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Recibos de envío a través del servicio de Correos del Perú, 03/1930

Recibos de envío, a los agentes y amistades nacionales e internacionales de la Sociedad Editora Amauta, de ejemplares de la revista Amauta y de otras publicaciones de la Biblioteca Amauta; correspondientes al mes de marzo de 1930.
Entre los nombres de los agentes tenemos:

  • Augusto Moscol
  • Centro Social de Morococha
  • Mario Nerval
  • Rafael Polo
  • Bernal Ledesma
  • Gonzalo Mejía Cuadros
  • Biblioteca Luz y Libertad
  • Francisco Ninaquispe
  • Donato Gonzales
  • Nicanor de la Fuente
  • Mateu Cueva
  • Máximo Pecho
  • Ernesto Reyna
  • Luis Velasco Aragón
  • Arturo Capdevilla
  • Julián Petrovick
  • Waldo Frank
  • La Gaceta Literaria

Central de Correos de Lima

¿Existe una inquietud propia, de nuestra época?

(...) esta inquietud en unos es desesperación, en otros desequilibrio, en otros esperanza en los demás vacío. No se puede hablar de una “inquietud contemporánea” como de la uniforme y misteriosa preparación espiritual de un mundo nuevo.
Del mismo modo que en el arte de vanguardia, se confunden los elementos de revolución con los elementos de decadencia, en la “inquietud contemporánea” se confunde la fe facticia, intelectual, pragmática de los que encuentran su equilibrio en los dogmas y el orden antiguos con la fe apasionada, riesgosa, heroica de los que combaten peligrosamente por la victoria de un orden nuevo.
La historia clínica de la “inquietud contemporánea” anotará, con meticulosa objetividad todos los síntomas de la crisis del mundo moderno; pero nos servirá muy poco como medio de resolverla. La encuesta de los “Cashiers de l’Etoile” no invita a otra cosa que a un examen de conciencia, del que no puede salir, como resultado o indicación de conjunto, sino una pluralidad desorientadora de proposiciones.
Lo que se designa con el nombre de “inquietud” no es, en último análisis, sino la crisis contemporánea o, por lo menos, su expresión intelectual y sentimental. Los artistas y los pensadores de esta época rehúsan, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia el reflejo de la crisis del capitalismo, quieren sentirse ajenos o superiores a esta crisis. No se dan cuenta de que la muerte de los principios y dogmas que constituían el Absoluto burgués ha sido decretado en un plano distinto del de su mediocre especulación personal.
La burguesía ha perdido el poder moral que antes le consentía retener en sus rangos, sin conflicto interno, a la gran mayoría de los intelectuales. Las fuerzas centrífugas, secesionistas, actúan sobre estos con una intensidad y multiplicidad antes desconocidas. De aquí, las defecciones como las conversiones. La inquietud aparece como una gran crisis de consciencia.
La inquietud contemporánea, por consiguiente, está hecha de factores negativos y positivos. La inquietud de los espíritus que no tienden sino a la seguridad y al reposo, carece de todo valor creativo. Por este sendero no se descubrirá sino los refugios, las ciudadelas del pasado. En el hombre moderno, la abdicación más cobarde es la del que busca asilo en ellos.
Nuestra primera declaratoria de guerra debe ser a las que mi compatriota Ibérico llama “filosofías del retorno”. ¿El florecimiento de estas filosofías, en un clima mórbido de decadencia, entra en gran escala en Occidente en la “inquietud contemporánea”? Esta es la primera cuestión que hay que esclarecer para no tomar sutiles “alibis” de la Inteligencia y teorías derrotistas sobre la modernidad como elaboraciones de un espíritu nuevo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Cargo por pago de Servicio, 26/3/1930

Recibí del Sr. José Carlos Mariátegui , la suma de diecisiete soles, ochenta y dos centavos importe de varios grabados, cuyas dimensiones se indican.
Fecha: 26 de marzo de 1930.

Martínez, Sergio

Carta a Eduardo Barrios, 26/3/1930

Lima, 26 de enero de 1930
Sr. Don Eduardo Barrios,
Santiago
Muy estimado amigo:
Desde que recibí sus gratísimas líneas, acusándome recibo de mis "7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana" he deseado escribirle. Pero el desequilibrio entre mis fuerzas y mi trabajo frustra mis mejores propósitos epistolares y hace de mi, contra mi gusto, un mal corresponsal.
Con el libro de poesías de Eguren, que espero haya Ud. recibido, le enviamos los números aparecidos hasta ese envío, de "Amauta". Van ahora los últimos.
Parte hoy para Santiago Luis Alberto Sánchez, colaborador de Amauta y excelente amigo mío. Lo visitará y conversará con Ud. Sobre cosas que avivarán sus recuerdos de Lima.
Preparo un viaje a Buenos Aires. Pasaré por Santiago con el objeto de llevarme una rápida impresión del país y abrazar a mis amigos.
Muy cordialmente lo abraza su devotísimo amigo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Croquis de la crisis española

Los factores inmediatos de la rápida caída de Primo de Rivera -seguida en tan breve término por su deceso-, que el cable dejó en los primeros días en la sombra, son ya detalladamente conocidos por las revelaciones de Eduardo Ortega y Gasset, Marcelino Domingo, Indalecio Prieto y otros líderes de la oposición al régimen. Se sabe que un movimiento destinado a deponer, con la dictadura, al monarca que la instigó y autorizó, debía haber estallado entre el 5 y el 8 de febrero. El general Goded, gobernador militar de Cádiz, trabajaba desde el mes de octubre de acuerdo con los elementos constitucionales para producir un vasto pronunciamiento militar. Casi todas las guarniciones de Andalucía estaban comprometidas para esta acción revolucionaria. Alfonso XIII y Martínez Anido tuvieron informes de la conspiración, ante los cuales Primo de Rivera decidió la destitución del General Goded y del Infante don Carlos, Capitán General de Sevilla, no sin enviar a Cádiz un emisario, encargado de negociar un arreglo con Goded, quien asumió una actitud de rebeldía, declarando que no tenía que obedecer ninguna orden de destitución. Este conflicto movió a Primo de Rivera a la desdichada consulta a los jefes militares y al Rey a reemplazarlo por el general Berenguer, capitulando ante la tendencia constitucionalista del ejército. Goded se consideró exonerado de todo compromiso con esta solución. Se trasladó a Madrid, donde le aguardaba un importante nombramiento. Eduardo Ortega y Gasset que, bajo su firma, ha explicado de este modo la génesis del ministerio Berenguer, en un artículo titulado “Cómo ha salvado su trono Alfonso XIII”, agrega que muchos oficiales quisieron seguir adelante sin Goded, pero que la indecisión se propagó desde entonces en todas las organizaciones”.
Antes que la restauración del orden constitucional, la misión del gobierno de Berenguer es el salvamento de la monarquía. Este es el juicio que, apenas anunciado el cambio, emití sobre su significado, y en el que me confirma el conocimiento de sus antecedentes. Alfonso XIII se encuentra ante un dilema: el absolutismo o la constitución. No tiene sino estos dos caminos. Tomará cualquiera de los dos para salvarse. Pasará de uno a otro, sin la menor hesitación, si las circunstancias se lo imponen. Por el momento, prefiere el camino del regreso a la legalidad. Pero este camino puede llevar muy lejos: a la Constituyente, a la reforma de la Constitución, al juzgamiento de las responsabilidades, a la proclamación de la República.
Liquidar seis años de dictadura no es un asunto de ordinaria administración. Alfonso XIII ha dado este encargo a un gabinete de familiares, que puede licenciar en cualquier momento para volver a la manera fuerte. En el instante en que se decidió por la rendición a la tendencia constitucional, no le quedaba otra cosa que hacer. Martínez Anido no compartía la confianza de Primo de Rivera sobre la posibilidad de dominar el espíritu de rebelión que cundía en el ejército. El Rey tenía los informes privados del Infante don Carlos, Capitán General de Sevilla, y de otros jefes. Se dice que en una oportunidad, advertido del peligro de que el Rey lo echara por la borda para arreglarse de nuevo con los grupos constitucionales, Primo de Rivera afirmó: “¡A mi no me borbonea este Borbón!”. La decepción de que, años después, no fuese otra su suerte, debe haber amargado profundamente los últimos días del derrotado dictador.
Una monarquía constitucional, así sea la de España, no puede abandonar impunemente la legalidad más de seis años, para restablecerla cuando los acontecimientos se lo impongan conminatoriamente. Viejos servidores de la monarquía como Sánchez Guerra, ajenos a toda veleidad republicana, han cumplido el deber de notificar a Alfonso XIII sobre las irreparables consecuencias de la responsabilidad en que ha incurrido violando el pacto constitucional, en que descansaba su autoridad. Alfonso XIII querría que se le amnistiase alegremente, con todos sus compañeros de aventura, por estos seis años de vacaciones. Pero aún entre lo más ortodoxos monárquicos encuentra censores severos, jueces inexorables como Sánchez Guerra, cuya actitud descubre hasta qué punto está comprometido y socavado el régimen monárquico en España.
¿Cómo va a restablecer la legalidad el gobierno de Berenguer, sin que se ponga en el tapete la cuestión del régimen y las responsabilidades? Ya hemos visto cómo este ministerio normalizador ha tenido que detenerse y retroceder en la primera modestísima etapa de la normalización. La censura de la prensa sigue vigente. ¿Cuándo se restituirá a los ciudadanos y a los partidos la libertad de reunión y de tribuna? Si el discurso de un líder conservador tiene una resonancia revolucionaria tan amenazadora, es fácil prever las aprensiones que van a seguir a los discursos de los líderes republicanos, socialistas, comunistas. I mientras estas elementales libertades no hayan sido restablecidas, ¿qué campaña eleccionaria ni que convocatoria a elecciones será posibles?
Estas son las dificultades del régimen en el orden político. Habría que examinar aparte las que confrontan actualmente en el orden económico. La política hacendaria y financiera de la dictadura ha sido el factor decisivo de su quiebra. Cambó no ha aceptado, en el gabinete de Berenguer, el ministerio de las finanzas, para no cargar con esta ingrata y riesgosa herencia. ¿Qué autoridad tiene un gobierno de transición, de interinidad manifiesta, para abordar eficazmente este problema? La misma que tiene para suprimir la censura de la prensa, resistir la crítica de la opinión, tolerar los comicios de los partidos ir al encuentro de elecciones normales.
No existe, sin duda, en España un partido bastante poderoso y organizado para llevar al pueblo victoriosamente a la revolución. Si existiese, la insurrección no habría estado a merced, en los primeros días de febrero, de la defección del general Goded, posiblemente confabulado con el Rey. El partido socialista es el único partido de masas; pero carece, en su burocracia, de espíritu y voluntad revolucionarias. La crisis del régimen confiere grandes posibilidades de acción a la concentración de los elementos republicanos. Pero lo característico de las situaciones revolucionarias es la celeridad con que crean las fuerzas y el programa de una revolución. La dinastía española, que tiene añeja experiencia de esta clase de vicisitudes, no lo ignora. I tan pronta está probablemente, a festejar en la plaza su retorno al pacto con el pueblo, como a preparar en las capitanías generales un segundo golpe de estado; jugándose, si los riesgos de las elecciones y la constituyente le parecen excesivos, la carta desesperada del absolutismo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Ramón Alzamora Ríos, 22/3/1930

Santiago, marzo 22 de 1930
Camarada Mariátegui,
Salud!
Lamento de todo corazón lo acaecido últimamente con usted. Desgraciadamente, camarada, es la suerte a que están condenados todos los luchadores sinceros. ¿Qué se le va a hacer? No queda más remedio que armarse de paciencia, recobrar las energías y proseguir en la lucha, ya que sabemos lo que esta significa. ¿No le parece?
Por eso, celebro mucho, mi buen camarada, su determinación de ir a Buenos Aires. Es necesario e indispensable que haga todo lo que esté a su alcance por su restablecimiento físico. Porque los hombres de lucha como usted, q' son verdaderos valores, tienen la obligación de conservarse para perdurar en la acción. Las rémoras, los timoratos, los parlachines de circo, deben desaparecer pronto, porque son bichos perniciosos y funestos en la organización y en donde quiera que actúen. Es mi opinión.
Los amigos de Amauta me han atendido muy bien. Hace poco recibí su último envío: una colección de Amauta, diez ejemplares de la misma, del No. 28 y dos ejemplares de Las Escena Contemporánea. Con la suya les remito mi nuevo pedido y el número del giro correspondiente al envío anterior.
He tomado nota de los nombres y residencia de los compañeros peruanos que se encuentran en Santiago. Pronto tendré el placer de visitarlos.
A Hidalgo y Cruz les leí su carta. Están muy contentos con su viaje. Me piden que nos anuncie la fecha de su partida. No se olvide, porque tenemos ansias de conversarlo muchos de cosas chilenas.
Retribuye fraternalmente su abrazo.
Ramón Alzamora Ríos

Alzamora Ríos, Ramón

Carta de Ernesto Reyna, 13/3/1930

Huarmey, 13 de marzo de 1930
Sr.
José Carlos Mariátegui.
Lima
Muy estimado compañero:
Como le decía personalmente, no he recibido las cartas que me anunciaba haberme enviado. El compañero Sal y Rosas pasó de largo, dejándome una tarjeta explicatoria, la distancia del pueblo al puerto fue el motivo, de no haberme buscado. Le contesto a Huaraz, reclamando el dibujo de Sabogal, que para mí es un recuerdo valioso, por tratarse del original de un pintor de la talla de Sabogal, y haber servido para la carátula de mi libro primicial.— Juan Luna, me dicen que se encuentra enfermo en Supe, y que por esa causa no ha podido entregarme la carta que me remitía Ud. por su conducto. En mi anterior del 20 de diciembre que se ha extraviado, y que la supongo en manos de la Policía Secreta, le decía que estaba organizando nuestro partido en ésta. Entre otras cosas le decía lo siguiente: “Hay que terminar con la inmoralidad política, que como un cáncer ha estado royendo los organismos burgueses. Las masas tienen un instintivo recelo al Gobierno: Desde González Prada hasta el último ciudadano, dicen: “los que gobiernan son unos ladrones”. Ante esta marca de fábrica de la rapacidad burguesa, y divisa heráldica de la aristocracia, la Dictadura del Proletariado debe poner en sus actos, no sólo una honradez acrisolada, sino ir hasta el heroico desprendimiento. Sobrios como espartanos, pobres como filósofos. Ofrendando su vida y riqueza a la República. —Como parte del programa de gobierno se debería sentar lo siguiente: “El enjuiciamiento de todos los anteriores gobiernos burgueses, y confiscación, de hecho, de la mitad de sus riquezas.— 2.-Prohibición absoluta de mover sus capitales del país, y de ellos mismos, de retirarse a despilfarrar sus energías y capital en el extranjero. Obligarlos a trabajar y poner en movimiento el Capital, so pena de íntegra confiscación por el Estado, y reclusión personal en sanatorio de vagos. —El partido por su parte se impondría: 1.— Los Gobernantes no podrán disfrutar cuantiosas fortunas.— El Estado dará al Gobernante lo necesario para una vida confortable.— Toda la fortuna particular de los Gobernantes será propiedad del Estado.— El Estado velará por la familia de los gobernantes y asegurará su futuro. 2.—Serán prohíbidos, los banquetes y fiestas miliunochescas de los Gobiernos burgueses.-Las fiestas del Proletariado serán sobrias y bellas, con la modestia de una república pobre. 3.-Todo fausto y gala será prohíbido por vanidad, y sí, se protegerá la belleza en sus múltiples formas.— También le decía que como un plan del Partido en el caso problemático, que se levantase en armas contra el actual gobierno, un representante de la casta oligárquica, pardista o militarista, luchar moralmente contra ellos, por ofrecer el Gobierno de Leguía mayor seguridad para el país. Pero, si del seno del Partido, surgiese el poder (sin mácula, ni traición) irnos contra todos los poderes constituidos.
Salude cordialmente al grupo de Washington Izquierda, y Ud. reciba un afectuoso saludo de su leal amigo
Ernesto Reyna
Siendo escritor por temperamento, no me puedo sustraer a la atracción de la literatura. Le incluyo un escrito, trata de las lagunas de Llanganuco, que están al pie del Huascarán, estas lagunas fueron motivo pictórico de Teófilo Castillo.
R.

Reyna, Ernesto

Tres libros de Panait Istrati sobre la U.R.S.S.

Es notoria mi admiración por el autor de “Kyra Kyralina” y “Oncle Anghel”. Hace cinco años, meses después de la publicación en francés de estos dos libros, saludé jubilosamente la aparición de Panait Istrati, como la de un novelista extra-ordinario. Me interesaba en Panait Istrati, tanto como el artista, el hombre, aunque era la sugestión del artista, -la potencia genial de algunas páginas de “Oncle Angel” sobre todo- la que me revelaba, mejor que ninguna anécdota, el alma apasionada y profunda del hombre. Este artículo tuvo cierta fortuna. Panait Istrati, súbitamente descubierto por Romain Rolland y “Europe”, no era aún conocido en Hispano América. Reproducida mi crónica en varios periódicos hispano-americanos, supe que era la primera que se escribía en estos países sobre Panait Istrati, a quien no he cesado después de testimoniar una simpatía y una atención que, sin duda, no han pasado inadvertidos a mis lectores. Los volúmenes de la serie de relatos de Adrián Zograffi que siguieron a Kyra Kyralina y Tio Angel, confirman plenamente las dotes de narrador, de cuentista oriental, -de Panait Istrati.
Recuerdo este antecedente como garantía de la rigurosa equidad de mi juicio sobre los tres volúmenes que Panait Istrati acaba de publicar en París sobre la Rusia de los Soviets (Vers l’Autre Flamme: “Soviets 1929”, Apres seize mois dans la URSS y “La Rusie Nue”: Editions Rieder, 1929). La “Nouvelle Revue Francaise” adelantó a sus lectores, en su número de octubre, un capítulo del segundo de estos volúmenes, el que mejor define el espíritu de inesperada requisitoria de Panait Istrati contra el régimen soviético. En este capítulo, Istrati expone el caso del obrero Rousakov a quien el conflicto con los vecinos malquerientes ha costado la expulsión del Sindicato, la pérdida de su trabajo, un proceso fastinatorio y una condena injusta, cuya revocación no han obtenido los esfuerzos de Panait Istrati. Rousakov, adverso a la actual política soviética, es suegro de un miembro activo y visible de la oposición trotzkysta, el escrito Víctor Serge, bien conocido en Francia por su obra de divulgación y crítica de la nueva literatura rusa en las páginas de “Clarté” y otras revistas. La hostilidad de sus vecinos se ha aprovechado de esta circunstancia para prevenir contra él a todos los organismos llamados a juzgar su caso. Una resolución del Comité del edificio contra el padre político de Víctor Serge, acusado de haber agredido con su familia a una antigua militante y funcionaria del Partido, en ocasión de una visita al departamento de los Rousakov, ha sido la base de todo un proceso judicial y político. La relativa holgura del albergue de los Rousakov que disponían de un departamento de varias piezas en esta época de crisis de alojamientos, hacía que se les mirase con envidia por un vecindario que no les perdonaba, además su oposición al régimen y que, en todo caso, contaban con explotarla ante la burocracia soviética para arrebatarles las habitaciones codiciadas. Panait Istrati, amigo fraternal de Víctor Serge, ha sentido en su propia carne la persecución desencadenada contra Rousakov por la declaración hostil de sus convecinos. La burocracia en la URSS, como en todo el mundo, no se distingue por su sensibilidad ni por su vigilancia. Una de las campañas del partido Comunista, léase del Estado Soviético, es como el propio Panait Istrati lo anota, la lucha contra la burocracia. Y el caso de Rousakov, como Panait Istrati lo expone, es un caso de automatismo burocrático. Rousakov ha sido víctima de una injusticia. Panait Istrati, que entiende y practica la amistad con el ardor que sus novelas traducen, fracasado en el intento de que se reparase ampliamente esta injusticia, rehabilitando de modo completo a Rousakov, ha experimentado la más violenta decepción respecto al orden soviético. Y, por este caso, enjuicia todo el sistema comunista.
Su reacción no es incomprensible para quien pondere sagazmente los datos de su temperamento y de su formación intelectual y sentimental. Panait Istrati tiene una mentalidad y una psicología de “revolte”, de rebelde, no de revolucionario, en un sentido ideológico y político del término. Su existencia ha sido la de un vagabundo, la de un bohemio, y esto ha dejado huellas inevitables en su espíritu. Su simpatía por el “naiduc” se nutre de sus sentimientos de “hors la loi”. Estos sentimientos, que pueden producir una obra artística, son esencialmente negativos cuando se trata de pasar a una obra política. El verdadero revolucionario es, aunque a algunos les parezca paradójico, un hombre de orden. Lenin lo era en grado eminente. No despreciaba nada tanto como el sentimentalismo humanitario y subversivo. Panait Istrati podría haber amado durante el orden soviético, pero fuera de él, bajo la posesión incesante del orden capitalista, contra el que ha sido y sigue siendo insurgente. Lo demuestra claramente el segundo volumen de “Vers L’Autre Flamme”.
Istrati confiesa en él que su entusiasmo por la obra soviética se mantuvo intacto hasta algún tiempo después de su regreso a Rusia, a continuación de una accidentada visita a Grecia, de donde salió expulsado como agitador. Toda su reacción antisoviética corresponde a los últimos meses de su segunda estada en la URSS. Si Panait Istrati hubiese escrito sus impresiones sobre Rusia sin más documentación y experiencia que las de su primera estada, su libro hubiera sido una fervorosa defensa a la obra de los Soviets. Él mismo habría sido el carácter de su obra, si su segunda estada no la hubiese prolongado hasta hacer inevitable el choque de su temperamento impaciente y apasionado de “revolté” con los lados más prosaicos e inferiores de la edificación del socialismo.
Panait Istrati ha escrito estos libros en unión de un colaborador anónimo, cuyo nombre no revela por ahora a causa de que carece de la autoridad del de Istrati para obtener la atención del público. No es posible decidir hasta qué punto esta colaboración, que tal vez Istrati superestima por sentimiento de amistad, afecta la unidad, la organicidad de esta requisitoria. Lo evidente es que el reportaje contenido en estos tres volúmenes está aún formalmente, muy por debajo de la obra de novelista del autor de los tres relatos de Adrián Zograffi. Todo el material que acumulan Istrati y su colaborador incógnito contra el régimen soviético, es un material anecdótico. No faltan, en estos volúmenes, -mejor en los dos primeros- algunas explicaciones de las declaraciones a favor de la obra soviética; pero el conjunto, dominado por la rabia de su decepción sentimental, se identifica absolutamente con la tendencia pueril a juzgar un régimen político, un sistema ideológico, por un lío de casas de vecindad.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Néstor S. Martos, 10/3/1930

[Lima], 10 de marzo de 1930
Sr. Néstor S. Martos
Piura
Estoy desde hace algún tiempo en deuda con Ud. Le debo la expresión de mi reconocimiento por su generoso artículo sobre mis "7 Ensayos", que han tenido en provincias y por parte de espíritus vigilantes como Ud. la atención que les ha rehusado la prensa de la capital, enterada de sus aparición por un premio municipal y por algunos ecos de su resonancia en el extranjero registrados en "Mercurio Peruano".
Vivo muy atareado. En las últimas semanas, un debilitamiento de mis fuerzas me ha exigido una cura de playa y en la Herradura, que me quita todas las tardes. Las breves horas de la mañana son insuficientes para mi trabajo [...]. Tengo que renunciar casi al placer de la correspondencia.
Recibí hacer algunos meses una crónica de Ud. muy bien escrita por cierto pero poco entonada a los temas de la revista . La recibí sobre todo, en periodo de verdadera congestión. No podemos dar puntualmente un número todos los meses y este nos hace arrastrar de mes a mes un pesado salfo de prosa y verso. Por creerlo un excelente escritor, que debe estar en "Amauta" mejor representado, prefiero publicar de Ud. otra colaboración. Estos seguro, además, de que no lo molestará mi franqueza.
Créame su devotísimo amigo y colega y acepto mis cordiales sentimientos y mi afectuoso saludo.

José Carlos Mariátegui La Chira

La crisis del régimen monárquico en España. Otra vez Tardieu

La crisis del régimen monárquico en España
La tendencia antimonárquica del movimiento antidictatorial en España, que desde la caída de Primo de Rivera, antes de que los líderes de la heterogénea oposición tuvieran tiempo de pronunciarse sobre el cambio operado con la constitución del gabinete Berenguer, era fácil indicar como el rasgo dominante de la nueva situación, no ha tardado mucho en alarmar a los sucesores del Marqués de Estella hasta el punto de obligarlos a una censura tan rígida, a una interdicción tan sistemática de toda manifestación pública del pensamiento de los partidos y los caudillos como las que rigieron durante el gobierno fracasado.
Berenguer insiste, naturalmente, en que su misión es el restablecimiento de la legalidad y la realización, dentro de un ambiente de libertad, de las elecciones con que se retornará al régimen constitucional. Pero, actualmente, está prohibida toda propaganda, con el pretexto de que en las presentes circunstancias puede [comprometer la tranquilidad pública].
El discurso de Sánchez Guerra ha revelado a todos la gravedad de la crisis del régimen monárquico. Berenguer cuidó primero de retardar estas declaraciones, con la esperanza de que los mensajeros y abogados del Rey disuadieran al líder conservador del propósito de plantear de nuevo la cuestión de las responsabilidades de la monarquía. Pero Sánchez Guerra ha querido ser coherente con su actitud frente a la dictadura de Primo de Rivera.
Que un jefe conservador, con larga foja de servicios a la monarquía, afirme que no es posible ya servir al Rey y que no es contestable el derecho ni la capacidad del pueblo español para reemplazar la monarquía por la república, no puede sino ser un signo del descrédito y de la descomposición irremediables del régimen monárquico. Sánchez Guerra no podía decir más. No le toca hacer la apología del sistema republicano ni la crítica del monárquico. Es un político del viejo régimen, un hombre de orden, un antiguo presidente del consejo, conservador y constitucional ortodoxo, que toma posición contra el Rey por razones contingentes, accidentales, no por consideraciones de principio ni de programa. El Rey Alfonso XIII ha faltado al pacto de la monarquía con el pueblo español. Un político leal a la constitución y al orden, no puede prestarse a la componenda de una política de “borrón y cuenta nueva”. Esta es la posición de Sánchez Guerra. Sería absurdo pedirle veleidades republicanas y socialistas. Sánchez Guerra no se convierte tardíamente al republicanismo, por decepción respecto a la monarquía, ni por abandono de sus ideas conservadores y constitucionales. Su causa sigue siendo la de la constitución y el orden. Está contra el Rey porque el Rey es culpable de haberlas traicionado.
No es de excluir la posibilidad de que sedicentes liberales o reformistas prefieran una actitud más conciliadora o equívoca. Del Conde de Romanones, que ha dicho ya sin embargo que la salvación de la monarquía está en un parlamentarismo de tipo inglés, cabe esperar todas las ambigüedades. El retorno a una censura cerrada, después de la emoción producida por las declaraciones de Sánchez Guerra, nos ha impedido conocer lo que piensa Melquiades Álvarez, a quien la actual crisis ofrece la oportunidad de reintegrarse a adoptar la fórmula reformista.
Pero la posición de Sánchez Guerra tendrá, necesariamente, entre otras consecuencias, la de excitar y animar a los otros líderes a acentuar el tono de sus reivindicaciones. Quedarán en deplorable ridículo todos los liberales, reformistas y republicanos que se muestren menos liberales, reformistas y republicanos que el viejo jefe conservador.
La tarea fundamental de Berenguer, como lo apunté desde primer comentario sobre la crisis española, no es por supuesto el restablecimiento de la legalidad sino el salvamento de la monarquía. Su programa es el regreso a la Constitución porque se piensa que este es el mejor medio de salvar al régimen. Pero si en los preliminares del período eleccionario, se comprueba que la restauración de la legalidad, significa una peligrosa restauración del derecho de crítica, reunión, tribuna, etc., que no conducirá al juzgamiento de las responsabilidades de la monarquía, el intermezzo Berenguer procederá y preparará simplemente un nuevo golpe de Estado. Ya se anuncia la amenaza de un pronunciamiento reaccionario de los jefes militares de Barcelona. Se organiza un frente único monárquico, al cual la interdicción temporal de reuniones públicas no impedirá una teatral parada, protegida por la policía de Berenguer. Con el nombre de juventud monárquica, se moviliza una guardia blanca, con carta blanca para vapulear en las calles a los que se expresen irrespetuosamente sobre el Rey y las instituciones. Todo esto no constituye sino una vasta preparación fascista. Alfonso XIII está más propenso que nunca a jugar la carta del absolutismo. ¿Se dejarán sorprender las fuerzas antidictatoriales por un nuevo golpe de Estado? Esta es la incógnita de la hora presente.

Otra vez Tardieu
Con el apoyo individual de algunos radicales-socialistas, André Tardieu ha constituido su segundo ministerio. El partido radical-socialista, después del fracaso de la tentativa de Chautemp, rehusó entrar en el gabinete de concentración, propuesto por Tardieu al recibir del Presidente de la República el encargo de organizar el gobierno. Tadieu se verá obligado a acentuar el carácter poincarista de su programa, para obtener los votos de mayoría que consentirán a su ministerio vivir hasta el inevitable choque con otro escollo parlamentario.
La interinidad de este gobierno aparece evidente a los observadores. La mayoría de Tardieu no es hoy mayor que ayer. La tendencia de una parte de la burguesía francesa a retornar a la fórmula democrática, para resistir mejor a las masas, se acentúa, en tanto, poco a poco. Este proceso no tardará en reflejarse en el curso del debate parlamentario.
La defección de algunos radicales-socialistas no asegura a Tardieu la estabilidad. Destiñe, en cambio, su programa como programa derechista. Pese al fracaso de Chautemps, los bonos de la derecha están en baja en Francia. Las elecciones, si a ellas se acude a breve plazo, no darán a Tardieu una mayoría derechista.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Recibos de envío a través del servicio de Correos del Perú, 02/1930

Recibos de envío, a los agentes y amistades nacionales e internacionales de la Sociedad Editora Amauta, de ejemplares de la revista Amauta y de otras publicaciones de la Biblioteca Amauta; correspondientes al mes de febrero de 1930.
Entre los nombres de los agentes tenemos:

  • Ernesto Reyna
  • Arturo Peralta
  • César Vallejo
  • Der Sturm
  • Luis Bustamente
  • Juan Marinello
  • Joaquín García Monge
  • Germán Arciniegas
  • Ramón Alzamora Ríos
  • Isaac Batallanos
  • J. D Montesinos
  • Héctor Herrera
  • Jorge Seoane

Central de Correos de Lima

Carta de Samuel Glusberg, 28/2/1930

Buenos Aires, 28 de febrero de 1930
Mi querido Mariátegui:
En verdad, me estaba ya inquietando su silencio tan prolongado. Por suerte, su carta del 9 me entera de que nada grave le ha sucedido. Me alegro. Después de los sucesos policíacos en vísperas de la llegada de Waldo a Lima, estoy siempre a la espera de cualquier arbitrariedad. Aquí también las cosas se están poniendo mal. Pero es solamente entre los políticos criollos de todo color el fandango... Un hombre libre puede vivir tranquilamente, al margen.
Interrumpido por su silencio y por las vacaciones no he preparado aún el festival que le anuncié. Pero me pondré a la obra en seguida. Lástima que el carnaval que empieza el domingo me robe una semana. Pero creo que para los últimos días de marzo podré realizarlo. Para esto, claro, usaré L.V.L. Si todo sale bien, como espero Ud. tendrá en abril el dinero para los pasajes.
Creo que para su mejor recepción en Bs. As. convendría repetir el método empleado en la recepción de Waldo. Primero: publicación de un número de L.V.L. dedicado a la literatura peruana y en particular a su labor de ensayista. Segundo publicación de su libro El alma matinal. Por mi parte espero poder hacer el número peruano. Luis Alberto Sánchez me escribió que él estaba por mandar a los muchachos de 1930 un montón de colaboraciones peruanas. Le pediré pues a ellos que me faciliten pruebas de página para que dichas colaboraciones aparezcan simultáneamente en Buenos Aires, con la declaración expresa de su procedencia. De gente de aquí: Lugones, Quiroga, Soto, Borges, Franco, Tiempo, Martínez Estrada, Gerchunoff, Uribe etc. puedo conseguir también algunas notas de interés y sobre todo de simpatía. Así que bastaría contar con unas cuantas colaboraciones representativas del Perú: de Luis Alberto Sánchez, Martín Adán, Jorge Basadre, Vallejo, Eguren, Orrego, López Albújar y Valcárcel. O algunos más. Le he escrito a este propósito a Sánchez y aguardo su contestación. Usted podría adelantarme el prólogo del libro si es que piensa ponerle uno.
Cuanto a la edición argentina del libro, desgraciadamente yo no estoy en condiciones de hacerla con premura. Primero porque no cuento ahora con ninguna imprenta y segundo porque no queda casi tiempo material para recibir los originales, mandarle pruebas etc. Sin embargo, conviene que el libro llegue con Ud. a Buenos Aires y que lleve el sello de Babel. Dígame si Ud. puede hacerlo imprimir en Lima en el formato de Amauta o un poquito recortado —igual a Nuestra América— Haga Ud. una edición de 1000 ejemplares, 500 con el marbete de Babel que puedo enviarle y 500 o más con el de Amauta para Lima. A la vuelta de unos meses— dos o tres— estaré en condiciones de girarle a su imprenta lo que me corresponda pagar por los 500 ejemplares, más los derechos de autor. Le parece viable la combinación peruano-porteña? Esto es importante que lo resuelva en el acto y lo ejecute sin pérdida de tiempo.
Quedo a la espera de sus noticias. Mientras le mando un abrazo fraternal.
Samuel Glusberg

Glusberg, Samuel

Carta de Alfredo Mario Ferreiro, 26/2/1930

Montevideo, 26 de febrero de 1930
Señor José Carlos Mariátegui
Presente
De nuestra mayor estima:-
La dirección de Cartel tiene el agrado de invitar a usted para colaborar en este periódico, dejando a su entera libertad la elección del tema.
Esperando que nuestro petitorio será evacuado por usted a la brevedad posible, nos es grato saludarle
muy atte.-
por Cartel
Alfredo Mario Ferreiro

Ferreiro, Alfredo Mario

"Allen", por Valery Larbaud

Si Francia estuviera bajo el régimen fascista, con León Daudet y Charles Maurrás como mentores, este libro de Valery Larbaud no habría tal vez originado la repetición, en otra escena y con otros actores, del diálogo sobre “Strapaescu” y “Stracitta” que en Italia dividió en dos campos, a raíz de la aparición de “900”, la literatura fascista. Ninguna duda es posible, respecto a la posición en que este diálogo, menos amical y académico que el de “Allen”, habría tenido Valery Darbaud. No obstante su amor por el Ducado, el autor de A. O. Barnabooth habría estado obligado por su gusto y comercio cosmopolitas a tomar la posición de Bontempelli.
En la propia elección del título de la obra entra la preocupación cosmopolita. “Allen”, este elogio de la provincia natal, el Bourbonnais, no es una palabra francesa. Es la divisa escogida por el duque Luis II de Borbón para los caballeros del Escudo de oro, a quienes arengó, al condecorarlos por haber liberado de los ingleses doce plazas de su Ducado, con estas palabras; “Allons tous ensemble au service de Dieu et soyons tous ung en la deffense de nos pays et lá ou nous pourrons trover et conquester honneur par fait de chavalerie”. La palabra “allen”, todos, condensa este lema. Pero Valery Larbaud nos dice que ha “elegido Allen sin hesitación, a causa de su carácter a la vez enigmático y preciso, de la bella anécdota histórica con que se relaciona, del discurso caballeresco de Luis II y del sonido que, pronunciado a la francesa, produce la palabra; y también porque su aspecto y su etimología la enlazan a la vida europea: Allen, dice algo a un tercio de los habitantes de nuestro continente y de las Américas; es un pasaporte para Alemania, una carta de introducción para la Gran Bretaña, los Estados Unidos y Australia”. Y no menos que el elogio del Bourbonnais, el tema del libro es la cuestión de la provincia. ¿Cuál es el sentido de la oposición entre la capital, y la provincia? ¿En el conjunto de cosas que constituye la provincia, a cuál se debe acordar la primicia? ¿Hay que creer más en la provincia sórdida e indolente que en la provincia política y sabia? Valery Larbaud ha descrito un diálogo en el que, recorriendo un automóvil la carretera que conduce de París al Bourbonnais, se voltejea alrededor de estos tópicos. Cinco amigos, el autor, el Editor, el Bibliófilo, el Amateur, discurren elegante y sutilmente sobre la provincia, en viaje por una Francia añeja y tradicional, en el automóvil del último de los interlocutores, el que lo es menos, tal vez porque en sus manos está la responsabilidad del volante. Para que sus amigos discutan y contemplen beatamente el problema y el paisaje, el Amateur modera el tren de la carrera. En automóvil, a cuarenta kilómetros por hora se puede conversar con la misma fluidez y acompasamiento que en el salón inmóvil de un hotel o en el salón viajero de un transatlántico. Hay ideas que no toleran una velocidad mayor en el diálogo. Y casi todas, a más de cien kilómetros, prefieren el monólogo.
Y Valery Larbaud no quería monologar en esta carrera suave y cómoda a la provincia ideal. Tenía que admitir en este examen de la cuestión “capital y provincia” ideas cuya responsabilidad necesitaba abandonar a sus interlocutores. Para esto le convenía admirablemente el diálogo, el diálogo a la manera de Fontenelle, W. S. Landor y Luciano, pero modernizado, adecuado de la movilidad de los tiempos, de los espíritus, arreglado a la velocidad del automóvil. Bajo este aspecto, una obra comprueba que ningún género literario ha envejecido lo bastante para no ser susceptible de feliz manejo, de acertada y natural inserción en la modernidad. El diálogo, instrumentalmente, como elemento de la novela o del teatro, no había podido decaer nunca, pero específicamente, en su autonomía de forma artística, había sufrido cierto relegamiento. El pensamiento, el discurso moderno, son, sin embargo, absolutamente dialécticos, polémicos. Y el diálogo, en su tipo clásico, encuentra razones de subsistir y prosperar. El diálogo, sobre todo, logra mejor su desarrollo y su atmósfera con el excitante de la velocidad. El mismo diálogo clásico es siempre algo peripatético.
Las ideas de la provincia se esclerosan y endurecen por sedentarias. Las ideas de la ciudad o, mejor de la capital, son activas, operosas, viajeras. El secreto de la expansión y del poder de la urbe, está en su función de eje de un sistema de movimiento. Valery Larbaud, con una vieja ciudadanía en la capital, no puede ya restituirse íntegramente a la provincia. La visita y la restaura algo en turista, con amigos de París, desilusionados respecto a la poesía de la vida provincial, convictos de estar y moverse más a su gusto, de sentirse más en su casa, en cualquier capital del extranjero, que en una ciudad de provincia. Los libros, la prensa, la cultura y su estilo, marcan en Londres, París, Berlín, Roma, etc. La misma temperatura, señalan la misma hora. En la ciudad provinciana, se siente que todos los relojes están atrasados. “Casi a las puertas de París, la literatura, la pintura y la música francesas contemporáneas son menos conocidas que en Barcelona, Varsovia, Buenos Aires o Salzburg”. La provincia se apropia de la gente que se le reintegra aún después de una larga y perfecta educación citadina y metropolitana. Le impone su yugo, su horario, sus límites, sus hábitos. Uno de los interlocutores de Allen cuenta un caso: “He visto hace tiempo la rápida provincialización de su paraje de buenos burgueses parisienses, primos míos, que se había ido a visitar una pequeña ciudad del Centro-Oeste. Verdaderamente, un descanso, una decadencia como la que producen las drogas o el abuso de somníferos. Nuestro parentesco, razones de conveniencia, me obligaban a hacerles una visita anual; y he visto como se dejaban invadir por la rusticidad de su nuevo medio; como locuciones y pronunciaciones viciosas, al principio adoptadas por ellas por burla y que empleaban como entre comillas, se les hicieron naturales; y cómo sus maneras se modificaron a tal punto que era penoso comer con ellos en su mesa. El marido luchó durante algún tiempo; el fue, los dos primeros años, al parisién de Sain-Machin-sur-Chose y sostuvo la idea de que ahí se guardaba de un Parisién. Pero la mujer se dejó en seguida arrastrar. Se descuidaba; pronto me costó trabajo conocer en ella una mujer joven y elegante que había acompañado a conciertos, a exposiciones. Caía en una especie de puritanismo horrible, sin motivos religiosos, sin otra razón de ser que el temor de una opinión pública extraviada por la hipocresía y la envidia... Al cabo de cuatro años, los hallé a los dos al mismo nivel: rudos, hoscos, embebidos de un fastidio contagioso”.
El debate de estas cosas anima un diálogo que se propone ser un elogio del país natal del autor. Porque en este diálogo, como advierte Valery Larbaud, hay una tesis debatida, no sostenida. “En realidad, -escribe,- hay tesis, antítesis y síntesis, esta última dejada en parte al juicio y a la imaginación del lector”. Valery Larbaud, como muchos espíritus de su tiempo, que enamorados de la modernidad, rehúsan aceptarla con todas sus consecuencias, siente en nuestro tiempo cierta vaya y elegante nostalgia de su feudalidad en que la unidad de Europa estaba hecha de la individualidad de sus regiones, de sus comarcas. El Bourbonnais, en su sentimiento, más bien que una provincia es un pequeño Estado. La Nación ha sacrificado quizá excesivamente a un principio, a una medida algo abstractas, la personalidad y los matices de sus partes. Asistimos a un crepúsculo suave del nacionalismo en un espíritu cosmopolita, viajero, con muchas relaciones internacionales, con amigos en Londres, Buenos Aires, Melburne, Florencia, Madrid. Allen es el reflejo de esta crisis sin sacudidas y sin estremecimientos, a cuarenta kilómetros de velocidad, en un auto último modelo. Crisis que apacigua el optimismo burgués de una esperanza de moda en el ideal de Briand: los Estados Unidos de Europa.

José Carlos Mariátegui La Chira

Tardieu batido. La conferencia de Londres.

Tadieu batido
Cuando un gabinete es la estrecha mayoría de la combinación Tardieu-Briand, no es posible sorprenderse de que caiga de improviso, batido por un veto adverso del parlamento en una cuestión secundaria. Se asignaba, prematuramente, a Tardieu la misión de inaugurar en Francia una política fuerte que significara, entre otras cosas, la liquidación del viejo parlamentarismo. Tardieu mismo declaró su confianza en la larga duración de su gobierno. Su programa reclamaba para su ejecución al menos cinco años.
Pero la composición de la cámara no autorizaba este optimismo. Tardieu, en realidad, no ha hecho con esta cámara sino una política poincarista. La Tercera República no ha salido todavía de una era que transcurre, gubernamentalmente, bajo el signo de Poincaré. El gabinete Tardieu estaba obligado a un difícil equilibrio, que no ha tardado en fallar al primer paso en falso del Ministro Cheron.
Sin duda, la repentina crisis no excluye la posibilidad de que Tardieu presida el nuevo gabinete. Pero es evidente que no podría asumir esta tarea sin compromisos que ensanchen la base parlamentaria del gobierno. La atención de la fisionomía fascista, derechista, de la fórmula Tardieu será la primera condición de una tregua o un entendimiento con los radicales-socialistas. Tardieu no puede aspirar a más que a la sucesión de Poincaré, si quiere ganar la confianza de la pequeña burguesía francesa, reacia a la experimentación de cualquier mussolinismo altisonante y megalómano.
El hecho de que, apenas producida la crisis, reaparezca en la escena Poincaré, si no como organizador del nuevo gobierno, como consejero principal y decisivo de la fórmula a que se ajustará, está adelantando el espíritu poincarista de la receta gubernamental y parlamentaria que se va a aplicar.
Tardieu representa, sobre todo, en el gobierno un método policial. Ha ascendido a la presidencia del consejo por las gradas del ministerio del interior. Es el funcionario impávido que demandaba en ese puesto la alarma de los Coty, la aprehensión [de una burguesía exonerada de los principios de la Gran Revolución], la algazara de todos los que especulan sobre el pánico de los rentistas y los tenderos, denunciando el peligro rojo y las maniobras de Moscú.
No es este método lo que ha desaprobado, por pocos votos de mayoría, la cámara de diputados. Tardieu, como ministro del interior, como ejecutor de un plan policial como jefe de una renovación que no choque excesivamente a los gustos legales y jurídicos de una Francia poincarista y moderna, queda indemne. Si Tardieu resume sus funciones en el nuevo ministerio, aunque sea con el consenso y la colaboración de los radicales socialistas, continuará su obra policial. Sus amigos se han apresurado por esto a declarar que la cámara ha censurado a Cheron, no a Tardieu.
Pero una cuestión hacendaria o financiera no es, políticamente, una cuestión de segundo orden. El poincarismo se define, en su apogeo, como la política de la estabilización del franco. Poincaré es para la pequeña burguesía francesa el hombre que ha salvado el franco. La autoridad de los hombres se asienta en los intereses económicos. Tardieu ha llegado al puesto de leader por haberse granjeado la confianza de la burguesía industrial, del capitalismo financiero. Su orden policial, su maquinaria de represión no tiene otro objeto que asegurar el tranquilo desenvolvimiento de un programa de racionalización capitalista.
El progreso de la crisis ministerial promete ser interesante como ilustración de las fuerzas y los métodos realmente en conflicto en el parlamento y en la política de Francia. La consulta al electorado puede aparecer indispensable antes de lo generalmente previsto.

La conferencia de Londres
Las bases de un acuerdo naval anglo-americano, convenidas en las entrevistas de Mc Donald y Hoover en Washington, no han bastado, como fácilmente se preveía, para que la Conferencia de Londres logre la conciliación de los intereses de las cinco mayores potencias navales sobre la limitación de los armamentos. El propio acuerdo anglo-americano no era completo. Estaba trazado solamente en sus líneas principales y su actuación depende del entendimiento con Japón, Francia e Italia, acerca de sus respectivos programas navales, que el Japón acepte la proporción que le concede la fórmula de Washington, es la condición de que Estados Unidos no extreme sus precauciones en el Pacífico, con consecuencias en su programa de construcciones navales que no puede resistir la economía británica. Que Francia e Italia se allanen a la abolición del submarino como arma de guerra es una garantía esencial de la seguridad del dominio de los mares por el poder anglo-americano.
El compromiso de que los submarinos no serán empleados, en una posible guerra, contra los buques mercantes, no puede ser más tonto. La experiencia de la guerra mundial no permite abrigar ninguna ilusión respecto a la autoridad de estos convenios solemnes. La guerra, si estalla, no reconocerá límites. No será menos sino más implacable que la de 1914-1918. No la harán estadistas ni funcionarios, formados en el clima benigno y jurídico de Ginebra y La Haya, sino caudillos de la estirpe de Clemenceau, inexorables en la voluntad de ir en todo “jusqu’au bout”. El más hipócrita o ingenio pacifismo no puede prestar ninguna fe a la estipulación sobre el respeto de los buques mercantes por los submarinos de guerra. En la guerra no hay buques mercantes.
La crisis ministerial francesa no estorba sino incidental y secundariamente la marcha de la Conferencia de Londres. Lo que desde sus primeros pasos la tiene en “panne” son los inconciliables intereses de las potencias deliberantes. Esta Conferencia se ha inaugurado, formalmente, bajo mejores auspicios que la de Ginebra de 1927. La entente anglo-americana sobre la paridad es una base de discusión que en 1927 no existía. El carácter de limitación, de equilibrio de los armamentos, perfectamente extraño a todo efectivo plan de desarme, está además, perfectamente establecido. Pero el conflicto de los intereses imperialistas sigue actuando en esta como en otras cuestiones. La contradicción irreductible entre las exigencias internacionales de la estabilización capitalista y las pasiones e intereses nacionalista que con el imperialista entran exasperadamente en juego, opone su resistencia aún a este modestísimo entendimiento temporal, fundado en la paridad anglo-americana, que encubre un profundo contraste, una obstinada y fatal rivalidad.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El intermezzo Berenguer. Las elecciones colombianas.

El intermezzo Berenguer
La agitación política a que debe hacer frente en España el gobierno de transición del general Berenguer, no ha tardado en cobrar un acentuado tono antimonárquico. Unamuno, recibido jubilosamente en España, a nada se ha apresurado tanto como a reafirmar su posición republicana. No habría podido tomar otra actitud, después de sus vehementes campañas en Hendaya. Pero, probablemente, en los cálculos del restablecimiento del régimen constitucional entraba cierta confianza de que la satisfacción por la caída del Primo de Rivera atenuase en los políticos en ostracismo el enojo contra la monarquía.
La dictadura de Primo de Rivera ha tenido el paradójico resultado de resucitar en España al Partido Republicano. Los socialistas habían ido desplazando, poco a poco, a los republicanos, antes de esta crisis de la legalidad, de sus posiciones electorales. Durante la dictadura, el partido socialista ha acrecentado su poder y su influencia. Pero, en parte, ha sido por el rol democrático que su oposición le asigna en el futuro próximo de España. Más que un partido socialista, desde el punto de vista de la composición y la ideología, es un partido demo-liberal. El republicanismo, el antimonarquismo es el aspecto que más expectación enciende en torno a su política. I es lógico que, en esta situación, los antiguos republicanos se sientan también llamados a jugar un rol. La dictadura militar no miraba a otra cosa que a un retorno absolutista. Su fracaso reabre la cuestión del régimen, la cuestión monarquía o república, que los partidos constitucionales creían definitivamente superada o abandonada, con el desarrollo de un movimiento socialista que trasladaba las reivindicaciones de las masas al terreno económico y social.
La monarquía está comprendida en el proceso a Primo de Rivera. El conde de Romanones ha hecho, según el cable, declaraciones que indican su preocupación respecto a la suerte del orden monárquico en España. A su juicio, los acontecimientos exigen una transformación del régimen. España necesita una monarquía constitucional, un orden parlamentario como el de Inglaterra. El viejo ideal de los monárquicos liberales reaparece, en la mente y la práctica de estos, como la fórmula salvadora. La subsistencia del régimen monárquico no tiene otra garantía.
El gobierno de transición de Berenguer, como ya he tenido oportunidad de remarcarlo, asume el encargo de liquidar la dictadura militar; pero es todavía la continuación de esta dictadura, con nuevo personal y diverso programa. La legalidad no está restablecida. El objeto de este gobierno es la normalización, pero la normalización no puede obtenerse por decreto real. La suspensión parcial de la Constitución se mantiene vigente. Berenguer, por ejemplo, tiene que seguir usando la censura de la prensa. La agitación de los partidos y las masas, lo coloca frente a una grave cuestión de procedimiento: ¿Puede su gobierno autorizar o tolerar, inmediatamente, mítines, manifiestos, campañas que son, legalmente, normales? Si la Constitución continúa en suspenso, si los derechos de reunión, de prensa, de negociación no son restituidos al pueblo, ¿Cómo podrá hablarse de restablecimiento de la legalidad? Las medidas restrictivas, en instantes de efervescencia popular, provocarán protestas. I estas, a su vez, incitarán al gobierno de la represión.
Cuando las condiciones políticas de un país llegan a este punto, la revolución puede comenzar en un tumulto. Después de una aventura como la de Primo de Rivera, la vuelta a la constitución no puede cumplirse sin riesgos. Los partidos de oposición entienden, lógicamente, la derrota del dictador como su victoria. Los victoriosos no se conforman fácilmente con que a la hora de la paz se les escamotee las ventajas de la derrota, del fracaso del enemigo. Las cosas se complican con la complicidad notoria de Alfonso XIII, con su interés personal en el golpe de Estado del Marqués de Estella.
La monarquía, ante la bancarrota de la política de Primo de Rivera, ha ofrecido para salvarse la vuelta lisa y llana a la Constitución. Esto es todo lo que la monarquía puede prometer. Pero es mucho más lo que la oposición se encuentra con derecho y con fuerzas para reclamar. El Conde de Romanones: viejo y astuto servidor del régimen, pide que la monarquía se convierta en una monarquía liberal de tipo inglés. Es la reivindicación de un cortesano y de un parlamentario: la reivindicación mínima. Los republicanos quieren la República, los socialistas denuncian la incompatibilidad de la monarquía actual con un orden democrático. Lo que las masas demandarán, en la calle, en los comicios, si se le consiente formular públicamente sus desideratas, será no unas Cortes ordinarias, normalizadoras, sino una Constituyente. Quien dice Constituyente, en las presentes circunstancias, dice Revolución.
El segundo acto de este drama, después del intermezzo Berenguer, si las fuerzas republicanas y socialistas no son en España suficientemente activas y eficaces para empujar al país por este camino, puede ser, por ende, la dictadura absolutista. Ya se ha hablado de la intención de Alfonso XIII de jugar, eventualmente, a la misma carta que Alejandro, el Rey de Yugo-Eslavia. La Unión Patriótica, en previsión de las emergencias posibles, no desarma sus cuadros. Berenguer, conforme a un cablegrama último, se ha visto obligado a telegrafiar a los capitanes generales del reino “recordándoles que la función militar es incompatible con la actuación política y que, su consecuencia, los militares que actuaban en el partido de la Unión Patriótica deben abandonar esa labor política”.
¿Quiénes obran más enérgica y prontamente? ¿Los agentes de la reacción, batidos en la batalla de Primo de Rivera, o las fuerzas de la revolución, sorprendidos por los acontecimientos y carentes de una organización de combate?

Las elecciones colombianas
Ha concluido el gobierno de los conservadores en Colombia. En apariencia, los liberales han ganado las elecciones porque los conservadores se presentaron divididos en ellas. Pero no hay que atenerse a lo aparencial en la estimación de los fenómenos históricos. La división no habría sido posible sin una grave y honda crisis de la política conservadora. Es a esta crisis a la que los conservadores deben su derrota revolucionaria. El cisma del partido, el antagonismo de valencistas y vasquistas, no era sino un síntoma.
El gobierno conservador tendía, a la agitación social y política del país, a una política fascista. El acto más significativo de la administración del Dr. Abadía ha sido la “ley heroica” que niega a la acción política clasista del proletariado de las libertades que la Constitución del Estado acuerda a la expresión de todos los programas e ideologías. La represión sanguinaria de las huelgas de las bananeras no ha sido otra cosa que la aplicación a la lucha contra las reivindicaciones proletarias de los principios fascistas en que se inspiraba esa ley de excepción. El general Rengifo, ministro de guerra del Dr. Abadía hasta los acontecimientos que impusieron su caída, no ha disimulado sus propósitos fascistas. Se ha ofrecido, en todos los tonos, a la clase conservadora para el aplastamiento de las fuerzas revolucionarias. Es uno de esos Martínez Anido hispano-americanos que sueñan con los honores de gendarmes de la Reacción. El general Vásquez Cobo era el candidato de su tendencia. En los primeros tiempos sonó el del propio Rengifo como el de un posible candidato. Pero Rengifo había caído demasiado estruendosamente repudiado por las masas en las manifestaciones que forzaron al Dr. Abadía a licenciar a sus más belicosos y comprometedores ministros. Vásquez Cobo, además, a juicio de un mayor número de conservadores, reunía mejores aptitudes para desenvolver un programa equivalente.
Pero no todos los conservadores se inclinaban a este método. La mayoría del partido está aún formada por gente parsimoniosa, reacia a salir de las viejas normas del conservantismo clásico. La escisión del partido ha sido, por esto, inevitable.
Los liberales no estaban dispuestos a presentar candidato. Hace algunas semanas creían que su mejor política era, una vez más, la abstención. Una rama del partido entendía la abstención como el preámbulo de una acción insurreccional. El declinio de los conservadores, el descrédito creciente de su método gubernamental, reforzaba crecientemente al partido liberal. Los liberales se aprestaban a recoger la herencia del gobierno. Pero había discrepancias sobre la mejor forma de apresurar la sucesión. El triunfo de Olaya Herrera [en las elecciones] es el triunfo de la tendencia pacifista y conciliadora del [partido. A Olaya Herrera] de nada se ha preocupado tanto como de presentarse como un [candidato nacional,] como un hombre exento de espíritu de facción.
Los intereses imperialistas juegan un rol primordial en la política colombiana. Uno de los más sonoros incidentes de la designación de los candidatos conservadores, fue como se sabe el veto del Dr. Concha por sus antecedentes de canciller que defendió celosamente la soberanía nacional frente a la agresiva política yanqui. Vásquez Cobos representaba ostensiblemente una política favorable al capitalismo norte-americano. También, bajo este aspecto, aunque muy discreta y atenuadamente, Valencia encarnaba la tradición conservadora. Olaya Herrera, ex-embajador en Washington, tiene toda la simpatía de los intereses de Estados Unidos. Sus declaraciones, a este respecto, han sido, por lo demás explícitas.
El proletariado colombiano ha afirmado en las elecciones su orientamiento clasista, votando por la candidatura de Alberto Castrillón, líder de la huelga de las bananeras. El partido socialista revolucionario no se ha hecho ninguna ilusión respecto a su fuerza electoral al presentar esta candidatura. Ha querido únicamente proclamar la autonomía de la política obrera.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Armando Rivera, 13/2/1930

Mi querido José Carlos:

La carta que va por este mismo correo ha sido detenido varios días, en vista de la […] insistente, desde hace algún tiempo de su deportación.

El tema Mariátegui es acá de moda. Por Jorge N. V he sabido que no hay novedades.

Legó anoche Mercado. Churata también está acá.

Lo abraza,

Armando

13 febrero 1930

Rivera Bodero, Armando

Carta de Lucas Oyague, 12/2/1930

Cuzco, 12 de febrero de 1930
Señor
José Carlos Mariátegui
Lima.-
Mi muy estimado y recordado José Carlos:
Muchas cosas tantas que no cabrían en esta carta impidieron verlo en mi última larga estada en Lima. Dos meses y medio casi en la calle; mi familia allá también y ante el peligro de quedar sin trabajo, en un conflicto económico, después enfermos mis hijos y yo pobre. En fin, una media tragedia en parte.
Supe si casi todos los días, ya por Posada, más frecuentemente como por Luciano Castillo de que estaba usted bien. En su casa toda la familia la pasaba sin nada extraordinario. Esto me consolaba. Su amigo más cercano en las emociones, en los dolores, en los procesos suyos, pero ausente en la realidad de estrecharse las manos y examinarse objetivamente se satisfacía de ese su buen estado.
Ahora la escribo porque he oído decir dos cosas que merecen su confirmación: que piensan operarle; que piensa usted venir al Cuzco y en avión. Claro que esa sería y es a mi juicio la única forma de un buen viaje de usted; pero si su salud lo permite, su sus cosas y en fin, si su incursión a la parte sur de la república no sería tomada por cierto sector político como una acusación de actividades agitadoras de su parte y podrían ejercer por este motivo actitud en su contra.
En fin, si usted ha pensado es preciso que nos avise a quienes usted sabe sus leales amigos, incondicionalmente; amigos de usted profundamente y admiradores de su labor apostólica cosa gritada siempre a los cuatro vientos. Que nos avisara decía yo para ver la forma como brindarle a usted las mayores comodidades y seguridades por su salud y por usted.
No he recibido ni el libro La Escena Contemporánea que insisto en solicitarle ni la colección de Labor que usted me habla. Nada he recibido. La Escena Contemporánea no debe faltar de mi casa. Y no debe faltar por razones sentimentales que usted reconocerá en el proceso de ese libro y porque lo quiero tener con la autografía querida de usted.
Escríbame usted. Si tiene a mano algunos folleto, algunos periódicos alguna cosa para refrescar mi siempre latenta y viva adhesión a las ideas socialistas a las cuales me he aunado en partida bautismal de privaciones y sacrificios de todo orden, remítame usted que se lo agradeceré. Aquí estoy por completo a sus órdenes.
Sé que el doctor J. Uriel García lanzará dentro de pocos días un libro de ensayos "El nuevo indio" donde explica sus teorías sobre el neoindigenismo. Yo he concertado y organizado un libro Estampas Cuzqueñas, (Libro de Crónicas) con fotografías al estilo de La Nueva Rusia.
Le ruego saludar a la señora Anita, a su mamá, cariños a los ñaños y usted recibas el afectuoso abrazo de su amigo que en todo momento lo recuerda con profundo afecto.
Lucas Oyague
Escríbame a mi apartado.

Oyague, Lucas

Carta de Arturo Capdevilla, 10/2/1930

Buenos Aires, 10 de febrero de 1930
Mariátegui:
Si éste —El Apocalipsis de San Lenín— es el primer libro mío que Ud. recibe, no por ello he estado menos cerca de Ud. Admiro su obra y me entusiasma y reconforta su personalidad. Lo creo a Ud. simplemente un verdadero prócer de la definitiva libertad de América. Samuel Glusberg, que tan fervorosamente lo quiere, me da sus señas. El libro no va solo. Va también para Ud. lo mejor de mi corazón.
Le tiendo fraternalmente los brazos.
Arturo Capdevila
s/c. Charcas 779
Buenos Aires

Capdevilla, Arturo

Carta de José Eulogio Garrido Espinoza, 9/2/1930

Trujillo, 9 de febrero de 1930
Señor don Carlos Mariátegui
Lima
Distinguido amigo:
Lo saludo cordialmente.
La presente tiene por objeto presentarle al señor Luis Valle Goicochea, intelectual pundonoroso y de segura realización.
Si usted puede serle útil en algo se lo agradeceré bastante.
Hace mucho tiempo que no veo Amauta, Si le quedan algunos números atrasados mándemelos.
Para pronto he de mandarle algo para Amauta.
Con un cordial apreton de manos se despide su affo amigo.
José Eulogio Garrido.

Garrido Espinoza, José Eulogio

Carta de Armando Rivera, 9/2/1930

Querido compañero Mariátegui:

Lolo ahora puedo escribirle, después de mi última, 2ª sobre N.; de cuyo recibo tuve oportuno aviso.

Estuve en Mollendo y allí recibí su carta que me trajo el artista V. Valdivia; pensé escribirte desde ese puesto, pero la circunstancia que abajo refiero, me obligaron a ir aplazando mi carta hasta ahora.

Pasó Navarro, satisfecho al parecer. Por conversaciones con él mismo, a su regreso, y con otros amigos del Cuzco, ahora en esta he confirmado mis juicios. Creo que el giro que Ud. ha dado al asunto es bueno. Esperemos ver como se manifiestan.— Con todo, creo que vamos ganando esa región, sino por los líderes, a los principales elementos de sus efectivos. Le digo esto porque estoy trabajando con muchos arequipeños de vacaciones en esto, pero residentes allá; muchos —el telegrafista […], entre ellos, son jóvenes y vinculados conmigo desde antes, aún como alumnos de mi escuela y discípulos míos. Ellos —sin que penetren en la intención de la pregunta— me han informado que el distanciamiento con Latorre, Roberto., es sobre sobre personal. No sé que haya de cierto.

Su viaje es el punto más importante en esta carta. Creo que en cualquier momento este viaje sería provechosísimo. Máxime si lo extiende a Puno y Cuzco. El aspecto económico, por lo que respecta a Arequipa, no debe preocuparle, de hecho créalo salvado. Organizamos 2 o más conferencias, con teatro lleno, a no dudarlo. (Ya sabe UD. que no me hago ilusiones a pesar de mi optimismo). Respecto al otro aspecto: no creo que sea el mejor tiempo: llueve ahora acá. Hace poco, demasiado. Si el médico no opina en contra, me parece que sería bueno a fines de abril o principios de mayo. Toda la región en esa época tiene buen temperamento. Sino, en agosto o setiembre. También debe tener en consideración el momento o la situación política. Acabo de producirse cambio de Prefectos en Arequipa y Cuzco. También en cada ciudad de los citados hay elementos que por razones de las vacaciones, están fuera.

La silla sí se conseguiría en su oportunidad. Avíseme lo que piense al respecto. Creo que en todo caso debe hacerse en viaje. Así Ud. conocerá de […] los pueblos, sus elementos y recursos en el Sur. O por el movimiento de opinión que en torno a Ud. y a sus ideas se producirá, será valiosísimo para la […] en que estamos empeñados. De aquí deriva otra consideración a tener presente? la reacción que originaría en las esferas oficiales. Respecto a Mollendo, me satisface decirle que contamos con valiosos elementos laboristas en ese puerto, que nos aseguran desde la totalidad de los trabajadores de mar y tierra de esa zona, sin excluir los ferroviarios.

Trabajadores, sobre todo. Nada con los elementos de la pequeña burguesía, ganados en su totalidad por el masonismo. He ahí el resumen de mi labor. El C. Jacinto Liendo, en vía de una total depuración de su anarco-sindicalismo, será nuestro colaborador en ese puerto. Pero hay otros elementos, fleteros y estibadores, en inmediato contacto conmigo, que atenderán la labor a realizarse. Los trabajos iniciales se han hecho con vida a organizar un sindicato de marítimos, que agrupe en secciones especiales a los trabajadores. Según su labor: lancheros, fleteros, estibadores, etc, y otro de los trabajadores de tierra, en el que estarán comprendidos los ferroviarios. (Sec. Moll.)

Para esta obra necesito que se me mande los estatutos de los sindicatos de marítimos, que hay en el Callao (Navarro me dijo que llevado por Del Prado, lo visitó, que ahí conoció a Portocarrero) así como algunos nombres de individuos de los mismos a quienes, los amigos de Mollendo. puedan dirigirse, antes de vincular las instituciones. Debo enviar a Mollendo el esquema de un proyecto de estatutos para proceder a organizar el sindicato, pero creo que es fundamental que todo se haga a base de lo hecho allá, de acuerdo con Ud. y amigos.

Como información, le diré que caí cuando se daban […] para organizar, a base de los trabajadores más inquietos y descontento, una rama teosófica. Sin la colaboración de los que son ahora nuestros amigos, ese intento quedó en nada.

También necesito conocer con cierto detalle, la labor de los ferroviarios de esa región. Acá hay bastantes amigos —ya le avisé que está con nosotros Manrique, autodeportado,— Le interesa por un grupo de ellos presentar un pliego de reclamos.

Mi opinión —solo para mí al guiarlos— es que no deben estar desconectados de los demás. Por el momento, mientras Ud. dispone la labor allá y me envía un esquema que incluya puestos que deban ser de reclamo común, así como la respectiva dirección para vincularlos, por el momento, con el pretexto de intensificar la propaganda ganando adeptos al futuro pliego, hemos aplazado el asunto, pero es solo temporalmente. Por ellos este asunto, como el anterior, debe atenderse a la brevedad.

La referencia que al principio prometí es esta: ausente en Molle, conmigo viajaron los principales documentos; pensaba estudiar y ganar un compañero que pudiera centralizar personalizada la labor allá, —Ausente, digo, a los 6 días […] el c. Mont. a título de noticia avisó a mi señora que sabía que habíamos sido denunciados a la policiía y que consultado el caso a Lima, el Pref. esperaba instrucciones. Desde luego, inmediatamente lo supe, con la reserva debida. Los días después, el hermano avisó en casa que había llegado orden de prisión y envío de todos nosotros. Le dijo que la denuncia había sido hecha por un chofer. Así las cosas, me limito a disponer lo conveniente en mi casa y esperar en Mollendo, lo que derivase. Mont, y otros estaban ocultos en Tingo.

Después de cuatro días el mismo hermano de Mont. (Benito, su nombre) dijo que ya no había nada.

Nunca creía en la seriedad de la especie esa, pero no me la explicaba. La policía hubiera procedido a buscarme; habrían registrado mi casa, pero nada. En total: una especie de bromilla harto pesada forjada por la familia de Mont, con el propósito de alejarlo de las inquietudes socialistas.

Eso me hace pensar en que con él —sin negarle la confianza que por su sinceridad se merece,— debemos ser más discretos y mesurados.

Su familia pertenece a la burguesía pretenciosa y fatua de esta región y su hermano Benito es un perfecto burgués. Todo eso abona a su favor. Por eso seríamos injustos al negarle sinceridad y abnegación.

Otros puntos: Envié en nov. en giro a Administrados Sociedad Editora Amauta, S/ 15.00 pro Rabines míos y de Roberto Feldman. No sé si se recibió.

En igual fecha, a raíz de su carta a la La Jara. Sobre W. Frank, le escribí acerca de conversaciones con aquel, le manifestaba mis opiniones sobre su adhesión. Me interesa saber si las recibió.

Le deseo la mejor conservación. Con un saludo para todos los camaradas.

Le abraza cordialmente.

Armando.

9, febrero 1920

Rivera Bodero, Armando

La política de "borrón y cuenta nueva" en España. Schober y Mussolini

La política de “borrón y cuenta nueva” en España
El gobierno de Berenguer caracteriza bien los intereses y los propósitos del retorno a la constitucionalidad en España. El objeto de esta maniobra, a que se ha visto forzada la monarquía ante la amenaza de una insurrección, se reduce al sargento del régimen, seriamente comprometido por la aventura de Primo de Rivera. La elección de Berenguer para el gobierno de España en el período de liquidación de la dictadura, confirma y continúa el espíritu de la política que condujo a la monarquía al golpe de estado de 1923. Las razones de Estado de la suspensión del orden parlamentario y constitucional residían en la cuestión de las responsabilidades de la guerra en Marruecos, estruendosamente agitada por la oposición, con inmensa resonancia en el pueblo. Es sintomático, por tanto, que el Rey eche mano de Berenguer, el general encausado por esas responsabilidades, para liquidar la dictadura y restablecer la Constitución. Berenguer, adversario o rival de Primo de Rivera, reúne para esta tarea condiciones que no se encontraría en otro jefe del ejército. Es uno de esos generales de monarquía parlamentaria, relacionado políticamente con los liberales y conservadores que se turnan en la función ministerial. Alfonso XIII cuenta con que la opinión tendrá más en cuenta su oposición a la dictadura que sus antecedentes de generalísimo de una campaña perdida.
La vieja constitución resulta ahora el mejor y único baluarte de la monarquía. Primo de Rivera no asignó a su dictadura, sancionada y usufructuada por el Rey, otra empresa que la de derogarla y sustituirla. Pero, fracasado este empeño, Alfonso XIII no depone de arma más preciosa para defender y conservar el régimen.
La transición, conforme a las previsiones monárquicas, debía haberse cumplido más suavemente. Se tenía la esperanza de disponer del plazo de algunos meses para la preparación sentimental y práctica del cambio. Pero los acontecimientos, a última hora, se ha precipitado, arrojando una luz demasiado viva sobre el fracaso de la política del Rey. El cambio se ha operado de un modo brusco. Primo de Rivera se ha visto lanzado del poder. Ha sido ostensible para todos el carácter de apresurado acto del salvamento de la monarquía que tiene la constitución del ministerio de Berenguer.
La composición del ministerio corresponde a su función. Si el gabinete de transición se hubiese formado en condiciones normales de suave restauración de la constitucionalidad, habrían aceptado colaborar en él algunas primeras figuras de los partidos monárquicos. Berenguer no ha podido obtener ni aún la participación aislada de Cambó, que se reserva para más altos destinos. Su gobierno está compuesto -salvo el Duque de Alba, personaje dinástico más bien que hombre político- por figuras secundarias del elenco constitucional.
Sin duda, el Rey Alfonso dispone de los diversos Bugallal y Romanones del viejo sistema parlamentario para la defensa de la Constitución y de la Monarquía. Pero a estos mismos consejeros les habría parecido excesiva y prematura su presencia en un gobierno de transición, constituido de manera festinatoria y violenta. Todos esos antiguos consejeros, además, han envejecido mucho políticamente durante la crisis del régimen constitucional. La burguesía española se sentiría, por esto, más eficaz y directamente representada por un hombre como Cambó, que a la encarnación y entendimiento de los intereses políticos, une su agnosticismo doctrinario, su carencia de escrúpulos liberales, su desdén de las fórmulas parlamentarias.
El manifiesto del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores es el documento más importante y explícito de la serie de declaraciones políticas que ha seguido a la caída de Primo de Rivera. El cable, al menos, no nos ha dado noticia de ningún otro de análoga responsabilidad y beligerancia, aunque puede sospecharse fácilmente la existencia de alguna declaración de los comunistas. Los socialistas han planteado, aunque en términos moderados, la cuestión del régimen. Han tomado posición contra Berenguer, reafirmando su posición republicana. Los republicanos y reformistas se comportan con más prudente reserva. Para Melquiades Álvarez, el único ideal posible es, ciertamente, el regreso a un parlamentarismo acompasado y sedentario, en el que su elocuencia tenga por turnos [la batuta]. Pero falta aún saber si los elementos que más beligerante actitud han mantenido frente a la dictadura de Primo de Rivera, se conforman finalmente con una política de “borrón y cuenta nueva”.
El manifiesto socialista puede ser el preludio de una ofensiva contra el régimen dinástico, lo mismo que puede quedar como una platónica actitud doctrinaria. La palabra, ingrata a Alfonso XIII, que debe sonar en las elecciones es la que ya en 1923 intimidó hasta al pánico a la Corte: “responsabilidades”. ¿Exigirán los opositores, de filiación liberal o constitucional, el deslindamiento y sanción de las responsabilidades dictatoriales? España está en un intermezzo. Con la caída de Primo de Rivera, no ha concluido sino el primer acto de un drama cuyo desenlace no será por cierto el idilio parlamentario y constitucional con que sueñan los Melquiades Álvarez en reposo.

Schober y Mussolini
El coloquio entre Schober y Mussolini tiene al entendimiento amistoso entre los fascistas de Italia y Austria. La política reaccionaria reserva grandes sorpresas, ante todo, para el nacionalismo. Italia ha mirado -y sobre todo Mussolini- con recelo y disgusto el sentimiento pangermanista de los nacionalistas austriacos. Pero la solidaridad reaccionaria se sobrepone ahora a los odios racistas. El ejemplo italiano ha enseñado bastante a los reaccionarios austriacos en su lucha contra los socialistas. I la marcha a Viena -inspirada en la marcha a Roma- es para el fascismo austriaco el símbolo de la conquista de la capital social-demócrata.
La diplomacia austriaca necesita orillar, en su pacto con la diplomacia romana, el peligro de resentir o alarmar a Alemania. No se sabe en qué forma este convenio tutelará los derechos de los austriacos de las tierras redentas, tan destempladamente tratados por el fascismo italiano. El nacionalismo de los reaccionarios es fácil y pronto al olvido. Lo evidente parece, en todo caso, que el fascismo austriaco se siente sentimental e históricamente más cerca del gobierno imperialista de Italia, -tan despectivo con todo lo austriaco- que del gobierno democrático de Alemania.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Julián Petrovick, 7/2/1930

Santiago, 7 de febrero de 1930
Querido José Carlos
Por Blanquita del Prado, a quién trato de atender en todo lo que me es posible, me enteré minuciosamente de todo los ocurrido a Ud. y demás compañeros. Con ese motivo escribí a la Argentina, Brasil y Centro América.
Sé de su última resolución y lo espero ansioso. Ud sabe que estoy alentado al más grande de servir a la revolución. Lo único que quiero es que nos entendamos todos, no unos a otros - es ingenuo - quiero decir que nos entendamos dentro de las prácticas más urgentes de la revolución.
Creo que este año nos reuniremos - corrija en lo que me toca a mí - muchos de los que luchamos por el ideal revolucionario.
Tengo gran esperanza en ese encuentro.
"El Mercurio" dio una nota sobre su posible arribo a esta.
En el próximo número de "Letras" se publicará su retrato en una glosa mía.
Si Ud. pudiera mandar algo para acompañarnos, sería magnífico. Hágalo pronto.
Lo que quiero es que aquí se sepa quién es Ud. y cual es su valor. Le digo todos estas cosas porque sé que para Luis Alberto Sánchez hacen grandes preparativos. Fíjese que a Guillén lo agasajaron y cuanta cosa. A propósito va un artículo para "Amauta".
Le ruego publicarlo.
Mientras tanto reciba abrazos de sus compañeros.
Julián Petrovick
Magda y Serafín llegan a esta tierra 5 o diez días máximo.
De "Letras" (renovada en estos días) le solicitan colaboraciones, lo mismo que a Eguren (hay un libro de Eguren para mí?) - Dígale también a abril que mande algo y a alguna otra gente.
Para "Atenea" puede enviar algo Ud.?

Petrovick, Julián

José Carlos Mariátegui en la playa La Herradura

José Carlos Mariátegui junto a Anna Chiappe y amigos bañándose en la playa La Herradura, Chorrillos.
De izquierda a derecha: Manuel Hilario Pozo, José Carlos Mariátegui, Anna Chiappe, Trinidad Millares y su hijo Sandro Mariátegui.

Florez, Ricardo E.

Recibos de envío a través del servicio de Correos del Perú, 01/1930

Recibos de envío, a los agentes y amistades nacionales e internacionales de la Sociedad Editora Amauta, de ejemplares de la revista Amauta y de otras publicaciones de la Biblioteca Amauta; correspondientes al mes de enero de 1930.
Entre los nombres de los agentes tenemos:

  • Armando Rivera
  • Luis E. Valcárcel
  • Biblioteca Luz y Libertad
  • Editorial Nascimento
  • Mario Nerval
  • Alberto Durant
  • Isacc Batallanos
  • Antonio Navarro
  • Teófilo Chavez
  • Ernesto Reyna
  • Nicanor de la Fuente
  • Joaquín García Monge
  • José A. Herrera
  • Juan Marinello
  • Germán Arciniegas
  • Editorial Babel
  • EL trabajador latinoamericano
  • Waldo Frank
  • César Falcón
  • Felix del Valle
  • César Vallejo
  • Revista Bifur
  • Esteban Pavletich
  • José Ortega y Gasset

Central de Correos de Lima

Carta del Centro Juventud Atlético Progresista, 31/1/1930

Lima, 31 de enero de 1930
Señor,
José Carlos Mariátegui
Ciudad
Muy señor mio:
Debido a una distracción de la secretaria no di a conocer a Ud. oportunamente el nombre del centro deportivo que lo ha nombrado socio honorario protector.
Aprovechando de esta oportunidad le doy a conocer a Ud. que el centro de denominación "JUVENTUD ATLETICO PROGRESITA" (J.A.P)
Rogándole a Ud. dispense la falta involuntaria en que incurrido se despide de Ud. y se repite como su atto. y S.S

Club Juventud Atlético Progresista

Letra de Cambio, 29/1/1930

Letra de Cambio girada por Julio César Mariátegui por la cantidad de L.p 30 (Treinta libras peruanas) a la Sociedad Editora Amauta con fecha 29 de enero de 1929.
La orden fue pagada a la Sociedad Nebiolo Torino a la Agencia de Depósito de Lima.

Banco Italiano

La juventud española contra Primo de Rivera

Otra vez, la juventud de las universidades españolas se encuentra en acérrimo conflicto con la dictadura del general Primo de Rivera. La agitación universitaria coincide esta vez con la crisis, definitiva al parecer, del gobierno que preside el Marqués de Estella que acaba de solicitar, según el cable, el sufragio de los capitanes generales del ejército, la armada y la policía para saber si debe retener el poder.
La huelga universitaria de hace cerca de un año movilizó contra Primo de Rivera, con la vehemencia que todos recuerdan, la opinión de los estudiantes. La dictadura se halló de pronto en incómoda lucha con la juventud del claustro, fallida totalmente la esperanza de enrolar fascísticamente a una parte de estas, con una etiqueta más o menos romántica, en los rangos de la Reacción. Unamuno, el gran maestro de Salamanca, saludó desde su destierro esta insurrección que la juventud española contra un régimen que solo por insensibilidad anacrónica o escepticismo precoz habría podido obtener la neutralidad o la resignación de esa juventud.
Los que se imaginan que el régimen de Primo de Rivera tenía las mismas posibilidades de duración que el régimen de Mussolini solo por reposar como este en la fuerza, negligían o ignoraban uno de los aspectos fundamentales del fascismo: el romántico alistamiento de grandes contingentes de la juventud italiana bajo las banderas de Mussolini al canto de “¡Giovinezza, giovinezza!”. El fascismo antes de ser una dictadura había sido un movimiento, un partido, una milicia. Sus “condottieri”, sus agitadores habían usado expertamente en la excitación de la juventud burguesa y pequeño-burguesa un lenguaje d’annunziano y futurista que imprimía al fascismo un tono estrictamente nacional y le otorgaba una tradición, aunque no fuese política sino literaria o sentimental, en el proceso histórico de Italia. Primo de Rivera y sus eventuales colaboradores, antes y después de su golpe de Estado, eran impotentes para un trabajo semejante.
Asistido por generales, nobles y bachilleres de muy mediocre inteligencia, Primo de Rivera no ha sabido maniobrar de su suerte de ganarse, por alguna vía indirecta al menos, cierto séquito en la juventud universitaria. La juventud no es, necesariamente, revolucionaria. El Dr. Marañón que en su último libro proclama como su primer deber la rebeldía, conviene sagazmente en que el ímpetu combativo de la juventud puede ponerse al servicio de una política reaccionaria. “Lo típico de la juventud -escribe- es la rebeldía, la noble dificultad con que acomoda el ritmo generoso de su vida que empieza, al ritmo mesurado del ambiente; pero se concibe un joven que se sienta henchido de esta juventud y que sea, por lo tanto biológicamente joven, y que se aplique su rebeldía a sostener una causa profundamente antigua. Los camelots du roi, que en Francia luchan bravamente por un ideal incompatible con el tono de nuestros tiempos, como en el de resucitar en su país una monarquía reaccionaria, son todo lo anticuados que se quiera, pero tan legítimamente jóvenes como los comunistas que propugnan la implantación de un estado social fantástico de puro remoto. Y en nuestra patria podrían citarse muchos casos, algunos bien recientes (juventudes carlistas, juventudes conservadoras, jóvenes de la Unión Patriótica, etc) de como una auténtica juventud biológica florecía en gentes que sostenía criterios que trascendían a moho de vetustez”. No es esta ocasión de criticar el juicio que este párrafo contiene sobre el comunismo. En el hombre de ciencia y de cátedra, de espíritu liberal y humanista, que concede sin reservas al partido socialista de su patria, con un certificado de salud, un testimonio de simpatía y confianza, y que predica como un ideal de su tiempo la eugenesia. La palabra comunismo puede suscitar supersticiosas aprensiones, aunque la práctica del único estado comunista del mundo -la URSS- le enseñe que no existe entre los dos términos más conflicto que el originado por el cisma entre reformistas y revolucionarios y por la necesidad de distinguir estos dos campos con dos rótulos diversos. Lo que viene a cuento subrayar es la negación de que la juventud emplee natural y espontáneamente su energía y su entusiasmo en una empresa revolucionaria.
La dictadura no ha sido apta ni aún para crearse un influyente equipo intelectual. El estado de espíritu de una buena parte de los intelectuales, como lo atestigua la conducta de “La Gaceta Literaria” y de don José Ortega y Gasset, le habría permitido asegurarse cierto activo consenso de la literatura y la cátedra, con solo esquivar conflictos demasiado estridentes con ciertos fueros de la inteligencia. Pero Primo de Rivera no ha tenido esta habilidad elemental. La insolvencia espiritual e ideológica de su régimen lo ha condenado a gestos de agravio y desacato contra toda institución liberal. Su actitud contra los estudiantes en 1926 le acarreó, entre otras, la renuncia del propio Ortega y Gasset.
La presencia de los más autorizados maestros en las filas de la oposición, ha ejercido igualmente un fuerte influjo anti-dictatorial. La juventud española ha seguido, sin duda, las lecciones políticas de Marañón, Jimenez de Asúa, Besteiro, etc. más atentamente que sus lecciones científicas. Hay épocas en que la preocupación política está por encima de todas las otras preocupaciones, por una exigencia que Marañón llamaría tal vez biológica.
¿A dónde va España? Se preguntan vigilantes críticos de la situación española. Si la huelga universitaria sirve para acelerar la descomposición de la dictadura, y con ella la de la monarquía, la generación estudiantil de 1930, en lucha con Primo de Rivera, entrará a los veinte años en la historia. Debut precoz que no significará ciertamente la inauguración de una política ni de un régimen de la “nueva generación”, como con facilidad latino-americana se ambicionaría en algún claustro de nuestro continente en parecidas circunstancias, sino el impulso desinteresado, instintivo de los jóvenes en una vasta, larga y difícil batalla.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Víctor Valdivia D., 28/1/1930

Puno, 28 de enero de 1930
A José Carlos Mariátegui:
Lima
Respetado compañero:
Llegué sin novedad a esta orilla, donde posiblemente permaneceré unos días más.
Me conmovió una sorpresa: se encuentra enfermo nuestro querido Gamaliel. Guarda cama desde hace mas de 15 días. ya está en convalecencia y dentro de breve se trasladará a Arequipa, que es clima mejor. Además allí se encuentra su mamá.
Creo que esto ofrecerá buena oportunidad para satisfacer ampliamente sus deseos de entrevistarse con Churata. El ha leído sus carta y agradece el obsequio. Le transmito el saludo de Palacios y demás compañeros que rodeamos a Gamaliel Churata.
En Arequipa busqué a Armando Rivera y no lo encontré. Me dijeron que estaba en Mollendo para volverse dentro de 15 días. Le encargué a la señora de Rivera que le enviase la carta cuidadosamente.
después de dos días de permanencia en Arequipa salí con rumbo a Puno.
Ojalá pueda serle factible su venida por esta región. En todo caso me comunicará Ud. lo que decida.
El entusiasmo y avidez de los muchachos de aquí, por verle, es notable. En lo que atañe a mi piense Ud., que se intensifica más mi adhesión y amistad hacia Ud. Pero debo esforzarme por ser más digno de pertenecer al grupo que alienta la gran causa socialista.
Próximamente le escribiré. Salude Ud. a los compañeros.
Muy suyo, con el corazón.
V. Valdivia D.

Valdivia, Víctor

Carta de José Malanca, 27/1/1930

Villa Rica, 27 de enero de 1930
Caro José Carlos:
Muy poco le escribiré en ésta —sólo sacar unas líneas como para que no me crea muerto... a pesar de no haber andado muy lejos.
Blanquita le contaría ya mucho.
Lo importante es que me hice muy amigo de Seoane y a la vez nos entendimos a maravilla. Estoy seguro que en él está muriendo el A.P.R.A. y hasta se alegra que suceda así. Él será su gran amigo en B. Aires, me lo ha dicho y yo lo espero con toda mi fe.
Es un muchacho que vale mucho. Estoy alegre al descubrir otro Seoane. Bien pues.
Tal vez usted no me encuentre en Chile. Estoy pobre y debo escaparme en cuanto antes... porque sino peligra mi camino. No expondré —encontré un ambiente que no me gusta... ¡hay Chile. ¡como abundan los “floripondios”.
Blanca, Alicia y Rebeca las hemos tenido un poco asustadas. También fuera. Como se vinieron.
Yo me vine al sur con un poco de desesperación por mi salud que la sentí flaquear de una manera alarmante. Muy flaco —sin apetito y con fuertes fiebres nocturnas. Creo que fue paludismo o algo peor.
Ahora le escribo feliz, repuesto y alegre como antes.
Las fotos las arruinó un aprendiz de los malos. Le mandaré en cuanto llegue a la ciudad las copias de las que salieron malas de las inútiles.
Aquí hay un paisaje “Bonito”; pinto poco... hay que tener alma de novio o espíritu de pescecane para comprenderlo. Suiza y este sur... es contradicción del maravilloso altiplano. Mandé las cartas en cuanto llegué. Salude a su señora cordialmente. A los niños muchas caricias. A usted un abrazo, pero fuerte de su camarada que lo admira grandemente. Hasta siempre.
Malanca

Malanca, José

Carta de Blanca Luz Brum, 26/1/1930

Santiago 26 de enero de 1930
José Carlos:
Necesito que éste paso mío no sea un error, porque ha sido una necesidad. Tengo ratos cobardes, pero sobre todo, siento rencores sordos - ésto ya desde allá - si la inoportunidad de las circunstancias que me hicieron salir, cuando precisamente acababa de encontrar acogida, verdad, orientación a lado de ustedes y estaba tan valiente con sus amistad.
Cuénteme. Esto un poco desalentada porque el ambiente es mediocre y además la realidad es más grande que yo.
Edwards Bello, muy galante nos ha proporcionado pasajes para que con Petrovik y su señora visitemos el Sur, pero esperamos a Magda que llegará pronto; pensamos dar algunos recitales. Esto me sentará también, porque he quedado muy débil después de una congestión pulmonar que tuve.
Silva Castro también me atendió muy bien y me pidió colaboraciones para "Atenea" que ya las dí, lo mismo que para "Revista de Educación" donde Tomás Lago y sus amigos se preocupan mucho por mí y tratan de buscarme algún puesto en una sección que se va a crear, pero hasta entonces pasará mucho y creo que tendré que dedicarme a solicitar avisos para "Letras" y "Revista de Educación". Estoy asustada.
Prendez Saldias y su amigo Alberto Romero, me buscaban y me dedicaron sus libros.
A Julia García y Sara Hubner, aún no he visto.
Completamente en familia, los primeros días entre mates y grandes charlas, Malanca, Seoane y Petrovick, [no se puede leer] a formar la casita.
Ahora Malanca se ha ido unos dos meses al Sur y anteriormente Seoane a Cartagena. Todos piensan reunirse para esperarlo a usted. Yo estoy ansiosa para entonces.
He escrito poco por esta desorientación de nulidad que tengo y cierta nostalgia que me enmudece, pero lo envío para "Amauta". Xavier tiene lo último que escribí allá que está mejor y que ojalá se publiquen.
Alicia lo saluda cariñosamente lo mismo que Rebeca y yo el más fuerte.
Blanca
Mi dirección: Gálvez 368.

Blanca Luz Brum

Carta a Ernesto Reyna, 26/1/1930

Lima, 26 de enero de 1929
Estimado compañero Ernesto Reyna"
No he recibido hasta hoy la carta que Ud. avisa a la administración haberme escrito. Esto es una advertencia para no usar en adelante, por prudencia, la dirección empleado. Si Ud. conserva copia de la carta, puede adjuntármela a las líneas de respuesta que confié al comp. Luna. ex-secretario de la Federación de Chauffers, portador de la presente.
No sé si tenga Ud. noticia exacta de la movilización policial de fines o mediados de noviembre. Del 18 al 20 estuve secuestrado en mi casa con todos los míos. Hubo numerosas presiones , especialmente de judíos de diversas nacionalidades: rumanos, polacos, etc. También provincias hubo algunas detenciones. Amauta como Ud. habrá visto, se ha continuado publicando, aunque debimos retardar la aparición del Nº 27 alejándolo un poco del instante neurálgico.
Su trabajo sobre el amauta Atusparia termina de publicarse en este Nº la revista. Aparecerá enseguida como folleto con una portada de Sabogal y las palabras de presentación que Ud. me ha pedido. Ha gustado mucho entre nuestros amigos.
Estoy haciendo una cura de playa en la Herradura, donde paso las tardes. Esto me quita mucho tiempo, pero no tengo más remedio para evitarme una crisis en mi salud, bastante debilitada en las últimas semanas. No tengo casi momentos disponibles para mi correspondencia.
¿Acepta Ud. que aparezca su firma entre las que irán al pie del documento que Ud. conoce?
No tengo noticias de Huaráz, después de las que personalmente me trajo Federico Sal y Rosas, en viaje a La Paz, donde sé que se ha incorporado al grupo que allí trabaja y que publica una hoja eventual: Meridiano. Manténgase Ud. en comunicación con los amigos de Huaráz, alentándolos a no desmayar. Hay que prestar toda la atención posible a tres cosas: la preparación teórica socialista de nuestros grupos; el estudio directo de nuestros problemas, conforme al método marxista la vinculación, la vinculación con las masas. Para lo primero, se ha carecido generalmente de bibliografía española. Pero ahora una nueva e importante editorial de París, "Europa-América", se propone resolver este problema, publicando una serie de obras fundamentales que recomiendo vivamente a los compañeros.
En espera de sus noticias, con recuerdos afectuosos de los compañeros, le estrecha cordialmente la mano a su amigo y camarada.

José Carlos Mariátegui La Chira

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