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Europa y la bolsa de New York. La nueva generación española y la política

Europa y la bolsa de New York
La Europa capitalista manifiesta cierto optimismo respecto a las consecuencias de la crisis financiera de New York. La caída de los valores se ha detenido a la altura que la salud de Europa puede tolerar. I el primer efecto que es lógico predecir para las finanzas europeas es el regreso gradual al viejo continente de los capitales que lo había abandonado buscando inversiones, si no más fructuosas, más seguras al menos en Norte-América, Cambó, según anunció oportunamente el cable, se contó entre los primeros que señalaron este reflujo.
La estabilización capitalista se realiza en Europa con el concurso financiero norte-americano. No es por azar que dos norte-americanos, Dawes y Young, dan su nombre a los complicados acuerdos sobre las reparaciones. El capitalismo yanqui es el principal empresario de la reconstrucción europea. Antes de que los Estados de la Entente pactaran con Norte América las condiciones de amortización de su deuda, su nuevo mondus vivendi no se sentía establecido. Puede agregarse que en la estabilización capitalista europea los yanquis han mostrado, hasta cierto punto, más confianza que muchos capitalistas europeos, a quienes la amenaza de la revolución proletaria indujo en Alemania, Italia, Francia, a dirigir sus capitales a América.
Pero Europa no se resigna a convertirse, poco a poco, en un conjunto de colonias de los Estados Unidos. El paneuropeísmo es la expresión de una corriente defensiva que mira en la fórmula de Briand la única defensa válida de los intereses del capitalismo europeo contra el dominio yanqui. A los Estados europeos les satisface, por esto, la probabilidad de recuperar los capitales que se habían retirado de su industria y su comercio para aumentar la congestión de oro de Norte América. Estos capitales han sido advertidos enérgicamente por la crisis de New York de los riesgos de la congestión.
Naturalmente, si el pánico bursátil de New York hubiese rebasado el límite más allá del cual estaban profundamente en juego todos los intereses de la economía capitalista mundial, las constataciones y vaticinio de los observadores de Europa estarían muy lejos del menor optimismo. Las consecuencias de la crisis en Europa no les consentirían ninguna esperanza de compensación satisfactoria. Aún como han ido las cosas, cuantiosos intereses resultan afectados. Pero la caída de los valores en New York ha sido frenada en el nivel que los nervios de los financistas europeos podían resistir sin que los ganase también el vértigo. I esto es bastante, por el momento, para la convalecencia de las esperanzas de Europa.

La Nueva generación española y la política
Luis Emilio Soto examina en un artículo de “La Vida Literaria” de Buenos Aires la actitud de la joven generación literaria de España frente a la crisis política de su patria. El tópico es tratado con frecuencia. I las constataciones del colaborador de “La Vida Literaria” carecen de rigurosa novedad. Pero resulta siempre más actual e interesante, en todo caso, que lo insulsos artículos escritos para la United Press por el general Primo de Rivera y rematando los cuales este castizo espécimen de donjuanismo y flamenquismo españoles escribe que “el Dios de todos los cristianos sabrá recompensar a los que supieron consagrar su vida terrenal a ideales más altos y permanentes que los goces materiales o al alimento de las pasiones que encienden el espíritu diabólico en la flaca humanidad”.
Los intelectuales jóvenes de España están acusando, en estos años; menos sensibilidad política que los intelectuales maduros, aunque de algunos de estos últimos José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors -reciban las más persuasivas lecciones de displicencia. La zarandeada generación de 95 mostró, en su tiempo, interés mucho más vivo y arriesgado por lo político. I la generación siguiente está, sin duda, mucho más propiamente representada por Marañón y Jiménez de Asúa que por Ortega y D’Ors.
Soto anota, con razón, que por la abstención de la nueva generación literaria no puede ni debe procesarse a la juventud. Sería injusto olvidar las impetuosas jornadas de los estudiantes españoles contra la dictadura. La que está en causa, específicamente, es la juventud representada por “La Gaceta Literaria” de Madrid, cuyo director Giménez Caballero no tiene reparo en declarar que “España hoy descansa, engorda y se abanica”. Soto no pide a estos equipos de intelectuales jóvenes una agitación callejera, tumultuaria. Suscribe la fórmula defendida por Araquistaín en su periódico “España” en 1920, “acción difusa, crítica, clarificadora, estimulante de creación renovación de las ideas ambientes”. Quiere, en cualquier caso, negar que “el silencio sea una actitud digna de los jóvenes frente al régimen que impera en la patria de Larra”.
El equipo de “La Gaceta Literaria” no es toda la nueva generación intelectual española. Incurriría en una grave omisión el biógrafo de esta juventud que no recordase con la debida estimación el esfuerzo de los grupos de intelectuales jóvenes que, después de otras empresas incompatibles con un régimen de censura, han invertido su energía en la creación de las Ediciones Oriente y Cenit. La revista “Post-Guerra”, aunque efímera, ha sido un momento de la historia de esta generación. La intelectualidad española no ha perdido, en general, su interés por las nuevas corrientes políticas e ideológicas. El hecho de que una de las mejores versiones periodísticas de la nueva Rusia sea la de un español, Álvarez del Vayo, no carece de significación. La indiferencia, la abstención, caracterizan a la juventud literaria. Es la nueva gente de letras a la que ha hecho suyo, ante lo político, el gesto de don José Ortega y Gasset. Propaganda literaria aparte, un Joaquín Maurin, trabajando oscuramente en París, vale bien, por ahora, lo que un Giménez Caballero recorriendo ruidosamente Europa.
Pero aún circunscrita y demarcada de este modo, es indudable que se trata de una actitud singular. Es muy distinta la actitud de la juventud literaria de Alemania. También la de esa juventud literaria de Francia, a la que los jóvenes miran tan deferentemente. En Alemania, del teatro a la novela, de Piscator a Glaesser, la nota dominante en la vanguardia es la beligerancia política. En Francia, tan burguesa y conservadora en sus varios estratos, la nueva generación intelectual es uno de los más activos fermentos ideológicos y pasionales. Un libro de un francés –“Mort de la pensés bourgeoise” de Enmanuel Berl-, precisamente, ha hecho viva impresión en uno de los más conspicuos representantes del equipo de “La Gaceta Literaria” de Madrid, residente desde hace algún tiempo en Buenos Aires, -Guillermo de Torre. Lo sé por el propio Guillermo de Torre que atribuye también a los capítulos que conoce de mi “Defensa del Marxismo” una influencia de que me complazco en sus actuales preocupaciones.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 6/3/1930

Lima, 6 de marzo de 1930
Mi querido Glusberg:
Contesto inmediatamente su carta del 28 de febrero. Me explico su preocupación por mi silencio en estos días de movilizaciones policiales. Los raids se hacen en Lima más frecuentes, desde que la crisis financiera y comercial aguza la alarma; pero, desde noviembre, se han trasladado al sector politiquero, donde se cree que se conspira aprovechando de los elementos de descontento. No sería raro, sin embargo, que en cualquier momento la nerviosidad de esta gente nos cause alguna molestia. Todo se puede esperar del miedo.
Empiezo esta semana, coincidiendo con Ud., la organización de mi viaje. El programa que Ud. ha establecido para mi presentación en Buenos Aires me parece excelente. Le enviaré algunas colaboraciones especiales para el número peruano de La Vida Literaria: de Eguren, Orrego, López Albújar, Bustamante y Ballivián Enrique, Martín Adán y algún otro. Me informaré respecto al material del número de 1930. No sé si Sánchez llegó a compilarlo completamente. Marinello me escribió hace poco acerca de la demora en el envío de las colaboraciones solicitadas. Sánchez, que viaja a Santiago a fines de este mes, con el objeto de dar algunas conferencias en la Universidad, le mandará seguramente un artículo. Debe visitarme, según me ha anunciado, en estos días. —Convendría que escribiera Ud. directamente dos líneas a Luis E. Valcárcel, Cusco; Gamaliel Churata, Puno; y César A. Vallejo, 11 Avenue de 1’Opera, Paris.
En cuanto a la impresión del libro en Lima, la considero imposible. La imprenta está monopolizada en estos meses por el trabajo escolar, su principal fuente. Todo el desenvolvimiento de la imprenta y la librería, dependen de la forma como se atienda a esta sección. No habría modo de contar con los tipos de Minerva antes de mayo. No es el caso, por varias razones, la financiera ante todo, pensar en otra imprenta, en la que no podría yo dirigir eficazmente la impresión, por otra parte. Los términos de la combinación estarían muy bien; pero esta misma es impracticable. Yo había reservado, más bien, a Minerva, en caso de que no se consiguiese prontamente editorial para este libro en Buenos Aires, mi “Defensa del Marxismo”. Pero esta misma impresión, no podría hacerse aquí por ahora, de suerte que, a fin de que la llegada del libro a Buenos Aires se acerque todo lo posible a mi propio arribo, voy a escribir inmediatamente a Madrid, proponiendo la edición de Defensa del Marxismo, a Historia Nueva. Podría hacer la gestión con Cenit, pero prefiero para mi primer libro en España la mediación de Historia Nueva por mi vieja camaradería con César Falcón, su director. Ese libro, por tocar debates muy actuales, y libros y tesis como los de De Man, Eastman, Emmanuel Berl, Benda, etc. con cierta originalidad doctrinal, me parece destinado a lograr alguna resonancia. “Defensa del Marxismo” se titula el ensayo que da su nombre al libro, cuya segunda parte está formada por otro ensayo: “Teoría y práctica de la Reacción”, que pongo actualmente al día, por haber sido escrito hace ya más de dos años.
Confío en que Ud. pueda obviar la dificultad de la impresión en Buenos Aires, donde el libro gráficamente saldrá mejor, en el estilo de Babel.
Gracias por su solicitud fraterna y reciba mi mejor abrazo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Gamaliel Churata, 13/3/1930

Lima, 13 de marzo de 1930
Querido Gamaliel Churata:
No he tenido respuesta de Ud. a la que le dirigí con Valdivia, sin duda por su enfermedad, de la que hemos tenido noticia por carta de este compañero. Sé que convalece Ud. en Arequipa, donde yo me había hecho el proyecto de encontrarlo.
Digo me había hecho porque no sé si podré realizar este anhelado viaje al sur. Escribo al respecto a Armando Rivera, con quien le ruego conversar para que lo informe al respecto. Necesito conocer la opinión de Ud. acerca de los puntos que expongo a Rivera en mi carta.
Con gran retraso, he recibido los últimos números del Boletín de la Editorial Titikaka. Tal vez en esta hoja se podría iniciar, con el mayor sentido pedagógico posible, cierta obra de divulgación doctrinal socialista, adecuada a la lectura en las escuelas y grupos indígenas. "El Ayllu" para todas las comunidades de la República. Pero no sabemos cuándo nuestras posibilidades económicas, siempre exiguas, nos consentirán realizar este propósito.
Trabajamos, como siempre, perseverantemente. En enero, el viaje de un comp. del Cusco estableció cordiales relaciones entre los grupos de Lima y esa ciudad. Le adjunto la copia de tres resoluciones últimas, que se agregan a los puntos programáticos y al plan de organización del P.S. Se ha hecho cargo de la S. G. el compañero E.R. quien le escribirá en breve instándolo a que tome Ud. la iniciativa de la constitución formal del grupo de Puno, que ojalá esté integrado por indios, en la mayor proporción posible. No importa que no sea gente perfectamente adoctrinada. Basta que tenga probada y vigilante consciencia clasista y que quiera trabajar, instruyéndose al mismo tiempo que instruye a las masas.
Como "Labor" está condenada, pensamos sacar en su reemplazo, con el mismo tipo, y la misma fisonomía tipográfica, en todas sus páginas, "La Obra". Hay que anunciarla desde luego, como quincenario de información e ideas de la Soc. Editora Amauta. Lo único que nos hace falta resolver para esto es la cuestión económica.
Recibirá Ud. probablemente una carta de Samuel Glusberg, pidiéndole colaboración para un número peruano de "La Vida Literaria" de Buenos Aires. Ese número aparecerá con motivo de la invitación que el grupo de escritores de L.V.L me hace para que visite Buenos Aires, invitación que, animado por Waldo Frank, he resuelto aceptar, a fin de que en una clínica bonaerense se me practique al fin la aplicación ortopédica que necesito para salir de esta ya insoportable inmovilidad en una "chaisse longue" o una silla de ruedas. Envíe a L.V.L originales suyos y de Alejandro. I prepara, también si le es posible, un envío para otro número peruano en perspectiva: el de "1930" de La Habana".
En espera de sus noticias, muy cordialmente lo abraza su amigo compañero y devotísimo.

José Carlos Mariátegui La Chira