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Carta del Comité de Pro-Liberación del Perú, 1/2/1928

1 de febrero de 1928

Compañeros Óscar Herrera, Eudocio Ravines, Manuel Seoane, Luis Heysen, Luis Bustamente, Enrique Cornejo

En BUENOS AIRES Y PARÍS.

Estimados compañeros:

El comité Pro-Liberación del Perú constituido en México e integrado por compañeros mexicanos y peruanos, se dirige a Uds., por nuestro conducto, para darles cuenta de su instalación. Las bases sobre las que se ha organizado nuestro Comité son las siguientes:

1º Trabajar por todos los medios para conseguir la reivindicación de los trabajadores peruanos del campo y de la ciudad, sobre la bases de la emancipación económica y política del indígena.
2º Trabajar por la constitución de una fuerza organizada bajo la forma de un partido político que sea el órgano por medio del cual se consigan los fines que perseguimos, con el nombre de "Partido Nacionalista Libertador del Perú".
3º Estudiar en consecuencia intensamente la realidad económica, social y política del Perú.
4º Tener siempre presente la Revolución Mexicana en sus aciertos y en sus errores como base de experiencia para el desarrollo de este movimiento.
5º Dejar establecido que este movimiento se realizará sobre la base de una estricta disciplina integral de todos sus componentes como único medio de mantener la autoridad moral y política.
6º Siendo absolutamente necesario para la eficacia del movimiento sus estricta centralización a fin de asegurar su eficacia, que implica unidad de comando, el Comité de México organizará comités en los demás países donde haya posibilidad de fundarlos bajo su dirección política.
7º Se nombró y reconoció unánimente como jefe supremo del movimiento al compañero V.R. Haya-De la Torre.
8º Se nombró al compañero Jenaro Amezcua Secretario General del movimiento y al compañero C.M. Cox, Secretario del Comité Pro-Liberación del Perú, sede de México.
9º El Partido Nacionalista Libertador del Perú estará adherido al APRA.
10º El plan político de nuestro partido lo llevará a los compañeros de la Argentina y Europa el compañero Haya-Delatorre.
11º El lema adoptado por el Partido Nacionalista Libertador del Perú es el de TIERRA Y LIBERTADOR.

El Comité de México considera necesario remarcar y recomendar muy especialmente a Uds. la necesidad de guardar una absoluta discreción, hasta que se acuerde la forma de hacer públicas nuestra actividades.

Las bases para la formación del Comité Peruano-Argentino serán enviadas por separado, lo mismo que las del Comité de París.

Al participarles la instalación del Comité de México les instamos a constituir el Comité Organizador Pro-Liberación del Perú en la Argentina y París.

TIERRA y LIBERTAD.

Fdo. Jenaro Amezcua
Secretario General

Fdo. Carlos Manuel Cox
Secretario del Comité de México

Cox, Carlos Manuel

Informe sobre la Adhesión del Partido Nacionalista Libertador, 1/9/1928

INFORME

Presentado ante la Asamblea General de los miembros de la Célula del APRA. Sobre la adhesión del Partido Nacionalista Libertador.

CAMARADAS:
Los suscritos, miembros de la comisión designada para estudiar la si­tuación y la realidad creadas por el proyecto de formación de un Partido na­cionalista peruano, cuyos puntos básicos se hallan especificados en el Plan de éxito, emitimos el informe correspondiente:

La creación de un Partido Politico, de carácter nacionalista revolu­cionario, con tendencias democrático-radicales y adherido al APRA, para luchar contra el feudalismo, por la conquista de la tierra para los campesinos que la trabajan y contra el imperialismo conquistador, responde a una necesidad ob­jetiva de las clases medias, de las capas sociales que se mueven dentro de la etapa pre-capitalista y de la pequeña burguesía del Perú, expoliadas cada ves más por el imperialismo y por la tiranía económica y política de la clase la­tifundista gobernante.

El problema fundamental de nuestro país es sin duda el de la tierra, problema principalmente agrario. Su solución —que entraña la del problema indígena— no puede ser otra que la reivindicación de la tierra para el indio que la trabaja y, junto a esta reivindicación económica, las de carácter politico, cultural, jurídico, administrativo, etc. que de ella se desprenden.

El Plan de México —o sea el Partido Nacionalista Libertador— enfoca estas reivindicaciones desde un punto de vista revolucionario radical, estable­ciendo la entrega de la tierra a los trabajadores del campo —aunque omite enunciar la forma y el carácter de la expropiación— la descentralización del poder político y administrativo del Estado, mediante la injerencia efectiva de las municipalidades en el gobierno y la educación integral de todos los ciudadanos destruyendo el actual privilegio de casta que impera en la política educacional.

No es el momento de poner en debate las excelencias o los defectos del Partido Nacionalista Libertador, ni del Plan de México. Esta labor corres­ponde a quienes se adhieran a dicho partido. En el momento actual y en el pre­sente caso, no se trata sino de discutir la adhesión del Partido Nacionalista Libertador a la Alianza Popular Revolucionaria Americana.


En este punto comienza nuestro desacuerdo con los demás miembros de la Comisión, camaradas Luis E. Heysen, Alfredo González y Luis Eduardo Enríquez. Nosotros sostenemos la aceptación del Partido Nacionalista Libertador dentro de las filas del A.P.R.A., siempre que se supriman las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México que estatuyen que el órgano úni­co que habrá de llevar a cabo la revolución anti imperialista en el Perú, se­rá un organismo politico militar y que éste será el Partido Nacionalista Li­bertador.

Pedimos la supresión de los dos puntos citados porque ellos encarnan un principio que significa la negación del APRA. El APRA, se ha enunciado, se ha organizado y se ha mantenido en todo momento, desde su fundación, como una Alianza, como un Frente Unico de sectores diversos. Toda alianza, de la especie que ella sea, implica pacto de fuerzas coaligadas y organizadas. Frente Unico quiere decir entente de sectores y rangos separados por diversidad de puntos de vista, pero concordes en llevar a cabo, durante una etapa mas o me­nos prolongada, y sin menoscabo de su autonomía, una obra común.

El APRA, no olvida, ni puede olvidar el principio axiomático de que la Historia de la Humanidad es la historia de la lucha de clases. El APRA, no puede, sin faltar a sus propios postulados y a los fundamentos de su ideolo­gía, olvidar los antagonismos irreductibles que separan las clases, que divi­den los sectores que ella trata de aliar episódicamente para llevar a cabo la revolución anti imperialista, para luchar contra el peligro común: el avance del imperialismo y la oligarquía feudal imperante. Al contrario, el APRA, reconociendo y constatando la existencia de tal antagonismo —donde radica precisamente su concordancia con la realidad— trata de formar el Frente Único de las clases oprimidas, contra las clases opresoras, para que aquellas, auxiliándose mutuamente, traten de obtener cada una el triunfo parcial de sus propias y peculiares reivindicaciones. Por esto proclama la unidad dentro de la Alianza, dentro de la cuál cada sector conservará sus puntos de vista concordes con sus intereses y su autonomía de pensamiento y acción, limitada tan sólo por los intereses de la lucha contra el imperialismo.

La formación de un partido político que objetivamente remplazaría al APRA, en las condiciones en que el Plan de México lo establece en sus cláusulas tercera y cuarta, implica clara y terminantemente no la alianza y la uni­ficación de fuerzas orgánicas, biológicamente distintas, sino la fusión de todos los elementos anti imperialistas y le exclusión de todo punto de vista de sector o de clase; es decir la negación del antagonismo de clase, realidad viviente en el Perú, esencia y motor de todas las luchas y revoluciones de la Historia. Tratar de organizar un partido que comprenda a todos los elementos oprimidos bajo el yugo del imperialismo, fusionándolos, sin distinción de cla­se, es desconocer el antagonismo de clase que el APRA reconoce y afirma. Ahora bien, en estas condiciones, tratar de adherir este partido al APRA signi­fica colocar al APRA, en la calidad de una entelequia teológica, de una categoría metafísica o en la calidad de un simple rótulo, puesto que la organi­zación de un Partido Único, de carácter politico-militar, hace totalmente inú­til todo pacto, frente único, entente o alianza entre sus componentes.

El antagonismo y la lucha de clases, que el APRA no niega sino afirma, sin tratar de escamotearlo o suprimirlo romántica o reaccionariamente, ha asu­mido desde hace muchos años en el Perú, caracteres definidos y netos. El proletariado de las fábricas, de las centrales mineras, azucareras y petroleras, hace tiempo que abandonó el antiguo sistema de organización de sociedad mutua- lista, propio del artesanado, de las clases medias del pre-capitalismo y de la pequeña burguesía, para organizar su sistema de defensa dentro de los sin­dicatos revolucionarios.- Ante la instrucción oficial y frente a las escuelas nocturnas gubernativas, el proletariado forjó sus propios centros de cultura proletaria, las U.P.G.P.- En su lucha de frente único contra la actual tira­nía, el proletariado no se ha fusionado jamás con elementos demo-liberales, estudiantiles o pequeño burgueses: en ningún momento ha perdido sus puntos de viste genuinamente proletarios. La lucha sin cuartel que ha venido librando en tales condiciones, es la prueba incontestable de que la lucha de clases en el Perú, es una realidad tan efectiva como lo es en todo país en donde la ac­tividad económica, política y social se desarrolla dentro de la preponderancia del sistema capitalista.

Si el proletariado ha tenido necesidad de organizarse para la defensa de su salario, de su jornada de trabajo y de sus derechos, en un organismo de clase; si en medio de la luche de civilistas reaccionarios, demócratas teñidos de laborismo y estudiantes inflamados, el proletariado ha llevado a cabo su propia lucha, lucha de clase, bien que dirigido por elementos de otros rangos, pero que tuvieron la virtud sustantiva y esencial de abdicar de sus pro­pios puntos de vista para ponerse a las órdenes del proletariado, es indudable que mas tarde o mas temprano, tratara de hacerlo políticamente, dentro de su propio organismo político, con tendencias, aspiraciones y puntos de vista de clase.

Si mas tarde en el Perú, se formara por ejemplo, un Partido campesi­no "ayllista" o simplemente agrarista, como sucedió en México con el zapatismo, el APRA, no tendría absolutamente porqué rechazar la adhesión de este organismo entre sus filas; todo lo contrarío: trataría de atraerlo, de vincular­lo estrechamente con los organismos políticos de los demás sectores oprimidos, en el seno de la Alianza.

Los camaradas oponentes sostienen el grueso sofisma de que el APRA quedaría constituyendo la Alianza de los diversos Partidos Nacionalistas que se funden en los otros países indoamericanos. Tomando la hipótesis por rea­lidad, el APRA quedaría en calidad de una Internacional Indoamericana y nun­ca en la categoría de una Alianza. La diferencia profunda que existe entre Alianza e Internacional, ha querido ser borrada con argumentos deleznables y de ley dudosa.

Incapaces de sostenerse en este terreno, huérfano de lógica, arguyen que en algunos países, en donde ya existen partidos politicos de clases opri­midas, constituidos y en funciones, el APRA ocuparía su verdadera categoría de Alianza. ”¡Que el Perú —como el Paraguay— son países de excepción!... Pero hemos demostrado que la lucha de clases existente en los países de América Latina —en donde hay partidos políticos de clases oprimidas— existe también o en el Perú, y no en la mente de los intelectuales, ni en el ideario de uno
o más reformadores del mundo, ni en la teoría de uno o más exégetas de la so­ciología, sino en el terreno viviente y dinámico de la realidad. Por consiguiente la excepción concuerda muy bien con el pensamiento y la conciencia de nuestros camaradas, pero de ninguna manera con la realidad palpitante y viva del Perú. Y no es el pensamiento, ni la conciencia individual quien condiciona y determina la realidad social, sino es la realidad social la que condiciona y determina la conciencia y el pensamiento individual. Si se sos­tiene el APRA, como Alianza, en países como Cuba, Colombia, Ecuador, Chile, etc en donde la lucha de clases ha condicionado la lucha política, no es posible dejar de sostenerla en el Perú, en donde la lucha de clases ha asumido caracteres dramáticos y relevantes y en donde el proletariado, condicionado por la realidad, puede y tiene que llegar a constituir su propio organismo politico de clase.


La creación de un partido único, sobre las bases de los puntos terce­ro y cuarto del Plan de México, es la prohibición terminante de tratar de organizar un partido genuinamente proletario. Y todo organismo, toda colectividad, todo individuo, toda ideología, que se opongan u obstaculicen la realización de esta legitima aspiración del proletariado —clase oprimida bajo el yugo del imperialismo— está contra los intereses específicos de los trabajadores y con­tra los postulados del APRA. No tenemos ninguna razón, ni nos asiste derecho alguna para prohibir la formación de un partido de clase, dentro de la Alianza. Prohibir al proletariado la formación de su organismo politico de clase, es atentar contra sus intereses, es desconocer sus verdaderas necesidades, es luchar contra sus reivindicaciones. Es asumir una tendencia anti-proletaria, es consagrar una tendencia fascista.

Por esto rechazamos las cláusulas tercera y cuarta del Plan de México, que excluye de hecho todo organismo formado fuera de las filas del Partido Na­cionalista Libertador y que encarna la negación del APRA. No es posible sos­tener que desde Paris, desde México o desde Buenos Aires, es dable excomulgar desde ya y apriorísticamente todo organismo que puede nacer obedeciendo a la realidad social y al estado de ánimo colectivo de nuestras clases oprimidas.

Apoyados en estas razones sostenemos los principios de organización del APRA, es decir de una Alianza: dentro de ella cabrá perfectamente un Partido de clase —disfrutando de la autonomía que el pacto le acuerde— tanto como la Liga Patriótica Haitiana o el Partido Nacionalista Libertador, con los prin­cipios que propugna, a excepción de las cláusulas tercera y cuarta. Sostenemos que el órgano único que habrá de llevar a cabo la revolución en el Perú, será el APRA, en la cual —repetimos— encontrarán cabida un partido tal como el Par­tido Nacionalista Libertador, así como cualquier otro organismo político de clase oprimida que se halle en formación o que pueda llegar a Constituirse.

De la vinculación de estos elementos organizados, dentro de la Alian­za, y de la fuerza y disciplina de cada uno de ellos, depende, más que la in­surrección, el triunfo de le genuina revolución plebeya anti-imperialista.

París, primero de septiembre de 1928.

Eudocio Rabines
Miembro del C.E del APRA

Juan Jacinto Paiva
Miembro de la comisión de disciplina

Armando Bazán
Miembro de la Com. de Propaganda

Ravines, Eudocio

Mensaje de Víctor Raúl a la juventud y al pueblo cuzqueños, 2/10/1926

MENSAJE DE HAYA-DELATORRE A LA JUVENTUD Y AL PUEBLO CUZQUEÑOS

"Los viejos a la tumba;
los jóvenes a la obra"
González Prada

A la Juventud de Cuzco:

"Al venir a Paris -y-ponerme en contacto con los numerosos estudiantes cuzqueños residentes aquí, he sentido mas fuerte que nunca la solidaridad ideológica de nuestra generación en el Perú, militante en el movimiento renovador que ha surgido de las Universidades Populares González Prada y que va extendiéndose avasallador a todos los ámbitos del país. Mi relación con el brillante conjunto de estudiantes cuzqueños que viven en París me ha permitido comprender mejor el admirable espíritu revolucionario de la juventud del Cuzco. Estamos aquí todos juntos, organizando nuestra acción, disciplinando nuestros fuerzas, dando así a nuestros ideales el sentido de realización que es necesario para lograr la victoria de nuestra causa."

"La nueva generación del Perú ha llegado al momento de concretar todos los vagos intentos que hasta hoy no han servido sino para darnos la experiencia de que ningún movimiento desorganizado, individualista y sin un claro y moderno programa social, podrá imponerse. Felizmente todos, sentimos Ia necesidad de organizar y disciplinar las fuerzas renovadoras como un ejército que se alista, para batallas decisivas. El ímpetu de la juventud de trabajadores manuales e intelectuales del Perú, se transformara en energía invencible y no ha de perderse más en impulsos inconexos, o en acciones improvisadas y sin plan. Nuestro enemigo es aun fuerte: es todo un pa­sado "republicano" de opresión, de ignorancia, de fanatismo, de sumisión, de sensualidad, de compadrería y de saqueo de las riquezas publicas que son del pueblo. Todo este negro conjunto de fuerzas inferiores ha creado en el país una moral pervertida de hábitos y tendencias que constituyen un peligro social, porque han erigido como noma de vida el abuso, la traición y la bajeza. Contra todo eso tenemos que luchar; contra todo eso tendremos que vencer. Dentro de nosotros mismos debernos extirpar despiadadamente todos los rezagos que esa moral pervertida del ambiente, instaurada por las viejas generaciones, nos haya podido dejar como contagio o mal ejemplo. Tene­mos que renovarnos; tenemos que revolucionar nuestras conciencias libertándolas de
egoísmos enfermizos y de flaquezas censurables para que odiando al mal que ha traí­do la degeneración y el desastre que hoy amenazan el Perú, afrontemos radicalmente; la obra gloriosa y difícil de redimirlo".

"Nadie sino la juventud de trabajadores manuales e intelectuales, unida como un haz, podrá realizar la obra salvadora. Nadie sino aquellos que tienen el espíritu apto para comprender que el propio sacrificio es el único medio de redimir a los demás y que la justicia solo se conquista por la lucha. Nuestra obra exige darse a ella, pero darse a ella totalmente con la sinceridad sin reservas de los convenci­dos de que no se pertenece aquel que tiene la responsabilidad de llevar a la victo­ria una causa mil veces sagrado".

Compañeros estudiantes de la Universidad del Cuzco:
"Yo no puedo dirigirme a vosotros sin orgullo. Siendo que lo que habéis hecho como contribución a la causa de la Revolución del Perú es honra para nuestra generación. Vuestros sacrificios, vuestro entusiasmo, vuestra energía tiene sin duda alguna un alto valor de eficacia. Quizá si el impulso de vuestros movimientos no ha tenido planes perfectos, pero eso no importa, porque habéis ganado la experiencia aleccionadora de que es absolutamente preciso canalizar los entusiasmos, organizar las fuerzas, sistemar los movimientos, disciplinar las filas y convertirnos todos en soldados del nuevo ejército de la Libertad y la Justicia. Hoy estamos todos juntos: de un lado al otro del Perú el grito de la nueva generación es escuchado por el pueblo. Nuestro debe inmediato es sostener sin desmayo los principios de nuestra causa, cuyos puntos esenciales pueden esbozarse así:

"La regeneración material y moral de las clases productores sobre la base de la reorganización total de la economía nacional, suprimiendo las castas privilegiadas y extirpando las oligarquías que usufructúan sin límites los dineros del Estado que son del pueblo; abolición de la tiranía política y económica que en Lima, —foco de prostitución, de abuso y de opresión—, se ejerce sobre las provincias que, en una tarea dolorosa y sin fin producen el dinero que luego dilapidan los privilegiados que se agrupan en la capital; defensa de la soberanía del pueblo y de la libertad de la Nación que hoy está entregada a las cadenas implacables del imperialismo yanqui el que nos va entregando la clase gobernante, POR EL DESCONOCIMIENTO DE TODAS LAS DEUDAS CREADAS POR EMPRÉSTITOS HECHOS A LOS NORTEAMERICANOS A COSTA DE LAS RIQUEZAS NATURALES DEL PAÍS Y PARA BENEFICIO DE ESA CLASE; en una palabra reorganización integral del país convirtiéndolo de un Feudo, en un Estado moderno que recogiendo la tradición política de la gran nación comunista incásica, la más poderosa y grande de su tiempo en América, erija un nuevo sistema de producción, consumo y cambio de la riqueza nacional bajo el contralor de quienes la gestan con el trabajo".

Compañeros obreros, indígenas y soldados:
"Junto a la juventud de trabajadores intelectuales debéis estar vosotros. Lo exija la causa del pueblo que es nuestra causa y la vuestra; lo exige el clamor de un país que vive oprimido por una casta que se trasmite hereditariamente el de­recho de explotar. Las Universidades Populares González Prada que son el símbolo de la lucha por la libertad del pueblo peruano nos han dado la experiencia admirable de cuanto puede la fuerza de la juventud de trabajadores manuales o intelec­tuales unida y disciplinada en un solo gran frente de batalla. Nuestra lucha tiene una bandera: la de reivindicar los derechos del Pueblo; pero para, reali­zar esta obra de justicia tenemos que derrocar a la clase opresora que bajo el título político de "civilismo" y cambiando temporalmente de aspecto y de disfraz, cata todavía en el poder, representa la casta dominante, es la expresión política del gamonalismo de la burguesía de la vieja casto feudal y extranjera que nos trajo el Coloniaje maldito. Nuestro deber inmediato es organizamos contra todos los grupos
de la clase dominante, contra todas las fracciones del "civilismo" aunque aparentemente se hallen en la oposición. Alguna vez he dicho y hoy lo repito que todos ellos son lobos de la misma cornada y que el "civilismo" domina todavía, gobierna aun tirani­zando y explotando al país como hace 50 años. Los obreros, los empleados, los indíge­nas, los soldados, todas las fuerzas productoras del Perú deben unirse al Frente liber­tador de la nueva generación; todos tienen que cumplir con el sagrado imperativo de venir a nuestras filas, porque nosotros vamos a lavar las manchas del pasado, a des­truir la tiranía de los privilegiados y a imponer la justicia y el gobierno del Pueblo para el Pueblo".

"Para este fin necesitamos la unión, el valor y la fe de los obreros, campesinos, soldados, empleados e indígenas del país suma­das a la unión, al valor y la fe de estudiantes, maestros de escuela e intelectuales de vanguardia, en un solo frente popular e invencible".

Compañeros Estudiantes del Colegio de Ciencias:
"Vosotros sois los adelantados de nuestra lucha por la justicia en el Peru. Vuestro concurso en la obra revolucionaría que la juventud nacional va a emprender en nombre de la justicia del Pueblo, es indispensable. Vosotros sois la expresión mas nueva de la juventud cuzqueña y en la historia de vuestro colegio hay paginas admirables de rebeldía y de heroísmo que constituyen un ejemplo alentador para vosotros y un estímulo poderoso para todos los que luchamos contra la opresión en el Perú. Vosotros sois fuerza y entusiasmo; dad a vuestra capacidad de acción la disciplina de verdaderos soldados de nuestra gran causa. Juntad vuestras fuerzas; disciplinadlas; arraigad la convicción de que Ios Jóvenes del Perú y sólo ellos tienen la misión gloriosa de sacudir a la nación de la tiranía e imponer el triunfo de nuestra causa. Agrupados, disciplinados en un sólo frente de juventud, con los estudiantes universitarios, con los obreros, con los indígenas, con los soldados, vale decir con la juventud hermana de trabajadores manuales, formaremos la falange llamada a llevar adelante, por la fuerza de la Justicia, las conquistas de nuestra obra redentora. Solidarizados estrechamente, pensando siempre en el destino eminen­te de esta generación, y en su grave tarea histérica y en el programa que hemos de realizar todos juntos, trabajemos sin descanso por sumar a nuestras filas todas las fuerzas vivas de la nación".

Juventud del Cuzco:
"Desde el glorioso día 25 de mayo de 1923 en que bajo las banderas de las Universidades Populares González Prada nuestra causa ofrendó sus primeros mártires de las clases obreras e intelectuales, en la masacre de la calle de los Huérfanos de Lima, la juventud del Perú ocupa el puesto de vanguardia entre las de Améri­ca Latina, que consideran nuestra lucha y nuestros sacrificios como el principio
de la gran cruzada libertadora que los pueblos de nuestros veinte países tienen que realizar contra el imperialismo yanqui, por la unidad política latinoamericana y por la Justicia Social. Nuestra responsabilidad es pues muy alta. Todas las juven­tudes de America esperan la victoria de una causa que nos es común y han expresado mil veces su adhesión admirativa a la obra precursora de la Juventud del Perú. Es cierto que nuestros enemigos están atentos al avance de nuestras fuerzas pero yo estoy seguro que a pesar de odiarnos tienen que respetar en nosotros la pureza y la sinceridad. En medio del cuadro repugnante de inmoralidad política, de prostitución total, de podredumbre y de vendimia que hoy ofrece la vieja genera­ción del Perú, nuestra causa aparece en toda su limpidez sostenida y defendida por una juventud que ha soportado la muerte, las persecuciones, los destierros y el hambre pero que ha mantenido ejemplarmente la pureza de su conciencia revolucio­naria y la integridad de su programa renovador. El Pueblo del Perú tendrá que com­prender plenamente a un día muy próximo que la juventud de esta época está realizando un sacrificio silencioso pero sin precedente en nuestra historia, por la liberación de todos aquellos que bajo el yugo de la opresión económica, política y moral constituyen la gran muchedumbre de esclavos que soporta el peso de la clase privilegiada dueña de todos los beneficios que el país puede dar".

Compañeros:
"Cierro esta carta con la convicción de que me dirijo a hermanos en la causa de la justicia y a camaradas del gran ejercito libertador que ha de imponerla".
"Tengamos fe en nuestras propias fuerzas y hagámoslas invencible por una es­tricta organización. Cuando la fuerza está al servicio de la Justicia, la fuerza es santa. Pero no hay fuerza posible sin disciplina, sin método sin unidad de acción, conjunta, armónica, total. En esta misma hora se organizan las fuerzas del pueblo en muchos otros lugares del Perú. Nuestra cruzada tendrá que ser nacional para ser invencible. La Nación no son los que por fines políticos agitan el chauvinismo y justifican asesinatos, robos y crímenes en nombre del "patriotismo". La Nación es el pueblo, es el pueblo traicionado y oprimido por una casa de explotadores que está vendiendo el país al amo yanqui, que está hipotecando nuestras riquezas y que grava a pueblo con impuestos y tributos, para pagar el dinero pedido al extranjero y dilapidado por los señores de Lima. La Nación lo constituyó la mayoría del país oprimida por una minoría, ambiciosa, corrompida y senil. Contra esa minoría usurpa­dora del poder y traidora del pueblo tenemos que insurreccionarnos en nombre de la Nación que es el Pueblo, que es la mayoría del país subyugado. En cada rincón del Pe­rú debe surgir parte de la gran fuerza popular que ha de unirse en un sólo frente de acción. Nuestro deber es pues ser infatigables en la labor de propaganda y de organización preparándonos a defendernos y a contrarrestar la gran ofensiva que la reac­ción dominante realizará contra nosotros haciendo un último esfuerzo".

"He de repetir que la obra es difícil pero de ningún modo imposible y que si no fuera difícil, sería indigna de nosotros. Con una solidaridad que nada destruya en nuestra, filas, todas las maquinaciones de los enemigos del Pueblo serán derrotadas".
"No olvidemos el grito admirable de González-Prada que sirve de lema a estas líneas y no olvidemos que nuestro Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales se extiende a toda América en una Alianza Popular (APRA) que llevara a todos los países hermanos el programa renovador que los pueblos del Perú impondrán por nosotros".

"A todos mi saludo fraternal, a todos mi palabra de aliento enviada desde el largo destierro que no ha sido obstáculo sino incentivo para sentirme más cerca del pueblo del Perú y más resuelto y más decidido soldado de sus causa".

¡TRABAJADORES MANUALES E INTELECTUALES: FORMAD EL FRENTE ÚNICO DE LA JUSTICIA!

¡HUAYNACUNA JUNUNACUYCHIS!

París, 2 de octubre de 1926.

(firmado) Haya - De la Torre

Haya de la Torre, Víctor Raúl