Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui
- PE PEAJCM JCM-F-03-4-4.1-4.1.5-110
- Item
- [1928-1930]
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe y su hijo Sandro Mariátegui Chiappe.
Archivo José Carlos Mariátegui
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Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe y su hijo Sandro Mariátegui Chiappe.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe y su hijo Sandro Mariátegui en la terraza de su departamento en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro en Roma
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con el pequeño Sandro Mariátegui en la terraza del departamento donde vivían con José Carlos, en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro en el barrio del Leuro
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con sus hijo Sandro en la patio trasero de su casa de la Urbanización Leuro, Av. Shell Nº 198, Miraflores.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo José Carlos Mariátegui en la casa de Washington Izquierda
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe sentada con su tercer hijo José Carlos Mariátegui en el patio de su casa de Washington Izquierda 554, Lima.
En la foto también aparece la Sra. Melchor quién fuera la suegra de Guillermina Mariátegui, hermana de José Carlos Mariátegui.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Javier Mariátegui Chiappe
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con el menor de sus hijos Javier Mariátegui Chiappe, en el patio de su casa de Washington Izquierda 554, Lima.
Malanca, José
Anna Chiappe con su hijo Javier Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con el menor de sus hijos Javier Mariátegui en su casa de Washington Izquierda 544, Lima.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con Sandro Mariátegui en la cubierta del barco Negada
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui en la cubierta del barco Negada con destino a Perú.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe cargando a su hijo José Carlos M. Chiappe
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe sosteniendo a su tercer hijo José Carlos Mariátegui Chiappe; a su derecha, Sandro Mariátegui Ch., y a su izquierda su otro hijo, Sigfrido Mariátegui Ch.
En el fondo la mujer sentada es la la Sra. Melchor quién fuera la suegra de Guillermina Mariátegui, hermana de José Carlos Mariátegui.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe cargando a Javier Mariátegui Chiappe
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe cargando en brazos a su hijo Javier Mariátegui Chiappe, vestidos con un poncho y Javier con poncho y chullo.
La foto fue tomada en el patio de la casa de Washington Izquierda 554, Lima.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe ante la tumba de José Carlos Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe ante la tumba de José Carlos Mariátegui, quién fue enterrado en el Cementerio Presbítero Maestro.
Archivo José Carlos Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en su casa de Washington Izquierda 544, Lima.
Archivo José Carlos Mariátegui
Amalia La Chira Vallejos cargando a Javier Mariátegui Chiappe
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Amalia La Chira Vallejos, madre de José Carlos Mariátegui, cargando al último de sus hijos; Javier Mariátegui Chiappe en el patio de su casa de Washington Izquierda 544, Lima.
Archivo José Carlos Mariátegui
Almuerzo de despedida para Armando Bazán (III)
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Almuerzo de despedida, ofrecido por José Carlos Mariátegui, para Armando Bazán en su viaje hacia Europa.
De izquierda a derecha: Ricardo Martínez de la Torre, Hugo Pesce, Armando Bazán (sentado) y Ricardo Flores.
Martínez de la Torre, Ricardo
Almuerzo de despedida para Armando Bazán (II)
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Fotografía tomada luego del almuerzo de despedida ofrecido por José Carlos Mariátegui a Armando Bazán.
El primero de la izquierda es Ricardo Martínez de la Torre, José Carlos Mariátegui, Armando Bazán y Ricardo Flores.
Archivo José Carlos Mariátegui
Almuerzo de despedida para Armando Bazán
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Almuerzo de despedida, ofrecido por José Carlos Mariátegui, para Armando Bazán en su viaje hacia Europa.
De izquierda a derecha: Hugo Pesce, José Carlos Mariátegui, Armando Bazán y Ricardo Flores.
Martínez de la Torre, Ricardo
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Si Francia estuviera bajo el régimen fascista, con León Daudet y Charles Maurrás como mentores, este libro de Valery Larbaud no habría tal vez originado la repetición, en otra escena y con otros actores, del diálogo sobre “Strapaescu” y “Stracitta” que en Italia dividió en dos campos, a raíz de la aparición de “900”, la literatura fascista. Ninguna duda es posible, respecto a la posición en que este diálogo, menos amical y académico que el de “Allen”, habría tenido Valery Darbaud. No obstante su amor por el Ducado, el autor de A. O. Barnabooth habría estado obligado por su gusto y comercio cosmopolitas a tomar la posición de Bontempelli.
En la propia elección del título de la obra entra la preocupación cosmopolita. “Allen”, este elogio de la provincia natal, el Bourbonnais, no es una palabra francesa. Es la divisa escogida por el duque Luis II de Borbón para los caballeros del Escudo de oro, a quienes arengó, al condecorarlos por haber liberado de los ingleses doce plazas de su Ducado, con estas palabras; “Allons tous ensemble au service de Dieu et soyons tous ung en la deffense de nos pays et lá ou nous pourrons trover et conquester honneur par fait de chavalerie”. La palabra “allen”, todos, condensa este lema. Pero Valery Larbaud nos dice que ha “elegido Allen sin hesitación, a causa de su carácter a la vez enigmático y preciso, de la bella anécdota histórica con que se relaciona, del discurso caballeresco de Luis II y del sonido que, pronunciado a la francesa, produce la palabra; y también porque su aspecto y su etimología la enlazan a la vida europea: Allen, dice algo a un tercio de los habitantes de nuestro continente y de las Américas; es un pasaporte para Alemania, una carta de introducción para la Gran Bretaña, los Estados Unidos y Australia”. Y no menos que el elogio del Bourbonnais, el tema del libro es la cuestión de la provincia. ¿Cuál es el sentido de la oposición entre la capital, y la provincia? ¿En el conjunto de cosas que constituye la provincia, a cuál se debe acordar la primicia? ¿Hay que creer más en la provincia sórdida e indolente que en la provincia política y sabia? Valery Larbaud ha descrito un diálogo en el que, recorriendo un automóvil la carretera que conduce de París al Bourbonnais, se voltejea alrededor de estos tópicos. Cinco amigos, el autor, el Editor, el Bibliófilo, el Amateur, discurren elegante y sutilmente sobre la provincia, en viaje por una Francia añeja y tradicional, en el automóvil del último de los interlocutores, el que lo es menos, tal vez porque en sus manos está la responsabilidad del volante. Para que sus amigos discutan y contemplen beatamente el problema y el paisaje, el Amateur modera el tren de la carrera. En automóvil, a cuarenta kilómetros por hora se puede conversar con la misma fluidez y acompasamiento que en el salón inmóvil de un hotel o en el salón viajero de un transatlántico. Hay ideas que no toleran una velocidad mayor en el diálogo. Y casi todas, a más de cien kilómetros, prefieren el monólogo.
Y Valery Larbaud no quería monologar en esta carrera suave y cómoda a la provincia ideal. Tenía que admitir en este examen de la cuestión “capital y provincia” ideas cuya responsabilidad necesitaba abandonar a sus interlocutores. Para esto le convenía admirablemente el diálogo, el diálogo a la manera de Fontenelle, W. S. Landor y Luciano, pero modernizado, adecuado de la movilidad de los tiempos, de los espíritus, arreglado a la velocidad del automóvil. Bajo este aspecto, una obra comprueba que ningún género literario ha envejecido lo bastante para no ser susceptible de feliz manejo, de acertada y natural inserción en la modernidad. El diálogo, instrumentalmente, como elemento de la novela o del teatro, no había podido decaer nunca, pero específicamente, en su autonomía de forma artística, había sufrido cierto relegamiento. El pensamiento, el discurso moderno, son, sin embargo, absolutamente dialécticos, polémicos. Y el diálogo, en su tipo clásico, encuentra razones de subsistir y prosperar. El diálogo, sobre todo, logra mejor su desarrollo y su atmósfera con el excitante de la velocidad. El mismo diálogo clásico es siempre algo peripatético.
Las ideas de la provincia se esclerosan y endurecen por sedentarias. Las ideas de la ciudad o, mejor de la capital, son activas, operosas, viajeras. El secreto de la expansión y del poder de la urbe, está en su función de eje de un sistema de movimiento. Valery Larbaud, con una vieja ciudadanía en la capital, no puede ya restituirse íntegramente a la provincia. La visita y la restaura algo en turista, con amigos de París, desilusionados respecto a la poesía de la vida provincial, convictos de estar y moverse más a su gusto, de sentirse más en su casa, en cualquier capital del extranjero, que en una ciudad de provincia. Los libros, la prensa, la cultura y su estilo, marcan en Londres, París, Berlín, Roma, etc. La misma temperatura, señalan la misma hora. En la ciudad provinciana, se siente que todos los relojes están atrasados. “Casi a las puertas de París, la literatura, la pintura y la música francesas contemporáneas son menos conocidas que en Barcelona, Varsovia, Buenos Aires o Salzburg”. La provincia se apropia de la gente que se le reintegra aún después de una larga y perfecta educación citadina y metropolitana. Le impone su yugo, su horario, sus límites, sus hábitos. Uno de los interlocutores de Allen cuenta un caso: “He visto hace tiempo la rápida provincialización de su paraje de buenos burgueses parisienses, primos míos, que se había ido a visitar una pequeña ciudad del Centro-Oeste. Verdaderamente, un descanso, una decadencia como la que producen las drogas o el abuso de somníferos. Nuestro parentesco, razones de conveniencia, me obligaban a hacerles una visita anual; y he visto como se dejaban invadir por la rusticidad de su nuevo medio; como locuciones y pronunciaciones viciosas, al principio adoptadas por ellas por burla y que empleaban como entre comillas, se les hicieron naturales; y cómo sus maneras se modificaron a tal punto que era penoso comer con ellos en su mesa. El marido luchó durante algún tiempo; el fue, los dos primeros años, al parisién de Sain-Machin-sur-Chose y sostuvo la idea de que ahí se guardaba de un Parisién. Pero la mujer se dejó en seguida arrastrar. Se descuidaba; pronto me costó trabajo conocer en ella una mujer joven y elegante que había acompañado a conciertos, a exposiciones. Caía en una especie de puritanismo horrible, sin motivos religiosos, sin otra razón de ser que el temor de una opinión pública extraviada por la hipocresía y la envidia... Al cabo de cuatro años, los hallé a los dos al mismo nivel: rudos, hoscos, embebidos de un fastidio contagioso”.
El debate de estas cosas anima un diálogo que se propone ser un elogio del país natal del autor. Porque en este diálogo, como advierte Valery Larbaud, hay una tesis debatida, no sostenida. “En realidad, -escribe,- hay tesis, antítesis y síntesis, esta última dejada en parte al juicio y a la imaginación del lector”. Valery Larbaud, como muchos espíritus de su tiempo, que enamorados de la modernidad, rehúsan aceptarla con todas sus consecuencias, siente en nuestro tiempo cierta vaya y elegante nostalgia de su feudalidad en que la unidad de Europa estaba hecha de la individualidad de sus regiones, de sus comarcas. El Bourbonnais, en su sentimiento, más bien que una provincia es un pequeño Estado. La Nación ha sacrificado quizá excesivamente a un principio, a una medida algo abstractas, la personalidad y los matices de sus partes. Asistimos a un crepúsculo suave del nacionalismo en un espíritu cosmopolita, viajero, con muchas relaciones internacionales, con amigos en Londres, Buenos Aires, Melburne, Florencia, Madrid. Allen es el reflejo de esta crisis sin sacudidas y sin estremecimientos, a cuarenta kilómetros de velocidad, en un auto último modelo. Crisis que apacigua el optimismo burgués de una esperanza de moda en el ideal de Briand: los Estados Unidos de Europa.
José Carlos Mariátegui La Chira
Al margen de la encuesta de "Noticias" [Recorte de prensa]
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Recorte de periódico titulado "Al margen de la encuesta de Noticias. Enjuiciamiento sumario de la literatura arequipeña" de Víctor M. huaco publicado en el diario El Deber el 8 de abril de 1927.
Huaco, Víctor M.
Agonía - Muerte de José Carlos Mariátegui
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
Dibujo de Artemio Ocaña "Agonía" que representa el fallecimiento de José Carlos Mariátegui, fue publicado en la revista Amauta en 1930.
En el dibujo con letra del artista se aprecia la hora: 8 y media. Clínica Villarán. Lima 16/4/930.
Al reverso de la imagen con posible letra de Martínez de la Torre: 11 cent ancho - grano grueso.
Ocaña, Artemio
Agendas, Direcciones y Tarjetas
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Presenta documentos con nombres y direcciones de varios personajes, intelectuales, escritores las cuales fueron escritas por José Carlos Mariátegui en diferentes momentos de su vida.
José Carlos Mariátegui La Chira
Administración General y Organización
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
Contiene documentos de carácter administrativo procedentes de la misma actividad de la Sociedad. Aquí podremos encontrar desde la Constitución de la Sociedad así como también los Balances y Certificados de Acciones emitidos a diferentes representantes.
Parte deFondo José Carlos Mariátegui
Esta serie ordena los documentos de diferentes entidades, instituciones, asociaciones, etc de las que formara parte José Carlos Mariátegui. Integra también sus credenciales como corresponsal periodístico durante su estadía en Europa.
José Carlos Mariátegui La Chira
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
La carpeta contiene los documentos de pagos y abonos del mes de Mayo de 1930.
Sociedad Editora Amauta
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
La carpeta contiene los documentos de pagos y abonos del mes de Marzo de 1930.
Sociedad Editora Amauta
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
La carpeta contiene los documentos de pagos y abonos del mes de Febrero de 1930.
Sociedad Editora Amauta
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
La carpeta contiene los documentos de pagos y abonos del mes del Enero de 1930.
Sociedad Editora Amauta
Parte deFondo Sociedad Editora Amauta
La carpeta contiene los documentos de pagos y abonos del mes de Abril de 1930.
Sociedad Editora Amauta
Foto 01: Francisco Javier Mariátegui
Parte deFondo José Carlos Mariátegui