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Hilferding, Rudolf
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Notas de la conferencia La revolución alemana

[Transcripción completa]

He expuesto aspectos principales del proceso de generación, de incubación de la revolución alemana. He dicho ya que la guerra no fue realmente popular en Alemania. Mientras ningún fracaso militar desacreditó la aventura, se consiguió que la opinión sufriese, sin rebelión, la guerra. Pero no apasionar a las masas con los ideales imperialistas. Los intelectuales crearon una cínica literatura. Los poetas cantaron la guerra y denigraron la paz. Tomás Mann: "El hombre se malogra en la paz. El reposo perezoso es la tumba del corazón. La ley es la amiga del débil; ella quiere aplanarlo todo; si ella pudiera achataría al mundo; pero la guerra hace surgir la fuerza”. Enrique Vierordt : "Deuchsland, hasse". El Profesor Ostwald: "Alemania quiere organizar Europa, pues Europa hasta ahora no ha estado organizada”. Finalmente, el célebre manifiesto defendiendo, servilmente, la guerra. Pero únicamente la burguesía deliró de nacionalismo. El proletariado declaro no apoyar la guerra por convicción sino por necesidad o por deber. No suscribió nunca los cínicos conceptos de los intelectuales.

Además, pasada la intoxicación y confusión de la declaratoria, se alzaron algunas voces de protesta. El contra-manifiesto. Hermann Hesse, asilado en Suiza, escribió canto a la Paz y un llamamiento a los artistas y pensadores invitándolos a salvar el poco de paz que podía todavía ser salvado, y a no saquear, ellos también, con su pluma, el porvenir europeo. "Die Weisse Blaetter", hogar de los intelectuales fieles a la unidad moral de Europa y a la civilización occidental. -Leaders del proletariado que reaccionaron contra la guerra y denunciaron su carácter imperialista y contro-revolucionario: Liebnecht, Rosa Luxemburgo, Francisco Mehring, Leon Joguisches, Clara Zetkin, Kurt Eisner, etc. -Liebnecht, el 4 de agosto. Sintió muy pronto la necesidad de salvar su propia y personal responsabilidad. Diciembre, contra los nuevos créditos. Enero 1915, movilizado, enviado a Kustrin, se negó a aceptar el fusil. Luego a Lorena, después a Rusia. Carlos Liebnecht escribió a sus hijos el 21 de diciembre 1915: Yo no dispararé. En el Reichstag, insurgió repetidas veces contra el gobierno. Pero ahogaron su voz solitaria. Unido a Rosa Luxemburgo, Mehring, Clara Ztkin, escribió las cartas de Espartaco. El 1º de Mayo de 1918, la primera demostración publica contra la guerra. Liebnecht, condenado a cuatro años. La figura de Liebnecht no era única. Otras figuras: Rosa Luxemburgo, Mehring, Levinés . Existía, pues, en el movimiento proletario alemán acerca de la guerra un ambiente distinto que en el movimiento proletario de los aliados. Un numeroso núcleo luchaba por rebelar contra la guerra al proletariado. Los diputados social-democráticos no podían dar a la guerra una adhesión entusiasta, incondicional. La burguesía y la clase media luchaban por los ideales del militarismo; pero el proletariado, conforme a las palabras de orden de sus leaders, no peleaba sino por un interés de defensa nacional. El proletariado no sentía la necesidad absoluta de la guerra hasta el anonadamiento del enemigo.

Wilson y sus ilusiones encontraron un frente vulnerable. Desde que al pueblo alemán le fue dicho que no se combatía contra él, empezó a sentir menos y menos la necesidad de la guerra. Además la propaganda wilsoniana estimuló en Austria-Hungria viejos ideales de independencia nacional. La revolución rusa repercutió revolucionariamente. Dos propagandas se juntaron. Los efectos se manifestaron a continuación del primer quebranto militar. El pueblo y el ejército manifestaron su voluntad de paz y de capitulación. Insurgieron contra el Kaiser y la monarquía -9 de Diciembre 1918. Huelga revolucionaria en Kiel y Hamburgo. Marineros insurreccionados marcharon sobre Berlin. Huelga general. Las tropas se negaron a la represión. El Kaiser abdicó y escapó. La República. La Revolución tuvo en ese momento un carácter netamente proletario. Consejos de obreros y soldados. Ministerio de socialistas mayoritarios. Posición de las fuerzas socialistas de Alemania. Entre Liebnecht y. los mayoritarios se abrieron rápidamente las hostilidades. La Union Spartacus y Die Rote Fahne.

Los espartaquistas propugnaron la realización del socialismo a través de la dictadura del proletariado. Propusieron la confiscación de todas las propiedades de la corona en beneficio de la colectividad; la anulación de las deudas del Estado y de los empréstitos de guerra; la expropiación de la grande y media propiedad agrícola; la nacionalización de los bancos, minas, fabricas, establecimientos. En suma, la actuación del programa actuado en Rusia. Los mayoritarios, adversos; sus masas no espiritualmente preparadas para una transformación tan radical. Los independientes vacilantes. Los espartaquistas iniciaron un campana de agitación progresiva.

Figuras de Spartacus: Liebnecht. Su pura intransigencia durante la guerra le daba una aureola llena de sugestión. Rosa Luxemburgo, figura intelectual y figura dinámica, capacidad para la realización y para la teoría. Francisco Mehring, teórico profundo del marxismo. Autor de obras admirables, del "Marx", libro fundamental. Viejo, pero con el fervor de la juventud. Eugenio Levines. Participó en Rusia en la revolución del 905. Sufrió la prisión. Provenía de familia rica, pero se había hecho obrero. Leon Joguisches, tipo de agitador, de propagandista, de revolucionario. Colaborador, amigo intimo de Rosa. La única que sobrevive Clara Zetkin, de la misma estatura moral. Este fuerte e inteligente estado mayor consiguió agitar sacudir potentemente al proletariado. Organizar una numerosa vanguardia. Se proponían capacitarla para la acción, prepararla para la hora oportuna. La táctica del gobierno consistió en precipitar la acción espartaquistas, en atraerlos al combate antes de tiempo, en obligarlos a empeñar la batalla inmaduramente. Los espartaquistas no midieron sus pasos. Eichorn, indócil a la reacción y leal a la revolución, obligado a renunciar. El domingo 5 de enero de 1919 grandes demostraciones en Berlin. El Vorvaerts ocupado. Barricadas. Invitación a las tropas.

Los choques empezaron sin embargo. Varios días de sangrientas batallas. El domingo 12 los ocupantes del Vorvaerts enviaron seis emisarios. Fusilados. Los jefes no habían querido la lucha, pero empeñada esta, ocuparon sus puestos. Las autoridades los atribuyeron la responsabilidad. En la tarde del 15, Liebnecht y Rosa Luxemburgo arrestados. Su muerte. Franciso Mehring.

No se extinguió la ola revolucionaria. La vanguardia seguía reclamando una política socialista. Los mayoritarios, cada día más embarazados para la socialización. En febrero y marzo, el proletariado vuelve a asumir una posición de combate. Nuevas huelgas. Promesas del gobierno. Una parte de las masas manifestaron una decidida voluntad revolucionaria. Nuevas jornadas sangrientas. Más víctimas. Leon Jogisches.

Con estas batallas no cesó aquel periodo de actividad revolucionaria. También el proletariado de Munich libró valientes batallas. Y la represión en Munich fue más costosa para el proletariado. El régimen de los soviets en Munich. Sovietismo artificial. Eugenio Leviné.

Este fue el instante culminante de la revolución. Pasado este periodos, el pueblo alemán mostró una capacidad, una voluntad revolucionaria cada día menor. El poder: su evolución hasta el presente. La revolución, pues, no ha hecho sino virar a la derecha. La revolución ha ido perdiendo todo carácter socialista y afirmándose más en su carácter democrático. Por eso se dice que la revolución no se ha consumado todavía. Palabras de Rodolfo Hilferding. Opiniones de Walther Rathenau. En Rusia había preparación revolucionaria, en Alemania no.

Naturalmente, de entonces acá la revolución ha hecho mucho camino. El estado vira a derecha; el proletariado a izquierda. Cada día, mayor saturación revolucionaria. El apartamiento de los mayoritarios del gobierno operado, bajo la presión de las masas.

Por estas razones, los actuales acontecimientos alemanes no son sino episodios de la revolución; el actual gobierno, un periodo, un capítulo de la revolución. La revolución no se ha consumado; pero tampoco ha abortado. Desde este punto de vista lógico, justo, exacto, histórico, el gobierno es un periodo de la revolución italiana.

Partidos alemanes: pangermanistas, populistas, católicos, demócratas, socialistas, comunistas.

José Carlos Mariátegui La Chira

El caso y la teoría de Ford

El caso y la teoría de Ford

Una buena parte de la confianza de Maeztu en el porvenir del capitalismo norte-americano y en sus recursos contra el socialismo, reposa en el experimento de Mr. Ford y en los resultados que este célebre fabricante de automóviles ha obtenido en una rama de la industria, en el sentido de "racionalizar" la producción. Esto indica, entre otras cosas, que sin la práctica de Ford no habría sido posible la teoría de Maeztu. Ya hemos visto que lo mismo le pasa a Maeztu con Primo de Rivera. Pero sobre este hecho no vale la pena insistir, porque después de todo no viene más que a confirmar el concepto marxista sobre el trabajo de los intelectuales, tan propensos a suponerse mas o menos independientes de la historia.
Ford, por otra parte, es mucho más importante y sustantivo que Maeztu para el capitalismo y, en consecuencia, también para el socialismo. No ciertamente porque Ford haya escrito dos libros ("Mi vida y mi obra" y "El judío internacional") que literalmente son sin duda inferiores a cualquiera de los libros de Maeztu, sino porque, como capitán de industria, representa en forma mucho más específica y considerable el genio del capitalismo. Mientras la acción de Ford puede inspirar los principios de muchos Maeztu, los principios del ilustre autor de "La crisis del Humanismo" no pueden inspirar la acción de ningún Ford.
El experimento de Ford demuestra, ente otras cosas, que Maeztu se equivoca gravemente cuando, dando por probada la tesis de los revisionistas alemanes, pretende que Marx se engaño al predecir la concentración del capital. La tesis de los revisionistas ha sufrido, a su vez, una revisión mucho más seria que la que impusieron a su tiempo al marxismo. Algún tiempo después de que Bernstein y sus secuaces consideraron desmentido a Marx por las compañías anónimas y demás sistemas de asociar al capital una masa social cada vez más numerosa, Hilferding analizó el carácter y la función del "capital financiero", fatalmente destinado a someter a su imperio todas las demás formas del capitalismo.
Rudolf Hilferding, sobre quien empecé a llamar la atención de mis lectores de "Variedades" hace cuatro años, no es prácticamente menos reformista que Bernstein. Como Bernstein militó en el partido socialista independiente, reabsorbido después de la revolución alemana, por la vieja y gorda socialdemocracia. Pero su tesis, expuesta en un libro ya famoso "Das Finanzkapital", además de ser un buen arsenal del socialismo revolucionario, interesa a los economistas, y ni siquiera haber leído a Hilferding, para estar enterado de los trusts, los carteles, los consorcios, constituyen la expresión característica del capitalismo contemporáneo. Y que, por consiguiente, lo esencial de la previsión de Marx -la concetración del capital y la industria- se ha cumplido. El capitalismo no encuentra sino a través de la cartelización, de la trustificación esto es del monopolio, el medio de organizar o "racionalizar", como ahora se dice, la producción. Poco importa, por ende, que un parte del capital de las empresas esté en poder de pequeños y medianos rentistas. Lo sustancial radica en que la cartelización coloca en pocas manos el manejo de las principales ramas de la producción. El capital financiero, en este periodo, –que con la ruina del principio de libre concurrencia se define como un periodo de decadencia capitalista– domina y subyuga al capital industrial, transfiriendo el comando de la producción a los banqueros, con la inevitable consecuencia de un retorno de la economía a formas usurarias, opuestas a la ley que, condenado todo parasitismo, exige que la producción sea gobernada por sus propios factores.
En una nación de capitalismo vigoroso y progresivo aún como los Estados Unidos, Ford representa precisamente al capitalismo industrial, fuerte todavia, frente al capital financiero. Pero, aunque Ford dependa de los bancos de Walt Street, ante los cuales no conserva en cierto estado de rebelión tácita, y a pesar de que continúa siendo el jefe absoluto de su empresa, esta se representa vaciada en los moldes del trust, por sus métodos de producción en gran escala. Ford, que es un vehemente propugnador de la unidad de comando, no solo considera exclusiva de la gran industria la capacidad de subordinar la producción a los intereses de la producción misma, sino que se pronuncia abiertamente contra el espíritu de concurrencia. Uno de sus principios es el siguiente: "Desdeñar el espíritu de concurrencia. Quienquiera que haga una cosa mejor que los otros debe ser el único que lo haga".

Los métodos que han permitido a Ford el colosal desarrollo de su empresa son dos: standardización y taylorismo. Y ambos son aplicables solo por la gran industria, por los carteles o trust, cuya irresistible y arrolladora fuerza proviene de su aptitud para la producción en serie, que consiente a la industria perfeccionar al extremo sus medios técnicos, conseguir la máxima economía de tiempo y mano de obra, disponer de los equipos de obreros capaces de los más altos rendimientos, ofrecer a estos los más altos salarios y garantías y obtener en su aprovisionamiento de materias primas los mejores precios. Ford anuncia la adquisición en el Brasil de tierras que dedicará al cultivo del caucho, para sacudirse de una onerosa dependencia de los magnates ingleses que dominan el comercio de este producto. Esta nueva expansión de su empresa, indica su tendencia a asumir el carácter más avanzado de la gran industria: el del trust vertical.

Ford ataca, en nombre del capital industrial, al capital financiero. Su anti-semitismo procede, fundamentalmente, de una empírica corriente identificación del banquero y el judío. Pero ya se ha anunciado su retractación de los ataques al judío internacional escritos en su último libro, el de este nombre. Y su actitud es posible solo en países como Norte América donde el capitalismo, por no haber terminado aún su proceso de crecimiento, no ha llegado todavía al periodo de absoluto y absorbente predominio del capital bancario. La banca yanqui, además, ha tenido una formación distinta de la banca europea: el tipo financista aparece menos diferenciado del tipo industrial.

El éxito de Ford, del cual el recordman de la fabricación de automóviles, se imagina deducir principios generales de felicidad y organización de la sociedad, basados en simplemente en la estandardización , el taylorismo, etc, se explica, como penetrantes economistas lo observan, por el hecho de haber efectuado Ford su experimento en una rama naciente de la industria, destinada a la producción de un artículo de consumo, corriente, cada día más extendido. La democratización del automóvil, he ahí el secreto de su fortuna y de su obra.

José Carlos Mariátegui La Chira

Política alemana. La crisis doctrinal del socialismo

Política alemana
Aunque acaba de obtener un triunfo enfático sobre la derecha nacionalista, el gabinete de coalición que preside Hermann Müller está deshaciéndose. La dimisión de su Ministro de Finanzas, Rudolf Hilferding, no es sino la abierta declaración de una crisis que se incuba desde las primeras jornadas de este ministerio heteróclito. Hilferding es la personalidad de más relieve entre los socialistas que forman parte del equipo ministerial de Müller. La celebridad del autor de “El Capital Financiero”, como teórico del socialismo moderno, se apuntala desde hace más de dos lustros en las reiteradas citas que de ese rubro contiene uno de los más universales volúmenes de Lenin. Luego, las requisitorias comunistas contra el reformismo de este convicto y confeso fautor de la colaboración de clases, no han sido el combustible menos activo de la notoriedad de su nombre. Pero ni su personalidad ni su reformismo lo han congraciado suficientemente con la burguesía industrial o bancaria de finanzas del partido mas fuerte del Reichstag. Los millones de votos del partido socialistas no pesan bastante al lado de la autoridad de este fiduciario implacable de la burguesía. Todo esto en régimen de estricta democracia y sufragio universal.
La interinidad del ministro Müller estaba prevista desde las difíciles gestiones de su constitución. Como todo ministerio de coalición entre fuerzas distintas y opuestas, el de Müller reposa en un compromiso precario. Que los socialistas intenten ejecutar cualquier plan que toque seriamente algún grueso interés capitalista. El partido populista le notificará sin demora la imposibilidad de contar con sus votos en el Reichstag.
Con la esperanza de salvar la coalición del naufragio, los socialistas han avenido a echar por la borda a Rudolf Hilferding. El sacrificio de este Jonás meticuloso y escéptico, que no irá a predicar a ninguna Ninive capitalista, no conjura ni resuelve el verdadero problema. Lo que a la industria y la banca representadas electoral y parlamentariamente por el Volkspartei le interesa no es que la social-democracia sacrifique a Hilferding, sino que sacrifique integra y radicalmente al socialismo. Con la misma condición gobierna en la Gran Bretaña el Labour Party y su elocuente pastor Mr. Mac Donald.
Los nacionalistas, como lo demuestra el plebiscito contra el plan Young, están batidos. Esto también lo ha decidido, sin deliberación explícita y visible, la burguesía de Schacht a la que también podríamos llegar en lenguaje más universal la burguesía de Stresseman. El pangermanismo y la revancha constituyen un programa inoportuno y romántico para la industria alemana que, sin mucha nostalgia, se ha pronunciado por el ahorro resuelto de la monarquía. Los más incandescentes nacionalistas no significan una amenaza para la República.
I, en tanto, las incógnitas de la estabilización capitalista, vale decir de la colaboración de clases, residen siempre en la economía. Los partidos burgueses de Alemania, y aún el partido socialista, han anunciado demasiadas veces la liquidación inminente y definitiva del partido comunista por dispersión de sus masas. Pero, como lo han demostrado recientemente las elecciones municipales de Berlín, mientras la desocupación siga arrojando obreros a la calle, a la extrema izquierda no le costará mucho esfuerzo mantener y aumentar sus efectivos electorales.

La crisis doctrinal del socialismo
“Monde” ha abierto una nueva encuesta, destinada a lograr una extensa resonancia que la de la literatura proletaria, que tanto contribuyó a la rápida popularización internacional del semanario fundido y dirigido por Henri Barbusse, con la contribución ilustre de hombres como Einstein, Gorki, Unamuno. Las encuestas, en la mayoría de los casos, no sirven lealmente al esclarecimiento de una cuestión. Los periódicos y las revistas de partido no pueden conducir una encuesta con suficiente rigor. Las amañan generalmente de acuerdo con la tesis que les interesa sacar victoriosa. Las encuestas, por esto, se encuentran bastante desacreditadas. Pero no por ser encuestas, sino (...).

José Carlos Mariátegui La Chira