Risultati 175

Descrizione archivistica
Intelectuales
Stampa l'anteprima Hierarchy Vedere:

172 risultati con oggetti digitali Mostra i risultati con gli oggetti digitali

Fondo Imprenta y Editorial Minerva

  • PE PEAJCM EEM-F-02
  • Fondo
  • 1925-1936

A través de este fondo se puede conocer de forma minuciosa la creación de la Imprenta y Editorial Minerva y su forma de trabajo durante su funcionamiento. Los documentos que se presentan contienen información valiosa y relevante con respecto a la primera imprenta de gran tecnología implementada en el Perú, en donde la sociedad desarrollada por Julio César y José Carlos Mariátegui no solo tuvo un fin comercial sino fomentar una industria del libro con grandes estándares en cuanto a la calidad de los contenidos y de la impresión.
Este fondo presenta varias series, las cuales han sido formadas a partir de la naturaleza de la Sociedad; por lo tanto, encontraremos: Correspondencia, Documentos Administrativos, Finanzas, Suscriptores y demás.

Imprenta y Editorial Minerva

Agendas, Direcciones y Tarjetas

Presenta documentos con nombres y direcciones de varios personajes, intelectuales, escritores las cuales fueron escritas por José Carlos Mariátegui en diferentes momentos de su vida.

José Carlos Mariátegui La Chira

Guardia de honor en el velatorio de José Carlos Mariátegui

Guardia de honor en la velada de José Carlos Mariátegui en su casa de Washington Izquierda, Lima. Al fondo, el estandarte del Sindicato Textil de Vitarte. En primer plano a la izquierda, Miguel Adler; a la derecha, Julio César Mariátegui. Figuran además tres personas designadas por la Asociación Nacional de Periodistas: Antonio Alva, Mario Mendizábal y José Amador Añazgo.

Variedades

¿Existe una inquietud propia, de nuestra época?

(...) esta inquietud en unos es desesperación, en otros desequilibrio, en otros esperanza en los demás vacío. No se puede hablar de una “inquietud contemporánea” como de la uniforme y misteriosa preparación espiritual de un mundo nuevo.
Del mismo modo que en el arte de vanguardia, se confunden los elementos de revolución con los elementos de decadencia, en la “inquietud contemporánea” se confunde la fe facticia, intelectual, pragmática de los que encuentran su equilibrio en los dogmas y el orden antiguos con la fe apasionada, riesgosa, heroica de los que combaten peligrosamente por la victoria de un orden nuevo.
La historia clínica de la “inquietud contemporánea” anotará, con meticulosa objetividad todos los síntomas de la crisis del mundo moderno; pero nos servirá muy poco como medio de resolverla. La encuesta de los “Cashiers de l’Etoile” no invita a otra cosa que a un examen de conciencia, del que no puede salir, como resultado o indicación de conjunto, sino una pluralidad desorientadora de proposiciones.
Lo que se designa con el nombre de “inquietud” no es, en último análisis, sino la crisis contemporánea o, por lo menos, su expresión intelectual y sentimental. Los artistas y los pensadores de esta época rehúsan, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia el reflejo de la crisis del capitalismo, quieren sentirse ajenos o superiores a esta crisis. No se dan cuenta de que la muerte de los principios y dogmas que constituían el Absoluto burgués ha sido decretado en un plano distinto del de su mediocre especulación personal.
La burguesía ha perdido el poder moral que antes le consentía retener en sus rangos, sin conflicto interno, a la gran mayoría de los intelectuales. Las fuerzas centrífugas, secesionistas, actúan sobre estos con una intensidad y multiplicidad antes desconocidas. De aquí, las defecciones como las conversiones. La inquietud aparece como una gran crisis de consciencia.
La inquietud contemporánea, por consiguiente, está hecha de factores negativos y positivos. La inquietud de los espíritus que no tienden sino a la seguridad y al reposo, carece de todo valor creativo. Por este sendero no se descubrirá sino los refugios, las ciudadelas del pasado. En el hombre moderno, la abdicación más cobarde es la del que busca asilo en ellos.
Nuestra primera declaratoria de guerra debe ser a las que mi compatriota Ibérico llama “filosofías del retorno”. ¿El florecimiento de estas filosofías, en un clima mórbido de decadencia, entra en gran escala en Occidente en la “inquietud contemporánea”? Esta es la primera cuestión que hay que esclarecer para no tomar sutiles “alibis” de la Inteligencia y teorías derrotistas sobre la modernidad como elaboraciones de un espíritu nuevo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de José Eulogio Garrido Espinoza, 9/2/1930

Trujillo, 9 de febrero de 1930
Señor don Carlos Mariátegui
Lima
Distinguido amigo:
Lo saludo cordialmente.
La presente tiene por objeto presentarle al señor Luis Valle Goicochea, intelectual pundonoroso y de segura realización.
Si usted puede serle útil en algo se lo agradeceré bastante.
Hace mucho tiempo que no veo Amauta, Si le quedan algunos números atrasados mándemelos.
Para pronto he de mandarle algo para Amauta.
Con un cordial apreton de manos se despide su affo amigo.
José Eulogio Garrido.

Garrido Espinoza, José Eulogio

La juventud española contra Primo de Rivera

Otra vez, la juventud de las universidades españolas se encuentra en acérrimo conflicto con la dictadura del general Primo de Rivera. La agitación universitaria coincide esta vez con la crisis, definitiva al parecer, del gobierno que preside el Marqués de Estella que acaba de solicitar, según el cable, el sufragio de los capitanes generales del ejército, la armada y la policía para saber si debe retener el poder.
La huelga universitaria de hace cerca de un año movilizó contra Primo de Rivera, con la vehemencia que todos recuerdan, la opinión de los estudiantes. La dictadura se halló de pronto en incómoda lucha con la juventud del claustro, fallida totalmente la esperanza de enrolar fascísticamente a una parte de estas, con una etiqueta más o menos romántica, en los rangos de la Reacción. Unamuno, el gran maestro de Salamanca, saludó desde su destierro esta insurrección que la juventud española contra un régimen que solo por insensibilidad anacrónica o escepticismo precoz habría podido obtener la neutralidad o la resignación de esa juventud.
Los que se imaginan que el régimen de Primo de Rivera tenía las mismas posibilidades de duración que el régimen de Mussolini solo por reposar como este en la fuerza, negligían o ignoraban uno de los aspectos fundamentales del fascismo: el romántico alistamiento de grandes contingentes de la juventud italiana bajo las banderas de Mussolini al canto de “¡Giovinezza, giovinezza!”. El fascismo antes de ser una dictadura había sido un movimiento, un partido, una milicia. Sus “condottieri”, sus agitadores habían usado expertamente en la excitación de la juventud burguesa y pequeño-burguesa un lenguaje d’annunziano y futurista que imprimía al fascismo un tono estrictamente nacional y le otorgaba una tradición, aunque no fuese política sino literaria o sentimental, en el proceso histórico de Italia. Primo de Rivera y sus eventuales colaboradores, antes y después de su golpe de Estado, eran impotentes para un trabajo semejante.
Asistido por generales, nobles y bachilleres de muy mediocre inteligencia, Primo de Rivera no ha sabido maniobrar de su suerte de ganarse, por alguna vía indirecta al menos, cierto séquito en la juventud universitaria. La juventud no es, necesariamente, revolucionaria. El Dr. Marañón que en su último libro proclama como su primer deber la rebeldía, conviene sagazmente en que el ímpetu combativo de la juventud puede ponerse al servicio de una política reaccionaria. “Lo típico de la juventud -escribe- es la rebeldía, la noble dificultad con que acomoda el ritmo generoso de su vida que empieza, al ritmo mesurado del ambiente; pero se concibe un joven que se sienta henchido de esta juventud y que sea, por lo tanto biológicamente joven, y que se aplique su rebeldía a sostener una causa profundamente antigua. Los camelots du roi, que en Francia luchan bravamente por un ideal incompatible con el tono de nuestros tiempos, como en el de resucitar en su país una monarquía reaccionaria, son todo lo anticuados que se quiera, pero tan legítimamente jóvenes como los comunistas que propugnan la implantación de un estado social fantástico de puro remoto. Y en nuestra patria podrían citarse muchos casos, algunos bien recientes (juventudes carlistas, juventudes conservadoras, jóvenes de la Unión Patriótica, etc) de como una auténtica juventud biológica florecía en gentes que sostenía criterios que trascendían a moho de vetustez”. No es esta ocasión de criticar el juicio que este párrafo contiene sobre el comunismo. En el hombre de ciencia y de cátedra, de espíritu liberal y humanista, que concede sin reservas al partido socialista de su patria, con un certificado de salud, un testimonio de simpatía y confianza, y que predica como un ideal de su tiempo la eugenesia. La palabra comunismo puede suscitar supersticiosas aprensiones, aunque la práctica del único estado comunista del mundo -la URSS- le enseñe que no existe entre los dos términos más conflicto que el originado por el cisma entre reformistas y revolucionarios y por la necesidad de distinguir estos dos campos con dos rótulos diversos. Lo que viene a cuento subrayar es la negación de que la juventud emplee natural y espontáneamente su energía y su entusiasmo en una empresa revolucionaria.
La dictadura no ha sido apta ni aún para crearse un influyente equipo intelectual. El estado de espíritu de una buena parte de los intelectuales, como lo atestigua la conducta de “La Gaceta Literaria” y de don José Ortega y Gasset, le habría permitido asegurarse cierto activo consenso de la literatura y la cátedra, con solo esquivar conflictos demasiado estridentes con ciertos fueros de la inteligencia. Pero Primo de Rivera no ha tenido esta habilidad elemental. La insolvencia espiritual e ideológica de su régimen lo ha condenado a gestos de agravio y desacato contra toda institución liberal. Su actitud contra los estudiantes en 1926 le acarreó, entre otras, la renuncia del propio Ortega y Gasset.
La presencia de los más autorizados maestros en las filas de la oposición, ha ejercido igualmente un fuerte influjo anti-dictatorial. La juventud española ha seguido, sin duda, las lecciones políticas de Marañón, Jimenez de Asúa, Besteiro, etc. más atentamente que sus lecciones científicas. Hay épocas en que la preocupación política está por encima de todas las otras preocupaciones, por una exigencia que Marañón llamaría tal vez biológica.
¿A dónde va España? Se preguntan vigilantes críticos de la situación española. Si la huelga universitaria sirve para acelerar la descomposición de la dictadura, y con ella la de la monarquía, la generación estudiantil de 1930, en lucha con Primo de Rivera, entrará a los veinte años en la historia. Debut precoz que no significará ciertamente la inauguración de una política ni de un régimen de la “nueva generación”, como con facilidad latino-americana se ambicionaría en algún claustro de nuestro continente en parecidas circunstancias, sino el impulso desinteresado, instintivo de los jóvenes en una vasta, larga y difícil batalla.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo, 24/1/1930

Jauja, 24 de enero de 1930
A
José Carlos Mariátegui
Lima
Mi gran a.i.c:
Su carta, de fecha 14, del corriente, acaba de entregármela el c. Monge. Por su contenido veo que no ha recibido mi última. Tan luego fue en mis manos la copia de la carta que dirigía U. a un c. en Europa, la hice conocer a los que debían de conocerla. Ahora se halla en poder, desde hace algunas semanas, del a. A. Solis. Sin tardanza acúsele recibo. Me sorprende que no haya llegado a su destino.
Me ha tenido y me tiene esperando anhelosamente la carta contestación , sobre la que recibiera y sobre la que me alude Ud. con interesantes opiniones. Espero lo más pronto pueda escribirme sobre los puntos, materia de mi consulta.
Con un cariñoso fraternal abrazo, suyo.
C. Alberto Espinoza Bravo

Espinoza Bravo, Clodoaldo Alberto

La ciencia y la política. El Dr. Schacht y el plan Young. La república de Mongolia

La ciencia y la política
El último libro del Dr. Gregorio Marañón, “Amor, Conveniencia y Eugenesia”, (Ediciones “Historia Nueva”, Madrid 1929), no trata tópicos específicamente políticos, pero tiene ostensiblemente el valor y la intención de una actitud política. Marañón continúa en este libro -sincrónico con otra actitud suya: su adhesión al socialismo- una labor pedagógica y ciudadana que, aunque circunscrita a sus meditaciones científicas, no trasciende menos, por esto, al campo del debate político. Ya desde los “Tres Ensayos sobre la Vida Sexual”, César Falcón había señalado, entre los primeros, el actualísimo significado político de la campaña de Marañón contra el donjuanismo y el flamenquismo españoles. Partiendo en guerra contra el concepto donjuanesco de la virilidad, Marañón atacaba a fondo la herencia mórbida en que tiene su origen la dictadura jactanciosa e inepta del general Primo de Rivera.
En “Amor, Conveniencia y Eugenesia”, libro que toma su título del primero de los tres ensayos que lo componen, el propio Marañón confirma y precisa las conexiones estrechas de su prédica de hombre de ciencia con las obligaciones que le impone su sentido de la ciudadanía. La consecuencia más nociva de un régimen de censura y de absolutismo es para Marañón la disminución, la atrofia que sufre la consciencia viril de los ciudadanos. Esto hace más vivo el deber de los hombres de pensamiento influyente de actuar sobre la opinión como factores de inquietud. “Por ellos -dice Marañón- me decido a entregar al público estas preocupaciones mías, no directamente políticas, sino ciudadanas; aunque por ello, tal vez, esencialmente políticas. Porque en estos tiempos de radical transformación de cosas viejas, cuando los pueblos se preparan para cambiar su ruta histórica -y es, por ventura, el caso de España- no hay más política posible que la formación de esa ciudadanía. Política, no teórica, sino inmediata y directa. Muchos se lamentan de que en estos años de régimen excepcional, no hayan surgido partidos nuevos e ideologías políticas renovadoras. Pero no advierten estos pesimistas que las ideologías políticas no se pueden inventar porque están ya hechas desde siempre. Lo que [se precisa son] los hombres que las encarnen. I los hombres que exija el porvenir [solo edificarán sobre conductas austeras y definidas. Esta y no otra es la obra de] la oposición: crear personalidades de conducta ejemplar. Los programas, los manifiestos, no tienen la menor importancia. Si los hombres se forjan en moldes rectos, de conducta impecable, todo lo demás, por si solo, vendrá. Para que una dictadura sea útil, esencialmente útil a un país, basta con que su sombra -a veces la sombra del destierro o de la cárcel- se forje esta minoría de gentes refractarias y tenaces, que serán mañana como el puñado de una semilla conservada con que se sembrarán las nuevas cosechas”.
No se puede suscribir siempre, y menos aún en el hombre de los principios de la corriente política a la que Marañón se ha sumado, todos los conceptos políticos del autor de “Amor, Conveniencia y Eugenesia”. Pero ninguna discrepancia en cuanto a las conclusiones, compromete en lo más mínimo la estimación de la ejemplaridad de Marañón, del rigor con que busca su línea de conducta personal. Marañón es el más convencido y ardoroso asertor de que la política, como ejercicio del gobierno, requiere una consagración especial, una competencia específica. No creo, pues, que la autoridad científica de un investigador, de un maestro, deba elevarle a una función de gobernante. Pero esto no exime, absolutamente, al investigador, al maestro de sus deberes de ciudadano. Todo lo contrario. “El hombre de ciencia, como el artista, -sostiene Marañón- cuando ha rebasado los límites del anónimo y tiene ante una masa más o menos vasta de sus conciudadanos -o de sus contemporáneos si su renombre avasalla las fronteras- lo que se llama “un prestigio”, tiene una deuda permanente con esa masa que no valora su eficacia por el mérito de su obra misma, limitándose a poner en torno suyo una aureola de consideración indiferenciada, y en cierto modo mítica, cuya significación precisa es la de una suerte de ejemplaridad, representativa de sus contemporáneos. Para cada pueblo, la bandera efectiva -bajo los colores convencionales del pabellón nacional- la constituyen en cada momento de la Historia esos hombres que culminan sobre el nivel de sus conciudadanos. Sabe ese pueblo que, a la larga, los valores ligados a la actualidad política o anecdótica parecen, y flotan solo en el gran naufragio del tiempo los nombres adscritos a los valores eternos del bien y de la belleza. El Dante, San Francisco de Asís, Pasteur [o Edison] caracterizan a un país y a una época histórica muchos años después de haber [desaparecido de la memoria] de los no eruditos los reyes y los generales que por entonces manejaban el mecanismo social. ¿Quién duda que de nuestra España de ahora, Unamuno, perseguido y desterrado, sobrevivirá a los hombres que ocupan el Poder? La cabeza solitaria que asoma sus canas sobre las barbas de la frontera; prevalecerá ante los siglos venideros sobre el poder de los que tienen en sus manos la vida, la hacienda y el honor de todos los españoles. Pero ese prestigio que concede la muchedumbre ignara no es -como las condecoraciones oficiales- un acento de vanidad para que la familia del gran hombre lo disfrute y para que orne después su esquela de defunción. Sino, repitámoslo, una deuda que hay que pagar en vida -y con el sacrificio, si es necesario, del bienestar material- en forma de lealtad a las ideas de clara y explícita postura ante la crisis de los pueblos sufren en su evolución”.

El Dr. Schacht y el plan Young
Los delegados de Alemania han tenido que aceptar, en la segunda conferencia de las reparaciones, el plan Young, tal como ha quedado después de su retoque por las potencias vencedoras. Esto hace recaer sobre el ministerio de coalición y, en particular sobre la social-democracia, toda la responsabilidad de los compromisos contraídos por Alemania en virtud de ese plan. El Dr. Schacht, presidente del Reichsbank, ha jugado de suerte que aparece indemne de esa responsabilidad. La burguesía industrial y financiera estará tras él, a la hora de beneficiarse políticamente de sus reservas, si esa hora llega. El sentimiento nacionalista es una de las cartas a que juega la burguesía en todos los países de Occidente, a pesar de que los propios intereses del capitalismo no pueden soportar el aislamiento nacional. La subsistencia del capitalismo no es concebible sino en un plano internacional. Pero la burguesía cuida como de los resortes sentimentales y políticos más decisivos de su extrema defensa del sentimiento nacionalista. El Dr. Schacht ha obrado, en todo este proceso de las reparaciones, como un representante de su clase.

La república de Mongolia
Cuando el gobierno nacionalista, revisando apresuradamente la línea del Kue Ming Tang despidió desgarbadamente a Borodin y sus otros consejeros rusos, [las potencias] capitalistas saludaron exultante este signo del definitivo [tramonto] de la influencia soviética en la China. El ascendiente de la soviética, la presencia activa de sus emisarios en Cantón, Peking y el mismo Mukden, eran la pesadilla de la política occidental. Chang Kai Shek aparecía como un hombre providencial porque aceptaba y asumía la misión de liquidar la influencia rusa en su país.
Hoy, después del tratado ruso-chino, que pone término a la cuestión del ferrocarril oriental, la posición de Rusia en la China se presenta reforzada. I de aquí el recelo que suscitan en Occidente los anuncios de la próxima creación de la república soviética de la Mongolia. La Mongolia fue el centro de las actividades de los rusos blancos, después de las jornadas de Kolchak en la Siberia. Empezó luego, con la pacificación de la Siberia y la consolidación en todo su territorio del orden soviético, la penetración natural de la política bolchevique en Barga y Hailar. En este proceso, lo que el imperialismo capitalista se obstina en no ver es, sin duda, lo más importante: la acción espontánea del sentimiento de los pueblos de Oriente para organizarse nacionalmente, que solo para la política soviética no es un peligro, pero a la que todas las políticas imperialistas temen como la más sombría amenaza.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Miguel y Noemi con Mariátegui y otros amigos en el Bosque Matamula (II)

De izquierda a derecha: José Malanca, Miguel Adler, Blanca del Prado, José Carlos Mariátegui, Noemí Milstein, Jorge del Prado y Ricardo Martínez de la Torre.
La fotografía fue tomada en el parque del Bosque de Matamula llamado "Matalechuza". Actualmente es el Parque de los Próceres de la Independencia (Perú)

Florez, Ricardo E.

Noemi Milstein, Miguel Adler junto a Mariátegui en el arribo de Waldo Frank

De izquierda a derecha: Miguel Adler, Noemi Milstein, Ángela Ramos, No identificado, Carmen Saco, José Carlos Mariátegui en el interior del auto, Blanca del Prado, No identificada.
La foto fue tomada en el campo de aterrizaje del Country Club con ocasión de la llegada del escritor norteamericano Waldo Frank.

Adler, Miguel

Waldo Frank en el Rincón Rojo

Amigos en el famoso Rincón Rojo de la casa de José Carlos Mariátegui.
De izquierda a derecha: Alcides Spelucín, Amalia La Chira, Cecilia de Vitali, Luis A. Sánchez, Waldo Frank, Anna Chiappe y Jose Carlos.
En el piso sentados: Sr. Vitali y Hugo Pesce

Archivo José Carlos Mariátegui

Camino al Bosque de Matamula

En el camino al bosque de Matamula.
De izquierda a derecha: Miguel Adler, Jorge del Prado, José Carlos Mariátegui, Noemí Milstein, Blanca del Prado, Ricardo Flórez.

Malanca, José

Camino al Bosque de Matamula (II)

Grupo de amigos de José Carlos Mariátegui caminando por la Av. Country (Hoy Av. Salaverry) con dirección al bosque de Matamula.
De izquierda a derecha: Jorge del Prado, Blanco del Prado, José Malanca, Ricardo Martínez de la Torre, Noemí Milstein, Miguel Adler y Ricardo Flórez.

Malanca, José

Miguel y Noemi con Mariátegui y otros amigos

De izquierda a derecha: Blanca del Prado, Noemí Milstein, José Malanca, José Carlos Mariátegui, Ricardo Flórez, Miguel Adler, Jorge del Prado y Ricardo Martínez de la Torre.
La fotografía fue tomada en el parque del Bosque de Matamula llamado "Matalechuza". Actualmente es el Parque de los Próceres de la Independencia (Perú)

Florez, Ricardo E.

Miguel Adler, Waldo Frank y José Carlos Mariátegui

De izquierda a derecha: Miguel Adler, Waldo Frank y José Carlos Mariátegui en el interior del auto
La foto fue tomada en el campo de aterrizaje del Country Club con ocasión de la llegada del escritor norteamericano Waldo Frank.

Adler, Miguel

Cena en honor a Waldo Frank

Cena de honor por la llegada del escritor Waldo Frank ofrecido por José Carlos en su casa de Washington Izquierda nro. 554. Lima
De izquierda a derecha: Sr. Vitali, Amalia La Chira, Waldo Frank, Anna Chiappe, Hugo Pesce, José Carlos, Luis A. Sánchez, Cecilia de Vitali.

Archivo José Carlos Mariátegui

Salida de la Conferencia de Waldo Frank en el Teatro Municipal

Tomada luego de una de las conferencias de Waldo Frank en el Teatro Municipal.
De izquierda a derecha: Artemio Ocaña, Sr. Gamarra, Carlos Valderrama, Carmen Saco, LuisA. Sánchez, Alcides Spelucín, Waldo Frank, Miguel Adler, José Lerner, Luis Ramos, Noemí Milstein, Ángela Ramos, Blanca del Prado.

Variedades

Carta de Jorge Estrella, 29/12/1929

La Paz, 29 de diciembre de 1929
CIRCULAR INFORMATIVA Nº 15.
Al C. Secretario Gral. de
PARTIDO SOCIALISTA DEL PERÚ
Lima
Compañero
Sírvase Ud. poner en conocimiento de esa fraternal, lo siguiente:
1
La Célula de la Paz, compuesta por los miembros organizadores: Mario Nerval, Jorge Estrella, Martha Perovskaya Nerval y Omar Estrella, secundada después por los cc. afines: J. Natusch Velasco, Ramón Katari, Roberto del Carpio, y otros más, ausentes, y que no abandonan la labor impuesta, cierra hoy su balance de fuerzas activas con la introducción a su seno de nuevos y prestigiosos camaradas, cuya lista es la siguiente:
Federico Sal y Rosas, Luis Aníbal Fernández, Luis Benjamín Gálvez, Augusto Chávez Bedoya, Alejandro Macedo Aragón, Angélica Chavez B. fuerzas activas con las que abrirá un nuevo ciclo de acción con el año que empieza, para acercarnos a la Revolución.
2
SECRETARIAS.- En la Renovación de ellas, la Secretaria Gral. de esta Célula, ha sido nuevamente encomendada al c. Jorge Estrella.
SECRETARIA DE ACTAS.- pasó a manos del c. Aníbal Fernández.
SECRETARIA DE HACIENDA- A mano del c. A. Chávez Bedoya.
Para una más intensiva labor, se han nombrado las siguientes comisiones:
Secretaria de Relaciones: compuesta por los cc. Mario Nerval y Luis Gálvez
Secretaria de Cultura: por F. Sal y Rosas, Omar Estrella y Ramón Katari
3
Nuevos Acordes: las ediciones de libros y folletos "Meridiano" asó como el boletín del mismo nombre , llevarán, de hoy en adelante , el rubro de "El Fuego", por responder mejor a las exigencias de nuestra labor y a las tendencias emanadas de ella, debiendo darse a la luz con el nombre anterior de "Meridiano", únicamente nuestro npumero 7, ya en presa, de dicho boletín.
4
Correspondencia e Intercambio Polémico Epistolar.- desde la fecha correrá a cargo de la Comisión de Relaciones el intercambio epistolar y polémico de la Célula, debiendo ser ella, y no la Secretaria Gral., la llamada a dirigir nuestra correspondencia oficial a las filiales del Perú y de todo el continente.
5
Aprovechando el viaje del c. A. Macedo Aragón a Puno, esta Célula la encomendó la formación de una fraternal en esa, habiéndole conferido nuestra representación oficial ante los cc. solidarizados con la acción socialista en el Perú, por sus ideas avanzadas, o simpatizantes nuestros que por su decisión y convencimiento podrían integrar dicha fraternal, previo el sano criterio de selección individual recomendado al c. Macedo Aragón.
6
Las labores del "Seminario de Disciplinas Ec. y Sociales", secundado por nuestra Comisión de Cultura, son llevadas a la práctica en forma de cursos colectivos de estudio y disertaciones semanales, con asistencia obligatoria de todos los miembros de la Célula, y un grupo de simpatizantes y personas voluntarias de la mayor confianza del Grupo.
7
La fraternal organizada por la Célula, por intermedio de los cc. Gonzáles, en Tacna, ha comenzado sus labores de vulgarización ideológica con el crecido número de 25 iniciantes , llevando a la práctica un vasto programa de actividades, hermanando los ejercicios dialécticos de la cultura intelectual a la de los ejercicios físicos en general.

Reciba esa fraternal, con nuestros deseos de prosperidad hacia Uds. por el nuevo ciclo que empieza, los saludos de todos y cada unos de los integrantes de nuestra célula, y el aliento de nuestra fe cálida y más cordialmente revolucionaria.
Jorge Estrella
Secretario General.

Estrella, Jorge

Mariátegui junto a sus amigos en el Bosque de Matamula

José Carlos Mariátegui con amigos en una parte del Bosque de Matamula llamado "Matalechuza.
De izquierda a derecha: Blanca del Prado, Noemí Milstein, José Malanca, José Carlos Mariátegui, Ricardo Flórez, Miguel Adler, Jorge del Prado y Ricardo Martínez de la Torre.

Florez, Ricardo E.

Europa y la bolsa de New York. La nueva generación española y la política

Europa y la bolsa de New York
La Europa capitalista manifiesta cierto optimismo respecto a las consecuencias de la crisis financiera de New York. La caída de los valores se ha detenido a la altura que la salud de Europa puede tolerar. I el primer efecto que es lógico predecir para las finanzas europeas es el regreso gradual al viejo continente de los capitales que lo había abandonado buscando inversiones, si no más fructuosas, más seguras al menos en Norte-América, Cambó, según anunció oportunamente el cable, se contó entre los primeros que señalaron este reflujo.
La estabilización capitalista se realiza en Europa con el concurso financiero norte-americano. No es por azar que dos norte-americanos, Dawes y Young, dan su nombre a los complicados acuerdos sobre las reparaciones. El capitalismo yanqui es el principal empresario de la reconstrucción europea. Antes de que los Estados de la Entente pactaran con Norte América las condiciones de amortización de su deuda, su nuevo mondus vivendi no se sentía establecido. Puede agregarse que en la estabilización capitalista europea los yanquis han mostrado, hasta cierto punto, más confianza que muchos capitalistas europeos, a quienes la amenaza de la revolución proletaria indujo en Alemania, Italia, Francia, a dirigir sus capitales a América.
Pero Europa no se resigna a convertirse, poco a poco, en un conjunto de colonias de los Estados Unidos. El paneuropeísmo es la expresión de una corriente defensiva que mira en la fórmula de Briand la única defensa válida de los intereses del capitalismo europeo contra el dominio yanqui. A los Estados europeos les satisface, por esto, la probabilidad de recuperar los capitales que se habían retirado de su industria y su comercio para aumentar la congestión de oro de Norte América. Estos capitales han sido advertidos enérgicamente por la crisis de New York de los riesgos de la congestión.
Naturalmente, si el pánico bursátil de New York hubiese rebasado el límite más allá del cual estaban profundamente en juego todos los intereses de la economía capitalista mundial, las constataciones y vaticinio de los observadores de Europa estarían muy lejos del menor optimismo. Las consecuencias de la crisis en Europa no les consentirían ninguna esperanza de compensación satisfactoria. Aún como han ido las cosas, cuantiosos intereses resultan afectados. Pero la caída de los valores en New York ha sido frenada en el nivel que los nervios de los financistas europeos podían resistir sin que los ganase también el vértigo. I esto es bastante, por el momento, para la convalecencia de las esperanzas de Europa.

La Nueva generación española y la política
Luis Emilio Soto examina en un artículo de “La Vida Literaria” de Buenos Aires la actitud de la joven generación literaria de España frente a la crisis política de su patria. El tópico es tratado con frecuencia. I las constataciones del colaborador de “La Vida Literaria” carecen de rigurosa novedad. Pero resulta siempre más actual e interesante, en todo caso, que lo insulsos artículos escritos para la United Press por el general Primo de Rivera y rematando los cuales este castizo espécimen de donjuanismo y flamenquismo españoles escribe que “el Dios de todos los cristianos sabrá recompensar a los que supieron consagrar su vida terrenal a ideales más altos y permanentes que los goces materiales o al alimento de las pasiones que encienden el espíritu diabólico en la flaca humanidad”.
Los intelectuales jóvenes de España están acusando, en estos años; menos sensibilidad política que los intelectuales maduros, aunque de algunos de estos últimos José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors -reciban las más persuasivas lecciones de displicencia. La zarandeada generación de 95 mostró, en su tiempo, interés mucho más vivo y arriesgado por lo político. I la generación siguiente está, sin duda, mucho más propiamente representada por Marañón y Jiménez de Asúa que por Ortega y D’Ors.
Soto anota, con razón, que por la abstención de la nueva generación literaria no puede ni debe procesarse a la juventud. Sería injusto olvidar las impetuosas jornadas de los estudiantes españoles contra la dictadura. La que está en causa, específicamente, es la juventud representada por “La Gaceta Literaria” de Madrid, cuyo director Giménez Caballero no tiene reparo en declarar que “España hoy descansa, engorda y se abanica”. Soto no pide a estos equipos de intelectuales jóvenes una agitación callejera, tumultuaria. Suscribe la fórmula defendida por Araquistaín en su periódico “España” en 1920, “acción difusa, crítica, clarificadora, estimulante de creación renovación de las ideas ambientes”. Quiere, en cualquier caso, negar que “el silencio sea una actitud digna de los jóvenes frente al régimen que impera en la patria de Larra”.
El equipo de “La Gaceta Literaria” no es toda la nueva generación intelectual española. Incurriría en una grave omisión el biógrafo de esta juventud que no recordase con la debida estimación el esfuerzo de los grupos de intelectuales jóvenes que, después de otras empresas incompatibles con un régimen de censura, han invertido su energía en la creación de las Ediciones Oriente y Cenit. La revista “Post-Guerra”, aunque efímera, ha sido un momento de la historia de esta generación. La intelectualidad española no ha perdido, en general, su interés por las nuevas corrientes políticas e ideológicas. El hecho de que una de las mejores versiones periodísticas de la nueva Rusia sea la de un español, Álvarez del Vayo, no carece de significación. La indiferencia, la abstención, caracterizan a la juventud literaria. Es la nueva gente de letras a la que ha hecho suyo, ante lo político, el gesto de don José Ortega y Gasset. Propaganda literaria aparte, un Joaquín Maurin, trabajando oscuramente en París, vale bien, por ahora, lo que un Giménez Caballero recorriendo ruidosamente Europa.
Pero aún circunscrita y demarcada de este modo, es indudable que se trata de una actitud singular. Es muy distinta la actitud de la juventud literaria de Alemania. También la de esa juventud literaria de Francia, a la que los jóvenes miran tan deferentemente. En Alemania, del teatro a la novela, de Piscator a Glaesser, la nota dominante en la vanguardia es la beligerancia política. En Francia, tan burguesa y conservadora en sus varios estratos, la nueva generación intelectual es uno de los más activos fermentos ideológicos y pasionales. Un libro de un francés –“Mort de la pensés bourgeoise” de Enmanuel Berl-, precisamente, ha hecho viva impresión en uno de los más conspicuos representantes del equipo de “La Gaceta Literaria” de Madrid, residente desde hace algún tiempo en Buenos Aires, -Guillermo de Torre. Lo sé por el propio Guillermo de Torre que atribuye también a los capítulos que conoce de mi “Defensa del Marxismo” una influencia de que me complazco en sus actuales preocupaciones.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 18/12/1929

Lima, 18 de diciembre de 1929
Estimado amigo y compañero:
No he dado inmediata respuesta a su carta del 19 de noviembre, porque en parte se la habían adelantado dos cartas mías, que deben haberse cruzado con la suya, y de la segunda de las cuales le acompaño copia, prevenido siempre contra las veleidades del correo peruano.
Hemos tenido con nosotros a Waldo Frank todo el tiempo que Ud. ha sabido por las noticias cablegráficas. No sé si las noticias cablegráficas sobre su estancia en Lima habrán abundado. Le envío algunos periódicos, entre otros un número de Variedades con un artículo mío. No es necesario que le remita otros periódicos. Toda la prensa de Lima ha señalado con gran atención la presencia de Waldo Frank en nuestra ciudad.
Ya Ud. me había dicho que en Waldo Frank, el hombre no se hace amar menos que el escritor. Todos los que lo hemos tratado de cerca, hemos confirmado plenamente esto. Frank no ha encontrado en Lima un auditorio numeroso, en parte porque la gente no está habituada a pagar a los conferencistas, en parte porque los temas de Frank no interesan sino a una élite; pero ha encontrado en cambio a gentes que lo han rodeado con cariño y comprensión. Y entre sus amigos han estado, seguramente, los mejores espíritus del Perú.
Ofreció tres conferencias en el Teatro Municipal, organizadas por el comité de invitantes, y una pagada por la colectividad hebrea, cohíbida aún por la reciente agresión policial. La Universidad le recibió en la sala de Letras la víspera de su partida. La Facultad de Letras, a propuesta de Sánchez, Iberico, Ureta y Porras Barrenechea lo hizo doctor honoris causa; pero no hubo tiempo para que, aprobado este acuerdo por el Consejo de Decanos, conforme al protocolo universitario, se le otorgasen las insignias respectivas en actuación especial. Reunimos a los escritores y artistas en un banquete general. La Nueva Revista Peruana y Amauta aunque participantes en esta fiesta, quisieron agasajarlo aparte. Hemos prescindido de discursos. Y hemos hecho lo posible porque la cortesía y los cumplimientos no impidiesen a Frank sentirse en Lima como en su casa.
Conversando con Frank, que ha sido muy gentil y deferente conmigo en todo instante, me he afirmado en mi intención de marchar a Buenos Aires. La invitación de un amigo y compañero como Ud. coincide con las circunstancias que le describe mi penúltima carta. El contacto con un país sano y fuerte me hará mucho bien, espiritual y físicamente. En Buenos Aires, terminará esta convalescencia que la debilidad de Lima ha retardado.
Deseo hacer el viaje con mi mujer y mis niños. A los dos mayores, —de ocho y seis años-, podría tal vez dejarlos; pero los colegios de Lima, donde podría dejarlos como internos, no me satisfacen y el mimo de la familia, si continuasen en el colegio que ahora frecuentan y donde no hay internado, perjudicaría su educación. Respecto a todo, espero su fraterno e inteligente consejo. —Frank piensa que en Buenos Aires se puede resolver tan bien como en Europa el problema de mi movilidad por la adaptación de una pierna ortopédica. Creo que ahí la cirugía y la ortopedia están perfectamente desarrolladas. Eso lo dejaría para después de mi primera etapa de trabajo. Pero es muy importante para mi porvenir.
Para que el correo de hoy no me gane, pongo aquí punto final a estas líneas. Le seguiré escribiendo en breve.— No hemos recibido sino un ejemplar del número 15 de L.V.L. Si le es posible, reitere el envío. Han venido, en cambio, completos los ejemplares del N° 16.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero devotísimo
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Los médicos y el socialismo. La ley marcial en Haití

Los médicos y el socialismo
La larga y magna secuencia que ha tenido en el gremio médico español la adhesión del Dr. Marañón al Partido Socialista, convida a enfocar el tópico de las profesiones liberales y el socialismo. No cabe duda acerca de que si Marañón y otros ases de la medicina han pedido su inscripción en los registros del Partido Socialista Español, es porque previamente los había ganado ya la política. Tampoco cabe duda respecto a que han entrado en el Partido Socialista, no por razones de expresa y excluyente suscripción del programa proletario, sino porque no podía enrolarse sino en un partido viviente. Los viejos partidos españoles están muertos. Lo que rechaza en ellos a los intelectuales activos e inquietos, sensibles y atentos a la vitalidad, no es tanto su ideología como su inanidad. El Partido Socialista Español, en fin, más que una función revolucionaria clasista tiene una función liberal.
Pero todo esto deja intacta la cuestión central: la permeabilidad de la medicina entre las profesiones liberales, a las ideas socialistas. Desde Marx y Engels está constatada la resistencia reaccionaria de los hombres de leyes a estas ideas. El abogado es, ante todo, un funcionario al servicio de la propiedad. I la abogacía, por razones pragmáticas, se comporta como una profesión conservadora. Este es un hecho que se observa a partir de la Universidad. Los estudiantes de derecho son, generalmente, los más reaccionarios. Los de pedagogía, constituyen el sector más avanzado. Los de medicina, menos proclives por su práctica científica a la meditación política, no tiene más motivos de reserva que los sentimientos heredados de su ambiente familiar. Mas la medicina como la pedagogía no temen absolutamente al socialismo. Quienes las ejercen, saben que un régimen socialista si algo supone respecto al porvenir de estas profesiones en su utilización más intensa y extensa. El Estado socialista no ha menester, para su funcionamiento, de muchos hombres de leyes; pero, en cambio, ha menester de muchos médicos y de muchos educadores. Los ingenieros cuentan igualmente con su favor.
Lo más sugestivo en el caso de Marañón y sus colegas de la medicina española es que estos intelectuales eminentes y célebres se incorporan, sin hesitación, en un partido fundado hace años por un obrero oscuro, por un tipógrafo, con otros hombres previdentes y abnegados del proletariado. El Partido Socialista español ha hecho solo y exiguo muchas largas jornadas antes de atraer a sus rangos a los magnates de la inteligencia. Marañón y sus colegas se dan cuenta de que sería absurda por su parte la tentativa de crear un partido nuevo. Los partidos no nacen de un conciliábulo académico. El diagnóstico de la situación política española a que han llegado esos médicos insignes es bastante sagaz para comprenderlo.

La ley marcial en Haití
No se han modificado los métodos de Estados Unidos en la América colonial. No pueden modificarse. La violencia no es empleada en los países sometidos a la administración yanqui por causas accidentales. Tres hechos señalan en el último lustro la acentuación de la tendencia marcial de la política norte-americana en esos países; la intervención contra la huelga de Panamá, la ocupación y la campaña de Nicaragua y la reciente declaratoria del estado de sitio en Haití. La retórica de buena voluntad es impotente ante estos hechos.
En Haití, como en los otros países, la ocupación militar está amparada por un grupo de haitianos investidos por la fuerza imperialista de la representación legal de la mayoría. Los enemigos de la libertad de Haití, los traidores de su independencia, son sin duda los que más repugnan el sentimiento libreamericano.
Hispano-América tiene ya larga experiencia de estas cosas. Empieza a comprender que lo que la salvará no son las admoniciones al imperialismo yanqui, sino una obra lenta y sistemática de defensa, realizada con firmeza y dignidad, en la que tendrá de su lado las fuerzas nuevas de los Estados Unidos.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Mario Nerval, 11/12/1929

Lima, 11 de diciembre de 1929
Estimado amigo y compañero Mario Nerval:
No he tenido acuse de recibo de Ud. de mi última de hace varias semanas, contestando a una carta suya. Pero si no le he escrito no ha sido por esto sino por mis extraordinarias ocupaciones y porque M. lo ha mantenido al corriente de los sucesos.
Le lleva estas líneas Federico Sal y Rosas, amigo y colaborador de Amauta en Huarás, que ha sufrido prisión de varios días, con otros compañeros de esa localidad, a raíz de la última movilización policial contra nosotros. Como de ésta puede ocurrir que no tenga Ud. noticia exacta, le adjunto copia de una carta que escribí a un amigo el 22 del pasado.
Todos los presos, según mis noticias, están en libertad. Ignoro solamente la condición de un compañero de Chepén. El bluff no ha prosperado; pero es seguro que se prepara el aprovechamiento de sus elementos en una próxima oportunidad.
No hace falta agregar que Amauta, mientras yo esté aquí, seguirá saliendo. Su prestigio internacional, por otra parte, la defiende. Pero se trata de sofocarla aterrorizando a sus propagadores y simpatizantes. A la clausura sensacional, se prefiere el estrangulamiento silencioso.
Sal y Rosas trabajaba por la constitución en Huarás de un centro de estudios sociales. No se le puede acusar de otra cosa. Pero estar en correspondencia conmigo es suficiente para perseguir o molestar a una persona. Muchas veces las cartas, inocentes siempre enviadas a mi dirección, no me llegan; pero van a revelar a la policía a las personas de que puedo servirme para la “ejecución de mis designios”. Esto ha ocurrido por ejemplo con el señor Alejandro Destre Sierra de Huarás, acusado de haberme escrito, a pesar de que nunca he recibido de él una línea.
Ya le escribiré más detalladamente para que entere Ud. de las cosas a los amigos.
Cordialmente lo abraza, reclamando sus noticias, su afmo. amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Waldo Frank, 11/1929

Santa Barbara [noviembre de 1929]
Querido hermano:
saldré de este vapor que le traerá mi carta, á Antofagasta. Pasaré dos ó tres días á La Paz (donde los estudiantes me han pedido a venir— y empujado á su Gobierno á invitarme). Pues, de la manera más ligera, vendré á Lima. Conversar con Ud.... le conocer, si Ud. lo permite, íntimamente... es, tal vez, la acción mas importante de mi viaje á Sud América. Tendré posiblemente á sacrificar, para este, mi visita á Cuzco. He aprendido que una visita á Cuzco de La Paz (á causa del horario de trenes) me haría perder casi dos semanas. Estoy siempre esperando que una visita será posible, directamente de Lima. Si no, no importa. Días tranquilos á Lima —conferencias si Ud. las exige— son más urgentes.
A propósito de las conferencias: cuando estuve en B.A. el Encargado de Negocios del Perú vino para invitarme á dar conferencias, y saber mis condiciones. Yo dije que vendría con gusto, pero que se debía saber que vendría para hablar como estaba hablando en la Argentina y que además mi mejor amigo del Perú —mi gran y único amigo allí era Ud. Eso fué sin duda la razón del “fracaso” de la invitación. Y me alegro. Si debo dar conferencias en Lima, quiero que Ud. haga las condiciones. No puedo discutir con Ud. Voy sencillamente decirle mi situación y Ud. hará lo que quiere. No soy hombre rico. Al contrario —soy hombre que gana con gran dificultad con lo necesario para vivir convenablemente con mi familia. No he venido á S.A. para ganar dinero— pero he tenido necesidad de ganar lo equivalente de lo que ganaría en los EE.UU. Quiero, pués, que mis conferencias sean pagadas lo mejor posible. Pero no aceptaré nada ni de Ud. ni de Amauta. Que personas ricas —ó instituciones— me paguen! Prefiero, además, dar pocas conferencias bien pagadas que muchas —con menor precio. Porque? Porque es importante que tenga tiempo —ocio— para ver Lima— para estar tranquilo con Ud. y sus amigos y las conferencias me cansan énormémente. Lo bueno sería pues, pocas conferencias con lo más dinero posible —y muchas muchas horas libres con Ud. quien es el hombre que amo lo más de toda S.A.
Si es posible, haga que pueda sin embargo visitar Cuzco!
Tendré que estar en Lima los primeros días de diciembre. He recibido permisión de volar (cómo un pedazo de correo) hasta Miami, Florida. Deberé tomar el avión del 11— o del 18... según mis trabajos en Lima. Mi mujer me necesita. Preferiría tomar el del 11— pero quedaré hasta el 18 si el objeto de mi visita lo necesita.
Mi visita á la Argentina fué una gran triumpho— apesar de la dificultad que hizo mi descubrimiento (all llegar) que fuí invitado por hombres conservadores. No necesito decirle que he dicho toda la verdad, aunque todo género de influencia sútilmente obraba para impedirme.
Hasta luego —mi hermano de corazón, de espíritu, de inteligencia. Y saludos á sus amigos
Waldo
P.S. Recibí una carta de amigos de Arequipa —y la he perdido— y no sé los nombres que la firmaron.
Quiere Ud. telegrafiarles/escribirles que si es posible, daré una conferencia a A.— que debe ser pagada (Es mi regla). Pueden esperarme á Arequipa el 1 de diciembre. Pero no sé si permaneceré. Tal vez me enviará Ud. una carta otra.

Frank, Waldo

Francia y Alemania. Estilo fascista

Francia y Alemania
Aunque cuatro millones de electores han votado en Alemania por los nacionalistas y contra el plan Young, las distancias que separaban a los dos adversarios de 1870 y de 1914 se muestran cada día más acortadas. El trabajo de las minorías de buena voluntad por una duradera inteligencia recíproca, prosigue alacre y tesonero. Si algo se interpone entre Alemania y Francia es el sentimiento político reaccionario que en Alemania inspira el plebiscito nacionalista y en Francia dicta a Tardieu la resolución de demorar la evacuación de las zonas ocupadas.
Es probable que este plebiscito sea la postrera gran movilización del partido nacionalista. Las últimas elecciones municipales de Berlín han acusado un retroceso de los nacionalistas en el electorado de la capital alemana. Los fascistas, partido de extrema derecha, ha ganado una parte de estos votos; pero el escrutinio, en general, se ha inclinado a izquierda. Los comunistas han ganado -con asombro probablemente de los asmáticos augures de su liquidación definitiva- un número de asientos que los coloca en segundo lugar en el Municipio de Berlín. I los socialistas han conservado el primer puesto.
Los libros de guerra, cuyo éxito es para algunos críticos una consecuencia del actual período de estabilización capitalista, -no son el único signo de que Alemania revisa profundamente sus conceptos. El libro de Remarque, de un pacifismo entonado a los sentimientos de la clientela de Ulsstein, no está exento de nacionalismo y de resentimiento. El autor satisface el más íntimo amor propio nacional, recalcando la superioridad material de los aliados. En los últimos capítulos de “Sin Novedad en el Frente”, se nota cierta intención apologética al trazar el cuadro de la resistencia alemana. Una Alemania heroica vencida por la fatalidad, no es ciertamente una de las más vagas imágenes que proyecta el libro en la consciencia del lector.
[Fuera de la política, en los dominios de la literatura y el arte, se acentúa en Alemania el interés por conocer y comprender las cosas y el alma francesas] y en Francia la atención por el pensamiento y la literatura alemanas. “La Revue Nouvelle” anuncia un número especialmente dedicado al romanticismo alemán. “Europe”, una de las primeras entre las revistas de París en incorporar en su equipo internacional colaboradores alemanes, persevera en su esfuerzo por el entendimiento de las minorías intelectuales de ambos pueblos.
En el número de octubre de esta revista, leo un artículo de Jean Guehenno sobre el libro en que el profesor de la Universidad de Berlín, Eduardo Wechssler confronta y estudia a los dos pueblos. Guehenno no encuentra al profesor Wechssler más emancipado de prevenciones nacionalistas que al malogrado Jacques Riviere en una tentativa análoga sobre Alemania. Guehenno resume así la definición del francés y del alemán por Wechssler:
“El francés es un hombre de sensación, susceptible, impresionable, excitado, tentado por los Paraísos artificiales, sin gusto por la naturaleza y que, si no la domina, desconfía de ella, la desprecia, la odia. Si ama a los animales, ama a los que lo son menos: los gatos, no a los perros. Carece de amor por los niños, Tiene el horror de lo indefinido. Es eminentemente social y sociable, Es cortesano, burgués hombre honrado, galante. El fin que persigue es la alegría de vivir. No teme a nada tanto como el aburrimiento. Posee todos los talentos, pero no posee más que talentos. Lo atormenta sin cesar el espíritu de conquista. Se daría al diablo con tal de que se le distinga. Ambicioso, glorioso, impone a las cosas su marca. Sabe componer, elegir. Se quiere libre. La coacción, venga de donde venga, lo irrita y desarrolla en él el fanatismo y el resentimiento. Es razón, inteligencia, espíritu; capaz de duda y de ironía. Su regla es el principio de identidad y el mundo de sus pensamientos, un mundo de claridad”.
“El Alemán es “profundo”, “expresionista”, preocupado siempre de captar al todo más que la parte. No se confía a las impresiones de un momento, sino espera todo de una lenta preparación de las cosas. Ama la naturaleza, se abandona a ella como a la creación de Dios. Ama a los animales -su amor por ellos es una herencia de la vieja sangre germánica- y a los niños. Tiene el sentido del infinito. Se baña en él son delicia. Su alma es un espejo del mundo. Es grave, adherido al pasado, naturalmente atento, pesado. El pedantismo es para él el escollo. Aplicado y trabajados, se confía al porvenir. Es entusiasta, benévolo, longánimo y paciente. Se remite a la intuición. Un sentimiento profundo de la unidad le permite acordar los contrarios. El mundo de sus pensamientos no es jamás un mundo cerrado. Las palabras que emplea están rodeadas como de un halo o un margen. Un Alemán habla porque piensa, decía Jacob Crimm, y sabe que ningún lenguaje igualará jamás las potencias del alma”.
Muchos de estos rasgos son exactos. Pero el profesor alemán idealiza ostensiblemente a su pueblo. Describe al alemán, como se describiría a si mismo. Guehenno no está seguro de que este sea un medio eficaz de reconciliación franco-alemana. Pero el punto que le interesa sustancialmente es el que alude el título de sus meditaciones: “Cultura europea y desnacionalización”. Gide ha escrito que “es un profundo error creer que se trabaja por la cultura europea con obras desnacionalizadas”. Guehenno no conviene con Gide en este juicio porque avanzamos “hacia un tiempo en que una gran obra de inspiración nacional será prácticamente imposible”. Pero este es ya otro debate y, en estos apuntes, no quiere preferirme sino al recíproco esfuerzo de franceses y alemanes por comprenderse.

Estilo fascista
André Tardieu ha hecho una declaración de neto estilo fascista al anunciar su confianza de permanecer en el gobierno al menos cinco años. Es el tiempo que necesita para actuar su programa y espera que, por esta sola razón, contará por ese plazo con mayoría en el congreso.
No es este el lenguaje del parlamentarismo, sobre todo en un país como Francia de tan inestables mayorías. Ha habido ministerios de larga duración; ha habido políticos como Briand que no se han despedido nunca del palacio de la presidencia del consejo sin la seguridad del regreso. Pero no se ha usado hasta hoy en Francia estos anuncios de la certidumbre y la voluntad de conservar el poder por cinco años. Todos estos ademanes pertenecen al repertorio fascista. Claro que la megalomanía de Mussolini no puede fijar a su régimen el plazo modesto de un quinquenio. Mussolini prefiere no señalarse límites o afirmar que el fascismo representa un nuevo Estado. Pero por algo se comienza. Tardieu tiene que representar la transacción entre el género fascista y el género parlamentario.
¿Cómo hará Tardieu para quedarse en el poder cinco años? Es evidente que desde hace algún tiempo, -desde antes de reemplazar a Briand en la presidencia del consejo- prepara sus elecciones. La disolución de la cámara será, probablemente, la medida a que apelará. En vísperas de las elecciones de 1924, decía que los que discernía en el país era la voluntad clara de ser gobernado y agregaba que "la dictadura es inútil con un parlamento que funciona, con un gobierno que es jefe de su mayoría Tardieu no puede creer que este parlamento y esta mayoría existan. Su esfuerzo tiene que tender a formarlos. Los medios son los que ensaya y perfecciona desde hacer algún tiempo como ministro del interior.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 29/11/1929

Lima, 29 de noviembre de 1929
Querido Samuel Glusberg
He recuperado anteayer, con mi correspondencia y papeles, su carta del 1º de noviembre, a la que contesté hace una semana, informándolo de las violencias usadas contra mí y otras personas.
Esto, por fortuna, no ha perjudicado mínimamente a la organización de las conferencias de Waldo Frank, por la diligencia conque Sánchez continuó las gestiones aun durante mi clausura. Le adjunto una información de La Prensa de hoy que le enterará, en línea general, de estas gestiones. Tenemos el mejor teatro de Lima —Municipal, antes Forero— por seis días. Es probable que, además, una sociedad de señoras, Entre Nous, solicite una conferencia especial, pagándola naturalmente. La Facultad de Letras recibirá a Frank solemnemente y lo investirá, según me anuncian, de las insignias de doctor honoris causa. —Frank, por supuesto, no le dará mucha importancia a estos honores universitarios. La Universidad ha debido invitarle. Pero mejor quizás que lo presente a Lima un grupo libre de escritores y artistas en el que se cuentan, por lo demás, los mejores hombres del claustro.
De la Institución Hispano-Cubana de Cultura de Habana han pedido a Frank tres conferencias. Yo le he trasmitido enseguida esta invitación a La Paz y él me ha contestado indicándome sus condiciones. A Santiago le había dirigido un cable de salutación que, según me avisa la oficina cablegráfica de Lima, no lo alcanzó ya en esa ciudad.
En Lima lo esperamos el domingo en el avión de Fawcet que sale de Arequipa ese mismo día.— Haremos lo posible porque Frank no quede descontento en Lima.
Sobre los últimos sucesos tengo poco que agregarle. Se me ha hecho saber que Amauta puede continuar apareciendo. El escándalo causado por las medidas contra mí y los míos y la energía serena conque los obreros han defendido a sus presos, han impuesto una rápida rectificación. No se ha publicado nada, no se ha dicho nada; pero ya no habrá elementos para hablar, como de costumbre, de complot comunista. El globo está desinflado sin exhibición.— Creo, sin embargo, que si dispondré de más tiempo y calma para preparar mi viaje a Buenos Aires, ése será siempre mi camino. No me es posible trabajar rodeado de acechanzas. Aunque me cueste un gran esfuerzo vencer el temor a la idea de que abandono el campo por fatiga o por fracaso, no puedo llegar a un extremo límite de sacrificio físico y mucho menos imponerlo a los míos. ¿Qué me aconseja Ud.?
Le hemos expedido 7 Ensayos —no cinco sino diez ejemplares— Poesías de Eguren, etc. ¿Recibió el ejemplar dedicado a Ud. por Eguren?
En espera de sus noticias, lo abraza su devotísimo amigo y compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Elogio de "El cemento" y del realismo proletario

[La celebración del 12° aniversario de la revolución rusa, ha exitado, en revistas y cenáculos, el debate sobre la literatura soviética, suscitando tesis y conjeturas diversas. Aquí mismo,] He escuchado reiteradamente la opinión de que la lectura de “El cemento” de Fedor Gladkov no es edificante ni alentadora para los que, fuera todavía de los rangos revolucionarios busquen en esa novela la imagen de la revolución proletaria. Las peripecias espirituales, los conflictos morales que la novela de Gladkov describe no serías, según esta opinión, aptas para alimentar las ilusiones de las almas hesitantes y miríficas que sueñan con una revolución de agua de rosas. Los residuos de una educación eclesiástica y familiar, basada en los beatísimos e inefables mitos del reino de los cielos y de la tierra prometida, se agitan mucho más de lo que estos camaradas puedes imaginarse, en la subconsciencia de su juicio.
En primer lugar, hay que advertir que “El Cemento” no es una obra de propaganda. Es una novela realista, en la que Gladkov no se ha propuesto absolutamente la seducción de los que esperan, cerca o lejos de Rusia, que la revolución muestre su faz más risueña, para decidirse a seguirla. El pseudo-realismo burgués -Zola incluido- había habituado a sus lectores a cierta idealización de los personajes representativos del bien y la virtud. En el fondo, el realismo burgués, en la literatura, no había renunciado al espíritu del romanticismo, contra el cual parecía reaccionar irreconciliable y antagónico. Su innovación era una innovación de procedimiento, de decorado, de indumentaria. La burguesía que en la historia, en la filosofía, en la política, se había negado a ser realista, aferrada a su costumbre y a su principio de idealizar o disfrazar sus móviles, no podía ser realista en la literatura. El verdadero realismo llega con la revolución proletaria, aunque en el lenguaje de la crítica literaria, el término “realismo” y la categoría artística que designa, están tan desacreditados, que se siente la perentoria necesidad de oponerle los términos de “suprarrealismo” “infrarrealismo”, etc. El rechazo del marxismo, parecido en su origen y proceso, al rechazo del freudismo, como lo observa Max Eastman en su “Más allá del Marxismo” tan equivocado a otros respectos, es en la burguesía una actitud lógica, -e instintiva,- que no consciente a la literatura burguesa liberarse de su tendencia a la idealización de los personajes, los conflictos y los desenlaces. El folletín, en la literatura y en el cinema, obedece a esta tendencia que pugna por mantener en la pequeña burguesía y el proletariado la esperanza en una dicha final ganada en la resignación más bien que en la lucha. El cinema yanqui ha llevado a su más extrema y poderosa industrialización esta optimista y rosada pedagogía de pequeños burgueses. Pero la concepción materialista de la historia, tenía que causar en la literatura el abandono y el repudio de estas miserables recetas. La literatura proletaria tiene naturalmente al realismo, como la política, la historiografía y la filosofía socialistas.
“El Cemento” pertenece a esa nueva literatura, que en Rusia tiene precursores desde Tolstoy y Gorki. Gladkov no se habría emancipado del más mesocrático gusto de folletín si al trazar este robusto cuadro de la revolución, se hubiera preocupado de suavizar sus colores y sus líneas por razones de propaganda e idealización. La verdad y la fuerza de su novela,- verdad y fuerza artísticas, estéticas y humanas,- residen, precisamente, en su severo esfuerzo por crear una expresión del heroísmo revolucionario -de lo que Sorel llamaría “lo sublime proletario”- sin omitir ninguno de los fracasos, de las desilusiones, de los desgarramientos espirituales sobre los que ese heroísmo prevalece. La revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del Renacimiento, sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo. Ninguna revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del Renacimiento, sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo. Ninguna revolución ni la del cristianismo, ni la de la reforma, ni la de la burguesía, se ha cumplido sin tragedia. La revolución socialista, que mueve a los hombres al combate sin promesas ultraterrenas, que solicita de ellos una extrema e incondicional entrega, no puede ser una excepción en esta inexorable ley de la historia. No se ha inventado aún la revolución anestésica, paradisiaca, y es indispensable afirmar que el hombre no alcanzará nunca a la cima de su nueva creación, sino a través de un esfuerzo difícil y penoso en el que el dolor y la alegría se igualarán en intensidad. Glieb el obrero de “El Cemento”, no sería el héroe que es, si su destino le ahorrase algún sacrificio. El héroe llega siempre ensangrentado y desgarrado a su meta: solo a este precio alcanza la plenitud de su heroísmo. La revolución tenía que poner a extrema prueba el alma, los sentidos, los instintos de Glieb. No podía guardarle, asegurado contra toda tempestad, en un remanso dulce, su mujer, su hogar, su hija, su lecho, su ropa limpia. Y Dacha, para ser la Dacha que en “El Cemento” conocemos, debía a su vez vencer las más terribles pruebas. La revolución al apoderarse de ella total e implacablemente, no podía hacer de Dacha sino una dura y fuerte militante. Y en este proceso, tenía que sucumbir la esposa, la madre, el ama de casa, todo, absolutamente todo, tenía que ser sacrificado a la revolución. Es absurdo, es infantil, que se quiera una heroína como Dacha, humana, muy humana, pero antes de hacerle justicia como revolucionaria, se le exija un certificado de fidelidad conyugal. Dacha, bajo el rigor de la guerra civil, conoce todas las latitudes del peligro, todos los grados de la angustia. Ve flagelados, torturados, fusilados, a sus camaradas; ella misma no escapa a la muerte sino por azar; en dos oportunidades asiste a los preparativos de su ejecución. En la tensión de esta lucha, librada mientras su Glieb combate lejos, Dacha está fuera de todo código de moral sexual, no es sino una militante y solo debe responder de sus actos de tal. Su amor extra-conyugal carece de voluptuosidad pecadora. Dacha ama fugaz y tristemente al soldado de su causa que parte a la batalla, que quizás no regresará más, que necesita esta caricia de la compañera como un viático de alegría y placer en su desierta y gélida jornada. A Badyn, el varón a quien todas se rinden, que la desea como a ninguna, le resiste siempre. Y cuando se le entrega, -después de una jornada en que los dos han estado a punto de perecer en manos de los cosacos, cumpliendo una riesgosa comisión, y Dacha ha tenido al cuello una soga asesina, pendiente ya de un árbol de camino, y ha sentido el espasmo del estrangulamiento, - es porque a los dos la vida y la muerte los ha unido por un instante más fuerte que ellos mismos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Augustin Habaru, 16/11/1929

Paris, 16 de noviembre de 1929
Señor José Carlos Mariátegui
Lima (Pérou)
Mon Cher Camarade,
Je communique votre lettre du 10 Octobre à notre administration. Je vous remercie pour votre article sur Le Ciment que nous publierons prochainement.
Si vous en avez la possibilité, je serais heureux de votre participation à notre débat contradictoire sur La Crise du Socialisme, dont vous trouverez sous ce pli le premier article de De Man, Vandervelde, Karl Renner, Henriette Roland-Holst, des communistes, des socialistes nous ont envoyé des études importantes et ej serais heureux si votre article nous parvenait en temps utile. Pour le cas où ce ne serait pas possible, je ferais traduire un chapitre de votre Défense du Marxisme paru dans Amauta.
Saludations bien fraternelles
A. Habaru

Habaru, Augustin

Carta a Waldo Frank, 7/11/1929

Lima, 7 de noviembre de 1929
Señor Waldo Frank.
Buenos Aires
Muy admirado amigo:
Desde que conocimos los primeros fragmentos de su obra, los intelectuales y artistas del Perú la seguimos con toda estimación y simpatía. Sabíamos que de la América del Norte, cuya más sugestiva interpretación nos ofreció un libro de Ud., su indagación de redescubridor lo llevaría a la América Latina. España Virgen era, después de Nuestra América, la jornada inicial de este viaje.
Su presencia en Buenos Aires, donde queremos que reciba Ud. nuestro fraternal saludo, es una promesa para todos los pueblos sudamericanos. Ambicionamos para el Perú el honor de que sea una de las próximas estaciones de su itinerario. No ignoramos su interés en conocer la tierra y la cultura peruanas. Y si nuestra invitación puede servir para que anticipe Ud. su visita a nuestro país, no debemos demorarla.
Sin compromiso de institución ni de tendencia, suscriben esta invitación catedráticos, escritores, poetas, pintores, y escultores que lo admiran y lo quieren.
Venga Ud. al Perú a decirnos de viva voz su mensaje. En Lima, en el Cuzco, en Arequipa, en todas las ciudades del Perú que Ud. visite, será acogido con amistad y devoción.
Confirmamos el cablegrama que a nombre nuestro le envían en la fecha veinte de nosotros, designados para suscribirlo.
Esperando su respuesta, lo saludamos cordialmente, congratulándolo por la magnífica acogida de Buenos Aires.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Samuel Glusberg, 1/11/1929

Buenos Aires, 1 de noviembre de 1929
Querido José Carlos Mariátegui:
Hace más de dos semanas le escribí en nombre de Waldo Frank. Me extraña mucho que se haya perdido mi carta o mejor dicho es bastante explicable después de las noticias que Ud. me da en la suya del 21 de octubre. En aquella carta le decía que Frank no podía escribirle a causa de su enorme trabajo y que yo lo hacía en su nombre para retribuirle su saludo y agradecerle todo el interés que se ha tomado Ud. por él.
También le decía que Frank no quería ir al Perú a la sombra de un equívoco. Quería que se supiera que Ud. era su mejor amigo de Lima. Es posible que por todo ello la carta fuera detenida.
Ya sabrá Ud. por los diarios el inmenso éxito que nuestro gran amigo ha obtenido en la Argentina. Le mando La Nación del 22 con la conferencia última en Amigos del Arte. Se han deslizado varias erratas y no se han tomado en cuenta algunas correcciones. Pero en general está bien. No la reproduzca porque es posible que Frank la aproveche en Lima.
Creo que de todos modos irá a Lima a fines de este mes. Le mandé con su firma dos líneas a Sánchez y dos a Valcárcel al mismo tiempo que le escribí a Ud.: el 14 de octubre si mal no recuerdo. Es posible que las cartas les hayan llegado a todos después del 23.
Quedo pues a la espera de sus noticias. Frank me encargó que le mandara a Ud. un telegrama de salutación. Dígale que lo ha recibido. Pero no se lo mandé a fin de no entorpecer las gestiones que Ud. me anunciaba de parte de los elementos burgueses de Lima. Creo que Ud. me disculpará. Esto es importante y casi se me olvida. Pero estoy abrumado de trabajo.
El lunes estará Frank nuevamente en B. A. de regreso de una gira por las provincias. El lunes mismo tiene una conferencia en inglés y después una todos los días de la semana hasta el miércoles.
Con suerte se irá de aquí con unos pesos como para darse el lujo de no dar conferencias en Chile y Perú. Pero no se imagina cuánto ha trabajado.
Y ahora a otra cosa: Lamento mucho la suspensión de Labor. Qué lástima. Pero con tal que le dejen publicar Amauta, puede Ud. desglosar un último pliego con material para los obreros.
Me alegro de que su salud vaya bien. He hablado con Frank para que lo decida a Ud. a venirse a Buenos Aires. Creo que Ud. puede ganar aquí algún dinero como para independizarse por unos meses. Claro que tendrá que hablar para instituciones más o menos burguesas; pero sin ellas no se puede hacer nada en Buenos Aires. Las Ligas antimperialistas, latinoamericanas, etc., no sirven para nada sino para que sus presidentes se luzcan en los diarios de cuando en cuando. En el caso de Frank han estado ausentes y torpes. Algún día le explicaré. Cuente conmigo y créame que no soy capaz de embarcarlo en nada que no sea digno de un hombre libre. Pero tampoco tengo prejuicios de sectario.
En el último número de L.V.L. se publica una página suya que ha despertado mucho interés. Se le va conociendo. Mándeme 5 ejemplares de su libro por los que le voy mandando Babel. A Garro prefiero no escribirle. Es un asunto muy desagradable del que no me quiero acordar.
No recibo la Nueva Revista Peruana y hace tiempo que no me llega El Mercurio. Espero el número 26 de Amauta.
Escríbame y reciba un gran abrazo de su amigo y compañero que espera verlo pronto en Buenos Aires.
Samuel Glusberg

Glusberg, Samuel

Sin novedad en el frente, por Erich María Remarque

La novela de guerra es la fruta de estación de la literatura alemana. No es solo el libro de Erich María Remarque, con sus varias centenas de miles de ejemplares, el que ha llevado a la literatura de Alemania el tema del frente; ni es sólo el libro de Ernest Glaesser el que ha enfocado últimamente, en esa literatura, el cuadro del retrofrente, el drama de los que sufrieron la guerra en la ciudad y el campo, lejos de las trincheras. La novela de guerra se presenta en Alemania en completo y variado equipo. A cierta distancia de la obra de Zweig ha aparecido “Sin Novedad en el Frente” de Erich María Remarque, “Los que teníamos Doce Años” (“Jahrgang 1902”) de Ernst Glaesser, “Guerra” de Ludwing Renn y “Ghinster” de autor anónimo. Zweig explicaba en una interview del “berliner Tageblatt”, el retraso con que llegaba su propio libro, con estas palabras: “Los alemanes tienen necesidad de más distancia y objetividad”. Otro autor prefiere reconocer en la actual boga de los libros de guerra en Alemania, una consecuencia de la estabilización capitalista, mientras un tercero la entiende como el anuncio de una nueva marea romántica y revolucionaria. Lo cierto es que ni Zweig ni Remarque han inaugurado en alemán esta literatura. Hace dos años, en 1917, como lo ha recordado Henri Barbusse, se publicaba el hondo relato del austriaco Andreas Latzko “Los hombres en guerra”. Barbusse reivindica justicieramente el valor de este libro, salido a la luz en plena tormenta, cuando la crítica tenía que descartarlo de su comentario. I como novela de la guerra en lo que en algunos países se ha llamado “el frente interno”, a esta reivindicación hay que agregar la de “El hombre es bueno” de Leonhardt Frank, otro austriaco. Pero Latzko y Frank, con sus patéticos y magníficos testimonios, desafiaron demasiado pronto los sentimientos de un público, educado en el respeto de los comunicados del cuartel general. A Alemania vencida le era menos fácil que a Francia victoriosa aceptar una versión verídica de la guerra en las trincheras. Ahora, las cosas han cambiado. Un libro de guerra bajo el signo de Locarno, en tiempos en que es lícito dar rienda suelta al pacifismo literario, siempre que no extrañe una condenación explícita del orden capitalista, se convierte en un buen filón editorial. La protesta de los “cascos de acero” contra una descripción demasiado realista y osada, no puede sino favorecer el tiraje excitando la curiosidad del público, como ha ocurrido en el caso de “Sin novedad en el frente”. Además, en diez o doce años, las imágenes de la guerra se han sedimentado y clasificado en el espíritu de los novelistas alemanes, que se ha impuesto el trabajo de revivir, estilizadas, las escenas del frente. Como los cineastas, estos novelistas están en aptitud de recordar todo lo que, en su acervo de impresiones, en vago o redundante. En esta simplificación cinematográfica de los materiales de su relato reside, quizá, una buena parte del secreto de “Sin novedad en el frente”. Erich María Remarque nos ahorra en su libro las repeticiones. Sus impresiones del frente se encuentran ordenadas, clasificadas, con riguroso sentido de su valor en el relato, -iba a decir en el film,-. Su visión comprende una escena certeramente escogida, de cada aspecto, de cada género de emociones bélicas. A tal punto lo patético y singular de la escena tiene valor en sí mismo, en este libro, que no falta quien desconfío de la unidad y de la individualidad estrictas de la experiencia de que “Sin novedad en el frente” extrae sus elementos. Un combatiente, que está escribiendo también sus memorias del frente, nota en el relato de Remarque algunas incoherencias. Me afirma que un hombre que da algunos pasos convulsos después que le han rebanado la cabeza es una pura fantasía literaria. El hombre a quien se corta la cabeza cae instantáneamente. El golpe violento y rápido, lo derriba.
Pero, aún admitiendo la intervención del artificio literario, no se pasa por las páginas del libro de Remarque, sin el estremecimiento que sentimos solo al tocar un grado conspicuo de verdad y de belleza. La descripción sobria, precisa, directa, de algunas escenas está tan admirablemente lograda, como es dable únicamente a un verdadero artista. La escena del comentario, la de los caballos ametrallados, entre otras, tienen la fuerza de las grandes expresiones trágicas. Remarque ha sido las notas más patéticas de la agonía del combatiente. Desde la existencia reducida a sus más simples términos de animalidad trófica, hasta la nostalgia del campesino a quien la contemplación de unas flores de cerezo incita locamente a la fuga, a la deserción, esto es a la muerte, todo está escrupulosa y potentemente observado en “Sin novedad en el frente”. Y hay en este libro pasajes transidos de piedad, de compasión, que nos comunican con lo más acendrado y humano de la emoción del combatiente. Por ejemplo, el ya citado en que los soldados asisten desesperados al sufrimiento y a la agonía de los caballos, bajo el fuego de las granadas, y en que uno dice: “Es la más horrenda infamia que los animales tengan que venir a la guerra”. Y más adelante, aquel cuadro triste de los prisioneros rusos, grandes y mansos campesinos, miserables, piojosos, famélicos, barbudos, diezmados por el hambre y la enfermedad, “¿Quién no ve ante esos pobres prisioneros, silenciosos, de cara infantil, de barbas apostólicas, que un sub-oficial para un quinto y un profesor para un alumno son peores enemigos que los rusos para nosotros? Y, sin embargo, si de nuevo estuviesen libres, dispararíamos contra ellos y ellos contra nosotros”. Y la escena del remordimiento por la muerte del soldado enemigo a quien por instinto de conservación se ha apuñalado en el fondo de un agujero en el que los dos buscaban refugio. “Ahora comprendo que eres un hombre como yo. Pensé entonces en tus granadas de mano, en tu bayoneta, en tu fusil... Ahora veo a tu mujer, veo tu casa, veo lo que tenemos de común. Perdóname camarada, Siempre vemos esto demasiado tarde. Porque no nos repiten siempre que vosotros seis unos desdichados como nosotros, que vuestras madres viven en la misma angustia que las nuestras; que tenemos el mismo miedo a morir, la misma suerte, el mismo dolor...”.
En la breve presentación de este libro, Erich María Remarque dice que “no pretende ser ni una acusación ni una confesión, solo intenta informar sobre una generación destruida por la guerra, totalmente destruida, aunque se salvase de las granadas”. El espíritu de una generación aniquilada, deshecha, habla por boca de Remarque, quien ya en el frente sentía terminados a los hombres de 18 a 20 años, lanzados con él a las trincheras. “Abandonados como niños, expertos como viejos; brutos, melancólicos, superficiales... Creo que estamos perdidos”. No faltan en el libro frases de acusación, más aún de condenación. He aquí algunas del angustiado monólogo del combatiente en el hospital, donde, como él dice, “Se ve al desnudo la guerra”, más horrible acaso que en el frente: “Tengo veinte años, pero solo conozco de la vida la desesperación, la muerte, el miedo, un enlace de la más estúpida superficialidad con un abismo de dolores. Veo que azuzan pueblos contra pueblos; ve que estos se matan en silencio, ignorantes, neciamente, sumisos, inocentes... veo que las mentes más ilustres del orbe inventan armas y fases para que esto se refine y dure más. Y conmigo ve esto todos los hombres de mi edad, aquí y allá, en todo el mundo; conmigo vive esto mismo toda mi generación”.
Pero estas mismas palabras indican que si Remarque se exime de un juicio sobre la guerra misma, de una condena del orden que la engendra, no es por atenerse a una rigurosa objetividad artística. En más de un momento, al relato se mezclan en este libro la disgresión, el comentario. Remarque apunta: “Los fabricantes de Alemania se han hecho ricos, pero a nosotros nos quebranta los intestinos la disentería”. Mas se detiene aquí. Y por esto, con el pretexto fariseo de un tributo a su objetividad, le sonríe reconocida la misma crítica que en Francia y en todas partes no perdona a Barbusse el llamamiento revolucionario de “El Fuego”.
El testimonio de Erich María Remarque es el de una generación vencida, resignada, indiferente, sin fe, sin esperanza. El de Barbusse, escrito cuando llameaba aún la guerra en las trincheras, cuando la censura y los tribunales militares perseguían toda expresión distinta de los comunicados generales, que inventaron la lacónica mentira de “Sin novedad en el frente” es el testimonio de una generación que se du desesperada experiencia, de su terrible agonía; extrajo su razón y su voluntad de combatir por la construcción de un orden nuevo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Luis Alberto Sánchez, 20/10/1929

Lima, 20 de octubre de 1929
Querido Luis Alberto:
El plan de Ud. para obtener la venida de Frank me parece bien y yo haré todo lo posible por contribuir a su actuación. Respecto al aporte de la colonia judía, hablaré con Adler. El único inconveniente que puede presentarse es el de que, según entiendo, los judíos, como colectividad, no tienen en Lima una caja ni un organismo que atienda, sin demora, al desembolso. Habría en este caso, el más probable, que recurrir a las cuotas, reembolsables con el producto de las conferencias, que cubriría seguramente todos los gastos, y para las que sí podría contarse con la activa cooperación de los judíos —por mayor suma ciertamente. Redacte y haga circular el documento respectivo, para no perder tiempo. En la invitación podemos incluir a una o dos personas a quienes se exima de la cuota —Eguren, por ejemplo—; pero todos los demás firmantes deben concurrir a la reunión de los fondos. La cuota de Lp. 1 a 5 permitirá que todos cooperen a la constitución del fondo colectivo, según sus posibilidades.
Le envío el libro de Eguren.
Espero tener el placer de verle en cuanto se restablezca.
Suyo afmo.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

La crisis dinástica rumana. El 3er. Congreso Internacional de la Reforma Sexual

La crisis dinástica rumana
Cuando Maniu, líder de una gran agitación popular, asumió el poder en Rumania como jefe del gabinete, muchas voces expectantes le pidieron, desde todas las latitudes de la democracia, que arrancara con mano firme las raíces de la feudalidad contra la cual insurgía su pueblo. Pero Maniu, como la gran mayoría de los jefes de pequeña burguesía, no es un político dispuesto [a] llevar a sus últimas consecuencias su programa. Entre barrer definitivamente la monarquía y gobernar como su cancillar, juzgó más discreto este último partido. Hoy, la dinastía, que llegara a un grado tan estrecho y patente de mancomunidad con la política reaccionaria de los Bratianu, se siente bastante fuerte para intentar la ofensiva contra el gobierno de Maniu. El nombramiento de un nuevo miembro del Consejo de la Regencia ha provocado un conflicto entre la dinastía y el gobierno, que plantea pese a la voluntad de Maniu, la cuestión monárquica. La reina María, según los cablegramas, se muestra combativa. Ella y su corte sueñan, seguramente, con la restauración de un regimen policial como el sedicentemente policial de los Bratianu, que les devuelva todos sus fueros. Las aspiraciones populares reconocen como su más irreconciliable adversario el poder aristocrático.
También según el cable, Maniu ha hecho protestas de lealtad al orden monárquico. Pero él mismo lo sabe, probablemente, hasta qué punto los acontecimientos le permitirán ser fiel a ese empeño. Toda la política de Rumania, de los años de post-guerra, se reduce en último análisis a la afirmación de los derechos y sentimientos populares contra los privilegios de la aristocracia. El pueblo no tiennde a otra cosa que a la liquidación de la feudalidad. Y este es un resultado de que la política de los partidos y estadistas monárquicos se muestra impotente de obtener. La reforma agraria no ha resuelto la cuestión social rumana. Pero ha fortalecido social y políticamente al campesinado, a cuya fuerza, enérgicamente rebelada contra la dictatura de Bratianu, tan cara a la reina María, debe Maniu la jefatura del gobierno.

El 3er. Congreso Internacional de la Reforma Sexual
Nunca se debatió, con la libertad y la extensión que hoy la cuestión sexual. El imperio de los tabús religiosos reservó esta cuestión a la casuística eclesiástica hasta mucho después del Medio Evo. La sociología restituyó, en la edad moderna, al régimen sexual la atención de la ciencia y de la política. Se ha cumplido, en el curso del siglo pasado, algo así como un proceso de laicización de lo sexual, Engels, entre los grandes teóricos del socialismo, se distinguió por la convicción de que hay que buscar en el orden sexual la explicación de una serie de fenómenos históricos y sociales. I Marx extrajo importantes conclusiones de la observación de las consecuencias de la economía industrial y capitalista en las relaciones familiares. Se sabe la importancia que para Sorel, continuador de Proudhon en este y otros aspectos, tenía este factor. Sorel se asombraba de la insensibilidad y gazmoñería con que negligían su apreciación estadistas y filósofos que se proponían arreglar: desde su nacimiento, la organización social. En la preocupación de la literatura y del arte por el tema del amor, veía un signo de sensibilidad y no de frivolidad como se inclinaban probablemente a sentenciar graves doctores.
Pero la universalización del debate de la cuestión sexual es de nuestros días. A mediados de setiembre se ha celebrado en Londres el 3er. Congreso Internacional de la reforma sexual, en el que se han discutido tesis de Bernard Shaw, Bertrand Russel, Alexandra Kollontay y otros intelectuales conspicuos. Este congreso ha sido convocado por la “Liga Mundial para la reforma sexual”, fundada en el segundo congreso, en Copenhague en julio del año último. En el segundo congreso se consideraron las cuestiones siguientes: reforma del matrimonio; situación de la mujer en la sociedad; control de los nacimientos; derecho de los solteros; libertad de las relaciones sexuales; eugenesia; lucha contra la prostitución y las enfermedades venéreas; las aberraciones del deseo; establecimiento de un código de leyes sexuales; necesidad de la educación sexual. En el tercer congreso, se ha discutido ponencias sobre sexualidad y censura, la educación sexual, la adolescencia, la reforma de la unión marital, el aborto en la URSS, etc.
No habrá dentro de poco país civilizado donde no se estudie y siga estos trabajos por grupos, en los que será siempre indispensable y esencial la presencia de la mujer. Los estadistas, los sociólogos, los reformadores del mundo entero se dan cuenta hoy de que el destino de un pueblo depende, en gran parte, de su educación sexual. Alfred Fabre Luce acaba de publicar un libro “Pour une politique sexuelle”, que en verdad no propugna una idea absolutamente nueva en esta época de la URSS y de la Liga Mundial por la reforma sexual. El Estado soviético tiene una política sexual, como tiene una política pedagógica, una política económica, etc. I los otros Estados modernos, aunque menos declarada y definida, la tiene también. El Estado fascista, imponiendo un impuesto al celibato y abriendo campaña por el aumento de la natalidad, no hace otra cosa que intervenir en el dominio antes privado o confesional, de las relaciones sexuales. Francia, protegiendo a la madre soltera y situándose así en un terreno de realismo social y herejía religiosa, hace mucho tiempo que había sentido la necesidad de esta política.
No se estudia, en nuestro tiempo, la vida de una sociedad, sin averiguar y analizar su base: la organización de la familia, la situación de la mujer. Este es el aspecto de la Rusia soviética que más interesa a los hombres de ciencia y de letras que visitan ese país. Sobre él se discurre, con prolija observación, en todas las impresiones de viaje de la URSS. Singularmente sagaces son las páginas escritas al respecto por Teodoro Dreisser y Luc Durtain.
I la actitud ante la cuestión sexual es en sí, generalmente, una actitud política. Como lo observará inteligentemente hace ya algunos años nuestro compatriota César Falcón, Marañón, desde que condenara el donjuanismo, había votado ya contra Primo de Rivera y su régimen.

José Carlos Mariátegui La Chira

Risultati da 1 a 50 di 175