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Descripción archivística
Fondo José Carlos Mariátegui Pagos Con objetos digitales
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Carta de Jaime L. Morenza, 26/6/1929

Montevideo, 26 de junio de 1929
Sr Dn.
José Carlos Mariátegui
Lima Perú
Mi distinguido compañero y amigo:
Recibí su carta que no contesté por falta de tranquilidad, pues desde hace varios meses tengo mi esposa enferma de bastante cuidado.
Llegaron a mi poder los libros a que Ud. se refería en su carta. Le agradezco particularmente el que Ud. ha tenido la deferencia de dedicarme. Lo que pienso de él lo he dicho en La Cruz del Sur. Como supongo que al recibir estas líneas ya estarán en su poder los ejemplares que siempre se le mandan, me creo excusado de hacer mayores consideraciones al respecto.
Le adjunto un giro de 38.05 dólares, equivalente a p. 40.00 oro uruguayo, con cuyo importe creo saldar el importe de las remesas de libros y de Amauta. Ruégole que en lo sucesivo me mande únicamente un ejemplar para mí. Le digo esto porque hasta ahora no he hecho más que regalar los números de la revista y los ejemplares de los libros, sin que con ello haya conseguido más que un suscritor, el Dr. Frugoni, a quien también pueden enviársela directamente.
No les aconsejo mandar la revista a libreros porque tropezarían con dificultades en el cobro.
De su libro se han ocupado aquí, además de Zum Felde, el periodista Orestes Baroffio, cuyo recorte le mandé hace tiempo y el Dr. Mora Guarnido, que me dio un largo artículo para el N° próximo de La Cruz. A éstos le he dado ya el libro.
Sin otro motivo, haciendo votos porque esté mejor de sus achaques lo saluda con la invariable simpatía intelectual y personal de siempre su amigo
J.L. Morenza

Nota: —A pedido de Mora Guarnido le envié a Femández Almagro a Madrid un ejemplar de sus Ensayos— Posiblemente se ocupará de él en el diario La Voz -—Vale.

Morenza, Jaime L.

Carta de Armando Bazán, 12/12/1929

París, 12 de diciembre de 1929
Muy querido José Carlos:
La carta que recibe Vallejo me da el convencimiento que Ud. no ha recibido ninguna de mis cartas. Le he escrito por intermedio de J.M. y de J.C. en más de seis ocasiones. Le he preguntado repetidas veces por el No. del cheque que hicieron a la N.R.F. Esos señores me ofrecieron hacer el envío tan luego me presenté a ellos con los papeles. Fue después, cuando un día fui de nuevo por casualidad, que me informaron que el envío no había sido hecho porque no tenían el comprobante del cheque. Inmediatamente le escribí, le volví a escribir; le encargué a K... y nada. Como nuestro amigo es de lo más olvidadizo, estoy seguro que ni siquiera le habló de ello una sola palabra. Si esta carta tiene pues la suerte de llegar a su poder deme Ud. este dato a la brevedad posible.— Le decía también en mis anteriores que El Mundo no me había escrito y ahora le digo de nuevo que no me ha escrito una sola palabra, ni siquiera dándome las gracias por la colaboración ya Ud. comprenderá que menos pueden hacerlo haciéndome el envío de remuneración. He hecho todo lo humanamente posible por sostenerme aquí en París escribiendo crónicas para periódicos de la América del Sur y en todas partes no he obtenido sino el resultado del Mundo. Vallejo obtuvo la promesa de que me pagarían en Mundial— El mismo resultado: han publicado varios artículos y cuando la persona encargada se presentó a cobrar no le quisieron ni oír. Aquí en París he trabajado en todo lo que puede trabajar un hombre y es así como hasta hoy he vivido. Pero como las cosas se van poniendo difíciles creo que no me queda otro remedio que salir de Francia, no importa a dónde ni cómo.— Si Ricardo o algunos de nuestros amigos puede, encárguele Ud. de reclamar 4 ó 5 artículos míos que Mundial no debe haber publicado. Algunos de ellos pueden serle interesantes.
La situación de casi todos nuestros amigos es ahora indecisa en París. E.... debe embarcarse próximamente. Vallejo también tiene el proyecto de ir al Perú. Yo voy a ensayar un viaje a España mientras me sea posible seguir a nuestros compañeros si así se juzgara necesario.
Este viaje en todo caso lo haré dentro de dos o tres meses; de tal manera que espero aquí su contestación.
No hemos visto sino el N° 25 de Amauta.— Le envié junto con varios poemas y crónicas de libros, míos, un artículo de Marta Vergara, escrito exclusivamente para nuestra revista. No sé tampoco nada de ello. Esta dificultad de comunicarnos es el más grande daño que nos pueden hacer a todos.
Bustamante, que se encuentra de paro aquí en París, no ha cambiado ni una línea en su manera de ser. Siempre anda como la lagartija metiéndose por agujeros invisibles con tal de escaparse de nuestras manos. Así es en todas partes.
La Librería Cuesta recibe y ha recibido siempre puntualmente la revista. Hace también todo lo posible por propagarla. Es entre todas las revistas que recibe, de América y de España, la más buscada.
No sé nada de su casa. Julia no ha contestado ninguna de mis cartas. No sé si ella también está comprendida en la censura— ¿Y los chiquillos? y Anita?
Le envío adjunta una carta para el Director de El Mundo. Haga Ud. de ella el uso que crea conveniente. Si le llegaran hacer algún pago y si la suma tuviera alguna importancia hágame Ud. un giro por cable. En ese caso con toda certeza me iré a España, siempre como le digo anteriormente, dentro de dos o tres meses.
He trabajado intensamente. Trato y he tratado de hacer siempre por poner luz en esa ignorancia compacta con la que se viene de América y a la que Ud. mi querido J. C. comenzó a dar los primeros golpes maestros. Tengo un libro de cuentos, que aunque no los juzgo de fibra noblemente revolucionaria tienen el valor de haberme servido de gimnasia. Si Vallejo va a Lima le encargaré muchísimas cosas para Ud. Él le será de un alivio enorme. Él es de los más fuertes y de los más nobles; de los que con mayor amor se han inclinado y reconocido el valor de la nueva obra en América.
Escríbase Ud. siempre con mi dirección a 11 Av. de L’Opera —Grds. Journaux— —Yo recibo regularmente mi correspondencia— Le encargo mis más cariñosos recuerdos para Anita y los niños. Reciba el abrazo fraterno de
Armando

Bazán, Armando

Carta de Waldo Frank, 11/1929

Santa Barbara [noviembre de 1929]
Querido hermano:
saldré de este vapor que le traerá mi carta, á Antofagasta. Pasaré dos ó tres días á La Paz (donde los estudiantes me han pedido a venir— y empujado á su Gobierno á invitarme). Pues, de la manera más ligera, vendré á Lima. Conversar con Ud.... le conocer, si Ud. lo permite, íntimamente... es, tal vez, la acción mas importante de mi viaje á Sud América. Tendré posiblemente á sacrificar, para este, mi visita á Cuzco. He aprendido que una visita á Cuzco de La Paz (á causa del horario de trenes) me haría perder casi dos semanas. Estoy siempre esperando que una visita será posible, directamente de Lima. Si no, no importa. Días tranquilos á Lima —conferencias si Ud. las exige— son más urgentes.
A propósito de las conferencias: cuando estuve en B.A. el Encargado de Negocios del Perú vino para invitarme á dar conferencias, y saber mis condiciones. Yo dije que vendría con gusto, pero que se debía saber que vendría para hablar como estaba hablando en la Argentina y que además mi mejor amigo del Perú —mi gran y único amigo allí era Ud. Eso fué sin duda la razón del “fracaso” de la invitación. Y me alegro. Si debo dar conferencias en Lima, quiero que Ud. haga las condiciones. No puedo discutir con Ud. Voy sencillamente decirle mi situación y Ud. hará lo que quiere. No soy hombre rico. Al contrario —soy hombre que gana con gran dificultad con lo necesario para vivir convenablemente con mi familia. No he venido á S.A. para ganar dinero— pero he tenido necesidad de ganar lo equivalente de lo que ganaría en los EE.UU. Quiero, pués, que mis conferencias sean pagadas lo mejor posible. Pero no aceptaré nada ni de Ud. ni de Amauta. Que personas ricas —ó instituciones— me paguen! Prefiero, además, dar pocas conferencias bien pagadas que muchas —con menor precio. Porque? Porque es importante que tenga tiempo —ocio— para ver Lima— para estar tranquilo con Ud. y sus amigos y las conferencias me cansan énormémente. Lo bueno sería pues, pocas conferencias con lo más dinero posible —y muchas muchas horas libres con Ud. quien es el hombre que amo lo más de toda S.A.
Si es posible, haga que pueda sin embargo visitar Cuzco!
Tendré que estar en Lima los primeros días de diciembre. He recibido permisión de volar (cómo un pedazo de correo) hasta Miami, Florida. Deberé tomar el avión del 11— o del 18... según mis trabajos en Lima. Mi mujer me necesita. Preferiría tomar el del 11— pero quedaré hasta el 18 si el objeto de mi visita lo necesita.
Mi visita á la Argentina fué una gran triumpho— apesar de la dificultad que hizo mi descubrimiento (all llegar) que fuí invitado por hombres conservadores. No necesito decirle que he dicho toda la verdad, aunque todo género de influencia sútilmente obraba para impedirme.
Hasta luego —mi hermano de corazón, de espíritu, de inteligencia. Y saludos á sus amigos
Waldo
P.S. Recibí una carta de amigos de Arequipa —y la he perdido— y no sé los nombres que la firmaron.
Quiere Ud. telegrafiarles/escribirles que si es posible, daré una conferencia a A.— que debe ser pagada (Es mi regla). Pueden esperarme á Arequipa el 1 de diciembre. Pero no sé si permaneceré. Tal vez me enviará Ud. una carta otra.

Frank, Waldo

Carta de Luis E. Valcárcel, 31/1/1929

Cusco, 31 de enero de 1929
Querido amigo José Carlos:
Recibí su amable carta del 21 que contesto en vísperas de mi viaje a las termas de Arequipa, donde pienso pasar el mes de febrero, como cura preventiva de amagos reumáticos. Mucho le agradezco por los datos que me trasmite sobre la repercusión de Tempestad, libro que tan discutido fuera. Tengo una cantidad de juicios la mayor parte extranjeros y cartas curiosas e interesantes como la de un jefe piel-roja, un auténtico príncipe cheroke.
Cordiales agradecimientos también por sus recomendaciones en mi favor. Bien sabe de mi lealtad y decisión por todo lo suyo.
Me contraría mucho la tardanza en la cancelación de las facturas pendientes de Amauta. Dejo el asunto recomendado a Oyague, quien me promete arreglarlo todo para después del 15 de febrero.
Debe escribirle también él.
De Arequipa le enviaré algunos artículos; podré allí disponer de tiempo y tranquilidad.
Un abrazo fraternal de
Luis

Valcárcel, Luis E.

Carta de Stephen Naft, 17/11/1927

17 de noviembre de 1927
Estimado compañero:
Adjuntamos un giro de $ 10.00 (dólares) pagando el artículo que nos envió sobre los problemas del indio del Perú.
Queremos advertirle que nuestros artículos están destinados para la prensa diaria y por eso sería mejor escribir más sobre los problemas actuales y sobre asuntos que se completan en el mismo artículo.
Esperamos otro artículo pronto.
Le saluda cordialmente
Stephen Naft

Naft, Stephen

Carta de Carlos Arbulú Miranda, 15/1/1927

15 de enero de 1927
Estimado y querido Mariátegui:
Con mis saludos más cordiales lleva ésta mi gran amigo César Galarreta, espíritu comprensivo y abierto a todas nuestras cosas, el que con mucho interés desea conocer a Usted y para quien creo que le brindará todo su afecto y amistad.
Le he remitido por cheque y por giro telegráfico la suma de Lp. 7.0.00 que creo habrá recibido ya.
Como no tengo tiempo para escribirle más.
Con un abrazo
Carlos Arbulú Miranda

Arbulú Miranda, Carlos

Carta de César Atahualpa Rodríguez, 5/4/1926

Arequipa, 5 de abril de 1926
Sr. Dn. José Carlos Mariátegui
Estimado amigo:
Después de muchas dificultades he logrado vender quince ejemplares de su libro La Escena Contemporánea, que según instrucciones de U. tomé a mi cargo de la Librería León Albareda. El resto de su envío lo ha agotado también la mencionada Librería.
En pago de esos quince ejemplares, y del que recibió la Biblioteca Pública, le remito el cheque Nº 21451 a cargo del Banco Italiano por la suma de veintiocho soles y ochenta centavos (16 ejemplares a S/. 1.80). Le ruego que me mande un recibo por la suma indicada y avise al Sr. Albareda, para que me devuelva el recibo que le tengo dado por los libros vendidos.
No he querido pedirle liquidación al Sr. Albareda, por no estar autorizado para eso, ni saber el número de ejemplares que le remitieron ni la comisión que ofrecieron pagarle. Creo que si le escribe U., en el próximo correo tendrá el resto del dinero.
En lo sucesivo, mándeme U. directamente los libros que quiera que le coloque, indicándome con exactitud el precio a que debo venderlos, calculando portes y demás gastos. Ya sabe U. que sus cosas literarias las veo como mías. Es U. el único amigo a quien le sirvo de esta manera, violentando mi congénita pereza.
No piense U. en contar con suscripciones para los libros que arroja su Editorial Minerva. En este pueblo hay que vender el libro por la fuerza. El comprador no aventura diez centavos si no ve antes lo que va a comprar; y con el libro, necesita, además, del discurso explicatorio. De cada edición puede U. mandarme quince ejemplares, quizá pueda venderlos; sin perjuicio, por supuesto, de que haga U. sus envíos a las Librerías.
Le escribo desde la cama. He estado veinte días con fiebres gástricas. Recién estoy en el tercer día de convalecencia. Esta mañana acabaron de pagarme el último ejemplar de La Escena Contemporánea. También hay que vender al crédito.
A propósito de su libro: creo, sin temor de equivocarme, que después de la obra de González Prada, es lo que más vale en la literatura nacional. Aquí, entre la gente de letras, ha gustado mucho. Ninguno ha escrito todavía una prosa tan llena de juventud, tan caliente y tan briosa, y sin embargo tan bien encarrilada. Ninguno, tampoco, piensa con la seguridad de U. sus juicios breves y rotundos, tienen la certeza del balazo que perforó la fama del blanco; dan la sensación de haber terminado el encanto de quedarse largamente flotando en la imaginación.
Espero que este su poder de análisis y de crítica por lo alto, lo emplee muy en breve, en un libro sobre las peripecias de nuestra vida criolla; balanceándole sus desatinos y pulseándola por el lado de su incultura. No un libro de sociología. Un libro cinematográfico, casi como La Escena Contemporánea.
Esto que escribo a vuela pluma, no le da ni la más somera idea de lo que pienso sobre su obra. Me reservo a pensar con calma en lo que significa La Escena Contemporánea para la cultura patria.
Disculpe en la forma que le escribo. Vivo en el campo y estoy enfermo. Los útiles serios de escritorio los tengo en la Biblioteca Pública.
Con el afecto de siempre
César A. Rodríguez
Cuando reciba la letra, escríbame aun cuando sea telegráficamente, avisándome.

Rodríguez, César A.

La conferencia de las reparaciones

La estabilización capitalista descansa en fórmulas provisionales. La interinidad, los acuerdos es su característica dominante. La constitución de los Estados Unidos de Europa sería el medio de organizar a la Europa burguesa en una liga que resolviendo los conflictos internos de la política y la economía europeas, opusiese un compacto bloque, de un lado a la influencia ideológica de la URSS y de otro a la expansión económica de Norte-América. Pero, a cada paso, surge un incidente que descubre la persistencia, -más todavía, la sorda exacerbación- de los antagonismos que alejan o descartan la posibilidad de unificar a la Europa capitalista. Ramsay Mc Donald se cuenta entre los estadistas que prevén que en el decenio próximo se preparará algo así como los Estados Unidos de Europa; pero esto no le impide asumir en la conferencia de las reparaciones de La Haya una actitud tan estrictamente ajustada al interés y al sentimiento nacionales como la que tomaría en el mismo caso, Winston Churchill. Las siete potencias interesadas en la cuestión de las reparaciones y de los créditos de guerra, después de algunos coloquios, pueden entenderse provisoriamente respecto a este problema; pero mucho más difícil es que pacten un plan definitivo, una solución integral. Formular el plan Young ha sido por esto más laborioso y complicado que formular el plan Dawes. Se trata ahora de fijar totalmente las obligaciones de Alemania; hasta la extinción de su deuda, la participación de los aliados -o menos, ex-aliados- en estas cantidades y vinculación entre los pagos alemanes y las deudas inter-aliadas. I, antes de suscribir un convenio que compromete irremediablemente su política en el porvenir, cada uno de los principales interesados extrema sus precauciones. Como el régimen Dawes debe cesar el 31 de este mes, si el régimen Young no queda sancionado en La Haya, la conferencia de las reparaciones se verá en el caso de adoptar, mientras se elabora un acuerdo completo, alguna disposición provisoria.
El plan Young, según sus autores, es un todo indivisible. Todas sus partes están en relación unas con otras. Tocar el capítulo del pago en especies, por ejemplo, o toca el monto de la indemnización y, por consiguiente, la escala de las anualidades. Los expertos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, Bélgica, el Japón y Alemania, no han conseguido montar esta ingeniosa maquinaria sino después de un larguísimo trabajo de coordinación de sus engranajes. Si se mueve una sola de sus ruedas, la maquinaria no funcionará: habrá que reconstruirla totalmente. Los expertos han establecido, en primer término, un sistema de cierta elasticidad. Distribuir el total de la deuda alemana en un número de años, y señalar la cuota fija de amortización anual, habría sido fácil; pero un sistema de esta rigidez habría exigido, en conflicto con las circunstancias, constantes revisiones prácticas. El plan de los expertos tenía que considerar la capacidad de pago de Alemania como un factor sujeto a posibles variaciones. Dentro de un programa de regulación definitiva de los pagos y las deudas, necesitaba dejar un margen al juego de las contingencias. El plan Young, objeto actualmente de los reparos de Inglaterra, adopta una escala de amortizaciones que prevé la cancelación de la deuda alemana en el lazo de 59 años. Pero divide las anualidades en dos partes: una incondicional y otra dependiente de la capacidad de pago de Alemania. El Reich pagará en divisas extranjeras, en cuotas mensuales, sin ningún derecho de suspensión, 660 millones de marcos al año. Esta suma corresponde a la que el plan Dawes exige obtener de las entradas de los ferrocarriles alemanes. Durante diez años, Alemania conserva el derecho de efectuar en mercaderías una parte adicional de los pagos, conforme a una escala que fija esta cuota, para el primer año, en 750 millones de marcos, reduciéndola anualmente en 50 millones, de suerte que la décima anualidad sea solo de 300 millones. El pago del resto de la anualidad, -que fijada en 1.707,9 millones de marcos oro para el ejercicio 1930-31, sube a 2.428,8 millones para 1965-66,- es diferible, si circunstancias especiales lo demandan. La apreciación de estas circunstancias queda encargada a un comité consultivo, convocado por el Banco de “reglements” internacionales que el plan Young propone como organismo especial de recaudación y administración de las reparaciones. Los plazos que, en virtud de este margen, pueden ser concedidos a Alemania tienen por objeto protegerla “contra las consecuencias posibles de un período de depresión relativamente corta que, por razones de orden interno o externo, podría amenazar suficientemente los cambios como para tornar peligrosas las transferencias al exterior”. El gobierno alemán, en este caso, tiene el derecho de suspender estos abonos por un plazo máximo de dos años.
Las observaciones de Inglaterra no conciernen a este aspecto del plan Young -las obligaciones de Alemania y el método de hacerlas efectivas sin daño de la economía alemana en el caso de eventuales crisis- sino a la participación británica en las anualidades y al mantenimiento por diez años del pago en mercaderías. La industria británica sufre las consecuencias de esta estipulación del plan Dawes que impone a la Gran Bretaña, en plena crisis industrial por el descenso de sus exportaciones, absorber anualmente una cantidad de manufacturas alemanas. Snowden reclama que se asignen a su país 48 millones más de marcos en el reparto de las anualidades alemanas. Cualquiera rectificación, en uno y otro aspecto, importa la revisión total del plan Young. Si se suprime o reduce la cuota en especies, toda la escala de amortización de la deuda alemana tendría que ser reformada. Por consiguiente, nuevo debate respecto a la capacidad de pago del Reich en los 59 años próximos. Si se acuerda a Inglaterra los millones suplementarios que demanda, ¿a quién o a quienes se rebajaría su parte? Francia defiende celosamente su prioridad. Italia piensa que es ya bastante exigua su participación.
Inglaterra, en todo caso, no esta dispuesta a prestar su asentamiento a ninguno fórmula que perjudique sus intereses, visiblemente distintos de los de Francia, Alemania y Estados Unidos. Hasta hace pocos años, las mayores dificultades para el arreglo de la cuestión de las reparaciones parecían provenir del conflicto de intereses alemanes y franceses. Ahora resulta evidente que la oposición entre los intereses alemanes y británicos es todavía mayor. Alemania no puede prosperar y restaurarse industrialmente sino a expensas, en cierto grado, de la reconstrucción británica. Y no se hable del conflicto todavía más profundo e irreductible que se manifiesta de la Gran Bretaña y Estados. La conferencia de reparaciones de La Haya ha venido a revelar el abismo (...).

José Carlos Mariátegui La Chira