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Palacios, Alfredo Texte
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Copia de la resolución de la Célula Peruana del APRA en Buenos Aires, 14/4/1929

Copia de la resolución de la célula de B.A

(Aquí un sello de la Secretaria)

(COMUNICADO OFICIAL DE LA CÉULA PERUANA DEL APRA EN B. A. República. Argentina)

Sesión del domingo 14 de abril de 1929.

"Se abrió la sesión a las 11 horas con la presencia de los compañeros Cornejo, Beltroy, Seoane y el suscrito"

Se consideró ampliamente la renuncia del compañero Haya, de la Secretaría General del Partido que pasó por nota desde Alemania. Las razones que expone en ella son varias, pero concretando, se puede decir que el motivo principal radica en las insistentes campañas que últimamente le hicieran los elementos comunistas y algunos compañeros apristas, junto con varios cargos en los que se involucraba al partido de frente único por él fundado. Considera que lo mas acertado es dejar su puesto directivo para ocupar uno de solda­do en las filas revolucionarias y propone como Secretario General a Alfredo Palacios, dado su prestigio en el Continente y el que sería asesorado por un comité con sede en Buenos Aires.

Después de un debate sobre este asunto Seoane manifesté que de ninguna manera Palacios se haría cargo de un movimiento cuya primera condición era desarrollar acción a la que él se estaba sustrayendo. Todos estuvimos conformes con él porque conocemos a Palacios y porque sabemos que últimamente ha adoptado una posición mas bien de maestro y universitario.

Respecto a Mariátegui, no nos cabe la menor duda de que se ha separado definitivamente del Apra sin previo aviso y sin haberlo manifestado tampoco. Pero tenemos pruebas evidentes y que fueron expuestas por los C. C. Seoane y Cornejo.

Se resolvió por unanimidad:

  1. No aceptar en forma alguna la renuncia que nos presenta el compañero Haya y exigirle disciplinariamente que ocupe su cargo en razón de que él tiene la marcha del movimiento en Sud América. Como se avecinan acontecimientos importantes en el Perú, a consecuen­cia de la escisión, creemos que hoy mas que nunca se necesita de una acción para lograr que el Apra tome preponderancia en el seno de las masas peruanas.

  2. Dada la seguridad que tenemos de la separación de Mariátegui y en la formación de un P. C., es urgente definir y encarar la esci­sión afrontándola resueltamente.

  3. Sugerir al Comité Ejecutivo Internacional la necesidad de lanzar un manifiesto en el que se exponga la índole antiimperialista del Apra como partido marxista. El camarada Haya la define muy bien cuando dice que el Apra lucha contra el imperialismo porque admite los tres fundamentales principios de Marx: concentración de la pro­ducción, plusvalía y lucha de clases.

Se le encargó al camarada Seoane que para la próxima sesión traiga redactada una carta personal dirigida a Haya en la que le exponga estos puntos de vista y la opinión de Ia Célula Peruana en B. A.

Fdo Juan Merel
Secretario General del Apra. Célula de B/A.
[Un sello]

Copia de la carta personal de que habla la referida nota al compa­ñero Haya de la Torre.

(Absolutamente confidencial) Buenos Aires, 18 de abril de 1929.

Querido Victor Raúl: Ignoro hasta donde esta carta alcanzará a inter­pretar el pensamiento de cada uno de los integrantes de la célula pe­ruana de Buenos Aires, pero me animo e afirmar que interpreta su pen­samiento general y dominante.

Hemos leído detenidamente los documentos en que conste tu renun­cia, así como las informes anexos a la misma, y después de madura re­flexión, ajena por completo a todo sentimentalismo o amistad, hemos resuelto, unánimemente, exigirte disciplinariamente, que vuelvas a tu puesto de combate. Pensamos que eres el mas capacitado para el cargo. Palacios es un hombre que llega o la madurez, carente de ener­gía como para iniciar un movimiento, amigo de gozar sin molestias del honor que ha alcanzado y que mas quiere lo posición de maestro que la [de] líder. No creemos, por otra parte, que su aprismo vaya hasta el extremo de dedicar a él su actividad principal. Aparte de esto, tú eres quien ha iniciado la lucha y quien debe continuarla en estas ho­ras difíciles que se avecinan.

Y aquí conviene un paréntesis. Decimos difíciles parque los ata­ques arrecian. Arrecian de parte de los enemigos declarados y de parte de los que aún consideramos como compañeros. Con respecta a los primeros, la Célula he resuelto insistir en su pensamiento principal, contenido en su proyecto de tesis de agosto próximo pasado; esto es: que el C. E. I. lance un manifiesto a América Latina. La célula de México opina en el mismo sentido, por moción de Pavletich, aprobada en diciembre y en esa forma se ha expresado, también, la de la Paz. Creemos urgente no sólo responder, con altura, a esos ataques, sin explicar el rol y las tendencias antiimperialistas del Apra. Tu ar­tículo "What is the Apra?" contiene lo sustantivo. Pero el mismo desarrollo de la lucha ha abierto nuevas zonas a la curiosidad de las masas, que exigen su aclaración. Esto nos parece fundamental, afín de crear una buena base general para que cada célula, apoyada en ella rechace las acusaciones de amarillismo y oportunismo que se nos hace. De no adoptarse, no solamente nos seguirán atacando impunemente, sino que corremos el riesgo de dar respuestas diversa y heterogéneas. Por algo dices tu mismo que urge que sigamos estudiando y descubriendo la doctrina común.

La segunda parte del paréntesis va a resultar mar larga que el resto de la carta. Pero es necesario hablar fuerte y claro. Nos referimos a la obra divisionista que dentro de nuestras propias filas, ha comenzada el director de Amauta, don José Carlos Mariátegui. Hechos concretos: fue el inspirador, según cartas que conoce el compañero Cornejo y que yo también vi, de la actitud antiaprista de la poetisa Blanca Luz Brum. No respondió en ninguna forma, a nuestra tesis conciliatoria. En cambio, según declaró el compañero Meneses, le escribió a los compañeros de la Paz proponiéndoles entrar al Partido Comunista que él fundaría. Ha roto, sin decirlo, sus vinculaciones con nosotros y ha designado, o influido en esa designación, como delegado del Perú ante la Conferencia Sindical a un elemento como Valdivia Morón, y absolutamente desprestigiado acá y allá, a quien solo ha podido conocer por intermedio del Secretariados del Partido Sudamericano Comunista y a quien tiene que haber nombrado por indicación de éste. Además, aunque hay célula en B. A. y compañeros desterrados, ha escrito al poeta Miro Quesada para que "se ponga en comunicación con Rabines y se mantenga en relación con él" según ingenua manifestación del nombrado intelectual. Estos son los hechos que nos constan, a parte de los que conocemos, sin pruebas. Ellos revelan, suficientemente, que el director de Amauta no proce­de concertadamente con nosotros y que actúa de pleno acuerdo con el P. C.

No es el caso profundizar la ideología de cada cual. Pensamos que entre nosotros hay comunistas ,y que deben estarlo. Pero, por lo menos en cuanto a esta célula concierne, que para la realización de una revolución americana, es indispensable acción autónoma a fin de librarse del rigorismo miope de la III Internacional y de su egoísta supeditación de toda obra a las necesidades inmediatas a la revolución rusa. Bien claro habla de este error de perspectiva de los comunistas de partido, el hecho de que en las elecciones de Argentina, donde intervienen trescientos mil votantes en un centro industrial y capitalista como Buenos Aires apenas obtengan 8,000 votos. Y acá llegamos al punto mas importante de la cuestión. El director de Amauta, D. José Carlos Mariátegui, nos comienza a distanciar esta divisionista actitud y este sujeción rendida a los dirigentes de la III Internacional. Pero nos concluye de alejar el examen sereno de su obra y trayectoria. Hasta este momento, la célula pensó y quiso una conciliación. Algunos de sus miembros hasta fueron sospechados y sospechosos de "mariateguismo". Pero hemos llegado al duro momento en que es necesario decir la verdad; afilar las armas y purgar el organismo revolucionario. En primer lugar, nos distancia de la obra del Director de Amauta, divisionista e intelectual, su absoluta imposibilidad de acción. Esto puede ser un tema sentimental para alguna poetisa sensible. Pero para nosotros, hombres políticos y de acción, tiene valor secundario. El porvenir del Perú no puede postergarse porque el director de Amauta tenga fiebrecillas diarias. Creemos que con nosotros está el núcleo realmente dinámico capaz de llevar adelante una revolución. Porque, en segundo lugar, el director de Amauta es fundamentalmente intelectual y un intelectual europeo, lo que no es lo mismo y lo que es peor. Su acción seguramente se reducirá a esa crítica irónica y expectante, cruzada de brazos, que caracteriza a todos los partidos comunistas de América. Ya en el presente se observa eso. Don José Carlos Mariátegui vive para sus recuerdos de Europa. Hay en él una huachafa devoción por Europa. Es individualista en su vanidad y aspira más que a la revolución en el Perú, a mantener su prestigio intelectual en Europa. Pese al título de sus artículos sobre "Peruanicemos al Perú", don José Carlos Mariátegui sigue teórico marxista pegado a la letra de los libros. Y en sus artículos como en su propia revista, no basta con el título. Su obra profunda es esencialmente espejizante [sic]. Amauta es una tribuna cómoda para adquirir jerarquía polemizando con Henri de Mann. Y eso en Lima con la dictadura y el imperialismo encima, con la obligación de una ¡revuelta ad portas! Y que en su último número, dedique un homenaje al poeta Eguren, políticamente individualista, de arte esencialmente burgués y aristocrático. Y colonial. El nacionalismo de don José Carlos Mariátegui, fuera de los títulos y de las portadas, se reduce a cultivar estas amistades ilustres, a fin de mantener el prestigio de intelectual. E incurre en errores tan graves como el que sostiene en sus declaraciones de diciembre sobre lo nacional y lo exótico, sosteniendo que la huachafa es lo nacional. Don José Carlos Mariátegui vuelve a quedarse en las portadas. Nuestro nacionalismo es esencialmente popular. Las huachafas buscan al marido yanqui, y la aristocracia adula al capitalismo extranjero, por la misma razón que el intelectual en trance de publicidad busca la gloria europea o el escritor reaccionario defiende su causa. Pero ni la huachafa, ni la aristocracia ni estos escritores son lo nacional. Es algo más hondo y de mas corporeidad que las sim­ples reproducciones de los cuadros. Es la masa, que no se ve desde el gabinete literario y que no interpretan los "pensadores exquisi­tos”. Hora es de cerrar este paréntesis deshilvanado por cierto y de arribar a conclusiones. Además el manifiesto, consideramos indispensable afrontar este otro problema de la división. O permi­tir que las células se defiendan de esta obra anarquisante o pactar una alianza, ya en calidad de fuerzas netamente disímiles. De­bemos añadir que esta última emergencia, con ser posible y quizás necesaria, nos resultaría peligrosa y a lo mejor ineficaz. Conocida es la táctica comunista de valerse de cualquier medio. Posiblemente, el director de Amauta esté buscando su Kérenski. Y en este sentido, quizá no lo sean ajenos algunos camaradas conspicuamente colocados. Por todo esto, nos limitamos a sugerir reflexiones. Nuestro pensamiento está hecho. Ahora hay que decidir la actitud. Pedimos por eso, tu opinión. No nos sobra el tiempo. Hemos encarado, pues, tu renuncia; los ataques interiores y exteriores. Para los dos primeros proponemos solución. Para el segundo: estudio. Quizás sería conveniente tu viaje acá pese a los peligros de ataques que haría infructuosa tu labor. Pero este tercer problema es más urgente. Conviene a nuestro juicio, compulsar la opinión celular y proceder en consecuencia. Nuestra voz ya va bien fuerte y clara.
Te abraza
Manolo

Cornejo y Merel (Reafirmando y ampliando)
Querido Víctor Raúl: Seoane en esta carta expresa un modo de pensar que hace tiempo he tenido. A los hechos que expone hay que agregar el hecho del envió a Rusia de dos compañeros y el que D. J.C.M. quiso, cuando aún estábamos en Lima, fundar el Partido Comunista. Abrazos.
Cornejo

Querido compañero Haya:
Hace tiempo que tuve la impresión de que D.J.C. Mariátegui preparaba una campaña comunista o sea que se apartaba de las filas del Apra. Creo que hoy hay que encarar la escisión para aclarar orientaciones. Un abrazo.
Merel.

Merel, Juan de Dios

La separación del camarada Haya de la Torre del puesto de dirigente del APRA y sus motivos, 18/2/1929

LA SEPARACION DEL CAMARADA HAYA DE LA TORRE DEL PUESTO DE DIRIGENTE DEL APRA Y SUS MOTIVOS

(Documento secreto)

Al volver a Europa después de mi última expulsion de Panama, me he impuesto mejor del proceso de las divergencias interiores surgidas en­tre los apristas de Europa y América. La labor del compañero intelectual J.C. Mariátegui, de un lado, y el trabajo de mis adversarios personales, cuya tenacidad y buenas táctica admiro puesto que veo que vencen dentro de nuestras propias filas, me han decidido a adoptar una resolución defi­nitiva e irrevocable: separarme del puesto de secretario general y líder de nuestro partido y del de miembro del Comité Ejecutivo, quedando en el ultimo rango de soldado aprista desde donde trabajaré con el mismo entu­siasmo que siempre, procurando ejemplarizar a los espíritus anárquicos que desgraciadamente son todavía numerosos, tanto como los enfermos de izquierdismo de revista de lujo, en la estricta disciplina, en la absolu­ta decision de acatar la autoridad y acción de nuestros jefes y en la total demostración de que los personalismos levantados contra mí, no son contra mi personalismo, sino bandera del personalismo de los otros, contra mi falta de personalismo.

Creo que esta decision fortalecerá las filas apristas. Yo sé que en el fondo de las cosas hay resquemor suscitado por mi personalidad que, a pesar de estar absolutamente al servicio de la causa, muchos ven como un caso de posible aprovechamiento futuro. En el fondo, mu­chos compañeros intoxicados por la propaganda adversa, ven en mi un am­bicioso de poder. Si recordaran mi historia verían claro que el camino que yo dejo, por voluntad y por amor a la causa, fue justamente el camino del poder fácil muy cerca del que pudiera estar hoy, sino hubiera roto vínculos de sangre, de clase y de conveniencias.

Pero en el fondo yo estoy contento de que sea sobre mi cabeza sobre la que caigan estas acusaciones. Estoy experimentando en mí el fenómeno histórico producido en el seno de todas las grandes corrientes políticas cuando se hallan en formación y cuando realmente significan una fuerza social. El Apra está pasando por todas las mismas crisis que todos los partidos que alguna vez llegan al poder pero que antes tienen que sufrir una torturante etapa de retorcimientos interiores. No fueron los bolche­viques rusos más felices que nosotros en este sentido. Llegaron a ser tantos cuantos podían ser contados con los dedos de las manos. Sobraban dedos. Nuestra Apra está sufriendo un proceso semejante. Nuestra Apra, co­mo el bolcheviquismo, es también negación, desprendimiento, fuerza naciente de otra grande para avanzar en el campo de las realidades y vencer. El Apra representa la revolución en América Latina, tal y como TENDRA QUE PRODUCIRSE. Porque sea por el Apra, sea por otro Partido, la táctica aprista tendrá que ser la táctica de nuestra revolución, como la táctica bolchevique tuvo que ser la táctica de la revolución rusa. Ambas se desprenden del socialismo, doctrina económica y política que en su aplicación a las condiciones objetivas de Rusia y de América se llama bolcheviquismo y aprismo. La diferencia no está en el principio politico que es el mismo. La diferencia está en el grado de intensidad de la aplicación de este principio a realidades diversamente intensas también. Así en Economía, hay una sola ley económica que "varía en intensidad” según las condiciones históricas de cada grupo social.

Las diferencias del compañero Mariátegui, cuya brillantez de perio­dista y de literato están en razon inversa con su realismo politico, del que tiene obviamente que carecer porque cuando la acción es concebida por los inactivos-niños, enfermos, quietistas, es fantasía, son diferen­cias de casuismo, de abogadería, de alarde de jugar con vocablos para quedar flotando en la balsa de corcho de un oportunismo movedizo y falso. El Apra es partido puesto que tiene programa político y va al poder. La concepción de una alianza, que no va a tener mas fin que "aliar” es tan fantástica como la concepción de aquellos espíritus que van al limbo para vivir a oscuras sin gozar ni sufrir. El literato Mariátegui ha querido hacer un limbo del Apra porque ni aun el vocablo alianza supone un concepto estático. Se alían los ejércitos para luchar, se alían los capitalistas para explotar, se alían los obreros para defenderse, se alía todo
aquel que, en un caso de lucha, tiene algo de común con otro y necesita de ayuda y puede ofrecerla en favor de un mismo objetivo.

El mismo Mariátegui cree, con un pensamiento muy siglo XIX, que luchar contra el imperialismo no es luchar contra la forma más moderna del capital y por ende luchar socialistamente. Mariátegui con su generación van quedando a horcajadas sobre la línea divisoria entre la rebeldía ideológica del pasado siglo y algo de la palabrería de la forma nueva. No conozco en nuestras filas prosador más brillante que Mariátegui, pero no conozco al mismo tiempo teorizante más fantástico. Del problema peruano ha hecho novela, leyenda, glosa, como lo hizo de la Reforma Universitaria. En lo poco que penetra el problema indígena y el problema de la Reforma, Mariátegui es un deplorable acomodador de pensamientos ajenos, en fra­ses bien cortadas, con ángulos brillantes y lados pulidos. Su mejor li­bro fue un libros de glosas, sobre Europa que es lo que conoció hace 8 años, la Europa de hoy es otra cosa, aunque Mariátegui sigue vistiendo sus ideas como aquellas viejas que 40 años después de haber estado en París siguen poniéndose el sombrero que compraron en la rué de la Paix.

Pues bien, este teorizador legendario y novelista se ha entendido en hacer diferencias entre el Apra como Partido y Alianza, olvidando que el Apra es un PARTIDO DE ALIANZA. El partido bolchevista hoy en Rusia es otra ALIANZA. Hay varias clases dentro de él: campesinos medios, campesinos ricos (no todos), campesinos pobres, obreros, intelectuales y parte de clase pequeño burguesa. El fin es la victoria de la clase proletaria, temporalmente la alianza existe.

En América Latina las condiciones objetivas imponen este Partido de Alianza. No podrá realizarse obra alguna sin que el Partido sea de Alian­za. Tiene que serlo porque somos pueblos predominantemente agrarios, con masas ignorantes campesinas, pequeños radios obreros y bajo la presión tremenda del imperialismo que por ser en nuestros países la "primera etapa del capitalismo" oprime a las clases medias, las mejores preparadas y provoca reacciones de carácter nacional que deben ser aprovechadas en beneficio de los productores.

Además, caso único, mientras los EE. UU. existan como poder inmenso, nuestra lucha antiimperialista defensiva tiene que ser contra el capitalismo que nos amenaza de fuera, vale decir, antiimperialista, aliando dentro a todas las clases que están afectadas por aquel, pero aliándolas no para que griten sino para que tomen posiciones políticas que les sirvan para su lucha. Consecuencia: un partido. Su tarea histórica inmediata: la de luchar en alianza o en frente contra el imperialismo y sus aliados. La tarea futura: luchar contra los aliados que en menor escala signifique otra forma de explotación, organizando la producción bajo forma socialista adaptable a nuestra realidad social.

Toda esta ideología que constituye la base de la doctrina aprista ha sido bien claramente expuesta desde hace mucho tiempo y queda claramente precisada en el libro aun no publicado "El Antiimperialismo y el Apra”, cuyos originales conocen ya muchos compañeros y que están muy de acuerdo con la tesis fundamental del nuevo libro que prepara el Prof. alemán Goldschmidt: "La Tercera Conquista de la América Latina”, que será en mi concepto, la más alta victoria científica del aprismo.

El compañero Seoane en el apéndice del libro de Salomon Wapnir "La Sombra Imperialista", precisa bien el carácter de partido del Apra.

Con fecha 23 de junio de 1927, el compañero Eudocio Ravines (cita del informe de los compañeros de París: Heysen, González Willis y Enriquez) escribe : "Somos un Partido politico y un Frente Único. Hay quien quiere ver contradicción en esto. La paradoja es aparente como en todo lo que brota del marxismo. Como organización somos un Frente Único, un bloc de diferentes clases oprimidas: proletarios, campesinos, pequeños burgueses, comerciantes y artesanos, pequeños propietarios de la tierra y colonos, intelectuales y estudiantes de Izquierda; pero como organización con idénticos principios, puntos programáticos, idéntica finalidad: somos un Partido Politico".

Me parece que esta apreciación es lo mejor que ha escrito el citado compañero Ravines desde que he leído cosas escritas por él, al mismo tiempo que es la primera vez que denuncia con tanta claridad y verdadero espíritu marxista un punto de vista realmente revolucionario y no anar­quista. Como se sabe, el compañero Ravines ha sufrido por mucho tiempo la fuerte influencia anarquista de la que la cita mencionada parece li­berarle.

Los compañeros Gonzalez Willis, Heysen y Enriquez, han escrito también al terminar su interesante informe de 25 de setiembre último palabras que les da un puesto prominente entre los realistas jóvenes de la nueva generación revolucionaria: "Reafirmar el carácter de Partido que el Apra tiene desde su fundación: es una obra verdaderamente revolucionaria". Ellos pues se confirman el auténtico espíritu del APRA al fundarse. En 1926 escribí yo en Londres el bien conocido articulo "What is the APRA?" en The Labor Monthly y ahí quedaba establecido que el Apra es un PARTIDO. Toda interpretación posterior es oportunismo y anarquismo, izquierdismo enfermizo y por ende antirrealismo.

El Apra es un partido marxista porque admite, desde que lucha contra el imperialismo, los tres fundamentales principios de Marx: concentración de la producción, plusvalía y lucha de clases. El Apra en la lucha de clases cree que hay momentos en que las clases en lucha pueden aliarse cuando se trata de vencer un enemigo común mayor. Rusia prueba esto y quien haya leído el libro de Lenin "El Capitalismo de Estado" no puede negar esto sin incurrir en majadería.

Este es el pensamiento del Apra desde su fundación. Fue fundada como partido y ha sido y es un Partido. Su crítica a las Ligas Anti-Imperialistas fue claramente en el sentido que no se puede luchar contra el imperialismo que usa en nuestros países del Estado como instrumento de opresión, sin tratar de capturar ese Estado y llegar a constituir el Estado transitorio o Estado "anti-imperialista". Y el Estado solo se captura por movimientos politicos dirigidos por un Partido.

A pesar de esta claridad, los sectores intelectuales, "la inteligentzia” del Apra' ha planteado como era de esperarse la division y ha creado conflicto de palabras. Es de advertir que los apristas mas caracterizados como profesionales, literatos, etc., son los que más fácilmente han resbalado por los rodaderos del casuismo pasivista del más intelectual y menos realista y menos hombre de acción de todos, el compañero Mariátegui. Los menos fantaseadores quedaron en el plano del realismo que es el plano de la acción. Este conflicto es pues un conflicto planteado por los intelectuales "puros" contra los apristas realistas y es un conflicto en­ el que la fantasía y por ende la contradicción, la falta de solidez, la mera masturbación mental, el bizantinismo y los prejuicios anárquicos y el "limeñismo" literario, han logrado infectar todo sin que podamos evitarlo ya que todavía entre nosotros pueden más las vagas palabras infladas de aire sabiondo de doctorarla.

Pero, por mi parte, juzgando con la más absoluta serenidad y más aun viendo con satisfacción el proceso de estas divergencias, que de palabra y por escrito las he enunciado a mis compañeros desde hace mucho tiempo, como parte de la etapa de gestación de nuestra fuerza que probablemente tendrá que eliminar todos esos factores sin fuerza afirmativa y sin visión realista en un tiempo dado, creo que hemos llegado a un perio­do en que es necesario restaurar la unidad de nuestras filas. Como se ha confundido muchas veces el Apra con mi persona, creo indispensable eliminar mi persona. Dejo así vacío un lugar que llenaba mi nombre tras del que se escondían otras razones y otras complicaciones que ahora quedan en claro por si solas. No veo en mi eliminación ni un castigo ni un honor. Veo una consecuencia. Ya estaba prevista y ya estaba anunciada. He puesto mi nombre al servicio del Apra hasta que ha sido gastado del todo. Ahora como las dentelladas chocan solo con mis huesos, es necesario echar fuera la osamenta y poner otros cuerpos gordos y nuevos para que sufran la interesante experiencia de la jefatura. Además, quiero desde mi modesto sitio de soldado aprista enseñar como se debe ser soldado a todos los que quieran ser generales sin pensar que ante todo debemos hacer masa organizada y disciplinada. Quiero hacer público mi sometimiento a los nuevos jefes y trabajadores decididamente en el puesto que se me señale.

Ante todo me interesa que el Apra no se divida. Por eso pido a los compañeros que pudieran ver esta decision mía desde un pun­to sentimental o amistoso que sean los primeros en apoyarla. Yo tomo esta resolución como habría tomado cualquier otra en servicio del Apra. Mi único deseo es que se aclaren las incógnitas y que mi nombre y mi presencia no sirva de excusa a otros móviles y a otras fuerzas no siempre muy superiores que han conspirado y conspiran contra la unidad aprista.

Mi labor personal será la del decidido y tenaz luchador en filas. Publicaré en Alemania mi libro el Apra precisando o ampliando lo que desde su fundación escribí sobre ella y desde el Instituto Económico La­tino Americano de Berlín en donde he iniciado ya un amplio trabajo de investigación económica continuaré el trabajo antiimperialista.

En cuanto a la lucha particular en el Perú pongo las manos en al­to. El movimiento pro-candidatura que tan infantiles hostilidades despertó, no fue sino una prueba de nuestra visión política y de la capacidad de disciplina y de táctica nuestra. La prueba ha sido grandes resultados negativos que nos muestran como en nuestras organizaciones agrarias, el individualismo, determinado por nuestras condiciones de vida económica, no permiten ningún plan de alta táctica, ni ninguna forma de acción en Partido. O el caudillo de la anarquía. Estamos lejos de entender todavía al Partido y al Jefe que son línea dialéctica y realista de grandes movimientos creadores en medios más avanzados. Por eso la candidatura fue una prueba. Todo esto lo he visto yo como la experiencia de un laboratorio. No me interesaba tal o cual resultado. Me interesaba ver el resultado en si y deducir. Uno y otro hubieran sido recibidos por mi alegremente, después de verificadas dejo el puesto. El resultado negativo de la experiencia encierra otras grandes afirmaciones. Estoy viendo cada día más claro el verdadero camino. De ahi que dejo voluntariamente y sin reservas ni condiciones toda mi participación directiva en el Apra.

Me interesa plantear algunas condiciones para el futuro. La célula de México ha resuelto que la Secretaría General radique en Buenos Aires. Puede seguirse este acuerdo para marchar en unión, porque en Buenos Aires o en México no hace al caso; lo que importa es que estemos unidos en nuestra decision de que se halle en alguna parte. También se trata de la sucesión en el puesto de Secretario. Quizá si convendría no hacer recaer esta designación en un peruano. He oído desde la Argentina que convendría ofrecerle la Jefatura a Alfredo Palacios. Estaría bien si hay unidad. Tenemos que rogar a los intelectuales que repriman su anarquismo explosivo y traten de coordinar una opinion.

Ustedes los dirigentes resolverán. El problema está en que el Apra debe vivir y no debemos excusar la inacción en nada ni en nadie. Para los que me ponían como causa de division y excusaban en mi su oportunismo y su anarquía les quito radicalmente el cuerpo y los dejo solos. Esto contribuirá a depurar. Espero que los compañeros de mayor vision, de mejor espíritu revolucionario y de más honradez de conciencia y —so­bre todo, una ultima rogativa a los convulsivos tropicales— de mayor serenidad, frialdad, tranquilidad, que resuelvan este problema con tacto y con tino. Les encomiendo al Apra que fundé y que tiene cada día mayor opinion. Les dejo el organismo ya vivo, afiebrado por el calor de su desarrollo. Vean todas las luchas interiores como síntomas de evolución, de crecimiento; de gestación. Mi eliminación es necesaria, indispensable, útil y justa.- Perp no dejen morir una fuerza que ya es una fuerza. La resolución de un hombre fundó el Apra e hizo de ella una fuerza. La resolución de un grupo o, en el ultimo de los casos, debe mantener esta fuerza que responde históricamente a nuestra realidad.

No necesito esperar respuesta de ustedes. Estoy ya fuera. Tengo en mis manos un sello que enviaré al Secretario sucesor, y espero que cuando se comunique a la masa aprista la decision de los cuerpos dirigentes, lo sabré yo. Mientras tanto ordenen en un nuevo soldado. Tengo un gran entusiasmo por demostrar que sé ser un subalterno decidido y sin egoísmos. Alguna vez se sabrá que no los he tenido jamás.

Lo único que les pido, como principio de unión y de fuerza es la mayor reserva en las discusiones y la mayor prontitud en la decision. Nunca he visto con mayor claridad la victoria del aprismo como realidad política que en mi última gira. No solo me refiero a los resultados cla­morosos de la campana en favor, sino a la alarma y a las represiones francas del imperialismo en contra. Siempre he medido la calidad de mis fuerzas por las reacciones del enemigo y cuando se trata del imperialis­mo es muy significativo su plan de ataque contra el Apra y sus actos de violencia contra sus líderes.

No dejen perecer al Apra. Desde mi puesto estoy listo a ayudarles. Pero demuestren que los buenos críticos del director de ayer, con también hábiles y certeros directores de la obra en crecimiento.

Les saludo fraternalmente "contra el imperialismo yanqui, por la unidad de los pueblos de América, para la realización de la justicia social".

Berlín, 18 de febrero de 1929.
Haya de la Torre

Haya de la Torre, Víctor Raúl

Carta del Secretario General de P, 7/71928

Al Compañero Secretario General
del Comité Ejecutivo del A.P.R.A
Víctor Raúl Haya de la Torre

Muy estimado camarada:

Cumpliendo el mandato de la célula del APRA en París, te comunico los siguientes acuerdos y las resoluciones tomadas, por unanimidad:

La Célula del Apra en París ha recibido y estudiado los textos de la renuncia que el compañero Haya de la Torre presenta, tanto ante esta célula, como ante la de México, del puesto de secretario general y miembro del Comité Ejecutivo del Apra.

Previo un debate del texto y de las conclusiones de dicha renuncia, la célula de París considera que, si bien desde un punto de vista restringido, es conveniente para el compañero Haya su separación del Apra., en calidad de dirigente, por otra parte, si se tienen en cuenta lo intereses vitales del movimiento, dicha separación es perjudicial y nociva. Estimamos que, lejos de aminorar las dificultades, el retiro del camarada Haya las acrecentaría y presentaría otras nuevas de carácter más grave y quizás insalvables.

La célula estima que la designación del doctor Palacios , como jefe del Apra, no es adecuada en el momento actual. Esto no significa, en ninguna forma, la más leve desconfianza hacia el gran intelectual anti-imperialista que es el doctor Palacios. Significa únicamente que la salida del compañero Haya, de la Secretaría y del C.E., va a causar serios perjuicios al desenvolvimiento del Apra, dado el periodo por el que la organización atraviesa.

Fundándonos en esta consideraciones, creemos que nuestro deber imperativo es [*] del compañero Haya su permanencia en el puesto que ha venido desempeñando hasta hoy.

La Célula vota: no aceptar la renuncia del compañero Haya de la Torre. Exigir de el su permanencia en la Secretaría General del Apra. Renovarle la confianza de todos los miembros de la célula. Y finalmente, exigir que se lleve a cabo y se defina claramente las conclusiones del debate en que actualmente se hayan empeñadas las diversas células. Solicita al compañero Haya, que se pronuncie, cuanto antes sea posible sobre la cuestión y que se sometan a todas las células, las tesis generales que debe ser el resultado de la discusión actual.

París, 1 de marzo de 1929.-

Lo que te comunico dentro del plazo acordado y lo que será también comunicado a las otras células.

Por la célula de París

Secretario General

París, 3 de marzo de 1929.

Ravines, Eudocio

Carta de Carlos Manuel Cox, [28/12/1928]

MOCIÓN PAVLETICH

(Aprobada por la Célula Peruana de México)

PUNTOS RESOLUTIVOS:

1º- Receso inmediato del denominado Partido Nacionalista Libertador del Perú, cuya dirección, en carácter de Comité Provisional Ejecutivo, venía desempeñando la célula del Apra en México.
2º- Sustitución del Secretario General del Apra por un Comité Continental Ejecutivo, que parejamente al desempeño de su misión como tal, sea capaz de afrontar y resolver las divergencias existente en las filas del Apra, sin tropezar para ello con los impedimentos que por razones obvias acompañarían en tal labor al compañero Haya DelaTorre (1) y demás miembros de la célula peruana en México.
3º- Clarificación y sistematización de la ideología, táctica y programa del Apra, sujetos hasta hoy a la interpretación individual o por grupos, declarando definitivamente su carácter socialista, revolucionario y antiimperialista de izquierda. (2)
4º- Concertación de pactos, compromisos y alianzas de frente único con los diversos organismos proletarios y revolucionarios existentes en América Latina, sin reparar para ello en diferencias de credos o doctrinas.
5º- Tender a la organización inmediata de la Sección Peruana del Apra, quien conservará —en lo que se relacione con el movimiento revolucionario nacional— un lógico y necesario control sobre las células peruanas del Apra en el extranjero, cuyos componentes deberán sujetarse, en la cuestión peruana, a las directivas línea política, táctica y disciplina que la citada sección peruana acuerde para el mejor desempeño de su cometido como vanguardia del movimiento social.

"Contral el imperialismo yanqui, por la unión de la América Latina, para la realización de la Justicia Social"

(Firmado) Esteban Pavletich

México, D.F, diciembre 29 de 1928.

Notas.- En lo que se relaciona con el punto, el proponente cree necesario sugerir la lección de los compañeros Alfredo L. Palacios, Gabriel del Mazo y Manuel Seoane, como miembros integrantes del Secretariado Continental del Apra, secretariado que, soportando la adición de un representante por cada sección ya existente, constituirá el Comité Ejecutivo. Como dificultades innecesarias de apuntar imposibilitan el traslado a Buenos Aires de un representante por cada sección ya existente, esta representación puede facilitarse provisionalmente con la elección de un compañero entre los diversos residente en aquel país.

Para visibilizar el punto tercero —imposibilitados económicamente como nos hallamos para convocar a un Congreso Continental del Apra, que sería el medio más certero de saldar diferencias y soldar criterio, el proponente señala como medio más adecuado la redacción de un manifiesto dirigido a los pueblos y clases oprimidas de la América Latina, en ocasión de iniciarse las funciones del Comité Continental Ejecutivo y redactado por este, contando con el aporte ideológico y la sanción previa de cada una de las secciones y células del Apra.

Es copia de su original

[firma de Carlos Manuel Cox]
El Sec. Int.

(1) El C. Haya-Delatorre en circular pasada a todas las células del Apra ha renunciado a la Secretaria General, antes de conocer el espíritu de esta moción.

(2) La clarificación del movimiento aprista se está consiguiendo en concepto de esta Secretaría con motivo de la tesis presentada por la Célula de Buenos Aires. La presente exposición de la Célula del Apra en México, junto con la moción, forman parte del pensamiento de los apristas peruanos desterrados en México. En tal sentido la Célula de Buenos Aires debe estractar los extremos pertinentes. Sin embargo, la Célula piensa producirse en documento más extenso sobre la tesis de Buenos Aires, en igual forman que lo han hecho otros compañeros.

[firma de Carlos Manuel Cox]

Cox, Carlos Manuel

Carta de Víctor Raúl a Eudocio Ravines, 22/03/1929

Berlín marzo 22 1929

Querido Eudosio:

Una carta corta. Hace diez días estoy en cama. Al retirarse el invierno me tumbó una bronquitis con principios de neumonía que me ha puesto los pulmones como cuatro años atrás. Están radiografiándolos. Dice el médico que es el de Goldschdmidt que, los trópicos me clavaron una puñalada por la espalda. Lo malo que estas puñaladas se llaman cavernas.

Estoy muy pobre y toda mi correspondencia anterior esta aquí retardada por falta de estampillas. La histona de siempre. "El imperialismo inglés" no paga ni para estampillas.

Recibí abundante correspondencia del Perú vía México, vía Nueva York y vía Buenos Aires. La campaña contra mí es inmensa. Mariátegui la empuja. Todos los datos anuncian que hay consigna terminante de Moscú de acabar conmigo.

Pero yo les evitaré el trance. Me separo. Tan pronto como me levante recdactaré un manifiesto a los obreros, estudiantes, etc. del Perú anunciando mi retiro total, definitivo de tod lid política en el país. Haré un examen detenido de la situación, precisaré mis puntos de vista pasaré por rayos X a los poetitas y daré el toque de retirada.

Desde aquí, desde el Instituo, haciendo otra labor no menos importantes seguiré la lucha. Hasta la muerte que no parece tan lejana. Estoy contento.

La negativa de ustedes a aceptar mi renunia tiene solo un valor moral, pasajero. Yo me voy y me voy de veras y para siempre.

El antiimperialismo me tendrá siempre en filas, pero desde más lejos, desde la artillería pesada. Desde la ciencia, no desde las guerrillas hoy inundadas de porquería.

Te adjunto una carta para el poetita Bazán quien no conozco. La carta es como para él. Se trata de un chisme de ese "líder máximo". ¡Estupendo! ¡Cuánto para reír antes de morirse!

Sé que el facismo militar como el de Chile se prepara en el Perú, Mariátegui, como los comunistas italianos del 21 le abre las puertas. El Musolini con el charreteras del Perú (ayudado por el imperialismo) le levantará a Mariátegui un monumento con pata.

Espero que podré hacer público mi manifiesto el 23 de mayo próximo. Me ofrecen remitir datos concretos de que Amauta reapareció bajo el compromiso de boycotearme. No me iré sin blandir lo que queda del cuerpo de Mariátegui en alto por el muñón. Le dejaré caer en su propia porquería y ahí será rey. Claro, rey de la ínclita Majestad de los reyes criollos. ¡Vive le roi!

En México hay otro poetita en contra mía: Pavletich. Su odio es paranoico, específico. Viene porque me opuse terminantemente a que le quitara la mujer a Serafín del Mar, Magda. Ella está en buenos términos conmigo pero él me odia. Del Mar quiere matar a Pavletich y los comp. lo han enviado a Yucatán. Creo que Magda irá a La Habana para encontrarse con él. Todo esto debe ser confidencial por ahora aun que apeste.

Magda me avisa algo formidable. La policía mexicana acusa del asesinato de Mella al Partido Comunista. Resulta que Mella se había separado del P. dos semanas antes de su muerte. Fue castigado y amenazado. Dice Magda que todo esto es otra inmundicia. No me sorprende. Mella, yo se lo dije, tenía que ser aprista. El rió de esto pero se quedó un poco pensativo cuando se lo pronostiqué. Dicen que esta habría sido su decisión. Todo va a descubrirse.

Ustedes adelante. Limpien todo lo que puedan. Escribe al Perú y hazles ver que están jugando con fuego. Yo nada puedo. Estoy liquidado.

Ahora a trabajar en el destierro vitalicio. Espero levantarme pronto y seguir adelante. No me iré de la vida sin dejar algo que me justifique una vez más.

Un abrazo. Esta carta es casi reservada. Busca a Heysen. Dile que no le envié la carta que está escrita por pobreza y por enfermedad. No tuve varios días ni para un frasco de Sirop Fammel. Aquí cuesta 35 francos y en París 10. Si alguien se viniera cómprense unas botellas y envíenmelas. Es lo único que me desinfecta los pulmones y me alivia. Pero aquí es caro.

Hermano, estoy alegre como nunca. Ya vino el sol. Un amigo me trajo un fonógrafo con discos incaicos. Esto me ha curado más que todos. Mis amigos son ingleses y alemanes. Sólo uno o dos latinos. Ya estoy hecho completamente a una total sensación de extranjero.

Un abrazo fuerte y hasta pronto

VR

Haya de la Torre, Víctor Raúl

Carta de Víctor Raúl a Eudocio Ravines, 19/02/1929

Berlín 19 feb.

Mi querido Eudosio:

Al fin recibí tu carta. Tanto tiempo de no verte me había hecho pensar mal de ti. Le había escrito a Heysen quejándome. Claro. Ustedes suelen cambiar de un día a otro. Tú no eres el aprista de hace año y medio. Eres otro, totalmente otro. De todos modos, hermano mío, te quiero como siempre, te admiro como siempre y todo lo que pudiera hacer de mi parte lo haría por ayudarte a tomar el real camino.

Te escribo bajo un estado de ánimo verdaderamente feliz. Pero feliz en un sentido moral si quieres aceptar el vocablo. Te escribo después de haber redactado mi formal renuncia a la secretaría del Apra, y al movimiento todo en lo que tiene de directivo. Quiero eliminar mi persona. Quiero estar en el plano en las filas, en la masa. Ahora ustedes mandan, ustedes gobiernan, ustedes dirigen. Asuman totalmente la responsabilidad de líderes.

No he leído aún los documentos. Me interesa primordialmente tu carta. Ella es fraternal y fuerte. Yo no tengo odios para nadie, ni resquemores, ni envidias. Mi papel se cumple y se cumple a través de nuestra reducida historia revolucionaria. No ambiciono nada ni quiero nada. Si hoy mismo pudiera eliminarme totalmente lo haría. Esta renunciación mía a la dirección del Apra que Heysen te hará conocer, te dirá mucho. Te dirá todo, si aún me comprendes y me quieres tanto como yo te quiero y te comprendo a ti.

Esta máquina de escribir es horrible. Alemana, hija de una técnica distinta a la nuestra. Por eso no podemos adaptarla al comando del cerebro nuestro, determinado por una intensidad distinta. Perdona pues las faltas. Ni escribir se puede con aparatos' técnicos que no corresponden a nuestra capacidad de acción...

Y sigo: creo que, hay divergencias dentro del Apra y deben existir. Son síntomas de vida. Además, la participación de los intelectuales y anarquistas, —tú eres de los poetas de la dulce y tentadora Acracia— es necesaria. La controversia es útil. Es lucha y es vida. Militia est vitam hominis super terra, dijo el viejo Job y Heráclito, precursor de Hegel y abuelo dialéctico de Marx no se apartan de este principio. Pues bien, la lucha es síntoma de vida. Lo trágico es la lucha que anuncia muerte. La agonía, el estertor, la
tremenda etapa final de lo que concluye. Por fortuna nosotros estamos lejos de todo esto. Estamos naciendo. El embrión tiene disputas intrauterinas. Cuando, fracasa es aborto, cuando vence es nacimiento.

Me gustan las disputas. Me alegra que yo haya sido envuelto y arrollado y triturado por ellas. Pero vamos de frente. Te pido desde el fondo de mi inautoridad actual seguir por el camino de la eficiencia y del realismo.

Yo renuncio. ¿Crees tú que podría pedirse a Palacios la aceptación de la jefatura aprista y dejar para el primer congreso nuestras divergencias actuales?

¿Crees tú imposible que nos unamos en todo lo que tenemos de común y abandonemos por un momento, las discusiones excesivas?

Lo espero de ti. Haya de la Torre se va. Toma el camino del cuadro, del pelotón, de la fila. No conspirará, no hará nada sin la orden de los nuevos jefes. Se aleja. Se marcha a trabajar como mero peón.

Pero que esto sirva. Ve bien. Pon los ojos de tu conciencia frente a la realidad. Que se salve el Apra. Si quieren que el Partido Peruano muera como aprista que muera. Yo tengo que transigir. Mariátegui no transigirá nunca porque es inválido, porque es cojo y porque es fantaseador. Yo transijo. Que muera el P. N. P. pero que viva el Apra. Dejemos una y otra cosa libres. Que la experiencia nos ofrezca resultados;

Estoy contento de mi decisión. Goldschdmidt la apoya fuertemente. Ojalá ustedes realicen todos un acto supremo de generosidad y me entiendan.

No tengo ambiciones PERSONALES. Compréndanlo. El día que haya un líder, un jefe, un conductor, me iré del todo. Alejaré del todo el fantasma de mi nombre. Es necesario. Ustedes por lo pronto deben asumir la responsabilidad AFIRMATIVA Y CONSTRUCTIVAMENTE.

Ya te escribiré más ampliamente. El Apra no niega la adhesión de otros partidos pero el error tuyo está en suponer que el Apra no pueda, transformarse y DEPURARSE en un partido de clase cumplida su primera etapa.

Entiendan esto. En la cerrazón de ustedes sobre este punto está lo bizantino, lo poético: lo intelectual, lo cojo...

Si la divergencia estriba en la separación o no del Partido Nacionalista peruano, dividamos las actividades. Este último está progresando por sí solo. Va adelante. Puede convertirse en acción armada de un día a otro. Pero salvemos el Apra y salvemos la acción.

Ve a los compañeros. Heysen te mostrará el mensaje que no envié a ti porque no respondías. Me equivoqué. Creí que entrabas de lleno en el anarquismo. Creí que regresabas. Me alegra ver que estás libre de mucho de él aunque te queden los contagios de la infección que sufre Mariátegui en las piernas, contagiada al cerebro y trasmitida por infección postal hasta Europa. Necesitamos profilaxia.

Ya están ustedes en funciones. Trabajen. Únanse. Vean todo claro. No se perturben. Escríbeme inmediatamente. Perdóname porque pensé mal de ti; Te creí en rebeldía corrosiva por mi carta fría y cortante pero pura y limpia como estos hielos polares de Berlín.

Un abrazo grande y adelante. Fuerza en la conciencia y ahora, a asumir las responsabilidades.

No discutan la renuncia. Apruébenla y marchen. Te abraza tu hermano siempre el mismo en la causa y en la vida.

Fdo. Víctor Raúl.
En esta carta no hay actitud ¿No es cierto?
Fdo. V.

Haya de la Torre, Víctor Raúl

Carta de Víctor Raúl a los compañeros de la Célula de París, 18/02/1929

Berlín febrero 18 de 1929

Queridos compañeros de la Célula de París:

Después de recibir las últimas impresiones de los dirigentes apristas de América y de Europa, de enterarme de las divergencias que la inacción ha producido y que a su vez han causado una mayor inactividad; de darme cuenta exacta de la fuerza de la propaganda política y personal de mis adversarios que han minado con admirable certeza nuestras filas y nuestra solidaridad, he decidido renunciar irrevocablemente la secretaría general del Apra y el puesto que me correspondía en el Comité Directivo, pasando inmediatamente a filas sin el menor deseo de entorpecer labor alguna y antes bien francamente dispuesto a trabajar desde abajo con mayor eficacia, puesto que demostraré que es necesario saber obedecer y que sólo los partidos, criollos anárquicos y decadentes no son cuerpos organizados, de verdadera lucha en los cuales la acción conjunta, la disciplina y la jerarquía son absolutamente indispensables.

Esta resolución mía es el resultado de una fría apreciación de los hechos. No hay en ella nada más que lo expresa: Mi profunda decisión de no convertirme en un elemento perturbador o en un pretexto de inacción y de derrotismo. Yo como fundador del Apra, fundada y organizada como Partido, reconocida así por todos y fortalecida como tal por la contribución de tantos compañeros decididos y revolucionarios, tengo que sacrificar cuanto sea necesario, si fuera preciso sacrificar algo. Mi presente actitud estaba perfectamente prevista por mí. Ya la había anunciado a muchos compañeros y me parece una consecuencia dentro de la lógica histórica, que preside movimientos como el nuestro.

Mis críticas al Compañero Mariátegui que encabeza "la intelligentzia" aprista, los literarios y poetas súbitamente convertidos en teorizantes y adoctrinadores políticos y económicos, serán ampliamente expresadas en mi libro. Deseo que libertemos al Apra o a su ideología de confusionismo y oportunismo. Los poetas imaginan, nosotros no podemos imaginar siendo revolucionarios, caminamos sobre la realidad. Los literatos acomodan fácilmente una teoría fantástica dentro de las cajitas de cristal de sus frases poliédricas, para nosotros, luchadores, soldados y gentes de acción, todo eso es cristal y el cristal se rompe al primer choque.

No es que yo crea que los poetas estén mal dentro de nosotros. Platón es más radical en La República cuando dice: "Digamos pues de todos los poetas empezando por Homero que ya traten en sus versos de la virtud ya de cualquier otra materia no son sino imitadores de fantasmas que jamás llegan a la realidad ... " y más adelante: ... "El poeta, sin poseer otro talento que el de imitar sabe también con una capa de palabras y de expresiones figuradas dar a cada arte los colores que le convienen, que ya hable de zapatería, ya trate de la guerra o de cualquier otro tema, sus discursos sostenidos por la medida, por el número y por la armonía persuaden a los que le escuchan y juzgan, solamente por los versos, que está perfectamente instruido de las cosas de que habla, tan poderoso es el prestigio de la poesía!".

Ahora bien, de Platón hay que recordar lo que los revolucionarios modernos recuerdan en sus apreciaciones sobre los fáciles juicios de los intelectuales, poetas, no sólo porque hagan versos sino porque son "imitadores de fantasmas". En esta apreciación Platón no ha envejecido.

Empero, no se me crea enemigo de los poetas y de los intelectuales. Les creo necesarios en nuestro movimiento. En América Latina ellos son necesarios. Son la "intelligentzia" y tienen que servir a nuestra causa. En esto soy absolutamente antiplatónico. Yo personalmente admiro y gusto de los poetas y de los imaginativos. Creo sí peligroso hacer de la política y especialmente de la revolución, en cualquier género de literatura, leyenda o romance, teatro o anécdota. Todo eso es fantasmagoria.

Sin embargo; nuestro Partido es un frente de trabajadores manuales e intelectuales y debe serlo. Lo importante es que en esta forzosa unión hagamos obra de educación política. Y diciendo educación digo disciplina. Y diciendo disciplina digo disciplina integral, de mente, sobre todo, tratándose de intelectuales. Esta disciplina de mente es camino de ciencia y ciencia, ciencia verdadera necesita nuestro movimiento porque es moderno, porque es político y porque es revolucionario.

Me extiendo en este punto porque lo creo preciso. Sin embargo sigo creyendo que todas nuestras divergencias interiores son síntomas de vida. El Apra ha seguido creciendo y entrego su mando en momentos en que es la corriente política más vigorosa en América Latina. Mientras algunas de sus viejas ramas se han secado en disputas otras han retoñado y florecido. El organismo, sin duda alguna, está más vivo y fuerte que nunca.

Son muy importantes las discusiones de los lideres pero no tengamos tanto interés en ellas como en los movimientos de las masas. He visto de cerca las masas centroamericanas, por ejemplo, gravitar hacia el Apra con vigor. Cuando he asistido a mítines apristas de cinco y seis mil almas, he olvidado un poco las discusiones cómodas de ciertos compañeros empeñados en discutir como los perros de la fábula mientras el peligro estaba cercano. El instinto vital de las masas ve el peligro y no le interesa el casuismo de los "istas" de aquí y de allá. Ese es el mejor síntoma del carácter social y antiindividualista de nuestro movimiento, cada vez más arraigado en las masas que verdaderamente sienten el peligro imperialista.

Pero es imposible desarraigar totalmente el individualismo característicamente agrario que es peculiar de nuestros movimientos. Se manifiesta en los líderes y especialmente en los más intelectualizados de ellos y en los más alejados de la acción. Y no debemos olvidar que no sólo, de trabajadores manuales y de hombres de acción está formado nuestro Partido. El incluye también a intelectuales y ya sabemos y debemos estar listos a saber cómo funciona el motor de explosión, —muchas veces de mera de mera explosión sin magnetos ni frenos— de sus mentes ricas en toxinas, incendiarias que pueden dar luz que alumbre o fuego que destruya. Así son las explosiones.

Mientras se realiza en nosotros el proceso de estratificación, de coordinación de disciplina, de formación de una conciencia política revolucionaria, mientras los elementos primitivos y caóticos de esta nebulosa se enfrían y ordenan, tenemos que actuar frente a la realidad aunque el trabajo sea penoso, inquietante y muchas veces infecundo.

Consecuencia del individualismo agudo de los sectores intelectualistas de nuestro Partido ha sido el personalismo. Nunca me engañé acerca de esto y varias veces, de palabra y por escrito, he anunciado a muchos de nuestros compañeros que una etapa de nuestro movimiento sería la de un personalismo irritante y faccioso. En esa hora quería yo inmolarme y así lo he hecho. Yo tenía que ser la tête du turc. Lo he sido consciente y sonriente. Algunos de mis compañeros de México saben que yo, hace justamente un año, les anticipé sin alarde profético, como resultante lógica de estas crisis de gestación mi alejamiento del puesto directivo de líder e inspirador. No se produjo antes porque el Apra no era tan fuerte como lo es hoy, ni era llegada la hora de iniciar dentro de ella una segunda etapa. Todo este tiempo ha sido necesario para probar la solidez mental de algunos, el oportunismo de otros, la vaguedad de muchos y la afirmación de tantos que estaban indecisos. Además, era necesario dar al Apra mayor fuerza, mucha fuerza de masa y que el líder gastara los últimos adarmes de prestigio en la concurrencia despiadada de los personalismos que tan violenta y fugazmente cotizan nuestros ambientes.

Ahora todo esta hecho.

Mi palabra para todos es la palabra cordial y fraternal de invitación al trabajo en común. Ante todo la acción. El Apra no podrá definirse totalmente y ponerse una etiqueta ideológica y trazar un panorama concreto y delineado del futuro como la Ciudad de Dios de S. Agustín. Eso es tan absurdo y tan poético como todo lo que se pide a la imaginación. Por eso lo reclaman tanto los intelectuales para los que no hay sino una disyuntiva: o imitar y glosar o fantasear y novelizar.

La política revolucionaria es la aplicación de los grandes fundamentos científicos de la ciencia revolucionaria a determinada realidad; en mi concepto. Esta aplicación supone a su vez la creación de otra ciencia de aplicación. Nosotros todos sabemos los grandes fundamentos de la ciencia revolucionaria pero ignoramos el campo de aplicación de esa ciencia. Esa es la realidad que tenemos ante nosotros, el vasto campo inconocido sobre el que debemos actuar científicamente: investigando y experimentando, para establecer los postulados y principios que normen nuestra actividad futura. Por eso, el proceso del Apra es totalmente nuevo. Por eso todos los movimientos políticos anteriores que pretendieron trasplantar fácilmente la experiencia verificada en otros campos al nuestro, han fracasado y fracasarán. Porque al realizar el trasplante las condiciones, objetivas del nuevo ambiente matan automáticamente el organismo que se pretende hacer revivir bajo una ley de intensidad diversa a la que dio origen al sistema que se importa.

Es claro que para el turista y para el poeta la visión superficial y panorámica del mundo no le permite percibir esas profundas variaciones de intensidad que lo ritman en su tremenda variedad. El turista y el poeta pueden imaginar el Canal de Panamá cubierta de nieve, o a los habitantes del polo con sombreros de Panamá. Para ellos sería una cosa divertida, que se puede escribir en una novela. Los poetas antiimperialistas dicen en sus versos que "las escuadras latinoamericanas bombardearán Nueva York, etc." y aunque esto no sea imposible en el transcurso de las edades, para el realista, le interesa medir más que la calidad de la imaginación, el complicado proceso histórico que mediará entre nuestra época actual y el momento de aquel bombardeo.

Por eso no es posible satisfacer a los que ansiosamente piden que el Apra sea ya una definición, una realización, una cosa hecha, acabada, burilada y perfecta, con tradición y con victorias. Ese afán actualista, ese violento anhelo de ver todo hecho cumplido y terminado, es forma subconsciente de individualismo. El hombre quisiera ver en su mísero tiempo de vida todo lo que el futuro reserva en el misterio de sus sorpresas. Cuando no ve las obras terminadas o no puede verlas, se revuelve indignado y vocifera y afirma que los que construyen así, adaptándose al ritmo de la realidad, están equivocados y son malos constructores. Pero los movimientos sociales no son hechos para la satisfacción de los individuos sino para el proceso de la lucha de clases, que existe desde hace miles de años y en el cual han caído miles de millones de hombres.

La eternidad del marxismo está en eso. En que no es una teoría cerrada con capitales y cornisas, con visillos bordados y ventanitas primorosas. El marxismo es como un camino abierto. Marx no vio la edad imperialista del capitalismo y quien la analizó y la percibió, apreciando sus leyes y descubriendo su proceso complicado y vasto, fue marxista. Tampoco ahí se cerró el marxismo. Queda abierto. La lucha entre el capital y el trabajo asume nuevas fases, adopta nuevas formas. El imperialismo llena un proceso histórico nuevo y largo. El imperialismo en Alemania no es el imperialismo en América Latina. Ni el de ésta el de Asia. Hay una ley común pero varían las intensidades de esa ley. Esas variantes encierran subvariantes y forman grandes complejos. Descubrirlas, formular sus leyes, acometer la resolución del nuevo problema es doble trabajo científico: político y económico.

En la variante latinoamericana, el Apra ha querido abrir ese camino. Por eso el Apra es marxista, porque es realista, porque admite la negación de la negación y sabe que todos esos conceptos no son palabras huecas.

Malgre tout, la formación de la mente aprista supone un proceso y un proceso profundo. Estamos en él. Las resistencias interiores, los intentos incumplidos, las deducciones precipitadas, los confusionismos son síntomas de ese proceso. En el fondo, la mente aprista se forma y se perfila. Nos ayuda a ello —negación de la negación— el propio imperialismo cuando descubre en el Apra su mayor enemigo.

Sin embargo, la lucha por encontrar nuestra propia realidad entraña una serie de otras manifestaciones de la realidad misma con que actuamos para hallar la mayor. Una de estas formas de realidad es el personalismo. Muchos compañeros han incurrido en faltas necesarias. Han confundido el Apra con mi nombre. Han atacado al Apra bajo mi nombre. Proyectando su propio individualismo y su propio personalismo en nuestro Partido han luchado contra mi persona ignorando que luchaban contra su propia sombra.

Yo estoy ahora, después de esta gimnasia a la que he asistido con interés en el caso de descubrir el claro y hacerles ver que era su propia sombra. Me aparto y dejo el puesto porque es necesario que así sea. En otra carta especial a la célula de México —va también otra a la célula argentina— expreso este pensamiento. Lo expreso no sólo teniendo en cuenta a los engañados contra mí sino a los engañados en favor mío. Muchos compañeros han creído y creen que el Apra no puede vivir sin mí. Afirmo que el Apra no puede vivir sin jefes, sin líderes, sin comando, pero niego que no pueda vivir sin mí. Por eso también me aparto, para aleccionar a unos y otros en esta realidad. Es preciso que la vean claro.

Como analizo a los demás, me analizo a mí mismo. Por eso me separo. Lo creo indispensable: Hace dos años que dije y escribí que mi nombre era una ficha dentro del gran tablero aprista. Hemos jugado la ficha lo bastante y ahora "la soplamos'" como se dice en juego de damas. Yo soy el primero que doy la voz: ''pongamos de lado a Haya de la Torre, vamos a comenzar la segunda etapa sin, él, o teniéndole a él en las filas. Entonces veremos, que el Apra no es un hayismo, que no debe ser y veremos que Haya de la Torre sabe obedecer, como el que más, y sabe ser soldado. Si acaso le creemos totalmente inválido, pues al hospital y al retiro total". La obra no debe morir por eso. La obra no es mía ni de nadie. Es de nuestros pueblos. Es la obra revolucionaria de América y no debe ni puede estar, vinculada a un solo nombre,

Mi proposición final es la de encargar la jefatura del Partido a un hombre con fuerza continental y, que no tenga necesariamente la nacionalidad peruana. Asistido por un comité, Alfredo Palacios me parece muy bien. La célula de México ha resuelto que el Comité directivo del Apra esté en Buenos Aires. Yo propondría a Palacios como líder y secretario general bajo la autoridad de un Comité. Algunos compañeros que han tenido largas y gratas vacaciones europeas; deberían trasladarse inmediatamente a un campo de mayor actividad práctica y de menos disputas teológicas. En nuestro cielo los dioses no son eternos.

Espero que se junten todos y discutan no la renuncia sino la última proposición. Espero que reflexionen fríamente, —pongamos un poco las cabezas enardecidas aún de trópico en estas gratas nevadas de invierno fuerte—y traten de unificarse. Lo que haya de diferencias se resolverá después. Por ahora interesa unirnos estrechamente en lo que tengamos de común que es mucho.

Yo seguiré trabajando. Dos libros saldrán aquí antes del verano según espero. Mi aprismo no puede morir. Yo moriré por el aprismo. Así lo juro y así lo juré desde hace cinco años. Vamos adelante compañeros y levantemos un poco nuestras conciencias hacia el plano superior de nuestra verdadera responsabilidad histórica. Un abrazo a todos y Viva el Apra.

Fdo. Haya de la Torre

Haya de la Torre, Víctor Raúl

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Anuncio de la revista mensual de cultura Amauta
Voz de la nueva generación
Director: José Carlos Mariátegui
Incluye los nombres de las personas que colaboraron con la revista como: Antenor Orrego, Luis E. Valcarcel, Alberto Ulloa, José M. Eguren, César Vallejo, Alcides Spelucín, Enrique López Albújar, Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Basadre, Oliverio Girondo; Alberto Hidalgo, César Ugarte, Alejandro Peralta, Ramiro Pérez Reinoso, Carlos Velásquez, Luis Góngora, José Vasconcelos, Carlos Sánchez Viamonte, Manuel Ugarte, Alfredo Palacios, Joaquín García Monge, Luis Alberto Sánchez, Honorio Delgado, Carlos Roe, Carlos Américo Amaya, Julio V. González, Enrique Bustamante y Ballivián, Ricardo Vegas García, Armando Bazán, Alberto Guillén, Eudosio Ravines, Felix del Valle, Guillermo de Torre, Magda Portal, Juan Chabas, J. Pérez Domenech, Manuel Abastos, V. Modesto Villavicencio, Xavier Abril, Carlos Oquendo de Amat, Juan José Lora, Juan Maria Merino Vigil, Blanca Luz Brum de Parra, Dora Mayer de Zulen, Uriel García, Luis Velasco Aragón, Maria Wiesse, Miguel Angel Urquieta, J. Eulogio Garrido, Hildebrando Castro Pozo, Guillermo Mercado, César A. Rodriguez, Manuel A, Beltroy, Antonio G. Garland, Fabio Camacho, -Carlos Manuel Cox, C. Barrios Mendoza, Federico Bolanos, Joaquin Edwards Bello, Eduardo Barrios, Juana dé Ibarbourou, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Emilio Roig de Leuchsenring, Jorge Luis Borges, Francisco Luis Bernárdez, Ricardo A, Ortelli, Gustavo Adolfo Otero, Luis Berninsone, Jacobo Hurtwitz, Manuel A. Seoane y otros.
Ilustraciones de José Sabogal, Emilio Pettoruti, Carmen Sacó, Xul Solal, Emilio Goyburu, Artemio Ocaña, Julia Codesido, Camilo
Blas, Jorge Seoane, César Moro, Esquerriloff, etc.

Sociedad Editora Amauta

[Directorio de personas residentes en el exterior] (2)

Listado de nombres y direcciones de contactos, editoriales y amigos de José Carlos Mariátegui.
En la lista se observan los siguientes nombres:

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  • Julio Acosta Olmos. 27 de abril 25'1. Córdoba
  • Diógenes - Calle 10, Nro. 1079, La Plata.
  • Samuel Ramos - Universidad Nacional, México
  • Juan Florit - Revista Ariel, Santiago, Chile.
  • César A. Vallejo - Legación du Perou, París, Fracia.
  • María Rosa González - Barros Arana, 1102, Concepción
  • Alberto Hidalgo - Ventura Bosh, Nro. 6740, Buenos Aires, Rep. Argentina.
  • Salvador Reyes - Alameda 440, Santiago, Chile
  • Pablo Neruda - Casilla 2898, Santiago
  • Carátula - Rivadavia 1160, Buenos Aires, Argentina.
  • Lucio Diez de Medina - Casilla 409, "Motivos", La Paz, Bolivia
  • Grupo Savia, Apartado 1180, Guayaquil, Ecuador.
  • Juan Marín - Catedral 1165, Santiago, Chile.
  • Evar Méndez, "Martín Fierro", Tucumán 612, Buenos Aires, Rep. Argentina.
  • "Venezuela Libre", General M. Suárez 216 y 218, Habana, Cuba
  • Romain Rolland - Villeneuve, Villa Olga, Suiza.
  • Óscar A. Cerruto - Casilla 132, Imprenta Continental, La Paz, Bolivia
  • Joaquín García Monge - San José de Costa Rica
  • Luis F. Bustamante - Redacción El Sol, Habana, Cuba
  • R. Drenes Meson - 1024, Euclid Ave. Syracuse New York, USA
  • Emilio Roig de Leuchsenring - Social, 52, Cuba, Habana
  • Guillermo de Torre - Av. Pi y Margal, 7, Madrid
  • Sr. Atl "América". Av. Guatemala 47, México D.F. México
  • Director de "Valoraciones", 60, nro. 682, La Plata, Rep. Argentina
  • Benedetti Hermanos, Librería Panamá
  • Mariano Sbad - Pacanga, Pacasmayo
  • H. Walden - Director de Der Sturn, Berlín, Alemania
  • Emilio Azzarini, Calle 30-116, La Plata, Rep. Argentina
  • Director de Crítica
  • Roberto Ortelli - México 1416. Buenos Aires, Argentina.
  • César Falcón - 26. Bellevue Road. West Ealing, London w.13
  • Alfar - Cantón Pequeño 23 La Coruña. España (tachado)
  • Juana de Ibarbourou - Av. Comercio 318, Entre Rivera y el Mar. Montevideo.
  • Dr. Asdrubal Delgado - Calle Rincón, Montevideo - Uruguay
  • Miguel de Unamuno - Hendaya, France.
  • Henri Barbusse. Vigilia, Miramar pan theoule. (Alpes Marítimos). Francia.
  • Carlos Astrada "Clarín" - Veles Sarsfield 86, Córdoba, Argentina.
  • Manuel A. Seoane - Bolívar 65, Ministerio de Instrucción, Buenos Aires, República Argentina.
  • José Vasconcelos - Legación de México. boulevar Haussman 144. París. Francia.
  • Arts & Decoration - 2 rue de l'Echelle. París. Francia.
  • Dr. J. M. Puig Casauranc - Secretaría de Educación Pública. México
  • Julio R. Barcos - Boedo 841. Buenos Aires. Rep. Argentina.
  • Enrique Stefani - "Nuestra América". Buenos Aires. Rep. Argentina.
  • Dr. Carlos León - Casilla 619. México.
  • A. Zum Felde - El Día, Calle Mercedes, Montevideo, Uruguay.
  • Joge Luis Borges - Sociedad Editorial. Proa, Victoria 3441, Buenos Aires, Argentina.
  • La Correspondencia Sudamericana - EEUU 1525, Buenos Aires, Argentina.
  • Sr. Vicente Huidrobo - Paris, Legation du Chile
  • Sr. Gerardo Vargas - Consulado del Perú. Queen Street 36-37. London
  • Carlos Americo Amaya - 53 Nº 538. La Plata, República de Argentina.
  • Raúl Silva Castro - Casilla Postal 13 D. Santiago. Chile
  • F. T. Marinetti - 30, Piazza Adriana Roma (33) Italia.
  • Atenea - Editorial Nascimento. Ahumada 125. Santiago de Chile.
  • Diego Rivera - Secretaría de Educación Pública, México
  • Manuel Ugarte - 54 Rue Tanit Philippe, Francia.
  • La Protesta - Perú 1537, Buenos Aires, Argentina
  • Francisco Luis Bernardez (no se puede identificar el lugar)
  • Napoleón Naft (no se puede identificar el lugar)
  • Juan Francisco Torreblanca
  • Manuel Beltroy - Montevideo
  • B. Sanín Cano - Bogota, Colombia
  • Arturo R. de Carricarte - Biblioteca Municipal (tachado)
  • Carlos Sánchez Viamonte
  • "El estudiante" - Marqués de Cubas, Madrid, España.
  • Nosotros - Libertad 543, Buenos Aires, Argentina.
  • Manuel Gálvez - Pampas 2502, Buenos Aires, Argentina.
  • Revista Jurídica y de Ciencias Sociales - Buenos Aires, Argentina
  • Rodó - Casilla 6079, Santiago, Chile (tachado)
  • Enrique Bustamante y Ballivián - Legación del Perú, Montevideo, Urguay
  • Revista de Revistas - Apartado Postal 120, México
  • Cristobal Gangotena Jigón - Biblioteca Nacional, Quito, Ecuador
  • Carlos Vicuña fuentes - Instituto Nacional, Panamá
  • Informaciones Sociales - Madrid, España
  • Russia - Ettore la Gato, Roma, Italia
  • Dr. Octavio Menéndez Pereira. (tachado) - Estudios, Panamá
  • F. Gómez de Baquero - Madrid, España
  • Jorge Mañach - Jesús del Monte, Habana, Cuba
  • B. Sánchez Sáenz - Buenos Aires, Argentina
  • Gustavo Adolfo Otero. "La Nueva Era" - La Paz, Bolivia
  • Alberto Gerchunoff. - Buenos Aires, Argentina
  • Samuel Glusberg - Buenos Aires, Argentina
  • Enrique Molina - Concepción, Chile (tachado)
  • Emilio Frugoni - Montevideo, Uruguay
  • Enrique José Varona - La Habana, Cuba
  • Alfonso Reyes - París, Francia
  • Revue de la Amerique Latine - París
  • Franz Tamayo - La Paz, Bolivia
  • Dr. Ángel M. Paredes - Quito, Ecuador
  • José Batle y Ordónez - El Día, Montevideo, Uruguay
  • Baltazar Brum - Montevideo, Uruguay
  • Nuevos Rumbos - Organo de la Asociación General de Profesores, Santiago de Chile
  • La Cruz del Sur - Montevideo, Uruguay
  • Norah Borges, Buenos Aires (tachado)
  • Claridad - santiago
  • María del Mar - Colonia Verónica, México
  • Emilio Uribe - Montevideo
  • Revista de Filosofía, Buenos Aires
  • Oliverio Girondo
  • Alfredo Palacios
  • Antón Giulio Bragaglia

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Fernando Márquez Miranda, 10/5/1927

Buenos Aires, 10 de mayo de 1927
Señor José Carlos Mariátegui.
Lima. Perú.
Personal.
Querido amigo y compañero:
Creo que habrá recibido Ud., en su oportunidad, la “comunicación oficial” de la declaración oficial de la U.L.A. con respecto a Amauta. Sé, además, que Palacios le escribió enviándole un recorte del Telégrafo de ésta, en donde se hacía referencia de tales cosas. A mi vez he demorado en escribirle particularmente, porque sus amables líneas envolvían, sin duda alguna, un pedido imperioso de colaboración. Deseaba enviarle algo nuevo, vale decir inédito, pero quehaceres siempre importunos y absorbentes me lo impiden por ahora. Sin embargo, más adelante irá. Amauta está cada vez mejor. Este número 7, que su amabilidad ha hecho llegar hasta mí, es magnífico, desde el destructor editorial universitario, hasta las notas críticas, de la bibliografía.
Sin embargo, y como no me resigno a no colaborar en Amauta por ahora, después de sus bondadosas palabras ofertorias, le envío mi “Escorzo de Romain Rolland”, que acaba de ver la luz en Estudiantina, revista de estudiantes del Colegio Nacional de La Plata, editada como homenaje a Rolland y cuyo número íntegro, creo que habrá Ud. recibido oportunamente. Dada su extensión, no me hubiera permitido enviárselo, a no mediar la circunstancia de que, precisamente en el número 7 de Amauta, publica Ud. un trabajo de Honorio F. Delgado, sobre interpretación freudiana de los sueños, que excede, presuntivamente, de la extensión de mi ensayo. Otro motivo de zozobra y de duda, antes de enviárselo, ha sido para mí el no saber si Ud. habría tratado ya este asunto en su célebre Escena Contemporánea, libro inencontrable en ésta, por cuya razón he temido enviar mi titubeante ensayo a quien quizás haya tratado este personaje, con el esplendor habitual en él.
Ud. sabrá, pues, mi querido Mariátegui, disculpar —si éste es el caso—, que yo no le cite en mi texto y encontrar, en estas inquietas líneas, la sugestión del envío de su Escena, si es el caso de que posee aún algún ejemplar de libro tan importante como poco conocido.
Esperando que Ud. sepa acoger, con su simpatía tan característica, a mi pobre “Escorzo”, en las páginas del próximo número de Amauta, le ruego acepte el fuerte apretón de manos con que rubrico mi sincera amistad.

F. Márquez Miranda

P.D. Este trabajo no es inédito, pero como si lo fuera. Nadie irá a leerlo a las páginas de Estudiantina, salvo los alumnos del Colegio Nacional. Ud. podrá salvarlo de una ineditez efectiva, que quizás no merezca. Perdone la extensión de esta carta, que parece diario de a bordo, por lo larga. Vale.

Márquez Miranda, Fernando

[Directorio de personas e instituciones] (6)

Listado de nombres y direcciones de contactos, editoriales y amigos de José Carlos Mariátegui como:

  • Sr. Director de Clarté, (París, Francia)
  • Asociación General de Profesores (tachado)
  • Waldo Frank (New York)
  • Hugo Mayo (Guayaquil, Ecuador)
  • John Mackay (Montevideo, Uruguay)
  • Oscar Herrera - Escuela Superior de Comercio (Buenos Aires, Argentina)
  • Felix del Valle - Legación del Valle (Madrid, España)
  • Xavier Abril - Legación del Valle (Madrid, España)
  • Juan J. Paiva Rojas (Paris)
  • Luis Jiménez de Asúa (Madrid, España)
  • Ernesto Quesada (Buenos Aires, Argentina)
  • Director de la Revista de Filosofía (Buenos Aires, Argentina)
  • Julio Lecaros "La vanguardia" (Guatemala) tachado
  • Alfredo Palacios (La Plata, Argentina)
  • Teniente Coronel Julio C. Guerrero (Berlín, Alemania)
  • Antón Giulio Bragalia (Roma, Italia)
  • Alfonso de Silva (París, Francia)
  • Letras y Números (Guayaquil, Ecuador)
  • Emilio Uribe (Montevideo, Uruguay)
  • Luis F. Bustamante (La Habana, Cuba)
  • Director de Revistas de las Españas (Madrid, España)
  • Oliverio Girondo (París, Francia)
  • José Ortega y Gasset (Madrid, España)
  • La Fiera Letteraria (Milano, Italia)
  • Enrique Cornejo (Buenos Aires, Argentina)
  • Bernard Shaw (Londres)
  • Bibliografía (Buenos Aires, Argentina)
  • Revista Nacional de Economía (Madrid, España)

José Carlos Mariátegui La Chira

"El nuevo derecho" de Alfredo Palacios

"El nuevo derecho" de Alfredo Palacios

El Dr. Alfredo Palacios, a quien la juventud hispano-americana aprecia como a uno de sus más eminentes maestros, ha publicado este año una segunda edición de “El Nuevo Derecho”. Aunque las nuevas notas del autor enfocan algunos aspectos recientes de esta materia, se reconoce siempre en la obra de Palacios un libro escrito en los primeros años de la paz, cuando el mundo, arrullado todavía por los ecos del mensaje wilsoniano, se mecía en una exaltada esperanza democrática. Palacios ha sido siempre, más que un socialista, un demócrata, y no hay de qué sorprenderse si en 1920 compartía la confianza entonces muy extendida, de que la democracia conducía espontáneamente al socialismo. La democracia burguesa, amenazada por la revolución en varios frentes, gustaba entonces de decirse y creerse democracia social, a pesar de que una parte de la burguesía prefería ya el lenguaje y la práctica de la violencia. Se explica, por esto, que Palacios conceda a la conferencia del trabajo de Washington y los principios de legislación internacional del trabajo incorporados en el tratado de Paz, una atención mucho mayor que a la revolución rusa y a sus instituciones. Palacios se comportaba en 1920, frente a la revolución, con mucha más sagacidad que la generalidad de los social-demócratas. Pero veía en las conferencias del trabajo, más que en la revolución soviética, el advenimiento del derecho socialista. Es difícil que mantenga esta actitud hoy que Mr. Albert Thomas, Jefe de la Oficina Internacional del Trabajo, —esto es del órgano de las conferencias de Washington, Ginebra, etc.— acuerda sus alabanzas a la política obrera del Estado fascista, tan enérgicamente acusado de mistificación y fraude reaccionarios por el Dr. Palacios, en una de las notas que ha añadido al texto de “El Nuevo Derecho”.

Este libro, sin embargo, conserva un notable valor, como historia de la formación, del derecho obrero hasta la paz wilsoniana. Tiene el mérito de no ser una teoría ni una filosofía del “nuevo derecho”, sino principalmente un sumario de su historia. El doctor Sánchez Viamonte, que prologa la segunda edición, observa con acierto: “No obstante su estructura y contenido de tratado, el libro del doctor Palacios es más bien un sesudo y formidable alegato en defensa del obrero, explicando el proceso histórico de su avance progresivo, logrado objetivamente en la legislación por el esfuerzo de las organizaciones proletarias y a través de la lucha social en el campo económico. No falta a este libro el tono sentimental un tanto dramático y a veces épico, desde que, en cierto modo, es una epopeya; la más grande y trascendental de todas, la más humana, en suma: la epopeya del trabajo. Por eso, supera al tratado puramente técnico del especialista, frío industrial de la ciencia, que aspira a resolver matemáticamente el problema de la vida”.

Palacios estudia los orígenes del “nuevo derecho” en capítulos a los que el sentimiento apologético, el tono épico como dice Sánchez Viamonte, no resta objetividad ni exactitud magistrales. El sindicato, como órgano de la consciencia y la solidaridad obreras, es enjuiciado por Palacios con un claro sentido de su valor histórico. Palacios se da cuenta perfecta de que el proletariado ensancha y educa su consciencia de clase en el sindicato mejor que en el partido. Y, por consiguiente, busca en la acción sindical, antes que en la acción parlamentaria de los partidos socialistas, la mecánica de las conquistas de la clase obrera.

Habría, empero, que reprocharle, a propósito del sindicalismo, su injustificable prescindencia del pensamiento de Georges Sorel en la investigación de los elementos doctrinales y críticos del derecho proletario. El olvido de la obra de Sorel, —a la cual está vinculado el más activo y fecundo movimiento de continuación teórica y práctica de la idea marxista,— me parece particularmente remarcable por la mención desproporcionada que, en cambio concede Palacios a los conceptos jurídicos de Jaurés. Jaurés, —a cuya gran figura no regateo ninguno de los méritos que en justicia le pertenecen— era esencialmente un político y un intelectual que se movía, ante todo, en el ámbito del partido y que, por ende, no podía evitar en su propaganda socialista, atento a la clientela pequeño-burguesa de su agrupación, los hábitos mentaIes del oportunismo parlamentario. No es prudente, pues, seguirlo en su empeño de descubrir en el código burgués principios y nociones cuyo desarrollo baste para establecer el socialismo. Sorel, en tanto, extraño a toda preocupación parlamentaria y partidista, apoya directamente sus concepciones en la experiencia de la lucha de clases. Y una de las características de su obra, —que por este solo hecho no puede dejar de tomar en cuenta ningún historiógrafo del “nuevo derecho”— es precisamente su esfuerzo por entender y definir las creaciones jurídicas del movimiento proletario. El genial autor de las “Reflexiones sobre la violencia” advertía, —con la autoridad que a su juicio confiere su penetrante interpretación de la idea marxista,— la “insuficiencia de la filosofía jurídica de Marx”, aunque acompañase esta observación de la hipótesis de que “por la expresión enigmática de dictadura del proletariado, él entendía una manifestación nueva de ese Volksgeist al cual los filósofos del derecho histórico reportaban la formación de los principios jurídicos”. En su libro “Materiales de una teoría del proletariado”, Sorel expone una idea —la de que el derecho al trabajo equivaldrá en la consciencia proletaria a lo que es el derecho de propiedad en la- consciencia burguesa— mucho más importante y sustancial que todas las eruditas especulaciones del profesor Antonio Menger. Pocos aspectos, en fin, de la obra de Proudhom, —más significativa también en la historia del proletariado que los discursos y ensayos de Jaurés— son tan apreciados por Sorel como su agudo sentido del rol del sentimiento jurídico popular en un cambio social.

La presencia en la legislación demo-burguesa de principios, como el de “utilidad pública”, cuya aplicación sea en teoría suficiente para instaurar, sin violencia, el socialismo, tiene realmente una importancia mucho menor de la que se imaginaba optimistamente la elocuencia de Jaurés. En el seno del orden medioeval y aristocrático, estaban asimismo muchos de los elementos que, más tarde, debían producir, no sin una violenta ruptura de ese marco histórico, el orden capitalista. En sus luchas contra la feudalidad. los reyes se apoyaban frecuentemente en la burguesía, reforzando su creciente poder y estimulando su desenvolvimiento. El derecho romano, fundamento del código capitalista, renació igualmente bajo el régimen medioeval, en contraste con el propio derecho canónico, como lo constata Antonio Labriola. Y el municipio, célula de la democracia liberal, surgía también dentro de la misma organización social. Pero nada de esto significó una efectiva transformación del orden histórico, sino a partir del momento en qué la clase burguesa tomó revolucionariamente en sus manos el poder. El código burgués requirió la victoria política de la clase en cuyos intereses se inspiraba.

Muy extenso comentario sugiere el nutrido volumen del doctor Palacios. Pero este comentario me llevaría fácilmente al examen de toda la concepción reformista y demócrata del progreso social. Y esta sería materia excesiva para un artículo. Prefiero, abordarla sucesivamente en algunos artículos sobre debates y tópicos actuales de revisionismo socialista.

Pero no concluiré sin dejar constancia de que Palacios se distingue de la mayoría de los reformistas por la sagacidad de su espíritu crítico y el equilibrio de su juicio sobre el fenómeno revolucionario. Su reformismo no le impide explicarse la revolución. La Rusia de los Soviets, —a pesar de su dificultad para apreciar integralmente la obra de Lenín,— tiene en el pensamiento de Palacios la magnitud que le niegan generalmente regañones teóricos y solemnes profesores de la social-democracia. Y en su libro, se revela honradamente contra la mentira de que el derecho “nazca con tanta sencillez como una regla gramatical".

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

"El nuevo derecho" de Alfredo Palacios

El Dr. Alfredo Palacios, a quien la juventud hispano-americana aprecia como a uno de sus más eminentes maestros, ha publicado este año una segunda edición de “El Nuevo Derecho”. Aunque las nuevas notas del autor enfocan algunos aspectos recientes de esta materia, se reconocer siempre en la obra de Palacios un libro escrito en los primeros años de la paz, cuando el rumbo, arrullado todavía por los ecos del mensaje wilsoniano, se mecía en una exaltada esperanza democrática. Palacios ha sido siempre, más que un socialista, un demócrata, y no hay de qué sorprenderse si en 1920 compartía la confianza entonces muy extendida, de que la democracia conducía espontáneamente al socialismo. La democracia burguesa, amenazada por la revolución en varios frentes, gustaba entonces de decirse y creerse democracia social, a pesar de que una parte de la burguesía prefería ya el lenguaje y la práctica de la violencia. Se explica, por esto, que Palacios conceda a la conferencia del trabajo de Washington y los principios de legislación internacional del trabajo incorporados en el tratado de Paz, una atención mucho mayor que a la revolución rusa y a sus instituciones. Palacios se comportaba frente a la revolución con mucha más sagacidad que la generalidad de los social-demócratas. Pero veía en las conferencias del trabajo, más bien que en la revolución soviética, el advenimiento del derecho socialista. Es difícil que mantenga esta actitud hoy que Mr. Albert Thomas, Jefe fe la Oficina Internacional del Trabajo, -esto es del órgano de las conferencias de Washington, Ginebra, etc- acuerda sus alabanzas a la legislación obrera del Estado fascista, tan enérgicamente acusado de mistificación y fraude reaccionarios por el Dr. Palacios, en una de las notas que ha añadido al texto de “En Nuevo Derecho”.
Este libro, sin embargo, conservó un singular valor, como historia de la formación del derecho obrero hasta la paz wilsoniana. Tiene el mérito [de] no ser una teoría ni una filosofía del nuevo derecho sino únicamente un sumario de su historia. El doctor Sánchez Viamonte, que prologa la segunda edición, observa acertadamente: “No obstante su estructura y contenido de tratado, el libro del doctor Palacios es más bien un sesudo y formidable alegato en defensa del obrero, explicando el proceso histórico de su avance progresivo, logrado objetivamente en la legislación por el esfuerzo de las organizaciones proletarias y a través de la lucha social en el campo económico. No falta a este libro el tono sentimental un tanto dramático y a veces épico, desde que, en cierto modo, es una epopeya; la más grande y trascendental de todas, la más humana, en suma: la epopeya del trabajo. Por eso, supera al tratado puramente técnico del especialista, frio industrial de la ciencia, que aspira a resolver matemáticamente el problema de la vida”. Palacios estudia los orígenes del “nuevo derecho” en capítulos a los que el sentimiento apologético, el tono épico como dice Sánchez Viamonte, no resta objetividad ni exactitud magisteriales. El sindicato, como órgano de la consciencia y la solidaridad obreras, es enjuiciado por Palacios con un claro sentido de su valor histórico. Palacios se da cuenta perfecta de que el proletariado ensancha y educa su consciencia de clase en el sindicato mejor que en el partido. Y, por consiguiente, busca en la acción sindical, antes que en la acción parlamentaria de los partidos socialistas, la mecánica de las conquistas de la clase obrera.
Habría, empero que reprocharle, a propósito del sindicalismo, su injustificable prescindencia del pensamiento de George Sorel en la investigación de los elementos doctrinales y críticos del derecho proletario. El olvido de la obra de Sorel, a la cual está vinculado el más activo y fecundo movimiento de continuación teórica y práctica de la ideal marxista, me parece más particularmente remarcable por la mención desproporcionada que, en cambio concede Palacios a los conceptos jurídicos de Jaures. Mientras Jaures, -a cuya gran figura no regateo ninguno de los méritos que en justicia le perteneces- era esencialmente un político y un intelectual que se movía, ante todo, en el ámbito del partido y que, por ende, no podía evitar en su propaganda socialista, atento a la clientela pequeño-burguesa de su agrupación, los hábitos mentales del oportunismo parlamentario. No es prudente, pues, seguirlo en su empeño de descubrir en el código burgués principios y nociones cuyo desarrollo baste para establecer el socialismo. Sorel, en tanto, extraño a toda preocupación parlamentaria y partidista, apoya directamente sus concepciones en la experiencia de la lucha de clases. Y una de las características de su obra, -que por este solo hecho no puede dejar de tomar en cuenta ningún historiógrafo del “nuevo derecho”- es precisamente su esfuerzo por entender y definir las creaciones jurídicas del movimiento proletario. El genial autor de las “Reflexiones sobre la violencia” advertía, -con la autoridad que a su juicio confiere su penetrante interpretación de la idea marxista, la “insuficiencia de la filosofía jurídica de Marx”, aunque acompañase esta observación de la hipótesis de que “por la expresión enigmática de dictadura del proletariado, él entendía una manifestación nueva de ese Volkgeist al cual los filósofos del derecho histórico reportaban la formación de los principios jurídicos”. En su libro “Materiales de una teoría del proletariado”, Sorel expone una idea -la de que el derecho al trabajo equivaldrá en la consciencia proletaria a lo que es el derecho de propiedad en la consciencia burguesas- mucho más importante y sustancial que todas las eruditas especulaciones del profesor Antonio Menger. Pocos aspectos, en fin, de las obras de Proudhon, -más significativa también en la historia del proletariado que los discursos y ensayos de Jaurés- son tan apreciados por Sorel como su agudo sentido del rol del sentimiento jurídico popular en un cambio social.
La presencia de la legislación demo-burguesa de principios, como el de “utilidad pública”, cuya aplicación sea en teoría suficiente para instaurar, sin violencia, el socialismo, tiene realmente una importancia mucho menos de la que se imaginaba optimistamente la elocuencia de Jaurés. En el seno del orden medioeval y aristocrático, estaban también casi todos los elementos que, más tarde, debían producir, no sin una violenta ruptura de ese marzo histórico, el orden capitalista. En sus luchas contra la feudalidad, los reyes de apoyaban frecuentemente en la burguesía, reforzando su creciente poder y estimulando su desenvolvimiento. El derecho romano, fundamente del código capitalista, renació igualmente bajo el régimen medioeval, en contraste con el propio derecho canónico, como lo constata Antonio Labriola. Y el municipio, célula de la democracia liberal, surgía también dentro de la misma organización social. Pero nada de esto significó una efectiva transformación del orden social sino a partir del momento en que la clase burguesa tomó revolucionariamente en sus manos el poder. El código burgués requirió la victoria política de la clase en cuyos intereses se inspiraba.
Muy extenso comentario sugiere el nutrido volumen del Dr. Palacios. Pero este comentario nos llevaría fácilmente al examen de toda la concepción reformista y demócrata del progreso social. I esta sería materia excesiva para un artículo. Prefiero, por mi parte, abordarla sucesivamente en algunos artículos sobre algunos debates y tópicos actuales de revisionismo socialista.
Pero no concluiré sin dejar constancia de que Palacios se distingue de la mayoría de los reformistas por la sagacidad de su espíritu crítica y su comprensión del fenómeno revolucionario. Su reformismo no le impide explicarse la revolución. La Rusia de los Soviets, a pesar de su dificultad para apreciar integralmente la obra de Lenin, reviste a su juicio la magnitud que le niegan generalmente los regañones (...).

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Óscar Herrera, 29/10/1927

Buenos Aires, 29 de octubre de 1927
Mi querido Mariátegui:
Acabo de recibir y leer su carta del 30 de setiembre, por lo que veo unas cartas demoran más que otras en llegar a Buenos Aires, pues junto con la suya acabo de recibir una de mi casa que está fechada muy posteriormente. Hoy es día de correo para el Perú y por eso me apresuro a escribirle a fin de que tenga Ud. mi respuesta lo antes posible.
La carta que Ud. me escribió, a poco de salir del Hospital de San Bartolomé, la recibí oportunamente y conforme a sus indicaciones la mostré a Seoane y, algo más, la leí en la sesión que celebró nuestra célula del A.P.R.A. Siguiendo mi costumbre contesté su carta aprovechando el primer correo salido después de su recepción y le hablaba entonces de la favorable acogida que Ud. tendría en esta gran ciudad por las gentes de letras, que conocen bastante su obra y aprecian su valor debidamente. Le decía posteriormente, al escribirle por segunda vez sobre la posibilidad de su venida a ésta, que el Dr. Alfredo Palacios se había comprometido espontáneamente a presidir una manifestación que le recibiría a Ud. en la estación del ferrocarril. Además el maestro Palacios estaría dispuesto a dejar pesar toda su influencia para conseguirle a Ud. ocupación periodística, igual cosa ha prometido también, a Beltroy, Luis Góngora, que trabaja en Crítica, como crítico de teatro.
En un principio Ud. y su familia podrían contar con el apoyo material de Palacios y el mío, que por lo menos alcanzaría para cubrir los gastos más urgentes. Sánchez Viamonte, preside el Socorro Rojo, y él ha prometido que esta entidad también podría contribuir, durante el tiempo que Ud. estuviera sin trabajo, con algo para su sostenimiento.
El director de Atlántica, una lujosa revista de intelectuales, me ha dicho, hablando sobre la posibilidad de su venida, que él está dispuesto a ayudarle a levantar en Buenos Aires la empresa editorial que sacará Amauta. En una palabra Ud. en Buenos Aires no sólo tendría asegurado su éxito como intelectual sino también su pasar hogareño.
En cuanto yo tuviera la seguridad de su venida podría iniciar una colecta pro recepción, dentro del mismo círculo de gentes donde se hizo la protesta por su prisión. Me imagino que habrá Ud. leído en Nosotros la larga lista de firmantes. En toda esta labor podríamos estar ayudados por los muchachos de la célula de Buenos Aires, todos los cuales lo aprecian mucho y tienen buena voluntad para servirle.
Esta carta la confío a otra dirección que las anteriores y tendría un gran placer en que Ud. la recibiera.
A varios compañeros de ésa les he escrito y me consta que algunos de ellos han recibido mis cartas y al referirme a Ud. he hecho mención de Ud. y el seguro éxito de su estada en Buenos Aires, me sorprende que no le hayan dicho nada.
De Haya sólo sabemos que está en Boston acogido bajo la hospitalidad de una asociación de intelectuales, que le invitó a dar un ciclo de conferencias. Ha prometido escribirnos extensamente y esperamos recibir correspondencia de él en estos días. Ravines continúa en París y escribe que lo pasa bien, no obstante las pequeñas fallas de nuestras remesas, debido a nuestra fatal inconstancia, en unos casos y a la mala suerte en otros, que ha mermado nuestro fondo de reserva de la célula de Buenos Aires. Por eso es que yo no cuento en mis planes sino transitoriamente con la colaboración de estos muchachos de la célula inclusive Seoane, que es uno de los que más pronto se cansan.
Si Ud. viene a Buenos Aires yo alquilaré una casita en los alrededores o en un pueblito vecino y viviré en su grata compañía, por supuesto yo correré con todos los gastos que pueda. Salvo que Ud. tenga mejores proposiciones. Debo sí comunicarle que la casa de Paseo Colón se disolvió, debido al divorcio de los esposos Seoane-Cavero.
Estoy enteramente a sus órdenes para todo lo que pueda Ud. necesitar.
Sin más por el momento reciba mi cordial abrazo de compañero y fraterno amigo.
Óscar
Nota.- Heysen está todavía en La Plata, según me dicen muy escaso de fondos debido a que ya su familia no le manda nada, y tiene que vivir de su trabajo, que en la iniciación es mal remunerado. Este engreído muchacho necesita de esta prueba, hasta ahora ha vivido como hijo de familia y recién se vale por sí mismo, el cambio ha sido de un momento a otro pero siempre, aunque doloroso, le servirá para templarse mejor.

Herrera, Óscar

Carta de Manuel A. Seoane, 10/3/1927

Buenos Aires, 10 de marzo de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Mi querido compañero:
Estoy encargado por Alfredo Palacios, que entiende así la división del trabajo, de redactar una carta de felicitación a Amauta, para que la firmen los intelectuales de avanzada argentinos. Me apresuro a comunicarle esta noticia, pues la idea ha de alegrarle hasta por la intención que lleva de borrar el mal efecto que causara la carta de los chocanistas. Palacios está evolucionando rápidamente, desencantándose de algunas ilusiones institucionales y colaboracionistas, por lo que, pronto, le enviaré algo de él o sobre él. Espero que la carta vaya antes de fin de mes. Procuraré que la trasmitan por telégrafo algunos corresponsales.
El ministro de México, que mereciera cierta expulsión del gobierno militar de Chile, hombre de izquierda, también admira Amauta y he pensado que una colaboración suya sería muy interesante. Igual cosa cabe decir de una hijita suya, poetisa, a la manera del Hai Kais, a quien he pedido algo, por intermedio de un amigo, para Amauta.
Este ministro, Rodolfo Ghioldi —también posible colaborador— y otras personas me han preguntado cómo se puede hacer para suscribirse.
Todo esto, colaboraciones, suscripciones, etc., me mueven a preguntarle si U. no tendría inconveniente en otorgarme la representación de Amauta, a fin de invocar un mayor título que el de la amistad. Sé que Herrera tiene alguna atribución, pero ignoro sus límites.
Le ruego que me conteste prontamente. En estos días le mando varias publicaciones, entre ellas la carta con que respondo a mi designación como miembro del grupo “Resurgimiento”. También irá un artículo sobre “Ubicación del presente momento social argentino” y otro sobre “Clasificación de la reforma estudiantil”.
Siempre a sus órdenes, cordialmente
M. Seoane
Bolívar 65 A o Paseo Colón 588 - Dto. 2-(1)
(1) También dirección de Cornejo Koster, con quien vivo. Vale.

Seoane, Manuel

¿Existe un pensamiento hispano-americano?

¿Existe un pensamiento hispano-americano?

Hace cuatro meses, en un artículo sobre la idea de un congreso de intelectuales ibero-americanos, formulé esta interrogación. La idea del congreso, ha hecho, en cuatro meses, mucho camino. Aparece ahora como una idea que, vaga pero simultáneamente, latía en varios núcleos intelectuales de la América indo-ibera. Como una idea que germinaba al mismo tiempo en diversos centros nerviosos del continente. Esquemática y embrionaria todavía, empieza hoy a adquirir desarrollo y corporeidad.
En la Argentina, un grupo enérgico y volitivo se propone asumir la función de animarla y realizarla. La labor de este grupo tiende a eslabonarse con la de los demás grupos ibero-americanos afines. Circulan entre estos grupos algunos cuestionarios que plantean o insinúan los temas que debe discutir el congreso. El grupo argentino ha bosquejado el programa de una “Unión Latino-Americana”. Existen, en suma, los elementos preparatorios de un debate, en el discurso del cual se elaborarán y se precisarán los fines y las bases de este movimiento, de coordinación o de organización del pensamiento hispanoamericano como, un poco abstractamente aún, suelen definirlo sus iniciadores.
II
Me parece, por ende, que es tiempo de considerar y esclarecer la cuestión planteada en mi mencionado artículo. ¿Existe ya un pensamiento característicamente hispano-americano? Creo que, a este respecto, las afirmaciones de los fautores de su organización van demasiado lejos. Ciertos conceptos de un mensaje de Alfredo Palacios a la juventud universitaria de Ibero-América han inducido a algunos temperamentos excesivos y tropicales a una estimación exorbitante del valor y de la potencia del pensamiento hispano-americano. El mensaje de Palacios, entusiasta y optimista en sus aserciones y en sus frases, como convenía a su carácter de arenga o de proclama, ha engendrado una serie de exageraciones. Es indispensable, por ende, una rectificación de esos conceptos demasiado categóricos.
“Nuestra América -escribe Palacios- hasta hoy ha vivido de Europa teniéndola por guía. Su cultura la ha nutrido y orientado. Pero la última guerra ha hecho evidente lo que ya se adivinaba: que en el corazón de esa cultura iban los gérmenes de su propia disolución”. No es posible sorprenderse de que estas frases hayan estimulado una interpretación equivocada de la tesis de la decadencia de Occidente. Palacios parece anunciar una radical independización de nuestra América de la cultura europea. El tiempo de verbo se presta al equívoco. El juicio del lector simplista deduce de la frase de Palacios que “hasta hoy la cultura europea ha nutrido y orientado” a América; pero que desde hoy no la nutre ni orienta más. Resuelve, al menos, que desde hoy Europa ha perdido el derecho y la capacidad de influir espiritual e intelectualmente en nuestra joven América. Y este juicio se acentúa y se exacerba, inevitablemente, cuando, algunas líneas después, Palacios agrega que “no nos sirven los caminos de Europa ni las viejas culturas” y quiere que nos emancipemos del pasado y del ejemplo europeos.
Nuestra América, según Palacios, se siente en la inminencia de dar a luz una cultura nueva. Extremando esta opinión o este augurio, la revista “Valoraciones” habla de que “liquidemos cuentas con los tópicos al uso, expresiones agónicas del alma decrépita de Europa”.
¿Debemos ver en este optimismo un signo y un dato del espíritu afirmativo y de la voluntad creadora de la nueva generación hispano-americana? Yo creo reconocer, ante todo, un rasgo de la vieja e incurable exaltación verbal de nuestra América. La fe de América en su porvenir no necesita alimentarse de una artificiosa y retórica exageración de su presente. Está bien que América se crea predestinada a ser el hogar de la futura civilización. Está bien que diga: “por mi raza hablará el espíritu”. Está bien que se considere elegida para enseñar al mundo una verdad nueva. Pero no que se suponga en vísperas de reemplazar a Europa ni que declare ya fenecida y tramontada la hegemonía intelectual de la gente europea.
La civilización occidental se encuentra en crisis; pero ningún indicio existe aún de que resulte próxima a caer en definitivo colapso. Europa no está, como absurdamente se dice, agotada y paralítica. Malgrado la guerra y la post-guerra, conserva su poder de creación. Nuestra América continúa importando de Europa ideas, libros, máquinas, modas. Lo que acaba, lo que declina, es el ciclo de la civilización capitalista. La nueva forma social, el nuevo orden político, se están plasmando en el seno de Europa. La teoría de la decadencia de Occidente, producto del laboratorio occidental, no prevé la muerte de Europa sino de la cultura que ahí tiene su sede. Esta cultura europea, que Spengler juzga en decadencia, sin pronosticarle por esto un deceso inmediato, sucedió a la cultura greco-romana, europea también. Nadie descarta, nadie excluye la posibilidad de que Europa se renueve y se transforme una vez más. En el panorama histórico que nuestra mirada domina, Europa se presenta como el continente de las máximas palingenesias. Los mayores artistas, los mayores pensadores contemporáneos, ¿no son todavía europeos? Europa se nutre de la savia universal. El pensamiento europeo se sumerge en los más lejanos misterios, en las más viejas civilizaciones. Pero esto mismo demuestra su posibilidad de convalecer y renacer.
III
Tornemos a nuestra cuestión. ¿Existe un pensamiento característicamente hispano-americano? Me parece evidente la existencia de un pensamiento francés, de un pensamiento alemán, etc., en la cultura de Occidente. No me parece igualmente evidente, en el mismo sentido, la existencia de un pensamiento hispano-americano. Todos los pensadores de Nuestra América se han educado en una escuela europea. No se siente en su obra el espíritu de la raza. La producción intelectual del continente carece de rasgos propios. No tiene contornos originales. El pensamiento hispano-americano no es generalmente sino una rapsodia compuesta con motivos y elementos del pensamiento europeo. Para comprobarlo basta revistar la obra de los más altos representantes de la inteligencia indo-ibera.
El espíritu hispano-americano está en elaboración. El continente, la raza, están en formación también. Los aluviones occidentales en los cuales se desarrollan los embriones de la cultura hispano o latino-americana -en la Argentina, en el Uruguay, se puede hablar de latinidad- no han conseguido consustanciarse ni solidarizarse con el suelo sobre el cual la colonización de América los ha depositado.
En gran parte de Nuestra América constituyen un extracto superficial e independiente al cual no aflora el alma indígena, deprimida y huraña, a causa de la brutalidad de una conquista que en algunos pueblos hispano-americanos no ha cambiado hasta ahora de métodos. Palacios dice: “Somos pueblos nacientes, libres de ligaduras y atavismos, con inmensas posibilidades y vastos horizontes ante nosotros. El cruzamiento de razas nos ha dado un alma nueva. Dentro de nuestras fronteras acampa la humanidad. Nosotros y nuestros hijos somos síntesis de razas”. En la Argentina es posible pensar así; en el Perú y otros pueblos de Hispano-América, no. Aquí la síntesis no existe todavía. Los elementos de la nacionalidad en elaboración no han podido aún fundirse o soldarse. La densa capa indígena se mantiene casi totalmente extraña al proceso de formación de esa peruanidad que suelen exaltar e inflar nuestros sedicentes nacionalistas, predicadores de un nacionalismo sin raíces en el suelo peruano, aprendido en los evangelios imperialistas de Europa, y que, como ya he tenido oportunidad de remarcar, es el sentimiento más extranjero y postizo que en el Perú existe.
IV
El debate que comienza debe, precisamente, esclarecer todas estas cuestiones. No debe preferir la cómoda ficción de declararlas resueltas. La idea de un congreso de intelectuales iberoamericanos será válida y eficaz, ante todo, en la medida en que logre plantearlas. El valor de la idea está casi íntegramente en el debate que suscita.
El programa de la sección argentina de la bosquejada Unión Latino-Americana, el cuestionario de la revista “Repertorio Americano” de Costa Rica y el cuestionario del grupo que aquí trabaja por el congreso, invitan a los intelectuales de Nuestra América a meditar y opinar sobre muchos problemas fundamentales de este continente en formación. El programa de la sección argentina tiene el tono de una declaración de principios. Y una declaración de principios resulta prematura indudablemente. Por el momento, no se trata sino de trazar un plan de trabajo, un plan de discusión. Pero en los trabajos de la sección argentina alienta un espíritu moderno y una voluntad renovadora. Este espíritu, esta voluntad, le confieren el derecho de dirigir el movimiento. Porque el congreso, si no representa y organiza la nueva generación hispano-americana, no representará ni organizará absolutamente nada.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Manuel Seoane, 25/2/1928

Buenos Aires, 25 de febrero de 1928
Mi querido José Carlos:
Hará cerca de un mes que le escribí, adjuntándole unos poemas de Miró y de Cisneritos, además de copia de mi artículo “Nacionalismo y limeñísimo”, que apareció en Sierra, innoblemente mutilado. Hágame el favor de decirme si la recibió.
Ahora le adjunto un artículo sobre la deuda pública peruana. Si a U. le parece que tiene cosas muy peligrosas innecesariamente, puede suprimirlas, siempre que se conserve la fuerza brutal de las cifras. Sin embargo, ha sido escrito especialmente para Amauta calculando que la estupidez policial no llegará a husmear en una cosa con tantos números. Debo decirle que los datos son rigurosamente exactos. Los cuadros oficiales que Amauta publica no permiten formarse juicio porque están hechos con propósito desorientador. Yo he hurgado pacientemente y he encontrado las formidables consecuencias que U. verá. Los tantos por ciento han sido bien calculados, pues tampoco los adjunta la estadística. Sólo quiero pedirle que me envíe la correspondiente a 1927. He venido robándolas desde el año 1923, pero ahora me vigilan terriblemente y he agotado mis recursos de ladrón.
No he recibido el número 10 ni el 11 de Amauta. Palacios tampoco. Le pido el 10 especialmente porque, a pesar de tener marcado su artículo, Palacios no me lo quiere devolver. Hasta los socialdemócratas entran por la dictadura.
Samet me dice que los vende muy bien. Ya se ha concluido el número 10. El 11 llegó ayer y se han vendido cinco. Mande U. más.
Estoy maravillado del espíritu de Blanca Luz. Cómo debe U. extrañarla mi querido amigo. Me había puesto algo rocoso, agrio, queseyó, esta lucha y este pulimento constante. Cómo ha venido a alegrar mi vida de revolucionario el espíritu ágil de esta chica tan dilapidadoramente buena. Y cómo lo quiere. Para mí reemplaza a la hermanita menor que siempre se soñó tener.
Ella, con Cisneritos y Miró, piensan resucitar Guerrilla. Creo que podrán conseguirlo. Puede tenerse muchas esperanzas en este terceto, cuyo revolucionarismo se hace cada día más consciente y más firme.
Le mandé Renovación. Ahora van otros números. Me dicen que U. va a publicar un libro. Lo anunciaré así.
Como siempre, admirado compañero, mi afecto antes que todo y luego mi absoluta adhesión intelectual.
M. Seoane
Manuel A. Seoane
(Elsa Arbutti. Charlonne 12).
A los muchachos puede escribirles bajo mi sobre.
Por favor, cuando reciba ésta, póngame unas líneas, para despejar inquietudes.

Seoane, Manuel

La convención internacional de maestros de Buenos Aires

Las vigías del confuso y extenso panorama indo-americano registran un hecho de trascendencia para el destino del continente: la Convención Internacional de Maestros de Buenos Aires. Las agencias telegráficas, demasiado ocupadas por los viajes de Lindberg, no han dedicado casi ninguna atención a este suceso. Pero he aquí, precisamente, una razón para destacarlo y enjuiciarlo. Muy raro es encontrar reflejado en la información cablegráfica cotidiana uno de los acontecimientos que están dibujando la nueva fisionomía espiritual de nuestra América.
La convocatoria de este congreso de maestros data de principios del año último. Partió de la Asociación General de Profesores de Chile, una de las corporaciones de maestros de América más señaladas por su ideario y sus campañas renovadoras. El golpe de estado del coronel Ibañez malogró el propósito de los maestros chilenos de reunir la Convención en Santiago. Muchos de los miembros dirigentes de la Asociación General de Profesores andaban perseguidos. Y, en general, bajo un régimen estrechamente militarista y chauvinista, faltaba una atmósfera espiritual adecuada para las labores de un congreso donde se debía discurrir sobre la realización de ideales ecuménicos -americanos- de fraternidad y civilidad. Los iniciadores del congreso, encargaron entonces su organización a un calificado grupo de profesores argentinos. En la Argentina, está viva la magnífica tradición de Sarmiento, -que nos presenta la grandeza de ese pueblo como la obra de un educador-. En la Argentina, alcanzó su más vigorosa afirmación el movimiento de reforma universitaria latino-americana, nacido en una universidad argentina, la de Córdoba. La nueva sede de la Convención reunía las mejores garantías morales de trabajo fecundo.
Los votos aprobados por el congreso testimonian el espíritu sincero y profundamente renovador que lo ha inspirado. Un dinámico y autorizado grupo de educadores argentinos, -en el cual sobresalen las figuras, ya figuras de Alfredo Palacios, Carlos Sánchez Viamonte, Julio R. Barcos, Juan Matovani, Gabriel del Mazo y otros- ha orientado y dirigido las labores del congreso, imprimiéndole su concepto moderno y humano de la enseñanza. En estas labores, al lado de representantes del Uruguay, México, Centro-América, Chile, Bolivia y demás países latino-americanos, han tomado parte Manuel A. Seoane y Oscar Herrera, compatriotas nuestros.
El Congreso ha enfocado, con generosa visión, los grandes problemas de la enseñanza, pronunciándose abiertamente por una amplia acción social de los maestros. Una de sus declaraciones al respecto, propugna lo siguiente: “1º. Orientar la enseñanza hacia el principio de la fraternidad humana basado en una más justa distribución de las riquezas entre los hombres de todas las latitudes de la tierra. -2º. Propicias en la enseñanza la modificación del criterio histórico actual, despojándolo de su carácter guerrero, dando primacía a la historia civil y a la interpretación social de la civilización”. Otras declaraciones reivindican para el magisterio el derecho a la dirección técnica de la educación; afirman la alianza de los maestros con los trabajadores manuales que luchan por un programa de justicia social y económica; y reclaman la democratización efectiva de la enseñanza, a cuyos grados superiores solo deben tener acceso los más aptos. Las conclusiones sancionadas por la Convención sobre este punto traducen el nuevo ideario educativo. “La educación privada y pública -dice una de estas conclusiones- cuando signifique preparación de élites y creación de futuras situaciones de dominación, atenta contra la vida moral de la humanidad. Las élites no deben hacerse; surgirán solas en el cultivo igual de todos los jóvenes espíritus. Las pseudo élites, formadas por el privilegio educativo, no reposan en condiciones naturales, recurren a la fuerza, a la intriga y a la tiranía para sostenerse minando los verdaderos valores sociales de la persistencia y mejoramiento progresivo de la especie humana”. “La socialización de la cultura supone: a), el gobierno democrático de la educación por padres, maestros y profesores elegidos libremente por estos; b), la autonomía económica, administrativa y técnica de los consejos escolares; c), la escuela unificada, desde el Kindergarten a la Universidad, fundada en el trabajo espiritual y manual fusionados en la labor educativa y que supone el derecho de todo individuo de ser educado hasta el límite que marquen sus capacidades”. La Convención ha hecho justicia a las obras más significativas y considerables de renovación de la enseñanza en América, destacando como tales “la acción innovadora de la revolución mexicana en materia educacional; el moderno código de educación de Costa Rica, inspirado en las ideas más recientes, y el magnífico plan de reconstrucción educacional elaborado por la Asociación General de Profesores de Chile”.
En este Congreso de Maestros, -que ha recibido la adhesión de pedagogos e instituciones de gran autoridad, -se han expuesto y mentado todos los ensayos y movimientos educacionales contemporáneos. El espíritu de la Convención ha sido, en todas sus conclusiones, un espíritu de reforma y vanguardia. Pero en la médula de sus deliberaciones, se reconoce una concepción más liberal que socialista de la educación. Se constata una reivindicación excesiva de la autonomía de la enseñanza, se une una insistente aserción del carácter anti-dogmático de esta. Dos conceptos que acusan la persistencia de los viejos mirajes de la “escuela laica” y la “libertad de enseñanza”, como de realidades absolutas y superiores a la escuela religiosa y a la enseñanza del Estado. El amigo Barcos, cuyos méritos de educador soy el primer en proclamar, llevado por su íntimo liberalismo considera el nuevo programa de educación de Chile superior al de Rusia, por ser este dogmático y el primero no. Por mi parte, no creo en una cultura sin dogmas ni en un Estado agnóstico. Y aún me siento tentado de declarar que, partiendo de puntos de vista inconciliablemente puestos, coincido con Henry Massis en que solo el dogma es fecundo. Hay dogmas y dogmas y hasta el de repudiarlos todos es, a la postre, uno más. Pero ya este es un tópico aparte cuyo esclarecimiento dentro de una sumaria (...).

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Celestino Manchego Muñoz, 6/12/1927

Lima, 6 de diciembre de 1927
Señor doctor Celestino Manchego Muñoz.
Ministro de Gobierno.
Presente.
Señor Ministro:
No pudiendo entrevistarme personalmente con Ud. a fin de exponerle las razones en que, esclarecido sin duda cualquier equívoco respecto a su índole, fundo mi demanda para reanudar la publicación de la revista Amauta, cumplo con dar carácter formal ante su despacho a esta solicitud, dejando constancia de lo siguiente:
1° Que Amauta, conforme a su artículo de presentación y a los nueve números publicados hasta mayo último, que definen claramente su carácter, no es una publicación de propaganda subversiva ni está absolutamente comprometida en plan alguno de conspiración contra el Gobierno.
2° Que Amauta, revista de cultura, de definición ideológica y de especulación científica, estética y doctrinal, es extraña a toda organización internacional comunista.
3° Que el carácter ideológico y cultural de la revista está perfectamente acreditado por los insospechables testimonios de aplauso y simpatía que ha merecido de intelectuales y artistas como Unamuno, H. Walden, F. T. Marinetti, Enrique José Varona, Eugenio d’Ors, Alfredo Palacios, J. García Monge, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Ugarte y muchos otros, de conocido renombre y a ninguno de los cuales se puede calificar de comunista; y
4° Que Amauta no puede ser considerada como un órgano de agitación popular, tanto por el género y estilo de sus estudios, como porque de acuerdo con su carácter de revista mensual de cultura guarde prescindencia respecto de los actos de la política gubernamental.
En esta virtud, solicito de Ud. Senor Ministro que se sirva dictar las medidas destinadas a garantizar la libre circulación, publicación y propaganda comercial de Amauta así como su correspondencia y la mía personal.
Tengo el honor de suscribirme de Ud. Señor Ministro muy atentamente.

José Carlos Mariátegui La Chira