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Carta de Guillermo Mercado, 20/3/1929

Arequipa, 20 de marzo de 1929
Sr. Dn.
José Carlos Mariátegui
Lima
Compañero José Carlos:
Al fin hoy, como le anunciaba , tengo la satisfacción de cooperar al restablecimiento económico de "Amauta" de manera efectiva. Acabamos con el compañero Rodríguez Escobedo, magnífico mozo, de hacerle un giro por el valor de Lp. 20 que las habrá hecho recoger seguramente hasta esta hora, de la Casa Milne por cuyo intermedio va a la orden de Ud.
No se imagina qué alegres estamos del pequeño esfuerzo que acabamos de hacer en pro de su revista, esfuerzo que valiente i entusiastamente secundado por los mozos pintores de Arequipa ha obtenido todo el éxito que se esperaba, como ha de verlo Ud. en los recortes que le adjunto.
Es la primera vez que Arequipa ha respondido al llamamiento de una revista doctrinaria, i es la primera vez también que los artistas se han sentido tan juntos como un puñado de seguras esperanzas venideras.
Todos, por lo menos casi todos, han contribuido con una o más obras pictóricas al mayor realce de la exposición, "pro-Amauta" de manera que el éxito, -como Ud ha de ver por el Balance que envía Rodríguez Escobedo, no se hizo esperar; pues vendidos i rifados todos los cuadros nos dieron un gran resultado. Lástima que en Arequipa hayan tan pocos pintores.
No puedo olvidar confesarle que Luis de la Jara, el simpático director de "Noticias" nos ha ayudado como ninguno, con gran inteligencia i generosidad. No habiendo un local aparente para la Exposición fue él quien la auspició cediéndonos su sala de recibo o dirección para realizarla. Así como los muchachos de la redacción de "Noticias", trabajando en toda la línea a favor de la exposición se han ganado sitio firme en nuestra amistad de trabajadores, porque bien nos lo han hecho entender que han tenido fervor i convicción en sus actos.
Es así como se comienza a ser hombre siendo peón de las grandes construcciones del espíritu.
Siendo "Amauta" con Ud. el más alto torreón de nuestras aspiraciones americanistas, no podíamos quedarnos quietos, con solo la mueca senil de la conmiseración en los labios. Teníamos que estar en nuestros sitios de trabajadores forzosamente para evitar su caída y derrumbamiento.
Por eso porque nos sentimos trabajadores de "Amauta" mejor que altoparlante amigos de "Amauta" hemos realizado este pequeño esfuerzo - imperativo mandato del deber - que nos ha llenado de máxima alegría porque sabemos que es un triunfo en favor de la causa de la libertad i del espíritu.
Su compañero.
Gmo. Mercado
P.D. Escribe a Ud. Rodríguez E.

Mercado, Guillermo

El cemento por Fedor Gladkov

El cemento por Fedor Gladkov

“El Cemento” de Fedor Gladkov y “Manhattan Transfer” de John Dos Pasos. Un libro ruso y un libro yanqui. La vida de la URSS frente a la vida de la USA. Los dos super estados de la historia actual se parecen y se oponen hasta en que, como las grandes empresas industriales, -de excesivo contenido para una palabra- usan un nombre abreviado: sus iniciales. (Véase “L’atre Europe” de Luc Durtain) “El Cemento” y “Manhattan Transfer” aparecen fuera del panorama pequeño-burgués de los que en Hispano américa, y recitando cotidianamente un credo de vanguardia, reducen la literatura nueva a un escenario europeo occidental, cuyos confines son los de Cocteau, Morand, Gómez de la Serna, Bontempelli, etc. Esto mismo confirma, contra toda duda, que proceden de los polos del mundo moderno.
España e Hispano-América no obedecen al gusto de sus pequeños burgueses vanguardistas. Entre sus predilecciones instintivas esta la de la nueva literatura rusa. Y, desde ahora, se puede predecir que “El Cemento” alcanzará pronto la misma difusión de Tolstoy, Dovstoyevsky, Gorky.
La novela de Gladkov supera a las que la ha precedido en la traducción, en que nos revela, como ninguna otra, la revolución misma. Algunos novelistas de la revolución se mueven en un mundo externo a ella. Conocen sus reflejos, pero no su conciencia. Pilniak, Zotschenko, un Leonov y Fedin, describen la revolución desde fuera, extraños a su pasión, ajenos a su impulso. Otros como Ivanov y Babel, descubren elementos de la épica revolucionaria, pero sus relatos se contraen al aspecto guerrero, militar, de la Rusia Bolchevique. “La Caballería Roja” y “El Tren Blindado” pertenecen a la crónica de la campaña. Se podía decir que en la mayor parte de estas obras está el drama de los que sufren la revolución, no el de los que la hacen. En “El Cemento” los personajes, el decorado, el sentimiento, son los de la revolución misma, sentida y escrita desde dentro. Hay novelas próximas a esta entre las que ya conozcamos, pero en ninguna se juntan, tan natural y admirablemente concentrados, los elementos primarios del drama individual y la epopeya multitudinaria del bolchevismo.
La biografía de Gladkov, nos ayuda a explicarnos su novela. (Era necesaria una formación intelectual y espiritual como la de este artista, para escribir “El Cemento”). Julio Álvarez del Vayo la cuenta en el prólogo de la versión española en concisos renglones, que, por ser la más ilustrativa presentación de Gladkov, me parece útil copiar.
“Nacido en 1883 de familia pobre, la adolescencia de Gladkov es un documento más para los que quieran orientarse sobre la situación del campo ruso a fines del siglo XIX. Continuo vagar por las regiones del Caspio y del Volga en busca de trabajo. “Salir de un infierno para entrar en otro”. Así hasta los doce años. Como sola nota tierna, el recuerdo de su madre que anda leguas y leguas a su encuentro cuando la marea contraria lo arroja de nuevo al villorio natal. “Es duro comenzar a odiar tan joven, pero también es dura la desilusión del niño al caer en las garras del amo”. Palizas, noches de insomnio, hambre -su primera obra de teatro “Cuadrilla de pescadores” evoca esta época de su vida”. “Mi idea fija era estudiar. Ya a los doce años al lado de mi padre, que en Kurban se acababa de incorporar al movimiento obrero, leía yo ávidamente a Lermontov y Dostoyevsky”. Escribe versos sentimentales, un “diario que movía a compasión” y que registra su mayor desengaño de entonces: en el Instituto le han negado la entrada por pobre. Consigue que le admitan de balde en la escuela municipal. El hogar paterno se resiste de un brazo menos. Con ser bien modesto el presupuesto casero -cinco kopecks de gasto por cabeza- la agravación de la crisis de trabajo pone en peligro la única comida diaria. De ese tiempo son sus mejores descripciones del bajo proletariado. Entre los amigos del padre, dos obreros “semi-intelectuales” le han dejado un recuerdo inolvidable. “Fueron los primeros en quieres escuché palabras cuyo encanto todavía no ha muerto en mi alma. Sabios por naturaleza y corazón. Ellos me acostumbraron a mirar conscientemente el mundo y a tener fe en un día mejor para la humanidad”. Al fin una gran alegría. Gorky, por quien Gladkov siente de joven una admiración sin límites, al acusarle recibo del pequeño cuento enviado, le anima a continuar. Va a Siberia, escribe la vida de los forzados, alcanza rápidamente sólida reputación de cuentista. La revolución de 1906 interrumpe su carrera literaria. Se entrega por entero a la causa. Tres años de destierro en Verjolesk. Período de auto-educación y de aprendizaje. Cumplida la condena se retira a Novorosisk, en la costa del Mar Negro, donde escribe la novela “Los Desterrados”, cuyo manuscrito somete a Korolenko, quien se lo devuelve con frases de elogio para el autor, pero de horror hacia el tema: “Siberia un manicomio suelto”. Hasta el 1917 maestro en la región de Kuban. Toma parte activa en la revolución de octubre, para dedicarse luego otra vez de lleno a la literatura. El Cemento es la obra que le ha dado a conocer en el extranjero”.
Gladkov, pues no ha sido solo un testigo del trabajo revolucionario realizado en Rusia, entre 1905 y 1917. Durante este período, su arte ha madurado en un clima de esfuerzo y esperanza heroico. Luego las jornadas de octubre lo han contado entre sus autores. Y, más tarde, ninguna de las peripecias íntimas del bolchevismo han podido escaparle. Por esto, en Gladkov la épica revolucionaria, más que por las emociones de la lucha armada está representada por los sentimientos de la reconstrucción económica, las vicisitudes y las fatigas de la creación de una nueva vida.
Tchumalov, el protagonista de “El Cemento”, regresa a su pueblo después de combatir tres años en el Ejército Rojo. Y su batalla más difícil, más tremenda es la que le aguarda ahora en su pueblo, donde los años de peligro guerrero han desordenado todas las cosas. Tchumalov encuentra paralizada la gran fábrica de cemento en la que, hasta su ida, -la represión lo había elegido entre sus víctimas- había trabajado como obrero. Las cabras, los cerdos, la maleza, los patios; las máquinas inertes, se anquilosan, los funiculares por los cuales bajaba la piedra de la cantera, yacen inmóviles desde que cesó el movimiento en esta fábrica donde se agitaban antes millares de trabajadores. Solo los Diesel, por el cuidado de un obrero que se ha mantenido en su puesto, reluce, pronto, para reanimar esta mole que se desmorona. Tchumalov no reconoce tampoco su hogar. Dacha, su mujer, estos tres años se ha hecho una militante, la animadora de la Sección Femenina, la trabajadora más infatigable del Soviét local. Tres años de lucha -primero acosada por la represión implacable, después entregada íntegramente a la revolución- ha hecho de Dacha una mujer nueva. Niurka, su hija, no está con ella. Dacha ha tenido que ponerla en la Casa de los Niños, a cuya organización contribuye empeñosamente. El Partido ha ganado una militante dura, enérgica, inteligente; pero Tchumalov ha perdido a su esposa. No hay ya en la vida de Dacha lugar para un pasado conyugal y maternal sacrificado enteramente a la revolución. Dacha tiene una existencia y una personalidad autónoma; no es ya una cosa de propiedad de Tchumalov ni volverá a serlo. En la ausencia de Tchumalov, ha conocido bajo el apremio de un destino inexorable, otros hombres. Se ha conservado íntimamente honrada; pero entre ella y Tchumalov se interpone esa sombra, esta oscura presencia que atormenta al instinto del macho celoso. Tchumalov sufre; pero férreamente cogido, a su vez por la revolución, su drama individual no puede acapararlo, se echa a cuestas el deber de reanimar la fábrica. Para ganar esta batalla tiene que vencer el sabotage de los especialistas, la resistencia de la burocracia, la resaca sorda de la contra-revolución. Hay un instante en que Dacha parece volver a él. Mas es solo un instante en que su destino se junta para separarse de nuevo. Niurka muere. Y se rompe con ella el último lazo sentimental que aún los sujetaba. Después de una lucha en la cual se refleja todo el proceso de reorganización de Rusia, todo el trabajo reconstructivo de la revolución, Tchumalov reanima la fábrica. Es un día de victoria para él y para los obreros; pero es también el día en que siente lejana, extraña, perdida para siempre a Dacha, rabioso y brutales sus celos. -En la novela, el conflicto de estos seres se entrecruza y confunde con el de una multitud de otros seres en terrible tensión, en furiosa agonía. El drama de Tchumalov no es sino un fragmento del drama de Rusia revolucionaria. Todas las pasiones, todos los impulsos, todos los dolores de la revolución están en esta novela. Todos los destinos, los más opuestos, los más íntimos, los más distintos, están justificados. Gladkov logra expresar en páginas de potente y ruda belleza, la fuerza nueva, la energía creadora, la riqueza humana del más grande acontecimiento contemporáneo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Baldomero Sanín Cano, 21/3/1929

Bogotá, 21 de marzo de 1929
Señor Don
José Carlos Mariátegui
Lima
Mi excelente amigo:
Estoy en deuda con Ud. No puede figurarse el placer tan grande que me ha proporcionado la lectura de su invaluable volumen de Siete ensayos de Interpretación de la Nacionalidad Peruana. A más de ser un análisis fecundo de la vida de ese pueblo tan interesante, tan lleno de alternativas, es una obra de justicia del punto de vista americano y del de la moral universal. Es una vindicación razonada, “Materialista”, como Ud. dice, y antirromántica de una clase social y de un principio. El caso del Perú que Ud. describe y desmenuza con tan agudo sentido histórico y con tan estrecho contacto con las realidades es el de algunos departamentos de Colombia. Para los pocos que aquí nos ocupamos en el estudio de esos problemas su libro es un derrotero, a trechos es una revelación.
Movido por los mismos sentimientos de equidad que Ud., tampoco soy criollista en el sentido estrecho que los literatos y algunos filósofos americanos (libreamericanos) le dan a este concepto. Mi educación oficial, tuve que rehacerla al comprender lo falso e incompleto de su contenido al llegar a la edad madura. Si a esa edad no hubiera pasado 16 años de mi vida en Europa, tratando de rectificar las nociones recibidas en la escuela y en los colegios y de corregir la experiencia de muchos años de lucha en este país, yo sería un ente todavía más incompleto de lo que soy. Me siento como Ud. occidental, aunque profundamente “libreamericano”.
Son muy atinados sus juicios literarios, de los cuales hay algunos que aprecio sin conocer la obra de los autores a quienes se refieren. Los que tratan de autores que me son conocidos me parecen muy bien fundados. En todos ellos la doctrina es amplia, desinteresada del punto de vista literario y bellamente expresada. La expresión es la virtud predominante del libro: hay una claridad, un desembarazo, una sencillez que cautivan al lector y le dan realce al pensamiento. Su bella manera de escribir justifica aquella definición de Oskar Loerke: “Der Geist des Stoffs heisst Form”.
Recibí también los números de Amauta y de Labor que ha tenido la gentileza de enviarme. La obra que Ud. realiza en esas dos publicaciones impone admiración y respeto por la tenacidad del empeño y por la fe de que dan testimonio en la exposición de la doctrina. Reciban Ud. y sus colaboradores el aplauso más sincero, nacido de mi deseo y de mi incapacidad de imitarlos. Mi país pasa en estos momentos por un período de achatamiento en lo ideal, que debe asemejarse mucho a la represión causada en el Perú, según Ud. la analiza, por la fiebre del guano y del salitre. Media una diferencia. Aquel estado provenía en su patria de una prosperidad efectiva que resultó efímera, el estado actual de Colombia es más peligroso porque se funda en una esperanza: ha sido designado con gran precisión en mi sentir con el título de “prosperidad a debe”. La frase de Jaurès citada por Ud. acerca de la incertidumbre de la prosperidad industrial en estos días de adelanto inesperado en la técnica, es para nosotros una amenaza.
Su libro es una obra libreamericana de valor incontestable por la enseñanza que contiene y es, por la forma, de una eficacia cautivadora. Reciba mis felicitaciones y crea en la amistad y en la admiración de
B. Sanín Cano

Sanín Cano, Baldomero

Carta de José Malanca, 23/3/1929

Nueva York, 23 de marzo de 1929
Señor José Carlos Mariátegui
Mi querido José Carlos.
Por fin logré hablar largo y tendido con nuestro Waldo Frank. Hombre simple, inteligente y bueno. Conocí también a la inteligente señorita Anita Brenner. Entre los tres hicimos largas y sustanciosas charlas.
Sin autorización suya— dejé a Anita la representación de Amauta. Me atreví a eso por creerlo que es lo mejor que se puede encontrar en esta ciudad. Frank opina igual. ¿Hice mal?
Usted le escribirá confirmando o rechazando a la señorita a la dirección que usted tiene.
Mañana parto a México. Voy con el aliento de hombre que ha recibido una paliza. Pues mi experiencia no fue lo que esperé. Hubo demasiados gastos; voy pobre. Llevo casi todos los cuadros por si se venden con el tiempo.
Ya le escribiré desde México. Me parece que la revolución, son de hombres no más. Le abrazo fuertemente. Saludos.
Malanca.
Escríbame a la embajada argentina en México. La señorita Brenner le mandará correspondencia. Si tiene amigos en México no se olvide de avisarme y recomendarme.
Malanca

Malanca, José

Carta a Ricardo Vegas García, [4/1929]

[Lima, abril de 1929]
Querido Vegas:
Le adjuntó la carta para el gerente de Variedades; pero confío sobre todo en la gestión inteligente y discreta de Ud. Me parece que la justicia de la reclamación es absoluta y elemental.
Escribiré sobre Chopin de Guy de Portalés. No sé si tendrá Ud. el retrato de Portalés. Pero a falta de foto, bastan los de Chopin y George Sand.
Espero que vendrá Ud. pronto a charlar conmigo. Y lo abrazo cordialmente.
José Carlos
P.D.-Si ve Ud. a Maluenda, le ruego pedirle que me consiga algunos ejemplares del número de El Mercurio en que se publique el reportaje que me solicitó.

José Carlos Mariátegui La Chira

Stefan Zweig, apologista e interprete de Tolstoy y Dostoyevski

Stefan Zweig, gran escritor contemporáneo, nos explica a Tolstoy y a Dostoyevsky, en dos admirables volúmenes, que no están por cierto dentro de la moda de la biografía novelada y anecdótica. Zweig enjuicia en Tolstoy lo mismo que en Dostoyevski, el artista, el hombre, la vida y la obra. Su interpretación integral, unitaria, no puede prescindir de ninguno de los elementos o expresiones sustantivas de la personalidad, ni del grado en que se interinfluencian, contraponen y unimisman. Está lo más lejos posible del ensayo crítico, puramente literario; pero, como nos presenta al artista viviente, cambiante, en la complejidad móvil de sus pasiones y de sus contrastes, su crítica toca las raíces mismas del fenómeno artístico, del caso literario, sorprendido en una elaboración íntima.
La biografía en boga reduce al héroe, escamotea al artista o al pensador. Destruye, además, la perspectiva sin la cual es imposible sentir su magnitud. Leyendo a “Shelley” de Andre Maurois, mi impresión inmediata dominante fue esta: el biógrafo no logra identificarse con el personaje; lo seguía con una mirada irónica; no abandonaba ante sus aventuras una sonrisa escéptica, un poco burlona; entre uno y otro se interponía la distancia que separa a un romántico de los días de la revolución liberal de un moderno pequeño-burgués y clasicista. Consigné esta impresión en mi comentario anterior. Y hoy encuentra en mí intensa resonancia la reacción de Emmanuel Berl (“Europe”, Enero de 1919, “Premier Panflet”), cuando en su requisitoria contra el burguesismo de la literatura francesa escribe lo siguiente: “Para que la desconfianza hacia el hombre sea completa, es menester denigrar al héroe. Este es el objeto verdadero y, sin duda alguna, el resultado de la biografía novelada que medra abundante desde el Shelley de M. André Maurois. M. Maurois tiene en este hecho una bien pesada responsabilidad. No ignoro que su carácter profundo corresponde mas sin duda a esta parte de su obra cuyo éxito quizá lo ha sorprendido a él mismo. Entreveo en M. Maurois un discípulo bastante sincero de Chartier. Hay en él, igualmente, un hombre triste de aspecto provincial, que el aspecto de Climats, descubre bastante, una oveja negra que rumia con melancolía una hierba sin duda amarga que no conocemos. La vida de Shelley no es menos, en cierta medida, un delito y un desastre espiritual. El éxito de la biografía novelada, género extrañamente falso, no se comprendería si muy malos instintos no hallaran en ellos su alimento. Gusto de la información fácil e inexacta, reducción de la historia a la anécdota (Inocuidad garantizada S.G.D.G.). Pero, sobre todo, la revancha de la burguesía contra el heroísmo. Gracias a M. Maurois se puede olvidar que Shelley fue poeta. Se le ve como un joven aristócrata que rompe el cascarón demasiado ruidosamente y quien M. Maurois nos permite seguir con una mirada irónica en su marcha titubeante, cuando es precisamente la del genio entre la Revolución y el amor. La condenación de la biografía novelada en sí misma como género, tiene mucho de excesiva y extrema; pero la apreciación de las tendencias a que obedece no es arbitraria.
Zweig evita siempre el riesgo de idealización charlatana y ditirámbica. Su exégesis tiene en debida consideración todos los factores físicos y ambientales que condicionan la obra artística. Recurre a la vida del artista para explicarnos su obra; y, por la mancomunidad de ambos procesos, le es imposible atenerse en su crítica el dato meramente literario. Así, no le asusta asociar la epilepsia de Dostoyevski al ritmo de su creación. Pero este concepto no tiene en Zweig ninguna afinidad con el simplismo positivista de los críticos que pretendían definir el genio y sus creaciones con mediocres fórmulas científicas.
Tolstoy y Dostoyevski son, para Zweig como para otros críticos, los polos del espíritu ruso. Pero Zweig aporta al entendimiento de uno y otro una original versión de su antítesis. Su percepción certera, precisa, le ahorra el menor equívoco respecto al verdadero carácter del arte tolstoyano. Zweig establece, con sólido y agudo alegato, el materialismo de Tolstoy. El apóstol de Yasnaia Poliana, a quien todos o casi todos estiman por idealista, era ante todo un hombre de robusta raigambre realista, de fuerte estructura vital. Esta puede ser una de las razones de su glorificación por la Rusia marxista. El realismo de la Rusia actual reconoce más su origen en el método de Tolstoy, atento al testimonio de sus sentidos, reacio al éxtasis y a la alucinación, que en Dostoyevski, pronto a todos los raptos de la fantasía. Tolstoy representa, a los ojos de las presentes generaciones rusas, a la Rusia campesina. Lo sienten aldeano, mujic, no menos que aristócrata. Zweig no se queda a mitad de camino en la afirmación de la primacía de los corporal sobre lo espiritual en la literatura de Tolstoy. “Siempre en Tolstoy -dice- el alma, la psiquis, -la mariposa divina cogida en la red de mil mallas, de obsesiones extremamente precisas- está prisionera en el tejido de a piel, de los músculos y de los nervios. Por el contrario, en Dostoyevski, el vidente, que es la genial contra-parte de Tolstoy, la individualización comienza por el alma; en él el alma es el elemento primario; ella forja su destino por su propia potencia y el cuerpo no es sino una suerte de vestido larvario, flojo y ligero, en torno de su centro inflamado y brillante. En las horas de espiritualización extrema, ella puede abrazarlo y elevarlo en los aires, hacerle tomar su impulso hacia las tierras del sentimiento, hacia el puro éxtasis. En Tolstoy, opuestamente, observador lúcido y artista exacto, el alma no puede volar jamás, no puede siquiera respirar libremente”. De esto depende, a juicio de Zweig, la limitación del arte de Tolstoy, el que habría deseado, como Turgueniev, “más libertad de espíritu”. Pero, sin esta limitación, que con el mismo derecho debe ser juzgada como su originalidad y, su grandeza, Tolstoy y su obra carecían de la solidez y unidad monolíticas que la individualizan. Perderían esa contextura de un solo bloque que tanta admiración no impone.
La interpretación de Zweig pisa, sin duda, un terreno más firme, cuando en la impotencia de Tolstoy para alcanzar su ideal de santidad y de purificación, en su tentativa constante y fallida por vivir conforme a sus principios, reconoce la faz más intensamente dramática y fecunda de su destino. “Nuestro concepto de santificación de la existencia por un ardor espiritual no tiene ya nada que ver con las figuras xilográficas de la Leyenda Dorada ni con la rigidez de estilista de los Padres del desierto, pues desde hace largo tiempo hemos separado la figura del santo de todas sus relaciones con las definiciones de los concilios de teólogos y de los cónclaves del papado: ser santo significa para nosotros, únicamente, ser heroicos, en el sentido del abandono absoluto de su existencia a una idea vivida religiosamente”. “Pues nuestra generación no puede venerar ya a sus santos como enviados de Dios, venidos del más allá terrestre, sino precisamente como los más terrestres de los humanos.”
El estudio de Stefan Zweig sobre Dostoyevski, menos personal, aunque no menos logrado ni menos admirable, y que se ciñe en varios puntos a la discutida exégesis de Mjereskovsky, me sugiere algunas observaciones sobre el sentido social del contraste entre los dos grandes escritores rusos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Leonidas Calvimontes, 10/4/1929

Sucre, 10 de abril de 1929
Al camarada Director de la Revista "Amauta"
Lima
Camarada:
Pongo en sus conocimiento que el Grupo "Claridad" de esta ciudad, ha renovado su directiva con el siguiente personal:
Secretario General.- El Suserito (Reelecto)
Secretario Internacional.- Alberto Baldivieso
Secretario Regional y de correspondencia: Luis S. Wáyar.
Esperando que nuestras labores sean fructíferas y coordinadas en pro de la solidaridad y emancipación continental.
Saludo a Ud. muy cordialmente.
Leonidas Calvimontes
Secretario General

Nota: Insinúo a Ud la remisión del órgano periodístico revolucionario que Ud. dirige asó como toda clase de documentos relacionados con nuestra labor de acción y de propaganda.
Otra: Dirección: Leonidas Calvimontes C. Bolivia-Sucre

Calvimontes, Leonidas

Carta de Lucas Oyague, 14/4/1929

Cuzco, 14 de abril de 1929
Señor José Carlos Mariátegui.-
Lima.
Mi querido José Carlos ;
He estado, ausente a encargo del diario, por los departamentos de Puno y Apurímac, a eso se debe que solamente ahora le escriba, respondiéndole a su carta del 21 de enero. Además, era necesario establecer una cosa completamente clara y que hace aparecer la verdad disfrazada.
Valcárcel no se debe quejar de mi antes; ahora ya no tendría porque. La Librería Los Andes, era unicamente administrada por mí. Los dueños son los doctores Luis E. Valcárcel, Rafael Aguilar, Victor M. Guillén y Guillermo Alvarez Yepez, yo pues no era dueño y por lo tanto no debía absolutamente nada. Precisamente en vista de que los dueños del negocio se escudaban en muchas cosas traz de mi haciéndome blanco de mortificaciones, me he separado de la librería al 31 de marzo. Actualmente la administra uno de los socios, el doctor Guillermo Alvarez Yépez.
De otra parte, la librería tiene su recibo de cancelación al doctor Valcárcel hasta el número 16, debe a estos días, cuatro números y las facturas de libros. Me parece que debe usted apremiar a Valcárcel en el sentido de que siendo él, el mayor accionista de Los Andes, como permite que se le demore tanto el pago de "Amauta" y sus ediciones. Creo pues que con lo que le expreso puede quedar completamente aclarado el que yo personalmente no debo nada a "Amauta".- La librería "Los Andes” ya no está bajo mi administración y no es de mi propiedad, ni la ha sido nunca, yo fui el fundador por que di la iniciativa ,pero nada más. Actualmente
estoy completamente desligado de ella.-
Y con lo anteriormente sucedido he quedado convencido de lo malo que son las sociedades. Como tengo algún tiempo, alguna facilidad que me dará "El Comercio", pienso de unos meses establecer una Biblioteca Internacional, para vender libros; distribuyéndoles en los lectores de toda la región, precio ventajosos. Y ese es mi proyecto.-
Y queda a un lado eso. Dígame usted como está sus salud; como está la señora Anita y los ñaños. Qué proyectos tiene usted, en los cuales yo pueda cooperar personalmente, y entonces sí sea responsable. ¿Se organizan las fuerzas socialistas? ¿Cree usted, que ya es tiempo?, ¿Necesita usted datos concretos y confidenciales de hombres?. Ya sabe usted que estoy por entero a sus ordenes. No hay aquí en Cuzco, su libro "La Escena Contemporánea", que usted me firmó cuando yo y Cox, fuimos los primeros en tenerlo, pues nuestra común amiga la señorita Lastenia Guzmán y Valle, lo tiene todavía y no ha habido manera que lo devuelva. Si le es posible enviarme un ejemplar, yo le estaré muy agradecido.
Presentele usted a toda su familia mis afectuosos recuerdos y usted reciba el emocionado abrazo de su viejo.
Lucas Oyague.

Oyague, Lucas

Carta de Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 15/4/1929

San Francisco, 15 de abril de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Querido y recordado compañero:
Sentí de veras no haberle podido ver cuando estuve de paso por ésa. Cierto día en que fui a su casa, un simpático pequeñuelo —creo que sería Sandro— salió a mi encuentro, indicándome que Ud. en ese momento se encontraba muy ocupado, atendiendo a algunas personas.
Preocupaciones de todo orden, a cual más duras y aplanantes, me impidieron luego volverlo a buscar. Enseguida partí para esta ciudad saxoamericana donde el proceso de mi vida adquiere un viso álgido. No he tenido, pues, la suerte de cumplir uno de mis más vivos deseos al llegar a Lima: presentarle el testimonio de mi admiración personal y darle un fuerte, un cordial abrazo. Pero juzgue mi afecto, compañero, a través del que ahora le envío con estas líneas, hilvanadas apenas las faenas de esta aplastante vida yankee me dejan un respiro.
Después de algunos contrasuelazos y volatines, he caído en El Imparcial, semanario de habla hispana en San Fco. Figúrese una publicación de mentalidad específicamente burguesa e ingenuidad provinciana, pero sin el arresto limpio, fuerte e inteligente de nuestro provincialismo, por ejemplo. Desde el primer momento traté de hacerlo virar hacia la izquierda, aunque fuese lubricando sólo un tanto los ejes de orientación; pero lamentablemente el cartaginés del propietario echó por tierra mis planes. En comentarios rapidísimos, sin embargo, he lanzado algunas flechas incendiarias y por cualquier resquicio soplaré mi pólvora.
La posición del periódico es estratégica: defensa de los intereses de las colonias de habla castellana —españoles e hispano-americanos; en su mayor parte mexicanos estos últimos— frente a la hostilidad rubia; pero ni el hebdomadario sabe ni quiere sacar partido de su situación ni aquellas colonias tienen la menor consistencia solidaria.
Entiendo que aquí hay alrededor de 20,000 mexicanos; y créame Ud., compañero, actúan y se mueven en tal forma, piensan de tal manera que son capaces de socavar la fe del hombre mejor templado. La pasión política y disgregación de conciencia son tales, que allá donde se juntan dos mexicanos hay una revolución cargada de dinamita. Tal vez sea la energía desviada de la raza destinada a fecundas creaciones con abonos de sangre; pero mientras se corta las arterias, el Tío del Mundo se nutre de sangre azteca y ríe a caquinos de la opereta democrática, de los miles de generales presidenciables, de las cien revoluciones por minuto, etc., etc.
Y aquí se conocen datos ciertos de que todos esos que se presentan con la aureola apostólica antiimperialista, caen secretamente de rodillas ante la Secretaría de Estado yankee implorando ayuda y misericordia.
A título de referencia aquí le presento dos casos: poco antes de que yo llegase, Vasconcelos ofreció una conferencia, creo que en el Liberty Theatre situado en Broadway, centro de concentración latina. Se imaginará Ud. que una imponente multitud de nuestra raza acudió a escuchar al líder. ¡Admírese, compañero! El público estuvo compuesto escasamente por doscientas personas. De éstas la mayor parte fueron suramericanos; y de éstos —consuela decirlo— la mayor parte fueron peruanos.
Poco antes de producirse la revolución de los Escobar, Aguirre, etc., un buen día apareció en el Examiner —uno de los tantos órganos del cínico Hearst— un artículo en que señalaba la necesidad imperiosa y urgente de “adquirir” la Baja California, sobre todo por razones estratégicas, tanto para la defensa del Canal de Panamá como de los estados saxoamericanos del Pacífico. Como aquí se siguen paso a paso los planes de Inglaterra, no hay duda de que The Low California pasará a la Unión Saxoamericana el día menos pensado, y todavía con el asentimiento de muchos, muchísimos mexicanos. ¡Y lo de Sandino y lo del Canal de Nicaragua! Vea Ud.: he conversado con muchos nicaragüenses y el 99% opina que Sandino no es más que un vulgar salteador de caminos...
Hay para jamás acabar. Cuando esté más tranquilo, ordenaré mis notas y tendré el gusto de mandarle algunos artículos sobre estos puntos, para Amauta. Poseo ya extensas observaciones sobre la vida yankee que sucesivamente le haré conocer.
No me traje más que un número de Amauta, del cual me estoy valiendo para hacer conocer el mérito y orientación de la revista entre mucha gente de ésta; poniendo de relieve, al mismo tiempo, la destacada y beneficiosa labor intelectual de Ud. Le quedaría reconocido si, por lo pronto, me enviase, con la dirección que más abajo le indico, siquiera un ejemplar de cada número. Al mismo tiempo me interesa conocer y hacer conocer en ésta su libro 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. ¿Podría Ud. mandármelo?
Luego le enviaré algunos poemas míos para que me haga la merced de publicarlos. Felizmente acá recibo Repertorio Americano y esto me salva un tanto de la mediocridad y estulticia ambiente.
Ya ve, compañero, que mantiénese firme mi solidaridad ideológica y espiritual con el grupo de Amauta —Espero que no olvide que estoy en acecho captador de muchos aspectos de problemas que nos preocupan. Nuestra conexión es, pues, de verdadera importancia para la causa en que militamos. Saludos a todos los compañeros.
Lo abraza fraternalmente
Luis A. Rodrigo
Mi dirección:
Luis A. Rodríguez O.
1027 Pacific Street.
San Fco.. de Cal.
U.S.A.

Rodríguez O. Luis A. (Luis de Rodrigo)

Carta de Luis E. Valcárcel, 15/4/1929

Cusco, 15 de abril de 1929
Sr. J. C. Mariátegui — Lima
Querido amigo:
Todavía sin respuesta a la que le dirigí desde el balneario de Jesús, le pongo esta breve para manifestarle:
Que la cuenta de Amauta será pagada íntegramente, apenas sea posible y previa liquidación que debo yo presentar, descontando de los cargos A) la existencia de ejemplares no vendidos, B) los ejemplares de Tempestad en los Andes de que he dispuesto por autorización suya y C) los libros enviados de Editorial Minerva y que aún no se han vendido.
Todo esto significa dinero, de modo que mientras no haya cantidad líquida la aceptación de letras "por mí" y enviadas por la gerencia es "incomercial".
A fin de mes —con toda seguridad— giraré las diez primeras libras, y no antes porque estamos balanceando la librería Los Andes que resulta con una pérdida de Lp. 400 en un año... Yo di un pequeño capital para ayudar al amigo Oyague, pero no ha sabido administrarlo. Qué hacer.
Desde el n. 21 la cuenta es nueva. He entregado diez ejemplares a cada librería y en esta semana recogeré las ventas; así no habrá razón de trampa y embrollo.
Con un afectuoso saludo soy su afmo. compañero.
Luis E. Valcárcel

Valcárcel, Luis E.

Carta de Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 16/4/1929

San Francisco, Calif. 16 april 1929
Compañero:
Sin embargo de lo que le digo en mi principal de ayer, creo que conviene ir, poco a poco, filtrando nuestro pensamiento en "El Imparcial", para cuyo efecto me parece que podríamos comenzar publicando un artículo especial que Ud. quisiera enviarme y que sería de suma eficacia.
Le reitero que aquí hay varios interesados en "Amauta". Tal vez podrían colocarse algunas suscripciones. Conviene, por lo tanto que se moleste en mandarme algunos ejemplares.
Aguarda su palabra alentadora.
Luis Rodrigo
Enviole algunos comentarios hechos por mí al galope. Aquí la vida no da tregua para meditar; pero sea como fuere, los anima un pensamiento central, la defensa de nuestra raza y nuestros pueblos.

Rodríguez O. Luis A. (Luis de Rodrigo)

Carta de José A. Giralt A., 18/4/1929

La Habana, 18 de abril de 1929
Sr. Director de la revista Amauta
Lima. Perú
Distinguido compañero:
Tengo verdadero gusto en enviarle adjunto un ejemplar de mi folleto La supresión de la Enmienda Platt. Escrita dicha obra —muy modesta por ser mía— con el propósito de abogar por la rectificación de un error que ha causado graves daños a mi país en sus relaciones internacionales, principalmente con las naciones de nuestra América, yo espero que usted la acogerá con simpatía y le prestará alguna atención en su importante revista —esforzado paladín de la Libertad, la Democracia y el Progreso en América— ya que toda propaganda que U. haga a favor de mi folleto redundará en beneficio de Cuba, para la que la ignorancia acerca de la verdadera naturaleza y finalidad de la celebérrima Enmienda ha sido fuente de injustas imputaciones y malévolos comentarios. Si usted se decide a publicar algo acerca de mi folleto en Amauta, yo le ruego que envíe un ejemplar del número en que aparezca el comentario a mi dirección abajo expresada.
Anticipándole las gracias y en espera de su grata contestación, quedo su affmo. s.s. y compañero
José A. Giralt
s/c.
Luz Caballero 5
Víbora - La Habana
República de Cuba.

Giralt A., José A.

Carta de Samuel Glusberg, 20/4/1929

Buenos Aires, 20 de abril de 1929
Mi querido amigo y compañero:
Por fin puedo acusarle recibo de su carta y contestar a su pregunta acerca de la edición en Buenos Aires de su Defensa del marxismo. Creo que le voy a encontrar editor aun en el caso de que La Vanguardia no acepte la obra. Puede pues, enviármela. En cuanto a las condiciones me parece que pueden regir las mismas que le ofrecí para editarle El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy en Babel. Vale decir: una quinta parte de los ejemplares para Ud. en concepto de derechos de autor y otra quinta parte consignada a Amauta para su venta en el Perú al precio y comisión que Ud. indique. Así de hacerse 1500 ejemplares que es lo que yo pienso que se debe hacer de la Defensa del marxismo 600 irán al Perú y 900 quedarán aquí para ser vendidos en la Argentina y demás países de América
Cuando conozca todo el material de El alma matinal le diré cuantos ejemplares hará Babel.
Ha fracasado la edición de Seis ensayos en busca de nuestra expresión. En pocas revistas americanas se han ocupado del libro. Hice mil ejemplares; se quedaron con 50 en España; le di al autor 100 y se habrán vendido aquí otro tanto o menos. ¿Por qué no hace Ud. un artículo sobre este libro para Amauta? Me permito indicárselo porque vi en su “Proceso de la literatura” una referencia muy amable para el autor.
La Vida Literaria reapareció al fin. Su carta no ha influido poco en mi decisión de sacarla por tercera vez. Creo que ahora aparecerá regularmente una vez por mes. La imprimo en los talleres de La Vanguardia y a un precio ventajoso. Este primer número que Ud. recibirá con esta carta ha salido con numerosas erratas. A causa del 1° de Mayo y de las tiradas extraordinarias de los periódicos obreros lo han hecho con premura y sin corregir varias páginas. En mi nota sobre su libro se deslizaron varios cambios de palabras, un estilo culto que choca mucho y otros disparates menores. Desde luego, su obra merecía una página más detenida. Pero yo no estaba ni estoy en condiciones de hacerla. Es mucho para un solo hombre buscar las colaboraciones, los anuncios, corregir las pruebas y llenar unas cuantas columnas. Sobre todo, los inconvenientes materiales lo aplastan a uno y lo inutilizan cansándolo. Pero seguiré porque creo que se puede hacer una obra necesaria. Cuando pueda envíeme su colaboración. ¿No puede opinar sobre el tópico hispanoamericano? Me interesa conocer su opinión aun cuando la sospecho a través de muchas de sus afirmaciones de Amauta.
Aquí padecemos en los diarios y revistas burgueses la colaboración excesiva de los españoles y no de los mejores. Por un Araquistáin o un Pedroso, un Camba o un Ortega y Gasset hay treinta galleguetes dispuestos a quedar bien con los editores de Madrid remitiendo notículas sobre las traducciones que publican allá.
Los principales enemigos de L.V.L. fuera de los reaccionarios y clericales de Criterio y otras revistas católicas son los libreros españoles.
Yo no soy nacionalista ni americanista pero creo que no puede ser óbice para que yo defienda el libro nacional y la colaboración de los americanos cuando uno y otros son superiores. Claro que eso no sucede siempre. Pero en La Nación, en La Prensa, en Caras y Caretas, El Hogar, etc., se pospone la colaboración local y no la de cualquiera sino la de un Quiroga, un Cancela, un Gache para publicar las genialidades de Ramón y otras cosas peores o menos interesantes. Y es que se procura halagar el patrioterismo de los almacenes españoles que dan avisos. Y es que los directores de las revistas argentinas son españoles y se pasan la vida hablando de la madre patria y dando cuenta de todos los homenajes al Rey y a la reina. Bueno. Le estoy dando la lata. Pero es un placer cambiar unas palabras con Ud. a través de tanta distancia.
Y a propósito: me dijeron que Ud. piensa venir a Buenos Aires. ¿Qué hay de cierto en eso? Si no lo acaparan los desterrados profesionales, tipo Fernán Cisneros y otros latinoamericanistas, creo que Ud. puede hacer un gran papel aquí y hasta ganar una buena cantidad de pesos dando conferencias. Cosa que supongo le hace falta a Ud. y a Amauta para seguir viviendo.
La Sociedad de Escritores que preside Lugones estoy seguro de que lo ayudaría grandemente y todos los que lo admiramos y estimamos también, cada uno en lo que puede.
Espero sus noticias y el envío regular de Amauta y Labor. Mientras le mando un abrazo de compañero y amigo
Samuel Glusberg

Glusberg, Samuel

Carta de Waldo Frank, 21/4/1929

New York, hoy 21 abril [de 1929]
Mi querido hermano,
Mi visita a Suramérica está reglada. Estaré en Argentina, hasta el 15 de noviembre. Traversaré los Andes —tal vez por Chile, La Paz, Cuzco: y deberé encontrarme en Perú a los principios de diciembre. No necesito decirle cómo me alegra esta ocasión de conocerle personalmente y de poder conocer un poco su país.
Si se puede arreglar en Lima una conferencia o más, pagándome los gastos de mis exploraciones en Perú, seré contento.
Ya puedo figurarme las horas que charlaremos y discutiremos juntos, ¡Ud. y yo! ¡Como tenemos mucho que decidir! Principalmente, como tengo yo mucho a aprender de Ud!
suyo, enteramente.
Waldo Frank
¿ha recibido Ud. mi último libro?

Frank, Waldo

Carta de José Malanca, 23/4/1929

Méjico, 23 de abril de 1929
Señor J. Carlos Mariátegui
Mi caro José Carlos.
Va hacer un mes que me encuentro en este país y desde luego con muchos desencantos en lo referente a la revolución. No quiero aventurarme a decir cosas monstruosas sobre este aspecto pues podría estar equivocado y ojalá así lo fuera para seguir platónicamente esperando algo.
El mismo día que conocí a Diego tuve una discusión sobre el comunismo de América del Sur. Hay un desconocimiento absoluto de lo que somos nosotros: esto también lo sabe Marof, con quien me veo de continuo; y sabe todo lo que soy capaz de afirmar... pero hay veces que los sueldos... en fin hace transigir cuántas bellas cosas.
Diego dice que somos puros intelectuales: este hombre conoce el comunismo de nosotros por medio de lo escrito. Yo sostuve y sostengo que en la Argentina los verdaderos comunistas no escriben... y lo sé por haber actuado en el elemento obrero donde tenían odio a todo ‘escribidor’ y eran obreros bien preparados, hasta suponer que es en la única parte donde yo he visto conciencia de la revolución.
Aquí cree Diego, que el ser ‘matones’ significa revolución: me alarma la criminalogía que existe en México: cada día las crónicas traen tragedias que horrorizan... y todo por algunos pesos.
He hablado con obreros; todos son anarquistas —me hace acordar a la situación de Italia en 1921. Y dice —que a nosotros nos sobran dirigentes y que en cambio a ellos le sobran peleadores... y aquí esta la verdadera frase: —peleadores nomás que pelean por cualquier General que les dé de comer y fusil. El proletariado en gran cantidad es indio; con un problema parecido del que existe por allá; más matador claro. Y eso del agrarismo y tantas bellezas, es pura ley... pues Calles, Obregón y al que nombre, son los más grandes terratenientes de México revolucionario.
Yo sigo con mi ‘pudibundez’ que hace reír a Diego, a Carretero y a muchos más. No concibo a comunistas viciosos. No creo en los predicadores borrachos. No creo en el apóstol que deja su ideología por seguir dos piernas ‘macanudas’. En fin si el comunismo es así; yo seré anticomunista, pues yo he entendido a Marx, a Lenin y a mí mismo el venir de una sociedad nueva... sin las taras burguesas. Y creo en la pureza del hombre y espero que la nuestra lucha ha de ser con honradez y no como piensa Marof, que ha de llegar a lo que se propone con el mismo medio de que hasta la fecha han usado los politiqueros.
Aquí el A.P.R.A. y Víctor Raúl le conocen algunos peruanos nomás. Todo esto tiene que morir como el “comunismo mexicano”. Yo creo en un solo comunismo que ha de luchar en contra del imperialismo yanqui... y que ya lucha... y así le advertí a Waldo Frank, “aprista”.
Los muchachos de Puno, Cuzco y Arequipa me escriben lindas cartas. Le quieren a usted mucho.
He recibido Amauta número 21, muchas gracias. Ya trabajaré por ella... aunque está por en medio de “peruana”; “sudamericana”.
Le mando las fotografías que saqué entonces. Están malas.
Yo me vine a ésta más pobre de lo que llegué a Nueva York. Las cosas de artistas, de arte, siempre tienen olor de San Francisco...
Aquí la pintura artísticamente es grande; pero revolucionariamente hay que discutir. El arte revolucionario es proletario; es accesible, humano. Diego pinta metafísicamente. Orozco hace pintura intelectual: su revolución se me antoja que está hecha a pechones; y yo opino que cuando vaya a pelear por una ideología hecha carne, adornaré la bayoneta con claveles e iré cantando “Adelita” o cualquier otro canto de fe revolucionaria.
Me dicen, “pintura realista”; y yo veo la realidad del paisaje y del hombre sin deformación y con bellezas / Yo aparezco como un simple o como un inculto / No importa, quiero ser simple e inculto por que el comunismo es así y no una teoría filosófica.
En fin, más después le escribiré largo sobre estos temas hoy apenas asomados al correr de los dedos en esta máquina.
Salude a todos los suyos.
Salude a Amauta y a Eguren tan lindamente querido.
A usted le abrazo fuertemente.
José Malanca
S/C consulado argentino México D.F. MÉXICO.

Malanca, José

Carta de Gamaliel Churata (Arturo Peralta Miranda), 24/4/1929

Puno, 24 de abril de 1929
Querido compañero Mariátegui:
Debe usted estar extrañando mi silencio de tantos días. Pero es que la Vida, así, con mayúscula, sigue atacando mis izquierdas revolucionarias y se ha propuesto dejarme limpio el camino de todos los seres que eran mi legado de alegría. Ayer fue Teófano Churata, le siguió muy luego Qemensa Churata, mis hijos, y el 12 de abril a las cinco treintinueve minutos de la madrugada, Brunilda mi compañera, chiquilla que con quince años floridos vino desde Chile a pagar mi tributo a la tierra. Fácil es que piense que tanto golpe si me ha endurecido el cuero me ha puesto también muy dolorida el alma.
Esta la razón por que no di inmediata respuesta a su cariñosa carta, y por que, sobre todo, no he cumplido con pagar lo que debo. Entre nosotros cabe la confidencia y la anécdota. Estamos hechos para la lucha humana, y podemos, por tanto, regalarnos el secreto de las lágrimas y de las llagas. Crea, no obstante, que aunque con tanto retardo, voy a cumplir proletariamente con mi deber. Y ya le tengo dicho con esto todo.
Me cogió la muerte de mi mujer escribiendo un artículo, que por desgracia me salió excesivo, referente a una afirmación de Basadre en Variedades: “El Vanguardismo que acaso vive sus últimas horas”. Se lo enviaré muy luego para Amauta y usted lo publicará si le parece bueno.
Cuando tenga tiempo ensayaré tejer un estudio de lo que yo creo más fundamental en Eguren, esto es: su indianidad. El tema es temerario; pero así me agrada. Desde las primeras lecturas que gocé de este poeta, y ya ello corre para más de quince años, siempre lo sentí andino, por sobre la apabullante razón de su costeñismo. Claro que me robustezco en la presunción, y me halago pensando que podría decir mucho en ese sentido.
Amauta siempre inmejorable. ¡Cómo pudiera yo ayudarlo pronto! Pero, tenga paciencia. Acaso muy pronto me encuentre en posesión de algunos centavos, y entonces le probaré que mis protestas de fratemidad son sinceras. ¡Acaso, pronto!
Le abrazo con sumo cariño y le reitero el afecto y la adhesión.
Churata
Saludos a los compañeros.

Gamaliel Churata ( Arturo Peralta Miranda)

Carta de César Falcón, 27/4/1929

Madrid, 27 de abril de 1929
Mi querido amigo:
Adjunto tengo el gusto de enviarle el folleto expositivo de la Sociedad Anónima Historia Nueva, en la cual hemos convertido nuestra primitiva empresa. No necesito explicarle a Ud. los detalles de la organización y sus finalidades, porque todos ellos están puntualmente explicados y definidos en el folleto. Sólo le ruego prestarle un poco de atención e interesarse en el propósito.
Nosotros queremos repartir equitativamente la suscripción de acciones entre nuestros amigos de todos los países hispanoamericanos para hacer de este modo una empresa esencialmente hispánica, no sólo en sus tendencias ideológicas y en su labor literaria, sino también en su constitución económica. Con esta misma tendencia hemos solicitado el concurso para formar el Consejo Administrativo, junto a personalidades españolas tan eminentes y tan vinculadas a nosotros espiritualmente como Gregorio Marañón y Luis Jiménez de Asúa, a figuras hispanoamericanas tan sobresalientes y representativas como Manuel Ugarte y Enrique González Martínez, ministro de Méjico en España.
Con este fin, me permito invitarle a Ud. a suscribir acciones y colaborar así con nosotros en nuestro empeño. Le ruego contestarme cuanto antes, pues la suscripción está ya muy avanzada y sólo tenemos disponibles las acciones que hemos reservado para el Perú.
César Falcón

Falcón, César

Carta a Waldo Frank, 30/4/1929

Lima, 30 de abril de 1929
Muy querido y admirado amigo:
Viajaba hacia Ud. la carta de que fue portador Malanca, cuando Ud. me escribió su carta de enero. Su última de 27 de fe­brero, me avisa que sólo entonces recibió Ud. la mía. Durante un mes he estado haciendo una cura de sol, aire y mar en una playa. Mi salud ha ganado mucho; pero yo he perdido todas mis tardes y mi contacto con mis amigos. No he dispuesto, en este tiempo, para todo mi trabajo, sino de las cortas horas de la mañana. Por esto, sólo hoy le escribo.
Pero he comenzado ya a ocuparme en la compilación del material que necesita para la antología planeada. He empezado por remitirle los "Cuentos Andinos" de López Al­bújar, "Matalaché" novela del mismo autor y "El Pueblo sin Dios" de César Falcón. También "Tempestad en los Andes" y "De la Vida Inkaica" de Luis E. Valcárcel, que no son cuento ni novela, pero sí, en parte. relato y leyenda. Falcón tiene un libro de cuentos que no he encontrado en las librerías: "Plantel de Inválidos". Pero él mismo se lo enviará de Londres. Escríbale a Londres W.1 - 11 Adam Street, Portman Squa­re. Es un gran valor, sobre todo como ensayista y periodista. Debe ser uno de sus amigos de Hispano-América, si no lo es ya. Es­ criba también a Valcárcel, a la Universidad del Cuzco. Le será muy útil cuando visite la capital inkaica. En Lima puede ayudarlo en la búsqueda de alguna edición agotada y otras indicaciones, Luis Alberto Sánchez, crítico y catedrático de literatura de América de la Universidad de San Marcos. Su dirección es: Carabaya 960. Le he hablado ya y se compromete a auxiliarle. No habrá suficientes cuentos inkaicos de valor; pero sí cuentos y relatos peruanos. Pida a Ventura García Calderón, a París, sus libros. El plan es magnífico y yo lo secundaré en todo lo que pueda. El prefacio, naturalmente, debe escribirlo Ud.
He hablado con otro de los mejores catedráticos jóvenes de nuestra Universidad sobre su venida y la conveniencia de que ofrezca algunas conferencias en Lima a su paso. Se muestra entusiasta. Creo que se interesarán en conseguir que la Facultad de Letras lo invite otros jóvenes profesores que lo conocen y admiran.
Gracias por su admirable libro. Escribiré algo sobre él apenas mis excesivas ocupaciones actuales me dejen tiempo.
Pronto tendrá Ud. más extensas noticias mías.
Por ahora, no hago más que darle desordenadamente algunos datos.
Muy reconocido a todas las generosas muestras de estimación con que lo distingue. Lo abraza su devotísimo compañero y amigo .
]osé Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Carlos Chávez Sánchez, 3/5/1929

Lima, 3 de mayo de 1929
Señor don Carlos Chávez Sánchez.
Piura.
Muy estimado amigo y compañero:
Recibí su tarjeta de despedida. Me habría gustado conversar con Ud. antes de su partida, pero Ud. no me habrá privado sin motivo de este placer.
Deseo que organicemos más formalmente la cooperación de El Tiempo y nuestras publicaciones. Envíeme el texto de un pequeño anuncio de El Tiempo para Amauta y Labor; y que ahí se inserte regularmente uno de nuestra revista y nuestro quincenario, cuyo último número le remito. Hemos reanudado el 1° de Mayo la publicación de Labor, pero no podremos mantenerla si amigos y simpatizantes no nos auxilian en esta empresa. Desearía que Ud. escribiese un pequeño artículo explicando, especialmente a los obreros, los fines y el programa de Labor, con el objeto de contribuir a que todos los trabajadores lo reconozcan como su órgano más definido y responsable. Le envío una colección completa de nuestro quincenario para que tenga Ud. a la vista todos sus números.—
Otra prueba de simpatía y solidaridad que podría Ud. agregar a las muchas que nos tiene ya dadas es la de hacerse iniciador de la organización de la quincena Pro-Amauta en Piura. El llamamiento al respecto está vigente para todas las ciudades donde la quincena no se ha efectuado en febrero. En el curso de la quincena, hay muchos modos de acudir en auxilio de Amauta: por ejemplo suscribiéndose a la edición Amigos de Amauta de la que tenemos varias colecciones numeradas desde el No. 17, haciéndonos un pedido de libros, reclutando un núcleo de lectores, etc.
Le adjunto el manifiesto dirigido a los trabajadores por el comité del 1° de Mayo, compuesto de las principales organizaciones existentes. Procure publicarlo en El Tiempo con la noticia de que en la asamblea realizada el 1° de Mayo en la Federación de Choferes por ése y otros gremios, quedó constituido el comité provisional organizador de Ia Confederación General de los Trabajadores del Perú.
Salude a Moscol, a Castro Pozo, a Merino Vigil, a Velásquez y demás amigos.— A Moscol le envié dedicado mi libro, pero no me ha acusado recibo de él. Lo remito también a Castro Pozo, cuya colaboración reclamo.— De Merino Vigil no tengo noticias hace tiempo. Le hemos mandado invariablemente su número de la edición Amigos de Amauta a Ayabaca, a donde le escribí hace tiempo respondiendo a su última y a donde le he dirigido también mi libro. Dígale que me escriba —si está en Piura y lo ve Ud.— y que trabaje para Amauta y Labor.
Ud. me tiene prometido hace tiempo un ensayo sobre Escudero. Este o cualquier otro trabajo será bien acogido.
Con afectuoso recuerdo, lo abraza su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui
P.D.—Escríbame a esta dirección: Sandro Mariátegui Chiappe, Washington izquierda 544-970.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ángela Ramos, 5/5/1929

Lima, 5 de mayo de 1929
Querida y grande amiga:
Aunque no hagan falta mis palabras para que Ud. sepa mi reconocimiento, quiero que nuestro común amigo Adler le lleve estas líneas de gratitud por su generoso y excesivo testimonio de amistad y simpatía. Sólo un alma femenina como la de Ud. puede poner tanta generosidad y ardimiento en sus gestos.
No emplearé para protestar amicalmente de su iniciativa, palabras rituales de modestia. Pero sí puedo decirle con sinceridad que no creo haber hecho aún lo bastante para merecer un homenaje como éste. Me tranquiliza la idea de que hay en esta actitud, ante todo, simpatía y aliento a una obra que, como obra ideológica renovadora, es mucho más que un esfuerzo personal. Gracias, querida Ángela. Adler le dirá lo que no expresa este rápido y reconocido mensaje. Saludos afectuosos a Felipe y mil cariños a sus niñas.
Anita se asocia profundamente a mis sentimientos y yo espero que pronto me sea dado estrechar personalmente su noble mano amiga.
Su devotísimo compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Abraham Valdez, 6/5/1929

La Paz, 6 de mayo de 1929
Querido compañero Mariátegui:
En mi poder su valioso envío: 7 Ensayos y colección de Labor. Le agradezco reconocidamente por ello y las amables líneas que suscribe en el libro.
A Rómulo Meneses ya lo encontré en mi retorno. Se encuentra actualmente de viaje a Italia. Por Mario Nerval sé que recibió su libro.
Los compañeros de La Paz, reorganizados a la vuelta de varios de nosotros, hemos iniciado campaña contra la guerra. Informando a los amigos del extranjero sobre los manejos del gobierno y haciendo circular pequeños manifiestos en las demás ciudades de la Rep. y en los distritos mineros. Una de estas informaciones hemos remitido a Martínez de la Torre.
El 1° de Mayo realizamos un desfile. A pesar de la división que existe en la masa obrera, conseguimos que la manifestación fuera única. La nota saliente ha sido de protesta contra la guerra. Todos los compañeros que dirigieron la palabra, se refirieron, por consigna, a este punto. Por primera vez en Bolivia, el proletariado ha hecho conocer su oposición a la guerra. Para el resto de la población, significó esto una actitud reveladora. Para el Gob. una osadía, de la que ha debido tomar debida nota. Con todo, hicimos pública nuestra condena a los afanes bélicos de la burguesía. A nuestras palabras de descrédito a la guerra, y de solidaridad con el proletariado paraguayo, los manifestantes, respondían con firmeza y energía: “Abajo la guerra”, “guerra a la guerra”, “viva la unión Latinoamericana del proletariado!”— Esta ofensiva, la seguiremos sosteniendo. Ya se rompió el silencio y es conveniente insistir.
El obrerismo de La Paz, está dividido en dos sectores: unos gremios y sindicatos afiliados a la Fed. Obrera del Trabajo— eso es la central con cuyos dirigentes estamos de acuerdo, y la Fed. Obrera Local, arrastrada por anarquistas. Cuentan estos últimos, con mayor porcentaje de sindicatos. Sus dirigentes nada quieren saber de los intelectuales. Se cierran en un círculo obstinado de intransigencias.— Una de las causas de la preponderancia —en número— de los anarquistas, es que sus dirigentes son activos. Lo que contrasta con el abandono en que se encuentra la Fed. Obrera del Trabajo.— Pero interesados en que no perdure por más tiempo esta división y este predominio, influimos para que la F. O. del T. se reorganice con nuevos elementos y trabajo. Tengo fe que los más inteligentes anarquistas, cuando se den cuenta de la ineficacia de sus procedimientos, derivarán hacia nuestra corriente. Al Congreso Sindical de Montevideo, van delegaciones de ambos bandos. El 15 realizaremos un acto de adhesión al Congreso. En la manifestación del 1° hablamos tres universitarios: Eguino Zaballa, Natusch Velasco y el compañero que le escribe.
La Fed. Universitaria y la Asociación de Estudiantes de Secundaria, realizó el 4 de mayo una romería al Cementerio, en homenaje y recordación a los estudiantes masacrados en esa fecha el año 1927. La policía trató de impedir la romería. Pero la masa estudiantil se impuso. Realizamos pues la romería, que fue imponente. En esta ocasión también hablé, haciendo una síntesis del actual movimiento de la juventud latinoamericana. Y dándole el significado de rebeldía que tiene para la juventud boliviana el 4 de mayo (Murieron en esa ocasión cerca de 15 estudiantes, masacrados por las fuerzas de policía que trataban de impedir una manifestación de la masa estudiantil, en reclamo de haberes para sus maestros).
Posiblemente viajo a la Argentina a fines de este mes. Con Marof que también viajará a Bs. Aires, proyectamos constituir un foco de acción y propaganda en esa Rep. —Marof, en una de sus últimas correspondencias participa su viaje al sur.
Recibí carta de Malanca. Lo recuerda afectuosamente, recomendándome le escriba. Le comunicaré toda novedad gruesa que tenga.Le remito un recorte de La Razón. Vea usted como se miente en ese comunicado. También va una copia del manifiesto que hicimos circular el 1°.—En el Cuzco le hice un reportaje al Dr. Valcárcel; una de las interrogaciones que le hice se refiere a su libro. Le enviaré el recorte. Gracias nuevamente por su envío. Lo avaloro grandemente. Le estrecha con afecto su compañero
Abraham Valdez

Valdez, Abraham

Carta de Sigmund Freud al director de Repertorio Hebreo (Miguel Adler)

Lima, Perú, mayo 1929

Repertorio Hebreo
Director M. Adler
8.5.1929
Muy estimado señor: A su empresa cultural deseo yo, como judío, el mejor éxito entre nuestros connacionales en América latina. Mi colaboración directa por mi edad (73 años) como por la interrupción de mi producción, no debe tomarse en cuenta. Una fotografía le hago enviar por medio de nuestra editorial.
Con afecto especial.
Su Freud.

Freud, Sigmund

Carta de César Falcón, 8/5/1929

Madrid, 8 de mayo de 1929
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Sagástegui, 669
Lima, Perú.
Mi querido amigo y compañero:
Me permito recordarle mi solicitud de un original suyo para nuestra sección editorial. Historia Nueva ha clasificado sus ediciones en los siguientes epígrafes; Estudios y Crítica para toda clase de libros de ensayos literarios, filosóficos, científicos, etc. y de crítica; La Lucha contra el Imperialismo, para obras destinadas a estudiar y combatir la expansión imperialista en nuestros pueblos; La Política, para obras esencialmente políticas; La Nueva Literatura, para obras expresivas de las nuevas modalidades literarias hispánicas; La Novela Social, para novela con una emoción o una tendencia social y Biografías para una serie de biografías de las figuras representativas de nuestros pueblos y de nuestra historia. Todas estas denominaciones y definiciones se refieren naturalmente, a obras esencialmente hispánicas y de temas y autores hispánicos.
Como nuestro propósito es desarrollar simultáneamente las colecciones indicadas en estos epígrafes, un original suyo, para cualquiera de ellos nos favorece igualmente. Le ruego, por esto decirme si podemos contar con un libro suyo e indicarme su índole y su título para anunciarle con eficacia.
Las condiciones económicas generales de todas nuestras ediciones son el diez por ciento sobre el valor de cada ejemplar, liquidándose los primeros mil ejemplares al publicarse la obra. El número de ejemplares de la primera edición depende, naturalmente de la índole del libro.
Mucho le agradecería una pronta respuesta.
Le saluda afectuosamente su buen amigo y compañero q.e.s.m.
César Falcón

Falcón, César

La polémica del azucar

El tono asaz agrio y estridente que usa la Sociedad Nacional Agraria en su polémica con los periódicos que ha hecho observaciones, muy moderadas por cierto, al memorial sobre la crisis de la industria azucarera, trasluce cierta nostalgia de tiempos en que, intacto el poder del civilismo, el comité de esa industria era, en último análisis, el gobierno mismo de la nación. De entonces a hoy, la economía y la política del país se han modificado. Han surgido nuevos intereses, nuevas industrias: el azúcar ha pasado a tercer y cuarto término en la estadística de nuestras exportaciones; el grupo económico y política de los azucareros ha visto decaer, en el mismo grado, su potencia; otras categorías lo han sustituido en el predominio. Mientras duraron las buenas cotizaciones, o la esperanza de que retornaran, la “industria azucarera”, como a si misma se llama, pudo vivir de su pasado. Hoy, esfumada esa esperanza, y colocada en el trance de solicitar el subsidio del Estado, le es imposible disimular su mal humor. La difícil represión de su disgusto, es seguramente la causa de ese aire ofendido con que responde a sus interlocutores.
Los azucareros pretenden que el Estado los subvencione para afrontar airosamente una crisis que los sorprende impreparados, por culpa en no pequeña parte de su gestión técnica y financiera. Para esta demanda, alegan razones que, dentro de su criterio económico, son sin duda atendibles. Pero quieren, además, que no sean públicamente controvertidas. Y porque no ocurre así, su personero se muestra acérrimamente fastidiado.
Los dineros que la industria azucarera pide que sean empleados en su servicio son, sin embargo, los dineros públicos. Los más modestos contribuyentes, los más humildes ciudadanos, tienen incontestable derecho a exponer, sobre ese empleo, las consideraciones que les parezcan de su conveniencia. No hablemos ya de los periódicos, a los que hay que suponer representantes de corrientes, de tendencias de la opinión. He aquí algo que para cualquiera que gestione un subsidio fiscal, debería ser obvio.
Para quienes estén familiarizados con los aspectos de nuestra psicología social y política, el tono ácido y perentorio de los azucareros no puede, empero, ser motivo de sorpresa. Corresponde, perfectamente, al arrogante estilo de hacendados que este grupo de latifundistas ha acostumbrado siempre en sus relaciones con sus compatriotas.
Pero esta no es sino la parte formal de la cuestión y, aunque se presta a muy entretenido psicoanálisis, no puedo restar, por el momento, mayor lugar a la atención que debemos a la parte sustancial.
La industria azucarera, como conjunto de empresas privada, confiesa tácitamente su quiebra. No le es posible subsistir sin el subsidio del Estado. Su demanda de asistencia, plantea esta cuestión: ¿Existen suficientes razones de interés colectivo para sostener a esta industria, en sus actuales condiciones, a costa de un cuantioso gravamen al tesoro público? Los azucareros están quizá demasiado habituados a hablar a nombre de la agricultura nacional. Pero desde hace algún tiempo, los hechos se oponen a este hábito. El azúcar, desde 1922, ha perdido el primer puesto en la estadística de nuestras exportaciones agrícolas. El algodón lo ha sustituido en ese puesto; y, si se tiene en cuenta el crecimiento de algodón a expensan de la caña, el desplazamiento parece definitivo. No es, pues, junto con las perspectivas pesimistas del mercado azucarero, el caso de presentar la crisis de los azucareros como la crisis de nuestra economía agraria. El algodón y el azúcar son solo los productos de exportación de la agricultura costeña. La agricultura provee, ante todo, al consumo de la población. Esa no es la producción registrada puntualmente por las estadísticas, no la representación por los hacendados de la Sociedad Nacional Agraria; pero es la más importante. La estabilidad de nuestras importaciones, demuestra que por sustancias alimenticias pagamos anualmente al extranjero más de cuatro millones de libras, esto es aproximadamente lo mismo que nos reporta la venta del azúcar en el exterior. Y esto quiere decir que en un desarrollo de la agricultura y la ganadería, y las industrias anexas, dirigido a la satisfacción de las necesidades de nuestro consumo actual, podemos encontrar la compensación de cualquier baja en la exportación de azúcar. No estamos en presencia, bajo ningún punto de vista, de la crisis de una industria a la que se pueda estimar como una base insustituible de nuestra economía.
Que esa industria, no obstante el favor de que por notorias razones políticas sociales ha gozado y los años de prosperidad que ha conocido durante el período bélico, no ha sabido organizarse técnica y financieramente en modo de resistir a una crisis como la que hoy confronta, es un hecho que, aunque sea displicente y aburridamente, tienen que admitir los propios azucareros. Las posibilidades de concurrencia, con otros centros productores, en distantes mercados de consumo, han residido, -residen todavía- en el bajo costo de producción, léase en los salarios ínfimos, en el miserable standard de vida de las masas trabajadoras de nuestra hacienda. La cuestión del aprovechamiento de los sub-productos está intacta. El consejo de que se busque en su solución uno de los medios de asentar la industria azucarera en cimientos estables, ha sido recibido por el Señor Basombrío casi como una recomendación hostil e impertinente. I si la industria azucarera está en riesgo de quedar reducido, como extensión a los límites de los valles de La Libertad, donde las dos grandes son las de “Casa Grande” y “Cartavio”, centrales de beneficio, resulta que las negociaciones nacionales se han dejado batir en toda la línea por sus competidoras extranjeras.
En estas condiciones, ¿qué interés nacional, que razón económica puede existir para mantener, mediante subsidios del fisco, esto es mediante un sacrificio de los contribuyentes, la gestión privada de la industria azucarera? Si esta industria está muy lejos de representar el bienestar de la población trabajadora a la que debe sus utilidades pasadas; si en su periodo de crecimiento y prosperidad no ha manifestado aptitud para resolver sus problemas técnicos y financieros; si ahora mismo tomando las objeciones y el debate de demanda de subsidio como una enfadosa intervención de la curiosidad pública en asuntos de su fuero exclusivo, acusa lo poco que ha revolucionado la mentalidad de sus dirigentes, no se ve la conveniencia que puede haber en concederle, sin la garantía de que será suficiente para ayudarla a superar su crisis, la subvención que solicita. Ha llegado, más bien, el caso de que se considere una cuestión más amplia y seria: la de la oportunidad de ir a la nacionalización de esa industria, como único medio seguro y racional de evitar que sus vicisitudes futuras de reflejen dañosamente en la economía general del país. El Estado tiene suficiente solvencia para una empresa de esta magnitud.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de César Falcón, 11/5/1929

Madrid, 11 de mayo de 1929
Querido José Carlos:
No puedo decirte en una carta cuanto me propongo decirte de todos nuestros asuntos. Así, te escribiré una serie de cartas. Esta es la primera.
Ante todo, mil gracias por tu cariñoso artículo sobre El Pueblo sin Dios. Me ha parecido admirable. Es lo mejor de cuanto se ha escrito sobre el libro, y lo es, por su justeza en la apreciación crítica y por el acendrado cariño tuyo al tema. Me ha gustado mucho— y ya lo ves— no tengo ninguna objeción a él, cosa también de veras singular.
En estos días estamos en los afanes de constituir la sociedad anónima Historia Nueva para lanzar la revista en octubre. Acabamos de emitir las acciones. Pero queremos colocar un buen número en los países hispanoamericanos para darle así a la empresa una base económica hispanoamericana y no hacerla solamente una empresa hispánica teórica. En el Perú estoy desorientado. No sé a quiénes pedirles su concurso. Por esto adjunto unas cuantas cartas firmadas y sin nombre con otros tantos folletos para que tú me hagas el favor de dirigirlas y enviarlas a quienes te parezcan más capacitados por su actitud espiritual y sus recursos crematísticos para incorporarse en la empresa. Sólo te ruego hacerlo enseguida, porque es necesario colocar todas las acciones cuanto antes.
Te seguimos mandando los libros de la Central de Ediciones y Publicaciones, pero todavía, según me han dicho aquí, no han recibido respuesta alguna de Minerva. Ocúpate en normalizar enseguida todo esto, porque Historia Nueva ha adquirido un gran impulso en estos últimos meses y ya estamos manejando un volumen considerable de intereses. Mi propósito es que Minerva se constituya en nuestro corresponsal en el Perú y se encargue de repartir, propagar y cobrar nuestros libros y publicaciones en las librerías del Perú. Pero, te repito, es indispensable organizar este servicio inmediatamente, porque nosotros estamos distribuyendo ya, entre nuestros libros y los de otras editoriales, cuatro o cinco libros mensuales. Además, queremos tener perfectamente organizado el mecanismo distributor para cuando salga la revista.
Yo voy a regresar a Londres mañana. Pero volveré a Madrid el mes próximo. Te seguiré escribiendo desde Londres.
Cariñosos recuerdos para Anita, besos para tus hijos y lo mismo de parte de Irene y de mi hijo. Te abraza fraternalmente
César

Falcón, César

Carta de Blanca Luz Brum, 13/5/[1929]

Buenos Aires, 13 de mayo [de 1929]
Queridísimo Mariátegui
hace no sé cuántos años que no sé nada de Ud. estoy casi enojada.
dígame si no recibe mis cartas y mis poemas. ahora le envío otro. yo no quiero que Amauta me olvide; Yo estoy celosa. Tengo cosas interesantes que chismearles pero temo no las reciba.
tengo una carta de Serafín Delmar muy estúpida y muy envenenada contra ustedes. A mí me da asco esa gente que viene sembrando la discordia sistemáticamente, debe Usted estar alerta. Nosotros somos más que nunca suyos su espíritu es motivo de admiración casi religiosa para mí, yo soy brutalmente mariateguista—
hasta que me muera y después de muerta en Eduardo, mi hijo.
lo respeto y lo admiro profundamente. nunca sentí la presencia de un espíritu tan fuerte y hermoso como el suyo, tiene yo no sé qué cosa superior y extraña, algo de santo guerrero, perdone estas expansiones mías pero quiero que sienta nuestra adhesión verdadera y sangrienta por sobre todas las canalladas y las envidias ¿recibió Guerrilla? mandé 50 ejemplares, dirigidos a minerva con un sobre de camauflage. ¿qué es el apra? yo no lo entiendo ni quiero entenderlo. yo soy revolucionaria sin cartelito— ¡Saludos! hermano
Blanca Luz

Blanca Luz Brum

Carta de Armando Rivera, 18/5/1929

Mi querido y recordado amigo Mariátegui:

Me permito presentarle al amigo, Sr. Julio M. Delgado, quien va a esa a continuar sus estudios en la Facultad de Jurisprudencia.

El amigo Delgado es un fervoroso amigo del indio y se ha preocupado seriamente de sus problemas. Entre los jóvenes de la Universidad de Arequipa, es de los más estudiosos y trabajadores.

Al presentárselo se lo recomiendo con especialidad.

Muy agradecido, aprovecho la oportunidad para enviarle un afectuoso y cordial abrazo.

Suyo.
Armando Rivera

Arequipa, 18 de mayo del 1929

Sr. Don José Carlos Mariátegui
Lima

Rivera Bodero, Armando

Carta de Nazario Chávez Aliaga, 20/5/1929

Caxamarca, 20 de mayo de 1929
Mi distinguido compañero Mariátegui:
Estoy adjuntando a la presente unos versos para Amauta.— Su carta me ha traído la satisfacción lejana, después de algún tiempo que me olía a labor recargada, cuando no a nueva situación de Amauta.— Labor y Amauta, recibimos muy tarde, generalmente después de aquí se lee, razón que demora nuestra nota de anuncio, con su respectivo sumario.—En breve enviaré a Ud. unos cuantos céntimos para que nos envíen Labor.— Supongo recibirá U. El Perú, cuyas campañas en favor del indio, como habrá tenido U. de ver, es radical y fuerte y va más allá de la técnicas, horadando el sentido práctico. Ojalá reprodujera U. en Amauta algunos artículos referentes a esta defensa que los encontrará en nuestro diario.
Juntamente con mi envío he de alcanzar un giro para una colección de Amauta que no logré adquirirla. Mis deseos son grandes en ayudarle en su enorme campaña idearia, desgraciadamente, somos los calatos los que nos interesamos por la nueva vida.
Entretanto, lo abraza su amigo y compañero
Nazario Chávez
Naxachá

Chávez Aliaga, Nazario

Carta de Waldo Frank, 28/5/1929

Mi gran y querido amigo,
acabo de recibir su carta del 30 de abril. Me allegro que ha podido Ud. hacer una cura, espero que su salud va acrecentarse. No sé, como decirle mi gran admiración para su obra y para el carácter alto y puro que entreveo en ella. No hay nada en mi viaje por Hispano-América que me da una allegría tan honda que lo que voy á conocerle. Soy seguro que Ud. se pregunta, de vez en cuando, que es mi actitud enfrente del problema marxista y comunista. Es lo que debo explicarle, cuando estemos juntos. Ud. deberá saber por qué no pertenezco á ninguno grupo político ni litterario, aquí: por qué me encuentro muchas veces opuesto á lo que están haciendo los “revolucionarios” de los EE.UU.; y por qué mi último libro ha acentuado lo personal, y ha mostrado ninguna confianza en el movimiento actual revolucionario en mi país. Es, en una palabra, ¡que ese movimiento no existe! Lo que hoy es feo, estúpido, impotente y impregnado de los mismos valores que los capitalistas: (con mucha menos inteligencia que ellos). Ud. comprenderá todo eso, cuando hemos charlado.
Me apresuro, mientras, a decirle que mi simpatía para Ud. y Amauta no se limita á lo artístico. Y, si doy conferencias en Lima, veré que una parte de lo que gano se vuelva á Amauta —puesto que su revista necesita dinero. Es —de todas las revistas americanas que conozco— la que me interesa lo mas.
En fines de junio, estaré en México. En setiembre, estaré en Buenos Aires.
con la mas completa devoción
soy suyo
Waldo Frank
Gracias de los libros. Voy a preparar una colección. Pero insisto que Ud. escriba una introduccion. Será pagado, naturalmente. Hablaremos de eso.
173, Riverside Drive
N.Y.

Frank, Waldo

Carta de Tristán Marof, 29/5/1929

México, 29 de mayo de 1929
Mi querido compañero Mariátegui:
Ahí le incluyo un artículo para Amauta. Procure insertarlo en su número más inmediato. Arguedas me ha atacado en París con tanta injusticia como deshonestidad. Me llama profiteur, coquin y otras cosas. Y usted sabe, saben todos que yo no he hecho otra cosa que darme por entero a la causa proletaria, renunciando fortuna, situación, privilegios. Recuerdo que estando en prisión, Taborga, el jefe del nacionalismo me quiso comprar con promesas diciéndome que Siles aceptaba una reconciliación conmigo y que me nombraría su Ministro. Yo le dije a Taborga que si no había podido fusilarme Siles quería fusilarme moralmente. Ahora Arguedas se lanza contra mí por haber sido nombrado Ministro de Bolivia en Colombia. Yo vivo pobre y trabajosamente gano el pan. No hay un solo ciudadano entre los míos que me acuse de aprovechador y deshonesto. Hasta mi dinero he empleado por levantar a los indios.
Un abrazo de su amigo que lo aprecia grandemente
T. Marof.

P.S.—En la revista de economía hay un juicio bastante interesante sobre su último libro por Humberto Tejera, buen amigo mío, a quien le presté el libro que tuvo la gentileza de enviármelo. Le envío en paquete separado.
Escriba al recibo de esta carta, aunque sean unas líneas a esta dirección: Sr. Gustavo Navarro, Calle de Sinaloa 73, México D.F.
Le ruego encargar que corrijan con un poco de cuidado en la imprenta mi artículo.

Marof, Tristán

Carta de Alfredo Palacios, 6/1929

La Plata, junio de 1929
Señor Profesor
doctor José Carlos Mariátegui
Lima
Nos complacemos en expresarle que hemos sido designados Director y Redactores de los Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata.
En tal carácter, rogámosle quiera enviarnos una colaboración para el número correspondiente a este año. Su trabajo, que honrará nuestra Revista puede Ud. remitirlo antes del mes de setiembre.
Muy gratos a su atención, le saludamos con particular estima
Alfredo Palacios
José Peco
Luis Mendez Calzada
Alfredo Schaffroth

Palacios, Alfredo

Carta a Moisés Arroyo Posadas, 5/6/1929

Lima, 5 de junio de 1929
Estimado compañero Arroyo Posadas:
Acuso recibo inmediato de su interesante carta, sobre cuyos tópicos me prometo escribirle más extensamente, cuando tenga su respuesta. Todas las noticias que Ud. me trasmite, son del más vivo interés para el orientamiento definitivo que actualmente adquiere nuestra labor.
Acojo con simpatía y adhesión su iniciativa para crear en Labor una página dedicada a los comuneros indígenas. Nuestra idea es contribuir a la organización de un pequeño periódico destinado expresamente al campesinado indígena. Se llamaría El Ayllu. Pero mientras este proyecto toma cuerpo, la página de Labor que Ud. sugiere llenaría la misma función.
Esperamos la respuesta de otros núcleos de simpatizantes encargados de organizar la difusión de Labor para continuar puntualmente la publicación de nuestro quincenario, en el que debemos ver el germen de un futuro diario socialista.
He escrito hace unos quince días a Espinoza Bravo, contestando a sus últimas. Le hemos remitido una serie de copias que debe comunicar a Ud. y otros compañeros, si no lo ha hecho todavía. Avíseme si ha recibido mi carta y demás informaciones.
Salude a Monge, Espinoza y otros amigos y reciba el más cordial saludo de su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui
P.D.—Convendría que el Círculo Obrero o el grupo organizador de la Federación Regional Obrera del Centro, se dirija a El Trabajador Latino-Americano, Calle 9 de Abril 1653 esquina Gaboto, Montevideo, solicitándoles el envío regular de esta revista en la cantidad que se calcule necesaria. Es el órgano de la Confederación Sindical Latino-Americana, que debe haber quedado definitivamente constituida en el gran congreso sindical que acaba de celebrarse en Montevideo, y en el cual han estado representados más de 800.000 obreros organizados de la América Latina. —Escriba Ud., en el acto, pidiendo como colaborador nuestro en esa región, una colección completa del periódico, que se vende a sólo diez centavos ejemplar, con descuento para los agentes. V.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de E. Rodríguez Escobedo, 7/6/1929

Arequipa, 7 de junio de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui,
Lima.
He recibido su Libro 7 Ensayos— cariñosamente dedicado, lo que me ha llenado de júbilo. Algo o parte del contenido conocía yo antes de la publicación y luego a la llegada de los primeros ejemplares a esta ciudad; pero este volumen tiene especial significación para mí. Soy un ferviente admirador de su obra, inútil sería que quisiera extenderme en comentarios al respecto. Mil gracias.
Su dinamismo fortifica enormemente todos los sectores de esta región, me refiero solamente a la parte de la juvenilidad inquieta; Ud. debe darse cuenta meditada de su significación histórica y no cejar un punto su admirable fecundidad. Muy bueno sería que se hiciera un viaje por toda esta región sureña, le resultaría provechosísimo y cuánto significaría a nuestro esfuerzo. Es casi imprescindible esto.
Por aquí se trabaja por la común causa en la medida de las posibilidades. Allá tienen Uds. más libertad y medios. Esto no es el Perú que se conoce.
Repito mis agradecimientos y me reitero fraternalmente
Rodríguez E.

Rodríguez Escobedo, E.

Carta de Guillermo R. Hohagen, 8/6/1929

Paysandú, Uruguay, 8 de junio de 1929
Camarada Mariátegui:
Hace mucho tiempo que no tengo noticias suyas; sin embargo, confío, como confían todos los que nos hallamos luchando por la libertad del Perú, en que proseguirá Ud. siempre con la misma entereza defendiendo al pueblo que ha humillado el déspota Leguía.
Nada sé de Blanca Luz ni de Miró Quesada, ni de Manolo; presumo que continuarán orientando al Apra por el verdadero sendero.
Yo resido desde hace cerca de un año, en este pueblo uruguayo, hidalgo como los pueblos del Perú antes de la dictadura de los Leguías, y en donde la libertad y la democracia es efectiva e inculcada desde la niñez en las enseñanzas escolares. Aquí la vida tiene un gran encanto; los que luchamos contra las tiranías del mundo encontramos fuerzas estudiantes y obreros que nos secundan, por eso he sido uno de los que ha querido que Ud. venga con su palabra vibrante a contar a los hermanos del Uruguay el dolor y la agonía del pueblo peruano; y ojalá así sea. Creo que es en el Uruguay donde debe formarse con estudiantes y obreros, el grupo revolucionario más grande de América. Aquí, donde se recibió al presidente Hoover al grito de ¡Viva Sandino! ¡Viva Nicaragua! ¡Abajo el Imperialismo Yanqui!!
Tengo especial interés en que designe Ud. corresponsal de Amauta en Paysandú, a Julio Armando Speroni Venner; éste es un muchacho inteligente y capaz de desempeñar con brillo la misión que Ud. le encomiende. Vinculado con el elemento estudiantil y con el obrero, también, laborará, como lo está haciendo ya, por el fiel cumplimiento del programa que imponen las actuales circunstancias a la juventud americana: lucha contra las dictaduras del mundo; emancipación económica del capitalismo yanqui y defensa de nuestra hegemonía americana, amenazada por el principio intervencionista del Imperialismo norteamericano. En fin, la mejor presentación que puedo hacer de mi recomendado es adjuntarle el recorte que ha publicado hoy el diario más importante de Pdú.
Al designarlo le ruego le envíe el carnet correspondiente y algunos ejemplares para hacerle propaganda y para la venta también.
Estoy editando la Guía Hohagen— del departamento de Paysandú y es muy probable que la impresión se haga en Alemania por convenir así a mis intereses. Desde allá le enviaré mis noticias. Aunque Ud. me ha designado corresponsal de Amauta, quisiera que me envíe el carnet que me ofreció. Puede ser que tenga necesidad de él en Europa y también me servirá para representar a nuestra Revista en algún acto.
La dirección de Speroni es: Calle 8 de octubre y Piedras. La mía, Hotel Concordia. Paysandú las dos.
Perdóneme que no le haya enviado alguna colaboración; estoy atareadísimo y no me queda tiempo para nada.
Le desea muchos éxitos su camarada y amigo
Gmo. R. Hohagen

Hohagen, Guillermo R.

Carta de The University Society Inc., 8/6/1929

Lima, 8 de junio de 1929
Sr.
José Carlos Mariátegui
Imprenta y Editorial Minerva
Ciudad
Muy señor nuestro:
Acusamos recibo de su apreciable del 6 del pte. y lamentamos comunicarle, que nos es imposible aceptar su propuesta sobre la garantía que Ud. ofrecía a favor del Sr. José Saldarriaga, por cuando Ud. se comprometió mancomunadamente con este señor por el total del crédito que le dimos, y sin condición alguna, sobre si era o no su empleado.
Sin otro particular, quedamos como siempre
Attis y ss.ss.
pp. The University Society Inc.

The University Society Inc.

Carta a Samuel Glusberg, 10/6/1929

Lima, 10 de junio de 1929
Muy estimado amigo y compañero:
Contesto sólo hoy su carta última, porque había querido hacerlo con el envío de los originales de mi Defensa del Marxismo. Pero no he podido concluir aún, por excesivas ocupaciones, la revisión de los originales, y no quiero que esto retarde más mi respuesta. El trabajo está terminado, el texto de la obra completa, pero me faltan todavía algunas notas y la revisión de las últimas cuartillas. Los ensayos de El Alma Matinal, irán enseguida. Tengo que ocuparme al mismo tiempo de estos dos libros y de uno, sobre política peruana, que debo entregar a Historia Nueva de Madrid. (A propósito de Historia Nueva. Si no tiene Ud. relaciones con César Falcón, su animador y organizador, me alegrará mucho contribuir a que Ud. y él se conozcan mejor. Falcón es un gran espíritu. Escríbale a Londres, que él también le escribirá a invitación mía).
Le debo, ante todo, la expresión de mi reconocimiento por su artículo de La Vida Literaria. Se reconoce, en todas sus partes, al autor. Como siempre, es Ud. muy generoso conmigo. La Vida Literaria está mejor en su nuevo formato y presentación. En el próximo número de Amauta sale una nota sobre su periódico, que hace Ud. bien en mantener, contra la indiferencia de los editores. Lo encuentro necesario, más aún irremplazable. Buenos Aires es una ciudad de suficiente categoría para alimentar a una gaceta literaria hispanoamericana que afirme suficientemente nuestro propio meridiano. México y Buenos Aires son los dos grandes centros de Latino-América. Pero México está demasiado lejos de Sud-América y no está todavía en aptitud de sentir, en estas cosas, un nacionalismo continental. Buenos Aires, materialmente, tiene mucha más capacidad para la empresa. Me asombro de que aún no haya podido surgir ahí una gran casa de ediciones, poderosa al menos tanto como cualquier gran editorial española.
Dedicaré en breve un artículo a los magníficos ensayos de Henríquez Ureña, a quien como crítico clasifico, por su gusto, su cultura, su criterio, entre los mejores, entre los únicos. Necesito antes releer su libro. —Le enviaré también la colaboración que me pide sobre el tópico del hispanoamericanismo.— Antes irá un artículo literario que quizá alcance este mismo correo.
Envié mi libro a Henríquez Ureña. Le ruego preguntarle si lo ha recibido. Desconfío del correo peruano, a cuyo celo policial debo todos los días pérdidas de libros y correspondencia.
Me acosa aquí, en general, la represalia siempre cobarde de toda la gente que combato o que, simplemente, desprecio por su estupidez, su mediocridad, su arribismo. Por eso, se apodera de mí con frecuencia el deseo urgente de respirar la atmósfera de un país más libre. Si no me apresuro a satisfacerlo es, más que por mi invalidez física, de la que todavía no me he curado en lo posible, por no dar la impresión de que abandono, cansado y vencido, mi lucha. —Mi libro no ha merecido sino una nota de Sánchez, en la prensa de Lima. Tengo noticia de un estudio de Jorge Basadre, que se publicará en La Nueva Revista Peruana, próxima a aparecer, fundada por el ex-comité director de Mercurio Peruano (Ulloa, Ureta, Iberico) y de una crítica de Belaunde que saldrá en Mercurio. Más bien, en los diarios de provincias se ha dado paso a cariñosos comentarios. No hace falta decir que se prodiga atención y elogio a la obra de cualquier imbécil.— A esta pequeña conspiración de la mediocridad y del miedo, yo no le haría ningún caso. Pero la tomo en cuenta porque, en el fondo, forma parte de una tácita ofensiva para bloquearme en mi trabajo, para sitiarme económicamente, para asfixiarme en silencio.
Si le es posible, haga que me envíen como canje La Vanguardia. Yo les he enviado Amauta y mi libro. Que la dirijan a Sandro Mariátegui Chiappe - Washington izquierda 544-970 para que se la roben menos en el correo.
Con la promesa de escribirle de nuevo, con mis originales, lo abrazo con mis más cordiales sentimientos de amistad y devoción
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a José Malanca, 11/6/1929

Lima, 11 de junio de 1929
Querido Malanca:
Esta es la primera carta que le escribo y tiene Ud. que perdonarme considerando el trabajo que pesa sobre mi flaca salud. Después de su partida estuve sufriendo un amago reumático muy molesto. Me curó la diatermia y me repuse luego pasando la tarde en La Herradura, tratamiento magnífico que me restableció y fortaleció como ninguno, pero que reducía mi jornada de trabajo a las cortas horas de la mañana.
He recibido sus gratas cartas, reconociendo en cada línea, en cada palabra al nobilísimo amigo, al excelente camarada que es Ud.—Gracias por todo, particularmente por su recuerdo vigilante y fraternal.— Las fotografías nos han parecido a todos muy "riuscite". Mis dos retratos son inmejorables. La cabeza le ha gustado mucho a Sabogal y a todos los amigos que la han visto. Mi madre encuentra superior aún la instantánea de la silla.
Trabajamos con la misma fe y la misma voluntad que antes y con mucha más disciplina y coordinación. Amauta vive y Labor, momentáneamente suspendido, reaparecerá pronto. Estamos reorganizando su economía.— Escriba Ud. siempre a los muchachos de Puno, Cuzco y La Paz, para que no les falte, con la ausencia, su tónica y estimulante palabra, toda sinceridad y espíritu.
Tengo siempre noticias de Waldo Frank, quien me habla de su encuentro con Ud., que le ha sido muy grato. No tengo, en cambio, noticia de Anita Brenner. ¿Se entrevistó Ud. con Earle K. James, del New York Times?
No sé aún si ha entrado Ud. en contacto con los camaradas peruanos de México. Le adjunto una carta para uno de ellos, Esteban Pavletich, que me escribió no hace mucho de Mérida y cuya dirección exacta, si no se encuentra de nuevo en la capital, puede Ud. obtener escribiéndole al apartado 1524, México D.F.
La labor que Ud. puede realizar cerca de los compañeros de México, en el sentido de coordinarlos, y de explicar a los que incurrieron en ella, la necesidad de superar y rectificar la desviación ‘nacionalista’ que ha liquidado teórica y prácticamente al Apra. Le seguiré escribiéndole e informándole, seguro de que Ud. hará uso correcto de estos informes, reservándolos a los interesados.
Con afectuosos saludos de todos los compañeros, y muy especiales de los míos, lo abraza su amigo y compañero devotísimo
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

"Un homme se penche sur son passe" por Constantin-Weyer

Aún sin la consagración del premio Goncourt, este libro de M. Constantin Weyer, “tan extraño al gusto del día como un traje de cow-boy en la Avenida de la Opera”, tal vez por esto mismo no se confundiría en los densos rasgos de la producción francesa de 1928, con las novelas de éxito común. Constantine-Weyer tiene desde su novela “Manitoba” un sitio destacado y propio entre los novelistas franceses contemporáneos. “Un homme se penche sur son passe” confirma cualidades de narrador potente que ya nos había revelado. La Academia Goncourt no se ha anticipado, en este caso, al veredicto del más atento público y de la más justiciera y vigilante crítica.
Constantin-Weyer es un hombre que ha invertido el itinerario de Arthur Rimbaud. El poeta extraordinario de “Illuminations” dejó la literatura por la colonización. Constantin-Weyer escribe sus novelas, de regreso de su aventurosa existencia de domador de la pradera canadiense y de explorador del Grand Nord. Es un pionnier que escribe y que, por este hecho, cesa quizá de ser pionnier. El itinerario de Constantin-Weyer es, necesariamente, más moderno, más actual, y en esto se conforma al principio rimbaudiano –“il faut entre absolument moderne”-; pero había más grandeza en el destino de Rimbaud. La literatura de Constantin-Weyer se alimenta de su rica y fuerte experiencia de hombre. Por sus libros circulan la sangre de su existencia que en la plenitud ha encontrado un sano equilibrio vital. Pero el hombre que se agita y vive en esta literatura ha terminado. ¿Qué es hoy M. Constantin-Weyer? El título de su libro nos da la respuesta. Por independiente que sea de su protagonista, el mismo es también “un hombre que se inclina sobre su pasado”.
La epopeya del Canadá, como episodio espiritual del mundo capitalista, ha concluido. La pradera, limitada, conquistada, industrializada, hace ya mucho tiempo que no ofrece el ímpetu nómade, al galope libérrimo del colonizador del Canadá perspectivas infinitas y salvajes. El protagonista de Constantin-Weyer que en esto se identifica con Constantin-Weyer llega tarde al Canadá, para participar en esta etapa, heroica y absolutamente individualista de la epopeya canadiense. Tiene la nostalgia del tiempo de los “scalp”, que él no había jamás conocido. Pero la pradera, colonizada, dispone aún para retorno de la fuerza cautivante de toda creación, de toda conquista. “La marisma, el bosque y el clima mismo, estos humildes labradores, los O’Molley, los Mac Pherson, los Grant, los Campbell, los Jones, los Atkins, los Lavallés, los Brosseault, Irlandeses, Escoceses, Ingleses, Canadienses, Franceses, todos los verdaderos obreros del Imperio trabajan aquí por la prosperidad y el desarrollo de la gigantesca empresa bajo el signo de la Unión. Hermoso espectáculo todavía, propio para ocupar algunos años de mi vida”.
El protagonista de Constantin-Weyer, demasiado propenso a la aventura, a la andanza, es incapaz, sin embargo, de contenerse indefinidamente con este destino sedentario. La gracia lozana, la atracción fresca de Hannan O’Molley, prometida de un irlandés, pero pronta a sonreír a un frenchy gallardo, diestro a la doma de potros, dueño de esa extraña seducción del extranjero, lo fijan temporalmente en una colonia de irlandeses perezosos y escoceses puritanos. Mas el ritmo de la novela no se acordaría con una existencia agrícola. Frenchy es un ser fundamentalmente viajero, vagabundo. su objeto no es mostrarnos un retazo colonizado y productivo de la pradera. Ya que la pradera ha perdido los encantos bárbaros de su primitividad americana, nos llevará lejos, a la región de las nieves y de los lobos. Frenchy sabe ser alternativamente cow-boy, cazador, colono. Carece del apego al agro del campesino francés. Tiene, más bien, un instinto bohemio, andariego, inmigrante. No ha venido al Canadá para presidir patrióticamente las veladas de una familia numerosa en una alquería próspera. Este instinto lo ha conducido otras veces al Norte donde ha aprendido como ninguno a guiar una brava y veterana jauría. No son las ganancias de un buen acopio de pieles las que lo mueven a amar las largas y duras andanzas del cazador, es su gusto por la aventura, por el riesgo, por el empleo total, pleno, victorioso de sus sentidos y sus energías. Lo acompaña un compatriota, Paul Durand, que morirá en el viaje. El relato de este viaje es quizá la parte más bella de la novela. Constantin-Weyer logra admirablemente la expresión del esfuerzo gozoso y tremendo del explorador. Hay algo como una poesía bárbara y darwiniana en la victoria del hombre que atraviesa la estepa inmensa, en la voluntad sana del cazador que bebe a grandes sorbos la sangre caliente y tónica del lobo que acaba de matar, en la herida borbotante.
Montherlant se esmeraría narrando estas cosas, en la apología exultante del instinto, en la exaltación pagana de los sentidos. Contra su intención incurriría en un exceso decadente y literario. Constantin-Weyer es bíblicamente sano y simple en la aversión de la lucha, de la pena y de la alegría del explorador. La conquista de la estepa, la caza del lobo no son posibles como deporte mórbido. Un descendiente espiritual de Barrés puede buscar su placer en el diletantismo del toreo; pero le sería siempre inasequibles los goces severos y difíciles de Constantin-Weyer en su posesión del Canadá.
Y el destino de Frenchy, en el tercer tiempo de la novela continúa reacio a la domesticación agrícola. El pionnier desposa a Hannah, pero algo tendrá que arrancarlo de su tierra y de su hogar de colonizador. La floresta, la caza, bastan por el momento a su apetencia de viaje, a su hábito de lucha. Mas Frenchy sentirá de nuevo una necesidad absoluta de partir de nuevo. El drama lo liberta de esta paz monótona, sedentaria, agrícola. Frenchy vuelve a ser corredor intrépido de tierra del Norte montaraces y primitivas. Vuelve a ser más plena y patéticamente que nunca cuando persigue con instinto de cazador al hombre, al rival que huye con su mujer y su hija. Y solo el drama puede detenerlo: la cruz de pino clavada por los culpables sobre la tierra donde reposa la niña muerta, en la penosa marcha.
La novela termina con esta nota de piedad. Porque el dolor también en esta vida que, sin dolor, sería menos humana, menos fuerte y menos verdadera. Y la más pura excelencia del arte de Constantin-Weyer es que sabe ser siempre fuerte, humano y verdadero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Guillermo Buitrago, 12/6/1929

Jujuy, 12 de junio de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima
De mi mayor aprecio:
Desde hace algún tiempo sentía la necesidad de escribirle, siempre retardada, no tanto por el trabajo y los viajes, sino en la espera de un descanso para ordenar las impresiones, reflexionar, y pensar, lo más profundamente posible, en la verdadera orientación. La indudable que ella no puede resultar de pensamientos prestados en el estudio, sino por la propia experimentación, reflexión y esfuerzo.
El pueblo argentino, como todos, tiene un grande problema, lleno de interrogantes angustiosas. Es necesario revelar su mezquina realidad, puesto que la inmensa mayoría, extremadamente individualista, marcha en pos del oro. La política triunfante tiene un nombre significativo: Personalismo. Este pueblo carece de personalidad: es la íntima verdad. Todas sus manifestaciones espirituales o de realidad práctica, van encajadas en un monde único fabricado en Europa. Una ciudad enseña a todas; y una casa, cualesquiera, dice de la idiosincrasia burguesa y capitalista. Ayer, al examinar el panorama artístico y encontrarle vacío de una personalidad americana, decíamos: Lógico, puesto que nos es adversa la tradición y el factor étnico. Pero surge Guiraldes y comprendemos que no es ese todo el problema.
Ud. conoce la triste verdad: Guiraldes ha muerto y ya no contamos con ningún otro, Pero sí, puedo afirmar, que existen hombres dispersos- en cuyas almas se abren los grandes horizontes colectivos. De ellos y de mi plan de acción quiero hablarle.
Bien sabemos queden todos los pueblos da indo-america, es imperioso un retorno como el verificado en Mejico. Nuestros pueblos carecen de una conciencia americana, y la realidad va demostrando que el no poseerla significa la ruina. El acercamiento de estos pueblos, por medio del conocimiento y la comprensión de si mismos, sería un enorme paso favorable. Creemos que a la juventud corresponde esta misión, y sobre todo a los artistas.Sería necesario que en los grandes centros artísticos e intelectuales de Buenos Aires, esta idea se afianzara con hondas raíces. Ellos cuentan con un poder que subordina a la sociedad burguesa y al pueblo, porque allí están casi todos los hombres “consagrados en Europa“. Estos centros culturales, sobre todo el llamado “Camuatí", propenderían al conocimiento y unión de todos los artistas y hombres de ciencia y letras de America-latina. Cada reunión semanal sería dedicada a una República; en estas reuniones, que de antemano ya contarían con el material enviado por el pueblo correspondiente, se darían a conocer la poesía, música, pintura, escultura, literatura, arquitectura y el periodismo, como también las ideas obscuras que aun están en germen en el corazón de los pueblos que sufren, y por las cuales se desea luchar.
Ya he pedido algo de esto a Cerruto y Sánchez Malaga -en la Paz. Pero antes es necesario ir a Buenos Aires - y conquistar uno por
uno a los socios de “Camuatí", Esto pienso realizarlo el próximo mes. En tanto, en esta ciudad de Jüjuy, cuento con dos valiosos colaboradores: el pintor Adolfo Montero- y el dibujante Luis L. Cuevas.
Este mismo movimiento debería llevarse a cabo en otras Repúblicas que cuenten con centros suficientes. En alguna tendrá que prosperar.
Yo le pondré al corriente de lo que vaya aconteciendo en Buenos Aires. Como también, si resultare, le pediré colaboración de Lima y Arequipa, porque ya conozco a los muchachos del Cuzco y Puno.
Saluda Cd. atte

Buitrago, Guillermo

Carta de Celestino A. Manyari, 14/6/1929

Jauja, 14 de junio de 1929
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Muy señor mío:
Tengo el alto honor de comunicarle, para su conocimiento, que en el mes de abril del presente año, un grupo de alumnos intelectuales del Quinto año del Centro Escolar nº 501 de Jauja, organizamos una institución con el prestigioso nombre José Carlos Mariátegui . Quién denominó este nombre de un hombre de avanzada que trata de la igualdad de la raza indígena, es el Delegado que abajo suscribe.
Oportunamente envié para Ud. "El Escolar" nº 1. Hoy adjunto a la presente el nº 2.
De Ud atto. y humilde servidor
Celestino A. Manyari
Delegado del Club José C. Mariátegui

Manyari, Celestino A.

Carta de Fortunato Zora Carbajal, 15/6/1929

Tarata, 15 de junio de 1929
Señor
José Carlos Mariátegui,
Director de la revista Amauta.
Lima.
Muy señor mío:
Apreciando debidamente la elevada labor de cultura que viene desarrollando la importante revista que Ud. dirige y confiado en la benévola acogida que presta a las colaboraciones sobre temas andinos, me permito enviarle, junto con la presente, dos composiciones vernaculares, rogándole se digne, si no hay inconveniente, ordenar su inserción en dicha revista.
Asimismo, le estimaré se sirva indicarme el valor de las suscripciones de Amauta, y un presupuesto para la impresión de mi libro, en los talleres de la Editorial Minerva, que Ud. también dirige, bajo las condiciones siguientes:
Original: 50 páginas escritas a máquina, que seguramente serían unos 60 páginas impresas.
Papel: Fino, conforme a la muestra adjunta.
Edición: 100 ejemplares.- Encuadernación: A la rústica.
Formato: 18 1/2 alto por 11 1/2 ancho.
Portada: El cliché para la portada, en zincograbado, lo proporcionaré yo, oportunamente.
Esperando verme favorecido con su respuesta, me es grato suscribirme de Ud. como su aftmo. y S.S.
F. Zora Carvajal
Dirección: F. Zora Carvajal.- Tarata. Vía Ilo y Locumba.

Zora Carvajal, Fortunato

Carta de Manuel Ugarte a Miguel Adler

Niza, 16 de junio de 1929

Estimado compañero,
Gracias por el envío de su Repertorio Hebrero. La admirable revista fundada por Ud. Trae un soplo de redención que urge difundir, porque coincide con las directivas actuales de la juventud en el orden nacional e internacional. El espíritu nuevo que empieza a animar la vida de cada una de nuestras repúblicas rechaza los prejuicios egoístas y los odios tradicionales y tiene a alcanzar la más amplia reconciliación de todos los habitante de nuestra América bajo el signo de la justicia y de la solidaridad. Estoy de corazón con ustedes. Todas mis felicitaciones en un cordial apretón de manos.
Manuel Ugarte

Ugarte, Manuel

Carta de Eleazar Bustamante, 16/6/1929

Arequipa, junio 16 de 1929
Sr. D. José Carlos Mariátegui
Lima
Estimado señor:
No tengo la suerte de conocerle. Sin embargo, aprovechando del viaje a esa del compañero José Z. Portugal, le envío mi cordial saludo como manifestación de aprecio por su obra y firme personalidad.
Al escribirle, cumplo también una promesa que hice al compañero, pintor Manuel Alzamora, de cuyos cuadros le entregará Portugal unas fotografías, y una crónica que dedico a "Amauta", refiriéndome a Alzamora y su obra.
Lamento que mi saludo no haya sido tan desinteresado como debiera, por las circunstancias en que le escribo. Excuse mi impertinencia y cuente con un amigo más en esta casa de "Noticias"
De Ud. Atto. y S.S.
Eleazar Bustamante.

Bustamante, Eleazar

Carta de G. M. Facundo Solorzano, 16/6/1929

Huánuco, 16 de junio de 1929
Señor José Carlos Mariátegui,
Lima.
Muy señor mío:
Admirador de su personalidad intelectual, y lector de sus obras, me permito solicitar de usted: su colaboración y su cliché, para el Número extraordinario de Serranía, revista mensual, que corre bajo mi dirección, con este plan: Ideología indigenista, problemas indolatinistas y deportes; cuyos ejemplares, desde el N° 1 hasta el N° 9-10 he enviado en calidad de canje a Amauta; de manera, conocerá usted a fondo. Estoy actualmente en preparación del N° 11-12 del Mayo-Junio, para terminar el año de brega y comenzar el segundo año con un Extraordinario.
Confío recibir de usted, su colaboración, la que enaltecerá mi revista. Con esta oportunidad me suscribo de Ud. su muy atto. y su S. S.
Salud y Solidaridad
G. M. Facundo Solórzano
Director de Serranía

Solórzano, Facundo

Tarjeta Postal de Blanca Luz Brum y David Alfaro Siqueiros, 16/6/1929

  • Se puede leer lo siguiente:
    Costal del Brasil.
    ¡¡Símbolo de la unión eterna del norte y sur de la América Latina.!!
    ¡Pacto entre todas las razas de indios de América!
    Para luchar!! Contra el imperialismo!

  • Al reverso de la imagen:
    Camarada José Carlos Mariátegui: Reciba un nuevo recuerdo de sus amigos y compañeros, que van encantados rumbo a México, pero que no pierden la esperanza de saludarlo juntos en el Perú.
    Firma de Siqueiros y Blanca Luz

Blanca Luz Brum

Carta de Guillermo de Torre, 16/6/1929

Buenos Aires, 16 de junio de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui.
Mi querido amigo y admirado compañero:
Le agradezco mucho el envío de los últimos números de Amauta y de su magnífico y convincente libro 7 ensayos. Me ha sido grato volver a adquirir contacto con sus escritos y con su revista, de la que había perdido casi la pista —con excepción de algún número que encontré aquí en la librería de Samet— desde que dejé Madrid. Pues aunque le parezca extraño —y ésta es una simple observación, sin que pretenda complicarla con ningún argumento “meridiánico”— desde Madrid se tiene —el que quiere y puede tenerla— una visión más completa y global del movimiento literario de todos los países de América que desde Buenos Aires. Esto no quiere decir que desde aquí no se vean, a su vez, muchas cosas, y especialmente Europa, tan bien como por el espectroscopio de Keyserling...
No quiero decirle nada aún de su libro, porque sé que a Ud. no le satisfaría un elogio banal y porque antes quiero leer en su integridad todos los capítulos. Después si ningún colaborador de Síntesis (trabajo en La Nación, en su suplemento literario, como sabrá, pero allí apenas escribo con firma) se me anticipa —cosa no presumible— le haré ahí una nota efusiva.
Le agregaré que me han interesado mucho sus estudios sobre Defensa del marxismo. En unión de la lectura sincrónica de un libro recientísimo de Emmanuel Berl —Mort de la pensée bourgeoise se llama— han contribuido a despertarme una apetencia de curiosidad sobre un sector de ideas políticas, que yo antes— totalmente entregado a las de índole estética y filosófica— no creí poder ‘sentir’ de cerca. Así se lo he dicho a nuestro común amigo el uruguayo Morenza, felicitándole por el artículo que le ha dedicado a Ud. en La Cruz del Sur.
Si Amauta sigue publicándose —¿qué tal esas dificultades?— me gustará mandarle más adelante algo mío, con algún dibujo de mi esposa Norah Borges, de la que ya salió algo en esas páginas.
Enhorabuena por sus actividades y un saludo amistoso de su afmo.
Guillermo de Torre

Torre, Guillermo de

Carta a Samuel Glusberg, 20/6/1929

Lima, 20 de junio de 1929
Muy estimado amigo y compañero Glusberg:
Le he escrito extensamente hace pocos días. Ahora quiero enviarle copia de unas breves notas sobre el excelente libro de Pedro Henríquez Ureña, que aparecerán aquí en Mundial y en Amauta. —Creo que esta copia le puede servir para algún periódico de Buenos Aires, a pesar de que allá deben haber comentado ya todos este libro. Si no, quedará en su archivo.
Continúo trabajando en la revisión del material de Defensa del Marxismo. Apenas esté listo, se lo expediré. Forma un volumen no mayor de los 6 Ensayos de Henríquez Ureña. Por su carácter polémico actual, tengo la impresión de que se venderá fácilmente.
Le adjunto un retrato, destinado a reemplazar al que tiene Ud. de mí, y que ha envejecido ya un poco, por ser anterior a mis años de enfermedad. Es una fotografía tomada en uno de los nuevos parques de Lima, próximos a mi casa, por el pintor argentino José Malanca, que a su paso por ésta se hizo excelente amigo mío.
Espero sus noticias que le ruego dirigirme, para evitar los riesgos a que está sujeta mi correspondencia, a Amalia vda. de Mariátegui, Sagástegui 669.
Muy cordialmente lo abraza su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

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