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Carta de Artemio Ocaña, 24/9/1922

Lima, 24 de setiembre de 1922
Señor J. C. Mariátegui
Querido amigo:
Hace algún tiempo que no tengo noticias de Ud. por consiguiente tampoco de Anita ni del piccolo Sandro Tiziano; ansío vivamente que todos Uds gocen de perfecta salud por esas tedescas ciudades que hoy visitan. Yo estoy bien de salud y con muchas perspectivas de mejorar mi situación económica, pues, tengo algunos proyectos a la vista, y creo que algunos de ellos , será una realidad en breve tiempo. Para entonces podré cancelar en parte la deuda que tengo contraída con Uds.; digo en parte, porque humanamente me sería imposible pagar aquella inmensa deuda de gratitud que debo a Uds., mis buenos y nunca olvidados amigos generosos.
Le he escrito varias cartas y hasta la fecha no tengo todavía respuesta. Tan solo he recibido algunas postales de diferentes ciudades tedescas.
Supongo que ya estará Ud. batiéndose con el alemán; lo mismo que mi comadre Anita.
Yo todavía siento la nostalgia de Europa y no pierdo la esperanza de regresar, pero regresar con mi dinero, porque con el del gobierno ya sé por experiencia cuánto se sufre.
Lima la misma, con sus chismes e intrigas de comadre.
El gobierno siempre firme, todas las pequeñas tentativas revolucionarias, se estrellan contra la roca inamovible que hoy representa el Gobierno de Leguía. El país ha progresado bastante en estos dos últimos años y hay grandes proyectos ferroviarios que en época no lejana dará un enorme impulso al progreso del país.
Sé que ayer ha llegado el Dr. Osores con su familia.
Don Pedro no ha cambiado nada es el mismo de siempre con las mismas costumbres y mañas de toda la vida. Es el mismo niño Goyito: flojo, renegón y conchudo. De regreso con genio y figura hasta la sepultura.
Cabral y señora me encargan se saludarlo; ya tienen una encantadora muñequita, se llama Pilar.
Querido Mariátegui, soy de Ud. como siempre su constante amigo y admirador.
Sin más por el momento se despide su atto y S?S
[Firma de Artemio Ocaña]
P.D. Mis más cariñosos recuerdos para mi comadre Anita y para el Piccolo Sandro.

Ocaña, Artemio

Carta de Abraham Valdelomar, [06/1918]

[junio de 1918]
Mi querido José Carlos:
Es usted el único producto biológico que recibe cartas mías. Mi viaje, como habrá Ud visto por los periódicos ha sido más glorioso que el de Bolívar el año 23. Tengo un par de maletas llenas de coronas de laurel con cinta peruana. No sabe Ud lo fastidioso que es guardar coronas de laurel con cinta peruana. La corona de laurel con cinta peruana es la suprema síntesis de la admiración en estos pueblos. Mis cinco conferencias de Trujillo me produjeron alrededor de cinco mil soles, pero los he botado con la misma facilidad. Hice llorar al público en mi primera; y en mi segunda conferencia los llegué a sugestionar tanto que se levantaron de sus asientos y escucharon de pie y asombrados mi voz “pastosa y apostolizante”, al decir de La Industria.
Sigo siendo feliz! ¡Oh, José Carlos, tú lo sabes! ¡Tan feliz! Dios que es amigo personal mío, me ayuda y protege y el Ángel de la Guarda me tiene una gran estimación. Te mando algunos periódicos. Habla del triunfo de mi gira en tu periódico. Cossío te puede contar la verdad. Lo emplazo al ronco, esmirriado y buen César a que me desmienta. Abraza a Carlos Guzmán, a Ruiz Bravo, a César Nepomuceno Falcón. Y en cuanto al cholito ese de Fernández: que es un farsante, que me ha tomado el pelo y que él y Criado y Tejada se vayan al Pardo.
Te recomiendo con todo interés, al portador, Alberto Mejía, un excelente muchacho, buen pianista. Protégelo y dale la lata. Se ha portado bien conmigo y eso te ha de bastar para quererlo y atenderlo.
Te abrazo con toda mi alma, cojito genial,

Abraham

El viernes sigo a Cajamarca. Haz anunciar a todos los diarios del norte que representes, mi viaje. Búscate al corresponsal de Cajamarca y hazle anunciar mi viaje.

Valdelomar, Abraham