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Carta de Augusto César Sandino, 20/5/1928

El Chipotón, 20 de mayo de 1928
Por intermedio de la Revista Amauta envío mi más fervoroso saludo a la nueva generación de trabajadores manuales e intelectuales de América Latina que sabe compartir como propias las horas de angustia que ha tocado vivir a nuestra Nicaragua.— A ella reafirmo mi fe inalterable en el triunfo de nuestras armas que al defender la libertad de un pueblo de nuestra América defienden la libertad del Continente.
PATRIA Y LIBERTAD.
Augusto C. Sandino

Sandino, Augusto César

Las elecciones en Estados Unidos y Nicaragua [Recorte de prensa]

La elecciones en Estados Unidos y Nicaragua

La elección de Mr. Herbert Hoover estaba prevista por la mayoría de los expertos de que, en estos casos, disponen los Estados Unidos para un minucioso cómputo de las probabilidades electorales de cada partido.

La pérdida de algunos votos por el Partido Demócrata en el “sólido Sur” no es una sorpresa. No había pasado inadvertida para los observadores la posibilidad de que el intransigente sentimiento protestante que prevalece en los Estados del Sur, acarrease en algunos, contra la tradición demócrata de ese electorado, la victoria del candidato republicano.

Tampoco es, en rigor, una sorpresa el triunfo de Hoover en el Estado de New York. En las votaciones presidenciales, el Estado de Nueva York ha sido normalmente republicano. En esta votación, la fuerte “chance'’ de Smith en New York, dependía de su popularidad personal, a la que ha debido su elección, en tres oportunidades, como gobernador de este Estado. La reñida lucha entre republicanos y demócratas en New York, demuestra lo fundado de la esperanza de Al Smith de ganar para su causa los 45 votos decisivos que Hoover, en impresionante duelo, ha conservado para su partido.

Al Smith ha tenido una buena votación en todo el país. En todos los Estados dudosos, el “porcentaje de votos obtenido por Smith excede considerablemente al alcanzado por el candidato demócrata en la elección de 1924. El Partido Demócrata ha efectuado una magnífica movilización electoral. A esta briosa ofensiva centra el poder republicano, ha contribuido en gran parte el ascendiente personal de Al Smith. Pero esto no obsta para atribuir a la personalidad de Al Smith una buena parte también de los estímulos que han ayudado a la victoria republicana. La elección de un católico antiprohibicionista encontraba resistencias enormes en dos grandes corrientes del sentimiento yanqui: el protestantismo y el prohibicionismo. Republicano, protestante, prohibicionista, Hoover estaba bajo esta triple aspecto, dentro de la tradición presidencial de los Estados Unidos. Hoover ha ganado los votos de Estados, en los que, como en New York aproximadamente, la “chance” de Al Smith era, a juicio de los expertos, muy grande. El cable subraya su victoria en Missouri, Maryland, Wisconsin y Montana. En estos Estados, Smith ha disputado vigorosamente la mayoría a Hoover; pero, como en New York, el escrutinio eleva así a la presidencia de los Estados Unidos en reemplazo de Mr. Calvin. Coolidge, a aquel de sus líderes que promete actuar la más enérgica política capitalista. El rol asumido por el Imperio Yanqui, en la política mundial, después de la gran guerra, exigía esta elección. Hoover siente este rol mucho más y mejor que Smith. Como apuntaba en mi anterior artículo, Hoover tiene una perfecta educación imperialista de hombre de negocios. En sus discursos, asoma francamente el orgullo del destino imperial de Norte América. En su política no pesarán las consideraciones democráticas que habrían influido en el gobierno de Al Smith. El estilo de Wodrow Wilson queda de nuevo licenciado. Estados Unidos necesita, en este período de máxima afirmación internacional de su capitalismo, un hombre como Herbert Hoover. El perfecto hombre de Estado en un imperio de trusts y monopolios, es, sin duda, el perfecto hombre de negocios.

Es interesante que las elecciones de Nicaragua hayan coincidido casi, en el tiempo, con las elecciones de Estados Unidos. Nicaragua, electoralmente, es por el momento, un sector de la política norte-americana. Desde que el vicepresidente Sacasa y el general Moneada, jefes de la oposición liberal pactaron con los yanquis, los liberales nicaragüenses resbalaron al campo de gravitación de los intereses norteamericanos. El único camino de resistencia activa al dominio yanqui era el camino heroico de Sandino. El partido liberal no podía tomarlo.

Desde que la bandera de la lucha armada quedó exclusivamente en manos de Sandino y de su aguerrida e intrépida legión, la solución liberal se presentó como la mejor para el interés norteamericano. Los políticos conservadores, conocidos por su antigua adhesión a la política yanqui, eran dentro del personal de posibles gobernantes, los menos apropiados para la pacificación de Nicaragua. La elección de un conservador habría tenido el aspecto de una imposición o un escamoteo electorales.

Pero estas ventajas de la solución liberal no se habrían mostrado tan claramente, si Sandino no hubiese mantenido impertérrito, su actitud rebelde. La presidencia de un liberal tiene la función de reducir al mínimo los estímulos capaces de alimentar la hoguera sandinista. Moncada, en el poder, debe testimoniar la neutralidad yanqui, la corrección de las elecciones, la plenitud de la soberanía popular. La democracia, en este caso, sirve mejor que la dictadura.

El general Moneada no hará, ciertamente, una política sustancialmente distinta de la que desenvolverían un Chamorro o un Díaz. Pero salvará mejor las formas de la independencia nicaragüense. El nombre de su partido no está tan comprometido, ante la opinión de Nicaragua y del continente latino americano, como el nombre del Partido Conservador. Aquí está, más que en la impopularidad de los conservadores, la clave de su tranquila victoria.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira