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Carta de Juan Chabas, [1928]

[Madrid, 1928]
Sr. Mariátegui
Lima-Perú
Mi querido amigo:
A mi regreso de Barcelona encontré en Madrid su libro y unos cuantos números de Amauta renacida. Mil gracias por el doble envío. Hojear la revista me ha producido una impresión de plenitud: muy bien el fervor y la documentación de esos fascículos. En Diario de Barcelona he publicado una nota extensa sobre ellos.
Para leer el libro espero a días de reposo y quietud que me esperan ya, pronto, en el campo. A últimos de este mes salgo para Denia (Alicante) donde cuento pasar el verano.
Si puedo, desde allí también le enviaré algún original. No sé si me quedará tiempo.
Muy agradecido a U. por su envío le felicita por su labor su compañero
J. Chabás
Qué fue de Macchiavello y Clodo. ¿Y de Abril? ¿Podría U. dar recuerdos de mi parte a estos amigos?

Chabas, Juan

Carta de José Antonio de Sangróniz, 6/11/1929

Madrid, 6 de noviembre de 1929
A Don José Carlos Mariátegui, Director de "Amauta", y le da gracias expresivas por el amable envío de los ejemplares de su muy interesante Revista, que solicitamos para completar la colección.
José Antonio de Sangróniz aprovecha esta oportunidad para reiterar a V. el testimonio de su consideración más distinguida

Sangróniz, José Antonio de

Carta de la Revista Literaria Novelas y Cuentos, 20/12/1929

Madrid, 20 de diciembre de 1929

Sr. Corresponsal
Muy Sr. nuestro:
Por finalizar con el presente mes el 2 semestre de "Novelas y Cuentos", tenemos ya en preparación las tapas correspondientes al mismo y, como su tirada ha de ser limitada, le rogamos que, lo antes que le sea posible, se sirva Ud. llenar y devolvernos la tarjeta de pedido que acompaña al presente.
El precio de venta será el mismo que el de las del primer semestre, de 1.-- pta. para el público y 0.80 para nuestros corresponsales.
Le advertimos que los pedidos han de ser hechos en forme y sin derecho a devolución porque, el precio señalado de facturación, es precisamente el de costo.
Hemos fijado estas condiciones por entender que el precio de las tapas debía estar en consonancia con el de nuestra publicación y para que además nos permitiese ponerlas al alcance del más modesto de nuestros numerosos coleccionistas.
Esperamos que no han de ser obstáculo para que Ud. nos pase un pedido prudencial de tapas que le permita atender a la gran demanda que ha de tener de sus clientes.
Aprovechamos esta oportunidad para saludarle atentamente y reiterarnos sutos affmos. y ss. ss.
q.e.s.m.
"Novelas y Cuentos"

Revista Literaria Novelas y Cuentos

Carta de Editorial Cenit, 18/7/1930

Madrid,18 de julio de 1930
Sociedad Editora Amauta
Apartado 2107
Lima - Perú
Muy Sres. nuestros:
A su debido tiempo fue en nuestros poder su atta. 10 de junio último y en vista de sus manifestaciones les adjuntamos extracto de su apreciable cuenta, cerrado a la fecha, que como verán arroja un saldo a n/favor de pesetas 1.917,75 (mil novecientos diez y siete pesetas con 75/00).
Para reembolsarnos de este saldo, pondremos mensualmente un giro en circulación a S/respetable cargo por Ptas. 300, a 30 d/v hasta su total cancelación, y los gratos pedidos que en adelante se sirvan pasarnos, se los giraremos a los 6 meses fecha factura, según tenemos convenido.
Confiamos en que será de su agrado y conformidad la forma que damos para la cancelación del saldo pendiente, y en espera de sus noticias a este respecto no es grato reiterarnos como siempre de Uds. attos. ss. ss.
Editorial Cenit

Editorial Cenit

Carta de Editorial Cenit S.A,9/6/1930

Madrid, 9 de junio de 1930
Sociedad Editora "Amauta"
Apartado de Correos 2107
Lima (Perú)
Estimados amigos:
Llegó a nosotros la terrible e inesperada noticia de la muerte de José Carlos Mariátegui cuando teníamos puestas en él todas nuestras esperanzas para una colaboración eficaz y entusiasta en la propagación de nuestra empresa por América. Como nosotros sentimos este golpe creemos que el mejor homenaje que podemos rendirle es el de perseverar en la labor a la que él dio su vida.
Nuestra Factura 234: seguimos sin poder aclarar lo sucedido con el envío correspondiente a esta factura. Para mayor dificultad no aparece en nuestro archivo los recibos de certificados de aquellos días. En cuanto a la posible equivocación de dirección de que nos hablan por coincidir esto con la exposición de las obras a que hacía referencia nuestra factura en los escaparates de la librería Rosay de esa, no es posible no tener nosotros conocimiento de la existencia de tal librería hasta que hemos recibido la carta de Uds. Si ella recibe libros serán por conducto de la Compañía Ibero Americana de Publicaciones, En vista de las dificultades con que se tropieza para aclarar esto y teniendo encuentra el hecho cierto de no haber recibido Uds. los paquetes, decidimos anular nuestra factura nº 234 descargando el importe de pesetas 549 de su apreciable cuenta.
NUESTRA LETRA NÚMERO 78 DE PESETAS 1.086: les insistimos a Uds. en cuanto les decíamos en nuestra carta del 18 de abril sobre los perjuicios que nos ha ocasionado la devolución de este efecto. Pueden Uds. girarnos inmediatamente esa media parte que el banco no aceptó y el resto después cuanto antes le sea posible.
Esperando sus noticias quedamos suyos affmos. amigos
q.e.s.m
Editorial Cenit, S.A
Gerente

Editorial Cenit

Carta a Xavier Abril, 6/5/1927

Lima, 6 de mayo de 1927
Señor Xavier Abril
Madrid.
Querido y recordado Xavier:
Contesto sólo hoy sus dos cartas, una del 16 de noviembre y otra del 30 de diciembre, por un exceso de trabajo que frustra mis mejores intenciones de puntualidad epistolar. Ud. sabe además que este trabajo exorbitante pesa sobre una salud muy resentida e inestable.
Pero debe Ud haber recibido, como un mensaje, desde que está Ud. en Madrid, Amauta. Los siete números publicados después de su partida le han sido remitidos. Creo que en cuatro de ellos está presente su firma
Tengo aún por publicar algunos poemas de Ud. Publicaré uno en el próximo número y los restantes en el siguiente. Ud. sabe bien que su colaboración me es muy estimada.
De Oquendo, de Lora, de Edil. Zuleta y de algún otro de los que Ud. nombra he recibido y publicado colaboración. Julio Castillo estuvo a visitarme y anunciarme la suya; pero no ha vuelto. Enrique Peña me ha traído algunos poemas que saldrán próximamente. No crea Ud. que me dejo influir por sugestiones de grupo o de personas. No conozco cabalmente a todos los nuevos, pero me parece difícil que alguno de verdadero y revelado valor no tenga su sitio en mi estimación. Mas no puedo ser un crítico agnóstico. Rechazo la idea del arte puro, que se nutre de sí mismo, que conoce únicamente su realidad, que tiene su propio y original destino. Este es un rito de las épocas clásicas o de remansamiento; no de las épocas románticas o de revolución. Por esto, entre un ensayo vacilante, pero de buena procedencia de épica revolucionaria, y un mediocre producto de lírica de exorbitante subjetivismo, prefiero siempre al primero.
Amauta ha ganado hasta ahora su batalla. Esta es una segunda fase: la de su estabilización y desarrollo. La necesidad de sostener una difusión amplia, con alto gasto de tiraje y correo, nos ha movido a la constitución de una pequeña sociedad editora, cuyas bases están en el No. 8 (Con un error: las acciones son de 5 no de l0 lp.).
Mándeme siempre notas, prosas breves. De Ud. y de otros. Salude a Guillermo de Torre y pídale algo para Amauta que es ya una tribuna hispano-americana. Va a todos los países de Hispano-América.
A Valle, a quien también soy deudor de una respuesta, le escribo por este mismo correo.
Bazán lo recuerda con mucho cariño.
Y yo lo abrazo cordialmente
[Firma de José Carlos Mariátegui]
P.S. con Pablo he charlado una mañana muy cordialmente. Me ha prometido venir nuevamente. Lo espero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Ramón Gómez de la Serna, SF

[Madrid] s.f
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Mi admirado amigo:
perdone que no envíe original y sólo me congratule de sus triunfos. La lucha por la vida ha de agitar todo mi tiempo para llevar una existencia algo airosa. El trabajo ha de ser muy numeroso y todo con orientación urgente para que no pierda su inspiración ni claudique jamás.
Queda su devoto que estrecha su mano y una a una la de esos aguerridos amigos.
[Firma de Ramón Gómez de la Serna]

Gómez de la Serna, Ramón

Carta de César Falcón, 8/5/1929

Madrid, 8 de mayo de 1929
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Sagástegui, 669
Lima, Perú.
Mi querido amigo y compañero:
Me permito recordarle mi solicitud de un original suyo para nuestra sección editorial. Historia Nueva ha clasificado sus ediciones en los siguientes epígrafes; Estudios y Crítica para toda clase de libros de ensayos literarios, filosóficos, científicos, etc. y de crítica; La Lucha contra el Imperialismo, para obras destinadas a estudiar y combatir la expansión imperialista en nuestros pueblos; La Política, para obras esencialmente políticas; La Nueva Literatura, para obras expresivas de las nuevas modalidades literarias hispánicas; La Novela Social, para novela con una emoción o una tendencia social y Biografías para una serie de biografías de las figuras representativas de nuestros pueblos y de nuestra historia. Todas estas denominaciones y definiciones se refieren naturalmente, a obras esencialmente hispánicas y de temas y autores hispánicos.
Como nuestro propósito es desarrollar simultáneamente las colecciones indicadas en estos epígrafes, un original suyo, para cualquiera de ellos nos favorece igualmente. Le ruego, por esto decirme si podemos contar con un libro suyo e indicarme su índole y su título para anunciarle con eficacia.
Las condiciones económicas generales de todas nuestras ediciones son el diez por ciento sobre el valor de cada ejemplar, liquidándose los primeros mil ejemplares al publicarse la obra. El número de ejemplares de la primera edición depende, naturalmente de la índole del libro.
Mucho le agradecería una pronta respuesta.
Le saluda afectuosamente su buen amigo y compañero q.e.s.m.
César Falcón

Falcón, César

Pablo Iglesias

La figura de Pablo Iglesias domina la historia del partido socialista español. Iglesias ha ocupado hasta su muerte su puesto de jefe. El partido socialista español es una obra suya. Los intelectuales, los abogados que, enrolados en sus filas en su periodo de crecimiento, constituyen presentemente su estado mayor, no han sabido renovar su espíritu ni ensanchar su programa. Han adoptado la teoría y la práctica del antiguo y patriarcal tipógrafo.
Esto quiere decir, sin duda, que el edificio construido por Iglesias en su austera y paciente vida es un edificio sólido. Pero nada más que sólido. Trabajo de buen albañil más bien que de gran arquitecto. Iglesias se preocupó sobre todo de dar a su partido un crecimiento seguro y prudente. Se propuso hacer un partido; no una revolución.
El mérito de su labor no puede ser contestado. En un país donde el industrialismo, el liberalismo, el capitalismo tenían un desarrollo exiguo, Iglesias consiguió establecer y acreditar una agencia de la Segunda Internacional, con el busto de Karl Marx en la fachada. En torno del busto de Marx, sino de la doctrina, agrupó a los obreros de Madrid, separándolos, poco a poco, de los partidos de la burguesía. Organizó un partido socialista, fuerte y compacto, que con su sola existencia afirmó la posibilidad y la necesidad de una revolución y decidió a muchos intelectuales a colocarse al flanco del proletariado.
En esta obra, Iglesias probó sus condiciones de organizador. Era de la estirpe clásica de la Segunda Internacional. Se puede encontrar vidas paralelas a la suya en todas las secciones de la social-democracias pre-bélica. Como Ebert, procedía del taller. Sabía bien que su misión no era de ideólogo sino de propagandista.
Para atraer al socialismo a las masas obreras, redujo las reivindicaciones socialistas casi exclusivamente al mejoramiento de los salarios y a la disminución de las horas de trabajo. Este método le permitió crear una organización obrera; pero le impidió insuflar en esta organización un espíritu revolucionario. La táctica de Pablo Iglesias, por otra parte, parecía consultar solo las condiciones por las tendencias de los obreros de Madrid.
Únicamente en Madrid llegó el socialismo a representar una gran fuerza. El partido socialista español podía haberse llamado en verdad partido socialista madrileño. Iglesias no supo encontrar las palabras de orden precisas para conquistar al proletariado campesino. Y ni aún en el proletariado industrial supo prevalecer. Barcelona se mantuvo siempre fuera de su influencia. El proletariado catalán adoptó los principios del sindicalismo revolucionario francés, más o menos deformados por un poco de espíritu anarquista.
El partido socialista habría podido, sin embargo, asumir una función decisiva en la historia de España cuando la guerra inauguró un nuevo periodo histórico, si la preparación espiritual y doctrinaria de sus masas y sobre todo de su categoría dirigente hubiese sido mayor. La guerra aceleró el proceso de anquilosamiento de los viejos partidos españoles. Luego, la revolución rusa sacudió fuertemente los ánimos. Entre los intelectuales se propagó un sentimiento filo-socialista. Pero esta situación sorprendía impreparado al partido de Pablo Iglesias. Y los elementos intelectuales que se habían incorporado en él no eran capaces de tomar en sus propias manos el timón. El momento que se planteó la cuestión de la adhesión a la Tercera Internacional la gran mayoría del partido se manifestó dispuesta a continuar todavía empleando el viejo recetario de Iglesias.
Iglesias desconfiaba un poco de los intelectuales. Temía sin duda entre otras cosas que transtornasen y transformaran su política. Pero en sus últimos años la experiencia debe haberle demostrado que los intelectuales eran bastante inferiores a ese temor. La prosa política de Besteiro, Largo Caballero, Fernando de los Ríos, etc. Es más literaria y más elegante que la de Pablo Iglesias pero en el fondo no es más nueva. El partido socialista español no ha logrado franquearse un nuevo camino.
La situación actual de España parece favorecerlo. Los elementos jóvenes de la pequeña burguesía no pueden ya dejarse seducir por los gastados y ancianos señuelos de las izquierdas burguesas. El partido socialista, libre de las responsabilidades de la vieja política, resulta un campo de concentración en el cual muchos de los que tratan de desentrañar oportunamente el porvenir comienzan a poner los ojos. La quiera del anarco-sindicalismo, que ha perdido a sus conductores más dinámicos e inteligentes, coloca a los obreros ante el dilema de escoger entre la táctica socialista y la táctica comunista.
Pero para moverse con eficacia, en esta situación, el partido socialista necesita más que nunca un rumbo nuevo. Con Iglesias, con Ebert, con Branting, etc. Ha tramontado definitivamente una época del socialismo. En estos tiempos en que la burguesía, sintiéndose seriamente amenazada, deroga o suspende sus propios códigos, no sirve de nada la certidumbre de poder ganar, por ejemplo, en las próximas elecciones, las diputaciones de Madrid.
Pablo Iglesias desaparece en un instante en que a su partido le toca afrontar problemas insólitos. Para debatirlos y resolverlos acertadamente, su experiencia y su consejo no eran ya últimamente, no eran ya útiles. El proletariado español debe buscar y encontrar, por sí mismo, otro camino. Puede ser que en alguna de las cárceles de Primo de Rivera esté madurando el nuevo guía.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Guillermo de Torre, 16/2/1926

[Madrid] 16 de febrero de 1926
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Lima (Perú)
Distinguido compañero:
Por dos conductos diferentes —uno, el de nuestro común amigo argentino Oliverio Girondo–– y otro, el de un escritor peruano, residente en Madrid–– llega a mi conocimiento el artículo de Variedades que Ud. ha tenido la espontánea gentileza de dedicar a mi libro crítico. Mil gracias por los conceptos elogiosos y aun por los que no son tales. Me gustan las objeciones y refutaciones. Las de U. quizás sean certeras en algunos puntos, menos atinadas en otros. Pero todo esto habría que discutirlo con vehemencia y tranquilidad al mismo tiempo. Mas estamos lejos, el tiempo falta, sería muy difícil que nos aproximásemos... Con todo, si llego a Buenos Aires, como pienso, ya le hablaré desde allí.
El agradecimiento, la simpatía intelectual y los saludos de su compañero.
Guillermo de Torre
Correspondencia: Av. Pí y Margall, 7, 8. Madrid (12)

Torre, Guillermo de

Carta de José María de Acosta, 26/5/1926

Madrid, 26 de mayo de 1926
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Mi distinguido compañero:
He recibido su notable obra La Escena Contemporánea, que me propongo leer con la atención que V. merece. Gracias mil por tan valioso envío. Correspondiendo a esta gentileza por el correo de hoy tengo el gusto de mandarle mi novela última Las pequeñas causas.
He recibido también el primer número de Libros y revistas y reconocido a esta atención, he dedicado a tan interesante publicación una nota en mi sección ‘La literatura española en el extranjero’, del gran diario español ABC. Juntamente con mi novela, en el mismo paquete, va este número del ABC y algún otro. En mi sección doy frecuentes notas sobre literatura hispanoamericana, especialmente sobre libros de investigación y crítica literaria, de crónicas de viajes por España y de los que de cualquier modo se relacionan en algo con la literatura española. Si publica algún libro de cualquiera de estos géneros, tendré mucho placer en dedicarle una afectuosa nota.
Hace unos meses le escribí rogándole me enviara su ficha bio-bibliográfica con destino a una obra que tengo en preparación y de la cual le incluyo un prospecto. Supongo que recibiría mi carta y atribuyo el que no me haya contestado a que no haya hecho labor de crítica literaria. Si es así, nada tengo que objetar, pero si tiene trabajos de esta índole, le agradeceré me la envíe para incluirlo con conocimiento de causa en dicha obra.
Si en algo le puedo ser útil por aquí, disponga incondicionalmente de mí.
Su afmo. compañero
José Mª de Acosta
De la Argentina me han enviado más de 70 fichas bio-bibliográficas. De Chile y de otras repúblicas americanas, muchas.

Acosta, José María de

Carta de Luis Jiménez de Asúa, 12/6/1926

Madrid, 12 de junio de 1926
Señor Dr. José Carlos Mariátegui
Mi muy querido amigo:
He recibido y le leído con el mayor interés su libro La Escena Contemporánea en el que recopila U. artículos del más vivo interés.
Gracias mil por el generoso envío de su gran amigo.
Luis Jiménez de Asúa

Jiménez de Asúa, Luis

Carta de Felix del Valle, 22/6/1926

El documento se encuentra incompleto por lo tanto solo puede resumir lo siguiente:
Manifiesta su desacuerdo con la premiación hacia una persona que no se puede definir quién es.

Valle, Félix del

Carta de Félix del Valle, 6/12/1926

Madrid, 6 de diciembre de 1926
Querido Mariátegui:
Antes que estas líneas, que llevan mi afecto, supongo en su poder un artículo. Lo envié a mis hermanas porque supongo más seguridad en la dirección. Es un artículo vago, yo no puedo concretar, pero lleno de insinuaciones que subrayaré después. La nota exaltando un gesto de Leguía, además de ser justa, es, sobre todo, conveniente para mí. Urge que yo permanezca en Europa siquiera un par de años más. Y Ud. sabe que sin la asistencia del gobierno es imposible.
Le felicito por Amauta. Está muy bien, aunque, en su parte literaria, recargada de esa novedad sudamericana que, para ser buena, tiene que ser consciente, forzuda, y no tomada o pegada. Hay que precisar más y ‘literatizar’ menos. Ah, ¡si todos fueran como Ud. y Falcón! Adoro la novedad, siempre que quien la traiga no la ostente a la manera de un nuevo rico, que, en el fondo, es lo que está pasando entre nuestros jóvenes escritores. He visto varios ‘casos’ muy de cerca, aquí, en España. No me es posible conseguirle firmas para su revista. Yo no estoy vinculado a muchos escritores. Apenas si soy amigo de unos pocos. Además, España es campo muerto, es un museo, aunque le digan a Ud. lo contrario. Es el defecto que noto en Falcón, exceso de españolismo. Supongo que será por agradecimiento. Es una valla ésta, de tal fuerza, que no se puede traspasar sin exponerse a quedar al intemperie. Los pobres, los que vivimos de nuestro trabajo, aunque se tengan los grandes méritos de Falcón, no podemos nunca ser totalmente libres. Yo, por ejemplo, quisiera escribir para Amauta cosas que no puedo decir sin peligro de que el garbanzo se aleje de mi estómago, órgano grosero y dictador de nuestro ser. Con todo, le envío a Ud. en el próximo correo otro artículo para su periódico. Verá Ud. que yo ––para mis ‘intereses’ lo mejor sería permanecer en silencio–– me siento enlazado a Ud. por una solidaridad espiritual que no concluirá sino con nuestras vidas. Con Falcón —nos escribimos constantemente— dialogábamos por carta sobre esta solidaridad entre Ud., él y yo. Somos los tres económicamente más pobres de nuestra generación y, sobre cualquier divergencia episódica, hay algo entre nosotros que ahora se cristaliza. Hemos sufrido más que gozado. El yunque ha sido el mismo para los tres. Impidamos que sea igual para los pobres que vienen detrás con los mismos humanos anhelos de bien de que nosotros estamos poseídos.
El año próximo, que deseo mucho mejor para Ud. y su familia que los anteriores, comenzaré alguna labor en España. Ud. sabe que estaba desentrenado. Notará la diferencia entre los primeros artículos y los que vayan después. Pero sólo haré un par de novelitas cortas y unos cuantos artículos. Labor de captación de público, sobre todo. La obra que quiero la haré después a base de estudios, serios y profundos. Le tendré al corriente de todo. Algunos intelectuales españoles me han pedido su libro y va de mano en mano el único ejemplar que tengo. No quiero abrumarle con la cantidad de elogios que verbalmente me han hecho de su libro. Me han agradado y satisfecho más que si fueran dirigidos a mí. En el Perú, por mucho que lo estimen, no saben todavía bien lo que Ud. significa. Son, los nuestros, medios gaseosos y sólo se mantienen a sus anchas los que no tienen una sola idea de nada.
Mándeme Ud. cuanto crea que pueda interesarme. Poca literatura. Voy perdiendo la afición a ella y, como no se sea un gran literato, creo que mejor es alistarse en filas más provechosas para la guerra social que hay que acometer resueltamente.
Si Ud. ve a Alfredo Piedra ––¿está en buenas relaciones con él?–– dígale que precisa que me sostenga dos años más en Europa. Estoy en el momento de aprovecharlos, recuperada mi salud. No le hable de ideas, sí de sentimientos ya que, en verdad, yo estoy muy reconocido a él. Ud. no sabe lo generoso que ha sido conmigo. Con discreción háblele de mí y de que, el mejor beneficio que puede hacerme, es el de asegurarme un par de años en Europa. José Carlos, esto, la seguridad, es muy serio. Ud. ya sabe a cuánto se expone uno sin ella.
Mi familia me escribe, elogiando su conducta, con motivo de la muerte de mi pobre vieja. Es Ud. el único amigo mío que se ha acordado que tenía familia. Yo les he contestado que no hay que extrañarse de ello, ya que Ud. es el único amigo ––dándole toda su fuerza al vocablo–– que yo tengo allí. Los demás son amigos del ‘suelto’ de periódico. ¡Pobrecitos! Mis hermanas no pueden comprender esto.
En fin, querido Mariátegui, con deseos de que su salud mejore, de que Ud. viva cada vez mejor, se despide, por hoy, quien tanto le quiere y extraña.
Félix del Valle
P. D. El segundo número de Amauta no lo he recibido. Fui a París a hacerme ver del estómago. Espero regresar pronto y allí sí puedo conseguirle firmas ilustres. Mientras no le avise mi nueva dirección envíeme todo a Madrid.

Valle, Félix del

Carta de José María de Acosta, 14/12/1926

Madrid, 14 de diciembre de 1926
Sr. D. José Carlos Mariátegui.
Mi distinguido amigo y compañero:
He recibido el n° 2 de la nueva revista que dirige Amauta (el n° 1 no ha llegado a mi poder). Me ha gustado mucho y le felicito sinceramente. Le he dedicado una nota en mi sección del ABC y he aprovechado la ocasión para hablar de U. y de su reciente e interesante libro. Por este mismo correo le envío este número de ABC.
Supongo recibiría una novela mía que tuve el gusto de remitirle. Ya tengo en prensa otra, como verá por el anuncio que le incluyo, cuando salga a luz se la enviaré también.
Disponga como guste de su buen amigo y compañero
José Mª de Acosta
s/c Ferraz n° 64.

Acosta, José María de

Carta de Felix del Valle, 30/1/1927

Madrid, 30 de enero de 1927
Querido Mariátegui:
Jamás me he encontrado en una situación de miseria como la que estoy pasando. Rada y Gamio me ha suprimido la asignación, súbitamente, en pleno invierno europeo, haciéndome pasar los días con hambre y con frío. Este mes de Enero, el más terrible de Madrid, no lo olvidaré nunca. Vivo peor que el más abandonado de los hombres. En un cuarto en que no me es posible siquiera escribir porque las manos se me entumecen de frío; almorzando, cuando puedo, un solo plato. No tengo a quien pedirle nada; además, en Europa, Ud. lo sabe, no hay quien dé nada. La lucha por la vida es cada vez más horrible y está cada vez más cruelmente planteada.
El año anterior fui a París: Una enfermedad al estómago que, para colmo de mis infortunios, ha reaparecido ahora, debido a las malas y deficientes alimentaciones, exigió tal viaje. Los médicos de Madrid consideraban indispensable una operación; los amigos me aconsejaban que fuera a París, donde un especialista famoso. Y fui. Éste me curó, apurando, además, que era innecesaria la operación y que para evitarla definitivamente, precisaba que me sometiera, durante mucho tiempo, a un régimen estricto. Suponga Ud. lo que ha significado económicamente ese viaje. A Belmonte, que es aquí, mejor que un hermano para mí, le debo tal vez mi salvación. Ya no le puedo pedir más. Por otra parte siempre está viajando y es difícil verlo. Antes como tenía teléfono la casa en que yo vivía me llamaba a menudo, ahora no le he dado siquiera la dirección de mi cuarto porque me parecería demasiado deberle más de lo que le debo.
Con El Sol estoy mal, aunque es posible que en estos días transija y Ortega me arregíe uno o dos artículos al mes. Esto no resuelve nada tampoco. Pagan una miseria. En Prensa Gráfica tendré que colaborar, a pesar de que ello es mal visto. Pagan tres duros por artículo, cuando pagan, y tienen todas las plazas ocupadas. Gratis es fácil colaborar en todos los periódicos. Pero ello, como Ud. comprende, no es aliciente para mí que no pretendo regresar ‘triunfante’ a ninguna parte. Quiero únicamente vivir de mi trabajo.
La actitud de Alfredo Piedra me desconcierta. Eduardo Leguía, el ministro del Perú aquí, le ha hecho un cable. Yo, otro. A mi familia le ha dicho que no puede hacer nada por mí. No le creo. Si está mal con Rada está bien con el Presidente y la pensión que a mí me enviaban no grava un presupuesto. Sobre todo cuando aquí mismo hay dos propagandistas que no conocen a nadie ni saben nada percibiendo ochenta libras uno y cuarenta y cinco, otro.
Alfredo no ha contestado a ninguno de esos cables. A mí no me extraña ya nada, querido Mariátegui. Lo siento más que por mí, aunque no esté en edad de soportar miserias, por mis pobres hermanas huérfanas. Piedra al salir de El Comercio me dijo que se hacía responsable de mi porvenir. Bastante me ha servido, pero no lo suficiente, para dejarme en un estado de perfección. En el momento en que más lo necesito, cuando sano ya, libre de la tara que en mí dejó el vicio, cuando es el momento de estudiar y de aprovechar siquiera dos años más de Europa, me abandona. Véalo Ud., si puede, y expóngale mi situación. Ud. sabía hablarle; yo, ahora, no sé ni cómo le escribo.
Dígale que no me haga pasar por la humillación de pedirle algo a El Comercio. Si ve Ud. que nada se puede conseguir de él, le ruego, querido Mariátegui, que busque a Óscar Miró Quesada y le pida a mi nombre seis u ocho libras mensuales, seguras, firmes, por dos o tres artículos al mes para El Comercio. Creo que Óscar y don Aurelio me quieren. De aquél tengo recibidas numerosas pruebas de afecto y del hijo de don Aurelio, a quien tuve el gusto de pasear en Madrid, también.
A este recurso sólo acudirá Ud. en último extremo, cuando se cerciore de que Alfredo no quiere hacer nada por mí.
Mientras tanto le envío 6 crónicas escritas todas en un mismo día, aquí y allá, donde me lo ha permitido el frío y el hambre. Véndalas Ud. lo mejor que pueda. A Vegas dígale que le pague bien y que me insinúe qué es lo que quiere que le envíe, siempre por intermedio de Ud. Desde ahora, querido Mariátegui, le encargo a Ud. que me coloque mis crónicas. Hay mucha informalidad en Lima. El pobre Vallejo pasa en París miserias sin cuento y si no fuera por una beca que tiene aquí, en la Facultad de Jurisprudencia, y que le da 300 o 400 pesetas mensuales, se moriría de hambre: estaría como yo.
Por eso le ruego otra vez que venda enseguida las crónicas que le mando. Si saca Ud. por ellas más de diez libras avíseme por cable la remisión del dinero en esta forma: Valle Lipria, Madrid. Recoja.
No necesita Ud. firmar. Ya sabría de lo que se trataba. Elija Ud. el Banco Alemán siempre. 200 o 300 pesetas remitidas inmediatamente, a los dos o tres días de que estas crónicas estén en su poder, equivale a que no me echen del cuarto en que vivo y a que coma unos cuantos días. Entonces podré escribir, sobre todo para Amauta, que es una revista formidable. Aquí le consideran mucho. Guillermo de Torre me ha pedido su libro, La Escena Contemporánea, para escribir sobre él. Yo no le conozco personalmente, pero se lo he enviado con un amigo de ambos. La Libertad se ha ocupado de Amauta y, en general, tiene ambiente, en este pequeñísimo ambiente intelectual de Madrid, donde Sassone ‘triunfa’...!
Con Falcón nos escribimos a menudo. Sé que estuvo últimamente en París y Vallejo, en su último viaje, me dijo que iba a sacar allí una revista. Falcón trabaja mucho y se ha hecho. Es hoy un estupendo periodista. Me ha invitado a pasar un mes en su casa, en Londres... ¡Qué ironía!...
Al Perú no pienso regresar por ahora, aunque tampoco me quedaría otro invierno aquí. No tengo fuerzas físicas para ello. Me convendría estudiar, vivir alejado de lo que en Lima tanto daño me hizo, dos o tres años más. Que lo consiga depende del interés que Ud. se tome por mí. Si Ud. me asegura, a cambio de artículos, diez o quince libras mensuales permanacería aquí un par de años, escribiendo para ésa cuanto fuera necesario. Hágalo Ud., Mariátegui, hablando con quienes Ud. crea que son nuestros amigos en los periódicos o fuera de ellos.
A mis hermanas no podré ya darles nada. Les escribo diciéndoles que vayan a vivir con el hermano Amado, que también vive en la miseria. Qué caos, querido Mariátegui.
En fin, no quiero cansarle más. Sé que a Ud., tan ocupado, le impongo una tarea que le robará tiempo. Ya veré la forma de pagarle. Ud. siempre me ha sabido perdonar y yo siempre le he sabido querer.
Perdóneme Ud., una vez más, y reciba un fuerte abrazo de su amigo y compañero que tanto le extraña.
Félix del Valle
P.D. No creo que ninguno de estos artículos sirvan para Amauta. Le enviaré más adelante un artículo mensual para su gran revista.
Ahora venda Ud. los 6. Colóquelos y por cable gíremelos. Espero tener lo que sea a fines de Febrero. Es lo único con que cuento. Después me escribirá sobre lo que debo hacer para sumar, fijamente, las diez o quince libras mensuales que pretendo. Si puede Ud. conseguir algún adelanto sobre futuras crónicas englóbelo al giro.—V.
Habría querido dialogar con Ud., pero estoy sólo para monólogos vulgares. Una crónica puede Ud. venderla a Varela, la mona Clovis, para la Universidad.

Valle, Félix del

Carta de José María de Acosta, 2/4/1927

Madrid, 2 de abril de 1927
Sr. D. José Carlos Mariátegui.
Mi distinguido amigo y compañero:
He recibido su atenta postal dándome las gracias por la nota que tuve el gusto de dedicarle en ABC. Ahora y en vista de la aceptación que en muchas de esas repúblicas, especialmente en la Argentina y el Brasil, alcanzaban mis modestas notas bibliográficas, me han encargado en dicho periódico de una nueva sección titulada Letras ibero-americanas, dedicada exclusivamente a la crítica de obras americanas, lo que me permitirá desarrollar más intensamente la labor práctica de hispanoamericanismo que vengo haciendo.
Hace unos días tuve el placer de remitirle mi nueva novela Las eternas mironas, recién aparecida.
Le saluda cordialmente su buen amigo y compañero.
José Mª de Acosta
P.D. No he recibido más que un número de Amauta, el 2.

Acosta, José María de

Carta a Artemia G de Falcón, 25/4/1920

A dona Artemia G. de Falcón

Mi madre, en Lima

Querida madre

No puedo decirte de cuando es la carta tuya que acabo de recibir, por la sencilla razón que te has olvidado de fecharla. Sin embargo, escrutando el sello del correo, me parece descubrir que es del doce de marzo.

Pero, sea esta u otra anterior, es menos importante. Lo que más me importa es haberme enterado por ella que ustedes están bien de salud y sin desesperadas angustias económicas.

Ya sabía, por tu carta última, como es la nueva casa. No me parece causa de gran disgusto su vejez ni su aislamiento. Todo depende de la maña que se den ustedes para asearla y ponerla en decentes condiciones de habitabilidad. Sobre todo, si es del caso, pueden buscar pacientemente otra y mudarse.

Tú puedes disponer como quieras del dinero que recibas. Mientras satisfaces las necesidades más urgentes, puedes prescindir de ahorrar las cinco libras mensuales. Después, cuando esté reunida la cantidad necesaria, yo también deseo que junto con el de mi padre […] el nicho del pobre Juan. Es lo menos que obligadamente debemos hacer por él.

Ya sé cuan bueno y cuan descuidado es Del Águila; pero, sino para los encargos, para muchas otras cosas puede servirte mucho. Estoy seguro de que ya les quiere tanto a ustedes como ha probado quererme a mí.

En una de mis cartas anteriores te dije que Fernández iría a verte. Si te ha visto y va a la casa, puedes servirte de él con la seguridad que cumplirá los encargos que le hagas, porque es muy diligente, muy hábil y muy servicial.

Pasado mañana es tu cumpleaños. Lo recuerdo perfectamente. Mañana, por no haber podido hacerlo antes, te mandaré un modesto regalito. Y el veintisiete pensaré en ti con todo mi corazón.

Espero que tu próxima me anuncie que Antonieta está perfectamente bien y que Humberto y Jorge han obtenido sobresaliente.

Muchos besos para mis hermanos, un saludo para Del Águila y cordial abrazo para ti.

César

Madrid, abril, el 25 de 1920.

P.D. Agradezco los saludos de la Sra. Mariátegui y los retorno. Mi cumpleaños lo pasé sano y apaciblemente.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 03-05/1920

A dona Artemia G. de Falcón

Mi madre, en Lima

Querida madre

He recibido tu carta del treinta de marzo. Ya te contesté la anterior; pero no sería extraño que recibieses las dos juntas. ¡Hoy anda al correo!

Cada una de tus cartas me alegra y, al mismo tiempo, me entristece. Lo primero al recibirla y al leerla lo segundo. Cuando acepté venir a Europa lo hice pensando, sobretodo, en que había conseguido proporcionarte un tiempo de tranquilidad y bienestar. No sospeché que pudieras continuar sufriendo las estrecheces que me relatas en tus cartas. Ahora, al saberlo, casi me pesa el haber salido de Lima, porque no me basta con el provecho que yo he recibido. Mi anhelo ha sido siempre, lo es y lo será, que antes que yo sean felices tú y mis hermanos.

Aun quiero ser optimista. Espero que las nuevas mesadas te hagan permitido normalizar tus gastos, que a la fecha vivas con más comodidad.

Yo vivo también estrechamente. Hasta ahora, por fortuna, me pagan con puntualidad. El cónsul de Barcelona es amigo mío y se apresura a remitirme mi sueldo apenas le mando mi recibo. Pero es muy poca la cantidad de dinero que recibo y por ello no puedo vivir mejor.

Para remediar un tanto está pobreza estoy tratando de ganar dinero aquí. Será muy fácil si quisiera conseguir lo suficiente para crece. Mas mi propósito es no solicitar una situación secundaria y mezquina. Y, claro es, de pronto y en el momento que quiera no puedo encontrar lo que a mí me conviene.

Muy pronto se publicará un libro mío. No creo que me rinda ni mucho ni poco dinero. Pero después de su publicación podré dedicar mayor tiempo a escrebir en los periódicos y otros libros, que escribiré enseguida, me proporcionarán mayor utilidad.

La falta de dinero me ha impedido enviarles todos los regalos que hubiera querido. Algo les mandaré, sin embargo los abrigos a los chicos, aunque no sé cuando, porque están muy caros.

En "El Comercio" he leído la noticia de la muerte de […] Garfias. Fue, según parece, el veinticinco de marzo. Tu carta del 30 no me dice nada. ¿Es que no lo sabías?

Dile a Del Águila que me escriba y salúdalo.

Muchos besos para mis hermanos y un abrazo de todo corazón para ti.

César

Madrid, mayo, el 3 de 1920

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 2/6/1920

A dona Artemia G. de Falcón

Mi madre, en Lima

Querida madre

Te agradezco con el corazón tu carta del diecinueve de abril. Bien sabía yo como ese día me recordaría cariñosamente. Por saberlo, he podido consolar mi soledad.

Creo haberte contado que aquel día, con dos amigos peruanos, pasé algunas horas agradables. Peor mi mayor satisfacción íntima estuvo en saber que esa casa, tú y todos me recordaban y me querían.

Al mismo tiempo que esta carta, he recibido otra tuya, adjuntándome una de Alicia, del veintisiete de febrero. Me ha llegado, como verás, con extraordinario retraso.

Pero quiero contestar a las dos inmediatamente. En primer lugar, porque, según debe comprenderse en ella, parece que ustedes hubieran estado resentidas una de otra. Creo, desde luego, que tal resentimiento no puede ser sino muy pasajero. Jamás puedo creer que Alicia, ni ninguno de mis hermanos, te ocasionen deliberadamente el menor disgusto. Pero tampoco digo que tus quejas sean injustificadas.

Ocurre con ella que, a pesar de la edad de alguna —Alicia ya tiene treinta años— todas siguen siendo niñas por la cultura y el gobierno. Y, lo que es peor, niñas buenas y engreídas. Una o dos o tres niñas buenas son, a veces, insoportables. Es porque siempre tenemos que tratarlas como a "niñas buenas". Trata a mis hermanas, de cuando en cuando, como a niñas malas y te disgustarán menos.

Me parece que a ellos las mortifica, sobre todo, la falta de estética de la nueva casa. Contentarlas es muy fácil. Si además de su fealdad es insalubre, solo se remedia mudándose. Que ellas mismas te busquen otra, y, luego, haz tu un esfuerzo económico y múdate.

Después, de un modo general, no hagas caso a ninguna de sus exigencias y perdónales, sin enfadarte, sus engreimientos.

Pero antes de esto, abrázalas y bésalas en mi nombre, y saluda a Del Águila.

Te besa cariñosamente.
César

Madrid, el 2 de junio de 1920.

P.D. Un beso especial para Antonieta el día de su cumpleaños. Mis regalos, que ahora si irán pronto, las reconciliarán a todas.

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 3/2/1920

Querida Madre:

Acabo de recibir tus cartas del 21, 26 y 30 de noviembre y del 20 de diciembre, asó como las adjuntas de mis hermanos. No he querido aplazar por más de una mi respuesta, y en el acto he cogido la pluma para escribirte.

La noticia de la muerte de Juan me ha llenado de tristeza. No podría esperarla jamás. Creía que ya se encontrase restablecido y , por eso, en mis cartas anteriores te he encargado saludos para él.

Tu no puedes imaginarte como nos hace sufrir una noticias semejante cuando estamos solo, en una ciudad extraña, rodeados de personas indiferentes, incapaces de solidarizarse ni con el más pequeño de nuestros dolores. Por esto he sufrido doblemente. Tú sabes que, a fuerza de quererlo, lo consideraba como un hermano.

Tanto como esa noticia me ha afligido la de tus padecimientos. Me habría gustado conocer la primera para saber, al mismo tiempo, que habías sufrido mucho. Se que una desgracia, por pequeña que sea, no puede pasar junto a ti sin arrancarte lágrimas. Pero, ya pasado el triste suceso, es necesario que te sobrepongas y que trates de cuidarte lo mejor posible, tanto por ti como por nosotros. Ya ves que te lo pido también por nosotros, por mis hermanos y por mí mismo que no aceptaría permanecer aquí un mes más, aunque en Lima me esperasen momentos desagradables de lucha y de pobreza, si supiese que mi ausencia te hace sufrir.

Tu sabes que nunca he hecho nada contra tu voluntad y que siempre me he preocupado, sobre todo, tu tranquilidad y tu bienestar, aunque la suerte, desgraciadamente, no me haya permitido nunca proporcionártelos en la amplitud de mi deseo. Hoy sigo queriendo proceder en la misma forma. Si tu quieres que vuelva, dímelo y renunciaré enseguida y volveré junto a ti. En mi voluntad manda más tu deseo que el mío propio.

Con gran sentimiento me he enterado de tus estreceches económicas. No necesitabas puntualizármelas. Tenía por fuerza que darme cuenta de tu situación.

La distancia que nos separa me imposibilita para atender inmediatamente a tus demandas. Comprendiéndolo así, te dejé asegurada la pensión en esa y cuyo primer cobro habrás efectuado ya. No conté, irme pesa en el alma, con una desgracia tan grande como la que acaba de ocurrirnos. Créeme que ahora me parece que he derrochado estúpidamente hasta el dinero que he gastado en comer. Tú sabes que te lo habría dado todo.

Las circunstancia me fuerzan a resignarme. Tu también, cuya situación tiene que haber […] a la fecha, debes olvidar los sufrimientos pasados y preocuparte ahora solo de vivir lo mejor posible.

En el ministerio debes cobrar, mensualmente, veinticinco libras. No sé cuanto te pagará Ruíz Braco, pero supongo que, en ningún caso ser menos de cinco libras mensuales. Todo esto hace un total de treinta libra que debes recibir, con seguridad, todo los meses.

Te suplico que de esta suma le entregues a Del Aguila, para que satisfaga un favor que he pedido, cuatro libras mensuales. Tres repártecelas a mis hermanos y el saldo, los veintitrés restantes, gástalas en la casa. No creo, por supuesto, que con tal cantidad puedan vivir espléndidamente, mas te doy todo lo que tengo. Sin embargo, si aun es demasiado pequeña esa renta, dímelo y yo, de mi pensión, aunque es bien exigua pues solo me quedo con veinte libra, te mandaré algo más.

Espero, por otra parte, poder cobrar también los artículos que mando a "El Comercio". Voy a escribirle en este sentido y lo que me den haré que te lo entreguen a tu por intermedio de Del Águila. Si consigo esto y Ruíz Bravo te paga más de cinco libras, solo te pido que en lugar de cuatro le des cinco libras todos los meses a Del Águila.

Si mis hermanos, Alicia, Antonieta y Teresa principalmente pueden mandarme todos los meses, por un giro, la cantidad que les corresponda en las tres libras, […] claramente lo que quieren que les compre aquí. Yo lo haré con mucho gusto y con toda puntualidad y llegaré hasta poner, si faltasen, algunas pesetas, no muchos desde luego.

De tu pequeña renta puede dedicar una y media o dos libras a pagar una criada de servir o una cocinera, satisfaciendo hoy el justo, muy justo y cariñoso deseo de Alicia.

De tal manera me parece a mí que puedes organizar modestamente tu casa y vivir tranquila. Por supuesto, cuento para proponértelo con que tú lo que quieras así. En todo caso debes proceder como te parezca más conveniente, que a mí siempre me parecerá bien.

Lo importante es tu tranquilidad. Quiero que estés alegre y contenta y que tus próximas cartas no me cuenten tantos sufrimientos como las que acabo de recibir.

Osores, según me he enterado en los periódicos de Lima, ha salido del ministerio a fines de enero. Espero que antes te haya concedido la beca a Humberto. Si no ha sido así escríbemelo para ver que gestiones puedo hacer por conseguirla.

Yo paso buenos días en Madrid. Es una ciudad alegre y hermosa. Ya tengo algunos amigos y con ellos, personas muy inteligentes y de gran renombre, estoy en las tarde y en las noches.

Ahora me dedico a trabajar. Estoy escribiendo, como te dije en carta anterior un libro y voy a escribir algunos artículos para los periódicos. Todo esto, como tú comprenderás, me reporta una gran reputación, pero ningún dinero. Y yo no sé hasta cual de las dos cosas debemos preferir.

Tus cartas me llegan con mucho retraso. Ponles esta dirección a ver si llegan con más prontitud.

César Falcón
Consulado General del Perú
Madrid España
Vía Panamá- Nueva York

Puede ser que por esta vía consiga recibirlas siquiera en un mes.

Si Jorgito, a quien te encargo besar especialmente, necesita respirar aire marino, me parece que mejor sería que te fueses a vivir a un balneario próximo a Lima. Tú resolverás.

Abraza en mi nombre a todos mis hermanos, saluda a Del Águila y agradécele por mí los bondadosos servicios que te presta y tú recibe un beso y un abrazo de tu hijo.

César.

Madrid, 3 febrero de 1920.

P.D ¿Te has encargado de mandarme el cuento "Mi hermana Jacoba"? Dile a Alicia que me escriba en papel de carta y fino, como el que yo uso.

Falcón, César

Carta a Humberto del Águila, 3/2/1920

Mi querido Humberto:

Cartas de mi madre me dan noticias puntuales de los servicios que les ha prestado usted desde su llegada a la casa y particularmente, la triste ocasión de la muerte de Juan. Yo le estoy, por todo ello, muy agradecido. Nunca dudé de su afecto ni de su sinceridad. Pero las deferencias extraordinarias de usted para mi madre me obligan a creerlas más y a sentirme siempre a su absoluta disposición.

Mi pobre madre, cuyo sentimiento por la muerte de Juan la […] en toda su intensidad, se […] de al entierro de Juan no hayan asistido sus amigos. Yo, querido Humberto, casi no me sorprendo de esto. Me parece una cosa característica de Lima. Lo mismo habría pasado si, en lugar de ese pobre muchacho que no tuvo en vida sino su bondad sin límites, hubiese sido yo el muerto. En nuestra ciudad - ¡Cuánto me aflige decirlo! - no hay afecto. Jamás olvidaré que al embarcarme, después de escribir diez años en los periódicos durante los cuales usted sabe cuanto hice y cuánto serví, solo fueron a despedirme usted y dos amigos más, compañeros de última hora y sin nada personal que agradecerme. En cambio, muchos periodistas madrugaron para despedir a uno de sus camaradas de prostitución en los fumadores de opio.

No quisiera recordar nada de esto. Pero lo hago para resaltar a mis propios ojos la noble actitud de usted y obligarme a mayor agradecimiento.

Su silencio me ha contrariado un poco. Hubiera querido, anhelaba tanto recibir carta suya que, al llegar al correo sin ella, me he sentido —créalo usted—espiritualmente desorientado.

Le suplico escribirme con frecuencia.

En carta reciente le digo a mi madre que, una vez organizada su renta, le de a usted cuatro o cinco libras mensuales. Le encargo entregárselo a Beatriz. Si necesita dinero, como suele acontecer, pídalo en mi casa. Ahora mismo le escribo a mi madre para que se lo proporcione y, a fin de que esté siempre en disponibilidad de hacerlo escribiré más artículos para los periódicos de esa.

¿Qué ocurre en el Barrio Latino? No tengo ninguna noticia desde hace dos meses.

Salude cariñosamente a Fernández y a las pocas personas que conoce como amigos nuestros.
Afectuosamente lo abraza
César Falcón

Madrid, 7 de febrero de 1920

P.D. Vea usted a Valle a quien encargo gestionar de "El Comercio" el pago de mis artículos y enviar el dinero a mi madre por intermedio de usted.

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 16/1/1920

Madrid, 16 de enero de 1920

Señora Dona Artemia G. de Falcón
Lima

Querida madre:

Desde mi llegada a Madrid, el veinte de diciembre último, no recibo noticias tuyas. Lo atribuyo a tu falta de conocimiento preciso de los itinerarios de correos. Pero aunque los justifico, el retraso me causa mucha tristeza.

Quisiera recibir carta tuya todas las semanas. Ya se que esto es casi imposible, y por esto, me resigno a la espera. Sin embargo, te suplico que hagas más frecuentes tus cartas. Puedes escribirme cada ocho o quince días. De este modo yo las recibiría con el mismo intervalo.

Seguramente ha llegado ya a ti mi primera carta de esta ciudad. En ella te hablaba del ataque de fiebre que sufría al llegar. Ya esto pasó completamente. Ahora estoy muy bien y me dedico a trabajar con alivio.

La vida en Madrid es muy agradable. Se vive, en verdad, casi nocturnamente. Todo se hace tarde. La gente se levanta a las diez, almuerza a las dos de la tarde, cenan a las nueve de la noche, va al teatro a las diez y media y se acuesta a las dos o tres de la madrugada. Este en el sistema de vida consciente.

La vida comercial se realiza en la misma forma. No hay hasta las diez de la mañana ninguna oficina o tienda abierta y todas se cierran de una y media a cuatro de la tarde.

Actualmente escribo un libro que debe publicarse, si no falla mis cálculos, en marzo o abril. Creo que lo acabaré en este mes. Solo espero, porque necesito incluirlo en el cuento "Mi hermana Jacoba" que tantas veces te he reclamado y que no dudo que lo recibiré en estos días.

Me interesa nuevamente conocer el resultado de tus gestiones en el ministerio para el cobro de asignación. Esto es lo que más me preocupa en los días presentes. Creo, no obstante, que te habrán pagado con puntualidad.

Ansío también conocer el arreglo con Ruíz Prado. Por desconocerlo no he podido hasta hoy normalizar el envío de mi correspondencia a "El Tiempo".

Sobretodo me entristece la falta de noticias tuyas. No te extrañe, por esto, que insista en replicarte mayor regularidad.

A tu, a mis hermanos, a Juan, a todos, en fin, lo de casa les deseo cordialmente muchas felicidades.

Para mis hermanos les envío un recuerdo cariñoso, un saludo a Juan, y para ti, madre […] un abrazo y muchos besos

Tu hijo
César

Falcón, César

Carta a Artemia G. de Falcón, 1/1/1920

Madrid, 1 de enero de 1920

Querida madre:

Apenas llegado a Madrid, hace doce días, recibí tu carta del cuatro de noviembre. Mi primera impresión fue de sorpresa. Había pensado tanto en las cartas tuyas que debía tener aquí que, olvidando la distancia, creía que serían una docena. Al encontrarme con solo una me pareció incomprensible. Pero después, considerando lo mejor, me he dado cuenta que no podría tener más.

Hubiese querido contestártela inmediatamente, pero momentos más tarde, a mi llegada casi enfermo con la gripe. Diez días he estado en cama. Solo ayer, a fuerza de cuidarme y medicarme me he levantado. Ya estoy bueno y ahora comienzo a vivir la vida madrileña.

Tu carta, por las noticias que contiene, me llenó de tristeza.Yo no sé qué estrella maligna gobierna en nuestra casa. Siempre he anhelado ser y hacer por conseguir un poco de felicidad para ustedes. Y hasta ahora no lo he logrado ni en una mínima parte.

Yo creo que nosotros, por muy pobrecitos que seamos, tenemos también derecho a un pedazo de la alegría del mundo. Si no lo hemos logrado hasta ahora, no ha sido por falta de esfuerzo y de fe. Siempre hemos vivido tristemente. Y lo cruel, lo doloroso, es que aún con respecto a mí que tanto he sufrido, sufro hoy una serie de insensatos o malvados que me consideran un audaz especulador de la dicha.

Pero es necesario no afligirse ni […]. Debemos sobreponernos a todas las contrariedades. Ya que no somos capaces de domar la felicidad, domemos el dolor.

Me hablas en tu carta de las molestias que te ocasiona la permanencia en la misma casa. Yo me las imagino claramente. No es posible que pueda vivirse a gusto en una casa sucia, oscura, sin aire, sin sol. Pero no te limites a lamentarte. Manda a todos los chicos y los grandes a buscar casa y múdate. Múdate a una casa amplia, limpia, en la que el sol entre por todas partes y en la que todos tengan su sitio propio y amplio. Será un poco difícil encontrarla, pero si te esfuerzas lo conseguirás.

Creo que cuando recibas esta ya te habrán pagado en el Ministerio y ya también habrás arreglado mi asunto con Ruíz Bravo. Así tiene que haber mejorado tu situación económica. Yo no puedo decirte desde ahora como puedes invertir mejor el dinero que recibas porque aun no se cuanto hayas recibido de "El Tiempo". Espero curiosamente noticias tuyas sobre este asunto.

Yo estoy luchando aquí para que me paguen. Espero de un momento a otro que llegue la orden al Consulado de Barcelona. No necesito decirte que, mientras esto ocurre, el dinero me viene muy estrecho.

Esperaba que me anunciases que Juan estaba ya completamente curado. Es una fatalidad la enfermedad. Infúndele ánimos. Dile que se esfuerce, que se sobreponga. Es muy joven y la juventud tiene recursos para vencer a todas las enfermedades. Confío en que la próxima me darás mejores noticias de él.

Ten presente al escribirme, que las cartas demoran mes y medio en venir.

¿Qué hubo del cuento: "Mi hermana Jacoba"?

Dile a Alicia y a Jorge que muy pronto les contestaré sus cartas. Ahora estoy un poquito fatigado.

Les deseo a todos los de la casa, y a ti en particular, y trabajaré sin descanso por procurárselos un feliz año nuevo.

Besa a mis hermanos, saluda a Juan y a Del Aguila, y recibe un beso y un abrazo de tu hijo.

César.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 25/2/1920

A doña Artemia G de Falcón

Mi madre en Lima

Querida madre:

He recibido tu carta del dos de enero y otra posterior cuya fecha por no tenerla, no puedo previsarla. Me ha tranquilizado saber que la enfermedad de Jorge no es seria.

Casi no me ha sorprendido la actitud de Ruíz Bravo. Lo esperaba. como buen farsante ha esperado mi ausencia para negarse a cumplir un compromiso que claramente contrajo. En el primer momento quise escribirle, tratándole con dureza, pero pensándolo mejor, he resuelto no hacerlo en ningún sentido. Algún día, tal vez pronto, podré cobrársela.

Esta carta llegará a ti muy tarde para que esos artículos puedan publicarse. Sin embargo, que los vea Del Águila y si alguno no ha perdido sus actualidad que se lo lleve a Cisneros para que la publiquen en la "La Prensa", por supuesto sin cobrarlo. Hoy mismo le escribo al doctor Durand haber si consigo que me pague algo por los artículos que le mande a su periódico. Esto, desde luego, tardará mucho.

Creo, mas bien, que "El Comercio" me dará algo. […] a Del Águila para que vea a Valle a quien le he encargado gestionarme este asunto.

Siento lo que ha hecho Ruíz Bravo, porque destruye el presupuesto de entrada que te envié en mi carta anterior. Por suerte no te faltará dinero para comer. En lugar de cuatro libras que te pedí le dieras todos los meses a Del Águila, dale dos solamente. Así te quedarán siempre veintitrés libras mensuales. Las propinas para mis hermanos sácalas de los que de "El Comercio", si no da nada, yo veré la forma de mandarle algo.

Te mando una carta para Enrique […] Arroyo, secretario de la Dirección de Instrucción, quien es muy amigo mío y podrá servirte en cuanto quieras para matricular a Humberto en Guadalupe.

Le escribo también a Antenor Fernández, muchacho muy activo, pidiéndole que vaya a casa y te sirva en lo que necesites. A él puedes confiarles muchos ensayos. Es uno de los que conmigo en "El Tiempo" y en "La Razón.

Veo que no te has quedado corta al pedirme regalos. Todos ellos, tasados a la ligera, importan cuatro mil pesetas; es decir mil setecientos soles. Calcula hasta donde podré adquirirlos.

No obstante, haré un esfuerzo y el mes entrante procuraré mandarte un abrigo. Quiero que lo tengas para tu cumpleaños.

En estos días le voy a mandar unos regalitos preciosos.

Dime si te atienden debidamente en el Ministerio.

Diles a Jorge y a Humberto que es muy difícil mandar una bicicleta desde aquí. Cuando gane un poquito de dinero les daré para que la compren allá.

El ocho le escribí una carta a Alicia. Espero que ya la haya recibido.

Besa y abraza a todos mis hermanos, y tu, madre pedilona, recibe un abrazo muy fuerte de tu hijo.

César.

Madrid, febrero el 25 de 1920

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 24/05/1920

A dona Artemia G. de Falcón

Mi madre, en Lima

Querida madre

Contesto tu carta del siete de abril.

Esta es una de las pocas que me ha traído amplias noticias de ustedes. Sé por ella cuántas molestias te ha ocasionado el matricular a mis hermanos. Aunque tú no me dices que lo hayas conseguido, supongo, dada la fecha en que te escribo, que ya están matriculados.

No creas que tales contratiempos me ha sorprendido. Los esperaba. Osores debió darme la beca, como me la ofreció. Si no pudo o no quiso, todas las gestiones posteriores tenían por fuerza que ser muy […] y muy poco fructuosas.

Posiblemente en el mes de agosto iré unos días a París. En posible que allí vea a Osores. Entonces me dirá por qué no decretó la beca. Ya sé que sus explicaciones de nada nos servirán para la educación de Humberto y Jorge, pero si de mucho para procedimientos personales futuros.

Te quejas con mucha insistencia de la nueva casa. No me parece que estés obligada a vivir en ella. Puedes aprovechar el tiempo y buscar otra con calma y detención. Yo no puedo decirte desde aquí hasta donde te convenga alquilar la de Carrozo. Tú debes resolverlo en conformidad con la […] que tienes. Pero, si no está, puedes conseguir otra igualmente cómoda.

Están bien empleados los artículos. Efectivamente no habiéndose publicado en "El Tiempo", perdieron su valor. En cuanto a los de "El Comercio", supongo que entre Valle y Del Águila hayan conseguido de la buena voluntad de los Miró Quesada —no tengo motivo para suponerla mala— una pequeña retribución. Cualquiera que ella sea es bastante. La publicación de ellos es la que más me interesa.

Dile a Del Águila que me escriba. Hace tres meses que no tengo carta suya.

Esfuérzate por darle a Del Águila el dinero que te he pedido.

No importa que no hayas podido apoyarme nada este año. Me basta con que me hasta recordado.

Abrazo y besos para todos mis hermanos.
Te abrazo y te besa tu hijo

César.

Madrid, el 24 de mayo de 1920

P.D. Mándame lo artículos publicados en el Correo del Perú.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 9/4/1921

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

Tengo ya tu carta del siete de mayo, llegada a mí con rapidez poco común.

Me alegro muchísimo de la mejoría de Alicia y del resultado de los exámenes de Humberto. A la […] Alicia debe estar completamente restablecidos, según lo deseo con toda el alma.

La primera noticia, después de la muy […] publicada en los periódicos, sobre el decreto suprimiendo las pensiones en el extranjero, ha sido la tuya. Te agradezco mucho la diligencia con que has averiguado mi situación. Hasta ahora no se nada concretamente.

No puedo dudar que tu habrás logrado saber ya […] fijo cuanto me concierne o que me lo comunicarás en carta que recibiré antes que esta llegue a tus manos. Por esto, me limito a hacerte una indicación. Si me han suspendido el sueldo, sería conveniente que vieses a Alfredo Piedra. Él puede conseguir que me sigan pagando la orden al cónsul en Barcelona para que me de pasaje de vuelta. Mas me conviene, claro está, que continúen pagándome, pero , si no puede ser, quiero que me manden el pasaje para regresar inmediatamente. Una vez allá hablaremos y trataré de arreglarme lo mejor posible.

Me alegro que le hayan gustado a mis hermanas los regalos. El próximo contingente será para ti únicamente. Me parece que es justo.

Sigo trabajando mucho. Tengo recortados mas de cuarenta o cincuenta artículos publicados en "El Liberal" que voy a mandártelos para que los leas.

Es posible que dentro de algunos días me vaya a pasar una corta, muy corta temporada en Andalucía. Estaré dos o tres semanas entre Granada o Sevilla.

Me olvida decirte que quien te puede dar informaciones exactas sobre lo del decreto es César Elguera.

Muchos besos para mis hermanos y para ti un abrazo y un beso fuertes, muy fuertes de tu hijo.

César.

Madrid, 9 de mayo de 1921

P.D. Como esta carta llegará por la fecha de tu cumpleaños, te envío, anticipadamente, mi más cariñosa felicitación, sin perjuicio de hacerlo también ese día y de todo él, como siempre, pensar en ti.

César.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 14/7/1920

A mi madre Doña Artemia G de Falcón en Lima

Querida madre:

Tus dos últimas cartas, del treinta y uno de marzo y diecisiete de junio, me han puesto muy triste. Ellas me han hecho comprender que aun no has conseguido vivir tranquilamente, sobretodo por la mala conducta de mis hermanas.

Alicia también me ha escrito. De la carta de ella, tanto como de las tuyas, colijo que el principal motivo de desavenencia entre ustedes es la casa. Ya te he dicho, a este respecto, cual es mi opinión. Parece que las chicas incapaces de aun de apreciar la vida de manera menos superficial, le dan mucho importancia al aspecto de la casa, a otras cosas superfluas. Tú que las conoces mejor que yo, […] con su deseo. Si no les gusta la casa, que ellas mismas te busquen otra y múdate. Haz, si puedes, un sacrificio para mudarte. Hazlo, pero a condición de que ellas comprendan por su parte lo obligadas que están a respetarte, a quererte y a cuidarte incondicionalmente. Ya están grandes y deben saberlo. La mudanza solo puede ser una complacencia tuya, justificada por la incomprensión de ellas.

Yo creo que has exagerado un poco tus quejas. Lo creo, en primer lugar, porque nunca podría conformarme con la idea de que tú, tan serena y tan cariñosa y tan abnegada, sufrías por causa de mis hermanas. Ocurre, como ya te he dicho, que son todavía muy muchachas y un poco engreídas. Pero, en el fondo, te quieren y te quieren mucho. Ellas mismas te lo dirán. Te lo dirán cuando tú —te lo pido yo— les hagas leer esta carta. Desde entonces —tú lo verás— […] un poco los enfrentamientos y serán más solicitas contigo.

Me entero por otra parte, que pasas los días muy triste, muy abatida. Esto me parece muy mal. Nada puede perjudicarte más que enojarte […]. Procura distraerte. Suprimir de tu espíritu la mayor cantidad posible de preocupaciones. Pasea y visita. Mucho te propicia una vida más apacible, grata, la seguridad aunque sea momentánea, de tu renta. No debes permitir que te aflijan hoy, sin los mismos motivos, los sin sabores de tus días pasados.

No me sorprende el retraso con que llegan a tu mis cartas. Muchas tuyas las he recibido después de mes y medio. Actualmente el servicio postal, como todos los servicios públicas, está realizándose con igual arbitrariedad en todos los países. Cartas de Francia o de Italia, que en tiempos normales tardan dos y tres días en llegar aquí, me llegan ahora con ocho y diez de tardanza. Tú, como yo, debemos tener paciencia.

Supongo que ya está en casa la madre de Del Águila, y supongo también que te será grata su compañía. A propósito, me parece que la estancia de esta señora en la casa es un motivo más para mudarse a otra que sea tenga mayores comodidades.

Salúdala en mi nombre. ¿Cómo sigue Jorge, Antonieta y Del Águila? Me alegro mucho de la mejoría de Alicia.

Para atender a los encargos y peticiones de todos ustedes no me bastarían tres mil pesetas. Es decir, mas de mi renta de seis meses. Hasta hoy, ahorrando lo más posible he logrado reunir unas cuantas cosas. No se las he mandado antes porque quiere que cada uno reciba su regalo al mismo tiempo. Todavía me faltan comprar algunas cositas, pero las tendré muy pronto. El próximo correo les llevará el "voluminoso" contigente.

Dime si lees "El Comercio". Si lo lees mándame, recortados, todos los artículos míos.

Saluda cariñosamente a todos mis hermanos y a Del Águila.
Te abraza
César

Madrid, el 14 de julio de 1920.

P.D. Saluda a la señora Mariátegui. El baúl de José Carlos, junto con el mío, se perdió en París y ha aparecido en Triste. Ambos han hecho una escabrosa peregrinación por Europa. No te he dicho nada hasta hoy por no mortificarte. Ya no hay motivo para que no lo sepas. Ya han vuelto a nuestro poder.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 23/2/1921

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

He recibido tu carta del treinta de diciembre y del veintitrés de enero. Te pongo escritas las fechas para que no dudes que las he recibido.

Desde hace varios días estoy nuevamente en Madrid. Hice un viaje rápido de regreso. Quería volver lo más pronto porque tenía que arreglar aquí algunos asuntos, entre otros el del famoso libro que aun no se ha publicado por las muchas dificultades con que tropieza la casa editora. Hace seis o siete meses que tienen en su poder los originales. Ayer me han dicho que, probablemente, dentro de muy poco podrá imprimirse. Así lo espero.

Apena salga, caro es, te lo mandaré.

Estoy trabajando mucho. Escribo cautivamente en "El Liberal". Además preparo otros libros para evitarlos en cuanto aparezca el que tengo entregado.

Me han sorprendido las noticias que me das sobre nuestros pagos. No sabía una palabra. Todo lo que se ha dicho acá ha quedado, al fin, sin efecto. Por esto, me parece que los nuevos propósitos tendrán el mismo resultado.

El Consulado de Barcelona me paga puntualmente y no me ha dicho que tenga ninguna orden al respecto. Yo, mientras no me suspendan el pago, no hago ninguna gestión. Creo que esto mismo debe hacer tú, a menos que los informes que te han dado sean más serios y autorizados de la que las supongo. Como tu sabes que allí casi todo se queda en nada, mejor para evitarte molestias, no hagas ninguna petición hasta que dejen de pagarte.

En estos días tengo que recibí dinero de "El Liberal" y lo aprovecharé para compara algunas de las cosas que me has pedido. Procuraré que te lleguen para el 27 de abril. Comprenderás que no puedo mandarte todas los pedidos, entre otras cosas porque necesitaría un barco especial para enviarlas.

Felicita a Alicia y a Teresa por sus cumpleaños y a Jorge y a Humberto por sus exámenes.

Muchos abrazos par todos. Para ti uno especial con todo mi cariño.
César

Madrid, 23 de febrero de 1921.

P.D. Los regalos fueron a fines de octubre. Si no los han recibido todavía, averigüen en la sección encomiendas del correo. Avísame.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 25/12/1921

A Doña Artemia G. de Falcón

En Lima

Querida madre:

Acabo de regresar a Madrid. Tu carta del 8 de noviembre la recibí en París. Me alegro que te haya gustado mi libro. Hace poco te enviado algunos de mis últimos artículos. Espero que te gusten también.

Yo, como tu comprenderás, estoy impotente para realizar alguna gestión en el gobierno. Todas las cartas que escribiese serían inútiles. Aquí mismo no me sirven de nada. Hasta ahora no recibo un céntimo de Barcelona ni espero recibirlo en mucho tiempo más o nunca.

Te mandé de Berlín la solicitud pidiendo que te pagaran mi sueldo íntegro y, posteriormente, te autoricé para que lo arreglases en la forma más conveniente. Has lo que a tu juicio sea mejor. Puedes pedir el sueldo íntegro o el aumento de la asignación. Cualquiera de las dos cosas, un otra, me parecerá muy bien.

Y, para curbrirnos contra la irregularidad de los pagos, no se me ocurre otras […] ni hay otro […] que el que te [he] dicho en mis cartas anteriores. Es necesario que el esfuerzo de todos constituya al sostenimiento de la casa. Es decir, que todas mis hermanas trabajen para vivir. Hacer como he hecho yo: independizarse del sueldo del gobierno. En la cartas adjunto se lo digo extensamente a Alicia.

Espero que Alicia y mis demás hermanas aceptaran entusiastas mis consejos y que contribuirán a tranquilizarte. Yo estoy seguro del cariño de todas ellas a ti. Y la mejor prueba de su cariño es procurarte una vida reposada y sin preocupaciones. La vida que mereces, después de haber sufrido y trabajado tanto por tus hijos.

Muchos recuerdos a todos mis hermanos y un abrazo para ti muy fuerte y muy cariñoso de tu hijo

César

Madrid: 25-XII-1921

Mi navidad, como todas, muy triste. Me consolaría mucho saber que en casa la habeis pasado mejor.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 20/3/1922

A Doña Artemia G. de Falcón

En Lima

Querida madre:

A poco de tu carta del tres de febrero he remitido el telegrama en que me anuncias la cancelación de mi nombramiento. Esperaba la noticia de un momento a otro. No tanto por las economías que están realizando en el presupuesto, cuanto por el ejercicio constante de la envidia contra mí que sabía aprovechar el instante para atacarme eficazmente y sobretodo, por la desaparición de las causas de mi nombramiento. Indudablemente ahora no es lo mismo que hace dos años. Quienes me solicitaron y consiguieron el destino lo hicieron, en primer lugar, para evitar que atacase al gobierno. Hoy no lo tienen. Quisieran, por el contrario, vengarse en mí, dejándome sin un pedazo de pan y obligarme a pedírselo de rodillas. Pero me parece muy difícil que puedan satisfacer su deseo.

Enseguida de recibir tu telegrama he escrito a la Legación en Londres reclamando los sueldos que me adeudan. Espero la contestación uno de estos días.

Barcelona me debe a mí nueve mensualidades, o sea ciento ochenta libras. No se cuánto te deban a ti allá. Supongo que en total no será menos de doscientos o doscientas veinte libras. No creo que Londres haya recibido la orden de pagármelas. Tan pronto como me contestan te lo avisaré. Si me dicen que no tienen orden de pagarme, te enviaré mi recibo y demás comprobantes para que las cobres en el Ministerio junto con lo que a ti te deban. Además, quiero reclamar la cantidad que me corresponde por derechos de viaje de regreso.

Para gestionar el pago, no hables más con Piedra ni con ningún otro individuo insignificante. Habla directamente con Salomón. Yo le escribiré una carta y haré que Mariátegui le escriba también. Mariátegui le ha escrito pidiéndole que conserve nuestros puestos, pero seguramente la carta llegará con retardo.

Todo lo que me debe el gobierno, los doscientas libras íntegras, son para que atiendas a los gastos de la casa mientras nos organizamos. Es indispensable, ahora con mayor urgencia, que mis hermanas trabajen. Yo procuraré conseguir aquí alguna cosa más y espero que lo lograra en este mismo año. De ese modo, con el trabajo de mis hermanas y los que yo, dentro de pocos meses pueda enviarte, podreis vivir perfectamente hasta que yo haga alguna combinación y podamos reunirnos todos aquí. Además, voy a escribir artículos para el "El Comercio". Uno de estos días enviaré los dos primeros y te mandaré una carta para Luis Miró Quesada. Hablé con él y seguramente conseguiremos obtener por allí algún dinero, que será, desde luego, íntegro para ti.

Si me pagan por Londres, te giraré el dinero apenas lo reciba. No digas a nadie que yo pienso quedarme, porque esto nos perjudicaría para cobrar los sueldos y los derechos de pasajes.

Yo creo que mis hermanas se darán cuenta de la situación y nos ayudarán entusiastamente. No dudo de Alicia. Pero es necesario que ella influya con su ejemplo y sus consejos en el ánimo de las otras. Tú no te desanime. Ten fuerza de voluntad que ya me parece van a terminar por fin todas nuestras desventuras. Lo importante ahora no es afligirse ni amilanarse, sino proceder con energía. Yo espero que todos pondremos de nuestra parte lo que podamos. Muchos recuerdos a mis hermanos. Te abraza y besa tu hijo.

César

Madrid, 20. III. 1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 22/4/1922

Señora Artemia G. de Falcón

Lima

Mi querida mamá:

Preséntate con esta carta en el Ministerio de RR.EE. para aclarar todo lo que al pago de mis sueldos se refiere.

Me estaban debiendo desde el mes de junio del año pasado, pues el último sueldo que cobré fue el de mayo, hasta el mes de febrero del presente, o sea nueve meses. Por Londres me pagaron nada más que ciento veinte libras, o sea, seis meses de sueldo, de modo que me adeudan tres meses.

Yo creo que con esta explicación, el Ministerio no tendrá inconveniente alguno en hacer que se te pague allá.

Un fuerte abrazo

César Falcón

Madrid: 22 de abril de 1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 25/6/1921

Querida madre:

Tuve un gran sentimiento cuando leí las noticias de las enfermedades tuyas, de Alicia, de Humberto y de Jorge. Felizmente, en nueva carta del quince de mazo, me ha tranquilizado. Espero que después de tantas contrariedades se haya, al fin, cansado la suerte de jugar con nosotros y todos vosotros esteis ahora completamente bien y lo más contentos que sea posible.

Yo acabo de pasar una breve temporada en Andalucía. Fui a convalecer de una especie de congestión pulmonar y tuve la mala fortuna de coger allí la gripe y unas anginas de añadidura. Después de ocho días, muy bien atendido, y de una leve corte en la garganta, quedé nuevo. Ahora estoy fuerte, gordo y resistente como un roble.

Aquí me entero con mucho retraso de las noticias de allá. Los periódicos solo las publican cuando se trata de algo ocasional. A lo demás, no le dan importancia. Lo poco que sé me lo han contado las personas que han venido de allá o de París y el cónsul. Yo, por mi parte, tengo muy poco interés en enterarme de las cosas de la tierra. Estoy completamente dedicado a mi trabajo. Escribo y estudio mucho, y vivo tranquilo. Ya casi no salgo de casa. Solo al atardecer, un momento, para ir a "El Liberal" o charlar un instante con algunos amigos.

Me parece que ha desaparecido el peligro de que me suspendiesen el sueldo. No lo sé seguramente. Pero el que no me lo hayan comunicado hasta ahora me hace suponerlo.

Últimamente han cambiado al cónsul en Barcelona. Viene un señor Gil Cárdenas. Yo no le conozco. No creo, sin embargo, que se comporte mal conmigo. El cónsul destinado, Pardo de Zela, gran amigo mío, me ha hecho muchas atenciones.

Ya se ha publicado mmi primer libro. Uno de estos días, acaso el mismo correo, te enviaré dos ejemplares. También te enviaré unos cuantos de los muchos artículos que escrito en "El Liberal".

Aprovecharé esta oportunidad para hacer un solo paquete con los libros, el reloj —que ya lo tengo— la pelota de Humberto y un regalito para Jorge. El juego de té, como sabes, lo tengo encargado a Mariátegui. Por este mismo correo le escribo pidiéndole noticias de él, y en caso que no lo haya comprado todavía, le compraré yo aquí. De todos modos, lo esperará solo muy poco tiempo. Tú, que eres tan buena, y lo haz esperado tanto, no te enfadarás conmigo por esta nueva y breve espera.

Casi estoy resentido con mis hermanas por su silencio. Ya no me escribe ninguno. Parece que se han olvidado de mí.

¿Cuándo me vas a enviar tu retrato y el de mi padre? Los espera impacientemente para mandar hacer las ampliaciones que te he ofrecido. ¿Tú mandarás también aquel tan reclamado retrato mío?

Muchos abrazos para todos. mis hermanos, y uno especial, con mi mejor cariño, para ti.

César.

Madrid, 25 de junio de 1921.

P.D. Dirígeme tus cartas a este dirección: España-Madrid- Trafalgar 36 - 2º izquierda.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 27/10/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

No creí que Miró Quesada se negara a contratarme algunos artículos mensuales. Suponía alguna modificación del antiguo sistema de los diarios de Lima, adverso a las colaboraciones. Pero el fracaso de tus gestiones me convencen que continúan tan inmorales como siempre. Yo, como tu comprenderás, no tengo el menor interés en escribir para los periódicos de allá. Si me resolví a ofrecerle mi colaboración a "El Comercio" no fue sino por conseguir algún dinero para ti. Y desde luego no estoy dispuesto a escribir una sola línea gratis. Entre otras razones, porque yo vivo de mi pluma y quien no paga mis artículos, me los roba. Esto, seguramente, no lo creen los directores de "El Comercio". Pero aquí, entre la gente civilizada, es así.

Mariátegui partirá muy pronto —no ha podido hacerlo hasta hoy porque está esperando sus pasajes—, a él le encargaré una nueva gestión. Es posible que obtenga mejor éxito que tú. En todo caso, si no logra conseguirme nada en El Comercio, me la conseguirá en el diario en el que él se coloque. Ten un poquito de paciencia.

Por lo demás, el año próximo, si me estrenan una comedia que tengo ya entregada, mis ingresos aumentarán considerablemente y me permitiría ayudarte sin atenerme al dinero de Lima. Estoy trabajando por dedicarme a escribir para el teatro. Este da aquí mucho más dinero que allá y aunque yo, como tu sabes, nunca he tenido suerte para ganarlo, creo que me oirá mejor que escribiendo para los periódicos.

Estos días he tenido muchas contrariedades. En "El Liberal" se ha presentado un conflicto, porque la empresa está en mala situación económica y el diario va a cambiar de dueño. Yo temía que el actual director, muy amigo mío, dejase de serlo y pusiera en peligro, por esta causa, mi permanencia en la redacción. Todavía está tramitándose el asunto. Pero creo que se arreglará en favor de Moya y, en consecuencia, mío, Ya te daré noticas más concretas.

No olvidaré tu encargo con respecto a Angulo. Yo también le estoy muy agradecido a todas las atenciones que te ha dispensado. Hágame el favor de decírselo así y de saludarlo muy afectuosamente en mi nombre. Tan pronto como pueda te enviaré lo que me pides para él.

Espero que Jorgito esté ya completamente restablecido. Abrázalo y bésalo por mi con mucho cariño.

Saludos, abrazos para todos mis hermanos y un abrazo y un beso para ti de tu hijo.

César

Madrid? 24.XI.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 7/91922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Mi querida madre:

En estos dos últimos días he recibido tres cartas tuyas. Se debe a que la reciente huelga de empleados de correos ha entorpecido el despacho de la correspondencia. Es posible que aun reciba otra carta más. No puedo decirte las fechas de tus cartas, porque no las tienen. Solo una está fechada. Y es del dieciocho de julio.

No es cierto que haya olvidado escribirte el día de tu cumpleaños. Te escribí desde Génova, donde estuve hasta mediado [de] marzo. Quizá se haya perdido la carta, cosa muy posible dada la gran confusión postal que la conferencia produjo. Pero de todos modos te repito que ese día te tuve presente y que hice muchos votos por tu felicidad. Los mismos votos que hago constantemente.

He tenido un gran gusto al conocer la noticia de la colocación de Alicia. Me parece que sus esfuerzos han logrado la mejor recompensa. Es lo mejor que podía obtener. Solo falta ahora que Teresa se coloque en la misma forma.

Me ha alegrado mucho también que Salomón te haya conseguido, tan atenta y amistosamente, la confirmación de la renta por este año. Yo no tenía ya ninguna expectativa. Es de agradecerle su desinterés mas aun cuando los que se llamaban amigos míos se han portado tan amablemente.

Yo, efectivamente no necesito el sueldo por [ilegible] vir. Pero esto no quire decir que gane mucho y que esté en una magnífica situación. Ya te lo he dicho otras veces. Apenas gano lo indispensable, lo estrictamente indispensable. Y si logro sostenerme es porque hago una vida muy modesta, muy ordenada y me privo de muchas cosas.

Ahora estoy trabajando en varias […] que no sé si me darán resultado. No puedo tener muchas esperanzas. Este es un país pobre donde la gente apenas gana para sostenerse. Es mucha fortuna que yo haya conseguido lo que tengo. Si logro mis propósitos, lograré algunas pesetas más y, claro es, te enviaré una parte de ella. Pero esto no es seguro ni puede ser permanente. Para proporcionarte una pequeña renta allá le escribí esa carta a Miró Quesada, cuyo resultado ya debes conocer tú. Supongo que no habrá sido negativo. Yo escribiré puntualmente los artículos para El Comercio y espero que el producto de ellos te sirvan para el alquiler de la casa siquiera. Lo que yo te de será todo lo que pueda conseguir allá. El mes próximo irá Mariátegui. El tiene el encargo de conseguirme un sueldo en el periódico para el que trabaje o en otro. Este sueldo será para ti. Y con este y con lo que ganen mis hermanas podrás asegurar los gastos de la casa hasta que podamos reunirnos todos.

En el asunto del banco no cabe reclamación ninguna. Yo me equivoqué al calcularlo el cambio porque me dijeron aquí que la libra peruana estaba a diecinueve pesetas, estando a veintrés. He perdido dinero. Pero es por causa de haberme pagado en Londres. Yo no podía evitarlo.

Estoy procurando hacer un libro con algunos de mis artículos. Así podrás leerlos reunidos. Creo que es lo único, si no mejora mi situación, que podré mandarte de lo que me has pedido.

Tu retrato me ha causado una gran alegría. Estás muy […] y muy guapa. Y, además, muy elegante. Te felicito y me felicito.

Lo de tus padres los tengo conmigo. Voy a mandar a hacer las ampliaciones.

Muchos saludos para todos mis hermanos —para Jorgito principalmente cuya mejoría deseo mucho— y un beso y un abrazo para ti.

César

Madrid: 7. IX.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 21/3/1923

Trafalgar, 36

Querida madre:

Apenas he recibido tu última carta me he puesto a trabajar el artículo que te adjunto para Mundial. Me parece de algo te servirán las cuatro libras mensuales por los dos artículos y no me paro a discutir más. Como le digo a Aramburú en la carta que uno a este, acepto la propuesta, aunque, a la verdad, dos libras es muy poco por cada artículo. Supongo que será una cosa permanente.

Creo además, que Mariátegui me habrá conseguido ya otra colaboración sea en El Comercio o en otro día cualquiera. En este caso, muy pronto podrás recoger una cantidad apreciable de dinero todos los meses y tal vez hasta subvencionarme.

Todavía no he recibido respuesta ninguna sobre mi demanda de pasajes. Dile a Mariátegui que no descuide las gestiones pues ese dinero nos hace mucho falta.

Espero que la ayuda de Mariátegui esté gestionando los destino para Teresa y Humberto.

Hasta ahora no tengo noticias del viaje de Mariátegui ni de su llegada a esa. Y, naturalmente, las espero con impaciencia.

Dile a Aramburú que uno de estos días le mandaré el otro artículo del mes. Lo cierto es que entre los artículos para allá y los de aquí me obligan a trabajar sin descanso. Pero no importa, si al fin conseguimos algún alivio económico.

Cariñosos recuerdos para mis hermanos y un beso y un abrazo para ti.

César

Madrid: 21-3-1923

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 22/91922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

Yo también, como tú, tuve una desagradable sorpresa cuando leí la primera noticia de la enfermedad de Jorge. Tus explicaciones posteriores me tranquilizaron. Espero que a la fecha este completamente curado.

Estoy esperando impaciente la contestación de Miró Quesada. En estos días le he mandado otros artículos. Quiero saber que me contesta normalizar mi colaboración y escribir puntualmente. Supongo que, aunque poco, aceptará pagarme algo mensual. Ha sido una lástima que no haya podido hablar con él. Personalmente habrías podido conseguir más. O, tal vez, lo mismo. Pero no nos habría quedado la duda.

Ya he recibido el pasaporte para ir a Rusia. Debía haber partido en estos días. Pero el director de El Liberal, que irá conmigo, no puede salir todavía de Madrid. Creo que partiremos en los primeros días del mes próximo. Te escribiré antes de marchar con toda clase de detalles.

Estaremos entre Moscú y Petrogrado dos meses. El frío nos impedirá estar más tiempo. El mes de diciembre es muy recio en Rusia. U enero, claro es, no se puede resistir.

Me equivoqué en aquella carta en la que te decía que el nuevo ministro de instrucción era Curletti. Después me he enterado mejor. Ya sé que es Ego Aguirre. Me parece, de todos modos, que te servirá mejor que Barros.

Supongo que Teresa estará ya destinada. Ansío conocer donde como y en que condiciones.

Me parece muy bien tu proyecto para venir a reunirte conmigo. Solo que debemos esperar que yo regrese de Rusia para ponernos de acuerdo sobre la manera de realizar el viaje. Mariátegui irá en el próximo mes de octubre, no en enero. Yo lo veré ante de que me embarque. En cuanto llegue a Lima irá a verte y te llevará noticias mías.

En estos días estoy trabajando mucho. Quiero ver si puedo conseguir que me estrenen una comedia. Esto me conviene mucho, porque el teatro es lo único que aquí me permite ganar algo. Por eso mismo, es muy difícil estrenar. Si lo consigo y tengo éxito, podré obtener algún dinero para fin de año.

Muchos saludos para mis hermanos y un abrazo y un beso muy cariñosos para ti de tu hijo.

César

Madrid: 22-IX-1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 21/12/1922

Trafalgar, 36

Querida madre:

No tienes que agradecerme ningún esfuerzo que haga para ayudarte. Esta es mi obligación. Lo único que siento es no poder hacerlo en la medida que yo quisiera.

Siento mucho las contrariedades que afligen a Jorge. Tu carta, sin embargo, me ha consolado, por que me deja entender que ya está completamente bien.

Me parece buenas tus decisiones respecto a Humberto. En realidad, ya es casi un hombre. Y la mejor manera de formarse es trabajar. El trabajo le enseñará muchas cosas como a mí, y le estimulará a seguir estudiando. Yo no creo que una carta mía a […], de quien como tu sabes soy muy amigo, pueda tener eficacia. Estamos muy distantes. Pero le recomendaré a Mariátegui que hable personalmente con él en mi nombre y se empeñe hasta conseguir que destine a Humberto. Esto y lo de El Comercio se lo recomendaré, de modo muy especial. Y estoy seguro que Mariátegui lo hará en cuanto llegue. Ya está muy próximo a marcharse. No lo ha hecho todavía, porque aún no le han enviado sus pasajes. Es cuestión de pocos días.

Te repito lo que te he dicho antes. Con la ayuda de Mariátegui conseguirás, sino lo has conseguido ya, colocar a Teresa y a Humberto y alguna cosa de El Comercio. Así podrás esperar tranquilamente a reunirnos aquí.

Mi situación es la misma. Estoy gestionando el estreno de una comedia. Si lo consigo, creo que mejoraré económicamente y , claro es, te haré participar enseguida de mis ganancias. El asunto de El Liberal no se ha resuelto todavía definitivamente. Pero yo no temo por mí.

Cuando puedas, mándame algunos periódicos. No me entero de lo que pasa ahí.

Supongo que mi carta anterior te habrá informado respecto a […] no olvides que es un farsante.

A ti, a todos mis hermanos les deseo sinceramente muchas felicidades en el próximo año. Y como esta carta llegará en vísperas del cumpleaños de Alicia, la felicita anticipadamente.

Muchos besos y abrazos de tu hijo.

César

Madrid: 31.XII.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 14/2/1923

Trafalgar, 36

Querida madre:

Por haber estado fuera de Madrid he recibido un poco retrasada tu última carta. Tuve que marchar unos días a Alemania a ver la ocupación de la […] del Ruhr. Allí encontré a Mariátegui. Estuvimos juntos varios días y lo dejé en momentos […] de marcharse. Seguramente ya estará en Lima, te habrá ido a ver y te habrá dicho cuanto con él le he mandado decir. Te repito ahora lo de otras veces, aprovéchalo para todo lo que necesites. Él me ha ofrecido atenderte y lo hará. Sobretodo, te ayudará mucho a conseguir destinos para Teresa y Humberto y me gestionará la colaboración en "El Comercio". Recuérdaselo.

Yo estoy trabajando mucho. Mientras estaba fuera, Moya, el director de "El Liberal", dimitió su cargo. Esto me ha afligido a mí y a varios redactores a salir del periódico. Ahora nos ocupamos en organizar un nuevo diario. Hasta ahora las gestiones van muy bien. Pero tenemos que esperar acaso un mes. Entretanto, para proporcionarme algún dinero y enviártelo a ti, he pedido mis pasajes al gobierno. Me ha parecido una tontería dejarlos perder cuando tengo derechos a ellos y, en esta oportunidad, pueden servirme de mucho. Tan pronto los reciba te haré un giro cablegráfico. Si lo recibes antes de esta carta, aquí tienes la explicación.

Naturalmente, yo no pienso, como tú lo comprenderás, regresar ahora. La vida allá me sería muy difícil. Aquí, en cambio, aunque pase algunas dificultades transitorias, puedo conseguir más fácilmente la manera de vivir. Es posible que Mariátegui no conozca este propósito mío. La última carta que le escribí a Berlín no pudo recibirla. Dile tu esto. Y dile también, si todavía no ha recibido mi giro, que pregunte en el ministerio por mis pasajes y que, en todo caso de que aun no hayan dado la orden de entregármelos, hable con Salomón para que la de telegráficamente, el cónsul en Hamburgo o en Génova. Yo no sé lo escribo directamente por temor a que abran la carta en el correo y se enteres. Me limitaré a decirle que hable contigo.

No me sorprende la nueva actitud de Salomón. Lo sorprendente es que antes se hubiera portado bien contigo. Pero no hagas caso. Es necesario que acostumbres a buscar nuestros recursos de vida fuera del repugnante ambiente del gobierno. Yo estuve esperando recibir el dinero de mis pasajes para escribirle al propio Salomón diciéndole, como no le ha dicho nadie, todas las cosas que se merece. Ya verá él como no es tan sencillo tratarte mal a ti. No lo he hecho apenas recibí tu carta, porque se habría vengado de mí no enviándome el dinero de los pasajes.

Ten la seguridad de que Mariátegui te servirá como si fuera yo mismo. Háblale con todo franqueza y, te lo digo otra vez, recurre a él para todo lo que necesites. La contrariedad de "El Liberal" ha trastornado un poco mis planes. Pero muy pronto los pondré otra vez en marcha y ya hasta realizarlos completamente.

Muchos saludos para todos mis hermanos y un abrazo y un beso muy cariñoso para ti de tu hijo.

César.

Madrid: 14-II-1923

Saludos especiales para Alicia por su cumpleaños.
Escríbeme enseguida.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 1/3/1923

Trafalgar, 36

Querida madre:

Con retardo he recibido tu carta del dieciocho de enero. Una mía de hace poco debe haber coincidido en la llegada de Mariátegui. Hasta ahora no tengo ninguna nueva noticia de él —la última suya es [...] de Europa— ni mi solicitud de pasajes. Ambas las espero de un momento a otro.

No olvides recomendar calurosamente a Mariátegui que gestiones del mejor modo posible con Salomón que den a Génova o a Hamburgo la orden de mis pasajes. Tengo un gran interés en ellos. Por mí y por ti. Lo que reciba pueda servirnos para aliviar nuestra situación. Dile, pues, a Mariátegui que proceda con la mayor prontitud.

Tan pronto como reciba ese dinero —ya te lo he dicho— te haré un giro cablegráfico. Esto será para tu el mejor indicio de que lo he recibido. Yo no me dirijo directamente a Salomón, porque mis gestiones tan distancia no serían tan eficaces como las de Mariátegui y, además, porque espero escribirle cuando los reciba, contestándole a sus impertinencias contigo.

En estos días he enviado tres artículos a El Comercio. Supongo que las publicarán y te los pagarán. Habla con Mariátegui en cuanto los veas publicados. Yo tengo mucha confianza en que Mariátegui logrará asegurarme una colaboración fija en ese periódico y, en consecuencia, podré dártela como una pequeña mesada.

No olvides informar detalladamente a Mariátegui de mis propósitos. Ahora estoy esperando la salida de un nuevo periódico que los ex redactores de El Liberal organizan activamente. Lo trabajo van bien. Si no se tuercen el diario saldrá a fines de este mes. Allí recuperaré mi perdido sueldo de El Liberal.

Este tiempo de espera me sostengo con algunos artículos que escribo para la revista España. Pero ansío recibir el dinero de los pasajes para cubrir cualquier emergencia.

A Mariátegui le escribiré detalladamente tan pronto como tenga su dirección exacta. Temo el secuestro de mis cartas en la lista de correos.

He sentido mucho la enfermedad de Jorge. Pero me ha tranquilizado la noticia de que ya está completamente restablecido. Abrázalo en mi nombre.

Yo también te deseo a ti a todos mis hermanos muchas felicidades este año. Y como esta carta llegara a ti en las proximidades de tu cumpleaños pienso adelantarte para ese día un abrazo y un beso muy cariñosos. Así conseguiré que sean los primeros.

Saludos cariñosos para mis hermanos y un beso muy cariñoso para ti de tu hijo.

César.

Madrid: I-III-1923

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 4/10/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

Estoy esperando impacientemente tus nuevas sobre la enfermedad de Jorge. Tu carta del uno de septiembre me sorprendió o muchísimo. No esperaba que Jorge estuviera tan malo. Creía que se trataba de una cosa sencilla, como tú misma me lo hacías creer en tu anterior. Por esto, sufrí una profunda contrariedad al enterarme de sus verdaderos alcances. Pero la distancia, que tantas molestias me ocasiona y que tanto contribuye a mi inquietud, me consuela en esta oportunidad, porque creo que a la fecha nuestro Jorgito estará ya muy mejorado y habrá salido felizmente del trance difícil. Tengo la esperanza que tu próxima carta que, como te digo espero asiosamente, me traerá esta grata noticia.

Comprendo perfectamente cuantos sacrificios habrás tenido que hacer para acudir a los gastos de la enfermedad de Jorge. Esto ha aumentado mi contrariedad. Actualmente no tengo más dinero que el indispensable para comer. Si hubiese tenido cualquier cosa te lo habría girado enseguida. Pero espero que muy pronto podré enviarte algo. Estoy gestionando ahora un negocio —un negocio teatral que, como tu sabes, es muy inseguro—, si logro salir bien, lo primero que consiga será para compartirlo contigo.

He recibido una comunicación del ministerio anunciándome que han prorrogado el sueldo por el presente año. Es lo mismo que tú me habías dicho ya. Mi actitud, en otras circunstancia, habría sido la de renunciar inmediatamente. Pero no lo he hecho, ni lo haré, porque me dio cuenta de que esas veinte libras las necesitas mucho y yo no tengo para enviártelas.

Todavía no puedo decirte cuando marcharé a Rusia. El [negocio] del que hablo más arriba me detiene aun en Madrid y, por otra parte, Moya continúa arreglando los asuntos que le han impedido hasta hoy marchar fuera de España.

Escríbeme con mayor frecuencia. Todas las semanas salen de allá dos o tres correos para Europa. Puedes aprovechar siquiera uno. La incomunicación en que estamos actualmente me intranquiliza mucho.

Hazle, por mí, muchas caricias a Jorge y dile que pienso constantemente en él y que espero con toda mi alma recibir enseguida la noticias de su completo restablecimiento.

Saluda también muy cariñosamente a todos mis hermanos, en particular a Alicia cuya tierna carta se la agradezco con el corazón, y tu recibe besos y muchos abrazos de tu hijo.

César

Madrid: 4-X-1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 5/10/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

Acabo de recibir tu telegrama. Como me lo has dirigido al consulado no pude recibirlo inmediatamente. Llegó cuando el cónsul estaba veraneando y solo hoy, al regresar a Madrid, me lo ha enviado.

Me aflige mucho no poder enviarte inmediatamente el dinero que me pides. Me doy cuenta exacta de la necesidad que tiene de el y de todas las amarguras que estarás pasando. Pero, como ya te lo he dicho otras veces, desde que perdí el sueldo del gobierno, apenas tengo lo indispensable para comer. Mi renta es demasiado pequeña y, a pesar de todos los esfuerzos que hago, no consigo hasta ahora mejorarla.

Por otra parte, el tiempo que llevo en esta ciudad no me permite tener relaciones a las cuales, en un momento dado, poder recurrir por una cantidad importante. Y en el periódico, que podía ser una fuente de recursos, están ahora muy estrechos de dinero; tanto que, por esta causa, no hemos podido ir todavía a Rusia el director y yo.

Hay, además, esta otra circunstancia desfavorable. Las pocas pesetas que yo te mandase se convertirían, al cambiarlas en Lima, en una cantidad irrisoria. Para mandarte una sumar regular tendría que reunir el valor de dos o tres sueldos. Y esto mismo no puedo hacerlo, porque no tengo quien me los adelante.

Créeme que me causa una pena muy grande tener que decirte esto. Y ni siquiera puedo decírtelo por telegrama. Estoy verdaderamente desesperado. Haría cualquier cosa por conseguir dinero. Pero es imposible. Estas ciudades son implacables.

Tan pronto como tenga un poco de dinero, lo que sea, te lo enviaré sin que me lo pidas. Comprendo que los sacrificios que te haya impuesto la enfermedad de Jorge no podrás repararlos fácilmente. Estoy esperando que se arregle aquella cosa de teatro de que te hablé en mi carta anterior. Si hace en este mes, creo que en los primeros del próximo tendré unas cuántas pesetas mas que serán íntegras para ti. Tú sabes que cuando he tenido te las [he] mandado enseguida.

Antes de cerrar esta carta, veré, sin embargo, si logro conseguir algunas pesetas y te las adjuntaré en un giro postal. Caso de conseguirlas, no te las mandaré telegráficamente por la sencilla razón de que las gastaría todas en el telegrama. El que te hice cuando me pagaron lo de Londres me costó ochenta y pico de pesetas.

Estoy pensando constantemente en Jorge. Deseo con todo el alma que haya salido bien de la operación y que ya esté completamente curado.

Muchos salidos para todos mis hermanos.

Te abraza y te besa cariñosamente tu hijo.

César

Madrid: 5-X-1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 27/10/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

En este momento he recibido tu carta del veintisiete. Desde hacía muchos días la esperaba con gran inquietud para enterarme del estado de Jorge. Supongo que no me has escrito antes por atender al enfermo. Aunque me da mucha pena saber los trabajos que estás pasando y los sacrificios que has tenido que hacer, me consuela el buen resultado de la operación. Yo he pensado constantemente en Jorgito y no [he] dudado que saldría bien. Hazme el favor de besarlo y abrazarlo muy cariñosamente en mi nombre.

Como te dije en mi carta anterior, todavía no he logrado mejorar mis medios de subsistencia. Apenas gano lo necesario para vivir. Las combinaciones que estoy tramitando no se arreglan fácilmente y tengo que resignarme a esperar y a luchar hasta conseguir una renta que me permita enviarte algo. Para enviarte las cien pesetas que te adjunté en mi última carta tuve que pedirlas de mi sueldo. Tan pronto como lo logre mejorar mi situación te mandaré lo que pueda, sin esperar que me lo pidas.

Estoy muy agradecido a Angulo. No todos los que se fingían amigos míos habían de portarse canallamente en mi ausencia. Te encargo saludarlo y agradecerle sus atenciones particularmente.

No me explico la conducta hipócrita de la madre de Mariátegui. Sobre todo, sabiendo que su hijo y yo somos muy amigos y nos queremos mucho. Creyó, sin duda, que cualquier gestión que hicieras tú en favor míos podrías perjudicar a José Carlos. No me parece, por lo demás, que el asunto tenga importancia. Se trata solo de una falta de educación, cosa muy común en una mujer de Lima.

Tú eres la que debe resolver el asunto de Humberto. Yo no puedo apreciar desde aquí su capacidad ni sus aptitudes. Me parece, sin embargo, que todavía no está preparado para trabajar en buenas condiciones. Tendrías que destinarse en una tienda o en cualquier otra parte donde le daría un sueldo insignificante. Yo creo que lo mejor es que termine su aprendizaje comercial y busque entonces un destino regular.

Anda, como tiene proyectado, a Jorge Guillermo Leguía. El puede conseguirte fácilmente un destino para Teresa. No creo que se niegue a servirte.

Tampoco olvides ver a Osores. Ahora tiene poca influencia. Pero algo puede ayudarte. Dile que muy pronto le voy a enviar sus encargos, que no lo he hecho antes porque he estado fuera de Madrid. Y salúdalo.

Muchos recuerdos de todos mis hermanos. De Jorgito para particularmente en quien pienso estos días con todo cariño. Abrázalo a todos, y tú recibe un beso y un abrazo muy cariñosos.

César

MadridÑ 27.X.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 8/12/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

Me ha alegrado mucho saber la mejorías de Jorge. Entiendo, aunque no tengo datos suficientes, que la operación le ha servido para cortar las molestias de una larga enfermedad. [...] deseo que a la fecha esté restablecido del todo. Abrázalo en mi nombre.

Siento mucha la enfermedad de Antonieta. Esta chica no quiere reñir con las enfermedades. Dile que me escriba para que se distraiga y no tenga tiempo de enfermarse.

Me doy cuenta de las estrecheces económicas que estás pasando. Yo no lo paso mejor. Es necesario, como tú dices, que Teresa trabaje también. Mariátegui, efectivamente te ayudará a conseguirle destino. En estos días está en vísperas de partir. No lo ha hecho todavía, porque no le han enviado sus pasajes, a pesar de haberlos pedido con la debida oportunidad. Pero que es cosa de pocos días. Según una carta última se prepara a embarcarse el catorce. No es, sin embargo, muy probable que pueda hacerlo. Pero su retardo no podrá extenderse más allá de este mes.

La venta de El Liberal no me ha perjudicado aún. Mientras Moya continúe en la Dirección ningún cambio de empresa puede afectar mi permanencia en el diario. Y parece que continuará mucho tiempo. Si tuviera que marcharse, y yo con él, yo buscaría la manera de ganarme el sustento. No te preocupes por esto.

Me han sorprendido las noticias que te ha dado […] . No se como has entablado relaciones con este sujeto. Supongo que él habrá buscado la manera de acercarse a ti y ofrecerse a servirte. Desde luego, te participo que es una mala persona, que debes romper inmediatamente todo trato con él. No hablarle ni aceptarle nada. Con nosotros se portó muy mal. Y si ha llegado hasta ti es, seguramente, con un propósito malo. Dile, si insiste, que mis asuntos los resuelvo yo, que es a mí a quien deber dirigirse y que contigo no tiene que hablar ni tratar en ninguna forma. Y en lo que hace al asunto mismo, lo que yo resuelva te dirá Mariátegui.

Antes de su partida hablaré con José Carlos de todos tus asuntos. Se los recomendaré eficazmente. Y él llevará mis instrucciones para resolverlos en la mejor manera.

Dile a Alicia que me ha satisfecho mucho sus propósito de estudiar. Hace muy bien aprendiendo inglés y otras cosas, igualmente importantes. Debe continuar hasta el fin. Y, para lo que quiera, no necesita enviarme dinero. Que me diga que cosa es y yo se la enviaré tan pronto como pueda. No supongo que aspire a un […] de brillantes. Esto, después de todo, sería lo más cómodo de resolver, precisamente, porque no encontraría manera de resolverlo mientras viniera.

Muchos recuerdos de todos mis hermanos y un abrazo y un beso muy cariñosos para tiç

César

Madrid: 8.XII.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 26/4/1923

Madrid - Trafalgar, 36

Querida madre:

Me doy cuenta exacta —y lo sufro de verás— de tu situación. Todo lo que me dices en tu carta del 23 de marzo lo presentía antes de recibirla. Pero tenía la esperanza, —hasta ahora lo tengo— de que la presencia de Mariátegui en Lima te hubiera facilitado la manera de resolver tus necesidades más imperiosas. Yo también estoy sorprendido de no haber recibido aun ninguna noticia suya. Esperaba que me escribiese apenas llegara. Sobretodo, para informarme de sus gestiones en favor de mis pasajes. Esto me interesa ahora extraordinariamente. Por mí y por ti. Yo atravieso, como tú, unos días muy difíciles. Necesito de urgencia recibir el dinero de los pasajes. Su retardo me hace suponer que Mariátegui no ha sido muy diligente en gestionarlos o su gestión no ha sido eficaz. Estoy desorientado. Desde luego, confío en que tú le habrás dicho cuando te escribí en mis cartas anteriores. Dile otra vez, sin embargo, la necesidad que tengo, y tienes tú, de que se mueva activamente.

Ya te he dicho mi propósito para cuando reciba el dinero de los pasajes. Enseguida te haré un giro cablegráfico. Después de haberlo esperado tres meses, me parece dable creer que llegará en estos días. Pero, en caso contrario, te recomiendo decirle a Mariátegui, que se empeñe para que la orden de entregármelos la tramitan telegráficamente.

Si tu haces alguna gestión en el Ministerio, pide que ordenen al cónsul de Génova, que me de pasajes para mí y para mi señora. !Lo has entendido! Si Mariátegui se empeña de verdad tu intervención no será necesaria. Te la dejo para que estés prevenida.

Te escribo la víspera de tu cumpleaños. Con este motivo te envío un abrazo y un beso especiales y te dese muchas, muchísima felicidades.

Yo pasé el mío con gripe.
Saludos y recuerdos a todos mis hermanos y un abrazo y un beso muy cariñoso para ti.

César

26-IV-1923

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 27/5/1923

Madrid - Trafalgar, 36

Querida madre:

Hasta hoy no he recibido noticia ninguna de mis pasajes. Mariátegui, en carta del 14 de abril, la primera de él, me dice que Salomón le ofreció enviármelos la semana siguiente del 11de ese mes. Pero todavía no los he recibido. Supongo que tú estarás enterada del motivo del retardo. Tengo, sin embargo, la esperanza d recibirlos antes de la llegada de esta a tus manos. Por si no fuera así, la carta que te adjunto para Mariátegui, recomiendo que los gestiones con la mayor actividad posible.

Esto y el empleo de Humberto, según me dice Mariátegui por cuenta de Lorente, están sujetos a la aprobación del presupuesto. El plazo, en realidad, me parece demasiado difuso. Pero así son las cosas allá. No tenemos más remedio que esperar. Espero que ya no sea mucho. Siempre te escribo pensando en que al recibir mi carta tendrás todos los asuntos resueltos. Pero esta vez lo creo más que nunca.

Yo continúo gestionando aquí la manera de arreglar mi situación. Aún no he conseguido nada. Eso de El Imperial, que creí resuelto, ha fracasado. No te preocupes, sin embargo yo buscaré la manera de salir adelante.

Te agradezco mucho y a todos mis hermanos nuestros cariñoso recuerdos el día de mi cumpleaños. Ese día lo pasé malo en cama, con la gripe. Estuve cinco días enfermo. Después, he quedado completamente bien.

Siento mucho la enfermedad de Jorgito. Como ya estará bien, abrázalo en mi nombre.

No he recibido La Crónica. El artículo mío que ha publicado debe haberlo copiado de algún otro periódico. Yo no le he enviado ninguno. A Mundial sigo enviando los dos artículos mensuales. Supongo que, como el primero, te los pagará puntualmente.

Envíale a Mariátegui con alguno de mis hermanos, la carta adjunta y dile que me envíe su dirección, porque temo escribirle a Lista de Correos.

Muchos saludos muy cariñosos para todos mis hermanos y un abrazo y un beso para ti.

César

27.V.1923

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 17/7/1923

Madrid - Trafalgar, 36

Querida madre:

Todavía no tengo ninguna noticia de los pasajes. Mis gestiones aquí no me han dado resultado ninguno La Legación de Londres ni siquiera me ha respondido a tres cartas que le he escrito preguntándole si había llegado la orden. Estoy ahora tan desorientado como el primer día. Si supiera a que legación o consulado ha sido transmitida la orden podría averiguar algo. Esperaba que me lo dijera tú. Pero su carta del 15 de junio solo me dice, como la anterior, que el ministro ha ordenado que me los entreguen, mas no precisa a quién lo ha ordenado. Mariátegui tampoco me lo dice. Ahora estoy esperando que conteste al telegrama que le hizo Machiavello. No sería raro que cuando tú recibas esta continúe en la misma situación ese caso, interésate con Salomón para que trasmitan la orden cablegráficamente a Génova o Hamburgo que son los dos sitios que me convienen más. Sobre todo Génova. Sería mejor que le pidieras solo Génova. Machiavello me lo arreglaría todo muy bien. Naturalmente, si ya la han transmitido, no intentes que la modifiquen, porque tardarían mucho. Pero dímelo enseguida. Tú sabrás en cuanto las reciba por el telegrama que te haré.

Yo continúo en la misma situación. No estoy enfermo. Aquella enfermedad solo fue una gripe ligera e inofensiva. No he vuelto a tener nada. Está tranquila.

Mis preocupaciones son de otro orden. Aún no he logrado ningún acomodo. Y tengo que resignarme a esperar, para conseguir algo, hasta septiembre. Porque en estos meses de verano todo el mundo se marcha fuera de Madrid y no puede resolverse ningún asunto.

Efectivamente, Mariátegui me dijo en primera carta que pensara seriamente en mi regreso inmediato. en su segunda me repite la recomendación y me habla del periódico. Yo le he contestado que estoy pronto a marchar, pero que me siga una cosa concreta. No puedo, por las mismas razones que tú me das, aventurarme a una expectativa más o menos vaga. Además, desconfío mucho de sus planes periodísticos. Espero que en una carta próxima me hable con más detalle. En cuanto resolvamos algo, te lo comunicaré, claro es, enseguida.

Es posible que la tardanza de Mariátegui en responderte sobre el destino de Humberto se deba a que Lorente no haya podido conseguirle nada todavía. Espera un poco. Haz la gestión que te proponías hacer con Salomón. ¿O la has hecho ya?.

No necesitas decirme las contrariedades que estás pasando. Me doy cuenta perfectamente. Esto es lo que más me disgusta de mi actual situación, aunque yo también lo paso mal. Quisiera tener algo con qué auxiliarte. Pero, desgraciadamente, carezco ya hasta de lo indispensable. Estoy viviendo al crédito. Y no sé cuánto tiempo podré resistirme así. Cálculo que no podrá ser mucho.

Yo tengo lo retratos de tus padres y el tuyo. No se los envié a Mariátegui a Italia, precisamente para evitar que se perdieran. Los tengo muy bien guardados. Tan pronto pueda mandaré hacer las ampliaciones y te los enviaré. No temas que se pierdan.

Dime si Mariátegui te ha entregado ya el juego de té.

Sigo mandando artículos a Mundial. Envío dos mensuales. Pregúntale a Aramburu cuántos ha recibido hasta ahora, porque si se han extraviado algunos reclamaré aquí en correos.

Todavía no he recibido cartas de mis hermanas ni sus retratos.

Saluda cariñosamente a todos mis hermanos y recibe tú un beso y un abrazo de tu hijo.

César.

17.VII.1923

Cobra el artículo de El Comercio. Otros que mandé no los han publicado. No volveré a mandarte ninguno más. Habla con Vallecito para cobrar ese. Salió el 7 de junio en la mañana.

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 17/7/1923

Madrid - Trafalgar, 36

Querida madre:

Tu última carta, —no puedo decirte de que feliz, porque no la tiene— me ha dejado ansioso por conocer el resultado de tus gestiones sobre mis pasajes. Yo no tengo hasta ahora la menor noticia. Mariátegui me cuenta su encuentro contigo en el ministerio, me explica su intervención y me insinúa la sospecha de que Salomón no nos atienda tanto como lo hace creer. Dice que sus pasajes se los enviaron debido a una orden del propio Leguía, con quien habló su madre. Yo creo que los míos no estarán ya lejanos. Tú debes saberlo mejor que yo, puesto que ya no recibo más noticias sobre ellos que las tuyas.

Con verdadero dolor he leído la descripción que me haces de tu miseria. Yo no estoy en mejores condiciones. Todavía no he logrado meterme en un sitio seguro. Las gestiones que hago no han tenido éxito aún. Espero en septiembre conseguir algo. La imposibilidad de ayudarte en estos momentos aumenta mi contrariedad. No tengo ahora más expectativa que los pasajes. Y ya te he dicho como los compartiré contigo. Supongo que tú estarás haciendo todo lo que sea necesario para que me los envíen de una vez.

Hoy le escrito a Mariátegui recomendándole nuevamente el empleo para Humberto. En su última carta me dice que Lorente no ha podido colocarlo todavía, porque le han reducido mucho el presupuesto de salubridad. Pero que se ha comprometido a hacerlo lo más pronto posible. Aunque no tengo muchas esperanzas, le dijo que hable él otra vez.

Te repito que, si todavía no han ordenado la entrega de mis pasajes, procures transmitan la orden a Génova. Esto sería lo más favorable, pues el cónsul es muy buen amigo mío.

Si arreglas algo con Óscar Miro Quesada, dímelo enseguida para mandar artículos. En todo caso, que te paguen los publicaciones. Confirmo enviando a Mundial los dos mensuales. Mándame los números en que se publiquen.

Me parece que con el dinero que te envíe cuando reciba los pasajes podrás salir de apuros y después con el trabajo de mis hermanos y mi colaboración, lograrás vivir sin angustia. Ya es tiempo de que terminen tantos sufrimientos.

Recuerdos de todos mis hermanos. Recibe tu un beso o un abrazo muy cariñoso de tu hijo.

César.

30.VII.1923

P.D. Me olvidaba decirte que no pases cuidado ninguno por mí. Disfruto una salud excelente. Aquella enfermedad fue solo un resfrío de pocos días. Pero ya estoy bien y muy gordo.

Falcón, César

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