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Seoane, Manuel Europa Conflictos
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Carta de Víctor Raúl a Eudocio Ravines, 17/10/1926

Londres, 17 de octubre de 1926

Querido compañero Ravines:

Esta mañana he recibido su carta del 19 de setiembre. Ahora está aclarado su concepto. Terreros me había copiado párrafos de una carta suya en que habla V. del programa analítico. La orientación que V. pide es necesaria. Pero algo de ella ha ido ya en mis continuas cartas anteriores. Naturalmente, rechazo como reaccionaria y hasta como traidora la idea de que nuestro movimiento será "para otra generación". Eso es estúpido y cobarde. De ninguna manera. Por eso mi preocupación constante de formar cuadros de acción lo más pronto posible. Lo esencial en este momento es formar cuadros proletarios, constituir el ejército rojo en una palabra. Organizar las multitudes y agitar intensa y extensamente a las masas, procurar la agitación revolucionaria mayor posible.- En cuanto a nosotros, claro que debernos orientarnos, no lentamente, sino lo más rápido que se pueda.

Nuestro punto de vista en cuanto al problema global del Perú no puede ser otro que éste, en mi concepto:

El Perú es un país agrícola. Lo esencial de nuestra economía, la vida misma del país está en la agricultura. Es a la agricultura, al problema de la tierra, que está ligado el movimiento nacionalista indígena. La lucha entre el gamonal y el indio no es sino la lucha por la tierra. Pero la tierra en el Perú no produce lo que debiera producir porque no se cultiva intensivamente sino extensivamente. La gran producción desinteresa a su poseedor del afán de intensificar la producción. Un hombre que tiene cincuenta mil hectáreas no explota la tierra científicamente. Si ese mismo hombre tuviera mil, procuraría sacar por trabajo científico intensivo lo que le dan
cincuenta mil por extensión. Pero con este sistema de gran propiedad la economía nacional, la economía colectiva que está afirmada en nuestra agricultura, que es el alimento y el trabajo de las inmensas mayorías de nuestro pueblo, sufre desmedro. A la nación, o mejor a la colectividad le interesa un índice el mayor posible de producción porque eso es su riqueza. Hay que buscar el mejor medio de procurar la explotación más intensa posible de la tierra.

¿COMO?

Nuestro primer obstáculo está en la gran propiedad. La gran propiedad en el Perú es el feudalismo en lucha tradicional contra el comunismo o socialismo de la tierra. Durante cuatro siglos la comunidad ha estado sometida por el feudo. Es la lucha de dos sistemas económicos de la explotación de la tierra. Nosotros tenemos que ir hacia la socialización de la tierra, hacia el triunfo del movimiento indígena cuyo nacionalismo es, naturalmente un fenómeno de razones económicas. La vieja comuna modernizada, el ensamble del sistema agrícola incásico con los métodos modernos de explotación será nuestro fin primordial. En la costa, o en lugares donde la gran propiedad ha podido desarrollarse por el trabajo industrializado (la caña por ejemplo) se puede ensayar dos clases de sistemas: la administración directa por el Estado, o la formación de comunidades de trabajo agrícola-industrial. La pequeña propiedad (de esto ya creo haberle hablado) tiene el inconveniente de no permitir al propietario un trabajo intensivo y moderno. Muchas veces una máquina de trabajo le costaría el 50% del valor de su terreno. Sin embargo la pequeña "posesión" o propiedad vitalicia podría ser el paso al sistema cooperativo en donde haya arraigado el sistema de la propiedad dividida. Pero la cooperativa agrícola será una forma de trabajo muy aparente para la costa.

Evidentemente que este programa de orientación significa la revolución nacionalista indígena y nuestro apoyo más decidido a ella. Pero esa revolución debe producirse lo más militarmente dispuesta que sea posible, lo más disciplinada y bajo el control y la autoridad de nuestro núcleo.

En cuanto al problema industrial, —ya lo he dicho algunas veces—, como no somos un país industrial y nuestro proletariado es reducido en número, el principio general es la nacionalización o socialización de las industrias, que se hará total o parcial según convenga mejor los intereses de la colectividad. Naturalmente, el control obrero y campesino en la vida política del país mantendrá a la clase explotadora en el camino de su destrucción como poder político primero y como entidad económica más tarde.

Como usted ve, esto está dentro de los puntos de nuestro programa general, o internacional. Cuando se habla de la socialización de las industrias, es entendido que esta socialización no será [será] absoluta cuando no sea posible por razones más fuertes, pero socialización absoluta en principio. Tierras e industrias pertenecerán a la Nación es decir a la masa productora que tendrá el poder político. Y esta, por intermedio de nuestro partido podrá hacer las concesiones que fueran indispensables.

No creo que sea posible enfocar de otro modo el problema indígena. Hay dos interpretaciones: la una burguesa y feudal, reaccionaria y traidora, intelectualista y falsa y la otra, la revolucionaria que es la nuestra. Ante todo la solución del problema económico, después la educación y todos los privilegios que hoy se niega a los oprimidos.

Me parece que para nosotros el camino está claro y que la orientación está más que nunca afirmada. Naturalmente que ha pasado ya "el instante bello del romanticismo etc.," de que V. habla. ¡Pero hace ya hace mucho tiempo que ha pasado! Desde el momento en que tenemos un programa y planteado un partido y esbozado un plan de táctica, hablar de eso es anacrónico. Lo que yo creo fundamental en estos momentos es organizar el trabajo de agitación. Muchas veces, he recomendado el trabajo de ustedes en célula y la división y la distribución de la labor. No proceder nunca individualmente sin previo acuerdo, sin obedecer a un plan. Esto mismo aconsejo a Heysen. Ser revolucionario es ser disciplinado. Ustedes ahí deben dividir su trabajo como si estuvieran en el Perú: interior y exterior. El primero significa todo lo que haya que hacer en el Perú; propaganda en las masas, propaganda de prensa, comunicaciones con amigos o grupos etc. El segundo la campaña de propaganda en la Argentina y América Latina. Ustedes deben escribir siempre para el Perú y para la Argentina, Uruguay, etc. Nuestra influencia revolucionaria en América debe dejarse sentir como la de los revolucionarios rusos en Europa antes de la revolución. Debemos tratar de hacer llegar a toda América la· vibración de nuestro programa y agitar mucho, muchísimo. No hay que desanimarse: cinco rusos han removido el mundo. Nosotros somos veinte que podemos remover la América Latina. Debemos ser y aparecer como los campeones de la agitación antiimperialista, de la unidad latinoamericana, de la defensa indígena, de la acción social de las universidades etc. Esta es nuestra labor tenaz en el extranjero. Así hacemos respetable nuestra revolución para más tarde. Yo no escribo para los periódicos y revistas de fuera del Perú sino por hacer prestigiosa nuestra causa. Eso es lo que deberían entender los compañeros de Panamá tan dejados, tan débiles en su acción, tan llenos de esa abominable pereza tropical y freudiana. Ojalá reaccionen. Ellos podrían controlar todo el Norte de nuestra América Latina. En un año de este trabajo armonizado y tenaz sobre la opinión obrera y sobre la masa lectora la U. P. G. P. y la revolución del Perú habrían conquistado un prestigio internacional muy vasto y cuando nuestro movimiento estallara tendríamos la simpatía de la opinión pública del Continente que es algo que debe preocuparnos mucho para el caso de una agresión yanqui.

No importa repetir. Al contrario, hay que repetirse mucho, pero extender mucho también la labor de propaganda. Pero hay que escribir. Uno de ustedes debe escribir artículos incesantes sobre el problema indígena peruano, revelar abusos y conmover la opinión pública con una propaganda indigenista vívida que conmueva y justifique la revolución. Naturalmente nunca debe faltar la línea y la interlínea para la U. P., para nuestro movimiento etc. Otro debe ocuparse de asuntos estudiantiles, persecuciones, acción de la U. P. en este orden y recuerdo constante del heroísmo de la juventud peruana, cuestión con Chile etc. Otro debe ocuparse del imperialismo, presentar siempre a Leguía como agente del imperialismo pero presentar siempre a Leguía como miembro de una
fracción civilista etc. Otro u el mismo debe seguir siempre diciendo que la U. P. fue la primera tribuna antiimperialista de América Latina definida en un sentido económico y que LA UNIDAD de América es nuestro lema etc.

Aunque toda esta campaña repercutirá como que ya de lo que se hace, repercute en el Perú, hay que organizar también la propaganda dentro del mismo Perú. Esta debe ser de dos clases. Para la masa burguesa grande y pequeña: artículos de vulgarización científica que se enviarán en muchas copias a los diarios provincianos. Artículos sistemados y combinados. Siempre en ellos se firmará como profesor de la U. P. Temas para esto hay infinitos (antialcoholismo, vulgarización científica etc.). Propaganda de otro orden: redactar hojas, manifiestos de agitación, escribir cartas suscritas y anónimas, todo con este fin: revelar la situación actual del país, el estado de abandono de su pueblo, la ignorancia etc. Decir que sólo la U. P. ha protestado y protesta, que por eso sus líderes están en el destierro y que es deber de la masa reclamar por el regreso de sus líderes y prepararse a unirse al movimiento de la juventud de vanguardia, que sólo ella regenerará al país etc.

Una propaganda más especial y más reservada debe hacerse entre militantes jóvenes (tenientes, alféreces, sargentos, cabos) a quienes hay que enviarles llamamientos más objetivos, hablándoles más que de principios, de personas. Pidiéndoles que se adherirán al movimiento de la juventud y que se junten a la U. P. G.P. etc.

Esto debe estar combinado con lo que en Lima debe hacerse: cuadros revolucionarios. Hay que organizar, hay que organizar para la batalla. A Cox le escribo sobre esto. Hay que organizarlo todo: estudiantes, sportsmans, obreros jóvenes, empleados etc. Hay que
comenzar por células de cinco o tres pero tender a formar verdaderos sectores de lucha. No muchedumbre, no montonera, sino cuadro, compañía, Ejército. Eso es lo que hace ganar las revoluciones.

En resumen creo que tenemos ya una orientación clara. Rápidamente ha de ir aclarándose y precisándose mas aun hasta donde es posible precisarla, porque no es justo ni humano ni revolucionario buscar el detalle. Sobre esto ya he hablado. A Heysen le escribí una carta. Si no la conoce V. pídasela. Nunca escribo cartas reservadas, porque entre nosotros no pueden haber reservas y si las tiene alguno hace mal. La carta a Seoane, podría completarle mi pensamiento.

Nuestro partido es un partido de base económica. Vamos a una revolución económica, cuya base es la tierra y la sierra. El triunfo de nuestra revolución sería el principio de una revolución en América, sobre todo en los países de razas indígenas. Pero, por eso nos interesa el poder: inmediatamente que la revolución peruana tuviera el poder se convertiría en un foco de agitación revolucionaria para América. La Unidad, la Federación, derribando a las clases dominantes. (mi latinoamericanismo ha sido revolucionario desde, que lo profeso) será nuestra bandera. Además será nuestra defensa porque aislando la revolución en el Perú seríamos tarde o temprano aplastados. Por eso nos interesa el ambiente en todos los países de América Latina. Si la revolución mexicana distante e incompleta ha despertado tantas simpatías en el Continente, la nuestra, con una organización de propaganda activa será mucho más popular. De ahí que desde ahora debemos trabajar nacional e internacionalmente.

Rechace V. amigo Ravines como reaccionaria toda idea reformista, evolucionista o perezosa acerca de nuestra revolución. Será por nosotros. Esto debemos entenderlo bien y debemos infundirlo en la conciencia de nuestro pueblo. Justamente ese es uno de nuestros puntos de afirmación: la revolución la haremos nosotros y solo nosotros. Tal nuestro lema optimista para las masas y nuestra consigna. Un día llegará en que tendremos que lanzarnos. De otro modo seríamos traidores. No es pues muy largo el plazo y por eso debemos apresurarnos a comprender y a realizar aquella máxima de Lenin: "La cuestión esencial de la revolución es la cuestión del poder".

—.—

Seguiremos en comunicación. De nuevo les pido cartas colectivas al tratarse de estos puntos. La célula debe reunirse y deber plantear sus puntos de vista en comunicaciones concretas. Pero no debe retardar su trabajo de organización y agitación. Al mismo tiempo que la célula me diga: hemos hecho esto y esto y estamos trabajando así etc., puede decir: tenemos dudas sobre este punto, tenemos está objeción etc. Pero no detenerse. Comenzar, comenzar activa e inmediatamente, pero comenzar como célula. No como individuos. Yo quiero mucho a ustedes como amigos pero más me interesan como revolucionarios y como revolucionarios no tenemos nombres: números. Nuestros nombres son fichas en juego, al servicio de una causa común, que debe trabajarse en común.

—.—

Le envío un abrazo muy fraternal y muy caluroso. He recibido su retrato y ahora como que le voy reconociendo. ¡Sinceramente! Me parece que ya le recuerdo mejor. Una vez más le digo que me contentan mucho sus observaciones y que tengo fe muy viva en su capacidad revolucionaria y en su disciplina.

Suyo.

Víctor Raúl

Haya de la Torre, Víctor Raúl

Carta de Eudocio Ravines, 24/6/1929

24 de junio de 1929
Mi querido José Carlos:
He recibido sus cartas, los documentos que me incluye, así como la que me escribe —muy lacónica— nuestro M. de la T. —Constato que estamos unánimes en mantener idénticos puntos de vista, en lo que se refiere a las líneas fundamentales; la carta de nuestro amigo el gringo gordo que me llega también, me confirma en este pensamiento y me hace ver con más claridad la orientación que Uds. dan al movimiento, que es absolutamente la mía y la de los compañeros que me acompañan aquí. —No hay que pensar, por ahora, sino en la gran responsabilidad y en la severa etapa de trabajo que tenemos delante.—
Frente a una serie de datos que poseo sobre nuestras cuestiones en América, no puedo sino expresarle mi más hondo optimismo. Su permanencia en el país es indispensable, hoy más que nunca. Necesitamos orientadores, hombres que a su capacidad de conocimiento de los problemas y la teoría, unan una constancia infatigable. Lo más difícil era iniciar la nueva etapa: en el Perú está iniciada: el manifiesto del 1° de Mayo lo estimo como el primer síntoma, como el primer documento de su iniciación. Sus términos generales plantean la cuestión inmediata en un terreno pragmático. La algazara grandilocuente, inflada, de los manifiestos de otra hora, se acalla. Hay en ese documento eso que nos falta tanto, un sentimiento exacto de la medida de los hechos y los hombres; hay más parquedad, más seriedad y una fuerza maciza en la autocrítica, sin descender, al hacerla, al plano —tan caro para nosotros latino-americanos— del ataque, la pelea y la discordia.—Esto es un gran paso, el primero de un movimiento que se incorpora seria y conscientemente en la historia política del Perú.—
La tarea que Ud. tiene delante, es enorme; la que corresponde a todos y cada uno de los camaradas no es menor. Va a ser necesario un esfuerzo grandioso: Uds. tienen el deber de desplegarlo. Mi opinión es que la tarea inmediata es la de la preparación de los cuadros. Preparación ideológica, teórica y práctica de los hombres que van a dirigir más tarde los sindicatos por su nuevo camino, de los que van a dirigir la C. G. T. y de los que van a tener a su cargo la preparación y la formación de los núcleos de la acción política.— Muchas de las deficiencias, vacilaciones, bellaquerías de nuestra clase, son, en mi opinión, el resultado de la ignorancia de nuestros compañeros, de la falta de comprensión de la masa de sus verdaderas tareas, de las finalidades de nuestra lucha, de los acontecimientos que se desarrollan a través del mundo, en el terreno de clase. Entramos en un período científico de organización: este período no puede basarse sino sobre la educación de las masas y, por el momento, de los hombres que van a ser los preparadores y los orientadores de la masa.—Ud. comprende que no es posible dejar a los camaradas abandonados a sus propias fuerzas.
Aquí quiero, hablándole francamente, hacerle un ligero reproche, que se refiere al pasado: Ud., después de su arribo al Perú, tuvo la oportunidad de convertirse en orientador y director de una serie de muchachos desorientados, con una magnífica voluntad, pero con una más magnífica ignorancia de las cosas sociales: entre éstos estaba yo. No se imagina Ud., mi caro amigo, cuánto he sufrido para orientarme. Yo no podía tener una fe profunda sino a través de un conocimiento profundo. Sentía a cada instante que la fe sentimental, la fe juvenil, fe de ‘nueva generación’ se me iba sin remedio, se me escapaba por todos los poros. Su intervención en este momento de ansiedad hubiera sido de un valor enorme para mí y, estoy seguro, para otros. No sé por qué causas Ud. limitaba demasiado su acción y parecía como querer inhibirse frente a una influencia más o menos profunda sobre los agitados. Le expreso esta cosa, que es un recuerdo banal, para que Ud. tome verdaderamente en serio su papel de orientador y educador. Fundamentalmente Ud. no superestima la importancia de las pequeñas burguesías urbanas, en lo cual estamos concordes, pero su propaganda toca, sin que Ud. lo quiera deliberadamente, estoy seguro, con mayor intensidad las capas pequeño-burguesas que las masas proletarias. Me parece que los esfuerzos de todos deben ir fundamentalmente a realizar la educación del proletariado, dentro del terreno de clase, sin despreocuparse por esto de la tarea en la que Ud. está empeñado y cuyo realismo de concepción está confirmado por los hechos.—
Mi más grande aspiración es salir y reunirme con Uds. para ayudarlos en el trabajo y en la acción: pero, mi caro amigo, tengo que romper una muralla. Yo creo, con Ud., que mi ingreso al país es cosa factible dentro de las actuales circunstancias y confío en un éxito de las gestiones que se hicieran... pero viene l otro problema, que es el que me tiene inmóvil. Un desplazamiento de tercera clase, con mi mujer, me costaría más de cincuenta libras... y como Ud. comprenderá no tengo ni una. Mi pobreza llega a límites que sólo yo conozco; me muevo dentro de condiciones sumamente estrechas, tanto que el par de zapatos que llevo no se han desprendido de mis pies durante veintiún meses. Por otro lado, aquí en París, no tengo ya nada que hacer: he adquirido lo que necesitaba adquirir; si algún país me convendría, caso de tener dinero y ante la imposibilidad de entrar al Perú, sería EE.UU. por la inmensa documentación que ofrece para estudiar la realidad latino-americana y la realidad mundial. Por otro lado yo hago gestiones a fin de ir a la Urs. pero hasta hoy no he obtenido resultados.
He pensado en la probabilidad de un empréstito personal, el que pagaría por mensualidades una vez llegado allá. Pero es demasiado problemático: no creo que haya un filántropo capaz de arreglarse en esta cuestión de reparaciones, sin Plan Young y sin garantías hipotecarias. Más aún, en un momento en que mi posición ideológica me ha enajenado la voluntad de casi todos los amigos, que hasta aquél entonces se sintieron solidarios conmigo y que hubieran podido prestarme ayuda en este momento para realizar mi empresa.— En lo que a mi familia se refiere, no puedo contar sino con mi madre y hermanas y Ud. sabe que ellas sobrellevan una vida de duras privaciones. Nada es posible esperar por ese lado.—
Tal vez a Uds. les sería posible ayudarme en el sentido siguiente: una demanda de los obreros, o de Uds. —en fin esto es cuestión que les correspondería enfocar— a la Troisiéme, o a la ic. en el sentido de que se me facilite el desplazamiento. Al mismo tiempo, tan luego como esto se hubiere obtenido, las gestiones necesarias ante el gobierno para que se me consintiera el ingreso. Yo, por mi lado, haría gestiones parecidas. Le ruego me escriba sobre este particular, tan claramente como fuere posible. Yo estoy absolutamente decidido a abandonar París y a ir al Perú, dentro del menor plazo que fuere posible.—
Para remediar un tanto mi crisis personal, he hablado con Vallejo y Bazán sobre la posibilidad de enviar crónicas sobre política mundial, a Variedades o Mundial; ambos se muestran pesimistas y lo creen inútil. ¿Ud. no me podría aconsejar nada sobre el particular? ¿Cree que sería posible la aceptación de una colaboración más o menos permanente? Claro que ningún artículo significaría, de ninguna manera, la menor abdicación, la menor concesión de mi pensamiento de militante que combatirá sin cesar las posiciones y las tácticas de la Segunda.
Le solicito esto último en el caso de que lo primero no fuera posible de parte de Uds.—
Acabo de recibir una carta de uno de nuestros amigos que se halla en Montevideo. Le escribo ampliamente.— Asimismo escribo a Blanca Luz. Sé que C. A. Miró Q. llegará en breve a París. Manuel Seoane da la noticia, anunciando que tiene muchas cualidades “pero que es mariateguista”...
Por lo que se refiere a nuestros amigos apristas, todo vínculo está roto. Sus apreciaciones sobre H. que leo por primera vez en la copia que me adjunta Ud. son justas y quizás hasta benévolas. Conmigo, la táctica seguida— ha sido inversa: es él quien no ha contestado a mis cartas, la última de las cuales tiene fecha 22 de marzo ppdo.— En breve escribiremos una carta colectiva a todos los desterrados, historiando el desacuerdo, exhibiendo documentos y demostrando su verdadera raíz, de una manera objetiva. Pensamos hacer esto, porque la campaña epistolar que viene haciendo el jefe del Apra. —según las pruebas que tengo— es de mentira, de falsificación de los hechos y de un ataque primitivo, infantil y absurdo. Nos parece que es necesario presentar a los otros desterrados la faz que no conocen, para que así puedan juzgar libremente y tomar la posición que les sea conveniente. Le enviaré algunos ejemplares de dicha carta.—
Es probable que H. se encuentre ahora empeñado en ajetreos acerca de los laboristas: tal ha sido su plan desde hace mucho y es indudable que dadas sus relaciones con algunos círculos y con algunas gentes, no es difícil que pueda obtener el contacto que busca. En cuanto a los resultados de su labor en este sentido, no puedo augurar ni asegurar nada concreto. Este simple hecho le dirá a Ud. cuál es el camino por el que este señor se precipita, después de haber tocado todas las puertas, a fin de poder salir de su pedestal de ‘primer estudiante’, etc. para saltar al de héroe más o menos actualizado. La popularidad de Sandino no deja de entusiasmarlo, aunque él la busca menos efímera y con una derivación hacia aquélla de la que disfruta y usufructúa Irigoyen. —Por lo que a mi concepto sobre él, yo pienso que es un ‘soñador megalómano’, inteligente, audaz, ‘vivo’, conocedor de todas las triquiñuelas grandes y pequeñas del reclame, profundamente ignorante de todo lo que sea marxismo, ciencia social, etc. Su cultura, en esto es simple cultura de revista, de periódico. No hay nada serio, ni profundo. Sin embargo, no hay que subestimarlo por dos razones: la primera por la influencia —cuya magnitud desconozco— que ejerce entre los medios obreros y pequeño-burgueses revolucionarios del Perú y segundo, por sus cualidades latino-americanas de demagogo, más peligroso que Alessandri y que Irigoyen.— Tarde o temprano tendremos que librarle combate.— De lo que debe Ud. estar plenamente seguro —para su labor entre los sectores aún hayistas del Perú— es que no está, ni estará jamás con nosotros; estará en contra tanto como sus ambiciones y nuestra debilidad lo permitan. —Hay que considerarlo como enemigo.
Los camaradas aquí se han entusiasmado con sus noticias, y con las que nos han llegado por diversos conductos. Las crónicas de Montevideo y Buenos Aires contribuyen a acrecentar el fervor. La noticia de la constitución de la CGT nos ha dado un ánimo inmenso.
Hasta pronto; espero sus noticias. Por este correo van cartas para Julio, Jacinto y R.M.L.; ruégueles que me acusen recibo.—
Un fraternal abrazo de su amigo y camarada.
Eudocio Ravines

Ravines, Eudocio