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Descripción archivística
Revista Repertorio Americano Norteamérica
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Carta de J. López Méndez, 17/12/1927

México, D.F., 17 de diciembre de 1927
Sr. José Carlos Mariátegui
Director de la Revista Amauta.
Sagástegui 669.
Lima, Perú
Muy estimado señor:
En días pasados tuve el gusto de recibir la visita del Sr. Cox, y con él tuve una larga y agradable plática, en la que mucho hablamos de Ud. y de las grandes simpatías que se tiene en México por su obra.
Durante mucho tiempo he estado escribiendo a Ud. sin haber obtenido respuesta. Aquí se interesan mucho por la Revista. De los números que Ud. me mandó han quedado ejemplares sin vender debido a la irregularidad con que se reciben y a la suspensión de ella. Creo que si se reanuda se venderán esos ejemplares, pues repito, a Ud., que todo el mundo se interesa, pero siempre que aparezca con regularidad.
Leí en el Repertorio que Ud. se propone a toda costa sacar de nuevo la revista, y lo felicito. No deje Ud. de contarme entre sus agentes. Ojalá pudiera darme la exclusiva para la República Mexicana.
Por ahora solamente desearía recibir no más de cinco ejemplares.
Me intereso muy especialmente por los libros y le agradecería que me mandara un ejemplar de todos los que ha publicado hasta la fecha, la revista, del libro de Ud., dos o tres ejemplares. De todo nuevo libro, tres ejemplares y si es de verdadero mérito de muy buen autor, puede aumentarse el número a cuatro.
Lo saludo con todo afecto y desearía recibir sus letras, que son tan apreciables para mí.
También le estimaría que me diera toda clase de informes o datos bibliográficos acerca de libros, autores, revistas, novedades, etc.
Su afmo. atto. y S. S. que tanto la admira y estima
J. López Méndez

López Méndez, J.

Carta de Aurelio Pego, 9/2/1929

9 de febrero de 1929
Sr. D. Carlos Mariátegui
Director de Labor.
Casilla de Correos 2107
Lima.
Admirado compañero:
Me entero por el Repertorio Americano de que continúa Ud. su admirable labor de Amauta en el nuevo quincenario que responde al título de Labor.
No sé si alguna vez habrá Ud. leído algo mío. Es posible que no, aunque llevo más de diez años en la brecha. ¡Hay tanto que leer y es tan poco el tiempo de que se dispone!
Como quiera que sea, aquí le remito una croniquita para su Labor. Publíquela y envíeme un ejemplar de la revista, si a Ud. le parece bien. Si no le parece bien, a fin de enterrarla con honores, dígame por qué desea Ud. sumirla en el cesto de los papeles, que viene a ser la respetada tumba de la “crónica desconocida” de la cual me ocuparé algún día para que le hagamos el homenaje que se merece.
Sirva esta breve carta de saludo cordial. Ahí le va mi mano y con ella mi amistad.
[Firma de Aurelio Pego]

Pego, Aurelio

Carta de Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 15/4/1929

San Francisco, 15 de abril de 1929
Sr. José Carlos Mariátegui.
Lima.
Querido y recordado compañero:
Sentí de veras no haberle podido ver cuando estuve de paso por ésa. Cierto día en que fui a su casa, un simpático pequeñuelo —creo que sería Sandro— salió a mi encuentro, indicándome que Ud. en ese momento se encontraba muy ocupado, atendiendo a algunas personas.
Preocupaciones de todo orden, a cual más duras y aplanantes, me impidieron luego volverlo a buscar. Enseguida partí para esta ciudad saxoamericana donde el proceso de mi vida adquiere un viso álgido. No he tenido, pues, la suerte de cumplir uno de mis más vivos deseos al llegar a Lima: presentarle el testimonio de mi admiración personal y darle un fuerte, un cordial abrazo. Pero juzgue mi afecto, compañero, a través del que ahora le envío con estas líneas, hilvanadas apenas las faenas de esta aplastante vida yankee me dejan un respiro.
Después de algunos contrasuelazos y volatines, he caído en El Imparcial, semanario de habla hispana en San Fco. Figúrese una publicación de mentalidad específicamente burguesa e ingenuidad provinciana, pero sin el arresto limpio, fuerte e inteligente de nuestro provincialismo, por ejemplo. Desde el primer momento traté de hacerlo virar hacia la izquierda, aunque fuese lubricando sólo un tanto los ejes de orientación; pero lamentablemente el cartaginés del propietario echó por tierra mis planes. En comentarios rapidísimos, sin embargo, he lanzado algunas flechas incendiarias y por cualquier resquicio soplaré mi pólvora.
La posición del periódico es estratégica: defensa de los intereses de las colonias de habla castellana —españoles e hispano-americanos; en su mayor parte mexicanos estos últimos— frente a la hostilidad rubia; pero ni el hebdomadario sabe ni quiere sacar partido de su situación ni aquellas colonias tienen la menor consistencia solidaria.
Entiendo que aquí hay alrededor de 20,000 mexicanos; y créame Ud., compañero, actúan y se mueven en tal forma, piensan de tal manera que son capaces de socavar la fe del hombre mejor templado. La pasión política y disgregación de conciencia son tales, que allá donde se juntan dos mexicanos hay una revolución cargada de dinamita. Tal vez sea la energía desviada de la raza destinada a fecundas creaciones con abonos de sangre; pero mientras se corta las arterias, el Tío del Mundo se nutre de sangre azteca y ríe a caquinos de la opereta democrática, de los miles de generales presidenciables, de las cien revoluciones por minuto, etc., etc.
Y aquí se conocen datos ciertos de que todos esos que se presentan con la aureola apostólica antiimperialista, caen secretamente de rodillas ante la Secretaría de Estado yankee implorando ayuda y misericordia.
A título de referencia aquí le presento dos casos: poco antes de que yo llegase, Vasconcelos ofreció una conferencia, creo que en el Liberty Theatre situado en Broadway, centro de concentración latina. Se imaginará Ud. que una imponente multitud de nuestra raza acudió a escuchar al líder. ¡Admírese, compañero! El público estuvo compuesto escasamente por doscientas personas. De éstas la mayor parte fueron suramericanos; y de éstos —consuela decirlo— la mayor parte fueron peruanos.
Poco antes de producirse la revolución de los Escobar, Aguirre, etc., un buen día apareció en el Examiner —uno de los tantos órganos del cínico Hearst— un artículo en que señalaba la necesidad imperiosa y urgente de “adquirir” la Baja California, sobre todo por razones estratégicas, tanto para la defensa del Canal de Panamá como de los estados saxoamericanos del Pacífico. Como aquí se siguen paso a paso los planes de Inglaterra, no hay duda de que The Low California pasará a la Unión Saxoamericana el día menos pensado, y todavía con el asentimiento de muchos, muchísimos mexicanos. ¡Y lo de Sandino y lo del Canal de Nicaragua! Vea Ud.: he conversado con muchos nicaragüenses y el 99% opina que Sandino no es más que un vulgar salteador de caminos...
Hay para jamás acabar. Cuando esté más tranquilo, ordenaré mis notas y tendré el gusto de mandarle algunos artículos sobre estos puntos, para Amauta. Poseo ya extensas observaciones sobre la vida yankee que sucesivamente le haré conocer.
No me traje más que un número de Amauta, del cual me estoy valiendo para hacer conocer el mérito y orientación de la revista entre mucha gente de ésta; poniendo de relieve, al mismo tiempo, la destacada y beneficiosa labor intelectual de Ud. Le quedaría reconocido si, por lo pronto, me enviase, con la dirección que más abajo le indico, siquiera un ejemplar de cada número. Al mismo tiempo me interesa conocer y hacer conocer en ésta su libro 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. ¿Podría Ud. mandármelo?
Luego le enviaré algunos poemas míos para que me haga la merced de publicarlos. Felizmente acá recibo Repertorio Americano y esto me salva un tanto de la mediocridad y estulticia ambiente.
Ya ve, compañero, que mantiénese firme mi solidaridad ideológica y espiritual con el grupo de Amauta —Espero que no olvide que estoy en acecho captador de muchos aspectos de problemas que nos preocupan. Nuestra conexión es, pues, de verdadera importancia para la causa en que militamos. Saludos a todos los compañeros.
Lo abraza fraternalmente
Luis A. Rodrigo
Mi dirección:
Luis A. Rodríguez O.
1027 Pacific Street.
San Fco.. de Cal.
U.S.A.

Rodríguez O. Luis A. (Luis de Rodrigo)