Mostrando 2064 resultados

Descripción archivística
Imprimir vista previa Hierarchy Ver :

1966 resultados con objetos digitales Muestra los resultados con objetos digitales

Un congreso de escritores hispano-americanos

Un congreso de escritores hispano-americanos

Edwin Elmore, escritor de inquieta inteli­gencia y de espíritu fervoroso, propugna la reunión de un congreso libre de intelectuales hispano-americanos. El anhelo de Elmore no se detiene, naturalmente, en la mera aspiración de un congreso. Elmore formula la idea de una organización del pensamiento hispano-americano. El congreso no sería sino un instrumento de esta idea. La iniciativa de Elmore merece ser seriamente examinada y discutida en la prensa. Luis Araquistain ha abierto este debate, en "El Sol" de Madrid, con un artículo en el cual declara su adhesión a la iniciativa. Los comentarios de Araquistain tienden, además, a precisarla y esclarecerla. Elmore habla de un congreso de intelectuales. Araquistain restringe "este equívoco y a veces presuntuoso vocablo a su acepción corriente de hombres de letras"- La adhesión de Araquistain es entusiasta y franca. "El solo encuentro —escribe Araquistain— de un grupo de hombres procedentes de una veintena de naciones, dedicados por profesión a algunas de las formas más delicadas de una cultura a la creación artística o al pensamiento original, y ligados, sobre todo personalismo, por un sentimiento de homogeneidad espiritual, multiforme en sus variedades nacionales e individuales, sería ya un espléndido principio de organización. No hay inteligencia mutua ni obra común si los hombres no se conocen antes como hombres".

En el Perú, la proposición de Elmore, difundida desde hace algunos meses entre los hombres de letras de varios países hispano-americanos, no ha sido todavía debidamente divulgada y estudiada. No he leído, a este respecto, sino unas notas de Antonio G. Garland; —intelectual rehacio por temperamento y por educación a toda criolla "conjuración del silencio",— aplaudiendo y exaltando el congreso propuesto.

Me parece oportuno y conveniente participar en este debate hispano-americano, aunque no sea sino para que la contribución peruana a su éxito, por la pereza o el desdén con que nuestros intelectuales se comportan generalmente ante estos temas, no resulte demasiado exigua. La cuestión fundamental del debate —la organización del pensamiento hispano-americano— reclama atención y estudio, lo mismo que la cuestión accesoria —la reunión de un congreso dirigido a este fin.— A su examen deben concurrir todos los que puedan hacer alguna reflexión útil. No se trata, evidentemente, de un vulgar caso de compilación o de cosecha de adhesiones. Una recolección de pareceres más o menos unánimes y uniformes sería, sin duda, una cosa muy pobre y muy monótona. sería, sobre todo, un resultado demasiado incompleto para la noble fatiga de Edwin Elmore. Que opinen todos los escritores, los que comparten y los que no compartan las esperanzas de Elmore y de los fautores de su iniciativa. Yo, por ejemplo, soy de los que no las comparten. No creo, por ahora, en la fecundidad de un congresos de hombre de letras hispano-americanos. Pero simpatizo con la discusión de este proyecto. Juzgo, por otra parte, que polemizar con una tesis es, tal vez, la mejor manera de estimularla y hasta de servirla. Lo peor que le podría acontecer a la de Elmore sería que todo el mundo la aceptase y la suscribiese sin ninguna discrepancia. La unanimidad es siempre infecunda.

Me declaro escéptico respecto a los probables resultados del Congreso en proyecto. Mi escepticismo no tiene, por supuesto, las mismas razones que el del poeta Leopoldo Lugones (Ha dicho Elmore, quien ha interrogado a muchos intelectuales hispano-americanos, que Lugones se ha mostrado "si no por completo, casi del todo escéptico en cuanto a la idea". Mas tarde, Lugones, en una fiesta literaria del centenario de Ayacucho, nos ha definido explícita y claramente su actitud espiritual —actitud inequívocamente nacionalista, reaccionaria, filofascista— sobre la cual podía habernos antes inducido en error la colaboración del poeta argentino en la Sociedad de las Naciones)

Pienso, en primer lugar, que el sino de estos congresos es el de concluir desnaturalizados y desvirtuados por las especulaciones del ibero-americanismo profesional. Casi inevitablemente, estos congresos degeneran en vacuas academias, esterilizadas por el ibero-americanismo formal y retórico de gente figurativa e historiesca. Cierto que Elmore propone un "congreso libre" y que Araquistain agrega, precisando más el término "libre, es decir, fuera de todo patrocinio oficial". Pero el propio Araquistain sostiene, enseguida que "no estaría de más invitar a las organizaciones de hombres de letras ya existentes: Sociedades de Autores dramáticos, Asociaciones de Escritores, P.E.N, Clubs de lengua castellana y portuguesa, Asociaciones de la Prensa, etc.". La heterogeneidad de la composición del congreso aparece, pues, prevista y admitida desde ahora por los mismo escritores de homogeneidad espiritual". Los cortesanos intelectuales del poder y del dinero invadirían la asamblea adulterándola y mistificándola. Porque ¿cómo calificar, cómo filtrar a los escritores? ¿Cómo decidir sobre su capacidad y título para participar en el Congreso?

Estas no son simples objeciones de procedimientos o de forma. Enfocan la cuestión misma de la posibilidad de actuar, práctica y eficazmente, la iniciativa de Edwin Elmore. Yo creo que esta es la primera cuestión que hay que plantearse. Que conviene averiguar, previamente, antes de avanzar en la discusión de la idea, si existe o no la posibilidad de realizarla. No digo de realizarla en toda su pureza y en toda su integridad, pero sí, al menos, en sus rasgos esenciales. La deformación práctica de la idea del congreso de escritores hispano-americanos traería aparejada ineluctablemente la de sus fines y la de su función. De una asamblea intelectual, donde prevaleciese numérica y espiritualmente la copiosa fauna de grafómanos y retores tropicales y megalómanos, que tan propicio clima encuentra en nuestra América, podría salir todo, menos un esbozo vital de organización del pensamiento hispano-americano. Medítelo Edwin Elmore, a quien estoy seguro que el fin preocupe mucho más que el instrumento.

Viene luego, otra cuestión: la de la oportunidad. Vivimos en un periodo de beligerancia ideológica. Los hombres que representan una fuerza renovación no pueden concertarse ni confundirse, y aún eventual o fortuitamente, con los que representan una fuerza de conservación o de regresión. Los separa un abismo histórico. Hablan un lenguaje diverso y tienen una intuición común de la historia. El vínculo intelectual es demasiado frágil y hasta un abstracto. El vínculo espiritual es, en todo caso, mucho más potente y válido.

¿Quiere decir esto que yo no crea en la urgencia de trabajar por la unidad de Hispano-América? Todo lo contrario. En un artículo reciente, me he declarado propugnador de esa unidad. Nuestro tiempo —he escrito— ha creado en la América Española una comunicación viva y extensa: la que ha establecido entre las juventudes la emoción revolucionaria. Mas bien espiritual que intelectual esta comunicación recuerda la que concerto a la generación de la independencia.

Pienso que hay que juntar a los afines, no a los dispares. Que hay que aproximar a los que la historia quiere que estén próximos. Que hay que solidarizar a los que la historia quiere que sean solidarios. Esta me parece la única coordinación posible. La sola inteligencia con un preciso y efectivo sentido histórico.

Hablar vaga y genéricamente de la organización del pensamiento hispano-americano es, hasta cierto punto, fomentar un equívoco. Un equívoco análogo al de ese ibero-americanismo de uso externo que todos sabemos tan artificial y tan ficticio; pero que muy pocos nos negamos explícitamente a sostener con nuestro consenso. Creando ficciones y mitos, que no tienen siquiera el mérito de ser una grande, apasionada y sincera utopía, no se consigue, absolutamente, unir a estos pueblos. Más probable es que se consiga separarlos, puesto que se nubla con confusas ilusiones sus verdadera perspectiva histórica.

Conviene considerar estos temas con un criterio más objetivo, más realista. Por haber sido tratados casi siempre superficial o románticamente, apenas están desflorados. Dejo para otra día, la cuestión de la posibilidad y de la necesidad de organizar el pensamiento hispano-americano. Creo indispensable, ante todo, formular una interrogación elemental. ¿Existe ya un pensamiento característicamente hispano-americano? He aquí un punto que debe esclarecer este debate.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Freudismo y marxismo [Recorte de prensa]

Freudismo y marxismo

El reciente libro de Max Eastman, ''La Ciencia de la Revolución"; que acaba de ser traducido al español, coincide con el de Henri de Man en la tendencia a estudiar el marxismo con los datos de la nueva Psicología. Pero Eastman que, resentido con los bolcheviques, no está exento de móviles revisionistas, parte de puntos de vista distintos de los que del escritor belga y, bajo varios aspectos, aporta a la crítica del marxismo, una contribución mucho más original y sugestiva. Henri de Man es un hereje del reformismo o la socialdemocracia; Marx Eastman es un hereje de la revolución. Su criticismo de intelectual super-trotskista, lo divorció de los Soviets, a cuyos jefes, en especial Stalin, atacó violentamente en su libro Apres la morte de Lenin.

Max Eastman está lejos de creer que la psicología contemporánea en general y la psicología freudiana en particular, disminuyan la validez del marxismo como ciencia práctica de la revolución. Todo lo contrario: afirma que la refuerzan y señala interesantes afinidades entre el carácter de los descubrimientos de Freud, así como de las reacciones provocadas en la ciencia oficial por uno y otro. Marx demostró que las clases idealizaban o enmascaraban sus móviles y que, detrás de sus ideologías, esto es de sus principios políticos, filosóficos o religiosos, actuaban sus intereses y necesidades económicas. Esta aserción formulada con el rigor y el absolutismo que en su origen tiene siempre toda teoría revolucionaria, y que se acentúan por razones polémicas en el debate con sus contradictores, hería profundamente el idealismo de los intelectuales, reacios hasta hoy a admitir cualquier noción científica que implique una negación o una reducción de la autonomía y majestad del pensamiento, o, más exactamente, de los profesionales o funcionarios del pensamiento.

Freudismo y marxismo, aunque los discípulos de Freud y de Marx no sean todavía los más propensos a entenderlo y advertirlo, se emparentan no solo por lo que en sus teorías había de "humillación", como dice Freud, para las concepciones idealistas de la humanidad, sino por su método frente a los problemas que abordan. "Para curar los trastornos individuales —observa Max Eastman— el psico-análisis presta una atención particular a las deformaciones de la conciencia producidas por los móviles sexuales comprimidos. El marxista, que trata de curar los trastornos de la sociedad, presta una atención particular a las deformaciones engendradas por el hambre y el egoísmo". "El vocablo "ideología" de Marx es simplemente un nombre que sirve para designar las deformaciones del pensamiento social y político producidas por los móviles comprimidos. Este vocablo traduce la idea de los freudianos, cuando hablan de racionalización, de substitución, de traspaso, de desplazamiento, de sublimación. La interpretación económica de la historia no es más que un psicoanálisis generalizado del espíritu social y político. De ellos tenemos una prueba en la resistencia espasmódica e irrazonada que opone el paciente. La diagnosis marxista es considerada como un ultraje, mas bien que como una constatación científica. En vez de ser acogida con espíritu crítico verdaderamente comprensivo, tropieza con racionalizaciones y "reacciones de defensa" del carácter más violento e infantil".

Freud, examinando las resistencias al Psicoanálisis, ha descrito ya estas reacciones, que ni en los médicos ni en los filósofos han obedecido a razones propiamente científicas ni filosóficas. El Psicoanálisis era objetado, ante todo, porque contrariaba y soliviantaba una espesa capa de sentimientos y supersticiones. Sus afirmaciones sobre subconciencia, y en especial sobre la libido inflingían a los hombres una humillación tan grave como la experimentada con la teoría de Darwin y con el descubrimientos de Copérnico. A la humillación biológica y a la humillación cosmológica, Freud podría agregado un tercer precedente: el de la humillación ideológica, causada por el materialismo económico, en pleno auge de la filosofía idealista.

La acusación de pan-sexualismo que encuentra la teoría de Freud tiene un exacto equivalente en la acusación pan-economicismo que halla todavía la doctrina de Marx. Aparte de que el concepto de economía es en Marx tan amplio y profundo como en Freud el de libido, el principio dialéctico en que se basa toda la concepción marxista excluía la reducción del proceso histórico a una pura mecánica económica. Y los marxistas pueden refutar y destruir la acusación de paneconomicismo, con la misma lógica con que Freud defendiendo el Psicoanálisis dice que "se le reprochó su pansexualismo, aunque el estudio psico-analítico de los instintos hubiese sido siempre rigurosamente dualista y no hubiese jamás dejado de reconocer, al lado de los apetitos sexuales, otros móviles bastante potentes para producir el rechazo del instinto sexual". En los ataques al Psicoanálisis no ha influído más que en las resistencias al marxismo, el sentimiento anti-semita. Y muchas de las ironías y reservas con que en Francia se acoge al Psicoanálisis por proceder de un germano, cuya nebulosidad se aviene poco con la claridad y la mesura latinas y francesas, se parecen sorprendentemente a las que ha encontrado siempre el marxismo, y no solo entre los antisocialistas, de ese país, donde subconsciente nacionalismo ha inclinado habitualmente a las gentes a ver en el pensamiento de Marx el de un boche oscuro y metafísico. Los italianos no le han ahorrado, por su parte, los mismos epítetos ni han sido menos extremistas y celosos en oponer, según los casos, el idealismo o el positivismo latino al materialismo o la abstracción germanas de Marx.

A los móviles de clase y de educación intelectual que rigen la resistencia al método marxista, no consiguen sustraerse, entre los hombres de ciencia, como lo observa Max Eastman, los propios discípulos de Freud, proclives a considerar la actitud revolucionaria como una simple neurosis. El instinto de clase determina este juicio de fondo reaccionario.

El valor científico, lógico, del libro de Max Eastman, —y esta es la curiosa conclusión a la que se arriba al final de la lectura recordando los antecedentes de su "Apres la Mort de Lenin" y de su ruidosa ex-comunión por los comunistas rusos, —resulta muy relativo, a poco que se investigue en los sentimientos que inevitablemente lo inspiran. El psicoanálisis, desde este punto, puede ser perjudicial a Max Eastman como elemento de crítica marxista. Al autor de "La Ciencia de la Revolución" le sería imposible probar que en sus razonamientos neo-revisionistas, en su posición herética y, sobre todo, en sus conceptos sobre el bolchevismo, no influyen sus resentimientos personales. El sentimiento se impone con demasiada frecuencia al razonamiento de este escritor que tan apasionadamente pretende situarse en un terreno objetivo y científico.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Notas de la Primera Conferencia

Transcripción:

  • Objeto de la primera conferencia: exponer el programa y algunas consideraciones sobre la necesidad del estudio de la crisis.
  • falta prensa decente; faltan grupos con instrumentos propios de cultura popular.
  • única cátedra de educación popular con espíritu renovador: la universidad popular
  • en la crisis el proletariado no es un espectador; es un actor.
  • el proletariado necesita, como nunca, saber lo que pasa en el mundo.
  • el Perú está dentro de la órbita de la civilización europea.
  • europea es nuestra cultura y europeas son nuestras instituciones.
  • la civilización ha internacionalizado la vida de los pueblos.
  • un periodo de reacción en Europa será de reacción en América.
  • cuando la vida de la humanidad no era tan solidaria la revolución francesa repercutió enseguida.
  • las nuevas doctrinas llegan con la misma prontitud que los nuevos elementos materiales.
  • mayor obligación de la vanguardia del proletariado de estudiar la crisis.
  • a ella está dedicado el curso. Programa.
  • la cultura revolucionaria anterior a la guerra está en revisión.
  • división de las fuerzas proletarias europeas; dos concepciones diferentes del momento histórico, dos interpretaciones distintas de la crisis.
  • antes: sindicalistas y socialistas
  • ahora: social-democráticos y comunistas.
  • sindicalistas que han seguido al comunismo: Jorge Sorel.
  • antes de la guerra, fuerza de las tesis colaboracionistas: producción superabundante, capitalismo en apogeo.
  • hoy, riqueza social destruida, un millón trescientos mil millones de pasivo. Servicio de esta deuda: noventa mil millones. Palabras de Cailleaux.
  • La colaboración sería distinta. El capitalismo no puede hacer concesiones al socialismo. Esperanza: el proletariado colonial. Pero las colonias se agitan.
  • La reacción no soluciona los problemas y desprestigia las instituciones democráticas.
  • además satura de chauvinismo la política internacional, tendencias imperialistas, lucha por la hegemonía. Ejemplo: el Ruhr.
  • crisis ideológica
  • Palabras de Ferrero
  • Palabras de Keynes.
  • El socialismo regimen de distribución, más que de producción.
  • La ruina económica de la burguesía ruina de la civilización burguesa.
  • el socialismo no puede todavía. Palabras del reportaje de "La Crónica".
  • Presenciamos la disgregación de la sociedad vieja; la gestación, la formación, la elaboración lenta e inquieta de la sociedad nueva.
  • todos los hombres a quienes las ideas nos vinculan con esta debemos fijar hondamente la mirada en este periodo trascendental, agitado e intenso de la historia humana.

José Carlos Mariátegui La Chira

Notas de la conferencia La revolución rusa

[Transcripción Completa]

El programa del curso señala a la conferenciar el siguiente sumario: -La Revolución Rusa, -Kerensky. Lenin.- La Paz de Brest Litowsky.- Rusia y la Entente después de la Revolución.- Proceso inicial de creación y consolidación de las instituciones rusas”.

Antes una advertencia.- Voy a decir cosas elementales. Mejor dicho elementales pata otro publico que las encontraría demasiado vulgarizadas, repetidas. Porque esos públicos han sido abundantemente informados. La Revolución Rusa ha interesado en Europa la curiosidad unánime de las gentes. Tema de estudio general. Innumerables libros.- Ha ocupado puesto de primer rango en diarios y revistas. Su estudio ha sido abordado por todos los hombres investigadores. Los principales órganos han enviado corresponsales. Por razones de concurrencia en disputarse clientela han estado obligados cierta seriedad. Corresponsales Prensa Asociada, Corriere della Sera, Messaggero, Berliner Tageblatt, prensa londinense. Arthur Ramsome, autor de Seis Semanas en la Rusia de los Soviets. Además muchos grandes escritores. H.G. Tells .- Urgidas por la demanda las casas editoriales han editado recopilaciones leyes rusas, ensayos sobre aspectos de la organización rusa. Eran negocio editorial. La Revolución Rusa estaba de moda. Era de buen tono hablar de ella.- En lo que toca al proletariado, la curiosidad ha sido mayor.- Por esta razones otros públicos tienen conocimiento muy vasto de la revolución y para ellos mi conferencia sería demasiado elemental, rudimentaria. Pero debo tener en consideración la posición de nuestro publico, mal informado. Responsabilidad que no es suya si no de nuestros intelectuales y hombres de estudio.- Hablaré en periodista. Narraré escuetamente.

En la conferencia pasada llegamos a los preliminares de la revolución.- Examinemos ahora los meses de Kerensky. Kerensky presidía un gobierno de coalición. Representaba grupos medios opinión rusa. Faltaban de esta coalición extrema derecha y extrema izquierda. Ausencia de extrema derecha era natural: partido de la familia real. En cambio, presencia elementos burgueses convertía gobierno aleación heterogénea, anodina, incolora. No se concibe gobierno de conciliación dentro de una situación revolucionaria. Sino gobierno de facción, de partido. El gobierno adolecía, pues, de un grave defecto orgánico, vicio sustancial. No encarnaba los ideales del proletariado ni la burguesía. Vivía de concesiones alternativas. Un día a derecha, otro a izquierda. Todo esto cabe dentro de situación evolucionista. Pero no dentro situación de guerra civil. Los bolcheviques atacaron coalición con la burguesía. Y reclamaron gobierno obrero.

Cuatro grupos proletarios: mencheviques o minimalistas -Martoff, Checoff- alguna tradición marxista, pero orientación reformista. Socialistas revolucionarios -Kerensky, Zeretelli, divididos en dos grupos. Bolcheviques. Y anarquistas. Las tres primeras, socialistas.

Cuál era la posición de estos grupos?.- Mencheviques y socialistas revolucionarios dominaban en el campo. Sus núcleos centrales, clase media, profesiones liberales. Ala izquierda, elementos clasistas, atraídos por táctica bolchevique.. Ambos partidos no eran verdaderos partidos, revolucionarios. No representaban sector más dinámico: proletariado industrial. Maximalistas, débiles en el campo, fuertes en la ciudad. A base de elementos proletarios. Estado mayor prevalecían intelectuales pero masa obrera. Contacto vivo con trabajadores fábricas. Partido del proletariado Industrial de Moscou, Petrograd. Anarquistas influyentes también proletariado industrial, pero focos centrales intelectuales. Rusia, tradicionalmente, país de la intelectualidad nihilista. Sus núcleos, predominaban estudiantes, intelectuales.- Por supuesto combatían también a Kerensky.

Este era el panorama. Conforme a esta síntesis mayoría socialistas revolucionarios. Masas campesinas y clase media a su lado. Mayoría en una nación agrícola, poco industrializada. Pero bolcheviques contaban elementos más combativos, organizados.

Por otra parte, socialistas revolucionarios no podían conservar su fuerza si no satisfacían dos arraigados ideales, dos urgentes exigencias paz, reparto de tierra. Kerensky carecía de libertad para una y otra cosa. Entente, de la cual era ahijado y protegido, no le consentía paz separada. Alianza con cadetes, compromisos con burguesía, miramientos, no le consentían audaz reforma revolucionaria reparto tierras. Esta política impacientaba a las masas.

También impaciencia del ejército. La guerra era impopular. El Ejercito no sentía el mito de la guerra contra la Autocracia. Cansado de la guerra. Reclamaba sordamente la paz.

Los bolcheviques orientaron su propaganda en un sentido sagazmente popular. Demandaron paz, reparto tierras. Grito de combate: ¡Todo el poder politico a los soviets! - Los soviets existieron desde la caída del zarismo. Soviet, consejo. El proletariado, victorioso, procedió a la organización de consejos. Soviets locales, provinciales, congreso pan ruso. -Kerensky, educado escuela democracia, respetuoso del parlamentarismo, había querido coalición. Situación dual. El grito bolchevique quería decir todo el poder al proletariado organizado. Los bolcheviques estaban en minoría en los soviets. Pero su programa les fue captando afiliados. Pronto, mayoría en capital y otros centros.- Kerenski, tenia miedo de la revolución, extremas consecuencias, meta final. - Bajo la presión de los acontecimientos, aventura fatal: ofensiva 18 de junio. Un diversivo transitorio de la opinión publica. Los bolcheviques impugnaron ofensiva. Entrañaba doble amenaza. Trotzky define así la posición bolchevique ante la ofensiva.

Ofensiva, fatales consecuencias. Rudo golpe. Descontento, anhelo paz acentuáronse, extendiéronse. Violenta campana de agitación. Represión violenta. Tentativa Korniloff. Sirvió para aumentar la vigilancia revolucionaria y robustecer a los bolcheviques. Redoblaron grito. Kerensky recurrió a una maniobra artificiosa: conferencia democrática asamblea mixta de los soviets y otros organismos autónomos. De la conferencia salió un soviet democrático. Este soviet, completado, parlamentó preliminar. Debía preceder a la Constituyente. Los bolcheviques lo abandonaron.

La situación cada vez más agitada. La atmósfera cada vez más inflamable. Veamos como se encendió la chispa final. El comité militar revolucionario. Kerensky conspiraba contra su existencia. Medidas militares destinadas asegurarle el control militar de Petrogrado. Alejamiento tropas minadas, llamada tropas nuevas. Esto desencadenó la revolución 22 Octubre Estado Mayor conminó cuerpo enviar dos delegados acordar alejamiento tropas revoltosas. Los cuerpos respondieron: no obedecerían sino al Soviet. Era la declaración explícita. Algunas tropas, sin embargo, vacilantes. Llamada tropas frente, detuviéronse. Y llegó jornada final. 25 octubre tropas rodearon palacio Invierno y Trosky anunció al soviet que el gobierno de Kerensky cesaba de existir.

El 26 de Octubre, congreso de los sóviets. Lenin y Zinovief. Dos proposiciones aprobadas: la paz y el reparto. El soviet de comisarios.

Días de viva inquietud. Sabotage empleados. Sublevación alumnos escuela militar. Kerensky y Crasnoff amenazaron Petrogrado. Zarskoye Zelo. Mensajeros a provincias. Boicot telégrafo. Tropas del frente fieles. La Constituyente.

Periodo de negociaciones entre la Entente y Rusia. Brest Litowzky. Los aliados creían que los bolcheviques no durarían Jacques Sadoul.

Esta es la historia de la revolución. Haré al final del curso la historia de la república de los soviets, explicación legislación. Conforme, al programa, que agrupa los acontecimientos con aparente arbitrariedad, en la próxima Conferencia hablaré de la Revolución Alemana.
Y llegaremos así a otro episodio sustancial, a otro capitulo principal.

José Carlos Mariátegui La Chira

Notas de la octava conferencia

[Transcripción completa]

  • Los grandes grupos políticos alemanes son: pangermanistas, populistas, católicos, demócratas, socialistas, comunistas. Organización Cónsul, Organización Escherish, fascismo bávaro de Hitler y Ludendorf.

  • Antecedentes de la situación actual: La caida del gabinete Wirth. La constitución del gabinete Cuno. -Retorno al gobierno de los populistas de Hugo Stinnes. Posición de los socialistas frente a este gobierno. Efectos de la ocupación del Ruhr en la política alemana. La crisis alemana actual no es sino la exasperación de la crisis política originada por el fracaso de la colaboración de la social-democracia con la burguesía. -La renuncia de Cuno. El gabinete Stressemann. Hilferding, ministro de finanzas.

  • El separatismo renano. Las fracciones separatistas de Smeets y Doreen. Su agitación y su próxima fusión. El auspicio francés.

  • Las consecuencias de la ocupación del Ruhr en la economía alemana. La catástrofe del marco. Imposibilidad de que Alemania, mutilada, fraccionada, se reorganice. Una nación constituye un organismo vivo. No es posible lesionarlo ni herirlo ni trastornar, sin desordenar su funcionamiento. La ocupación del Ruhr condena a Alemania a la ruina, a la miseria. Pero una Alemania arruinada significa un agravamiento de la crisis económica europea. No pueden coexistir naciones moribundas, naciones hambrientas y naciones vitales, naciones pletóricas. El organismo económico del mundo se ha hecho demasiado solidario para que esto ocurra. Una nación primitiva, insignificante, poco evolucionada económicamente puede caer en la miseria sin afectar sensiblemente a las demás naciones del continente. Pero una nación de un dinamismo internacional tan complejo y tan vasto no puede ser abatida y destruida sin daño mortal para sus vecinos. Los problemas de la paz han descubierto esta solidaridad de vencedores y vencidos que impide a los primeros aplastar a los segundos.

  • Las causas verdaderas de la ocupación del Ruhr. Los chauvinistas, los nacionalistas, quieren el aniquilamiento de Alemania. Tienen la pesadilla de la reconstrucción alemana, de la revancha alemana. Los metalúrgicos aspiran a la posesión del carbón alemán. La prensa de los metalúrgicos explota el patriotismo de las clases pequeno-burguesas. El bloc nacional, el bloc de izquierdas y los comunistas.

  • El programa de Stinnes: la supresión de la jornada de ocho horas, la reducción del personal del Estado, la entrega de los ferrocarriles a empresas privadas. En una palabra, la abolición, la derogación de todas las conquistas del programa mínimo socialista. Una coalición burguesa carece de fuerza para actuar este plan.

  • La disensión en la social-democracia. La tendencia de derecha y la tendencia de izquierda. El temor a la concurrencia comunista.

  • La política de los comunistas alemanes. Los consejos de fabrica. El frente único proletario. El gobierno obrero. La estatización del 51 por ciento de las empresas, bajo el control de los trabajadores. Los social-democráticos y sus aprensiones y miedos.

  • El fenómeno nacionalista. El pauperismo de las clases medias y pequeño-burguesas. -La miseria de los intelectuales. -Radek propone que se combata al fascismo no solo con armas bélicas sino también con armas políticas. -La clase media, dominada por el recuerdo de su pasado bienestar, tiende al restablecimiento del antiguo régimen. Le falta una mentalidad de clase, una consciencia de clase. Un gobierno de la clase media no puede desenvolver sino una política capitalista. La clase media necesita incorporarse en la clase capitalista o en la clase asalariada. No cabe para ella una posición media ni independiente.

  • ¿Cuáles son las perspectivas de la hora presente?. -No es probable una rectificación inmediata de la política francesa. La ocupación del Ruhr seguirá, pues, desorganizando, empobreciendo y arruinando a Alemania. Se habla de la posibilidad de que los industriales alemanes y los industriales franceses se coordinen y se arreglen. Esta alianza del capitalismo francés con el capitalismo alemán no se haría sino a expensas de la clase trabajadora. Ya ha habido preludios de una inteligencia de esta naturaleza: el convenio Loucheur-Lubersac. Esta inteligencia inquietaría a Inglaterra. La industria alemana y la industria francesa constituirían un formidable bloc continental. Igualmente se habla de la posibilidad de que Inglaterra proponga la constitución de un conglomerado anglo-franco-alemán. Mussolini finalmente suena con un bloc continental: Alemania, Francia e Italia. -Pero todos estos proyectos tropiezan con la dificultad de los egoísmos nacionalistas. Cada potencia suspira por una alianza dentro de la cual le toque la parte del león. La atmósfera dejada por la guerra es una atmósfera emponzoñada y asfixiante. Está envenenada por odios rencores y pasiones egoístas. El razonamiento de que el sentido común, el interés común, predominará en la mentalidad de los diversos grupos capitalistas de Europa, es un razonamiento que desconoce la influencia oscura y misteriosa, pero decisiva que tienen en la marcha de la historia los factores psicológicos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Notas de la conferencia La agitación revolucionaria y socialista del mundo oriental

[Transcripción completa]

He explicado ya la conexión que existe entre la crisis europea y la insurrección del Oriente. El capitalismo europeo trata de sofocar la revolución social en Europa con la distribución entre los trabajadores europeos de una parte de las utilidades obtenidas en la explotación de los pueblos orientales.

Pero este plan es demasiado simplista para ser realizable. Europa ha predicado el derecho de los pueblos a la libertad y a la independencia. Y esta doctrina, de cuya propaganda los aliados han hecho desmedido abuso en la guerra, ha echado raíces en el Oriente.

Además, antes de la guerra, las poblaciones orientales tenían un respeto supersticioso por la civilización occidental. La guerra y sus consecuencias han debilitado, han casi destruido, este respeto. Europa, más que su autoridad material, ha perdido su autoridad moral. Tiene todavía armas materiales suficientes para imponerse; pero sus armas morales son cada día morales.

Finalmente, la consciencia moral de los países occidentales han avanzado también mucho. Antes los trabajadores ingleses, franceses, etc, eran más o menos indiferentes a la suerte de los trabajadores orientales. El socialismo era una doctrina internacional; pero su internacionalismo concluía prácticamente en los límites de la civilización occidental. Y los trabajadores occidentales, en buen cuenta, consideraban tácitamente natural la esclavitud de los orientales. Entonces la civilización occidental vivía demasiado orgullosa de sí misma. Era natural, que dentro de esta atmósfera, el proletariado occidental hubiera hecho del socialismo un movimiento exclusivamente europeo y del internacionalismo una doctrina prácticamente europea también.

Esto era natural también porque la doctrina socialista era un creación, un producto de la civilización occidental. He dicho, al disertar sobre la crisis de la democracia, que la doctrina socialista es hija de la sociedad capitalista y burguesa. La doctrina socialista es el fruto de los problemas de los pueblos de Occidente, es un método de resolverlos. Una solución no puede ser planteada donde el problema no existe. No existía en el mundo una solidaridad de muchedumbres explotadas sino una solidaridad de muchedumbres socialistas.

Ahora esto se ha modificado. Los leaders socialistas perciben la maniobra del capitalismo que busca en las colonias los recursos y los medios de evitar o retardar la revolución en Europa. La III Internacional inspira su táctica en esta nueva orientación. Muchos socialistas han polemizado por esta cuestión colonial. Han objetado a la III y la cooperación que presta a la emancipación política de las colonias.

En Halle, Zinovief decía: "La II internacional estaba limitada a los hombres de color blanco; la 3a no divide a los hombres según su color. Si vosotros quereis una revolución mundial, si quereis liberar al proletariado de las cadenas del capitalismo, no debeis pensar solamente en Europa. Debeis dirigir vuestras miradas también al Asia. Hilderfing dirá despreciativamente: ¡Estos asiáticos, estos tártaros, estos chinos!. Compañeros, yo os digo: una revolución mundial no es posible si no ponemos los pies también en el Asia. Allá habita una cantidad de hombres cuatro veces mayor que en Europa y estos hombres son oprimidos y ultrajados como nosotros. ¿Vamos a aproximarlos, a acercarlos al socialismo o no debemos hacerlos? Si Marx ha dicho que en una revolución europea sin Inglaterra se parecería solamente a una tempestad en un vaso de agua, nosotros os decimos, oh compañeros de Alemania, que una revolución proletaria sin el Asia no es una revolución mundial. Y esto tiene para nosotros mucha importancia. También yo soy europeo como vosotros; pero siento que Europa es una pequeña parte del mundo. En el Congreso de Moscú hemos comprendido qué cosa nos faltó hasta ahora en el movimiento proletario. Allá hemos sentido que cosa es necesaria para que arribe la revolución mundial. Y esta cosa es: el despertar de las masas oprimidas del Asia. Yo os confieso: cuando en Baku vi centenares de personas y de turcos entonar con nosotros la Internacional sentí lágrimas en los ojos. Y entonces oí el soplo de la revolución mundial"

La III Internacional no ha querido ser exclusivamente europea y americana. Al congreso de fundación asistieron el partido obrero chino y la unión obrera coreana. A los siguientes han asistido persas, turkestanos y otros pueblo de Oriente, al cual concurrieron delegados de veinticuatro pueblos.

Bajo estas presiones, los mismo reformistas, han concluido por interesarse mucho más de la cuestión oriental. Esta actitud nueva cohíbe a las grandes capitalistas a emplear contra el Oriente la fuerza de las expediciones guerreras. Así vimos el año pasado que Inglaterra, desafiada por Mustafá Kemal, no pudo responder a ese reto con operaciones de guerra. Igualmente hace tres años vimos al proletariado italiano oponerse a la ocupación de Albania. Estos hechos revelan una situación nueva en el mundo.

Esta situación nueva puede resumirse en tres observaciones: 1a: Europa ha perdido considerablemente su autoridad material para sojuzgar a los pueblos coloniales. 2a. Europa ha perdido, sobre todo, su antigua autoridad moral sobre esos pueblos. 3a. La consciencia moral de los pueblos europeos no permite ya al régimen capitalista una política brutalmente conquistadora y guerra en Oriente.

Existen por ende las condiciones históricas, los elementos políticos necesarios para que el Oriente se libere.

El fenómeno sustantivo de la agitación en Oriente es la resurrección de Turquía. La resistencia de Turquía es una expresión de la fuerza de los factores morales y psicológicos en la guerra. Turquía salió de la guerra deshecha. Se anunció sus expulsión de Europa. Wilson la declaró extraña a la civilización europea. Inglaterra suscribió este concepto. Se impuso a Turquía una paz dura en Sevres. Mustafá Kemal dio una nueva alma a Turquía. Derrotó a Turquía. Retó a Inglaterra. Y Europa se vio obligada a negociar la paz en condiciones consideradas para Turquía.

La India, vasto país, se agita también. La represión inglesa. Gandhi y su predicación de la resistencia pasiva. La nueva tendencia gandhina revolucionaria. El movimiento socialista y sindical en la India.

El Egipto reclama su independencia. Inglaterra la condiciona y la regatea tenazmente. Pero el Egipto sigue agitado.

La misma agitación reina en Persia.

Se desarrolla en Corea, en la China, en el Japón, el movimiento clasista.

Todo el mundo oriental está de pie. Soplan vientos de fronda para la dominación europea. A nosotros nos toca interesarnos por esos acontecimientos por la analogía de nuestra situación con la de algunas naciones coloniales. Económicamente somos coloniales. Algunas características étnicas nos aproximan al Oriente. A nuestra razón, como a la Turca, le falta acaso capacidad imaginativa y teorética. Es dulce, es resignada, es sufrida. Somos más asiáticos que europeos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Notas de la decimocuarta conferencia

[Transcripción completa]

El esquema de la constitución rusa es el siguiente: Principio: quien no trabaja no come. Fin: supresión de la explotación del hombre por el hombre. Medio: durante la lucha decisiva del proletariado contra sus explotadores el poder debe pertenecer exclusivamente a las masas trabajadoras.

La célula del régimen sovietal es el soviet o consejo urbano y rural. Estos soviets urbanos y rurales se agrupan primero en congreso de volost, luego en congresos distritales, en seguida en los congresos provinciales, después en los congresos regionales y finalmente en el congreso pan-ruso de los soviets, formado por delegados de los soviets urbanos (uno por cada 25,000 habitantes) y por delegados de los congresos provinciales (uno por cada 125,000 habitantes). El congreso pan-ruso se reúne dos veces al año. Designa un comité central ejecutivo que es la suprema autoridad en los intervalos entre congreso y congreso. El Comité Central Ejecutivo nombra de su seno a los comisarios del pueblo que constituyen un colegio o soviet a su vez. Los comisarios del pueblo son dieciocho.

El período de cada delegado es de tres meses. Pero todos los delegados son revocables en cualquier momento. Son electores todos los trabajadores sin distinción de sexos, nacionalidades, religiones, etc.

No existe el dualismo democrático en el régimen sovietal. Los soviets son al mismo tiempo órganos ejecutivos y legislativos. El consejo de comisarios del pueblo no es sino un comité directivo, un estado mayor de la asamblea de los soviets. El parlamento suele no corresponder, por envejecimiento, a las corrientes del instante. El soviet está en constante renovación, en constante cambio. Todas las
ondulaciones de la opinión se reflejan en el soviet. El soviet es el órgano típico del régimen proletario así como el parlamento es el órgano típico del régimen democrático. Es un régimen de representación profesional y de representación de clase.

La dictadura del proletariado, por ende, no es una dictadura de partido sino una dictadura de clase, una dictadura de la clase trabajadora. Cuando se inauguró el régimen sovietista los bolcheviques no predominaban sino en los soviets urbanos, en los centros industriales. En los soviets de campesinos predominaba el partido social revolucionario que correspondía más exactamente a la mentalidad poco evolucionada y pequeño-burguesa de los campesinos. Pero los bolcheviques se atrajeron la colaboración de estas masas campesinas mediante la realización de su programa: celebración de la paz y reparto de las tierras.

La economía, la política del régimen de los soviets constituyen una transacción entre los intereses de los obreros urbanos y los intereses de los trabajadores del campo. Estos últimos no están aún educados, preparados, capacitados para el comunismo. Su actitud ha hecho necesaria por ejemplo la distribución de las tierras en vez de su gestión colectiva. Gorky mira la amenaza del porvenir en el campesino, en su egoísmo, en su ojeriza al obrero de la ciudad. La necesidad de excitar la producción hizo necesaria, por ejemplo, la libertad del pequeño comercio. En un principio, bajo el régimen de las requisiciones, los campesinos redujeron la producción. Ahora, la aumentan porque el comercio libre constituye un atractivo para ellos. Lo mismo ocurre con los obreros
industriales. Les es permitido trabajar extraordinariamente para producir manufacturas destinadas al comercio libre. De esta suerte, el régimen consigue un aumento de la producción, y, en tanto que queda ésta normalizada sobre bases netamente comunistas, se confía a la iniciativa y al comercio particulares de obreros y campesinos la satisfacción de las necesidades que el Estado no puede todavía atender.

La política internacional de los soviets es eminentemente pacifista. La Federación de las Repúblicas Sovietistas está constituida sobre la base del derecho de sus componentes a salir de ella. Constituye una asociación voluntaria de naciones. Rusia ha renunciado a toda reivindicación territorial en Polonia. Ha reconocido la independencia de Finlandia y de las provincias bálticas. El ejército rojo tiene por objeto sustancial la defensa de la Revolución. Es un instrumento al servicio de la revolución mundial. El ejército rojo es ahora de 600,000 hombres.

Ha salvado al régimen de los asaltos contrarrevolucionarios de Kolchak, Deninkin, Judenicht, Wrangel. Y ha impuesto a las potencias europeas el abandono de la política de intervención armada en Rusia. Rusia tiene acreditada embajada en Berlín, en Varsovia, en Angora. Tiene representantes oficiosos o comerciales en Inglaterra, Italia y otros países importantes. Ha concurrido a la Conferencia de Génova y luego a las de La Haya y Lausanne. Rusia ha concurrido, invitada oficialmente a la Feria de Lyon. Una comisión de banqueros franceses acaba de visitar Rusia.

El bloqueo, otra arma de la Entente, ha dañado extraordinariamente la producción rusa. Y ha causado la muerte de gran número de campesinos en la región del Volga.

La educación y la instrucción, son objeto de especial cuidado. El obrero tiene acceso a la instrucción superior. En 1917 existían 23 bibliotecas en Petrogrado y 30 en Moscú. En 1919, eran 49 en Petrogrado y 85 en Moscú. Los institutos de Moscú han aumentado de 369 a 1357. La asistencia escolar que era de tres millones y medio ha aumentado a cinco millones. Se ha fundado doce mil escuelas nuevas. El número total de bibliotecas que en 1919 era de 13,500 en 1920 era de más de 32,000. Se han creado 24 universidades obreras.

Gorky fue encargado de fundar la casa de los intelectuales, en gran parte hostiles a la Revolución. Las artes reciben estímulo. He asistido a una exposición de arte ruso en Berlín. Rusia estuvo representada abundantemente en la última exposición internacional de Venecia.

Se observa rigurosamente la jornada de ocho horas. Para los que se dedican a un trabajo nocturno la jornada es de siete horas. Cada trabajador tiene derecho a 42 horas de reposo continuo a la semana. Cada año tiene derecho a una vacación de un mes, transitoriamente reducida a quince días. El seguro social se extiende a toda la vida del trabajador: enfermedad, desocupación, accidente, vejez y maternidad. Funciona el control obrero de la producción. Existen casas de reposo para los trabajadores. La residencia veraniega del ex gran duque Sergio en Ilinskoe es el principal sanatorio para obreros fatigados.

Las alianzas profesionales.

La atención a la infancia. Casas de salud para niños. Los niños reciben instrucción, alimento y ropa. La protección a la infancia comienza desde la maternidad. La mujer grávida tiene derecho a la asistencia desde ocho semanas antes del parto.

La mujer y los soviets. Las mujeres tienen todos los derechos políticos y civiles. La primera ministro ha sido rusa: Alejandra Kollontai. En la delegación había varias mujeres. La propaganda entre las mujeres.

El problema religioso. Separación del Estado y de la Escuela de la Iglesia. La propaganda irreligiosa.

El matrimonio y su disolución. La demanda de una sola de las partes basta para el divorcio.

La N.E.P. El Consejo de Economía Pública. Milliutin. La electrificación de Rusia. Las concesiones al capital extranjero.

La polémica con los social-democráticos y con los anarquistas. La política de los soviets ha emergido de la realidad, ha sido dictada por los hechos. En ella ha influido, finalmente, la situación general europea.

Los tribunales populares y el tribunal revolucionario.

José Carlos Mariátegui La Chira

Recorte de revista de la conferencia Los intelectuales y la revolución

Los intelectuales y la revolución

Hace mucho tiempo que la sociedad burguesa está condenada por las obras más ilustres y puras de la Inteligencia y del Espíritu. Los pensadores y los artistas más esclarecidos de esta civilización capitalista han pronunciado contra ella agrias y tundentes requisitorias. Pero hoy que esta civilización capitalista crude, minada por el pensamiento revolucionario, muchos pensadores y muchos artistas ocupan una posición conservadora y reaccionaria. Leopoldo Lugones reniega sus bizarros días de socialista y, mancomunándose con la más grotesca fauna de la política argentina, se incorpora en el cortejo de Mussolini y del fascismo. Mauricio Maeterlink, poseído también de un miedo senil a la revolución social, hace una profesión de fe filofascista. Otros intelectuales, otros artistas, cerrando los ojos y el entendimiento al dilema fatal, se aferran a una fórmula transaccional y centrista: ni reacción ni revolución. Entre ellos recluta sus adherentes y sus fautores la ideología quáquera de la Sociedad de las Naciones y de Mr. Woodrow Wilson. Al lado de la revolución están las más altas y célebres inteligencias contemporáneas: Bernard Shaw, Anatole France, Romain Rolland, Knut Ham- sum, Máximo Gorki, Bertrand Russell, Henri Barbusse, Miguel de Unamuno, etc. Pero la mayoría de los intelectuales y artistas oficialmente gloriosos no se atreven a enrolarse en los rangos multitudinarios de la revolución. A veces, el intelectual, el artista, llegan al dintel ideológico de la revolución. Y ahí vacila, titubea y, finalmente, retrocede. La civilización burguesa resulta así defendida por una generación de intelectuales y de artistas que se ha divertido otras veces en vituperarla y satirizarla.

Henri Barbusse dice: «Los intelectuales, los escritores, han cometido bastantes faltas, han aceptado bastantes capitulaciones. Hay bastantes manchas sobre su obra multiforme. Hay bastantes pactos y lazos ventajosos entre la producción literaria y los honores y el dinero. Hay bastantes Institutos y Sociedades domesticadas por el poder y la reacción, bastantes cofradías que pesan sobre el pensamiento en el nombre del sangriento chiste del orden consagrado».

Estas líneas de Barbusse (Le Conteau entre les Dents, 1921) indican una de las raíces del conservadorismo político de muchos representantes del arte, de la literatura y de la ciencia actuales. Sucede, realmente, que la burguesía es aún demasiado fuerte y rica para contar con una numerosa clientela intelectual. Pero ocurre, además, que la psicología y la mentalidad del intelectual y del artista se encuentran habituadas a una posición conservadora y saturadas de prejuicios y sentimientos burgueses. Han sido plasmadas, modeladas, por las sugestiones de un ambiente ideológica y físicamente conservador. Carecen, por ende, de la agilidad y de la sensibilidad precisa para una actitud mental y espiritual radicalmente nuevas. Oswald Spengler escribe en el prólogo de su famoso libro «La Decadencia de Occidente» que para comprender su filosofía de la historia «hace falta una nueva generación que nazca con las disposiciones necesarias». La misma frase es aplicable a la Revolución. Para comprenderla, para sentirla, para amarla integralmente, hace falta también una generación que nazca con las disposiciones necesarias.

La inteligencia de los jóvenes está por eso, más cerca de la revolución que la inteligencia de los viejos. La juventud tiene mayor aptitud que la vejez para afiliarse a la revolución. Es espiritual y mentalmente más ágil, más sensible, más permeable. A la vejez se arriba casi siempre espiritual y físicamente arterioescloroso.

Este fenómeno tiene una de sus más nítidas e interesantes expresiones en la élite del socialismo y el proletariado. Casi todos los viejos hierofantes, casi todos los viejos profetas de la Revolución Social se muestran hoy mentalmente incapaces de organizarla y desencadenarla. Tienen miedo de lanzar al proletariado al asalto decisivo y final. Kautsky, Martov, Bernstein, Turati, Ferri, Iglesias, Adler, son los leaders y conductores de la Segunda Internacional, o sea del socialismo reformista, evolucionista, minimalista y homeopático. Los rangos de la Tercera Internacional, de la internacional comunista, están, en cambio, poblados de jóvenes.

Sincrónica, contemporáneamente, están en gestación el orden nuevo y la generación dotada de la capacidad y del espíritu necesarios para organizado, dirigirlo y defenderlo. La nueva generación nace exenta de las supersticiones, de los prejuicios y de los apocamientos que mantienen a las viejas generaciones, —con excepción de sus espíritus más superiores y clarovidentes— ligadas y uncidas al orden decadente, anquilosado, decrépito.

La hora es, pues, de la juventud. A la juventud le toca edificar la sociedad nueva. En el Perú aparecen los primeros trascendentes brotes de la generación renovadora. Esta generación se mostrará cada vez más limpia e inmune de prejuicios estúpidos y de gustos serviles. No sentirá ninguna nostalgia del pasado. No tendrá ningún apego enfermizo a la tradición. No suspirará por el virreinato, por sus balcones, sus celosías, ni sus escalas de seda. Y hundirá la mirada audaz y compasiva en la entraña cálida y sangrienta del presente.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Carlos Américo Amaya, 25/11/1925

La Plata, 25 de noviembre [de 1925]
Señor José Carlos Mariátegui:
Mi querido amigo:
Recibo su carta fecha 5 del cte. Estoy dispuesto a ayudarlo desde aquí en lo que pueda. A más de las Editoriales que Ud. menciona, puede dirigirse a Pedro García El Ateneo, calle Florida 371 Buenos Aires; Juan Roldán, Librería La Facultad, calle Florida 359 Buenos Aires; Jesús Menéndez, calle B. de Irigoyen 186 Buenos Aires. Ahora a La Plata puede enviar libros en consignación a las siguientes personas: Larregle y Cía., Librería Estrella, calle 51 entre 7 y 8; Martín García, Librería La Normal, calle 7 entre 55 y 56; Librería Garat, calle 7 entre 48 y 49. Estas son las más importantes de aquí. Yo me encargaré de hacerles que les rindan cuentas. Redacte un aviso de su editorial que se lo publicaremos, sin cargo, en Sagitario. Le enviaré algunas notas para Vanguardia; desde ya le advierto que mi prosa no es de combate; mis aficiones intelectuales se inclinan hacia la ciencia de Kant. Espero su ensayo sobre B. Russell. Tengo especialísimo interés de que me consiga pronto los trabajos de Valcárcel y Eugenio Garro sobre arte incásico; no deje de enviarme las fotografías de cerámica indígena.
En lo sucesivo irán 15 ejemplares de Sagitario a lo de Rego y 10 a la librería de su hermano. Ambas liquidaciones deberá reservarse Vd. Le diré al Director de Renovación que le envíe el periódico; así mismo le haré mandar Acción Universitaria.
No bien aparezca su libro envíemelo para ocuparnos de él. En la semana próxima va Sagitario. Aparecen dos notas suyas en este número. Ah, me olvidaba de una cosa. En Madrid, por cualquier asunto, puede dirigirse, en mi nombre, a Ángel Dotor, Secretario de la Editorial Mundo Latino, calle Fernando el Católico. 31,1º.
Cuando me envíe los trabajos de Valcárcel y Garro, mándeme las fotografías de ellos.
Termino esta carta desordenada.
Lo abraza muy cordialmente
Amaya

Amaya, Carlos Américo

Tarjeta Postal de Moranteu, 7/9/1921

7 de setiembre de 1921
Signore
José Carlos Mariátegui
Legazione del Perú
Rome - Italie
Mon cher ami:
Ayer llegué a ésta a las 9 1/2 p.m. y desde esa hora comencé a parler le français, haciéndome comprender muy bien.
Saludos a su gentil señora y Ud. reciba un fuerte apretón de mano.
Moranteu

Con tinta negra:
Via Guattani
Villa Bertini

Moranteu

Carta de Carlos Arbulú Miranda, 29/1/1927

[Chiclayo], a 29 de enero de 1927
Grande y buen compañero Mariátegui:
Están ya en mi poder los 120 ejemplares del número 5 de Amauta que de inmediato he puesto a la circulación. En correo pasado le he remitido en paquetes certificados 30 ejemplares sobrantes del número 2 y 30 del 3, debiendo enviarle los restantes del número 4. Recibí su última con mucho atraso, por la que me he enterado que ya ha recibido las dos remesas de dinero que le hice. Aún no me han entregado el valor adeudado los agentes, pero tan pronto lo reciba, le giraré inmediatamente. De su hermano no me ha venido ninguna carta relativa a la representación de Minerva. Cuento con un regular número de solicitantes de la Escena Contemporánea y con muchos para Kira Kiralina y espero sólo los envíos correspondientes. Creo que deben ser diez del primero y unos quince del segundo. La Librería Mendoza todavía no sale de El Nuevo Absoluto, pero conforme a su indicación le pediré el valor de la venta de su libro.
Le incluyo una copia de lo que hemos acordado para la fundación de una sección de “La Liga Antiimperialista de las Américas” que ya está en funciones y de la que soy Secretario General. Se ha publicado en El País y la he remitido a las revistas de vanguardia de México, Argentina, Cuba y Haití. Tengo la seguridad de contar con sus indicaciones y con su ayuda para el mejor éxito de nuestras campañas.
Augusto D. León le envía saludos sinceros y que le diga sino ha recibido una carta suya con un recorte de la protesta contra la conscripción militar suscrita por los más prominentes espíritus del mundo y con la adhesión de nosotros, así como también otros recortes de Haya de la Torre.
Armando Bazán estuvo en esta ciudad por pocas horas a su paso para Piura, pero me fue imposible verlo porque mientras él desembarcaba en Eten, yo lo esperaba en Pimentel, a bordo. Le estamos preparando el terreno para que las conferencias o recitales que nos va a ofrecer tengan éxito.
Nicanor de la Fuente tiene para usted sus recuerdos más cordiales. Le presenté a César Galarreta en una carta escrita con rapidez. Es un muchacho sincero y comprensivo de la serie de Orrego, Vallejo y Spelucín que en el terreno pedagógico está demostrando su competencia y su buena preparación.
Se piensa y se han dado ya los primeros pasos aquí para la organización de un pretenso Círculo de la Prensa. Como carecemos en verdad de periodistas y los que se llaman tales son servidores incondicionales de los políticos, me parece que es chocante el tal Círculo con la realidad actual y más aún con quienes lo van a integrar. Sin embargo, nosotros los dos o tres que estamos incluidos para esta organización haremos los esfuerzos convenientes para que se encuadre por donde debe encuadrarse ideológicamente. Me refiero a los dos o tres que comulgamos con las ideas de vanguardia.
Le remitiré un artículo sobre González Prada que no traduce nada nuevo, pero que lleva mi sinceridad y mi admiración.
Le abrazo cordialmente.
Carlos Arbulú Miranda

Arbulú Miranda, Carlos

Carta de José A. Foncueva A.,1/1928

La Habana, enero de 1927 [1928]
Al camarada José Carlos Mariátegui:
Un grupo de escritores, estudiantes y artistas revolucionarios comenzará a editar, desde el próximo día 20, una revista de arte, literatura y doctrina, cuya revista dirigiré yo.
El nombre de la nueva publicación será indoamérika y nosotros tenemos el propósito de hacer de ella una cosa buena, para ello nos es absolutamente indispensable la colaboración de la vanguardia peruana, —tal vez la primera del continente— y especialmente la de usted, como mentor ideológico de esa juventud hermana.
Enterado por Emilio Roig de los propósitos suyos de reanudar la publicación de Amauta, le brindo mi humilde auxilio tanto para conseguir colaboración, como para allegar recursos económicos. En Cuba queremos a Amauta como cosa nuestra, y es por ello que yo tengo especial empeño en ayudar a su publicación, de acuerdo con mis fuerzas.
le agradecería mucho el interés que usted se tomara por indoamérika, toda vez que su concurso será sumamente útil para lograr nuestra idea de que indoamérika sea tribuna del pensamiento izquierdista universal en esta pobre antilla, esquilmada por el caudillaje y el imperialismo.
Adjunto le envío 3 ejemplares de nuestra revista El Estudiante, cuya publicación se suspendió a raíz de un proceso del que supongo usted tendrá noticias, por un supuesto delito de conspiración para la rebelión. El Estudiante fue la primera revista que protestó en Cuba de las arbitrariedades del civilismo contra el grupo de Amauta. en las paginas 5, 12, 14 y 17, podrá usted ver nuestras protestas y votos de adhesión a la obra gigantesca de la nueva generación peruana, generación abnegada y heroica, hermana de la de aquí en la lucha por la reivindicación social y política del continente nuestro.
Finalizo, no sin antes repetirle nuestros deseos de que usted nos auxilie mandándonos colaboración de la vanguardia peruana y aprovechar la ocasión para saludar en usted a los hombres nuevos del Perú y atentamente
José A. Foncueva

Foncueva, José A.

Carta de Baldomero Sanín Cano, 19/8/1928

Bogotá, 19 de agosto de 1928
Señor Don
José Carlos Mariátegui
Lima.
Mi distinguido amigo:
Mil gracias por su apreciable de 10 de julio que me ha llegado con algún atraso. Debo agradecerle también el envío de los números de Amauta que en su carta me anuncia y que estoy recorriendo con una apasionada curiosidad. Admiro esa publicación que le está prestando a nuestra causa americana y a las letras españolas del continente un servicio digno de gratitud y de encomio.
Le agradezco infinito que haya reproducido mi artículo de Universidad sobre la maligna práctica de combatir las ideas poniéndoles nombres inadecuados y odiosos. Me obligan todavía más sus palabras gentilísimas de introducción. Me será muy grato enviarle la colaboración que desea y me siento honrado en figurar en Amauta con las firmas que su excelente gusto reúne en esa publicación.
Puse en mano de Arciniegas su tarjeta y espero que él tendrá el mayor gusto en corresponder al canje propuesto por Ud.
Amauta, El Repertorio, Sagitario, México, 1928, Universidad y algunas otras publicaciones de índole semejante confortan el espíritu de los americanos libres por el testimonio que ofrecen de que hay un espíritu uniforme de amor a la libertad y una comprensión aguda de los peligros que la amenazan en varias formas, unas más sutiles que otras, a todo lo largo del continente. Esas revistas señalan igualmente un interés apasionado por la belleza de las formas literarias y por el arte en general. Es un estado de espíritu que adecuadamente dirigido podría realizar en beneficio de todos el ideal de unidad que todos acariciamos y que es ya una necesidad histórica, antes de ser una verdadera imposición práctica. Entenderá Ud. que no me refiero a la unidad política, sino a la de las almas, de las formas y de las tendencias. Un bloque espiritual es a veces más consistente y más eficaz en sus influencias que un bloque político.
Me despido con un apretón de manos muy cordial y soy siempre su amigo y admirador.
B. Sanín Cano

Sanín Cano, Baldomero

Carta de José María Eguren, 31/8/1928

31 de agosto de 1928
Muy querido amigo José Carlos:
Agradecidísimos con los conceptos que nos dedica en Variedades a mi hermano Jorge y a mí. Usted siempre tan fino y tan buen amigo. Además del avance crítico que manifiesta en todos sus escritos de literatura y arte, tiene Ud. la gran memoria de no cambiar una frase o una palabra de una conversación de antaño. Siempre con igual justeza. Verdaderamente que prefiero el arte de Italia, la nación maestra, y Ud. contribuye a hacérmela amar con sus conversaciones y con sus libros. Leo 900 hasta la última línea y sigo encantado de Bontempelli de quien se diría que busca un misterio melodioso. Núñez me dio su encargo. Envíeme las pruebas si las tiene
Siento no estar bien todavía y no poder trasladarme a Lima por ahora. Para mayor facilidad hable con mi sobrina María que me comunicará cualquier indicación que Ud. crea conveniente. Llámela al 2750, Lima.
Le devuelvo 900, Valoraciones y el libro de Gómez de la Serna, y deseándole la mejor salud y ventura le envío un fuerte abrazo.
José

Eguren, José María

Carta de Waldo Frank, 21/4/1929

New York, hoy 21 abril [de 1929]
Mi querido hermano,
Mi visita a Suramérica está reglada. Estaré en Argentina, hasta el 15 de noviembre. Traversaré los Andes —tal vez por Chile, La Paz, Cuzco: y deberé encontrarme en Perú a los principios de diciembre. No necesito decirle cómo me alegra esta ocasión de conocerle personalmente y de poder conocer un poco su país.
Si se puede arreglar en Lima una conferencia o más, pagándome los gastos de mis exploraciones en Perú, seré contento.
Ya puedo figurarme las horas que charlaremos y discutiremos juntos, ¡Ud. y yo! ¡Como tenemos mucho que decidir! Principalmente, como tengo yo mucho a aprender de Ud!
suyo, enteramente.
Waldo Frank
¿ha recibido Ud. mi último libro?

Frank, Waldo

Carta de Eudocio Ravines, 24/6/1929

24 de junio de 1929
Mi querido José Carlos:
He recibido sus cartas, los documentos que me incluye, así como la que me escribe —muy lacónica— nuestro M. de la T. —Constato que estamos unánimes en mantener idénticos puntos de vista, en lo que se refiere a las líneas fundamentales; la carta de nuestro amigo el gringo gordo que me llega también, me confirma en este pensamiento y me hace ver con más claridad la orientación que Uds. dan al movimiento, que es absolutamente la mía y la de los compañeros que me acompañan aquí. —No hay que pensar, por ahora, sino en la gran responsabilidad y en la severa etapa de trabajo que tenemos delante.—
Frente a una serie de datos que poseo sobre nuestras cuestiones en América, no puedo sino expresarle mi más hondo optimismo. Su permanencia en el país es indispensable, hoy más que nunca. Necesitamos orientadores, hombres que a su capacidad de conocimiento de los problemas y la teoría, unan una constancia infatigable. Lo más difícil era iniciar la nueva etapa: en el Perú está iniciada: el manifiesto del 1° de Mayo lo estimo como el primer síntoma, como el primer documento de su iniciación. Sus términos generales plantean la cuestión inmediata en un terreno pragmático. La algazara grandilocuente, inflada, de los manifiestos de otra hora, se acalla. Hay en ese documento eso que nos falta tanto, un sentimiento exacto de la medida de los hechos y los hombres; hay más parquedad, más seriedad y una fuerza maciza en la autocrítica, sin descender, al hacerla, al plano —tan caro para nosotros latino-americanos— del ataque, la pelea y la discordia.—Esto es un gran paso, el primero de un movimiento que se incorpora seria y conscientemente en la historia política del Perú.—
La tarea que Ud. tiene delante, es enorme; la que corresponde a todos y cada uno de los camaradas no es menor. Va a ser necesario un esfuerzo grandioso: Uds. tienen el deber de desplegarlo. Mi opinión es que la tarea inmediata es la de la preparación de los cuadros. Preparación ideológica, teórica y práctica de los hombres que van a dirigir más tarde los sindicatos por su nuevo camino, de los que van a dirigir la C. G. T. y de los que van a tener a su cargo la preparación y la formación de los núcleos de la acción política.— Muchas de las deficiencias, vacilaciones, bellaquerías de nuestra clase, son, en mi opinión, el resultado de la ignorancia de nuestros compañeros, de la falta de comprensión de la masa de sus verdaderas tareas, de las finalidades de nuestra lucha, de los acontecimientos que se desarrollan a través del mundo, en el terreno de clase. Entramos en un período científico de organización: este período no puede basarse sino sobre la educación de las masas y, por el momento, de los hombres que van a ser los preparadores y los orientadores de la masa.—Ud. comprende que no es posible dejar a los camaradas abandonados a sus propias fuerzas.
Aquí quiero, hablándole francamente, hacerle un ligero reproche, que se refiere al pasado: Ud., después de su arribo al Perú, tuvo la oportunidad de convertirse en orientador y director de una serie de muchachos desorientados, con una magnífica voluntad, pero con una más magnífica ignorancia de las cosas sociales: entre éstos estaba yo. No se imagina Ud., mi caro amigo, cuánto he sufrido para orientarme. Yo no podía tener una fe profunda sino a través de un conocimiento profundo. Sentía a cada instante que la fe sentimental, la fe juvenil, fe de ‘nueva generación’ se me iba sin remedio, se me escapaba por todos los poros. Su intervención en este momento de ansiedad hubiera sido de un valor enorme para mí y, estoy seguro, para otros. No sé por qué causas Ud. limitaba demasiado su acción y parecía como querer inhibirse frente a una influencia más o menos profunda sobre los agitados. Le expreso esta cosa, que es un recuerdo banal, para que Ud. tome verdaderamente en serio su papel de orientador y educador. Fundamentalmente Ud. no superestima la importancia de las pequeñas burguesías urbanas, en lo cual estamos concordes, pero su propaganda toca, sin que Ud. lo quiera deliberadamente, estoy seguro, con mayor intensidad las capas pequeño-burguesas que las masas proletarias. Me parece que los esfuerzos de todos deben ir fundamentalmente a realizar la educación del proletariado, dentro del terreno de clase, sin despreocuparse por esto de la tarea en la que Ud. está empeñado y cuyo realismo de concepción está confirmado por los hechos.—
Mi más grande aspiración es salir y reunirme con Uds. para ayudarlos en el trabajo y en la acción: pero, mi caro amigo, tengo que romper una muralla. Yo creo, con Ud., que mi ingreso al país es cosa factible dentro de las actuales circunstancias y confío en un éxito de las gestiones que se hicieran... pero viene l otro problema, que es el que me tiene inmóvil. Un desplazamiento de tercera clase, con mi mujer, me costaría más de cincuenta libras... y como Ud. comprenderá no tengo ni una. Mi pobreza llega a límites que sólo yo conozco; me muevo dentro de condiciones sumamente estrechas, tanto que el par de zapatos que llevo no se han desprendido de mis pies durante veintiún meses. Por otro lado, aquí en París, no tengo ya nada que hacer: he adquirido lo que necesitaba adquirir; si algún país me convendría, caso de tener dinero y ante la imposibilidad de entrar al Perú, sería EE.UU. por la inmensa documentación que ofrece para estudiar la realidad latino-americana y la realidad mundial. Por otro lado yo hago gestiones a fin de ir a la Urs. pero hasta hoy no he obtenido resultados.
He pensado en la probabilidad de un empréstito personal, el que pagaría por mensualidades una vez llegado allá. Pero es demasiado problemático: no creo que haya un filántropo capaz de arreglarse en esta cuestión de reparaciones, sin Plan Young y sin garantías hipotecarias. Más aún, en un momento en que mi posición ideológica me ha enajenado la voluntad de casi todos los amigos, que hasta aquél entonces se sintieron solidarios conmigo y que hubieran podido prestarme ayuda en este momento para realizar mi empresa.— En lo que a mi familia se refiere, no puedo contar sino con mi madre y hermanas y Ud. sabe que ellas sobrellevan una vida de duras privaciones. Nada es posible esperar por ese lado.—
Tal vez a Uds. les sería posible ayudarme en el sentido siguiente: una demanda de los obreros, o de Uds. —en fin esto es cuestión que les correspondería enfocar— a la Troisiéme, o a la ic. en el sentido de que se me facilite el desplazamiento. Al mismo tiempo, tan luego como esto se hubiere obtenido, las gestiones necesarias ante el gobierno para que se me consintiera el ingreso. Yo, por mi lado, haría gestiones parecidas. Le ruego me escriba sobre este particular, tan claramente como fuere posible. Yo estoy absolutamente decidido a abandonar París y a ir al Perú, dentro del menor plazo que fuere posible.—
Para remediar un tanto mi crisis personal, he hablado con Vallejo y Bazán sobre la posibilidad de enviar crónicas sobre política mundial, a Variedades o Mundial; ambos se muestran pesimistas y lo creen inútil. ¿Ud. no me podría aconsejar nada sobre el particular? ¿Cree que sería posible la aceptación de una colaboración más o menos permanente? Claro que ningún artículo significaría, de ninguna manera, la menor abdicación, la menor concesión de mi pensamiento de militante que combatirá sin cesar las posiciones y las tácticas de la Segunda.
Le solicito esto último en el caso de que lo primero no fuera posible de parte de Uds.—
Acabo de recibir una carta de uno de nuestros amigos que se halla en Montevideo. Le escribo ampliamente.— Asimismo escribo a Blanca Luz. Sé que C. A. Miró Q. llegará en breve a París. Manuel Seoane da la noticia, anunciando que tiene muchas cualidades “pero que es mariateguista”...
Por lo que se refiere a nuestros amigos apristas, todo vínculo está roto. Sus apreciaciones sobre H. que leo por primera vez en la copia que me adjunta Ud. son justas y quizás hasta benévolas. Conmigo, la táctica seguida— ha sido inversa: es él quien no ha contestado a mis cartas, la última de las cuales tiene fecha 22 de marzo ppdo.— En breve escribiremos una carta colectiva a todos los desterrados, historiando el desacuerdo, exhibiendo documentos y demostrando su verdadera raíz, de una manera objetiva. Pensamos hacer esto, porque la campaña epistolar que viene haciendo el jefe del Apra. —según las pruebas que tengo— es de mentira, de falsificación de los hechos y de un ataque primitivo, infantil y absurdo. Nos parece que es necesario presentar a los otros desterrados la faz que no conocen, para que así puedan juzgar libremente y tomar la posición que les sea conveniente. Le enviaré algunos ejemplares de dicha carta.—
Es probable que H. se encuentre ahora empeñado en ajetreos acerca de los laboristas: tal ha sido su plan desde hace mucho y es indudable que dadas sus relaciones con algunos círculos y con algunas gentes, no es difícil que pueda obtener el contacto que busca. En cuanto a los resultados de su labor en este sentido, no puedo augurar ni asegurar nada concreto. Este simple hecho le dirá a Ud. cuál es el camino por el que este señor se precipita, después de haber tocado todas las puertas, a fin de poder salir de su pedestal de ‘primer estudiante’, etc. para saltar al de héroe más o menos actualizado. La popularidad de Sandino no deja de entusiasmarlo, aunque él la busca menos efímera y con una derivación hacia aquélla de la que disfruta y usufructúa Irigoyen. —Por lo que a mi concepto sobre él, yo pienso que es un ‘soñador megalómano’, inteligente, audaz, ‘vivo’, conocedor de todas las triquiñuelas grandes y pequeñas del reclame, profundamente ignorante de todo lo que sea marxismo, ciencia social, etc. Su cultura, en esto es simple cultura de revista, de periódico. No hay nada serio, ni profundo. Sin embargo, no hay que subestimarlo por dos razones: la primera por la influencia —cuya magnitud desconozco— que ejerce entre los medios obreros y pequeño-burgueses revolucionarios del Perú y segundo, por sus cualidades latino-americanas de demagogo, más peligroso que Alessandri y que Irigoyen.— Tarde o temprano tendremos que librarle combate.— De lo que debe Ud. estar plenamente seguro —para su labor entre los sectores aún hayistas del Perú— es que no está, ni estará jamás con nosotros; estará en contra tanto como sus ambiciones y nuestra debilidad lo permitan. —Hay que considerarlo como enemigo.
Los camaradas aquí se han entusiasmado con sus noticias, y con las que nos han llegado por diversos conductos. Las crónicas de Montevideo y Buenos Aires contribuyen a acrecentar el fervor. La noticia de la constitución de la CGT nos ha dado un ánimo inmenso.
Hasta pronto; espero sus noticias. Por este correo van cartas para Julio, Jacinto y R.M.L.; ruégueles que me acusen recibo.—
Un fraternal abrazo de su amigo y camarada.
Eudocio Ravines

Ravines, Eudocio

Carta de Jaime L. Morenza, 26/6/1929

Montevideo, 26 de junio de 1929
Sr Dn.
José Carlos Mariátegui
Lima Perú
Mi distinguido compañero y amigo:
Recibí su carta que no contesté por falta de tranquilidad, pues desde hace varios meses tengo mi esposa enferma de bastante cuidado.
Llegaron a mi poder los libros a que Ud. se refería en su carta. Le agradezco particularmente el que Ud. ha tenido la deferencia de dedicarme. Lo que pienso de él lo he dicho en La Cruz del Sur. Como supongo que al recibir estas líneas ya estarán en su poder los ejemplares que siempre se le mandan, me creo excusado de hacer mayores consideraciones al respecto.
Le adjunto un giro de 38.05 dólares, equivalente a p. 40.00 oro uruguayo, con cuyo importe creo saldar el importe de las remesas de libros y de Amauta. Ruégole que en lo sucesivo me mande únicamente un ejemplar para mí. Le digo esto porque hasta ahora no he hecho más que regalar los números de la revista y los ejemplares de los libros, sin que con ello haya conseguido más que un suscritor, el Dr. Frugoni, a quien también pueden enviársela directamente.
No les aconsejo mandar la revista a libreros porque tropezarían con dificultades en el cobro.
De su libro se han ocupado aquí, además de Zum Felde, el periodista Orestes Baroffio, cuyo recorte le mandé hace tiempo y el Dr. Mora Guarnido, que me dio un largo artículo para el N° próximo de La Cruz. A éstos le he dado ya el libro.
Sin otro motivo, haciendo votos porque esté mejor de sus achaques lo saluda con la invariable simpatía intelectual y personal de siempre su amigo
J.L. Morenza

Nota: —A pedido de Mora Guarnido le envié a Femández Almagro a Madrid un ejemplar de sus Ensayos— Posiblemente se ocupará de él en el diario La Voz -—Vale.

Morenza, Jaime L.

Carta de Joaquín García Monge, 30/10/1929

San José, 30 de octubre de 1929
Sra.
Dña. Anna María Chiappe de Mariátegui
Washington izquierda 544 - 970
Lima.
Sr.
Dn. José Carlos Mariátegui.
Querido y grande amigo:
Ciertamente, casi no le he escrito a Ud., pero en el fondo, cuánto lo admiro y quiero. De ello le he dado pruebas. La más eficaz de todas es la reproducción de sus artículos; porque Ud. alecciona en el Perú, y también en América. En todas estas patrias tiene Ud. lectores devotísimos.
Lo sé muy ocupado. Yo también lo estoy muchísimo, pero a poco que me empeñe, podría escribirle a Ud. más a menudo. Sus envíos honran al Repertorio. Gracias y gracias. Ha visto que los aprovecho enseguida? Aguardo con ansia los 2 nuevos libros de que me habla. De el de Eguren no he recibido un ejemplar siquiera. Al Sr. Ravines ya le estoy mandando la revista.
Ahora está Magda Portal con nosotros. De Ud. hablamos con frecuencia y con la mayor simpatía; así como de Amauta, de sus Ensayos constructivos, y de Blanca Luz. Muy interesante la fisonomía de Blanca Luz en el dibujo de Devéscovi. Ella está ahora en México. Me placería verla llegar por acá. Magda está contenta con nosotros; ahora aguarda a Serafín. Piensan irse a Chile y tienen la ilusión de verlo a Ud. allí. De mucho hemos de hablar, mi amigo; hay tanto en qué ponerse de acuerdo. Sígame mandando sus valiosísimas colaboraciones. Amauta va bien por acá; crece. Es una revista estupenda.
Hasta luego, mi amigo, y créame devotísimo suyo.
García Monge

García Monge, Joaquín

Carta de Ernesto Reyna, 13/3/1930

Huarmey, 13 de marzo de 1930
Sr.
José Carlos Mariátegui.
Lima
Muy estimado compañero:
Como le decía personalmente, no he recibido las cartas que me anunciaba haberme enviado. El compañero Sal y Rosas pasó de largo, dejándome una tarjeta explicatoria, la distancia del pueblo al puerto fue el motivo, de no haberme buscado. Le contesto a Huaraz, reclamando el dibujo de Sabogal, que para mí es un recuerdo valioso, por tratarse del original de un pintor de la talla de Sabogal, y haber servido para la carátula de mi libro primicial.— Juan Luna, me dicen que se encuentra enfermo en Supe, y que por esa causa no ha podido entregarme la carta que me remitía Ud. por su conducto. En mi anterior del 20 de diciembre que se ha extraviado, y que la supongo en manos de la Policía Secreta, le decía que estaba organizando nuestro partido en ésta. Entre otras cosas le decía lo siguiente: “Hay que terminar con la inmoralidad política, que como un cáncer ha estado royendo los organismos burgueses. Las masas tienen un instintivo recelo al Gobierno: Desde González Prada hasta el último ciudadano, dicen: “los que gobiernan son unos ladrones”. Ante esta marca de fábrica de la rapacidad burguesa, y divisa heráldica de la aristocracia, la Dictadura del Proletariado debe poner en sus actos, no sólo una honradez acrisolada, sino ir hasta el heroico desprendimiento. Sobrios como espartanos, pobres como filósofos. Ofrendando su vida y riqueza a la República. —Como parte del programa de gobierno se debería sentar lo siguiente: “El enjuiciamiento de todos los anteriores gobiernos burgueses, y confiscación, de hecho, de la mitad de sus riquezas.— 2.-Prohibición absoluta de mover sus capitales del país, y de ellos mismos, de retirarse a despilfarrar sus energías y capital en el extranjero. Obligarlos a trabajar y poner en movimiento el Capital, so pena de íntegra confiscación por el Estado, y reclusión personal en sanatorio de vagos. —El partido por su parte se impondría: 1.— Los Gobernantes no podrán disfrutar cuantiosas fortunas.— El Estado dará al Gobernante lo necesario para una vida confortable.— Toda la fortuna particular de los Gobernantes será propiedad del Estado.— El Estado velará por la familia de los gobernantes y asegurará su futuro. 2.—Serán prohíbidos, los banquetes y fiestas miliunochescas de los Gobiernos burgueses.-Las fiestas del Proletariado serán sobrias y bellas, con la modestia de una república pobre. 3.-Todo fausto y gala será prohíbido por vanidad, y sí, se protegerá la belleza en sus múltiples formas.— También le decía que como un plan del Partido en el caso problemático, que se levantase en armas contra el actual gobierno, un representante de la casta oligárquica, pardista o militarista, luchar moralmente contra ellos, por ofrecer el Gobierno de Leguía mayor seguridad para el país. Pero, si del seno del Partido, surgiese el poder (sin mácula, ni traición) irnos contra todos los poderes constituidos.
Salude cordialmente al grupo de Washington Izquierda, y Ud. reciba un afectuoso saludo de su leal amigo
Ernesto Reyna
Siendo escritor por temperamento, no me puedo sustraer a la atracción de la literatura. Le incluyo un escrito, trata de las lagunas de Llanganuco, que están al pie del Huascarán, estas lagunas fueron motivo pictórico de Teófilo Castillo.
R.

Reyna, Ernesto

Carta de Hipolito Salazar, 10/8/1924

Lima, 10 de agosto de 1924
La Federación I.O.R. Peruana, acordó, en asamblea general, el pasar una nota de atención al Distinguido leader periodista, y amigo del Pueblo, al compañero José Carlos Mariátegui: La F.I.O.R.P. se felicita por la restauración de su salud, la F. en ningún momento, se olvidó de su Maestro; esperamos tener muchas noticias favorables de su salud.
Sin otro soy de vos.
Por la F.I.O.R. Peruana
Hipólito Salazar
Secretario General

Salazar, Hipólito

Carta de Edwin Elmore, 9/1/1925

Alta Mar, 9 de enero de 1925
Señor D. José Carlos Mariátegui
Lima
Muy distinguido amigo:
Antes de partir en esta andanza quijotesca, en la que pienso agotar las reservas de mi cándido idealismo, pensé tener algunos minutos disponibles para pasar a saludarle y agradecerle el eco valioso de su comentario en torno a mi iniciativa de reunir en La Habana un calificado grupo de destacados intelectuales latinoamericanos. Con la improvisación de mi viaje, me ha sido imposible darme el gusto de charlar con ud. exponiéndole algunos de los puntos de vista más importantes atañederos al proyecto; pero ahora deseo cumplir con ud. ya que no estoy cierto de que nuestro común amigo Antonio Garland haya dado publicidad a la carta que le dirigí, carta en la cual, aunque indirectamente, contestaba algunas de sus observaciones sobre mi iniciativa.
Al escribir las cartas a los cubanos que ud. conoce, por haberse publicado en el último número de Mercurio, estaba yo muy lejos de pensar que los impulsos de mi idea me llevasen tan lejos. Escribía entonces en medio del Atlántico, refiriéndome a los esfuerzos meramente incidentales que había hecho para propugnar la iniciativa ante el criterio de hombres como Unamuno, García Calderón y Lugones. Ahora ese tema ya no es incidental, es el motivo mismo de mi viaje. Las circunstancias han variado favorabilísimamente, debido a la feliz coyuntura que me ofreció la celebración del centenario de Ayacucho para ponerme en contacto con espíritus tan entusiastas como el de Antonio Caso y el de José León Suárez. Debido a ellos, y con la cooperación de Pedro Irigoyen, Alberto Ulloa, Pedro Morales de la Torre y otros, he logrado dejar iniciado en Lima un movimiento de concentración de fuerzas espirituales que pronto ha de conducir a determinar, con los de La Habana, San José de Costa Rica y México, la creación de una corriente de solidaridad mental efectiva entre los diversos elementos constitutivos de lo que podríamos llamar la Inteligencia del Continente.
Vamos por estos caminos —no trillados por cierto— hacia una meta que ningún hombre culto de nuestros días puede dejar de vislumbrar ya no muy lejana. Tratamos solamente de anticipar, mediante el esfuerzo cultural, hechos que han de realizarse con tanta mayor o menor perfección cuanto mayor o menor sea la conciencia de su significación, utilidad y trascendencia que nosotros tengamos.
En mi artículo de Mundial, titulado “El Nuevo Ayacucho”, he bosquejado algunas de las tendencias y aspiraciones de las inteligencias verdaderamente representativas del florecimiento espiritual de nuestros pueblos. Al lado del pesimismo en que pudiera sumanos la contemplación de un pasado que no ha sido otra cosa que befa y escarnio de los valores superiores, he expuesto las esperanzas del presente que nosotros estamos obligados a cultivar y mantener, no ya de la manera mansa y pasiva con que antaño solían esperar el galardón de una gloria vana e inútil los “hombres de letras” o los “escritores de talento” que a la postre se veían postergados y reducidos a la impotencia por los simuladores de todas clases que pululan en las mesocracias modernas; no ya con finalidades educativas de segundo orden y de las cuales se puede prescindir, sino como gravísima urgencia de la época, pues no otra cosa que una necesidad urgentísima de los días que pasan —y pasan para no volver — es ésta de organizar las fuerzas espirituales, no ya sólo de nuestro zarandeado continente hispano, ibero o latino americano, sino del mundo entero.
Si ha leído ud. lo que escribió Wells con motivo del confinamiento de Unamuno no necesitará que yo le pondere el estado de anarquía y de insociabilidad en que viven los hombres verdaderamente inteligentes que hoy existen, como flores de yermo azotadas por todos los vientos, en las diversas latitudes del globo. Pues bien, yo creo firmemente que es la falta de unión lo que ha mantenido en una situación subalterna a los hombres, cuyo tipo (bien determinado ya, pese a todos los equívocos) se conoce con el nombre de intelectuales. ¿Por qué no ensayar, pues, su acercamiento?
No se trata, por supuesto, de obtener mediante la asociación menudas ventajas como las que se consiguen, por ejemplo, mediante la asociación de panaderos, o la de “motoristas y conductores” o las llamadas de “auxilios mutuos”... La que he llamado “organización de las fuerzas espirituales” en el Continente es algo completamente distinto. No se trata siquiera de proteger la propiedad intelectual de la rapacidad de los editores, se trata de algo mucho más noble y más grande, se trata de conferir a la Inteligencia un poder y una eficacia en la acción de que hasta ahora ha estado despojada; pues, como no sólo lo ha dicho ese terrible y execrable comunista que se llama Henri Barbusse, sino también el manso y bonachón Ramón y Cajal: los sabios y los filósofos no han sido hasta ahora en las sociedades otra cosa que sumisos servidores de los poderes arbitrarios en todas sus manifestaciones.
En la carta abierta que, antes de que apareciera el artículo de ud., le escribí yo a don Enrique José Varona discuto y expongo lo que se ha hecho y lo que se debe hacer para llevar adelante en buenos términos la cooperación intelectual. He entregado esa carta para que sea publicada en Mercurio Peruano, y espero que ud. tendrá la bondad de leerla; a estas horas ya debe haberse publicado en La Habana, Costa Rica y Nueva York, pues, como ud. sabe, la publicidad en nuestra propia tierra no es muy propicia a temperamentos como el mío... y no soy yo de los que se empeñan en conquistarla a pesar suyo.
Cuando haya menos gente fumando, bebiendo y hablando inglés en torno a la mesa donde escribo, cumpliré con la promesa, hecha a Garland, de caracterizar netamente mi iniciativa, señalando las ventajas de lo que he llamado su “espontaneidad”, su “a-oficialismo” y su “a-politicismo”.
Reciba ud., mientras tanto, un cordial saludo de su amigo y compañero
Edwin Elmore

Elmore, Edwin

Carta de Miguel de Unamuno, 28/11/1926

Hendaya, 28 de noviembre de 1926
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Lima
He recibido y leído, mi buen amigo ––creo poder desde luego llamarle así, y es un consuelo–– los dos primeros números de Amauta. Ante todo, y para despacharlo pronto, lo que individual y también personalmente, a mí se refiere. A Juan Parra del Riego las gracias por la Marcha que me dedica. Y en nombre de mi pobre España, que es ––lo sé–– la de ustedes. Y cuando él me viene gritando “¡alegría!”––no la hay más honda que la nacida de las entrañas de la desesperación honrada–– y recordando a Don Quijote y al padre–padre, sí, y no sólo Hijo–Jesús, preparo una nueva acción escrita ––no quiero llamarla libro— sobre el misterio cristiano de Don Quijote. A usted, por lo que dice de mi L’agonie du christianisme ¿qué le he de decir? No es cosa de que nos pongamos a discutir. Acabaríamos en que ambos tenemos verdad, que es mucho mejor que tener razón. Sí, en Marx había un profeta; no era un profesor (Y vea usted como estos dos términos, profesor y profeta, latino el uno y el otro griego, que etimológicamente son parientes, han venido a significar cosas tan distintas y hasta opuestas. Mucho de mi vida íntima ha sido una lucha contra el oficio oficial, contra la profesorería académica) ¡Qué bien está lo de César Falcón sobre la dictadura española! ¡Qué justo, qué preciso, qué claro, qué concreto! Esa es la verdad. Pero más que dictadura, tiranía y tiranía pretoriana, que es la peor. Más aún así y todo, con tiranía, no ya dictadura, volvería yo a mi patria si los tiranuelos fueran personas honradas, que no lo son. El primero de ellos, el M. Anido —pues el trío es: M. Anido = Borbón Habsburgo = Primo de Rivera y en este orden; Primo el pelele que tapa a los otros que le tiran de los hilos— es un loco, pero con locura moral ––o inmoral si se quiere. Y lo que quiero hacer constar que en mi caso ––porque constituyo un caso— no se trata de pleito individual, que como a individuo aislado me toque, sino de algo personal y la persona es lo representativo y social, lo humano común. Al defenderme atacando, defiendo el alma eterna y universal de mi pueblo; a toda una iglesia civil libre. Ni me importa que alguien encuentre ridícula mi posición. Aprendí en mi Señor Don Quijote lo que vale la pasión de la risa y que no se pierde ni el dar al aire zapatetas en camisa o medio desnudo.
Lo que está agonizando en España viene de lejos. Con la muerte del príncipe Don Juan ––¡en Salamanca!–– único hijo varón de los Reyes Católicos, a fines del siglo XV, cuando se descubrió América, desapareció la posibilidad de una dinastía española, indígena, castellano-aragonesa. Carlos I. ––V. de Alemania— hijo del Hermoso de Borgoña, un Habsburgo, y de la Loca de Castilla, llegó a ésta sin saber apenas castellano, rodeado de flamencos, y trayendo la política habsburgiana, la hegemonía de la Casa de Austria en Europa y la Contra— Reforma. La América, que se acababa de descubrir, no era sino una mina de donde sacar recursos, oro, ya que no hombres para esa fatídica política. Y así de espaldas a América ––y a África–– vertióse la sangre española en Italia, Francia, Países Bajos por asegurar la hegemonía habsburgiana y contra los reformados. Y así siguieron los Felipe II, III y IV y Carlos II, que nunca se españolizaron. Y le siguieron los Borbones, tan extranjeros en España como los Austrias. Y hoy sufrimos a un Borbón-Habsburgo, más Habsburgo que Borbón y tan Carlos II como Fernando VII. ¿Y el pueblo?— se dirá. Mi amor a la verdad, que es la justicia, y en mi amor a la verdad, mi amor casi desesperado a mi pueblo me obliga a confesar, a profesar ––pero como profeta y no como profesor–– que el pueblo fue seducido y arrastrado por Habsburgos y Borbones y que se le hizo creer que continuaba la cruzada de la reconquista. Y lo digo por patriotismo, por aquel ardiente y desesperado patriotismo que a mi inolvidable Guerra Junqueiro, le hizo al final de su magnífico evangelio Patria crucificar al pueblo portugués con este inri: “Portugal, rey de Oriente”. Sí, la terrible envidia frailuna y castrense ––conventos y cuarteles son ciénagas de envidia misológica–– la que creó la Inquisición es la que alentaba en no pocos conquistadores, más sanson-carrasqueños que quijotescos. Sí, sí, mi pueblo, el pueblo de mis entrañas, tiene que expiar sus pecados. No ha sabido resistir a esa infame cruzada de Marruecos y al “¡guerra, guerra al infiel marroquí!”. Y por fin le han puesto encima, como enseña de baldón, ese Primo de Rivera, que por terrible contraste se llama.. . Pero no, en la escuela le conocían por Miguelón, luego Miguelito, ¿mas Miguel? Miguel, ¡no! Porque vea usted; Miguel es uno de los tres o cuatro nombres cristianos que tienen por patrono no a hombre que fue de carne y hueso, sino a espíritu puro; Miguel es nombre arcangélico. Y luego, vea los cuatro Migueles de la España eterna y universal: Miguel de Cervantes, soldado, que vuelto manco en Lepanto, de su manquera sacó a Don Quijote, como Iñigo de Loyola, soldado, vuelto cojo en Pamplona, de su cojera sacó la Compañía de Jesús. Miguel de Legazpi, escribano vasco ––¡de los míos!–– en Méjico, que con la pluma, sin derramar una gota de sangre, políticamente, ganó para la corona de los Habsburgos de España las Islas Filipinas, esas islas en que siglos después, en tiempos de D. Fernando Primo de Rivera, primer marqués de Estrella y grandísimo ladrón, su sobrino Miguelón ––Miguelito–– que le heredó marquesado y ladronería intervino en el pacto de Biacuabató. Y a propósito el crimen mayor de la España de la Regencia y de la Regencia habsburgiana de España, fue el asesinato del noble Rizal, el indio, y espero que un día el pueblo español contrito haga elevar por suscripción en Manila un monumento expiatorio a la memoria de Rizal como los calvinistas han hecho elevar en Ginebra uno a la memoria de Miguel Servet. Nuestro tercer Miguel, mártir de la libertad de conciencia, a quien Calvino, al hacerlo quemar, le ahorró el que acaso hubiera sido quemado, si lo cogen, por sus compatriotas. Y el cuarto, Miguel de Molinos, héroe también de la pluma, como los otros tres, el que enseñó la doctrina de auto–disciplina, de heroica obediencia a sí misma, de vigoroso individualismo anti-jesuítico. Y junto a Cervantes, Legazpi, Servet y Molinos, ¿le vamos a llamar Miguel a ese fantoche hueco? ¡claro que no, hombre! Mas sus días de tapar la tiranía están contados. El muy mentecato no hace sino pedir merced. Entrevé todo lo perverso de su fatuidad. Y detrás de él tiembla su Maese Pedro; su amo, el que le maneja, ese tenebroso M. Anido, símbolo de la barbarie jesuítico-pretoriana. Y también tiembla, no sé porqué, esa cuitada burguesía que por miedo cerval al incendio bolchevique ––¡el espantajo!–– ha entregado su casa y sus bienes a los bomberos para que se la desvalijen y destrocen.
Pero basta, que el seguir esto sería el cuento de nunca acabar. Gracias, amigo mío, y adentro con Amauta.
Le desea a ésta, vida fecunda aunque sea corta ––Revista que envejece, degenera–– y a su Perú justicia en la libertad.
Miguel de Unamuno

Unamuno, Miguel de

Carta de César Atahualpa Rodríguez,14/9/1925

14 de setiembre de 1925
Sr. Dn. José Carlos Mariátegui
Lima
Distinguido amigo:
Hace mucho tiempo que no sé de Ud. nada íntimo, que no nos escribimos. Si no leyera sus interesantes artículos de Variedades, ignoraría por completo de su vida. Dígame: ¿me tiene olvidado? Robe unos instantes a su intensa labor periodística, y póngame cuatro letras aun cuando sea de tarde en tarde. Es un consuelo tener comunicación con los amigos inteligentes y cultos en estas tierras bárbaras.
Desde que regresó U. de Europa, he tenido ocasión de observar su campaña de cultura popular, emprendida con toda pureza, por el solo placer de barajar ideas y también por el supremo egoísmo ¿por qué no? de sentirme con cabeza, aquí donde los otros se han olvidado de que la tienen.
En un país donde todo está embargado por la política, hace U. muy bien en vulgarizar el ritmo que siguen los asuntos de esta índole en los pueblos más avanzados de las viejas culturas. Así, quién sabe, más tarde podamos responder a nuestra imperiosa necesidad de reorganizarnos.
Para probarle mi estimación, le envío, dedicado, uno de mis viejos poemas; de aquellos poemas de la primera mocedad, de cuando yo era triste; de esos poemas que ya no volveré a escribir nunca más, pero que me son dulces todavía porque conservan la nítida perspectiva de mis ideas en formación y el vivo dolor de un desarrollo prematuro, que más que dolor en el sentido lato de la palabra, fue una terrible inquietud de pensamiento. Hoy las cosas han cambiado casi totalmente. La intelectualización silenciosa, me lleva por otros caminos más serenos. Comienzo la vida de la plenitud fisiológica y quizás también la de mi plenitud conceptual. Veremos si se puede hacer algo.
Muy pronto le mandaré La Torre de las Paradojas, un libro de versos que se está editando en Buenos Aires; y si la bondad de mi editor sigue siendo generosa, le mandaré también los dos volúmenes de Hacia una Nueva Metafísica, un libro de ideas que tengo concluido. Posiblemente en el mes de diciembre me dé el gusto de llevárselos yo mismo, de paso que le doy el primer abrazo.
Muy suyo:
César A. Rodríguez

Rodríguez, César A.

Carta de Andrés Avelino Aramburú,7/9/1925

Lima, 7 de setiembre de 1925
Mi querido amigo:
Siento muchísimo que no haya U. recibido la carta conque respondí inmediatamente a la suya, dándole explicaciones sobre la no publicación inmediata de sus dos últimos artículos. No vale la pena repetirlas puesto que ya se han publicado. Lo importante es que en esa carta le pedía ––como el más capacitado para ello–– que se hiciera U. cargo de la sección “Peruanicemos al Perú” que ha sido bien acogida por el público. En mi concepto, nadie como U. puede llenar con más éxito y eficacia esa sección ––que no es de nadie sino del periódico–– y por eso le suplico que acoja favorablemente mi petición. En todo caso, esté U. seguro de que su colaboración me es muy grata y necesaria.
Lo saludo afectuosamente y me remito
A. A. Aramburú

Aramburú Salinas, Andrés Avelino

Carta de Jorge Pérez, 5/7/1925

Sangallaya, 5 de julio de 1925
Señor Don
José Carlos Mariátegui
Lima
Mui señor mío:
En sesión solemne del 2 del presente mes, el "Grupo Renovación", fundado últimamente en este lugar con el propósito de favorecer la cultura popular y de conocer las nuevas enseñanzas que son necesarias al obrero, resolvió hacerlo a Ud., en medio de aclamaciones, su presidente honorario teniendo en cuenta la sinceridad de su propósito y la pureza de sus ideales.
Aunque esto de "presidente honorario" tiene una característica marcadamente artificiosa y muy usado en las corporaciones burguesas , lo empleamos ahora como una forma para exteriorizar nuestra simpatía y nuestra ayuda a la causa que Ud. y otros espíritus libres se empeñan en estos sitios.
Con la mayor consideración y respeto: ¡Saludos Maestro!
Jorge Pérez
Presidente

Pérez, Jorge

Carta de Enrique Cornejo Koster, 28/5/1926

Buenos Aires, 28 de mayo de 1926
Sr. José Carlos Mariátegui. Lima.
Querido amigo:
Seguramente, ha de causarle sorpresa el recibir carta mía después de un lapso de tiempo demasiado largo. Lo cierto es que soy demasiado perezoso para escribir.
Ud. encarga a Herrera me diga me ocupe de la cuestión universitaria, pensé y tuve la mejor voluntad del mundo para abordar el tema, pedí informes a los escasos antiguos líderes universitarios que actuaron los años de la Reforma, me remitieron tal cantidad, de libros, folletos, periódicos, memorias, que me asustaron, con el material tenía no para un artículo sino para un libro, quise trabajar pero me convencí que no estoy hecho para la labor de historiador y roedor de papeles. En cuanto al actual espíritu universitario argentino, es mejor no ocuparse, pues es enormemente burgués, egoísta y reaccionario, en veces se viste con un trajecito revolucionario.
Su libro ha causado por estas tierras muy buena impresión, y refiriéndome a ello, voy a comunicarle algo así como una anécdota:
El ejemplar que tuvo Ud. la gentileza de mandarme, lo presté a Del Mazo y éste lo hizo llegar por intermedio de un amigo a la embajada italiana, a los fascistas diplomáticos lo primero que les llamó profundamente la atención fue que el autor fuera un latinoamericano, no querían creerlo, cuando se convencieron uno de los que habían leído dijo refiriéndose a los artículos sobre el fascismo que era de lo mejor que había leído y que en ellos había encontrado argumentos para defender la tesis fascista, que ni los mismos ideólogos y apologistas del fascismo habían empleado.
Qué dice la A.P.R.A. Se ha organizado algo o siguen aún los muchachos en el período romántico. Aquí se ha organizado la liga anti imperialista y se fundará pronto la U. P. José Ingenieros. Estamos por ahora trabajando en este [...]
Muchos saludos a su señora y Ud. reciba un afectuoso abrazo del compañero:
Enrique Cornejo Koster

Cornejo Koster, Enrique

Carta de Alcides Spelucin, 6/10/1926

Trujillo, 6 de octubre de 1926
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima.
Mi querido José Carlos:
Mucho tengo que agradecerle a Ud. su bondadoso juicio acerca de mi libro, y, sobre todo, de mi persona.
Dejando aparte toda pueril modestia protocolaria, creo sinceramente que no estoy en un estado de gracia capaz de merecerlo. Es por eso que mi agradecimiento va a Ud. sencillamente, atendiendo sólo a la cariñosa voluntad que me parece adivinar en todo aquello en que mi obra o mi vida tienen algo que ver con Ud.
Yo no me creo un gran poeta ni mucho menos un genio como es frecuente en mis colegas. Juzgo sí que he venido a cumplir una finalidad y que procuro realizarla con toda la lealtad que me es posible. Las limitaciones que no pueda superar mi vida o mi obra, pertenecen, por lo tanto, a designios que están más allá de mis propias posibilidades. Soy pues, ante todo, un sincero. Procuro no traicionarme y por eso me doy en la medida de mis fuerzas. Un poco rústico en el fondo, como Ud. ha tenido la certeza de decirlo, o quizá si un equivocado o un anacrónico como parece apuntar nuestra inteligentísima Magda, he dado la primera modulación de mi mensaje lírico de acuerdo a mi indudable destino y a mi propia naturaleza.
Sé muy bien que no pertenezco a la vanguardia literaria de esta hora y no pretendo simular tampoco una estética que no se ha hecho carne viva de mí mismo. Por felicidad o por desgracia ––¡sabe Dios! ––cabalgo sobre dos épocas: una, en la que ha llegado a fermentar hasta lo insoportable un preciosismo modernista curvado ya hasta la decadencia; y otra, en la que se pretende flamear una bandera artística de ‘semáforo’ y de ‘velívolo’ que denuncia a las claras una absurda contextura de pastiche. Entre estos dos estercoleros he optado por modular la romanza de eternidad que me era posible oír en el fondo de mí mismo. Fácil me hubiera sido transformar este haz de intenciones estéticas de mi libro en algo acrobático, vestido de una adjetivación de moda, y presentar una obra aparentemente sintonizada con este instante; pero no; he preferido darlas como nacieron, porque acaso su vestimenta original fue ya todo un destino estético al que ni su propio genitor tenía derecho a deformar.
Esta es la razón que me mueve a justificar su presencia ante cualquier opinión equivocada o malintencionada que quiera cruzarles el camino. Yo creo sinceramente que sólo es inoportuna la obra estética que no aporta ninguna virtud auténtica y sustancial. Si mi libro está en ese caso, es, indudablemente, inoportuno. Inoportunidad vigente en cualquier año en que se hubiere publicado. Pero si, lejos de esto, se trata de una cuestión técnica, de factura retórica únicamente, no creo en la oportunidad ni la inoportunidad. Al menos, son factores a los cuales no concedo beligerancia alguna. Las altas disciplinas del pensamiento y de la sensibilidad, cuando penetran a cierta intrayema categórica, están ya fuera de esta clase de contingencias meramente epidérmicas. Han vencido, en una palabra, al tiempo y a la circunstancia. No se les puede juzgar por el traje Luis XV, o 1920 o 1926, que puede cubrirles. Júzgaseles ante todo por los quilates de belleza auténtica o de pensamiento vivo que tengan en sí. Ahora bien: esta belleza o este pensamiento está en relación directa a la inteligencia receptiva; cualquier prejuicio retórico que se interponga entrambos, deformará, en pro o en contra, la calidad de la obra. Así, pues, a las fuentes de belleza sólo ha de irse rigurosamente desnudo.
Perdone Ud. esta insoportable digresión; pero, responsable al fin y al cabo de la publicación de mi libro, he querido manifestarle mi punto de vista a Ud. que tan bondadoso ha sido para con él.
No he recibido carta de su hermano en la que me dé instrucciones acerca de Amauta. Como la mayor parte del lote que me ha remitido lo envío yo a mi vez a mis agentes del Valle de Chicama y de la Provincia de Pacasmayo, necesito instrucciones para indicarles la comisión que han de percibir. Juzgando de importancia, he hecho imprimir unos recibos del modelo que le acompaño, para contratar algunas suscripciones. Esto último me será fácil a partir del segundo número pues hay el temor de que la revista no siga saliendo. Yo creo que hasta el tercer o cuarto número podemos contar con unas cien suscripciones seguras de pago semestral adelantado. Adjunto a ésta le acompaño un cheque a su orden por S/. 30.00, que espero se sirva abonármelo en cuenta. La segunda remesa de La Escena Contemporánea la he repartido toda en la sierra. Aún no he recibido el valor de ella pero creo que será en mi poder dentro de pocos días. El Nuevo Absoluto de Iberico Rodríguez se ha abarrotado casi por completo. Las pocas personas que en esta ciudad se interesan por dicha clase de estudios, ya lo habían adquirido de otro caballero que trajo dicha obra con anterioridad a la remesa de Uds.
La nota de los que habían adquirido La Escena Contemporánea no se la remití por juzgar que quizá sería mejor para Uds. la de los que suscribieran a Amauta. Esta sí pienso remitírsela en cuanto haya un número de suscriptores más o menos numeroso.
Espero carta de su hermano, o, en su defecto, suya, para dar instrucciones a los agentes.
Reciba Ud. cariñosos saludos de todos los de esta casa y un cordial saludo de mi parte.
Alcides Spelucín

Spelucín, Alcides

Carta de César Vallejo, 10/12/1926

París, 10 de diciembre de 1926.
Mi querido compañero:
Agradezco a usted en lo que vale el bondadoso juicio que me envía publicado en Mundial, relativo a mi labor literaria. Varios pasajes de su cariñoso ensayo llevan tal voluntad de comprensión y logran interpretarme con tan penetrativa agilidad, que leyéndolos me he sentido como descubierto por la primera vez y como revelado en modo concluyente. Su ensayo, sobre todo, está lleno de buena voluntad y de talento. Le agradezco, querido compañero, por ambas cosas.
He recibido Amauta. Sigo con fraternal y fervorosa simpatía los trances y esfuerzos culturales de nuestra generación, a cuya cabeza está usted y están otros espíritus sinceros como el suyo. En estos días enviaré a usted con todo cariño algún trabajo para Amauta, cuyo éxito y acción renovatriz en América celebro de corazón, puesto que ella es, como usted me dice, “nuestro mensaje”. Creo que esta resonancia ha de crecer, contribuyendo así a densificar más y más la sana inspiración peruana de nuestra acción ante el continente y ante el mundo.
Próximamente le escribiré acerca del libro que me pide para la Editorial Minerva. Pueda ser que ese libro esté listo muy en breve.
Un afectuoso saludo para todos los buenos amigos de Amauta y para usted un estrecho abrazo de su devoto compañero.
César Vallejo

Vallejo, César

Carta de J. Alberto Cuentas Zavala, 11/12/1926

Arequipa, 11 de diciembre de 1926
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Apreciado señor:
Los espíritus que vivimos en Provincias, alejados de los triunfos de la Capital y recogidos en el silencio secular de estas comarcas andinas, sólo nos congratulamos cuando hay una voz de alerta que sacude nuestra conciencia adormilada por las nostalgias de la raza y del ambiente. Y esta voz de alerta es la Revista Amauta que está bajo su dirección, con verdadero acierto y auscultando la voz del Mundo para orientar este país hacia el verdadero camino del triunfo libertario. Tal vez, en nosotros los soldados de este lado de los Andes, no encontrará, sino el aplauso a todo lo nuevo y a la nueva sensibilidad, que el suscrito sigue y vislumbra en U. no sólo al camarada, sino también de luchas en el periodismo de esta Nación, llamada Perú.
Escribía U. en El Tiempo y yo en El Eco de Puno. Desde estas columnas lo defendí ante el público de mi tierra natal de los ataques del militarismo, cuyo editorial le envío, no como presunción literaria, sino como el ultraje recordado y ya famoso en los anales de Lima periodística. Yo soy puneño. Y algo de su liberalidad y de su ambiente me acompaña a través de tantas luchas y decepciones. Sufrí el peso de la burocracia universitaria de San Marcos. Combatí sus errores, sus pasiones y su arcaísmo y espíritu antañón. Y los neófitos, me atacaron diciendo que conspiraba contra la autonomía Universitaria, como si autonomía significase reservar podredumbres anquilosadas de ese Instituto. Yo amigo, amigo de luchas y de ideales, aunque no seamos protocolarios, gusto de combatir las aguas estancadas y los arroyos putrefactos, y mucho más cuando esas aguas y arroyos llevan barquichuelos de papel estraza. Y esto había sido un error para los triunfos. Me atacaron también de Gobiernista, porque no seguí al rebaño seudo aristocrático de la Capital que macaneaba en las tribunas de la Universidad y en los tabladillos populares, como histriones de un Circo funambulesco que no tenía ni el chiste ni la gracia de nuestros verdaderos histriones políticos. Pero el Gobiernista no usufructuó ningún empleo de Gobierno, ni le dieron ninguna prebenda palaciega. Hasta ahora, en veintiocho años de vida de crecimiento no conozco el Presupuesto de Perú, ni sé qué aroma tendrán sus cheques circulares. Sin embargo mis contrincantes universitarios, que en ese entonces anatemizaban y calificaban a Leguía de tirano vulgar y vociferaban a calles y plazas en contra de su dictadura, al presente lucen la librea de diplomáticos en casi todas las ciudades de Extrangeris y son otros la canilla que sustenta el chaqué del Ministerio de Relaciones Exteriores. Figúrese, amigo estimado, qué diferentes son los planos de la vida, y si podemos esperar de estos sochantres una buena orquesta para la Regeneración del Perú. Muchos periódicos me cerraron las puertas y hubo UNO que siendo redactor —cuyo nombre dejo en silencio pero que lo diré muy alto en lo futuro— me despidió en nombre de su ancestral civilismo. Y ahora ese mismo periódico no halla la forma de halagar al mandatario peruano, sacándole en fotograbados en toda forma y calificándole de EL TRIUNFADOR: Vea como son las cosas de esa Capital.
No iré a Lima hasta que no lleve publicados mis libros: Cuentos Andinos cuyo prólogo me lo ha hecho mi estimado amigo Percy Gibson; Conferencias, prólogo del íntegro Mostajo; Versos cuyo Prólogo a U. solicito; Crónicas y Repiques; La Crisis Universitaria, en cuyo folleto dejaré para el porvenir algunas revelaciones definitivas sobre la conciencia de Nuestra vieja Universidad, como le llaman sus adoradores. Todo esto no se hace por falta de dinero. Pero vendrá.
Le envío algunos versos míos de mi libro ESTRELLAS para que leyéndolos me haga el bien de enviarme un prólogo para ellos. Esto será grato para mí y orgullo legítimo para quien busca seguir el ideal. Dicho libro se editará en la editorial Titicaca, porque pensamos hacer de ella, los jóvenes de Puno nuevo, el centro de nuestras operaciones para el porvenir. Tengo otros versos más, pero los motivos aunque diferentes se enlazan todos ellos con la factura con los enviados, pero si U. cree conveniente leerlos todos, se los enviaré. Escríbame a Arequipa 114, Puente Bolognesi.
J. Alberto Cuentas Z.

Cuentas Zavala, J. Alberto

Carta de Graziella Garbalosa, 26/12/1926

México, 26 de diciembre de 1926
a
José Carlos Mariátegui
en Lima, Perú
admirable conocido:
al comenzar quiero explicarle, por qué utilizo este papel de carta que comprara mi pequeña de ocho años. tengo prisa en escribirle, ya que mis intenciones, como suelen esfumarse rápidamente, me obligan a cogerlas al vuelo, si gusto de aprovecharlas un instante. hasta dentro de unos días no me traerán el papel de mi correspondencia y aprovecho en tanto el de mi chamaca. En casa de Jacobo Hurtwitz encontré un bonito número de Amauta, llevado por Esteban Pavletich, después de saboreado el contenido de la revista, decidí escribirle a Ud., mandándole una composición literaria.
Utilizo en ésta la pluma, debido a que resulta más fácil e indispensable, cuando se pertenece al sexo femenino, viajar acompañada de un estuche de gillette que con una portátil máquina de letras. Soy cubana y habanera (por si la curiosidad le azuza a conocer mi nacionalidad). tengo varios libros editados, novelas y versos; ¡feraz! no desmiento los efectos de la reverberante latitud geográfica donde me trajeron al mundo...
Descuido mucho el intercambio literario y el establecer saludables relaciones con los verdaderos paladines de la literatura.
Amauta logró cautivarme. disculpe Ud. la intención de sorprenderle con versos míos. gastrónoma de los más caros deseos hoy sufro de dispepsia psicológica. Tenga Ud. benevolencia para con el histérico apetito que despertara la sazón de los nuevos platos orientalizados, creaciones o condimentaciones de los actuales aedas, intuitivos del refinamiento asiático, el más complicado y sintético de los refinamientos.
Tonifico las buenas esperanzas de conocer a ese inmenso perú.
Ahora visito al México de los aztecas. mañana pasearé por Europa. después me llamará Montevideo, hasta que me detenga en el imperio de los incas.
Paréceme larga esta presentación. hasta mediado del año próximo viviré en el Hotel Princess Ave. Hidalgo n° 59; reciba Ud. la sencilla felicitación de s.s.s.
Graziell Garbalosa

Garbalosa, Graziella

Carta de Eduardo Barrios, 7/4/1927

Santiago de Chile, 7 de abril de 1927
Señor
José Carlos Mariátegui,
Lima
Mi buen amigo:
Muchas atenciones le debo y muy obligado estoy por ellas a escribirle una larga carta. Créame que es ésta una de mis preocupaciones constantes. Pero mis tareas del último par de años me han vedado todos los placeres y el cumplimiento de muchas obligaciones personales. Primero, tuve que organizar el servicio de propiedad intelectual, y luego, con mi nombramiento de Director General de Bibliotecas Públicas y de la Biblioteca Nacional, hube de emprender la reorganización de estos servicios; en lo cual me encuentro aún, sin saber cuándo terminará. Le ruego, pues, excusarme por la deuda y de excusar todavía más, que ahora le escriba para solicitarle otro servicio. Carecemos aquí de cuanto habla de la actual cultura peruana, y todo dato impreso relativo a los progresos del Perú; y yo deseo que al menos, nuestra Biblioteca Nacional reciba algunos libros y periódicos que representen el pensamiento de ustedes. Amauta y Guerrilla, que leo de punta a cabo, serían espléndidas adquisiciones. ¿Podría Ud., aunque fuera suprimiendo mi envío personal, remitir esos periódicos a la Biblioteca, desde sus primeros números? Quisiera coleccionarlos y mantenerlos a la mano para los lectores. Hay aquí, por lo demás, muchos peruanos que buscan novedades de su patria en nuestros salones de lectura. Esos y otros periódicos, como asimismo muchos libros actuales, harían en el espíritu de los chilenos estudiosos mucho mejor obra que cuanto emprenden los gobiernos con procedimientos ineficaces a causa de su descarado interés o mal encubierta tendencia. Yo, que conozco el Perú, que he vivido en Lima, que participo del carácter de Uds. en muchos aspectos, sé qué resultados daría esta comprensión y espero efectuar alguna siembra de porvenir si hago traer acá un poco del cerebro juvenil peruano. Le ruego recomendar a los escritores que me envíen sus libros, y a los editores o directores, sus periódicos. ¿Será mucha presunción?
Ya le escribiré largo, como le digo. Acaso éste sea el principio de la correspondencia que debe existir entre nosotros. Entre tanto, un cordial apretón de manos de su amigo
Ed. Barrios
s/c Eduardo Barrios, Biblioteca Nacional Santiago de Chile.

Barrios, Eduardo

Carta de Gabriel C. del Mazo, 6/5/1927

Buenos Aires, 6 de mayo de 1927
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Mi simpático amigo:
No debe extrañar Ud. el tratamiento. A través de Haya de la Torre y de los desterrados en Buenos Aires, de sus artículos en Claridad y en Córdoba primero, de su Escena Contemporánea después y de Amauta ahora, he aprendido a estimarle profundamente.
Esta carta de Juan Mantovani es un índice. Vea Ud. cómo él está convencido de nuestra frecuentación amistosa y la invoca ante Ud., como la invocó ante mí cuando hubo de pedirme que intercediera en favor de su colaboración a la obra de Nueva Era, revista representativa de nuestra izquierda pedagógica. No quise aclarar ante Mantovani porque estoy seguro de que, aun cuando no nos hayamos cambiado una línea ni un mensaje, nos une una verdadera simpatía; y no ha de ser la suya mayor de la que yo le profeso.
Ojalá esta misiva breve comience una vinculación epistolar que consolide nuestro afecto y sea útil a los fines de coordinar mejor nuestra actividad en el campo de la lucha social continental.
Con esos votos, le estrecho la mano y quedo a sus órdenes en la Argentina.
Gabriel del Mazo

Del Mazo, Gabriel C

Fotografías

Esta serie muestra el archivo fotográfico de José Carlos Mariátegui la cual ha sido clasificado según las etapas de su vida y su formación, de esta forma encontraremos:

  • Familia y Parientes
  • Etapa de Infancia 1894-1913
  • Etapa Formación Profesional (Autodidacta) 1914-1919
  • Etapa Formación Extranjera (Exilio) 1919-1923
  • Etapa 1923-1930
    Asimismo se han encontrados fotografía de personajes cercano a José Carlos Mariátegui las cuales han sido integrados en una sub-serie aparte.

Reproducción fotográfica de la familia materna de José Carlos Mariátegui

Copia fotográfica de la familia materna de José Carlos Mariátegui.
Sentados: Julio César Mariátegui, Amalia La Chira Vallejos, Manlio Mariátegui Ramírez.
Sentados (niños): a la derecha Zoila Luz Mariátegui Ramírez
De pie, de izquierda a derecha (hombres): Sandro Mariátegui Chiappe, Sigfrido Mariátegui Chiappe y Javier Mariátegui Chiappe.
De pie en la parte superior: José Carlos Mariátegui Chiappe.

Primera Etapa 1894-1914

Reúne las fotografías de José Carlos Mariátegui durante su niñez, infancia y parte de su adolescencia.
Las fotos pertenecen a los años de 1894 a 1914

Tercera Etapa 1919-1923

Reúne las fotografías de José Carlos Mariátegui en los años que fue enviado como corresponsal a Europa, durante el gobierno de Augusto B. Leguía. Durante su permanencia en Europa sigue con atención los movimientos sociales, intelectuales y artísticos de la época y establece una diversa y amplísima red de contactos internacionales que le permitió deducir las nuevas tendencias en torno al trabajo editorial instaurado como un medio de diálogo para el pensamiento y la acción política, el cual influyó en su posición ideológica, alejada del dogmatismo y del sectarismo existente.

José Carlos en el Piccolo de Eden con amigos (I)

José Carlos Mariátegui en el restaurante Il Piccolo Eden en la ciudad de Nervi, Génova, Italia.
Lo acompañan, de izquierda a derecha: Maurice Benbassat estudiante de economía de la Universidad de Génova, quién compartió la pensión donde vivía Mariátegui, y el señor Navach (el del bigote). El cuarto personaje no ha sido identificado aún.

Archivo José Carlos Mariátegui

Resultados 251 a 300 de 2064