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Informe a la Junta de Comisiones de la Célula del APRA en París, [7/1927]

INFORME

A la Junta de Comisiones de la Célula del APRA en París

Como por acuerdo de la célula en sesión de Junta de Comisiones, se nos designará para integrar conjuntamente con los camaradas Ravines, Paiva y Bazán, la comisión elegida para estudiar el documento denominado CARTA DEL PERU, que los compañeros de Lima suscribieron definiendo "algunas" de sus diferencias con respecto al rol del APRA en la lucha anti-imperialista, y las bases del Partido Nacionalista Libertador del Perú, fundado en México, por el camarada Haya De la Torre, tituladas ESQUEMA DEL PLAN DE MÉXICO, y, como después de una prolongada reunión a la que concurrieran los dos camaradas anteriormente citados, no pudiéremos llegar a un acuer­do, suscribimos el siguiente informe en mayoría.

EL APRA. ALIANZA O PARTIDO

El APRA, es desde el año 1924 de su fundación, un partido de frente único, internacional, anti-imperialista, constituido por los trabajado­res manuales e intelectuales de América Latina.

Fundado como tal, después de cuatro anos de existencia, continuamos considerándolo así por mejor convenir a la eficaz defensa de la unidad de la organización y de la disciplina del mismo en sus jornadas públicas y en su desenvolvimiento interno.

No habiendo variado sus bases doctrinarias, ni sus funciones políticas, creemos —en oposición a algunos militantes que han planteado úl­timamente algunas reservas intelectuales— que es necesario reafirmarlas declarando que el APRA debe ser y es el partido de frente único de las clases oprimidas de América Latina que luchan contra sus clases opreso­ras, para imponer el triunfo de las reivindicaciones de una revolución anti-imperiaìista de carácter "plebeyo".

Conocemos la realidad social de nuestra América, donde la anar­quía mas completa ha corroído siempre todo intento serio de renovación. A la compleja manifestación de su estructura económica, debe sumarse la heterogénea y caótica manifestación de su pensamiento colectivo, defini­do fundamentalmente por el confusionismo y alentado en su marcha por la suspicacia, la vanidad y sus resultados divisionistas y por aquella ini­mitable indisciplina latino-americana tan popular felizmente, para que pueda subestimarse o ponerse en duda. El Apra, entonces, naciendo como expresión de un nuevo sentido revolucionario, debe ser no solamente una simple y "genial" tentativa de algunos intelectuales de vanguardia pa­ra conseguir una transformación económico-político-social en América Latina. Debe ser algo más. No basta iniciar el planteamiento de nuestros problemas marxistamente, descubriendo la realidad que los condiciona. Precisa aportar las armas indispensables para obtener su ejecución salvadora.

La experiencia histórica, en este caso como en todos, es gene­rosa. Hasta ahora ninguna palingenesia social se ha producido como fru­ to del desorden, indisciplina o divisionismo de las fuerzas que las han propiciado. Por el contrario, unos más otros menos, todos los movimien­tos liberadores en las etapas históricas de la humanidad, se han basado esencialmente en la unidad de su plan, en la disciplina de su organi­zación, en la acción conjunta de sus militantes.

Si lo que en América impera es la división y la indisciplina, y nosotros sabemos que ellos ante todo han sido y son los más grandes obstáculos de toda obra renovadora, debemos tratar que el APRA, proclame como postulados fundamentales de su organización: la de la unidad prácti­ca en la lucha, los de la disciplina común en el partido.

Poco interesa el léxico o las academias que a ello aparentemen­te se opongan. Para el revolucionario, primero es la realidad, después el léxico o las academias.

Denominándose alianza, el Apra no quiere favorecer las resis­tencias mutuas de los elementos que las componen. Alianza significa unión y la mejor unión para un organismo politico, no es la que favorece las sospechas, las desconfianzas, las resistencias entre sus componentes.

Si desde su origen apareció calificándose alianza lo fue siempre para caracterizarse como partido también. Alianza fue así y es un apela­tivo simbólico de partido.

Concebida como fuerza eficiente para combatir los enemigos tan po­derosos, debe defenderse y definirse como el gran frente único interna­cional de los pueblos latino-americanos, aliados anti-imperialistamente, para defenderse de sus opresores. La eficiencia de su fuerza parece estar así lejos de las interpretaciones castizas; pero está firmemente sobre la realidad social de nuestra América, donde el triunfo ha de ser siem­pre de los disciplinados dentro del Apra como partido de frente único, como alianza de pueblos.

Estructurado como un bloc de tres clases: campesinos, proletarios y clases medias, en su seno cabrían: indígenas, obreros, intelectuales y estudiantes revolucionarios, pequeños propietarios, pequeños industria­les, pequeños comerciantes y artesanos. Su composición, al parecer he­terogénea, se hallaría homogenizada por la opresión que sufren todas les fuerzas que concurren a formarlo. Sería entonces el carácter revolucionario —frente al imperialismo y feudalismo— de sus componentes, una mayor garantía en favor de su unidad y de la disciplina común.

Como a él concurre el proletariado, la fuerza históricamente re­volucionaria, para formar el frente con las clases medias, cuyo carácter revolucionario es transitorio, el proletariado habría de abdicar transi­toriamente de sus reivindicaciones finales. La disciplina a que estaría sometido dentro del partido de frente único no habría de implicar coac­to. El proletariado aceptaría la disciplina común, conservando toda la independencia de acción que le fuere necesaria para su libre organiza­ción dentro de sus sindicatos u organismos representativos. Dentro del Partido habría de trabajar por y para la revolución plebeya. Fuera habría de continuar su obra de organización revolucionaria, que, a medida que su desenvolvimiento evolucione en un sentido progresista, dándole mayor fuerza, mayor será su control hegemónico dentro del Apra. Esta dis­ciplina seria así benéfica para la alianza de las fuerzas oprimidas y benéfica también para el proletariado. Con ella el Apra, tendría en el proletariado, fuertemente organizado su mejor fuerza ante el imperialis­mo y sus cómplices nacionales ya señalada por el maestro Marx en el célebre manifiesto de cuando afirma que el proletariado debe desempeñar el rol de propulsor y creador de la historia de la humanidad hasta el día en que deba perder las cadenas que lo oprimen con la victoria de su verdadera revolución.

El Apra ha sido fundada aprovechando todas las lecciones que los movimientos liberadores de la historia brindan. Sobre todo de aquellos producidos en países cuya realidad semeja a la realidad social de Amé­rica Latina.

Como la realidad social de América Latina se asemeja no a la de Europa —imperialista y burguesa— sino a la de China —semi-colonial— se ha tenido preferentemente el cuidado de aprovechar las enseñanzas que la revolución china, dirigida por el Kuomintang, nos da.

Asi se ha dicho que el Apr, representarla para América Latina, lo que el K.M.T. para China, en su fase revolucionaria frente el imperialismo y los señores de la tierra. Pero, como el K.M.T. al mismo tiempo que representa la insurrección de un pueblo oprimido y encerrado dentro de sus propias murallas de servidumbre, explotación y oscurantismo, ha representado un fracaso, el fundador del Apra y los que con él creemos en las enseñanzas de la historia de la lucha de clases, la hemos aprovechado selectiva y convenientemente . De manera que si se declara: "El Kuomintang fue Sut Yan Sen, pero, también es Chang Kai Shek", nosotros responderemos categóricamente: EL KUOMINTANG ES UN PARTIDO DE FRENTE UNI­CO DE CUATRO CLASES Y EL APRA LO ESTAN SOLAMENTE DE TRES.

Sin embargo, la diferencia no es solo aritmética. El K.M.T., organismo politico de une organización especial, que alguien acertadamente colo­ca entre un soviet y un partido politico, significa el frente anti-imperialista de la gran burguesía, de los señores feudales, de la pequeña bur­guesía urbana, del proletariado, campesinos e intelectuales y estudian­tes de vanguardia. El Apra, organismo politico, de especial organización, también represente el bolo de las tres clases oprimidas (campesinos, cla­ses medias y proletariado) que hoy es necesario decirlo ineludiblemente, representan la izquierda revolucionaria del Kuomintang (Ver "Les probléms de la revolution chinoise". N. Boukharin pag. 57-58). Es decir que debemos declarar innegable y acertada la fundación del Apra, al tener como ejem­plo el Kuomintang como movimiento liberador y sus fracasos últimos.

El Apra es así el bloc revolucionario de campesinos, obreros y cla­ses medias contra el bloc anti-imperialista.

Dentro de él deben fraternizar los obreros con la pequeña burguesía radical, cuyos intereses son reales y durables, verdaderamente, frente al imperialismo.

Su organización especial debe ser aprovechada a fin de fomentar un formidable movimiento de masas de carácter nacionalista revolucionario, en el cual el proletariado ha de jugar el principal papel, a fin de evi­tar cualquiera insurrección de derecha de indole contra-revolucionaria o atentatoria a sus reivindicaciones máximas.

Quienes conozcan, entonces, tanto la estructuración de un partido como la de otro, no pueden, sin equivocarse lamentablemente, hacer afir­maciones inconvenientes o comparaciones absurdas.

El Apra ha representado, representa y continuará representando para América Latina un símbolo, tal como el del sunyatsenismo para China. Las clases de donde han surgido los traidores de la revolución china no forman en sus cuadros. Los Musolini, los Carridoni, los Masiano Rocca, los Marinetti, los Settimelli, los Botáis, no deben ser previstos para nuestra realidad como factores de contra-revolución, antes de que la batalla haya empezado. Ellos aparecerán en tanto mayor numero cuanto menor sea la fuerza revolu­cionaria sobre la que el Apra se afirme. Si en lugar de hacer predic­ciones, mas o menos acertada, se tratara de crear los organismos y la fuerza indispensable para llevar a su realización el programa de reivin­dicaciones del Apra, se haría una labor verdaderamente unificadora, armó­nica y revolucionaria.

Creándonos fantasmas, antes de producida nuestra revolución de liberación nacional, daremos oportunidad para que nuestros enemigos se afirmen cada vez más, multiplicando los métodos y los procedimientos de su dictadura. No pensemos pues, ni en los Musolini, ni en los Chank Kai Shek! Los Thiers, los Kautsky, los Farinacci, deben quedar solamente como un pasado o un presente de traiciones y no como un argumento fácil e impresionable, cuando no son revolucionarios convictos y confesos, probados y dispuestos, los que están tratando de que el Apra se abra camino en América, pera imponer el triunfo del socialismo, revolucionario.

Acordémonos que ya al maestro inolvidable (Critique du Programma de Gotha, pag.19) ha dicho realísticamente: "Todo paso hacia adelante, todo movimiento real, importa mas que una docena de programas" y que Le­nin ha afirmado (Obras. Comp. pag. 678) que solo los esfuerzos unánimes y fra­ternales de los insurrectos afirmarán la libre sociedad nueva que va a nacer sobre las ruinas de la autocracia, para así abandonar los divisionismos perniciosos, los intelectualismos seductores y emprender el paso hacia adelante "el movimiento real" de la emancipación de América Latina.

EL ESQUEMA DEL PLAN DE MÉXICO

Como el nacimiento del Apra implica el anunciado de los proble­mas que los países de América Latina presentan, difiriendo de fuerzas es­tablecidas, es oportuno señalar la necesidad de que ello sea tenido en cuenta, para estimar las formas y los métodos de su desenvolvimiento y aplicación en cada uno.

El Apra ha surgido como una fuerza internacional. Problemas comunes que la realidad determina han afirmado esta necesidad. Ninguno de los pueblos latino-americanos, aisladamente, hubieran tenido o tendría capacidad de independizarse de sus opresoras. Era preciso enfocar conjuntamente la acción liberatriz. A los problemas comunes planteados por la realidad en gran parte feudal de América Latina y por la conquista del imperialismo capitalista, que abarca de un jalón a todo el continente. Convenia enunciar una acción liberadora, común, que a pesar de ser geográficamente continental, tuviera raíces profundamente naciona­listas revolucionarias, como consecuencia lógica de la semi-colonial realidad latino-americana y de la composición misma de America: semejante en sus problemas, mas semejante en su origen, en su historia, política, economía y estructuración social.

Al nacionalismo sunyatsenista de China (siendo China semejante co­mo semi-colonia a América Latina) había que sumar un nacionalismo conti­nental indoamericano, basado no tanto en las adversiones o similitudes de la burguesía nacional incipiente para con el imperialismo del norte, en las afinidades de los señores feudales con los banqueros de la altabanca, o en las peculiaridades de la "huachafita pera con el empleado de alguna empresa estadounidense” sino más bien en la gran mayoría de los indios, obreros y pequeños burgueses oprimidos por el feudalismo, burguesía in­cipiente e imperialismo capitalista.

La Nación en América Latina es el pueblo, son los productores, son los indígenas, tan expoliados como el coolí chino.

Subestimar la urgencia de enfocar la lucha de liberación nacional latino-americana, significa olvidar no solamente las tesis generales para la lucha anti-imperialista en los pueblos coloniales y semi-colohiales sino también la realidad misma de nuestros países. El sentimiento nacio­nalista frente al yanqui, frente al capital extranjero, existe en toda América Latina. El odio al blanco de nuestros indígenas no es sino la expresión de su guerra a la explotación y a la servidumbre. Poco intere­sa para la orientación de la lucha revolucionaria latino-americana el sentimiento determinado de los burgueses y señores feudales. Lo que in­teresa !y mucho! es el sentimiento de sus masas oprimidas. Considerando esto podemos afirmar rotundamente, frente a las mas bellas disecciones literarias, que EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE AMERICA LATINA, DEBE ORIENTARSE FUNDAMENTALMENTE HACIA UN FORMIDABLE ESTALLIDO NACIONALISTA REVOLUCIONARIO DE CARACTER ANTI IMPERIALISTA CONTINENTAL, CUYA MAS IN­MINENTE ACCIÓN HA DE SER: ROMPER LAS TRABAS FEUDALES, EXPULSAR AL IMPERIA­LISMO Y EMPRENDER LA JORNADA HACIA EL SOCIALISMO.

Anotado este especial aspecto, prosigamos.

Planteados los problemas de América Latina continentalmente y aprísticamente, convenia contribuir a su ejecución venidera, dando los primeros pasos en cada país. El Perú nuestro país de origen, uno de los países mas típicamente señalados por su realidad, nos urgía preferente­mente en nuestra responsabilidad como revolucionarios. Plantear sus pro­blemas, enfocar su realidad, y su lucha con el mismo sentido anterior­mente expuesto, equivalía a asumir una actitud histórica. Entendiéndolo así el fundador del Apra, nuestro camarada Haya de la Torre, y los camaradas exilados en México, que tan honrosamente le secundan (relegando para otra oportunidad , diferencias más, diferencias menos, sobre la con­veniencia de ciertos métodos y de ciertas actitudes) nos han planteado a nuestra consideración una de las contribuciones mas ricas en nuestro mo­vimiento emancipador continental (Esquema del Plan de México) digna de un análisis desprovisto de prevenciones y de dudas, propias de un intelectualismo revolucionario de infancia.

La lucha por emprender en el Perú, como parte de la lucha conti­nental, es una parte de la lucha por el derecho de los pueblos a disponer de si mismos. "El derecho de los pueblos a disponer de si mismos com­prende la lucha por la completa liberación nacional, por la completa in­dependencia" (Lénin. Caricature du marxisme et économisme impérialiste. Le Communisme et la question national et coloniale, pág. 22) Ella solamen­te puede realizarse asumiendo el carácter de lucha de liberación nacional latino-americana, cuyo objetivo es el de realizar la unificación de Amé­rica Latina, el de transformar estos países en un estado centralizado, en hacer desaparecer las barreras feudales y semi-feudales y llevar a es­ tos países hacia la vía de un desenvolvimiento histórico sobre un pie de igualdad con las otras potencias librándolos del yugo del imperialismo extranjero y colocándolos en la via socialista "constituyendo un sistema económico nuevo que no ha de ser - como dice Haya De la Torre (Prólogo de México Soviet. Indoamérica, pág. 12.) el del capitalismo sino se quiere caer de nuevo en los engranajes de la máquina imperialista", es decir que su carácter ha de tener todas las peculiaridades de una revolución agrarista anti-imperialista, o en términos marxistas, una revolución plebeya.

El esquema del plan de México o bases del P.N.L. que como muy bien se le subtitula ahí, afronta el carácter nacionalista revolucionario de ella.

Sin necesidad de distraer nuestra atención afectando comparaciones inadecuadas con otros partidos organizados para otras realidades, o con tácticas apropiadas para otros instantes históricos, pues sabemos cuanta diferencia existe entre los movimientos de unificación nacional habidos en Europa a mediados del siglo XIX y nuestro movimiento liberador anti­-imperialista ya que mientras que el uno perseguía "realizar la unificación nacional, poner fin al feudalismo y obtener una existencia simplemente nacional independiente, rol que las revoluciones burguesas llenan" (Boukharin: Les probléms de la révolution chinoise. pág.8) el nuestro difie­re fundamentalmente todas estas revoluciones burguesas nacionales ya que él se efectúa en un país semi-colonial" (Boukharin, Obras Completas, pág. 9) tratando de alejar a América Latina y a los latino-americanos de una semi-esclavitud de tipo colonial. Expondremos de plano las conclusiones que, a nuestro juicio, obligan a considerarlo muy seriamente.

A) De acuerdo con la interpretación continental de la realidad latino-ame­ricana, plantea el carácter peruano del movimiento y continental de sus proporciones (art. 2).
B) Enfoca claramente las faces agrarista y anti-imperialista de la revo­lución, haciendo entrever su sentido socialista revolucionario (art. 1-5/10C).
C) Resuelve, inteligente y revolucionariamente, los problemas que en el país crean las corrientes regionalistas o federalistas y la del propio centralismo metropolitano, sobre la base de "Todo el poder a las comu­nas o municipalidades" (art.12).
D) Proclama la necesidad de educar al pueblo, declarando gratuita la ense­ñanza desde la escuela primaria hasta la Universidad, afirmando específicamente su carácter laico.

Como pudieran presentarse nuevamente objeciones o explicaciones sobre el carácter de la nacionalización de la tierra, riqueza e industria, abogando que este principio ha sido aplicado ya por la burguesía, a fin de limitar el sentido eminentemente vanguardista de los postulados que este partido revolucionario propugna, hagamos algunas aclaraciones al margen.

La nacionalización, como el Estado, ha de significar una fuerza de opresión, si ella es dirigida por la burguesía o por el imperialismo. Si ella está defendida y propiciada por el pueblo, por la nación de producto­res, trabajadores manuales e intelectuales de la ciudad y del campo y es el pueblo quien la aplica, tiene que significar un arma de liberación.

La nacionalización, implantada en Alemania, Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Francia, Bélgica, etc. —donde es el Estado quien explota muchas minas y algunas industrias— no significa ni tiene el carácter revolucionario y socialista que aplicada en Rusia o propiciada para América Latina. La nacionalización, en nuestras manos, implica socialización. Cuando la nacionalización la hace el proletariado o el pueblo oprimido, implica socialización o anti-imperialización.

La nacionalización de la tierra: nuestras comunidades de indígenas modernizadas con la cooperativa agrícola y protegidas directamente por el Estado; la nacionalización de la riqueza, la nacionalización de nues­tras industrias, nuestros sindicatos de trabajadores dirigiendo sus propias fábricas, administrando sus propias herramientas de producción, implican un avanzado sistema que, es necesario subrayar, difiere enormemente del mismo principio aplicado formalmente y en beneficio de la clase dominante.

Por eso dice muy bien el fundador del Apra cuando afirma (Qué es el Apra. The Labour Monthly, diciembre 1926) "la nacionalización de la tierra y de la industria y la organización de nuestra economía sobre bases socialistas de la producción, es nuestra única alternativa" y cuando (Prólogo de México Soviet) sostiene "los postulados de nacionalización y de socialización son inconciliables con los regímenes politicos de liberación y libertad burguesa.

Concluyendo: después de esta disquisición de controversia, sobre el rol del Apra y sobre el Partido Nacionalista Libertador, creemos que es necesario: REAFIRMAR TANTO EL CARACTER DE PARTIDO QUE EL APRA TIENE DESDE SU FUNDACIÓN, COMO APROBAR SUS LINEAMIENTOS PROGRAMÁTICOS GENERALES -EL ESQUEMA DEL PLAN DE MÉXICO 0 BASES DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO DEL PERÚ, CUYA FUNDACIÓN SOSTENEMOS CONVIENE IMPOSTERGABLEMENTE COMO SECCION GENUI­NA DEL APRA.

Luis E. Heyssen.
Secretario General de la Célula.

Alfredo González Willis
Miembro de la Comisión de Propaganda.

Luis E. Enriquez
Secretario de la Comisión Económica.

Nota: Por considerar de interés adjuntamos el documento que el camarada Luis F. Bustamante ha suscrito como definición de sus puntos de vista sobre el carácter del Apra que él reafirma también, debe ser el de Partido funda­mentalmente.

Asimismo señalamos como importantes estas opiniones del camarada Rabines, emitidas el 23 de junio de 1927, en una carta de propaganda, malgrado que su actitud de hoy las rectifique.

El camarada Rebines decía en ese entonces:
"Somos un frente único y consecuentemente, en ese frente único caben todos los anti-imperialistas, a excepción de la gran burguesía, herida o molestada por la concentración capitalista y el monopolio imperialista".
Y más adelante:
"Somos un partido politico y un frente único. Hay quien quiere ver contradicción en esto. La paradoja es aparente, como todo lo que brota del marxismo. Como organización, somos un frente único: un bloc de concentra­ción de diferentes clases oprimidas: proletarios, campesinos, pequeño burgueses, comerciantes y artesanos, pequeños propietarios de la tierra y colonos, intelectuales y estudiantes de izquierda. Pero, como asociación con idénticos principios, idénticos puntos programáticos, idéntica finalidad, somos un partido politico".

Luis E. Heysen

Heysen, Luis E.