Showing 365 results

Archivistische beschrijving
Autor
Print preview Hierarchy View:

365 results with digital objects Show results with digital objects

Carta a Ricardo Vegas García, [11/1925]

[Lima, noviembre de 1925]
Querido Vegas:
Escribiré, como por teléfono le dije, sobre Europe. Le envío un ejemplar. El director es Albert Cremieux. Los jefes de redacción, René Arcos y León Bazalgette. Pero la revista está situada bajo la influencia y el auspicio de Romain Rolland. Los penates de la casa son Rolland y Duhamel. La colaboración es muy internacional. Uno de los colaboradores es Unamuno, cuyo libro L’Agonie du Christianisme ha sido publicado en francés precisamente por Rieder, editor de la revista.
Le adjunto unas noticias y fotos para su ‘vida literaria’ que es muy interesante.
Mi libro se está encuadernando. Falta la carátula. Vallejos no ha hecho aún la testa de la Minerva. Dígale que Minerva paga a sus colaboradores artísticos.
Le encarezco mucho ocuparse del asunto del libro de Valdelomar. Quiero hacer dos libros de Valdelomar: La Aldea Encantada y uno de cosas humoristas, sus ‘neuronas’ y diversos ensayos. A la Aldea se le podría anexar Verdolaga tragedia campesina, aunque esté inconclusa. ¿No se podría conseguir que la familia me mandara, como a editor y amigo de Abraham, sus originales y recortes para iniciar una edición de sus obras mejores? Gestione Ud. esto.
¿Cuándo viene para que charlemos largo y tendido? Prepare el Anecdotario.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos
Si le es posible ver a Iberico, propóngale la edición de un volumen de sus últimos ensayos, con algún trabajo nuevo, su anunciada conferencia sobre el espíritu religioso en Dostoyevski por ejemplo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Poema, por Esteban Pavletich [Manuscrito]

Mecanografiado de un poema de Esteban Pavletich.

Poema

6am
en cada cama florece
una cabeza en ángulo

estas mañanas de hospital
salen todas de una carbonería

buenos días hermana

la hermana antonia
cuelga una mirada violeta
en mi escapulario de angustias

vibra el sismógrafo
de su proletarismo
la hermana antonia se adentra
en mi dolencia amarga

la entrada del médico obeso se acompaña
de los hurras sin voz de las heridas

y
en el arco desconexo del dolor de cada uno
pendula el signo torvo
de la opresión burguesa

eeeeeuph
desde el trampolín de un hipo
pirutea la muerte

en una encrucijada de sombras
mimada de sulfatos
se despereza una tisis

hospital
cubo abierto a la cal de los huesos
no roídos en el ritmo singular
de la fábrica

en el torso gigante
largas cruces
hacen un saludo fascista
a la noche triunfante

Esteban Pavletich
Habana

Pavletich, Esteban

Carta a Julio J. Casal, 10/10/1929

Lima, 10 de octubre de 1929
Sr. D. Julio J. Casal.
Montevideo
Estimado amigo y compañero:
Le debo hace algún tiempo esta carta. Una existencia atareadísima malogra mis mejores intenciones epistolares. Ud. me perdonará, habituado probablemente a contar sus mas devotos amigos entre sus malos corresponsales.
No he recibido los ejemplares que me anuncia de "Alfar". No me sorprende. En el corre, el celo y los excesos de la censura, me cuestan la perdida del 50% de mis correspondencia. Hágalo saber, se lo ruego a los colegas que se quejen de no haber tenido respuesta mía a una carta o un envío.
Le envío unos poemas de Xavier Abril y Nicanor A. de la Fuente, poetas jóvenes del grupo de "Amauta". Le enviaré, por el próximo corre, con un artículo mío, otras colaboraciones.
Mande su revista a José María Eguren, Colmena 462, Luis Alberto Sánchez, Pacae 960; Jorge Basadre,Colmena 235; Xavier Abril, Casilla 1206; "La Nueva Revista Peruana"; Mercurio Peruano; Nomi Mulstein, secretaría de Repertorio Hebreo, Casilla 1925; Aurelio Miro Quesada Sosa, Pileta de la Trinidad 764. Tal vez Sánchez, Basadre o Miroquesada Sosa puede enviarle el trabajo que Ud. desea sobre mis "7 ensayos". Se que Basadre tiene preparado uno.
Le he remitido "Amauta" y algunos libros, en paquete certificado. Diríjame sus noticias y la revista (reclamo los ejemplares prometidos de "Alfar" primera epoca) a: Guillermina M. de Cavero, Sagástegui 663 altos, Lima.
Muy cordialmente le estrecha la manos su devotísimo amigo y camarada.
José Carlos Mariátegui.
P.S. Envíenos algún poema para "Amauta"

José Carlos Mariátegui La Chira

"Europe" [manuscrito]

Entre las revistas francesas de mayor autoridad y de mayor prestigio se encuentra, desde hace algún tiempo, la revista “Europe”. El rápido éxito de Europe se explica perfectamente. Fundada por tres escritores de la calidad de Albert Cremieux, Paul Colín y René Arcos, “Europe” es un órgano de la inteligencia europea. Detrás de esta revista está una gran casa de ediciones: F. Rieder et Cie. Y, sobre todo, en la plana mayor de colaboradores de “Europe” figuran varios grandes europeos: Unamuno, Sternheim, Gorki, Boris Pilniak, Sigfred Unset, Kasimir Edschmidt, Pirandello, Thilgher, etc. “Europe” se presenta como una “revista francesa de cultura internacional”.
Se reconoce claramente en su programa la misma aspiración de Romain Rolland preocupado en toda su obra por el servicio de la unidad moral de la civilización “Europe”, como Romain Rolland, se coloca “au dessus de la melée”.
Y así como se defiende de todo nacionalismo, “Europe” se defiende también de toda escuela y hasta de toda doctrina. En su elenco se juntan lo nombres de Henri Barbusse y de Henri de Motherland. Tiene, sin embargo, una personalidad. La personalidad que le imprime el rollandismo. Romain Rolland y sus amigos, Georges Duhamel, René Arcos, Paul Colín, Charles Vildrac, Pierre Hamp, etc., dan el tono a la revista.
Uno de los sucesos más resonantes de la vida de “Europe” fue la sensacional publicación de un extracto del diario del fallecido diplomático Georges Louis. Las notas de Georges Louis -director de negocios políticos del Ministerio del Exterior, embajador de Francia en Saint Petersburgo hasta la ascensión de Poincaré a la Presidencia de la República- constituye una gravísima revelación respecto a las responsabilidades de la guerra. Georges Louis, diplomático de fina inteligencia y de espíritu pacifista, había anotado en su carnet, día a día, sus conversaciones con estadistas y diplomáticos de Francia, Inglaterra, Rusia, Italia, etc. Estas conversaciones, anteriores casi todas a la guerra, desnudaban de toda hipocresía la política pre-bélica de Poincaré. Proyectaban, sobre todo, una luz muy viva en la sombría interioridad de la política intrigante de la Rusia de los zares, descubriendo las maquinaciones y los maquiavelismos de sus dos más conspicuos agentes, Sazonof e Isvolsky. Poincaré, defendiéndose de los cargos categóricos de Georges Louis pretendió insinuar que sus carnets, antes de ser publicados en Francia, habrían sufrido una especial manipulación en Alemania. Pero la viuda de Georges Louis desmintió netamente esta especia, declarando que los papeles del ex-embajador no había salido jamás de Francia ni habían estado en otro poder que en el suyo. “Europe” publicó, de otro lado, una fotografía de la página del carnet y demostró que este estaba escrito de puño y letra de Georges Louis. El estruendo de la revelación, que siguió al documentado y vigoroso libro de Alfred Fabre Luce, “La Victoire” -atrajo sobre “Europe”la atención mundial.
Las ediciones de F. Rieder et Cie. coinciden con el programa y el espíritu de “Europe”. En su valiosa colección “Cristianismo”, la Casa Rieder ha publicado en francés el último libro de don Miguel de Unamuno “La Agonía del Cristianismo”. En su colección de “prosadores extranjeros modernos” ha editado obras de los norte-americanos Henri Thoreau, Waldo Frank, Theodore Dreiser, de los alemanes Gottfried Keller y René Schikelé, etc. Rieder y “Europe” han revelado a Francia al desconcertante artista rumano Panait Istrati. Los tres libros de Istrati han aparecido en una selectísima biblioteca de Rieder, dirigida por uno de los más puros y altos representantes de la literatura francesa: Jean Richard Bloch.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Julián Petrovick, 7/2/1930

Santiago, 7 de febrero de 1930
Querido José Carlos
Por Blanquita del Prado, a quién trato de atender en todo lo que me es posible, me enteré minuciosamente de todo los ocurrido a Ud. y demás compañeros. Con ese motivo escribí a la Argentina, Brasil y Centro América.
Sé de su última resolución y lo espero ansioso. Ud sabe que estoy alentado al más grande de servir a la revolución. Lo único que quiero es que nos entendamos todos, no unos a otros - es ingenuo - quiero decir que nos entendamos dentro de las prácticas más urgentes de la revolución.
Creo que este año nos reuniremos - corrija en lo que me toca a mí - muchos de los que luchamos por el ideal revolucionario.
Tengo gran esperanza en ese encuentro.
"El Mercurio" dio una nota sobre su posible arribo a esta.
En el próximo número de "Letras" se publicará su retrato en una glosa mía.
Si Ud. pudiera mandar algo para acompañarnos, sería magnífico. Hágalo pronto.
Lo que quiero es que aquí se sepa quién es Ud. y cual es su valor. Le digo todos estas cosas porque sé que para Luis Alberto Sánchez hacen grandes preparativos. Fíjese que a Guillén lo agasajaron y cuanta cosa. A propósito va un artículo para "Amauta".
Le ruego publicarlo.
Mientras tanto reciba abrazos de sus compañeros.
Julián Petrovick
Magda y Serafín llegan a esta tierra 5 o diez días máximo.
De "Letras" (renovada en estos días) le solicitan colaboraciones, lo mismo que a Eguren (hay un libro de Eguren para mí?) - Dígale también a abril que mande algo y a alguna otra gente.
Para "Atenea" puede enviar algo Ud.?

Petrovick, Julián

Profesión de fe, de César Miró [manuscrito]

Mecanografiado titulado "Profesión de fe" de César Alfredo miró Quesada con fecha 1930.

Transcripción:

Mas de una vez quise decir mi fervor por Mariátegui. Siempre estuvo presente en mi inquietud, en mi vida. Más de una vez quise decir mi verdad, mi entusiasmo, mi fe. Mi fe revolucio­naria, mi verdad y mi entusiasmo revolucionarios orientados en la línea afirmativa que él nos trazó. Me detuvo, sin embar­go, esta consciencia alcanzada por quienes hemos llegado a comprender, a sentir en raíz honda, la disciplina de la angus­tia, del dolor social, del hombre que ha descubierto, ante la vida, -la propia vida- su propia responsabilidad. Este ha sido el motivo, mas que de mi temporal aislamiento, de mi ausencia. No es posible hablar del hombre sin conocer al hombre. No se puede hablar de verdad y de fe, sin haber antes orientado esta verdad y esta fe. Es por esto que quiero hoy estar pre­sente en "Amauta" que es como estar presente en mi propia ca­sa. Por otra parte, mi ausencia, sólo está limitada por una prescindible circunstancia de orden geográfico. Dudaría, tal vez, en otros momentos, al hacer esta declaración. Pero he ha­blado ya de consciencia de mi propia responsabilidad. Además, a mi nivel revolucionario actual no pueden llegar ni la pro­paganda demagógica y mal intencionada de los rebeldes errónea­mente hurtados por la política a la Universidad, ni menos aun su desorientada y desorientadora palabra de caudillos precoces. Es por esto, repito, que no vacilo en declararme íntimamente unido a la causa de "Amauta" que es la causa del socialismo, la causa revolucionaria de José Carlos Mariátegui.
No es preciso señalar, en esta hora amarga, la pureza de una obra que logró alcanzar la más clara y elevada definición.
Allí está la obra misma para afirmarlo; la obra viva y presen­te, en continuo movimiento creador. No podía traducirse de otro modo la inquietud de quien supo dar también a su vida una dirección política ajustada a un método, sometida a una disci­plina, subordinada a una filiación y a una fe.

César Alfredo Miró Quesada.

Madrid 1930.

Miró, César (César Alfredo Miró Quesada)

Carta de César Miró, 13/8/1928

Buenos Aires, 13 de agosto de 1928
mi querido josé carlos mariátegui:
le adjunto un artículo, intento de polémica con nuestra “recalcitrante burguesia”, como la llama blanca luz. me encantaría que lo publicase ud. en amauta. esto levantaría un poco de comentarios alrededor de el comercio, y terminaría de independizarme de mis “gloriosos” antepasados, examínelo y desde luego suprímale lo que le parezca conveniente. es quizás un poco exaltado, pero es muy sincero. yo creo que esto es lo esencial para un revolucionario de quien todavía puede dudarse. el artículo elegido como víctima, pertenece a nuestro conocido ismael aspíllaga anderson, y fue publicado en la edición de la mañana del comercio del 21 de julio pasado. es digno de leerse. muy cínico y muy imbécil. más que todo él me ha servido sólo de pretexto. hacía tanto tiempo que quería hacer una verdadera profesión de fe! en fin. sabe que tengo 21 años y muchas ganas de agarrarme a puñetazos con todos nuestros intelectuales “fifís” ...
lo abraza hasta muy pronto
su hermano
César Alfredo
un saludo cariñoso a anita en mi nombre y en el de blanca luz, muchos besos a sus hijos. No olvide enviarnos noticias.
[...]

Miró, César (César Alfredo Miró Quesada)

Carta de Xavier Abril,8/10/1928

Lima, 8 de octubre de 1928
Mi querido José Carlos:
Le envío una nota sobre la novela de Jean Cassou, y un poema para Pulso. Le ruego que me envíe las cartas que tenga a mi casa, Edificio Rímac, 123. Con Julio del Prado, le envié mi colaboración para el número de octubre.
La dirección de la casa de André Breton es ésta: Rue Fotai, c. 42, (9) Paris. Desearía que le enviara también un número de Mayo a Manuel Altolaguirre, a Málaga, Imprenta Sur, San Lorenzo 12, España.
Lo abraza cordialmente,
Xavier Abril
Dirección de Ernestina de Champourcín:
Marqués de Villamejor, 3.
Madrid.

Abril de Vivero, Xavier

Poema de Fortunato Zora Carvajal, 1929

Poema de Fortunato Zora Carvajal titulado "Nevazón" de 1929.

Transcripción:

El Cielo se cubre de nieblas sombrías,
y alfombran la tierra pétalos de nieve...
Sopla un viento helado, rumoroso y breve,
viento de las punas ásperas y frías...

Los perros aúllan, temblando de frío,
y lloran las linfas del lánguido río.
Tristes pajarillas de oscuro plumaje,
saltan por la nieve del hosco paisaje...

Tiernos corderillos de vellones blancos
triscan en los duros, rocosos barrancos...
Las altas montañas semejan pirámides,
veladas por albas y brillantes clámides...

En rústica choza se anida el pastor,
y su quena vibra de pena y de amor...
¡Qué inmensa tristeza de la nevazón,
que arranca del alma doliente cancion!

Fortunato Zora Carvajal

Zora Carvajal, Fortunato

Carta de Fortunato Zora Carvajal, 18/9/1929

Tarata, 18 de setiembre de 1929
Señor
José Carlos Mariátegui,
Director de Amauta.
Lima.
Muy señor mío:
Confiado en la benévola acogida que presta en la revista de su cargo a las colaboraciones de carácter vernacular, me permito enviarle tres poemas de mi libro en preparación, rogándole se sirva Ud., si no tiene inconveniente, ordenar su publicación en dicha revista.
Como hasta la fecha no he tenido el honor de recibir respuesta a la carta que le dirigí el 15 de junio del presente año, sobre impresión de mi libro, ruégole encarecidamente se digne Ud. indicarme lo conveniente al respecto.
Suplicándole se sirva Ud. darme respuesta a la presente, robando algo de tiempo a sus recargadas ocupaciones intelectuales, en la lucha noble y desinteresada que viene desarrollando en pos de un elevado ideal cultural y social de la cual soy el más ferviente admirador me suscribo de Ud. muy aftmo. y S.S.
F. Zora Carvajal
Dirección: F. Zora Carvajal.- Tarata.- Vía Arica y Tacna.

Zora Carvajal, Fortunato

El primero de mayo en Jauja por Moisés Arroyo Posadas, 1929/05

Artículo de Moisés Arroyo Posadas titulado "El primero de mayo de Jauja" fechado en mayo de 1929.

Transcripción:

La celebración del Primero de Mayo en Jauja (Perú) no ha tenido los caracteres trágicos que mediante la estúpida provocación de la policía tuvo en Berlín, pero ha sido una revelación de la solidaridad del proletariado. Los trabajadores de Jauja se dieron cita para una unir sus dolores y sus anhelos en un solo y sobre todo para hacerse el firme propósito de asociarse solidariamente para luchar contra todos los malos de la llamada "civilización moderna" que no es sino la cultura capitalista, puesta ya en crisis en la última conflagración mundial.

Desde las primeras horas de la mañana del Primero y aún desde el día anterior la "Asociación Obrera" hizo circular los volantes de invitación para el mitin que debía realizarse a las dos p.m. por las calles de la ciudad. Hubo de desplegarse esfuerzos para conseguir el "permiso" de las autoridades locales, los que nos obstante se distinguieron por su incomprensión, pues durante la manifestación rodearon a los trabajadores de fuerzas de policía y el cura párroco y Alcalde Provincial se distinguió por su terquedad reaccionaria y su ignorancia.

A las 11 a.m. se realizó la sesión de renovación de la junta directiva, lo que señala a los trabajadores de Jauja un retraso en los métodos, pues casi todos los trabajadores de otras partes están sindicalizados. La nota proletaria la dio el compañero Nuñez quien pidió se rindiera homenaje, por breves momentos, a los caídos en Chicago en una fecha como la del primero. La sesión fue patrocinada por la "Asociación Obrera" y por el "Porvenir Obrero".

A la hora indicada y con la visible asistencia de grupo de campesinos se inició el desfile hacia uno de los teatros donde debía realizarse una actuación literaria. Ante numerosa concurrencia el compañero Luis Piana dio una conferencia sobre "Las mentiras de la civilización", empezando por hacer un estudio comparativo del progreso material y espiritual del mundo. Expresando que los progresos materiales no están en equilibrio con los progresos espirituales. Señaló el jesuitismo como una de la rémoras del progreso espiritual de los pueblos (No le faltó razón el doctor Piana, porque a los pocos días el cura-arzobispo Lisson, que tan admirablemente representa al clero inquisidor, retardatario y medieval, amenazó públicamente con el fuego eterno a sus carheros que se atrevieran a escuchar las conferencias del filósofo Jinarajadasa. Por supuesto todos rieron de la ocurrencia del frailecito y Jinarajadasa tuvo más público.)

Como una de las tantas mentiras de la civilización burguesa señaló el doctor Piana, la guerra, condenando, acertadamente, la actitud de algunos sociólogos que sostienen que la guerra es buena: "la guerra es un rezago del hombre antropófago"; "la guerra es la mejor higiene de la humanidad" e hizo una reseña irónica de las llamadas "Conferencias del Desarme" y de la "Sociedad de la Naciones", donde los intereses capitalistas, manejan a su antojo a los títeres con disfraz de delegados o diplomáticos. Luego señaló la complicidad de la prensa capitalista mundial con las farsas pacifistas y las alarmas patrioteras. "Tras de los diplomáticos que, en secretos conciliábulos, preparan las guerras-dijo- están los industriales de cañones y armas de fuego; don dinero les mueve a todos; la guerra solo tiene su explicación en el deseo del lucro, esos diplomáticos, "gobernantes", son peores que los antropófagos antiguos.

[...]

Arroyo Posada, Moisés

Poema "Voz proletaria" por Carlos Arbulú Miranda, 1928

Poema titulado "Voz proletaria" de Carlos Arbulú Miranda fechado en 1928.

Transcripción:

Voz Proletaria

se están desatando a filas
de las bocas
las palabras violentas

en el jadeo estridente de las vidas
espolvorean su dolor todas las hambres
y hay un rechinamiento de voces
como goznes lacerantes de entraña

el obrero es un motor ruidoso de pobrezas

en el yunque de su frente
martillean como mazos todos los cansancios
y estalla el músculo 12 horas de trabajo
en la usina que se nutre de carnes proletarias

Marx esta espoleando ahora las miradas famélica

desde un rincón del tiempo
viene aguda la palabra nueva
a recoger miserias
y limpian el sudor de las expoliaciones

las fábricas frenetizan ya el grito luminoso de la justicia

todas las calles se hinchan de voces
al paso rojo de las multitudes

en las plazuelas se enarbolan canciones broncas
y hay un estrangulamiento de odios
bajo el huracán desatado de la victoria

la voz obrera herida de silencio
ha roto las amarras de la explotación

mañana amigos
saltará el Comunismo en manos de la Revolución

Carlos Arbulú Miranda

Chiclayo 1928.

Arbulú Miranda, Carlos

"A propósito de la encuesta de Monde sobre literatura proletaria" por Xavier Abril, [1928]

Texto del escritor Xavier Abril sobre una encuesta enviada por la revista Monde, sobre la literatura proletaria.

Transcripción:

La muerte de Zola parece que va a tener una última crisis por la "enquette" formulada por MONDE, sobre una posible literatura proletaria.

el pensamiento occidental puede ser técnica y ortodoxamente el más capacitado para enfocar el debate, pero en cambio, está muy lejos de poder orientarlo, para lo cual creo en la necesidad genial del proletariado. No podrán ser los escritores burgueses de Francia los que den con el espíritu matinal del pueblo. Creo también que para la orientación de este debate, el elemento "literario" francés (Jean Cocteau, pero no los surrealistas) servirá de traición a la causa proletaria.

En las primeras respuestas ya se puede entrever que a tan grande y trascendental debate, quiere arribar algo del ya cansado "esprit francés" en las notas de Jean Cocteau. Con Luc Durtain estoy de acuerdo cuando dice, que hay en el alma y el universo bastantes otras cosas que la cuestión social. De acuerdo. Pero es que esos otros fenómenos angustiosos y a menudo estéticos en Rimbaud y Lautremont, no nacen de la cuestión económica , social? La vida es al ado de toda divagación humorística, esencialmente social, humana. Negar con sutilezas la posibilidad de una literatura proletaria es tan mediocre como negar la literatura erótica que todos los años rejuvenece Francia al frente burgués del mundo.

Por otra parte, yo creo, que el debate de "MONDE" no debió de abrirse para la comprensión de las aristocracias mentales, sino para las conciencias sociales del proletariado. ¿Hasta cuando el pueblo va a tener tutores? Es precisamente en este debate que han debido desaparecer las figuras más venerables del pensamiento europeo. Por lo menos, pienso que se han debido renovar valientemente.

Romain Rolland o Miguel de Unamuno podrían acaso mirar con desagrado el curso de la polémica en voz y diligencia del pueblo? Yo creo que sobre todas las argucias literarias y estéticas de Jean Cocteau, que al pueblo no se le debe traicionar. (1)

(1) El debate sobre un posible literatura del proletariado queda clausurado después del desastre constatado en la obra de Emilio Zolá.

Xavier Abril.

Abril de Vivero, Xavier

Carta de Concha Romero James,1928-09-16

Santiago de Chile, 16 de setiembre de 1928
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima, Perú.
Muy estimado señor Mariátegui,
Créame que no he olvidado el gratísimo rato que pasé en su casa a mi paso por Lima. Es uno de los mejores recuerdos que guardo de la hermosa Capital del Perú.
Le prometí, como Ud. recordará, escribirle a José Eustasio Rivera, pidiéndole que le mandara un ejemplar de su notable libro La Vorágine. Hace algunas semanas que tuve noticias que Rivera no había recibido la carta que le mandé de Lima, pero como le escribí de nuevo no dudo que dentro de algunos días tendrá Ud. en sus manos la novela que tanto le alabé. Vale la pena.
Ahora le voy a pedir un gran favor. Como Ud. recordará, le dije que mi esposo escribe para varios diarios y revistas norteamericanas entre ellos el New York Times, Current History, The Arts, Art and Archaelogy y otros. Me acaba de mandar un cable pidiéndome urgentemente que le consiga algunos libros sobre asuntos hispanoamericanos, pues se ha comprometido con el New York Times para escribir una serie de artículos sobre libros de autores latinoamericanos que tratan de los problemas que preocupan a estos pueblos, y de su vida literaria y artística. Se trata de libros verdaderamente serios y que reflejen las orientaciones de estos países —o falta de orientaciones si Ud. quiere— en materia de arte, educación, problemas políticos y sociales, relaciones internacionales, etc. Si Ud. puede recomendarme algunos libros sobre estos asuntos se lo agradeceré mucho. Y más le agradecería aún si Ud. y sus amigos escritores pudieran enviarle a mi esposo todos aquellos libros de que se puedan deshacer con facilidad y sin sacrificio alguno para que él les dé publicidad en los Estados Unidos.
Le diré que esta publicidad no es poca cosa. En el caso de La Vorágine, por ejemplo, a las cuantas semanas de haber publicado mi esposo su juicio crítico en el Times se agotaba la edición en Bogotá. La casa de Brentano en Nueva York pidió por cable a Bogotá todos los ejemplares que quedaban. Como resultado de este artículo Rivera recibió tantas propuestas de casas que querían publicar una edición inglesa, que al fin se tradujo la novela al inglés y ahora está por salir. Ya ve pues, que esto le puede convenir a todos. Le agradeceré que tome en cuenta esta proposición y que si no le es molesto colabore con nosotros en esta empresa. Y si en algo le podemos servir ya sea yo o mi esposo sabe que estamos enteramente a sus órdenes.
Le mando un cuento que me ha dado para Amauta la escritora chilena Amanda Labarca. Si no le gusta no hay compromiso de aceptarlo. Amanda es una excelente escritora, pero como cuentista yo no la conocía hasta ahora. Si no le llama la atención el cuento le puedo mandar otras cosas.
Le ruego que en caso de que Ud. o sus amigos decidan mandarle a mi esposo algunas obras, se comuniquen con él directamente. Su dirección es la siguiente: 2607 Sedgwick Avenue, Nueva York, N.Y. E.U. Y no hay que olvidar que lo que no puedan mandar lo pueden recomendar, dando el nombre de la casa donde se puede obtener.
No sé todavía cuándo podré salir de Chile. De aquí quiero ir a Bolivia y de Bolivia al Perú. Si puedo, iré antes a Buenos Aires. No dejaré de visitar el Cuzco, por supuesto. Para entonces le voy a suplicar que me ponga en contacto con algunas de las interesantes personas que Ud. conoce por esos rumbos y que se interesan en el problema del Indio. Parece que a fuerza de pedir favores lo voy a aburrir. Perdone tanta molestia, y si hay algo en que yo le pueda servir, ya sabe que nada me satisfará más.
Con finos recuerdos para la Señora de Mariátegui, y deseándole que su salud mejore cada día más, lo saluda afectuosamente,
Su amiga y segura servidora
Concha Romero James

¿Porqué no escribe Ud. algo a propósito de la reanudación de las relaciones chileno-peruanas para algún diario o revista chileno? Creo que recibirían algo de Ud. sobre eso o sobre cualquier otra cosa— ¡Hay que restablecer las relaciones intelectuales entre estos países!
Si quiere, yo les puedo abrir las puertas a los escritores peruanos, y puedo conseguir que algunos chilenos escriban para Uds. Siento que el cuento de Amanda no sea de lo mejor.

Romero James, Concha

Poema "una por otra" de Nicanor de la Fuente, [1928]

Poema de Nicanor de la Fuente titulado "Una por otra".

Transcripción:

Una por otra

hasta donde compañero colgado de ese tango
si son anuncios de zapatería las pisadas
que vienen amacandose en las veredas de la noche

el baile nos horrorizaba y hacía enrojecer los licores

los senos tiraban bofetadas en el cumpleaños sensual
de los dedos inexpertos
y en el escándalo de la puerta de calle
se descalzaba la alta noche con un tufo de tango
en el aliento

hasta donde compañero si apenas el domingo
fue en tu corbata nueva una fiesta de besos
hasta las que tuviste que llegar rasgando interjecciones
en la exótica guitarra de tu tos

hasta tener muchos cansancios que doblar
como las servilletas usadas de los hoteles

nicanor a. delafuente

chiclayo-perú

Fuente, Nicanor A. de la (Nixa)

Poema "Véspera" de José María Eguren, 1927

Poema manuscrito "Véspera" de José María Eguren publicado en el número 8 de la revista Amauta.

Transcripción:

Al acantilado
las aves regresan,
con celeste geometría.
La bruma
empantalla los faroles del mar,
sueñan las brisas,
y en el silencio
aletean
las obscuras causas
Las aves tremen
cuando cae el lucero
en el flabel del mar monótono.
Por lejanía
dulces bateleras,
puertos morados;
y en la penumbra de la noche
canta Amara, la que extingue la vida.

Eguren, José María

Poema de Armando Bazán, 1927

Poema enviado por Armando Bazán para el Concurso Poético de Vanguardia de 1927.

Transcripción:

Árbol, obrero de la luz y la sombra:
en el viento y la intemperie
se arruga tu corteza
como nuestras manos en los trajines
de las fábricas

Pero te (...) las albas
con sus aguas rosadas
Y es una fiesta verde tu alegría

Tus ramas son manos llenas de frutas
desde que amanece
principias a dar.

Fabricante genial
con agua y aire
desde la entraña de la tierra
suben para vestirte
los colores

Para nuestra fatiga del trabajo
no hay mejor tienda que tu sombra

Árbol, firme y potente
cuando llega la tempestad
estas en pie:
Suenan metrallas de truenos
refulgen espadas de relámpagos
y la lluvia ce como el plomo sobre ti.

Árbol firme y potente
para la tempestad
y estás en pie

El burgués (...) los árboles
en las avenidas
como a los obreros en los mitines

Claridad, Claridad!
día nuestro de campo y claridad
Como las hojas en el árbol
estamos juntos compañeros
el mismo viento de entusiasmo
se agita en nuestras esperanzas

Este es el canto vigoroso,
Canto del árbol y el obrero:
crezcan los árboles fecundos
y arriba los pobres del mundo
de pie los esclavos sin país.

Y saludamos a los hombres
que abrieron camino en el mundo:
la misma espada de Cristo
en la espada de Lenin.

Día del árbol y el obrero
día de la revolución

Nuestros gritos
flamean en el aire
como banderas de colores
y vuelan en el viento
hasta la tumba de Lenin

Armando Bazán

Bazán, Armando

Poema de Magda Portal, 1927

Poema enviado por Magda Portal para el Concurso Poético de Vanguardia de 1927.

Transcripción:

POEMA AL ÁRBOL

Arbol - alegría de la Tierra
en tus brazos el alba despierta
navidad de los hombres fuertes

Arbol - manojo de mensajes
en tus ramas se enredan
los pensamientos del mundo -

como los hombres
para soñar echas tus ramas bien altas
el viento te escarmena las ideas
i es mas fresca tu sombra al otro día -

Soldado de vanguardia
apostado a orillas del camino
guardando las espaldas de la ciudad
donde luchan los hombres
allí recoges su alarido
desdoblado como la ancha cretona del cielo -

Arbol - último amigo del viajero
que ve de lejos tu pañuelo verde

Todos los horizontes
te miden la silueta
erguida como un faro
entre el mar i la tierra
como si fuera un árbol el que nos dijera
alargando sus ramas:
"por aquí se abren
los caminos-el mundo es redondo"-

Todo esto eres árbol i más - el anhelo
del hombre tendido en tensión hacia arriba
tronco musculado i nervioso gritando
en los cabellos desparramados de tus
ramas el canto eterno de la LIBERTAD

Magda Portal

Portal, Magda

Poema de Cristobal Meza, 1927

Poema enviado por Cristóbal Meza para el Concurso Poético de Vanguardia de 1927.

Transcripción:

La Canción del Árbol

Cantemos al grito del mundo en la canción del árbol
en la canción del cielo o del viento o del mar...

bajo el paisaje libre dando los himnos nuevos
junto a los sembradores florecerán

En sonrisa de surco flamante
llegará
luz de auroras sedientas
de un nuevo alumbrar

Cantemos en tanto la canción del árbol
la canción del cielo o del viento o del mar

Como
b
a
n
d
e
r
a

plantemos recia esperanza
frente a cualquier barricada
para esperar

la víspera de las denunciaciones
que amanecerá

Mientras se tienda al grito rojo
sobre lo laaaaaaaaaaargo de los mares
de Humanidad a Humanidad

II

Árbol civil de rubios parques o de las urbes del azar
a ti no volarán en su alegría
toda las aves como notas de colores
bajo el paisaje musical

Hermano de aquel de las llamadas
o del clavado frente a cualquier mar
de aquel que firma en su silencio
... una espiral...
de aves pa-sa-je-ras

O del otro cansada de esperar
de pie sobre escombros amargos
con los brazos tendidos a protestar!

Cuantas veces tu sombra anidó el cansancio
del hampa o del "bandido" caídos como flores
para otra marsellesa final

Sobre la verde música de tu ramaje
se amarrarán señales
como banderas encendidas
de lejano flamear

Mientras se tienda el grito nuevo
sobre lo laaaaargo delos pueblos
de Humanidad a Humanidad

  1. Cristóbal Meza

Meza, Cristobal

Poema de Serafín Delmar, 1927

Poema enviado por Serafín Delmar para el Concurso Poético de Vanguardia de 1927.

Transcripción:

Himno al árbol

árbol
soledad del hombre - niño aun he visto
irse las estrellas a la llegada del alba - los
pájaros gritaban de alegría - libres i cara al sol rasgaban su canto en las ramas abiertas
que miden el cielo

árbol
garúa de música - paisaje de la luna
esperanza siempre arriba
como la de este hombre que canta

pájaros - única banderas de libertad que bate
la tierra - embanderando los arboles rubrican
en el espacio su violín

árbol campesino dulce i fraterno como caña de
choclo - en la ciudad es centinela que custodia
la miseria - ríe - pero nunca llora como el
viejo pampero de mi pueblo que me decía:
amigo mío -no hay mejor hermano que un
árbol que crece a nuestros ojos - cuantas tardes
su sombra tibia acarició el sudor ácido de mi
cuerpo - cuando iba al trabajo en las mañanas
de huevo tocaba las nubes - yo miraba con mis
ojos azorados día i noche - día i noche -tanto-
que las virutas de la voluntad levantaron
mástiles donde nació un hombre con la moneda
del infinito entre las manos

hombres proletarios! oíd bien el mensaje de
la tierra - el árbol es palabra fértil -
andarivel de los astros
fuerza i energía
ascensor de los hombres a la mas alta ciudad

árbol amigo
con alma de nino
las chimeneas de la urbe
te saludan con velas de humo
i los hombres siembran corazones

para que nazca la libertad
desde tus raíces profundas

no hay mas hombre que dios
ni mas dios que el hombre
esperanza universal

la miseria duele como debe
doler el crepúsculo a la noche

de pie - con un grito en la mano
brinquemos el límite - al otro lado
esta la urbe tatuada de alegría
libertadora

cementerio desbastado de los siglos
mas fuerte se impone la vida i salta
izando en el índice de la justicia:
NOSOTROS
los miserables affiches del
hambre

el corazón oprimido revienta una lágrima
de alegría i los sentidos se clavan mas
fuerte que nunca en el símbolo rojo de la
fraternidad.

hombres bronceados! levantemos las manos
júbilo de calendario nuestro
navidad del árbol que plantamos
internacional
o seno erecto de la tierra
siempre arriba como el gesto de los andes

yo he visto desfilar 5,000 automóviles
cargados de huérfanos - i en los balcones
decorados de risas aplaudir frenéticamente
árboles - campanarios verdes
esos niños miraban con la angustia de mis ojos

en marcha corazones bronceados de américa
frente al mundo nuestras caras se iluminan
de alegría i crecer con el árbol - vigía del
horizonte - libre de toda herencia como este
canto que rueda amanecido por tus pies

Serafín Delmar

1.1.1927

Delmar, Serafín

Poema de Julian Petrovick, [1927]

Poema enviado por Julián Petrovich para el Concurso Poético de Vanguardia de 1927.

Transcripción:

POEMA

Ya está grabada la cara del mundo
por las manos aceradas del obrero,
la humanidad se cierne en todas
las almas proletarias.

Los alambres se han tendido desde Rusia
atravesando por los sentidos.
LENIN - Cerebro de la acción,
desde la China a México i el Perú los
brazos jubilosos apretarán las latitudes.
Bravo camaradas! Aquí estamos riéndonos
de alegría como los árboles al amanecer,
nuevos, con la novedad roja de nuestro
entusiasmo al ver que 600.000.000
revolucionarios desparraman la semilla
de un árbol donde se ahorcara la injusticia
burguesa.

No importa
la misma cruz de Cristo
servirá para los Hombres que digan su palabra,
así el árbol que presta su sombra al hombre
es derribado por el mismo.

Árbol - Puño abierto
lanzador de VOLUNTAD
Los obreros por primera vez restregamos
nuestra cobardía en este siglo.
Amanecida la REVOLUCIÓN
el brote que defiende la miseria
hará reír al dolor - este compañero que nos
da el encuentro en cada esquina,
no nos acordemos - bebamos un poco de cielo
ya que es lo único que poseemos para
cantar al árbol otra mejor canción que la
de los pájaros.

Julián Petrovick

Huancayo-Perú

Petrovick, Julián

Carta de Carlos Alberto Butrón, 3/2/1930

Lima, febrero 3 de 1930
Señor
José Carlos Mariátegui
Ciudad,
Maestro
Sin duda alguna ha llegado a sus manos un ensayo teatral firmado por Butrón. Es mío y en el séptimo aborto proveniente de mis amoríos con el teatro.
No habiendo sido presentado a Ud. ni por Jorge Nuñez ni por Mendoza, debido a la falta de oportunidad, es que opté por remitirle el ensayo por medio de los señores encargados de la Imprenta en que se edita "Amauta".
Como habrá notado le falta la página en que debía ir el título. Le he llamado: "UN OCASO...UN AMANECER..." queriendo significar así a una edad histórica que se va y otra que llega.
Deseo saber si Ud. encuentra aptitudes escénicas en quien está dedicado al estudio de Derecho y si vale la pena que pierda tiempo en hacer ensayos.
Yo creo haber conseguido, en algo, expresa la inquietud que nos conmueve a muchos muchachos el anhelo de un sueño que para mí es ya un amanecer. Todo quisiera renovar, hasta la técnica de la escena: cada suceso tiene un escenario; cada uno de nosotros somos un "otro" en cada momento; he aquí, porqué habrá encontrado ciertas rarezas en mi ensayo.
Reconozco en Ud. al mentor, al mentor, al sembrador de la Revolución en el Perú; pero me parece que voy a ser yo el látigo con que el Mesías arroje del templo a los mercaderes; ambición? NO. Es el deseo desesperado de acabar con los dolores que afligen a los que no tienen la fuerza para imponer la Justicia. Estas cosas no las diría, por supuesto, aquí en Lima, en la calle.
Con todo respeto le saludo.
Carlos Alberto Beltrán

Butrón, Carlos Alberto

Carta de Jaime Torres Bodet, 21/5/1927

México, D.F., 21 de mayo de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui.
Director de la Revista Amauta.
Sagástegui 669.
Lima, Perú.
Muy señor mío:
Al recibir su carta del 27 de abril último me apresuré a releer —con el detenimiento que su solicitud reclamaba— el artículo mío que con el título de “Iberoamericanismo Utilitario” publicó Revista de Revistas en su edición No. 880 y crea usted que deploro no haber encontrado en él una frase equivocada o simplemente una violencia indebida de tono que me dieran la oportunidad, muy grata, de emprender la rectificación que usted pide ya que rectificarme es mi ocupación favorita.
Pero es el caso que, en el artículo de que hablamos, no hice responsable a Amauta de las opiniones de Hidalgo denigrantes para México que usted llama amablemente boutades y sólo cito a Amauta como el lugar en que las había recogido, obligándome a ello una elemental honradez de escritor. Si la opinión de usted y de sus compañeros de redacción no coincide con la de Hidalgo— y usted me lo asegura— no me quedará sino felicitar a usted y a ellos por su buen sentido. Pero de esta felicitación a la rectificación que quiere media una distancia que sólo la deferencia pudiera invitarme a recorrer.
El hecho de que el artículo de Hidalgo haya aparecido en la sección de ‘Libros y Revistas’ de Amauta, no salva a esa revista de la peligrosa responsabilidad de haberlo amparado, porque si bien la hospitalidad tiene sus deberes, también tiene sus derechos de selección muy claros y usted no parece haberlos ejercitado con la precisión que sus sentimientos iberoamericanos hubieran exigido. Por otra parte, decir —como usted agrega— que el “rincón bibliográfico” de Amauta no es Amauta misma, es hacer poco favor a la mentalidad del personal que está encargado de enriquecerlo.
Como usted ve, no he incurrido en ningún error de ligereza al creer a Amauta de acuerdo con la opinión de Hidalgo y si alguien está obligado a aclarar el criterio iberoamericano de esa revista —si alguno tiene— es usted mismo o quien de ello se encargue en la publicación que dirige.
De usted atento y seguro servidor.
J. Torres Bodet

Torres Bodet, Jaime

Carta de Anterno Orrego, 19/12/1929

Trujillo, 19 de diciembre de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Querido José Carlos:
No he tenido tiempo para contestarle su atenta tarjeta última. Tampoco lo he tenido para enviarle alguna colaboración para nuestra Amauta. Ahora le incluyo una, capítulo de introducción a mi libro Helios, que creo no carece de interés para la revista. Mi largo silencio y mi falta de cooperación en los últimos números gravitaban ya sobre mí de una manera tremenda.
Dentro de poco recibirá Ud. la visita de mi libro El Monólogo Eterno que se ha editado aquí en los talleres de El Norte. Le ruego que lo anuncie en Amauta para facilitar su difusión y si es posible alguna pequeña nota crítica.
Ya Spelucín le habrá enterado de que estuve detenido ocho días por orden del ministerio de gobierno, sin dárseme ninguna razón.
¿Cuándo saldrá Panoramas?
Muchos saludos para su señora y un abrazo fraternal de
Antenor Orrego

Orrego, Antenor

Carta de Jaime L. Morenza, 22/11/1928

Montevideo, 22 de noviembre de 1928
Señor José Carlos Mariátegui,
Revista Amauta.
Lima (Perú)
Estimado amigo y compañero:
Ahí le mando unos poemas de Juana de Ibarbourou. Hace tiempo que los tengo en mi poder. Los retuve esperando una semblanza sobre ella, prometida por el amigo Ferreiro. Como demora en dármela se los mando solos.
Le mando también unas líneas mías. No sé hasta qué punto podrán interesar a los lectores de Amauta. Eso, usted lo verá. Por tanto queda en libertad de hacer con ellas lo que quiera. Si le parecen bien las publica; en caso contrario las tira tranquilamente al canasto.
Muy bien el nuevo formato de Amauta. Y magnífico el estudio que usted viene publicando sobre el libro del trampista belga. Creo que su trabajo ha de ser de efectos muy saludables. El libro que comenta es un libro peligroso. Su peligrosidad no estriba tanto en lo que dice— que ya se ha dicho muchas veces—, sino en el tono y en la oportunidad con que lo hace. Atravesamos por una era de confusión intelectual enorme. Hoy los matices accesorios de ciertas fórmulas, tienen más eficacia proselitista que el sentido esencial de las mismas. En el libro de de Man se da este fenómeno. Yo no veo en él otra cosa que el esfuerzo de un renegado para justificar su actitud: es el social-patriota cohonestando, con una argumentación aparentemente científica, y, en rigor, atrozmente metafísica, su traición al socialismo. Pero comprendo que no a todos le pasará lo mismo. Por eso me parece bien su análisis crítico. Es una labor de higiene intelectual que yo admiro y aplaudo. Con ella hace usted un gran bien a la juventud y a las ideas de Marx.
Hace unos días vi a Blanca Luz. Hablamos de usted. Lo estima enormemente. Yo sabía que ella se encontraba en una situación material delicada. Ello me indujo a mentirle. Fue una mentira piadosa. Le dije que usted me había indicado que le diera algunos pesos a cuenta de la liquidación de los números que recibo de Amauta. Con ese pretexto le entregué diez pesos oro. Si llega a escribirle a usted sostenga, o destruya la mentira. Yo hice eso, porque me pareció indelicado ofrecerle dinero sin más pretexto que el de la necesidad. Sobre todo tratándose de una necesidad que ella sobrelleva valientemente y a veces trata de ocultar.
Sin otro motivo, lo saluda con la consideración intelectual y amistosa de siempre su devoto.
Jaime L. Morenza

s/c. Ituzaingó, 1288 - Montevideo
NOTA.- Dígale al administrador de Amauta que me envíe liquidación para girarle importe. Adviértale que yo no acepto comisión.
Vale

Morenza, Jaime L.

José Carlos Mariátegui junto a compañeros y amigos

José Carlos Mariátegui junto a compañeros y amigos a la salida de un evento.

Según Orlanda Granda, en la foto se puede apreciar al extremo izquierdo, junto a José Carlos Mariátegui, al escritor Martín Adán y al extremo derecho el poeta Enrique Peña Barrenechea.

Revista Mundial

Tarjeta Postal de Armando Bazán, 4/1928

París, abril de 1928
Esta fue la tarde de un día interesantísimo. Después de estar en el Bosque de Bologna con Lucho Heysen, fuimos a parar al Luxemburgo. Allí, por casualidad encontramos a Jorge Seoane. Por unanimidad acordamos fotografiarnos con un fotógrafo ambulante.
La fotografía salió estropeada: Voilá
Para José Carlos con el más fraterno recuerdo de
Armando

Bazán, Armando

Carta de José María Eguren, 29/10/1928

29 de octubre de 1928

Muy querido amigo Mariátegui

Contento con las noticias que me traen de su buena salud yo estoy muy mejor quizá si pueda ir en esta semana a Lima por un rato. Le mando las pruebas corregidas y una lista para la numeración de las composiciones. Sería bueno que suprimiera algunas. Todas las que juzgue innecesarias. Para no variar la lista, puede indicarle a los impresores las poesías que repare o devolvérmela corregida para arreglar la mía de manera que resulten iguales. Yo voy a seguir señalando conforme al duplicado que tengo si no dispone otra forma. Ya ve que esta carta va resultando algebraica. Le pido que me dé noticias de Blanca Luz (Zero) porque voy a escribir al Uruguay. Lo mismo que de Nomi; pues no viene; creo que le ha tomado miedo a Núñez.
¿Qué le parece la revista de Hidalgo? Creo que promete. ¿Qué novedades le han llegado de arte nuevo? Lo felicito, pues lo que opinó Ud. del vanguardismo en sus comienzos, va resultando exacto.
Pronto tendré el gusto de verlo y de repetir mis visitas de las tardes. Salude a su familia de mi parte y reciba un fuerte abrazo.
José M. Eguren

Eguren, José María

Carta de Luis E. Valcárcel, 7/7/1926

Cuzco, 7 de julio de 1926
Sr. D. José C. Mariátegui
Lima
Querido compañero:
Por el correo de hoy, en paquete certificado, le envío los originales de Tempestad en los Andes. El libro estaba listo desde hace quince días, pero aguardé, en vano, el viaje de algún amigo a ésa que prestase mayores seguridades que el servicio postal. No he querido postergar más el cumplimiento del compromiso; ojalá que el correo no me juegue alguna mala pasada.
Entrego la obra completamente a su habilidad exegética. Usted, mi buen camarada, se encargará de explicar en el prólogo la tesis (o trastienda) de esta película serrana que ofrezco en cuadros conexos.
Bien comprende usted que mi objetivo no es otro que exhibir lo que ocurre “detrás de las montañas”, relatándolo en forma episódica. ¿Qué es lo que se ve? Se comienza a ver a los Nuevos Indios. Hay un hervor revolucionario, un fermento de luchas futuras. Apenas si se percibe la ebullición disimulada por la frialdad de los peñascales andinos.
Desfilan por el libro las vivencias del Perú aborigen.
En el primer capítulo se preludia el avatar. Adivínase que ya algo se mueve en las tinieblas...
En el segundo, se percibe el panorama de las serranías con sus aldehuelas de labriegos y sus poblazos mestizos: el contraste, la nota pintoresca y humana.
En el tercero, siéntese que Némesis india proyecta su sombra de sangre.
En el cuarto, acentúase la génesis de la Nueva Indianidad: reacción ‘humana’ de los mismos esclavos e intervención de un factor nuevo, el adventista.
En el quinto, informaciones y comentarios sobre éste.
En el sexto, una suma de opiniones sobre el problema indio que ponen de relieve lo que el libro demuestra: el indio se yergue.
Ideario contiene cosas ya anteriormente publicadas. Le ruego complete ¡Arriba los indios! con trozos de José Vasconcelos, cuya Raza cósmica no pude conseguir oportunamente, y con glosas de usted que ha escrito con tan clara visión sobre estos temas.
Puede usted anunciar en el prólogo que la parte doctrinaria acerca del Nuevo Ciclo Andino va a ser tratada por mí, con alguna extensión, en un libro que tengo en germen, del que ya hablé a usted: Filosofía de la Cultura Andina.
No sé cómo ha salido esta obra, creo que con muchas imperfecciones, pero todo puede serme perdonado en gracia a la emoción que pongo en ella. En contacto con la raza, intuyo lo que en su alma crepuscular va emergiendo. Percibí también, desde cerca, cuanto le ocurre. Su Vida y Pasión está por escribirse. Estos fragmentos pueden ser precursores.
Querido amigo: usted apadrina el libro, y tengo esperanza en que saldrá con felicidad.
Le abraza su cordial amigo
Luis E. Valcárcel

Valcárcel, Luis E.

La reacción austriaca. La expulsión de Eduardo Ortega y Gasset. Mac Donald en Washington [Manuscrito]

La reacción austriaca
Las brigadas de la Heinmwehr no han realizado el 29 de setiembre su amenazada marcha a Viena; pero, con la anuencia de los nacionalistas y de los social-cristianos, se ha instalado en la presidencia del consejo Schober, el jefe de las fuerzas de policía. Los reaccionarios se han abstenido de cumplir una operación riesgosa para sus fanfarronas milicias; pero la reacción ha afirmado sus posiciones. La marcha a Viena habría provocado a la lucha al proletariado vienés, alerta y resuelto contra la ofensiva fascista, a despecho de la pasividad de la burocracia social-demócrata. La maniobra que, después de una inocua crisis ministerial, arreglada en familia, ha colocado el gobierno en manos de Schober, consiente a la reacción obtener casi los mismos objetivos, con enorme ahorro de energías y esfuerzos.
Los partidos revolucionarios austriacos no perdonan a Viena su mayoría proletaria y socialista. La agitación fascista en Austria, se ha alimentado, en parte, del resentimiento de la campiña y del burgo conservadores contra la urbe industrial y obrera. Las facciones burguesas se sentían y sabían demasiado débiles en la capital para la victoria contra el proletariado. En plena creciente reaccionaria, los socialistas izaban la bandera de su partido en el palacio municipal de Viena. El fascismo italiano se proclama ruralista y provincial; la declamación contra la urbe es una de sus más caras actitudes retóricas. El fascismo austriaco, desprovisto de toda originalidad, se esmera en el plagio más vulgar de esta fraseología ultramontana. La marcha a Viena, bajo este aspecto, tendría el sentido de una revancha del agro retrógrado contra la urbe inquiera y moderna.
Schober, según el cable, se propone encuadrar dentro de la legalidad el movimiento de la Heimwehr. Va a hacer un gobierno fascista, que no usará el lenguaje estridente ni los modales excesivos y chocantes de los camisas negras, sino, más bien, los métodos policiales de André Tardieu y el prefecto del Sena. Con una u otra etiqueta, régimen reaccionario siempre.
Se sabe ya a donde se dirige la política reaccionaria y burguesa de Austria, pero se sabe menos hasta qué punto llegará el pacifismo del partido socialista, en su trabajo de frenar y anestesiar a las masas proletarias.

La expulsión de Eduardo Ortega y Gasset
El reaccionarismo de Tardieu no se manifiesta únicamente en la extrema movilización de sus políticas y tribunales contra “L’Humanité”, la CGTU y el partido comunista. Tiene otras expresiones secundarias, de más aguda resonancia quizá en el extranjero, por la nacionalidad de las víctimas. A este número pertenece la expulsión de Hendaya del político y escritor liberal Eduardo Ortega y Gasset.
La presencia de Eduardo Ortega y Gasset en Hendaya, como la de Unamuno, resultaba sumamente molesta para la dictadura de Primo de Ribera. Ortega y Gasset publicaba en Hendaya, esto es en la frontera misma, con la colaboración ilustra de Unamuno, una pequeña revista: “Hojas Libres”, que a pesar de una estricta censura, circulaba considerablemente en España. Las más violentas y sensacionales requisitorias de Unamuno contra el régimen de Primo de Rivera se publicaron en “Hojas Libres”.
Muchas veces se había anunciado la inminente expulsión de Eduardo Ortega y Gasset cediendo a instancias del gobierno español al de Francia; pero siempre no había esperado que la mediación de los radicales-socialistas; y en general de las izquierdas burguesas, ahorraría aún por algún tiempo a la tradición liberal y republicana de Francia este golpe. El propio Eduardo Herriot había escrito protestando contra la amenazada expulsión. Pero lo que no se atrevió a hacer un gabinete Poincaré, lo está haciendo desde hace tiempo, con el mayor desenfado, bajo la dirección de André Tardieu, un gabinete Briand. Tardieu que ha implantado el sistema de las prisiones y secuestros preventivos, sin importarle un ardite las quejas de la Liga de los Derechos del Hombre, no puede detenerse ante la expulsión de un político extranjero, aunque se trate de un ex-ministro liberal como Eduardo Ortega y Gasset.
Hendaya es la obsesión de Primo de Rivera y sus gendarmes. Ahí vigila, aguerrido e intransigente, don Miguel de Unamuno. I este solo hombre, por la pasión y donquijotismo con que combate, inquiera a la dictadura jesuítica más que cualquier morosa facción o partido. La experiencia española, como la italiana, importa la liquidación de los viejos partidos. Primo de Rivera sabe que puede temer a un Sánchez Guerra, pero no a los conservadores, que puede temer a Unamuno, pero no a los liberales.

Mac Donald en Washington
La visita de Ramsay Mac Donal al Presidente Hoover consagra la elevación de Washington a la categoría de gran metrópoli internacional. Los grandes negocios mundiales se discutían y resolvían hasta la paz de Versailles en Europa. Con la guerra, los Estados Unidos asumieron en la política mundial un rol que reivindicaba para Washington los mismos derechos de Londres, París, Berlín y Roma. La conferencia del trabajo de 1919, fue el acto de incorporación de Washington en el número de las sedes de los grandes debates internacionales. La siguió la conferencia del Pacífico, destinada a contemplar la cuestión china. Pero en ese congreso se consideraba aún un problema colonial, asiático. Ahora, en el diálogo entre Mac Donal y Hoover se va a tratar una cuestión esencialmente occidental. La concurrencia, el antagonismo entre los dos grandes imperios capitalistas, da su fondo al debate.
La reducción de los armamentos navales de ambas potencias, no tendrá sino el alcance de una tregua formal en la oposición de sus intereses económicos y políticos. Este mismo acuerdo se presenta difícil. Las necesidades del período de estabilización capitalista lo exigen perentoriamente. Para esto, se confía en alcanzarlo finalmente, a pesar de todo. Pero la rivalidad económica de los Estados Unidos y la Gran Bretaña quedará en pie. Los dos imperios seguirán disputándose obstinadamente, sin posibilidad de un acuerdo permanente, los mercados y las fuentes de materias primas.
Este problema central será probablemente evitado por Hoover y Mac Donald en sus coloquios. El juego de la diplomacia tiene esta regla, no hay que permitirse a veces la menor alusión a aquello en que más se piensa. Pero si el estilo de la diplomacia occidental es el mismo de ante guerra, el itinerario, la escena, han variado bastante. Con Wilson, los presidentes de los Estados Unidos de Norte-América conocieron el camino de París y de Roma; con Mac Donald, los primeros ministros de la Gran Bretaña aprenden el viaje a Washington.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La civilización y el caballo

La civilización y el caballo

El indio jinete es uno de los testimonios vivientes en que Luis E. Valcárcel apoya, en su reciente libro “Tempestad en los Andes” (Editorial Minerva, 1927) su evangelio -sí, evangelio: buena nueva- del “nuevo indio”. El indio a caballo constituye, para Valcárcel, un símbolo de carne. “El indio a caballo, escribe Valcárcel- es un nuevo indio, altivo, libre, propietario, orgulloso de su raza, que desdeña al blanco y al mestizo. Ahí donde el indio ha roto la prohibición española de cabalgar, ha roto también las cadenas”. El escritor cuzqueño parte de una valoración exacta del papel del caballo en la Conquista. El caballo, como está bien establecido, concurrió principal y decisivamente a dar al español, a ojos del indio, un poder sobre-natural. Los españoles trajeron, como armas materiales, para someter al aborigen, el hierro, la pólvora y el caballo. Se ha dicho que la debilidad fundamental de la civilización autóctona fue su ignorancia del hierro. Pero, en verdad, no es acertado atribuir a una sola superioridad la victoria de la cultura occidental sobre las culturas indígenas de América. Esta victoria, tiene su explicación integral en un conjunto de superioridades, en el cual, no priman, por cierto, las físicas. Y entre estas, cabe reconocer, la prioridad a las zoológicas. Primero, la criatura; después lo creado, lo artificial. Este aparte de que el domesticamiento del animal, su aplicación a los fines y al trabajo humanos, representa la más antigua de las técnicas.
Más bien que sojuzgadas por el hierro y la pólvora, preferimos imaginar al indio, sojuzgado no precisamente por el caballo, pero sí por el caballero. En el caballero, resucitaba, embellecido, espiritualizado, humanizado, el mito pagano del centauro. El caballero, arquetipo del Medioevo, -que mantiene su señorío espiritual sobre la modernidad, hasta ahora mismo, porque el burgués, no ha sido capaz psicológicamente más que de imitar y suplantar al noble,- es el héroe de la Conquista. Y la conquista de América, la última cruzada, aparece como la más histórica, la más iluminada, la más trascendente proeza de la caballería. Proeza típicamente caballeresca, hasta porque de ella debía morir la caballería, al morir -trágica, cristiana y grandiosamente- el Medioevo.
El coloniaje adivinó y reivindicó a tal punto la parte del caballo en la Conquista que, -por sus ordenanzas que prohíben al indio esta cabalgadura,- el mérito de esa epopeya, parece pertenecer más al caballo que al hombre. El caballo, bajo el español, era tabú para el indio. Lo que podía entenderse como una consecuencia de su condición de siervo si se recuerda que Cervantes, atento al sentido de la caballería, no concibió a Sancho Panza, como a Don Quijote, jinete de un rocín sino de un asno. Pero, visto que en la Conquista se confundieron hidalgos y villanos, hay que suponerle la intención de reservar al español, los instrumentos -vale decir el secreto- de la Conquista. Porque el rigor de este tabú, condujo al español a mostrarse más generoso de su amor que de sus caballos. El indio tuvo al caballero antes que a la cabalgadura.
La más aguda intuición poética de Chocano, aunque como suya, se vista retórica y ampulosamente, es quizá la que creó su elogio de “Los caballos de los conquistadores”. Cantar de este modo la Conquista es sentirla, ante todo, como epopeya del caballo, sin el cual España no habría impuesto su ley al Nuevo Mundo.
La imaginación criolla, conservó después de la Colonia, este sentido medioeval de la cabalgadura. Todas las metáforas de su lenguaje político acusan resabios y prejuicios de jinetes. La expresión característica de lo que ambicionaba el caudillo está en el lugar común de “las riendas del poder”. Y “montar a caballo”, se llamó siempre a la acción de insurgir para empuñarlas. El gobierno que se tambalea, estaba “en mal caballo”.
El indio peatón, y más todavía, la pareja melancólica del indio y la llama, es la alegría de una servidumbre. Valcárcel tiene razón. El “gaucho” debe la mitad de su ser a la pampa y al caballo. Sin el caballo ¡cómo habrían pesado sobre el criollo argentino, el espacio y la distancia! Como pesan hasta ahora, sobre las espaldas del indio chasqui. Gorki nos presenta al mujik, abrumado por la estepa sin límite. El fatalismo, la resignación del mujik, vienen de esta sociedad y esta impotencia ante la naturaleza. El drama del indio no es distinto: drama de servidumbre al hombre y servidumbre a la naturaleza. Para resistirlo mejor, el mujik contaba con su tradición de nomadismo y con los curtidos y rurales caballitos tártaros, que tanto bien parecerse a los de Chumbivilcas.
Pero Valcárcel nos debe otra estampa, otro símbolo: el indio “chauffeur”, como lo vio en Puno, este año, escritas ya las cuartillas de “Tempestad en los Andes”.
La época industrial burguesa de la civilización occidental; permaneció, por muchas razones, ligada al caballo. No solo porque persistió en su espíritu el acatamiento a los módulos y el estilo de la nobleza ecuestre, sino porque el caballo continuó siendo, por mucho tiempo, un auxiliar indispensable del hombre. La máquina desplazó, poco a poco, al caballo de muchos de sus oficios. Pero el hombre agradecido, incorporó para siempre al caballo en la nueva civilización, llamando “caballo de fuerza” a la unidad de potencia motriz.
Inglaterra, que guardó bajo el capitalismo una gran parte de su estilo y su gusto aristocrático, estilizó y quintaesenció al caballo inventando el “pursang” de carrera. Es decir, el caballo emancipado de la tradición servil del animal de tiro y del animal de carga. El caballo puro que, aunque parezca irreverente, representaría teóricamente, en su plano, algo así como, en el suyo, la poesía pura. El caballo fin de sí mismo, sobre el cual desaparece el caballero para ser reemplazado por el jockey. El caballero se queda a pie.
Mas, este parece ser el último homenaje de la civilización occidental a la especie equina. Al desplazarse de Inglaterra a Estados Unidos, el eje del capitalismo, lo ecuestre ha perdido su sentido caballeresco. Norte América prefiere el box a las carreras. Prohibido el juego, la hípica ha quedado reducida a la equitación. La máquina anula cada día más al caballo. Esto, sin duda, ha movido a Keyserlig a suponer que el chauffeur sucede como símbolo al caballero. Pero el tipo, el espécimen hacia el cual nos acercamos, es más bien el del obrero. Ya el intelectual acepta este título que resume y supera a todos. El caballo, por otra parte, como transporte, es demasiado individualista. Y el vapor, el tren, sociales y modernos por excelencia, no lo advierten siquiera como competidor. La última experiencia bélica marca en fin, la decadencia definitiva de la caballería.
Y aquí concluyo. El tema de una decadencia, conviene, más que a mí, a cualquiera de los abundantes discípulos de don José Ortega y Gasset.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Ramiro de Maeztu y la dictadura española

Ramiro de Maeztu y la dictadura española

El presente panorama intelectual de España principia en una agonía, la de Unamuno, y termina en otra agonía, la de Maeztu. La agonía de Unamuno es la agonía del liberalismo absoluto, último y robusto brote del terco individualismo íbero y de la tradición municipal española. La agonía de Maeztu es la agonía del liberalismo pragmatista, conclusión conservadora y declinante del espíritu protestante y de la cultura anglosajona. Mientras a Unamuno su don-quijotismo lo empuja hacia la revolución, a Maeztu su criticismo lo empuja hacia la reacción.
El caso de Maeztu ilustra, elocuentemente, la crisis de la “inteligencia” en la Europa contemporánea. El reaccionario explícito e inequívoco no ha aparecido en Maeztu sino después de tres años de meditación jesuítica y de duda luterana. Para que el pensamiento de un intelectual, formalmente liberal y orgánicamente conservador, haya recorrido el camino que separa a la reforma de la reacción, han sido necesarios tres años de experiencia reaccionaria, planeada y cumplida de modo muy diverso del que habría sido grato a un especulador teórico. El hecho ha precedido a la teoría; la acción, a la idea. Maeztu ha encontrado su camino mucho después que Primo de Rivera.
El ”intelectual” europeo contemporáneo nos revela, a través de este caso, su impotencia ante la historia. La “inteligencia” profesional se muestra incapaz de influir en sus fases y hasta de prever sus hechos. Cualquier general casinero y crapuloso puede realizar en una noche lo que un pensamiento austero y monógamo se verá forzado a aceptar años más tarde, después de dramáticas hesitaciones.
Don Ramiro de Maeztu se había adherido tácitamente a la dictadura de Primo de Rivera desde hace tiempo. Se le tenía como un mentor espiritual de la dictadura desde antes que su firma y su pensamiento se desplazaran del diario de la burguesía liberal al órgano de Primo de Rivera. Pero solo su pase de “El Sol” a “La Nación” ha tenido el valor de una adhesión explícita y categórica al régimen militar. Hace tres años, paseaba su mirada y sus lentes de pastor anglicano por el panorama conflagrado del mundo, para proclamar melancólicamente la quiebra de la política reformista y atribuir esta responsabilidad, no al agotamiento de la función histórica y la capacidad progresista de la burguesía, sino a la ofensiva revolucionaria del proletariado, inexpertamente lanzado el ataque por jefes culpables, entre otras cosas, de no haberse inspirado en el persuasivo dictamen de Maeztu y otros retrasados retores de la democracia burguesa. Mas, entonces Maeztu evitada la apología de las dictaduras reaccionarias, consideradas como la repercusión fatal, pero no plausible, de las dictaduras revolucionaras. El liberalismo sufría una moratoria y esto estaba ciertamente mal; pero esa moratoria tenía por objeto dar jaque mate a la revolución, y esto estaba evidentemente muy bien.
La responsabilidad de Maeztu y de todos los intelectuales que como él se convierten en angustiados apologistas de la ley marcial, aparece atenuada por los hechos que, bajo el vigor de esta, han demostrado la falencia del liberalismo y el reformismo. El espectáculo penoso de las abdicaciones y transacciones de los políticos constitucionales -reducidos al pobre papel de servidores licenciados que aguardan pasivamente del monarca la orden que los restituirá al servicio de la constitución y la monarquía-, no puede naturalmente ser muy alentador para la ya gasta fe de un liberal revisionista y desencantado.
Pero esto no nos dispensa de denunciar la absoluta insolvencia del pensamiento reaccionario que con tanto retardo sigue a la violencia conservadora. Sometiéndose y enfeudándose a la política de Primo de Rivera, Maeztu se comporta con perfecta sinceridad burguesa, pero con rigurosa ineptitud ideológica.
Este escritor documentado e interesante, que durante tanto tiempo se ha alzado a estimable altura sobre el nivel general del periodismo español, ha renegado íntegramente su liberalismo, sin sustituirlo por una doctrina más viva o al menos por una fe más personal. En la política concreta no caben posiciones individuales. Los retores pueden lograr alguna originalidad en el discurso, pero ninguna de la acción.
La única originalidad que les resulta dable, a veces, es la de la contradicción. A Maeztu, por ejemplo, que considera la civilización como un ahorro de sensualidad, coincidiendo en esto con Jorge Sorel -quien escribía que “el mundo no se hará más justo sino en la medida en que se hará más casto”- le toca dar su adhesión a un régimen que exhibe todas las taras del flamenquismo y del donjuanismo españoles y al que preside, como a una juerga, un general de casino, sensual y mujeriego, lo más distante posible del puritanismo y la religiosidad, designados justamente por el mismo escrito enjuiciado como la levadura espiritual de la potencia y la grandeza anglosajona.

José Carlos Mariátegui La Chira

"L'Action Francaise", Charles Maurras, Leon Daudet, etc.

"L'Action Francaise", Charles Maurras, Leon Daudet, etc.

Enfoquemos otro núcleo, otro sector reaccionario: la facción monárquica, nacionalista, guerrera, anti-semita que acaudillan Charles Maurras y León Daudet y que tiene su hogar y su sede en la casa de “L’Actión Francaise”. Las extremas derechas están de moda. Sus capitanes juegan sensacionales roles en la tragedia de Europa.
En tiempos de normal proceso republicano, la extrema derecha francesa vivía destituida de influencia y de autoridad. Era una bizarra secta monárquica que evitaba a la Tercera República el aburrimiento y la monotonía de un ambiente unánime y uniformemente republicano. Pero en estos tiempos, de crisis de la democracia, la extrema derecha adquiere una función. Los elementos agriamente reaccionarios se agrupan bajo sus banderas, refuerzan su contenido social, actualizan su programa político. La crisis europea ha sido para la senil extrema derecha una especie de senil operación de Voronof. Ha actuado sobre ella como una nueva glándula intersticial. La ha reverdecido, la ha entonado, le ha inyectado potencia y vitalidad.
La guerra fue un escenario propicio para la literatura y la acción de Maurras, de Daudet y de sus mesnadas de “camelots du roi”. La guerra creaba una atmósfera marcial, jingoísta, que resucitaba algo del espíritu y la tradición de la Europa pretérita. La “unión sagrada” hacía gravitar a derecha la política de la Tercera República. Los reaccionarios franceses desempeñaron su oficio de agitadores y excitadores bélicos. Y, al mismo tiempo, acecharon la ocasión de torpedear certeramente a los políticos del radicalismo y a los leaders de la izquierda. La ofensiva contra Caillaux, contra Painlevé, tuvo su bullicio y enérgico motor en “L’Actión Francaise”.
Terminada la guerra, desencadenada la ola reaccionaria, la posición de la extrema derecha francesa se ha ensanchado, se ha extendido. La fortuna del fascismo ha estimulado su fe y su arrogancia. Charles Maurras y León Daudet, condottieri de esta extrema derecha, no provienen de la política sino de la literatura. Y sus principales documentos políticos son sus documentos literarios. Sus gustos estéticos igual que sus gustos políticos, están fuertemente impregnados de reaccionarismo y monarquismo. La literatura de Maurras y de Daudet confiesa, más enfática y nítidamente que su política, una fobia disciplinada y sistemática del último siglo, de este siglo burgués, capitalista y demócrata.
Maurras es un enemigo sañudo del romanticismo. El romanticismo no es para Maurras el simple fenómeno literario y artístico. El romanticismo no es únicamente los versos de Musset, la prosa de Jorge Sand y la pintura de Delacroix. El romanticismo es una crisis integral del alma francesa y de sus más genuinas virtudes: la ponderación, la mesura, el equilibrio. América ama a la Francia de la enciclopedia, de la revolución y del romanticismo. Esa Francia jacobina de la Marsellesa y del gorro frigio la indujo a la insurrección y a la independencia. Y bien. Esa Francia no es la verdadera Francia, según Maurras. Es una Francia turbada, sacudida por una turbia ráfaga de pasión y de locura. La verdadera Francia es tradicionalista, católica, monárquica y campesina. El romanticismo ha sido como una enfermedad, como una fiebre, como una tempestad. Toda la obra de Maurras es una requisitoria contra el romanticismo, es una requisitoria contra la Francia republicana, demagógica y tempestuosa, de la Convención y de la Comuna, de Combes y de Caillaux, de Zola y de Barbusse.
Daudet destesta también el último siglo francés. Pero su crítica es de otra jerarquía. Daudet no es un pensador sino un cronista. El arma de Daudet es la anécdota, no es la idea. Su crítica del siglo diecinueve no es, pues, ideológica sino anecdótica. Daudet ha escrito un libro panfletario, “El estúpido siglo diecinueve”, contra las letras y los hombres de esos cien años ilustres. (Este libro estruendoso agitó la París más que la presencia de Einstein en la Sorbona. Un periódico parisién solicitó la opinión de escritores y artistas sobre el siglo vituperado por Daudet. Maurice Barrés, orgánicamente reaccionario también, pero más elástico y flexible, dijo en esa encuesta que el estúpido siglo diecinueve había sido algo adorable.)
El caso de esta extrema derecha resulta así singular e interesante. La decadencia de la sociedad burguesa la ha sorprendido en una actitud de protesta contra el advenimiento de esta sociedad. Se trata de una facción idéntica y simultáneamente hostil al Tercero y Cuarto Estado, al individualismo y al socialismo. Su legitimismo, su tradicionalismo la obliga a resistir no sólo al porvenir sino también al presente. Representa, en suma, una prolongación psicológica de la Edad Media. Una edad no desparece, se hunde en la historia, sin dejar a la edad que le sucede ningún sedimento espiritual. Los sedimentos espirituales de la Edad Media se han alojado en los dos únicos estratos donde podía asilarse, la aristocracia y las letras. El reaccionarismo del aristócrata es natural. El aristócrata personifica la clase despojada de sus privilegios por la revolución burguesa. El reaccionarismo del aristócrata es, además, inicuo, porque el aristócrata consume su vida aislada, ociosa y sensualmente. El reaccionarismo literario, o del artista, es de distinta filiación y de diversa génesis. El literato y el artista, en cuyo espíritu persistía aún el recuerdo caricioso de las cortes medioevales, ha sido frecuentemente reaccionario por repugnancia a la actividad práctica de esta civilización. Durante el siglo pasado, el literato a satirizado y ha motejado agrazmente a la burguesía. La democracia se ha asimilado, poco a poco, a la mayoría de los intelectuales. Su riqueza y su poder le han consentido crearse una clientela de pensadores, de literatos y de artistas cada vez más numerosa. Actualmente, además, una vanguardia brillante marcha a lado de la revolución. Pero existe todavía una numerosa minoría contumazmente obstinada en su hostilidad al presente y al futuro. En esa minoría, rezago mental y psicológico de la Edad Media, Maurras y Daudet tienen un puesto conspicuo.
Pero penetremos más hondamente en la ideología de los monarquistas de “L’Action Francaise”. Los revolucionarios miran en la sociedad burguesa un progreso respecto de la sociedad medioeval Los monarquistas franceses la consideran simplemente un error, una equivocación El pensamiento monarquista es utopista y subjetivo. Reposa en consideraciones éticas y estéticas. Más que a modificar la realidad, parece dirigido a ignorarla, a desconocerla, a negarla. Por eso ha sido hasta ahora alimento exclusivo de un cenáculo intelectual. La muchedumbre no ha escuchado a quienes abstrusa y míticamente le afirman que desde hace siglo y medio la humanidad marcha extraviada. La predicación monárquica de “La Acción Francesa” no ha tenido eco, antes de hoy, sino en una que otra alma bizarra, en una que otra alma solitaria. Su actual brillo, su actual resonancia, es obra de circunstancias externas, es futo del nuevo ambiente histórico. Es un efecto de la gesta de las camisas negras y de los somatenes. Los artífices, los conductores de la contrarrevolución europea no son Maurras ni Daudet, sino Mussolini y Farinacci. No son literatos disgustados, malcontentos y nostálgicos, sino oportunistas capitanes procedentes de la escuela demagógica y tumultuaria. Los hierofantes de “La Acción Francesa” se someten, se adhieren humildemente a la ideología y a la praxis de los caudillos fascistas. Se contentan con tener a su lado un rol de ministros, de tinterillos, de cortesanos Maurras, selecto y aristócrata, aprueba el uso del aceite de castor.
Todo el caudal actual de la extrema derecha viene de la polarización de las fuerzas conservadoras. Amenazadas por el proletariado, la aristocracia y la burguesía se reconcilian La sociedad medioeval y la sociedad capitalista se funden y se identifican. Algunos pensadores, Walter Rathenaur por ejemplo, dicen que dentro de una clase revolucionaria conviven mancomunados y confundidos estratos sociales que más tarde se separarán y se enemistarán. Del mismo modo, dentro de las clases conservadoras, se amalgaman capas sociales antes adversarias. Ayer la burguesía mezclada con el estado llano, con el proletariado, destronaba a la aristocracia. Hoy se junta con ella para resistir el asalto de la revolución proletaria.
Pero la Tercera República no se resuelve todavía a conferir demasiadas autoridades a los fautores del rey. Recientemente dio a Jonnart un asiento en la Academia, ambicionado por Maurras. Entre un personaje burocrático del régimen burgués y el pensador de la corte de Orleans, optó por el primero, sin miedo a los silbidos de los camelots du roi. La Tercera República se conduce prudentemente en las relaciones con la facción monarquista. Sus abogados y sus burócratas, sus Poincaré, sus Millerand, sus Tardieu, etc., flirtean con Maurras y con Daudet, pero se reservan avaramente la exclusiva de los primeros puestos.
¿Organizarán Maurras y Daudet, como organizó Mussolini, un ejército de cien mil camisas negras para conquistar el poder? No es probable ni es posible. Francia es un país de burgueses y campesinos, cautos, económicos y prácticos, poco dispuestos a seguir a los capitanes del rey.
“L’Action Francaise” y sus hombres son un elemento de agitación y de agresión; no son un elemento de gobierno. Son una fuerza destructiva, negativa; no son una fuerza constructiva, positiva. El futuro se construye sobre la base de los materiales ideológicos y físicos del presente. “L’Action Francaise” intenta resucitar el pasado, del cual no restan sino exiguos residuos psicológicos. Quiere que la política francesa de hoy sea la misma de hace quinientos o mil años. Que Alemania sea aniquilada, talada, subyugada.
En siglo y medio de civilización capitalista, el mundo se ha metamorfoseado totalmente. La vida humana se ha internacionalizado. El destino, el progreso, la mentalidad, la costumbre de los pueblos se han tornado misteriosa y complejamente solidarios. La humanidad marcha, consciente o subconscientemente, a una organización internacional. Este rumbo ha generado la ideología revolucionaria de las internacionales obreras y la ideología burguesa de la Sociedad de Naciones. Para los camelots du roi este nuevo panorama humano es nulo, inexistible. La humanidad actual no es la misma de la época merovingia. Y Europa puede aún ser feliz bajo el cetro de un rey borbón y bajo la bendición de un pontífice Borgia.

José Carlos Mariátegui La Chira

El cemento por Fedor Gladkov

El cemento por Fedor Gladkov

“El Cemento” de Fedor Gladkov y “Manhattan Transfer” de John Dos Pasos. Un libro ruso y un libro yanqui. La vida de la URSS frente a la vida de la USA. Los dos super estados de la historia actual se parecen y se oponen hasta en que, como las grandes empresas industriales, -de excesivo contenido para una palabra- usan un nombre abreviado: sus iniciales. (Véase “L’atre Europe” de Luc Durtain) “El Cemento” y “Manhattan Transfer” aparecen fuera del panorama pequeño-burgués de los que en Hispano américa, y recitando cotidianamente un credo de vanguardia, reducen la literatura nueva a un escenario europeo occidental, cuyos confines son los de Cocteau, Morand, Gómez de la Serna, Bontempelli, etc. Esto mismo confirma, contra toda duda, que proceden de los polos del mundo moderno.
España e Hispano-América no obedecen al gusto de sus pequeños burgueses vanguardistas. Entre sus predilecciones instintivas esta la de la nueva literatura rusa. Y, desde ahora, se puede predecir que “El Cemento” alcanzará pronto la misma difusión de Tolstoy, Dovstoyevsky, Gorky.
La novela de Gladkov supera a las que la ha precedido en la traducción, en que nos revela, como ninguna otra, la revolución misma. Algunos novelistas de la revolución se mueven en un mundo externo a ella. Conocen sus reflejos, pero no su conciencia. Pilniak, Zotschenko, un Leonov y Fedin, describen la revolución desde fuera, extraños a su pasión, ajenos a su impulso. Otros como Ivanov y Babel, descubren elementos de la épica revolucionaria, pero sus relatos se contraen al aspecto guerrero, militar, de la Rusia Bolchevique. “La Caballería Roja” y “El Tren Blindado” pertenecen a la crónica de la campaña. Se podía decir que en la mayor parte de estas obras está el drama de los que sufren la revolución, no el de los que la hacen. En “El Cemento” los personajes, el decorado, el sentimiento, son los de la revolución misma, sentida y escrita desde dentro. Hay novelas próximas a esta entre las que ya conozcamos, pero en ninguna se juntan, tan natural y admirablemente concentrados, los elementos primarios del drama individual y la epopeya multitudinaria del bolchevismo.
La biografía de Gladkov, nos ayuda a explicarnos su novela. (Era necesaria una formación intelectual y espiritual como la de este artista, para escribir “El Cemento”). Julio Álvarez del Vayo la cuenta en el prólogo de la versión española en concisos renglones, que, por ser la más ilustrativa presentación de Gladkov, me parece útil copiar.
“Nacido en 1883 de familia pobre, la adolescencia de Gladkov es un documento más para los que quieran orientarse sobre la situación del campo ruso a fines del siglo XIX. Continuo vagar por las regiones del Caspio y del Volga en busca de trabajo. “Salir de un infierno para entrar en otro”. Así hasta los doce años. Como sola nota tierna, el recuerdo de su madre que anda leguas y leguas a su encuentro cuando la marea contraria lo arroja de nuevo al villorio natal. “Es duro comenzar a odiar tan joven, pero también es dura la desilusión del niño al caer en las garras del amo”. Palizas, noches de insomnio, hambre -su primera obra de teatro “Cuadrilla de pescadores” evoca esta época de su vida”. “Mi idea fija era estudiar. Ya a los doce años al lado de mi padre, que en Kurban se acababa de incorporar al movimiento obrero, leía yo ávidamente a Lermontov y Dostoyevsky”. Escribe versos sentimentales, un “diario que movía a compasión” y que registra su mayor desengaño de entonces: en el Instituto le han negado la entrada por pobre. Consigue que le admitan de balde en la escuela municipal. El hogar paterno se resiste de un brazo menos. Con ser bien modesto el presupuesto casero -cinco kopecks de gasto por cabeza- la agravación de la crisis de trabajo pone en peligro la única comida diaria. De ese tiempo son sus mejores descripciones del bajo proletariado. Entre los amigos del padre, dos obreros “semi-intelectuales” le han dejado un recuerdo inolvidable. “Fueron los primeros en quieres escuché palabras cuyo encanto todavía no ha muerto en mi alma. Sabios por naturaleza y corazón. Ellos me acostumbraron a mirar conscientemente el mundo y a tener fe en un día mejor para la humanidad”. Al fin una gran alegría. Gorky, por quien Gladkov siente de joven una admiración sin límites, al acusarle recibo del pequeño cuento enviado, le anima a continuar. Va a Siberia, escribe la vida de los forzados, alcanza rápidamente sólida reputación de cuentista. La revolución de 1906 interrumpe su carrera literaria. Se entrega por entero a la causa. Tres años de destierro en Verjolesk. Período de auto-educación y de aprendizaje. Cumplida la condena se retira a Novorosisk, en la costa del Mar Negro, donde escribe la novela “Los Desterrados”, cuyo manuscrito somete a Korolenko, quien se lo devuelve con frases de elogio para el autor, pero de horror hacia el tema: “Siberia un manicomio suelto”. Hasta el 1917 maestro en la región de Kuban. Toma parte activa en la revolución de octubre, para dedicarse luego otra vez de lleno a la literatura. El Cemento es la obra que le ha dado a conocer en el extranjero”.
Gladkov, pues no ha sido solo un testigo del trabajo revolucionario realizado en Rusia, entre 1905 y 1917. Durante este período, su arte ha madurado en un clima de esfuerzo y esperanza heroico. Luego las jornadas de octubre lo han contado entre sus autores. Y, más tarde, ninguna de las peripecias íntimas del bolchevismo han podido escaparle. Por esto, en Gladkov la épica revolucionaria, más que por las emociones de la lucha armada está representada por los sentimientos de la reconstrucción económica, las vicisitudes y las fatigas de la creación de una nueva vida.
Tchumalov, el protagonista de “El Cemento”, regresa a su pueblo después de combatir tres años en el Ejército Rojo. Y su batalla más difícil, más tremenda es la que le aguarda ahora en su pueblo, donde los años de peligro guerrero han desordenado todas las cosas. Tchumalov encuentra paralizada la gran fábrica de cemento en la que, hasta su ida, -la represión lo había elegido entre sus víctimas- había trabajado como obrero. Las cabras, los cerdos, la maleza, los patios; las máquinas inertes, se anquilosan, los funiculares por los cuales bajaba la piedra de la cantera, yacen inmóviles desde que cesó el movimiento en esta fábrica donde se agitaban antes millares de trabajadores. Solo los Diesel, por el cuidado de un obrero que se ha mantenido en su puesto, reluce, pronto, para reanimar esta mole que se desmorona. Tchumalov no reconoce tampoco su hogar. Dacha, su mujer, estos tres años se ha hecho una militante, la animadora de la Sección Femenina, la trabajadora más infatigable del Soviét local. Tres años de lucha -primero acosada por la represión implacable, después entregada íntegramente a la revolución- ha hecho de Dacha una mujer nueva. Niurka, su hija, no está con ella. Dacha ha tenido que ponerla en la Casa de los Niños, a cuya organización contribuye empeñosamente. El Partido ha ganado una militante dura, enérgica, inteligente; pero Tchumalov ha perdido a su esposa. No hay ya en la vida de Dacha lugar para un pasado conyugal y maternal sacrificado enteramente a la revolución. Dacha tiene una existencia y una personalidad autónoma; no es ya una cosa de propiedad de Tchumalov ni volverá a serlo. En la ausencia de Tchumalov, ha conocido bajo el apremio de un destino inexorable, otros hombres. Se ha conservado íntimamente honrada; pero entre ella y Tchumalov se interpone esa sombra, esta oscura presencia que atormenta al instinto del macho celoso. Tchumalov sufre; pero férreamente cogido, a su vez por la revolución, su drama individual no puede acapararlo, se echa a cuestas el deber de reanimar la fábrica. Para ganar esta batalla tiene que vencer el sabotage de los especialistas, la resistencia de la burocracia, la resaca sorda de la contra-revolución. Hay un instante en que Dacha parece volver a él. Mas es solo un instante en que su destino se junta para separarse de nuevo. Niurka muere. Y se rompe con ella el último lazo sentimental que aún los sujetaba. Después de una lucha en la cual se refleja todo el proceso de reorganización de Rusia, todo el trabajo reconstructivo de la revolución, Tchumalov reanima la fábrica. Es un día de victoria para él y para los obreros; pero es también el día en que siente lejana, extraña, perdida para siempre a Dacha, rabioso y brutales sus celos. -En la novela, el conflicto de estos seres se entrecruza y confunde con el de una multitud de otros seres en terrible tensión, en furiosa agonía. El drama de Tchumalov no es sino un fragmento del drama de Rusia revolucionaria. Todas las pasiones, todos los impulsos, todos los dolores de la revolución están en esta novela. Todos los destinos, los más opuestos, los más íntimos, los más distintos, están justificados. Gladkov logra expresar en páginas de potente y ruda belleza, la fuerza nueva, la energía creadora, la riqueza humana del más grande acontecimiento contemporáneo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Resultaten 1 tot 50 van 365