Tarjeta Postal de una pintura de Morani
- PE PEAJCM SEA-F-01-05-01-03-INP-0062
- Item
- [1924]
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Tarjeta postal de una pintura del artista italiano Morani "Ritratto d'Ignoto".
Galleria Degli Uffizi
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Tarjeta Postal de una pintura de Morani
Part of Fondo Sociedad Editora Amauta
Tarjeta postal de una pintura del artista italiano Morani "Ritratto d'Ignoto".
Galleria Degli Uffizi
Tarjeta Postal de una escultura "Venere Afrodite"
Part of Fondo Sociedad Editora Amauta
Tarjeta postal de una escultura "Venere Afrodite" que se encuentra en el Museo del Vatican (Roma)
Autor no Identificado
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Fotografía del Carboncillo "Desnudo" de Emilio Pettoruti para su publicación en la revista Amauta.
Al reverso de la imagen con letra de Emilio Pettoruti:
"Desnudo" carbón
Roma 1917
PettoRuti
Este es el desnudo que motivó tanto escándalo ¡No es el colmo! tal vez algo más aún
Con Letras José Carlos Mariátegui: "igual"
Pettoruti, Emilio
Reproducción fotográfica del retrato del pintor Piero Marussig
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Fotografía del retrato del pintor Piero Marussig de 1920, enviada por Emilio Pettoruti para su publicación en la revista Amauta.
Al reverso de la imagen con letra de Emilio Pettoruti:
Retrato del pintor iataliano Piero Marussig
Milano, 1920
Petto Ruti
Pettoruti, Emilio
Reproducción fotográfica de una obra de Vinicio Paladini 'Jongleries'
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Imagen de la pintura "Jongleries" de Vinicio Paladini.
Al reverso de la imagen se lee:
Vinicio Paladino "Jongleries"
15 Exposition internationale d'art de Venise"
Con letra de José Carlos Mariátegui se lee: "a columna"
Paladino, Vinicio
Impresión de caricatura Le réveil du Printemps = Despertar de primavera
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Impresión de la Caricatura "Despertar de Primavera" = Le réveil du printemps publicado en la revista Amauta en 1926.
Con letra de José Carlos Mariátegui: 9 cm ancho.
Grosz, George
José Carlos en el Piccolo de Eden con amigos (I)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en el restaurante Il Piccolo Eden en la ciudad de Nervi, Génova, Italia.
Lo acompañan, de izquierda a derecha: Maurice Benbassat estudiante de economía de la Universidad de Génova, quién compartió la pensión donde vivía Mariátegui, y el señor Navach (el del bigote). El cuarto personaje no ha sido identificado aún.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos en el Piccolo de Eden con amigos (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Otra vista de José Carlos Mariátegui en el restaurante Il Piccolo Eden en la ciudad de Nervi, Génova, Italia, con Maurice Benbassat estudiante de economía de la Universidad de Génova, quién compartió la pensión donde vivía Mariátegui, y el señor Navach (el del bigote) y un cuarto personaje no ha sido identificado aún además de dos personas del restaurante (mozo en traje blanco y dama de pelo rubio, ambos al centro).
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui con César Falcón
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Copia fotográfica de José Carlos Mariátegui junto con César Falcón y una amiga en Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Copia fotográfica de Anna Chiappe a los 23 años de edad en Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (I)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui con un grupo de modelos en Anticoli Corrado, Roma, 1920.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui acompañado de modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (III)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui acompañado de modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (IV)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui acompañado de modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (V)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui acompañado de modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña en Anticoli Corrado (I)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña con modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña en Anticoli Corrado (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña con modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Anticoli Corrado (VI)
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José Carlos Mariátegui acompañado de modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en la plaza de San Pedro
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui y Artemio Ocaña
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui y Artemio Ocaña en la puerta principal de San Pedro.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui, Artemio Ocaña y Carrión
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José Carlos Mariátegui en la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su derecha: Carrión.
A su izquierda: Artemio Ocaña
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui sentado frente a la plaza de San Pedro
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui sentado frente a la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui, Pío Artadi y Carrión (I)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su derecha: Carrión.
A su izquierda: Pío Artadi.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui, Pío Artadi y Carrión (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en las inmediaciones de la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su izquierda: Pío Artadi y Carrión.
Archivo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña, José Carlos Mariátegui y F. Gulda
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui sentado en medio de Artemio Ocaña y F. Gulda en las inmediaciones de la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su derecha: Artemio Ocaña
A su izquierda: F. Gulda.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui con F. Gulda y Pío Artadi
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, en la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su derecha: Pío Artadi. y F. Gulda.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui, Artemio Ocaña y Carrión (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en las inmediaciones de la plaza de San Pedro, Vaticano, Roma, a la espera de la elección del nuevo papa Pío XI sucesor de Benedicto XV.
A su izquierda: Artemio Ocaña y Carrión
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui caminando por Unter der Linden
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Jose Carlos Mariátegui, con una persona no identificada, Berlín, 29 de octubre de 1922. Caminando por Unter der Linden se dice que el fondo sería la Puerta de Brandenburgo, entrada a la ciudad de Berlín.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui, Anna Chiappe, su hijo Sandro y César Falcón
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui junto a Anna Chiappe, su hijo Sandro y, César Falcón y una amiga de él.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en 1922
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en retrato de estudio.
Con su letra: Roma, 19 de febrero de 1922, José.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui como corresponsal de El Tiempo
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui en Génova. La foto fue tomada para el carnet de identidad en la Conferencia Económica Internacional.
Archivo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui junto a Anna Chiappe y su hijo Sandro M.
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui junto a Anna Chiappe y su hijo Sandro Mariátegui en la terraza de su departamento en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe y su hijo Sandro Mariátegui en la terraza de su departamento en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en Villa Pescatore
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en Villa Pescarote a 25 Km. de Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en la terraza de su casa de la Vía della Scrofa 10, Roma en 1922.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro Mariátegui (I)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Fotografía tomada por José Carlos Mariátegui, quién escribió la siguiente leyenda:
José Carlos Mariátegui La Chira
José Carlos Mariátegui con su hijo Sandro M.
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
José Carlos Mariátegui y su pequeño hijo Sandri en la terraza de su casa de la Via della Scrofa, Roma, 1922.
Archivo José Carlos Mariátegui
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en la terraza de su casa de la Vía della Scrofa 10, Roma en 1922.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en Roma 1922 (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe en la terraza de su casa de la Vía della Scrofa 10, Roma en febrero de 1922.
Archivo José Carlos Mariátegui
Sandro Mariátegui recién nacido
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Sandro en su carriola, en la terraza del departamento donde vivían Anna y José Carlos, en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Sandro Mariátegui recién nacido (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
El hijo mayor de José Carlos Mariátegui, Sandro, en la terraza del departamento donde vivían Anna y José Carlos, en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con su hijo Sandro en Roma
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Anna Chiappe con el pequeño Sandro Mariátegui en la terraza del departamento donde vivían con José Carlos, en Via della Scrofa no. 10 int. 5., Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña en Anticoli Corrado (II)
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Artemio Ocaña con modelos de la Escuela de Arte en Anticoli Corrado, Roma.
Archivo José Carlos Mariátegui
Reproducción fotográfica de una obra de Martyros Saryan "Midday Stillness"
Part of Fondo Sociedad Editora Amauta
Reproducción fotográfica de una obra del artista ruso Martyros Saryan llamada "Midday Stillness"
Saryan, Martiros
Reproducción fotográfica de una escultura de Sandomirsky
Part of Fondo Sociedad Editora Amauta
Reproducción fotográfica de una escultura "Un adulte" del artista ruso Sandomirsky.
Sandomirsky
Reproducción fotográfica de una obra de Alexander Tyshler "Head"
Part of Fondo Sociedad Editora Amauta
Reproducción fotográfica de una obra del artista ruso Alexander Tyshler llamada "Head"
Tarjeta postal de Luis Varela y Orbegoso
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Recuerdo de Eleusis
Varela
Eleusis, 23-III-922
Varela y Orbegoso, José Luis
Carta del Touring Club Italiano, 6/2/1925
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Milano, 6 febbraio 1925
Il.mo Señor José Carlos Mariátegui
Casilla de Correo 2107
Lima
Le agradezco vivamente su muy cortés del 1º diciembre y hago votos por un pronto y completo restablecimiento de su salud. Me parece que la propuesta que Ud. nos hace sea verdaderamente interesante y que se pueda evitar de recurrir a la intervención del distinguido señor Camacho. Para nosotros sería suficiente que Ud nos pudiera enviar como promete, cada dos meses, un artículo respecto a algún particular menos conocido de la vida económica, del paisaje, del arte del Perú eventualmente solicitar de alguna otra persona, colaboraciones que llegaran a nosotros por trámite suyo.
Eso le expresa a Ud que no deseamos mas, también porque el espacio disponible no es mucho y las Repúblicas de Sud y Centro América son numerosas, de manera que no nos sería publicar mas de un artículo cada mes respecto a argumentos peruanos.
De acuerdo por la retribución a que Ud alude. Nos permitimos informar a Ud. que a un distinguido joven que fue colaborar en nuestra Revista, el señor Humberto Solaro, que hace tiempo se fue al Perú, lo hemos encargado de enviarnos algún artículo: sería muy oportuno que Ud lo viera, para saber que el lo que entiende hacer y evitar así interferencias. Su dirección es: Calle Mercaderes 438 (cuchillería Juan Bet) Lima.
Le recomiendo mucho que los artículos ilustren argumentos muy particulares. Preferimos en efecto a los escritos de carácter general, aquellos que ilustran un particular aspecto y especialmente los que se ocupan de actividades económicas dado que en el Perú sucede casi lo que los italianos lamentan por su propio país todos conocen en efecto la tierras de los Incas, todos elogian los monumentos del Cuzco, pero bien pocos conocen las minas, las industrias, los ferrocarriles, los comercios que aseguran la prosperidad de ese país. Lo que no quita que también de arte se pueda hablar, pero precisamente se desearía que también en este campo, como nosotros hacemos por Italia, se tratará respecto a algo poco conocido, como por ejemplo ilustrar los particulares de algún grupo de ruinas o aquella civilización sucesiva a la conquista que es de tan grande interés y tan poco o mal conocida.
Por lo demás, dado que cuanto nosotros le pedimos no tiene carácter de recíproco empeño, nos será ciertamente posible en adelante, fijar siempre mejor las líneas de esta importante colaboración.
Renovando nuestro agradecimiento, quiera aceptar con nuestro vivos augurios, las expresiones de nuestra distinguida consideración.
El V. Presidente
[Firma no Descifrada]
Touring Club Italiano
Carta de César Falcón, 12/9/1926
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
26, Bellevue Road,
West Ealing
London, W.13
12 de setiembre de 1926
Querido José Carlos:
Aquí va otra carta mía, sin tener aún respuesta de mis tres últimas. No importa, sin embargo. Leo con frecuencia tus artículos en Mundial y Variedades y ellos, aunque imprecisamente, me comunican contigo. Pero ahora no podemos reducirnos a esta comunicación incongruente. Escríbeme, pues, muy pronto y con frecuencia.
Hoy te mando los primeros papeles impresos sobre el semanario. Muy pronto te enviaré otros, otros más luego y todos los demás hasta su completa organización. Estamos trabajando afanosamente en este proyecto, porque, en realidad, no se trata del semanario mismo, sino de nuestra propia organización política. Ya te lo dije en mi carta anterior.
Todo el plan ideológico y administrativo de él ha sido trazado con tal fin. Historia Nueva debe ser el órgano de un núcleo orgánico en cada país nuestro, y más tarde, cuando completemos su organización, en cada ciudad, en cada pueblo de nuestros países. Por lo pronto estamos formando un grupo de redactores y colaboradores en cada país hispanoamericano y en cada región de España. Así, por virtud del trabajo en común, se conseguirá la unión y el acuerdo de cuantos hombres tenernos la emoción del ideal de nuestro resurgimiento como conglomerado racial.
Los papeles adjuntos te dirán claramente cuál es el principio básico del periódico Está expresa do en síntesis, mas, a pesar de ello, con la amplitud indispensable para ser un eficiente punto inicial de vinculación y trabajo. Pero como esto solo no sería suficientemente eficaz, nos hemos ocupado de engranar el propósito en un bien combinado régimen administrativo. Historia Nueva tendrá en cada país hispánico de América y en cada región española un redactor absolutamente responsable y libre- dentro, claro es, del principio ideológico del semanario-- a cargo de la sección correspondiente y, en torno de él, un grupo de colaboradores.
En los papeles sucesivos verás cuál debe ser el carácter, modo y finalidad de las informaciones y colaboraciones. Las informaciones deberán ser muy sucintas y reflejar, en lo posible, la vida nacional en sus aspectos más importantes. Las colaboraciones deberán tener un cierto carácter técnico, ilustrativas de las informaciones, para dar así una visión profunda y autorizada de cada problema, de cada asunto.
Ahora estamos recibiendo las listas de colaboradores. Organízame la del Perú. Háblale y compromete a un número amplio de personas, porque, como tú comprenderás, el Perú es nuestra preocupación dominante. Conforme a nuestro plan, necesitamos colaboradores en todos los sectores de la actividad y los problemas nacionales para dar siempre artículos eficientes sobre cada tema.
Mándame enseguida, en cuanto la organices, -y organízala en el día- la lista de colaboradores peruanos, porque la necesitamos con mucha urgencia para imprimir los cartelones de anuncio.
Esta semana ha quedado Caro en enviarme los originales de la novela. Al fin he conseguido decidirlo a devolvérmelos. Te los enviaré enseguida. Debo hacerle un prólogo. Pero, para ganar tiempo, te mandaré la novela y el prólogo irá después.
Mi mujer me encarga saludarte con todo su afecto, así como a la luya y a los niños (ya he visto al joven Sandro hecho un personaje e indiferente al recuerdo de su histórica excursión por el Danubio).
Con la expresión de mi cariño para los tuyos, te abraza fraternalmente.
César
Te repito mi vehemente petición de todas mis cartas: escríbeme enseguida.
Falcón, César
El sumo cicerone del foro romano
Part of Fondo José Carlos Mariátegui
Para conocer algún lado, algún perfil de la figura de Giacomo Boni no es indispensable haber visitado Roma y, por ende, el Foro con un ticket de la Agencia Cook. Basta haber leído la novela de Anatole France “Sobre la piedra blanca”. Giacomo Boni es uno de los personajes del diálogo de Anatole France. Y el escenario o el motivo del diálogo es el Foro Romano. Boni pasará, acaso, a la posteridad sentado, filosófica y taciturnamente sobre la “Piedra Blanca” de France. Lo cual inducirá a la posteridad a un error muy grave acerca del verdadero color de la gloria de Boni. Porque, realmente, la fama de Boni proviene, ante todo, del descubrimiento del Lapis Niger que es una piedra negra. El Lapis Niger, según la leyenda, señalaba el lugar donde había sido sepultado Rómulo. Y Boni, en sus búsquedas en el suelo del Foro, encontró una piedra negra que si no es auténticamente la lápida de Rómulo merece serlo. El hallazgo de esta piedra negra ha significado para Roma algo así como el hallazgo de su primera piedra. La posteridad, por consiguiente, acusará talvez a Anatole France de haber pretendido escamotearle a la gloria de Boni el Lapis Niger.
Giacomo Boni sentía en el Foro toda la historia de Roma. Sus búsquedas y sus hallazgos demostraron que el Foro no debía ser considerado y admirado como una superficie cubierta de vestigios ilustres sino como varias superficies superpuestas. En un estrato, está la Roma de Augusto y de Trajano; en un estrato más profundo está la Roma de Marco Curzio; en un estrato más profundo aún, está la Roma de Rómulo y del Lapis Niger. El descubrimiento de la piedra negra fue de Boni la satisfacción de una necesidad espiritual perentoria. Sobre esta piedra quería reposar su inteligencia y su ánima.
Boni ha muerto en el Foro. Era este un derecho que no podía negársele. Había vivido en el Foro veintisiete años. Durante estos veintisiete años no había dejado el Foro ni aún para visitar su Venecia natal. El Foro era su hogar, su oficina, su mundo. La mayor parte de las piedras del Foro han sido identificadas, clasificadas, catalogadas por este cicerone de cicerones. Se puede así decir que Boni ha descubierto el Foro. El turista no podía concebir el Foro sin Boni. El estado ha tenido que reconocer a sus restos el derecho a ser sepultados en el Palatino bajo un ciprés o un mirto plantado por sus propias manos. (Por orden y cuidado de Boni, en el Palatino y en el Foro se ha restaurado la clásica flora romana: laureles, mirtos, rosas y cipreses).
Procedía Boni de la escuela de Ruskin. En los libros de Ruskin aprendió Boni a amar y entender las piedras. Su nacimiento y su ruskinismo lo designaban sin duda para restaurar y conservar Venecia. Pero su destino o trasplantó a Roma. Veintisiete años de vida arqueológica en el Foro y el Palatino, hicieron de Boni un romano. Pero no un romano moderno sino un romano antiguo. Boni se impregnó totalmente de antigüedad romana. No frecuentó nunca el “píccolo mondo moderno” de los hoteles de la Via Vittorio Veneto. No se abonó jamás a la ópera ni al drama. Ignoró absolutamente los restaurantes rusos. Ha muerto probablemente sin conocer el cinematógrafo, las carreras de caballos, el sleeping-car, el cabaret y el jazz-band. Daba la impresión de ser el hombre más antiguo de la edad moderna.
El aspecto más interesante de su biografía es su metamorfosis no sólo espiritual sino también fisiológica. Boni no nació hombre antiguo: se metamorfoseó en hombre antiguo. Sustituyó gradualmente su personalidad nativa de veneciano con una personalidad completamente clásica y latina de senador o de arúspice de Roma. Todo en su vida estaba dirigido a la restauración del antiguo romano. Hugo Oietti cuenta que en un almuerzo ofrecido por Boni a Anatole France el menú era, rigurosamente, en menú del Imperio. France, desolado, se declaró iconoclasta y moderno en materia de cocina.
No obstante su consustanciación con Roma y sus ruinas Giacomo Boni guardó siempre, en el fondo de su alma, la nostalgia de Venecia. En sus serenos ojos vénetos no se borró hasta la muerte la imagen del puente de Rialto ni la de la isla de San Jorge el Mayor. Se leía en sus ojos que no había nacido bajo el cielo del Latium. -Tenía un alma de gondolero o de mosaísta: un alma ni lacustre ni marítima, un alma un poco ambigua como las aguas palúdicas del Gran Canal. -Muerto Ruskin, Giacomo Boni lo sucedió en la apología y la defensa de Venecia. Yo recuerdo haberlo oído discurrir una vez, en la Iglesia de Santa Fancesca Romana sobre su tema dilecto.
Papini y Gioliotti tratan muy mal a Giacomo Boni en “Diccionario del Hombre Selvático” que aspira a ser una especie de enciclopedia del nuevo cruzado cristiano. Lo catalogan o lo clasifican así: Giacomo Boni (1860). Hombre que vive entre los escombros, de los cuales es “cicerone autorizado” para los grandes de la tierra y de la literatura. Necrófilo y violador de tumbas, sale del silencio sólo cuando le sube a la garganta algún bufido de retórica liviana o cesariana”. Este juicio se explica. Papini y Gioliotti no pueden perdonarle a Giacomo Boni su paganismo, ni siquiera en gracia a que este paganismo, tácito y no confeso, estaba atenuado y hasta absuelto por la amistad de Papas y Cardenales. Si Boni hubiese permanecido toda su vida fiel a Venecia y a Ruskin, si en vez de convertirse en cicerone de las ruinas del paganismo se hubiese mantenido ruskiniano y prerrafaelista, el “Diccionario del Hombre Selvático” lo habría juzgado diversamente.
Pero Boni, cualquiera que sea la opinión que su vida merezca a Papini, no era ciertamente un cicerone ni un arqueólogo vulgar. Le había tocado guiar por los caminos del Foro y del Palatino a los grandes de la tierra y de la literatura: reyes, multimillonarios, primeros ministros, premios Nobel, etc. Mas, exceptuado el conocimiento de algún literato humanista o de un cardenal erudito y epicúreo, es probable que el trato fugaz de un monarca o de una princesa no le haya importado nunca nada a Giacomo Boni. A este hombre, instalado en el proscenio y en el ombligo de muchos siglos de historia universal, las figuras de nuestra época no podían interesarle de veras. Boni tenía que sentirse amigo o un cliente de Julio César, de Marco Aurelio o de Appio Claudio. Bajo el Arco de Tito dialogaba tal vez de tarde en tarde con el alma de Plutarco o de Cicerón, que es imposible que alguna vez no le hayan hecho compañía en su tramonto.
José Carlos Mariátegui La Chira