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América Latina Autor
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El progreso nacional y el capital humano

I
Los que, arbitraria y simplisticamente, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que, en la historia, el hombre es anterior al dinero. Su concepción pretende ser norteamericana y positivista. Pero, precisamente, de nada acusa una ignorancia más total que del caso yanqui.
El gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se encuentran íntegramente en su material biológico. Nos enseña, además, que en este material el número ha sido menos importante que la calidad. La levadura de los Estados Unidos han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico de estos hombres desciende el misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la industria y de la finanza norte-americana. El fenómeno norteamericano aparece, en su origen, no solo cuantitativo sino, también, cualitativo.
Pero este es otro tema. No me interesa, por el momento, para otra cosa que para denunciar el punto de partida falso, irreal, del materialismo, al mismo tiempo grosero y utopista, de quienes parecen imaginarse que el dinero ha inventado a la civilización, incapaces de comprender que es la civilización la que ha inventado al dinero. Y que la crisis y la decadencia contemporáneas empezaron justamente, cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento.
El error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del factor biológico, del factor humano sobre todos los otros factores, si no artificiales, secundarios. Este es, por lo demás, un defecto común a todos los nacionalismos cuando no traducen o representan sino un interés oligárquico y conservador. Estos nacionalismos, de tipo o trama fascista, conciben la Nación como una realidad abstracta que suponen superior y distinta a la realidad concreta y viviente de sus ciudadanos. Y, por consiguiente, están siempre dispuestos a sacrificar al mito del hombre.
En el Perú hemos tenido un nacionalismo mucho menos intelectual, mucho más rudimentario e instintivo que los nacionalismos occidentales que así definen la Nación. Pero su praxis, si no su teoría, ha sido naturalmente la misma. La política peruana -burguesa en la costa, feudal en la Sierra- se ha caracterizado por su desconocimiento de valor del capital humano. Su rectificación, en este plano como en todos los demás, se inicia con la asimilación de una nueva ideología. La nueva generación siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana, que en sus cuatro quintas partes, es indígena y campesina.
II
Uno de los aspectos sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social. En el haber de nuestra escasa bibliografía, tenemos que anotar, sobre este tema, un libro interesante. Se titula “Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Sus autores son dos médicos inteligentes y trabajadores, ambos funcionarios de sanidad, los doctores Sebastián Lorente y Raúl Flores Córdova. Este libro, en más de seiscientas páginas, densas de datos y de cifras, estudia documentadamente la realidad médico-social del Perú.
Los autores se muestran por supuesto, optimistas en su esfuerzo y en su esperanza. Pero el método positivo no consiente, en la investigación, engañosas ilusiones. La verdad de nuestra situación sanitaria emerge del libro precisa y categórica. Los índices de la mortalidad y de la morbilidad son en el Perú excesivos. El capital humano se mantiene casi estacionario. En la costa, el paludismo y la tuberculosis; en la sierra, el tifus y la viruela; en la selva, todos los morbos del trópico y el pantano, minan la población exigua de la república. No se tiene una cifra exacta de la población. Pero la cifra, comúnmente aceptada, de cinco millones, basta para constatar la debilidad y la lentitud de nuestro crecimiento demográfico. La mortalidad infantil es uno de los más terribles y trágicos frenos. En Lima y en el Callao mueren antes de llegar a un año de edad la cuarta parte de los niños. En los pueblecitos rurales de la costa el índice de la mortalidad infantil es mayor aún. Tengo a la vista la estadística demográfica del distrito de Pativilca del primer semestre del año en curso que acusa una mortalidad superior a la natalidad.
En el prefacio de su libro, los doctores Lorente y Flores Córdova escriben que ‘‘el panorama médico-social nos presenta en toda su magnitud y en toda su gravedad nuestro problema sanitario”. Su estudio no exagera, en ningún caso, la realidad; tal vez, en alguno, la atenúa. Lo que ensombrece el espíritu cuando se lee este volumen, -que ojalá arribara a las manos de todos los que tan fácilmente se equivocan respecto a la jerarquía o la gradación de los problemas nacionales- no es el juicio, moderado siempre, de los autores, sino el dato desnudo, la observación objetiva, la constatación anastigmática.
III
No me toca ocuparme del mérito teórico, del valor científico de estos ‘‘Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Su estimación pertenece, exclusivamente, a los profesionales, a los competentes. Pero, sin invadir campos de crítica ajenos, quiero señalar su utilidad y su importancia como documento actual y autorizado de la “realidad profunda” del Perú. Me parece evidente, por otra parte, que los doctores Lorente y Flores Córdova, han hecho un trabajo de sistemación y de compilación singularmente meritoria en un medio como el nuestro donde los hombres de estudio difícilmente intentan especulaciones de esta magnitud.
El libro de los doctores Lorente y Flores Córdova no está destinado únicamente al ámbito profesional. Interesa a todos los estudios. Su lectura es un viaje por un Perú menos pintoresco, pero más real del que otros libros nos describen o nos disfrazan.
IV
Los doctores Lorente y Flores Córdova no se contentan en su libro con acopiar, confrontar y clasificar datos preciosos. Solicitan, formal y premiosamente, una mayor atención para el tema del capital humano. ‘‘El problema que requiere en el Perú, más urgentemente, una solución orgánica y eficaz -escriben- es el problema sanitario, no solo porque cada día prevalece y se arraiga más en la conciencia de la época el concepto de que la defensa de la salud pública es un deber primordial de todo Estado moderno, sino, sobre todo, porque ningún otro concepto corresponde con mayor exactitud a apremiantes y evidentes exigencias de la realidad peruana”.
Esto es cierto, pero incompleto. El problema sanitario no puede ser considerado aisladamente. Se enlaza y se confunde con otros hondos problemas peruanos del dominio del sociólogo y del político. Los males, los morbos, de la sierra y de la costa, se alimentan principalmente de miseria y de ignorancia. El problema, a poco que se le penetre, se transforma en un problema económico, social y político. Pero a los distinguidos higienistas, autores de la “Geografía Médica del Perú”, no les tocaba este análisis. Su diagnóstico del mal tenía que ser solamente médico.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, [11/1925]

[Lima, noviembre de 1925]
Querido Vegas:
Escribiré, como por teléfono le dije, sobre Europe. Le envío un ejemplar. El director es Albert Cremieux. Los jefes de redacción, René Arcos y León Bazalgette. Pero la revista está situada bajo la influencia y el auspicio de Romain Rolland. Los penates de la casa son Rolland y Duhamel. La colaboración es muy internacional. Uno de los colaboradores es Unamuno, cuyo libro L’Agonie du Christianisme ha sido publicado en francés precisamente por Rieder, editor de la revista.
Le adjunto unas noticias y fotos para su ‘vida literaria’ que es muy interesante.
Mi libro se está encuadernando. Falta la carátula. Vallejos no ha hecho aún la testa de la Minerva. Dígale que Minerva paga a sus colaboradores artísticos.
Le encarezco mucho ocuparse del asunto del libro de Valdelomar. Quiero hacer dos libros de Valdelomar: La Aldea Encantada y uno de cosas humoristas, sus ‘neuronas’ y diversos ensayos. A la Aldea se le podría anexar Verdolaga tragedia campesina, aunque esté inconclusa. ¿No se podría conseguir que la familia me mandara, como a editor y amigo de Abraham, sus originales y recortes para iniciar una edición de sus obras mejores? Gestione Ud. esto.
¿Cuándo viene para que charlemos largo y tendido? Prepare el Anecdotario.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos
Si le es posible ver a Iberico, propóngale la edición de un volumen de sus últimos ensayos, con algún trabajo nuevo, su anunciada conferencia sobre el espíritu religioso en Dostoyevski por ejemplo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 23/11/1925

Lima, 23 de noviembre de 1925
Querido Vegas García:
Le adjunto la carta para López Albújar.
Mañana le mandaré a Bustamante la carta-memorándum y tres o cuatro ejemplares de mi libro que saldrá, sin falta, esta semana. Pasado mañana recibirá Ud. su ejemplar.
Sánchez me habló por teléfono. Me prometió venir el sábado. No ha cumplido. Hoy lo he llamado a Mundial sin conseguir hablar con él.––Roberto Valdelomar no me ha dado ninguna noticia de su persona.––Beingolea, en cambio, con quien ya he conversado, se ha comprometido a reunir en ocho días sus originales. Publicaremos primero una selección de sus cuentos. Después vendrá su novela.Valcárcel me ha escrito ofreciéndome dos libros: Tempestad en los Andes, estudio sobre el problema indígena y apologética serrana que llevará un prólogo mío, y Cuentos y Leyendas Inkas.––He hablado por teléfono por Iberico respecto a un libro de ensayo que comprenderá uno que tiene en preparación o casi terminado: El sentimiento religioso en Dostoyevsky.––Dentro de pocos días tendremos un programa completo.
Le ruego conseguirme de Patroni un aviso en Variedades sobre La Escena Contemporánea. Le adjunto el texto. Me parece que el argumento de que se trata casi completamente de una colección de artículos de Variedades —manejado por un sagaz abogado como Ud.— nos servirá para obtener del Gerente la mayor largueza posible.
El tema ––si no viene mañana ninguna noticia sobre la solución de la crisis francesa— serán las literaturas europeas de vanguardia. Le devuelvo el número de Martín Fierro con el retrato Torre. Llámeme mañana por teléfono, después de la salida de la edición de la tarde, para ver si reemplazamos o no este tema por el de la política francesa que no vale la pena tratar sino sobre la base de la solución de la crisis, ya que las características generales de la situación están consideradas en mi último artículo. Para la semana próxima: Pettoruti y los gráficos de su última exposición. No se olvide de mandar oportunamente al fotógrafo para que fotografíe el cuadro.
Muy cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Elvira García y García,24/11/1925

Lima, 24 de noviembre de 1925
Muy distinguido señor y amigo:
Tiempo ha que deseaba remitir a Ud. a mis obras y ponerme a sus órdenes; pero quería hacerlo personalmente, porque un deber de compañerismo me atraía hacía el amigo, que sufre cruel dolencia , ocupaciones implazables, extraordinarias y cotidianas, me privan en ocasiones de toda libertad, restándome hasta estas compensaciones espirituales, sin las cuales, poco tenemos que agradecerle a la vida.. Mientras satisfago el vivo deseo de buscar a U. para sentir la palabra de U, que tanto admiro y aplaudo, a través de su brillante pluma, me permito el obsequiarle los libros que he escrito últimamente, y que no presentan, sino un tanto de la experiencia adquirida en la ardua tarea de modelar el alma dela mujer.
Creo que con este motivo, quedará rota la muralla de nieve que nos separaba, y que me sentiré muy honrada, si acepta que le considere en el número de mis amigos.
Créame es muy muy affma amiga y SSS
Al señor D. José Carlos Mariátegui

García y García, Elvira

Nacionalismo y vanguardismo en la literatura y en el arte

I.
En el terreno de la literatura y del arte, quienes no gusten de aventurarse en otros campos percibirán fácilmente el sentido y el valor nacionales de todo positivo y auténtico vanguardismo. Lo más nacional de una literatura en siempre lo más hondamente revolucionario. I esto resulta muy lógico y muy claro.
Una nueva escuela, una nueva tendencia literaria o artística sus puntos de apoyo en el presente. Si no los encuentra perece fatalmente. En cambio las viejas escuelas, las viejas tendencias se contentan de representar los residuos espirituales y formales del pasado.
Por ende, solo concibiendo a la nación como una realidad estática se puede suponer un espíritu y una inspiración más nacionalista en los repetidores y rapsodas de un arte viejo que en los creadores o inventores de un arte nuevo. La nación vive en los precursores de su provenir mucho más que en los supérstites de su pasado.
Demostremos y expliquemos esta tesis con algunos hechos concretos. Las aserciones demasiado generales o demasiado abstractas tienen el peligro de parecer sofisticadas o, por lo menos, insuficientes.
II.
He tenido ya ocasión de sostener que en el movimiento futurista italiano no es posible no reconocer un gesto espontáneo del genio de Italia y que los iconoclastas que se proponían limpiar Italia de sus museos, de sus ruinas, de sus reliquias, de todas sus cosas venerables estaban movidos en el fondo por un profundo amor a Italia.
El estudio de la biología del futurismo italiano conduce irremediablemente a esta constatación. El futurismo ha representado, no como modalidad literaria y artística, sino como actitud espiritual, un instante de la conciencia italiana. Los artistas y escritores futuristas, insurgieron estrepitosa y destempladamente contra los vestigios del pasado, afirmaban el derecho y la aptitud de Italia para renovarse y superarse en la literatura y en el arte.
Cumplida esta misión, el futurismo cesó de ser, como en sus primeros tiempos, un movimiento sostenido por los más puros y altos valores artísticos de Italia. Pero subsistió es estado de ánimo que había suscitado. Y en este estado de ánimo se preparó, en parte, el fenómeno fascista, tan acendradamente nacional en sus raíces según sus apologistas. El futurismo se hizo fascista porque el arte no domina a la política. Y sobre todo porque fueron los fascistas quienes conquistaron Roma. Mas, con idéntica facilidad, se habría hecho socialista, si se hubiese realizado, victoriosamente, la revolución proletaria. Y en este caso, su suerte habría sido diferente. En vez de desaparecer definitivamente, como movimiento o escuela artística, (esta ha sido la suerte que le ha tocado bajo el fascismo) el futurismo habría logrado entonces un renacimiento vigoroso. El fascismo, después de haber explotado su impulso y su espíritu, ha obligado al futurismo a aceptar sus principios reaccionarios, esto es a renegarse a sí mismo teórica y prácticamente. La revolución, en tanto, habría estimulado y acrecentado su voluntad de crear un arte nuevo en una sociedad nueva.
Esta ha sido, por ejemplo, la suerte del futurismo en Rusia. El futurismo ruso constituía un movimiento más o menos gemelo del futurismo italiano. Entre ambos futurismos existieron constantes y estrechas relaciones. Y así como el futurismo italiano siguió al fascismo, el futurismo ruso se adhirió a la revolución proletaria. Rusia es el único país de Europa donde, como lo constata con satisfacción Guillermo de Torre, el arte futurista ha sido elevado a la categoría de arte oficial.
En Rusia esta victoria no ha sido obtenida a costa de una abdicación. El futurismo en Rusia ha continuado siendo futurismo. No se ha dejado domesticar como en Italia. Ha seguido sintiéndose factor del porvenir. Mientras en Italia el futurismo no tiene ya un solo gran poeta en plena beligerancia iconoclasta y futurista, en Rusia Mayakowski, cantor de la revolución, ha alcanzado en este oficio sus más perdurables triunfos.
III.
Pero para establecer más exacta y precisamente el carácter emocional de todo vanguardismo, tornemos a nuestra América. Los poetas nuevos de la Argentina constituyen un interesante ejemplo. Todos ellos están nutridos de estética europea. Todos o casi todos han viajado en uno de esos vagones de la Compagnie des Grands Expres Europeens que para Blaise Cendrars, Valery, Larbaur y Paul Morand son sin duda los vehículos de la unidad europea además de los elementos indispensables de una nueva sensibilidad literaria.
Y bien. No obstante esta impregnación de cosmopolitismo, no obstante su concepción ecuménica del arte, los mejores de estos poetas vanguardistas siguen siendo los más argentinos. La argentinidad de Girondo, Guiraldes, Borges, etc. no es menos evidente que su cosmopolitismo. El vanguardismo literario argentino se denomina “martinfierrismo” quien alguna vez haya leído el periódico de ese núcleo de artistas, Martín Fierro, habrá encontrado en él al mismo tiempo que los más recientes ecos del arte ultramoderno de Europa, los más auténticos acentos gauchos.
¿Cuál es el secreto de esta capacidad de sentir las cosas del mundo y del terruño? La respuesta es fácil. La personalidad del artista, la personalidad del hombre, no se realiza plenamente sino cuando sabe ser superior a toda limitación.
IV.
En la literatura peruana, aunque con menos intensidad, advertimos el mismo fenómeno. En tanto que la literatura peruana conservó un carácter conservador y académico, no supo ser real y profundamente peruana. Hasta hace muy pocos años, nuestra literatura no ha sido sino una modesta colonia de la literatura española. Su transformación, a este respecto como a otros, empieza con el movimiento “Colónida”. En Valdelomar se dio el caso de literato en quien se juntan y combinan el sentimiento cosmopolita y el sentimiento nacional. El amor snobista a las cosas y a las modas europeas no sofocó ni atenuó en Valdelomar el amor a las rústicas y humildes cosas de su tierra y de su aldea. Por el contrario, contribuyó tal vez a suscitarlo y exaltarlo.
Y ahora el fenómeno se acentúa. Lo que más nos atrae, lo que más nos emociona tal vez en el poeta César Vallejo es la trama indígena, el fondo autóctono de su arte. Vallejo es muy nuestro, es muy indio. El hecho de que lo estimemos y lo comprendamos no es un producto del azar. No es tampoco una consecuencia exclusiva de su genio. Es más bien una prueba de que, por estos caminos cosmopolitas y ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 22/12/1925

Lima, 22 de diciembre de 1925
Querido Vegas García:
Ante todo, muchas gracias por su comentario que tan bien traduce su afecto por el amigo y compañero. Ha hecho Ud. muy bien en referirse al origen de las Figuras y aspectos de la vida mundial. Tiene Ud. una parte de la responsabilidad de mi libro. Ha sido Ud. lo que en una instructiva se llamaría el instigador.
Gracias asimismo por la nota sobre Iberico, cuyo libro saldrá en enero. El método ideado por Ud. para mantener vivo el nombre de Minerva me parece excelente.
No olvidaré su encargo sobre noticias bibliográficas.
Escribiré esta semana sobre la política española. Hace mucho tiempo que no le decimos nada al del suspensorio. A propósito, estoy leyendo el último libro de Unamuno. ¿Qué le parece como tema de la próxima semana?
Su amigo y compañero
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Antenor Orrego, 29/12/1925

Trujillo, 29 de diciembre de 1925
Señor don
José Carlos Mariátegui
Lima
Querido compañero:
De nuevo he pecado por mi negligencia epistolar incurable. Pero sé que U. ha de perdonármelo. He recibido su libro. Lo estoy leyendo con la atención, seriedad y afección intelectual que merece. Por fin en el país los escritores comienzan a salir de esa frivolidad despreocupada, de esa necia banalidad ególatra al uso; de ese antieticismo artístico que es incapaz de construir nada y que los convertía en vistosos escaparates literarios.
La labor me es simpática, precisamente, por su contenido ético, por su significación social y humana, por la valerosa seriedad con que se ha colocado U. en un país de guignol en el que jamás se oye vibrar la noble pasión del hombre que se entrega a una fe. Tengo la seguridad que su obra se ha de proyectar–– se está proyectando ya–– benéficamente en nuestro país en los núcleos más puros que no tienen compromiso con el pasado, es decir, con la mentira. Porque ésta es nuestra mayor tragedia nacional. El pasado nada nos ha dejado, nada que sea susceptible de asumir cierta positiva continuidad histórica. En los demás pueblos chocan pasiones contrapuestas, pero sinceras y fervorosas. En el nuestro sólo chocan intereses materiales, sólo hay fantasmas de todo; es la máxima mentira, la mentira absoluta y auténtica, porque todo está mixtificado y desvitalizado.
Claro está que no coincido con algunos de sus personales puntos de vista. Y es lógico porque nuestras pupilas no pueden tener una idéntica y absoluta acomodación visual para mirar las cosas; pero, siento que en lo fundamental, en lo que respecta al pensamiento contemporáneo y a la acción que precisa realizar en nuestro país estamos colocados en una misma perspectiva mental e histórica. Mi sentido histórico y el suyo no parece sino que para llegar a su actual temperatura ética, se hubieran propuesto los mismos problemas y los hubieran resuelto con el mismo diapasón moral e intelectual; ambos sentimos agudamente, con idéntica sensibilidad exasperada, nuestras responsabilidades históricas, sociales y éticas. Su libro es algo de lo más serio, trabado y constructivo que se haya producido entre nosotros. Las nuevas generaciones han de agradecérselo. Tengo el propósito de escribir en El Norte un artículo reposado, donde trataré de fijar con toda la penetración, lealtad y acuidad ideológica de que modestamente soy capaz, la posición suya dentro de las nuevas generaciones nacionales. Espero lograrlo en la medida que lo deseo.
Para la difusión de su libro en el norte de la república le ofrecemos las columnas de nuestro diario. Envíeme avisos, artículos y todo lo que se ha producido o se produzca alrededor de él. Ya sabe U. que El Norte está adscrito a determinada atmósfera moral y espiritual del país y para servirla en todos sus aspectos, es que ha sido fundado. Es un hogar nuestro, tanto mío como suyo y de los demás espíritus libres que trabajan por el advenimiento de una realidad renovada y humanamente más noble y justiciera.
Le agradezco la acogida de uno de mis libros en la editorial Minerva. Habría querido enviarle el que considero más fundamental de los tres, Helios, que es un ensayo para una filosofía o interpretación del pensamiento. Por desgracia, aunque está terminado ya, no estoy satisfecho aún con su trabazón o construcción interna. Estoy harto temeroso de que mi autocrítica no sepa ubicarlo en su verdadera posición ideológica; de que mi amor propio o, simplemente, mi entusiasmo de creador le impriman una acentuación mental que rebase su estructura literal, su horizonte o realidad expresiva. Nunca he tenido más escrúpulos intelectuales que frente a este libro. Necesito, pues, reposarlo, tratar de proyectarme fuera de él antes de decidirme a imprimirlo.
Pero le ofrezco mandarle Panoramas, que es la recopilación de algunos ensayos y artículos publicados, unos, e inéditos, otros. El libro alcanzará, a lo sumo unas 150 a 200 páginas de formato corriente. Si le parece bien avíseme para darle los últimos toques y remitírselo.
Su libro ha interesado aquí bastante por los pedidos que se nos hacen; pero necesita mayor propaganda. Mándenos artículos y avisos. Alcides le informará detalladamente.
Estoy deseoso de hacer un viaje a Lima y conocerle personalmente. Espero que pronto se realice.
Le estrecho cordialmente
Antenor Orrego

Orrego, Antenor

Tarjeta de Eduardo Barrios, 17/1/1926

San José de Maipo, 17 de enero de 1926
Mil gracias, Mariátegui, por su bello libro. Lo voy leyendo, con calma. Estoy en la Cordillera, con prohibición de escribir y aun de leer; pero... vuelan sus páginas, bien pensadas, bien escritas. Ya le escribiré, más adelante, a Ud. y a Guillén. Pasé mi infancia en Lima, fui mataperro con Uds., y envejezco... Empieza, pues, a revivir mi infancia con amor tiránico. Deseo mucho, mucho, entablar relaciones estrechas con los peruanos. Hasta pronto y un gran abrazo.

Barrios, Eduardo

Carta de Luis E. Valcárcel, 7/7/1926

Cuzco, 7 de julio de 1926
Sr. D. José C. Mariátegui
Lima
Querido compañero:
Por el correo de hoy, en paquete certificado, le envío los originales de Tempestad en los Andes. El libro estaba listo desde hace quince días, pero aguardé, en vano, el viaje de algún amigo a ésa que prestase mayores seguridades que el servicio postal. No he querido postergar más el cumplimiento del compromiso; ojalá que el correo no me juegue alguna mala pasada.
Entrego la obra completamente a su habilidad exegética. Usted, mi buen camarada, se encargará de explicar en el prólogo la tesis (o trastienda) de esta película serrana que ofrezco en cuadros conexos.
Bien comprende usted que mi objetivo no es otro que exhibir lo que ocurre “detrás de las montañas”, relatándolo en forma episódica. ¿Qué es lo que se ve? Se comienza a ver a los Nuevos Indios. Hay un hervor revolucionario, un fermento de luchas futuras. Apenas si se percibe la ebullición disimulada por la frialdad de los peñascales andinos.
Desfilan por el libro las vivencias del Perú aborigen.
En el primer capítulo se preludia el avatar. Adivínase que ya algo se mueve en las tinieblas...
En el segundo, se percibe el panorama de las serranías con sus aldehuelas de labriegos y sus poblazos mestizos: el contraste, la nota pintoresca y humana.
En el tercero, siéntese que Némesis india proyecta su sombra de sangre.
En el cuarto, acentúase la génesis de la Nueva Indianidad: reacción ‘humana’ de los mismos esclavos e intervención de un factor nuevo, el adventista.
En el quinto, informaciones y comentarios sobre éste.
En el sexto, una suma de opiniones sobre el problema indio que ponen de relieve lo que el libro demuestra: el indio se yergue.
Ideario contiene cosas ya anteriormente publicadas. Le ruego complete ¡Arriba los indios! con trozos de José Vasconcelos, cuya Raza cósmica no pude conseguir oportunamente, y con glosas de usted que ha escrito con tan clara visión sobre estos temas.
Puede usted anunciar en el prólogo que la parte doctrinaria acerca del Nuevo Ciclo Andino va a ser tratada por mí, con alguna extensión, en un libro que tengo en germen, del que ya hablé a usted: Filosofía de la Cultura Andina.
No sé cómo ha salido esta obra, creo que con muchas imperfecciones, pero todo puede serme perdonado en gracia a la emoción que pongo en ella. En contacto con la raza, intuyo lo que en su alma crepuscular va emergiendo. Percibí también, desde cerca, cuanto le ocurre. Su Vida y Pasión está por escribirse. Estos fragmentos pueden ser precursores.
Querido amigo: usted apadrina el libro, y tengo esperanza en que saldrá con felicidad.
Le abraza su cordial amigo
Luis E. Valcárcel

Valcárcel, Luis E.

Carta de Alcides Spelucín, 5/8/1926

Trujillo, 5 de agosto de 1926
Sr. Julio César Mariátegui
Muy señor mío:
Me es grato comunicar a Ud. que por este mismo correo, en paquete certificado, remito a la Editorial "Minerva" tres maderas (Vasconcelos, Romain Rolland y Waldo Frank) dos cincograbados grandes (Orrego, Spelucín) y ocho cincograbados pequeños,correspondientes a las ilustraciones de "El Libro de Nave Dorada". Algunos de estos han sido solicitados por su hermano José Carlos para la revista "Amauta" los otros los remito juzgando que podrían serle útiles para igual fin. La devolución pude Ud. verificarla a "El Norte" cuando Ud. crea conveniente.
La segunda remesa de "La Escena Contemporánea" (16 ejemplares) ,la recibí conforme. Ya la he distribuido entre los agentes del interior y espero sus noticias para dar a Ud, cuenta de ello. "El Nuevo Absoluto" aun no ha llegado.
Por este correo no me es posible enviarle la nomina de personas que adquirieron "La Escena Contemporánea", solicitada por su hermano; pero creo que por el siguiente ya podré hacerlo, al mismo tiempo que remitiré ya una lista de suscritores de la editorial.
Le agradezco a Ud. mucho sus buenos oficios por la propaganda y venta de mi libro. Al respecto, y en contestación de una pregunta que me hacía Ud. en su carta, le diré que remití directamente mi libro a los señores Luis Alberto Sánchez de "Mundial", a Vegas García de "Variedades", a Varela y Orbegoso de "El Comercio", a Clemente Palma y a José Calvez. Por este correo remito a "Mercurio Peruano", a Antonio Garland, a Eguren y a Berninsoni. Si Ud, juzga conveniente otros envíos, le agradecería una indicación para hacerlo a vuelta de correo.
"El Norte" ha principiado a hacer la propaganda de "Amauta" por medio de un anuncio permanente. Si puede Ud. darme algunos datos para adelantar en el diario seria muy conveniente.
Sírvase saludar a su hermano a nombre de todos los de esta casa y Ud. reciba mi alta estima y consideración.
Alcides Spelucin

Spelucín, Alcides

Carta de Alejandro Peralta, 7/8/1926

Puno, 7 de agosto de 1926
Señor don José Carlos Mariátegui.
Lima
Compañero: Mucho placer me ha dado el saber que llegó a sus manos mi libro "Ande", i también la recepción del suyo: "Escena Contemporánea". Jugoso i moderno libro, que he saboreado con la delectación que todo lo que Ud. escribe.
Confío en que querrá Ud. darme a conocer su opinión sobre mi obra. Su voz es la única autoridad crítica en Perú. La espero con ansia.
Con un saludos
Alejandro Peralta

Peralta, Alejandro

Carta a Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 20/10/1926

Lima, 20 de octubre de 1926
Sr. Luis Rodríguez O.
Juliaca
Estimado Compañero:
Por indicación de Alberto Guillén, quién nos lo señala como la persona que quiere y puede representarnos en Juliaca, le hemos enviado15 ejemplares del 2º número de "Amauta". Ud. nos indicará la cantidad de ejemplares que debemos enviar en adelante.
El primer número está agotado, pero si el número de inscritos en el grupo "Amigos de Amauta" (suscripción especial) lo consiente, decidiremos su reimpresión.
Tengo un gran placer en anunciar mi relación con Ud., -que como poeta y amigo me ha sido presentado por Guillén- y en expresarle mi deseo de que "Amauta" lo descubra al público.
Y le estrecho la mano cordialmente.
[Firma de José Carlos Mariátegui]
P.D.- La comisión de la agencia sobre la venta de ejemplares es del 25% y sobre las suscripciones del 20% por el descuento que se concede en estas al lector.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Emilio Roig de Leuchsenring, 24/10/1926

Lima, 24 de octubre de 1926
Señor Emilio Roig de Leuchsenring
Habana
Estimado compañero:
Cuando Oliverio Girondo estuvo en La Habana me escribió que contaba con Ud. y sus amigos del grupo minoritario o renovador para la realización de su proyecto de intercambio y vinculación de los grupos de vanguardia de América. La fundación de la revista Amauta, que debe Ud. haber recibido, me ofrece la oportunidad de dirigirme a Ud. para que se cumpla ese intercambio entre los escritores vanguardistas de Cuba y el Perú. Yo le mandaré originales de los peruanos; Ud. me enviará textos de los cubanos, conforme al plan al cual me comunicó Girondo que Uds. habían dado su adhesión. Amauta se ha permitido ya considerarlo en el elenco de sus colaboradores. Y para iniciar el intercambio le envío unos apuntes míos sobre Eguren.
Le ruego comunicar mi invitación a Jorge Mañach, Agustín Acosta y demás compañeros y aceptar el cordial testimonio de mi amistad y estimación.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

La historia económica nacional

La contribución de Cesar A. Ugarte al estudio de la historia de la economía peruana, se resume y ordena, por el momento, en un libro que llega con evidente oportunidad. Por primera vez en el Perú, para la interpretación de la historia y los problemas nacionales, se explora y analiza de preferencia su estrato económico; y por primera vez también, una generación verdaderamente idealista, superando el romanticismo degenerado y retórico de sus mediocres antecesores, en vez de entretenerse en la requisitoria o la apología de hombres y palabras esclarece realísticamente el juego complejo de las acciones y reacciones de que esos hombres y esas palabras no son sino en síntoma y el signo. Nunca como ahora se planteó el debate de los problemas nacionales en un terreno prevalentemente económico.
El “Bosquejo de Historia Económica del Perú” de Ugarte no tiene antecedentes en nuestra historiografía. Las recopilaciones de documentos oficiales no constituyen sino un índice -incompleto por otra parte- de la historia de las finanzas del Estado. La dispersión y el desorden de los datos disponibles estorban, además, toda tentativa de explicación metódica y orgánica de nuestra economía. Estas circunstancias enaltecen y avaloran el esfuerzo de Ugarte que, con tan honrado concepto de su responsabilidad, dicta el curso de historia económica y finanzas del Perú en la Facultad de Ciencias Políticas.
Por ahora Ugarte no nos da sino un bosquejo, un esquema de la historia económica nacional que, en lo tocante a las finanzas del Estado, se detiene en la administración de Piérola. Pero de su probada capacidad de estudioso y de investigador debemos esperar con confianza una obra cabal. Ugarte nos anuncia ya un estudio de la historia financiera de los últimos cinco años. Su “Bosquejo” representa únicamente una etapa vencida de su labor.
En este libro encontramos, como es lógico, todas las características de su temperamento y su personalidad intelectuales: mesura en el juicio, prudencia las proposiciones, relativismo en el criterio. Mi sinceridad me obliga a declarar que estas son cualidades que constato con aprecio pero sin entusiasmo. Pienso que Ugarte extrema sus virtudes, casi hasta el punto de estatizarlas. Su preocupación de equilibrio, de discreción de cautela, resultan en él, a la postre, una preocupación desmesurada, excesiva. El exceso de prudencia aparece tan peligroso como todos los otros excesos que cuidadosamente esquiva o evita. Se podría decir que el exceso de Ugarte es su extremo afán de medida.
De este afán se resiente, en mi opinión, el “Bosquejo”. La exposición es casi siempre justa y exacta; pero las conclusiones son con frecuencia débiles y difusas. El empeño de abarcar, objetiva y panorámicamente todas las faces de un fenómeno, conduce a veces a Ugarte a reproducir parcialmente alguno de sus principales aspectos a medir de soslayo alguna de sus dimensiones. Ugarte, por ejemplo, concretamente no define los rasgos sustantivos de la economía de la República. No denuncia categóricamente la subsistencia de su subestructura feudal.
Muestra una aprensión exagerada respecto al materialismo histórico, atribuyéndole un interpretación unilateral de la historia. Mi marxismo, en esta materia, tendría que hacerle algunos reproches. Pero prefiero aguardar la ocasión en que Ugarte nos precise y aclare mejor sus reservas. No es posible deducir su alcance de una breve restricción teórica de su concepto sobre la influencia del factor económico.
En la gradación que Ugarte establece para los factores de un fenómeno, su prudente tendencia a mantenerse dentro de un estricto eclecticismo, tiene a veces el efecto de relegar el factor fundamental o, por lo menos, de suponerle equivalencia con factores secundarios y aún extraños. Ugarte escribe, verbigracia, que “el clima debilitante de la Costa, que favoreció la molicie de los españoles y criollos, alejó al indio”. Bien sabemos que lo que alejó al indio de la costa, decidiendo la importación de esclavos negros, no fue precisamente el clima sino el método de colonización de los españoles, que en tres siglos diezmó a la raza autóctona. No hace falta atribuir a la Naturaleza lo que debe atribuirse exclusivamente al régimen económico y político de los colonizadores. La población indígena de la costa, antes de la Conquista, fue bastante numerosa para permitir el trabajo de una extensión de tierra mucho mayor que la cultivada después, bajo la colonia y bajo la república. Los vestigios de canales de irrigación lo demuestran plenamente en varios puntos de la costa.
De igual modo, cuando examina las causas de la insipiencia de la industria fabril en el Perú, Ugarte olvida una que, sin embargo, tiene especial valor como dato del carácter colonial de nuestra economía. La falta del interés del capital extranjero en fomentar esta clase de trabajo. Las grandes firmas, importadoras y exportadoras, controlan y dominan nuestra economía. Y mientras en su interés está evidentemente la explotación del país como fuente de materias primas, no está en cambio la implantación en él de industrias manufactureras. Más ventajoso les es continuar como intermediarias de sus importaciones.
Hechas estas salvedades, no es posible dejar de reconocer que el “Bosquejo de Historia Económica” de Ugarte ofrece a los estudiosos, a la vez que un buen esquema de nuestra evolución de nuestra economía, un conjunto de observaciones inteligentes y sagaces. Tiene Ugarte, en su libro, certeros juicios. Rectifica, con ponderación, pero con firmeza, algunos conceptos que podríamos llamar de circulación forzosa, que hasta ahora enturbian el criterio histórico de nuestras gentes. Apunta que con Piérola, en 1895, tuvimos “un presidente netamente conservador, lleno de prudencia, de respeto a las instituciones tradicionales y a la ley”; y que “sus principios no eran más que vagas afirmaciones y elementales nociones tocantes a la administración pública que cualquier partido habría suscrito”. Agrega que en la declara (...).

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Gamaliel Churata (Arturo Peralta Miranda), 18/12/1926

Canción del Árbol
(Poema proletario)
Tus frondas se incendian de sol
antorcha de la tierra cárdena
lección sangrienta en los amaneceres
eres el hermano de los hombres
transpiras todo el día árbol trabajador
como el hombre enrojecido de fraguas
lates de oraciones en la savia
tus ramas son madres que abrazan
si el dulce niño harapiento
se acerca en la rondalla
en las noches te astillas contra dios
que te hizo perfecto y esclavo
pero ya te libertas diariamente
y nos das la primavera florida
el trino matinal la fresca canción
arrancándote el callo de la raíz injusta
arribarás al porvenir
como el hombre que se habrá superado
para danza en el canto de la infinita alegría
lección sangrienta en los amaneceres
hermano del hombre
¡dos brazos extendidos al cielo
señalan el camino de la libertad!
Camarada secretario: A las nueve de la mañana recibí su amable esquela y las tres estoy dándole respuesta. Yo no habría acudido nunca a certamen literario alguno, a no ser por tratarse de hombres que me son afines por la fatiga diaria y la ilusión del ideal. De lejos acaso no estamos todavía de acuerdo. No importa. Hay una cosa que nos une: la dirección libertaria. Me apresuré a contestarle seducido por el concurso; ya le digo que los concursos siempre me son repugnantes.
Quiero que Ud. se informe que yo no acudo a su solicitud en condición de intelectual (en general yo no reconozco tales condiciones) sino como trabajador (no en sentido figurado y menos intelectual) auténtico, por origen, oficio y predilección del espíritu. Esto lo saben todos acá.
Por todo eso cumplo con mandarle INMEDIATAMENTE? SIN PREPARACIÓN INTELECTUAL, lo que es para mí una canción proletaria del árbol. Como U. no me indica las condiciones retóricas del himno, es que le envío esa en la forma atrabiliaria en que está concebida. Acaso el músico encuentre en canciones como esa dificultades; pero en el entendido que su arte sea académico. Si nuestros músicos son revolucionarios en la vida y en su arte, no hay temores. Dele U. pues la aplicación que le plazca; pero entodo casi es mi deseo que transmita U. a los trabajadores manuales que representa que mi contribución obedece enlos exclusio a responder a un llamado que me es familiar.
Me gusta que el jurado esté formado por trabajadores, pues así lo entiendo. La poesía no es ningún preparado que tenga especialización para que el trabajador no pueda discernir sobre su importancia ideológica y estética.
Apostado en la trinchera indígena, querido camarada, en U. abrazo a todos los trabajadores de esa ciudad.
De Ud, de corazón
Gamaliel Churata
Sábado, 18 de diciembre de 1926. Puno.

Gamaliel Churata ( Arturo Peralta Miranda)

Carta de Enrique Bustamante y Ballivián, 29/1/1927

Montevideo, 29 de enero de 1927
Mi querido Mariátegui:
Tiempo hace que no tengo noticias directas suyas lo que bien me explico por sus labores recargadas con Amauta. Recibí los últimos números. De La Cruz del Sur me dicen que sólo han recibido el tercero. Hay que ser exactos con los canjes. Oribe me dice lo mismo, que sólo recibió el N° 3. —Yo recibí El Nuevo Absoluto que me mandó Veguitas. Lo han buscado en las librerías algunos amigos y no ha llegado. Su Escena aquí se ha leído y se ha vendido y ha hecho buena labor para los otros libros. Es necesario que vengan. Inútil es decir que estoy aquí para todo lo que quiera hasta fines de abril, salvo mejor acuerdo de las cosas. La Ibarbourou me dio unos inéditos que iba a repartir entre usted y Veguitas, pero me acaba de mandar decir que los ha corregido y que me espere la nueva copia. Son de una forma que acusa evolución hacia lo moderno. Irán por el próximo correo. He escrito a Roberto A. Ortelli que le mande algunos ejemplares de mis Anti-Poemas a Minerva para que ustedes se encarguen de la venta. Ese contacto puede aprovecharse para que ustedes entren en relación con la editorial Inca que da muchas cosas nuevas e interesantes argentinas que no llegan a Lima. En correo pasado le mandé mi libro, y en el mismo paquete un ejemplar para Bazán, que le pido haga llegar a sus manos.
Perdone esta carta telegráfica e incoherente y reciba el afectuoso saludo de su amigo,
Bustamante

Carta de Francisco Chuqiwanqa Ayulo, 6/2/1927

Lampa, 6 de febrero de 1927
Señor José Carlos Mariátegui.
Director de Amauta. Lima.
Al escribirle, quiera U. honrarme con su amistad. Como siempre en espera ansiosa de Amauta, ayer he recibido el N° 5, de Enero ppdo. Y al leerlo ávidamente, me he encontrado con “El caso Chuquihuanca Ayulo”. Naturalmente es pues indecible mi gratitud por las bondadosas líneas que me dedica y la publicación de mi oficio de 15 de agosto de 1926 dirigido a la Corte de Puno. No es un asunto personal que sostengo, sino una cuestión de principios dentro de las mismas leyes que nos rigen hoy; y no busco sino un átomo de equidad, no digo de justicia. Pero creo que ni éste lo obtendré.
He leído “González Prada y Urquieta” por Miguel Ángel Urquieta. Es el mismo artículo que publicara en El Diario con el epígrafe “Ideas y hombres del Perú” aunque, según recuerdo de dicho artículo, cuyo recorte se lo di a Mostajo, lo ha variado en algunas partes. Así, en ése no se hacía la menor alusión a Mostajo; y éste me dijo que le iba a escribir a Miguel Ángel, haciéndole presente que ese programa del Partido Liberal, lo había formulado él solo, si bien la comisión de redacción fue nombrada de tres. Allí tampoco había la imprecación de los “catones que se alquilan” dirigida a González Prada, que al contestarle no habría dejado de referirme a ella. La copia que le incluyo, de la cartita que remití a Miguel Ángel, la remití por la vía Nueva York a La Paz, por la inseguridad del correo de Maldonado. Sé que sólo últimamente llegó a manos del señor González; y no se ha publicado. Si U. creyera oportuno publicarla, se lo agradecería en homenaje a la causa. No he querido alterarla, pero como es extensa por las copias q’ hago, U. mi bondadoso noble amigo, tiene carta blanca en el asunto.
Sin tiempo para más, por la premura del correo, quedo muy sinceramente suyo
Chuqiwanqa Ayulo

Chuqiwanqa Ayulo, Francisco

Tarjeta Postal a Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 6/2/1927

Lima, 6 de febrero de 1927
Estimado compañero:
Las fallas de mi salud y un exceso de trabajo no me permiten escribirle. Recibo una enorme correspondencia del Perú y de fuera que me veo forzado a responder, rápidamente por turno. - Amauta ha aumentado considerablemente mi labor. Tengo el empeño de hacer de ella nuestro mensaje al Perú y al mundo. - Malgrado mis ocupaciones, he leído atentamente sus versos. Encuentro en Ud. un poeta fuerte y auténtico. - En el número de marzo publicará otra de sus composiciones .- La plétora de material poético, acopiado desde el primer número, no me ha dejado dar de Ud. más poemas.
"Amauta" avanza. Espero dejar pronto consolidada su economía. De todo el país me llegan voces de aliento y solidaridad.
Me prometo escribirle con más extensión apenas me sea posible.
Hasta entonces lo abrazo cordialmente.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de B. Sánchez Saenz, 5/3/1927

Buenos Aires, 5 de marzo de 1927

Señor
José Carlos Mariátegui
Perú

Muchas gracias por el número 5 de "Amauta", y le confieso, que es lo mejor que apareció desde hace mucho tiempo. Calidad, idea, y ante todo un elevadísimo espiritualismo, propio del formidable autor de "La Escena Contemporánea".

! Lástima grande no tener los cuatro números anteriores como así mismo los nuevos!...

Estoy pronto a cooperar en lo que quiere...

Le mando un poema, de mi libro en preparación "Los Faroles Malditos".

¿Por que no mandan a "Caras y Caretas" la revista?

Su admirador y amigo:

B. Sánchez Saenz

Sánchez Saenz, B.

Carta de Angel M. Paredes, 5/4/1927

Quito, 5 de abril de 1927
Sr. Dn.
José Carlos Mariátegui
Lima
Muy considerado Sr.:
Me ha cabido el honor de recibir una benévola invitación suya para colaborar en la Revista Amauta que con tanto acierto dirige Ud. Mis mayores reconocimientos por tal distinción.
Con vivo interés sigo la marcha avanzadísima de la cultura peruana tan floreciente hoy, como lo demuestran el notable número de hombres ilustres, Revistas y asociaciones de ese país. Sin embargo su Revista ha adquirido lugar preferente por el interés y selección de los trabajos y por la profusión y buen gusto de las ilustraciones; por eso, recibo como grande favor la invitación a la que me he referido; pero por el momento, U. se servirá perdonarme que no haga uso de ella porque toda mi atención intelectual está absorbida por los trabajos de mi cátedra universitaria, y sobre todo, por el intenso afán que me consume de publicar una obra sobre la conciencia social que estoy al terminarla.
Tengo el pesar de informarle que sólo me han llegado dos números de Amauta, el III y el VI.
Su comunicación para mi hermano Ricardo Paredes no ha podido aún llegar a manos de él por hallarse ausente de Quito, en la población de Portoviejo, adonde la envié.
Ruégole considerarme como su verdadero amigo que cumplirá con grata satisfacción sus órdenes.
Ángel M. Paredes

Paredes, Angel M.

Carta de Eduardo Barrios, 7/4/1927

Santiago de Chile, 7 de abril de 1927
Señor
José Carlos Mariátegui,
Lima
Mi buen amigo:
Muchas atenciones le debo y muy obligado estoy por ellas a escribirle una larga carta. Créame que es ésta una de mis preocupaciones constantes. Pero mis tareas del último par de años me han vedado todos los placeres y el cumplimiento de muchas obligaciones personales. Primero, tuve que organizar el servicio de propiedad intelectual, y luego, con mi nombramiento de Director General de Bibliotecas Públicas y de la Biblioteca Nacional, hube de emprender la reorganización de estos servicios; en lo cual me encuentro aún, sin saber cuándo terminará. Le ruego, pues, excusarme por la deuda y de excusar todavía más, que ahora le escriba para solicitarle otro servicio. Carecemos aquí de cuanto habla de la actual cultura peruana, y todo dato impreso relativo a los progresos del Perú; y yo deseo que al menos, nuestra Biblioteca Nacional reciba algunos libros y periódicos que representen el pensamiento de ustedes. Amauta y Guerrilla, que leo de punta a cabo, serían espléndidas adquisiciones. ¿Podría Ud., aunque fuera suprimiendo mi envío personal, remitir esos periódicos a la Biblioteca, desde sus primeros números? Quisiera coleccionarlos y mantenerlos a la mano para los lectores. Hay aquí, por lo demás, muchos peruanos que buscan novedades de su patria en nuestros salones de lectura. Esos y otros periódicos, como asimismo muchos libros actuales, harían en el espíritu de los chilenos estudiosos mucho mejor obra que cuanto emprenden los gobiernos con procedimientos ineficaces a causa de su descarado interés o mal encubierta tendencia. Yo, que conozco el Perú, que he vivido en Lima, que participo del carácter de Uds. en muchos aspectos, sé qué resultados daría esta comprensión y espero efectuar alguna siembra de porvenir si hago traer acá un poco del cerebro juvenil peruano. Le ruego recomendar a los escritores que me envíen sus libros, y a los editores o directores, sus periódicos. ¿Será mucha presunción?
Ya le escribiré largo, como le digo. Acaso éste sea el principio de la correspondencia que debe existir entre nosotros. Entre tanto, un cordial apretón de manos de su amigo
Ed. Barrios
s/c Eduardo Barrios, Biblioteca Nacional Santiago de Chile.

Barrios, Eduardo

Carta a Samuel Glusberg, 30/4/1927

Lima, 30 de abril de 1927
Señor don Samuel Glusberg
Buenos Aires.
Muy estimado compañero:
Le ruego excusarme el retardo de estas líneas. Quise contestar sin demora su grato mensaje de amistad y simpatía. Pero hace algún tiempo que me veo forzado a descuidar casi completamente mi correspondencia. Tengo una salud inestable. Salvé hace tres años de la muerte a costa de una amputación y hasta ahora sufro las consecuencias de esa crisis que me dejó mutilado y enfermo. Por fortuna, desde hace pocos meses, voy mejorando. Mi trabajo es, sin embargo, superior todavía a mis fuerzas.
He recibido los libros que me envió Ud. Le agradezco el obsequio. Tengo en gran estima a sus autores, Horacio Quiroga y Sanín Cano. Sobre ambos dirá algo Amauta la revista que dirijo y que regularmente le enviamos.
Estoy políticamente en el polo opuesto de Lugones. Soy revolucionario. Pero creo que entre hombres de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aun combatiéndose. Sobre todo, combatiéndose. Con el sector político con el que no me entenderé nunca es el otro: el del reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea. Además si la revolución exige violencia, autoridad, disciplina, estoy por la violencia, por la autoridad, por la disciplina. La acepto, en bloque, con todos sus horrores, sin reservas cobardes. En Lugones he admirado siempre al artista, al pensador que se expresa sin equívoco y sin oportunismo. Ideológicamente estamos en campos adversos. Me aflige que él refuerce con su nombre y con su acción a los conservadores. Aunque siempre es una ventaja encontrarse con adversarios de su estatura.
Le adjunto copia de un artículo que publiqué sobre Rahab de Waldo Frank. Con el último número de Amauta va el artículo que escribí para el Boletín Bibliográfico de la Universidad de Lima. Fue reproducido por Repertorio Americano y otros periódicos
Si puedo servirle para la difusión de las obras de su editorial en Lima, mande en mí como guste. Podemos establecer el intercambio con los libros que edita Minerva.
Amauta le ofrece sus páginas.
Y yo me complazco en suscribirme de Ud. con los más devotos sentimientos afmo. compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Juan Mantovani, 5/5/1927

Bueno Aires mayo 5, 1927
Señor José Carlos Mariátegui
Lima.
Estimado Señor.
El amigo Gabriel del Mazo le enviará algunos ejemplares de los números 1 y 2 de este año de "Nueva Era", órgano de la Sección Argentina de la Liga Internacional de la nueva Educación. En el número de abril último, se publica una carta de su compatriota Víctor Raúl Haya de la Torre.
Los pocos compañeros que formamos "Nueva Era", conocemos los prestigios de Ud. como intelectual y revolucionario, a través de sus frecuentes publicaciones de "Amauta", y por su libro "Escena Contemporánea" muy difundido entre nosotros.
Fácilmente se explicará Ud. el interés especial que tenemos en publicar en "Nueva Era" algunas páginas suyas, su fuera posible con un tema educacional o que tenga relaciones con la educación nueva.
Conociendo la amistad que une a Ud. con Haya de la Torre y con Gabriel del Mazo, ambos amigos míos también, a quiénes les dispenso los mejores afectos, me he permitido dirigirle estas líneas a nombre de todo el pequeño grupo de compañeros que en "Nueva Era" trabaja por propagar ideales y prácticas de una nueva educación en consonancia con los nuevos tiempos.
Saludo a Ud. con el mayor aprecio y consideración.
Juan Montovani
Calle Bustamante 313
2 Piso. F
Buenos Aires

Montovani, Juan

Carta de Gabriel C. del Mazo, 6/5/1927

Buenos Aires, 6 de mayo de 1927
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Mi simpático amigo:
No debe extrañar Ud. el tratamiento. A través de Haya de la Torre y de los desterrados en Buenos Aires, de sus artículos en Claridad y en Córdoba primero, de su Escena Contemporánea después y de Amauta ahora, he aprendido a estimarle profundamente.
Esta carta de Juan Mantovani es un índice. Vea Ud. cómo él está convencido de nuestra frecuentación amistosa y la invoca ante Ud., como la invocó ante mí cuando hubo de pedirme que intercediera en favor de su colaboración a la obra de Nueva Era, revista representativa de nuestra izquierda pedagógica. No quise aclarar ante Mantovani porque estoy seguro de que, aun cuando no nos hayamos cambiado una línea ni un mensaje, nos une una verdadera simpatía; y no ha de ser la suya mayor de la que yo le profeso.
Ojalá esta misiva breve comience una vinculación epistolar que consolide nuestro afecto y sea útil a los fines de coordinar mejor nuestra actividad en el campo de la lucha social continental.
Con esos votos, le estrecho la mano y quedo a sus órdenes en la Argentina.
Gabriel del Mazo

Del Mazo, Gabriel C

Carta a Xavier Abril, 6/5/1927

Lima, 6 de mayo de 1927
Señor Xavier Abril
Madrid.
Querido y recordado Xavier:
Contesto sólo hoy sus dos cartas, una del 16 de noviembre y otra del 30 de diciembre, por un exceso de trabajo que frustra mis mejores intenciones de puntualidad epistolar. Ud. sabe además que este trabajo exorbitante pesa sobre una salud muy resentida e inestable.
Pero debe Ud haber recibido, como un mensaje, desde que está Ud. en Madrid, Amauta. Los siete números publicados después de su partida le han sido remitidos. Creo que en cuatro de ellos está presente su firma
Tengo aún por publicar algunos poemas de Ud. Publicaré uno en el próximo número y los restantes en el siguiente. Ud. sabe bien que su colaboración me es muy estimada.
De Oquendo, de Lora, de Edil. Zuleta y de algún otro de los que Ud. nombra he recibido y publicado colaboración. Julio Castillo estuvo a visitarme y anunciarme la suya; pero no ha vuelto. Enrique Peña me ha traído algunos poemas que saldrán próximamente. No crea Ud. que me dejo influir por sugestiones de grupo o de personas. No conozco cabalmente a todos los nuevos, pero me parece difícil que alguno de verdadero y revelado valor no tenga su sitio en mi estimación. Mas no puedo ser un crítico agnóstico. Rechazo la idea del arte puro, que se nutre de sí mismo, que conoce únicamente su realidad, que tiene su propio y original destino. Este es un rito de las épocas clásicas o de remansamiento; no de las épocas románticas o de revolución. Por esto, entre un ensayo vacilante, pero de buena procedencia de épica revolucionaria, y un mediocre producto de lírica de exorbitante subjetivismo, prefiero siempre al primero.
Amauta ha ganado hasta ahora su batalla. Esta es una segunda fase: la de su estabilización y desarrollo. La necesidad de sostener una difusión amplia, con alto gasto de tiraje y correo, nos ha movido a la constitución de una pequeña sociedad editora, cuyas bases están en el No. 8 (Con un error: las acciones son de 5 no de l0 lp.).
Mándeme siempre notas, prosas breves. De Ud. y de otros. Salude a Guillermo de Torre y pídale algo para Amauta que es ya una tribuna hispano-americana. Va a todos los países de Hispano-América.
A Valle, a quien también soy deudor de una respuesta, le escribo por este mismo correo.
Bazán lo recuerda con mucho cariño.
Y yo lo abrazo cordialmente
[Firma de José Carlos Mariátegui]
P.S. con Pablo he charlado una mañana muy cordialmente. Me ha prometido venir nuevamente. Lo espero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de José Ruíz Huidobro, 7/5/1927

Huarás, 7 de mayo del 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima
Muy señor mío:
He leído en el Nº 8 de Amauta el llamamiento que formula Ud. con el fin de obtener que una impactante revista crezca y de listos sus frutos. Me sumo cordialmente a tal propósito con el que simpatizo vivamente y ruego a Ud. considerarme como suscritor a una acción de LP 10. Para cubrir el importe de la mitad de dicha acción o sea Lp. 5 sírvase Ud. extenderme un giro a cargo mio a orden de los señores Angeles Hnos. i cualquier otro comerciante enviando al mismo tiempo el certificado o comprobante de la acción. Inmediatamente que llegue enviaré la referida suma.
ya que tengo el agrado de dirigirme a Ud. me permite preguntarle si ha llegado o no a sus manos mi ejemplar de mi libro "Aquel panfletario" (cuentos) que tuve el gusto de enviarle hace varias semanas. Llamo la atención de Ud. hacia los cuentos "El cura y su mujer" "El niño enfermo" y hacia los relatos "Una noche en la quebrada honda" u "El Abandonado" y no sé si quisiera Ud. discreparme la atención de reproducir algunos de esos artículos en Amauta, "El Abandonado" por ejemplo. Hago esta solicitación a Ud. por la consideración de que "Amauta" en una revista en la que se [...] acogida a la literatura netamente nacional y por lo mismo espero a que mi labor, o mejor dicho algo de ella tenga la suerte de ser elevada a Amauta.
Reciba Ud. aceptar los sentimientos de especial simpatía con su [...] como su amigo y admirador.
J. Ruíz Huidrobo.

Ruiz Huidobro, José

Carta de Fernando Márquez Miranda, 10/5/1927

Buenos Aires, 10 de mayo de 1927
Señor José Carlos Mariátegui.
Lima. Perú.
Personal.
Querido amigo y compañero:
Creo que habrá recibido Ud., en su oportunidad, la “comunicación oficial” de la declaración oficial de la U.L.A. con respecto a Amauta. Sé, además, que Palacios le escribió enviándole un recorte del Telégrafo de ésta, en donde se hacía referencia de tales cosas. A mi vez he demorado en escribirle particularmente, porque sus amables líneas envolvían, sin duda alguna, un pedido imperioso de colaboración. Deseaba enviarle algo nuevo, vale decir inédito, pero quehaceres siempre importunos y absorbentes me lo impiden por ahora. Sin embargo, más adelante irá. Amauta está cada vez mejor. Este número 7, que su amabilidad ha hecho llegar hasta mí, es magnífico, desde el destructor editorial universitario, hasta las notas críticas, de la bibliografía.
Sin embargo, y como no me resigno a no colaborar en Amauta por ahora, después de sus bondadosas palabras ofertorias, le envío mi “Escorzo de Romain Rolland”, que acaba de ver la luz en Estudiantina, revista de estudiantes del Colegio Nacional de La Plata, editada como homenaje a Rolland y cuyo número íntegro, creo que habrá Ud. recibido oportunamente. Dada su extensión, no me hubiera permitido enviárselo, a no mediar la circunstancia de que, precisamente en el número 7 de Amauta, publica Ud. un trabajo de Honorio F. Delgado, sobre interpretación freudiana de los sueños, que excede, presuntivamente, de la extensión de mi ensayo. Otro motivo de zozobra y de duda, antes de enviárselo, ha sido para mí el no saber si Ud. habría tratado ya este asunto en su célebre Escena Contemporánea, libro inencontrable en ésta, por cuya razón he temido enviar mi titubeante ensayo a quien quizás haya tratado este personaje, con el esplendor habitual en él.
Ud. sabrá, pues, mi querido Mariátegui, disculpar —si éste es el caso—, que yo no le cite en mi texto y encontrar, en estas inquietas líneas, la sugestión del envío de su Escena, si es el caso de que posee aún algún ejemplar de libro tan importante como poco conocido.
Esperando que Ud. sepa acoger, con su simpatía tan característica, a mi pobre “Escorzo”, en las páginas del próximo número de Amauta, le ruego acepte el fuerte apretón de manos con que rubrico mi sincera amistad.

F. Márquez Miranda

P.D. Este trabajo no es inédito, pero como si lo fuera. Nadie irá a leerlo a las páginas de Estudiantina, salvo los alumnos del Colegio Nacional. Ud. podrá salvarlo de una ineditez efectiva, que quizás no merezca. Perdone la extensión de esta carta, que parece diario de a bordo, por lo larga. Vale.

Márquez Miranda, Fernando

Carta de Alfredo Mario Ferreiro, 12/5/1927

Montevideo, 12 de mayo de 1927
Señor
José Carlos MARIÁTEGUI,
Lima
De mi mayor consideración:
Jaime L. Morenza ha pedido, para usted, colaboraciones al grupo de “La Cruz del Sur”. Yo, que soy un audaz, he resuelto iniciar la que me corresponde. He pensado hacer una galería de intelectuales uruguayos. Nada de libros, nada de crítica literaria. La exterioridad del personaje. Tal como yo lo veo. La sección se titulará:— “Acabo de ver a:” y los nombres se irán cambiando.—
Comienzo con Morenza. Morenza es el alma de “La Cruz” y el causante de la publicación de mi libro autobusesco. Por otra parte, como intelectual, Morenza bien merecido se tiene iniciar la galería que proyecto.—
Le seguirán:— Alberto Lasplaces, Álvaro Guillot Muñoz, Fernán Silva Valdés, Gervasio Guillot Muñoz, Juana de Ibarbourou, etcétera. ¡Hasta yo me voy a mirar en un espejo para retratarme en su estimada Amauta!—
Desearía que usted me diera su consentimiento. Le mando la primera colaboración junto con esta carta. ¿Recibió mi libro? ¿Y recibió los diez ejemplares que le envié por intermedio de Bustamante y Ballivián?
Suyísimo
A.M. Ferreiro
s/c Defensa, 101, Montevideo.

Ferreiro, Alfredo Mario

Carta de José Ruiz Huidobro, 13/5/1927

Huaraz, 13 de mayo de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Muy señor mío:
Apelo nuevamente a su gentileza para rogarle quiera Ud. una acogida en "Amauta" al poema "Día Serrano" que le incluyo. Hasta hoy en "Amauta", no obstento su nutrido material

Ruiz Huidobro, José

Carta a Emilio Roig de Leuchsenring, 24/6/1927

Lima, 24 de junio de 1927
Estimado compañero Roig de Leuchsenring:
Los poetas Serafín Delmar y Magda Portal, que tienen toda mi estima personal y artística, le llevan mi saludo y el de los redactores de Amauta. Son nuestro mensaje vivo. No tienen necesidad de otra credencial que su obra. Acójanlos Uds. como auténticos representantes de la vanguardia del Perú que vive su hora de más duro combate.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Arturo Capdevilla, 7/1927

Buenos Aires, julio de 1927
Distinguido colega y amigo:
Pienso exactamente así: la revista Amauta es una verdadera tribuna del pensamiento libre en el Perú; y José Carlos Mariátegui, su director, es un pensador dignísimo.
Arturo Capdevila

Capdevilla, Arturo

Carta a Emilio Pettoruti, 10/10/1927

Lima, 10 de octubre de 1927
Caro Pettoruti:
A pesar del severo tamiz de la censura, he recibido unas líneas de recuerdo y solidaridad de Ud. y un recorte del diario en que se publicó mi carta. No sé si Ud. me habrá escrito otra vez en este lapso; pero presumo que no, porque sus líneas me advertían que esperaba Ud. antes, noticias mías. Yo no he podido dárselas por haber estado sufriendo un molesto ataque de artritismo reumático que me obligó a dejar Lima para cumplir una cura de sol, prescrita por el médico. El invierno de Lima húmedo y enervante es particularmente insoportable para un individuo como yo que está obligado a moverse en una silla de ruedas sin salir de su casa.
Le he enviado, por correo certificado, con dos ejemplares el último número de Amauta, que no sabía yo si le habría mandado antes, algunas fotografías de cuadros de Camilo Blas, nuestro muy interesante pintor. El número 3 de Amauta publicó, con algunas fotografías, una nota de Sabogal. Puede Ud. consultarla si quiere Ud. dar esas fotografías en su sección de Crítica Magazine. Camilo Blas es un discípulo de Sabogal; pero desde antes de serlo, había revelado ya personalidad y estilo, en diversos dibujos y cuadritos.
Tiene tan honda vocación de artista que desertó la carrera de abogado cuando llevaba ya concluidos sus estudios. Camilo Blas es un seudónimo. Nuestro hombre se apellida Sánchez Urteaga. Es un formidable intérprete de la sierra criolla. Su rasgo esencial es su humorismo, que como todo humorismo auténtico y profundo no está desprovisto de fondo lírico. Recuerda, no ciertamente por su estilo, sino por su temperamento, a los alegres maestros holandeses que pintaban kermesses y cantinas. Si no entran en su sección de Crítica, trasfiéralas Ud. a La Gaceta del Sábado cuyos directores me escribieron pidiéndome colaboración y que les designase un corresponsal en Lima. Yo les mandé algunas noticias y les indiqué al poeta Armando Bazán; pero, con mejor acuerdo, las autoridades remitieron a éste a la Isla de San Lorenzo, de donde acaba de salir. Solo he recibido dos números de La Gaceta y, como nadie ha visto en Lima ningún otro, sospecho que su publicación se haya interrumpido, a pesar de parecer organizada sobre sólidas bases económicas.
Voy a hacer una tentativa para reanudar la publicación de Amauta en Lima. Si fracasara, me dedicaré a preparar mi viaje a Buenos Aires, porque me resultará de todo punto intolerable permanecer aquí sofocado espiritual y materialmente. En Buenos Aires reorganizaría la revista que tiene adquirida extensa circulación continental, a pesar de no haber aparecido sino 9 números y de haberme sido difícil estabilizarla económicamente.
Escríbame con esa dirección: Ana María Chiappe, Washington izquierda 544. Comunique esta dirección a Hidalgo, a quien envié también certificados los últimos números de Amauta y a quien no he acusado hasta ahora recibo de su último libro por los incidentes, sobre el quebranto de mi salud, que me han impedido ocuparme de mi correspondencia.
Infórmeme respecto a sus planes y sobre la posibilidad de que aún lo encuentre en Buenos Aires si decido mi viaje para enero o febrero. Estoy sometido a un tratamiento que me habilitará para lograr cierta movilidad; y espero que no me estorbe ningún nuevo amago reumático.
El poeta Bazán le manda muchos saludos. Ya sabe Ud. que casi todos mis compañeros de Amauta lo conocen y estiman. Y yo lo abrazo muy cordialmente.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Manuel F. Laos, 28/10/1927

Chicla, octubre 28 de 1927
Señor
José Carlos Mariátegui
Lima.
Mi querido amigo i compañero:
Oportunamente recibí su mui atenta carta de fecha 30 del mes ppdo., por la que se sirve U. comunicarme que restablecido de una crisis de sus salud, se prepara entusiastamente a reorganizar "Amauta". Esta grata nueva no sólo me ha complacido, sino que me ha entusiasmado reciamente.
La gestión encaminada a conseguir las reaparición de "Amauta" en Lima no ha hecho en mi, sino coronar la idea que generaliza la opinión de todos los que anhelamos con vehemencia, que pronto se obtenga el mas completo éxito . Cuente U. querido compañero, con mi cooperación decidida; pues, yo en esta región, haré por "Amauta" i por nuestro ideales, todo cuanto esté a mi alcance i a medida de mis modestas fuerzas.
"Amauta: debe, puede i tiene que reaparecer en Lima, como me dice U. que fundadamente lo espera; no cabe otra cosa que esperar ese día, i, entonces sí, estaremos de plácemes i haremos resonar un canto de gloria, cuyo eco traspasando los confines del Perú vaya a repercutir mui lejos, pregonando el triunfo de nuestras auroras reivindicatorias i anunciando el engrandecimiento verdadero de nuestros ideales. - Necesario es que recordemos en esta brega el sacrificio bello i heroico de nuestro inolvidable compañero Edwin Elmore; aquel hombre íntegro como pocos. ¡Bendita sea su memoria!. Vive él en nuestros corazones. Con el nombre de Elmore, ligado profundamente a su sacrificio i a su acción, están todos los mártires de la redención espiritual i humana.
Si sale "Amauta", no olvide, querido compañero, de avisarme la fecha de su reaparición, aunque sea por telegrama.
Reciba Ud. el abrazo leal y fraterno de su amigo i compañero.
Manuel F. Laos.

Laos, Manuel F.

Carta de Samuel Glusberg, 1/11/1927

Buenos Aires, 1° de noviembre de 1927
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Mi querido compañero:
Mil gracias por su carta y los libros. Ya conocía La Escena Contemporánea. De ahí saqué precisamente su estudio sobre el “Semitismo y el antisemitismo” para los Cuadernos literarios de Oriente y Occidente. Supongo que ya está en sus manos el primer número. Pronto le mandaré el cuaderno dedicado a Heine. Lamento no tener un retrato suyo y algunas noticias concretas sobre vida para hacer una nota periodística. De cualquier modo diré dos palabras en el próximo cuaderno. Mándeme algún artículo referente a su persona. He visto varios en Repertorio Americano; pero muy poco informados. Aquí se le aprecia mucho y de venir usted a Buenos Aires se encontraría con numerosos amigos.
Waldo Frank me escribió últimamente que el Sr. Garro le pidió autorización para traducir algunas novelas suyas y que él le indicó que se dirigiera a mí puesto que yo tenía reservados los derechos con prioridad. No he recibido ninguna carta del Sr. Garro; pero si usted cree que dicho señor puede traducir a conciencia los libros de Frank mucho me gustaría que lo hiciera. En cuanto al pago no le puedo ofrecer de inmediato una suma de dinero. Puedo, sí asegurarle que a medida que se venda el libro le giraré lo que le corresponda. Frank tiene interés en que no se traduzca solamente sus libros de ensayos. Por eso ante mi empeño en publicar Our America él me pide que también le haga traducir una novela. Me gustaría que fuera Holiday por su asunto y por su corta extensión. Hágame pues el bien de ponerme en relación con Garro siempre que Ud. lo crea capaz de hacer a conciencia una traducción de Frank. Que Garro me envíe cuanto antes Nuestra América; yo le haré llegar un prólogo especial de Frank. Y perdóneme la molestia que le ocasiono. Pero tengo entendido que Ud. es amigo de Garro.
No recibí los números de Amauta que me anuncia. Me faltan los números 1, 2, 5 y 9 para la colección. Pídame los ejemplares de Babel que le ofrezcan algún interés.
Quedo como siempre a sus órdenes. Mientras lo saludo muy cariñosamente.
Glusberg

Glusberg, Samuel

La civilización y el caballo

La civilización y el caballo

El indio jinete es uno de los testimonios vivientes en que Luis E. Valcárcel apoya, en su reciente libro “Tempestad en los Andes” (Editorial Minerva, 1927) su evangelio -sí, evangelio: buena nueva- del “nuevo indio”. El indio a caballo constituye, para Valcárcel, un símbolo de carne. “El indio a caballo, escribe Valcárcel- es un nuevo indio, altivo, libre, propietario, orgulloso de su raza, que desdeña al blanco y al mestizo. Ahí donde el indio ha roto la prohibición española de cabalgar, ha roto también las cadenas”. El escritor cuzqueño parte de una valoración exacta del papel del caballo en la Conquista. El caballo, como está bien establecido, concurrió principal y decisivamente a dar al español, a ojos del indio, un poder sobre-natural. Los españoles trajeron, como armas materiales, para someter al aborigen, el hierro, la pólvora y el caballo. Se ha dicho que la debilidad fundamental de la civilización autóctona fue su ignorancia del hierro. Pero, en verdad, no es acertado atribuir a una sola superioridad la victoria de la cultura occidental sobre las culturas indígenas de América. Esta victoria, tiene su explicación integral en un conjunto de superioridades, en el cual, no priman, por cierto, las físicas. Y entre estas, cabe reconocer, la prioridad a las zoológicas. Primero, la criatura; después lo creado, lo artificial. Este aparte de que el domesticamiento del animal, su aplicación a los fines y al trabajo humanos, representa la más antigua de las técnicas.
Más bien que sojuzgadas por el hierro y la pólvora, preferimos imaginar al indio, sojuzgado no precisamente por el caballo, pero sí por el caballero. En el caballero, resucitaba, embellecido, espiritualizado, humanizado, el mito pagano del centauro. El caballero, arquetipo del Medioevo, -que mantiene su señorío espiritual sobre la modernidad, hasta ahora mismo, porque el burgués, no ha sido capaz psicológicamente más que de imitar y suplantar al noble,- es el héroe de la Conquista. Y la conquista de América, la última cruzada, aparece como la más histórica, la más iluminada, la más trascendente proeza de la caballería. Proeza típicamente caballeresca, hasta porque de ella debía morir la caballería, al morir -trágica, cristiana y grandiosamente- el Medioevo.
El coloniaje adivinó y reivindicó a tal punto la parte del caballo en la Conquista que, -por sus ordenanzas que prohíben al indio esta cabalgadura,- el mérito de esa epopeya, parece pertenecer más al caballo que al hombre. El caballo, bajo el español, era tabú para el indio. Lo que podía entenderse como una consecuencia de su condición de siervo si se recuerda que Cervantes, atento al sentido de la caballería, no concibió a Sancho Panza, como a Don Quijote, jinete de un rocín sino de un asno. Pero, visto que en la Conquista se confundieron hidalgos y villanos, hay que suponerle la intención de reservar al español, los instrumentos -vale decir el secreto- de la Conquista. Porque el rigor de este tabú, condujo al español a mostrarse más generoso de su amor que de sus caballos. El indio tuvo al caballero antes que a la cabalgadura.
La más aguda intuición poética de Chocano, aunque como suya, se vista retórica y ampulosamente, es quizá la que creó su elogio de “Los caballos de los conquistadores”. Cantar de este modo la Conquista es sentirla, ante todo, como epopeya del caballo, sin el cual España no habría impuesto su ley al Nuevo Mundo.
La imaginación criolla, conservó después de la Colonia, este sentido medioeval de la cabalgadura. Todas las metáforas de su lenguaje político acusan resabios y prejuicios de jinetes. La expresión característica de lo que ambicionaba el caudillo está en el lugar común de “las riendas del poder”. Y “montar a caballo”, se llamó siempre a la acción de insurgir para empuñarlas. El gobierno que se tambalea, estaba “en mal caballo”.
El indio peatón, y más todavía, la pareja melancólica del indio y la llama, es la alegría de una servidumbre. Valcárcel tiene razón. El “gaucho” debe la mitad de su ser a la pampa y al caballo. Sin el caballo ¡cómo habrían pesado sobre el criollo argentino, el espacio y la distancia! Como pesan hasta ahora, sobre las espaldas del indio chasqui. Gorki nos presenta al mujik, abrumado por la estepa sin límite. El fatalismo, la resignación del mujik, vienen de esta sociedad y esta impotencia ante la naturaleza. El drama del indio no es distinto: drama de servidumbre al hombre y servidumbre a la naturaleza. Para resistirlo mejor, el mujik contaba con su tradición de nomadismo y con los curtidos y rurales caballitos tártaros, que tanto bien parecerse a los de Chumbivilcas.
Pero Valcárcel nos debe otra estampa, otro símbolo: el indio “chauffeur”, como lo vio en Puno, este año, escritas ya las cuartillas de “Tempestad en los Andes”.
La época industrial burguesa de la civilización occidental; permaneció, por muchas razones, ligada al caballo. No solo porque persistió en su espíritu el acatamiento a los módulos y el estilo de la nobleza ecuestre, sino porque el caballo continuó siendo, por mucho tiempo, un auxiliar indispensable del hombre. La máquina desplazó, poco a poco, al caballo de muchos de sus oficios. Pero el hombre agradecido, incorporó para siempre al caballo en la nueva civilización, llamando “caballo de fuerza” a la unidad de potencia motriz.
Inglaterra, que guardó bajo el capitalismo una gran parte de su estilo y su gusto aristocrático, estilizó y quintaesenció al caballo inventando el “pursang” de carrera. Es decir, el caballo emancipado de la tradición servil del animal de tiro y del animal de carga. El caballo puro que, aunque parezca irreverente, representaría teóricamente, en su plano, algo así como, en el suyo, la poesía pura. El caballo fin de sí mismo, sobre el cual desaparece el caballero para ser reemplazado por el jockey. El caballero se queda a pie.
Mas, este parece ser el último homenaje de la civilización occidental a la especie equina. Al desplazarse de Inglaterra a Estados Unidos, el eje del capitalismo, lo ecuestre ha perdido su sentido caballeresco. Norte América prefiere el box a las carreras. Prohibido el juego, la hípica ha quedado reducida a la equitación. La máquina anula cada día más al caballo. Esto, sin duda, ha movido a Keyserlig a suponer que el chauffeur sucede como símbolo al caballero. Pero el tipo, el espécimen hacia el cual nos acercamos, es más bien el del obrero. Ya el intelectual acepta este título que resume y supera a todos. El caballo, por otra parte, como transporte, es demasiado individualista. Y el vapor, el tren, sociales y modernos por excelencia, no lo advierten siquiera como competidor. La última experiencia bélica marca en fin, la decadencia definitiva de la caballería.
Y aquí concluyo. El tema de una decadencia, conviene, más que a mí, a cualquiera de los abundantes discípulos de don José Ortega y Gasset.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 18/11/1927

Juliaca, 18 de noviembre de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima
Mui apreciado amigo:
El haber estado ausente de Juliaca durante varios días, me ha impedido dar oportuna respuesta a su carta fecha 30 de setiembre ppdo. Hoi lo hago,con todo gusto, formulando sinceros votos por el definitivo restablecimiento de su salud.
Celebro de veras que haya obtenido yá autorización del gobierno para publicar Amauta en Lima. Es solo un acto de justicia que hace yá tiempo debieron cumplir.
Para Ud. soi el compañero de siempre: simpatizo con su ideología, i por lógica consecuencia, tengo que propender a la difusión i prestigio de "Amauta". Aquí me tiene, pués, listo a seguirle prestando mi modesto concurso hasta fines de diciembre próximo, pués en enero me dirigiré a Yankilandia. Los días que estaré en Lima me proporcionarán el singular placer de conocerlo personalmente.
Entiendo que en el número doble, al reiniciar la publicación de la revista, publicará algo mío, tomándolo de los poemas que me fué grato mandarle.
Respecto a mi libro - "Huanacaure”- los compañeros Arturo i Alejandro Peralta, mui fraternalmente, están empeñados en publicarlo en su editorial "Titikaka".
Creo que antes de emprender la jornada, de ágil i poderosa voluntad, debo dejar la vibración de unos cuantos aletazos del espíritu. Allá veremos. De todas maneras, quedo a Ud. sumamente agradecido por sus datos.
Permítame tocarle este punto: a raíz del incidente aquel que dió por resultado su "enjaulamiento’’, en el momento más crítico le envié, por conducto del Sr. exadministrador Ramírez, una breve tarjeta portadora de mi mensaje de mayor adhesión en esa álgida eventualidad. ¿La recibió? -Sí.
Entonces conste la categoría de amigo i compañero a que pertenezco.
Dígame, camarada, ¿podría proporcionarme una nota para mi libro?
Tengo yá muchas i buenas -principalmente del extranjero i me dolería que faltase la suya.
Con un fuerte estrujón de manos, hasta recibir su contestación
P.S:- Al Sr. O. Velásquez Isla le escribo sobre mi labor como agente de la revista en Juliaca. S i es necesario, él le trasmitirá mis indicaciones.

Rodríguez O. Luis A. (Luis de Rodrigo)

Carta de Samuel Glusberg, 12/1927

Buenos Aires, diciembre de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Mi estimado amigo:
Perdóneme que no le haya agradecido todavía los ejemplares de Amauta y su retrato. Hace algunos días le escribí a Garro a su dirección y tenía idea de hacerle unas líneas a Ud. Pero me llamaron de la imprenta y cerré la carta sin agradecerle a Ud. su fineza.
¿Y cuándo sale Amauta? ¿O usted se viene a Buenos Aires? Avíseme a tiempo y cuente conmigo para todo lo que le pueda ser de utilidad. Vez pasada hablé con Gerchunoff que va a dirigir un nuevo diario. Le tiene mucha simpatía y me dijo que aceptaría con gusto su colaboración. Yo estoy por regularizar la aparición de Babel y convertirla en una revista de interés general. Hágame llegar noticias del Perú o póngame en relación con algunos de sus compañeros. Garro me ha hecho una buenísima impresión a través de su carta. Estoy esperando sus traducciones de Holiday y Nuestra América. Por eso justamente no le quiero pedir nada.
Quedo a la espera de sus noticias y lo saludo muy atentamente.
Glusberg

Glusberg, Samuel

Gomez Carrillo

Un nuevo capítulo del periodismo hispano-americano, el del apogeo del “cronista”, principia y termina con Enrique Gómez Carrillo. Capítulo concluido con la guerra que desalojó de la primera plana de los diarios los tópicos de miscelánea, a favor de los tópicos de historia. Con su fin, vino un período de decadencia no precisamente de la crónica sino del cronista. La crónica ha pasado a manos más graves o más finas: Araquistain o Gómez de la Serna. El cronista tiene ahora un lugar subsidiario.
La opinión pública, “emperatriz nómade” como la llama Lucien Romier, condecoró a Gómez Carrillo con el título de “príncipe de los cronistas”. Coronación honoraria, parisiense, democrática, efímera, con algo de la reina de carnaval. Gómez Carrillo ejerció su principado con la alegría bohemia de una griseta. Tenía para todo, la maleabilidad y el mimetismo del criollo, su pasta blanda de mundano innato.
Pertenecía literariamente a una época en que el alma de la América española se prendó de un París finisecular y en que la prosa y poesía hispanoamericanas se afrancesaron algo versallescamente. Rubén Darío, hijo del trópico como Gómez Carrillo, aunque como gran poeta más americano, manos deraciné, condensa, reúne y preside este fenómeno a través del cual nuestra América no asimiló tanto a la Sorbona como al boulevard. Boulevard arriba, boulevard abajo, caminaba todavía Fray Candil, cuando en 1919, me instalé yo por primera vez en la terraza de un café de París, a pocos pasos del café napolitano, donde Gómez Carrillo completaba una peña inestable y compósita. Pero ya ni el boulevard ni Fray Candil, interesaban como antes. Por el boulevard había pasado la guerra, el armisticio, la victoria. Y a la América Latina le había nacido un alma nueva.
A las generaciones post-bélicas, Europa le sirve para descubrir a América. Tramonta cada día más esa literatura de emigrados que, en la crónica, representa Gómez Carrillo. El cosmopolitismo -que puede parecer a algunos un rasgo común de una y otra época literaria- nos conduce al autoctonismo. Además el cosmopolitismo de ahora es distinto al de ayer, también cosa de boulevard, emoción de París. Gómez Carrillo visitó Jerusalén y el Japón sin abandonar sentimental ni literariamente su café parisiense. Con el viajaban siempre sus recuerdos literarios, sus clichés sentimentales. No nos dio nunca, por esto, una visión directa y profunda de las ciudades y de los pueblos. Amó y sintió a los paisajes según la literatura. No descubrió jamás un tópico origen, un sentimiento inédito. Por esto, ignoró siempre a América. Su nomadismo intelectual prefería el último exotismo de moda en un París más Henri Bataille que Paul Bourget. “Jerusalem la Tierra Santa”, “El Japón Heroico y Galante”, “Flores de Penitencia” son otras tantas estaciones del itinerario sentimental de un burgués parisiense de su tiempo. Tiempo de voluptuoso y crepuscular snobismo que se enamoraba versátil lo mismo de Mata Bari que de San Francisco. Anatole France, Gabriel D’Annunzio, diversos pero no contrarios, resumen su espíritu: culto galante de la “mujer fatal” sobre todas las mujeres, epicureísmo, humanismo y donjuanismo burgueses; helenismo de biblioteca y misticismo de menopausia; libídine fatiga y lujo industrial y rastacuero; “La Falena” y “El Martirio de San Sebastián”. Una decadencia no es siquiera exasperada y frenética de “La Noche de Charlotemburgo”, porque no es todavía la noche sino el crepúsculo.
Gómez Carrillo partía de un cabaret de Tebaida. De su viaje libresco -literatura- no imaginación, regresaba con sus artificiales “Flores de Penitencia”. Sabía que un público de gustos inestables se serviría de sus morosos y facticios éxtasis, cristianos con la misma gana que su última crónica del “demi-monde”.
Cortesano de los gustos de su clientela, Gómez Carrillo, esquivó lo difícil, se movió siempre sobre la superficie de las cosas que era casi siempre y brillante como un azulejo. La forma en Gómez Carrillo no era estructura ni volumen. No era sino superficie, y a lo sumo, esmalte. El rasgo de la “crónica” de su tiempo era la facilidad, rasgo característico. Nuestro tiempo ama y busca lo difícil. Lo difícil, no lo raro. La literatura difícil, como lo observa Tribaudet, conquista por primera vez, la popularidad, el mercado.
El “cronista” típico carece de opiniones. Reemplaza el pensamiento con impresiones que casi siempre coinciden con las del público. Gómez Carrillo era sobre todo un impresionista. Esto era lo que en él había de característicamente tropical y criollo. Impresionismo: he ahí el, rasgo más peculiar de la América criolla o mestiza. Impresionismo: color, esmalte, superficie.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Oscar Herrera,6/12/1927

Buenos Aires, 6 de diciembre de 1927
Mi querido José Carlos:
Hoy puedo escribirle a Ud. más concretamente que en días pasados, debido a que mis gestiones en pro de su encargo están avanzadas.
Gerchunoff, acaba de ser contratado por una importante empresa inglesa para establecer un gran diario en Buenos Aires, como no se le escapará a Ud. este diario viene a acentuar la campaña antiimperialista de La Prensa de esta ciudad —podríamos mejor decir anti-yanqui. Trátase pues de un gran diario burgués, como los demás de gran circulación de este país, pero que tiene un punto de contacto con nosotros. Pues bien, nuestro camarada Gerchunoff, al tener conocimiento de su proyectado viaje a Buenos Aires, nos ha manifestado que se siente unido a Ud. no sólo por la simpatía profesional sino por la simpatía ideológica y que puede Ud. contar con un puesto entre los colaboradores y si no fuere suficiente lo que por este trabajo podría Ud. percibir él se compromete a proporcionarle otras colaboraciones en revistas de aquí. Me parece que con esto podría Ud. tranquilizarse en lo que se refiere al aporte necesario a su hogar. Por otro lado su éxito intelectual está asegurado de antemano. Por el próximo correo le remitiré un libro que no sé si le llegará, que ha sido editado recientemente por el comité de la Universidad de Jerusalén, en el cual se reproduce, no sé si con su autorización, un artículo suyo, “Semitismo y antisemitismo”.
Esta carta se la remitiré bajo sobre dirigido a distinta persona que mi anterior carta, porque me parece que ya no se puede utilizar la de ese doctor.
Contésteme lo antes posible. Necesito su respuesta definitiva para trabajar por la constitución del comité de recepción que le prepare alojamiento y demás pequeñas cosas para la comodidad de su familia.
Reciba Ud. el abrazo de su hermano
Óscar Herrera

Herrera, Óscar

Carta de Filiberto Teusta Mori, 14/12/1927

Lima, 14 de diciembre de 1927
Señor,
José Carlos Mariátegui
Ciudad
Distinguido escritor:
Ya personalmente le participé mi proyecto de fundar en esta Ciudad, una revista titulada "LABOREMOS". Mis trabajos van avanzando, i el primer número saldrá en enero próximo.
Entre los intelectuales que he escogido para unirme a ellos, Ud. falta. Por eso me interesa saber con precisión si no rehusa Ud. colaborar en mi revista, que será tribuna de los hombres nuevos, que desean "crear un Perú nuevo".
Soy un soldado más, de las ideas nuevas; i estoy dispuesto a luchar i sacrificarme por todo lo que significa: renovación, avancismo; es decir, revolución.
¿Le parece a Ud. bueno o inapropiado el título de mi revista?
Como primer paso para formar una nueva conciencia popular en mi Departamento (Amazonas) pienso fundar: Una Biblioteca Pública; un Instituto de Enseñanza Popular, i una Asociación de Estudiantes Amazonenses, compuesta de todos los alumnos del Colegio i escuelas de ese Departamento. Tengo seguridad de triunfar. ¿Apoya Ud. este proyecto mío?
Saludándole afectuosamente me despido
Su atte i S. S.
Filiberto Teusta Mori.

Teusta Mori, Filiberto

Carta de Manuel Seoane, 20/1/1928

Buenos Aires, 20 de enero de 1928
Mi querido José Carlos:
Contesto su carta del 4. Recibí, también, Amauta. No sé como evadir el riesgo de ser un poco declamatorio si le expreso toda mi admiración por su obra de hombre y por su obra de escritor. La sintetizaremos en un ¡muy bien! que es voz de multitud proletaria al aplaudir un discurso como el olé! es la voz de la multitud toreril al aplaudir una faena.
Hemos iniciado enseguida la propaganda. Han aparecido notas en Última Hora y La República, donde estoy trabajando actualmente. Hablé por teléfono con Góngora, quien me prometió hacer lo mismo en Crítica. Samet también las ha recibido. Creo que será fácil despertar el interés general. El editorial es sencillamente admirable.
Procuraré mandarle colaboraciones y estudios. Preparo, actualmente, Renovación, que saldrá dentro de unos días. Esto me quita mucho tiempo, así como el ciclo de conferencias radiotelefónicas iniciado por la U.L.A. Enseguida voy a hacer un estudio de los empréstitos en el Perú, que le mandaré a U. aunque realmente es pedido por Claridad.
Junto con ésta va una carta y un poema de César Alfredo, que progresa rápidamente en conocimientos y en convicción, sacudiéndose del limeñismo, y su enfermedad de origen. Tengo mucha fe en este muchacho talentoso y serio.
Va también otra carta de Fernán Cisneros (h), acompañada de dos poemas suyos. Cisneritos es otra promesa. Creo que ha heredado la aptitud para las descripciones costumbristas que el padre reveló parcialmente en ‘Ecos’ y totalmente en su conversación privada. Hará cuentos muy buenos. Como poeta U. lo juzgará. Como revolucionario lo estoy conociendo. Cabe tener fe en este muchacho, cuyo único defecto es tener una cara bonita.
Adjúntole un artículo mío, que envié a La Sierra. Si ésta no lo hubiese publicado, hágalo en Amauta, para cuyo caso le he hecho una pequeña corrección.
Temo que la dirección chalaca sea no sólo insegura, sino policial. Nada de lo enviado allí ha sido recibido por Ud.
Hasta pronto, fuertemente le abraza su admirador y compañero.
M. Seoane
Mándeme algo para Renovación.
En otro sobre, en la misma fecha, va mi artículo y los poemas y carta de Cisneros (h.).
Seoane

Seoane, Manuel

Carta de José María López Mezquita, 25/1/1928

Lima, 25 de enero de 1928
Señor
José Carlos Mariátegui.
Ciudad.
Muy distinguido señor:
Teniendo encargo de The Hispanic Society of America de Nueva York de reunir para su colección de fotografías con autógrafo dedicadas a dicha entidad las de las personalidades literarias más destacadas de los países Sud-Americanos que visito, le quedaré muy reconocido si se digna enviarme la suya (en el plazo más breve que le sea posible) remitiéndola al Sr. Santos Chocano Argandoña 235 Lima.
Dándole las gracias anticipadas aprovecho esta oportunidad para ofrecerme de Ud. Atto. SS.
Q.E.S.M.
José M. López Mezquita

López Mezquita, José María

Carta de Samuel Glusberg, 28/1/1928

Transcripción completa:
28 de enero de 1928
Sr. José Carlos Mariátegui
Muy estimado compañero:
Muchas gracias por su extensa carta y por los datos que me proporciona en ella. Ya recibí carta del señor Favio. Ahora estoy a la espera de su traducción de Frank que seguramente no tardará en llegarme. ¿Vio el tomo publicado por la Revista de Occidente?.
Espero la visita de Waldo Frank para mediados de este año. No cree en la posibilidad de hacerle llegar a Frank una oferta universitaria para que visite también el Perú. Escríbame a este propósito. En cuanto a la edición de un libro suyo por Babel estoy completamente a sus órdenes. Eso sí no me gusta el título Polémica Revolucionaria, me parece mejor como subtítulo explicativo pero si Ud. lo juzga insustituible no hay nada más que hacer...Publicaré su Polémica Revolucionaria. No me hago grandes ilusiones de venta. El libro de Sanín Cano no halló más que 200 compradores en la Argentina. Y es que aquí se publican 50 libros por mes de ahí que se vendan tan poquitos. Con todo, como Ud. me ofrece colocar 300 ejemplares en firma y otros 300 en consignación me animo a ordenar una tirada de 1500 ejemplares a imprimirse en España. De estos 1500 libros le haré mandar a Ud correctamente a Lima 600 volúmenes.
Usted me hará llegar el importe de los 300 colocados en firma al precio argentino de venta menor el 40% de descuento. El importe de los otros 300 le corresponderá a Ud. en concepto de derechos de autor ¿Qué le parece?. En cuanto al precio de venta si el libro pasa las 200 páginas será de pesos 2.50 sino llega a los 200: 2 pesos. Le doy todos estos detalles para una mayor comprensión. En resumen, quiero decirle que Ud solo debe responder ante Babel del importe de 300 ejemplares, los otros puede administrarlos Minerva por su cuenta.
y ahora otro asunto:
No tengo el artículo de Lugones que Ud. me pide, pero puedo encontrarlo en el Repertorio, tomo X, nº8 . Le mando en cambio un libro de Lugones titulado la "Organización de la Paz", de 1925 y una refutación de Frugerit. Quizás le sirvan. Vale la pena que Ud. incluya en su libro un capítulo refutando la ideología reaccionaria de Lugones. Eso puede interesar mucho aquí. En el Repertorio están casi todos los artículos de Lugones sobre "el gobierno de los mejores" y "la hora de la espada".
Espero el envío de los originales. No tome a mal mi objeción al título Problemas de Occidente y otro por el estilo indique tal vez con más precisión el contenido. Polémica revolucionaria es editorialmente mejor.
No recibí Amauta ni los libros que menciona. Le mando los ejemplares del libro de Jiménez Pastor. Pronto le haré llegar el Cuaderno Nº 2.
Suyo Glusberg

Glusberg, Samuel

Carta de Blanca Luz Brum, 1/2/1928

Santiago de Chile, 1°de febrero de 1928
Mi querido y siempre grande José Carlos Mariátegui:
Cuidado que enseña a sostenerse y a pararse Ud. a todos nosotros. Precisamente Ud., el incapacitado materialmente, es el único de las actitudes rectas y definitivas. Desde luego no es una nueva. Pero es una nueva Amauta, heroico amigo, admirable, conmovedor. Con Amauta en las manos otra vez, se me han caído las lagrimas: y qué vergüenza de mí y de tantos otros que todavía estamos revoleándonos en la “gloria de la deportación”. Así me gusta decírselo a Ud. con humillación, con asco para que el contraste sea más fuerte.
Amauta me ha hecho un bien enorme, y estoy segura que no es a mí sola, es como si nos hubiera sorprendido derrepente medio olvidados, haraganes y piojosos por algún rincón de este potrero americano y sacudiendo un látigo nos gritara: ¡arriba muchachos ¿no ven que está saliendo el sol detrás de los monolitos de piedra? “¡aquí la acción!” Otra vez, querido José Carlos, estamos con la garganta en pie, y el entusiasmo y la audacia todos, otra vez bajo sus ojos agudos y su corazón jovial y fuerte.
No me pregunte nada de mis días en Chile, aquí da vergüenza mirarse la cara en un espejo y saber qué es uno. Uno que se está aguantando tanta inmundicia y tanta mariconada, uno con el pico cerrado y los ojos cerrados y la vergüenza cerrada, ¿qué le parece la Asociación de Profesores, esos sirvientes del carabinero Ibáñez? y esos “poetas de vanguardia” el Seguel, el Díaz Casanueva, el Rosamel del Valle, etc., todos éstos los tengo marcaditos como ganado nuevo. Ya!!! Sin embargo, de repente se siente patalear el Apra, por ejemplo cuando cae preso una, dos, tres veces el camarada Mendoza, con él se irá a Buenos Aires toda el Apra de Chile. Yo como de costumbre he peleado con una cantidad de maricas. ¿Spikin Howard? ¡no me haga reír! se pasa escondido día y noche en casa del Dr. Rodrigo Donoso, médico militar que sirve al actual régimen. Ese pobre de Alberto Spikin es un sentimental terrible, después de Chopin se queda muerto, no sirve nada más que para el taburete del piano. ¿Barrios Varela? Ah, ese es un gran socialista Revolucionario.
etc, etc, etc, etc, etc.
El único macho y verdadero Revolucionario es Humberto Mendoza fundador del Apra, y de grandes actividades obreras; por eso sale en este mes deportado a Buenos Aires con su compañera, una hermosa mujer de ojos verdes. Chile no tiene juventud, aunque pretendan excusarse con la dictadura, “no cala”. Perú la tiene hace 8 años ¡y todavía no están acostumbrados! ni comenzaron aguantándosela como ellos. Y si algún movimiento revolucionario ha habido en este período ha sido para un simple cambio de silla “del cuartel a la moneda” y de la moneda a la calle y una patada en el traste (Ibáñez, Alessandri) y siguen las intrigas políticas y siguen revoleándose, casi todos los jóvenes son grandes alessandristas, Spikin por ejemplo, fue a despedirlo y tiene el retrato de Alessandri presidente frente a su cama.
Me gusta chismearle un poco para entretenerlo como en las lindas tardes que caía por su casa y usted muy pícaro y muy astuto me tiraba la lengua.
¿Qué más? estoy preparando un libro de prosas, se parece a una novela y se llama “el reloj de las imágenes caídas”. Le envío ese poema a Nicaragua. Miró Quesada y otros apristas bonaerenses se burlaron de mí porque los invité a formar un ejército libertario para ir a Nicaragua junto a las tropas de Sandino— ¡qué le vamos a hacer! Usted sabe que no tengo pose, yo no tengo la culpa que las cosas más verdaderas y dolorosas de mi alma tropiecen con la realidad y con la imbecilidad de un modo cómico. Pero siempre soy la misma. Cuente conmigo de todos modos. Yo le puedo vender uno por uno los números de Amauta, puedo conseguirle suscriptores y puedo salir con un fusil en las manos y dejarme matar por Ud. querido y extraordinario hermano. Aquí más que nunca recuerdo a su dulce y gran compañera, a la muy heroica Anita, abrácele con toda mi lealtad y mi cariño, asimismo a los pequeños, al Sandro tan engreído, al Sigfrido tan huraño, siempre metido debajo del escritorio, y por último a ese que le hace caer la baba a su padre al muy gordo y rico José Carlitos. Abrace a su madre, a Julio César, a los camaradas linotipistas que tanto los embromé con Guerrilla, a todos, a todos, y siempre a Usted mi entusiasmo y mi fe
Blanca Luz

Blanca Luz Brum

Carta de Óscar Herrera,7/2/1928

Buenos Aires, 7 de febrero de 1928
Mi querido Mariátegui:
Por el último correo de Lima recibí su carta del 4 de enero. Tengo mucho gusto que al fin hayamos podido comunicarnos, estaba verdaderamente inquieto. La postal a que Ud. se refiere no la recibí como Ud. lo creía, es probable que haya venido sin dirección. Esta carta se la remitiré a una nueva dirección que me ha comunicado mi hermano. Estoy esperando su opinión sobre el ofrecimiento de Gerchunoff para entrevistarme con él, hasta ahora la gestión ha corrido a cargo de un amigo nuestro (y de Amauta, pues es suscriptor) pero cuando ya se trate de poner en manos de Gerchunoff noticias de Ud. yo me entrevistaré con él. Me parece que tal vez desde Lima Ud. podría escribir algún artículo sobre estos temas de cuestiones económicas americanas que le son familiares, contándose así entre los colaboradores del exterior que seguramente este diario de nuestro colega tendrá, así como los similares de Buenos Aires, La Prensa y La Nación.
He recibido los paquetes del N° 10 de Amauta que Ud. me anuncia en su carta. He distribuido ya 10 números entre personas que me han prometido hacerse suscriptores y 4 entre del Mazo que quería interesar a dos muchachos de Córdoba y Julio R. Barcos, que tenía interés en hacerle más propaganda en Chile entre los maestros. A un muchacho paraguayo Creidt, presidente de la Federación de los Estudiantes de Asunción, y ya abogado, a pesar de sus veintitrés años, le acabo de escribir remitiéndole Amauta y pidiéndole colaboración. Este joven vino a Buenos Aires hace poco como delegado a la Convención Internacional de Maestros y pude oírle decir cosas muy acertadas e interesantes sobre temas sociales. No sé si Ud. tenga muchas vinculaciones con gentes del Paraguay, pero de todos modos no está demás que vinculemos Amauta a la gente joven de vanguardia y que además tenga un valor intrínseco.
Juan Mantovani, un distinguido profesor de pedagogía, que ya creo está vinculado postalmente a Ud. me prometió hace algún tiempo colaboración sobre el tema de su especialidad. Mañana debo verle en casa de del M. y le reiteraré mi pedido de colaboración recordándole su ofrecimiento.
Se me ocurre preguntarle, a propósito de colaboraciones del exterior, si no sería conveniente colocar al pie de cada artículo que se publique en Amauta la fecha indicando el lugar de procedencia, creo que así se podría apreciar más fácilmente que Amauta es tribuna de toda la vanguardia latinoamericana.
Le adjunto a estas líneas dos artículos de una firma para mí desconocida que le fueron enviados desde México, debe ser por intermedio de Cox, al director de una simpática revista chilena, que ya no puede aparecer por disposición de la dictadura.
Tomo nota del affaire de nuestros camaradas de México y le prometo comunicarme con los compañeros en referencia lo antes posible. C. me debe una carta, pero le escribiré nuevamente.
Sus cartas abiertas o cerradas pueden seguir viniendo a la dirección de nuestro amigo, a la cual Ud. dirigió la que hoy contesto. Todo marcha por este conducto.
De Ravines supimos que estaba muy enfermo y que necesitaba partir a un lugar menos peligroso que París, no sé a ciencia cierta de qué se trata, me tranquiliza un tanto pensar que nuestro camarada está cerca de Bustamante. Nos pidieron ayuda y hemos logrado hacer algo, siempre modestamente, sólo pudimos girar en total mil quinientos francos. Estoy esperando noticias de Ravines para saber qué debo hacer, su última carta es de fecha 28 de diciembre y en ella se muestra muy descorazonado por tener que abandonar París, pues dice que había logrado estudiar mucho y encaminar su atención hacia una obra seria, hacia la confección de un libro orgánico sobre los temas nuestros. Con el delegado Vernochet, de la Asociación de Trabajadores de la enseñanza quien ya conoce Amauta y el Apra, habíamos planeado algo en favor de Ravines y de su asociación. Vernochet prometió incorporarlo a nuestro amigo a las labores de la asociación sobre América Latina, y darle por su trabajo 700 francos al mes. Pero yo no sé si esto se haya podido realizar, porque el mismo día que yo hice el telegrama (de enero) comunicándole a Ravines la grata nueva recibió Seoane un telegrama de Bustamante donde se daba la alarmante noticia a que me he referido más arriba.
De Haya de la Torre estamos sin noticias desde hace ya bastante tiempo, desde México no ha escrito una línea, contrariamente a su costumbre y por una respuesta inesperada a un telegrama que hicimos a México sobre la Convención de Maestros tenemos la seguridad de que ya no se encuentra en aquella ciudad.
Por el momento nada más que un cordial abrazo a Ud. y muy cariñosos recuerdos a los de su casa.
Óscar Herrera

Herrera, Óscar

Carta de Manuel Seoane, 25/2/1928

Buenos Aires, 25 de febrero de 1928
Mi querido José Carlos:
Hará cerca de un mes que le escribí, adjuntándole unos poemas de Miró y de Cisneritos, además de copia de mi artículo “Nacionalismo y limeñísimo”, que apareció en Sierra, innoblemente mutilado. Hágame el favor de decirme si la recibió.
Ahora le adjunto un artículo sobre la deuda pública peruana. Si a U. le parece que tiene cosas muy peligrosas innecesariamente, puede suprimirlas, siempre que se conserve la fuerza brutal de las cifras. Sin embargo, ha sido escrito especialmente para Amauta calculando que la estupidez policial no llegará a husmear en una cosa con tantos números. Debo decirle que los datos son rigurosamente exactos. Los cuadros oficiales que Amauta publica no permiten formarse juicio porque están hechos con propósito desorientador. Yo he hurgado pacientemente y he encontrado las formidables consecuencias que U. verá. Los tantos por ciento han sido bien calculados, pues tampoco los adjunta la estadística. Sólo quiero pedirle que me envíe la correspondiente a 1927. He venido robándolas desde el año 1923, pero ahora me vigilan terriblemente y he agotado mis recursos de ladrón.
No he recibido el número 10 ni el 11 de Amauta. Palacios tampoco. Le pido el 10 especialmente porque, a pesar de tener marcado su artículo, Palacios no me lo quiere devolver. Hasta los socialdemócratas entran por la dictadura.
Samet me dice que los vende muy bien. Ya se ha concluido el número 10. El 11 llegó ayer y se han vendido cinco. Mande U. más.
Estoy maravillado del espíritu de Blanca Luz. Cómo debe U. extrañarla mi querido amigo. Me había puesto algo rocoso, agrio, queseyó, esta lucha y este pulimento constante. Cómo ha venido a alegrar mi vida de revolucionario el espíritu ágil de esta chica tan dilapidadoramente buena. Y cómo lo quiere. Para mí reemplaza a la hermanita menor que siempre se soñó tener.
Ella, con Cisneritos y Miró, piensan resucitar Guerrilla. Creo que podrán conseguirlo. Puede tenerse muchas esperanzas en este terceto, cuyo revolucionarismo se hace cada día más consciente y más firme.
Le mandé Renovación. Ahora van otros números. Me dicen que U. va a publicar un libro. Lo anunciaré así.
Como siempre, admirado compañero, mi afecto antes que todo y luego mi absoluta adhesión intelectual.
M. Seoane
Manuel A. Seoane
(Elsa Arbutti. Charlonne 12).
A los muchachos puede escribirles bajo mi sobre.
Por favor, cuando reciba ésta, póngame unas líneas, para despejar inquietudes.

Seoane, Manuel

El donquijotismo de Tristan Marof

Un Don Quijote de la política y la literatura americanas, Tristan Marof o Gustavo Navarro, como ustedes gusten, después de reposar en Arequipa de su última aventura, ha estado en Lima algunas horas, de paso para La Habana. ¿Dónde había visto yo antes su perfil semita y su barba bruna? En ninguna parte, porque la barba bruna de Tristan Marof es de improvisación reciente. Tristan Marof no usaba antes barba. Esta barba varonil, que tan antigua parece en su cara mística e irónica, lo ayudó a escapar de su confinamiento y a asilarse en el Perú. Ha formado parte de su disfraz; y ahora, en verdad, tiene el aire de pedir que la dejen quedarse donde está. Es una barba espontánea, que no obedece a ninguna razón sentimental y estética, que tiene su origen en una razón de necesidad y utilidad y que, por esto mismo, ostenta una tremenda voluntad de vivir; y resulta tan arquitectónica y decorativa.
La literatura de Tristán Marof –“El Ingenuo Continente Americano”, “Suetonio Pimienta”, “La justicia del Inca”- es como su barba. No es una literatura premeditada, de literato que busca fama y dinero con sus libros. Es posible que Tristan Marof ocupe, más tarde, un sitio eminente en la historia de la literatura de Indo-América. Pero esto ocurrirá sin que él se lo proponga. Hace literatura por los mismos motivos por que hace política; pero es lo menos literato posible. Tiene sobrado talento para escribir volúmenes esmerados; pero tiene demasiada ambición para contentarse con gloria tan pequeña y anacrónica. Hombre de una época vitalista, activista, romántica, revolucionaria, con sensibilidad de caudillo y de profeta, Tristan Marof no podía encontrar digna de él sino una literatura histórica. Cada libro suyo es un documento de su vida, de su tiempo. Documento vivo; y, mejor que documento, acto. No es una literatura bonita, ni cuidada, sino literatura vital, económica, pragmática. Como la barba de Tristan Marof, esta literatura se identifica con su vida, con su historia.
“Suetonio Pimienta” es una sátira contra el tipo de diplomático rastacuero y advenedizo que tan liberalmente produce Sud y Centro-América. Diplomático de origen electoral o “revolucionario” en la acepción sud-americana del vocablo. “La Justicia del Inca” es un libro de propaganda socialista para el pueblo boliviano. Tristan Maroff ha sentido el drama de su pueblo y lo ha hecho suyo. Podía haberlo ignorado, en el sensual y burocrática comodidad de un puesto diplomático o consular. Pero Tristan Marof es de la estirpe romántica y donquijotesca que, con alegría y pasión, se reconoce predestinada a crear un mundo nuevo.
Como Waldo Frank, como tantos otros americanos entre los cuales me incluyo, en Europa descubrió a América. Y renunció al sueldo diplomático para venir a trabajar rudamente en la obra iluminada y profética de anunciar y realizar el destino del mundo nuevo. La policía de su patria, capitaneada por un intendente escapado prematuramente de una novela posible de Tristan Marof, lo condenó al confinamiento en un rincón perdido de la montaña boliviana. Pero así como no se confina una idea, no se confina tampoco a un espíritu expansivo e incoercible como Tristan Marof. La policía paceña podía hacer encerrado a Tristan en un baúl, sin violentarlo, ni fracturarlo, para aparecer en la frontera, con una barba muy negra en la faz pálida. En la fuga, Tristan Marof habría siempre ganado la barba.
A algunos puede interesarlos el literato; a mi me interesa más el hombre. Tiene la figura prócer, aquilina, señera, de los hombres que nacen para hacer la historia más bien que para escribirla. Yo no lo había visto nunca; pero lo había encontrado muchas veces. En Milán, en París, en Berlín, en Viena, en Praga, en cualquiera de las ciudades donde, en un café o un mitin, he tropezado con hombres en cuyos ojos se leía la más dilatada y ambiciosa esperanza. Lenines, Trotskys, Mussolinis de mañana. Como todos ellos, Marof tiene el aire a la vez jovial y grave. Es un Don Quijote de agudo perfil profético. Es uno de esos hombres frente a los cuales no le cabe a uno duda de que darán que hablar a la posteridad. Mira a la vida, con una alegre confianza, con una robusta seguridad de conquistador. A su lado, marcha su fuerte y bella compañera. Dulcinea, muy humana y moderna, con ojos de muñeca inglesa y talla de walkyria.
Le falta a este artículo una cita de un libro de Marof. La sacaré de la “Justicia del Inca”. Escogeré estas líneas que hacen justicia sumaria de Alcides Arguedas; “Escritor pesimista, tan huérfano de observación económica como maniático en su acerba crítica al pueblo boliviano. Arguedas tiene todas las enfermedades que cataloga en su libro: hosco, sin emoción exterior, tímido hasta la prudencia, mudo en el parlamento, gran elogiador del general Montes... Sus libros tienen la tristeza del altiplano. Su manía es la decadencia. La sombra que no lo deja dormir, la plebe. Cuando escribe que el pueblo boliviano está enfermo, yo no veo la enfermedad. ¿De qué está enfermo? Viril, heroico de gran pasado, la única enfermedad que lo carcome es la pobreza”.
Esta es mi bienvenida y mi adiós a Tristan Marof, caballero andante de América.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

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