Affichage de 2092 résultats

Description archivistique
Options de recherche avancée
Aperçu avant impression Hierarchy Affichage :

1993 résultats avec objets numériques Afficher les résultats avec des objets numériques

Trotsky y la oposición comunista

La expulsión de Trotsky y Zinoviev del partido comunista ruso y las medidas sancionadas por este a la oposición trotskysta, reclaman una ojeada a la política interna de Rusia. La crítica contrarrevolucionaria, tantas veces defraudada por los acontecimientos rusos, se entretiene ya en pronosticar la inminente caída del régimen sovietista a consecuencia de su desgarramiento intestino. Los más avisados y prudentes de sus escritores prefieren conformarse con la esperanza de que la política de Stalin y el partido representan simple y llanamente la marcha hacia el capitalismo y sus instituciones. Pero basta una rápida ojeada a la situación rusa para convencerse de que las expectativas interesadas de la burguesía occidental no son esta vez más solventes que en los días de Kolchak y Wrangel.
La revolución rusa, que como toda gran revolución histórica, avanza por una trocha difícil que se va abriendo ella misma con su impulso. No conoce hasta ahora días fáciles ni ociosos. Los problemas externos se complican, en su proceso, con los problemas internos. Es la obra de hombres heroicos y excepcionales, y, por este mismo hecho, no ha sido posible sino con una máxima y tremenda tensión creadora. El partido bolchevique, por tanto, no es ni puede ser una apacible y unánime academia. Lenin le impulso hasta poco antes de su muerte su dirección genial; pero ni aún bajo la inmensa y única autoridad de este jefe extraordinario, escasearon dentro del partido los debates violentos. El partido bolchevique no se sometió nunca pasivamente a las órdenes de Lenin, sobre cuyo despotismo fantaseó a su modo un periodismo folletinesco que no podía imaginarlo sino como un zar rojo. Lenin ganó su autoridad con sus propias fuerzas; la mantuvo, luego, con la superioridad y clarividencia de su pensamiento. Sus puntos de vista prevalecían siempre por ser los que mejor correspondían a la realidad. Tenía, sin embargo, muchas veces que vencer la resistencia de sus propios tenientes de la vieja guardia bolchevique. Así sucedió, por ejemplo, en octubre de 1917, la víspera del asalto al poder, que lo encontró en estricto acuerdo con Trotsky y en abierto contraste con Zinoviev y Kamanec.
La muerte de Lenin, que dejó vacante el puesto de jefe genial, de inmensa autoridad personal, habría sido seguida por un período de profundo desequilibrio en cualquier partido menos disciplinado y orgánico que el partido comunista ruso. Trotsky se destacaba sobre todos sus compañeros por el relieve brillante de su personalidad. Pero no solo le faltaba vinculación sólida y antigua con el equipo leninista. Sus relaciones con la mayoría de sus miembros habían sido, antes de la revolución, muy poco cordiales. Trotsky, como es notorio, tuvo hasta 1917 una posición casi individual en el campo revolucionario ruso. No pertenecía al partido bolchevique, con cuyos líderes, sin exceptuar al propio Lenin, polemizó más de una vez acremente. Lenin apreciaba inteligente y generosamente el valor de la colaboración de Trotsky, quien, a su vez, -como lo atestigua el volumen en que están reunidos sus escritos sobre el jefe de la revolución,- acató sin celos ni reservas una autoridad consagrada por la obra más sugestiva y avasalladora para la consciencia de un revolucionario. Pero si entre Lenin y Trotsky pudo borrarse casi toda distancia, entre Trotsky y el partido mismo la identificación no pudo ser igualmente completa. Trotsky no contaba con la confianza total del partido, por mucho que su actuación como comisario del pueblo mereciese unánime admiración. El mecanismo del partido estaba en manos de hombres de la vieja guardia leninista que sentían siempre un poco extraño y ajeno a Trotsky, quien, por su parte, no conseguía consustanciarse con ellos en un único bloque. Trotsky, según parece, no posee las dotes específicas de político que en tan sumo grado tenía Lenin. No sabe captarse a los hombres; no conoce los secretos del manejo de un partido. Su posición singular -equidistante del bolchevismo y del menchevismo- durante los años corridos entre 1905 y 1917, además de desconectarlo de los equipos revolucionarios que con Lenin prepararon y realizaron la revolución, hubo de deshabituarlo a la práctica concreta de líder de partido.
El conflicto entre Trotsky y la mayoría bolchevique, que arriba a un punto culminante con la exclusión del trotskysmo de los rangos del partido, ha tenido un largo proceso. Tomó un carácter de neta oposición en 1924 con los ataques de Trotsky a la política del comité central, contenidos en los documentos que, traducidos al francés, se publicaron bajo el título de “Cous nouveaus”. Las instancias de Trotsky para que se adoptara un régimen de democratización en el partido comunista miraban al socavamiento del poder de Stalin. La polémica fue agria. Pero entre la posición del comité y la de Trotsky cabía aún el compromiso. Trotsky cometió entonces el error político de publicar un libro sobre “1917”, del cual no salían muy bien parados Zinoviev, Kamanev y otros miembros del gobierno, duramente calificados por Lenin en ese tiempo por sus titubeos para reconocer el carácter revolucionario de la situación. El debate se reavivó, con un violento recrudecimiento del ataque personal. Zinoviev y Kamanev, que hacían causa común con Stalin, no ahorraron a Trotsky ningún recuerdo molesto de sus querellas con el bolchevismo antes de 1917. Pero, después de una controversia ardorosa, el espíritu de compromiso volvió a prevalecer. Trotsky se reincorporó en el comité central, después de una temporada de descanso en una estación climática. Y tornó a ocupar un puesto en la administración. Pero la corriente oposicionista, en el siguiente congreso del partido, reapareció engrosada. Zinoviev, Kamanev y otros miembros del comité central, se sumaron a Trotsky, quien resultó así el líder de una composición heterogénea, en la cual se mezclaban elementos sospechosos de desviación derechista y social-democrática con elementos incandescentemente extremistas, amotinados contras las concesiones de la Nep a los kulaks.
Este bloque, con todo, acusaba dominantemente en su crítica las preocupaciones y recelos del elemento urbano frente al poder del espíritu campesino. Trotsky, particularmente, es un hombre de cosmópolis. Uno de sus actuales compañeros de ostracismo político, Zinoviev, lo acusaba en otro tiempo, en un congreso comunista, de ignorar y negligir demasiado al campesino. Tiene un sentido internacional de la revolución socialista. Sus notables escritos sobre la transitoria estabilización del capitalismo (“¿A dónde va Inglaterra?”) lo colocan entre los más alertas y sagaces críticos de la época. Pero este mismo sentido internacional de la revolución, que le otorga tanto prestigio en la escena mundial, le quita fuerza momentáneamente en la práctica de la política rusa. La revolución rusa está en un período de organización nacional. No se trata, por el momento, de establecer el socialismo en el mundo, sino de realizarlo en una nación que, aunque es una nación de ciento treinta millones de habitantes que se desbordan sobre dos continentes, no deja de constituir por eso, geográfica e históricamente, una unidad. Es lógico que en esta etapa, la revolución rusa esté representada por los hombres que más hondamente sienten su carácter y sus problemas nacionales. Stalin, eslavo puro, es de estos hombres. Pertenece a una falange de revolucionarios que se mantuvo siempre arraigada al suelo ruso: el presidio o Siberia era Rusia todavía. Mientras tanto Trotsky, como Radek, como Rakovsky, pertenecen a una falange que pasó la mayor parte de su vida en el destierro. En el destierro hicieron su aprendizaje de revolucionarios mundiales, ese aprendizaje que ha dado a la revolución rusa su lenguaje universalista, su visión ecuménica. Pero ahora, a solas con sus problemas, Rusia prefiere hombres más simples y puramente rusos.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Estación electoral en Francia

Este año promete una buena cosecha a la democracia. Es un año esencial y unánimemente electoral. Habrá elecciones en Francia, Inglaterra, Alemania, la Argentina, etc. Y no sería normal ni lógico que la democracia saliera ejecutada de una votación. El sufragio universal se traicionaría a si mismo si condenase el parlamento y la democracia. Puede inclinarse alternativamente a izquierda o a derecha; pero no puede suprimir la derecha ni la izquierda. Ni la revolución ni la reacción muestran, por esto, ninguna ternura electoral o parlamentaria. Las elecciones son, así para los reaccionarios como para los revolucionarios, una simple oportunidad de predicar el cambio de régimen y de denunciar la quiebra de la democracia. Las elecciones italianas de 1921, convocadas en plena creciente fascista, dieron la mayoría a las izquierdas y trajeron abajo a Giolitti. El fascismo ganó apenas treintaicinco asientos en la cámara. Pero el año siguiente, después de la marcha a Roma, obtuvo de la misma cámara un voto de confianza. Poco importa que la reacción o la revolución estén próximas. Las elecciones, formalmente, oficialmente, necesitan dar siempre la razón a la democracia. La víspera misma de ganar el gobierno, los bolcheviques perdieron las elecciones. Los social-demócratas de Kerensky tenían la cándida pretensión de que, dueños ya del poder, Lenin y sus correligionarios reconociesen a una asamblea que los condenaba a priori. Lenin, como bien se sabe, prefirió licenciar esta asamblea extemporánea y retórica.
El momento, por otra parte, es de estabilización capitalista, que es como decir de estabilización democrática. Porque la burguesía puede haber empleado el golpe de estado fascista para conseguir o afianzar su estabilización; pero solo en los países donde la democracia no era muy extensa ni muy efectiva. En Inglaterra, en Alemania, en Francia, el capitalismo se ha defendido dentro de la democracia, aunque se haya valido a ratos de leyes de excepción contra sus adversarios. La burguesía no es precisa o estrictamente el capitalismo; pero el capitalismo si es, forzosamente, la democracia burguesa.
Los resultados de las elecciones no importan demasiado. El 11 de mayo de 1924, el bloque nacional y el cartel de izquierdas se disputaron acanitamente en Francia la victoria electoral. El escrutinio de ese día no se contentó con derribar a Poincaré de la presidencia del consejo. No pareció satisfecho sino después de arrojar a Millerand de la presidencia de la república. Caillaux, el condenado del bloque nacional, regresó a Francia con cierto aire de césar democrático. Y, sin embargo, dos años después el cartel se disolvía, para dar paso a una nueva fórmula: un gabinete presidido por Poincaré, con Herriot en el ministerio de instrucción y Briand en el del exterior. El 1 de mayo no tocó, en consecuencia, la sustancia de las cosas. Herriot acabó colaborando en un ministerio poincarista y Poincaré concluyó presidiendo un gobierno apoyado en los radicales-socialistas. Esta vez, como la anterior, cualquiera que sea el resultado de las elecciones, solo podrá sostenerse en el gobierno un ministerio de opinión. El escrutinio no producirá, por ningún motivo, un gobierno de partido. Ni un bloque de derechas ni un cartel de izquierdas sería suficientemente sólido. El gobierno tendrá que contar, como el de Poincaré, con el favor de la pequeña burguesía no menos que con la venia de la alta finanza y la gran industria. Una victoria del partido socialista sería, sin duda, la única posibilidad de acontecimientos imprevistos e insólitos. Pero ningún partido asumiría el poder con más miedo a sus responsabilidades ni con más miramiento a la opinión que el partido socialista.
Los socialistas franceses se inclinan, por esto, a una reconstitución más o menos adaptada a las circunstancias, de la fórmula radical-socialista. León Blum rehusaba en 1925 y 26 la participación de los socialistas en el gobierno, en espera, según él, de que les llegara la oportunidad de asumirlo íntegramente por su cuenta. Esta política apresuró el regreso de Poincaré y el restablecimiento de la unión nacional, con el programa de revalorización del franco. Mas la oportunidad aguardada, con tanta certidumbre, por León Blum, no parece haber llegado todavía. Los socialistas no podrían hacer en el poder sino una de estas dos políticas: o una política revolucionaria, sostenida por todas las fuerzas del proletariado, que conduciría inevitablemente a la guerra social, o una política conservadora, de concesiones incesantes a los intereses y la opinión burgueses, como la practicada por los laboristas ingleses durante el experimento Mac Donald. En el segundo caso, un ministerio socialista duraría menos aún que el primer ministerio Herriot después de las elecciones victoriosas del 1º de mayo. En el primer caso, salvo la acción de jefes superiores, con dotes excepcionales de comando, los socialistas serían finalmente desalojados del poder por los comunistas.
El destino del partido socialista francés podía ser el de reemplazar al partido radical-socialista. Pero este proceso requiere tiempo. Los radicales socialistas, aunque pierdan súbitamente su ascendiente sobre las masas pequeño-burguesas de las ciudades, conservarán por algún tiempo, sus clientelas electorales de provincias. Tienen viejas raíces que los defienden de una rápida absorción, sea por parte de la izquierda socialista, sea por parte de la derecha plutocrática. Su función no ha terminado. Y, mientras le estabilización democrática no se encuentre seriamente amenazada, su chance electoral seguirá siendo considerable.

José Carlos Mariátegui La Chira

Los médicos y el socialismo. La ley marcial en Haití

Los médicos y el socialismo
La larga y magna secuencia que ha tenido en el gremio médico español la adhesión del Dr. Marañón al Partido Socialista, convida a enfocar el tópico de las profesiones liberales y el socialismo. No cabe duda acerca de que si Marañón y otros ases de la medicina han pedido su inscripción en los registros del Partido Socialista Español, es porque previamente los había ganado ya la política. Tampoco cabe duda respecto a que han entrado en el Partido Socialista, no por razones de expresa y excluyente suscripción del programa proletario, sino porque no podía enrolarse sino en un partido viviente. Los viejos partidos españoles están muertos. Lo que rechaza en ellos a los intelectuales activos e inquietos, sensibles y atentos a la vitalidad, no es tanto su ideología como su inanidad. El Partido Socialista Español, en fin, más que una función revolucionaria clasista tiene una función liberal.
Pero todo esto deja intacta la cuestión central: la permeabilidad de la medicina entre las profesiones liberales, a las ideas socialistas. Desde Marx y Engels está constatada la resistencia reaccionaria de los hombres de leyes a estas ideas. El abogado es, ante todo, un funcionario al servicio de la propiedad. I la abogacía, por razones pragmáticas, se comporta como una profesión conservadora. Este es un hecho que se observa a partir de la Universidad. Los estudiantes de derecho son, generalmente, los más reaccionarios. Los de pedagogía, constituyen el sector más avanzado. Los de medicina, menos proclives por su práctica científica a la meditación política, no tiene más motivos de reserva que los sentimientos heredados de su ambiente familiar. Mas la medicina como la pedagogía no temen absolutamente al socialismo. Quienes las ejercen, saben que un régimen socialista si algo supone respecto al porvenir de estas profesiones en su utilización más intensa y extensa. El Estado socialista no ha menester, para su funcionamiento, de muchos hombres de leyes; pero, en cambio, ha menester de muchos médicos y de muchos educadores. Los ingenieros cuentan igualmente con su favor.
Lo más sugestivo en el caso de Marañón y sus colegas de la medicina española es que estos intelectuales eminentes y célebres se incorporan, sin hesitación, en un partido fundado hace años por un obrero oscuro, por un tipógrafo, con otros hombres previdentes y abnegados del proletariado. El Partido Socialista español ha hecho solo y exiguo muchas largas jornadas antes de atraer a sus rangos a los magnates de la inteligencia. Marañón y sus colegas se dan cuenta de que sería absurda por su parte la tentativa de crear un partido nuevo. Los partidos no nacen de un conciliábulo académico. El diagnóstico de la situación política española a que han llegado esos médicos insignes es bastante sagaz para comprenderlo.

La ley marcial en Haití
No se han modificado los métodos de Estados Unidos en la América colonial. No pueden modificarse. La violencia no es empleada en los países sometidos a la administración yanqui por causas accidentales. Tres hechos señalan en el último lustro la acentuación de la tendencia marcial de la política norte-americana en esos países; la intervención contra la huelga de Panamá, la ocupación y la campaña de Nicaragua y la reciente declaratoria del estado de sitio en Haití. La retórica de buena voluntad es impotente ante estos hechos.
En Haití, como en los otros países, la ocupación militar está amparada por un grupo de haitianos investidos por la fuerza imperialista de la representación legal de la mayoría. Los enemigos de la libertad de Haití, los traidores de su independencia, son sin duda los que más repugnan el sentimiento libreamericano.
Hispano-América tiene ya larga experiencia de estas cosas. Empieza a comprender que lo que la salvará no son las admoniciones al imperialismo yanqui, sino una obra lenta y sistemática de defensa, realizada con firmeza y dignidad, en la que tendrá de su lado las fuerzas nuevas de los Estados Unidos.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El 10° aniversario de la república alemana

(...) de restauración del Kaiser, llega a este aniversario visiblemente liquidado. El partido nacionalista, contra la recalcitrante protesta de su derecha, no ha tenido más remedio que aceptar la condición de partido republicano para mantener su influencia en el gobierno del país. Queda, sin duda, muchos monárquicos en Alemania. I una marejada reaccionaria, acrecentaría su número quien sabe en qué proporción. Pero la República de Weimar reposa en el cimiento de una sólida mayoría.
De este resultado, se ufana, en primera línea, la social-democracia que, instalada en el poder, de nada se preocupó tanto como de usar de él con prudencia. Pero, en análisis de los acontecimientos, enseña algo muy diverso. El estado mayor de teóricos y burócratas del partido social-demócrata, no se había planteado nunca la cuestión de la toma del poder. El derrumbamiento de la monarquía, los obligó a asumir el gobierno, antes de que hubiesen tenido tiempo de reponerse de la impresión de este cambio, que excedía violenta y desmesuradamente los más osados cálculos de su determinismo y las más distantes esperanzas de su educación parlamentaria. I si la marca reaccionaria que siguió al fracaso de la última ofensiva del proletariado, no restableció la monarquía, el mérito del salvataje de la República, en esa crisis, no pertenece ciertamente a la social democracia. La República, si se prescinde del apoyo que le prestaba el consenso pasivo de las capas sociales gubernamentales por inercia o por precaución, no estaba defendida válidamente sino por el proletariado. La huelga general que obligó a capitular al general Kapp, a los pocos días de su golpe de mano de Berlín, reveló a la burguesía industrial y financiera de Alemania el peligro de jugar a la restauración.

José Carlos Mariátegui La Chira

Roma y el arte gótico

En Roma no hay grandes ejemplares de arte gótico. El arte gótico no fructificó en la ciudad eterna. El estilo gótico-romano no ha dejado monumentos extraordinarios. Sus obras han sido modestas, opacas, apocadas. Ahora se pretende erigirlo en estilo genuina y representativamente romano. Todos los templos modernos de Roma son gótico-romanos. A tal punto que ya hay en Roma más gótico-romano moderno que gótico-romano antiguo.
La edad del arte gótico fue una edad azarosa e inquieta para Roma. Durante ella, Roma fue conquistada, asediada, destruida y saqueada varias veces. La escasez de creaciones del arte gótico en Roma encuentra aquí su explicación histórica. Pero esta explicación es insuficiente. La verdad es que el arte gótico no llegó nunca a aclimatarse en Roma. El ambiente romano no fue un ambiente propicio al arte gótico. El arte gótico es esencialmente nórdico. Es un producto del genio, del temperamento y del suelo del norte. Trasplantado al suelo romano tiene las características de una cosa forastera. Es como una palmera entre los pinos de los bosques alemanes. El arte griego medró maravillosamente en el suelo italiano, más que por razones de historia, por razones de ambiente. El pueblo romano podía sentir, comprender y amar el arte griego como una cosa suya. En tierra latina el Partenón tendría, como en tierra griega, un marco propio, un ambiente suyo. El florecimiento del arte griego-romano fue, por esto, una cosa espontánea, natural, robusta.
En Alemania, el arte del Renacimiento y el arte barroco, me han parecido siempre fuera de su sitio. El cielo gris, el fondo neblinoso, la luz discreta de Alemania no están hechas para la línea alegre y ligera de la arquitectura griega y de la arquitectura italiana. En cambio, la línea gótica encuentra en ese cielo gris, en ese fondo neblinoso, en esa luz discreta, los elementos ambientales que necesita. Tal vez solo en Munich, donde hay un poco más de sol, un poco más de luz que en Berlín, y donde hay un cierto ambiente de ciudad italiana, el estilo Renacimiento ha llegado a aclimatarse un tanto. En Munich, el estilo Renacimiento vive como esas plantas tropicales en los conservatorios de los museos botánicos. En Berlín no vive absolutamente.
En Francia, en cambio, donde se concilian la bruma del norte y la luz del mediodía, donde el ambiente geográfico, como el ambiente espiritual, es tan ecléctico y tan matizado, se concibe perfectamente que el arte gótico, primero, y el arte Renacimiento, después, hayan hallado un clima conveniente a su desarrollo.
En la misma Italia del Norte, en la Lombardía, en el Veneto, la influencia gótica pudieron dejarse sentir con alguna intensidad. La Italia del Sur, en tanto, restó siempre un ambiente hostil a todas las expresiones del arte gótico. La Sicilia y Nápoles no son griegos por los templos, los teatros y los palacios griegos de Siracusa, de Taormina, de Pesto y de Pompeya, sino porque griegos son el cielo, la luz, el paisaje. La columna, el capitel, el frontón, la línea entera de la arquitectura griega han sido creadas para esta luz y este paisaje.
El arte gótico no podía, pues, brotar lozanamente en Roma. El arte gótico fue en Roma lo mismo que el cristianismo: una invasión extranjera, cuya dominación sobre Roma no pudo durar sino a condición de dejarse modificar gradualmente por el ambiente y el sentimiento romanos. Roma se convirtió al cristianismo, paganizándolo; y se sometió al arte gótico, romanizándolo. Los artistas florentinos, lombardos y venecianos, Cimabue, Giotto, etc., fueron accesibles al ideal gótico porque fueron igualmente accesibles al sentimiento cristiano. Roma no tuvo ningún Giotto, ningún Cimabue. I en Roma el cristianismo se saturó poco a poco, de sentimiento pagano. Cuando se habla de una Roma papal no se habla de una Roma cristiana, sino de una Roma católica. Roma no ha podido ser cristiana por las mismas razones que no ha podido ser gótica.
Mientras, durante la edad gótica, la fecundidad artística de Roma fue tan limitada, ¡Qué fecundidad desde que se inició el Renacimiento! ¡Qué eclosión! ¡Qué exuberancia en toda Italia! ¡Con qué espontaneidad el genio italiano reconoció en el arte griego y greco-romano su propio arte! El genio italiano necesitó romper con el sentimiento gótico para que aparecieran Miguel Angel, Leonardo de Vinci, Rafael, Tiziano, Giorgione, Tintoretto, Veronese, Caravagio, Coreggio. Los panegiristas del gótico -temperamentos místicos como John Ruskin o como Vincent d’Indy- no tienen más remedio que declarar gótico todo el principio del renacimiento para no ceder al Renacimiento los pintores florentinos o venecianos de su gusto. En su libro “Musiciens d’Aujourdui”, Romain Rolland remarca que Vincent d’Indy considera góticos a fra Filippo Lippi y a Guirlandaio y piensa que la influencia del Renacimiento empezó únicamente el siglo diecisiete.
Roma no es rica en arte Renacimiento. El Renacimiento vino a Roma de la Toscana y de la Umbria ya en pleno apogeo. I en Roma, justamente, comenzó su decadencia. Pero Roma es, en cambio, la ciudad del arte barroco. El arte barroco ha dado a Roma la basílica de San Pedro y la basílica de San Juan de Lateran, la Fontana de Trevi, la escultura del Bernini, la pintura del Caravaggio y del Dominicchino. I bien. Nada más latino, nada más italiano que el arte barroco. El arte barroco es latino y es italiano hasta en sus exageraciones y sus fealdades. Más aún. Nunca es más latino que en sus exageraciones y en sus fealdades. El temperamento retórico, ampuloso y exuberante del meridional se refleja absolutamente en el retoricismo, la ampulosidad y la exuberancia del arte barroco. Bernini habría sido más barroco que Miguel Angel, aunque lo hubiese precedido. Los que en Italia reniegan a Bernini, reniegan un artista italianísimo, reniegan un artista típicamente meridional y específicamente napolitano. Italia renegando el arte barroco, me hace el mismo efecto que me haría Alemania renegando de Wagner, Francia renegando a Verlaine y España renegando las corridas de toros. No me explico, no podré explicarme nunca que el arte barroco tenga en Italia más detractores que en Alemania, Inglaterra o Francia. Ni que Roma quiera reivindicar como suyo, como legítimamente suyo, exclusivamente suyo y únicamente suyo ese arte gótico-romano que no le ha dejado nada de grandioso ni de imperecedero.
Taine dice que San Pedro no es un templo cristiano sino un gran salón de espectáculos. El juicio, en su primera parte, es rigurosamente exacto. San Pedro no es un templo cristiano. El templo cristiano es el templo gótico. Pero no hay que buscarlo en Roma. Roma no ha sido cristiana y, por consiguiente, tampoco son cristianos sus templos. Son, a lo sumo, católicos. San Pedro no es una obra del espíritu cristiano. Es una obra del espíritu romano del siglo dieciséis. Está muy lejos del sentimiento gótico; pero es porque también Roma lo ha estado en ese y en casi todos los tiempos.
Las estancias de Rafael, igualmente, no son cristianas. No lo es siquiera el Vaticano. El Vaticano, como los demás palacios de los Papas, los cardenales y los príncipes de la Iglesia, está decorado pompeyanamente con cuadros del Olimpo. Está habitado por Venus, Cupido, Adonis, Baco, Pan Faunos, Sátiros y Sirenos. Los cuadros de la historia sagrada tienen más valor decorativo que contenido místico. El tema es bíblico, pero el verso es pagano. En esos palacios el cristianismo respira una atmósfera demasiado pecadora para conservarse puro y ascético.
Yo soy también un enamorado del arte gótico. Me emociona más la Catedral de Colonia que la Basílica de San Juan de Lateran. Pero en Roma me contento con encontrar arte italiano y sentimiento italiano. I los admiro sin reservas. Este eclecticismo no podía existir en Ruskin, en “ese hombre del norte espiritualista y protestante” como dice Taine. Yo soy un meridional, un sud-americano, un criollo -en la acepción étnica de la palabra-. Soy una mezcla de raza española y de raza india. Tengo, pues, algo de occidental y de latino; pero tengo más, mucho más de oriental, de asiático. A medias soy sensual y a medias soy místico. Mi misticismo me aproxima espiritualmente al arte gótico. Un indio está aparentemente tan lejos del arte gótico como del arte griego, del Partenón como de Notre Dame. Pero esta no es sino una apariencia. El indio, como el egipcio, tuvo el gusto de las estatuas pétreas, de las figuras hieráticas. Yo, a pesar de ser indio y acaso porque soy indio, amo el arte gótico. Mas no me duelo de que en Roma no exista. En Roma toda mi sensualidad meridional y española se despierta y exulta. I me embriaga de paganismo como si me embriagase de vino Frascati.
Roma no es una Meca cristiana. Los templos romanos descristianizan. Un castillo gótico de Alemania está morado por las sombras de los cruzados. Algo de la edad media germana, algo de la leyenda de los caballeros del Grial que guardan la copa de la sangre divina de Jesús, alienta en su atmósfera grave y pensativa como un drama lírico de Wagner. En los palacios romanos reina la mitología pagana con toda su voluptuosidad, con toda su lujuria y con toda su malicia. Júpiter Aureo y cachondo, penetra sus salones para poseer a Danae. I si un cisne aparece en sus lagunas no es portando a Lohengrin, que viene a amar castamente a Elsa, sino escondiendo a Júpiter, que viene a gozar frenéticamente a Leda. Un castillo gótico espiritualiza; un palacio romano sensualiza. Una larga familiaridad con los templos y los palacios romanos causa el horror de la edad media y de los recintos lúgubres. I cultiva el gusto de lo griego, de lo pagano.
Roma, espiritual, tradicional y ambientalmente, es refractaria al arte gótico. Roma está geográficamente a las antípodas del arte gótico. ¿Cómo habría podido arraigarse y florecer aquí un arte, un estilo, un ideal tan lejanos del alma de la naturaleza y del sentimiento romanos?

José Carlos Mariátegui La Chira

"Caliban Parle", por Jean Guehenno

He aquí otro libro que da fe de la insuficiencia de todos los vaniloquios del “idealismo” novecentista para descartar de las tareas del pensamiento y la literatura la preocupación de lo temporal y de lo histórico. La inteligencia ha inventado en los últimos años una serie de maneras de eludir o ignorar el problema de la revolución. Ninguna le sirve al intelectual rigurosamente fiel a los deberes del espíritu para discurrir y meditar como si el socialismo y el proletariado no existieran. En esto se reconoce una de las pruebas de la inutilidad de todo intento de restauración del principio de la inteligencia pura o ahistórica.
Jean Guéhenno es un escritor que procede del proletariado y que no reniega de su origen; pero que, en la imposibilidad de encontrar una respuesta a sus interrogaciones en la filosofía clarista del obrero, busca en el arsenal de la más moderna y exigente cultura las razones de una convicción revolucionaria o, por lo menos, no-conformista. “Caliban parle” es una requisitoria contra la hipocresía intelectual y contra los compromisos del pensamiento, cuyos ecos se confunden hoy un poco con los de “Morte de la penseé bourgeoise” de Emmanuel Berl.
Guehenne, humorista, se rebela contra el juego de una compósita legión de intelectuales y artistas que, en el nombre de un refinado novecentismo, querrían sacrificar la humanidad a las humanidades. El crítico y el hombre están demasiado vigilantes y vivos en él. Le es imposible no entender y denunciar el cinismo de este pensamiento de Barrés: “Que los pobres tengan el sentimiento de su impotencia he ahí una condición primaria de la paz social”. El fariseismo del intelectual ante el proletariado, empuja a Guehenno, deferente y atento, pero no por esto menos nauseado, a tomar abiertamente el partido de Calibán. En la clase que lucha por un orden nuevo, están todos los valores morales de la civilización. Al innoble razonamiento de Barrés, opone este juicio ciertamente más filosófico y verdadero: “Le rebelión es la nobleza del pobre”. Guehenno presta estas palabras a Calibán: “En un mundo de egoísmo y de lucro, me ocurre ser la sola potencia desinteresada. Se ha visto a los míos renunciar al éxito, a las sinecuras, a los puestos, fuertes y puros. Algunos que se vendieron fueron pagados a alto precio: obtuvieron los primeros cargos en los Estados. Pero la masa de los Calibanes fue apenas quebrantada por esto. Continúa diciendo no a un mundo en el cual no reconoce la belleza de sus sueños. Y toda nobleza viene a Europa de este movimiento que pone en ella los gestos de la Calibán, las multitudes obreras que, en el instante en que reclaman pan piensan todavía en organizar el mundo”. “Entre la Bolsa de Trabajo y el Instituto, quién sabe, después de todo, dónde se hace el menester más humano? Si los secretarios de sindicatos y sabios de academias consintieran un instante en mirarse, no se despreciarían tanto. Yo los veo a unos aplicados al trabajo de deshacer y desatar, un hilo después de otro, la red que la obstinada fatalidad no cesa de tejer alrededor nuestro, vencer esas leyes de bronce a las que nos somete la pesada economía del mundo. En el más fatal de los siglos, buscan los medios de tornarse amor de las cosas, nuestras duras dominadoras, e intentan, con un maravilloso coraje, restituir al corazón y a la razón la supervigilancia y el control del universo”. “Nuestro verdadero mérito al fin del último siglo habrá sido el organizar la insumisión y la batalla”.
El autor de “Calibán Parle” no se ha formado en esta lucha. A la meditación del sentido moral y humano de las reivindicaciones de las masas, ha llegado por la vía cara a M. Julien Benda, por la vía del “clero”. Su libro de nada está tan distante como de ser el resultado de una crítica de inspiración marxista. Guehenno es un intelectual puro, en el sentido de que no obedece sino a la lógica de su especulación. No proviene de ningún equipo marxista ni de ninguna Casa del Pueblo. Ha hecho su aprendizaje de pensador, meditando a autores tan diversos como Michelet, Taine, Renán, Proudhon, Jaurés, Barrés, Peguy, etc. En el segundo capítulo de su libro, al hablar de la “difícil fidelidad”. Guehenno expone su propio drama. El obrero que se transforma en un intelectual, pierde su fe, su sentimiento de clase. Usando el término de Barrés podría decirse que “de deracine”, se desarraiga. “El espíritu engaña, la belleza seduce, la felicidad descasta. Y yo sentía una suerte de felicidad. Era un blando abandono, animación todavía, pero en la paz; después de meses de tensión apasionada, una embriaguez indulgente. No se lee impunemente los libros. La única luz que me guiaba, antes de que los hubiese leído, no se dejaba ver ya en el juego de sus mil pequeñas flamas. Yo adoraba antes un solo ídolo: los dioses se habían multiplicado. La cultura tiene a veces al principio este efecto de destruir el carácter. Nos hace parecer a esos actores que, a fuerza de ensayar todas las transformaciones, terminan por perder toda personalidad”. Así habla Calibán o mejor, así habla Guehenno después de un largo trato con las ideas. Guehenno ha descubierto el pragmatismo de las ideas, la servidumbre del pensamiento. “La cultura -tal como la conciben los “pedantes autoritarios” con quienes polemiza- no tiene otro objeto que es de hacer jefes y el de justificarlos a la vez. A la ciencia que determinaba lo que debe ser y que descubría mundos más generosos, ellos no le demandan más que legitimar lo que es. Una extraña y monstruosa connivencia asocia la cultura así sofisticada y la autoridad social el saber y la riqueza, y es la característica más eminente de lo que ellos llaman civilización”. No es distinto, fundamentalmente, el lenguaje de los marxistas. Pero lo que confiere especial valor al testimonio de Guehenno es, precisamente, su no marxismo. Todas sus meditaciones, revelan una rigurosa preocupación de no traicionar al Espíritu, de no emplear sino razonamientos de humanista. Las páginas más eficaces de su libro son, acaso, aquellas en que denuncia el bizantinismo y el diletantismo de la Ciencia y del Arte de la decadencia. Guehenno conoce de cerca a esta gente y podría describirnos minuciosamente a cada uno de sus especímenes. ¿Cuál es la imagen más exacta que de ellos nos ofrece? “Me los represento siempre -dice- en una cámara rodeada de espejos. Cada uno mira delante de su innumerable imagen un drama patético, se pone sucesivamente las máscaras del cínico, del epicúreo, del estoico, y declama a veces con florido lenguaje. Viene el aburrimiento y el drama se interrumpe por el tiempo necesario para hacer una nueva provisión de máscaras y de imágenes”. ¿En qué época de la historia, se encuentra a la “inteligencia” y al “espíritu” entregados al mismo juego banal y elegante? La respuesta de Guehenno coincide con la de otros pensadores sagaces: “Graeculi esurientes”. Es así como pequeños griegos hambrientos, que habían tenido la misión de mezclar el espíritu a la pesada masa romana, se cansaron un día. No escucharon más al genio liberador que largo tiempo les había hablado. Tenían hambre y no se preocuparon, para comer y vivir, más que de divertir a sus amos y de fortificar laboriosamente los prejuicios que aseguraban su dominación. El espíritu carecía de coraje y la sabiduría de atención. Entonces hombres innumerables de quienes nunca se hubiera pensado que tenían también un alma destruyeron este mundo fútil. La ciudad que la razón caduca les negaba, se derrumbó. Ellos buscaron en una fe nueva la comunión humana”.
Testimonio de intelectual, requisitoria de humanista, el hermoso libro de Jean Guehenno convida a la más actuales y fecundas reflexiones. Es un enérgico estimulante del juicio histórico, del examen de consciencia de una generación que oscila entre la desesperanza y la traición.

José Carlos Mariátegui La Chira

El gobierno de la gran coalición en Alemania

La laboriosa gestación del gabinete que preside el líder socialista Herman Müller, denuncia la dificultad del compromiso logrado entre la Social-democracia y el Volkspartei para constituir un gobierno de coalición en Alemania. Los socialistas, que en las últimas elecciones obtuvieron una magnífica victoria, han hecho las mayores concesiones posibles a los populistas y Stresseman (Volkspartei), que en dichas elecciones perdieron no pocos asientos parlamentarios. La social-democracia ha vuelto al poder pero a condición de compartirlo con el partido que representa más específicamente los intereses de la burguesía alemana. El programa del gabinete Müller-Stresseman es un programa de transacción, en cuya práctica tienen que surgir frecuentes contrastes. A eliminar en lo posible las causas de conflicto, ha estado destinadas, sin duda, las largas negociaciones que han precedido la formación del gobierno. Pero el compromiso, por sagaces que sean sus términos, está siempre subordinado en su aplicación al juego de las contingencias.
La culminación de la victoria de los socialistas habría sido el restablecimiento de la coalición de Weimar: socialistas, centristas y demócratas; la asunción del poder por la coalición negro-blanco y oro; la restauración en el gobierno de los colores y el espíritu republicanos y democráticos. Pero una victoria electoral no es la garantía de una victoria parlamentaria. Las elecciones francesas del 11 de mayo de 1924 dieron la mayoría al bloque de izquierdas; pero la asamblea salida de ellas concluyó por restablecer en el gobierno a Poincaré. El parlamento y el gobierno parecer ser, además, en Alemania, desde hace algún tiempo, una escuela de prudencia y ponderación. Los partidos creen servir mejor sus doctrinas por la transacción, que por la táctica opuesta. Alemania está resuelta a dar al mundo, -que le reprochó siempre su tiesura, su rigidez y su lentitud,- las más voluntarias seguridades de su flexibilidad y de su ponderación, recibía el tono y el verbo de los nacionalistas, fue estimada por muchos como el comienzo de una restauración monárquica y conservadora, que en poco tiempo habría cancelado el espíritu y la letra de la constitución de Weimar. Mas la ascensión de Hindemburg a la presidencia tuvo, por el contrario, la virtud de conciliar poco a poco a las derechas con las instituciones democráticas. El partido populista ya había superado esta prueba. Pero el partido nacionalista conservaba aún, enardecido por la marejada reaccionaria, su intransigencia anti-republicana. El paso de la oposición al poder, lo obligó a abandonarla, al mismo tiempo que a suavizar, en obsequio a la política de Stresseman, su aspereza revanchista. No obstante sus críticas y reservas, los nacionalistas han aceptado prácticamente la política de reconciliación de Alemania con los vencedores, hábilmente actuada por Stresseman. I han relegado, durante largo tiempo, a último término, sus reivindicaciones monárquicas. Su colaboración con la república, aunque dosificada a las circunstancias, ha servido a la estabilización democrática y republicana del Reich. Los nacionalistas han salido diezmados de las últimas elecciones, en cuales, en cambio, los partidos del proletariado, socialista y comunista, han hecho una imponente afirmación de su fuerza popular. Los socialistas no han podido, a su turno, sustraerse al influjo de esta atmósfera de moderación y compromiso. El retorno a la coalición de Weimar no les ha parecido inoportuno y aventurado a los centristas, sino también a los propios directores de la social-democracia. Por esto, la participación de Strresseman y el Volkspartei en el gobierno, reclamada también seguramente por Hindemburg, ha exigido una gestión empeñosa, en la cual los jefes socialistas se han sentido impulsados a una estrategia muy cauta. Stresseman, ha discutido con ellos en una posición ventajosa. Algunos votos menos en el parlamento, no han restado a su partido absolutamente nada de su significación de órgano político de la gran industria y la alta finanza. La social-democracia sabe perfectamente que al parlamentar con los populistas, trata con el estado mayor de la burguesía alemana.
[Y desde un punto de vista, el proceso de estabilización democrática de] Alemania nos descubre, en sus raíces, un aspecto de la crisis del parlamentarismo o sea de la democracia. La potencia de un partido, como lo demuestra este caso, no depende estrictamente de su fuerza electoral y parlamentaria. El sufragio universal puede disminuir sus votos en la cámara, sin tocar su influencia política. Un partido de industriales y banqueros, no es lo mismo que un partido de heterogéneo proselitismo. Al partido socialista, que un partido de clase, sus ciento cincuenta y tantos votos parlamentarios, si le bastan para asumir la organización del gabinete, no lo autorizan a excluir de este a la banca y la industria.
La gran coalición no deja fuera de la mayoría parlamentaria, sino de un lado a los nacionalistas fascistas y, de otro lado, a los comunistas. A la extrema derecha y a la extrema izquierda. Los comunistas, -que a consecuencia del fracaso de la agitación revolucionaria de 1923 han atravesado un período de crisis interna,- han realizado en las últimas elecciones una extraordinaria movilización de sus efectivos. Grandes masas de simpatizantes, han vuelto a favorecer con sus votos al partido revolucionario. Las consecuencias de la victoria de la clase obrera en la política ha sido, por esto, la amnistía para todos los perseguidos y procesados político-social. Esta amnistía fue uno de los votos del pueblo. El gobierno no podía dejar de sancionarlo.
Los socialistas tienen cuatro ministros en el gabinete: Müller, canciller, Hilferding (Finanzas), Severing (Interior) y Wisel (Trabajo). Pero esta fuerte participación en el poder, no es la que corresponde a la fuerza electoral del proletariado. Stresseman y sus amigos pesan en el gobierno de la gran coalición, tanto como los ministros de la social-democracia. El equilibrio de este gobierno, por lo tanto, resulta artificial y contingente en grado sumo. Ya se habla de la probabilidad de apuntarlo en el otoño próximo, con un remiendo. I esto es lógico. La gran coalición es un frente demasiado extenso para no ser provisional e interino.

José Carlos Mariátegui La Chira

La campaña electoral en los Estados Unidos

En el actual instante de la historia mundial, la elección de presidente de la república norte-americana es un acontecimiento de un interés internacional como nunca lo ha sido, ni aún cuando, -pendiente de este acto la entrada de Estados Unidos a la Sociedad de las Naciones- tocó al electorado yanqui elegir al sucesor de Mr. Wilson. Era entonces demasiado evidente el descenso de Wilson para que se abrigase excesivas respecto a la suerte del partido demócrata en los escrutinios. La elección de 1924 halló a los Estados Unidos en un grado más alto de su crecimiento como imperio y potencia mundial. Pero en esta elección las fuerzas electoras se dividieron no en dos, sino en tres grandes corrientes, con ostensible beneficio para el partido de la gran burguesía. El partido demócrata concurrió a la elección con una candidatura débil ascendiente personal. Y la aparición de un tercer partido, con el senador La Follete a la cabeza, no podía ir más allá de una imponente movilización de fuerzas. Esta vez, el electoral norte-americano recobra su antiguo ritmo bipartito.
La candidatura demócrata dispone de considerable y excepcional influjo popular; y su programa se diferencia del programa republicano con más vivacidad que en anteriores oportunidades. Otros factores singulares además de la personalidad del candidato, juegan esta vez en la elección: la religión de Al. Smith, cuya victoria significaría la ascensión de un católico por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos; y su posición anti-prohibicionistas que agita un ardoroso contraste de opiniones y aún de intereses. La actitud de los republicanos frente a los desiderata de los agricultores, a pesar de los esfuerzos del partido de Herbert Hoover por atenuar los efectos de su política económica en el electorado rural, aparece como otro agente de orientación eleccionaria que complica la situación.
La candidatura del partido republicano es característica de su actual sentido de su misión. La designación de Herbert Hoover es debida, en gran parte, a su condición específica de hombre de negocios. La burguesía yanqui colocó siempre en la presidencia de la república a un estadista o un magistrado, a una figura que no significase una ruptura de la más encumbrada tradición del país de Washington y Lincoln. A un tipo de capitalista puro, se prefirió siempre un tipo burocrático o intermediario. Para esta elección, el partido republicano ha buscado su jefe en el mundo de los negocios. En un artículo del “Magazin of Wall Street” enjuiciando las cualidades de los principales candidatos como hombres de negocios, se consigna la siguiente apreciación sobre Hoover, oportunamente remarcada por Bukharin en un discurso en la IIIa Internacional: “No es exagerado decir que él (Hoover) se considera y es realmente el dirigente del mundo de negocios americano. No hubo nunca en ninguna parte una institución tan estrechamente ligada al mundo de los negocios como el departamento de Hoover... Él respeta al gran capital y admira a los grandes capitalistas. Tiene la opinión de que una sola persona que hace una gran cosa es mejor que una docena de sabios soñadores que hablan de lo que no han intentado nunca hacer y que nunca sabrán hacer. Es incontestable que Hoover presidente, no se semejará a ninguno de sus predecesores. Será un “business-president” dinámico, en tanto que Coolidge era un “bussines-president” estático. Será el primero “bussines-president” en oposición a los presidentes políticos que hemos tenido hasta ahora”.
Smith representa la tradición demócrata. Es el tipo de estadista, formado en la práctica de la administración, más magistrado que caudillo. Poco propenso a la filosofía política, se mantiene casi a igual distancia de Bryan que de Wilson. Su carácter, su figura, hablan al electorado demócrata mejor que su ideología. En su nominación, el partido demócrata se ha mostrado más conservador que el republicano, desde el punto de vista de la fidelidad a la tradición política norte-americana. Smith corresponde al tipo de presidente, configurado según el principio yanqui de que cualquier ciudadano puede elevarse a la presidencia de la república, mucho más que Hoover. La elección de Hoover, del gran hombre de negocios, con cierta prescindencia de inveteredos miramientos democráticos -y demagógicos- sería, bajo este aspecto, un acto más atrevido que la elección de Al. Smith anti-prohibicionista y católico.
¿Cuál de estos dos candidatos conviene más a los intereses del imperio norte-americano? He aquí la cuestión que el instinto histórico de su media y pequeña burguesía tiene que resolver, pronunciándose en su mayoría por Al. Smith o por Herbet Hoover.
El resultado de los escrutinios no depende automáticamente de las estrictas fuerzas electorales de cada partido. Un cálculo, basado rígidamente en los porcentajes de las últimas votaciones, resulta como es natural desfavorable para los demócratas. En la elección, pueden influir en mayor o menor grado los factores especiales ya anotados, la personalidad del candidato demócrata, popularísima en el estado de New York, el sentimiento público sobre la debatida cuestión del prohibicionismo, la influencia de los intereses agrícolas, la repercusión del programa de Al Smith en las masas populares, etc. Según un sistema de cálculo electoral, que Bruce Bliven llama una diversión inocente, los elementos que en esta oportunidad decidirán el voto de un elector son los siguientes: hábito (lealtad partidista), “prohibicionismo”, religión, personalidad del candidato. A estos factores se les asigna, sobre una escala de 100, los siguientes puntos respectivamente: 60, 50, 55, 25. Según prevalecimiento particular en cada estado, se predice el probable orientamiento de los estados cuyo resultado es dudoso. Pero más seguro es atenerse al estudio concreto de cada electorado. Y a este trabajo andan entregados en Estados Unidos los expertos.
La “chance” de Smith se basa en sus probabilidades de una gran victoria en los estados del Sur. Estos estados pueden darle 114 votos electorales. A estos votos, se agregarán los de los estados demócratas de Kentucky, Tenesse y Oklahoma. La decisión del resultado global la darán los escrutinios de Massachusetts, Connecticut, Rhode Island, New York, New Jersey, Maryland, Illinois, Missouri, Wisconsin y Montana. Después de un atento examen de los coeficientes electorales de estos estados, Bruce Bliven opina que Smith puede vencer en Rhode Island, New York, Maryland, Missouri, Wisconsin y Montana mientras Hoover cuenta con mayores elementos de triunfo en los otros estados mencionados. Del éxito con que maniobren los demócratas para atraerse los millones de votos que en 1924 favorecieron al senador Lafollette, dependerá en gran parte la suerte de su candidato.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El sumo cicerone del foro romano

Para conocer algún lado, algún perfil de la figura de Giacomo Boni no es indispensable haber visitado Roma y, por ende, el Foro con un ticket de la Agencia Cook. Basta haber leído la novela de Anatole France “Sobre la piedra blanca”. Giacomo Boni es uno de los personajes del diálogo de Anatole France. Y el escenario o el motivo del diálogo es el Foro Romano. Boni pasará, acaso, a la posteridad sentado, filosófica y taciturnamente sobre la “Piedra Blanca” de France. Lo cual inducirá a la posteridad a un error muy grave acerca del verdadero color de la gloria de Boni. Porque, realmente, la fama de Boni proviene, ante todo, del descubrimiento del Lapis Niger que es una piedra negra. El Lapis Niger, según la leyenda, señalaba el lugar donde había sido sepultado Rómulo. Y Boni, en sus búsquedas en el suelo del Foro, encontró una piedra negra que si no es auténticamente la lápida de Rómulo merece serlo. El hallazgo de esta piedra negra ha significado para Roma algo así como el hallazgo de su primera piedra. La posteridad, por consiguiente, acusará talvez a Anatole France de haber pretendido escamotearle a la gloria de Boni el Lapis Niger.
Giacomo Boni sentía en el Foro toda la historia de Roma. Sus búsquedas y sus hallazgos demostraron que el Foro no debía ser considerado y admirado como una superficie cubierta de vestigios ilustres sino como varias superficies superpuestas. En un estrato, está la Roma de Augusto y de Trajano; en un estrato más profundo está la Roma de Marco Curzio; en un estrato más profundo aún, está la Roma de Rómulo y del Lapis Niger. El descubrimiento de la piedra negra fue de Boni la satisfacción de una necesidad espiritual perentoria. Sobre esta piedra quería reposar su inteligencia y su ánima.
Boni ha muerto en el Foro. Era este un derecho que no podía negársele. Había vivido en el Foro veintisiete años. Durante estos veintisiete años no había dejado el Foro ni aún para visitar su Venecia natal. El Foro era su hogar, su oficina, su mundo. La mayor parte de las piedras del Foro han sido identificadas, clasificadas, catalogadas por este cicerone de cicerones. Se puede así decir que Boni ha descubierto el Foro. El turista no podía concebir el Foro sin Boni. El estado ha tenido que reconocer a sus restos el derecho a ser sepultados en el Palatino bajo un ciprés o un mirto plantado por sus propias manos. (Por orden y cuidado de Boni, en el Palatino y en el Foro se ha restaurado la clásica flora romana: laureles, mirtos, rosas y cipreses).
Procedía Boni de la escuela de Ruskin. En los libros de Ruskin aprendió Boni a amar y entender las piedras. Su nacimiento y su ruskinismo lo designaban sin duda para restaurar y conservar Venecia. Pero su destino o trasplantó a Roma. Veintisiete años de vida arqueológica en el Foro y el Palatino, hicieron de Boni un romano. Pero no un romano moderno sino un romano antiguo. Boni se impregnó totalmente de antigüedad romana. No frecuentó nunca el “píccolo mondo moderno” de los hoteles de la Via Vittorio Veneto. No se abonó jamás a la ópera ni al drama. Ignoró absolutamente los restaurantes rusos. Ha muerto probablemente sin conocer el cinematógrafo, las carreras de caballos, el sleeping-car, el cabaret y el jazz-band. Daba la impresión de ser el hombre más antiguo de la edad moderna.
El aspecto más interesante de su biografía es su metamorfosis no sólo espiritual sino también fisiológica. Boni no nació hombre antiguo: se metamorfoseó en hombre antiguo. Sustituyó gradualmente su personalidad nativa de veneciano con una personalidad completamente clásica y latina de senador o de arúspice de Roma. Todo en su vida estaba dirigido a la restauración del antiguo romano. Hugo Oietti cuenta que en un almuerzo ofrecido por Boni a Anatole France el menú era, rigurosamente, en menú del Imperio. France, desolado, se declaró iconoclasta y moderno en materia de cocina.
No obstante su consustanciación con Roma y sus ruinas Giacomo Boni guardó siempre, en el fondo de su alma, la nostalgia de Venecia. En sus serenos ojos vénetos no se borró hasta la muerte la imagen del puente de Rialto ni la de la isla de San Jorge el Mayor. Se leía en sus ojos que no había nacido bajo el cielo del Latium. -Tenía un alma de gondolero o de mosaísta: un alma ni lacustre ni marítima, un alma un poco ambigua como las aguas palúdicas del Gran Canal. -Muerto Ruskin, Giacomo Boni lo sucedió en la apología y la defensa de Venecia. Yo recuerdo haberlo oído discurrir una vez, en la Iglesia de Santa Fancesca Romana sobre su tema dilecto.
Papini y Gioliotti tratan muy mal a Giacomo Boni en “Diccionario del Hombre Selvático” que aspira a ser una especie de enciclopedia del nuevo cruzado cristiano. Lo catalogan o lo clasifican así: Giacomo Boni (1860). Hombre que vive entre los escombros, de los cuales es “cicerone autorizado” para los grandes de la tierra y de la literatura. Necrófilo y violador de tumbas, sale del silencio sólo cuando le sube a la garganta algún bufido de retórica liviana o cesariana”. Este juicio se explica. Papini y Gioliotti no pueden perdonarle a Giacomo Boni su paganismo, ni siquiera en gracia a que este paganismo, tácito y no confeso, estaba atenuado y hasta absuelto por la amistad de Papas y Cardenales. Si Boni hubiese permanecido toda su vida fiel a Venecia y a Ruskin, si en vez de convertirse en cicerone de las ruinas del paganismo se hubiese mantenido ruskiniano y prerrafaelista, el “Diccionario del Hombre Selvático” lo habría juzgado diversamente.
Pero Boni, cualquiera que sea la opinión que su vida merezca a Papini, no era ciertamente un cicerone ni un arqueólogo vulgar. Le había tocado guiar por los caminos del Foro y del Palatino a los grandes de la tierra y de la literatura: reyes, multimillonarios, primeros ministros, premios Nobel, etc. Mas, exceptuado el conocimiento de algún literato humanista o de un cardenal erudito y epicúreo, es probable que el trato fugaz de un monarca o de una princesa no le haya importado nunca nada a Giacomo Boni. A este hombre, instalado en el proscenio y en el ombligo de muchos siglos de historia universal, las figuras de nuestra época no podían interesarle de veras. Boni tenía que sentirse amigo o un cliente de Julio César, de Marco Aurelio o de Appio Claudio. Bajo el Arco de Tito dialogaba tal vez de tarde en tarde con el alma de Plutarco o de Cicerón, que es imposible que alguna vez no le hayan hecho compañía en su tramonto.

José Carlos Mariátegui La Chira

Bernard Shaw y Juana de Arco

La “Santa Juana” de Bernard Shaw me parece interesante, ante todo, como documento del relativismo contemporáneo. El teatro de Pirandello se clasifica también como teatro relativista. Pero su relativismo es filosófico y psicológico. Es además, un relativismo espontáneo y subconsciente de artista. El dramaturgo inglés, en cambio, lleva al teatro, conscientemente, el relativismo histórico. Pirandello trata, en su teatro y en sus novelas, los problemas de la personalidad humana. Shaw trata, en “Santa Juana”, un problema de la historia universal.
El drama de Bernard Shaw, y, más que el drama, el prólogo que lo precede en el libro, no se propone rehabilitar a Juana de Arco sino, más bien, a sus jueces. Juana de Arco está rehabilitada ya. La Iglesia -en el nombre de cuyo dogma un tribunal eclesiástico la condenó a la hoguera- la ha canonizado solemnemente hace cinco años. La Doncella, declarada hereje y bruja en 1431, es desde 1920 una de las santas del calendario cristiano.
Bernard Shaw reconoce a Juana de Arco como “un genio y una santa”. Está absolutamente persuadido de que representó en su época un ideal superior. Pero no por esto pone en duda la razón de sus jueces y de sus verdugos. Su “Santa Juana” es una defensa del obispo de Beauvais, monseñor de Cauchon, presidente del tribunal que condenó a la Doncella. Shaw se empeña en demostrarnos que monseñor Cauchon luchó con denuedo, dentro de su prudencia, por salvar a Juana de Arco y que no se decidió a mandarla a la hoguera sino cuando la oyó ratificarse, inequívoca y categóricamente, en su herejía.
Y, si justifica la sentencia, no justifica menos a Bernard Shaw la canonización. “No es posible -explica- que una persona sea excomulgada por herética y más tarde canonizada por santa”.
No hay cosa que un relativista no se sienta dispuesto a comprender y tolerar. El relativismo es fundamentalmente un principio o una escuela de tolerancia. Ser relativista significa comprender y tolerar todos los puntos de vista. El riesgo cierto del relativismo está en la posibilidad de adoptar todos los puntos de vista ajenos hasta renunciar al derecho de tener un punto de vista propio. El relativista puro - ¿será abusar de la paradoja hablar de un relativista absoluto? - es ubicuo. Está siempre en todas partes; no está nunca en ninguna. Su posición en el debate histórico es más o menos la misma del liberal puro en el debate político. (El liberalismo absoluto quiere el Estado agnóstico. El Estado neutral ante todos los dogmas y todas las herejías. Poco le importa que la neutralidad frente a las doctrinas más opuestas equivalga a la abdicación de su propia doctrina). Esto nos define la filosofía relativista como una consecuencia extrema y lógica del pensamiento liberal.
La actitud de Bernard Shaw ilustra, precisa y nítidamente, el parentesco del relativismo y el liberalismo. En Bernard Shaw se juntan el protestante, el liberal, el relativista, el evolucionista y el inglés. Cinco calidades en apariencia distintas; pero que en la historia se reducen a una sola calidad verdadera. El mismo Bernard Shaw nos lo enseña en los discursos de sus dramatis personae. Monseñor Cauchon, según su “Santa Juana”, le sostenía a Warwick en 1431 la tesis de que todos los ingleses eran herejes. Y, en seis siglos, los ingleses han cambiado poco. Darwin, en este tiempo, ha descubierto la ley de la evolución que, en último análisis, resulta la ley de la herejía. Los ingleses, por ende, no se llaman ya herejes sino revolucionistas. Su herejía de hace seis siglos -el protestantismo- es ahora un dogma. Pero en Shaw, el hereje está más vivo que en el resto de los ingleses. Shaw, por ejemplo, milita en el socialismo. Mas su socialismo de fabiano -como lo demuestran sus últimas posturas- no lo presenta como un creyente de la revolución sino como un hereje frente al Estado burgués. El célebre dramaturgo sigue siendo, en el fondo, un liberal. Y, además, un protestante.
¿No es, acaso, su “Santa Juana”, entre otras cosas, ¿un esfuerzo por anexar la Doncella a la Reforma? Shaw escribe en el prólogo que Juana de Arco, “aunque fue una católica devotísima y proyectó una cruzada contra los husitas, es, en realidad, uno de los primeros mártires del protestantismo”. Y en el drama aflora, reiteradamente, la misma tesis.
Pero si, como protestante, Bernard Shaw cataloga a Juana de Arco entre los precursores de la Reforma, como relativista reacciona contra la incapacidad de los racionalistas, los protestantes y los anti-clericales para entender y estimar la Edad Media. Shaw considera a la Edad Media “una alta civilización europea basada en la fe católica”. No es posible de otro modo acercarse a la Doncella. Shaw lo sabe y lo siente. Y lo declara, más explícitamente aún, en otra parte del prólogo, cuando revisa los apriorismos que enturbian y deforman la visión de los que pretenden escrutar la figura de Juana de Arco con las gafas astigmáticas de sus supersticiones y del siglo diecinueve: “Si un historiador es anti-feminista y no cree a las mujeres aptas para ser genios en los tradicionales empleos masculinos, no podrá admitir como genio a Juana, que tanto sobresalió en el arte de la guerra y la política. Si es racionalista hasta el punto de negar a los santos y sostener que las ideas nuevas solo pueden nacer por el raciocinio consciente, nuca dará con el verdadero retrato de Juana. El biógrafo ideal de ésta debe estar libre de los prejuicios y las tendencias del siglo diecinueve; debe comprender la Edad Media y la Iglesia Católica Romana, así como el Santo Imperio Romano, mucho más íntimamente de lo que nunca lo hicieron nuestros historiadores nacionalistas y protestantes, y tiene además, que ser capaz de desechar las parcialidades sexuales y sus escuelas fantásticas y de considerar a la mujer como a la hembra de la especie humana y no como a un ser de diferente especie biológica, con encantos específicos e imbecilidades también específicas”.
Esta eficaz y aguda receta no le sirve, sin embargo, a Bernard Shaw para ofrecernos, en su drama, una imagen cabal de Juana de Arco. En su drama, Shaw, mas que de explicarnos a Juana, se preocupa de verdad, de explicarnos su tesis relativista. No asistimos, en “Santa Juana” al drama de la Doncella tan auténtica e intensamente como al drama de Cauchon, su inquisidor. La pieza de Bernard Shaw deja la impresión de que el drama de la Doncella no puede ser escrito por un relativista sino por un creyente. Shaw, a pesar de sus pullas contra el cientificismo y el positivismo del siglo diecinueve, es demasiado racionalista para mirar a Juana con otro lente que el de su raciocino. Su raciocino pretende descubrirnos, en el prólogo, el mecanismo del milagro. Pero, visto por dentro, analítica y fríamente, el milagro cesa de ser un milagro. Mejor dicho, el milagro, como milagro, se queda afuera.
Shaw percibe, con su penetrante en inteligente mirada, los obstáculos que impidieron a Anatole France, anti-clerical y escéptico, aproximarse a Juana de Arco. “En su libro -observa- se notan antipatías. El autor no es enemigo de Juana, pero es anti-clerical, anti-místico y fundamentalmente incapaz de creer que haya podido existir persona alguna como la Juana verdadera”. Pero la Juana verdadera no está tampoco íntegra, completa, en la “crónica dramática” de Shaw. Bernard Shaw, no obstante, su sagacidad crítica, no nos da todo el personaje; y, por tanto, no nos da todo el símbolo.
Define Shaw a Juana de Arco como “uno de los primeros apóstoles del nacionalismo”. Pero se olvida de remarcar, al pie de esta definición, que la idea de la Nación, hace seis siglos, era una idea revolucionaria. Como un escritor internacionalista lo ha proclamado, la idea de la Nación es, en determinadas épocas y circunstancias históricas, la encarnación del espíritu de la libertad. En nuestra época, el nacionalismo, reaccionario en Francia, es revolucionario en Turquía, en la India, en la China, en Marruecos, donde combaten contra el imperialismo y el capitalismo extranjeros. El nacionalismo de Juana de Arco no tiene nada que ver con el nacionalismo orleanista y monárquico de “L’Action Francaise”, que tan enfáticamente se apropia de la gloria y del genio de la Doncella. Charles Maurras, Leon Daudet y sus “camelots du roi”, si hubiesen existido hace seis siglos, habrían estado al lado de los que quemaron a la Santa después de declararla hereje y bruja. Habrían formado parte del séquito del imbécil y desleal Carlos VII o de la comparsería del tribunal de la inquisición. En Ruán, como Bernard Shaw lo siente, se quemó viva a una mujer genial que fue al mismo tiempo, una santa, una hereje y una revolucionaria. En nuestra época la razón de Estado no la habría tratado con más justicia. Y Bernard Shaw, no habría estado tal vez entre los firmantes de su condena; pero probablemente tampoco habría estado entre los prosélitos de su fe y su doctrina.

José Carlos Mariátegui La Chira

La Trilla

Fotografía del óleo "La Trilla" de Camilo Blas que representa a la ciudad de Cajamarca. Se publicó en la revista Amauta en 1930.
Al reverso de la imagen: "La Trilla" (Cajamarca)
y con letra de José Carlos Mariátegui "11 y 1/2 centímetros ancho grano fino (recomendado)"

Blas, Camilo

[Máquina en la agricultura de la costa]

Fotografía que plasma la Irrigación de la Costa del Valle de Huaral.
Al reverso de la fotografía con letra de Jose Carlos Mariátegui: 21 cent ancho grano fino.

Revista Amauta

Sonata

Xilografía sobre papel realizado por Julia Codesido con el nombre de "Sonata" y publicado en la revista Amauta en 1929.

Codesido, Julia

Carta de R. J. Patiño O., 3/6/1927

Lima, 3 de junio de 1927
Señor
Director de la Revista Amauta.
Ciudad.
S. D.
Por acuerdo de la entidad indígena de mi presidencia, tengo el agrado de dirigirme a Ud. a fin de someter a su ilustrada consideración el Manifiesto adjunto, si puede insertarse en la Revista de su digna dirección.
Dada a la finalidad que persigue esta institución, cual es la reivindicación de la raza autóctona, de la que es su Apóstol Amauta, estoy seguro de que tendrá generosa acogida el manifiesto indicado.
Es ocasión para ofrecer a Ud. en nombre del Comité Central P.D.I.T., las seguridades de mi distinguida consideración.
Dios gue. a Ud.
R.J. Patiño O.

Patiño O., R. J.

Carta a Celestino Manchego Muñoz, 6/12/1927

Lima, 6 de diciembre de 1927
Señor doctor Celestino Manchego Muñoz.
Ministro de Gobierno.
Presente.
Señor Ministro:
No pudiendo entrevistarme personalmente con Ud. a fin de exponerle las razones en que, esclarecido sin duda cualquier equívoco respecto a su índole, fundo mi demanda para reanudar la publicación de la revista Amauta, cumplo con dar carácter formal ante su despacho a esta solicitud, dejando constancia de lo siguiente:
1° Que Amauta, conforme a su artículo de presentación y a los nueve números publicados hasta mayo último, que definen claramente su carácter, no es una publicación de propaganda subversiva ni está absolutamente comprometida en plan alguno de conspiración contra el Gobierno.
2° Que Amauta, revista de cultura, de definición ideológica y de especulación científica, estética y doctrinal, es extraña a toda organización internacional comunista.
3° Que el carácter ideológico y cultural de la revista está perfectamente acreditado por los insospechables testimonios de aplauso y simpatía que ha merecido de intelectuales y artistas como Unamuno, H. Walden, F. T. Marinetti, Enrique José Varona, Eugenio d’Ors, Alfredo Palacios, J. García Monge, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Ugarte y muchos otros, de conocido renombre y a ninguno de los cuales se puede calificar de comunista; y
4° Que Amauta no puede ser considerada como un órgano de agitación popular, tanto por el género y estilo de sus estudios, como porque de acuerdo con su carácter de revista mensual de cultura guarde prescindencia respecto de los actos de la política gubernamental.
En esta virtud, solicito de Ud. Senor Ministro que se sirva dictar las medidas destinadas a garantizar la libre circulación, publicación y propaganda comercial de Amauta así como su correspondencia y la mía personal.
Tengo el honor de suscribirme de Ud. Señor Ministro muy atentamente.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Librería Iberico, 22/1/1927

Lima, 22 de enero de 1927
Sres. Librería Iberico
Cajamarca
Muy señor míos:
Adjunto a Uds. el extracto del estado de su cuenta con la Editorial Minerva, al 31 de diciembre.
El Dr. Mariano Iberico nos ha entregado por cuenta de Uds. la suma de S/. 34.56. que no corresponde al total de su debe por haber calculado Uds. equivocadamente el 40% de comisión.
Con los más attos. sentimientos, tengo el gusto de ofrecerme de Ud. atto. y S.S

Imprenta y Editorial Minerva

Carta de Alberto J. Ureta, 20/12/1929

Miraflores, 20 de diciembre de 1929
Señor José Carlos Mariátegui.
Lima.
Mi querido amigo:
Me ha dado Ud. un gran gusto con el envío de sus Ensayos. Sabía que el libro había de venir, y lo esperaba. Sin embargo, el interés que me inspira siempre todo lo que Ud. escribe, me había hecho buscarlo y leerlo desde el primer momento. Dejaba para después el placer de su atención y de su recuerdo.
Soy de los que creen que sus Ensayos son la mejor y más profunda interpretación hecha entre nosotros de la realidad nacional, y que será en lo futuro un precioso documento para todos los que afronten la historia de nuestras ideas.
Mil gracias, también, por los últimos números de Amauta y Labor.
Créame siempre su admirador y amigo más devoto
Alberto Ureta

Ureta, Alberto J.

Carta de Roberto Latorre, 12/7/1928

Cusco, 12 de julio de 1928
Mi querido José Carlos:
He sabido y sentido de su enfermedad por la aparición de Amauta pienso que está curado ya. Así sea para bien de todos nosotros.
Quiero anoticiarle de la estadía de José Malanca en esta tierra, pintor de un exquisita sensibilidad americana, está haciendo grandes obras con los motivos de Cusco. Es Es argentino, pero un vanguardistas auténtico y sin escamas. Cuando llegue allí lo primero que haga será buscarlo, pues de lecturas lo conoce bastantemente y lo quiere.
Le envío mi colaboración para la revista, reservándome el derecho de defender y sostener el asunto que trato. Parece que ya puedo ofrecerle escribir periódicamente para AMAUTA.
Dentro de algunos días daremos a luz un boletín de KOSKO que se editará mensualmente, ojalá entonces usted nos ayude.
Aun no me contestado a mi carta anterior.
Lo abrazo con toda la cordialidad de amigo y compañero.
Roberto Latorre.

Latorre, Roberto

Carta de Luis E. Valcárcel, 17/3/1927

Cuzco, 17 de marzo de 1927
De
L.E. Valcárcel
para
José C. Mariátegui
Querido compañero José Carlos:
Respondo a su bienvenida del 5, recién ahora, por haberme hallado fuera del Cuzco.
Mil gracias por las noticias que me da.
Ha sido para mí una contrariedad la intervención un poco inamistosa de Sánchez. Le digo que siento muchísimo que ese inteligente compañero haya iniciado polémica tan inoportuna.
Necesitábamos cohesión íntima para triunfar.
No he recibido hasta hoy la carta del administrador de Amauta. En vista de ella —urge un duplicado— hablaré con Roberto Latorre.
Como le manifestaba en carta anterior, pondré de mi parte cuanto sea posible para conseguir que la circulación de Amauta —y su contabilidad— no sufra perjuicio.
En cuanto me ponga en tren de labor, prometo a U. enviarle con regularidad mi colaboración literaria.
Lo abraza fraternalmente
Luis E. Valcárcel

Valcárcel, Luis E.

Carta de Arturo Peralta (Gamaliel Churata), SF

Le agradece por el favor realizado comunicando a Blas el tenor de su último telegrama. Clarifica algunos hechos con respecto a un ensayo "Yo no mandé nada a La Sierra y lo que han publicado sobre estar trunco, está plagado de amputaciones y de errores como usted si ha pasado por ahí los ojos habrás constatado".
Le escribe además que enviará el valor de los dos números de Amauta y que en el último número llegaron diez ejemplares con pliegos de menos, lo que no le permite poder venderlos. Le dice también que "los indios de acá van a movilizarse para servir a Amauta. Le enviaré sus quejas completamente veraces y garantizadas. Publique usted esa circular. Es de la agrupación de campesinos indigenas..."
Finalmente se despide diciendo que pronto irán más colaboraciones y que se alegra que hayan firmas puneñas (Puno) en Amauta y que eso lo mantiene contento.

Gamaliel Churata ( Arturo Peralta Miranda)

Carta de Francisco Chuqiwanqa Ayulo, 6/2/1927

Lampa, 6 de febrero de 1927
Señor José Carlos Mariátegui.
Director de Amauta. Lima.
Al escribirle, quiera U. honrarme con su amistad. Como siempre en espera ansiosa de Amauta, ayer he recibido el N° 5, de Enero ppdo. Y al leerlo ávidamente, me he encontrado con “El caso Chuquihuanca Ayulo”. Naturalmente es pues indecible mi gratitud por las bondadosas líneas que me dedica y la publicación de mi oficio de 15 de agosto de 1926 dirigido a la Corte de Puno. No es un asunto personal que sostengo, sino una cuestión de principios dentro de las mismas leyes que nos rigen hoy; y no busco sino un átomo de equidad, no digo de justicia. Pero creo que ni éste lo obtendré.
He leído “González Prada y Urquieta” por Miguel Ángel Urquieta. Es el mismo artículo que publicara en El Diario con el epígrafe “Ideas y hombres del Perú” aunque, según recuerdo de dicho artículo, cuyo recorte se lo di a Mostajo, lo ha variado en algunas partes. Así, en ése no se hacía la menor alusión a Mostajo; y éste me dijo que le iba a escribir a Miguel Ángel, haciéndole presente que ese programa del Partido Liberal, lo había formulado él solo, si bien la comisión de redacción fue nombrada de tres. Allí tampoco había la imprecación de los “catones que se alquilan” dirigida a González Prada, que al contestarle no habría dejado de referirme a ella. La copia que le incluyo, de la cartita que remití a Miguel Ángel, la remití por la vía Nueva York a La Paz, por la inseguridad del correo de Maldonado. Sé que sólo últimamente llegó a manos del señor González; y no se ha publicado. Si U. creyera oportuno publicarla, se lo agradecería en homenaje a la causa. No he querido alterarla, pero como es extensa por las copias q’ hago, U. mi bondadoso noble amigo, tiene carta blanca en el asunto.
Sin tiempo para más, por la premura del correo, quedo muy sinceramente suyo
Chuqiwanqa Ayulo

Chuqiwanqa Ayulo, Francisco

Carta a Gerardo León A., 21/12/1928

21 de diciembre de 1928
Señor
Gerardo León
Matucana
Mi señor nuestro:
A la vista su estimada del 30 del ppdo. manifestamos a Ud. que adjuntos van los seis recibos que solicita para efectuar la cobranza a los suscritores.
Por correo anterior le hicimos la expidición de los 6 ejemplares de costumbre de "Amauta".
Sin más, y tomando nota de sus indicación, nos suscribimos muy atentamente sus S.S.

Sociedad Editora Amauta

Carta de Diego Camacho,28/9/1928

San Pedro de Lloc, 28 de setiembre de 1928
Señor don
José Carlos Mariátegui.
Lima.
Mi distinguido amigo:
Me permito llamarlo así porque fui presentado a Ud. allá en los días del esplendor de El Tiempo, cuando yo cursaba Letras en San Marcos y Ud. era el héroe de aquella aventura de la Ruskaya en el Panteón.
Lo llamo amigo porque siempre he seguido los pasos de su vida y su obra, con la sincera adhesión que despiertan en los espíritus jóvenes la verdad y la justicia.
Le incluyo un poema que si es de su agrado quisiera verlo publicado en Amauta.
Estoy dirigiendo El Orden, periódico que pongo a su disposición.
Su amigo y s.s.
Diego Camacho

Camacho, Diego

Carta de Gamaliel Churata (Arturo Peralta Miranda), 18/12/1926

Canción del Árbol
(Poema proletario)
Tus frondas se incendian de sol
antorcha de la tierra cárdena
lección sangrienta en los amaneceres
eres el hermano de los hombres
transpiras todo el día árbol trabajador
como el hombre enrojecido de fraguas
lates de oraciones en la savia
tus ramas son madres que abrazan
si el dulce niño harapiento
se acerca en la rondalla
en las noches te astillas contra dios
que te hizo perfecto y esclavo
pero ya te libertas diariamente
y nos das la primavera florida
el trino matinal la fresca canción
arrancándote el callo de la raíz injusta
arribarás al porvenir
como el hombre que se habrá superado
para danza en el canto de la infinita alegría
lección sangrienta en los amaneceres
hermano del hombre
¡dos brazos extendidos al cielo
señalan el camino de la libertad!
Camarada secretario: A las nueve de la mañana recibí su amable esquela y las tres estoy dándole respuesta. Yo no habría acudido nunca a certamen literario alguno, a no ser por tratarse de hombres que me son afines por la fatiga diaria y la ilusión del ideal. De lejos acaso no estamos todavía de acuerdo. No importa. Hay una cosa que nos une: la dirección libertaria. Me apresuré a contestarle seducido por el concurso; ya le digo que los concursos siempre me son repugnantes.
Quiero que Ud. se informe que yo no acudo a su solicitud en condición de intelectual (en general yo no reconozco tales condiciones) sino como trabajador (no en sentido figurado y menos intelectual) auténtico, por origen, oficio y predilección del espíritu. Esto lo saben todos acá.
Por todo eso cumplo con mandarle INMEDIATAMENTE? SIN PREPARACIÓN INTELECTUAL, lo que es para mí una canción proletaria del árbol. Como U. no me indica las condiciones retóricas del himno, es que le envío esa en la forma atrabiliaria en que está concebida. Acaso el músico encuentre en canciones como esa dificultades; pero en el entendido que su arte sea académico. Si nuestros músicos son revolucionarios en la vida y en su arte, no hay temores. Dele U. pues la aplicación que le plazca; pero entodo casi es mi deseo que transmita U. a los trabajadores manuales que representa que mi contribución obedece enlos exclusio a responder a un llamado que me es familiar.
Me gusta que el jurado esté formado por trabajadores, pues así lo entiendo. La poesía no es ningún preparado que tenga especialización para que el trabajador no pueda discernir sobre su importancia ideológica y estética.
Apostado en la trinchera indígena, querido camarada, en U. abrazo a todos los trabajadores de esa ciudad.
De Ud, de corazón
Gamaliel Churata
Sábado, 18 de diciembre de 1926. Puno.

Gamaliel Churata ( Arturo Peralta Miranda)

Carta a Abelardo Hurtado de Mendoza, 11/7/1927

Lima, 11 de julio de 1927
Sr. Abelardo Hurtado de Mendoza,
Morococha
Muy señor nuestro:
Hemos esperado su visita después de su llamada por teléfono a José Carlos Mariátegui. No habiéndola recibido, suponemos que algún motivo urgente debe haberle obligado a partir para Morococha, sin cumplir este deseo. Nos apresuramos por esto a decirle, en respuesta a lo que nos trasmiten de la librería Minerva, que no hemos recibido de Ud. más remesa que la que aparece abonada en la cuenta que le hemos remitido; que tampoco hemos recibido la suma de Lp. 2 que nos comunicó Ud. haber cobrado a Pajuelo; y que en el correo nos informan que toda nuestra correspondencia llega a su destino. Le rogamos pues enviarnos los comprobantes de los certificados para formular, si ha habido pérdida postal, la debida reclamación. Si nos ha hecho Ud. el envío por medio de algún viajero, su comisionado no ha cumplido su encargo.
Lo que le ha ocurrido Ud. al tratar de visitar a Mariátegui, nos ha sorprendido ingratamente. Es algo verdaderamente excepcional. Mariátegui está en completa libertad y a su casa donde funciona la administración de Amauta, se entra y sale libremente.
En espera de su respuesta y con attas. consideraciones, nos repetimos de Ud. como Ss. Ss.
Administrador

Martínez de la Torre, Ricardo

Carta a Julio César Nieri, 5/2/1927

Lima, 5 de febrero de 1927
Sr. Julio César Nieri
Ica
Muy señor mío:
Sin repuesta a nuestra carta de enero, acompañándole su estado de cuenta con "Amauta" al 31 de diciembre, conforme al cual su deuda en esa fecha ascendía a Lp. 2.1.00, nos dirigimos nuevamente a Ud. para rogarle que a la brevedad posible nos remita el producto de los ejemplares vendidos.
Ud. justificará plenamente nuestro pedido, teniendo en consideración que "Amauta" vive exclusivamente de sus recursos, y que sus gastos de propaganda y lanzamiento son considerables , no disponiendo nuestra administración para cubrirlos de más fondos que los que pueden allegarle la solicitud y el entusiasmo de sus agentes, solidarizados todos con el esfuerzo que representa la revista.
Del número de enero le hemos enviado la misma cantidad. Si tuviese Ud. sobrantes de los anteriores, puede Ud. remitírnoslos en paquetes certificados hasta de 15 ejemplares cada uno que se franquean con 24 ctvs.
Por correo próximo le remitiremos una cantidad de volantes expresamente impresos para la provincia de Ica.
En espera de sus noticias, me repito de Ud. atto y S.S
Administrador.

Martínez de la Torre, Ricardo

Carta a la Librería e Imprenta Nieri, 26/1/1929

[Transcripción Literal]
Señor
LIBRERIA E IMPRENTA NIERI
Ica
Mui señores nuestros:
No habiendo aun recibido respuesta a la nuestra del 24 del mes de diciembre del ppdo. ni la remesa que nos ofrecían hacer, nos dirijimos nuevamente a fin de que se sirvan abonar el saldo que tienen a nuestro favor. Este asciende al dia a Lp 5.3.55, cantidad de la q se descontará los libros i ejemplares de AMUTA que aun no hayan tenido salida, comunicándonos el detalle.
Debemos llamar su atención sobre la QUINCENA PRO-AMAUTA. Se trata de un llamamiento a todos los amigos, simpatizantes i lectores en general a fin de que en la quincena próxima de febrero del 1 al 15 nos ofrezcan sus aporte económico. Puede responderse a nuestro llamamiento renovando suscriciones por un año, reclutando nuevos suscritores , adquiriendo libros de los que editamos o somos agentes. Queda, por otro lado a la iniciativa particular cualquier otra forma de contribuir al éxito de la quincena.
La revista distribuirá entre sus favorecedores unos artísticos cortapapeles señalalibros, al recibo del óbolo mínimo de S/.1.00 i publicará la lista de los que mismos usando sus nombres, iniciales o seudónimos, según indicación que deben hacernos oportunamente.
Dado el carácter de nuestra labor para la que solicitamos el concurso del público, no desprovistos de derecho seguramente para apelar a él, esperamos que nuestras gestiones merezca el apoyo unanime de todos nuestros amigos. En especial de nuestros agentes, quienes deben abonar sus saldos hasta el día.
Es la mejor forma como pueden responder a nuestro llamamiento.
En espera de sus noticias quedamos sus amigos de AMAUTA:
(Sin firma)

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Julio Enrique Torres, 14/3/1929

Cusco, 14 de marzo de 1929
Señor José Carlos Mariátegui
Lima
Muy estimado amigo:
Su nombre y el cariño que tiene por todos los problemas que se relacionan con nuestro país, así como la labor de cultura que desarrolla en esa capital nos es muy conocida. Posiblemente que no sea completamente desconocido para usted, puesto que la revista Kuntur, llegó a sus manos, en el primer envío que le hiciera mi compañero Román Saavedra y posteriormente el segundo que se lo hice yo.
Agradezco por el aviso que nos colocó en Amauta, y, sírvase descontar del valor de revistas que recibió, y si acaso quedare algún saldo suplico enviarnos algunos folletos o lo que usted crea pueda interesarnos.
Al mismo tiempo aprovecho esta oportunidad para ser un amigo más en esta ciudad, y adjunta a la presente encontrará una colaboración, que si acaso tiene cabida en su revista seguiré haciéndoles algunos otros envíos advirtiéndole que en Lima hasta la fecha no he publicado nada, mi labor sólo es conocida en el Sur del Perú, Bolivia y un algo en la Argentina. Mantengo en la actualidad correspondencia con algunos espíritus jóvenes de México; próximamente le enviaré algunas colaboraciones que han llegado a mi poder para su publicación, pero como por el momento no tenemos una publicación de importancia donde insertarlas, se las enviaré para que usted les dé cabida en su revista: entre las mencionadas tengo un artículo de Martí Casanovas, inédito, este artículo fue enviado últimamente, posterior al publicado por usted en el número XIX de Amauta.
Esperando su respuesta y después de saludarlo quedo como un nuevo amigo que lo estima y lo admira.
Julio Enrique Torres
P. D. Ya le avisaré oportunamente la fecha en que iniciemos la segunda etapa de Kuntur pero con un espíritu más amplio y labor americanista.
Dirección la que indica el sobre.

Torres, Julio Enrique

Carta de José Uriel García, 25/9/1926

Cuzco, 25 de setiembre de 1926
Sr. don José Carlos Mariátegui.
Lima.
Muy estimado amigo:
Disculpe Ud. que recién le envíe el artículo de colaboración ofrecido para su magnífica Revista Amauta, que acabo de conocerla–– el primer número. Sin duda es la mejor publicación editada en ésa, en los últimos tiempos, por su resplandor de modernidad y su altura ideológica, sin llegar al reseco tono académico de ciertas revistas especializadas. Por ello le doy mis sinceras felicitaciones.
El artículo que le mando es un capítulo de un trabajo que estoy preparando, como le dije en mi anterior, sobre El espíritu incaico y la cultura colonial. Ruego a Ud. quiera hacerme el bien de corregir las pruebas con interés, siempre que tenga Ud. por conveniente su publicación.
Veo que su Revista ha sido bastante aceptada por la juventud serrana; parece que hay buena demanda por adquirirla. Lo que nos place a quienes aplaudimos su labor y más que todo la orientación que le ha dado Ud.
Un cordial saludo y un fuerte apretón de manos de su amigo
J. Uriel García

García, José Uriel

Carta de Jorge Cornejo Bouroncle,22/1/1928

Cuzco, 22 de enero de 1928
Señor
José Carlos Mariátegui.
Lima.
Distinguido compañero:
Como todo el que piensa en una sociedad mejor, he visto con sumo agrado la reaparición de Amauta y al felicitarle por el esfuerzo que significa en nuestro medio una lucha contra los intereses creados de una sociedad que debe reformarse cuanto antes, quiero ofrecer a Ud. los sentimientos de mi solidaridad con su obra y la íntima simpatía con que veo que la lucha emprendida va ganando terreno y que un día amanecerá la aurora del nuevo día.
Le adjunto un artículo mío que se publicó en la prensa del Cuzco, trata él de menoscabar el prestigio de instituciones que la masa del pueblo cree sagradas, indispensables, y creo yo que para laborar por más grandes ideales conviene ir quitando la careta a estas asambleas de farsa. Si U. cree digno ese artículo de aparecer en Amauta, le agradeceré consignarlo.
Téngame a sus enteras órdenes por estas tierras del Cuzco y reciba el atento saludo que le envío.
J. Cornejo Bouroncle

Cornejo Bouroncle, Jorge

Carta de Camilo Blas, 30/12/1926

Kosko, 30 de diciembre de 1926
Amigo Mariátegui:
He sido muy gratamente sorprendido de recibir su gentil envío del ejemplar de Amauta que reproduce algunos cuadros míos, junto con su atenta carta que me trae su generoso y cordial mensaje e invitación para colaborar en dicha revista. Por todo ello reciba Ud. mis más sinceros agradecimientos, y cuente desde hoy con mi amistad y mi concurso modesto para la obra de Amauta que merece toda mi simpatía y cuya trascendencia aquilato.
Por lo pronto no me es posible cumplir con lo que me solicita, pero procuraré hacerlo pronto. Nuestro amigo el pintor Sabogal puede proporcionarle, mientras tanto, reproducciones fotográficas de algunos de mis trabajos últimos que Ud. juzgue aprovechables.
Reciba Ud. la expresión de mi mayor aprecio.
Su amigo
Camilo Blas

Blas, Camilo

Carta de Nazario Chávez Aliaga, 20/5/1929

Caxamarca, 20 de mayo de 1929
Mi distinguido compañero Mariátegui:
Estoy adjuntando a la presente unos versos para Amauta.— Su carta me ha traído la satisfacción lejana, después de algún tiempo que me olía a labor recargada, cuando no a nueva situación de Amauta.— Labor y Amauta, recibimos muy tarde, generalmente después de aquí se lee, razón que demora nuestra nota de anuncio, con su respectivo sumario.—En breve enviaré a Ud. unos cuantos céntimos para que nos envíen Labor.— Supongo recibirá U. El Perú, cuyas campañas en favor del indio, como habrá tenido U. de ver, es radical y fuerte y va más allá de la técnicas, horadando el sentido práctico. Ojalá reprodujera U. en Amauta algunos artículos referentes a esta defensa que los encontrará en nuestro diario.
Juntamente con mi envío he de alcanzar un giro para una colección de Amauta que no logré adquirirla. Mis deseos son grandes en ayudarle en su enorme campaña idearia, desgraciadamente, somos los calatos los que nos interesamos por la nueva vida.
Entretanto, lo abraza su amigo y compañero
Nazario Chávez
Naxachá

Chávez Aliaga, Nazario

Carta de Constantino Valdivia Guillén, 24/8/1928

Ayacucho, 24 de agosto de 1928
Sr. José Carlos Mariátegui,
Lima.
Muy señor mío y amigo:
No le extrañe que una persona que jamás ha tenido la suerte de tratarlo personalmente ni por escrito le llame amigo, título éste que me he permitido usar en prueba de mi admiración sincera al luchador viril y admirable que sirve de norte a la juventud idealista de nuestra infortunada Patria. Yo también soy soldado de la causa que Uds. defienden con la bravura y la rebeldía santa de nuestros héroes indios y trabajo con perseverancia para predisponer este ambiente para el fácil advenimiento de las doctrinas revolucionarias con las que llegaremos a la cumbre, y, es por eso también que lo llamo amigo.
Vuestro apostolado, bien conocido, me ha decidido dirigirme a Ud. para procurar restablecer el imperio de la justicia en el Colegio Nacional de San Ramón, donde el Director un bachiller don Juan Francisco Camborda, con el apoyo incondicional del Ministro de Instrucción, hace lo que le place en dicho plantel, sin responsabilidad alguna, siendo uno de los actos atentatorios más graves la expulsión definitiva de dos alumnos del 5° año y uno de tercer año, por acuerdo de la Dirección de Enseñanza, sin esclarecimiento alguno, sin motivo suficiente, escuchando únicamente la consulta de dicho Director que es una reliquia de conservadorismo con todas sus taras morales y que desempeña tal puesto es sólo por favor, habiendo sido convertido de empleado de comercio en Director de Colegio.
El alumno de tercer año separado del colegio es mi hermano, por cuya separación que sólo es un acto de venganza mezquina por ser yo colaborador de El Obrero, periódico que desde enero le ha hecho campaña a este Director incapaz e inepto, he presentado ya mi queja a la Delegación del Consejo Nacional que establecerá el asunto y lo remitirá a ésa.
Dada la circunstancia de que Camborda está apoyado por las supremas autoridades de instrucción, creo que lo único que por hoy se debe hacer es una campaña periodística, con cuyo objeto molesto su atención. Si se dignara acoger esta súplica ya Ud. verá la manera de emprender tal tarea, ya haciendo que se publique el artículo que le adjunto, o reproduciendo algunos de los artículos de El Obrero, que le envío, o escribiendo algo de su parte.
Conocedor de sus grandes vinculaciones en los círculos intelectuales y su voluntad en pro del restablecimiento de derechos conculcados, imploro su protección y ayuda, de la que agradezco por anticipado.
Mande Ud. en su atto. y S.S. que espera recibir sus ansiadas letras y le estrecha fraternalmente.
C. Valdivia Guillén
P.D. En otro sobre recibirá Ud. periódicos El Obrero. Dirección: Constantino Valdivia.

Valdivia Guillén, Constantino

Carta de Ignacio G. Guevara Calderón, 18/9/1929

Ocaña, 18 de setiembre de 1929
Señor
D. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Ante todo, suplico a U. se sirva disculparme por lo que va en seguida: en meses pasados, no viniendo Amauta hacía tiempo, la reclamé; pero parece que mi reclamación no agradó al señor Administrador, quien, en respuesta me decía: que aún cuando ya me había mandado el Nº 23, volvía a mandarme otro ejemplar. Efectivamente, más tarde, vinieron los dos ejemplares del Nº 23 juntos por el mismo correo.
Ahora, declaro, que yo no reclamé por la mísera suma de S/. 6 de la suscripción, sino por el valor mismo intrínseco de los artículos que se publican en las columnas de Amauta, que desde que leí por primera vez la revista, han llegado a ser una necesidad para mí.
Y, ya estamos en setiembre, y solamente el 13 de éste, en paquete limpio y en perfecto estado, ha venido el Nº24, con un memorándum del señor Administrador fechado ¡el 23 de julio!, con el acuse de recibo por 8 s. 60 por el valor del duplicado del Nº23.
Lo que pongo en su conocimiento, señor Mariátegui, por creer que U. ha de saber perdonar estas pequeñeces de
Su atento y S.S.
Ignacio G. Guevara Calderón

Guevara Calderón, Ignacio

Carta de Jorge E. Núñez Valdivia, 15/1/1926

Arequipa, enero 15 de 1926
Señor Gerente de la Editorial Minerva
Julio César Mariátegui
Lima
Distinguido señor:
Doy respuesta a su atta de 31 de diciembre del año próximo pasado.
En ella me comunica Ud. que me han remitido el primer volumen de la Biblioteca Moderna, "La Escena Contemporánea" de José Carlos Mariátegui. Desgraciadamente, dicha obra no ha llegado a mi poder; y este ha sido uno de los motivos por el que no he contestado inmediatamente su mencionada comunicación. Le ruego averiguar lo que haya al respecto, puesto estoy necesitado de la mencionada obra, que en todo caso debe venir como encomienda certificada, para evitar pérdidas.
Adjunto a la presente encontrará Ud. la suma de S/. 1.80 en estampillas, valor de la obra a que he hecho referencia en líneas anteriores. El recibo respectivo queda en mi poder. Muchas gracias.
Les quedaría muy agradecido suministrarme su prospecto y enviarme detalles sobre el Boletín Bibliográfico.
Así mismo, desearía saber cuáles son las ventajas que gozan los suscriptores a la Biblioteca de esa Editorial. Supongo que harán ustedes alguna rebaja, porque de lo contrario no habría ventaja alguna en favor de sus suscriptores. La obra "La Escena Contemporánea, se vende en estas librerías, al precio de S/. 1.80 y a los lectores de provincias que se hallan suscriptos a su Biblioteca les resulta por el precio de S/. 2.20, es decir, con un recargo de cuarenta centavos, valor de la certificación. Ojalá que en su próxima comunicación, me de usted los datos que le pido.
En espera de sus gratas noticias, me repito de Ud. su atto. y S.S.
Jorge E. Núnez

  • Colón Nº 221- Arequipa

Nuñez Valdivia, Jorge E.

Carta de Jorge E. Nuñez Valdivia, 28/11/1926

Arequipa, noviembre 28 de 1926
Señor don
José Carlos Mariátegui.
Lima,
Querido amigo y compañero:
Acabo de recibir su comunicación de 20 de los corrientes. Usted no puede comprender el entusiasmo de los muchachos de Studium, al leer su reveladora carta.
No me equivoqué , amigo Mariátegui, al escribir en mi artículo de "Pacha", que era Ud. uno de nuestros críticos. He admirado siempre su profundo espíritu. Goza Ud. de la preciosa facultad de penetrar en el quid de los problemas y de las corrientes.
Respecto a la tendencia nacionalista, no creo que no esté acorde con los ideales de la época. Deseo, anhelo, fervientemente, que la nueva juventud examine de cerca el nacionalismo. En verdad que no se trata de un nacionalismo imperialista. No, en ningún caso, no. el nacionalismo que proclamo no es esa índole. Al afecto, redacté hace algún tiempo, una especie de mensaje, para varios amigos del Perú y de fuera, a quienes interesaba los problemas sociológicos. Yo, como aprecio su personalidad, le remití una copia. Temeroso de que se haya extraviado, le adjunto una nueva copia. Le ruego darme su opinión. Considero, como usted lo indicó en sus artículos de "Mundial", que el problema capital de la nueva peruanidad es el problema indígena. También le adjunto una copia de un trabajito que estoy preparando. Le envío sólo un bosquejo inicial. Pienso integrarla con el estudio de las opiniones de Ud., de Valcárcel, De Albújar, Orrego, etc, etc, Por eso, le agradeceré enviarme sus puntos de vista, a fin de consignarlos en el referido trabajo.
Esta es la tendencia nacionalista que pretendo reforzar. Es imperialista?. No me parece. Mi nacionalismo no odia a ningún pueblo, ni a ningún hombre, porque, - como lo decía en un artículo, cada cual tiene su virtualidad, que puede cambiarse, si no está conforme con el ideal social, o debe ampararse, cuando está de acuerdo con el nuevo espíritu de la época. Me he preocupado siempre de los movimientos sociales. Es verdad que el espíritu de occidente está en decadencia. Ese espíritu debe ser arrojado de América. La técnica a que se refiere Ud. puede servir a América. Yo me refiero solo al espíritu. El Perú debe reformar su espíritu. Solo pueden intentarlo los honrados, los sinceros. Gusto de los nuevos problemas. Admiro las nuevas orientaciones; pero no estoy con el método proclamado por algunos exagerados. Lucha de clases?. Habrá sinceridad?. Me pregunto esto por la experiencia que se adquiere en algunas regiones del espíritu. Mientras no reformemos nuestro estúpido espíritu, mientras no esclarezcamos nuestro yo interno, toda revolución será ineficiente. Deseo que la juventud sea religiosa. Que tenga creencias. Que no pierda la fe. Cuando uno aniquila sus esperanzas y se encuentra solo en el tiempo, inicia su decadencia. Pero para esto pido, siempre lo he pedido, mucha sinceridad. Por eso lo aprecio y por eso lo admiro. No soy partidario de las guerras violentas y las luchas de clases. Porque tengo fe en la nueva juventud, en sus maestros y sus directores, es que deseo que no les guíe métodos de fuerza. Predicamos amor, solicitamos bondad. Bueno, muy bueno. Pero debemos practicar esos ritos y esas idealidades. Creemos, amigo Mariátegui, la escuela de la perfección interior. Salvará el materialismo decadentista. Hacer de cada hombre, un cristiano: sana labor de los jóvenes directores de masas juveniles y obreras. No perdamos nuestra esperanza. A menos a los hombres; la máxima labor del hombre es esparcir la bondad, predicar la unión de los hombres. Pero he apreciado el panorama peruano: su aspecto político, su problema económico, indígena, etc, me han convencido de realizar esa labor en nuestro medio. La historia peruana es un retazo de la historia mundial. No puede escindírsela. A eso va mi nacionalismo: resolver mi problema indígena; laborar por la independencia de la economía peruana. Es imperialista?. No lo sé. Es anti-humanista. No puedo apreciarlo. Solo sé que contribuiré al progreso de la nueva humanidad. Será algo. Pero algo, al fin. Quiere acompañarme en esa labor. En posteriores comunicaciones, concretaremos nuestro plan de acción. Formularemos acciones. Auspiciaremos idealidades. Observaremos nuestra realidad nacional y seremos verdaderos nacionalista.
No se olvide de su amigo.
Hasta pronto y en espera de sus noticias y producciones, con fuerte apretón de manos, se despide su cordial amigo
[Firma de Jorge E. Núñez Valdivia]
P.D. Me permito rogarle, me indique cual es el estado cultural actual del Centro "Ariel"; así como si tiene usted datos sobre la sinceridad de Augusto Villa de la Tapia y Sebastián Vega, Secretario y Presidente respectivamente, del Centro Ariel, fundado hace poco en Arequipa. Deseo conocer su posición intelectual a fin de auspiciar labor de "Ariel". Corren voces entre los amigos de Arequipa de su campaña política. Ud. conocerá su cariz intelectual. Gracias.
[Núñez]

Nuñez Valdivia, Jorge E.

Carta de M. Julio Delgado A., 22/2/1930

Mollendo, 22 de febrero de 1930
Al señor D. José Carlos Mariátegui
Lima.
Mi distinguido señor don José Carlos:
Por la premura de mi viaje, no pude ir a despedirme, pues tuve que hacerla operar a mi mamá de una eventración.
Me tiene en este puerto, en el que permaneceré hasta el 3 de marzo y después de esta fecha en Arequipa, donde podré cumplir sus gratas órdenes. He venido a pasar una temporada.
En el número 27 de Amauta he leído, el artículo que le dejé, entre el apropiado rubro de “Esquemas”. Muy agradecido por el sitio.
Adjunta a ésta encontrará un articulito de actualidad. He hecho sintético porque he creído que Amauta, está, como siempre, llenado con trabajos más importantes. Dada la condición actual del periodismo tiene distinto ropaje del espíritu que informa. En fin, siempre que le gustara podrá ser incluido en su Revista.
Si tuviera Ud. tiempo le rogaría me indique las revistas principales sobre Ciencias Sociales, sobre todo Sociología.
Pienso publicar el librito de que le hablé se titula: "Folklore y apuntes para la Sociología Indígena"; de modo que antes de hacerlo deseo tener su valiosa opinión.
Lo saludo con la estimación de siempre y ojalá que no haya sufrido tropiezo su mejoría. Suyo atento.
M. Julio Delgado A.

Delgado A. M. Julio

Carta de Carlos Manuel Cox, 28/10/1926

Arequipa, 28 de octubre de 1926
Caro José Carlos:
Contesto su carta del 18 que recibí junto con 90 números de Amauta. Por carta de Manuel Vásquez, recibida cuando acababa de despachar mi anterior ––que espero tenga en su poder–– sabía de la nueva crisis que ha sufrido en su salud. Lamento intensamente lo que le ocurre. Cuando más necesitamos de su energía e inteligencia, más dolorosas acechanzas le impiden trabajar. Sin embargo tiene U. la admiración de los suyos y de los extraños que comprenden la energía que se necesita para soportar la tragedia que no lo quiere dejar. No sé si puedan ser eficaces las palabras alentadoras de quien ha comenzado a sentir también en propia carne el asalto del mal. Entretanto procuramos llenar nuestro cometido dignamente, como creo que lo dijo U. alguna vez.
El segundo número de Amauta ha salido muy bien. Además de tener más páginas, con cuatro en papel fino, el material es más interesante. Le adjunto un recorte de la nota que ha publicado El Pueblo.
Encontrará un cheque por S/. 22.80 producto de 76 números vendidos del primer número, a 30 centavos ejemplar. Como me indica le reenvío 9 ejemplares sobrantes, que con 5 que tiene el librero Albareda y que espero colocar dan los 90 que me envió. La revista se está popularizando rápidamente, pero no se vende en la proporción que debiera. Arequipa tiene 50,000 habitantes y una Universidad, mas U. sabe que el rabulismo es enemigo de las cosas del espíritu. Tengo también la seguridad de que se agote el 2º número. Si no le doy cuenta de la venta antes de la aparición del 3er. número, envíe 90 también. En caso de que este segundo número no se coloque le avisaré oportunamente. De todas maneras debe mandarme un mínimum de 80. Yo hubiera querido enviarle el valor íntegro de los números que vendo en la Universidad, como le indicaba en mi carta anterior, pero como hay algunos gastillos que hacer y para regularidad de las cuentas le pongo la suma que Usted me indica.
Espero enviarle en el próximo correo un artículo mío y versos de nuestro amigo Rodríguez.
Dígale a Bazancito que he recibido su Poliedro. U. Ie dará los S/. 2 en estampillas que le adjunto valor de dos números anteriores. Del último, que me ha mandado quince, le enviaré pronto el dinero.
Por Luciano sé que Eudocio está en viaje a Europa. Es de anhelar que se abra paso, ya que es uno de nuestros elementos más inteligentes y fervorosos.
Reciba un fuerte abrazo y un saludo atento para su esposa e hijitos,
Carlos Manuel
P. S. Le encargo poner un dato en Amauta sobre la F.I.A.T. Le adjunto un recorte sobre la forma definitiva como han quedado organizadas las secciones.

Cox, Carlos Manuel

Almuerzo de despedida para Armando Bazán (III)

Almuerzo de despedida, ofrecido por José Carlos Mariátegui, para Armando Bazán en su viaje hacia Europa.
De izquierda a derecha: Ricardo Martínez de la Torre, Hugo Pesce, Armando Bazán (sentado) y Ricardo Flores.

Martínez de la Torre, Ricardo

Carta a Nicanor A. de la Fuente (Nixa), 7/7/1928

Lima, 7 de julio de 1928
Señor Nicanor A. de la Fuente.
Chiclayo.
Muy estimado compañero:
Contesto sólo ahora su carta del 21 de mayo, porque hace pocos días que mis fuerzas convalecen. He sufrido una nueva crisis en mi salud, como es posible que ya sepa Ud. Mi primer pensamiento es para todos los excelentes camaradas que en este tiempo me han hecho llegar sus palabras de amistad y simpatía.
En el No. 15 de Amauta habrá encontrado Ud. sus poemas así como el magnífico prólogo de Orrego, que con placer hemos anticipado al público. El aviso saldrá en el número próximo. Por no haber tenido a la mano su carta, cuando se armaba el número, —estaba aún enfermo— dejó de publicarse en el N° 15.
No he recibido directamente ningún número de la revista que ahí publica un grupo de jóvenes, con Becerra creo a la cabeza; pero, por intermedio de un amigo, he conocido el N° que reproduce el cariñoso recuerdo de Blanca Luz. Agradézcales, a mi nombre, su simpatía, y dígales que por mi estado de salud no les escribo.
La circulación de Amauta en Chiclayo, según me avisan de la administración ha bajado sensiblemente. Es cierto que la anterior, por el monto de las devoluciones, arrojaba un total ficticio. Estoy seguro de que Arbulú, para quien le adjunto una carta, querrá estimular eficazmente el celo de nuestros amigos.
A Ud. por su gestión le debemos todo nuestro reconocimiento.
Salude al Dr. Revilla, al Dr. Bazán, y reciba un abrazo cordial de su amigo y compañero, que mucho le estima y recuerda.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Nicanor A. de la Fuente (Nixa), 7/10/1928

Lima, 7 de octubre de 1928
Querido Nixa:
Permítame llamarle desde Lima por este nombre fraternal e íntimo.
Contesto sólo hoy su carta del 12 de agosto. Con ella recibí sus poemas, uno de los cuales alcanzó el No. 17 de Amauta. Los otros saldrán en el que está en prensa.
¿Qué le parece el número 17 de Amauta? Ha encontrado magnífica acogida. Está ya agotado, no obstante el mayor precio. Vamos a hacer un quincenario popular a 10 ctvs.: Labor para mantener a Amauta en este volumen y presentación. Anúncielo a Arbulú Miranda.
Tengo que escribirle extensamente sobre un debate interno provocado por una serie de actitudes inconsultas del Grupo de México. A Arbulú le he mandado copias de dos cartas en que formulamos en Abril nuestros puntos de vista. Esta actitud nuestra contra una desviación demagógica y oportunista parece que ha irritado a ciertos elementos del Apra como el Sr. Rojas Zevallos que me dirige una indignada carta cuya copia le adjunto, para que aprecien Uds. Ia posición de estos señores. Es evidente que con apristas como el Sr. Rojas no tenemos nada de común. Llama, como Ud. verá, ridículos los ideales sociales.
En espera de su impresión, lo saluda con todo afecto su amigo y compañero,
José Carlos Mariátegui
P.D. Pase a Arbulú los papeles adjuntos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Manuel V. Jaramillo, 5/12/1925

[Transcripción Literal]
Negritos, 5 de diciembre de 1925
Señor
Gerente de la Editorial Minerva
Lima
Distinguido Sr.
Me es grato dirigirme a Ud. por medio de la presente con el objeto de solicitar de su Representada, la Agencia de la Editorial Minerva, para estas zonas Petrolíferas y como tambien me permito ofrecer a esa Empresa Editora, hacer la mayor propaganda entre los pobladores de estas regiones, para darles a conocer la Importancia de las publicaciones que, su Representada se propone editar en esa ciudad.
Si, su Representada cree por conveniente aceptar mi solicitud; en su contestación me dará a conocer las condiciones a que se sujetará ésta Agencia.
En espera de sus gratas órdenes; me es complaciente augurarlos un éxito colosal en tan importante lavor Intelectual Nacional que, sus Representados se han propuesto desarrollar en el País.
Aprobecho de esta oportunidad, para ofrecer a Ud. S.G. mis mayores consideraciones y estima personal.
De Ud. S. G. Atto y S S
Manuel V. Jaramillo

Jaramillo, Manuel V.

Carta a Carlos V. Chávez Sánchez, 27/11/1925

Lima, 27 de noviembre de 1925
Señor Carlos V. Chávez Sánchez
Piura
Muy estimado amigo y compañero:
Fabio Camacho, dilectísimo compañero, le entregará estas líneas. Con él le envío, también, mi libro que acaba de aparecer. Le presento y recomiendo a Fabio como a uno de mis mejores amigos.
Ya estará Ud. enterado de lo que se propone la Editorial Minerva fundada por mi hermano: la edición de un libro mensual nacional o extranjero. Entre los primeros irán El Nuevo Absoluto de Iberico Rodríguez, Tempestad en la Sierra de Luis E. Valcárcel, La Aldea Encantada de Abraham Valdelomar, una selección de cuentos de Manuel Beingolea, un libro de Antenor Orrego, Corazón Payaso de Guillén, una novela de Falcón y traducciones especiales para Minerva de libros de Istrati, Romain Rolland, Gorki y otros. ––Le he escrito a López Albújar pidiéndole la segunda serie de Cuentos Andinos. Y hay muchos otros libros en vista.
Escribo al doctor Carranza proponiéndole que la librería de El Tiempo represente en Piura las ediciones de Minerva. Pero hace falta una representación activa. Cuento, seguramente, con el valioso concurso de Ud. ¿No es cierto?
Por lo pronto, me urge saber cuántos ejemplares de La Escena Contemporánea puedo hacer remitir.
He recibido sus recortes. Los he leído atentamente. Y, por supuesto, no me siento tocado por la muy justa crítica al desdén de los intelectuales limeños por las provincias. Creo tener muchos de mis mejores amigos en provincias.
En espera de sus noticias, le envía su más cordial apretón de manos su amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta de Luis Carranza, 12/5/1927

Piura, 12 de mayo de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Lima
Mi estimado amigo y cofrade:
Recibí recién su muy estimada del 25 de abril, que me apresuro a contestar. Crea Ud. que para mí uno de sus mayores éxitos, consiste precisamente en la poca salud de que se goza y que no obstante, trabaja Ud. intelectualmente, más que ningún otro escritor limeño. Este es un ejemplo y una excepción en los hábitos de pereza, de que adolecemos los criollos generalmente. No necesita Ud. excusarse.
Estoy en todo conforme, con su concepto sobre el indigenismo, que me expresa en su referida carta, y creo como Ud. que tenemos todavía intelectual y sentimentalmente, conceptos muy errados, sobre nuestro valor y el concepto de moralidad. Cuestión de tradición y de ambiente, que precisa combatir mesuradamente, porque de los falsos conceptos se derivan muchos fracasos que en aquéllos tienen sus raíces. Los debates en el Perú son muy difíciles de establecer dentro del ambiente de cultura en que deben enmarcarse, y muy pocas veces, dejan de degenerar en polémica personalista, mal evidente.
Su obra editora de Amauta, merece toda mi estimación y de mi parte, haré lo que aquí sea posible, por conseguirle cooperación eficaz. Anoto el error en el valor de las acciones.
No creo que mis trabajos de índole exclusivamente periodística y adaptados sólo al medio, puedan contribuir a la campaña de Amauta, no obstante ser uno de los más acerbos partidarios, de la culturización del indio, pero, como no deseo, que atribuya Ud. esto a una excusa, le envío mi pensamiento actual sobre tal asunto, en el articulillo incluso, autorizándole desde luego, para hacer de él lo que mejor le parezca.
He hablado con López Albújar y me dice, que sus ocupaciones judiciales, no le permiten por ahora intervenir en la cuestión indigenista, pero que tiene la mejor intención de hacerlo. En cuanto a Castro Pozo, ya sabrá Ud. a la hora que ésta llegue a sus manos, que él las tiene atadas.
Muy agradecido por todos sus conceptos para su amigo y compañero, le saluda fraternalmente, su
Afmo. amigo
L. Carranza

Carranza, Luis

Almuerzo de despedida para Armando Bazán

Almuerzo de despedida, ofrecido por José Carlos Mariátegui, para Armando Bazán en su viaje hacia Europa.
De izquierda a derecha: Hugo Pesce, José Carlos Mariátegui, Armando Bazán y Ricardo Flores.

Martínez de la Torre, Ricardo

Résultats 1301 à 1350 sur 2092