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Fondo José Carlos Mariátegui Salud
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Certificado Médico, 1927/6/11

Certificado Médico
Los suscritos certifican:
Que han prestado y prestan sus servicios profesionales al señor José Carlos Mariátegui en su domicilio y en el Hospital de San Bartolomé. Que dicho señor padece de una tuberculosis articular y que su condición actual requiere la continuación escrupulosa y puntual del tratamiento fisioterápico y reconstituyente que ha sido iniciado y llevado a cabo en su domicilio, en donde cuenta con los elementos necesarios a su curación.
Y que en el Hospital de San Bartolomé, no existen los medios de tratamiento que el enfermo requiere.
A petición del interesado expedimos el presente certificado para los fines que él tenga por conveniente.
Lima, junio 11 de 1927
Carlos E. Roe y Eduardo J. Goicochea

Roe, Carlos

Dedicatoria a Eduardo Goycochea, 7/11/1928

Dedicatoria en los Siete Ensayos:
"Al Dr. Eduardo Goycochea, que con generoso espíritu me asiste en mi combate y que fraternamente estuvo a un lado en horas difíciles, homenaje de gratitud y de afecto"
José Carlos Mariátegui
Lima 7 de noviembre de 1928

José Carlos Mariátegui La Chira

José Carlos Mariátegui acompañado por familiares y amigos

José Carlos Mariátegui en el bosque Matamula, acompañado de familiares y de amigos.
De izquierda a derecha: José Malanca, Noemí Milstein, José Carlos Mariátegui, Miguel Adler, Amalia La Chira, Carmela Andreu, prima de Amalia Cavero.
Niños de izquierda a derecha: José Carlos (hijo), Amalia Cavero (hija de Guillermina), Sandro Mariátegui y Sigfrido Mariátegui.

Malanca, José

En la playa de la Herradura con toda la familia

En la playa de la Herradura, Chorrillos junto con toda su familia.
De izquierda a derecha: Anna Chiappe, Javier Mariátegui Chiappe, José Carlos Mariátegui Chiappe, Sandro Mariátegui Chiappe, Cecilia de Vitali, Sigfrido Mariátegui Chiappe y Trinidad Millares.

Florez, Ricardo E.

José Carlos Mariátegui en la playa La Herradura

José Carlos Mariátegui junto a Anna Chiappe y amigos bañándose en la playa La Herradura, Chorrillos.
De izquierda a derecha: Manuel Hilario Pozo, José Carlos Mariátegui, Anna Chiappe, Trinidad Millares y su hijo Sandro Mariátegui.

Florez, Ricardo E.

Guardia de honor en el velatorio de José Carlos Mariátegui

Guardia de honor en la velada de José Carlos Mariátegui en su casa de Washington Izquierda, Lima. Al fondo, el estandarte del Sindicato Textil de Vitarte. En primer plano a la izquierda, Miguel Adler; a la derecha, Julio César Mariátegui. Figuran además tres personas designadas por la Asociación Nacional de Periodistas: Antonio Alva, Mario Mendizábal y José Amador Añazgo.

Variedades

Carta de Pedro López Aliaga, 5/5/1924

[Lima] 5 de mayo de 1924
Señor Don José Carlos Mariátegui
Pte
Mi querido amigo:
Siento mucho estar yo enfermo y operado desde el sábado, motivo por el cual no he ido personalmente a enterarme de su salud.
Ahora me tomo la libertad de darle un consejo: hágase llevar a la clínica del Dr. Pasquel en Magdalena del Mar. Allí hay buena asistencia y magnífico aire. Se paga cada diez días y sino le es a Ud posible cumplir con exactitud dígalo con franqueza y le darán facilidades; además, yo lo garantizaré en lo poco que valgo. -- Esto me parece lo más cuerdo y creo que si Ud. acepta puede decírmelo inmediatamente para decirle al Dr. Pasquel que lo vea a Ud. y que resuelva el punto; si su criterio médico así lo estima. No sé si Anita podría acompañarlo en la clínica, eso dependerá si aceptan niños, además, o si tiene Ud. con quien dejarlos en Lima, con su señora madre por ejemplo.
Deseándole un pronto y completo restablecimiento se despide de Ud. hasta pronto su aftmo amigo.
Pedro López Aliaga

López Aliaga, Pedro

Carta de Adolfo Pérez G., 16/5/1924

Lima, 16 de mayo de 1924
Compañero
José Carlos Mariátegui
Salud
Querido camarada:
Esta entidad en asamblea realizada el 15 del pte, acordó a solicitud del compañero Eduardo Cólfer enviar a Ud. una comisión compuesta por los federados Benito Zavala y Eduardo Cólfer, que serán los portavoces de nuestro sentir, en estos momentos que es Ud. víctima de una crítica enfermedad, y de lo que enviamos nuestra voz de aliento varonil, para que luche contra el mal que adolece.
Deseamos su pronta mejoría, y reciba Ud. el saludo fraternal, de este grupo de camaradas pertenecientes a una entidad de lucha sindical.
Por la Redención del proletariado mundial
Adolfo Pérez G.
Secretario General

Pérez G. Adolfo

Carta de Isolina Soto (Sor Folie), 5/6/1924

5 de junio de 1924
Señor J. C. Mariátegui
A quienes velan a su lado, a Ud., a los médicos, o a la vida, me provoca darles gracias por la alegría que siento al saber que se halla U. mejor. Lo aprecio de una manera única y se ha salvado U. y he allí la razón de mi contento.
He conjurado a esas flores para que acaben de llevarle salud. Permítame que se las ofrezca. ¡Con tanto gusto y con tantos votos se las envío!. Le ruego que no se llame a agradecimiento. Le restaría U. regocijo a la libertad que me he tomado, y me parecería que la interpretaba U. como un simple cumplimiento al que se corresponde con otro igual.
Señor Mariátegui; quisiera recibir como muy gratas, órdenes de los suyos, especialmente de su esposa, y besar algún día la frente de sus niños.
Sor Folie

Isolina Soto

Carta de Carlos V. Chávez Sánchez y Américo Pérez Treviño, 15/7/1924

Piura, 15 de julio de 1924
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Estimado colega y amigo:
Los que tenemos la misión de escribir para el público, debiéramos hacer siempre nuestras las alegrías y los dolores de todos y cada uno. Pasó felizmente el tiempo en que el recelo producía un ambiente morboso, en que unos y otros nos mirábamos más como enemigos que como hermanos del más santo de los apostolados, porque las ideas por opuestas que sean, producen al cabo la claridad perseguida, y aunque no faltan todavía quienes usen a la moda antigua y retrógrada las plumas de ganso, felizmente son hoy los menos. Al fin la buena semilla, sembrada por corazones firmes, fructifica ensanchando el campo del buen cultivo, y arrincona poco a poco la maleza. Por eso miramos sus sufrimientos como propios, y a 400 millas de distancia, alargamos nuestros brazos al compañero que, más que consuelo material, ha de ver en nuestro esfuerzo el deseo de comunidad espiritual, hondísimamente sentida.
Quiera Ud, amigo y compañero nuestro, ver en el pequeño óbolo que le enviamos, estos sentimientos muy sinceros de sus cofrades de Piura.
p. la Comisión organizadora
Carlos V. Chávez Sánchez y Pérez Treviño
Inc./ ch. N° 28755. c/B.P.L., Lp. 26.6.94
liq. “ 26.9.65

Chávez Sánchez, Carlos V.

Carta de Antenor Orrego, 16/7/1924

Trujillo, 16 de julio de 1924
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Mi buen amigo:

Apenas tengo tiempo de ponerle algunas palabras. He seguido con harta pena el proceso de su enfermedad y espero que se encuentre U. ya bien.
Le incluyo un cheque por veinticinco libras, cantidad conque los hermanos de Trujillo quieren ayudarlo en estos días dolorosos. Lamentamos que nuestra pobreza no nos permita hacerlo con mayor eficacia.
El portador de esta carta es nuestro amigo Manuel Vásquez, quien lleva los saludos de la hermandad trujillana. Dispense la brevedad de esta carta y reciba un cordial abrazo de su atto.

Antenor Orrego

Orrego, Antenor

Carta a Ricardo Vegas Garcia, 22/7/1924

Miraflores, 22 de julio de 1924
Querido Vegas García:
Su carta y los recortes me aportaron mucha satisfacción. La solidaridad de amigos y compañeros alivia inmensamente mi desventura. Mi convalecencia tiene un proceso lento. Los médicos me dicen que no puede ser rápida. Distraigo mi tiempo leyendo. No puedo escribir aún, pero lo intentaré pronto. He leído el libro de Romain Rolland sobre Mahatma Gandhi y me ha sugerido muchas cosas contrarias a la idea que lo inspira y gobierna.
Espero su visita. El viaje a Miraflores no es tan largo como Ud. piensa.
Lo abraza su amigo y compañero
José Carlos
Muchas gracias por las revistas y por todo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Hipolito Salazar, 10/8/1924

Lima, 10 de agosto de 1924
La Federación I.O.R. Peruana, acordó, en asamblea general, el pasar una nota de atención al Distinguido leader periodista, y amigo del Pueblo, al compañero José Carlos Mariátegui: La F.I.O.R.P. se felicita por la restauración de su salud, la F. en ningún momento, se olvidó de su Maestro; esperamos tener muchas noticias favorables de su salud.
Sin otro soy de vos.
Por la F.I.O.R. Peruana
Hipólito Salazar
Secretario General

Salazar, Hipólito

Carta a Victoria Ferrer, 22/8/1924

Miraflores, 22 de agosto de 1924
Victoria:
He recibido tu carta del 11 del presente que me informa de la enfermedad de Gloria. Mucho lo lamento y más todavía el no poder atenderla mejor. No estoy bien aún. Mi convalecencia es lenta y los gastos que mi enfermedad me ha causado y sigue causando innumerables y cuantiosos. Te remito tres libras para lo que requiera el cuidado de Gloria. Si te parece, si crees que Gloria se acostumbraría sin dificultad, puedes mandármela. El clima de Miraflores le haría bien y aquí la vería un especialista. Creo que debes darle Emulsión Scott o Iricalcina.
Caricias a la chica y saludos a ti y a los tuyos
José Carlos
P.D.-A mediados de julio te envié tres y no dos libras. No sé cómo recibiste sólo dos. En mayo, de la clínica, te remití con Beatriz cuatro. Te envío hoy las tres libras en el adjunto cheque No. 398632 para el Banco del Perú y Londres.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 9/9/1924

Miraflores, 9 de setiembre de 1924
Querido Vegas:
Creo que con la partida de Oliverio Girondo se ha acabado la posibilidad de que venga Ud. a verme. En todo caso, está en sus manos la refutación de esta creencia mía. Me han sacado ya la esquirla que detenía mi convalecencia, de suerte que ésta progresará ahora rápidamente. Reanudaré, por consiguiente, mi trabajo. Tendrá Ud. mi colaboración a partir de la próxima semana. Convendría que nos concertáramos antes sobre varios temas a fin de que Ud. pueda organizar anticipadamente su ilustración gráfica. Estableceríamos así el orden en que me ocuparé de Gandhi, Herriot, Romain Rolland, Turati, Amendola, Farinacci (leader del fascismo ultraísta), Vasconcelos, Bertrand Russell, Pirandello, Rykov, Spengler y otros individuos de cuyos nombres no quiero acordarme. ¿Qué le parecería un artículo sobre el proceso Matteotti? Estoy muy documentado al respecto por la prensa italiana de todos los matices (A propósito. Sobre el fascismo Ramiro de Maeztu ha escrito una serie de mentiras y estupideces que me tienen agitado). Venga Ud., pues, cuanto antes, a cualquier hora del día o de la noche.
Lo abraza muy cordialmente
José Carlos
P.S.-He leído ya el libro de divagaciones de Pío Baroja. ¿Me dejó el suyo Oliverio Girondo? ¿Puede Ud. conseguirme los ensayos indostánicos de Vasconcelos? Le ruego saludar a mi nombre a Percy Gibson (si lo ve Ud.). Espero que convenga Ud. conmigo que Ramiro de Maeztu está bastante imbécil.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 30/5/1925

Miraflores, 30 de mayo de 1925
Querido Vegas García:
El lunes abandonaremos Miraflores. Volveremos a Lima. Vamos a Washington, izquierda, Nº 544. Pasaré luego a Chosica por unos días para terminar una cura helioterápica del muñón, interrumpida por la precocidad de este invierno. Espero poder conversar con Ud. antes.
Escribiré la semana próxima sobre la cuestión de las deudas inter-aliadas, tema de la más marcada actualidad. Los agonistas principales de esta escena son Kellog, que se muestra hostil como Hughes a la tesis de la condonación, Keynes que la preconiza aunque atenuada o rectificada ahora, Nitti que la ha sustentado en todos sus libros, Clemenceau que invitó a Inglaterra a discutir el problema formulando los puntos de vista del gobierno francés, Caillaux ministro de finanzas francés y actor portante del drama, Winston Churchill y Austin Chamberlain que representan el criterio gubernamental de Inglaterra, etc., etc.
No se olvide de su promesa de prestarme el libro de Valcárcel.
Afectuosamente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 8/6/1925

Lima, 8 de junio de 1925
Querido Vegas García:
Escribiré sobre Checo-eslovaquia. Las fotos necesarias son, en primer término, las de Sebastián Benes y el Presidente Masaryk.
El miércoles o el jueves, probablemente, me trasladaré a Chosica. Tendré mucho gusto si ahí podemos vernos los domingos, siempre que no nos toque oír una poesía más o menos irisada o mirífica de Fiansón.
La próxima semana escribiré sobre George Grosz. Como Ud. sabe, yo tengo varios de sus más célebres dibujos.
Muy cordialmente lo saluda su amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 16/6/1925

Lima, 16 de junio de 1925
Querido Vegas:
Si no mañana, seguramente pasado mañana parto para Chosica. Iré a la casa de reposo de Pesce.
Mi artículo de esta semana será sobre George Grosz. Le adjunto los gráficos. Para que la reproducción no sea monótona, convendría que unos saliesen pequeños, otros grandes.
Para las semanas próximas, a menos que la actualidad no nos proponga algún tema especial, me parece que el programa podría ser el siguiente: I Panait Istrati.— II El sionismo y el movimiento intelectual judío.–– III El anti-semitismo (sus meneurs son los agitadores nacionalistas de L’Action Française, los racistas alemanes, etc.).
Dígale a Garland que le escribí a Leuro dándole mi dirección en Lima. Y que me marcho por unos días a Chosica.
Afectuosamente lo saluda su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Anna Chiappe de Mariátegui, 19/6/1925

Chosica, Quinta Pesce, 19 de junio de 1925
Carissima,
Come forse ti avrá giá detto Antonio il viaggio fu buono. La prima impresione della casa é anche buona. Ci sono anche bambini. Una bimba un pó piú grande del nostro gordito s’é fatta subito mia amica. Il clima é straordinario. Immediatamente si sente il cambio. Oggi comincieró i bagni di sole. Non trascurare la tua salute, te prego. Prende molto late e mangia bene.
Domani, cuando riscuoterai a Mundial e Variedades, vuota la casella postale. Cuando verrai mi porterai i giornali e riviste. Se arrivano i libri farai come t’ho detto.
Compra una spugna di gomma che mi ci vuole. Credo che ci sono da Colville. Compra anche le pile per il campanello.
Bacci a Sandrino e Sigfredo. E per te tutti i pensieri del tuo
José Carlos
Saluti di mama chi ricorda molto tutto il giorno ai bambini

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ana Chiappe de Mariátegui, 6/7/1925

Chosica, 6 de julio de 1925
Anita mia,
ho passato la domenica in buona compagnia, ma siccome non c’eri te, siccome non c’erano i bimbi m’a sembrato di essere un pó solo. Posada mi consegno la tua lettera. Giulio mi disse che te trovavi bene.
Attendo questo giovedi, che mi sembra un po lontano quantunque sia cosi vicino. Per sentirmi non tanto solo fino giovedi ti scrivo queste righe. Cosi mi pare di essere un po con te. Mi pare che dialoghiamo, che te sono vicino e che anche tu almeno in pensiero sei presso di me.
Sceglie un regalo per il piccino. E baccialo per me finche un pó piu tardi lo bacci io stesso il suo giorno. Non esere avara con lui. Non essere stirchia.
Te curi? Spero di vederti meno magra. Altrimenti, lo sai, non ti permettero di lavorare.
Se puoi, portami un livro che si trova tra i livri grossi: un livro grigio che si titola “Ideas para una nueva concepción biológica del mundo”. Portami anche un pó di buste. E niente altro.
Non mancare, non mancarmi il giovedi. E la festa di Sigfrido; é anche una festa nostra. Piú loro crescono, piú loro fioriscono, piú sento che i giorni della nascita di Sandro e Sigfrido sono stati due giorni di festa della mia vita. M’hanno fatto amare in te, doppo della sposa, la madre, la donna feconda, sorgente di vita, di bellezza e di grazia divina.
Ti baccia con amore il tuo.
José

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Artemia G de Falcón, 31/7/1925

Su casa, Washington 544,
31 de julio de 1925

Señora Artemia G. de Falcón
Ciudad.

Señora de todo mi respeto:
De vuelta de Chosica, a donde fui en busca de salud, me complazco en anunciarle nuevamente que tiene Ud. su casa en Washington Nº 544.
Me parece que Humberto se ha enojado con nosotros por un incidente mínimo del día de la mudanza. Yo creo que la cosa no era para tanto. Pero estimo demasiado la amistad de César y los suyos para no apresurarme a ofrecer a Ud. las excusas que Ud. crea de mi debe.
Anita me encarga expresar a Ud. y a su señoritas hijas sus muy cordiales sentimientos. Sandro y Sigfrido le mandan muchos besos a Artemita.
Y yo me despido de Ud. con las respetuosas consideraciones de siempre. Su muy devoto y atento servidor.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

El progreso nacional y el capital humano

I
Los que, arbitraria y simplisticamente, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que, en la historia, el hombre es anterior al dinero. Su concepción pretende ser norteamericana y positivista. Pero, precisamente, de nada acusa una ignorancia más total que del caso yanqui.
El gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se encuentran íntegramente en su material biológico. Nos enseña, además, que en este material el número ha sido menos importante que la calidad. La levadura de los Estados Unidos han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico de estos hombres desciende el misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la industria y de la finanza norte-americana. El fenómeno norteamericano aparece, en su origen, no solo cuantitativo sino, también, cualitativo.
Pero este es otro tema. No me interesa, por el momento, para otra cosa que para denunciar el punto de partida falso, irreal, del materialismo, al mismo tiempo grosero y utopista, de quienes parecen imaginarse que el dinero ha inventado a la civilización, incapaces de comprender que es la civilización la que ha inventado al dinero. Y que la crisis y la decadencia contemporáneas empezaron justamente, cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento.
El error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del factor biológico, del factor humano sobre todos los otros factores, si no artificiales, secundarios. Este es, por lo demás, un defecto común a todos los nacionalismos cuando no traducen o representan sino un interés oligárquico y conservador. Estos nacionalismos, de tipo o trama fascista, conciben la Nación como una realidad abstracta que suponen superior y distinta a la realidad concreta y viviente de sus ciudadanos. Y, por consiguiente, están siempre dispuestos a sacrificar al mito del hombre.
En el Perú hemos tenido un nacionalismo mucho menos intelectual, mucho más rudimentario e instintivo que los nacionalismos occidentales que así definen la Nación. Pero su praxis, si no su teoría, ha sido naturalmente la misma. La política peruana -burguesa en la costa, feudal en la Sierra- se ha caracterizado por su desconocimiento de valor del capital humano. Su rectificación, en este plano como en todos los demás, se inicia con la asimilación de una nueva ideología. La nueva generación siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana, que en sus cuatro quintas partes, es indígena y campesina.
II
Uno de los aspectos sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social. En el haber de nuestra escasa bibliografía, tenemos que anotar, sobre este tema, un libro interesante. Se titula “Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Sus autores son dos médicos inteligentes y trabajadores, ambos funcionarios de sanidad, los doctores Sebastián Lorente y Raúl Flores Córdova. Este libro, en más de seiscientas páginas, densas de datos y de cifras, estudia documentadamente la realidad médico-social del Perú.
Los autores se muestran por supuesto, optimistas en su esfuerzo y en su esperanza. Pero el método positivo no consiente, en la investigación, engañosas ilusiones. La verdad de nuestra situación sanitaria emerge del libro precisa y categórica. Los índices de la mortalidad y de la morbilidad son en el Perú excesivos. El capital humano se mantiene casi estacionario. En la costa, el paludismo y la tuberculosis; en la sierra, el tifus y la viruela; en la selva, todos los morbos del trópico y el pantano, minan la población exigua de la república. No se tiene una cifra exacta de la población. Pero la cifra, comúnmente aceptada, de cinco millones, basta para constatar la debilidad y la lentitud de nuestro crecimiento demográfico. La mortalidad infantil es uno de los más terribles y trágicos frenos. En Lima y en el Callao mueren antes de llegar a un año de edad la cuarta parte de los niños. En los pueblecitos rurales de la costa el índice de la mortalidad infantil es mayor aún. Tengo a la vista la estadística demográfica del distrito de Pativilca del primer semestre del año en curso que acusa una mortalidad superior a la natalidad.
En el prefacio de su libro, los doctores Lorente y Flores Córdova escriben que ‘‘el panorama médico-social nos presenta en toda su magnitud y en toda su gravedad nuestro problema sanitario”. Su estudio no exagera, en ningún caso, la realidad; tal vez, en alguno, la atenúa. Lo que ensombrece el espíritu cuando se lee este volumen, -que ojalá arribara a las manos de todos los que tan fácilmente se equivocan respecto a la jerarquía o la gradación de los problemas nacionales- no es el juicio, moderado siempre, de los autores, sino el dato desnudo, la observación objetiva, la constatación anastigmática.
III
No me toca ocuparme del mérito teórico, del valor científico de estos ‘‘Estudios sobre Geografía Médica y Patología del Perú”. Su estimación pertenece, exclusivamente, a los profesionales, a los competentes. Pero, sin invadir campos de crítica ajenos, quiero señalar su utilidad y su importancia como documento actual y autorizado de la “realidad profunda” del Perú. Me parece evidente, por otra parte, que los doctores Lorente y Flores Córdova, han hecho un trabajo de sistemación y de compilación singularmente meritoria en un medio como el nuestro donde los hombres de estudio difícilmente intentan especulaciones de esta magnitud.
El libro de los doctores Lorente y Flores Córdova no está destinado únicamente al ámbito profesional. Interesa a todos los estudios. Su lectura es un viaje por un Perú menos pintoresco, pero más real del que otros libros nos describen o nos disfrazan.
IV
Los doctores Lorente y Flores Córdova no se contentan en su libro con acopiar, confrontar y clasificar datos preciosos. Solicitan, formal y premiosamente, una mayor atención para el tema del capital humano. ‘‘El problema que requiere en el Perú, más urgentemente, una solución orgánica y eficaz -escriben- es el problema sanitario, no solo porque cada día prevalece y se arraiga más en la conciencia de la época el concepto de que la defensa de la salud pública es un deber primordial de todo Estado moderno, sino, sobre todo, porque ningún otro concepto corresponde con mayor exactitud a apremiantes y evidentes exigencias de la realidad peruana”.
Esto es cierto, pero incompleto. El problema sanitario no puede ser considerado aisladamente. Se enlaza y se confunde con otros hondos problemas peruanos del dominio del sociólogo y del político. Los males, los morbos, de la sierra y de la costa, se alimentan principalmente de miseria y de ignorancia. El problema, a poco que se le penetre, se transforma en un problema económico, social y político. Pero a los distinguidos higienistas, autores de la “Geografía Médica del Perú”, no les tocaba este análisis. Su diagnóstico del mal tenía que ser solamente médico.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Tarjeta de Luis E. Valcárcel, 28/10/1926

Cuzco, 28 de octubre de 1926
Querido amigo José Carlos:
Cuánto he lamentado que siga sufriendo quebrantos de salud. Ojalá que ya se sienta mejor. Hablando con el amigo Casiano Rado, veía lo provechoso que sería para Ud. una estada en estos paradisíacos vallecitos próximos al Cuzco. En Yucay, por ejemplo, donde el clima y la belleza del campo tanto bien le harían a Ud. Piénselo, querido compañero. Aquí sus amigos le facilitaríamos todo. Ahora hay la ventaja de comunicaciones rápidas y cómodas por automóvil y ferrocarril. Avíseme su resolución.
El magnífico éxito de Amauta debe reconfortar a Ud. Comienza a ser debidamente apreciada su obra.
El compañero Luis Alberto Sánchez va a escribir unas apostillas finales para Tempestad en los Andes. Cuánto le agradecería facilite a Sánchez la lectura de lo que está imprimiéndose o los originales que no estén en cajas. Sánchez lo buscará a Ud.
Muy agradecido le estoy, por la buena acogida que ha dispensado al libro.
Reciba un fuerte y cordial abrazo de su camarada.
Luis E. Valcárcel
"Amauta" tiene una gran aceptación aquí.

Valcárcel, Luis E.

Carta de César Falcón, 5/11/1926

26, Bellevue Road,
West Ealing,
London, W.13.
5 de noviembre de 1926
Querido José Carlos:
Acabo de recibir tu carta del diez de octubre y, como ves, la contesto enseguida. No tenía la menor noticia de tu enfermedad. Yo te creía completamente libre de las contrariedades de la cirugía y no puedes imaginarte con cuanto dolor y con cuánta desesperación me he enterado de tus padecimientos. Aunque sean insignificantes, comparados con el percance anterior, a mí me afligen mucho, y más todavía, porque no estoy junto a ti.
Pero ya tengo formado un propósito indeclinable. Voy a poner en pie Historia Nueva e inmediatamente, el año próximo, iré al Perú. No sé si es defecto de crítica o mi propia desesperación, pero todas nuestras cosas - tu salud, nuestras ideas, el plan para realizarlas- me parecen muy mal organizadas ahí. Quiero ir para contribuir a ponerlas un poco [en] orden. Sobre todo. para poner un poco en orden tu salud. Yo también creo en la inconveniencia del clima de Lima. Desde aquí, sin embargo, no puedo hacer nada. Si mis esfuerzos logran una mediana eficacia, el próximo agosto estaré contigo.
La organización de Historia Nueva me exige un trabajo desaforado y desesperante. Mi empeño de construir un grupo de redactores y colaboradores -en realidad, un grupo político- en cada país va realizándose, mas con la lentitud inevitable por la distancia. Ahora estoy esperando las respuestas de las personas a quienes hemos nombrado redactores. Ya le he escrito, por indicación de Gustavo Navarro, un boliviano disfrazado con el extravagante nombre de Tristán Maroff- a Gustavo Otero y en el Ecuador al doctor Jaramillo. Entretanto, estamos enviando circulares de propaganda a los diarios. Esto es muy lento, porque se trata de abastecer a cerca de dos mil periódicos.
Espero terminar la organización en estos dos últimos meses del año y poner manos al periódico en los primeros del próximo. Una vez hecho el periódico, dos meses me bastarán para establecer una rutina transitoria y marchar al Perú.
Te mandaré, como te lo he dicho ya, constantes artículos para Amauta. El desarrollo de Amauta me interesa mucho, porque, aparte su utilidad en el Perú, él e Historia Nueva pueden ser la base de un proyecto de Federación de nuestros periódicos cuyo desarrollo verás en el plan general de H.N.
Dentro de unos días te enviaré el ensayo sobre el indigenismo. Lo estoy escribiendo sin preocuparme de su extensión, pero tú puedes publicarlo en uno o más números, como te parezca.
Otra de mis desesperaciones es la informalidad de ese maldito Caro-Raggio de Madrid. Todavía no he logrado arrancarle los origina­les de mi novela. Escribo cartas y cartas y no logro nada. Pero si dentro pocos días no me los devuelve, le encargaré la gestión a un amigo abogado.
Mis trabajos ahora son verdaderamente abrumadores, no tanto por cuanto hago, sino por cuanto no puedo hacer. Debo escribir una enormidad de artículos al mes y esto me quita tiempo y humor para otras cosas. Mi mujer también trabaja sin descanso y me ayuda mucho. El único ser holgazán, despreocupado y feliz es mi hijo.
Mis mejores recuerdos para Anita y tus hijos. lo mismo de mi mujer y el ciudadano Mayo.
Te abraza fraternalmente
César
Mi mujer me encarga ofrecerte en su nombre un cuadro suyo para tu despacho. Tan pronto termine te lo enviaremos.

Falcón, César

Carta a Victoria Ferrer, 15/11/1926

Lima, 15 de noviembre de 1926
Victoria:
He sentido mucho tu enfermedad lo mismo que el no poder enviar con más oportunidad la mesada de Gloria. Yo no estoy aún bien y mi enfermedad, que no me permite atender como antes mi trabajo, me tiene atrasado en mis pagos.
Espero que mi salud y que mis asuntos se regularicen para poder ser más puntual.
Besos a Gloria y saludos a los tuyos. Y tú recibe un afectuoso recuerdo
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Miguel Ángel Urquieta, 20/11/1926

Lima, 20 de noviembre de 1926
Querido compañero:
Contesto rápidamente su carta. No le he escrito antes por haber sufrido el mes último una nueva crisis en mi salud. He estado impedido de trabajar en el momento en que más necesitaba de mis fuerzas.
Del primer número, le envié 10 ejemplares de la revista. Pero no encargué que los certificaran. Como este número esta agotado, no podré remitirle los ejemplares que me pide, hasta su reimpresión que se efectuará tan luego como se cubra una parte de una suscripción especial "Amigos de Amauta" abierta desde el segundo número. Si del segundo número tuviera sobrantes, remítalos a Mario Nerval, Oruro, que me ofrece allí sus servicios y a quien mando el 1er número.
Va en este número su cuento "El Mapuche". Sin la ilustración, por desentonar este un poco dentro del de la revista. Ud. sabe cuánto estimo y deseo su colaboración. La espero, pues constante.
En "Córdoba" leí una parte de un artículo de Ud. sobre el movimiento radical que dirigió en el Sur su padre, a quien siempre he considerado el primero de los pocos liberales doctrinarios del partido que usufructuó ese nombre. Un estudio más completo sobre este tema, con una cabal exposición de ideario de Lino Urquieta, y mención de su contraste con las tendencias predominantes en la dirección del partido (enfrentamiento al pierolismo, abdicación final ante el civilismo, etc.), estaría muy bien en "Amauta", pues nuestro movimiento no debe renegar ni olvidar a sus precursores sino revisarlos y confrontarlos con la realidad presente.
Espero sus noticias y colaboración y envío mi más cordial abrazo.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Félix del Valle, 6/12/1926

Madrid, 6 de diciembre de 1926
Querido Mariátegui:
Antes que estas líneas, que llevan mi afecto, supongo en su poder un artículo. Lo envié a mis hermanas porque supongo más seguridad en la dirección. Es un artículo vago, yo no puedo concretar, pero lleno de insinuaciones que subrayaré después. La nota exaltando un gesto de Leguía, además de ser justa, es, sobre todo, conveniente para mí. Urge que yo permanezca en Europa siquiera un par de años más. Y Ud. sabe que sin la asistencia del gobierno es imposible.
Le felicito por Amauta. Está muy bien, aunque, en su parte literaria, recargada de esa novedad sudamericana que, para ser buena, tiene que ser consciente, forzuda, y no tomada o pegada. Hay que precisar más y ‘literatizar’ menos. Ah, ¡si todos fueran como Ud. y Falcón! Adoro la novedad, siempre que quien la traiga no la ostente a la manera de un nuevo rico, que, en el fondo, es lo que está pasando entre nuestros jóvenes escritores. He visto varios ‘casos’ muy de cerca, aquí, en España. No me es posible conseguirle firmas para su revista. Yo no estoy vinculado a muchos escritores. Apenas si soy amigo de unos pocos. Además, España es campo muerto, es un museo, aunque le digan a Ud. lo contrario. Es el defecto que noto en Falcón, exceso de españolismo. Supongo que será por agradecimiento. Es una valla ésta, de tal fuerza, que no se puede traspasar sin exponerse a quedar al intemperie. Los pobres, los que vivimos de nuestro trabajo, aunque se tengan los grandes méritos de Falcón, no podemos nunca ser totalmente libres. Yo, por ejemplo, quisiera escribir para Amauta cosas que no puedo decir sin peligro de que el garbanzo se aleje de mi estómago, órgano grosero y dictador de nuestro ser. Con todo, le envío a Ud. en el próximo correo otro artículo para su periódico. Verá Ud. que yo ––para mis ‘intereses’ lo mejor sería permanecer en silencio–– me siento enlazado a Ud. por una solidaridad espiritual que no concluirá sino con nuestras vidas. Con Falcón —nos escribimos constantemente— dialogábamos por carta sobre esta solidaridad entre Ud., él y yo. Somos los tres económicamente más pobres de nuestra generación y, sobre cualquier divergencia episódica, hay algo entre nosotros que ahora se cristaliza. Hemos sufrido más que gozado. El yunque ha sido el mismo para los tres. Impidamos que sea igual para los pobres que vienen detrás con los mismos humanos anhelos de bien de que nosotros estamos poseídos.
El año próximo, que deseo mucho mejor para Ud. y su familia que los anteriores, comenzaré alguna labor en España. Ud. sabe que estaba desentrenado. Notará la diferencia entre los primeros artículos y los que vayan después. Pero sólo haré un par de novelitas cortas y unos cuantos artículos. Labor de captación de público, sobre todo. La obra que quiero la haré después a base de estudios, serios y profundos. Le tendré al corriente de todo. Algunos intelectuales españoles me han pedido su libro y va de mano en mano el único ejemplar que tengo. No quiero abrumarle con la cantidad de elogios que verbalmente me han hecho de su libro. Me han agradado y satisfecho más que si fueran dirigidos a mí. En el Perú, por mucho que lo estimen, no saben todavía bien lo que Ud. significa. Son, los nuestros, medios gaseosos y sólo se mantienen a sus anchas los que no tienen una sola idea de nada.
Mándeme Ud. cuanto crea que pueda interesarme. Poca literatura. Voy perdiendo la afición a ella y, como no se sea un gran literato, creo que mejor es alistarse en filas más provechosas para la guerra social que hay que acometer resueltamente.
Si Ud. ve a Alfredo Piedra ––¿está en buenas relaciones con él?–– dígale que precisa que me sostenga dos años más en Europa. Estoy en el momento de aprovecharlos, recuperada mi salud. No le hable de ideas, sí de sentimientos ya que, en verdad, yo estoy muy reconocido a él. Ud. no sabe lo generoso que ha sido conmigo. Con discreción háblele de mí y de que, el mejor beneficio que puede hacerme, es el de asegurarme un par de años en Europa. José Carlos, esto, la seguridad, es muy serio. Ud. ya sabe a cuánto se expone uno sin ella.
Mi familia me escribe, elogiando su conducta, con motivo de la muerte de mi pobre vieja. Es Ud. el único amigo mío que se ha acordado que tenía familia. Yo les he contestado que no hay que extrañarse de ello, ya que Ud. es el único amigo ––dándole toda su fuerza al vocablo–– que yo tengo allí. Los demás son amigos del ‘suelto’ de periódico. ¡Pobrecitos! Mis hermanas no pueden comprender esto.
En fin, querido Mariátegui, con deseos de que su salud mejore, de que Ud. viva cada vez mejor, se despide, por hoy, quien tanto le quiere y extraña.
Félix del Valle
P. D. El segundo número de Amauta no lo he recibido. Fui a París a hacerme ver del estómago. Espero regresar pronto y allí sí puedo conseguirle firmas ilustres. Mientras no le avise mi nueva dirección envíeme todo a Madrid.

Valle, Félix del

Carta de Alberto Hidalgo, 1927

[Buenos Aires, 1927]
Para entregar a
José Carlos Mariátegui
Querido Mariátegui:
He cumplido con entregar su carta a Seoane.
Me alegro de que se halle Ud. mejor de salud.
He conversado largamente con Seoane acerca de si debe Ud. venir a radicarse o no. Me ha prometido, ante mi alarma de que todo no salga como quisiéramos, realizar unas gestiones previas y escribirle categóricamente.
Debe Ud. meditar mucho sobre este viaje. Primero el factor salud. Sospecho —algunos amigos me lo han asegurado—, que la suya es bastante precaria. ¿Ud. sabe lo que es Bs. As.? En cuanto hay una pequeña probabilidad —no ya síntoma— de debilitamiento pulmonar, no se puede vivir aquí. ¡Es algo horrible! ¡Horrible! Quiero ser franco hasta la rudeza, querido Mariátegui, para prevenirle.
En cuanto al factor económico, quisiera que me contestase Ud. a estas preguntas:
Si se le consiguiera un empleo público —lo más cómodo— o en un diario —lo más ingrato— podría Ud. hacer diariamente acto de presencia siquiera tres horas?
Podría Ud. escribir en revistas como Caras y Caretas, El Hogar —una colaboración mensual o lo sumo, y esto mismo muy difícil de conseguirse— ¿pero querría Ud. hacer cuentos?
Sus artículos sólo los toman en La Nación, La Prensa, La Razón; ¿pero sabe Ud. que son diarios burgueses, que quizá rechacen —no lo aseguro— su firma?
Sé que no es Ud. solo. Sé que tiene mujer e hijos, y por eso le hablo con tal rudeza. A Seoane mismo, tan entusiasta por su viaje, a causa desde luego de su bondad, le he hecho estas preguntas, y he creído descubrir alguna duda en su gesto.
Pero si Ud. contara con algún recurso propio, la cosa sería distinta. Contrariamente a lo que se cree, aquí se puede vivir con muy poco, con casi nada. Creo que hasta con ciento cincuenta pesos se podría Ud. arreglar. Ya ve...
¿Y Amauta? En cuanto a Amauta, mi juicio es radicalmente contrario al suyo. Aquí moriría definitivamente: porque costaría tres o cuatro veces lo que cuesta en Lima; porque luego le encontrarían los canallas de allá la manera de impedir su entrada en el Perú; porque además tendrá Ud. en su contra a los canallas de aquí; por tantas cosas.
Yo creo que debe Ud. esperar que pase el temporal. No veo un peligro en que esté callado. Todo el Perú debe saber que su silencio es obligado. Y lo estará escuchando casi como si hablara.
Yo no hago política. Estoy en la izquierda de la izquierda. Soy un hereje, porque no creo en nada. Pero temo que los que le quieren estén haciendo política de que a Ud. se le haga víctima. Ud. estará desde luego dispuesto a serlo, dispuesto a sacrificarse. ¿Pero ello sería eficaz? Yo creo que ahora su sacrificio sería menos útil que un estratégico reposo para después, en momento oportuno, sacar de nuevo la cara.
Mariátegui, querido Mariátegui, medite esto. Y de toda manera, sepa pues —ya lo sabe, ¿verdad?— que Alberto Hidalgo está a su lado.
Escríbame pronto, y reciba un estrujón de manos
Alberto Hidalgo
Siempre: Ventura Bosch 6740evo la cara.

Hidalgo, Alberto

Carta de Felix del Valle, 30/1/1927

Madrid, 30 de enero de 1927
Querido Mariátegui:
Jamás me he encontrado en una situación de miseria como la que estoy pasando. Rada y Gamio me ha suprimido la asignación, súbitamente, en pleno invierno europeo, haciéndome pasar los días con hambre y con frío. Este mes de Enero, el más terrible de Madrid, no lo olvidaré nunca. Vivo peor que el más abandonado de los hombres. En un cuarto en que no me es posible siquiera escribir porque las manos se me entumecen de frío; almorzando, cuando puedo, un solo plato. No tengo a quien pedirle nada; además, en Europa, Ud. lo sabe, no hay quien dé nada. La lucha por la vida es cada vez más horrible y está cada vez más cruelmente planteada.
El año anterior fui a París: Una enfermedad al estómago que, para colmo de mis infortunios, ha reaparecido ahora, debido a las malas y deficientes alimentaciones, exigió tal viaje. Los médicos de Madrid consideraban indispensable una operación; los amigos me aconsejaban que fuera a París, donde un especialista famoso. Y fui. Éste me curó, apurando, además, que era innecesaria la operación y que para evitarla definitivamente, precisaba que me sometiera, durante mucho tiempo, a un régimen estricto. Suponga Ud. lo que ha significado económicamente ese viaje. A Belmonte, que es aquí, mejor que un hermano para mí, le debo tal vez mi salvación. Ya no le puedo pedir más. Por otra parte siempre está viajando y es difícil verlo. Antes como tenía teléfono la casa en que yo vivía me llamaba a menudo, ahora no le he dado siquiera la dirección de mi cuarto porque me parecería demasiado deberle más de lo que le debo.
Con El Sol estoy mal, aunque es posible que en estos días transija y Ortega me arregíe uno o dos artículos al mes. Esto no resuelve nada tampoco. Pagan una miseria. En Prensa Gráfica tendré que colaborar, a pesar de que ello es mal visto. Pagan tres duros por artículo, cuando pagan, y tienen todas las plazas ocupadas. Gratis es fácil colaborar en todos los periódicos. Pero ello, como Ud. comprende, no es aliciente para mí que no pretendo regresar ‘triunfante’ a ninguna parte. Quiero únicamente vivir de mi trabajo.
La actitud de Alfredo Piedra me desconcierta. Eduardo Leguía, el ministro del Perú aquí, le ha hecho un cable. Yo, otro. A mi familia le ha dicho que no puede hacer nada por mí. No le creo. Si está mal con Rada está bien con el Presidente y la pensión que a mí me enviaban no grava un presupuesto. Sobre todo cuando aquí mismo hay dos propagandistas que no conocen a nadie ni saben nada percibiendo ochenta libras uno y cuarenta y cinco, otro.
Alfredo no ha contestado a ninguno de esos cables. A mí no me extraña ya nada, querido Mariátegui. Lo siento más que por mí, aunque no esté en edad de soportar miserias, por mis pobres hermanas huérfanas. Piedra al salir de El Comercio me dijo que se hacía responsable de mi porvenir. Bastante me ha servido, pero no lo suficiente, para dejarme en un estado de perfección. En el momento en que más lo necesito, cuando sano ya, libre de la tara que en mí dejó el vicio, cuando es el momento de estudiar y de aprovechar siquiera dos años más de Europa, me abandona. Véalo Ud., si puede, y expóngale mi situación. Ud. sabía hablarle; yo, ahora, no sé ni cómo le escribo.
Dígale que no me haga pasar por la humillación de pedirle algo a El Comercio. Si ve Ud. que nada se puede conseguir de él, le ruego, querido Mariátegui, que busque a Óscar Miró Quesada y le pida a mi nombre seis u ocho libras mensuales, seguras, firmes, por dos o tres artículos al mes para El Comercio. Creo que Óscar y don Aurelio me quieren. De aquél tengo recibidas numerosas pruebas de afecto y del hijo de don Aurelio, a quien tuve el gusto de pasear en Madrid, también.
A este recurso sólo acudirá Ud. en último extremo, cuando se cerciore de que Alfredo no quiere hacer nada por mí.
Mientras tanto le envío 6 crónicas escritas todas en un mismo día, aquí y allá, donde me lo ha permitido el frío y el hambre. Véndalas Ud. lo mejor que pueda. A Vegas dígale que le pague bien y que me insinúe qué es lo que quiere que le envíe, siempre por intermedio de Ud. Desde ahora, querido Mariátegui, le encargo a Ud. que me coloque mis crónicas. Hay mucha informalidad en Lima. El pobre Vallejo pasa en París miserias sin cuento y si no fuera por una beca que tiene aquí, en la Facultad de Jurisprudencia, y que le da 300 o 400 pesetas mensuales, se moriría de hambre: estaría como yo.
Por eso le ruego otra vez que venda enseguida las crónicas que le mando. Si saca Ud. por ellas más de diez libras avíseme por cable la remisión del dinero en esta forma: Valle Lipria, Madrid. Recoja.
No necesita Ud. firmar. Ya sabría de lo que se trataba. Elija Ud. el Banco Alemán siempre. 200 o 300 pesetas remitidas inmediatamente, a los dos o tres días de que estas crónicas estén en su poder, equivale a que no me echen del cuarto en que vivo y a que coma unos cuantos días. Entonces podré escribir, sobre todo para Amauta, que es una revista formidable. Aquí le consideran mucho. Guillermo de Torre me ha pedido su libro, La Escena Contemporánea, para escribir sobre él. Yo no le conozco personalmente, pero se lo he enviado con un amigo de ambos. La Libertad se ha ocupado de Amauta y, en general, tiene ambiente, en este pequeñísimo ambiente intelectual de Madrid, donde Sassone ‘triunfa’...!
Con Falcón nos escribimos a menudo. Sé que estuvo últimamente en París y Vallejo, en su último viaje, me dijo que iba a sacar allí una revista. Falcón trabaja mucho y se ha hecho. Es hoy un estupendo periodista. Me ha invitado a pasar un mes en su casa, en Londres... ¡Qué ironía!...
Al Perú no pienso regresar por ahora, aunque tampoco me quedaría otro invierno aquí. No tengo fuerzas físicas para ello. Me convendría estudiar, vivir alejado de lo que en Lima tanto daño me hizo, dos o tres años más. Que lo consiga depende del interés que Ud. se tome por mí. Si Ud. me asegura, a cambio de artículos, diez o quince libras mensuales permanacería aquí un par de años, escribiendo para ésa cuanto fuera necesario. Hágalo Ud., Mariátegui, hablando con quienes Ud. crea que son nuestros amigos en los periódicos o fuera de ellos.
A mis hermanas no podré ya darles nada. Les escribo diciéndoles que vayan a vivir con el hermano Amado, que también vive en la miseria. Qué caos, querido Mariátegui.
En fin, no quiero cansarle más. Sé que a Ud., tan ocupado, le impongo una tarea que le robará tiempo. Ya veré la forma de pagarle. Ud. siempre me ha sabido perdonar y yo siempre le he sabido querer.
Perdóneme Ud., una vez más, y reciba un fuerte abrazo de su amigo y compañero que tanto le extraña.
Félix del Valle
P.D. No creo que ninguno de estos artículos sirvan para Amauta. Le enviaré más adelante un artículo mensual para su gran revista.
Ahora venda Ud. los 6. Colóquelos y por cable gíremelos. Espero tener lo que sea a fines de Febrero. Es lo único con que cuento. Después me escribirá sobre lo que debo hacer para sumar, fijamente, las diez o quince libras mensuales que pretendo. Si puede Ud. conseguir algún adelanto sobre futuras crónicas englóbelo al giro.—V.
Habría querido dialogar con Ud., pero estoy sólo para monólogos vulgares. Una crónica puede Ud. venderla a Varela, la mona Clovis, para la Universidad.

Valle, Félix del

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