Risultati 4

Descrizione archivistica
Barbusse, Henri Política
Stampa l'anteprima Hierarchy Vedere:

4 risultati con oggetti digitali Mostra i risultati con gli oggetti digitali

Carta a Ricardo Vegas García, [5/1925]

[Lima, mayo de 1925]
Querido Vegas:
Escribiré esta semana sobre Fridtjof Nansen y su pacifismo. Le adjunto un retrato. Creo que sea fácil encontrar otros en las ilustraciones de las asambleas y los trabajos de la Sociedad de las Naciones. También debe haber algo sobre él en L’Illustration de febrero o marzo de 1922 a propósito de su sonada conferencia (de febrero de 1922) en el Trocadero sobre el hambre en Rusia. Puede ser que tenga Ud. asimismo algo en su exploración del Polo Norte.
El próximo artículo puede ser sobre Tcheco-Eslovaquia o sobre George Grosz el gran dibujante alemán.
Le recomiendo que me guarde, con mis otras cosas, el número de Clarté con el retrato de Barbusse.
¿Me consiguió Ud. los grabados del artículo sobre Pettoruti? Le envío otras postales de cuadros de nuestro amigo para que siga Ud. difundiendo el arte de vanguardia.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 11/5/1925

Miraflores, 11 de mayo de 1925
Querido Vegas:
Conforme a su deseo, diferiré para la semana próxima el artículo sobre el libro de Barbusse y escribiré esta semana sobre la Hungría del Almirante Horthy. La reciente publicación de las notas del pretendiente Carlos sobre su “aventura sin ventura” como diría D’Annunzio es una oportunidad para asir este tema. También se ha hablado últimamente de la condesa Karolyi considerada en los Estados Unidos extranjera ‘indeseable’. Supongo que poseerá Ud. abundante material gráfico. Las fotografías principales serían las del almirante Nicolás Horthy, Carlos y Zita, el neo-heredero, Belakún, el leader y protagonista de los soviets húngaros, Huszar, jefe de los fascistas, el Conde Karolyi, primer presidente de Hungría y personaje interesante, a quien conocí en Florencia en 1921, etc. Si Ud. tiene algo muy nuevo sobre Hungría, le agradeceré que me lo mande para completar mi documentación.
No se olvide del retrato de Panait Istrati para intercalar entre los temas de política algunos de literatura. El artículo sobre Istrati podría ser ilustrado con el retrato de éste y los facsímiles de sus libros Kyra Kiralina y L’Oncle Anghel. Puede ser que se consiga Ud. también, en sus búsquedas en las revistas extranjeras, retratos de Dimitri Maiakowsky, de Boris Pilniak, de Andrés Biely, de Ehrenburg, de Alejandro Blok, etc., para un artículo sobre la nueva, o mejor, la novísima literatura, ya que para muchos la nueva es todavía la de Andreyev.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Una encuesta de Barbusse en los Balkanes

En su nuevo libro “Le Bourreaux” (Ernest Flammarion, Editeur, Paris, 1926) Henri Barbusse reúne las piezas de su encuesta sobre el terror blanco en Rumania, Bulgaria y Yugo-eslavia. Barbusse visitó estos países hace aproximadamente un año acompañado de la doctora Paule Lamy, abogado del foro de Bruxelas, y de Leon Vernochet, secretario general de la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza. Y, después de informarse seriamente acerca del régimen de terror instaurado por los gobiernos de Bratianu, Zankoff y Patchitch, lo denunció documentada e inconfutablemente a la consciencia occidental.
“Les Bourreaux” no es, pues, un libro de literato sino un libro de combatiente. -Barbusse se siente, ante todo, un mílite de la causa humana-. Pero este libro no se ocupa, sin embargo, absolutamente, de polémica doctrinal. Se limita a exponer desnudamente, con objetividad y con verdad, los hechos. A base de datos rigurosamente verificados, lanza una documentada acusación contra los gobiernos reaccionarios de tres estremecidos países balkánicos.
Estos países son, según frase de Barbusse, el infierno de Europa. El terror blanco, alimentado de los más feroces enconos de clase y de raza, se encarniza ahí contra todos los que sospecha adversos al viejo orden social. El revolucionario, el judío, están fuera de la ley. La represión policial colabora con la acción ilegal de las bandas fascistas. Los más monstruosos procesos exhiben en la más cínica servidumbre a la justicia y sus funcionarios. “Sobre esta Rumania de hoy, -escribe Barbusse- sobre esta Yugoeslavia, sobre esta Bulgaria que es el círculo más patético del infierno balkánico, el estrangulamiento metódico de toda pulsación de libertad se transforma a los ojos en una calma que oprime el corazón porque es la calma de un cementerio. Se sabe bien que las cabezas que se han alzado han sido abatidas y que si aquí y allá se vuelve a alzar otras lo serán también a su turno; que todas las fuerzas vivas y conscientes de los trabajadores de la ciudad y los campos han sido o serán aniquiladas. Esta mutilación colectiva puede hacer creer en una apariencia de orden a quien no se hace más pasar más por esta tierra de espanto. Pero la paz no es sino una mortaja y los sobrevivientes comprenden que su existencia depende del primer gesto, de la primera palabra”.
Los gobiernos rumano y búlgaro se atribuyen la misión de defender Europa del bolchevismo. La complicidad del capitalismo occidental en su despotismo sanguinario es, en todo caso, evidente. Los gobiernos demo-liberales de Inglaterra y Francia presencia con tolerancia impasible sus ataques a los más fundamentales principios de la civilización. “Los gobiernos de Bratianu, Volkov, Patchitch, Pangalos y hasta ayer el gobierno de Horthy -constata Barbusse- no han tenido apoyo más firme que el de los representantes de Francia de la Revolución y de la libre Inglaterra. Todos estos hombres se sonríen y se sostienen. Por otra parte, se parecen. Los unos no son otra cosa que la imagen más sangrienta que los otros. Encarnan en todas partes el mismo sistema, la misma idea.”
Bulgaria se presenta como la más trágica escena de reacción. Los hechos que Barbusse denuncia no son desconocidos en conjunto. No obstante la complacencia que la gran prensa europea y sus agencias telegráficas usan con los regímenes reaccionarios, los ecos de la tragedia del pueblo búlgaro se han difundido hace tiempo por el mundo. Pero ahora el testimonio de Barbusse, apoyo en pruebas directas, precisa y confirma cada uno de los crímenes que antes, a través de distintas versiones, podían parecer exagerados por la protesta revolucionaria.
El atentado de la catedral de Sofía no fue, como ya sabíamos, el motivo de la truculenta represión; fue simplemente su efecto. El gobierno búlgaro había emprendido, mucho antes de ese acto desesperado, una sañuda campaña contra los organizadores y adherentes de los partidos agrario y comunista, con la mira de su completa destrucción. Varios diputados comunistas habían sido asesinados. Las cárceles estaban repletas. En medio de esta situación de pavor sobrevino el atentado de la catedral. Un tribunal honrado habría podido comprobar fácilmente la ninguna responsabilidad del partido comunista. La praxis comunista rechaza y condena en todos los países la violencia individual, radicalmente extraña a la acción de masas. Pero en Bulgaria los procesos no son sino una fórmula. El gobierno de Zankoff se acogió al pretexto del atentado para extremar la persecución así de comunistas como de agrarios. El número de víctimas de esta persecución, según los datos obtenidos por Barbusse, pasa los cinco mil. Los tribunales condenaron a muerte solo a trescientos procesados. Las demás víctimas corresponden a las masacres de los horribles días en que imperaba en Bulgaria la ley marcial. La ola de sangre llegó a tal punto que el Rey Boris se negó a firmar las sentencias de muerte de los tribunales. Y fue necesario que un vasto clamor de protesta se encendiera en el mundo para que la dictadura de Zankoff, la más infame de las dictaduras balkánicas, se sintiera aplacada y satisfecha.
Barbusse, en su libro, enumera los mayores crímenes. Su requisitoria está en pie. Nadie ha intentado válidamente confutarla. “Les Bourreaux” aparece, por ende, como uno de los más graves documentos de acusación contra el orden burgués.
Los mismos Estados que ante las violencias de la revolución rusa, olvidando la historia de todas las grandes revoluciones, mostraron ayer no más una consternación histérica, no han pronunciado una sola palabra para contener ni para reprobar el “terror blanco” en los países balkánicos. Bernard Shaw dice que los actos que condujeron a Europa a la guerra traicionaron a la civilización. Pero después de la guerra, esta traición ha continuado. Y su grado de responsabilidad es mayor que nunca.

José Carlos Mariátegui La Chira

Política alemana. La crisis doctrinal del socialismo

Política alemana
Aunque acaba de obtener un triunfo enfático sobre la derecha nacionalista, el gabinete de coalición que preside Hermann Müller está deshaciéndose. La dimisión de su Ministro de Finanzas, Rudolf Hilferding, no es sino la abierta declaración de una crisis que se incuba desde las primeras jornadas de este ministerio heteróclito. Hilferding es la personalidad de más relieve entre los socialistas que forman parte del equipo ministerial de Müller. La celebridad del autor de “El Capital Financiero”, como teórico del socialismo moderno, se apuntala desde hace más de dos lustros en las reiteradas citas que de ese rubro contiene uno de los más universales volúmenes de Lenin. Luego, las requisitorias comunistas contra el reformismo de este convicto y confeso fautor de la colaboración de clases, no han sido el combustible menos activo de la notoriedad de su nombre. Pero ni su personalidad ni su reformismo lo han congraciado suficientemente con la burguesía industrial o bancaria de finanzas del partido mas fuerte del Reichstag. Los millones de votos del partido socialistas no pesan bastante al lado de la autoridad de este fiduciario implacable de la burguesía. Todo esto en régimen de estricta democracia y sufragio universal.
La interinidad del ministro Müller estaba prevista desde las difíciles gestiones de su constitución. Como todo ministerio de coalición entre fuerzas distintas y opuestas, el de Müller reposa en un compromiso precario. Que los socialistas intenten ejecutar cualquier plan que toque seriamente algún grueso interés capitalista. El partido populista le notificará sin demora la imposibilidad de contar con sus votos en el Reichstag.
Con la esperanza de salvar la coalición del naufragio, los socialistas han avenido a echar por la borda a Rudolf Hilferding. El sacrificio de este Jonás meticuloso y escéptico, que no irá a predicar a ninguna Ninive capitalista, no conjura ni resuelve el verdadero problema. Lo que a la industria y la banca representadas electoral y parlamentariamente por el Volkspartei le interesa no es que la social-democracia sacrifique a Hilferding, sino que sacrifique integra y radicalmente al socialismo. Con la misma condición gobierna en la Gran Bretaña el Labour Party y su elocuente pastor Mr. Mac Donald.
Los nacionalistas, como lo demuestra el plebiscito contra el plan Young, están batidos. Esto también lo ha decidido, sin deliberación explícita y visible, la burguesía de Schacht a la que también podríamos llegar en lenguaje más universal la burguesía de Stresseman. El pangermanismo y la revancha constituyen un programa inoportuno y romántico para la industria alemana que, sin mucha nostalgia, se ha pronunciado por el ahorro resuelto de la monarquía. Los más incandescentes nacionalistas no significan una amenaza para la República.
I, en tanto, las incógnitas de la estabilización capitalista, vale decir de la colaboración de clases, residen siempre en la economía. Los partidos burgueses de Alemania, y aún el partido socialista, han anunciado demasiadas veces la liquidación inminente y definitiva del partido comunista por dispersión de sus masas. Pero, como lo han demostrado recientemente las elecciones municipales de Berlín, mientras la desocupación siga arrojando obreros a la calle, a la extrema izquierda no le costará mucho esfuerzo mantener y aumentar sus efectivos electorales.

La crisis doctrinal del socialismo
“Monde” ha abierto una nueva encuesta, destinada a lograr una extensa resonancia que la de la literatura proletaria, que tanto contribuyó a la rápida popularización internacional del semanario fundido y dirigido por Henri Barbusse, con la contribución ilustre de hombres como Einstein, Gorki, Unamuno. Las encuestas, en la mayoría de los casos, no sirven lealmente al esclarecimiento de una cuestión. Los periódicos y las revistas de partido no pueden conducir una encuesta con suficiente rigor. Las amañan generalmente de acuerdo con la tesis que les interesa sacar victoriosa. Las encuestas, por esto, se encuentran bastante desacreditadas. Pero no por ser encuestas, sino (...).

José Carlos Mariátegui La Chira