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Briand, Aristide Periodismo With digital objects
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Carta a Ricardo Vegas García, [3/1926]

[Lima, marzo de 1926]
Querido Vegas:
El tema obligado de la semana me parece la crisis francesa. Como no será posible conocer el miércoles todas sus proyecciones–– y tal vez ni siquiera su conclusión–– escribiré un artículo sobre Briand cuya carrera política llega a su más decisiva estación. Yo creo que a la última.–– Para la semana próxima, la nueva literatura rusa. He leído cosas muy buenas de Babel, Ehrenburg, etc. Y tengo varias fotografías de una revista italiana.
Le adjunto un artículo de Antenor Orrego sobre La Escena Contemporánea. Si le es posible, publíquelo en Variedades. Si no, consígame su publicación en La Crónica. No me interesa ––Ud me conoce–– como reclame personal, sino del libro que aún resta, en gruesa cantidad, en los depósitos de mi hermano.
Reclamo una nota bibliográfica de Ud para “Libros y Revistas”.
Y en espera de su visita lo abrazo cordialmente
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 23/3/1925

Miraflores, 23 de marzo de 1925
Querido Vegas García:
¡Bienvenido! Vuelve Ud. en un momento en que las cosas y los elementos andan peor que nunca. Y cuando ya sus amigos pensábamos reclamar, con una enérgica conminatoria, su retorno. Espero que venga Ud. pronto. En tanto, esta carta le lleva mi abrazo cordial.
He escrito la semana última sobre Sun Yat Sen. Esta semana me propongo escribir sobre la posición de Caillaux en la política francesa para enfocar los últimos aspectos de ésta. Pero no sé si Variedades publicará el número detenido por la paralización. Ni si debo, por consiguiente, escribir otro artículo. Hágame el favor de responderme a este respecto con Antuco.
Le adjunto una foto de Caillaux. El artículo puede ser ilustrado con los retratos de los otros personajes de la actualidad francesa: Painlevé, Briand, Herriot, etc.
Le ruego hacerle saber a Porras que desde el día que le anuncié tengo listo aquel artículo.
Esperando su muy grata visita, lo saluda afectuosamente su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 20/4/1925

Miraflores, 20 de abril de 1925
Querido Vegas García:
Le envío un artículo sobre Pettoruti que tiene, además, el interés de explicar, en un lenguaje muy periodístico, el sentido del arte de vanguardia. Van, como ilustraciones, un retrato de Pettoruti y algunas fotografías de las obras que ha expuesto en Buenos Aires y que más discusión han motivado. Pettoruti tiene el deseo de hacer una exposición en Lima. Una exposición suya sería un suceso que agitaría y soliviantaría un poco nuestro dormido ambiente. Nos conviene, pues, alentar el proyecto. Y me intereso, por eso, por la publicación del artículo y los gráficos (Desearía yo también que me consiguiese Ud. los grabados, y que estos no fuesen muy pequeños, para utilizarlos en un libro en que pienso reunir diversos estudios sobre tópicos de arte).
Me ocuparé esta semana de Painlevé y su ministerio. Se necesita, para este artículo, una buena foto de Painlevé y, accesoriamente, fotos de los principales ministros: Caillaux, Briand, De Monzie, Laval, etc.
El tema de la semana próxima puede ser fijado desde ahora: la elección alemana.
En espera de su visita, y con muchos votos porque su hermano se encuentre ya restablecido, lo abraza cordialmente su afmo. amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

La reacción austriaca. La expulsión de Eduardo Ortega y Gasset. Mac Donald en Washington [Manuscrito]

La reacción austriaca
Las brigadas de la Heinmwehr no han realizado el 29 de setiembre su amenazada marcha a Viena; pero, con la anuencia de los nacionalistas y de los social-cristianos, se ha instalado en la presidencia del consejo Schober, el jefe de las fuerzas de policía. Los reaccionarios se han abstenido de cumplir una operación riesgosa para sus fanfarronas milicias; pero la reacción ha afirmado sus posiciones. La marcha a Viena habría provocado a la lucha al proletariado vienés, alerta y resuelto contra la ofensiva fascista, a despecho de la pasividad de la burocracia social-demócrata. La maniobra que, después de una inocua crisis ministerial, arreglada en familia, ha colocado el gobierno en manos de Schober, consiente a la reacción obtener casi los mismos objetivos, con enorme ahorro de energías y esfuerzos.
Los partidos revolucionarios austriacos no perdonan a Viena su mayoría proletaria y socialista. La agitación fascista en Austria, se ha alimentado, en parte, del resentimiento de la campiña y del burgo conservadores contra la urbe industrial y obrera. Las facciones burguesas se sentían y sabían demasiado débiles en la capital para la victoria contra el proletariado. En plena creciente reaccionaria, los socialistas izaban la bandera de su partido en el palacio municipal de Viena. El fascismo italiano se proclama ruralista y provincial; la declamación contra la urbe es una de sus más caras actitudes retóricas. El fascismo austriaco, desprovisto de toda originalidad, se esmera en el plagio más vulgar de esta fraseología ultramontana. La marcha a Viena, bajo este aspecto, tendría el sentido de una revancha del agro retrógrado contra la urbe inquiera y moderna.
Schober, según el cable, se propone encuadrar dentro de la legalidad el movimiento de la Heimwehr. Va a hacer un gobierno fascista, que no usará el lenguaje estridente ni los modales excesivos y chocantes de los camisas negras, sino, más bien, los métodos policiales de André Tardieu y el prefecto del Sena. Con una u otra etiqueta, régimen reaccionario siempre.
Se sabe ya a donde se dirige la política reaccionaria y burguesa de Austria, pero se sabe menos hasta qué punto llegará el pacifismo del partido socialista, en su trabajo de frenar y anestesiar a las masas proletarias.

La expulsión de Eduardo Ortega y Gasset
El reaccionarismo de Tardieu no se manifiesta únicamente en la extrema movilización de sus políticas y tribunales contra “L’Humanité”, la CGTU y el partido comunista. Tiene otras expresiones secundarias, de más aguda resonancia quizá en el extranjero, por la nacionalidad de las víctimas. A este número pertenece la expulsión de Hendaya del político y escritor liberal Eduardo Ortega y Gasset.
La presencia de Eduardo Ortega y Gasset en Hendaya, como la de Unamuno, resultaba sumamente molesta para la dictadura de Primo de Ribera. Ortega y Gasset publicaba en Hendaya, esto es en la frontera misma, con la colaboración ilustra de Unamuno, una pequeña revista: “Hojas Libres”, que a pesar de una estricta censura, circulaba considerablemente en España. Las más violentas y sensacionales requisitorias de Unamuno contra el régimen de Primo de Rivera se publicaron en “Hojas Libres”.
Muchas veces se había anunciado la inminente expulsión de Eduardo Ortega y Gasset cediendo a instancias del gobierno español al de Francia; pero siempre no había esperado que la mediación de los radicales-socialistas; y en general de las izquierdas burguesas, ahorraría aún por algún tiempo a la tradición liberal y republicana de Francia este golpe. El propio Eduardo Herriot había escrito protestando contra la amenazada expulsión. Pero lo que no se atrevió a hacer un gabinete Poincaré, lo está haciendo desde hace tiempo, con el mayor desenfado, bajo la dirección de André Tardieu, un gabinete Briand. Tardieu que ha implantado el sistema de las prisiones y secuestros preventivos, sin importarle un ardite las quejas de la Liga de los Derechos del Hombre, no puede detenerse ante la expulsión de un político extranjero, aunque se trate de un ex-ministro liberal como Eduardo Ortega y Gasset.
Hendaya es la obsesión de Primo de Rivera y sus gendarmes. Ahí vigila, aguerrido e intransigente, don Miguel de Unamuno. I este solo hombre, por la pasión y donquijotismo con que combate, inquiera a la dictadura jesuítica más que cualquier morosa facción o partido. La experiencia española, como la italiana, importa la liquidación de los viejos partidos. Primo de Rivera sabe que puede temer a un Sánchez Guerra, pero no a los conservadores, que puede temer a Unamuno, pero no a los liberales.

Mac Donald en Washington
La visita de Ramsay Mac Donal al Presidente Hoover consagra la elevación de Washington a la categoría de gran metrópoli internacional. Los grandes negocios mundiales se discutían y resolvían hasta la paz de Versailles en Europa. Con la guerra, los Estados Unidos asumieron en la política mundial un rol que reivindicaba para Washington los mismos derechos de Londres, París, Berlín y Roma. La conferencia del trabajo de 1919, fue el acto de incorporación de Washington en el número de las sedes de los grandes debates internacionales. La siguió la conferencia del Pacífico, destinada a contemplar la cuestión china. Pero en ese congreso se consideraba aún un problema colonial, asiático. Ahora, en el diálogo entre Mac Donal y Hoover se va a tratar una cuestión esencialmente occidental. La concurrencia, el antagonismo entre los dos grandes imperios capitalistas, da su fondo al debate.
La reducción de los armamentos navales de ambas potencias, no tendrá sino el alcance de una tregua formal en la oposición de sus intereses económicos y políticos. Este mismo acuerdo se presenta difícil. Las necesidades del período de estabilización capitalista lo exigen perentoriamente. Para esto, se confía en alcanzarlo finalmente, a pesar de todo. Pero la rivalidad económica de los Estados Unidos y la Gran Bretaña quedará en pie. Los dos imperios seguirán disputándose obstinadamente, sin posibilidad de un acuerdo permanente, los mercados y las fuentes de materias primas.
Este problema central será probablemente evitado por Hoover y Mac Donald en sus coloquios. El juego de la diplomacia tiene esta regla, no hay que permitirse a veces la menor alusión a aquello en que más se piensa. Pero si el estilo de la diplomacia occidental es el mismo de ante guerra, el itinerario, la escena, han variado bastante. Con Wilson, los presidentes de los Estados Unidos de Norte-América conocieron el camino de París y de Roma; con Mac Donald, los primeros ministros de la Gran Bretaña aprenden el viaje a Washington.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira