Showing 3 results

Archival description
Miró Quesada, Óscar Prensa
Advanced search options
Print preview Hierarchy View:

3 results with digital objects Show results with digital objects

Carta de Felix del Valle, 30/1/1927

Madrid, 30 de enero de 1927
Querido Mariátegui:
Jamás me he encontrado en una situación de miseria como la que estoy pasando. Rada y Gamio me ha suprimido la asignación, súbitamente, en pleno invierno europeo, haciéndome pasar los días con hambre y con frío. Este mes de Enero, el más terrible de Madrid, no lo olvidaré nunca. Vivo peor que el más abandonado de los hombres. En un cuarto en que no me es posible siquiera escribir porque las manos se me entumecen de frío; almorzando, cuando puedo, un solo plato. No tengo a quien pedirle nada; además, en Europa, Ud. lo sabe, no hay quien dé nada. La lucha por la vida es cada vez más horrible y está cada vez más cruelmente planteada.
El año anterior fui a París: Una enfermedad al estómago que, para colmo de mis infortunios, ha reaparecido ahora, debido a las malas y deficientes alimentaciones, exigió tal viaje. Los médicos de Madrid consideraban indispensable una operación; los amigos me aconsejaban que fuera a París, donde un especialista famoso. Y fui. Éste me curó, apurando, además, que era innecesaria la operación y que para evitarla definitivamente, precisaba que me sometiera, durante mucho tiempo, a un régimen estricto. Suponga Ud. lo que ha significado económicamente ese viaje. A Belmonte, que es aquí, mejor que un hermano para mí, le debo tal vez mi salvación. Ya no le puedo pedir más. Por otra parte siempre está viajando y es difícil verlo. Antes como tenía teléfono la casa en que yo vivía me llamaba a menudo, ahora no le he dado siquiera la dirección de mi cuarto porque me parecería demasiado deberle más de lo que le debo.
Con El Sol estoy mal, aunque es posible que en estos días transija y Ortega me arregíe uno o dos artículos al mes. Esto no resuelve nada tampoco. Pagan una miseria. En Prensa Gráfica tendré que colaborar, a pesar de que ello es mal visto. Pagan tres duros por artículo, cuando pagan, y tienen todas las plazas ocupadas. Gratis es fácil colaborar en todos los periódicos. Pero ello, como Ud. comprende, no es aliciente para mí que no pretendo regresar ‘triunfante’ a ninguna parte. Quiero únicamente vivir de mi trabajo.
La actitud de Alfredo Piedra me desconcierta. Eduardo Leguía, el ministro del Perú aquí, le ha hecho un cable. Yo, otro. A mi familia le ha dicho que no puede hacer nada por mí. No le creo. Si está mal con Rada está bien con el Presidente y la pensión que a mí me enviaban no grava un presupuesto. Sobre todo cuando aquí mismo hay dos propagandistas que no conocen a nadie ni saben nada percibiendo ochenta libras uno y cuarenta y cinco, otro.
Alfredo no ha contestado a ninguno de esos cables. A mí no me extraña ya nada, querido Mariátegui. Lo siento más que por mí, aunque no esté en edad de soportar miserias, por mis pobres hermanas huérfanas. Piedra al salir de El Comercio me dijo que se hacía responsable de mi porvenir. Bastante me ha servido, pero no lo suficiente, para dejarme en un estado de perfección. En el momento en que más lo necesito, cuando sano ya, libre de la tara que en mí dejó el vicio, cuando es el momento de estudiar y de aprovechar siquiera dos años más de Europa, me abandona. Véalo Ud., si puede, y expóngale mi situación. Ud. sabía hablarle; yo, ahora, no sé ni cómo le escribo.
Dígale que no me haga pasar por la humillación de pedirle algo a El Comercio. Si ve Ud. que nada se puede conseguir de él, le ruego, querido Mariátegui, que busque a Óscar Miró Quesada y le pida a mi nombre seis u ocho libras mensuales, seguras, firmes, por dos o tres artículos al mes para El Comercio. Creo que Óscar y don Aurelio me quieren. De aquél tengo recibidas numerosas pruebas de afecto y del hijo de don Aurelio, a quien tuve el gusto de pasear en Madrid, también.
A este recurso sólo acudirá Ud. en último extremo, cuando se cerciore de que Alfredo no quiere hacer nada por mí.
Mientras tanto le envío 6 crónicas escritas todas en un mismo día, aquí y allá, donde me lo ha permitido el frío y el hambre. Véndalas Ud. lo mejor que pueda. A Vegas dígale que le pague bien y que me insinúe qué es lo que quiere que le envíe, siempre por intermedio de Ud. Desde ahora, querido Mariátegui, le encargo a Ud. que me coloque mis crónicas. Hay mucha informalidad en Lima. El pobre Vallejo pasa en París miserias sin cuento y si no fuera por una beca que tiene aquí, en la Facultad de Jurisprudencia, y que le da 300 o 400 pesetas mensuales, se moriría de hambre: estaría como yo.
Por eso le ruego otra vez que venda enseguida las crónicas que le mando. Si saca Ud. por ellas más de diez libras avíseme por cable la remisión del dinero en esta forma: Valle Lipria, Madrid. Recoja.
No necesita Ud. firmar. Ya sabría de lo que se trataba. Elija Ud. el Banco Alemán siempre. 200 o 300 pesetas remitidas inmediatamente, a los dos o tres días de que estas crónicas estén en su poder, equivale a que no me echen del cuarto en que vivo y a que coma unos cuantos días. Entonces podré escribir, sobre todo para Amauta, que es una revista formidable. Aquí le consideran mucho. Guillermo de Torre me ha pedido su libro, La Escena Contemporánea, para escribir sobre él. Yo no le conozco personalmente, pero se lo he enviado con un amigo de ambos. La Libertad se ha ocupado de Amauta y, en general, tiene ambiente, en este pequeñísimo ambiente intelectual de Madrid, donde Sassone ‘triunfa’...!
Con Falcón nos escribimos a menudo. Sé que estuvo últimamente en París y Vallejo, en su último viaje, me dijo que iba a sacar allí una revista. Falcón trabaja mucho y se ha hecho. Es hoy un estupendo periodista. Me ha invitado a pasar un mes en su casa, en Londres... ¡Qué ironía!...
Al Perú no pienso regresar por ahora, aunque tampoco me quedaría otro invierno aquí. No tengo fuerzas físicas para ello. Me convendría estudiar, vivir alejado de lo que en Lima tanto daño me hizo, dos o tres años más. Que lo consiga depende del interés que Ud. se tome por mí. Si Ud. me asegura, a cambio de artículos, diez o quince libras mensuales permanacería aquí un par de años, escribiendo para ésa cuanto fuera necesario. Hágalo Ud., Mariátegui, hablando con quienes Ud. crea que son nuestros amigos en los periódicos o fuera de ellos.
A mis hermanas no podré ya darles nada. Les escribo diciéndoles que vayan a vivir con el hermano Amado, que también vive en la miseria. Qué caos, querido Mariátegui.
En fin, no quiero cansarle más. Sé que a Ud., tan ocupado, le impongo una tarea que le robará tiempo. Ya veré la forma de pagarle. Ud. siempre me ha sabido perdonar y yo siempre le he sabido querer.
Perdóneme Ud., una vez más, y reciba un fuerte abrazo de su amigo y compañero que tanto le extraña.
Félix del Valle
P.D. No creo que ninguno de estos artículos sirvan para Amauta. Le enviaré más adelante un artículo mensual para su gran revista.
Ahora venda Ud. los 6. Colóquelos y por cable gíremelos. Espero tener lo que sea a fines de Febrero. Es lo único con que cuento. Después me escribirá sobre lo que debo hacer para sumar, fijamente, las diez o quince libras mensuales que pretendo. Si puede Ud. conseguir algún adelanto sobre futuras crónicas englóbelo al giro.—V.
Habría querido dialogar con Ud., pero estoy sólo para monólogos vulgares. Una crónica puede Ud. venderla a Varela, la mona Clovis, para la Universidad.

Valle, Félix del

Carta a Artemia G de Falcón, 27/10/1922

Trafalgar, 36

A Doña Artemia G de Falcón

en Lima

Querida madre:

No creí que Miró Quesada se negara a contratarme algunos artículos mensuales. Suponía alguna modificación del antiguo sistema de los diarios de Lima, adverso a las colaboraciones. Pero el fracaso de tus gestiones me convencen que continúan tan inmorales como siempre. Yo, como tu comprenderás, no tengo el menor interés en escribir para los periódicos de allá. Si me resolví a ofrecerle mi colaboración a "El Comercio" no fue sino por conseguir algún dinero para ti. Y desde luego no estoy dispuesto a escribir una sola línea gratis. Entre otras razones, porque yo vivo de mi pluma y quien no paga mis artículos, me los roba. Esto, seguramente, no lo creen los directores de "El Comercio". Pero aquí, entre la gente civilizada, es así.

Mariátegui partirá muy pronto —no ha podido hacerlo hasta hoy porque está esperando sus pasajes—, a él le encargaré una nueva gestión. Es posible que obtenga mejor éxito que tú. En todo caso, si no logra conseguirme nada en El Comercio, me la conseguirá en el diario en el que él se coloque. Ten un poquito de paciencia.

Por lo demás, el año próximo, si me estrenan una comedia que tengo ya entregada, mis ingresos aumentarán considerablemente y me permitiría ayudarte sin atenerme al dinero de Lima. Estoy trabajando por dedicarme a escribir para el teatro. Este da aquí mucho más dinero que allá y aunque yo, como tu sabes, nunca he tenido suerte para ganarlo, creo que me oirá mejor que escribiendo para los periódicos.

Estos días he tenido muchas contrariedades. En "El Liberal" se ha presentado un conflicto, porque la empresa está en mala situación económica y el diario va a cambiar de dueño. Yo temía que el actual director, muy amigo mío, dejase de serlo y pusiera en peligro, por esta causa, mi permanencia en la redacción. Todavía está tramitándose el asunto. Pero creo que se arreglará en favor de Moya y, en consecuencia, mío, Ya te daré noticas más concretas.

No olvidaré tu encargo con respecto a Angulo. Yo también le estoy muy agradecido a todas las atenciones que te ha dispensado. Hágame el favor de decírselo así y de saludarlo muy afectuosamente en mi nombre. Tan pronto como pueda te enviaré lo que me pides para él.

Espero que Jorgito esté ya completamente restablecido. Abrázalo y bésalo por mi con mucho cariño.

Saludos, abrazos para todos mis hermanos y un abrazo y un beso para ti de tu hijo.

César

Madrid? 24.XI.1922

Falcón, César

Carta a Artemia G de Falcón, 17/7/1922

[A Doña Artemia G de Falcón]

en Lima

Mi querida madre:

En este mismo correo despacho el tercer artículo para el "El Comercio". Te adjunto la carta para Óscar Miró Quesada. Llévala tú misma. Creo que podrás arreglar con él que me publique un número regular de artículos y te los paguen allá. Tú me dirás el resultado.

También escribo a Salomón y a Elguera sobre el asunto de mis sueldos. Me parece conveniente que los veas. Con Villanueva no debes tener entrevista ninguna ni hacerle el menor caso. Yo pensé en el primer momento escribirle una carta diciéndole lo que se merece. Pero me parece inútil. Ya mejor no ocuparse en él.

Me [ha] parecido muy bien la idea de hacer de mis hermanas maestras de escuela. Esto les proporciona en cierto modo una categoría profesional. Si se aplican y continúan estudiando lograrán conseguir una nueva situación. Es lo mejor que podías haber hecho.

Todavía no he recibido tus noticias sobre el resultado de sus exámenes. Espero que […] sido muy satisfactorio. Y que la ya habrán comenzado a ejercer.

Noto un gran progreso en la letra y la ortografía de Humberto. Ha progresado como en dos años de estudios. Se advierte que ya ha dejado el estúpido colegio de […].

Te repito lo que te [he] dicho en mis cartas anteriores. Mi propósito es que nos reunamos todos en España lo más pronto posible y nos radiquemos allí por siempre. Pero es necesario que todos trabajemos entusiastamente hasta conseguirlo. Yo no tengo ninguna esperanza en el Perú. Allí no puedo encontrar, no digo una situación ventajosa, ni siquiera la manera de vivir seguramente. Esto que es Europa podré conseguir dentro de poco tiempo.

Ahora de regreso de Hungría, estoy pasando unos pocos días en Berlín y luego marcharé a París. En París estaré también poco tiempo. Iré a pasar el verano en un pueblo de la frontera española y luego a Madrid. Tenía el propósito de ir a Rusia con el director de "El Liberal". Pero no nos han despachado hasta ahora nuestros pasaportes. Y tendré por esto que aplazar el viaje hasta el año próximo.

Muchos cariñosos recuerdos para todos mis hermanos y un abrazo y un besos efusivo para ti de tu hijo.

César

Berlín? 17.VII.1922

P.D. Arregla con Miró Quesada la cantidad de artículos mensuales que le hecho enviar y cuánto me paga por ellos. Dile que yo te he autorizado para publicarlos y cobra lo que ya se han publicado.

Falcón, César