on you to read me fully. On the other hand if you are not familiar with English, please tell me, in order that I may henceforth to write you in French (I read Spanish, but I fear I am not at home enough in that language to write a letter in it, without horrible mistakes).
I have read with greatest interest the two issues of El Sembrador sent me by Ramirez i Castillo. How refreshing it is, to learn that there are bodies in South America with such clear, strong purposes. How I wish I could more actually join you! That is the misery of our time: it is so incredibly hard to turn vision and our right impulse into Act. A Union of Latin America— that would be the best thing not alone for all of you, but for us too. If we in the U.S. could realise the existence, south of us, of a mature, integrated world, it would help to sober us from the insane and unchallenged madness of our material success.
You must realise ––all of yo–– that I am with you in spirit. The America I am concerned with is one that can only consider your own America in the light of an equal. And as to you, personally, dear Mariategui, I am happy that you have been moved by my work to write as you have written: I am happy that you are there, at work like myself in the great adventure of making of America a new world indeed. I hope that our realisations will grow closer. I salute you, with deep gratitude and thanksgiving and joyousness.
yours
Waldo Frank
Address:
c/O Boni & Liveright
61 West 48 Street
New York

Frank, Waldo

Carta de Waldo Frank, 30/12/1929

[Se ha respetado la grafía del original]
New York, 30 de diciembre de 1929
Muy querido hermano.
Acabo de llegar; no me he acostumbrado todavía a mi propio país ni a la vida humana que encuentro aquí. Me es difícil hablar, y escribir. Ya está empezando el proceso de digerir todo lo que me ocurrió, todo lo que he aprendido en su América. Voy a dedicarme a esta tarea, y a la de escribir el libro que debe ser el fruto de mi viaje, y justificarlo, enseguida. Una tarea honda, larga, dificilíssima. Todo el año 1930 no bastará, tal vez, a acabarla. Felizmente, he ganado bastante dinero para poder esconderme lo necesario, y para dedicarme sin interrupción a la obra. Procuraré hacer un libro constructivo —un libro de vida y de acción.
Querido José, no sabes —no puedes saber cuánto mi conocimiento con ti me vale— y me nutre. Es el “climax” de mi viaje. Cuando mi solitaria vida aquí me asuste demasiado, pensaré a ti, a tus amigos, a este conjunto hermoso que tu espíritu ha creado en el Perú. Mientras tanto, he escrito dos veces a Glusberg, diciéndole la importancia de lograr tu visita a B. A.—la importancia verdaderamente americana. Y he escrito lo mismo (dos veces) a Victoria Ocampo, quien podrá tal vez ayudaros. Ella se marchó a París: pues mi comunicación con ella, cuando llegue ella, no será tan larga.
No puedo escribir una verdadera carta: como he dicho, me es necesario el silencio. Esta vuelta al Hecho Americano, después de mi gran viaje en el país de las ideas, es penosa, naturalmente. Comprenderá, como entiendes todo.
Know, dear friend, that in the deepest sense you are my brother, and that you have my love (also in the deepest sense) forever.
Mis cariños a Sra. Mariátegui, a Leguía (el bueno), Sánchez, a Sabogal, a Julia, a todos, a todas... Qué recuerdo maravilloso me han dado, para siempre.
ti hermano
Waldo Frank
Los envíos no me han logrado —ni cortes, ni libros.
Jan. 12.
P.S. 12 de enero. Mucho trabajo en dos semanas! Ya tengo el plan de mi libro sobre América hispana. Esto me espantó lo más —crear una forma que articulara la complejidad viviente de Hispano-América, en sus facetas de cultura moderna, americana y mundial. Creo que esta primera etapa de la obra ya existe. Voy a dar todo el año 1930 (a lo menos) al libro.

Frank, Waldo