Showing 284 results

Archivistische beschrijving
José Carlos Mariátegui La Chira América Latina
Print preview Hierarchy View:

273 results with digital objects Show results with digital objects

Carta a José Malanca, 12/12/1928

Lima, 12 de diciembre de 1928
A José Malanca
E.P.M.
Querido amigo y compañero:
Antes de que Ud. se embarque, con el penúltimo abrazo, queremos darle mandato expreso de representar a Amauta y Labor en los países que Ud. visite, a comenzar por Estados Unidos, donde hasta hoy no hemos tenido sino una que otra agencia episódica.
Ud. no necesita credencial para representar a Amauta, siendo como es un espíritu tan solidario con nuestra obra; pero es preciso que una carta lo acredite para cuanto concierne a la organización de una más extensa difusión de nuestra revista.
Le encargamos particularmente encargar en Nueva York a la Librería Brentano y a alguna otra de público latino-americano la venta de la revista y sus ediciones, sobre la cual acordamos una comisión de 25%. El precio de la revista en el extranjero es de 25 centavos de dólar.
Que esta carta sea también el testimonio de la simpatía y el afecto profundos de todos sus compañeros de Amauta.
Su devotísimo amigo y camarada
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Tarjeta Postal a Luis A. Rodríguez O. (Luis de Rodrigo), 26/12/1927

Lima, 26 de diciembre de 1927
Estimado compañero:
Al fin me es dado comunicarle lo que desde hace algún tiempo anhelaba: - "Amauta" continúa. Con estas líneas recibirá Ud. el número 11-. Mándeme para los próximos algunos poema porque los que tengo están ya publicados si no me engaño. En los primeros días de enero, le enviaré unas líneas sobre su poesía. Por ahora quiero sólo hacerle llegar mi cordial saludo, apenas desembarazado del trabajo de "Amauta".
Su affmo. amigo y compañero

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Celestino Manchego Muñoz, 6/12/1927

Lima, 6 de diciembre de 1927
Señor doctor Celestino Manchego Muñoz.
Ministro de Gobierno.
Presente.
Señor Ministro:
No pudiendo entrevistarme personalmente con Ud. a fin de exponerle las razones en que, esclarecido sin duda cualquier equívoco respecto a su índole, fundo mi demanda para reanudar la publicación de la revista Amauta, cumplo con dar carácter formal ante su despacho a esta solicitud, dejando constancia de lo siguiente:
1° Que Amauta, conforme a su artículo de presentación y a los nueve números publicados hasta mayo último, que definen claramente su carácter, no es una publicación de propaganda subversiva ni está absolutamente comprometida en plan alguno de conspiración contra el Gobierno.
2° Que Amauta, revista de cultura, de definición ideológica y de especulación científica, estética y doctrinal, es extraña a toda organización internacional comunista.
3° Que el carácter ideológico y cultural de la revista está perfectamente acreditado por los insospechables testimonios de aplauso y simpatía que ha merecido de intelectuales y artistas como Unamuno, H. Walden, F. T. Marinetti, Enrique José Varona, Eugenio d’Ors, Alfredo Palacios, J. García Monge, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Ugarte y muchos otros, de conocido renombre y a ninguno de los cuales se puede calificar de comunista; y
4° Que Amauta no puede ser considerada como un órgano de agitación popular, tanto por el género y estilo de sus estudios, como porque de acuerdo con su carácter de revista mensual de cultura guarde prescindencia respecto de los actos de la política gubernamental.
En esta virtud, solicito de Ud. Senor Ministro que se sirva dictar las medidas destinadas a garantizar la libre circulación, publicación y propaganda comercial de Amauta así como su correspondencia y la mía personal.
Tengo el honor de suscribirme de Ud. Señor Ministro muy atentamente.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Emilio Roig de Leuchsenring, 24/10/1926

Lima, 24 de octubre de 1926
Señor Emilio Roig de Leuchsenring
Habana
Estimado compañero:
Cuando Oliverio Girondo estuvo en La Habana me escribió que contaba con Ud. y sus amigos del grupo minoritario o renovador para la realización de su proyecto de intercambio y vinculación de los grupos de vanguardia de América. La fundación de la revista Amauta, que debe Ud. haber recibido, me ofrece la oportunidad de dirigirme a Ud. para que se cumpla ese intercambio entre los escritores vanguardistas de Cuba y el Perú. Yo le mandaré originales de los peruanos; Ud. me enviará textos de los cubanos, conforme al plan al cual me comunicó Girondo que Uds. habían dado su adhesión. Amauta se ha permitido ya considerarlo en el elenco de sus colaboradores. Y para iniciar el intercambio le envío unos apuntes míos sobre Eguren.
Le ruego comunicar mi invitación a Jorge Mañach, Agustín Acosta y demás compañeros y aceptar el cordial testimonio de mi amistad y estimación.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Principios de política agraria nacional

Como un apéndice o complemento del estudio crítico del problema de la tierra en el Perú, estimo oportuno, exponer en un esquema sumario, los lineamientos que, de acuerdo con las proposiciones de mi estudio, podría tener, dentro de las condiciones históricas vigentes, una política agraria inspirada en el propósito de solucionar orgánicamente ese problema. Este esquema se reduce necesariamente a un cuerpo de conclusiones generales, del cual queda excluida la consideración de cualquier aspecto particular o adjetivo de la cuestión, enfocada solo en sus grandes planos.

  1. El punto de partida, formal y doctrinal, de una política agraria socialista no puede ser otro que una ley de nacionalización de la tierra. Pero, en la práctica la nacionalización debe adaptarse a las necesidades y condiciones concretas de la economía del país. El principio, en ningún caso, basta por si solo. Ya hemos experimentado cómo los principios liberales de la Constitución y del Código Civil no han sido suficientes para instaurar en el Perú una economía liberal, esto es capitalista, y cómo, a despecho de esos principios, subsisten hasta hoy formas e instituciones propias de una economía feudal. Es posible actuar una política de nacionalización, aún sin incorporar en la carta constitucional el principio respectivo, en su forma neta, si ese estatuto no es revisado integralmente. El ejemplo de México es, a este respecto, el que con más provecho puede ser consultado. El art. 27 de la Constitución Mexicana define así la doctrina del Estado en lo tocante a la propiedad de la tierra: “I. La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellos a los particulares, constituyendo la propiedad privada. -2. Las expropiaciones solo podrán hacerse por causa de utilidad pública y mediante indemnización. -3. La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el del regular el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y para cuidar de su conservación. Con ese objeto se dictarán las medidas necesarias para el fraccionamiento de los latifundios; para el desarrollo de la pequeña propiedad; para la creación de nuevos centros que sean indispensables para el fomento de la agricultura y para evitar la destrucción de los elementos naturales y de los daños de la propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad. Los pueblos, rancherías y comunidades que carezcan de tierras y aguas, o no las tengan en cantidad suficiente para las necesidades de su población tendrá derecho a que se les dote de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas respetando siempre la pequeña propiedad. Por tanto, se confirman las dotaciones de terrenos que se hayan hecho hasta ahora de conformidad con el decreto de 6 de enero de 1915. La adquisición de las propiedades particulares necesarias para conseguir los objetos antes expresados, se considerará de utilidad pública”.
    2.-En contraste con la política formalmente liberal y prácticamente gamonalista de nuestra primera centuria, una nueva política agraria tiene que tender, ante todo, al fomento y protección de la “comunidad” indígena. El “ayllu” célula del Estado inkaiko, sobreviviente hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad y del gamonalismo, acusa aún vitalidad bastante para convertirse, gradualmente, en la célula de un Estado socialista moderno. La acción del Estado, como acertadamente lo propone Castro Pozo, debe dirigirse a la transformación de las comunidades agrícolas en cooperativas de producción y de consumo. La atribución de tierras a las comunidades tiene que efectuarse, naturalmente, a expensas de los latifundios, exceptuando de toda expropiación, como en México, a las pequeñas y aún a los medianos propietarios, si existe en su bono el requisito en la presencia real”. La extensión de tierras disponibles permite reservar las necesarias para una dotación progresiva en relación continua con el crecimiento de las comunidades. Esta sola medida aseguraría el crecimiento demográfico del Perú en mayor proporción que cualquiera política “inmigrantista” posible actualmente.
  2. El crédito agrícola, que solo controlado y dirigido por el Estado puede impulsar la agricultura en el sentido más conveniente a las necesidades de la agricultura nacional, constituirá dentro de esta política agraria el mejor resorte de la producción comunitaria. El Banco Agrícola Nacional acordaría la preferencia a las operaciones de las cooperativas, las cuales, de otro lado, serían ayudadas por los cuerpos técnicos y educativos del Estado para el mejor trabajo de sus tierras y la instrucción industrial de sus miembros.
  3. La explotación capitalista de los fundos donde la agricultura esté industrializada puede ser mantenida mientras continúe siendo la más eficiente y no pierda su aptitud progresiva; pero, tiene que quedar sujeta al estricto contralor del Estado ante todo lo concerniente a la observancia de la legislación del trabajo y la higiene pública, así como a la participación fiscal en las utilidades.
  4. La pequeña propiedad encuentra propiedades y razones de fomento en los valles de la costa o la montaña, donde existe factores favorables económica y socialmente a su desarrollo. El “yanacón” de la costa, cuando se han abolido en él los hábitos tradiciones de socialismo del indígena, presenta el tipo en formación o transición del pequeño agricultor. Mientras subsista el problema de la insuficiencia de las aguas de regadío, nada aconseja el fraccionamiento de los fundos de la costa dedicados a cultivos industriales conforme a una técnica moderna. Una política de división de los fundos en beneficio de la pequeña propiedad no debe ya, en ningún caso, obedecer a propósitos que no miren a una mejor producción.
  5. La confiscación de las tierras no cultivadas y la irrigación o bonificación de las tierras baldías, pondrían a disposición del Estado extensiones que serían destinadas preferentemente a su colonización por medio de cooperativas técnicamente capacitadas.
  6. Los fundos que no son explotados directamente por sus propietarios, -pertenecientes a rentistas rurales improductivos- pasarían a manos de sus arrendatarios, dentro de las limitaciones de usufructo y extensión territorial establecidas por el Estado, en los casos en que la explotación del suelo se practique conforme a una técnica industrial moderna, con instalaciones y capitales eficientes.
  7. El Estado organizará la enseñanza técnica agrícola, y su máxima difusión en la masa rural, por medio de las escuelas rurales primarias y de escuelas prácticas de agricultura o granjas escuelas, etc. A la instrucción de los niños del campo se le daría un carácter netamente agrícola.
    No creo necesario fundamentar estas conclusiones que se proponen, únicamente, agrupar en un pequeño esbozo algunos lineamientos concretos de la política agraria que consienten las presentes condiciones históricas del país, dentro del ritmo de la historia en el continente. Quiero que no se diga que de mi examen crítico de la cuestión agraria peruana se desprenden solo conclusiones negativas o proposiciones de un doctrinarismo intransigente.

José Carlos Mariátegui La Chira

La convención internacional de maestros de Buenos Aires

Las vigías del confuso y extenso panorama indo-americano registran un hecho de trascendencia para el destino del continente: la Convención Internacional de Maestros de Buenos Aires. Las agencias telegráficas, demasiado ocupadas por los viajes de Lindberg, no han dedicado casi ninguna atención a este suceso. Pero he aquí, precisamente, una razón para destacarlo y enjuiciarlo. Muy raro es encontrar reflejado en la información cablegráfica cotidiana uno de los acontecimientos que están dibujando la nueva fisionomía espiritual de nuestra América.
La convocatoria de este congreso de maestros data de principios del año último. Partió de la Asociación General de Profesores de Chile, una de las corporaciones de maestros de América más señaladas por su ideario y sus campañas renovadoras. El golpe de estado del coronel Ibañez malogró el propósito de los maestros chilenos de reunir la Convención en Santiago. Muchos de los miembros dirigentes de la Asociación General de Profesores andaban perseguidos. Y, en general, bajo un régimen estrechamente militarista y chauvinista, faltaba una atmósfera espiritual adecuada para las labores de un congreso donde se debía discurrir sobre la realización de ideales ecuménicos -americanos- de fraternidad y civilidad. Los iniciadores del congreso, encargaron entonces su organización a un calificado grupo de profesores argentinos. En la Argentina, está viva la magnífica tradición de Sarmiento, -que nos presenta la grandeza de ese pueblo como la obra de un educador-. En la Argentina, alcanzó su más vigorosa afirmación el movimiento de reforma universitaria latino-americana, nacido en una universidad argentina, la de Córdoba. La nueva sede de la Convención reunía las mejores garantías morales de trabajo fecundo.
Los votos aprobados por el congreso testimonian el espíritu sincero y profundamente renovador que lo ha inspirado. Un dinámico y autorizado grupo de educadores argentinos, -en el cual sobresalen las figuras, ya figuras de Alfredo Palacios, Carlos Sánchez Viamonte, Julio R. Barcos, Juan Matovani, Gabriel del Mazo y otros- ha orientado y dirigido las labores del congreso, imprimiéndole su concepto moderno y humano de la enseñanza. En estas labores, al lado de representantes del Uruguay, México, Centro-América, Chile, Bolivia y demás países latino-americanos, han tomado parte Manuel A. Seoane y Oscar Herrera, compatriotas nuestros.
El Congreso ha enfocado, con generosa visión, los grandes problemas de la enseñanza, pronunciándose abiertamente por una amplia acción social de los maestros. Una de sus declaraciones al respecto, propugna lo siguiente: “1º. Orientar la enseñanza hacia el principio de la fraternidad humana basado en una más justa distribución de las riquezas entre los hombres de todas las latitudes de la tierra. -2º. Propicias en la enseñanza la modificación del criterio histórico actual, despojándolo de su carácter guerrero, dando primacía a la historia civil y a la interpretación social de la civilización”. Otras declaraciones reivindican para el magisterio el derecho a la dirección técnica de la educación; afirman la alianza de los maestros con los trabajadores manuales que luchan por un programa de justicia social y económica; y reclaman la democratización efectiva de la enseñanza, a cuyos grados superiores solo deben tener acceso los más aptos. Las conclusiones sancionadas por la Convención sobre este punto traducen el nuevo ideario educativo. “La educación privada y pública -dice una de estas conclusiones- cuando signifique preparación de élites y creación de futuras situaciones de dominación, atenta contra la vida moral de la humanidad. Las élites no deben hacerse; surgirán solas en el cultivo igual de todos los jóvenes espíritus. Las pseudo élites, formadas por el privilegio educativo, no reposan en condiciones naturales, recurren a la fuerza, a la intriga y a la tiranía para sostenerse minando los verdaderos valores sociales de la persistencia y mejoramiento progresivo de la especie humana”. “La socialización de la cultura supone: a), el gobierno democrático de la educación por padres, maestros y profesores elegidos libremente por estos; b), la autonomía económica, administrativa y técnica de los consejos escolares; c), la escuela unificada, desde el Kindergarten a la Universidad, fundada en el trabajo espiritual y manual fusionados en la labor educativa y que supone el derecho de todo individuo de ser educado hasta el límite que marquen sus capacidades”. La Convención ha hecho justicia a las obras más significativas y considerables de renovación de la enseñanza en América, destacando como tales “la acción innovadora de la revolución mexicana en materia educacional; el moderno código de educación de Costa Rica, inspirado en las ideas más recientes, y el magnífico plan de reconstrucción educacional elaborado por la Asociación General de Profesores de Chile”.
En este Congreso de Maestros, -que ha recibido la adhesión de pedagogos e instituciones de gran autoridad, -se han expuesto y mentado todos los ensayos y movimientos educacionales contemporáneos. El espíritu de la Convención ha sido, en todas sus conclusiones, un espíritu de reforma y vanguardia. Pero en la médula de sus deliberaciones, se reconoce una concepción más liberal que socialista de la educación. Se constata una reivindicación excesiva de la autonomía de la enseñanza, se une una insistente aserción del carácter anti-dogmático de esta. Dos conceptos que acusan la persistencia de los viejos mirajes de la “escuela laica” y la “libertad de enseñanza”, como de realidades absolutas y superiores a la escuela religiosa y a la enseñanza del Estado. El amigo Barcos, cuyos méritos de educador soy el primer en proclamar, llevado por su íntimo liberalismo considera el nuevo programa de educación de Chile superior al de Rusia, por ser este dogmático y el primero no. Por mi parte, no creo en una cultura sin dogmas ni en un Estado agnóstico. Y aún me siento tentado de declarar que, partiendo de puntos de vista inconciliablemente puestos, coincido con Henry Massis en que solo el dogma es fecundo. Hay dogmas y dogmas y hasta el de repudiarlos todos es, a la postre, uno más. Pero ya este es un tópico aparte cuyo esclarecimiento dentro de una sumaria (...).

José Carlos Mariátegui La Chira

La literatura peruana por Luis Alberto Sánchez

No es posible enjuiciar aún íntegramente el trabajo de Luis Alberto Sánchez, en esta historia de “La Literatura Peruana”, concebida con un “derrotero para una historia espiritual del Perú”, por la sencilla razón de que no se conoce sino el primer volumen. Este volumen expone las fuentes bibliográficas de Sánchez, el plan de su trabajo, el criterio de sus valoraciones; y estudia los factores de la literatura nacional: medio, raza, influencias. Presenta, en suma, los materiales y los fundamentos de la obra de Sánchez. El segundo tomo nos colocará ante el edificio completo.
Sánchez, desde sus “Poetas de la Colonia”, se ha entregado a esta labor de historiógrafo y de investigador con una seriedad y una contradicción muy poco frecuentes entre nosotros. El escritor peruano tiende a la improvisación fácil, a la divulgación brillante y caprichosa. Nos faltan investigadores habituados a la disciplina del seminario. La universidad no los forma todavía; la atmósfera y la tradición intelectuales del país no favorecen en desenvolvimiento de las vocaciones individuales. En la generación universitaria de Sánchez -lo certifican los trabajos de Jorge Guillermo Leguía, Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea, Manuel Abastos,- aparece, como una reacción, ese ascetismo de la biblioteca que en los centros de cultura europeos alcanza grados tan asombrosos de recogimiento y concentración. Esto es, sin duda, algo anotado ya justicieramente en el haber de la que, de otro lado, puede llamarse, en la historia de la Universidad, “generación de la Reforma”.
Desde un punto de vista de hedonismo estético, de egoísmo crítico, no es muy envidiable la fatiga de revisar la producción literaria nacional y sus apostillas y comentarios. Mis más tesoneras lecturas de este género corresponden, por lo que respecta, a los años de rabioso apetito de mi adolescencia, en que un hambre patriótico de conocimiento y admiración de nuestra clásica y romántica literatura me preservaba de cualquier justificado aburrimiento. Después, no he frecuentado gustoso esta literatura, sino cuando el acicate de la indagación política e ideológica me ha consentido recorrer sin cansancio sus documentos representativos. Mi aporte a la revisión de nuestros valores literarios -lo que yo llamo mi testimonio al proceso de nuestra literatura-, está en la serie de artículos que sobre autores y tendencias he publicado en esta misma sección de “Mundial”, y que, organizados y ensamblados, componen uno de los “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”, que dentro de pocos días entregaré al público.
Porque, descontado el goce de la búsqueda, hay poco placer crítico y artístico en este trabajo. La historia literaria del Perú consta, en verdad, de unas cuantas personalidades, algunas de las cuales, -de Melgar a Valdelomar- no lograron su expresión plena, mientras otras, como don Manuel González Prada, se desviaron de la pura creación artística, solicitadas por un deber histórico, por una exigencia vital de agitación y de polémica políticas. Este parece ser un rasgo común a la historia literaria de toda Hispano-América. “Nuestros poetas, nuestros escritores, -apunta un excelente crítico. Pedro Henríquez Ureña- fueron las más veces, en parte son todavía, hombres obligados a la acción, la faena política y hasta la guerra y no faltan entre ellos los conductores e iluminadores de pueblos”. La materia resulta, por tanto, mediocre, desigual, escasa, si el crítico no renuncia ascéticamente a sus derechos de placer estético. I no todos tienen la fuerza de este renunciamiento que es casi una penitencia. Para afanarse en establecer, con orden riguroso, la biografía y la calidad de uno de nuestros pequeños clásicos y de nuestros pequeños románticos, precisa -haciéndose tal vez cierta violencia a si mismo- persuadirse previamente de su importancia, hasta exagerarla un poco.
La historia erudita, bibliográfica y biográfica, de nuestra literatura como la de todas las literaturas hispano-americanas, tiene, por esto, el riesgo de aceptar cierta inevitable misión apologética, con sacrificio del rigor estimativo y de la verdad crítica. La crítica artística, y por tanto la historia artística, -ya que como piensa Benedetto Croce se identifican y consustancian- son subrogadas por la crónica y la biografía. Las cumbres no se destacan casi de la llanura, en un panorama literario minucioso y detallado. No cumple así la historia su función de guiar eficazmente las lecturas y de ofrecer al público una jerarquía sagaz y justa de valores. Henríquez Ureña, ante este peligro, se pronuncia por una norma selectiva: “Dejar en la sombra populosa a los mediocres; dejar en la penumbra a aquellos cuya obra pudo haber sido magna, pero quedó a medio hace tragedia común en nuestra América. Con sacrificios y hasta injusticias sumas es como se constituyen las constelaciones de clásicos en todas las literaturas. Epicarmo fue sacrificado a la gloria de Aristófanes; Gorgias y Protágoras a las iras de Platón. La historia literaria de la América española debe escribirse alrededor de unos cuantos nombres centrales: Bello, Sarmiento, Montalvo, Martí, Darío, Rodó”.
El género mismo de las historiografías literarias nacionales, se encuentra universalmente en crisis, reservado a usos meramente didácticos y cultivado por críticos secundarios. Su época específica es la de los Schlegel, Mme Stael, Chateaubriand, De Sanctis, Taine, Brunetiere, etc. La crítica sociológica de la literatura de una época culmina en los seis volúmenes de las “Corrientes principales de la literatura del siglo diecinueve” de George Brandes. Después de esta obra, cae en progresiva decadencia. Hoy el criterio de los estudiosos se orienta por los ensayos que escritores como Croce, Tilgher, Prezzolini, Gobetti en Italia, Kerr en Alemania, Benjamin Cremieux, Albert Thibaudet, Ramón Fernández, Valery Larbaud, etc en Francia, han consagrado al estudio monográfico de autores, obras y corrientes. I respecto a una personalidad contemporánea, se consulta con más gusto y simpatía el juicio de un artista como André Gide, André Suarez, Israel Zangwill, y aún de un crítico de partido como Maurrás o Massis, que de un crítico profesional como Paul Souday. Se registra, en todas partes, una crisis de la crítica literaria, y en particular de la crítica como historia por su método y objeto. Croce, constatando este hecho, afirma que “la verdadera forma lógica de la historiografía literario-artística es la característica del artista singular y de su obra e la correspondiente forma didascalica del ensayo y la monografía” y que “el ideal romántico de la historia general, nacional o universal sobreviene solo como un ideal abstracto; y los lectores corren a los ensayos y a las monografías o se limitan a estudiarlas consultarlas como manuales”.
Pero en el Perú donde tantas están cosas por hacer, esta historia general no ha sido escrita todavía; y, aunque sea con retardo, es necesario que alguien se decida a escribirla. Y conviene felicitarse de que asuma esta tarea un escritor de la cultura y el talento de Luis Alberto Sánchez, apto para apreciar corrientes y fenómenos no ortodoxos, antes que cualquier fastidioso y pedante seminarista, amamantado por Cejador.
Esperemos con confianza, el segundo tomo de la obra de Sánchez, que contendrá su crítica propiamente dicha, y por tanto su historia propiamente dicha, de obras y personalidades. Del mérito de esta crítica, depende la apreciación del valor y eficacia del método adoptado por Sánchez y explicado en el primer tomo. La solidez del edificio será la mejor prueba de la bondad de los andamios.
En tanto, tengo que hacer una amistosa rectificación personal a Sánchez. Al referirse a mi “proceso de la literatura peruana”, deduce mis fuentes de mis citas y aún eso incompletamente. Cuando conozca completo, y en conjunto, mi estudio, comprobará que, con el mismo criterio con que enjuicio solo los valores-signos, en lo que concierne a la crítica y a la exégesis comento los documentos representativos y polémicos. No tengo, por supuesto, ninguna vanidad de erudito ni bibliógrafo. Soy, por una parte, un modesto autodidacta y por otra parte, un hombre de tendencia o de partido, calidades ambas que yo he sido el primero en reivindicar más celosamente. Pero la mejor contribución que puedo prestar al rigor y a la exactitud de las referencias de la obra de Sánchez, es sin duda la que concierne a la explicación de mí mismo.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La polémica del azucar

El tono asaz agrio y estridente que usa la Sociedad Nacional Agraria en su polémica con los periódicos que ha hecho observaciones, muy moderadas por cierto, al memorial sobre la crisis de la industria azucarera, trasluce cierta nostalgia de tiempos en que, intacto el poder del civilismo, el comité de esa industria era, en último análisis, el gobierno mismo de la nación. De entonces a hoy, la economía y la política del país se han modificado. Han surgido nuevos intereses, nuevas industrias: el azúcar ha pasado a tercer y cuarto término en la estadística de nuestras exportaciones; el grupo económico y política de los azucareros ha visto decaer, en el mismo grado, su potencia; otras categorías lo han sustituido en el predominio. Mientras duraron las buenas cotizaciones, o la esperanza de que retornaran, la “industria azucarera”, como a si misma se llama, pudo vivir de su pasado. Hoy, esfumada esa esperanza, y colocada en el trance de solicitar el subsidio del Estado, le es imposible disimular su mal humor. La difícil represión de su disgusto, es seguramente la causa de ese aire ofendido con que responde a sus interlocutores.
Los azucareros pretenden que el Estado los subvencione para afrontar airosamente una crisis que los sorprende impreparados, por culpa en no pequeña parte de su gestión técnica y financiera. Para esta demanda, alegan razones que, dentro de su criterio económico, son sin duda atendibles. Pero quieren, además, que no sean públicamente controvertidas. Y porque no ocurre así, su personero se muestra acérrimamente fastidiado.
Los dineros que la industria azucarera pide que sean empleados en su servicio son, sin embargo, los dineros públicos. Los más modestos contribuyentes, los más humildes ciudadanos, tienen incontestable derecho a exponer, sobre ese empleo, las consideraciones que les parezcan de su conveniencia. No hablemos ya de los periódicos, a los que hay que suponer representantes de corrientes, de tendencias de la opinión. He aquí algo que para cualquiera que gestione un subsidio fiscal, debería ser obvio.
Para quienes estén familiarizados con los aspectos de nuestra psicología social y política, el tono ácido y perentorio de los azucareros no puede, empero, ser motivo de sorpresa. Corresponde, perfectamente, al arrogante estilo de hacendados que este grupo de latifundistas ha acostumbrado siempre en sus relaciones con sus compatriotas.
Pero esta no es sino la parte formal de la cuestión y, aunque se presta a muy entretenido psicoanálisis, no puedo restar, por el momento, mayor lugar a la atención que debemos a la parte sustancial.
La industria azucarera, como conjunto de empresas privada, confiesa tácitamente su quiebra. No le es posible subsistir sin el subsidio del Estado. Su demanda de asistencia, plantea esta cuestión: ¿Existen suficientes razones de interés colectivo para sostener a esta industria, en sus actuales condiciones, a costa de un cuantioso gravamen al tesoro público? Los azucareros están quizá demasiado habituados a hablar a nombre de la agricultura nacional. Pero desde hace algún tiempo, los hechos se oponen a este hábito. El azúcar, desde 1922, ha perdido el primer puesto en la estadística de nuestras exportaciones agrícolas. El algodón lo ha sustituido en ese puesto; y, si se tiene en cuenta el crecimiento de algodón a expensan de la caña, el desplazamiento parece definitivo. No es, pues, junto con las perspectivas pesimistas del mercado azucarero, el caso de presentar la crisis de los azucareros como la crisis de nuestra economía agraria. El algodón y el azúcar son solo los productos de exportación de la agricultura costeña. La agricultura provee, ante todo, al consumo de la población. Esa no es la producción registrada puntualmente por las estadísticas, no la representación por los hacendados de la Sociedad Nacional Agraria; pero es la más importante. La estabilidad de nuestras importaciones, demuestra que por sustancias alimenticias pagamos anualmente al extranjero más de cuatro millones de libras, esto es aproximadamente lo mismo que nos reporta la venta del azúcar en el exterior. Y esto quiere decir que en un desarrollo de la agricultura y la ganadería, y las industrias anexas, dirigido a la satisfacción de las necesidades de nuestro consumo actual, podemos encontrar la compensación de cualquier baja en la exportación de azúcar. No estamos en presencia, bajo ningún punto de vista, de la crisis de una industria a la que se pueda estimar como una base insustituible de nuestra economía.
Que esa industria, no obstante el favor de que por notorias razones políticas sociales ha gozado y los años de prosperidad que ha conocido durante el período bélico, no ha sabido organizarse técnica y financieramente en modo de resistir a una crisis como la que hoy confronta, es un hecho que, aunque sea displicente y aburridamente, tienen que admitir los propios azucareros. Las posibilidades de concurrencia, con otros centros productores, en distantes mercados de consumo, han residido, -residen todavía- en el bajo costo de producción, léase en los salarios ínfimos, en el miserable standard de vida de las masas trabajadoras de nuestra hacienda. La cuestión del aprovechamiento de los sub-productos está intacta. El consejo de que se busque en su solución uno de los medios de asentar la industria azucarera en cimientos estables, ha sido recibido por el Señor Basombrío casi como una recomendación hostil e impertinente. I si la industria azucarera está en riesgo de quedar reducido, como extensión a los límites de los valles de La Libertad, donde las dos grandes son las de “Casa Grande” y “Cartavio”, centrales de beneficio, resulta que las negociaciones nacionales se han dejado batir en toda la línea por sus competidoras extranjeras.
En estas condiciones, ¿qué interés nacional, que razón económica puede existir para mantener, mediante subsidios del fisco, esto es mediante un sacrificio de los contribuyentes, la gestión privada de la industria azucarera? Si esta industria está muy lejos de representar el bienestar de la población trabajadora a la que debe sus utilidades pasadas; si en su periodo de crecimiento y prosperidad no ha manifestado aptitud para resolver sus problemas técnicos y financieros; si ahora mismo tomando las objeciones y el debate de demanda de subsidio como una enfadosa intervención de la curiosidad pública en asuntos de su fuero exclusivo, acusa lo poco que ha revolucionado la mentalidad de sus dirigentes, no se ve la conveniencia que puede haber en concederle, sin la garantía de que será suficiente para ayudarla a superar su crisis, la subvención que solicita. Ha llegado, más bien, el caso de que se considere una cuestión más amplia y seria: la de la oportunidad de ir a la nacionalización de esa industria, como único medio seguro y racional de evitar que sus vicisitudes futuras de reflejen dañosamente en la economía general del país. El Estado tiene suficiente solvencia para una empresa de esta magnitud.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La asamblea de la Sociedad de las Naciones. La reacción en México. Guillermo Valencia y Vasquez Cobo.

La asamble de la Sociedad de las Naciones
La más visible consecuencia de un gabinete laborista británico en la política internacional es, seguramente, la reanimación de la Sociedad de las Naciones. No es, por supuesto, que el Labour Party, en el gobierno de la Gran Bretaña, represente sustancialmente un nuevo rumbo en la gestión de los negocios extranjeros de ese imperio. La Gran Bretaña es un país fundamentalmente conservador en su política; pero en ningún aspecto lo es tanto como en el diplomático. Mas el estilo y el espíritu de los conservadores se avenía poco con el rol de empresarios de la Sociedad de las Naciones y de las asambleas de Ginebra. Los ministros conservadores asistían a las reuniones de la Sociedad de las Naciones con un gesto demasiado cansado y escéptico. Los laboristas, en cambio, estrenan en este campo uno de sus más intactos entusiasmos. En conferencias como la de las reparaciones, estarán siempre dispuestos a defender los intereses de la Gran Bretaña, con mayor celo nacionalista que los conservadores, sin exceptuar a Churchill, pero en la Sociedad de las Naciones, en debates generales sobre el desarme y el arbitraje obligatorio, pueden consentirse generosos brindis pacifistas.
La nota más importante de la décima asamblea de la Sociedad de las Naciones es hasta ahora la elección de Guerrero, delegado de la República del Salvador, como presidente del Consejo de la Liga. I, seguramente, este es un acto de inspiración británica. Se trata más que de atraer a la política de la Liga a los pequeños Estados, disimulando su carácter de trust de grandes potencias, de acentuar la participación de la América Latina en sus labores centrales. Guerrero, en la Conferencia Pan-Americana de la Habana, representó como se recordará la resistencia a la política yanqui. Hasta ahora, los Estados Unidos es la única gran potencia capitalista ausente de la liga, aunque intervenga en todos sus trabajos de colaboración internacional: economía, higiene, trabajo, etc. I es obvio que, a medida que se acentúe el antagonismo anglo-yanqui, la política de la Gran Bretaña tiene que esforzarse por sacar partido de esta circunstancia. Si bien Norte América está habituada a domesticar las veleidades anti-yanquis del nacionalismo centro-americano -se recuerda demasiado los casos Sacasa y Moncada- su diplomacia debe haber recibido con gesto un poco desabrido el nombramiento del salvadoreño Guerrero como Presidente del Consejo de la Liga.
En general, la Sociedad de las Naciones se presenta esta ves bastante convalecida a sus crisis. La abstención yanqui se compensa, en parte, con la activa presencia de Alemania, representada por Stresseman, que necesita aprovechar este retorno de su país a la sociedad internacional, después del largo aislamiento a que la condenó la derrota. La Liga es, por otra parte, el centro de operaciones de Briand, “speaker” oficioso de los Estado Unidos de Europa.

La reacción en México
Portes Gil sigue haciendo contramarchar a la Revolución Mexicana. Obtuvo la victoria sobre la insurrección militar de Escobar, Aguirre, etc, mediante una gran movilización de las masas revolucionarias -obreras y campesinas-. Pero, enseguida, mientras de una parte se ha apresurado a hacer la paz con el clero, de otra parte ha iniciado la ofensiva contra la extrema izquierda. Algunos de los mismo agraristas, que se unieron a la cabeza de las masas campesinas para defender la Revolución contra los generales que la traicionan alzando repentinamente la bandera de la Reacción, han caído, abatidos no por la balas de los “cristeros”, sino por las balas de las tropas federales.
El pacto con la Iglesia, que siguió al pacto con el capitalismo yanqui, expresa nítidamente el carácter del gobierno interino del licenciado Portes Gil, a quien ni estas transacciones, ni la persecución de la vanguardia obrera y campesina, impiden por supuesto emplear, en sus arengas, un lenguaje pródigo todavía en término revolucionarios.
Pascual Ortiz Rubio, candidato del partido gubernamental, se prepara sin duda a continuar en el poder la política del licenciado Portes Gil. La factura del antiguo frente revolucionario, sostenedor de Obregón en la última lucha electoral, ha consentido a Vasconcelos, candidato anti-reeleccionista, una extensa e imponente demostración de fuerza en varios Estados. El próximo gobierno tendrá que hacer frente a dos fuertes corrientes de oposición: la de derecha y la de izquierda. A la primera procurará quebrantarla con nuevas concesiones a los intereses que representa. A la segunda, resistirá simultáneamente con las armas de la represión y la demagogia. Pero en este difícil equilibrio, le será imposible seguir haciendo figura de gobierno “revolucionario”.

Guillermo Valencia y Vásquez Cobo
Los dos candidatos conservadores -Guillermo Valencia y Vásquez Cobo- continúan en Colombia irreductiblemente sostenidos por sus partidarios del Congreso. De hecho, el partido conservador se presenta escisionado ante el problema presidencial. Valencia ha obtenido la mayoría en la votación de los representantes a congreso de su partido. Pero los 45 representantes que ha votado por Vasquez Cobo se manifiestan resueltos a luchar hasta el fin por su candidato. El partido liberal, en minoría en el congreso, no tendrá candidato. Frente al dilema Valencia o Vásquez Cobo, es probable que, con ciertas condiciones, y ante el significado ostensible que ha dado a la candidatura del general la recomendación del arzobispo de Bogotá, se decida a concurrir a la victoria del candidato civil. Los liberales andan divididos; pero son, aún así, una fuerza. El partido socialista revolucionario, que los reemplaza cada vez más como partido de izquierda, no cuenta, puesto casi fuera de la ley, con representación parlamentaria ni con prensa.
En las razones del Arzobispo de Bogotá para apoyar a Vásquez Cobo, son, en orden a la política internacional, las mismas que ha tenido para vetar a Concha. Vásquez Cobo no es persona ingrata a los Estados Unidos, a cuyo canciller Root le tocó saludar cortésmente, a nombre del gobierno colombiano, vivo aún el resentimiento por la desmembración de Panamá, cuando ese activo gerente del panamericanismo visitó la América Latina en gira oficial. Concha, que somo ministro representó una política de celosa reivindicación de los intereses colombianos, frente a Norte-América, no está en el mismo caso. Su elección como presidente de la república podría perjudicar a la reconciliación yanqui-colombiana. La razón de Estado es decisiva para los políticos de la Iglesia.
Valencia, en las últimas semanas, quizá en parte a consecuencia de la fisionomía abiertamente dictatorial y reaccionaria que ha mostrado la candidatura de su opositor, apoyado por el ex-ministro de guerra Rengifo, el hombre de la ley “heroica” y de la represión de Santa Marta, parece haber ganado terreno. La votación así lo demuestra.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El vacío en torno a Primo de Rivera. El entendimiento Hoover-Mac Donald. Política argentina

El entendimiento Hoover-Mac Donald.

La Gran Bretaña ha renunciado formalmente, en la conversación entre Mac Donald y Hoover, a la hegemonía mundial de potencia marítima. Este es el primer resultado concreto de las negociaciones entre los dos presidentes, en de la República de USA y en del Consejo de Ministros de SM Británica. La paridad naval de los dos Imperios anglo-sajones era, sin duda, la condición básica de un acuerdo. El imperio yanqui ha llegado a un grado de su crecimiento y expansión en que no le [es] posible reconocer, en el plano de los armamentos navales, la superioridad británica. La limitación de los gastos navales es una necesidad del tesoro británico; no del tesoro norte-americano. Por consiguiente, la gestión del acuerdo y las concesiones elementales para allanarlo correspondían a la Gran Bretaña. Mac Donald ha empezado por reconocer este hecho.

Obtenido el entendimiento de las dos potencias anglo-sajonas en los puntos fundamentales, sin esperar el regreso de Mac Donald a Londres, se ha convocado para enero próximo a una nueva conferencia sobre el desarme naval. La conferencia se celebrará esta vez en Londres y a ella concurrirán solo cinco potencias: la Gran Bretaña, los Estados Unidos, el Japón, Francia e Italia.

Ya se dibujan las irreductibles oposiciones de intereses que esa conferencia tratará de resolver. La Gran Bretaña y los Estados Unidos propugnan la supresión de los submarinos como arma naval. I en este punto no se muestran dispuestas a ceder Francia ni Italia. Para las potencias a las que no es posible sostener escuadras formadas por unidades costosas, el submarino es el arma por excelencia. Navalmente, Francia e Italia quedarían reducidas a una condición de suma inferioridad, si renunciaran a sus flotillas de sub-marinos. La prensa fascista, reaccionando rápidamente contra el plan Hoover-Mac Donald, lo denuncia como el pacto de los imperios para imponer su ley al mundo. El Japón, a su vez, no se aviene a la escala de 5-5-3- que se pretende fijar en lo que respecta. I los Estados Unidos, sin duda, no querrán hacer concesiones al Japón en este terreno. No es el desarme, sino un equilibro, fundado en la absoluta primacía anglo-americana, lo que se negocia, en este difícil y complicado proceso.

El vacío en torno a Primo de Rivera

La designación de Sánchez Guerra, Alba, y Eduardo Ortega y Gasset por el Colegio de Abo­gados de España para tres asientos en la Asam­blea Nacional, es un gesto de reto y de desdén a la dictadura de Primo de Rivera que confirma vivazmente el estado de ánimo de la nación es­pañola. La terna no puede ser, por las personas y por la intención, más hostil contra la desven­cijada y alegre dictadura del Marqués de Es­tella.

Sánchez Guerra no ha salido aún de la juris­dicción del tribunal militar que lo juzga por su tentativa de insurrección. Es el caudillo más agresivo y conspicuo de la lucha contra Primo de Rivera. Preso, después del fracaso del plan insurreccional, no pidió gracia ni excusa. No ate­nuó mínimamente su actitud de rebeldía contra el régimen. La declaró legítima, ratificándose en su condena de este régimen y de sus proyectos de falsificar la legalidad con una reforma pseudo-plebiscitaria de la Constitución que ha pues­to en suspenso. Dr. Santiago Alba es el ex minis­tro del antiguo régimen contra el que se ensañó tan porfiada y escandalosamente en sus comien­zos la belicosidad fanfarrona de Primo de Rive­ra. Ninguna reputación del liberalismo español fue entonces tan rabiosamente agredida como la de Alba por los paladines de la Unión Patriótica. Alba, por su parte, ha respondido siempre con beligerancia decidida a la ofensiva del somatenis­mo. Eduardo Ortega y Gasset, en fin, no es me­nos conocido por su obstinada oposición al ré­gimen que desde hace algunos años sufre su pa­tria. En mi última crónica, comenté precisamen­te su expulsión de Hendaya, a consecuencia de su tesonera y enérgica campaña contra Primo de Rivera en esa ciudad de la frontera franco­-española, al frente de la revista "Hojas Libres". Su aclamación por el Colegio de Abogados ha seguido por pocas semanas esta medida drástica de la policía francesa, solicitada empeñosamente por la Embajada de España en París.

Pero este hecho, con ser significativo, no agre­ga sustancialmente nada a lo que ya sabíamos respecto al aislamiento, a la soledad de Primo de Rivera y su clientela. El fascismo italiano se atrevió al acaparamiento total y despótico del gobierno y del parlamento, a base de una facción entrenada y aguerrida, militarmente disciplinada. El somatenismo español, en tanto, no ha llegado después de seis años de poder, a constituir un partido apto para desafiar a la oposición y or­ganizar sin ella y contra ella gobierno, parlamen­to y plebiscito. Ya me he referido a la proviso­riedad que Primo de Rivera ha invocado siem­pre como una excusa de su presencia en la jefa­tura del gobierno. Pasado su período de desplante y jactancia, Primo de Rivera ha cortejado a los mismos viejos partidos contra los que antigramaticalmente despotricara en las primeras jornadas de su aventura palaciega, para conseguir su colaboración en la Asamblea Nacional y en la reforma de la Constitución. Algunos líderes liberales, no han dejado de mostrarse oportunísticamente dispuestos a una componenda; pero se han guardado no menos oportunísticamente de situarse en un terreno de franco consenso. El Partido Socialista y la Unión de Trabajadores han tomado posición neta contra el simulacro de asamblea y de reforma. Como lo ha observado bien nuestra inteligente y avisada amiga Carmen Saco, viajando de Barcelona a Valencia y Manises, el pueblo español toma a risa el régimen de Primo de Rivera. Todo el mundo piensa que eso no es serio y no durará. Primo de Rivera con sus actitudes, con sus discursos, con sus presuntuosos disparates de legislador, crea el vacío en torno suyo. Su política, bajo este aspecto, tiene un efecto automático, que él no se propone, pero que por esto mismo obtiene infaliblemente.

Política argentina

El gobierno de Irigoyen hace frente a una oposición combativa, en la que hay que distinguir dos frentes bien diversos. Las requisitorias de los conservadores, del antipersonalismo y de la Liga Patriótica, son de la más neta filiación reaccionaria. Su beligerancia se alimenta del resentimiento de los variados intereses unificados alrededor de la fórmula Melo-Gallo. Estos intereses no le perdonan al irigoyenismo su victoria abrumadora en la batalla eleccionaria. Irigoyen, en el poder, ha decepcionado a muchos de los que esperaban no se sabe qué milagros de su demagógica panacea populista. En la lucha de clases, su gobierno hace sin disimulas la política de la burguesía industrial y mercantil. El proletariado, por consiguiente, lo reconoce como un gobierno de clase. La reducción de la burocracia, la redistribución de los emplees públicos, crea un ejército de cesantes y desocupados que actúa como activo elemento de agitación antiirigoyenista. Esto sirve a la oposición conservadora para elevar a un rango espectacular la escaramuza parlamentaria. Pero la verdadera oposición de clase y de doctrina es la que se delínea, con carácter cada vez más acentuado y propio, en el proletariado.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Las reivindicaciones feministas

Las reivindicaciones feministas

Laten en el Perú las primeras inquietudes feministas. Existen algunas células, algunos núcleos de feminismo. Los propugnadores del nacionalismo a ultranza pensarán probablemente: -He ahí otra idea exótica, otra idea forastera que se injerta en la mentalidad peruana.

Tranquilicemos un poco a esta gente aprensiva. No hay que ver en el feminismo una idea exótica, una idea extranjera. Hay que ver, simplemente, una idea humana. Una idea característica de una civilización, peculiar a una época. Y, por ende, una idea con derecho de ciudadanía, en el Perú, como en cualquier otro segmento del mundo civilizado.

El feminismo no ha aparecido en el Perú artificial ni arbitrariamente. Ha aparecido como una consecuencia de las nuevas formas del trabajo intelectual y manual de la mujer. Las mujeres de real filiación feminista son las mujeres que trabajan, las mujeres que estudian. La idea feminista prospera entre las mujeres de oficio intelectual o de oficio manual: profesoras universitarias, obreras. Encuentra un ambiente propicio a su desarrollo en las aulas universitarias, que atraen cada vez más a las mujeres peruanas, y en los sindicatos obreros, en los cuales las mujeres de las fábricas se enrolan y organizan con los mismos derechos y los mismos deberes que los hombres. Aparte de este feminismo espontáneo y orgánico, que recluta sus adherentes entre las diversas categorías del trabajo femenino, existe aquí, como en otras partes, un feminismo de diletantes un poco pedante y otro poco, mundano. Las feministas de este rango convierten el feminismo en un simple ejercicio literario, en un mero deporte de moda.

Nadie debe sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en un movimiento feminista único. El feminismo, tiene, necesariamente, varios colores, diversas tendencias. Se puede distinguir en el feminismo tres tendencias fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo burgués, feminismo pequeño-burgués y feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer burguesa solidariza en feminismo con el interés de la clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su feminismo con la fe de las multitudes revolucionarias en la sociedad futura. La lucha de clases -hecho histórico y no aserción teórica- se refleja en el plano feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarias. No pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla. En el actual panorama humano, la clase diferencia a los individuos más que el sexo.

Pero esta pluralidad del feminismo no depende de la teoría en sí misma. Depende, más bien, de sus deformaciones prácticas. El feminismo, como idea pura, es esencialmente revolucionario. El pensamiento y la actitud de las mujeres que se sienten al mismo tiempo feministas y conservadoras carecen, por tanto de íntima coherencia. El conservantismo trabaja por mantener la organización tradicional de la sociedad. Esa organización niega a la mujer los derechos que la mujer quiere adquirir. Las feministas de la burguesía aceptan todas las consecuencias del orden vigente, menos las que se oponen a las reivindicaciones de la mujer. Sostienen tácitamente la tesis absurda de que la sola reforma que la sociedad necesita es la reforma feminista. La protesta de estas feministas contra el orden viejo es demasiado exclusiva para ser válida.

Cierto que las raíces históricas del feminismo están en el espíritu liberal. La revolución francesa contuvo, los primeros gérmenes del movimiento feminista. Por primera vez se planteó entonces, en términos precisos, la cuestión de la emancipación de la mujer. Babeuf, el leader de la conjuración de los iguales, fue un asertor de las reivindicaciones feministas. Babeuf arengaba así a sus amigos: “No impongáis silencio a este sexo que no merece que se le desdeñe. Realzad más bien la más bella porción de vosotros mismos. Si no contáis para nada la las mujeres en vuestra república, haréis de ellas pequeñas amantes de la monarquía. Su influencia será tal que ellas la restaurarán. Si, por el contrario, las contáis para algo, haréis de ellas Cornelias y Lucrecias. Ellas os darán Brutos, Gracos y Scevolas”. Polemizando con los anti-feministas, Babeuf hablaba de “este sexo que la tiranía de los hombres ha querido siempre anonadar, de este sexo que no ha sido inútil jamás en las revoluciones”. Mas la revolución francesa no quiso acordar a las mujeres la igualdad y la libertad propugnadas por estas voces jacobinas o igualitarias. Los Derechos del Hombre, como una vez he escrito, podían haberse llamado, más bien Derechos del Varón. La democracia burguesa ha sido una democracia exclusivamente masculina.

Nacido de la matriz liberal, el feminismo no ha podido ser actuado durante el proceso capitalista. Es ahora, cuando la trayectoria histórica de la democracia llega a su fin, que la mujer adquiere los derechos políticos y jurídicos del varón. Y es la revolución rusa la que ha concedido explícita y categóricamente a la mujer la igualdad y la libertad que hace más de un siglo reclamaban en vano de la revolución francesa Babeuf y los igualitarios.

Mas si la democracia burguesa no ha realizado el feminismo, ha creado, involuntariamente las condiciones y las premisas morales y materiales de su realización. La ha valorizado como elemento productor, como factor económico, al hacer de su trabajo un uso cada día más extenso y más intenso. El trabajo muda radicalmente la mentalidad y el espíritu femeninos. La mujer adquiere, en virtud del trabajo, una nueva noción de sí misma. Antiguamente, la sociedad destinaba a la mujer al matrimonio o a la barraganía. Presentemente, la destina, ante todo, al trabajo. Este hecho ha cambiado y ha elevado la posición de la mujer en la vida. Los que impugnan el feminismo y sus progresos con argumentos sentimentales o tradicionalistas pretenden que la mujer debe ser educada solo para el hogar. Pero, prácticamente, esto quiere decir que la mujer debe ser educada solo para funciones de hembra y de madre. La defensa de la poesía del hogar es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer. En vez de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo disminuye y lo rebaja. La mujer es algo más que una madre y que una hembra, así como el hombre es algo más que un macho.

El tipo de mujer que produzca una civilización nueva tiene que ser sustancialmente distinto del que ha formado la civilización que actualmente declina. En un artículo sobre la mujer y la política, he examinado así algunos aspectos de este tema: “A los trovadores y a los enamorados de la frivolidad femenina no les falta razón para inquietarse. El tipo de mujer creado por un siglo de refinamiento capitalista está condenado a la decadencia y al tramonto. Un literato italiano, Pitigrilli, clasifica a este tipo de mujer contemporánea como, un tipo de mamífero de lujo.

Y bien, este mamífero de lujo se irá agotando poco a poco. A medida que el sistema colectivista reemplace al sistema individualista, decaerán el lujo y la elegancia feministas. La humanidad perderá algunos mamíferos de lujo; pero ganará muchas mujeres. Los trajes de la mujer del futuro serán menos caros y suntuosos; pero la condición de esa mujer será más digno. Y el eje de la vida femenina se desplazará de lo individual a lo social. La moda no consistirá ya en la imitación de una moderna Mme. Pompadour ataviada por Paquin. Consistirá, acaso, en la imitación de una Mme. Kollontay. Una mujer, en suma, costará menos, pero valdrá más”.

El tema es muy vasto. Este breve artículo intenta únicamente constatar el carácter de las primeras manifestaciones del feminismo en el Perú y ensayar una interpretación muy sumaria y rápida de la fisonomía y del espíritu del movimiento feminista mundial. A este movimiento no deben ni pueden sentirse extraños ni indiferentes los hombres sensibles a las grandes emociones de la época. La cuestión femenina es una parte de la cuestión humana. El feminismo me parece, además, un tema más interesante e histórico que la peluca. Mientras el feminismo es la categoría, la peluca es la anécdota.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

La protesta de la inteligencia en España

La protesta de la inteligencia en España

Cada día se exaspera más en España el conflicto entre la dictadura y la inteligencia. Desde el confinamiento de don Miguel de Unamuno y de Rodrigo Soriano en la isla de Fuerte Ventura, los ataques de la dictadura de Primo de Rivera a la libertad de pensamiento no han reconocido ningún límite. No le basta al dictador de España la supresión de la libertad de prensa y de tribuna o sea de los medios de expresión del pensamiento. Parece decidido a obtener la supresión del pensamiento mismo.

Es probable que a Primo de Rivera y a sus edecanes les parezca que este es nada menos que un modo de regenerar a España. Un general que ha mostrado públicamente más respeto por una cortesana que por un filósofo no puede darse cuenta de que casi los únicos valores españoles que se cotizan aún en el mundo son sus valores intelectuales y espirituales. Los ibero-americanos sobre todo, no creeríamos viva a España -,viva en la civilización y en el espíritu- sin el testimonio de Unamuno y de Franco y sin el testimonio de los que, en el castillo de Montjuich o en otra cárcel de esta inquisición marcial, dan fe de que no ha perecido la estirpe de don Quijote.

La dictadura de Primo de Rivera y de Martínez Anido, en tanto, carece para la historia contemporánea hasta del interés de constituir un fenómeno original de reacción o de contrarreforma. Esta dictadura militar no es, como lo ha dicho Unamuno, sino una caricatura de la dictadura fascista. Entre el Marqués de la Estrella y Benito Mussolini la diferencia de categoría es demasiado evidente. Uno y otro representan la Reacción. Pero mientras Mussolini es un caso de condotierismo o cesarismo italianos, Primo de Rivera es apenas un caso de pretorianismo sud-americano, con todas las consecuencias y características históricas de una y otra clasificación.

Jiménez de Asúa, confinado en las islas Chafarinas por haber protestado contra este régimen desde su cátedra de la Universidad de Madrid, es uno de los representantes de la inteligencia española que Hispano-América más conoce y admira. Este solo título debía haber hecho respetable su persona. España no tiene hoy otra efectiva continuación en América que la que le aseguran su ciencia y su literatura.

Las universidades hispano americanas, que han recibido a Jiménez de Asúa como un embajador de la inteligencia española, han saludado en él a la España verdadera. Por sus claustros habría pasado, en cambio, sin ningún eco una galoneada y condecorada figura oficial.

Y uno de los méritos de Jiménez de Asúa es, precisamente, la honrada franqueza con que ha dicho a las juventudes hispanoamericanas su opinión sobre la dictadura de Primo de Rivera y el encendido optimismo con que les ha afirmado su esperanza en la revolución española. Jiménez de Asúa no será uno de los conductores de esta revolución. No es un hombre de acción; es solo un hombre de ciencia. Su ideología política me parece imprecisa. Está nutrida de abstracciones más que de realidades. Pero revela, en todo caso, al intelectual honesto, al cual nada puede empujar a una tolerancia cómplice con el mal.
El acta de acusación de Jiménez de Asúa, le atribuyen en primer lugar, una campaña de descrédito de España en los países de Hispano-América. Pero, desgraciadamente, para Primo de Rivera los llamados a fallar sobre este punto, somos nosotros los hispano-americanos. Y nosotros certificamos, por el contrario, que en estos países Jiménez de Asúa no ha dicho ni hecho nada que no merezca ser juzgado como dicho y hecho en servicio de España. Y del único ibero-americanismo que tiene existencia real en esta época.

La deportación de Jiménez de Asúa, según las entrecortadas noticias cablegráficas de España, forma parte de una extensa ofensiva contra la inteligencia. Don Miguel de Unamuno ha sido reemplazado en su cátedra de Salamanca, medida que determinó, justamente, la protesta de Jiménez de Asúa, reprimida con su reclusión en una isla de lúgubre historia. J. Alvarez del Vayo, el inteligente periodista a quien acaba de dar sonora notoriedad su honrado testimonio sobre la situación rusa, ha sido apresado. Sánchez Rojas, culpable a lo que parece de una conferencia sobre la personalidad de Unamuno, ha sido confinado en Huelva. Y la lista de prisiones y deportaciones de intelectuales es seguramente mucho más larga. No la conocemos íntegramente por el celoso empeño de la dictadura de encerrar a España dentro de sus fronteras. Pero las palabras que nos han llegado de una protesta de los más esclarecidos y acrisolados escritores y artistas de España, indican una múltiple y sañuda represión del pensamiento.
La inteligencia hispano-americana tiene que sentirse solidaria, sin duda, con la española, en este período de inquisición. Abundan ya las expresiones de esta solidaridad. No en balde Unamuno es uno de los más altos maestros de la juventud hispano-americana.
Pero la condenación histórica del régimen de Primo de Rivera y Martínez Anido no debe fundamentarse sustantivamente en su menosprecio ni en su hostilidad a los intelectuales. Este menosprecio, esta hostilidad no son sino una cara, una expresión de la política reaccionaria. El sentido histórico de esta política se juzga, ante todo, por los millares de oscuros presos del proletariado, que han pasado hasta ahora por las cárceles de Barcelona y Madrid.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

La enseñanza artística

La enseñanza artística

El programa de enseñanza -y, más que el programa, que es teoría, la práctica de la enseñanza- no concede en el Perú sino un exiguo sitio a la educación artística. Hasta hoy no se ha dado, -en el sentido de organizarla o más bien, de instituirla,- ni siquiera el paso elemental de encargar esta enseñanza a maestros calificados. La enseñanza de dibujo en los colegios y escuelas nacionales está, todavía, en manos de “aficionados”. El más mediocre y ramplón de los diletantismos domina en este aspecto de la instrucción pública.
Esta deficiencia se explicaba, plenamente, en la época en que no existía una Escuela de Bellas Artes, apta al menos para abastecer a los colegios y escuelas de maestros idóneos, con título y capacidad para la enseñanza artística. Pero desde que esta Escuela se encuentra en grado de proveer a la Instrucción Pública de un número, apreciable ya, de maestros, ha desaparecido todo motivo para prorrogar el dominio del diletantismo en el aprendizaje de dibujo y, en general, de nociones de arte en las escuelas y colegios. Es ya tiempo, mejor dicho, de establecer la enseñanza artística. Porque hasta ahora no existe.

El personal disponible para este objeto no es, numeroso. Pero es ya suficiente para el experimento en que debe elaborarse un programa de enseñanza artística. Un gran progreso sería ya un reglamento que impusiera la preferencia de los diplomados de la Escuela de Bellas Artes en la enseñanza de dibujo, historia del arte, etc., en los colegios y escuelas. Los profesionales no bastarían, por lo pronto, para desalojar totalmente a los “aficionados” o diletantes. Más lo mismo acontece en todos los ramos de la instrucción pública. Como el Ministro de Instrucción lo ha declarado recientemente en el Congreso, el problema de la enseñanza se presenta, ante todo, como un problema de maestros. La ley quiere que la enseñanza esté a cargo de normalistas; pero el porcentaje de estos en el personal de preceptores del Estado es todavía muy reducido.

La Escuela de Bellas Artes debe tener una función en la educación pública. El Perú no puede permitirse el lujo de una academia sin aplicación práctica. No basta, como rendimiento de la Escuela, una cosecha anual de cuadros y diplomas que, en la historia artística del Perú, se reducirá naturalmente a una que otra verdadera vocación de artistas oportunamente auxiliada y disciplinada.
El establecimiento de la enseñanza artística resolverá, por otra parte, un problema que está destinado, si oportunamente no se le considera y soluciona, a anular en gran parte la eficacia de la Escuela de Bellas Artes. Los alumnos pobres de esta Escuela, cuando salen de ella, hacen el triste descubrimiento de que su aprendizaje de dibujo y pintura o escultura no les sirve para ganarse inmediatamente la vida.

El Perú no está aún en condiciones de dar trabajo a sus artistas, no tanto porque es un país pobre cuanto porque la educación artística de su clase “ilustrada” o dirigente ha adelantado muy poco, a pesar de la aparente europeización de gentes y costumbres. De la civilización occidental, esta clase ilustrada aprecia bastante el automóvil, el cemento, el asfalto, el ornamento, pero estima aún muy poco el arte. Los artistas se encuentran aquí bloqueados por el ambiente, el cual les exige, por lo menos, el sacrificio de su personalidad.

Dentro de esta situación, proporcionar a los diplomados de la Escuela de Bellas Artes un medio honrado de subsistencia, como artistas, significaría facilitar a los más aptos, la realización de su personalidad, lejos de todo humillante tráfico. La instrucción pública se beneficiaría con la labor de maestros idóneos. Y la utilidad de la Escuela de Bellas Artes se multiplicaría, pues ese instituto no se limitaría ya a la misión de cultivar unos pocos temperamentos artísticos, abandonados luego a su propia suerte en un medio indiferente e impropicio.

El ejemplo de México puede enseñarnos mucho en este como en todos los aspectos de la organización de la enseñanza. En la escuela primaria se señalan en México los casos de vocación artística. Se han hecho exposiciones de trabajos de alumnos de las escuelas primarias positivamente interesantes, que demuestran el acierto con que se atiende en ese país, que en tantas cosas puede servirnos de modelo, a la educación artística de los niños.

Seguramente, entre los niños peruanos no es menos frecuente la aptitud artística. La raza indígena, poco dotada, al parecer, para la actividad teorética, se presenta en cambio sobresalientemente dotada para la creación artística. Lo que mejor conserva el indio, hasta ahora, enraizado en sus costumbres, es su sentimiento artístico, expresado en varios modos. Verbigratia, por la asociación de la música y la danza a su trabajo agrario.

No me refiero, esta vez, sino a la enseñanza elemental de las artes plásticas. Pero los mismos conceptos son, en línea teórica, aplicables a la enseñanza de la música en los colegios. También de este terreno urge extirpar el diletantismo de los “aficionados”. Los rendimientos de la Academia Nacional de Música son, es cierto, muy pobres, no obstante los años que tiene de establecida. Pero se suman a ellos los de uno o dos conservatorios particulares.

La reforma que a este respecto parece urgente realizar, es la de sustraer la Academia Nacional de Música a la tutela de una sedicente sociedad musical, sin ninguna aptitud técnica para dirigirla y orientarla con eficiencia.

José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

El estudio de la montaña

El estudio de la Montaña

I

En uno de mis artículos sobre los viejos y los nuevos aspectos del regionalismo al plantear el problema de la definición de las regiones, me ocupé de los rasgos fundamentales de la sierra y la costa. El tópico, era excesivo para un artículo. La necesidad de no complicarlo, o más bien de no desbordarlo, me obligó a descartar de su estudio, en términos tal vez demasiado categóricos, el tema de la montaña. “La montaña—escribí—sociológica y económicamente carece aún de significación. Puede decirse que en la montaña no existen verdaderamente ciudades peruanas sino colonias peruanas y que, realísticamente considerada, la montaña, o mejor dicho la floresta, es un dominio colonial”. El desarrollo posterior de mi revisión del regionalismo no me consintió volver a este tema. Mis puntos de vista sobre la montaña, en lo concerniente a su regionalidad, no quedaron formulados y ni siquiera esbozados.

Pero las líneas transcritas parecían acusar cierto, tendencia a prescindir del factor montaña en el planeamiento del problema del regionalismo. En todo caso, parecían contener una afirmación injusta o precipitada respecto al valor económico y sociológico de la montaña. Esta última ha sido, por ejemplo, la impresión de la doctora Miguelina Acosta Cárdenas, tan notoria y singularmente autorizada paro opinar sobre la montaña por su doble condición de loretana y estudiosa.

Una conversación, muy interesante por cierto, con Miguelina Acosta, me mueve a aclarar mi pensamiento. Y al mismo tiempo me con firma eficazmente la utilidad de tratar en la prensa estos temas. El escritor que examina lealmente, sin más preocupación que la verdad, una cuestión general, consigue siempre la colaboración de los competentes para el estudio , particular de cada uno de sus factores. Su tesis puede ser inexacta, puede ser incompleta. Pero suscita un debate que aporta al conocimiento de la cuestión nuevos elementos y que sugiere a quienes la estudian nuevos caminos.

II

El valor de la montaña en la economía peruana —me observa Miguelina Acosta— no puede ser medido con los datos de los últimos años. Estos años corresponden a un período de crisis, vale decir a un período de excepción. Las exportaciones de la montaña no tienen hoy casi ninguna importancia en la estadística del comercio peruano; pero la han tenido, y muy grande, hasta, la guerra. La situación actual de Loreto es la de una región que ha sufrido un cataclismo.

Esta observación es justa. Para apreciar la importancia económica de Loreto es necesario no mirar solo a su presente. La producción de la montaña ha jugado hasta hace pocos años un rol importante en nuestra economía. Ha habido una época en que la montaña empezó a adquirir el prestigio de un El Dorado. Fue la época en que el caucho apareció como una ingente riqueza de inmensurable valor. Francisco García Calderón, en “El Perú Contemporáneo”, escribía hace aproximadamente veinte años que el caucho era la gran riqueza del porvenir. Todos compartieron esta ilusión.

Pero, en verdad, la fortuna del caucho dependía de circunstancias pasajeras. Era una fortuna contingente, aleatoria. Si no lo comprendimos oportunamente fue por esa facilidad con que nos entregamos a un optimismo panglossiano cuando nos cansamos demasiado de un escepticismo epidérmicamente frívolo. El caucho no podía ser razonablemente equiparado a un recurso mineral, más o menos peculiar o exclusivo de nuestro territorio.

La crisis de Loreto no representa una crisis; más o menos temporal, de sus industrias. Miguelina Acosta sabe muy bien que la vida industrial de la montaña es demasiado incipiente. La fortuna del caucho fue la fortuna ocasional de un recurso de la floresta, cuya explotación dependía, por otra parte, de la proximidad de la zona—no trabajada sino devastada— a las vías de transporte.

El pasado económico de Loreto no nos demuestra, por consiguiente, nada que invalide mi aserción en lo que tiene de sustancial. Yo he escrito que económicamente la montaña carece aún de significación. Y, claro, esta significación tengo que buscarla, ante todo, en el presente. Además tengo que quererla parangonable o proporcional a la significación de la sierra y la costa. El juicio es relativo.

III

Al mismo concepto de comparación podría acogerme en cuanto a la significación sociológica de la montaña. En la sociedad peruana distingo dos elementos fundamentales, dos fuerzas sustantivas. Esto no quiere decir que no distinga nada más. Quiere decir solamente que todo lo demás, cuya realidad no niego, es secundario.

Pero prefiero no contentarme con esta explicación. Quiero considerar con la más amplia justicia las observaciones de Miguelina Acosta. Una de estas, la esencial, es que de la sociología de la montaña se sabe muy poco. El peruano de la costa, como el de la sierra ignora al de la montaña. En la montaña, o más propiamente hablando en el antiguo departamento de Loreto, existen pueblos de costumbres y tradiciones propias, sin ningún parentezco con las costumbres y tradiciones de los pueblos de la costa y la sierra. Loreto, tiene indiscutible individualidad en nuestra sociología y nuestra historia sus capas biológicas no son las mismas. Su evolución social se ha cumplido diversamente.

A este respecto es imposible no declararse de acuerdo con la doctora Acosta Cardenas, a quien toca, sin duda, concurrir al esclarecimiento de la realidad peruana con un estudio completo de la sociología de Loreto. El debate sobre el tema del regionalismo no puede dejar de considerar a Loreto como una región. (Es necesario precisar: a Loreto, no a la montaña ). El regionalismo de Loreto es un regionalismo que, más de una vez, ha afirmado insurreccionalmente sus reivindicaciones. Y que, por ende, si no ha sabido ser teoría, ha sabido en cambio ser acción. Lo que a cualquiera le parecerá, sin duda, suficiente para tenerlo en cuenta.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Un congreso de escritores hispano-americanos

Un congreso de escritores hispano-americanos

Edwin Elmore, escritor de inquieta inteli­gencia y de espíritu fervoroso, propugna la reunión de un congreso libre de intelectuales hispano-americanos. El anhelo de Elmore no se detiene, naturalmente, en la mera aspiración de un congreso. Elmore formula la idea de una organización del pensamiento hispano-americano. El congreso no sería sino un instrumento de esta idea. La iniciativa de Elmore merece ser seriamente examinada y discutida en la prensa. Luis Araquistain ha abierto este debate, en "El Sol" de Madrid, con un artículo en el cual declara su adhesión a la iniciativa. Los comentarios de Araquistain tienden, además, a precisarla y esclarecerla. Elmore habla de un congreso de intelectuales. Araquistain restringe "este equívoco y a veces presuntuoso vocablo a su acepción corriente de hombres de letras"- La adhesión de Araquistain es entusiasta y franca. "El solo encuentro —escribe Araquistain— de un grupo de hombres procedentes de una veintena de naciones, dedicados por profesión a algunas de las formas más delicadas de una cultura a la creación artística o al pensamiento original, y ligados, sobre todo personalismo, por un sentimiento de homogeneidad espiritual, multiforme en sus variedades nacionales e individuales, sería ya un espléndido principio de organización. No hay inteligencia mutua ni obra común si los hombres no se conocen antes como hombres".

En el Perú, la proposición de Elmore, difundida desde hace algunos meses entre los hombres de letras de varios países hispano-americanos, no ha sido todavía debidamente divulgada y estudiada. No he leído, a este respecto, sino unas notas de Antonio G. Garland; —intelectual rehacio por temperamento y por educación a toda criolla "conjuración del silencio",— aplaudiendo y exaltando el congreso propuesto.

Me parece oportuno y conveniente participar en este debate hispano-americano, aunque no sea sino para que la contribución peruana a su éxito, por la pereza o el desdén con que nuestros intelectuales se comportan generalmente ante estos temas, no resulte demasiado exigua. La cuestión fundamental del debate —la organización del pensamiento hispano-americano— reclama atención y estudio, lo mismo que la cuestión accesoria —la reunión de un congreso dirigido a este fin.— A su examen deben concurrir todos los que puedan hacer alguna reflexión útil. No se trata, evidentemente, de un vulgar caso de compilación o de cosecha de adhesiones. Una recolección de pareceres más o menos unánimes y uniformes sería, sin duda, una cosa muy pobre y muy monótona. sería, sobre todo, un resultado demasiado incompleto para la noble fatiga de Edwin Elmore. Que opinen todos los escritores, los que comparten y los que no compartan las esperanzas de Elmore y de los fautores de su iniciativa. Yo, por ejemplo, soy de los que no las comparten. No creo, por ahora, en la fecundidad de un congresos de hombre de letras hispano-americanos. Pero simpatizo con la discusión de este proyecto. Juzgo, por otra parte, que polemizar con una tesis es, tal vez, la mejor manera de estimularla y hasta de servirla. Lo peor que le podría acontecer a la de Elmore sería que todo el mundo la aceptase y la suscribiese sin ninguna discrepancia. La unanimidad es siempre infecunda.

Me declaro escéptico respecto a los probables resultados del Congreso en proyecto. Mi escepticismo no tiene, por supuesto, las mismas razones que el del poeta Leopoldo Lugones (Ha dicho Elmore, quien ha interrogado a muchos intelectuales hispano-americanos, que Lugones se ha mostrado "si no por completo, casi del todo escéptico en cuanto a la idea". Mas tarde, Lugones, en una fiesta literaria del centenario de Ayacucho, nos ha definido explícita y claramente su actitud espiritual —actitud inequívocamente nacionalista, reaccionaria, filofascista— sobre la cual podía habernos antes inducido en error la colaboración del poeta argentino en la Sociedad de las Naciones)

Pienso, en primer lugar, que el sino de estos congresos es el de concluir desnaturalizados y desvirtuados por las especulaciones del ibero-americanismo profesional. Casi inevitablemente, estos congresos degeneran en vacuas academias, esterilizadas por el ibero-americanismo formal y retórico de gente figurativa e historiesca. Cierto que Elmore propone un "congreso libre" y que Araquistain agrega, precisando más el término "libre, es decir, fuera de todo patrocinio oficial". Pero el propio Araquistain sostiene, enseguida que "no estaría de más invitar a las organizaciones de hombres de letras ya existentes: Sociedades de Autores dramáticos, Asociaciones de Escritores, P.E.N, Clubs de lengua castellana y portuguesa, Asociaciones de la Prensa, etc.". La heterogeneidad de la composición del congreso aparece, pues, prevista y admitida desde ahora por los mismo escritores de homogeneidad espiritual". Los cortesanos intelectuales del poder y del dinero invadirían la asamblea adulterándola y mistificándola. Porque ¿cómo calificar, cómo filtrar a los escritores? ¿Cómo decidir sobre su capacidad y título para participar en el Congreso?

Estas no son simples objeciones de procedimientos o de forma. Enfocan la cuestión misma de la posibilidad de actuar, práctica y eficazmente, la iniciativa de Edwin Elmore. Yo creo que esta es la primera cuestión que hay que plantearse. Que conviene averiguar, previamente, antes de avanzar en la discusión de la idea, si existe o no la posibilidad de realizarla. No digo de realizarla en toda su pureza y en toda su integridad, pero sí, al menos, en sus rasgos esenciales. La deformación práctica de la idea del congreso de escritores hispano-americanos traería aparejada ineluctablemente la de sus fines y la de su función. De una asamblea intelectual, donde prevaleciese numérica y espiritualmente la copiosa fauna de grafómanos y retores tropicales y megalómanos, que tan propicio clima encuentra en nuestra América, podría salir todo, menos un esbozo vital de organización del pensamiento hispano-americano. Medítelo Edwin Elmore, a quien estoy seguro que el fin preocupe mucho más que el instrumento.

Viene luego, otra cuestión: la de la oportunidad. Vivimos en un periodo de beligerancia ideológica. Los hombres que representan una fuerza renovación no pueden concertarse ni confundirse, y aún eventual o fortuitamente, con los que representan una fuerza de conservación o de regresión. Los separa un abismo histórico. Hablan un lenguaje diverso y tienen una intuición común de la historia. El vínculo intelectual es demasiado frágil y hasta un abstracto. El vínculo espiritual es, en todo caso, mucho más potente y válido.

¿Quiere decir esto que yo no crea en la urgencia de trabajar por la unidad de Hispano-América? Todo lo contrario. En un artículo reciente, me he declarado propugnador de esa unidad. Nuestro tiempo —he escrito— ha creado en la América Española una comunicación viva y extensa: la que ha establecido entre las juventudes la emoción revolucionaria. Mas bien espiritual que intelectual esta comunicación recuerda la que concerto a la generación de la independencia.

Pienso que hay que juntar a los afines, no a los dispares. Que hay que aproximar a los que la historia quiere que estén próximos. Que hay que solidarizar a los que la historia quiere que sean solidarios. Esta me parece la única coordinación posible. La sola inteligencia con un preciso y efectivo sentido histórico.

Hablar vaga y genéricamente de la organización del pensamiento hispano-americano es, hasta cierto punto, fomentar un equívoco. Un equívoco análogo al de ese ibero-americanismo de uso externo que todos sabemos tan artificial y tan ficticio; pero que muy pocos nos negamos explícitamente a sostener con nuestro consenso. Creando ficciones y mitos, que no tienen siquiera el mérito de ser una grande, apasionada y sincera utopía, no se consigue, absolutamente, unir a estos pueblos. Más probable es que se consiga separarlos, puesto que se nubla con confusas ilusiones sus verdadera perspectiva histórica.

Conviene considerar estos temas con un criterio más objetivo, más realista. Por haber sido tratados casi siempre superficial o románticamente, apenas están desflorados. Dejo para otra día, la cuestión de la posibilidad y de la necesidad de organizar el pensamiento hispano-americano. Creo indispensable, ante todo, formular una interrogación elemental. ¿Existe ya un pensamiento característicamente hispano-americano? He aquí un punto que debe esclarecer este debate.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Dedicatoria a César Alfredo, 15/4/1929

Dedicatoria en los Siete Ensayos:
"Querido César Alfredo: No le he contestado su última de 31 de diciembre por mis [...] aunque por fortuna banal, quebranto en mi salud. Pero hoy mismo me encuentro tan ocupado, que no tengo tiempo sino para estas cuatro líneas en la primera página del ejemplar de '7 ensayos' destinado a Ud. Le hago adjunto "Amauta" a partir del número que me pide. – Que no me falten sus colaboración y sus noticias. Hágale saber a Blanca Luz que he escrito a una de sus direcciones [...] "Amauta" a la otra – Y guarde Ud este libro como testimonio de mi cariño y mi estimación. Su amigo compañero"
José Carlos Mariátegui
Lima, 15 de abril de 1929

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 10/1/1928

[Transcripción literal]
Lima, 10 de Enero de 1927.
Señor don Samuel Glusberg.
Buenos Aires.
Muy estimado compañero:
Acabo de recibir unas líneas de Ud. que me apremian a satisfacer el deseo de escribirle. Creo no haber contestado su carta del 1 de noviembre sino con el envió de los ejemplares de "Amauta" y el retrato que me pedía. Ud. me perdonará todos estos retardos considerando las ocupaciones que me ha impuesto la reorganización de "Amauta".
He trasmitido su encargo a Garro, a quien he hecho llegar su carta. Está animado del propósito de poner enseguida manos a la obra. Aprovechará, seguramente, sus vacaciones (es profesor además de literato) para esta traducción. Me ha dicho que le escribirá enseguida.
He conseguido reanudar la publicación de “Amauta" en Lima. Pero, naturalmente, los azares de la política criolla pueden, después de un tirapo, interrumpirla otra vez. La policía peruana no sabe distinguir entre especulación ideológica y conspiración o montonera. Si "Amauta" sufriera una nueva clausura, renunciaría a la tarea de rectificar el juicio de esta gente y me dirigiría a Buenos Aires donde creo que mi trabajo encontraría mejor clima y donde yo estaría a cubierto de espionajes y acechanzas absurdas.
Le remito con “Amauta”, dos ejemplares de "Tempestad en los Andes", ultimo libro de Minerva y primero de la Biblioteca "Amauta", en la cual publicaré enseguida una selección de la obra completa de nuestro gran poeta José M. Eguren y un libro mío: “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana". Tengo otro libro de tema internacional, como "La Escena Contemporánea”, al cual titulo "Polémica Revolucionaria". No lo podría dar enseguida a luz por Minerva, porque se diría entonces que no edito casi sino mis libros. Dese saber, por esto, si podría editarlo Babel .Yo tomaría a firme 300 ejemplares para la venta en Lima y, al menos otros tantos podrían enviarse en consignación, bajo mi responsabilidad, a los agentes de provincias que yo indicase. De "La Escena Contemporánea" se vendieron fácilmente 1500 ejemplares, de modo que la cifra no es optimista en demasía. El volumen del libro sería el "La Civilización Manual y otros ensayos" aproximadamente. La parte principal se contrae a la critica de las tesis reaccionarias y democráticas más en circulación y actualidad (Massis, Rocco, Maeztu, Ford, Wells, etc). Hago a mi modo la defensa de Occidente: denunciando el empeño conservador de identificar la civilización occidental con el capitalismo y de reducir la revolución rusa, engendrada por el marxismo, esto es por el pensamiento y la experiencia de Europa, a un fenómeno de barbarie oriental. Me interesaría tener a la vista las réplicas de Lugones a sus impugnadores (Molina, etc). Si Ud. me las pudiera facilitar se lo agradecería mucho.
¿Podemos canjear algunas ediciones de Minerva con ediciones de Babel, de las menos conocidas en Lima?

Le remitiré algunos recortes sobre mi persona. Aunque soy un escritor muy poco autobiográfico, le daré yo, mismo algunos datos sumarios: Nací el 95. A los 14 años, entre de alcanza-rejones a un periódico. Hasta 1919 trabajé en el diarismo, primero en "La Prensa", luego en "El Tiempo, finalmente en "La Razón" diario que fundé con César Falcón, Humberto del Aguila y otros muchachos. En este ultimo diario patrocinamos la reforma universitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla, —como diarista, y durante algún tiempo redactor político y parlamentario conocí por dentro los partidos y vi en zapatillas a los estadistas— me orienté resueltamente hacia, el socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato inficionado de decadentismos y bizantinismos finiseculares, en pleno apogeo todavía. De fines de 1919 a mediados de 1923 viaje por Europa. Residí mas de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve, por Francia. Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y un hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época, señalan las estaciones de mi orientamiento socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. En 1924, estuve como ya le he contado a punto de perder la vida. Perdí una pierna y quedé muy delicado. Habría seguramente curado ya del todo, con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud intelectual me la consienten. Desde hace seis meses, mejoro poco a poco. No he publicado más libro que el que Ud. conoce, Tengo listos dos y en proyecto otros. He ahí mi vida, en pocas palabras. No creo que valga la pena, hacerla notoria. Pero no puedo rehusarle los datos que Ud. me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta. Me matriculé una vez en Letras en Lima, pero con el solo interés de seguir un curso de latín de un agustino erudito. Y en Europa frecuente algunas cátedras libremente, pero sin decidirme nunca a perder mi carácter extra-universitario y tal vez si hasta si hasta anti-universitario. En 1925 la Federación de Estudiantes me propuso a Ia Universidad como catedrático de la materia de mi competencia; pero la mala voluntad del Rector y segundariamente, mi estado de salud, frustraron esta iniciativa.
Le he escrito mas largamente de dio que al comenzar me proponía. Pero, por supuesto, esto me complace mucho
No he recibido el segundo número de los “Cuadernos de Oriente y Occidente” que están muy bien, como todo lo que se edita con su intervención.
Estoy muy reconocido a Gerchunoff por su deseo de que forme parte del personal de colaboradores de su diario. Creo que aunque no vaya por ahora a Buenos Aires, me será posible colaborar desde aquí.
En el próximo numera de “Amauta", salen notas sobre algunos libros de Babel.
Con sinceros votos para el año que empieza, lo saluda muy afectuosamente su amigo, y compañero.

José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 9/3/1916

[Transcripción literal]
Lima, 9 de marzo de 1916
Srta Ruth
Pte.
Amiga mía:
Le he escrito dos cartas utilizando el "expreso". Una el sábado y otra ayer. ¿Se habrá perdido? Reclámelas. Han sido escritas a esta misma dirección.
No interrumpir esta dulce que tiene tanto sabor de misterio y romanticismo.
Siga siendo buena Ruth incógnita.
Yo guardaré el secreto de sus confidencias.
Y ud también.
Su amigo
Juan Croniqueur

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 10/4/1916

[Transcripción literal]
Amiga adorable:
Acabo de recibir tu última carta. I por contestar inmediatamente sus últimas líneas me olvido de responder la anterior, abandono la pereza, amigos y preocupaciones y todas las cosas quo en este momento me solicitan. Yo no puedo permitir que transcurra un minuto sin desvanecer la impresión que esas líneas reflejan
No, amiga mía. El encanto de Ruth no ha desaparecido ni se ha quebrantado. Se consolida . Empieza talvez ahora. Tienes tu muy pocos años para poseer esos acierto de observación. No ha habido desencanto. Yo te había adivinado.
Y para decirte la verdad tengo que hacerte Ruth una confidencia que te traslada á una intimidad á donde no llevo a nadie. El sábado tuve un día triste y aburrido. Debí escribir para el domingo y no lo hice. Intenté un artículo y lo rompí á la primera cuartilla. Para cumplir mi obligación con el periódico tuve sin embargo que llenar algunas ocupándome de la guerra y los socialistas alemanes. ¡Que horror Ruth! Y á las cinco salí para esperarte; pero tu no pasaste. En la noche culminaron mis tristezas. I tuve que recurrir para llamar al sueño consolador, al cloretilo,- que es la manifestación mas aristocrática, sutil y distinguida del éter-, buen amigo de muchas horas amargas. I ese día, ayer, dormía aún el sueño del cloretilo cuando salí a la calle para ir ál Palais. I ahí estuve aún en pleno nirvana. Luego, Ruth, tu no has podido observarme. Yo, para ti estaba dormido. Conservaba intactas todas mis facultades de observación, todas mis sensaciones, pero no podían ser sino muy íntimamente. Para tí, para los demás, Juan Croniqueur tenía que se en esos momentos un idiota ó un ebrio.
Desciendo por ti á la amargura de estos detalles lacerantes. Revurro á su revelación porque mas doloroso sería para mí que tu confundieras mi espíritu dentro de la vulgaridad de impresiones en que ya lo has involucrado.
Quiero que confieses tu satisfacción ante estas sinceridades, antes estas sinceridades que nunca salen de mí, porque las visto muy egoistamente.
Otro día te escribiré con más detención. Talvez será mañana. Ahora mis dedos vuelan nerviosamente sobre las tecla, reflejando una honda inquietud de mi espíritu ante el final doloroso de tu carta.
Mientras tanto deja que te agradezca este oasis infinitamente consolador que pones en mi camino. Espontáneamente, dulcemente, misericordiosamente ha llegado á él. I tienes para mí todos los encantos de un afecto purísimo, de un pródigo manantial que brotase en medio de mis tristezas.
Yo sé que si te agitan estas sensaciones es porque tienes un espíritu tan vehemente é inquieto como el mío, que ha adquirido ya cierta calma reflexiva que dan los años intensamente vividos y el cansancio de la existencia. Eres muy niña y la primera impresión se aferra á tu alma.
Espera mi proxima carta.
Mientras tanto créeme siempre tu amigo agradecido.
I créeme que te escribo con el alma en los labios trémulos que dictan á alas manos, trémulas también, esta respuesta.
Juan Croniqueur.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 26/4/1916

[Transcripción literal]
Dulce amiga:
Quise contestar ayer mismo tu carta amabilísima pero me faltó en todo instante tranquilidad para hacerlo. En esta imprenta me asediaron los amigos y yo no quise exponer nuestra correspondencia sagrada á su curiosidad ó indiscreción.
No he recibido la carta á que refieres. Supongo que en ella acusarías recibo de dos cartas mías de las cuales no me has hablado, una del jueves antepasado y otra del domingo antepasado también. ¿O no las has recibido? Contéstame Ruth. Quiero que me hables de lo que me decías en esa carta que no ha llegado á mi poder. No dejes de hacerlo y perdóname. Pero crée que si te lo pido es porque no quiero perder una sola de tus líneas dulcísimas.
Tu carta ha traído luz y perfume á mis instantes. Sus páginas llenas de sinceridad, afecto y espontaneidad me regocijan y complacen. Son una voz amiga que llega hasta mi compasiva y bondadosamente. I yo amo esta voz amiga que así me consuela y tonifica.
"El joven X" es seudónimo de Yerovi. Algunos han creído como tu que talvez era mío, porque hace poco tiempo firmé algunas revistas teatrales con el seudónimo del Joven H., simultáneamente con Yerovi que formaba otras sobre la misma compañía con el suyo de "El joven X"
El Conde de Lemos está en Ica, No hace falta mas detalle enla dirección, pero no te aseguro si el 27 no habrá salido ya en viaje de regreso. Es probable á juzgar por una carta suya que tengo á la vista.
¿Qué hacía yo el domingo á las tres de la tarde? No había salido aún de mi casa. Salí minutos después y vine á esta casa á aburrirme con la lectura de los periódicos. En la calle me dijeron que los yanquis se habían marchado. Yo estaba en babia. Salí a las seis de esta imprenta para ir al Palais, donde estuve un rato con un amigo escritor y luego con el que tu me viste: el pintor alemán Grimm. Es un buen hombre que no sé si me entenderá ó me querrá. Es difícil. Pero es sujeto que me sirve para pasar un rato en el Palais ó en cualquiera otra parte, porque cuando me habla le hago caso si quiero. A veces me dice cosas que yo no le escucho. Como es alemán no se dá cuenta. Esto es para mi muy cómodo.
¿Cuando llegará á tus manos esta carta? ¿Demorará mucho? ¿ Estará muy pronto en tu poder? ¿La esperas tú? ¡Quien sabe!
En el próximo número de Colónida, que según me dicen saldrá el sábado, hay unos versos míos. Los escribí en el Convento de los Descalzos y reflejan cosas de la vida mística. Los he vivido. Te digo que saldrán, pero te agregaré que salvo capricho en contrario de Federico More que dirige accidentalmente "Colónida" y de quien estoy separada por motivo del concurso de madrigales. Le ha disgustado que accediese á la publicación de "El Comercio" y crée que el asunto del fallo me ha molestado. ¡Qué tontería! Soy incapaz de preocuparme de concursos de madrigales y mi vanidad no sufrirá nunca en un torneo de esta clase, mucho menos cuando las composiciones que publiqué fueron las últimas que quedaron en la selección final junto con la premiada. En un concurso de poesía honda y no frívola pondría algún empeño, todo el que me permitiese mi abulia, pero en un concurso de madrigales, basta con lo que hice: escribir mis versos en la tarde del día en que se cerraba el concurso y ponerlos en el correo á las 11 de la noche.
A ti que eres toda sinceridad no te voy a hacer la ofensa de hablarte con la "pose" ó la teatralidad de que me acusan todos los que mal me quieren. Créeme pues lo que te digo. Este menudo incidente no me ha preocupado. Tu leerás mas tarde el madrigal premiado y reelerás los míos para que me digas si por lo menos en los míos no ha estado el sello de mi personalidad y de mi originalidad. Para mí es todo mi mérito.
Pero todas estas cosas son vulgares y odiosas y deben estar al margen de nuestros temas, Ruth. Tu sabes que si yo quisiera hacerme camino de arribismo lo haría. Tengo toda la prensa fácil á mi sugestión, exceptuando los periódicos de laos mandriles, con los cuales me enemisté por sobra de orgullo é independencia, porque también pude usufructuar su elogio. Mas, ¡qué me importa el público, amiga mía! Me basta mi vida interior. I en ella me refugio.
¿Te interesa esto Ruth? Perdóname.
¿Cuando volverás á escribirme? ¿Pronto, verdad? Tu eres muy buena y yo no lo soy tanto como para merecerte.
Seguiría escribiéndote pero temo cansarte y temo también que alguien interrumpa la soledad de mi oficina. No hay nadie en ella ahora. Está solo tu recuerdo.
Adiós Ruth
Juan

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 14/5/1916

[Transcripción literal]
14 de mayo
Ruth amabilísima:
Hoy he encontrado sobre mi escritorio, recién colocada ahí, una carta tuya de fecha 19 de abril. Era sin duda la que me faltaba. Pero recién ha sido puesta en mi escritorio. Está cerrada y no presenta indicio de haber sido abierta. ¿Quien la ha puesta en mesa?. Interrogo. Me contestan que el portero que trae la correspondencia de la casilla. No he podido averiguar mas. ¿A quién culpamos? ¿Al correo acaso?
Recibí tu carta de fecha 12 ayer á las 4 de la tarde. Me hizo mucho bien por supuesto. Como todas las tuyas, la he releído.
Insisto en que Ser Folie es mujer. Ayer me repitieron su nombre: Isolina Soto. No sé más de ella. Solo lo que me dicen sus artículos y que ya te he comunicado. Ni mas ni menos.
No creas Ruth, no tengo muchos amigos. Ocurre sí que á muchos tengo que dar por cortesía ese título. Pero, ¿amigos?. No, Ruth. Mira, casi por razón profesional conozco á todo el mundo. Tengo innumerables "conocidos". I de "amigos" tengo un círculo obligado entre los del periódico, entre los demás periodistas, entre los literatos, entre los del Jockey Club, etc. Intimos, por razón de antiguo conocimiento solamente, tengo muy pocos. Soy huraño y rehacio á confiarme á nadie. Confidente, no tengo. Nadie ha penetrado, -entre mis amigos-, en mi espíritu. Nadie me conoce. Créelo Ruth.
Ya lo de los madrigales no me preocupa. Absolutamente. Interviene en esto que soy olvidadizo y un poquito versátil. Pero, si estoy de humor, en una carta te haré una crítica del madrigal de Abril. que me parece una de las cosas mas pobre que ha producido. Yo no soy poeta galante, ni quiero serlo. Creo que mi arte es superior. Le cedo el cetro de la poesía galante de mi generación á cualquiera. He escrito algunas veces madrigales, pero pocas veces, talvez ninguna, con mi agrado. En este género, creo que lo mas feliz que he escrito es un soneto á Anita España. No sé si lo conocerás. Se publicó en Lulú. Después, cada vez que recibo un album para firmarlo, me fastidio horriblemente y el album duerme en ocasiones uno ó dos meses en mi escritorio. Al fin, escribo una tontería. Cualquiera de estos días me resuelvo á escribir en varios albums una misma poesía. Puede ser que así nadie vuelva á pedirme un autógrafo que tan poco vale pero que tan orgulloso es.
El joven del chambergo tiene viejos motivos de compañerismo é intimidad conmigo. Ha sido siempre muy cariñoso conmigo. Yo lo estimo también. Pero ni aún con él me liga una intimidad muy definida. No creas Ruth. No separan casi siempre ideas distintas en cuestiones literarias. Nuestros amigos no son los mismos. El, por ejemplo, está sumado al grupo de Palma y Gálvez, con el cual yo ando divorciado.
Es ciertamente fastidioso tener enemigos, pero no vale la pena hacer un esfuerzo o por evitarlos. También sería desesperante que todo el mundo hablase con cariño y elogio de uno. Si conmigo ocurriese esto, yo tendría mala idea de mi mismo. Una estimación unánime me indignaría. Yo nunca la buscaré.
Hoy te he visto en el Palais. Feliz instante.
Durante la tarde evité el aburrimiento en las carreras.
Quisiera escribirte muy largo pero me interrumpen para que vaya al teatro. ¡Que fastidio! Mañana o pasado te escribiré.
Interrumpo esta carta contra mi voluntad. Perdón.
Hasta mañana Ruth dulcísima.
Juan

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 20/5/1916

[Transcripción literal]
20 de mayo
Ruth consoladora:
Quiero aprovechar estos instantes para escribirte. Tenía compromiso para ir al circo. Los circos me entretienen y la ingenua gracia de sus payasos tienen para mi muchos encantos. Sin embargo no dejo esta momentánea soledad en que me hallo -9 y 30 p.m.- sin haberte escrito antes algunas líneas.
No hace mucho que he recibido tu carta amabilísima. Cuando llegué un empleado me dijo: -"Hay dos cartas para usted". I me las entregó. Una era una invitación para un banquete a Alcántara Latorre. ¡Horror á los banquetes! La otra era tu mensaje tan dulce y adorable. Una compensación.
Te he visto esta dos veces. La primera estaba yo con el Conde de Lemos á quien hablaba de no se que tontería. Estuve con él hasta muy tarde. Luego iba al teatro Col;on cuando volví a verte. Gran satisfacción mía que temí se tradujera en mi sonrisa y fuera esta advertida por tu madre, á quien no se le ocurrirá por su puesto que me conoces.
¿Me recuerdas la crítica? Bueno. Lée. El primer verso de ese madrigal dice así: Yo sé que el Sol aquel empedernido...I el otro: Don Juan incorregible de tantas primaveras ¿Te fijas? Un madrigal es un poemita delicadísimo. I no cabe delicadeza con tales poco delicadísimos adjetivos al Sol. Sobre todo aquel de empedernido. Hay obligación en el poeta en decir cosas que sugieran directamente lo que se pretende expresar. Un sol Don Juan, un Sol empedernido, sugiere la idea de un sol pujante, de un sol intenso, de un sol vigoroso, que será un sol de verano ó lo que se quiera; pero que no pueda ser nunca un sol de primaveras, un sol niño, un sol adolescente, un sol tibio.
No, por Dios. ¡Lógica y coherencia! ¡Dónde estamos!
Luego: "Solo una vez sintió el irresistible, apremio de un amor de áureas quimeras" , apremio, amor, áureas. Esta sucesión de palabras que empiezan con la misma letra puede aceptarse á veces cuando esa letra no es vocal y la combinación ó licencia tiene cierta sentido armónico; jamás cuando esa letra es vocal y esa vocal es a ¡Oído!. I otra vez la necesidad de orden, lógica u coherencia en la oración. ¡Qué significa esa de un amor de áureas quimeras tan imprecisas que deja escaparse la atención del lector y la desorienta! ¿No era fácil precisar ese amor para no incurrir en una vaguedad que malograba el proceso en principio del poema?.
Sigue: "Entró en tu corazón furtivamente".
¡Por favor! Todos estos versos están calcados de los versos de Yerovi: "Canto á la Primavera". Es la misma la entonación. La misma. Precisamente Yerovi dice: "I se escurrió furtivo en nuestro corazón. La sugerencia del canto es tan fuerte que una breve lectura de ambas cosas la ratifica plenamente. Un plagio no está solo en el uso de los verbos literales. Eso ya es una copia, un robo. Plagio es ya el apropiamiento de una entonación, de una modalidad, de un estilo. Es lo que ha hecho Abril.
Continuemos. La entonación del canto de Yerovi no viene á tono dentro del género del madrigal. Es una entonación de himno, de canto, vigorosa, robusta, sonora. Un poeta que espiga en este cercado para confeccionar un madrigal no tiene siquiera acierto é inteligencia en la elección del modelo que se propone imitar.
I hay mas imitación. El proceso del madrigal es el mismo proceso del célebre madrigal de Urbina: "Era un cautivo beso enamorado de una mano de nieve". Aquí el enamorado es un rayo de sol. I la imitación se marca especialmente en un instante en que Abrill usa textualmente los mismo términos que Urbina: "Mas sucedió que un día". Urbina dice "I sucedió que un día"
Para seguir probando la falta de conexión basta decir que el rayo de sol que aparece alejado en el pecho resulta después fugándose del regazo, sin que medie explicación que explique el cambio de alojamiento y que evite la creencia de que el poeta piensa acaso que lo mismo es decir pecho que regazo.
I luego, para un jurado en el cual figura el purista, el castizo señor Cyanguren, hay este destalle: "Bien te hizo comprender que nostalgiaba la dulcedumbre vasta de los cielos"
¿Nostalgiaba? Esto es tirarle un puntapié de los mas graves á la gramática. Nostalgiaba no es siquiera un galicismo. Si lo fuera lo aceptaría, porque yo tengo un criterio muy amplio en estas cosas y Dios me libre de apreciar una obra de arte con mezquino criterio de gramático. Pero las licencias y la amplitud de criterio tienen su límite. Una cosa es la libertad y otra el libertinaje. Un galicismo para, máxime en un idioma que es á veces tan menguado como el nuestro.
Yo uso sin escrúpulo un galicismo cuando cree que está bien puesto.
Un verbo arbitrario que no existe en el castellano, está justificado cuando ese verbo llena su función ó sea siempre que modifique el sustantivo siguiente. pero, nostalgiaba es un verbo que podríamos llamar "extático". No determina ninguna modificación respecto del sustantivo siguiente. "Aristocratiza" por ejemplo es un galicismo, pero cuando se escribe verbigracia "tu tocado aristocratizaba tu cabeza", el galicismo es muy aceptable puesto que ese verbo "aristocratizaba" modifica el sustantivo "cabeza".
Estas cosas no tienen réplica posible.
Compruébalas con la gramática.
El único momento feliz del madrigal es ese que el sol dejo en la boca de la loada belleza "prendida la flor de su sonrisa"
Ya ves que soy justo.
Te confío estas apreciaciones, porque sé que no saldrán de tí. Confiadas á otra persona no comprensiva, correrían el peligro de que fueran interpretadas como una manifestación mía de rencor ó despecho. No, Ruth, yo no tengo por qué guardar rencor á Pablo. Es mi amigo. I como persona lo estimo mucho. Estos incidentes no han turbado nuestra cordialidad.

21 de mayo
Hoy no te visto. El día ha sido triste en consecuencia para mí. Te espero hasta muy tarde. Pensé que habrías ido al teatro ó al cinema y que después entrarías al Palais. Que pena. Ha sido un día odioso. No te ví. Perdí todas las carreras.
Mañana ó pasado te escribiré. En este instante me requieren para que vaya al teatro. No tengo mas remedio que aceptar.
Con toda su devoción me despido.
Juan

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 1-8-1916

Transcripción completa (se ha respetado la grafía del original):
1 de agosto
Debo pedirte esta vez mas perdones que nunca. Yo no sé porqué solo ahora te escribo. No ha sido, por supuesto, porque las fiestas me hayan interesado. ¡Qué horror! Ha sido mas bien porque he estado escribiendo un drama. ¿Un drama? Sí, drama, en colaboración con Valdelomar: "La Mariscala". Lo escribimos a prisa, porque mucho antes de tener hecha una sola escena ya lo habíamos ofrecido a la Compañía y anunciado por lo periódicos. A última hora no hemos tenido, ante las instancias, otro remedio que escribir versos y enlazar escenas. Yo me muero de risa ante el drama. El Conde también. Somos tan flojos que aún no lo hemos copiado a máquina.
He tenido la indignación de que tu carta fuese profanada por sabe Dios que clase de gente. En el escritorio del director había un sobre
rotulado para él lo habían puesto ahí. Lo abrió en mi presencia y me dijo: "Esto no es para mí. Qué raro." Yo me indigné reconociendo la letra. He recibido solo una carilla de tu articulo. Tu carta no sé si habrá llegado completa a mi poder. Dime cuántas hojas tenía. Dime si empezaba diciendo: "Recibí tu carta después del cinema." Y si tiene dos hojas.
Algunos de los empleados de administración que traen las cartas del apartado, ha sido el autor de la innoble hazaña. Nome vuelvas a escribir al apartado. Escríbeme sin dirección. Yo iré al correo.
¿Cuando nos veremos?
Yo me aburro como siempre. Ahora un poquito menos porque el periódico me da algo que hacer. Y, el drama. ¡Ah, el drama!
¿Qué has hecho tu en estos días? ¿Te has paseado?
Dime si me has escrito con posterioridad a la carta a que aludo.
Y no pongas otra dirección que esta: J.C. Mariátegui, porque hay otro Carlos.
Perdóname si estas resentida conmigo. Sé que me he portado mal.
Te espero. Y sé que vendrás, pero indulgente y buena como siempre.
Juan

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth), 11/8/1916

Transcripción completa (se ha respetado la grafía del original):
11 de agosto
Te escribo hoy porque hoy me esperas. Ahora me confío a la puntualidad del correo. Tengo que contestar dos cartas tuya, las dos muy amables y buenas.
No me has dicho si, conforme a mi carta, la carta tuya que profanaran llegó a mis manos completa. No tengo nada que perdonarte. El hecho de que abriera la carta en mi presencia el director, no tiene importancia. El director es mas que tal mi amigo y es una de las personas que me tienen mas cariño y consideración.
Iré constantemente al correo para pedir tus cartas. Todos los días hago un telegrama para un periódico de provincias, de modo que me es muy fácil hace una visita diaria al correo.
¿Por qué me dices eso de que mis "cartas son más pensadas que sentidas"? Explícamelo bien claro y con mucha profusión de detalles porque no acepto la afirmación. Siempre he tenido el concepto de que soy antes que nada un escritor sentimental. Y a pesar de mi convicción de que en este siglo es imperioso gobernarnos con el cerebro, yo tengo todavía el romanticismo de gobernarme con el corazón.
¿Por qué me dices señor político? Yo no hago política sino en unos cotidianos párrafos llamados Voces y la hago por cierto con escaso gusto y hasta desapego. Tu ignoras lo grave y antipático que es esto de escribir por obligación. Ahora que si yo no tuviera obligación de escribir, soy en tal forma perezoso que casi nunca escribiría.
Quiero que me reveles eso importante. A ver. No lo postergues. Porque sé que cuando conversemos, va a ser tanto lo que tengamos que decirnos que nos vamos a decir nada.
No es cierto que mi voluntad intervenga en la aparición del libro al cual te refieres. Si interviniese, crée que la ejecutaría en el sentido de impedir que esa aparición se realizase. Amo mucho la literatura para querer que la siga ofendiendo un mal dillettantismo. En Pérez Cánepa hubo época que mi consejo y amistad influyeron. Luego le encontré desleal e inconsecuente y, como no es cosa de tolerar a los malos escritores cuando son también malos amigos, prescindí de su trato. Ho estamos "de etiqueta".
Ve, pues, que estás mal informada. Y siendo esta como es, curioso sería saber todas las otras mentiras que sobre mí te hayan dicho. Porque yo sé, muy bien, que de mi dicen innumerables mentiras. Algo daría porque la gente me dejase vivir, sin preocuparse de mí.
A la verdad que ya me cansa eso de que la gente que me conoce y aún la que no me conoce , diga si yo hago esto, si yo hago lo otro, si yo voy al teatro, si yo no voy al teatro, si yo soy de esta manera, si yo pienso en tal cosa. Es muy mortificante. Menos mal cuando la suposición es inofensiva como esa de mi autoridad en un joven escritor y de mi influjo en su ensayos.
Escribí tu suelto. Solo que el cajista no entendió el nombre y lo puso a su capricho. Pediré que lo pongan también en La Prensa. Eres muy corta para pedir una tontería.
No te podrás quejar. Te he escrito muy largo. En mi vida no hay casi precedente de una carta mía extensa, a menos que se trate de las dirigidas a mi amigo X, que llenan al mismo tiempo mi obligación de escribir un artículo.
Ignoro a Román. Me han hablado bien de él.
Escríbeme largo también. Tanto como puedas. Tantas veces como te sea posible. Con profusión de temas. Y crée que te recuerdo mucho. Crée también que mis cartas son mas sentidas que pensadas... A menos que tu me demuestres lo contrario, como supongo que lo intentarás. Y digo intentarán porque se que no vas a lograrlo.
Juan

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Bertha Molina (Ruth),18/10/1919

Transcripción completa (se ha respetado la grafía del original):
A bordo del "Atenas", 18 de octubre 1919 Ruth:
Desde mi partida del Callao pensé que te debía unas palabras de adiós. Recordé que tu eras una de las personas que habían sido buenas y dulces conmigo y recordé, sobre todo, nuestra original y simpática intimidad de un tiempo.
Estas líneas, escritas a bordo del “Atenas”, en viaje a New York, te llevarán mi despedida. Me despido en ti de todas las muchachas de Lima que alguna vez se han emocionado leyendo algo mío. Seguramente eres tú la más sentimental, soñadora y tierna de todas.
Compara mi letra de ahora con la de antes si alguna carta mía, merecedora de inmediata inhumación naturalmente, sobrevive entre tus recuerdos. ¿Habrá envejecido mi letra como mi alma? ¡Ah! Ten en seria consideración caligráfica el balance del "Atenas” y la turbulencia célebre del Caribbean Sea.
Si alguna vez te sobran tiempo, humor y sentimentalismo, escríbeme a Roma.
Tu affmo amigo
José Carlos

A Ruth.
En Lima. Perú.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Joaquín García Monge, 24/12/1925

Lima, 24 de diciembre de 1925
Señor
Joaquín García Monge
San José de Costa Rica
Muy estimado amigo y compañero:
Hace pocos días le envié un ejemplar de mi libro "La Escena Contemporánea". Me permití adjuntarle un ejemplar destinado al estudiante peruano Julio Lecaros, cuya dirección en esa ciudad ignoro. Supongo que Lecaros lo habrá visitado desde su llegada.
Mi libro ha aparecido en una Editorial que acaba de fundar mi hermano Julio César Mariátegui y cuya dirección me ha sido encargada. Le acompaño algunos papeles de propaganda que circulan en el Perú explicando los propósitos de esta editorial.
Deseo saber si el "Repertorio Americano" puede aceptar la representación de Minerva en Costa Rica. Espero de Ud. una respuesta favorable para transmitirla a mi hermano quien se apresurará a hacerle el primer envío.
Creo que se podría establecer el canje entre las ediciones de Minerva y las del Convivio o "Repertorio Americano". No conozco el elenco de esas ediciones, pero me parece que "La Edad de Oro", el libro de lectura que veo anunciado en "Repertorio Americano" podría tener aquí bastante difusión.
Preparo una revista mensual, para la cual reclamo su colaboración. Creo que podríamos efectuar un pequeño intercambio entre esta revista y "Repertorio Americano" canjeando una cantidad de números en proporción equivalente. Repertorio Americano se vendería así en la Librería Minerva. Estoy seguro de que puede tener asiduos lectores. Oliverio Girondo, cuando estuvo en Lima, me anunció su propósito de organizar, en esta forma, un extenso y constante intercambio entre las revistas y grupos intelectuales de nuestra América.
Le adjunto un artículo de V. Modesto Villavicencio.
Y con los más cordiales sentimientos, me repito de Ud. muy devoto amigo y compañero.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 18/12/1929

Lima, 18 de diciembre de 1929
Estimado amigo y compañero:
No he dado inmediata respuesta a su carta del 19 de noviembre, porque en parte se la habían adelantado dos cartas mías, que deben haberse cruzado con la suya, y de la segunda de las cuales le acompaño copia, prevenido siempre contra las veleidades del correo peruano.
Hemos tenido con nosotros a Waldo Frank todo el tiempo que Ud. ha sabido por las noticias cablegráficas. No sé si las noticias cablegráficas sobre su estancia en Lima habrán abundado. Le envío algunos periódicos, entre otros un número de Variedades con un artículo mío. No es necesario que le remita otros periódicos. Toda la prensa de Lima ha señalado con gran atención la presencia de Waldo Frank en nuestra ciudad.
Ya Ud. me había dicho que en Waldo Frank, el hombre no se hace amar menos que el escritor. Todos los que lo hemos tratado de cerca, hemos confirmado plenamente esto. Frank no ha encontrado en Lima un auditorio numeroso, en parte porque la gente no está habituada a pagar a los conferencistas, en parte porque los temas de Frank no interesan sino a una élite; pero ha encontrado en cambio a gentes que lo han rodeado con cariño y comprensión. Y entre sus amigos han estado, seguramente, los mejores espíritus del Perú.
Ofreció tres conferencias en el Teatro Municipal, organizadas por el comité de invitantes, y una pagada por la colectividad hebrea, cohíbida aún por la reciente agresión policial. La Universidad le recibió en la sala de Letras la víspera de su partida. La Facultad de Letras, a propuesta de Sánchez, Iberico, Ureta y Porras Barrenechea lo hizo doctor honoris causa; pero no hubo tiempo para que, aprobado este acuerdo por el Consejo de Decanos, conforme al protocolo universitario, se le otorgasen las insignias respectivas en actuación especial. Reunimos a los escritores y artistas en un banquete general. La Nueva Revista Peruana y Amauta aunque participantes en esta fiesta, quisieron agasajarlo aparte. Hemos prescindido de discursos. Y hemos hecho lo posible porque la cortesía y los cumplimientos no impidiesen a Frank sentirse en Lima como en su casa.
Conversando con Frank, que ha sido muy gentil y deferente conmigo en todo instante, me he afirmado en mi intención de marchar a Buenos Aires. La invitación de un amigo y compañero como Ud. coincide con las circunstancias que le describe mi penúltima carta. El contacto con un país sano y fuerte me hará mucho bien, espiritual y físicamente. En Buenos Aires, terminará esta convalescencia que la debilidad de Lima ha retardado.
Deseo hacer el viaje con mi mujer y mis niños. A los dos mayores, —de ocho y seis años-, podría tal vez dejarlos; pero los colegios de Lima, donde podría dejarlos como internos, no me satisfacen y el mimo de la familia, si continuasen en el colegio que ahora frecuentan y donde no hay internado, perjudicaría su educación. Respecto a todo, espero su fraterno e inteligente consejo. —Frank piensa que en Buenos Aires se puede resolver tan bien como en Europa el problema de mi movilidad por la adaptación de una pierna ortopédica. Creo que ahí la cirugía y la ortopedia están perfectamente desarrolladas. Eso lo dejaría para después de mi primera etapa de trabajo. Pero es muy importante para mi porvenir.
Para que el correo de hoy no me gane, pongo aquí punto final a estas líneas. Le seguiré escribiendo en breve.— No hemos recibido sino un ejemplar del número 15 de L.V.L. Si le es posible, reitere el envío. Han venido, en cambio, completos los ejemplares del N° 16.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero devotísimo
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a los Compañeros Organizadores del Agasajo a Luis Alberto Sánchez, Presidente de la Asociación de Periodistas, 23/3/1930

Lima, 23 de marzo de 1930
A los compañeros organizadores del agasajo a Luis Alberto Sánchez, Presidente de la Asociación de Periodistas.
Pte.
Estimados compañeros:
Habría hecho una excepción en mis hábitos presentes, para asistir a la comida con que los periodistas agasajan a Luis Alberto Sánchez, en ocasión de su viaje a Chile. Pero una momentánea falla de mi salud, me lo impide.
Quiero, por esto, que reciban Uds. testimonio expreso de mi adhesión a la fiesta.
Luis Alberto Sánchez es uno de los escritores que más ha reivindicado, como periodista, el nombre, la misión y los fueros del periodismo en el Perú. Le debemos, como periodistas, todo nuestro reconocimiento y toda nuestra simpatía.
Personalmente, mi estimación por él es mucho más amplia. Pero a un ágape de periodistas debo decir sólo palabras de periodista.
Muy cordialmente vuestro
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Emilio Pettoruti,9/5/1927

Lima, 9 de mayo de 1927
Querido Pettoruti:
Le he dado continuamente noticias mías por medio de breves postales. Mi trabajo y mi salud no me permiten otra cosa. Pero ya le escribiré largo y tendido.
Le adjunto unas fotografías de cuadros de Sabogal. En el N° 6 de Amauta se publicaron con una carta mía. Le mandaré pronto una corta biografía. Sabogal me dice que le mandó hace meses un paquete certificado con algunas maderas suyas y que [no] sabe aún si lo recibió Ud. porque no le ha acusado recibo hasta ahora.
Como le he prometido, le mandaré también fotos de Camilo Blas que está actualmente en Arequipa. Dentro de poco vendrá a Lima. Entonces le pediré las fotografías.
Me intereso profundamente porque coloque Ud. en Crítica o Caras y Caretas, como colaborador a un escritor peruano muy amigo mío, Félix del Valle, que se halla en Madrid. Fue a España en una misión de estudio. Y de pronto se ha quedado sin renta antes de encontrarse en grado de ganar lo bastante allá. Colabora en El Sol. Y es un hinchado de talento. Seguramente él le escribirá a mi nombre.
¿Qué proyectos tiene Ud.? Por qué no se anima a visitar el Perú? El Ministro del Perú en Buenos Aires, Miguel A. Checa, podría tal vez proporcionarle, por cuenta del gobierno, los pasajes. Ud. podría visitarlo y decirle que antes de partir para Europa —adonde lleva Ud. el propósito de hacer triunfar el arte peruano dentro del americano—, desea Ud. estudiar de cerca el estilo y las ruinas incaicas.
Muy cordialmente le abraza
José Carlos Mariátegui
Las fotografías van certificadas, con el número 6 de Amauta.

José Carlos Mariátegui La Chira

Tarjeta Postal a Guillermina Mariátegui de Cavero, 22/6/1925

Chosica, 22 de junio de 1925
Señora
Guillermina M. de Cavero
Lima
Sagástegui 669
Querida hermana:
Chosica me ha probado bien. Esto es muy pintoresco y sobre todo muy saludable. Mamá se encuentra también a gusto. Saludos a Antonio y a las chicas. I para ti un abrazo de tu hermano.
José

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 23/10/1929

Lima, 23 de octubre de 1929.
Querido compañero Samuel Glusberg:
No he tenido respuesta de su última, mi acuso de recibo de mis envíos para "La Vida Literaria". Lo supongo acaparado por la presencia de Waldo Frank en Buenos Aires. He recibido el Nº de setiembre de "L.V.L", en el que leo mi artículo sobre "Rahab". Se han deslizado dos errores; pero esto nos pasa a todos, autores y editores, en la revisión de las pruebas.
Le hemos enviado el libro de Eguren. Con el ejemplar dedicado a Ud. otro para Waldo Frank. Creo que en ese libro hay algunos poemas de gran originalidad. Ojalá señalara Ud. a Eguren a la atención del público, en las páginas de L.V.L con ocasión de la salida de su libro, que reune la mayor parte de su obra.
Le acompaño copia de una carta de Waldo Frank. Como son frecuentes las fallas postales, es conveniente usar la precaución del envío de una copia de toda carta de interés. Ignoramos el itinerario de Frank. Suponemos que pasara todavía algún tiempo en Buenos Aires y que, luego, visitará Chile o Bolivia. Hágale saber que recibirá la invitación de los escritores y artistas del Perú por cable. Una invitación libre, sin etiqueta ni compromiso de institución alguna; pero que suscribirán varios catedráticos, los mejores, de la Facultad de Letras, Mejor así.
Talvez alcance este correo el No. 26 de "Amauta". Se ha demorado un poco, por las dificultades que últimamente han estorbado nuestro trabajo. Nos han prohibido la publicación de "Labor", que desde agosto había comenzado a aparecer nuevamente como quincenario. Teníamos un número listo, cuando se nos notificó su clausura. Esto nos cuesta la perdida de todo lo que habíamos asegurado su economía con una buena cifra de circulación. - Me parece imposible que en este ambiente pueda yo seguir trabajando mucho tiempo. Por fortuna, mi salud va bien.
Que Frank nos avise, enseguida, su itinerario. Como mi dirección no es segura, que escriba a Luis Alberto Sánchez, Pacae 960, Lima. A mi puede escribirme bajo sobre al Dr. Hugo Pesce, Casilla 1207, Lima.
¿Envía Ud. L.V.L a "El Mercurio Peruano" y la "La Nueva Revista Peruana" En el penúltimo número de "El Mercurio" se ha reproducido, con otros, su artículo sobre "7 ensayos"
Muy cordialmente le estrecha la mano en espera de sus noticias, su devotísimo amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a José Malanca, 2/7/1929

Querido amigo Malanca:
Hace dos semanas le he escrito, contestando sus cartas y adjuntándole una para E. Pavletich. Amauta le ha sido expedida puntualmente a México D.F. Sus noticias nos son muy gratas e interesantes: tienen ante todo, el mérito de ser perfectamente sinceras. Y quienes conocemos y apreciamos al hombre, podemos estimar exactamente el valor de esta sinceridad.
Me explico que en México se conozca deficientemente el movimiento social e intelectual de Sud-América. Me ha parecido siempre que a la revolución mexicana le ha faltado conciencia de acontecimiento continental, lo que delataría precisamente su incurable fondo pequeño-burgués. La ley de ciudadanía continental y otros gestos, no han bastado, no bastan como expresión de solidaridad con los pueblos latino-americanos. —Los revolucionarios de Hispano-América nos hemos interesado siempre por la revolución mexicana mil veces más de lo que ésta se ha interesado por nosotros.—Los que ahora representan verdaderamente la revolución mexicana, tienen el deber de rectificar estas limitaciones del nacionalismo de México. A Montevideo han ido últimamente Siqueiros y otros representantes de la nueva central sindical mexicana. Sé por los delegados de varios países latino-americanos que han hecho ahí excelente impresión.
A propósito de Montevideo. Me escribe de allá Giselda Welker (ex-Giselda Zani) que Blanca Luz Brum ha salido para México. No me había anunciado este viaje, sino más bien uno a Europa. Y yo le he escrito últimamente a Montevideo, a la dirección de Margarita Gutiérrez. —Trate de buscarla tan luego como llegue. Es una excelente amiga mía y una encendida revolucionaria. Tiene esa llama de entusiasmo, ese culto de la sinceridad que he encontrado sólo en América en argentinos y uruguayos del tipo de Ud. y de ella. Americanos con juventud, excesivos, apasionados, infantiles a veces, pero dotados de un gran poder de creación por todo esto. En este lado de América, somos bastante encogidos, herméticos. Se lee en nosotros la herencia de una España trágica, inquisitorial y enlutada, mezclada a la melancolía quechua. Somos también un poco asiáticos. Yo no he sentido nunca esto tan claramente como cuando he estado en Europa y he confrontado mi desgano y mi reserva con la alegría pagana del latino, con la ingenuidad romántica del germano. Creo que más de una vez hemos hablado de esto y que hemos estado de acuerdo.—Pero volvamos a Blanca Luz. Que sea tan amiga de Ud. como lo es mía. Que reclame a Montevideo las noticias que allá le he dirigido.
Su misión en México, en cuanto respecta a Amauta debe ser la de vincularla con los grupos artísticos e intelectuales revolucionarios de ese país. Pocas revistas de Hispano-América han seguido con tanta atención el movimiento revolucionario mexicano. Es necesario que esto se sepa allá.— La administración ha aceptado la propuesta del librero J. López Méndez para la exclusiva de la venta de librería de Amauta y sus ediciones en México. Visite Ud. a López Méndez e infórmenos si está en aptitud de realizar su programa de difusión de Amauta.
Trabajamos con más orden y unidad que en meses pasados. Lo tendremos al corriente de nuestros avances en la labor de unificación y disciplinamiento de los grupos de la república. Que a los de Cuzco, Puno y La Paz no le deje de llegar su recuerdo estimulante.
Todos lo recuerdan en mi casa con la simpatía y amistad que Ud. merece. Y yo le envío mi cordial abrazo de amigo y compañero devotísimo.
José Carlos Mariátegui
P.D.—Le ruego avisarme si le llegan mis cartas, indicándome las fechas. Le adjunto una carta para el compañero Carlos Manuel Cox. No sé si lo conocerá Ud. ya, siendo como es México una urbe. Pero en caso de no conocerlo, no le será difícil dar con él. Es un muchacho peruano inteligente y simpático que hará buenas migas con Ud. El trato tónico de un camarada como Ud. le será además, grato y útil.—Su dirección postal en México D.F. es: Apartado 1524. En Crisol le será fácil también averiguar su dirección. Gracias. V.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a José Malanca, 10/7/1929

Lima, 10 de julio de 1929
Querido amigo y compañero Malanca:
Hace exactamente ocho días le dirigí la carta, cuya copia le adjunto, en previsión de las fallas postales. Le acompañé una carta para Carlos Manuel Cox, cuya dirección postal es Apartado 1524, México D.F., pero a quien espero haya Ud. tenido ya oportunidad de conocer personalmente.
No he recibido, después de las que ya he contestado, nuevas de Ud. Lo supongo pintando quizá fuera de la ciudad el más característico paisaje mexicano. Y, en este caso, temo que nuestra correspondencia se resienta de interrupciones.
Le adjunto copia de unos puntos de vista polémicos, que le ruego hacer llegar, una vez que los haya leído, a Pavletich o Cox (Para Pavletich le envié una carta con mi penúltima. Estaba en Mérida, si no me equívoco; pero supongo que haya regresado ya a México. En todo caso, Cox sabrá dónde se encuentra).
Mándeme apuntes de paisajes o tipos mexicanos para Amauta en cuanto disponga de un poco de tiempo. Yo guardaré cuidadosamente sus originales.
Salude a Marof, Tejera y demás amigos. ¿Conoce Ud. a Hurwitz? Si lo encuentra, salúdelo a mi nombre.
Cuénteme cosas de allá.
Hasta pronto. Un fraterno abrazo de su devotísimo camarada.
José Carlos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Samuel Glusberg, 21/8/1929

Lima, 21 de agosto de 1929
Muy estimado amigo y compañero:
Dos líneas rápidas de respuesta a su carta de 25 del próximo pasado, que me encuentran agobiado de trabajo.— He recibido La Vida Literaria con mi artículo sobre Henríquez Ureña. Muchas gracias por su inserción. Se ha publicado en Lima en Mundial, de modo que no sé si incluirlo en el material de Amauta próximo. El No. 25 está completo, listo para salir.— En vez de un capítulo de El Alma Matinal, le adjunto dos comentarios de libros franceses y un grupo de impresiones sobre libros rusos nuevos, en las que esbozo, al comenzar un concepto sobre el complejo de la ‘burguesía’ rusa, —fracasada en su empresa política, por la persistencia del absolutismo aristocrático cuando ya ella había llegado económicamente a su mayor edad—, en la mayor parte de la literatura y, sobre todo, de la novela de los pasados decenios. En un artículo sobre “Los Artamonov” de Gorki, publicado en Repertorio Americano formulo ya esta tesis, aunque muy sumariamente. —Como Ud. es gran conocedor de literatura rusa, me interesaría conocer su opinión sobre este tópico.— Como La Vida Literaria es sobre todo una revista de autores y temas de libros, estos trabajos me parecen más apropiados a sus fines informativos que otro fragmento de El Alma Matinal. Pero si Ud. prefiere, por ejemplo, el esquema de explicación de Chaplin, aparecido en el No. 18 de Amauta y que ha tenido cierta fortuna entre sus lectores más documentados en literatura chapliniana, no tendrá nada que objetar. Perdone el estado en que le envío los originales. Están horriblemente enmendados. Por razones económicas, he tenido que prescindir de los servicios de un mecanógrafo, desde hace mucho tiempo.—Cuando le envíe los originales completos de El Alma Matinal, —que será muy pronto—, Ud. mismo elegirá los capítulos que más le gusten para La Vida Literaria.
No me dice Ud. nada de sus gestiones para la edición de mi Defensa del Marxismo, ya pronta para la impresión.
De acuerdo con Ud. en el juicio sobre el material literario, y sobre todo poético de Repertorio Judío. Pero me es difícil comunicarles mis preocupaciones literarias.
Termino aquí porque una serie de ocupaciones me solicita.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a José Malanca, 10/3/1930

Lima, 10 de marzo de 1930
Querido Malanca:
Dos líneas en respuesta a su única de Chile (Villa Rica 27 de enero). Voy todas las tardes a la Herradura y esta cura, si bien me ha hecho mucho bien, después de un decaimiento de mis fuerzas físicas, me quita mucho tiempo.
Gran satisfacción me causan las noticias sobre Seoane, con quien yo también me prometo excelente camaradería en Buenos Aires.— Hágale Ud. saber que probablemente en mayo estaré en Santiago, en viaje a Buenos Aires; y que mi viaje aconsejado por muchas razones, que Ud. en gran parte conoce, está completamente resuelto. Sólo una inesperada falla en mi salud u otro accidente puede frustrarlo. Estoy invitado por el grupo de escritores de La Vida Literaria, el mismo que propició y organizó la visita de Frank. L.V.L. dará, con este motivo, un número peruano, para el que Seoane, Blanca, Magda, Julián pueden enviar desde luego alguna colaboración, dirigiéndola a Samuel Glusberg, Rivera Indarte 1030. Creo que ese número puede ser una pequeña antología de prosa y poesía peruanas. —Dígale a Seoane que no he sabido nunca si recibió la carta que hace varios meses le dirigí acompañándole copia de los puntos aprobados del programa del P.S. Después de la carta, fue copia de la misma, en previsión de una falla postal.
Deploro que no nos podamos encontrar en Santiago. Habríamos hecho juntos el viaje a su tierra, de la que ha sido Ud. para mí uno de los mejores anticipos espirituales. Pero ya en Buenos Aires renovaremos las tardes de Lima.
No necesito agregarle que se le recuerda a Ud. aquí con el cariño de siempre. Tengo noticia de que en el Cusco tampoco se le olvida. Estamos en buena relación con los muchachos de allá, disipado ya hasta la última sombra de malentendído. Sólo un exagerado ‘cusqueñismo’, léase en este caso antilimeñismo, los distanciaba de nosotros. Y Ud. sabe lo poco limeños que somos nosotros, lo antilimeños que somos, en el sentido revolucionario.
No tarde en escribirme, enterándome de su itinerario.
Muy cordialmente lo abraza
José Carlos
P.D.—Recuerdos afectuosos de Anita y todos los míos.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Gamaliel Churata, 13/3/1930

Lima, 13 de marzo de 1930
Querido Gamaliel Churata:
No he tenido respuesta de Ud. a la que le dirigí con Valdivia, sin duda por su enfermedad, de la que hemos tenido noticia por carta de este compañero. Sé que convalece Ud. en Arequipa, donde yo me había hecho el proyecto de encontrarlo.
Digo me había hecho porque no sé si podré realizar este anhelado viaje al sur. Escribo al respecto a Armando Rivera, con quien le ruego conversar para que lo informe al respecto. Necesito conocer la opinión de Ud. acerca de los puntos que expongo a Rivera en mi carta.
Con gran retraso, he recibido los últimos números del Boletín de la Editorial Titikaka. Tal vez en esta hoja se podría iniciar, con el mayor sentido pedagógico posible, cierta obra de divulgación doctrinal socialista, adecuada a la lectura en las escuelas y grupos indígenas. "El Ayllu" para todas las comunidades de la República. Pero no sabemos cuándo nuestras posibilidades económicas, siempre exiguas, nos consentirán realizar este propósito.
Trabajamos, como siempre, perseverantemente. En enero, el viaje de un comp. del Cusco estableció cordiales relaciones entre los grupos de Lima y esa ciudad. Le adjunto la copia de tres resoluciones últimas, que se agregan a los puntos programáticos y al plan de organización del P.S. Se ha hecho cargo de la S. G. el compañero E.R. quien le escribirá en breve instándolo a que tome Ud. la iniciativa de la constitución formal del grupo de Puno, que ojalá esté integrado por indios, en la mayor proporción posible. No importa que no sea gente perfectamente adoctrinada. Basta que tenga probada y vigilante consciencia clasista y que quiera trabajar, instruyéndose al mismo tiempo que instruye a las masas.
Como "Labor" está condenada, pensamos sacar en su reemplazo, con el mismo tipo, y la misma fisonomía tipográfica, en todas sus páginas, "La Obra". Hay que anunciarla desde luego, como quincenario de información e ideas de la Soc. Editora Amauta. Lo único que nos hace falta resolver para esto es la cuestión económica.
Recibirá Ud. probablemente una carta de Samuel Glusberg, pidiéndole colaboración para un número peruano de "La Vida Literaria" de Buenos Aires. Ese número aparecerá con motivo de la invitación que el grupo de escritores de L.V.L me hace para que visite Buenos Aires, invitación que, animado por Waldo Frank, he resuelto aceptar, a fin de que en una clínica bonaerense se me practique al fin la aplicación ortopédica que necesito para salir de esta ya insoportable inmovilidad en una "chaisse longue" o una silla de ruedas. Envíe a L.V.L originales suyos y de Alejandro. I prepara, también si le es posible, un envío para otro número peruano en perspectiva: el de "1930" de La Habana".
En espera de sus noticias, muy cordialmente lo abraza su amigo compañero y devotísimo.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 30/11/1925

Lima, 30 de noviembre de 1925
Querido Vegas García:
Me ocuparé esta semana del ministerio francés. Sacaremos del archivo por centésima vez los retratos de Briand, Loucheur, De Monzie, Painlevé, etc. Pettorutti, una vez más, se queda en la gaveta. Le dedicaremos, impajaritablemente, el próximo artículo.
Conviene anunciar ya el elenco de Minerva. Le adjunto los datos principales y le ruego combinar con ellos, en la salsa que Ud. guste, una informacioncita para el próximo número de Variedades. Tal vez se podría ilustrar esta información con una o dos vistas del almacén y talleres de Minerva.
Muy bien el anuncio. Trasmita Ud. mi agradecimiento a Patroni, con mi súplica de que lo mantenga por algunos números.
He enviado mi libro a López Albújar con Fabio Camacho que partió el sábado para Piura.
Bustamante y Ballivián lleva algunos libros y una carta memorándum.
Cordialmente lo abraza su afmo. amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Emilio Roig de Leuchseuring, 10/10/1927

Lima, 10 de octubre de 1927
Señor
Emilio Roig de Leuchsenring.
La Habana.
Muy estimado compañero:
Algo tardíamente, por una ausencia de Lima, a que me obligó mi salud, he leído el No. de julio de Social. Por él me he enterado del telegrama enviado generosamente por Ud. y otros compañeros del grupo Minoritario, reclamando mi libertad y la de los demás intelectuales presos. Tanto este telegrama, como las nobles palabras del editorial de su revista comprometen mi gratitud y la de mis camaradas de Amauta.
Me preparo a reanudar la publicación de mi revista. La solidaridad alerta de los buenos intelectuales de América me ayuda a reivindicar mi derecho a mantener Amauta. Y hoy más que nunca quiero que sea una tribuna americana. Y reclamo, por esto, el intercambio de originales entre los grupos vanguardistas de La Habana y Lima.
Deseo que tenga Ud. la representación de Amauta en La Habana. Podemos establecer, si Ud. Io desea, el intercambio de una cantidad equivalente de ejemplares de Social y Amauta.
Le adjunto para su revista un artículo mío y algunos poemas inéditos de Armando Bazán, poeta de vanguardia que acaba de ser puesto en libertad después de cuatro meses de prisión en la Isla de San Lorenzo.
Me interesa conseguir el No. de Social en que se publicó mi artículo sobre el poeta Eguren. ¿Le sería posible enviármelo?
Le ruego transmitir mi agradecimiento al maestro Varona y a todos los firmantes del telegrama al presidente Leguía por su generosa actitud; y con los más devotos sentimientos me repito su afectísimo amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui
P.D.- Envíeme sus noticias con esta dirección: Librería Minerva, Sagástegui 669.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ángela Ramos, 5/5/1929

Lima, 5 de mayo de 1929
Querida y grande amiga:
Aunque no hagan falta mis palabras para que Ud. sepa mi reconocimiento, quiero que nuestro común amigo Adler le lleve estas líneas de gratitud por su generoso y excesivo testimonio de amistad y simpatía. Sólo un alma femenina como la de Ud. puede poner tanta generosidad y ardimiento en sus gestos.
No emplearé para protestar amicalmente de su iniciativa, palabras rituales de modestia. Pero sí puedo decirle con sinceridad que no creo haber hecho aún lo bastante para merecer un homenaje como éste. Me tranquiliza la idea de que hay en esta actitud, ante todo, simpatía y aliento a una obra que, como obra ideológica renovadora, es mucho más que un esfuerzo personal. Gracias, querida Ángela. Adler le dirá lo que no expresa este rápido y reconocido mensaje. Saludos afectuosos a Felipe y mil cariños a sus niñas.
Anita se asocia profundamente a mis sentimientos y yo espero que pronto me sea dado estrechar personalmente su noble mano amiga.
Su devotísimo compañero
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Moisés Arroyo Posadas, 5/6/1929

Lima, 5 de junio de 1929
Estimado compañero Arroyo Posadas:
Acuso recibo inmediato de su interesante carta, sobre cuyos tópicos me prometo escribirle más extensamente, cuando tenga su respuesta. Todas las noticias que Ud. me trasmite, son del más vivo interés para el orientamiento definitivo que actualmente adquiere nuestra labor.
Acojo con simpatía y adhesión su iniciativa para crear en Labor una página dedicada a los comuneros indígenas. Nuestra idea es contribuir a la organización de un pequeño periódico destinado expresamente al campesinado indígena. Se llamaría El Ayllu. Pero mientras este proyecto toma cuerpo, la página de Labor que Ud. sugiere llenaría la misma función.
Esperamos la respuesta de otros núcleos de simpatizantes encargados de organizar la difusión de Labor para continuar puntualmente la publicación de nuestro quincenario, en el que debemos ver el germen de un futuro diario socialista.
He escrito hace unos quince días a Espinoza Bravo, contestando a sus últimas. Le hemos remitido una serie de copias que debe comunicar a Ud. y otros compañeros, si no lo ha hecho todavía. Avíseme si ha recibido mi carta y demás informaciones.
Salude a Monge, Espinoza y otros amigos y reciba el más cordial saludo de su amigo y compañero
José Carlos Mariátegui
P.D.—Convendría que el Círculo Obrero o el grupo organizador de la Federación Regional Obrera del Centro, se dirija a El Trabajador Latino-Americano, Calle 9 de Abril 1653 esquina Gaboto, Montevideo, solicitándoles el envío regular de esta revista en la cantidad que se calcule necesaria. Es el órgano de la Confederación Sindical Latino-Americana, que debe haber quedado definitivamente constituida en el gran congreso sindical que acaba de celebrarse en Montevideo, y en el cual han estado representados más de 800.000 obreros organizados de la América Latina. —Escriba Ud., en el acto, pidiendo como colaborador nuestro en esa región, una colección completa del periódico, que se vende a sólo diez centavos ejemplar, con descuento para los agentes. V.

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 28/10/1924

Miraflores, 28 de octubre de 1924
Querido Vegas:
El sábado o ayer le habrá dicho Garland, a ruego mío, que escribiré sobre Zaghloul Pachà y el Egipto. En previsión de que Garland no lo haya visto, le reitero el anuncio.
Tenemos que concertarnos, como la vez pasada, sobre los temas próximos. Formularemos una lista. El cable será siempre, por supuesto, como hasta ahora, un elemento imprevisto y decisivo; pero procuraremos hasta donde nos sea posible predecirlo.
Un tema muy actual es la política yanqui; pero no quiero formular, sin convicción, un pronóstico. Mucho me temo que triunfen los republicanos y no me gustaría pronosticarlo. Esperaremos, pues, las elecciones, para enfocar entonces la política americana.
Decídase a venir, entéreme de cualquier gruesa novedad bibliográfica, y reciba mi cordial abrazo.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 1/12/1924

Miraflores, 1º de diciembre de 1924
Querido Vegas:
No sé si el número del sábado próximo será el del centenario. No sé tanto, por tanto, si debo escribir para ese número un artículo. Yo le propuse, la semana pasada, la figura de Jaurès para este artículo. Le adjunto un folleto de Jaurès en el cual encontrará Ud. un retrato y un autógrafo. El retrato es de los mejores. El autógrafo es un gráfico interesante. Es una página de la Historia de la Revolución Francesa, la obra sustantiva de Jaurès. Un tercer gráfico podría ser una vista del Pantheon de París. Tal vez Garland se la puede proporcionar, si Ud. no la tiene. Contésteme a este respecto.
¿Cuando viene Ud.? En espera de su deseada visita, lo abraza muy cordialmente su amigo y compañero
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 5/5/1925

Miraflores, 5 de mayo de 1925
Querido Vegas García:
Necesitamos ponernos de acuerdo sobre una serie de temas. Espero que Ud. se decida uno de estos días a salvar la distancia que separa Lima de El Leuro.
Esta semana continuaré o terminaré la revista de la política francesa con un artículo sobre el sector comunista. Le adjunto dos fotografías. En el almanaque incluso también encontrará Ud. señaladas las que vale la pena publicar además de esas dos. Como el ritornello de la reacción en Francia es el peligro comunista, y últimamente ha habido un lío truculento entre comunistas y millerandistas, el tema es de absoluta actualidad.
¿Quiere Ud. prestarme Cuentos Andinos?
Guárdeme el almanaque con el álbum de Rusia y el folleto de Jaurès.
Y reciba un abrazo de su amigo y compañero.
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 30/9/1925

Lima, 30 de setiembre de 1925
Querido Vegas:
Le recuerdo su promesa de conseguirme dos ejemplares del número de Variedades del 25 de abril donde se publicó el artículo de Pribish sobre Pettoruti. Le agradecería también que me consiguiese, nada más que prestado para hacer copiar mi artículo sobre el renacimiento judío, el número del 27 de junio.
La semana próxima el tema puede ser Las Literaturas Europeas de Vanguardia de Guillermo de Torre o la Santa Juana de Bernard Shaw.
No se olvide de enviar el libro de López Albújar a Sagitario, donde, en ese caso, se reproducirá probablemente, como nota bibliográfica, mi artículo de Mundial.
Cordialmente lo abraza su amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira

Carta a Ricardo Vegas García, 7/12/1925

Lima, 7 de diciembre de 1925
Querido Vegas:
Le adjunto los fotos de los cuadros y mosaicos de Pettoruti de quien me ocuparé esta semana. Si Ud. quiere fotografía del retrato que me hizo en Frascati, me parece que hay tiempo para hacerla.
Si publica Ud. esta semana la nota sobre Minerva, le ruego poner en la lista de autores de quienes se editará libros, cuyos títulos y turnos se anunciará próximamente, a Antonio Garland que ha terminado un estudio sobre la Perricholi. Hemos hablado hace tres o cuatro días, con posterioridad a los datos que le envié, de esta edición. El estudio y la traducción de la pieza de Merimée compondrán un bonito libro.
El libro de Iberico ha sido dado hoy a la caja. Será el libro de enero. En febrero saldrá la primera traducción.
Muy afectuosamente lo saluda su amigo y compañero
José Carlos

José Carlos Mariátegui La Chira

Resultaten 1 tot 50 van 284